DEL 21 DE JULIO
Festival
42 días de
AL 31 DE AGOSTO
2018
FLAMENCO PLAYA Y HOSPITALIDAD ANDALUZA
SAN FERNANDO (CÁDIZ) (ANDALUCÍA - ESPAÑA)
www.laislaciudadflamenca.com
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EDIT ORIAL
Flamenco. Ser o no ser
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SUMARIO
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ARQUIT ECTURA FLAMENCA
BREVES NACIONALES
EL COLMAO FLAMENCO
Entrevista a Manuel Monje
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Évora
La esclava
SENSACIONES
CON CAMARÓN
LAMARCA Objetivo flamenco
DESDE LA RED
TINA PAVÓN
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FLAMENCO EN IMAGEN
FRAGUANDO LETRAS
Reencuentro con LAMARCA
CON OTRO TOQUE
PLANETA FLAMENCO
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Entrevista a Jorge Pardo
El flamenco desde La Isla de Camarón
SUGERENCIAS
Entrevista a Segundo Falcón
El Boquerón de la Isla Francis Mármol
CRÉDIT OS Revista LA FRAGUA El flamenco desde La Isla de Camarón ISSN 2444-5460 Depósito legal CA 15-2015 Equipo de Redacción Carlos Rey, Lolo Picardo, Carmen Mateos, Trysko, Antonio Mota y Antonio Jiménez Cuenca.
Colaboradores José Lamarca, Antonio Canales, Alejandro Vilas, Inma Caña, Javier Osuna, Ángel Guisado, Francis Mármol, Juana Mª Martín, Antonio Alcázar, Carlos Fernández Rico, Manuel Montaño, Juan Silva, Eddie Pons, Ignacio Escuín, Fede Millán, Angélica Pérez, José Luis Otero, Estela de Castro, Javier Vila. Publicidad: Chico Cárdenas Redacción info@lafraguadelaisla.com
Edición LA FRAGUA Asociación Cultural Flamenca Foto central: Alberto García Foto portada: José Lamarca Diseño: DestinoEstudio
// Ignacio Escuin
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EDIT ORIAL
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Flamenco. Ser o no ser Si definir el flamenco es tarea ardua, conectar un significado plausible de la expresión ser flamenco se convierte quizás en un intento más que un hecho. Esto, unido a que no existe tradición académica ni unificación de criterios a la hora de elaborar un corpus teórico sólido sobre este arte atemporal, complica más la situación, si cabe, cuando se pretende delimitar con cierta autoridad la frontera de lo que es ser flamenco. La tradición marca que quienes ejecutan el cante, el toque y el baile son flamencos, y quienes lo escuchan, admiran y estudian, también, pero hoy en día esta afirmación se queda corta, y no abarca todo el espectro musical, social y profesional que existe en la actualidad. Y es que, en pleno siglo XXI, el flamenco sigue en construcción, sigue haciéndose, definiéndose. ¿Es el cajón un instrumento flamenco?¿Y el saxo o la flauta travesera?¿Existe una estética flamenca definida?¿Hay ciudades o pueblos flamencos? Quizás el maestro Lamarca, Jorge Pardo, o Segundo Falcón, protagonistas ellos de este número de La Fragua, nos puedan arrojar algo de luz a tanta pregunta. Fue precisamente José Eduardo Lamarca
el que en los años 70 del pasado siglo retrató a un Camarón jovencísimo con camiseta, chupa de cuero por los hombros y el pelo largo. O a Paco de Lucía y al mismo Camarón riéndose en una pose distendida, rompiendo de esta forma una estética predominante donde la seriedad y el buen vestir eran signos de identidad. Poco después, sería Jorge Pardo quien, recogiendo el testigo de Pedro Iturralde, con Paco de Lucía sentaría las bases para la incorporación de nuevos instrumentos hasta entonces ajenos al flamenco. Pardo, junto a Rubem Dantas, Carles Benavent, Chano Domínguez y algunos otros, aportaron sonidos nuevos. De igual manera, nadie pone en duda que existen ciudades flamencas, y lo son porque en ellas hay y se hace flamenco, y además se le identifica por ello. La Isla Ciudad Flamenca celebró el pasado verano su cuarta edición, coincidiendo con el 25 aniversario de la muerte de Camarón. Un paso más para poco a poco ir consolidando un festival que pretende, entre otras cosas, poner en valor el espíritu flamenco de una ciudad que quiere y se merece ser llamada flamenca, aunque para ello todos tengamos que arrimar el hombro. Y seguir haciéndolo.
ARQUIT ECTURA FLAMENCA
Él dice que percibe una «visita» cuando crea y que cada día intenta componer no solo música: pensamientos, frases, sensaciones, instantes... Su vida es una montaña rusa que se desliza sobre esos dientes de gigante de las teclas de un piano.
Es el menor de una saga de genios, los Sanlúcar, y el único de la familia que se decantó por la música clásica. Sin embargo, su corazón es un pozo ilimitado de hondura y sentimientos terráqueos que jamás le dejó separarse nunca del flamenco. Hablar de él en profundidad sería escribir una enciclopedia interminable. Vistió a las sevillanas de sales marinas y versos de arena desde un continente a otro. Se paseó por el levante como el mejor de los papas. Estuvo en tantos ocasos y en tantas alboradas, que el poso de sobriedad que ha ido depositando los años en él lo convierten en un sabio de los quejidos más ancestrales. Aún tengo en mis labios el regusto salobre de su último trabajo, Roto, donde el pasado verano en las Salinas de Bonanza nos rompió a todos el corazón. Por todo eso y mucho más, Évora es magia y sortilegio en estado puro. Y aún sigue montado en su barca, a la deriva del paraíso más flamenco. Gracias por tu vida, amigo, Maestro.
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Después nuestra amistad fue inevitable y he vivido pegado a la orilla del manantial de su genialidad desde ese momento.
Es ese esfuerzo de volúmenes, colores y estado anímico, el que le llevó a crear magias musicales para artistas como Camarón, la Jurado, Julio Iglesias o Morente, entre muchos.
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Corrían imparables los venturosos años 80, donde cada minuto era una explosión para los sentidos abotargados y humillados por más de cuarenta años. Y las tribus lucían sus mejores galas por las avenidas y las plazas. Y las barricadas de arte tomaban literalmente las calles cada día con más intensidad. Yo me encontraba en pleno centro de la efervescencia. Madrid andaba inmerso en el Ballet Nacional de España, donde se estaban cociendo los verdaderos cimientos de una nueva era para la danza y el flamenco. Y tenía por nombre Medea, del gran maestro Manolo Sanlúcar. Con ella vino el cambio, y con ella pude conocer a este poeta de los bulevares de las armonías y los acentos, José Miguel Évora. Cuando escuché detenidamente esta obra, sentí que algo nuevo estaba naciendo... Porque Évora flotaba como un ave del paraíso entre las melodías de la Orquesta Nacional, tejiendo una maraña de sensaciones entre las guitarras más puras y flamencas y las cuerdas, vientos y demás instrumentos de toda una sinfónica. Ahí estaba impresa la savia nueva e innovadora que nos iba a regalar durante estos últimos cuarenta años una nueva forma y dimensión del arte del flamenco.
// Antonio Canales
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Évora
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// Inma Caña
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BREVES NACIONALES
Macarena Ramírez y Jesús Castilla cautivan al público de La Unión y de León Unas semifinales, que se desarrollaron del 9 al 11 de agosto, donde Castilla, con su voz afillá, rozada, recia y vertiginosa, se batió el cobre con otros seis cantaores. El isleño participó en el apartado de seguiriyas dentro del festival nacido el 13 de octubre de 1961 y que fue declarado de Interés Turístico Internacional en 1984. Artistas como Miguel Poveda o Arcángel confirmaron su carrera tras pasar por él.
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El concurso flamenco más importante de la actualidad, el Festival Internacional del Cante de las Minas en La Unión (Murcia), ha contado con la participación de Jesús Castilla, que sigue mejorando significativamente en su carrera profesional como cantaor. El cañaílla, colaborador habitual de La Isla Ciudad Flamenca y que participa con asiduidad en las noches flamencas de la Venta de Vargas, estuvo de enhorabuena accediendo a las semifinales de la 57ª edición.
Otra gaditana, la bailaora chiclanera Macarena Ramírez, quedó en segunda posición en la modalidad de baile del trofeo El Desplante. La bailaora se ha declarado «orgullosa de haber obtenido el segundo premio en tan prestigioso festival». Ambos artistas participaron también, el pasado 24 de junio, en el Festival de León junto a los isleños María José Coca, David Nieto, Juanma Fernández y el gaditano Juan José Alba, que levantaron la pasión y los aplausos del público leonés. Como siempre La Isla aportando su granito de arena para el arte flamenco tan nuestro como universal.
// Grupo PRISA
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Maíta Vende Ca. Premio Radiolé 2017 2017 ha sido el año elegido por Maíta Vende Ca para lanzar su último trabajo Por 20 más. Desde el 20 de junio que presentara el disco, ha realizado una incansable promo el artista de La Isla, Antonio Caña, recorriendo toda la geografía española haciendo sonar sus «Penas al aire», tema sonoro de su video de promoción del álbum. El esperado disco en pocos meses se alzó con el galardón del Premio Radiolé 2017, por la trayectoria de su carrera. Estamos de enhorabuena.
7 Festival Flamenco de Nimes BREVES NACIONALES
L A Cartel oficial del festival, del dibujante Eddie Pons
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La Isla estará presente en el festival, al margen de la programación oficial, pero compartiendo fechas, a través de las obras de los isleños Juan Silva y Antonio Mota. Juan Silva expondrá su trabajo fotográfico Soníos Negros del 8 al 23 de enero en Librairie-Galerie L´ Itinéraire, y el día 15 se proyectará la película Bosque de musa, del escultor Antonio Mota, en el Espace Pablo Romero. La Isla presente en un evento flamenco de indudable calado.
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Comienza 2018 con una primera cita flamenca ineludible, el XXVIII Festival Flamenco de Nimes, uno de los festivales flamenco de mayor peso internacional, que este año recoge propuestas tanto ortodoxas como vanguardistas. La sede del Ballet Flamenco de Andalucía fue anfitriona el pasado 23 de noviembre de la presentación del festival, en un acto presidido por la secretaria general de Cultura de la Junta de Andalucía, Cristina Saucedo, y el director del Festival de Nimes, François Nöel. Esta edición desarrolla su programación entre los días 9 y 20 de enero, con doce espectáculos de cante, baile y toque, exposiciones, conferencias, encuentros y talleres. Se darán cita en Nimes artistas de la talla de Andrés Marín, Pepe de Pura, Ángel Muñoz, Rafael Riqueni, Mari Peña, David Coria, Luis Moneo, La Fabi, Antonio Reyes e Israel Galván.
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EL COLMAO FLAMENCO
// Lolo Picardo
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La esclava
El colmao
Ilustración de Sete González www.setegonzalez.com
Fue una noche bastante complicada en el cuartelillo de la policía de La Isla, y no en vano, para algunos, lo que paso esa noche sería determinante para sus vidas. Detrás de todo aquello, una inocente copa de vino, unas risas, unas bromas y todos los naranjos que habían plantado a lo largo de la calle Real, destrozados. La policía visitó muchas viviendas aquella noche y se llevaron a bastantes agarrados del brazo, camino del cuartelillo. Entre las declaraciones de los jóvenes, muchas contradicciones… que yo no estaba, que estaba ese o que fue sin querer. La policía indagó y culpabilizó a varios de ellos, amparándose en el testimonio de muchos transeúntes. Entre los nombres que
salieron, mentaron a Camarón, quizás fue uno nada más el que se acordó del cantaor, pero levantaron las sospechas de los policías y el inspector jefe mandó a buscarlo para que prestara declaración. La cosa se había puesto fea y algunos pasaron con premura a disposición judicial. Se hablaba de que los primeros ya estaban en el penal de El Puerto. A las ocho de la mañana ya se asomaron por el umbral de entrada de la Venta de Vargas dos policías grandes con amplios bigotes. En la cocina con su trajín, María Picardo preparaba una buena berza gitana. Ya a las ocho de la mañana se había metido dos o tres cafés en el cuerpo, de esos de pucherete, de esos de los que había que moler el
EL COLMAO FLAMENCO
Y es cierto que en La Isla había mucho arte y se vivía el flamenco, pero no para vivir de él. De todas estas pesquisas, Camarón se enteró por Joselito Picardo, su amigo ventero y por supuesto, tras oírlo, se le estremeció todo el cuerpo. Era cierto que aquel día del suceso pasó el día en la Venta, pero los chavales que habían detenido la policía eran conocidos del barrio y sabía que la autoridad seguiría detrás de él. Todos estos sucesos no sentaron bien en el ánimo de José. Además, su carrera musical se encontraba en un punto muerto, justo después de haber pasado un tiempo en Málaga, junto a Miguel de los Reyes. Y es cierto que en La Isla había mucho arte y se vivía el flamenco, pero no para vivir de él. Así que reunió a su gente más próxima, Alonso Núñez, Rancapino, a Lela Fontao y a Joselito. Su inocencia estaba clara, pero sabía que en el próximo suceso lo meterían a él y por otro lado pensaba que Madrid era la única salida que le quedaba a su cante. Los florecientes tablaos estaban deseosos de gentes
Camarón comunicó a sus amigos su deseo y entre los cuatro juntaron algún capital para poder irse, pero no era suficiente. Así que Joselito, que tenía una esclava de oro, regalada por su tía María, la empeñó en Casa Pilo en seiscientas pesetas, compraron filetes en la tienda de Joselete, en la esquina de la calle del Gordo, los empanaron, hicieron unos bocadillos y el resto se lo dieron al cantaor. Lo acompañaron a la estación de Renfe y los cuatros hicieron una piña de abrazos y llantos. Joselito se dirigió a Camarón mirándole a los ojos:
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Buscaban a Camarón y fueron al grano preguntándole a la ventera por el gitano rubio y si la noche anterior estuvo por la Venta, a lo que María afirmó tajante que había pasado el día entero en la Venta con su sobrino Joselito. Que estuvieron haciendo un perchero y Camarón estuvo ayudándole. Que esos jóvenes detenidos habían estado en la barra de la Venta hasta bien entrada la madrugada y Camarón les había cantado, pero Joselito lo había llevado hasta su casa. Ante esta afirmación tan explícita, los policías retornaron a la comisaría e informaron de todo al comisario.
del sur y seguro que su metal de voz sería bien recibido.
-José, en Madrid te vas a hacer el número uno, demuéstrales quién eres.
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grano con un molinillo y colarlo para no tragarte los posos del café. María se había encomendado hace años a las ánimas benditas y decía que a las seis de la mañana sentía una mano llamándola. Decía que les rezaba porque le daba pena que estuviesen malviviendo en el purgatorio, seguro que la buena de María tenía en sus pensamientos a alguien que no fue demasiado bueno en vida.
Y aquel tren se perdió entre las marismas y esteros de La Isla con dirección norte. En una parte tres amigos que amaban a Camarón y sabían que esa voz haría historia. En la otra, un hombre que cambiaría la historia del flamenco.
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flamenco
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10 Manuel Monje Cruz ENTREVISTA A MANUEL MONJE CRUZ
// Alejandro Vilas
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José iba a ser artista, aunque nadie esperaba que ese niño rubio se convirtiera en lo que hoy es, un mito del flamenco. «Eso no lo sabía nadie, ni yo ni él, a José le daba lo mismo salir a cantar con un smoking que con un chándal». «Ahora que lo estoy presenciando todos los días es cuando me estoy dando cuenta de quién ha sido mi hermano».
Manuel Monje posa en la fragua.
