SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 1 DE DICIEMBRE DE 2013
2 Sin una palabra / me despido de vos, / la voz abollada / por un tiro de dolor, escribió el tucumano Jorge Concha Lozano en su primer -y último- libro.
4 Pese a sus esfuerzos, y sus gastos, Ricardo Fort siempre supo que el dinero no tapaba la orfandad. Pero ignoró que nadie se cura de su infancia.
5 a SECCION
ENTREVISTA A HERNÁN CASCIARI
“Las dosis tremendas de verdad son narcóticas” PRIMERAFILA.ELPERIODICO.COM
El escritor argentino radicado en Barcelona se
PERFIL
convirtió en uno de los narradores virtuales de
Hernán Casciari nació en Mercedes, en 1971. Recibió el 1º Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991) y el premio Juan Rulfo (París, 1998). Desde el año 2000 vive en Barcelona. Su primera bitácora virtual fue elegida como el mejor blog del año por Deutsche Welle. Fue columnista de los diarios El País y La Nación. En 2010 lanzó la revista Orsai (homónima de uno de sus blogs más exitosos), publicación cultural de culto, distribuida en buena parte de los países de habla hispana sin intermediarios, en la que colaboraron muchos de los más destacados escritores de América y Europa. Publicó los libros Más respeto que soy tu madre, España, decí alpiste, El pibe que arruinaba las fotos, El nuevo paraíso de los tontos y Charlas con mi hemisferio derecho.
habla hispana más leídos. Es el autor de éxitos como Más respeto que soy tu madre (cuya versión teatral protagonizada por Antonio Gasalla fue vista por 350.000 espectadores en sólo un año) y creador de Orsai, una revista de autor sin publicidad ni intermediarios. Aquí habla sobre el fin de la revista y acerca del comienzo de una nueva etapa, completamente distinta y con una idea clave: grandes y chicos leyendo lo mismo. ◆
Por Dolores Caviglia
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES ernán sabe de ficción. Durante la década de los 90, vivió gracias al dinero que le dejaban los concursos literarios que ganaba luego de averiguar el nombre de los jurados que lo iban a evaluar e investigar cuáles eran las preferencias de cada uno. Hernán sabía complacer. Sin embargo aún no había encontrado su propia voz. Años después, el 26 de septiembre de 2003, y ya en España, armó un blog porque se le había ocurrido fingir ser una ama de casa enojada por el precio de las pizzas. Y también, que a sus amigos en Argentina les iba a resultar gracioso leerlo. Lo publicó y se los envió. Pero las risas no fueron sólo argentinas; lo habían leído personas de todo el continente. Así comenzó Mujer Gorda, que tuvo 200 episodios, varios premios, se convirtió en el libro Más respeto que soy tu madre y fue llevado al teatro por el capocómico Antonio Gasalla y vista, sólo en su primer año en cartel, por 350.000 espectadores (hoy va por su quinto año). Más de diez años después de aquel primer post, Hernán Casciari, pese a su acento ya algo españolizado, es uno de los escritores argentinos más reconocidos del momento. Luego de renunciar a todos los contratos editoriales y a las columnas en los diarios La Nación y El País porque estaba cansado de que cambiaran cosas sin consultarle, de que recortaran sus textos para abaratar costos, de no poder comprobar en verdad cuántos libros vendía y cuáles eran sus ganancias, armó su propia revista y editorial, Orsai, junto a su amigo desde hace 40 años, Chiri Basilis, en donde cada colaborador pudo escribir hasta que se le antojó. Un papel que no vendió nada, sin publicidad ni in-
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termediarios, que tuvo ilustraciones de calidad y fotos que contaron historias; una publicación hecha por personas apasionadas. Hoy, luego de 16 números, esa revista termina y comienza Bonsai. - ¿De qué trata este nuevo proyecto? - Mirá, lo que nosotros queremos es seguir trabajando entre nosotros, pero ya no haciendo crónicas ni una revista tan inmensa en cuanto a lo que te lleva hacer cada número. Hoy, yo tengo más ganas de escribir que de editar. Por eso para el año que viene nos armamos este proyecto: Bonsai, una comedia en papel que aparece cada dos meses, pero que avanza todas las semanas en internet. Una revista para chicos y para grandes con un niño adentro. Tengo ganas de ir para otro lado y a Chiri le pasa lo mismo. Nos pareció muy bien apostar en su momento a la crónica, pero ahora no queremos ser tan serios. Yo tengo muchas ganas de escribir, pero no quiero tener que utilizar los botones de la solemnidad para hacerlo. Además, estoy convencido de que el lugar es la ficción; o ni siquiera, es la mentira. Quiero que todo sea mentira. Creo que las dosis tremendas de verdad son narcóticas. Ser adicto a la realidad es narcótico. La realidad debería ser un ingrediente para preparar una ficción y no para sufrir en estado puro. Suframos por lo menos con el filtro de la metáfora. Mintamos. - ¿Qué te dejaron estos años de Orsai? - Aprendí mucho de logística, de distribución, de programación. Fue como ir a la universidad, lo que pasa es que siento que llegué a un punto en el que aprendí lo suficiente como para cambiar de bando. Quiero co-
