LA FRAGUA. El flamenco desde La Isla de Camarón. Nº 11

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Colaboradores

Antonio Canales, Pepe Lamarca, Faustino Núñez, Juan Silva, Eddie Pons, Ignacio Escuín, Toni Blanco, Fede Millán, Pepe Márquez, Mar Gabarre, Lorenzo Castillo Malagón, Mati Aparicio, Víctor Rosa, Antonio Tocino y Gabriel Urbina.

Publicidad: Chico Cárdenas Redacción info@lafraguadelaisla.com

Edición LA FRAGUA Asociación Cultural Flamenca

Foto central: Juan Silva

Foto portada: Mario Fuentes Aguilar

Diseño: DestinoEstudio

SUMARIO 04 EDITORIAL Camarón, el mito que perdura 11 Homenaje a Pijote 12 CON CAMARÓN 36 DESDE LA RED 46 De Camarón a Lorca El paisaje de los sueños 05 ARQUITECTURA FLAMENCA El Rey 30 PLANETA FLAMENCO 26 Homenaje a Jesús Salido Vega, Topulic 38 FRAGUANDO LETRAS 40 SUGERENCIAS 06 BREVES NACIONALES 14 RANCAPINO La dulzura rota del cante 16 FLAMENCO DESDE LA ISLA DE CAMARÓN 28 Entrevista a Antonio Moreno 32 Entrevista a Rubem Dantas 08 EL COLMAO FLAMENCO Las quinientas 22 FLAMENCO EN IMAGEN 34 CON OTRO TOQUE Ni ida ni vuelta 10 Entrevista a Enrique Montiel 27 REENCUENTRO CON LAMARCA 35 LUIS OLVERA Primer acompañante de José 43 Entrevista a Antonio Benamargo
Revista LA FRAGUA El flamenco desde La Isla de Camarón ISSN 2444-5460 Depósito legal CA 15-2015
Redacción
Jiménez
CRÉDITOS
Equipo de
Carlos Rey, Lolo Picardo, Carmen Mateos, Trysko, Antonio Mota y Antonio
Cuenca.

Camarón, el mito que perdura

En La Fragua estamos de celebración, celebración agridulce, pero celebración al fin y al cabo. Hace 25 años nos dejó José Monje Cruz, Camarón de La Isla, sin duda el cantaor más grande de todos los tiempos. Pero, como apunta Antonio Moreno en este número (alcalde de La Isla desde 1989 a 2005), a la vez nace un mito que a día de hoy no podemos hacer otra cosa que afirmar que no para de crecer. Es más, podemos decir que está predispuesto a permanecer en el tiempo, a perdurar eternamente.

Actualmente, donde prima la dictadura del presente y la inmediatez, y donde nada es válido durante mucho tiempo, la vida y obra de Camarón parece habitar en un lugar ajeno al paso del tiempo, pues después de 25 años, su legado artístico no deja de reproducirse y de revestirse continuamente de actualidad.

Por nuestra parte, queremos rendirle un pequeño homenaje dedicándole el número 11 de nuestra publicación. De hecho, somos la revista La Fragua. El Flamenco desde La Isla de Camarón, y en nuestro ADN queda muy clara la referencia al pasado y la niñez del artista isleño.

En este número especial, pretendemos que la figura de Camarón esté más presente aún que en números anteriores, de un modo u otro, sobrevolando las páginas ya sea como protagonista, como personaje en las historias de otros con los que convivió, como inspiración de artistas, como musa de poetas o como motor de impulso a nuevos proyectos. Hemos

querido dar voz a personalidades como Rancapino, Rubem Dantas, Antonio Moreno, Enrique Montiel y Antonio Benamargo, que convivieron con él en mayor o menor medida; acogemos la visión artística del dibujante Eddie Pons y de los fotógrafos Pepe Lamarca, Mario Fuentes y Juan Silva sobre su figura. Así mismo, Antonio Mota nos invita a observar la imagen de Camarón a través de tres escultores: Alfonso Berraquero, Nacho Falguera y el propio Mota; recorremos de la mano de Antonio Jiménez Cuenca la presencia de Camarón en el extranjero, y Carlos Rey y Juan Silva nos recuerdan la figura de quien fue el primer guitarrista de Camarón, Luis Olvera. Recogemos los testimonios, vivencias y recuerdos que figuras del flamenco y la cultura, como Faustino Núñez, Segundo Falcón, Luis García Caviedes, Lolo Picardo y Gabriel Urbina, y algunas personas cercanas a su cotidianidad, como Antonio Menéndez y Ángel Aparicio, tienen de nuestro cantaor más universal. Y además, todos nuestros contenidos habituales en este número tan especial que aportamos a este año tan señalado.

No podemos dejar de reiterar nuestro deseo de que, desde las distintas Administraciones y, en particular desde el consistorio cañaílla, se aúnen fuerzas para estar a la altura que las circunstancias de esta efeméride exige. Mientras tanto, José Monje Cruz, nuestro Camarón, cada vez es más el Camarón de todos, y seguirá siéndolo… imparable.

4 REVISTA LA FRAGUA EDITORIAL

El Rey

Veinticinco años de nostalgia son más de veinte siglos de dolor. Sí, de ese dolor que se queda flotando por las bocacalles del alma y es tan espeso y poderoso que ni el levante más rebelde se lo puede llevar a ningún sitio. Nació para ser un rey de reyes, y aún vive reinando en el imperio de los sentidos más puros y enjundiosos del universo flamenco. Tuvo por cuna Las Callejuelas llenas de sal y hambre. Y su trono de viento y estrellas, en la calle Carmen, aún sigue vacío. Porque él inventó un reino donde no puede existir jamás un sucesor, donde nadie es digno de llevar su cetro y su capa. Camarón vino para reinar eternamente, y así lo hace cada día y a cada instante en cada uno de nuestros corazones. Su corona es de una humildad tan genuina que hace daño al mirarla. Y su armiño es tan blanco como la sal temprana de La Isla.

Veinticinco años sin sal son más de veinte siglos de amargura. Hijo de Luis y de Juana, heredó la profecía milenaria que se forjaba a martillo sobre el

pretil de las fraguas fenicias. Y fue sabio antes que niño, y huérfano antes que padre. Porque él no era de este mundo. Tuvimos la dicha de tenerlo entre nosotros cuarenta y un años para que nos iluminara y nos mostrara el camino de las mareas melodiosas y las lunas bordadas en sus manos para siempre.

No nacerá un cañaílla tan lleno de hermosura y grandeza, tan falto de egoísmo y prepotencia. Tu aliento hizo de La Isla el paraíso. De José, el artesano por excelencia, de Monje, el mejor de los penitentes, y de la Cruz, nuestro guía para siempre. Te quiero, mi amigo de mi alma.

Porque veinticinco años de silencio son más de veinte siglos de la mejor de las sinfonías.

ARQUITECTURA FLAMENCA
José Monje Cruz, no te mueras nunca... ¡Vive, Camarón de La Isla!
5 REVISTA
LA FRAGUA

IV Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía

Ahí donde confluyen Atlántico y Mediterráneo, en la encrucijada histórica y natural del Campo de Gibraltar, del 17 al 22 de julio se producirá de nuevo el encuentro. No podía ser en otro sitio que en el diábolo geográfico del Estrecho. Confluencia de mares y continentes. Donde abrió los ojos al mundo Francisco Sánchez Gómez, el genio de Algeciras. Por cuarta vez se celebrará el Congreso Internacional Paco de Lucía. Programado con el mismo formato que en ediciones anteriores, el IV Congreso incluirá conciertos en el Parque María Cristina, cursos en la Escuela Municipal de Música, Danza y Teatro José María Sánchez-Verdú, exposiciones, conferencias

y miniconciertos en el propio centro documental, flashmob en la Plaza Alta y visitas turísticas por la Ruta Paco de Lucía. Además, está previsto un concurso para guitarristas amateur denominado La Silla de Paco. Seis días de ininterrumpida cita con la memoria del genio, en distintas vertientes culturales, creativas y vitales. Paco, el hijo de la portuguesa, como núcleo aglutinador y creativo de nuevas tendencias. Como se manifestó siempre, abierto a nuevos horizontes, nuevas vidas, nuevos sones. La vanguardia infinita y la creatividad en estado puro. Unos días para el análisis, el estudio y la celebración.

BREVES NACIONALES 6 REVISTA LA FRAGUA

Venta de Vargas. Una leyenda en el tiempo

El pasado 25 de mayo, tuvo lugar en la mítica Carbonería de los Lira, ahora regentada por Pisco, la presentación del libro Venta de Vargas. Una leyenda en el tiempo, escrito por Antonio Lagares. El local sevillano, que sigue manteniendo esa esencia flamenca, aunque le haya sido arrebatada la parte más antigua, hizo de anfitrión a la presentación de este manuscrito, y los que asistieron al evento pudieron escuchar las palabras de Antonio Lagares, Lolo Picardo, gerente de la Venta de Vargas, y un poema dedicado a la Venta de Vargas del maestro Ortiz Nuevo, en la voz de su discípula Sofía Aguilar. Ilustraron el evento Laura Marchal al cante y Blas Martínez al toque. Tarde de emociones para la Venta de Vargas en el centro histórico de Sevilla

BREVES NACIONALES 7 REVISTA LA FRAGUA
//
Acto de presentación en La Carbonería de Sevilla, mayo 2017 Juan Silva

El colmao Las quinientas

Que Camarón se haya ganado la vida en la Venta de Vargas con su cante, con su arte, ha creado controversia y no es nada más que una forma de decir que José Monje cantó en la Venta a sus clientes y ellos, entusiasmados, le regalaban dinero, lo invitaban a comer, o como ocurrió con el brillante diestro Antonio Ordóñez, que lo obsequió con un reloj de oro. Quizás era muy joven para utilizar el término ganarse la vida, pero él mismo lo refería cuando lo entrevistaban y quería hablar de su complicidad con el restaurante. Citar la entrevista que le hicieron durante el programa Música golfa, allá por diciembre de 1988, o un famoso documental que le realizaron en una azotea de La Línea de la Concepción, y en ambas alude a esa forma de vivir.

En estas lides, José Monje Cruz tenía un aliado listo y calculador. El sobrino de la propietaria, Joselito

Picardo. Con varios años más que él, estaba curtido en el restaurante, puesto que desde que contaba pocos años de edad, ya gestionaba perfectamente la bolera de los montañeses anexa al local. Joselito era buen conocedor del flamenco de cabales y no en vano conocía los movimientos de clientes-artistas. Además, era el encargado de coger su bicicleta y avisar a los artistas cuando el flamenco era demandado en la Venta de Vargas. Incluso llegaba a coger el autobús para avisar a los flamencos de la capital, tales como La Perla, el Niño de los Rizos, Aurelio Sellez, El Beni, Gineto, El Bohiga…

Camarón y José eran íntimos, ya que eran vecinos del barrio del Carmen; incluso la novia del hostelero, Lela Fontao, también lo era, y Camarón visitaba la Venta de Vargas a escuchar a los flamencos, pegarse un cante y estar con sus amigos.

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// Lolo Picardo Foto cedida por la Venta de Vargas. Joselito Picardo y Camarón en la cocina de la Venta de Vargas

flamenco

En cierta ocasión, llegaron unos carniceros de Cádiz al restaurante y estuvieron comiendo y bebiendo copiosamente. Al finalizar, demandaron al chiquillo rubio, al gitano que estaba destapando el tarro de las esencias del cante. Juan Vargas mandó a Joselito a buscarlo y eso hizo, trayéndolo montado en el cuadro de la bicicleta, puesto que no tenía porta equipajes. Camarón entró y se quedó postrado frente a la mesa de los carniceros, que ya con unas cuantas copas de más, comenzaron a lanzar billetes desafiando el cante del gitano. El rubio de la calle del Carmen los miró con cierta desazón, abandonó el patio de la Venta y se dirigió a la azotea. Joselito se fue detrás y le preguntó qué le pasaba, que con esos billetes, su madre hubiese pasado el mes sin sobresaltos. Y Camarón, mirando para el suelo, le contó que, aunque fuese humilde, que aunque fuese pobre, ningún hombre era más que nadie. Que tenían mucha guasa y «así el cante no me sale». A continuación le pidió a Joselito unas monedas para ir a cantar a Cádiz. Así era Camarón.

A los meses, otra vez lo mismo, pero en esta ocasión los clientes de la Venta eran cabales, de los que saben apreciar lo bueno, de los que disfrutan con un buen cante. Pues Camarón recibió por ese cante, por ese ratito de arte, un magnífico billete de 500 pesetas, de esos azules, con el dibujo impreso del pintor guipuzcoano Ignacio Zuloaga. Lo miró y lo remiró. Se lo enseñó a su amigo, orgulloso, y le pidió que lo acercara con la bicicleta a las Callejuelas. Al llegar, y temiendo que aquel tesoro no viera la luz del sol dentro de su bolsillo, Camarón lo metió en el desagüe que recogía el agua de la azotea, en el mismo codo. Era agosto y en La Isla era improbable que lloviese. Los amigos se despidieron con un abrazo y se fueron a dormir.

Eran más de las tres de la mañana y José, que dormía junto a su hermano Lolo en un patio de vecinos de la calle Jovellanos, en una lateral de la plazoleta del Carmen, escuchó un estrepitoso trueno y el posterior relámpago. Y por supuesto una tremenda tromba de agua que hizo a José acordarse del majestuoso billete de 500 pesetas que Camarón había ganado con su cante. Rápido y veloz se vistió, cruzó la Plazoleta del Carmen bajo la intensa lluvia y comenzó a bajar la calle del Carmen. Y en la noche cerrada, empapadito hasta los tobillos, Camarón en el número 29 de su calle, vio venir a Joselito y con un gesto diciendo que no había nada que hacer, acabó la historia de ese precioso billete de 500 pesetas, que probablemente, con las primeras aguas salió a la calle y a algún afortunado le arregló el mes.

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Y Camarón, mirando para el suelo, le contó que, aunque fuese humilde, que aunque fuese pobre, ningún hombre era más que nadie. Que tenían mucha guasa y “así el cante no me sale”.

Un día, comiendo en la Venta de Vargas, a Enrique Montiel le proponen escribir la biografía de Camarón. Sin pensarlo demasiado, aceptó. El resultado es Camarón.Vida y muerte del cante, uno de los retratos más fidedignos y cercanos que se han escrito sobre el cantaor de La Isla.

Aprovechando el veinticinco aniversario de la muerte de Camarón, citamos al escritor isleño para conversar con él.

¿Somos conscientes en La Isla de la dimensión de Camarón como artista?

En La Isla, nunca se ha tenido una conciencia clara del artista inmenso que era Camarón. Con su muerte, la gente se fue dando cuenta de lo que se había perdido. Se produjo una reacción de contagio. No de adentro hacia fuera, sino de fuera hacia dentro. Vino gente de todo el mundo a llorarlo aquí, a La Isla. Gitanos y payos. Todos absolutos devotos suyos.

¿Qué espera del veinticinco aniversario de la muerte de Camarón en nuestra ciudad?