Son las 20:30 h, Manuel no se hace esperar, suena el timbre y sí, ahí está Manué. Viene en vaqueros con una chaqueta marrón, su rostro refleja la sapiencia sobre una de las historias más bellas del flamenco. Nos ubicamos en mi cocina, de beber prefiere una cerveza, pero «fresquita». Acepta el envite de una tapita de chicharrones. «Se dejan comer», me comenta al probarlos. Manuel Monje Cruz (1932, La Isla), es el hermano mayor de José Monje Cruz, Camarón de La Isla, de oficio forjador y cantaor de flamenco durante muchos años en el mismo cuadro donde bailaba Sara Baras. Manuel comienza aclarando que el cante flamenco no era la debilidad de su hermano. «A mi hermano no le gustaba el cante, él se ponía con las palmas a llevar el ritmo, yo le corregía y se mosqueaba», «a él le gustaba más torear, pero dijo que vio más fácil cantar». Camarón comenzó a cantar desde que tenía uso de razón. Cuenta Manuel que «se iba a la Plaza de la Iglesia (plaza céntrica de la Isla) a ver a los taxistas porque le gustaban muchos los coches, y allí los taxistas le pedían un fandanguito y mi hermano se lo cantaba». Desde esa edad se dieron cuenta en la familia de que el pequeño
Se le llena la boca hablando sobre la cantidad de gente que va todos los días al cementerio a visitar la tumba del cantaor isleño. Aunque ya han pasado dieciséis años de la muerte de Camarón, Manuel asevera que por el campo santo pasan millones de personas de todos los lugares del planeta. «Vienen gente de Barcelona, EEUU, Alemania, hasta los moros…», «allí llega la gente llorando con el corazón encogido como si fuese algo suyo. Niños, mujeres, hombres, chavales, chavalas. Cuando los veo llegar digo, “ojú, ya me van a dar la tarde”.» Lo que más le impresionó de todas esas visitas fue la de un niño que llegó con su padre y quería quedarse a dormir allí. Como este niño, son muchísimas las personas que van al cementerio, y muchísimas también son las fotos que el hermano mayor de Camarón se tiene que echar con todo el que pasa por allí. «Yo ya he dicho que voy a cobrar derechos de imagen; cuando me dicen una foto, no es una, sino 40 o 50», cuenta con mucho arte Manuel. La relación con José era similar a la de un padre con un hijo. Camarón perdió a su padre con 13 o 14 años y fue su hermano mayor, Manuel, 18 años más grande que él, quien lo guiaba por ese largo camino que le esperaba al cantaor. «Él a mí me respetaba mucho, como si fuera su padre.» «Fíjate cómo me respetaba que cuando venía de trabajar de Madrid, se llegaba antes a la fragua (donde trabajaba Manuel) que a visitar a mi madre”. Esta se mosqueaba cuando llegaba a la fragua y lo veía allí. José, como todo el mundo, tuvo sus influencias en su forma de cantar. Su inspiración llegó de su madre Juana y la Perla de Cádiz. «La Perla era una mujer que por aquella época venía mucho a casa y se quedaba a dormir, era como de la familia, se llamaba Antonia y la verdad es que cantaba muy bien», nos detallaba sobre una de las cantaoras más influyentes en el estilo de Camarón.
Antes de irse a trabajar a Madrid, donde estuvo 9 o 10 años, Camarón cantó en muchos concursos provinciales donde se solía llevar el primer premio. Manuel por entonces era su representante, ya que José era menor. Allí en Madrid conoció a Paco de Lucía, a su hermano Pepe y a su padre, Antonio Sánchez. Este, cuando vio las virtudes de Camarón, comenzó a trabajar con él y a sacar sus discos. «Divina, la relación fue divina, tanto Paco como su familia son muy buena gente, cuando murió mi hermano hubo una polémica con los discos pero lo arregló la Chispa (viuda de Camarón) con unas declaraciones que hizo», aclara sobre la relación de Camarón con Paco de Lucía y su familia. José Monje Cruz, tuvo como nombre artístico Camarón de la Isla. «Camarón se lo puso su tío José porque de pequeño era muy rubio, y ya él le añadió “de La Isla” porque siempre quiso llevar a su tierra por allí adonde él fuera». En La Isla hay una ruta turística que lleva por nombre La ruta de Camarón, donde los visitantes pueden ver los lugares donde José se crio y creció. Por esto y por muchas muestras de cariño más, Manuel asegura que no tiene queja alguna de La Isla y piensa que su hermano sí fue profeta en su tierra aunque se excusa diciendo: «Lo que pasó es que a mi hermano, al trabajar en Madrid, no le permitían bajar a San Fernando, allí formó una revolución y le hacían contratos largos de dos o tres años y lo tenían trincaíto.»
Son muchas las historias que cuentan sobre el malogrado cantaor isleño, entre ellas aquella que dice que José también se ganaba la vida cantando en los tranvías junto a su amigo y cantaor de flamenco Rancapino. Enseguida Manuel se encarga de desmentirlo. «No, no, de eso nada. Además estoy harto de decirlo. Mira, estuve en Madrid con Andrés Caparrós en directo y se lo dije: “cuántas veces lo voy a tener que decir, mi hermano no se buscaba la vida en los tranvías, Andrés Caparrós”». «A la gente le da por hablar», me dice Manuel. «Si se hubiera ganado la vida en los tranvías, no pasa nada, pero como es mentira…». «Mi hermano empezó en la calle Real con los taxistas, se hizo mayorcito, se fue a Madrid, se colocó en Torrebermeja y allí la última vez me dijo: “Manuel, coge el sobre que nos vamos pa La Isla”. Ya después se dedicó a sus festivales y a sus disquitos», aclara haciendo un breve recorrido por la vida artística de José. El vaso de cerveza está ya pidiendo un recambio, la ración de chicharrones casi ha caído por completo. Mientras hablamos de la película de Jaime Chávarri, Camarón, basada en la vida del artista, le pongo otra cañita. «A mí no me ha gustado nada la película porque la muerte de mi padre la ponen ahí como un perro rabiando y mi padre murió como cualquier persona humana», no solo es esta la cuestión por la que a Manuel no le gustó el film. «Después ponen que mi hermano iba a la Venta de Vargas como si estuviera esmayao, y él no ha pasado necesidad en su vida. Yo no he pasado hambre en mi vida, ni en los años cuarenta cuando estaba to el mundo esmayao, y él ya ves, le llevo 18 años, pues menos
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Dicen los escritos sobre la vida de Camarón, que este comenzó su andadura como cantante en la Venta de Vargas. Manuel lo desmiente de forma tajante. «No, de eso nada, en la Venta de Vargas no ha empezado él, el que ha empezado allí he sido yo que he trabajado durante 18 años. Mi hermano llegaba allí cuando ya venía de Madrid y si tenía que echar un ratito lo echaba, pero de ganarse allí la vida, nada de nada.»
Todo aquel que sepa un poco de la historia del flamenco y de Camarón, habrá escuchado hablar alguna vez sobre Manolo Caracol. Cuentan o se dice por ahí que este no se llevaba muy bien con José. De hecho dicen que una de las veces que Camarón estaba de visita en la Venta de Vargas, se encontró con Manolo Caracol y allí comenzó un pequeño pique de cante en el que el joven isleño salió triunfador. Manuel, en una nueva exhibición de humildad, me quiere medio desmentir esta relación entre los dos cantaores, pero no lo consigue o no lo quiere conseguir del todo. «Manolo quería mucho a mi hermano, no es que no le gustara como cantaba, sino es que veía como era José y le daba algo de coraje», y en cuanto al famoso momento. «No, no hubo dicho pique, lo que pasó es que ese hombre veía que cuando José empezaba a cantar se lo comía».
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Antes de empezar a hablarme de José, bebe un sorbito de cerveza, se pone serio y comienza diciendo que él a su hermano no le veía ningún defecto, de hecho se muestra muy agradecido. «Desde que estaba vivo hasta ahora después de muerto, él está haciendo por que mi gente no pasen fatiga». No sabe decirme quién era más grande, el «Camarón persona» o el «Camarón artista». «Como persona, José era el no va más, y como artista ya lo estáis viendo ustedes, a mí no me gusta decirlo porque eso lo tiene que decir la gente», asegura con una humildad apabullante.
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ENTREVISTA A MANUEL MONJE CRUZ
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ENTREVISTA A MANUEL MONJE CRUZ
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tenía por ahí unas cositas y ha hecho el disquito ese, y ahora va hacer otro porque se ha agotado rápido. Él tiene por ahí cositas de su padre y ya él vera», comenta dándonos una primicia. Habla de su sobrino Luis, para él su niño, este toca la guitarra y ha hecho un grupo con el hijo de Manuel, un yerno de este y un yerno de Camarón, «se llaman de Buena rama, no lo menciona a él pero lo da a entender.» La influencia de Camarón en el mundo del flamenco ha hecho que salpique de cierto modo a su hermano Manuel. Este está de jurado en un concurso de flamenco organizado por la Junta de Andalucía. Me reconoce que él es muy duro para escuchar cantar, no sabe decirme quién es para él el mejor cantaor del momento, quizás Rancapino «pero ya tiene la voz como la tiene…». Ya no hay nadie que le pellizque, no hay nadie que le llegue. Y es que como José sale uno cada cien años, y si además nace en tu casa, jamás podrás ser objetivo.
todavía». La productora informó a La Chispa sobre la realización de la película y esta le dijo: «Mira que le vais a hacer una película a Camarón de La Isla, no a cualquier persona…». Y estos le prometieron La ración ya ha caído, la cerveza, lógicamente, una biografía a la altura de lo que fue el artista. A también. Nos despedimos mientras admite el Manuel nadie le informó sobre la película, excepto orgullo que siente cuando ve que su hermano es Martín Bello, actor que lo interpretaba a él. «Llegó reconocido internacionalmente por artistas de un día a casa y no me dijo prácticamente nada, me renombre como Alejandro Sanz, Prince o Mick podía haber preguntado y yo le hubiera dicho, pues Jagger. Son las 21:30 h, Manuel me quiere enseñar mira tal…». Para la familia Monje, la película no la fragua en la que trabajaba él y su padre, donde representa la realidad, aunque eso sí, me reconoce él crio a ocho niños y en la cual José escuchó y que Óscar Jaenada, el actor que interpreta a aprendió del cante de su madre. Ese lugar, que hoy Camarón, lo borda. «El chiquillo sí, yo estuve en el día es casi un santuario, esconde muchas vivencias rodaje en todo momento y se parecía mucho, en el de la familia Monje. ¿Cuántos fandangos habrán movimiento de la boca, al cantar se adelantaba o se escuchado esas paredes, cuántas alegrías de atrasaba perfecto, la hechurita de él con las manitas, Cádiz, cuánta historia en esa fragua hay...?. Dicho parecía que era él, bueno, a mi cuñá Chispa me la esto, creo que tengo que visitar esa maravilla… tenía que llevar porque se hartaba de llorar cuando lo veía.» Entrevista realizada en 2008. Publicada en este número por su «Todos los artistas son muy amigos míos, y todos me conocen», me dice con orgullo al hablarme de su amigo José Mercé, con quien Camarón compartió escenario en más de una ocasión. Otra artista, la isleña María, Niña Pastori, es de la escuela de Camarón, ella creció escuchando al cantaor. De hecho, cuenta Manuel que una vez en Cádiz, en un festival de Camarón y Paco de Lucía, José accedió a través de un amigo a subir a la Niña Pastori al escenario. Esta cantó mientras Paco de Lucía le acompañaba en la guitarra. Hace unos días salió un disco con coplas inéditas de Camarón, Reencuentro. Ha sido Luis, hijo de José, el que lo ha sacado al mercado. «Mi niño Luis
interés y actualidad.
SENSACIONES
Sensaciones
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// Inma Caña
Hoy me quedo con el baile. Tuve la suerte de nacer en el año 72 en uno de los barrios más castizos de La Isla, rodeada de familias humildes, muchas puertas abiertas de mariscaores, pescaores, muchas piedras de chinos en las calles y muchos cantes en los güichis: el barrio de las Callejuelas, concretamente en la calle del Carmen. Recuerdo que a finales de los 70, 80 y principio de los 90, era un hervidero de gente que practicaban el baile; se acercaban de todas partes de la provincia y de fuera de ella a nuestra tierra para aprender o perfeccionar este arte. Centenares de personas acudían. Niños, niñas, madres, padres y abuelos bailaban. Había hueco para todos. Teníamos escuelas de baile como la de Concha Baras, Carmen Peña o Pepa Peña, que eran las de más renombre en nuestra ciudad en esa época. Hubo unos años en que incluso Matilde Coral impartía clases aquí, en La Isla, ella también se había dado cuenta de algo. Se bailaba en peñas, verbenas, teatros, bares, clubes sociales, colegios o donde se encartase. Se podía ver cómo muchas de las personas que practicaban esta actividad, transmitían de forma diferente. Desprendían una magia que se podía exteriorizar y hacían que el público presente disfrutara de ese elixir. Esto me dio a entender que todo no se aprendía y algo había que todavía no había descubierto. Recuerdo que en los años 78 y 79 empecé a practicar esa actividad que daba sentido día tras día a esos soniquetes que oía desde que estaba en el vientre de mi madre. Un sentimiento que paseaba por todo mi ser y se hacía por momento más latente.
Aparece, ahí está, mirándote, desafiante, demostrándote que se ha metido en ti y no has podido controlarte, has tenido que rendirte a sus pies. Una lucha entre él y tú, llevándote al éxtasis. Una lucha que siempre él iba a ganar. No sé qué palabra utilizar para describir estas sensaciones, pero esto me demostró que la magia existía y se podía transmitir al público presente. Hoy en día y desde la madurez, veo tanta gente llegar a ese estado de trance, que transmite al público la magia que se apodera de ellos y es capaz de hipnotizarlos, llevándoles a esas sensaciones que se sienten cuando se está bailando. Esto me dice que en La Isla hay algo, algo que llegó y no se quiso, ni pudo, ir nunca, atreviéndome a decir que eso es EL DUENDE, el duende del baile que se ha visto atrapado en este tesoro de tierra y de gente que es mi Isla. Actualmente seguimos teniendo una gran fortuna en San Fernando, y es que muchas personas siguen creyendo que la magia existe y se dedican en cuerpo y alma a enseñar y transmitir este arte. Y han hecho que este duende no se vaya de esta tierra tan grande y se haga presente en cualquier rincón de nuestro pueblo. Agradecer a los que hacen posible hoy día que nuestro duende no se sienta atrapado y se encuentre como en casa y se haya querido quedar a vivir entre nosotros.
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La Isla. Se me llena la boca cuando la nombro, grande por el enclave donde se encuentra, grande por su materia prima, grande por su gente y grande por su arte. Tenemos la suerte de vivir en una tierra donde se ha visto nacer muchos grandes, como periodistas, escultores, toreros, cantaores, guitarrista, músicos y bailaores.
El bullicio de mi alrededor desaparecía, solo sentía esa mezcla precisa de soniquetes. De repente ahí estabas tú, delante de esa amalgama de sensaciones efímeras que iban envolviéndote y haciéndote sentir como si estuvieses embrujá y te empujase a caminar a ese espacio mágico. Los brazos parecía que se alzaban con la delicadeza del Ave Fénix, como si el aire manejara sus alas a compás. Los pies golpeaban el suelo para intentar controlar ese sentimiento que se estaba apoderando de ti, la rabia llegaba, parecía que te volvías cruel, intentando soltar esa adrenalina que había llegado a tu cuerpo y se había introducido con ese conjunto de sensaciones.
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// Inma Caña
Sentía como si el viento de levante me golpeara y meciese de un lado a otro, una fuerza interior manejaba mi cuerpo como si fuera una marioneta. El tiempo se paraba. El toque de la sonanta hacía que la piel absorbiese esas notas que derrochaban calma y a la vez ira, esos quejíos que martilleaban mi mente hasta perder la cordura y llegar a entrar en un estado de trance. Ese compás de palmas cimbreando mis oídos, haciendo que esa mezcla de sonido fuese una combinación exacta, dando lugar a un magnífico cóctel.
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CON CAMARÓN
CON
CAMARÓN Desde La Fragua seguimos contactando con músicos y gente del flamenco en general para que nos cuenten la influencia que ha tenido Camarón en sus vidas, en su arte, cómo lo conocieron, qué hicieron juntos, en fin… sus experiencias con el Maestro.