menzar a pensar cosas sin tener todo eso en la cabeza. Ahora que el kiosco está armadito, me siento aliviado y ya no me preocupa soltar las riendas y meterme en lo que más me apasiona de todo esto: comunicar. Además, pienso que el cambio tiene que ver con la rutina. A nosotros, en este punto, la revista nos sale de taquito. Estábamos a punto de automatizarnos, de caer en esa vorágine. Si seguíamos con Orsai, el próximo año iba a ser automático. - La revista tenía costos altos, papel de calidad, historias contadas por gente de renombre y cero publicidad. ¿Pensás que hay espacio para otra publicación así? - En las editoriales siempre hay lugar para otra revista femenina, ¿no? Orsai es una revista de autor, algo muy raro. No se la podríamos vender a nadie para que siga. Los pilares de Orsai, su base, salieron de una sobremesa, de una conversación entre Chiri y yo; desde este lugar la mirada es absolutamente personal. Cuando la armamos, tomamos la decisión
En los 90 escribí muchas novelas, que por suerte no publiqué porque eran horribles. Y ahora sé por qué eran así: porque no escribía con mi voz
de que sea una revista en la que no importe el lector sino nuestras propias lecturas. No es una revista equilibrada, digamos. Por ejemplo: a nosotros nos importa nada la ecología, por lo que no escribiríamos nunca sobre eso, aunque sabemos que hay un target que lo consume. Los lectores principales somos nosotros dos: es parte de un capricho. Desde ese punto, cualquier versión de Orsai hecha por otros funcionaría, en tanto y en cuanto ese capricho contente a los que la hagan. Pueden salir un montón de
proyectos como este; de hecho, me parece que internet lo que hace es propiciar productos no masivos sino caprichosos. - Ante este nuevo proyecto, ¿cómo se sienten en comparación a cuando encaraban Orsai? - Es absolutamente distinto. Cuando empezamos con Orsai, no teníamos idea de nada y nos pasaba justamente lo contrario: teníamos guita y no teníamos idea; ahora tenemos idea pero no guita. Estamos más tranquilos, sabemos cómo hacerla funcionar, cuánto tenemos que vender para no quebrar, entendemos mucho más de aduana, somos gente exportadora. Sabemos muchas cosas que nos costaron bocha. Esa parte la tenemos controlada, pero estamos muy ansiosos porque por primera vez en tres años es muy probable que Chiri y yo tengamos el cerebro 100% en lo creativo. - Se cumplieron 10 años de tu primer post. ¿Qué balance podrías hacer? ¿Qué cambios registraste durante este tiempo?
- Yo tengo la impresión de que a principios de siglo cambiamos todos porque nos tecnologizamos. Me parece que ese es un cambio colectivo. A eso, tenés que sumarle el cambio de siglo y lo de las Torres Gemelas que también generó un cambio colectivo. En lo personal, yo cambié de continente, me convertí en un inmigrante sin querer. Al mismo tiempo, crucé la barrera de los 30, por lo que ya costaba mucho más mantener una postura adolescente por razones numéricas. Entonces, creo que hubo tantos cambios que yo no sé cuáles, y es un problemón que tengo, fueron los que me limaron la personalidad. Sé que estoy mucho más ermitaño, me convertí en un tipo antisocial; yo era extravertido, muy social en los tiempos analógicos. Ahora estoy muy cómodo en mi casa. Además, no me gustan mucho los aviones y los aeropuertos me agobian. Igual, cuando estoy un año entero en casa, me emboto así que armo salidas. En realidad, no me obligo yo sino mi mujer, para sacarme un poco de encima. Pero no puedo detectar la razón de esos cambios. No sé si fue porque llegó internet, porque cumplí 30, porque se cayeron las torres; quizá sea una suma de todo eso. En el sentido literario, encontré mi voz. En los 90 escribí muchas novelas, que por suerte no publiqué porque eran horribles. Y ahora sé por qué eran así: porque no escribía con mi voz, sino que quería parecer inteligente. El momento en que encontré mi camino fue justamente ese primer post. Sobreviví una década entera mandando cuentos a concursos porque ganaba; investigaba a los jurados para ver qué querían leer y ganaba. Cuando me vine a España supe que ya no me iba a dedicar a eso. Continúa en la página 3...