Veinticinco años después, La Isla no le ha devuelto a Camarón todo lo que él le dio. No se ha puesto las pilas y no ha hecho los deberes. Lo que Camarón ha hecho por esta ciudad, la ciudad no lo ha valorado. A día de hoy, no hay un museo que abarque toda su figura. Vas a Linares, y Raphael tiene

su museo en una ubicación histórica, o a Liverpool y pasa igual con los Beatles. Aquí nada. El museo Camarón debería ser una referencia en toda España. El mundo del flamenco le tiene mucha gratitud a Camarón, y sin embargo en su ciudad natal no, y eso que la llevaba en su apellido.

¿Qué supone en su trayectoria haber escrito la biografía de José Monje?

He escrito mucho, sin embargo en el mundo flamenco se me identifica con eso. De hecho, para los gitanos soy «el gachó del libro», y sin duda es para mí una carta de presentación. Aunque el mérito es de Camarón, no mío. Me lo propuso Pepe Oneto un día comiendo en la Venta de Vargas. Dije que sí de un modo ingenuo, no sabía en ese momento al miura que me estaba enfrentando, pero al final todo salió bien y las primeras ediciones se agotaron enseguida. Ahora se ha vuelto a reeditar por la Diputación de Cádiz una versión aumentada, y también se ha agotado.

También produjo el disco de Camarón en La Venta de Vargas. ¿Cómo surge el proyecto?

Yo sabía de la existencia de una grabación privada de Camarón cantando en La Venta, porque me lo había contado Joselito Picardo, que en paz descanse. Era una bobina y la tenían arriba en una cómoda guardada en una sábana. Llamé a Ricardo Pachón para ver si podíamos reproducir la cinta en su estudio y tuvimos que buscar un reproductor más antiguo para escuchar lo que allí había grabado. La grabación la hizo en su día Juan Vargas y había muchas cosas, desde programas de radio, hasta distintos cantes. Hasta que de repente salió la voz de Camarón. Aquello fue increíble, una especie de milagro. Se escuchaban camiones, ruidos de la carretera, grillos, era todo muy auténtico. Conseguimos todo un documento.

¿Cómo influye en el cante de Camarón su madre, Juana Cruz?

Camarón le cuenta a José María Velázquez-Gaztelu que su madre canta y este, que estaba grabando por toda España Rito y Geografía del Cante, viene a La Isla a grabarla en una fiesta en la calle Amargura. Canta Juana y se percibe el cante de Camarón. Ahí está la matriz de su cante. Las características de Juana cantando: la afinación, la voz laína, el sentido del ritmo, el compás perfecto, la dulzura en el cante, las heredó Camarón. Paco Cepero decía que Camarón tenía «una cajita de música» en la garganta. Esa «cajita de música» la hereda de su madre.

Si Camarón siguiera vivo hoy, ¿hacia dónde cree usted que hubiera evolucionado su cante?

Hubiera perdido facultades físicas, pero no en sabiduría. Camarón es un ejemplo claro de crecimiento continuo en la sabiduría del flamenco. Se interesó por la música griega, árabe, africana… era un estudioso, un músico de verdad. Después de sus discos más rupturistas, quería volver al flamenco originario. Sabía que ese es el flamenco inmortal. Lo demás solo tiene un periodo de vigencia temporal; el flamenco de verdad, es el flamenco de verdad.

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ENTREVISTA A ENRIQUE MONTIEL
25 años después, La Isla no le ha devuelto a Camarón todo lo que él le dio
Enrique Montiel // Ignacio Escuin

Homenaje a Jesús Monje, Pijote

Tarde de emociones a flor de piel la del pasado 29 de abril, con el poniente y el levante arremolinándose en las callejuelas. Porque se rendía homenaje a Jesús Monje, Pijote. Un tributo obligado a un artista de la más noble estirpe flamenca isleña. Organizado por un grupo de aficionados en colaboración con la Academia de Baile Cumbre Flamenca y la Peña Trini de la Isla y el Área de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando, y bajo la dirección de la bailaora y maestra de baile Carmen Peña, dieron brillo a una jornada espléndida.

Jesús Monje Cruz, el Pijote, hermano de Camarón de La Isla, recibió este merecido homenaje en su tierra y rodeado de los suyos como reconocimiento a su dilatada carrera como cantaor. Desbordado por la emoción, se le hizo entrega de un cuadro con una fotografía donde aparece con su hermano Camarón y una placa conmemorativa.

Con los sentidos desbordando las azoteas y las almenas isleñas, y con un cartel de lujo, destacaron en el cante Jesús Castilla, Paco Manano, Antonio, el Patilla, el Aula de Flamenco y Fusión de Carmen la Shica y Gabino Pérez, Inma Lara, Paqui de La Isla, Javi Bey y La Tico. Hubo que disculpar las ausencias de Juan Villar y Antonio Alemania. Al toque El Pelu, David Cueva, Gabino Pérez y José Manuel Gómez. Y a la percusión, Nacho López, Israel Garry, Juanmi y Luis, el Pijote. En el baile tuvieron la mayor de las relevancias La Compañía Flamenca Joven

Embrujo Lucía Moreno, Cumbre Flamenca Carmen Peña, Marisma Pepa Peña, Escuela Tronío de las hermanas Vélez, Asociación Solera Marisa Sáinz, La primera Cumbre, Cumbre de Silvia Peña y las bailoras Luisa Lebrero, Inma Caña e Isi Rosano. Todas las bailaoras se entregaron en este homenaje ya que todas han bailado y aprendido al compás del cante de El Pijote. Una jornada desbordante de arte y flamenquería donde la entrega de los artistas fue incondicional, dichosa y sin disimulos. Aportando lo propio, y lo ajeno. El genio, la luz, lo salobre y la dulce evaporación de los esteros. Artistas de La Isla para una figura única como la de Jesús Monje, Pijote, de La Isla que no se fue, de La Isla flamenca que ha estado y estará siempre.

REVISTA LA FRAGUA 11 HOMENAJE A PIJOTE
// Ignacio Escuin
Carmen Peña hace entrega del cuadro conmemorativo a Jesús Monje. el Pijote

CON CAMARÓN

Desde La Fragua seguimos contactando con músicos y gente del flamenco en general para que nos cuenten la influencia que ha tenido Camarón en sus vidas, en su arte, cómo lo conocieron, qué hicieron juntos, en fin… sus experiencias con el Maestro.

Segundo Falcón // Cantaor

En la etapa de los festivales flamencos, allá por el año 83 y 84, tuve mucho acercamiento con Camarón, tendría yo 12 o 13 años. Algunas veces llegaba y se sentaba en los camerinos un poquito y cogía la guitarra y se ponía siempre a cantar y a tocar. Y nosotros, Joselito Vélez, el Niño del Mauro y yo, llegábamos y le preguntábamos si podíamos escucharlo y él decía «claro, picha, venirse aquí». Y nos sentábamos allí a escuchar aquellas cosas que él sacaba de «Luna que brilla en los mares…» Porque tocaba muy bien y además le decía a Tomatito, «mira, Tomate, escúchame pa que aprendas esto que te lo voy a tocar». Y me acuerdo que en el festival de Marchena, que tendría yo unos 12 o 13 años y, tú sabes, en los camerinos era muy típico la botellita de vino y además eso nos lo decían siempre los viejos: «Pa cantá, te tomas tu copita de vino». Y me vio Camarón a mí echarme una copita de vino, que además estaba caliente, en un vaso de plástico de esos como los que ponen en la feria. Que yo lo que hacía era saborearlo, ni me gustaba el vino ni nada. Y es ahora y no me gusta. Total, que me miró Camarón y me dijo: «Escúchame, niño, no bebas hombreeeee, no bebas, que el alcohol te puede sentar mal. Tú no bebas. Tú te tomas tu refresquito.» Y yo le decía: «Maestro, es que me han dicho que una copita de vino es bueno pa cantar.» Y él: «No, no, eso es mentira, quien te lo ha dicho es porque es un borrico. No bebas hombre, te lo digo yo de verdad, que beber no trae na bueno. Tú no bebas». Ese es el consejo que me dio y a mí esas palabras siempre se me quedaron grabadas. Las recordaré siempre. Además, le gustaba escucharte cantar y me decía: «A ver qué fandanguito traes hoy, ese fandanguito que te escuché yo del Gloria, o cántame ese fandanguito del Carbonerillo, a ver, cántamelo ahí, y espérate que yo te lo toque». En esa época tenía yo voz de niño y la cejilla por fandango iba al nueve. Y decía: «Espérate, Tomate, a ver como la transportamos que yo no puedo, Tomate» .

Luis García Caviedes // Articulista y poeta

La melancolía se hizo compás / y el quejío nácar, / en San Fernando; / en un gitanito rubio / de bronce claro. / La Bahía callada y sonora / cinceló / su sonrisa de niño travieso; / y preñada de salitre y cal / escuchó / el suave desgarro flamenco. / Porque, para José, cantar, / como el toreo, / es doblarse por bajo con el miedo / y vencerlo. / Y sentir quemazón de vida / por los adentros. / Tu recuerdo permanece inalterable. / Tu eco, tembloroso y seguro, / aquí está, se hizo eterno. / Le diste nombre a tu Tierra, / ¡Duerme tranquilo, Cantaor! / que a San Fernando la llaman… / La Isla de Camarón.

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WOLFGANG AMADEUS CAMARÓN Faustino Núñez // Musicólogo

Al nacer en el lugar exacto, en el momento ideal, en un ambiente propicio; en La Isla, en 1950, en el seno de una familia gitana se logró el milagro, cuando las fuerzas de la naturaleza se pusieron de acuerdo para que viera la luz un niño de nombre José destinado a convertirse en un cantaor revolucionario, tal y como ocurrió doscientos años antes en Salzburgo en el seno de una familia de músicos con aquel niño prodigio de apellido Mozart.

El Camarón de La Isla de León mamó el cante gaditano en la ciudad del mítico Fillo, aprendió los estilos de la tierra en una época en la que el compás se encaramaba a lo más alto en los gustos del público, con quince años estaba hecho todo un profesional, aprendiendo a ganarse la vida con su voz única, su timbre personalísimo, su acento preñado de sal, el saber y el sabor del cante verdad. Perfeccionó su arte en Madrid poniendo al día un repertorio que, vivito y coleando, venía pasando de boca en boca durante más de cien años, confeccionando un estilo propio sin esfuerzo, con la naturalidad de quien sabe que tiene el don de la música, del cante jondo. Aprendió a cantar por todos los estilos, en el tablao y en casa de Luzia la portuguesa, y levantó el vuelo revolucionando el repertorio, abriendo caminos, explorando nuevas fórmulas de expresión jonda, actualizando los cantes y proyectándolos al siglo XXI.

Se juntó con lo más escogido de la corte flamenca y, acompañado de las mejores sonantas, puso en práctica sus ambiciones artísticas, sabiéndose diferente, conociendo el paño como pocos, porque su niñez era la fragua, los esteros de Sancti Petri y las salinas de San Fernando, los barrios de Cádiz y los sones de la tierra que le vio nacer. Estaba destinado a convertirse en mito, con arte y majestad, y su muerte prematura consolidó para siempre la memoria, un gitanito rubio que fue tocado por el dedo de Dios. De él nos puede hablar con rigor Javier Osuna, a quien paso el testigo para que nos ilustre.

Ángel Aparicio Segundo // Empresario

En la plaza, en el mercado central, con seis o siete añitos ya se cantaba como los ángeles Camarón… ¡pero rubio rubio… más bonito que sus mulas!… A los que nos gustaba el cante, nos acercábamos y siempre estaba cantando. Ya de mayor, le guardaba los coches en el garaje San José que durante años estuve llevando, y por allí aparecía a menudo.

Antonio Menéndez // Hijo de Capinetti

Ya siendo Camarón un artista consagrado, cuando venía a La Isla a ver a su madre, siempre se pasaba por mi casa para estar un rato con mi padre. Porque Camarón era muy aficionado a la guitarra, y le encantaba la de mi padre. Cuando la iba a tocar, mi padre le decía: ¡Ten cuidado con la correa, no la vayas a rayar! ¡A ver cómo tienes las uñas! ¡Quítate esos anillos! Era muy especial mi padre con su guitarra, que por cierto, todavía la conservo.

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Como él mismo reconoce, Rancapino pertenece a un tipo de flamenco que ya hace mucho tiempo que ha desaparecido. Es, sin duda alguna, uno de los últimos representantes de una generación de cantaores, donde el oficio se aprendía estando en el sitio que se tenía que estar, y a la hora que se terciara, y donde el jornal no siempre estaba asegurado, por mucho que se cantara. Como su hijo Juan Luis apunta, «el cante de mi padre es un cante sin pulir, es una voz rajá y dulce. Es un cantaor que hace de sufrir al espectador, porque parece que no va a llegar al tercio, y al final llega… y te llena el alma. Es el flamenco en sí».

Alonso Núñez Núñez, nace en Chiclana de la Frontera (Cádiz), en 1945, y lleva prácticamente toda su vida cantando. Un tío de su padre le puso Rancapino, porque decía que parecía «un pino quemao», tan negro como era. En 1972 graba su primer disco con la guitarra de Paco Cepero, y lo volvería hacer en 1995 de la mano de Turner Record, con una portada hecha, nada más y nada menos, que por el artista mallorquín Miquel Barceló. En 2012, su paisano Pedro Antonio Quiñones Grimaldi, escribe su biografía Ronco de andar descalzo, que incluía un CD con cantes inéditos.

Citamos al cantaor chiclanero en su bien conocida Venta de Vargas. En la Venta fue donde precisamente se inició en el cante profesional, hace más de cincuenta años.

Toda la vida dedicada al cante. ¿Recuerda sus inicios?

Empecé con nueve años por los rincones de Chiclana. Me iba por los bares y la gente me pedía que le cantara un

RANCAPINO

La dulzura rota del cante

fandango. Me daban un real o dos y me iba muy contento. Con diez años más o menos, me presenté a un concurso de cante aquí en Chiclana. Se presentó también Turronero, y lo ganó él. Ahí fue la primera vez que me subí a un escenario.

En esa época, ¿qué flamenco escuchaba usted?

Sobre todo a La Perla de Cádiz. Ella venía al Pájaro, porque allí vivía mi abuela, La Obispa. Venía a escucharla cantar. Mi abuela no era profesional, era una gitana de su casa, pero cantaba y bailaba pa rabiá y venían todos los gitanos a escucharla. A La Perla y a su marido Curro les encantaba. Más tarde, ya con 15 años, mi ídolo era Caracol. Después, con el tiempo, lo conocí y hasta llegué a trabajar en Madrid en su Tablao Los Canasteros.

¿Cuándo sale por primera vez a cantar como profesional?

Salgo por primera vez de Chiclana con Antonio Pulpón, que era el bastión de los bastiones de los representantes de los cantaores. Él me buscó varios contratos. Manolo Portela también me dio mucho trabajo y me buscó una casa discográfica para grabar mi primer disco.

Con diecisiete años me fui con Curro, un camionero de aquí que iba para Madrid. Cuando llegué, me vio mi hermano Orillo, y me dice: ¿Qué haces tú aquí?» Y le digo: «Aquí, a dar una vueltecita», y me quedé cantando en el tablao de Las Brujas. Cobraba 20 pesetas.