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EDDIE PONS // Dibujante
Ángel Guisado Cuéllar
Tuve el privilegio de presentar a Camarón, acompañado por Tomatito, en dos ocasiones en el anfiteatro romano de Nîmes: en 1987 y en enero de 1992. El día que siguió al concierto, me habían encargado que me acercara al Hotel Imperator, donde estaba hospedado, para que no se demorara y pudiera coger a tiempo su avión en Marsella. El de La Isla bajó por el viejo ascensor de rejilla y se quedó quieto a mi vera, sin soltar una palabra. Miré ostensiblemente mi reloj y eché un ojo al maestro, el cual siguió tan tranquilo. Hasta el momento en que bajó una mujer de la limpieza, Camarón dio un paso para adelante y le entregó un billete… Repitió la operación dos o tres veces, con el mozo de equipajes y no me acuerdo con quién más… «Vamos», es la única palabra suya que oí aquel día, cuando hubo terminado de repartir su generosidad. No perdió el avión y, desgraciadamente, no lo volví a ver.
Doctor en Arte y Humanidades // El profano que descubrió a Camarón Siendo gaditano, con raíces cántabras, no es fácil percibir el flamenco. Todo esto viene para llevarnos a una noche en la Venta de Vargas. Estábamos la familia en el salón cuando fui a buscar tabaco a la barra y pude ver, a través de una puerta entreabierta, a Camarón y acompañantes. En torno a una mesa con vasos y platos de picoteo. Me hacía el remolón tras la barra, observando. Nunca lo había visto en persona. Me llamó la atención que fuese tan «poca cosa». El camarero se percató de mi curiosidad: «Venga, pasa. Estamos en confianza». Yo no era más que un quinceañero sorprendido. Tímidamente, me deslicé y me senté silencioso, a poca distancia de Camarón, que esbozó una sonrisa. Él era el maestro, el duende… pero sin cantar, era un hombre pequeño de pelo voluminoso y rostro expresivo. Apenas dos palabras al guitarrista y brotó su voz. Pura, honda y negra a la vez. Algo que nunca había escuchado. Insólito. El reloj se había parado. Allí no percibíamos más que una voz imposible de grabar en su hondura y matices. Casi dos horas que fueron segundos. Cuando miré el reloj, tuve la certeza de recibir la bronca del siglo. En silencio, salí de la sala inclinando la cabeza agradecido. Camarón, mirándome con media sonrisa, me despidió como un «hasta luego». Al reencontrarme con mi familia, me preguntaron: «¿Dónde estabas?» Difícil respuesta: «Fumando con unos amigos». Pero en mi interior resonaba: «Vengo de otro mundo que no olvidaré jamás». Ese día entendí que José Monje era más grande que su nombre artístico. Y hoy, no lo recuerdo en los discos, sino en aquel momento. Solo aquella voz de una persona que tenía un nombre artístico para el resto del mundo.
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Camarón: un Monge introspectivo // Javier Osuna García
Por alguna indescifrable razón, todo el que presume de haber conocido a Camarón concluye diciendo que le amparó dándole de comer; que mitigó su ‘canina’, ayudándole en su nutrición. ‘Toíto’ los evocadores de José, se convierten en bienhechores gerentes de comedores benéficos, y rompiendo la prima norma de la (supuesta) caridad, lo detalla y lo amplifica de forma pormenorizada: que él le arrimó pan, fruta, higos secos, café, garbanzos con acelgas, acedías, habichuelas verdes, acerolas colorás, tortillitas, picotas, migotes de café, tortas de aceite de Castilleja... y así hasta llenar dos carros de Carrefour. El discurso benéfico se suele proferir desde el púlpito de la barra de un bar o tasca, con parroquianos que pisan suelos de serrín, dispuestos a creerse la dádiva que suele ser más o menos así: —”¿Camarón? ¡Yo conocí a Camarón de niño! Se venía aquí y yo le daba pan con manteca, bla, bla, blá... Obsérvese que el caritativo charlatán ha proferido dos ‘yoes’, o sea, un yo-yó plúmbeo que, encantado de reliarse, deslía la trola, como los yoyós naranjas de Fanta hacían con la guita. Joselito Monge no nadó en la abundancia en su niñez, como sí lo hacía la clase alta de San Fernando... ¡pero en modo alguno estaba desnutrido como un niño de Biafra! Su padre Luis machacaba en la fragua; su madre Juana trabajaba duramente y no le faltó jamás aporte calórico alguno. Ni cariño en su núcleo familiar. Mucho menos duende en su garganta. Camarón me gusta ‘al perder’, pero sin caer en la ‘yihad camaronera’, es decir, ese fundamentalismo flamencológico —tan poco lógico— que te impide ver cante inteligente más allá de las Callejuelas.
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CON CAMARON
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CON CAMARÓN Y me gusta porque su cante me acaricia el alma; me hace sentirme vivo, como el agua fresca o la caricia del ser querido. Cierto que tuvo etapas con facultades mermadas; máxime él, que flirteó a lomos de la cuerda peligrosa. Su humildad sin embargo fue inmensa, como las aguas atlánticas meridionales que le vieron nacer. No había gitana que atesorara variante estilística flamenca en aldea recóndita que él no quisiera visitar, para continuar lo que la tradición oral lleva siglos haciendo: transmitir cantes y estilos antiguos.
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La vida no le dio a Camarón la oportunidad de estudiar a Lorca, sin embargo lo intuyó y, a su forma, lo comprendió. Ricardo Pachón le acercó a Federico, en clase de bulerías por soleá, con textos que hablaban de cuándo había que cortar las adelfas de un patio o, a ritmo de tango, de lunas que venían a la fragua cuando templaba las alcayatas gitanas. José interpretaba La Tarara, y con la te y las tres mismas vocales —ahora en tiempo de bulerías de Cádiz— le cantaba también a la ‘tarraya’ (voz cubana, puertorriqueña y nicaragüense), o sea, al decorado marino que le había oído a La Perla y a su madre Rosa, con el arte de pesca (y el arte flamenco) que atrapaba en su red: “un bichito mu feo por la orilla de la playa”; el mismo litoral salobre donde se cantaban las playeras, siguiriyas de Cádiz y los Puertos, barrio y playa… de Santa María, en ambos casos, y orilla de algas y bocas de La Casería de Ossio, cuyos eucaliptos ululan con el levante. La dimensión de su cante es de tamaña magnitud que necesitamos aún mayor perspectiva temporal. Más tiempo de su leyenda. Más leyenda en el tiempo que discurra, que nos proporcione mayores certezas y aún mayores pistas de su grandeza, de su amplitud de registros, de las cualidades instrumentales que atesoraba en su garganta; de su ilimitada afición y de su —aún más ilimitada— sencillez: una de las platas más puras y refulgentes que vino a su fragua paterna de la calle Orlando buscando el polisón de nardos para que el niño lorquiano lo mirara, como el niño de la fantástica escultura de Antonio Mota lo mira, mira; lo está mirando. A él. Y por favor: que de una vez por todas, acaben los benefactores apócrifos de Camarón, pseudo filántropos, noveladores falaces de una hambruna inexistente. Y que este texto, que prolonga otro que le antecedió de Faustino Núñez, lo continúe, con su docta pluma y modelo de olfato investigador, mi compañero y amigo Manuel Bohórquez, que siguiendo la pista dinástica de Curro Dulce y los Ortega de Santa María —es decir, con cientificidad de Copérnico y Jorge Juan Santacilia— descubrió la identidad de El Planeta, tatarabuelo de Manolo Caracol. Descrito en el XIX por Serafín Estébanez Calderón, pero avistado por Bohórquez mediante los telescopios del Observatorio Astronómico del Castillo de la Villa de Cádiz y del Real Instituto y Observatorio de la Armada isleño. Planeta calé. Gitano de Cádiz. Carnicero y sacerdote milenario que sacrificaba toros a Gerión, al decir de Lorca. Y Monge desde la cuna, de corridos y romances... Camarón era un Monge ¿no? Un monje tímido, introspectivo, lleno de una rica e insondable vida interior. Monge de hábito que habitó en nuestros corazones, habituados a su ofrenda litúrgica por malagueñas del Mellizo. Un Mesías que siglos después de su antepasado Monge Planeta bajó al estero para predicar la palabra de su pueblo, perseguido por Pragmáticas. ¡Oremos! Camarón nuestro que estás en vinilo. Santificado sean tus tangos. Vengan a nosotros tus tientos; hágase tu soleá así en La Perla, como en el cielo. El potro nuestro de rabia y miel, dánoslo hoy. No nos dejes caer en la desafinación, mas líbranos de una mala Bienal ¡Amén!
LAMARCA OBJETIVO FLAMENCO
// Javier Vila
// Carlos Rey
José Eduardo Lamarca Ledesma es Pepe Lamarca en el mundo flamenco. Lleva retratando a los artistas del género desde la década de los 70 del pasado siglo, época en la que llegó a España huyendo de la incipiente dictadura de su Argentina natal. Venía de hacer un importante trabajo gráfico social que abarcó varios países de América Latina. Al flamenco llegó de la mano de Antonio Gades, que le abrió las puertas del Madrid más jondo. Se especializó en el retrato, donde destaca su obra sobre Paco de Lucía y Camarón de La Isla. Llegó a fotografiar a los dos artistas juntos en una pose jamás recogida antes. Ambos reían. Su cámara analógica recoge la historia flamenca de más de cuatro décadas: Melchor de Marchena, Terremoto, José Mercé, Agujetas, Juana la del Revuelo, Los Habichuelas…
Son múltiples sus exposiciones por medio mundo y es colaborador de la revista La Fragua desde el primer número y da nombre en la actualidad a la sección Reencuentro con Lamarca escrita por Juan A. Iglesias, Trysko. En este número de la revista, Pepe nos ofrece un singular retrato de Camarón en la portada. En su primera etapa utilizó su cámara para denunciar situaciones sociales extremas, en su propia tierra. De hecho, algunos de sus colaboradores fueron ejecutados por el régimen militar ¿Cómo logró salir de ese infierno? Antes que nada te diré que me encanta contestarte, me hace la ilusión que tanto me gustaría de
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LAMARCA. OBJETIVO FLAMENCO
// Pepe Lamarca
Empecé trabajando para distintos músicos, pero con los que realmente tuve mejor onda fue con los flamencos... nunca tuve problemas. De hecho, José (Camarón) me invitó a que fotografiara su boda. Son pocas las instantáneas que ha hecho fuera de su estudio. ¿Prefiere el estudio al escenario? En verdad no es así. Hice muchas fotos en camerinos y festivales. De hecho hice hace algunos años una exposición que llamé Detrás del escenario. Pero para hacer carteles y cubiertas de discos prefería la limpieza del estudio.
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¿Qué ha cambiado en la estética flamenca en los últimos 40 años? Ya no es tan estricta la vestimenta, traje negro, camisa blanca. De hecho José fue uno de los primeros en romper y tenía mucho gusto con sus ropas.
Cristina Betanín y Jaime Colmenares.
estar charlando contigo. En efecto, empecé haciendo fotos como profesional para sindicatos documentando trabajos insalubres o de riesgo y el de los jornaleros que van levantando cosechas por distintos puntos del país. Y es verdad lo que dices, la fotógrafa Cristina Betanín y su compañero Jaime Colmenares en el laboratorio con los que trabajaba fueron asesinados por los militares cuando ya me había ido del país. ¿Qué recuerdos tiene de su llegada a Madrid en los años 70? Cuando vine a España en los 70, la policía me advirtió de que si no me metía en política interna, no tendría problemas. Me relacionaban con el peronismo y el general Perón estaba en esa época exiliado en Madrid. Lo vi y fotografié varias veces en su residencia para la agencia cubana Prensa Latina, con la que Perón tenía muy buenas relaciones. Por otra parte, venía de un país con una represión en esa época mucho más fuerte, con lo que me acostumbré a la que existía aquí. ¿Tanta fuerza tiene una imagen como para que se pueda llegar a perseguir a su autor como amenaza para un estado?
Son muchas las portadas de los discos flamencos que ha elaborado para discográficas como Philips o Polygram. ¿Cómo se trabajaba en esa época predigital? Nos reuníamos en Fonogram (Philips) o en la RCA Víctor una mañana. El diseñador con las letras y yo con mis fotos que previamente había mostrado y comentado con los artistas y así, en una mañana, salía un cartel a la satisfacción de todos. En el mundo digital pocas veces se reúnen diseñadores y fotógrafos. Prefiero lo de antes y sigo tratando de mandar mis fotos después de comentarlas con el artista.
Con los flamencos nunca tuve problemas. De hecho, José me invitó a que fotografiara su boda. En la actualidad sigue fiel a su cámara analógica. ¿No le seduce el mundo de la fotografía digital? Sí, porque trabajo para editoriales y con tiempo, pero tendría que pasarme a lo digital trabajando para periódicos o revistas, la velocidad que esta técnica permite es incuestionable. ¿Qué supuso para usted retratar a Paco de Lucía y Camarón en sus inicios?
Sí, creo que las imágenes muchas veces muestran más que las palabras la violencia de los regímenes.
Supuso mucho, no me di cuenta hasta después, y me trajo el respeto de muchos flamencos a los que gustó mi forma de retratarlos.
¿Cómo se logra ganar la confianza de los flamencos, hasta el punto de posar para usted?
El aniversario por los 25 años de la muerte de Camarón ha supuesto un punto importante en
la revalorización de sus imágenes del Mito. Han sido muchas las exposiciones por toda España, ¿no?
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LAMARCA. OBJETIVO FLAMENCO
No sé si tantas. Yo estuve en el homenaje que se le hizo en el Conde Duque en Madrid en el que actuó y organizó Jorge Pardo y actuó toda la familia de Camarón y fue lleno y muy emotivo. El Ayuntamiento de San Fernando se interesó por su obra para el museo de Camarón. ¿Han llegado a algún acuerdo?
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El trabajo con La Fragua empezó como uno más y termino como algo entrañable con el que pedí expresamente colaborar y me permitió conocer buenos amigos como tú. En cuanto a la foto con la camisa con un papagayo bordado, cuando José
volvía de algún viaje, en este caso acababa de volver de Brasil, le gustaba que le hiciera fotos con las ropas que traía, sobre todo camisas que siempre eran de muy buen gusto. Le hacía las fotos pensando que serían solo para él. En este caso la hemos utilizado... la camisa de Brasil.
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Cuéntenos su experiencia con La Fragua. Háblenos un poco de esta foto tan especial de la portada.
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El Ayuntamiento dispuso en un pleno la compra de mi trabajo de 10 años con Camarón que expuse en el que era el Museo de La Isla. Espero que se concrete, pues me gustaría que estuviera todo junto en el pueblo en el que nació... sería un honor.
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DESDE LA RED
DESDE LA RED
María Terremoto
// Juan Antonio Iglesias, Trysko
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un gesto de exactitud entre el índice y el pulgar y un do de pecho en vibrator, cortándole el camino a ras, para seguir lamentándola y sujetándola en los labios en un precioso medio tono (2’13”), continúa con unos dulces arabescos (2’20”) y remata con un «Tengo una grande pena…» clavado al compás con rabia y las manos abiertas (2’25”-2’32”).
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https://www.youtube.com/watch?v=2p6kIo03ivw&list=RD2p6kIo03ivw&ab_channel=HugoP%C3%A9rez
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Cambia el registro a tonos mayores, «qué alegría…», y se pega su pataíta con los palillos y los hombros con gracia (2’45”-2’50”).