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LA GACETA
LITERARIA DOMINGO 1 DE DICIEMBRE DE 2013
LANZAMIENTOS / LA GACETA LITERARIA / CRÍTICA DE LIBROS / LA GACETA LITERARIA / LOS MÁS VENDIDOS / LA GACETA LITERARIA
N
o v e d a d e s
EDUARDO WILDE. UNA HISTORIA ARGENTINA Maxime Hanon
El libro póstumo del tucumano que se despidió con un prólogo no habrá otro libro de Concha Lozano, pero -gracias al que dejó- tal vez no haga falta POETASSIGLOVEINTIUNO.BLOGSPOT.COM.AR
POESÍA
$ 400
KLAMEEN (2 TOMOS: 556 Y 527 PÁGINAS)
Médico, ministro de Roca y de Juárez Celman, diputado nacional, diplomático y escritor que revista entre nuestros clásicos, Wilde (hijo de inglés y de tucumana) es una figura singular pero poco estudiada de nuestra historia, que protagonizó durante cuatro décadas.
LA HERMANA DE FREUD Goce Smilevski
$ 130
ALFAGUARA (288 PÁGINAS)
En 1938, Sigmund Freud consigue un salvoconducto para huir del régimen nazi y llevarse consigo a algunas personas de su entorno. Escribe una lista de 16 nombres: no figura ninguna de sus hermanas. Una de ellas, Adolphine, es la protagonista de esta novela.
EL CAMBIO Y LA CRISIS EN LA ESCUELA Mariana Altopiedi
$ 85
COLIHUE (192 PÁGINAS)
La autora revisa la historia de la institución escolar, analiza su circunstancia actual y, a partir de su comparación, plantea los interrogantes: ¿es cierto que la escuela está en crisis o estamos ante una gran narración que deslegitima la escuela y encubre otras crisis?
SORPRENDIDA – EL AFFAIRE BLACKSTONE III Raine Miller
$ 150
SUMA DE LETRAS (520 PÁGINAS)
La trilogía de amor e intrigas El affaire Blackstone ha conquistado miles de lectoras. Desnuda y Todo o nada, primera y segunda parte, se autopublicaron en Internet en 2012 y sedujeron a más de 120.000 personas. La tercera parte, Sorprendida, pone el broche de oro.
DIECISÉIS CABALLOS BLANCOS María Granata
$ 80
VINCIGUERRA (192 PÁGINAS)
Tan enceguecidos deben estar por ese poco de eternidad que se les ha encendido que no me ven. ¿Y si yo soltara mi nombre como un alarido? Tampoco lo oirían porque la eternidad también debe ser música imperiosa, que abate todas las voces, el más grandioso de los himnos...
LOS RINCONES DEL OLVIDO Héctor Solanas
$ 62
VINCIGUERRA (104 PÁGINAS)
La mesa está tendida. / No hay sombras que ocupen tu lugar / ni alarmen los fantasmas. / La cama sonámbula / que violentaba el muro y repelía / los zumbisos de cera en la ajada penumbra, / esperan por ti. / Vuelve. (...) ¿Quién escribirá esta pálida historia?