Porque Chiclana siempre ha sido muy flamenca, pero había que salir fuera para triunfar, ¿no?

Antes sí era muy flamenca, ya cada vez menos. El flamenco

// Carlos Rey // Juan Silva En San Fernando, con Francisco Jiménez, Rampli. Verano de 2012

que había hace 40 años, eso desapareció y no hay nuevos valores, excepto Antonio Reyes y mi hijo Alonso, que lo están haciendo muy bien los dos. En mi época, también estaba mi hermano Orillo. Él era de Chiclana, pero se casó en El Puerto, y le pusieron Orillo del Puerto. Él, solo, era un espectáculo. Cantaba y bailaba «el cochecito lerén» por bulerías, se lo inventaba, tenía mucho arte. Estuvo muchos años en el Ballet Nacional con Antonio Gades, y en los tablaos de Madrid con el Chato de La Isla, con Paco Toronjo y muchos más. En esa época, para triunfar, había que irse a Madrid.

En la actualidad, los flamencos tienen mucha facilidad para aprender con las nuevas tecnología. Antiguamente, ¿cómo se aprendía el cante?

Escuchando mucho en las juergas. Al final se te pegaba lo que se te pegaba, lo que te gustaba más y, al salir para la calle, ibas tarareando lo que se te había quedado. Y así se aprendían los estilos, porque el cante no se aprende, se aprenden los estilos. El cante tienes que nacer con él. Igual pasa con la guitarra, había que acompañar mucho al cante para hacerlo bien. Paco Cepero ha sido el tocaor que mejor ha entendido a los cantaores. En las bulerías es un genio. Ese palo es muy difícil para cantar, bailar, tocar y hasta para jalear. Ahí se ve todo.

en la Algaba, echaron unas vaquillas y la empecé yo a torear, y él se metió por medio y me la quitó, y le dije: «¡José, déjamela a mí, o aparte de cantar también vas a ser torero!».

Usted conoció la Venta de Vargas en la época de Juan Vargas y María Picardo. ¿Cómo era el ambiente flamenco en esa época?

¡Claro! Conocí a Juan Vargas y a su mujer María. A mí me trajo mi primo Juan Farina, que era bailaor y estaba ya fijo en la Venta buscándose la vida. Aparte de bailar, era un poeta de lujo, muy gracioso. También estaba El Chato, y muchos más. Yo llegué más tarde. Había que esperar el momento justo. A veces la cosa no empezaba hasta las tres de la mañana, cuando llegaban los señoritos y las parejitas del Pay-Pay o de algún otro sitio. Entonces empezaba la juerga, ahí en los reservados. Se empezaba a las tres, y se terminaba a las siete o las ocho. Más de una vez, que llovía, los cuartos se llenaban de agua, y tenía que cantar en lo alto de una silla. Para cobrar, había que esperar a terminar. Y a veces, ni eso. Una vez, un señorito le dijo a mi primo Farina: «Bueno, pues ya mañana nos vemos», y él le dijo: «¡Pero hijo, no me está viendo ahora!». Fíjate, mi primo que tenía 4 o 5 chiquillos… ¡qué gracia!

Toda la vida junto a Camarón da para mucho. Cuéntenos.

Toda la vida juntos los dos, así es. Yo tenía 5 años más que él. Yo me peleaba mucho con él, pero siempre venía en busca mía. Íbamos mucho a la barbería de Miguel Pérez, en Chiclana. Miguel tocaba la guitarra y a José le gustaba mucho la guitarra también. Cuando se ponía a cantar Camarón, salía todo el mundo a escucharlo y no se cabía en la calle Ancha.

También compartían la afición por los toros, ¿no?

Camarón de niño quería ser torero. Tanto es así, que llegó a torear en un festival un novillo. Una vez, en una finca

Tendrá muchas anécdotas con él, ¿no? Cuéntenos algunas.

Sí, muchísimas. Lo que pasa es que cada vez me falla más la memoria, pero de algunas sí me acuerdo. Lo hemos pasado muy bien juntos. Fíjate que la primera vez que sale Camarón fuera, fue con Miguel de los Reyes. El que se iba a ir cantando era yo. Porque le cantaba a mi primo Panseco, pero se tenía que ir a la mili. Y yo fui a hacer la prueba con Miguel, y Camarón me acompañó. Después de cantar yo, le dije: «José, cántate tú un poquito». Y cuando Miguel lo escuchó, me dijo: «Rancapino, tú no te vienes, se viene este».

Más tarde, ya en Madrid, Camarón estaba de figura en Torres Bermeja y yo cantaba para el baile. Nos quedábamos en un piso de un palmero de Bambino, que se llamaba Chico. Algunas noches, nos juntábamos allí, la Bernarda, la Fernanda, Turronero, ¡qué fiestas más buenas!

En Madrid, también, estábamos haciendo un espectáculo que se llamaba Trono gitano. Íbamos Jarrito, Manuela Carrasco, yo y más gente que ahora no me acuerdo, y me dice Camarón: «Te doy cinco mil duros si me cantas un fandango con las manos metías en los bolsillos…», y saqué las manos por debajo, partí los bolsillos. Me tuvo que dar los cinco mil duros.

¿Se le reconoció en vida a Camarón en La Isla?

Le han dado su sitio a Camarón. Pasó mucho, pero se le reconoció, sobre todo ya después de grabar; lo que pasa es que aquí no se valora tanto el flamenco. En el extranjero, por ejemplo, se le valoraba mucho más y se le sigue valorando. Yo lo que digo es que Camarón es el cantaor de este siglo, del pasado y del que va a venir.

15 REVISTA LA FRAGUA RANCAPINO
En la Venta de Vargas. Verano de 2012. // Juan Silva
“...porque el cante no se aprende, se aprenden los estilos. El cante tienes que nacer con el”.

FLAMENCO CAMARÓN DESDE

LA ISLA DE ¡ Ay, José !

¡Ay José! es el último proyecto musical de la polifacética artista chiclanera María la Mónica, que en esta ocasión se inspira en la conmemoración del veinticinco aniversario de la muerte de José Monje Cruz, Camarón de La Isla, para ofrecer una recopilación de las mejores coplas del artista. Y así, fiel a su estilo, sorprende con la calidez de su voz y la conseguida interpretación de los temas. Además, está apoyada por las manos de un increíble Adriano Lozano, en uno de sus mejores momentos, la percusión siempre oportuna de David León y la magnificencia de Ale Tamayo al contrabajo.

La actuación de este extraordinario cuarteto el pasado 12 de mayo en la Venta de Vargas tejió un suntuoso manto flamenco sobre el patio del local con los sones flamencos y jazzísticos de su repertorio. Hizo a los asistentes tatarear las letras del artista y conseguir esa comunión, esa complicidad que siempre no se consigue.

Cabe destacar la interpretación del tema Tacón de los cabales, escrito por Carlos Rey y Trysko. El tema fue acompañado al baile por algunas socias de La Fragua presentes entre el público, que bailaron la coreografía creada por Antonio Canales.

Camarón de Oro. Peña Camarón de La Isla

Los pasados 2 y 3 de diciembre, la Peña Flamenca Camarón de La Isla hacía entrega de su máximo galardón (el Camarón de Oro) a José Rosa Gómez y Pedro García del Río respectivamente.

La Junta Directiva de esta entidad decidía por unanimidad la imposición de esta insignia a ambas personalidades por su labor artística, de estudio, fomento y divulgación del flamenco en nuestra ciudad y fuera de ella.

Es importante resaltar que esta condecoración ha sido ya impuesta a numerosos artistas de nuestro país. José Mercé, Miguel Poveda, Sara Baras, Niña Pastori y un largo etcétera disfrutan ya de este prestigioso laurel.

Los actos de entrega tuvieron lugar en la sede de la peña, a los que asistió numeroso público así como algunos representantes del consistorio de la ciudad.

Con la actuación de algunos de los artistas más destacados de La Isla, se pudieron conseguir las veladas que todo el mundo esperaba. Joaquín de Sola, el Niño del Parque y Jesús de Lucas, entre otros, fueron los encargados de ponerle «flamencura» a ambas noches.

16 REVISTA LA FRAGUA
FLAMENCO DESDE LA ISLA DE CAMARÓN
// Antonio Tocino // Antonio Mota

ISLA DE CAMARÓN

Tacón de los Cabales. Un himno a Camarón

Conmemorando el 25 aniversario del nacimiento del mito, o recordando la terrible perdida de José Monje, Camarón de La Isla, según se vea, en San Fernando se arremolinan los vientos junto con las ideas y las acertadas intenciones de los flamencos. Tacón de los cabales, un tema interpretado por María la Mónica con la guitarra de Adriano Lozano, en pocos días se convierte en el himno a Camarón en 2017. Sus autores, Juan Antonio Iglesias, Trysko y Carlos Rey, se han encargado de

emocionar a isleños y foráneos, conquistando al mismísimo bailaó Antonio Canales, que, de la mano de Chico Javier Fernández, con Flamenco de La Isla, estuvo en San Fernando el pasado 20 de mayo realizando un baile colectivo (Flashmob) en las inmediaciones del histórico puente Zuazo. Academias de baile de todo el mundo se pusieron en contacto con La Isla para interesarse, al margen de los profesionales del baile de San Fernando y ciudades de la provincia; fueron muchos los amigos y bailaores que desde toda España se acercaron ese día a las instalaciones del Real Carenero. La nota significativa es la respuesta de academias de baile desde Argentina, India, Chile, China…, que han mostrado su entusiasmo queriendo participar con sus propias grabaciones que ya han sido recibidas en video por la organización, y apuntan estar presentes en San Fernando el próximo verano.

Todo esto con una finalidad clara: la grabación de un videoclip de esta canción de la mano de FLAMENCO DE LA ISLA y BOSQUE DE MUSAS en la producción, que se estrenará dentro de la programación de la IV edición La Isla Ciudad Flamenca. Señal evidente del tirón de La Isla como ciudad flamenca y de la fuerza de la llamada del maestro Canales.

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FLAMENCO DESDE LA // Antonio Mota // Juan Silva Coreografía de Antonio Canales. Cortinas Negras Video Tacón de los cabales: https://www.youtube.com watch?v=tpNzFmBcvyA

Aula de Flamenco y Fusión. El valor de la cantera

Lo más normal cuando se juntan una cantaora y un guitarrista flamenco es que monten un repertorio y hagan actuaciones. En el caso de Carmen, la Shica y Gabino Pérez, además de eso, han creado un sugerente proyecto que han bautizado como Aula de Flamenco y Fusión, donde decenas de niñas (solo hay un niño por ahora) aprenden los diferentes palos del flamenco y cantan sus canciones favoritas, versionando de este modo canciones de Alejandro Sanz, Niña Pastori, Nolasco o India Martínez, entre otros.

Carmen, la Shica, empezó en el cante en los coros rocieros, donde rápidamente destacó. Su deseo de seguir aprendiendo le llevó a dar clases con Aguilar de Vejer y Pedrín García. Aunque el flamenco es su gran pasión, también le gusta la copla y todo lo que últimamente se ha denominado fusión. Ya en solitario, ha trabajado con músicos de la talla de Víctor Rosa o Javi Fajardo. Sin embargo, el encuentro con Gabino Pérez le ha abierto posibilidades al margen del escenario. Gabino no es un guitarrista al uso. Empezó muy joven en el bar que su padre tiene en Las Callejuelas y, después de recibir clases con Ramón de La Isla, empieza a tocar en la academia de Carmen Peña, su «profesora de guitarra». A los tres meses ya estaba tocando en los escenarios. De ahí pasó a la academia de Cocha Baras y llegó a tocarle a Sara Baras. Después de esto, desapareció de los escenarios y, tras doce años sin tocar la guitarra, se encuentra con Carmen y deciden crear el Aula de Flamenco y Fusión.

Con sede en la Tertulia Flamenca del Trini, en La

Isla, el Aula organiza a sus alumnas por niveles. Gabino lo tiene claro: «El flamenco hay que dárselo con motivación. Si vamos a cantar una granaína, es más fácil que le guste una de Rocío Márquez que una de Fosforito». La fusión sirve para «engancharse» , nos cuenta Carmen, y resalta la importancia de la constancia y el esfuerzo para mejorar. «Todas no tienen las mismas cualidades, pero al final, todas consiguen cantar y pasarlo bien».

Fruto de ese esfuerzo, es la grabación de su primera maqueta, con la colaboración del pianista Javi Fajardo, los guitarrista Juani de La Isla y Antonio Carrillo y el percusionista Israel Medina. Esto dio paso al espectáculo Una Isla con encanto, presentado con éxito absoluto en la última edición de La Isla Ciudad Flamenca, agotándose las entradas con semanas de antelación. Dos de las alumnas aventajadas del Aula, las hermanas Lidia y Ainhoa Gómez, cerraron el festival junto al cantaor Paquito de La Isla.

Todo este bagaje ha hecho posible la creación del primer grupo que sale del aula. Se llama Al Aire, y lo forman Lidia Gómez, Ainhoa Gómez, María Romero, Anabel Prieto, Enma de Gabi y Claudia Pérez. Ya montan espectáculos propios y han participado haciendo los coros en la grabación de la canción Tacón de los cabales que ha grabado María Lamónika para el veinticinco aniversario de la muerte de Camarón. Para este año Camarón, ya tienen su propio espectáculo, Aprendiendo de José

En La Isla podemos estar tranquilos. La cantera está asegurada. ¡Ole!

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// Ignacio Escuin

FLAMENCO DESDE LA ISLA DE CAMARÓN

Certamen fotográfico EllegadodeCamarón

La Asociación Fotográfica Isla de León, AFIL y LA FRAGUA, Asociación Cultural Flamenca, en colaboración con la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando y la empresa Flamenco de La Isla, han convocado el certamen fotográfico El Legado de Camarón, como una actividad más enmarcada en este año de conmemoración del XXV aniversario de la muerte del cantaor isleño y universal. Se pretende con esto que los objetivos fotográficos enfoquen y encuadren cualquier imagen que esté relacionada con la vida, el arte y la herencia cultural y urbana de Camarón de La Isla.

El jurado, que estará compuesto por fotógrafos de reconocido prestigio, seleccionará 30 fotografías, incluyendo las premiadas, que serán expuestas en la Casa Natal de Camarón de La Isla durante los meses de julio y agosto, dentro de la programación del Festival La Isla Ciudad Flamenca.

La entrega de premios se celebrará el 2 de julio, fecha de la muerte del cantaor, dentro del acto de inauguración de la exposición fotográfica. Las fotografías premiadas serán publicadas además en el próximo número de nuestra revista La Fragua

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Concurso de letras flamencas La Fragua de La Isla

Isla a la mejor letra dedicada a la figura del cantaor. Paulino Cubero fue el afortunado ganador del trofeo con la imagen de Camarón, obra del escultor isleño Antonio Mota.