En la gala benéfica contra el cáncer que Miguel Poveda organizó el pasado 25 de julio en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, se produjo un asombroso fenómeno: Paquera, Fernando y Fernando (Terremotos padre e hijo) se materializaron en la garganta de esta joven jerezana. Galopando a pelo sobre la frenética guitarra del isleño Jesús Guerrero, la de Santiago abrumó al generoso Miguel Poveda con su poderoso instrumento mezzosoprano. En la llamada ya nos advierte que está dispuesta a mostrar un numeroso catálogo de recursos, empezando por sus ayes, cada cual de su madre y de su padre (31”-1’01”): desde el ay firme, potente y entonado, hasta el ay llorado, pasando por el ay rabioso, caracoleado y trabilitrao. Su primera letra «yo no soy de maera» tiene todo el eco y el requiebro de la Paquera (1’19”). A continuación (1’30”-1’41”) se manifiesta el poder Terremoto, atropella al respetable y el oyente se queda boquiabierto sin saber por dónde le ha venido. La furia acompasada con voz cantaora, gitana y rajá en los altos. Portentosa en la exactitud de los cortes, ayudándose con los brazos y el tronco, que sugieren sus comienzos en el baile. (1’58”) Llama a la pena por su justito nombre con
«Gitana como mi padre…», señala al cielo y resuelve agradecida. «Sigarrito te se pegue» (3’18”-3’21”) saca las tripas, echando el resto, valiente. Y remata, «Ahora me voy …». Poveda piensa: «¿ahora qué hago yo?»
Su abuela cantaba muy bien, Manolita de La Borriquera, y las hermanas de su abuela también. Gente sana, gente de salina. No en vano, su padre José Pavón, era capataz de este isleñísimo oficio de salinero. Y el abuelo Curri guardaba como su gran tesoro una tabla para compás y que sacaba cada vez que había fiesta en casa y no le hacía falta ningún otro instrumento, la tabla y la voz. De La Isla extrae la sapiencia de los cantes más autóctonos como los del Chato o Camarón y las influencias del Mellizo, la Perla o Aurelio Sellez. En aquella Isla, bajo aquella montera de cristales, Tina canta y aprende. Tina maravilla a su familia y a sus vecinos. Por diferentes motivos la familia se traslada a Jerez por un breve espacio de tiempo y allí se empapa de flamenco y de arte. En Jerez convive varios años en la calle de la Sangre del barrio de Santiago con Terremoto, Tío Borrico, los Parrillas o los Moraos; y adquiere unos conocimientos increíbles sobre flamenco y compás. Ya en Huelva y con unos diecinueve años, comienza
a prodigarse en peñas y concursos de cantes, maravillando a cuantos la escuchaban. No es extraño que la compararan con Pastora Pavón, la Niña de los Peines, debido a su eco y a su forma de transmitir. Junto a un grupo de mujeres onubenses Tina funda la Peña Flamenca Femenina de Huelva y poco a poco vuelve a los escenarios y comienza a afianzar su cante, su destreza sobre las tablas. Y un día de esos que después quedan señalados en el calendario perpetuo de la vida, acude con unos veinticinco años a la Peña Flamenca de Moguer como espectadora, y su primo la reclama para que se suba al escenario sin esperarlo. Allí demuestra aptitud y con Naranjito de Triana al toque, pone la peña bocabajo. Circunstancialmente, está presente el empresario artístico, José Antonio Pulpón que la apodera y la va a llevar por un sinfín de peñas y festivales de toda España. En estas actuaciones tendrá la oportunidad de codearse con Antonio Mairena, Camarón de La Isla, José Menese, Luis Caballero, Niña de la Puebla, Juanito Valderrama, Calixto Sánchez, El Beni de Cádiz, Juan Peña, el Lebrijano, Chano Lobato, José de la Tomasa, La Negra o el Niño Miguel. Paralelamente, se presenta a grandes concursos de la geografía andaluza y consigue el primer puesto en Mairena, en la Peña Enrique El Mellizo y en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. Toda una vida entregada al flamenco y a su arte.
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Tina Pavón lleva muchos años viviendo en Huelva, pero se siente cañaílla, muy cañaílla y de la calle San Bruno. Por cuestiones laborales su padre tuvo que trasladarse primero a Jerez y definitivamente a Huelva, donde la familia echó raíces y se asentó. Allí llevará una vida tranquila y feliz con sus hijos y nietos. Allí se hizo profesional, allí cantó por primera vez en público, pero fue aquí en La Isla, donde empezó a amar el flamenco.
// Lolo Picardo
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Tina Pavón
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// Juana María Martín
ENTREVISTA A TINA PAVÓN
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FLAMENCO EN IMAGEN
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// Antonio Mota
Desde este rincón queremos mostrar aquellas manifestaciones plásticas de artistas que en su obra sienten el flamenco: pinturas, esculturas, fotografías.
Camarón Horribilis F R A G U A
Venta de Vargas o Los Tarantos (por citar lugares amigos) esculturas y pinturas horribilis que disfrutan de lugares destacados para el gozo y sufrimiento de todos. Pero esto no es exclusividad de nuestra Isla. Es algo que se extiende por toda nuestra geografía, incluida Cataluña, donde la afición por el flamenco es grande. No existe bar de carretera que se precie que no ofrezca a sus clientes la visión de una representación de la imagen de Camarón de La Isla.
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Por otra parte, ante tanta creatividad desmedida, tendríamos que ofrecer a nuestros visitantes una selección de las mejores obras y no exponer por sistema todo lo que llega a los santuarios flamencos. No es cuestión de gusto. Como en todas las cosas de la vida, lo que es correcto y está bien se avala con el conocimiento y el buen saber. Especialistas y técnicos existen en todas las materias. «Doctores tiene la Iglesia».
Desde que muriera José Monje, toda una imaginería pictórica y volumétrica ha transgredido a lo largo de nuestra geografía. Imágenes salidas de manos de artistas, artesanos, aficionados, autodidactas más o menos aventajados, han ido ilustrando el rostro del cantaor. Como si de la imagen de Cristo se tratara, se ha desarrollado toda una iconografía y simbología camaroniana que ya todos reconocemos. Unas obras más afortunadas que otras, pero todas demuestran el respeto, el cariño y reconocimiento social y flamenco que solo un mito puede generar. Es fácil encontrarnos en destacados centros de peregrinación camaroniana, como su peña, la
El niño rubio, «bonito como él solo», y el apuesto joven flamenco de los 70 quedan reflejados en el sentir del pueblo como abominables engendros de un horrible Camarón. Oí al cantaor Pedrín García y al guitarrista Víctor Rosa, defender que el cante generaba caras feas: «…para cantar hay que ponerse feo». Quizás esta sea la razón del por qué se ha ido creando tanto esperpento parecido. Quizás lo que queda en la retina de estos creadores es la explosión del duende en ese instante de gesto dramático, nada sutil. Para que el lector no confunda mis intenciones para con el texto, diré que hablo desde la admiración que me produce que alguien sea capaz de materializar la imagen de un Dios a su manera y con sus posibilidades. No creo que esta ebullición de rostros camaronianos sea desafortunada, al contrario. Desde antiguo el arte genera, para bien o para mal, potenciando fuertemente aquello que queremos elevar al cielo. De esto sabe bien la Iglesia, que a lo largo de los siglos ha conseguido que hacedores y artistas representen la imagen de Jesús de Nazaret, a quien nadie ha visto, usando el arte como
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Qué decir también del mundo de la política, capaz de usar el arte como herramienta propagandística, sabedores del poder que provoca el arte y sus manifestaciones en el pueblo. Traemos hoy una representación horribilis de entre tantas, de la figura de Camarón de La Isla. Ya nada hay de la belleza del niño rubio y sin embargo queda toda la grandeza de la divinidad del cante del flamenco. Juzguen ustedes. Cuanto más feo, más milagroso es el santo.
Alberto García - Fotógrafo Alberto García (alberfotog) es un buen tipo, un leonés que ama la fotografía y que amablemente nos regala esta instantánea de Camarón. Licenciado en Ciencias de la Información, ha trabajado para agencias como reportero de prensa. Después se especializó en fotografía de espectáculos, principalmente en teatros y calle, para compañías e instituciones. Dice que nunca ha expuesto, aunque tiene material de sobra para hacerlo y mucho inédito. Esto que traemos en las páginas centrales, tiene aroma de algo nuevo, algo nunca visto. Explica que lo mandaron del Ayuntamiento de Murcia a la plaza de toros a hacer varias fotos de un espectáculo y cuando entró en el camerino y vio a Camarón no se lo creía. Era septiembre de 1990 e iba a tener lugar un recital del artista con Tomatito. Fue una noche grande de cante que se vio enturbiada por una pelea del público, teniendo que llegar incluso el cantaor a recluirse en la enfermería de la plaza. Después de aquello a Alberto García, le entró el flamenco en vena y empezó a fotografiar el flamenco más asiduamente, Cante de las Minas, Bienales de Sevilla, peñas, o en todos esos lugares donde se cocine flamenco. Actualmente colabora con diferentes medios, principalmente con la revista La Flamenca y le duele no haber podido fotografiar a Morente. Gracias Alberto por tu buena mano.
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elemento adoctrinatorio. Como anécdota de causas horribles, recordar que nadie sabía de la existencia de la pintura mural del Ecce Homo de Elías García, hasta que doña Cecilia Giménez lo sometiera a un monstruoso lifting, en clave de conservación, para llevarlo a los altares de un Cristo Horribilis, bajo la advocación de «El Ecce Homo de Borja». Desde entonces, esta localidad zaragozana ha visto cómo su potencial turístico y económico crece notablemente, gracias a Ecce Homo semejante tan feo. ¡Si don Elías levantara la cabeza!
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// Antonio Mota
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FRAGUANDO LETRAS
F R A G U A N D O L ET R A S /// Premio Federico García Lorca 2017
Paulino Cubero Vallez
CORRIDO GIT ANO
SOLEARES
Vengo de Las Callejuelas cargaito e dolor. En la fragua de Los Monje m’e rajao el camisón.
Cae el agua en la serranía, encuentra el río y va al mar; y teniéndote a mi vera, yo no sé cómo llegar.
La noche se fue tejiendo con hebras de sangre el alba; quedó la mañana azul, de sangre y luto bordada. La bicha clavó el puñal en las más hondas entrañas y, a oscuras, quedó la luz que al cante jondo alumbraba. Caballos de negras crines galopan de madrugada, a los puntos cardinales llevan la muerte anunciada. De nieve quedó la sangre del pecho de las guitarras y se anegaron de llanto las candelas de las fraguas. La Isla de manto negro. De negro luto, las almas. La media luna prendida en el cielo lo velaba.
¿En qué rincones te escondes? Que te busco y no te encuentro, te llamo y no me respondes.
Bajo la piedra quedaron la media luna y la estrella y, a los planetas, se alzaron las llamas de tu grandeza. ¡Rubio Sol de los gitanos, en qué oscuridad nos dejas!
MALAGUEÑAS / FANDANGOS
Ausencias
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Con un espíritu abierto a los cuatro vientos, La Fragua arrojará cada primera luna nueva de primavera su arte de pesca, el Trasmallo, para enmallar el fruto de aquellos poetas que navegan con rumbo incierto pero que conforman este abismal universo flamenco. Aquí os iremos mostrando los mejores ejemplares capturados en nuestro Concurso de Letras Flamencas.
Me miraste… te miré. Sonreíste… sonreí. Te acercaste… esperé. Quisiste saber de mí y yo te empecé a querer. Qué misterio tiene el llanto. Cuando te fuiste lloré, después te seguí llorando y ahora que quieres volver, entre lágrimas te aguardo. Lo que tuve, te lo di; vida y alma te entregué. A cambio me haces feliz, y aún te dejo a deber por lo que me das a mí. Van diciendo por ahí que hay, en mis cantares, pena. Cómo no van a decir, si estoy cumpliendo condena desde que yo te perdí.
No te ofendas si te digo, que el tiempo que estoy a solas, estoy a solas contigo. En un papel me dejó: cuatro palabras escritas y la firma de un adiós. Lo busqué y no lo encontré, el rastro que deja el llanto derramao sobre el papel. En qué soledades vivo, que estoy hablando a mi sombra, creyendo que estoy contigo.
SEGUIRIYAS Mi casita tiene ventanita al puerto. La puerta a la mar y la soledad habitando dentro. De las penas mías la que más me duele, es no tener yo, cuando vuelvo a casa, alguien que me espere. Siete sillas tiene mi mare en su casa. Seis en un rincón, que ya no se sientan los que se sentaban. Solo sombras y aire, las sillas vacías. Pobre e mi mare, en qué soledá l’ a dejao la vía. Cuando yo me vaya, compañera mía; llórame y después, déjale la puerta abierta a la vía.
REENCUENTRO CON LAMARCA
Es el retrato de una gitana de mediana edad, con zarcillos de coral y flor en el moño, vestida con traje de faena de mangas victorianas bombachas y mandil ribeteado, sentada junto a una mesa sobre la que reposa una orza de loza donde puede que se aliñaran aceitunas o se sumergiera el lomo en manteca; con un canasto a sus pies pretendiendo lucir tradicional en su estereotipado atavío. Más que un retrato, es un bodegón. Juana la del Revuelo
Tienen ustedes delante a Juana Silva Esteban, trianera de nacimiento y la última de las flamencas que no se quitó el delantal ni para bailar (hoy día, la que se engalane con este complemento podría ser tachada de perpetuar el modelo patriarcal que reduce a la mujer a su función hogareña) y bailaba sus pololos con alegría, alborotando por bulerías con su voluminoso bamboleo y formando un revuelo de color, volantes y flores, si bien fue apodada Juana la del Revuelo por su matrimonio con Martín Revuelo. Le iba como anillo al dedo, sin embargo, fíjense en la expresión triste de sus ojos, el cansancio de su mirada, la quietud de su pose, no parece que la joven Juana vaya armar alboroto alguno. Quizás Lamarca inmortalizó sin darse cuenta a la mujer que en su briega diaria acumula razones para cantar por seguiriyas, pero que con un mandil de lunares y un recogido de romero en el pelo prodiga la fiesta de la vida.
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// Pepe Lamarca
En esta imagen, lo primero que llama la atención del observador son los lunares: pequeños y grandes, claros sobre oscuros y oscuros sobre claros (seguro que de variados colores combinados con mimo). Este flamenco estampado se remonta a finales del siglo XVIII, cuando por una tara de impresión en una partida de telas, aparecieron círculos y manchas a los que se denominó lunares o topos (por su parecido a los agujeros que dichos animales socaban en la tierra). Al considerarse paños con tara, se vendieron a gentes de humildes posibilidades y llamaron especialmente la atención de gitanos y flamencas, quienes disimularon estos fallos pintando lunares aún más grandes.
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// Juan Antonio Iglesias, Trysko
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Reencuentro con Lamarca
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// Angélica Pérez
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CON OTRO TOQUE
El centro de las piedras Fui piedra y perdí mi centro y me arrojaron al mar, y a fuerza de mucho tiempo, mi centro vine a encontrar. −Las piedras siempre encuentran su sitio, Mariquilla, no lo dudes nunca. Eso me decía mi abuelo cada vez que me cantaba esa coplilla sobre el centro de las piedras. ¡Cuánto he echado en falta los paseos con él por la playa! Mi abuelo siempre me decía que la playa es el mejor sitio para cantar, porque el viento se lleva las vergüenzas. Así animaba mis ganas, que luchaban siempre contra mi tremenda timidez. Me conocía bien y sabía que en otro sitio yo no me arrancaría. Por eso me llevaba con él a caminar por la orilla, cuando el sol se recoge y ya apenas queda nadie. Entre cante y cante, nos deteníamos y tirábamos piedras al agua. −Vamos a hacer ranitas−me decía. Él siempre conseguía que saltaran tres veces antes de sumergirse, como si cobraran vida. Yo nunca lo conseguí, ni un triste salto; y sus piedras, tres… me parecía prodigioso. Cualquiera pensaría que era
// Carmen Mateos
un juego de niños o un pasatiempo absurdo, pero para mi abuelo Manuel era más que eso, una gran metáfora, pura filosofía de la vida y del flamenco. −Las piedras siempre van y vienen, Mariquilla, más desgastadas o más brillantes, pero siempre encuentran su lugar. Es lo que tiene luchar contra las mareas. Tanta pelea con la arena, con el agua, con la sal, las modela, las pule, las hace diferentes; nadie lucha de la misma manera en el mar. Igual que nadie canta de la misma manera. Mira, los cantes son como las piedras. No son de nadie ni de ningún lugar. Van y vienen, y encuentran su sitio en cada garganta, siempre diferentes. Yo tiro un cante aquí y alguien que lo escucha, lo recoge y lo hace suyo... y lo tira de nuevo, y siempre hay otro que lo recoge. Yo escuchaba ensimismada todo lo que contaba, como si no hubiera nadie más sabio que él en el mundo. Me encantaba escucharlo hablar, pero sobre todo adoraba escucharlo cantar; él cantaba siempre, mientras paseaba, mientras conducía, mientras se afeitaba o mientras arreglaba cualquier cosa que necesitara algún apaño en la casa. ¡Cuánto lo he
CON OTRO TOQUE
Aquella tarde, la más triste de mi infancia, juré que algún día volvería para quedarme.