El pasado 1 de abril, se entregaron los premios del IV Concurso de Letras Flamencas La Fragua de La Isla en un emotivo acto celebrado en el patio de la mítica Venta de Vargas en el que se pudo contar con la presencia de todos los galardonados y algunos miembros del jurado.

El Premio Manuel Machado, máximo galardón del concurso, fue para el sevillano de Paradas, Máximo López, que obtuvo el trofeo obra de Nuria Molinero; el segundo premio se otorgó a Paulino Cubero, quien ya fuera ganador del primer premio en la primera edición del concurso, y el tercer premio recayó en el cordobés de Cala, Pedro Reche.

Este año señalado, la asociación organizadora quiso establecer el Premio Especial Camarón de La

El acto dio comienzo con una lectura de las letras finalistas del concurso por parte de los socios de La Fragua, lectura que emocionó al numeroso y entregado público que llenó la Venta. Ya en la entrega de premios, y tras las emotivas y agradecidas palabras de los ganadores, la noche terminó como tenía que terminar, con el broche de oro de un recital flamenco de categoría de la mano de Laura Vital y Eduardo Rebollar. La cantaora sorprendió a los presentes, y en especial al ganador del concurso, cantando unos cantes de trilla, cuyas letras estaban incluidas en el trabajo ganador.

En esta cuarta edición del concurso que convoca La Fragua, se consolida el éxito tanto en número de trabajos presentados, 41 en esta ocasión, como en el nivel de calidad de los mismos. Al igual que las anteriores ediciones, esta ha contado con un jurado de excepcional calidad, formado por personalidades destacadas del mundo cultural y flamenco. Antonio Murciano González, como presidente del jurado, y José Antonio Hernández Guerrero, ambos presentes en el jurado desde la primera edición del concurso, estuvieron acompañados en la labor por el poeta y compositor Casto Márquez Ronchel, la cantaora sanluqueña Laura Vital y el cantaor jerezano Ezequiel Benítez.

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LA FRAGUA
FLAMENCO DESDE LA ISLA DE CAMARÓN
// Carmen Mateos Máximo López, Premio Manuel Machado 2017

TRASMALLO 2017. Cita flamenca de La Fragua

Otro año más, y como marco a este acto tan especial de la entrega de premios del concurso de letras flamencas, La Fragua ha celebrado su cita flamenca de la primavera, el TRASMALLO. En esta ocasión algo más internacional, ya que ha contado con la presencia en nuestra Isla del dibujante francés y cofundador del Festival Flamenco de Nimes, Eddie Pons, que nos ha mostrado su proyecto, Flamen´comic, a través de una exposición de sus dibujos en dos espacios, el Güichi del Loro Rojo y la Venta de Vargas, así como de la proyección de la serie animada Flamen´comic en la EnSalaEra de Antonio Mota. Recogemos en las páginas de esta revista dos de los dibujos de este artista.

Además de esta exposición, los 10 trabajos finalistas del concurso, incluidos los premiados, estuvieron expuestos al público en la céntrica cervecería Gran Vía. Destacarón también en la programación las actuaciones de la Escuela de Flamenco y Fusión de Carmen la Shica y Gabino Pérez, con su espectáculo Aprendiendo de José, el cantaor onubense Cristian de Moret, que amenizó la tarde del sábado con un exquisito recital en el Güichi del Loro Rojo, y Laura Vital con Eduardo Rebollar, que cerraron el acto de entrega de premios en la Venta de Vargas.

Ya el domingo, como cierre de este festival que cada año va teniendo más aceptación, y no solo entre los cañaíllas, María José Coca impartió un taller de castañuelas en plena calle, que culminó con una actuación de la propia artista inspirada en los cantes de Camarón, a modo de homenaje colectivo a José Monje Cruz. El público asistente coreó los tangos y rumbas más populares del cantaor, a lo que continuó un fin de fiesta al que se sumaron artistas como el bailaor Jesuli Carrillo. Un Trasmallo que afortunadamente ha recogido buenos frutos para el disfrute de todos.

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FLAMENCO DESDE LA ISLA DE CAMARÓN
Autor de la ilustración: Eddie Pons

Flamenco en imagen

Desde este rincón queremos mostrar aquellas manifestaciones plásticas de artistas que en su obra sienten el flamenco: pinturas, esculturas, fotografías.

La visión de tres escultores sobre la imagen de Camarón

La visión de tres escultores sobre la imagen de Camarón ocupa el espacio «Flamenco en imagen» que ofrecemos en este número de la revista La Fragua.

Quien suscribe, Antonio Mota, a finales de 1990 recibía el encargo de realizar una escultura a Camarón de La Isla. Durante 1991, se trabajó la obra a Camarón que hoy puede contemplarse en la plaza Juan Vargas. Obra de proporciones mayores al formato natural, representa al cantaor sentado, con el gesto de José Monje instantes antes de comenzar el cante, sentado en una alegórica silla formada por un sin fin de texturas que simulan a la tierra que le vio nacer. Cañaíllas, caracolas, muergos, ostiones, burgaíllos y fango hacen de

asiento del cantaor. En su base, un niño en bronce a escala natural le observa. Esta escultura, realizada en vida del genio, fue colocada en 1993, un año después de su fallecimiento.

La segunda obra que nos ocupa se encuentra en el cementerio de La Isla. Escultura de tamaño natural, obra de Alfonso Berraquero. La imagen, dentro del conjunto arquitectónico funerario, está integrada en una espadaña-hornacina. Obra de carácter manierista, se adhiere en perfecta conjunción al resto de elementos de la obra funeraria. Un Camarón de connotaciones imagineras, fiel reflejo de la extensa obra del autor. El personaje, sentado en una silla, muestra elementos propios de la indumentaria del cantaor.

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FLAMENCO EN IMAGEN
Camarón por Antonio Mota Camarón por Alfonso Berraquero // Ignacio Escuin

Flamenco en imagen

El linense adoptivo, Nacho Falgueras, realizaría para La Línea de la Concepción la escultura a Camarón. El escultor representa al genio con un brazo extendido y con el gesto desfigurado que provoca el cante. Sus medidas, escala 1/1, aunque el espacio abierto del paseo donde se encuentra le hace parecer más pequeño. Sobre un pedestal de piedra de base troncopiramidal, también sobre una silla de bronce, la encontramos frente a la bahía linense que nos conduce a Gibraltar.

La particular visión de cada uno de los escultores me lleva a pensar en la grandeza del arte, en la capacidad expresiva de cada creador. Ningún artista ve las cosas como son en realidad; si lo hicieran, dejarían de ser artistas. Usar como referencia la morfología de la naturaleza para el retrato es un error, ya que lo importante en una obra de arte no está en retratar fielmente la realidad, sino en reinterpretarla. Esto lleva al desagrado o al gusto de unos y otros, pero lo importante en la obra está en el concepto artístico, y el tiempo, como en todo, se encarga de buscar el lugar correcto de las cosas.

Es evidente que la obra de Nacho Falgueras y la de Alfonso Berraquero no tienen nada que ver entre ellas y, a su vez, son distintas a la que yo realizara. Esa es la magia: la forma de expresar distinto de cada hacedor. Ambos fueron buenos artistas y buenas personas y dedicaron su vida a la escultura

cada uno a su forma y a su estilo. Hoy les recuerdo con la satisfacción de haber compartido con ellos en muchas situaciones.

Me alegra formar parte del trío de escultores que inmortalizaran al artista de La Isla.

Perfiles. Fotografía de Juan Silva

El fotógrafo isleño Juan Silva, con la fotografía Perfiles que mostramos en las páginas centrales, escarba en la mitificación del cantaor y expone a un Juan Moneo entregado a su participación en las madrugás de la Venta de Vargas. El Torta llama a sus adentros, recuerda a Camarón, busca tonos y melismas. El cantaor, en solitario, se hace partícipe de una leyenda viva y se disipa en recuerdos estériles, mientras que la lente próxima, la cámara amiga, nos inmortaliza momentos ya vividos y ahora soñados. Aquella noche pertenece ya al archivo de lo histórico, al baúl de imposibles, a la añoranza próxima.

23 REVISTA LA FRAGUA FLAMENCO EN IMAGEN
Camarón por Nacho Falgueras // Pepe Márquez

HOMENAJE A TOPÚLIC

Don Jesús Salido Vega. Don Arcadio Trigueros de Camusía

// Raúl López de Palacios

logrado que muchos de ellos dejaran de pensar en su situación personal y estuvieran constantemente esbozando grandes sonrisas que dibujaban por las calles de La Isla en sus muchos paseos en los que sus vecinos vivieron, experimentaron y comprobaron cómo con Jesús esos niños eran más que felices.

Jesús Salido Vega, más conocido por sus amigos y familiares como Topúlic, fue nacido en San Fernando (Cádiz), tierra de arte y duende. Un hombre sobre todo flamenco; enamorao de la vida, cercano, generoso, amigo de los suyos; artista y con una capacidad creativa y de inventiva fuera de lo usual (lo que comúnmente conocemos por ange natural). Virtud esta última que le vino de casta, por parte de padre y abuelo, según cuentan los más añejos del lugar. Tal era así que sus «regalos», que algunos veíamos como arte puro, para él no eran más que banalidades cotidianas y normales de su día a día.

Fue uno de los primeros socios de La Fragua, Asociación Cultural Flamenca, y su grado de participación en la mayoría de los eventos ha sido excelente. A la hora de plasmar la idea del vodevil flamenco producido por La Fragua, Un trato de Maravilla, su buen amigo y presidente de la asociación, Carlos Rey Mier, teniendo en cuenta sus dotes para la dramatización, le ofrece el papel de Don Arcadio Trigueros de Camusía (hijo del gobernador, que frecuentaba los güichi de la localidad en la España de los 50). El vodevil tuvo una gran aceptación de público, tanto en San Fernando como fuera de la localidad.

Por otro lado, Jesús colaboró con la empresa Flamenco de la Isla, con su inseparable Javier Fernández, Chico Javier, donde en estos días estaban preparando la IV edición del festival La Isla Ciudad Flamenca; Jesús fue incansable, con gran tesón, y le ha aportado a Chico soluciones para los momentos más complicados del programa en estos cuatro años que llevaban organizando este evento.

En su día a día, trabajó de forma profesional como monitor de la Residencia Fundación de un centro de discapacidad, UPACE San Fernando. Es aquí donde sus alumnos lo tienen siempre en mente por su buen hacer, habiendo

Pues como ya podréis imaginar, desde el pasado 12 de abril del 2017, el telón ha caído para don Arcadio, su última función para los que lo queríamos ha llegado a su fin, no actuará más para nosotros. Jesús no podrá ayudar a su incansable amigo Javier por el Flamenco de La isla, sus alumnos de UPACE ya no volverán a reír igual, y las calles de La Isla quedan más desoladas. Y aunque lleno de dolor, intento sobreponerme cada día tal y como me enseñó él mismo: «Levanta la copa, haz el amor, no pierdas el tiempo y haz lo que te venga en ganas si te hace feliz, no mueras por nadie que no sea tu familia, no dejes nunca la amistad por el amor; no luches por quien no te valore». Se ha ido con los grandes a poder contar y disfrutar de sus perlitas y hacerles pasar un rato de risas entre copita y copita de arroyuelo.

Pues así era Jesús, un personaje de La Isla que nos enamoró por su arte, pero sobre todo, por su forma de dar amor.

Don Arcadio, Jesús, estés donde estés, nos vemos pronto. Un abrazo.

Una de las perlitas o, como yo las llamo, topuladas, que recuerdo con más grato cariño, fue en una de las verbenas de UPACE que celebramos durante un fin de semana para recoger fondos para las personas usuarias del centro. La comitiva del Ayuntamiento, con su alcalde a la cabeza, vino a saludar al director del centro y pasar un rato en la verbena y se pusieron a unos metros del grupo de amigos y trabajadores que estábamos en la barra. Una señora que se encontraba entre el público, algo embriagada, se acercó a la barra entre el alcalde y el director y los amigos. A voz en grito, como si no hubiese un mañana, dijo textualmente: «Muchacha, muchacha (a las camareras que estaban trabajando detrás de la barra) dame una mijita de papel pa limpiarme el chocho, que me estoy meando». El alcalde y el director, girando la cabeza hacia la señora, y todo el mundo estupefacto ante tal panorama; se hizo un silencio sepulcral y Jesús, con su velocidad característica en este tipo de situaciones, entre dientes, aunque lo pudimos oír todos los presentes, dice: «La verdad es que la muchacha es un poquito vulgar; ya podía haber dicho clínex».

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REVISTA LA FRAGUA
Topúlic en una secuencia del Vodevil Flamenco // Carmen Mateos

Reencuentro con Lamarca

Si en lugar de un retrato de Pepe Lamarca esto fuera un grabado del siglo V, y el individuo en cuestión estuviera ataviado con pieles, casco y bigote mongol, se podría afirmar que se trata de Atila, rey de los hunos. Su mirada felina de lobo estepario y una cicatriz que prolonga la comisura de su boca, en una mueca torva, dan al espectador la impresión de estar frente a un hombre torturado. No sabemos quién ni qué le infligió castigo alguno pero sabemos que era un hombre de pocos amigos.

Cuentan que el propio retratista anduvo toda la velada tras él para inmortalizarlo a su gusto, pero Agujetas le daba largas. Cuando Lamarca se marchaba cansado, lo llamó aquel y le pidió que lo retratara. El argentino, herido en su vanidad de artista, le lanzó un clic al desprecio, con un vaso de cartón de CocaCola en la mano, algo inapropiado dada su flamencura y la elegancia de su terno de rayas diplomáticas. El resultado (juzguen ustedes) es un personaje que no está cómodo en su guisa. Como un txalapartari vestido de bailarina.

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CON LAMARCA
REENCUENTRO
// Pepe Lamarca Manuel de los Santos, Agujetas de Jerez, cantaor.

Antonio Moreno. Alcalde de San Fernando 1989- 2005

Porque al cañaílla muchas veces nos cuesta valorar lo nuestro, ¿no?

Antonio Moreno Olmedo fue alcalde de La Isla de San Fernando desde agosto de 1989 hasta enero de 2005. Como él mismo cuenta, durante ese periodo, tuvo tiempo de apreciar y ver muchas cosas. Bajo su mandato se gestionaron varios aspectos importantes relacionados con Camarón de La Isla. Desde el Consistorio, se le propuso como Hijo Predilecto de la Ciudad (se le otorgaría a título póstumo), se encargó el monumento del cantaor que actualmente se encuentra en la Plaza de Juan Vargas, se construyó la peña que lleva su nombre y, lo que sin duda fue lo más difícil para el Ayuntamiento, se gestionó el entierro de José Monje el día 3 de julio de 1992, un acto sin precedente en la ciudad que desbordó todas las previsiones concebidas para ese día.

Como alcalde de La Isla durante más de una década, tuvo oportunidad de coincidir con Camarón en más de una ocasión. ¿Qué destacaría de esa época? En esa época traté mucho al Camarón artista, al conocido en todo el mundo. Pero antes conocí al Camarón niño y conocí a sus padres y hermanos. La familia de mi padre eran todos de las Callejuelas, el barrio donde nació y se crió Camarón. Mi padre se quedó huérfano y se crió con su tía Adela, que vivía pared con pared junto a la casa de Camarón. De hecho, contaba mi tía que, cuando algunas veces Juana se iba a cantar a algún sitio, era ella quien se quedaba cuidando a sus hijos. Tanto es así que, cuando murió mi tía Adela, toda la familia Monje, incluido Camarón, fueron al entierro, cosa que yo agradecí mucho. Después, como alcalde, traté mucho al personaje, al artista. Y pude apreciar en los viajes que por mi cargo realizaba que era una figura muy respetada dentro y fuera del flamenco, de hecho se le ha apreciado más fuera que aquí en su propia tierra.

Sí, es muy del cañaílla no apreciar lo propio. Había aquí un gran escritor que yo quería mucho, que decía que en La Isla hay tanta gente con galones que no nos llama la atención. En otro sitio vemos gente con galones entorchados de almirante y flipan, ¡hasta de sargento! y eso, sí lo vemos, lo de fuera. Es muy del cañaílla no reconocer a sus vecinos. Nos cuesta trabajo reconocernos a nosotros mismos. También es verdad, que hay muchos cañaíllas buenos y son personas muy normales. A Camarón, lo veías en la calle con su mujer cantando una saeta con el bullicio de la gente, y no se escondía. O a la Niña Pastori te la encuentra paseando y como si nada. Ellos mismos no se dan importancia, ni nosotros se la damos.

Camarón ha sido reconocido en todo el mundo, sin embargo La Isla no ha conseguido que se identifique al cantaor isleño con la ciudad que lo vio nacer. ¿Por qué cree usted que ocurre esto?

Te decía antes lo de la idiosincrasia del cañaílla. Institucionalmente al final es igual que las personas, porque al fin y al cabo las instituciones las forman personas. En mi época, se hicieron muchas cosas a nivel institucional, las que se pudo, otras desgraciadamente no se hicieron, aunque no por falta de ganas por nuestra parte. Es verdad que aún hay que darle ese impulso.

Incluso aquí en su ciudad, muchos conciudadanos enfatizaban más en lo negativo que en lo positivo. Había en esa época mucha gente que hablaba más de sus sombras que de sus virtudes. Todos tenemos lunares, pero no es en lo único que hay que fijarse. Yo no tuve ese problema. El desafortunado desencuentro con la policía local, que terminó con su detención, y el accidente en la carretera de Chiclana, fueron antes de que yo fuera alcalde. Pero la vida de una persona es algo más que sus sombras, hay que juzgarlas globalmente.

Siendo usted alcalde, se gestionó la realización de la Peña Camarón de La Isla. ¿Cómo se fraguó ese proceso?

En el año 1989-90 me llegó la petición por parte de los socios fundadores de que querían hace la Peña Camarón de La Isla. Tuvimos muchas

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ANTONIO MORENO
// Antonio Mota

reuniones porque había muchas dificultades urbanísticas y jurídicas. Desde el primer momento, el Ayuntamiento decidió trabajar codo a codo con los socios para sacar adelante el proyecto. Creo que las instituciones tienen que acercarse al ciudadano. Al final se consiguió. Camarón puso la primera piedra, pero desgraciadamente no la vio terminada. Murió la misma noche que estaba prevista la Velada en el Parque Sacramento, para recoger fondos para su Peña. Recuerdo el esfuerzo de los socios, de Manuel del Lunar, de Miguel el peluquero, de todos. Nosotros colaboramos con ellos. Andrés Luis Pinzones, que estaba de concejal, trabajó muy de cerca con los socios fundadores.

También se encargó al escultor Antonio Mota la realización del monumento. Cuéntenos. Sí, y el encargo se hizo estando aún Camarón vivo. Recuerdo que Antonio Mota iba a la Línea a ver a José para empezar el trabajo. Desgraciadamente, la ubicación del monumento estuvo rodeada de polémica, y además con gente que queremos y seguimos queriendo. Se hablaba de la Plaza Rey, entre otros sitios. Pero creo el tiempo nos ha dado la razón. Donde se encuentra ubicado es el lugar idóneo para verlo. La gente llega a La Isla y lo primero que se encuentra es el monumento. Para llegar a la Plaza Rey, ya no es lo mismo.

Quizás, el momento más difícil de su mandato fue encargarse de la tramitación del entierro de Camarón. Aquello fue algo sin precedente en nuestra ciudad. ¿Esperaban algo tan grande?

No, mi mucho menos. Yo ya en Sevilla, cuando fuimos al aeropuerto a recibir el féretro, me di cuenta de que eso se nos iba de las manos. A la vuelta tuvimos que coger por el puente de la Bahía, porque no se podía entrar en La Isla por el puente Suazo de la gente que había, llegada de todo el mundo. La ciudad se colapsó. Vimos que teníamos problemas de seguridad, de seguridad para las personas. Tuve que llamar al entonces Gobernador Civil, Plácido Conde, porque el comisario de aquí no quería traer más fuerzas de seguridad, y como te decía, eso se nos iba de las manos. La propia gente de su Peña, ayudaron mucho, haciendo un cordón de seguridad que acompañó al féretro desde el puente Suazo hasta el salón de Plenos del Ayuntamiento.

¿Hubo contacto con la familia?

Desde el momento que se confirma el fallecimiento de Camarón, lo que hacemos desde el Ayuntamiento es ponernos a disposición de la familia. Las decisiones sobre la ubicación del féretro, la intimidad en el cementerio, todo fue decisión de la familia. En general, la gente fue muy respetuosa. Ten en

cuenta que a las tres de la mañana no se cabía en la Plaza Rey, y yo pensaba: ¡verá mañana a la hora del entierro! Hubo momentos tensos, dentro del Salón de Plenos, porque nadie quería soltar el ataúd. Un concejal se partió una pierna, también se rompieron parte de la sillería del Salón…hubo sus cosas.

Este año se cumplen veinticinco años de la muerte de Camarón. ¿Cómo lo ve usted ahora desde la distancia que le da el tiempo pasado?

El 2 de julio de 1992 está marcado en la historia de nuestra ciudad. Está marcado doblemente. Por un lado negativo: muere José Monje, el hombre. Por otro lado se podría decir que positivo, porque nace el mito, el Camarón inmortal, el que hace que hoy sigamos hablando de él en el mundo entero. Lo perdimos físicamente, pero ganamos su inmortalidad.

¿Ve interesante la propuesta municipal de crear el Museo Camarón de La Isla?

Yo quise hacerlo en su momento, pero era muy complicado. Hicimos una mesa redonda en Canal Sur con personajes del mundo flamenco y todos estaban de acuerdo en hacerlo, pero las circunstancias en ese momento no eran favorables, y no precisamente por nuestra parte. Me parece genial que se haga. Yo lo vi y lo sigo viendo. Ojalá en esta ocasión se consiga.

Actualmente, ¿cree usted que como ciudad estamos a la altura de las expectativas que un artista de la talla de Camarón merece?

Para mí siempre ha sido Camarón de La Isla. Yo siempre lo he vendido como de La Isla. Pero hay otros intereses que ya institucionalmente se van de las manos. La Isla tiene que estar satisfecha y agradecida de tener un personaje como él. Es una pena que no se haga más, merece mucho más. Cuéntenos para terminar alguna anécdota que recuerde junto a Camarón.

Una vez le pedí que fuera Rey Mago en la Cabalgata de Reyes. Y me dijo: “Antonio pídeme lo que quieras, pero eso no”. Todos sabemos lo tímido que era, y al final tuvimos que buscar a otra persona. Otra anécdota que recuerdo con mucho cariño, fue la del bautizo de su hijo pequeño. Me insistió mucho para que fuera. Yo, como alcalde, no era muy partidario de ir a eventos privados, pero tratándose de él, fui. Nos fuimos a La Venta, con Manuela Carrasco, Curro Romero… y nos dio allí hasta el día siguiente, disfruté muchísimo. Al final me lleve a mi casa un táper con berza y todo.

29 REVISTA LA FRAGUA ANTONIO MORENO

PLANETA FLAMENCO

CAMARÓN. Sus pasos por el mundo I

Desde el primer tercio del XIX, en que las bailarinas boleras, escuela esta precursora del baile flamenco, dieran sus pasos por las tablas de los más grandes teatros de Europa y América, el flamenco no ha hecho más que expandirse por los cinco continentes. Tenemos a Lázaro Quintana, sobrino del mítico Antonio Monge Rivero, el Planeta, cantando junto a Dolores, la Gitanilla en Madrid en 1847, apareciendo por primera vez como artistas flamencos.

Por la vieja Europa, México, Nueva York y La Habana, encontramos a final del XIX a la malagueña Trinidad Huertas La Cuenca, rebautizada como La Valiente por el maestro Ortiz Nuevo. Unas décadas antes, recorriendo Europa, derraman su arte las aclamadísimas boleras Petra Cámara, la Nena Perea y Pepa Vargas. Así que no nos asombremos ni nos parezca extraño que los flamencos viajaran, a buscar la vida, allí donde reclamaban su arte y donde estaban los dineros, que no solo de pan se vive. Y José, el gitanito rubio de las Callijuelas, el Pijote chico, como le decían por entonces, no fue una excepción.

Salió de su patio de vecinos en el número 29 de la calle Carmen de La Isla a conquistar el mundo. Es de creencia común considerar que, primeramente, El Camarón se fue a buscar fortuna a Madrid, pero nada más lejos de la realidad.

Antes, viajó a la feria de Sevilla en la primavera de 1963, con doce años casi recién cumplidos, donde cantó en la caseta de la familia Aramburo instalada en el Prado de San Sebastián; delante de un Antonio Mairena asombrado, que se pegó una pataíta por bulerías y que sentenció: «Canta mu gitano.» Y en el 64 fue contratado por Miguel de los Reyes, que se lo llevó a La Taberna Gitana en Málaga capital, donde no llegó a estar un año. Para ello su madre tuvo que autorizarlo por escrito falseando su edad porque era menor. En el verano de 1967, Dolores Vargas, la Terremoto, la del Achilipú, lo enrola en su compañía con la que realiza una larga gira por España y media Europa. Entonces José dominaba un corto repertorio, fruto de la influencia y la enseñanza directa de su padre Luis, pero sobre todo de su madre Juana.

Ya en 1968 actuando en una sala de fiesta en Madrid, de nuevo con la compañía de Miguel de los Reyes, lo descubre el guitarrista ceutí Antonio Arenas que le propone grabar lo que será su primer disco en compañía de El Turronero y El Chato de La Isla y con quien posteriormente harán una gira por Venezuela en la que participa también el guitarrista jerezano Paco Cepero. Finalizada la gira, la aventura venezolana continúa porque Camarón se quedó prendado de sus playas y la generosidad de sus gentes. En la foto lo vemos

«¡Esa fotografía, claro! La saqué yo porque creo que era quien llevaba la cámara. Es una foto preciosa, jugaba con mi niño Adrián que hoy es bailarín Bailaor. Ahí está don Pepe Habichuela, maestro de la guitarra, y Camarón está ahí en estado puro, era totalmente él y era muy feliz al lado de la playa, se reía, hablaba y, cosa rara en él, porque era muy callado y tenía que sentirse bien, cómodo y a gusto con las personas que estaba. No recuerdo bien, pero creo que ahí tenía la edad de 22 a 24 años, más o menos... no estoy segura. Corrían los años 70 y estuvo en el tablao en ese entonces muy famoso que se llamaba Los Tarantos, en Caracas, Venezuela, que se abrió en el 71 y él llegaría entre el año 72 y 75 (no lo recuerdo bien) y estuvo como 8 o 9 meses trabajando allí, llegando con la guitarra de Antonio Arenas, que era quien le acompañaba; don Antonio Arenas otro fenómeno. Escuchar a José todas las noches era emborracharse y amanecer con su cante, en fin, único e irrepetible, recuerdos grabados en la mente.»

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// Olga María Manzini La China Olga María Manzini, La China. (Madrid, 13 de mayo de 2017)

con Pepe Habichuela y Adrián Galia, hijo de Olga María Manzini, La China, disfrutando de un día de playa en Caracas. Relajados se les ve y felices en su juventud insultante.

Al año siguiente, Camarón, junto a un largo plantel de artistas, viaja a Alemania a participar en el Festival Flamenco Gitano, un invento de Horst Lippman y Fritz Rau, productores alemanes que, tras tener éxito organizando festivales de jazz y góspel, incluyen el flamenco en una programación que se desarrollaría desde el año 1965 hasta bien entrada la década de los setenta. Viajando en compañía de Paco de Lucía y Paco Cepero, recorren Berlín, Colonia y Frankfurt en dos intensos meses recordados por Paco de

Lucía como plenos de aventura y expansión de su juventud responsable pero liberadora. Junto con La More, Rosa María Muñoz, bailaora quinceañera, en el Cuadro de Mariquilla realizaban incansables tournées por media Alemania, en autocar, formando lo más grande con tanto arte junto. Producto de esta aventura se edita el Vol. 1 Live del Festival Flamenco Gitano, edición japonesa del año 1981, en el que registran en directo fandangos del Rubio y de Niño Gloria cantados por Camarón y acompañado a la guitarra por Paco Cepero. Es en esta gira alemana en la que crean, mano a mano con Paco de Lucía, el “nuevo palo” Canastera, que editarían en su cuarto LP, del mismo nombre, en 1972.

Contaba La More, que al bajar del autobús, Paco y Camarón se ponían un albornoz y simulaban ser boxeadores. Los presentaba Diego Pantoja y ellos lanzaban los puños al aire simulando una pelea. Se lo pasaban en grande. Su afición al boxeo le llevará una década después, en 1982, a dar la exclusiva en Marca de su futura actividad como promotor de boxeo junto al empresario montañés José García para programar un buen número de veladas pugilísticas. Su representante comentaba que «lo mismo, lo mismo, va a hacer lo mismo que hizo Alain Delon en Francia».

Continuará…

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PLANETA FLAMENCO

Rubem Dantas. Cajón flamenco de Salvador de Bahía

La historia del cajón flamenco es la historia viva de Rubem Dantas (Salvador de Bahía, Brasil. 1954). Desde que allá por la década de los setenta del siglo pasado lo introdujera, amparado por la figura rotunda del genio Paco de Lucía, el cajón flamenco no ha dejado de crecer como instrumento imprescindible del género. Tanto, que parece que siempre estuvo ahí desde el origen mismo del flamenco. Y pocas personas saben que es un instrumento de la música popular peruana y que el responsable de todo esto es este admirable músico, que trajo la base y los patrones rítmicos, en forma de percusión, al flamenco de las últimas generaciones. Ahora nos cuenta su experiencia con la música, el flamenco y los grandes genios como Camarón de La Isla o Paco de Lucía.

¿Qué hace un músico de Salvador de Bahía en España en el año 76?

Vine a Europa con un grupo brasileño que hacía música del folclore africano. Cuando llegamos a España, yo ya sabía que me iba a quedar aquí. Mi grupo se iba para Brasil y fui a despedirlos al aeropuerto, y me quedé solo en Madrid.

¿Y por qué en España? Brasil es el sueño para cualquier músico.