Levanté la vista del suelo y la vi avanzar hacia mí con una sonrisa que enfadaba al sol, con los pies desnudos, con el alma nueva y con una vida por inventar. Caminamos juntos de vuelta a casa, dejando un abrazo clavado en la arena. Recordé que llevaba la piedra roja en el bolsillo y se la puse en la mano. Ella, sin dudarlo, la lanzó y la piedra voló a ras del agua, saltó una, dos y hasta tres veces antes de desaparecer bajo las olas en busca de otro lugar.
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Las piedras siempre encuentran su sitio, sí, y a veces se quedan para siempre.
−Las piedras siempre encuentran su lugar, Mariquilla... Sí, me acuerdo. Eso fue lo que le dije la tarde que nos despedimos. ¡Ha pasado tanto tiempo! Aún mantengo mis paseos por la playa, pero ahora voy muy temprano. Con los años, cada vez duermo menos y madrugo más. Me gusta tomar el café primero en la azotea, viendo como los primeros rayos de sol bañan de oro las marismas. Prefiero la playa por la mañana, con la arena recién peinada por las olas. Es como si la estrenara cada día. Esta mañana me desperté inquieto, con ese desasosiego que muchas veces siento antes de que algo suceda. Siempre tuve esa extraña capacidad para los presentimientos. Quizás soñé con ella y por eso la sentía especialmente cercana, no se me caía del pensamiento. En la playa, vi una niña que se esforzaba en tirar piedras al mar pero no llegaban ni a la primera ola. En mi camino, encontré una piedra rojiza, pequeña y brillante, como las que a mi nieta le gustaban. La recogí y me la llevé al bolsillo. El levante cuajaba sal en los surcos de mis sienes. Eran muchas casualidades, demasiadas señales que me provocaban una extraña agitación. Decidí volver a casa con el paso y el corazón acelerados. Avanzaba sobre mis propias huellas en
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Yo he visto en los arenales la huella de un pie chiquito que se me perdió una tarde.
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−Las piedras siempre encuentran su lugar, no lo olvides, Mariquilla− me dijo también la tarde que mamá y yo nos fuimos. El levante secaba mis lágrimas dejando marcas de sal en mis mejillas. Odié profundamente a mamá por llevarme a vivir tan lejos de él. Yo era feliz en este patio de macetas, jugando en la azotea al solecito y oliendo a fango. Era feliz correteando por las calles de La Isla con Barullo siempre pegado a mis piernas. Era plenamente feliz y siempre estaba morena.
la arena, descaminando lo andado… las huellas se sucedían cada vez más débiles, casi borradas por el viento y se confundían con otras más pequeñas y desordenadas. Las risas de las gaviotas se mezclaban también con las de los niños que correteaban por el arenal. Y un cante por soleá se me vino a la boca:
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añorado durante estos años! Demasiado tiempo paseando otra playa, con menos arena aunque, eso sí, generosa en piedras. Tardes y tardes lanzando piedras a otro mar con la esperanza de que alguna de ellas llegara a su orilla, y el abuelo la mirara, y casi reconociera mis huellas en ella, y se acercara como atraído por un recuerdo, y la cogiera en su mano, elegida entre miles de iguales diferentes, y la lanzara de nuevo al mar pensando en mí por un instante.
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CAMARÓN. Sus pasos por el mundo II
// Antonio Jiménez Cuenca
Camarón volvería de esta aventura para hacerse con el prestigioso primer premio del Concurso de Cante Jondo de Mairena del Alcor. En esta década de los setenta, José Monje desarrolla su actividad en territorio nacional. En el 72, con Paco de Lucía, lanza su tercer disco en común, con el intento de crear un palo nuevo, la canastera, que junto a Paco Cepero fraguan en Alemania. También lo intentarían Fosforito con la ferreña y El Lebrijano con la galera. En el 75 se le otorga el premio de la cátedra de flamencología de Jerez de la Frontera. Ya en el 79, rota la relación que le unía a Antonio Sánchez Pecino, su productor discográfico hasta entonces y padre de Paco de Lucía, se embarca en la aventura, junto al productor sevillano Ricardo Pachón, de grabar el hoy mítico disco La leyenda del tiempo. Además, en estos años impulsa su carrera con una intensa actividad dando conciertos por toda España de la mano del representante Jesús Antonio Pulpón. También las grabaciones con Paco de Lucía se irán sucediendo una a una durante esta década. Dejan para la historia siete obras discográficas de primera magnitud: Son tus ojos dos estrellas (1971), Canastera (1972), Caminito de Totana (1973), Soy caminante (1974), Arte y majestad (1975), Rosa María (1976) y Castillo de arena (1977). Tendremos que esperar a las siguientes décadas para que el ya maduro cantaor de nuevo comience a navegar por otras latitudes. Fundamentalmente en Francia, con seis conciertos en el singular Cirque d’Hiver de Paris. Los tres primeros en mayo de 1987, en el que comentaba Miguel Vallecillo, promotor de los conciertos, que «la sala estaba que ardía. La habían caldeado Carmen Ledesma, Rocío Loreto, Quique Paredes, Jarillo de Triana y Aurora Vargas». Los tres restantes el 24, 25 y 26 de marzo de 1988, estando el fin de fiesta a cargo de la bailaora madrileña La Tati. Incluso Camarón se pegó
// Tony Lacoponelli
Bajando del autobús lanzando golpes simulados como si fueran púgiles rivales, así dejamos a Camarón y Paco por tierras alemanas. En plena guerra fría, allá a finales de los 60 del XX, exultantes en su juventud dentro del invento del Festival Flamenco Gitano que les hizo actuar por gran parte de Europa e incluso volar a América. En Belfast, Irlanda del Norte, actuaron el 22 de noviembre de 1969 dentro del Belfast Festival, en el Witla Hall Queen’s University. En aquellos años duros, con el IRA recién constituido y el Úlster tomado por el ejército británico, Camarón junto a Paco Cepero actúan en la Universidad de Belfast rodeados de policías y soldados armados hasta los dientes. Eran tiempos de ambición por cambiar cosas y falta de conciencia de estar cambiándolas. No podían imaginar el fin, porque todo era principio. Gran parte del principio del cambio del canon sonoro flamenco.
Eddie Pons a punto de presentar a Camarón en el coso de Nimes.
una pataíta por bulerías. El local, un antiguo circo con capacidad para dos mil personas, se llenó a rebosar. En la última actuación se quedó gente en la calle. El periódico Liberation le dedicó portada el 24 de marzo de 1988. Doce años después del primer concierto, en 1999, se editaría el CD Camarón con Tomatito Paris 1987. Entonces la crítica francesa dijo de él que estaba en la cumbre de su arte. En mayo del 87 declarará a los medios: «Estoy cantando con muchas ganas, porque el público francés tiene un respeto muy bonito y muy grande. El respeto que hace que te sientas más responsable como artista y que te concentres más. El público francés ha estado mejor que yo. Tenían un respeto y una cosa que me hacía responsabilizarme». Reaparecerá en Francia de nuevo bajo la producción de Pomelo Flamenco, del granadino Miguel Vallecillo Mata y el guitarrista francés José Renato, el 2 de marzo de 1989, en el Coliseo Romano/coso taurino de Nîmes, como siempre acompañado por Tomatito. En esta ocasión lo presenta nuestro buen amigo Eddie Pons, fundador justo un año después del actualmente prestigioso Festival de Flamenco de Nîmes. José emprincipia como solía hacerlo: «Bueno, buenas noches, voy a empezar cantando un poquito por soleá y luego me vais pidiendo lo que queráis».
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Pero vuelve a Francia un año después para actuar en el verano de 1990 en Mont de Marsan, en las Landas francesas, y dejar para siempre sus manos impresas en las geniales fotos de Jean-Louis Durezt.
Suiza será su penúltimo concierto en el extranjero, el 17 de julio de 1991 recibe el reconocimiento internacional en el Festival de Jazz de Montreaux. En una peculiar noche sevillana y con el lema Spain where new music lives, apadrinado por el compositor y promotor musical Quincy Jones, que actuó también como maestro de ceremonia, fueron apareciendo Manolo Sanlúcar y Lole y Manuel y posteriormente Camarón con Charo Manzano y El Pele al cante y Tomatito y Moraíto Chico al toque, que esa noche fueron su escuadra invencible.
“El que quiso ser un día torero, convirtió su voz en su traje de luces. El flamenco como una plegaria”. Periódico regional Midi Libre. Discoteca The Palladium. Manhattan, Nueva York. Actualmente desaparecida.
Inmediatamente, durante ese mismo verano, cruzaría otra vez el Atlántico para actuar en la discoteca The Palladium de Nueva York en el New Music Seminar organizado por la SGAE, junto a Ketama y El Último de la Fila. Participarán en La Noche Española, un sábado 14 de julio de 1990 ante 5000 personas, contando entre el público con David Byrne, líder de la banda Talking Heads, y el carioca Milton Nascimiento. Peter Watrous, en la edición del 18 de julio del The New York Times reseñó: «El Camarón de la Isla, el cantante gitano, y Tomatito, su guitarrista, era un ejemplo de puro flamenco, con Camarón gradualmente aumentando grados de intensidad hasta que, de repente, gritaba ásperamente, como si sus emociones lo hubieran emboscado». Pino Sagliocco, gran promotor internacional y mánager para Europa y América de Paco de Lucía, los encontró días antes deambulando en la terminal
En Nîmes, delante del público francés que tanto respetaba y presentado de nuevo por Eddie Pons, un 24 de enero de 1992 daría su último concierto en el extranjero delante de 1500 personas. El penúltimo de su vida artística. Un día después, el 25 de enero de 1992, dejó para la posteridad su último y genial recital en el Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid, dentro del festival El Taranto. Apenas podía con su cuerpo. Finalmente, ya sin cantar y madurando el mito que, como masa madre, su cante y su estilo de andar por el mundo había ido destilando, emprendió sus tres últimos viajes; de La Línea a Rochester, en Minnesota, buscando una esperanza negada; de Rochester a Badalona, pasando de nuevo por La Línea con un propósito de enmienda que el tiempo no le dejó cumplir; de Badalona a la Isla de San Fernando, donde descansa como leyenda en un verano del 92. Mi agradecimiento a Ángeles Cruzado, Eddie Pons y Anna Valls
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Será en julio de este mismo año cuando regresa a Londres a grabar Soy Gitano en los célebres estudios de Abbey Road de EMI. Cuenta Ignacio Sáenz de Tejada que «Camarón se mantiene en silencio. Atento, escucha cómo alguien dice aquello de “aquí grabaron los Beatles”, para que otro apostille: “Sí, los Beatles de Cádiz”. Solo entonces sonríe, olvidando su cansancio y los deseos de regresar a casa cuanto antes.»
Pero a diferencia del de Algeciras, Camarón siempre prefirió sus patrias chicas de La Línea y San Fernando a transitar por Periódico regional Midi Libre. el mundo, aun a costa de Nimes 25 de Enero de 1992 sacrificar sus ingresos. Buena prueba de ello es aquella vez que, estando arreglándose el pelo en la peluquería de Claudia Angulo en Santa Coloma de Gramanet, llegó José Candado, un buen amigo que lo acompañó en sus últimos años, con una propuesta que le habían hecho para actuar en Rusia por muchísimo dinero, y él le contestó: «¿Y qué hago yo en Rusia? ¿Qué se me ha perdido a mí allí?, Además, ¡en Rusia hace mucho frío, yo no voy!»
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Repite en el país vecino el 30 de mayo de 1989 en el II Festival de música de Paris dedicado en esta ocasión a España. En la programación del festival participan también Montserrat Caballé, Teresa Berganza, José Carreras, Alicia de la Rocha, Paco de Lucía y Cristina Hoyos con su compañía.
de Barajas, en Madrid, dispuestos a volverse para Andalucía porque habían perdido el vuelo. Sagliocco se encargó de todo y barajó la idea de lanzarlo internacionalmente al nivel de Madonna, Los Rolling, Freddy Mercury o Gloria Estefan. En este momento, Camarón ya se encontraba enfermo.
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Dando un recital vibrante, rico en matices, camaronero cien por cien en el que durante 45 minutos, un concierto breve pero intenso, desgrana por orden soleá, alegrías, tarantos, bulerías, fandangos, tangos y de nuevo bulerías. Tirititando de frío es el comienzo de esta última, con el público arrebatado y entregado completamente. El Tomate está superior dando acompañamiento al maestro sin dejarlo fuera de cobertura en ningún momento.
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ENTREVISTA A JORGE PARDO
El flamenco de los vientos
// Antonio Jiménez Cuenca y Carlos Fernández Rico
// Manuel Montaño
en otras agrupaciones musicales, pero ¿su primer contacto con el flamenco es con el grupo Dolores? Profesionalmente hablando, sí. Yo era un chaval en el grupo Dolores y como adolescente, me sentía identificado con los flamencos de mi generación: Lole y Manuel, Paco y Camarón, Pepe Habichuela y Enrique Morente. Entonces me doy cuenta que el flamenco es otra cosa que la que escuchaba de niño, donde los artistas eran Caracol o Lola Flores y con los que no me sentía atraído.
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Usted introduce la flauta travesera con el grupo Dolores en las primeras colaboraciones con Paco, concretamente en el disco Paco de Lucía interpreta a Manuel de Falla. ¿Cómo recuerda esos momentos? Sí. Era todo muy informal. Eran encuentros que teníamos con Paco en la cafetería al lado del estudio de la Philips, donde probábamos, «mira he metido esto así». Todo experimental, a ver qué pasaba.
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Fernando Vilches, el Negro Aquilino, Pedro Iturralde, introducen el saxo en el flamenco. Usted también colabora con el saxo, al igual que Rubem Dantas, alentado por Paco de Lucía, introduce el cajón peruano. Pero usted ha sido el primero en introducir la flauta travesera. ¿Se puede decir que la introducción de la flauta travesera en el flamenco es aportación suya?
Madrileño de cuna y ciudadano del mundo y del flamenco, es Jorge Pardo (Madrid, 1954) un alma inquieta entre las cinco líneas del pentagrama. Pentagrama del jazz y del flamenco, del modo andaluz capaz de partir los tonos en cuatro. Ha estado con todos los grandes como Paco de Lucía o Chick Corea, pasando por Pedro Iturralde o Pedro Ruiz Blas donde nació después de los Dolores. Y está con los novísimos y más jóvenes, siempre compartiendo y siempre enseñando y aprendiendo. Jorge Pardo, animal de escenario y leyenda, abre las puertas a La Fragua tan amablemente. Este pasado 2 de julio se celebraba el 25 aniversario de la desaparición de Camarón. Estuvo usted como organizador de un merecido tributo que se le realizó en el Conde Duque de Madrid. ¿Qué tal el acto? Como tenía que ser, principalmente muy emotivo. Artísticamente no podía ser de otra manera, con todos los músicos herederos y con su gente de La Línea. Mucha emotividad. Era como si estuviera Camarón. Antes del grupo Dolores, allá por los 70, participó
Eso suena muy rimbombante. Y en todo caso corresponde más a los investigadores y periodistas estudiarlo. Yo creo que sí, pero eso tan claramente como dices no era, no hay una secuencia de acontecimientos. No se pueden diseccionar los hitos de una forma tan simple como dices, para mí es imposible, es casi una cuestión ideológica y no son cosas homogéneas. Por ejemplo, no es que Pedro Iturralde se metiera en el flamenco, sino que el flamenco se metió en lo que él estaba haciendo. En cambio, el Negro Aquilino y Fernando Vilches hicieron el camino a la inversa, fueron al mundo del flamenco a beber de ahí y a aprender cómo se hacían las cosas en el flamenco. Pero entiendo que interese saber cuál fue la verdad de la verdad, aunque como digo, no son cosas tan simples. Pero usted sí se introduce completamente en el mundo del flamenco. Usted se siente cien por cien flamenco, ¿es así? Eso es otra historia, que tiene que ver con sensaciones y motivaciones personales. No es inmediato, sino que con el tiempo yo observo que puedo pasar de ser espectador a intervenir en la música. Lo percibo no al principio, sino a los dos años de estar con Paco y cuando ya conozco a Camarón. Veo que son gente que es receptiva a que otros músicos que no vienen de familias del flamenco, y con otros instrumentos, participamos, no de esa sabiduría, pero sí de esa esencia del flamenco, de música desde el corazón, desde el sentimiento y eso sí que estaba para mí.
ENTREVISTA A JORGE PARDO
No te puedo engañar, Camarón sin ninguna duda. Es el primero, el que he tenido más cerca, el que más me ha influenciado, como maestro. Pero lógicamente también tiras de la cuerda y ves que Camarón aprendía de otras fuentes, quizás autores menos conocidos. Y te juntas con ellos y aprendes de ellos. Después de Camarón, con muchos otros he tocado y he aprendido. Y musicalmente ¿cómo se siente más cómodo, tocando jazz o flamenco? Me siento bien tocando lo que toco, es difícil comparar. Pero para aclararlo, me siento más cómodo trabajando con el flamenco. Porque se someten menos a las normas. Tocar jazz en España y en Europa es estar mirando la referencia de algún músico norteamericano, a ver si lo que haces lo aprueban. En el flamenco, la aprobación es automática, tú vas a tocar a Casa Patas o a cualquier sitio y ves en seguida si lo que haces, los flamencos lo aprueban. El músico de flamenco está más desinhibido a diferencia del jazz, que está más encorsetado. Sin embargo, son músicas que se complementan muy bien, más que hablar de la fusión entre jazz y flamenco, se podría hablar de un nuevo lenguaje. Es difícil opinar. Me reconozco un músico transgresor, no busco la aprobación y no sé si es un nuevo lenguaje. Voy y toco lo que me parece que va bien. ¿Qué tal la experiencia de la creación del disco La Leyenda del tiempo en Umbrete (Sevilla)? Es el recuerdo de un chaval de 18 o 19 años, de haber hecho amigos, de habérmelo pasado muy bien. De hecho aún conservo amigos de ese momento. Una vivencia increíble. Pero no éramos conscientes de que estuviéramos haciendo algo extraordinario, sino todo lo contrario, pensábamos que no iba a tener ningún recorrido. Hacíamos música pero creyendo que era algo del momento y que iba a entrar en vía muerta. Sin embargo, salieron en televisión con parte del grupo Dolores y Camarón cantando el Volando voy de Kiko Veneno. Sí, la compañía Philips es la que debió pensar que a aquello se le podía sacar partido fuera del flamenco. Y por los canales promocionales la puso en tal o cual televisión, pero de ahí no pasó. En su lanzamiento, La leyenda del tiempo como producto musical no tuvo éxito. Hoy es una obra maestra de cabecera.
Rubem Danta dice que sus encuentros en la época primera eran una excusa para jugar al futbol. Son las cosas de Rubem, y no deja de tener una poca o bastante razón. Había un dicho de Enrique Morente que decía que como fuera de casa, en ningún sitio. Nos encantaba ir de gira, porque eso permitía todo, jugar al futbol, estar entre amigos y otra ristra de cosas. Después de su dilatada carrera como músico, se puede decir que es usted un maestro, y que otros músicos de instrumentos de viento le tienen como referencia. De los jóvenes que hay ahora ¿destacaría alguno? No quiero decir ninguno, no por no mojarme, sino porque me mojo con todos. Colaboro con todos, animo a todos, hablo con todos y me gusta lo que hacen todos ellos. No quiero mencionarlos porque se me puede escapar alguno y me jode. ¿Se ve como un referente que ha creado escuela para esta hornada de jóvenes músicos? Te voy a contestar con humildad aunque pueda parecer una arrogancia suprema. Un verdadero maestro no se atribuye el papel de maestro. Un verdadero maestro hace y luego ocurre lo que tenga que ocurrir. No es que yo haya intentado arropar un estilo de hacer cosas ni una filosofía de hacer cosas, sino que por mi propio hacer, a los jóvenes músicos les ha despertado una cierta curiosidad, una cierta tendencia y han tomado ese camino. En relación con sus premios y galardones, como al Mejor Músico Europeo de Jazz en 2013 o el Premio Nacional de las Músicas Actuales en 2015 o el reconocimiento como los mejores discos a Djinn y MIRA ¿Con cuál se quedaría? Te diría que con todos porque, como no me he postulado para ninguno, quiero creer que son premios espontáneos.
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¿Qué cantaor es el que más le ha influido?
Aquello tuvo otro recorrido más largo y más fructífero. También porque la guitarra, y Paco como artista principal, penetraban mucho más allá de las fronteras españolas. Con el cante no nos hubiéramos comido un colín. La gran ventaja de Paco es que él lo vio claro, y dio el salto. Si quería avanzar y difundir su toque, tenía que ser en el extranjero. Ahora parece que a Paco le llegó el triunfo inmediatamente, pero entonces íbamos por Europa y hacíamos 6 o 7 conciertos en teatros pequeños y no había más de doscientas o trescientas personas. Paco tuvo la suerte, o el acierto, de dar con varios mánager importantes en Europa que apostaran por él, como Barry Marchal, que era también mánager de Paul McCartney o Tina Turner. Se fijó en Paco y lo quiso poner a esa altura. Esa relación no duró mucho, aunque Paco vio que ese era el camino y apostó por él. A lo largo de esa década de los 80 a los 90, cada vez las noticias le dedicaban más espacio, llegábamos a públicos mayores, el grupo estaba más formado, se incluyó el cante, el baile, apareció Carles Benavent, se fue cuadrando y fortaleciendo y aquello paso a ser una bomba.
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Sin duda esa es una de mis apuestas más pensada y meditada a lo largo del tiempo. Yo toco la flauta, que no es una guitarra, y tiene sus limitaciones; pero también puedo hacer otras cosas, puedo mantener notas, dar aire a las notas, que una guitarra no puede hacer. El cante ha sido y es uno de los modelos a seguir en la evolución de mi música, es un instrumento más dentro del flamenco.
Ya con el Sexteto de Paco de Lucía sí tuvo una trayectoria mayor.
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Se nota, cuando toca, como si fraseara cantando.
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ENTREVISTA A JORGE PARDO
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// Carlos Fernández Rico
casi todas las sabidurías musicales que existen. A pesar de la cacareada pureza del flamenco, es obvio que cualquier experto que investigue se da cuenta que dentro del flamenco hay muchas influencias de todos lados y de muchas culturas de paso. Eso ha hecho crear una música con un poderío fantástico.
Hay ciertos periodistas, entendidos o expertos, que han visto en mi trabajo ese reconocimiento; en ese sentido me siento orgulloso porque me encanta que haya sido con esa espontaneidad. Quizás porque son más difíciles de conseguir te enorgullecen más los conseguidos en el extranjero, sobre todo en Francia, porque el hecho de que se hayan fijado en mí, que no tengo una presencia grande allí en festivales, aunque voy de vez en cuando, pues me complace mucho. ¿Nuevos proyectos entre manos? Sí, no acabo un proyecto y empiezo otro, no paro nunca de grabar cosas y se solapan. ¿Tiene la cuenta de todas las colaboraciones con otros músicos?, porque son muchas. No, son muchas y no llevo esa cuenta, porque colaboro con casi todo el mundo que me lo pide. Y me jacto de eso, me gusta ser generoso. El hecho de que me solicite un músico ya consolidado o un principiante, solo eso ya me motiva para hacerlo. ¿En qué lugar situaría al flamenco como música? Yo en el número uno. El flamenco es confluyente entre músicas del norte, del sur, de oriente y occidente y aglutina
Ahora, que somos una gota de agua en un mar de músicas mundiales también es verdad. Gracias a grandes monstruos que han difundido esta música hace años, como Ramón Montoya o Carmen Amaya y otros anteriores que yo, como no soy un flamencólogo, no te podría citar, y otros más recientes que han tenido un gran eco, como Camarón, Paco de Lucía, o Manolo Sanlúcar y un largo etcétera. Pero a pesar de eso tenemos que pensar que somos un colectivo pequeño en el mundo, aunque creciente. Cuando vas por el extranjero, no solo te das cuenta de que van creciendo los aficionados del flamenco, sino que van creciendo los profesionales del flamenco en el mundo, que vienen de otros países, asiáticos, afroamericanos y norteuropeos. Aprovecho para decir que algún empresario debería promover un festival mundial de flamenco en España, que aglutine a todos estos profesionales dispersos en muchos países. Que pudiéramos ver aquí cómo tocan la guitarra flamenca en Austria, o cómo se baila el flamenco en África, o cómo se canta en Brasil por soleá, etc. Sería un puntazo para agrandar la cultura flamenca. Sobre Camarón ¿cómo piensa que habría sido su evolución si no hubiera desaparecido tan pronto? Uf, me encanta la ciencia ficción pero esto es difícil de decir. En mi opinión, pienso dos cosas inversamente proporcionales. Una, que habría habido muchísimas noches, mañanas y tardes más de satisfacción escuchando sus nuevas creaciones, y al revés, el mito no hubiera sido como lo es ahora, intocable. Si hubiera seguido en vida, con errores y aciertos, porque todos la cagamos en alguna actuación o con algún proyecto, no sería el mito que es hoy en día. A lo mejor hubiera habido que esperar otros 50 años para que el mito estuviera al nivel de hoy. Gracias maestro.
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FLAMENCO DESDE LA ISLA DE
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Un bullicioso paseo que terminó en la calle Orlando donde numerosos artistas y vecinos intercambiaron chascarrillos, y que culminó con muestras espontáneas de arte, cante y baile. Una esperada y agradecida aproximación del mundo flamenco isleño a los vecinos de Camarón, dentro del festival La Isla Ciudad Flamenca.
// Ignacio Escuin
Estreno Tacón de los cabales Como se adelantó en el anterior número de la revista La Fragua, de la mano de Antonio Canales se presentó el video de la productora Bosque de Musas Tacón de los cabales. Una vez más se desbordó el aforo ante tanto público asistente al estreno del video de Antonio Mota. La actividad se realizó en el Centro de Congresos de San Fernando dentro del Festival La Isla Ciudad Flamenca. En el acto se contó con la asistencia de Antonio Mota, director del video, Antonio Canales, coreógrafo, Trysko de La Isla, compositor del tema musical, Chico Javier Fernández, gerente de Flamenco de La Isla y, como representante del Ayuntamiento, Juan José Carreras, delegado de Cultura.
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El pasado 27 de agosto se dieron encuentro en el bar El Carcha (sito en la plazoleta del Carmen, San Fernando) artistas y aficionados flamencos para emprender un paseo por la calle Carmen y dar encuentro a los vecinos de las Callejuelas, quienes con expectación aguardaban con sus sillas de playa a las puertas de casa.
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// Ignacio Escuin
Quedada flamenca Amo´h a ve´hlo - Del Carcha a Casa de Camarón
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CAMARÓN
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EL FLAMENCO DESDE LA ISLA DE CAMARÓN
Miguel Salado, Eduardo Guerrero, Antonio Higuero y El Cigala. Mientras, La Flamenquita colgaba en sus paredes una colección de dibujos de Irene Vélez, bajo el título Amigos de Camarón realizados en su mayoría a lápiz grafito. Retratos de flamencos que llamaban la atención por su hiperrealismo y por el gran manejo la técnica. Encabezaba la exposición un dibujo de Camarón de La Isla de formato mayor que el resto de la obra presentada.
Soníos negros, de Juan Silva
El pasado verano se pudo disfrutar en La Isla de una amplia programación de exposiciones de contenido flamenco. Una muy temprana exposición de fotografías y esculturas de la mano del fotógrafo Ignacio Escuín y el escultor Antonio Mota pudimos ver desde el mes de junio hasta septiembre en el hotel Bahía Sur de San Fernando. La obra de Escuín recogía un sinfín de flamencos captados en plena actuación. Antonio Mota mostraba esculturas de mediano formato, exceptuando un gigantesco retrato de dos metros de altura. Entre bronces y resinas no faltaron sus ya clásicas Musas de La Isla. En el Güichi del Loro Rojo disfrutamos de la exposición Soníos negros del fotógrafo Juan Silva. Esta exposición, más completa y con otra presentación, la hemos podido ver en octubre en la Venta de Vargas. Silva nos muestra en su blanco y negro la síntesis más importante de lo captado, según su particular visión. La obra de Rafael Casado nos sorprendía en Tapería Aceite y en Fila Diez bajo el título de Flamencas on the road. Todo un paseo de modelos/artistas flamencas, por enclaves sugerentes de ciudades elegidas por el autor, Roma, Madrid, Sevilla, Cádiz… Trabajos presentados tanto en color como en blanco y negro. Paco Barroso ocupaba las paredes del céntrico Gran Vía de la ciudad. Bajo el título La luz de mi alma, en este bar nos encontramos con la precisa mirada del fotógrafo que magistralmente nos enseñaba sus mejores imágenes flamencas y de flamencos. Quedaban inmortalizados en sus disparos artistas como David Lago, Mercedes Ruiz, Esperanza Fernández, María del Mar Moreno, Tamara López,
En la Venta de Vargas pudimos ver a Sete González con su colorista exposición de pinturas La leyenda del genio, donde todos y cada uno de sus cuadros mostraban una singular manera de ver la imagen del genio. Esta exposición dio paso a las fotografías de Ramírez Cachi, con el título de Malvaloca. Se trató de una nueva visión de nuestro flamenco visto desde el visor de este artista. Destaquemos entre la obra de Cachi un particular homenaje al desaparecido maestro de la guitarra, Moraíto. // José Luis Otero
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// Ignacio Escuin
Las exposiciones, protagonistas de la programación flamenca del verano
Ignacio Escuin y Antonio Mota con su obra al fondo
El centro de congreso también acogió una exposición dedicada a Camarón, organizada por el Instituto Andaluz del Flamenco, bajo el título Camarón vive. 25 años fotografías sobre paneles de gran formato, que se mostraron en el mes de abril y que dio paso a otras exposiciones sobre el artista, por parte de las instituciones. Tal es el caso de la Exposición de fotografías del archivo gráfico de la Agencia EFE, que se realizó en las inmediaciones de la Iglesia Mayor, titulada 25 años sin Camarón. Leyenda infinita. Además de la Agencia EFE y el Ayuntamiento de San Fernando, colaboró en esta muestra, el centro comercial Bahía Sur, a cuyas instalaciones se trasladó la treintena de obras que
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V Concurso de Letras Flamencas La Fragua de La Isla nuevas letras para el cante flamenco, de forma que se vayan dando pasos hacia la actualización del repertorio flamenco y su adecuación a la realidad del siglo en que vivimos. Las bases, disponibles en la página web de la asociación La Fragua (info@ lafraguadelaisla.com), dan libertad a los creadores respecto a la temática, si bien el jurado valorará que los temas se acerquen a la temática tradicional de cada palo flamenco. En cuanto a los premios, los tres premios ya habituales, Manuel Machado, Rafael Alberti y Federico García Lorca, dotados respectivamente con 500, 200 y 100 euros. El Premio Manuel Machado, máximo galardón del concurso, se llevará además como trofeo la estatuilla de Camarón de La Isla, del escultor Antonio Mota.