Todo fue por el interés por la música, por eso crucé el océano. Ya me apasionaba el flamenco en Brasil, me parecía increíble.

¿Cómo fue su formación musical?

Yo ya tenía la música brasileña desde pequeño por parte

de mi madre. Conocía además la música clásica, porque a ella le gustaba mucho. Además, si eres de Salvador de Bahía, sabes de música brasileña, es como si eres de La Isla y no tocas las palmas, es porque no quieres. Hay una literatura acerca de cómo llega el cajón a España y concretamente al flamenco. Pero realmente, ¿Cómo fue ese encuentro suyo con el cajón peruano?

Para eso hay que hablar de una época. Nosotros no teníamos comunicación en el mundo latino. No había la oportunidad de tener esa tecnología que hay hoy en día, que le das a un botón y ya está. En esa época, la única posibilidad era viajar, como yo, que salía de Brasil para irme a Perú. Entonces no había posibilidad de eso, no teníamos la conexión esa que se tiene ahora. Y fue durante una gira con Paco por Latinoamérica cuando cayó en mis manos en una fiesta organizada por el embajador español en Lima, Perú.

O sea, que antes de ese día que está invitado a una recepción en la embajada de España en Perú, como músico, no conocía el cajón.

Entonces el cajón no lo conocía nadie, ni yo ni nadie. El referente era el gran maestro de la percusión Pepe Ébano, que grabó con el bongó el tema Entre dos aguas de Paco de Lucía. El cajón lo incorporé al sexteto de Paco, que supuso incorporarlo a la música flamenca.

Construir un patrón rítmico con unas congas, con unas tumbadoras, con unos bongos, no es lo mismo que construirlos con el cajón, que para colmo se

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DANTAS. CAJÓN FLAMENCO DE SALVADOR DE BAHÍA
// Carlos Rey y Antonio Jiménez Cuenca // Antonio Mota

toca vertical. ¿Cómo fue ese primer contacto suyo cuando Paco le dice: toma Rubem, búscate la vida?

¿Cómo fue ese trabajo?

Me vino la imagen de mi infancia, que me ponía a tocar en la mesa en casa de mi abuela y aquello tenía un sonido impresionante. Entonces, nada más ver el cajón, yo volví atrás a ese pasaje de mi vida. Encima el sonido ese, que era un sonido vibráfono y no membranoso como estábamos acostumbrados. Yo no tuve espejos en donde mirarme pero en los patrones me ayudaron mucho, Camarón, Paco, Ramón de Algeciras, Pepe de Lucía, Ramón el Portugués, todos los artistas, pero los desarrollé yo. Tenían un cariño tan grande, oye que Camarón se tiraba cantando toda la noche para mí y le gustaba mucho el cajón.

Y una vez instalado en Madrid, ¿cómo llega a conectar con ese grupo de músicos como Jorque Pardo o Carles Benavent, ¿cómo los encuentra?

En un café al que iba en Madrid, conocí a Pedro Ruiz Blas, que había formado el grupo Dolores, y al resto de músicos, y también a Francisco Sánchez Gomes, que después me enteré que era Paco de Lucía. Entonces recibimos la invitación de Paco para hacer el disco de Manuel de Falla.

RUBEM DANTAS. CAJÓN FLAMENCO DE SALVADOR DE BAHÍA

Era una persona con responsabilidad. Pero él llevaba esa responsabilidad de una forma distinta, ¿no? Ramón era mayor que nosotros y vivió otro tipo de flamenco, otro tipo de compromiso de cómo hacer las cosas.

¿Y de las primeras grabaciones del sexteto?

Nos sentíamos emocionado con lo que estaba surgiendo allí. Y no teníamos conciencia de lo que estábamos haciendo, hacíamos música y nada más, pero esa música nos unía, no éramos uno más que otros, fue una maravilla, y la guitarra era la orquesta del flamenco.

Pero realmente ustedes se juntaron para jugar al fútbol

La verdad es que era un equipo de fútbol. Era una tapadera lo del sexteto (risas). Lo que nos gustaba era jugar al fútbol. Tuve una experiencia casi profesional. Siempre me ha gustado el fútbol, desde niño.

Rubem, ¿alguna experiencia que destacaría o alguna vivencia que tuviera con Camarón y que nos pueda contar?

¿Ese fue el primer trabajo que hizo con Paco de Lucía, el de Manuel de Falla?

Sí, ese fue, que ahí no existía el cajón como instrumento flamenco. Hay un tema de Pedro Ruiz Blas que se llama ¿Por dónde caminas? Y de ahí empezó todo con Paco. Empecé entonces con los palos del flamenco, que el primero que empecé a tocar fue el tango. La experiencia es que el primer día que salí al escenario con el cajón fue con el tema Solo quiero caminar y ¡cómo se quedó la audiencia! La gente, el murmullo que había allí…, la verdad es que fue una maravilla, fue una cosa que hoy todavía estoy buscando palabras para el buen rollo que hubo ahí esa noche.

Y

¿cuándo conoce a Camarón?

Estaba ensayando con el grupo Dolores en Fonogram, en Madrid, abrí la puerta del estudio y chocamos las cabezas. José Torregosa me lo presentó, pero yo lo conocía del cabezazo que nos dimos y nos pedimos perdón personalmente. Tenía mucha paciencia conmigo, me repetía los cantes todas las veces que yo le pedía. Él tocaba techo, pero siempre iba más para arriba. Me he pasado un invierno entero escuchando Arte y majestad Él siempre iba a más, no creo que hubiera parado de seguir vivo.

Cuentan que Ramón de Algeciras era el que ejercía un poco de padre de ustedes. Cuéntenos.

Sí, Ramón era una persona que era difícil de encontrar.

La paciencia que tenía José cuando le pedía, oye, podías tocar un poco por mineras, y se quedaba todo el rato ahí con una paciencia increíble. Realmente esto es lo que más me gusta recordar de él. Lo sabía que yo lo necesitaba. Era guitarrista frustrado, a mí me lo dijo pero tocaba superbién la guitarra, sin problema ninguno. Lo mismo que para acompañar, que era buen acompañante. Porque saber acompañar es un arte muy difícil y una virtud para la música, una cosa buena. José con el cante acompañaba a los otros instrumentos. Y eran maestros tan grandes, José y Paco que, como se dice por aquí en Andalucía, ellos no roneaban, no presumían de su arte. Para mí, ellos no son genios, ellos son sabios.

La sensación es de quedar un poco huérfano con la pérdida de estos grandes artistas que han sido compañeros de viaje. ¿Cómo se continúa trabajando?

Es una crueldad, pero por otro lado no tenemos que ser egoístas, que se vayan en paz. La otra noche se le dio un homenaje a Paco y en el desayuno estuve con John MacLaughlin y estuvimos llorando… Ahora ya sé que han dejado huérfanos al flamenco pero me quedo con haber compartido con ellos. Y siempre hay relevos. Yo no soy su percusionista, él era mi guitarrista. Yo no era su cajón, él era mi cantaor. El flamenco ha tenido una gran suerte de encontrarse con una persona como Camarón, que era la biblioteca del flamenco. Eso es una suerte para la gente de ahora: tener todo el material que ha dejado él, rescatado de grandes maestros. Y Paco de Lucía ha sido una bendición para el flamenco. Yo pasé por el planeta con Paco y el Sexteto y a todos los sitios que llegaba preguntaban: Oye, ¿y Camarón?

La música siempre está esperando que alguien venga para hacer algo por ella, porque ella está ahí. Necesita que venga Camarón, necesita que venga Paco de Lucía, Villa-Lobos, Andrés Segovia, Litz, Stravinsky, Miles Davis…, necesita de esa gente, Jorge Pardo, Carles Benavent, necesita gente que esté interesada por ella, y entonces ahí está el momento en el que ella te agarra y entonces no te suelta más nunca, es tu novia eterna.

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“Y eran maestros tan grandes, José y Paco que, como se dice por aquí en Andalucía, ellos no roneaban, no presumían de su arte. Para mí, ellos no son genios, ellos son sabios.”

Ni ida ni vuelta

Ella estaba ya apuntito de ponerse el camisón, cuando llaman a la puerta con la notificación.

Venía de la Venta Vargas. Sin avisar se presentó el capitán Armando Mutis junto a su tripulación.

El encargao de la Venta recordó a aquella mocita que no era gran cantaora pero tenía su cosita...

Sin pensarlo, aquella joven se puso el mejor conjunto, de negra entera y labios rojos pa no parecer que iba a visitar a un difunto.

Y llegó con su compadre que tocaba la sonanta y un buen mozo gaditano le acompañó con las palmas.

Las miradas forasteras parecían iluminadas. No esperaban que el flamenco también tuviera esa cara.

El capitán Mutis, prendao, le hizo esta proposición: “Vente conmigo a Colombia, que prometo darte amor”.

Y respondió aquella joven: “¡Si no es por falta de ganas! Pero yo me apagaría sin ver la luz de Chiclana”

Y en aquella despedida sus miradas se abrazaron, y una moneda de oro puso el capitán en su mano.

Oro que nunca empeñó pa saciar to sus deseos. Quiso guardarla con ella pa no olvidar aquel momento.

Y aun sabiendo aquella joven que nada le faltaría, no hay plata ni oro que pague el vivir en Andalucía.

CON OTRO TOQUE 34
// María la Mónica // Mar Gabarre

Luis Olvera, primer acompañante de José

Luis Olvera, callejolero de la calle del Pozo, del barrio de las callijuelas, donde también nacieron el Chato de La Isla y Camarón. Un barrio flamenco donde Luis empezó a tocar la guitarra con doce años. Su acercamiento a la sonanta podríamos decir que fue inevitable, ya que en su casa había una gran afición; eran ocho o diez familiares los que tocaban. De esa forma iban aprendiendo unos de otros. No en vano, este cañaílla era primo de «los Lagartos», José y Paco Baizán, miembros de una saga de buenos tocaores. Sus referentes en La Isla fueron sus primos junto a Capinetti y Rafael Escudier, otros dos buenos guitarristas, aunque para este amante de la guitarra, Escudier era más músico que los demás.

La primera vez que Luis se sube a un escenario tendría 17 años, con Pepe Barrera, coreógrafo que estaba al frente de la agrupación artística de San Fernando. Según el guitarrista, a Pepe hay que agradecerle las oportunidades que dio a un montón de aficionados, hombres y mujeres, que hacían tanto flamenco como copla. Todos los años, en enero, hacía un espectáculo para los niños necesitados. Allí actuaban los aficionados de San Fernando. Pero eso sí, había un filtro; según nos cuenta, allí no cantaba cualquiera. Al igual que a Luis, Pepe Barrera fue también quien subió por primera vez a Camarón al escenario del Teatro de las Cortes. «Camarón tendría nueve o diez años –recuerda Luis– y estaba yo de guitarrista. Que me hizo pasar un mal rato porque se

calló al ver que estaba su madre escuchándolo, se quedo cortao y no había manera de que siguiera cantando. Camarón era un maestro desde que nació, –continúa–eso el que no quiera reconocerlo es porque no tiene ni idea de lo que es el flamenco. Él cantaba de todo, cantaba muy bien los fandangos, se metía por seguidillas y cantaba por seguidilla, se metía por soleá y cantaba por soleá, cantaba unas bulerías de Julio Romero de Torres: “cuando Julio se pasea, con su capa y su sombrero…” Y lo hacía perfecto. Lo que cantara, lo amoldaba a su forma y era una maravilla.»

Escuchar hablar a Luis es un placer. Tiene un discurso suave y pausado, tranquilo. Aborda cada tema con la frescura y la profundidad que le da lo vivido. Refiriéndose a la obra de José, él, que se reconoce un poco purista, se queda con la primera parte de la discografía, esos ocho primeros discos con Paco de Lucía, aunque la otra parte considera que también está muy bien, pero él se queda con la primera.

Haciendo un repaso de los guitarristas que acompañaron al maestro, considera que cada uno tiene una escuela diferente. «Paco le daba música a lo que él cantaba, uno cantaba música y el otro le agregaba su música. Yo me quedo con Paco de Lucía, como acompañamiento. Tomatito también lo acompañaba muy bien. Cepero también lo acompañaba muy bien, pero se notaba que su toque era más de acompañante, los otros además también tenían su música. Cepero tenía su toque de tocaor de flamenco, los otros eran músicos.»

Luis recuerda que a Camarón en La Isla se le reconoció cuando ya fue artista, con los discos de Paco grabados. Hasta entonces, era un aficionado más, a pesar de que él cantaba mucho por aquí. Cuando venía al cine San Fernando con Juanito Valderrama y Dolores Abril, era un cantaor más, de relleno.

Cuando le preguntamos qué cree que hubiese pasado si José no se va tan pronto, responde sin titubeos: «Si Camarón no se va tan joven… Camarón no se hubiera apagado nunca. Él escuchaba una cosa del siglo pasado y la cogía, la ponía a su forma, le metía su música y era una maravilla.»

LUIS OLVERA 35 REVISTA LA FRAGUA
// Carlos Rey y Juan Silva // Cedidas por Luis Olvera // Cedidas por Luis Olvera Camarón con nueve o diez años junto a Luis Olvera en una verbena de la barriada Bazán Camarón con diez o doce años junto a Luis Olvera en el Teatro de las Cortes

RED DESDE LA Cortinas Negras

destacado en distintas facetas. Y por otro lado, una serie de entrevistas con gente que tuvieron una relación con José Monje o bien han llegado a esta tierra atraídos por el magnetismo del mito. Este proyecto presenta dos vías de desarrollo. Una, la elaboración de un documental sobre Camarón, con todos los testimonios recogidos, y otra, la presentación por entregas de cada una de las sesiones grabadas. Esta segunda faceta es la que nos incumbe ahora.

Esta presentación por entregas se está realizando través del canal de YouTube CORTINAS NEGRAS, que desde que comenzó el día 16 de abril, nos sorprende con una entrega semanal realizada cada domingo. Así que, desde aquí, os animamos a suscribiros a este canal.

Cortinas negras es un proyecto de Antonio Mota y Carlos Rey. Antonio Mota es escultor, autor de numerosas obras, entre las que se encuentra el monumento a Camarón. Antonio es un amante del arte y eso le lleva a estar constantemente inmerso en un proceso creativo. En los últimos años se ha dedicado, sin dejar de lado su faceta escultórica, a la dirección y creación multimedia. En 2016 produce Bosque de musas. Un paseo flamenco por La Isla, también de la mano de Carlos Rey, y a partir del invierno de 2015, comienzan con este proyecto.

Carlos Rey es músico, guitarrista, percusionista, compositor, en los últimos años ha llevado la coproducción artística del disco Principio, de Joaquín de Sola, y Cantaó, de Paquito de La Isla. Carlos es un gran aficionado al flamenco; presidente de la asociación LA FRAGUA. Sus esfuerzos en los últimos cinco años se han centrado en impulsar el flamenco en La Isla y trabajar por conseguir que el nombre de San Fernando vuelva a sonar mas allá del puente Zuazo, incluso de Despeñaperros.