Un año más la asociación cultural flamenca La Fragua convoca su concurso anual de letras flamencas La Fragua de La Isla. La finalidad, al igual que en las ediciones anteriores, es fomentar la creación de
En esta ocasión, la organización ha querido prestar atención a los más jóvenes acercando el concurso a los centros educativos y estableciendo el Premio Especial Fernando Quiñones, en dos modalidades, una para alumnos de Educación Primaria y otra para alumnos de Educación Secundaria, que tendrán que presentar una sola letra. Se pretende con esto buscar también la implicación de los profesores para que animen a los alumnos a participar y contribuir a hacer más presente el flamenco en nuestras escuelas. Este premio estará dotado con 150 euros en libros y material escolar para cada modalidad. El plazo de presentación de trabajos está abierto desde el 10 de diciembre de 2017 al 1 de febrero de 2018.
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empeño de la sociedad isleña en que La Isla siga siendo una ciudad flamenca.
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Una amplia programación de exposiciones de temática sobre flamenco que nos deja claro el
Una de las obras de Sete González en la fachada de la Venta de Vargas.
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Para terminar, recordamos la muestra que tuvo lugar a primeros de julio en la casa natal de Camarón. Esta muestra era el resultado del concurso fotográfico convocado El Legado de Camarón organizado por la asociación flamenca La Fragua, por AFIL (Asociación Fotográfica La Isla de León) y la Concejalía de Cultura. Se involucraban profesionales y aficionados donde brindaron sus visiones sobre José Monje, captadas en la ciudad. La instantánea ganadora del concurso fue obra de Antonio Alcázar del club fotográfico 76 de Puerto Real, donde mostraba una genial fotografía del monumento de Antonio Mota a Camarón.
// Ignacio Escuin
formaba la colección, y donde permanecería hasta finales de agosto.
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// Ignacio Escuin
Flamenco de guardia
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Con gran éxito de público y crítica, ha entrado en el circuito de La Isla Ciudad Flamenca el formato Flamenco de Guardia, una fórmula magistral para aliviar el estado de carencia flamenca del alma de la afición. Este
Antonio Alcázar. Mejor fotografía del Certamen Legado de Camarón
// IAntonio Alcázar
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acertado invento presenta un formato de lo más sencillo: flamenco básico sin florituras. Una pincelada de sabor y color flamenco en distintos establecimientos hosteleros de La Isla. Once en total: la Gran Vía, la Flamenquita, LaTa-barra, La Parrilla, Gadir, Casa Muriel, La Alhóndiga, el Bartolo, Número Uno, La Fiera y la Venta de Vargas, con artistas de la tierra que viven el flamenco a flor de piel. Javier Bey al cante, con su gaditanía sobrada de compás de marea y oleaje. La guitarra detallista y de acompañamiento de Gabino Pérez y el apuntalamiento al cante y al baile preciosista de Carmen La Shica. Un abanico de actuaciones en una apretada agenda que ha hecho las delicias del público, tanto local como foráneo, en un verano lleno de sabor a nuestro arte. Una iniciativa que deberá perdurar en el tiempo por su propuesta innovadora, su sencillez en la ejecución y, sobre todo, por su calidad artística y por la aceptación del público que lo ha aplaudido intensamente y lo ha recibido de manera entregada y sincera. ¡Enhorabuena y a continuar!
La imagen «representa perfectamente el legado de Camarón. Su figura está siempre presente mientras que el niño representa todos los cantaores flamencos que han crecido bebiendo de él». De esta forma explicaba Antonio Alcázar, del Club Fotográfico 76 de Puerto Real, su fotografía ganadora del Certamen Fotográfico El Legado de Camarón, organizado por AFIL, La Fragua y la Delegación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando. El acto de entrega de premios tuvo lugar en la Casa de Camarón el pasado mes de julio, y dio arranque a la exposición fotográfica del mismo título que albergó todas las obras presentadas al certamen, un total de 14 fotografías que se pudieron contemplar durante los meses de verano. Un evento más ligado a Camarón dentro de los actos conmemorativos del 25 aniversario de su muerte.
Carmen Linares. Leyenda del Flamenco El pasado 16 de noviembre, coincidiendo con el día mundial del Flamenco y por sexto año consecutivo, la Venta de Vargas y Flamenco de La Isla otorgarón su distinción Leyenda del Flamenco, que en esta ocasión ha recaído en la gran cantaora jiennense Carmen Linares. Tras la votación de un jurado convocado a través de las redes sociales y compuesto por aficionados, estudiosos, artistas y compositores del mundo flamenco, la cantaora de Linares se ha alzado con el galardón, siendo la primera mujer en recibirlo. El acto, conducido por Lolo Picardo, contó con la presencia de Antonio Barberán, presidente de la Cátedra de Flamencología de Cádiz, que hizo una merecida semblanza, resaltando su largueza cantaora y la dedicación de toda una vida entregada al arte flamenco. Durante el acto, la galardonada descubrió una cerámica con su retrato que quedará en las paredes de la Venta junto al resto de los galardonados, del ceramista lebrijano José María Herrera. Entre el público se encontraba el
cantaor chiclanero Rancapino, primer galardón Leyenda del Flamenco, que regaló unos cantes a la de Linares. Por último, la galardonada dio una pincelada de cante con la guitarra de su hijo Edu Pacheco. Noche de emociones para el recuerdo en el patio de la Venta de Vargas.
Piriñaca 2017. El flamenco callejero de La Fragua Un año más, la calle Hermanos Laulhé acogió la Piriñaca 2017, organizada por la asociación La Fragua, cita ya consolidada dentro de la programación del festival La Isla Ciudad Flamenca. Esta apuesta por el flamenco sin ornamentos, al natural, a pie de calle y con un contacto muy cercano con el público va creciendo cada año en aceptación, lo que se demostró sobradamente el pasado 18 de agosto con la gran afluencia de público. Este año
disfrutamos de los cantes de Jesús Castilla, Carolina Castilla y Antonio Ramos, acompañados por las guitarras de Niño Manuel, Javier Mota y Penko de Conil. Nuestros romanceros más flamencos, Moi y Domi, amenizaron los descansos con su Romancero Camaronero. Como cada año, los locales de ocio de la zona colaboraron con esta iniciativa aportando su degustación de piriñaca.
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Con el objetivo de crear un foro de encuentro y reflexión, rendir tributo a la figura artística y humana y estudiar la huella que ha dejado la obra de José Monje Cruz en la bibliografía y la discografía flamenca, el 19 y 20 de octubre del pasado mes de octubre se celebró en el Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León de San Fernando el Congreso Leyenda Camarón en el 25 aniversario de su fallecimiento. Organizado por el Instituto Andaluz del Flamenco, el Ayuntamiento de San Fernando y la Universidad de Cádiz, el congreso ha acogido a un importante número de congresistas y ponentes que han intentado desgranar la personalidad, el temperamento, el
genio y el carácter de José Monje Cruz, Camarón de La Isla. Dos días repletos de actividades y mesas redondas con una muestra muy representativa del mundo cercano del artista y de estudiosos de su obra y del flamenco en general. La nómina de personalidades fue amplia y de gran altura: Juan José Téllez, Enrique Montiel, Montero Glez, Manuela Carrasco, Pepe de Lucía, Rancapino, Curro Romero, José María Velázquez Gaztelu, Juan Verdú, Mercedes de Pablos, Francis Mármol, Faustino Núñez, Mónica Bellido, Eva Díaz Pérez, Antonio Barberán, Ildefonso Vergara, David Fernández, Cristina Cruces Roldán, Luis Clemente, Raúl Rodríguez, Paco Cepero, José Fernández Torres Tomatito, Ricardo Pachón, Manuel Curao, Antonio Carmona Fernández, Silvia Cruz Lapeña,...Al encuentro también asistió su viuda Dolores Montoya, Chispa, así como la familia directa del cantaor y un buen número de amigos personales, memoria viva de su historia humana y artística. Como no podía ser menos, los trasnoches flamencos se desarrollaron en las peñas flamencas de La Isla y en la Venta de Vargas. Un despliegue de medios importante, pero que siempre será insuficiente frente al legado que como persona y como artista flamenco José Monje Cruz, Camarón de La Isla, ha dejado para la historia de la ciudad de San Fernando y para el arte flamenco.
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Congreso Leyenda Camarón
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EL FLAMENCO DESDE LA ISLA DE CAMARÓN
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SUGERENCIAS
S U G E R E N C I A S / S U G E R Por 20 más
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Maíta Vende Cá
Por 20 más es el último trabajo de Maíta Vende Cá, con el que Antonio Caña conmemora sus dos décadas de trayectoria musical. Doce canciones hacen un completo álbum con temas nuevos y otros que nos recuerdan al más puro Maíta de los comienzos. Colaboraciones de artistas amigos aliñan este esperado trabajo del cañaílla. Komando Triana inicia el trabajo con La tribu Maíta; María Jiménez participa en Hulalá y en Yo ya no lloro; Sandra Carrasco hace el tema Loquito por tus huesos junto a Antonio Caña; En el ya clásico Hazle caso al Juaqui nos encontramos a Juanito Makandé; Mari de Chambao está en No hay luz sin día; El también cañaílla Alex O´Dogherty colabora en Me faltas; Canijo de Jerez y Tomasito hacen la Bujería de Juanillo Golondrina y la última colaboración que encontramos en el disco es de José Manuel Soto que junto con Maíta nos brindan el bolero El pasado de hoy. No podemos dejar de nombrar el tema estrella del álbum Penas al aire que da música al video promoción. Todo bajo el sello discográfico de Adriático Records.
10 de Paco
Jorge Pardo y Chano Domínguez Grabado en los míticos estudios Cinearte de Madrid, esta joya de la música, que en 1994 empezó a alumbrar el camino de la heterodoxia más flamenca, se mantiene viva gracias a que en su neosíntesis participaron la mano creadora de Paco, la magia de Chano, los vientos de Pardo, el peso de Colina, los tiempos de Di Geraldo y Dulzaides y todo el calor de la historia de la música andaluza.
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R E N C I A S / S U G E R E N C I A S Parque de María Luisa
Rincón de la Alegría Ana Polanco
La voz gaditana más flamenca y honda de la actualidad se estrena con Rincón de la alegría, un disco en el que ha contado para su dirección con Keko Baldomero y Javier Mera, Katumba. Sencillo, luminoso y elaborado, con autores de la talla de Antonio Alemania y Alejo Martínez y con la incomparable colaboración de Juanito Villar.
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El 21 de noviembre de 2015, Rafael Riqueni (Sevilla, 1962) presentó en el Real Teatro de la Maestranza de Sevilla su obra Parque de María Luisa. Casi dos años después, hace entrega de la misma obra registrada en CD. Un disco flamenco con muchas connotaciones de música popular y clásica española. Trae aromas a Turina, a Falla, al maestro Rodrigo y hace un recorrido evocador y sentimental por el gran parque sevillano. «Monte Gurugú», «El Costurero de la Reina», «La glorieta de Bécquer», «El estanque de los lotos» o «Bulerías del parque» son algunos de los temas, 16 en total, de esta gran e intimista obra de uno de los guitarristas más singulares del flamenco actual. De Triana al mundo pasando por el Parque de María Luisa. Una obra única madurada a bordón lento. ¡Gracias, maestro, por tanto!
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Rafael Riqueni
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SUGERENCIAS
/ SUGERENC IAS / Crónica jonda
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Silvia Cruz Lapeña
Nos cuenta Silvia Cruz Lapeña que «no lo sabía entonces, pero buscaba un lugar, un método, una posición desde la que traducir lo importante. Y que me permitiera agilidad y premura. Mis primeros experimentos, sin saber hacia dónde me llevarían, los hice con el flamenco. Lo primero que me atrajo no fue, como yo digo a veces haciéndome la coqueta, la belleza de Vicente Amigo, ni el temblor que me producía el cante. Lo que me atrajo fue no comprenderlo. Y quise traducirlo. Primero para mí, luego para otros. Y no buscaba el significado exacto del tirititrán, pues la traducción que ansiaba no era literal.» Esta crónica jonda, una road movie flamenca que se pasea por España y Europa, es un relato que sale del sentimiento y la experiencia. A medias entre la autobiografía y la crítica flamenca, la periodista Silvia Cruz Lapeña nos deja una obra brillante, fresca y evocadora. Editorial Libros del K.O. 2017.
Manuel Gerena con Miguel Hernández Manuel Gerena
Manuel Gerena, el gran cantautor flamenco, tradición y vanguardia del flamenco contestatario, se ha unido a la celebración del 75 aniversario de la muerte de Miguel Hernández con la reedición del álbum que ya publicó en 2001, incluyendo en esta ocasión dos temas inéditos como son las «Nanas de la cebolla» y «Escríbeme a la tierra». No quiere dejar el cantaor de manifestar su admiración por el poeta y le escribe: «Querido Miguel, // tu verso profundo // lo sonoriza mi voz // en la jondura // del Cante Flamenco». Junto a once temas con algunos de los más relevantes versos de Miguel Hernández, incluye el disco la voz original del poeta de Orihuela recitando su hermoso poema «Canción del esposo soldado». Una obra que interpela la condición humana. De él ha dicho Diego Carrasco, maestro del soniquete, «Manuel Gerena inquilino del mundo».
/ SUGERENC IAS /
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Metal de los Alcores // Antonio Jiménez Cuenca
Segundo Falcón (El Viso del Alcor, Sevilla. 1970) es cantaor flamenco desde chico, por tradición de su familia, los Janega. Con ocho años actúa en la peña el Rincón del Pilar, fundada, entre otros, por su padre. En El Viso, en los Alcores, territorio elevado de la provincia de Sevilla, que para gloria del flamenco ha dado incontestables grandes artistas, nace como cantaor largo. Su metal de voz tiene ecos de Mairena, de Morente, de la Niña de los Peines, de donde afirma haber bebido. El maestro de los Alcores, don Antonio Mairena, lo descubrió y lo lanzó a los festivales, donde se ha codeado con lo mejor del género. Alma flamenca inquieta, sin miedos a la búsqueda de otras influencias, la árabe, la india, la americana, para dar confluencia en su obra discográfica y en su magisterio. Para el baile ha cantado a cuatro generaciones, desde Pilar López a Eva Yerbabuena. Hoy está con nosotros. Proviene usted de la familia de los Janega del Viso del Alcor, pero ¿cómo son sus inicios? Aunque mi familia es una familia flamenca con
más de cuatro generaciones de aficionados, no se dedicaron profesionalmente al flamenco. Eran zapateros y cantaban en casa, en los banquetes, en comuniones y en las reuniones familiares. Mi tío El Sopi ya sí se dedicó profesionalmente, y después yo y un hermano mío, pero él solo cantó de chico. En El Viso del Alcor, los Janegas y los Colchones han sido las dos familias que se han dedicado al flamenco de forma tanto profesional como semiprofesional. Desde pequeñito escuchaba cantar. Mi padre y mis tíos, junto a los Colchones, fundaron la Peña el Rincón del Pilar, que estaba dos o tres calles más abajo de mi casa y yo iba por allí. Empecé a cantar con tres o cuatros años como un juego. Ya con ocho años la familia de los Colchones me empezó a enseñar más en serio y me llevaban por las peñas. Yo debuto fuera en distintos escenarios: en la tertulia flamenca José de la Tomasa, en Cantillana, en intercambios entre peñas como la peña de Los Palacios, del Coronil, de los Molares...