Pues bien, Cortinas negras consta de una serie de cortos o entrevistas trabajados desde dos frentes. Por un lado, nos presenta un conjunto de cañaillas que han

Hasta la fecha de escribir esta crónica, nos han entregado los siguientes títulos: Tacón de los cabales; Vodevil flamenco; El mago del jamón; Arturo Pérez, un cañaílla de Valencia; Juani de La Isla; Dom Isidoro; Antonio Canales y María La Mónica. Y quedan muchos más; a día de hoy hay 80 «cortinas negras» y la intención de los autores es llegar a 100. Rancapino, Paco Cepero, Capullo de Jerez, Rubem Dantas, José María Velázquez-Gaztelu, Mónica la Chiclanera, grandes aficionados al flamenco, familiares de Camarón, cantaores, guitarristas, bailaores, percusionistas, compositores, escritores, chirigotas, políticos, buscavidas, deportistas, comerciantes… y un largo etcétera.

Antonio y Carlos nos regalan el fruto de un trabajo titánico realizado contra viento y marea. Estos dos locos, cual quijotes luchando contra los molinos, han logrado salvar todos los inconvenientes surgidos y realizar un trabajo encomiable de forma totalmente independiente. Pero, como no podía ser de otra manera, estos quijotes han contado con sus fieles escuderos, sus sanchos: Chico Cárdenas e Ignacio Escuin. El primero, dispuesto con su diligencia y habilidades chapuceras a resolver cualquier problema, ya sea de intendencia o de infraestructura, consiguiendo a veces realizar lo imposible. El segundo, blandiendo su cámara constantemente para inmortalizar con sus instantáneas todo el trabajo realizado. Y cómo no, alrededor de todos ellos, un universo de dulcineas, curas del pueblo, barberos, venteros, arrieros y demás personajes, en este caso, no de la Mancha precisamente, que contribuyen a que esta obra sea posible.

36 REVISTA LA FRAGUA DESDE LA RED
// Juan Silva // Mati Aparicio

FRAGUANDO LETRAS

FRAGUANDO LETRAS

Con un espíritu abierto a los cuatro vientos, La Fragua arrojará cada primera luna nueva de primavera su arte de pesca, el Trasmallo, para enmallar el fruto de aquellos poetas que navegan con rumbo incierto pero que conforman este abismal universo flamenco. Aquí os iremos mostrando los mejores ejemplares capturados en nuestro Concurso de Letras Flamencas.

Paulino Cubero Vallez

CORRIDO GITANO

Vengo de Las Callejuelas cargaíto e dolor. En la fragua de Los Monje m’e rajao el camisón.

La noche se fue tejiendo con hebras de sangre el alba; quedó la mañana azul, de sangre y luto bordada. La bicha clavó el puñal en las más hondas entrañas y, a oscuras, quedó la luz que al cante jondo alumbraba. Caballos de negras crines galopan de madrugada, a los puntos cardinales

llevan la muerte anunciada. De nieve quedó la sangre del pecho de las guitarras y se anegaron de llanto las candelas de las fraguas. La Isla de manto negro. De negro luto, las almas. La media luna prendida en el cielo lo velaba.

Bajo la piedra quedaron la media luna y la estrella y, a los planetas, se alzaron las llamas de tu grandeza. ¡Rubio Sol de los gitanos, en qué oscuridad nos dejas!

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/// Premio Especial Camarón
La Isla
de
2017
Autor de la ilustración: Eddie Pons

Máximo López Jiménez

FRAGUANDO LETRAS

FANDANGO DE LUCENA

Del cielo bajó una estrella porque el cante se moría. Su voz resonó con fuerza y al fandango le dio vida Dolores la de la Huerta.

Araceli de mi alma, a ti te quiero de veras, que al ver cómo te rezaba pusiste a mi mare buena cuando en la agonía estaba.

Por su culpa, una condena no me dolió padecer. Mas no mereció la pena -qué falso fue su quererdejar mi mare por ella.

Dolores puso la piedra; Cayetano, el corazón; el Rivas, la gracia plena y de esta forma nació el fandango de Lucena.

TONÁ DE TRILLA

Mulillas por la era -parva de sueñosvan hollando la espiga con paso lento.

El trillique en el trillo -duerme que duermedando vueltas de noria sobre las mieses.

Aire de abajo aventando la paja desnuda el grano.

La tarde se entristece de loma a loma cuando deja el moreno la era sola.

La luna sale derramando blancura por los pajares.

SEGURIYA

Se murió mi mare y todo cambió. Hasta la ropa blanca de mi cuerpo negra se volvió.

Qué mala, Dios mío, qué mala es mi suerte, porque no hay pena buscando en el mundo que a mí no me encuentre.

Por aquello que has hecho, te aborrezco yo. Ni en el infierno que te vea llorando te doy mi perdón.

Chorro del pilar con tu agüita fresca, llévate mis penas arroyo abajo para que no vuelvan.

Cambiarme quisiera y creer en Dios, con la esperanza de que en otra vida pueda verla yo.

ZORONGO

Por cinco chorros granate se fue tu verso cantando entre guitarras de sangre y soleares de llanto.

Cinco gritos que se quejan prendidos en un instante al sonar por el barranco cinco disparos cobardes.

Dicen que en el Albaicín, el Sacromonte y la Alambra lloraron por seguiriyas al toque de sus campanas.

Huyendo van por la vega cinco jinetes al alba. Manchadas llevan las manos y la vergüenza en la cara.

Amarga muerte te dieron pero tu sangre en la tierra escribió versos eternos.

39 REVISTA LA FRAGUA FRAGUANDO LETRAS
/// Premio Manuel Machado 2017

SUGERENCIAS / SUGERENCIAS De noche

Marianne Holmboe y Emil Pernblad

Llama poderosamente la atención que un disco de alegrías, malagueñas, bulerías, soleá… es decir, de flamenco, lo firmen una cantaora noruega y un guitarrista sueco. Parece que va siendo una realidad eso de que el flamenco es patrimonio de la humanidad, y es que, para Marianne Holmboe y Emil Pernblad, el cante y el toque forman parte de su universo musical. Destaca la creación propia, no limitándose a reproducir los palos y las letras clásicas, lo que a su vez les permiten ciertas licencias que para nada distorsionan. Un hilo muy fino separa a la cantante de la cantaora, aportando la primera una pátina al cante que gusta. Bien cantao y bien tocao, ¡ole!

Isabelita de Jerez Jerez en el recuerdo

Dentro de la colección Flamenco y Universidad, recientemente se ha publicado el volumen L dedicado a Isabel Ramos Moreno, Isabelita de Jerez (Jerez 1895 – Zamora 1942). Apunta Rafael Infante, director de la colección, que es este un homenaje a la genial cantaora jerezana, cuyo eco gitanísimo es uno de los pilares en el que se fundamenta el cante de Jerez. Y no le falta razón a la vista del contenido profuso y de calidad recogidos en este trabajo. 26 cantes que dan sobrada muestra de lo que estamos hablando. Una gran cantaora, injustamente olvidada, que con el acompañamiento de la guitarra de Manolo el de Badajoz nos deja un legado registrado en 13 discos de pizarra de la casa Odeón. Fundamental.

Jerez a Caballero Bonald

Caballero Bonald

Jerez a Caballero Bonald es, como dice el periodista flamenco José María Velázquez-Gaztelu en la introducción del libro que acompaña al CD, «un acto de reconocimiento colectivo». Reconocimiento tanto por parte de los flamencos (José Mercé, Sordera, David Lagos, Paco Cepero, La Macanita, Jesús Méndez, Manuel Moneo, María José Santiago e Ismael Jordi), como por parte del mundo literario (Enrique Montiel, Joaquín Sabina, Juan J. Téllez, Luis García Montero, Josefa Parra, Felipe Benítez Reyes, Jesús Fernández Palacios, J. Ramón Ripoll, J. María García López y Pilar Paz Pasamar). Destacan en el conjunto de la obra las letras de los cantes, del propio Caballero Bonald. Hay que ser flamenco y vivir flamenco para escribir de esa manera. La producción ha sido realizada por Mario González y Sonia Arnáiz del Bosque.

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SUGERENCIAS / SUGERENCIAS Venta de Vargas.

Una leyenda en el tiempo Antonio Lagares

El libro Venta de Vargas. Una leyenda en el tiempo de Antonio Lagares recoge la historia de este popular establecimiento de La Isla de San Fernando que se ha convertido en un verdadero templo culinario y flamenco de la baja Andalucía. El autor recorre, a través de casi un siglo de existencia, los aconteceres y anécdotas que han sido relatados por los miembros de la familia Picardo, regentes del local. El libro se completa con una gran variedad de fotos, un registro de personalidades que han firmado en el libro de visitas y un índice de los artistas que han mostrado allí su arte.

El prólogo de Antonio Canales, un enamorado del restaurante, sumerge al lector en esta magnífica prosa.

Verso a verso. Carmen Linares canta a Miguel Hernández Carmen Linares

Cuenta Antonio Muñoz Molina que, siendo una cantaora jonda del más antiguo linaje, Carmen Linares ahora ha inventado para sí misma una categoría inédita: cantaora de jazz. Una edición limitada y cuidada al detalle, en formato disco-libro, con la participación de Silvia Pérez Cruz y Arcángel y los textos de José Luis Ortiz Nuevo y el propio Muñoz Molina. 14 poemas de Miguel Hernández acariciados por la dulce y flamenquísima voz de la cantaora, acompañada por Salvador Gutiérrez y Eduardo Pacheco (guitarra), Pablo Suárez (piano), Josemi Garzón (contrabajo), José Luis López (violonchelo), Karo Sampela (batería), Ramiro Obedman (flauta travesera), José María Ramos, Oruco, Ana María González y Tío Justito (palmas) y Lucía Espín (coros). Una obra flamenca personal y coral, oportunísima para conmemorar el setenta y cinco aniversario de la muerte del poeta.

41 REVISTA LA FRAGUA SUGERENCIAS

/ SUGERENCIAS /

Oriente Antonio Lizana

El cantaor y saxofonista isleño Antonio Lizana vuelve a sorprendernos con un impecable trabajo fruto de su incansable hábito de elaborar música para los sentidos. El artista cañaílla, esta vez apegado a la vertiente más vocal de su bicefálico don, explota su jondura y su cada vez más forjada voz de arena blanca, con unas peteneras carcelarias Debí nacer ya culpable. Muy sentida y luminosa nos seduce su Alegría Mari dedicada a su madre. El guitarrista-bajista brasileño Munir Hossn le brinda un exquisito ostinato en Ô Delà para que en su cenestésica flamencura Antonio interprete una soleá de terciopelo de tintes clásicos. Cabe reseñar una originalísima y apocalíptica La Semilla, soleá en 10/4 con cantes afandangados en 5/4; todo un prodigio de innovación para los amantes de la heterodoxia.

Bosque de musas Antonio Mota y Carlos Rey

«Esta es una historia verídica con personajes reales, que acontece en un apacible pueblo del sur. Un reino de luz, de sol y viento donde sus habitantes se contaminan de creatividad y arte. Desde una isla de música, la pandemia se extenderá poco a poco hasta contaminar el mundo. No se resista, es imposible evitar el contagio.»

Así reza el prólogo de la obra coral de Carlos Rey y Antonio Mota, una películadocumental que rezuma flamencura por sus cuatro puntos cardinales. Alex O’Dogherty, el Niño del Parque, Paquito de La Isla, el Trini, Jesús Castilla, Jesús Guerrero, Juan Manuel Fernández, el Bule y Cindy Acosta, Antonio Lizana, Antonio Maíta, Joaquín de Sola, El Chuster, Las Mónicas, Inma Caña, la Chusquita, Epi Pacheco y Adriano Lozano nos llevan de paseo por lugares emblemáticos de La Isla de Camarón inspirados por las musas de Antonio Mota.

Concierto flamen co para poemas de Rafael Guillén Calisto Sánchez y Álvaro Rodríguez Arenas

Esta obra (libro + CD), impulsada por Salvador Arias, director del Aula de Cultura «La Venencia» (Santander), es una singular propuesta artística que integra poemas y coplas de Rafael Guillén interpretados por Calixto Sánchez y Álvaro Rodríguez Arenas, con las guitarras de Fernando Rodríguez Delgado y Eduardo Rebollar. Tangos, soleares, fandangos, malagueñas, polo, romance, guajiras y granaínas (estos dos, inéditos), precedidos de un poema recitado por el autor, al que siguen unas granaínas (también inéditas) con José Manuel Cano Robles a la guitarra. El libro, de cuidada edición, reúne diversos artículos, entrevistas e ilustraciones que contextualizan adecuadamente la grabación.

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ANTONIO BENAMARGO

Presente y futuro del flamenco en Madrid

Antonio Muñoz Gómez (1954. Benamargosa, Málaga) quizás sea el mejor programador flamenco actualmente en nuestro país. Con más de cuatro décadas de gestión flamenca a sus espaldas, el reconocimiento del mundo profesional y el cariño y respeto del entorno flamenco, Antonio Benamargo, su nombre de guerra, ha sabido navegar en un complejo mar de arte y ensayo flamenco. Rompedor en sus inicios en Radio Luna, desde Madrid, ha sido capaz de tejer una red de buena gestión y afectos, en donde ha atrapado a los flamencos, que dicen de él que es el que mejor sabe cuidar a los artistas. Ha tocado todos los elementos del género. Desde el cante, donde incursó siendo muy joven aunque nunca de forma profesional, a la dirección y la producción. Sigue girando por el sur, el centro y el norte del flamenco y de España. Y todos lo llaman. Antonio Benamargo nos despacha en las Bodegas Alfaro de la calle Ave María en el madrileño barrio de Lavapiés, a dos manzanas de la calle Amparo donde Pepe de La Matrona ejerció magisterio y dejó caer sus huesos trianeros para plantar bandera en el Madrid de los sesenta. Aquí, en la casa de su amigo Ángel, Antonio nos desgrana el Madrid del flamenco actual y su experiencia

en la que se considera actualmente la mejor sala para oír flamenco sin artificios, la Casa Patas.

Antonio, comienza de adolescente a adentrarse en la música pop rock y poco a poco se va adentrando en el flamenco.

El flamenco, en la parte oriental de Andalucía, de donde yo soy, no es lo mismo que en Cádiz o Sevilla. El flamenco que se escuchaba en mi infancia y en mi pueblo era más de melodía, sobre todo Marchena, Valderrama, Vallejo si me apuras. Lo que escuchaba era alguna canción en la radio, y por mi padre que era un buen aficionado y me cantaba algún fandanguillo, pero poco más. Yo vivía en Benamargosa, un pueblo pequeñito de la Axarquía Malagueña. Con 12 o 13 años, escuché a los Beatles y a mí me cambió totalmente. Inmediatamente después escuché una recopilación de soul, allá por el año 66, donde estaban las voces de Wilson Pickett, Otis Redding, etc., esas voces, cómo sonaban… A mí aquello me dejó totalmente flipado. A partir de entonces y hasta los veinte años estuve nada más que en ese mundo, escuchando esa música.

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// Antonio Jiménez Cuenca // Lorenzo Castillo Malagón Antonio Benamargo en Bodegas Alfaro, Madrid

ANTONIO BENAMARGO

Me fui a Madrid y allá por el año el 74 fui a un festival que organizó Jesús Quintero, el Loco de La Colina. Me acuerdo que estaba José Menese, Paco de Lucía y estaba también Terremoto. Y escuchar cantar a Terremoto, la voz de él fue un descubrimiento para mí, porque era un poco ver las voces de Wilson Pickett, las voces negras, y no podía entender cómo se podía cantar flamenco con esa voz. Nunca había escuchado flamenco así, había escuchado voces más limpias, limpias en el sentido de más blancas, como Marchena o Valderrama. Eso me dio que pensar, porque yo seguía y sigo también con las otras músicas. No entiendo mi vida de un modo endogámico solo en el flamenco, yo entiendo que a otros le pase pero a mí no. Yo necesito…, a mí me interesa y lo vivo con pasión, tanto a Camarón como a Bob Marley o John Lenon. Por decirte tres.

Porque usted también ha cantado flamenco, ¿algún palo en especial?

Bueno, un poco de todo pero ya no, solo cuando echamos un rato con los amigos. Yo no he sido profesional nunca.

A partir del 84 empieza a cubrir la Cumbre Flamenca de Madrid. ¿Qué tal aquella experiencia?

Pues fantástico. Recuerdo que habían empezado ya los festivales de verano en Andalucía y lo que se hizo es trasladarlo al teatro, cuidando mucho la producción. Esto lo potenció mucho Javier Solana, el primer ministro de cultura que tuvo Felipe González, que fue el hombre que impulsó esta iniciativa y que le dio una categoría al flamenco enorme en aquel momento.

Dicen que es usted el mejor programador de flamenco que hay ahora mismo en España.

Bueno, lo mejor se persigue pero nunca está. Además aquí siempre estamos aprendiendo y lo que sí tengo, con una edad, es ilusión, que eso es lo más importante. Si eso me sirve para acertar algunas veces y equivocarme casi siempre, como ocurre en la vida, pues bienvenido. Eso sí, repito que la ilusión no la he perdido que es lo más importante.

También dicen que es de los que mejor trata a los artistas.

Eso sí es un buen piropo para mí, fantástico. Y creo que sé por qué es, porque yo he estado encima del escenario y sé lo que a los artistas les hace falta. Conozco lo que es eso y se lo que es sentirse acompañado.

Ha hablado anteriormente de Terremoto, del impacto que le supuso a usted el cante de Jerez. ¿Por qué programa Casa Patas tanto Jerez?

Yo te voy a contestar de la siguiente manera: Jerez resuelve. O sea, los artistas de Jerez resuelven. Jerez tiene, para mí y yo se lo digo a ellos, el mayor defecto y la mayor virtud. La misma cosa es el mayor defecto y la mayor virtud. Son gente enamorada de su tierra y de su arte. Entonces eso es lo mejor porque les hace resistir, pero es lo peor porque les hace demasiado chauvinistas, esa es su cruz para bien o para mal. Cuando tú haces una programación de veinte días, tienes que contar a la fuerza con 5 o 6 artistas de Jerez.

Aquí en Madrid gusta mucho el cante. En Andalucía también, pero lo tenemos por costumbre y no lo valoramos lo suficiente. No somos capaces de rascarnos el bolsillo para pagar treinta euros para escuchar un cantaor haciendo un recital. ¿Será a lo mejor porque no lo hay o a lo mejor porque las peñas tiene acostumbrado al público a verlos gratis? Yo creo que por eso las salas no funcionan en Andalucía. Las salas dedicadas al cante solo no existen, existen las peñas. Pero las peñas es otra cosa ya. Una sala donde tú vayas a ver al Capullo y te gastes 25 o 30 euros como aquí eso no lo hay.

En la Sala García Lorca de Casa Patas, la actuación es a capela, sin micrófonos, lo que usted denomina una programación a lo valiente.

Efectivamente, y que el artista lo quiera hacer y se someta, un poco, a esa prueba. Porque ahí no te puedes esconder. Ahí no le puedes echar la culpa a nadie. Ni al técnico ni a nada. Ahí tienes que echarte para adelante. Me acuerdo que lo comentaba Jesús Méndez, que fue el que inauguró la sala en el año 2013, y dijo justamente eso “aquí no te puedes esconder, aquí no hay trampa ni cartón, aquí hay que cantar”. Y el guitarrista tiene que tocar. En este formato hay que cantar y tocar.

Sin embargo, todos los artistas quieren venir a la García Lorca.

Sí, claro, quieren venir todos. La verdad es que sí. Porque ven la respuesta que hay en el público, y también, de alguna manera, algún mérito tenemos de haberlo hecho, porque ellos saben que ese escenario es respetado y que ellos son los que mandan esa noche. Además, el público está en silencio, es un público que sabe escuchar y es muy respetuoso, porque en Madrid se sabe escuchar muy bien. Y eso es muy importante: escuchar y después romperse las manos aplaudiendo.

¿Qué es la pureza y la fusión para Antonio Benamargo?

La pureza está en el corazón. Los puros de La Habana…, quiero decir que nada es puro, España es un país de mezcla y Andalucía más. Yo no creo en eso. La pureza es hacer las cosas con autenticidad. Y tampoco me gusta esa expresión de la fusión. Yo creo en el encuentro entre artistas de diferentes músicas. Y a veces el encuentro es fructífero y a veces no, pero fusión es muy difícil, porque es unir dos elementos y crear uno nuevo y eso es muy complicado. Yo creo en la autenticidad de los artistas y que sean honrados. La actitud del mairenismo cuando hablaba de pureza es una actitud neoclásica. ¿En el mismo flamenco hay que buscar la pureza? Me explico, por ejemplo cuando Enrique el Mellizo hizo la malagueña lo tendrían que haber echado a una hoguera porque transgredió todo. Y ahora es un clásico. Lo que hoy es extravagante, mañana es el Catón.

Así como en los años 70 y 80 los grandes catalizadores del flamenco fueron Camarón, Enrique Morente, Lole y Manuel, etc..., artistas que servían de iniciación para públicos ajenos al flamenco y que los hacían acercarse al flamenco. ¿Cuáles son actualmente las figuras que mueven a la iniciación al flamenco?

Hay muchos artistas y muy interesantes, lo que pasa es que es complicado nombrarte y dejarme atrás a algunos.

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Creo que desde Camarón para acá se nos han ido tantos que estamos un poco huérfanos de referencias. Sin olvidar las que, afortunadamente, nos quedan como Carmen Linares, Panseco, etc…, hay una serie de artistas que están ahí, pero vamos yo creo que lo que ha pasado en el flamenco es que pasamos de una época en la que era de transmisión oral y que venían de familias o de núcleos determinados y en no mucho tiempo se ha pasado a transmisión virtual. Al desaparecer estos núcleos y, por otro lado, los artistas, no sé por qué, no se escuchan tanto los unos a los otros como antes, no sé los motivos pero ocurre eso, pues queda aprender en academias y a través de internet. Que yo no digo que sea malo, quiero decir que ha cambiado y esto da lugar a que evolucione y en un tiempo veremos el efecto que esto tiene. Es difícil ahora mismo, todavía, saber qué va a ocurrir. Yo creo que estamos, ahora mismo, en un periodo de transición, aunque llevamos en este periodo de transición ya unos años. Entonces hay que esperar. Yo soy optimista, soy optimista por naturaleza. Yo creo que cualquier tiempo que está por venir es mejor.

Camarón es el cantaor que más me gusta de todos. Con esto no te digo que sea el mejor. El mejor no está, el mejor no existe. Pero el que más me gusta sí. De todas formas, ¿quién es el mejor: Enrique, Caracol, Vallejo, Chacón,…? Hay muchos mejores. ¿Tomás Pavón? Fíjate si hay, ¿la Niña de los Peines? Quizás otros puedan tener otra opinión, pero es el cantaor de mi generación y es el cantaor que más me ha gustado. Me acuerdo que cada vez que sacaba un disco era un acontecimiento. Salíamos volando a comprarlo y, aparte, estaba con Paco de Lucía y eso era mucha tela. Y ahora que se celebra el veinticinco aniversario de su fallecimiento, el mejor homenaje que se le puede hacer a Camarón es escucharlo.

¿Se ha notado la Declaración del flamenco como Patrimonio de la Humanidad?

Háblenos un poco de Enrique Morente.

Tuve la suerte de estar con él y de ser su manager personal durante cuatro años y lo conocí mucho, claro. Desde finales del 91 hasta el 95. Y bueno, te puedo decir que creo que desde los años 70 para acá para mí es el mejor músico de cante que ha existido en el flamenco. Después cantaores, vamos los hay excelentes, pero él era el mejor músico de cante y una persona absolutamente delicada a la hora de escoger letras. Si escuchas un directo de él, incluso un disco si me apuras, todos los discos tienen un concepto y todas las letras tienen un sentido. Es muy raro encontrar una letra vacía. Eso lo escogía muy bien. Y tenía una responsabilidad muy grande con el flamenco. Él se echaba el flamenco encima y vivía en cantaor todas las horas del día. Y nos traía las referencias de los viejos, de maestros como Juan Varea, como Pepe de La Matrona, que ten en cuenta que Pepe el de la Matrona era un eslabón directo a Chacón. Y después se iba a Cádiz y de Aurelio aprendió muchísimo.

¿Cómo está actualmente Madrid en ambiente flamenco? Se comenta mucho que antes los artistas terminaban de actuar y se reunían y continuaban la fiesta y ahora está todo como más profesionalizado.

En Madrid viven menos artistas que antes y hay menos reuniones. Pero bueno, la gente joven dirá de nosotros que somos antiguos, porque ellos tendrán sus fiestas y nosotros ya no la vivimos igual, ni salimos igual. Ellos lo están viviendo ahora y dentro de veinte años ellos dirán: entonces sí que había y no ahora. No podemos ver las cosas desde una atalaya. Las cosas están pasando. Y hay de todo, en el Patas cuando acaba, normalmente, también se lía fiesta.

¿De Camarón qué nos puede contar?

Tuve la suerte de conocerlo y presentarlo en Málaga. No lo traté en mucha profundidad pero te puedo decir que

Ahí te tengo que decir lo que decía Enrique (Morente) que la humanidad fuera patrimonio del flamenco. Esos son etiquetas, no hace falta que nombren nada de nada al flamenco porque el flamenco siempre lo ha sido. Eso le interesará a la gente que pide subvenciones o cosas de esas. El flamenco es el flamenco y aquí estará siempre y nadie se lo va a cargar por mucho que puedan. No se lo van a cargar de ninguna manera porque el flamenco no es el folklore, el flamenco es un arte y está soportado por muchísimos profesionales. Si no han acabado con él en estos diez últimos años de crisis que llevamos, ya no acaba nadie (risas).

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“Cada vez que Camarón sacaba un disco era un acontecimiento. Salíamos volando a comprarlo.”

De Camarón a Lorca: el paisaje de los sueños

La primera vez que escuché La leyenda del tiempo sentí una sacudida, de esas que uno siente cuando algo que lleva dentro se despierta. Aquella música y aquella voz, salpicando de imágenes las palabras, me llevaron a otro lugar. Se puede oír a alguien decir que soñar es libre o escuchar, en la voz de Camarón: «Nadie puede abrir semillas / en el corazón del Sueño»; se puede explicar que solo existe el presente o dibujar, como Lorca: «Ayer y mañana comen / oscuras flores de duelo». Es la misma idea, pero el paisaje que deja es diferente. Cuando se es niño, ese paisaje mágico no puede llegarte a través del estudio de la poesía o del teatro. Uno necesita tener a alguien que le lleve de la mano por un lugar donde intuir la belleza sin necesidad de analizarla, de una manera pura, instintiva y libre. En mi caso, algunas de las piezas literarias que marcaron mi camino me llegaron a través del flamenco, cuando aún no tenía edad para leer o conocer su fuente, mucho antes de soñar con estudiar literatura o enseñarla en una clase.

Estoy convencido de que hay obras que te buscan, te acompañan y persiguen como lo hacen las imágenes de algunos sueños durante la vigilia, sin que uno las elija de forma voluntaria. Así me ha ocurrido siempre con esta pieza del «teatro imposible» de Lorca: Así que pasen cinco años –subtitulada por él como Leyenda del Tiempo–. Desde pequeño, algunos de sus versos resonaban con fuerza en mi interior. Lo hacían de una manera natural y cercana, entre las paredes del patio de vecinos en el que me crié. En la voz de Camarón, aquel fragmento se convirtió en un himno cotidiano que yo iba descubriendo de forma directa y limpia, como uno descubre su lengua materna, el acento propio o la tierra en la que nace.

Es cierto que la mirada de un niño es capaz de percibir aquello que un adulto oscurece con el velo de la razón, la experiencia o el conocimiento. Y yo tuve la suerte de crecer escuchando el comienzo del tercer acto de esta pieza, recitándolo de memoria, sin ser consciente de que pertenecían a una obra de Lorca; sin conocer, siquiera, quién era Lorca

o qué era el teatro de vanguardia. Sin embargo, ya podía sentir en esos versos, deslumbrado, la oscura batalla que el Sueño y el Tiempo sostenían en mi imaginación. Pienso que de pequeño, a pesar de mi falta de formación (o tal vez precisamente por ello), descubrí esta obra como al propio Lorca le habría gustado: con la inocencia de un niño que sigue conservando aquellos primeros destellos que una voz de arena y sal, la de Camarón, grabó para siempre en sus sentidos.

De José Monje se ha dicho que tenía un timbre universal, una mezcla de niño y anciano que, como esos personajes de La leyenda del tiempo, sobrevoló su época y escapó de su contexto. Se ha hablado de su intuición extraordinaria, esa que cambió la historia del flamenco y cuya estela sigue derribando fronteras Para mí, sobre todo, es la voz que me llevó de la mano por un paisaje que yo presentía como mío, salpicado de imágenes y metáforas, repleto de una belleza que antes de poder explicarse tiene que sentirse. Sin haber estudiado poesía o retórica, Camarón era capaz de entender los matices de un Lorca infinito y fue acercando a mi mundo, lentamente, sus casidas y romances, su leyenda, para que yo me adentrara después, sin miedo, en ese mar insondable de la literatura.

A menudo siento que entre el adulto que soy y el niño que fui solo han pasado unos instantes, un par de versos: «cruza el gemido del niño, / la lengua rota del viejo». Por eso, cada estrofa de esta leyenda me sigue sacudiendo como el primer día y va marcando, al compás de sus imágenes, los latidos de mi presente. El Tiempo y el Sueño continúan con su batalla, y esa lucha, en la voz de Camarón, me llevará siempre de vuelta a mi patio y a mi infancia. Porque a veces, más allá del análisis académico, más allá de las comparaciones, queda la magia de dejarse llevar, «flotando como un velero», por esa voz clara en la que quedó atrapado un jirón del universo de Lorca. Y de su mano, con la mirada limpia del niño que fuimos, volver a recorrer el paisaje imposible de los sueños.

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DE CAMARÓN A LORCA. EL PAISAJE DE LOS SUEÑOS
// Gabriel Urbina Sánchez

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