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SEGUNDO FALCÓN
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// Fede Millán
ENTREVISTA A SEGUNDO FALCÓN
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ENTREVISTA A SEGUNDO FALCÓN
Entre sus maestros destaca Antonio Mairena Conocí a Antonio Mairena en su peña en Mairena del Alcor y también en una cochera de un conocido, porque iba allí los fines de semana y los amigos del maestro hacían un potaje y cantaban los aficionados para darle un día de fiesta al maestro. Un día, estando allí el guitarrista José Cala, el Poeta, le dijo que me tocara por tientos. Yo tenía 8 años, y Mairena se sorprendió al escucharme cantar. A partir de ahí se me abrió el camino en la peña. Yo tenía compás y eso sorprendía por mi corta edad. Todos los sábados que había encuentro con el maestro, yo iba. Cuando Antonio fallece, yo tenía 13 años.
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Antonio Mairena era muy generoso… Muy generoso y muy buen aficionao. Respetaba a todo el mundo aunque tenía su ideología. No lo escuche hablar mal de nadie en todas las tertulias en que estuve con él. ¿De dónde bebe y de dónde se nutre su cante? De Antonio Mairena sobre todo porque lo conocí en vida, pero también de Vallejo, Pastora y Caracol. Pero todo aficionado, aunque escuche a otros maestros, tiene que ir a Mairena para documentarse. Igual que hacía Camarón, que se iba a escuchar a la Perla, a Caracol, al Chaqueta. Pero Mairena es el punto de partida para clasificar los cantes. Él hizo esa recopilación. Yo parto de Mairena pero me he abierto a todas las influencias. También tengo de Morente su fonética, su concepto cantaor. El propio Enrique Morente coge de otros como Aurelio, Matrona, el Gallina o Chacón. Y así lo hacemos todos los aficionados que admiramos este arte. ¿Y qué queda de la teoría que hizo Antonio Mairena en Mundo y formas del cante flamenco que realizó junto a Ricardo Molina? Recuerdo que un día, un aficionado muy mairenista, en Carmona, sería el año 80 o 81, que iba Antonio a recoger la medalla de Carmona que se le daba en la peña flamenca de la localidad, le preguntó: «¿qué diferencia hay entre el cante gitano andaluz y el cante no gitano andaluz?» Antonio Mairena le respondió: «Yo cogí el cante en una época de decadencia sobre todo en la zona de la baja Andalucía. Yo me involucro por el cante de mi etnia. Pero el flamenco es andaluz. Pero los gitanos le incorporamos otro toque, otra frescura, que entonces se estaba tirando más por la ópera flamenca y por la inmediatez, o se ignoraba los cantes. Para defender los cantes primitivos o cantes de verdad, defender a la etnia gitana y ponerla en su lugar. Le pongo el apellido al cante flamenco, el apellido de cante flamenco “gitano andaluz”.» A Antonio le debemos mucho, aunque algunos aficionados que defienden su obra le han hecho más
daño que el propio maestro por la rigidez y defensa que han hecho de su obra. Él coge esos cantes primitivos que eran de minorías y los clasifica y nos deja una enciclopedia que nos permite estudiar y orientarnos. ¿Y cómo ha sido su trayectoria profesional en el cante? Yo tengo esta etapa de ir a los festivales hasta que hago el servicio militar. Y ahí hago el cambio de voz. Y ya empiezo a trabajar en tablaos, en la Trocha y en Los Gallos. Había muchas grandes bailaoras. Pero yo no había cantado en mi vida para bailar y estaba asustado. Firmé contrato con Los Gallos en agosto de 1990 y en el 92 acabo porque entro a formar parte del Ballet de Cristina Hoyos, que era como jugar en la Champions. Ya eso era un escaparate impresionante. Y me empezaron a llamar de todas partes. Les he cantado a todos excepto a Antonio el Farruco. Con Mario Maya he estado en Compañía, Milagros Mengíbar, Isabelita Romero, Antonio Canales, Javier Barón, Joaquín Cortés, El Pipa, y la siguiente generación, como Israel Galván, Andrés Marín..., he estado con 4 generaciones de bailaoras y bailaores. Grabé mi primer disco en 2002 Un Segundo de cante, que fue premio al Mejor Disco Revelación de Flamenco de ese año y que aún no está descatalogado y se sigue vendiendo. Se vende sobretodo en Sudamérica. Esta hecho con cantes muy ortodoxos pero con sonidos muy frescos, manteniéndose muy actual. Desde 2004 vengo colaborando especialmente en las compañías de Eva Yerbabuena y Andrés Marín. ¿Y de su último trabajo discográfico, Entre el labio y el beso, qué nos puede contar? Me invitan a ver a Ramón Vargas que es un tenor mexicano en Veracruz en un homenaje al gran compositor Agustín Lara, que allí es un dios. Entramos a felicitarlo con Eva Yerbabuena y Paco Jarana. Y en ese concierto hace un tema “Somos una Gloria”, que era inédito, en honor a su tío que se lo compuso a Agustín. El tema nos dejó perplejos y vimos que entraba por tangos. Y va y se lo regala a Eva Yerbabuena. Entonces ella nos dice, «¡grabadlo!» A partir de aquí, empezamos a descubrir la obra de Agustín Lara. Él muere en 1970, el año en que nacimos. Además, se parece a lo que ha sido mi vida. Y vemos que hay un cierto paralelismo con los cuartitos de la Alameda de Hércules, en la que se buscaban la vida los flamencos con los señoritos cantando y tocando. Paco Jarana se encargó de la música respetando la esencia del bolero, pasándolo a Alegrías, pero sin perder la cadencia. Recopilamos once temas y estuvimos un año trabajando todos los días. Es una obra de inquietudes, que se sale de la parte ortodoxa a través del dialogo con otras culturas, a través de la música y de la matemática, porque el flamenco, por su compás, es música y matemática.
ENTREVISTA A SEGUNDO FALCÓN
¿Cuál es el palo flamenco en el que se siente más identificado y defiende mejor? Por soleá, es el palo en el que me siento más a gusto. Por variedad y profundidad. Aunque creo que me defiendo bien por todos los estilos. En relación con la soleá, tengo que comentar que en El Viso, en mi pueblo, se canta de manera distinta que, por ejemplo en Mairena; tienen distinta fonética. Pero esa es la grandeza del flamenco, su extraordinaria riqueza. Nos gustaría que nos dijera un nombre para el cante, otro para el baile y otro para la guitarra. Yo muero con Mairena, Caracol, Morente, Camarón, La Niña de los Peines. Pero para mí, el más vanguardista cantaor que ha dado el flamenco, según mi teoría, es Pepe Marchena, aunque no sea el mejor cantaor. Para mi gusto, el Niño Marchena. En la guitarra Paco de Lucía es de otra galaxia. Pero para mí, el punto de inflexión en la forma de acompañar fue Niño Ricardo. Y en el baile, como yo le he cantado a cuatro generaciones, la más redonda que yo he visto en los escenarios, con todos mis respetos, para mí es Eva Yerbabuena. También Mario Maya, que me enseñó mucho, tenía una educación exquisita y ha enseñado mucho a muchos. Y tuve la suerte de cantarle a Pilar López, la maestra de la generación de Mario, en un homenaje
Ha mejorado mucho el dinero público que va a las peñas y las federaciones, los festivales con los que cooperamos de todo el mundo. Hemos pasado de no tener nada a ahora que nos quejamos de que es poco. Pero ha mejorado mucho la financiación. Los grandes festivales como Mont de Marsan o Nimes están industrializando a nuestros flamencos y eso es importante. El futuro pasa por la profesionalización del género, que los flamencos tengan sus derechos laborales, no como antes que se quedaban sin absolutamente nada. Todo es mejorable pero pienso que el flamenco está mejor que nunca. Pero siempre hay quien dice que el flamenco va a desaparecer... El cante siempre va a tener relevo. Habrá momentos con más vida. El flamenco siempre se dice que va a desaparecer, pero no es verdad. Creo que cada vez va a tener más afición porque evoluciona y los profesionales se están montando en el carro de la industria cultural flamenca. El cante tú tienes que traerlo por oído musical, pero tienes que estudiarlo y prepararlo. Hay mucha gente joven aficionada que está en las peñas y que va a salir. Cuéntenos un poco su la labor al frente de dirección del Centro Andaluz del Flamenco. Pues sacar los registros y digitalizar gran parte de los fondos que tenía disponible el Instituto. Esa ha sido una labor de la que me siento muy orgulloso. Rescatar a coste cero, patrimonios de artistas o, por ejemplo, del Teatro Zambra de Rosita Durán, eso no tiene precio. También otra actividad que creo de gran relevancia es colaborar con Rafael Infante, que para mí es como un padre, con la colección Flamenco y Universidad de la Universidad de Sevilla, con más de cincuenta volúmenes disponibles para el público y asesorar al Instituto Andaluz de Flamenco en todo lo relacionado con el flamenco dentro de la Administración andaluza. Y para finalizar algo que nos pueda contar de Camarón Canté con él en varios festivales en el 83 y 84, que es en la época que más contacto tuve con Camarón. Llegaba al camerino y se ponía a tocar su guitarra. Tenía yo unos 12 o 13 añitos y siempre me invitaba a que le cantara unos fandanguitos del niño Gloria o de Cepero en los camerinos. Camarón ha sido para mí uno de los aficionados más grande que ha dado el cante flamenco. Innovador y admirador de todo aquel que hiciera algo en el cante.
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Sí, eso fue en 2004. Me otorgaron dos Giraldillos, al mejor cantaor masculino y al mejor espectáculo de otras músicas a Tierra de nadie con la Orquesta Chekara de Tetuán y la Orquesta Maharahá del Rajasthán. Pero antes tuve otros, como el del festival de Bollullos Par del Condado, en Mairena el de la Velá de los Ángeles, que fui primer premio donde me acompañó José Cala, el Poeta, entre otros muchos más como el de Juan Talega de Dos Hermanas, etc. Y, cómo no, el de la Federación de Peñas de Sevilla que fue en el 84 y que me llena de orgullo. Ganar este me dio pie a abrir festivales, entonces éramos unos críos y abríamos como teloneros. Allí actuaban Fosforito, José de la Tomasa, el Lebrijano, Camarón, Juan Villar… y se me quedan atrás muchísimos. Tuve la suerte de estar con todos los grandes al estar en esos festivales. Y luego, ya te llamaban directamente de los festivales. Por ejemplo, en el año 1981 estuve en el II Festival la Fiesta del Verdeo de Arahal, compartiendo escenario con Terremoto padre, con La Paquera, Curro Malena, Curro Mairena, Miguel Vargas, entre otros muchos más compañeros.
¿Qué es lo que habría que hacer para apoyar el flamenco?
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Ha recibido premios importantes como los Giraldillos de la Bienal de Flamenco de Sevilla o el del Concurso de la Federación de Peñas de Sevilla.
a Antonio el Bailarín, en un fin de fiesta celebrado en el teatro de Antonio Ruiz Soler, Antonio el Bailarín, en Madrid.
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Se presentó en la Bienal de Flamenco y me quedo con el mejor éxito que fue el aplauso del público.
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EL BOQUERÓN DE LA ISLA. FRANCIS MÁRMOL
Relato en varias voces de cómo fue que El Pijote Chico salió por primera vez de su Isla // Francis Mármol
Camarón con Miguel de los Reyes, por un bocadillo.
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El Pinto tiene ya a partes iguales el canío y el pisha en su vocabulario, hermano de Pansequito, es bailaor y marbellí de adopción por su matrimonio con una malagueña. Amigo íntimo de Camarón desde que le llamaban el Pijote Chico. Él también anduvo de turné por media España con Miguel de los Reyes.
El autor junto a su libro.
Miguel de los Reyes lo vio el primero. Lo cuenta el malagueño Antonio de los Reyes, guitarrista y hermano del famoso cancionero Miguel de los Reyes, el de la voz rota, relevo natural del estratosférico, y boquerón también, Miguel de Molina, este, la melancolía pura del exilio. «Estábamos en Rota y Pansequito, que entraba en quintas, nos lo recomendó. Fuimos a la Venta de Vargas a verlo, mi hermano lo escuchó y decidimos llevárnoslo. Estuvimos hablando con la madre, que era una mujer muy delgada, recuerdo que iba vestida de negro y de un cordón que hacía las veces de cinturón llevaba colgadas unas tijeras. Yo firmé el papel haciéndome responsable del niño. Estaba siempre con él, no lo dejaba un momento, pero era travieso. Él mismo se tocaba la guitarra entonces. Si no recuerdo mal, primero fuimos a Ceuta, luego estuvimos en Conil, Chiclana, el Puerto, San Fernando, Torremolinos; también hicimos Almería y terminamos en Madrid. La compañía la encabezaban mi hermano, Miguel de los Reyes, y el guitarrista Enrique Montoya.» Antonio Rodríguez era el hombre del espectáculo por antonomasia en Málaga, y hace cuarenta años ya andaba en el negociao, haciendo carretera y carrera, él fue el primero que lo contrató. «Estábamos en el Teatro Andalucía de Cádiz actuando y por la noche fuimos a cenar a la Venta de Vargas en San Fernando. Estaba allí Camarón y Rancapino y necesitábamos a un cantaor. Lo escuchamos y le ofrecimos que se uniera a la compañía. Él puso como condición que se viniera Rancapino, él era un niño, los dos. Y se vinieron. Estuvimos en muchos sitios. Era un espectáculo entre Miguel de los Reyes y Enrique Montoya, el ballet completo de uno y la gente de otro, medio show para cada uno. Era una turné larga. Enrique Montoya tenía un cuatro esquinas, un coche propio; la compañía tenía un autocar. Yo iba con Enrique Montoya y algunas veces él se venía con nosotros.»
«Se han contado muchas versiones de cómo fue que lo contrató Miguel de los Reyes. Ha pasado mucho tiempo pero fue así: Habían actuado en Cádiz y llevaban cantando a Antonio de Ceuta. Este gitano tenía la costumbre de llevar un bocadillo hecho para comérselo en el descanso, entre función y función, pero llega el intermedio de un día y no encuentra su bocadillo. Con las mismas, cogió y se fue de la compañía... Así tal cual. Entonces fue que llamaron a mi hermano, que estaba de permiso en el servicio militar, pero como tenía dos o tres días nada más, pues cuando terminó el permiso pues tuvieron que llamar a otro cantaor y estuvo Rancapino. Un día de aquellos que andaban en Cádiz, fueron a cenar a la Venta de Vargas y lo escucharon. Les gustó, claro, mucho. Y se lo llevaron y Rancapino decía; “claro, como es más guapo y yo soy un mono, se lo llevan a él y me dejan a mi aquí”. Y bueno, pues al final arreglaron que Rancapino se fuera también. Yo me uní después al grupo y a ambos tuvieron que darnos el permiso por escrito nuestros padres, porque éramos menores. Recuerdo que debuté en el Villamarta de Jerez». Era la primera vez que Camarón salía profesionalmente de su tierra, puntualmente ya había hecho algunas incursiones por su cuenta o en compañía, para disfrutar de otros ambientes flamencos, ahí quedaba su visita a la Feria de Sevilla y otros escarceos recordados. Pero fue en la Venta Vargas donde ya se había licenciado, aunque él no lo supiera. Eran días iniciáticos, en los que lo iba a pasar muy bien. Y en los que iba a protagonizar alguna que otra travesura. Antonio de los Reyes trataba de no perderle la pista, pero cuando menos se lo esperaba... «Estábamos parando en Puerto Lumbreras. Una noche, me doy cuenta de que no estaba en su habitación, bajé de repente a buscarlo, a preguntar por él, y el recepcionista me comentó que habían venido unos gitanos y se lo habían llevado a una boda. (Aunque este parece que trató de persuadirlos para que no se llevaran a aquellas horas de la noche a un niño, no lo consiguió). Fui a buscarlo, yo era el responsable si le pasaba algo, y por poco si no me matan. Aquellos gitanos no querían que se fuese. Me tiraron incluso una chifarrá con una navaja que me rompió la camisa. No querían que me lo llevara por nada del mundo.» Extracto del Capítulo 1, «De turné», del Libro Boquerón de La Isla. De las huellas dejadas por José Monje Cruz en Málaga y los malagueños, de Francis Mármol. Editorial Gisae, Málaga 2012.