UNIDOS CONTRA DRÁCULA Luis María Pescetti
TODOS LOS HOMBRES JORGE CONCHA LOZANO (El Taller del Poeta Pontevedra)
No hace falta aclararlo. Jorge Concha Lozano es un poeta joven. Joven y eterno. Tal vez por eso, sus versos tienen un poder de encantamiento perdurable. Y si el encanto se puede razonar, una de las razones consistiría tal vez en que el autor tucumano integra ese grupo de poetas elegidos que realizaron su obra en plena juventud. De hecho, su poesía nos convence por estar terminada y, al mismo tiempo, por permanecer inconclusa. No se puede evitar esta doble impresión. Sucede, por ejemplo, con Arthur Rimbaud. A su poesía relampagueante y plena, de gran madurez, no parece faltarle nada. Y, sin embargo, la sentimos inconclusa. Le faltan los años durante los que dejó de escribirla, por propia decisión, lo que la ha vuelto aún más misteriosa. Concha Lozano también corrió –por propia voluntad- el mismo albur que Rimbaud: se convirtió para siempre en un poeta joven. Y lo dice, a su manera, en la presentación del volumen: “Mi libro es una sarta de palabras que no dicen nunca lo que declaran. No escribí para que celebren mis versos, sino para que festejen la posterior perplejidad del silencio que sólo autoriza la lectura del dolor”. El editor español Fernando Luis Pérez Poza, que trabajó estrechamente con el autor, cuenta que Concha Lozano había confeccionado otro prólogo y que, a último momento, lo cambió por esta misteriosa aclaración. Días después, cuando su muerte dejó a todos estupefactos, esas palabras se convirtieron de golpe en un pasmoso epitafio. Y sus ver-
MEMORABLE. Esta tarde quedé / al servicio / de la desolación, escribió el talentoso comprovinciano en Todos los hombres. sos quedaron como únicas huellas de su paso por este mundo. Claro que son huellas profundas, bien plantadas y tal vez imborrables. Huellas lacerantes que conmueven y motivan, sacuden y relajan, penetran y vuelan: Sin una palabra / me despido de vos, / la voz abollada / por un tiro de dolor, dice el autor en un poema breve.
Corrió el mismo albur que Rimbaud: se convirtió para siempre en un poeta joven. Y lo dice a su manera. En otro pasaje, se vuelve aún más oscuro: Esa tarde quedé / al servicio / de la desolación. Una
oscuridad que, sin embargo, tiene retazos de luz. Mi soledad / buscada o no / es mía, / como el poema / que engendra. Y es en esa soledad que Concha Lozano nos deja su sombra en un único libro. No habrá otros. Y acaso no sean necesarios. Con Todos los hombres está todo dicho. © LA GACETA
GUSTAVO MARTINELLI ◆
MOLOSO: SER UN VILLANO NO ES FÁCIL Belén de Larrañaga
$ 49
LA BRUJITA DE PAPEL (64 PÁGINAS)
Esta es la historia de Moloso, bailarín tenebroso y villano sin igual, capaz de las ideas más alocadas: desde capturar un rayo mágico para derrotar al enemigo hasta contratar a un secuaz invisible. El mal estaba necesitando un villano así...
TENGO MIEDO Anita Martiré
$ 56
LA BRUJITA DE PAPEL (32 PÁGINAS)
Martu es una niña muy especial. Le encanta aprender cosas nuevas, y aunque le cueste más que a otros, ¡nunca se rinde! Quiere a sus amigos con intensidad y tiene mucho amor para dar. En esta historia, ella y su coneja Tota se enfrentan a un miedo que hace ¡Buhh!
GATURRO 21 Nik
$ 54
EDICIONES DE LA FLOR (96 PÁGINAS)
Una nueva recopilación del multifacético personaje que los chicos incorporaron y difunden viralmente por todos los medios. Desde hace ya un par de años, la tira cruza las fronteras y es publicada en Chile, Uruguay, Ecuador, Paraguay, Brasil, Bolivia, Perú, Colombia...
MARCELINA CATRIEL Abel Novillo
$ 80
F. DE FILOSOFIA Y LETRAS - INST. INVESTG. LINGÜISTICAS Y LITERARIAS HISPANOAMERICANAS - UNT (160 PÁGINAS)
Dentro de la apasionante historia de los indígenas que poblaron la pampa argentina, quizás la de los pueblos Guenaken (Gente del Este) posea más elementos que en la actualidad se pudieron rescatar, trascendiendo a sus tiempos. Esta una historia sobre ellos.
TAUROÉTICA Fernando Savater
$ 69
ARIEL (112 PÁGINAS)
¿Las corridas de toros son un espectáculo cruel y brutal? ¿O una manifestación artística pura de nuestras raíces hispanas? Este libro no es un alegato a favor de ellas, sino contra las argumentaciones moralistas de quienes quieren suprimirlas. Y es una reflexión sobre nuestras relaciones con los animales y con los humanos.
Lienzos que esconden una profunda mirada CUENTOS YO, SACRÍLEGA MÓNICA MAUD (Dunken - Buenos Aires) Mónica Maud ha publicado varios libros, es profesora, ejerce la crítica literaria. Ha cultivado la novela, el cuento, la poesía y el microcuento. También dirige el suplemento cultural de Nuevo Diario, en Santiago del Estero. Con esta carta de presentación, Mónica Maud conoce bien la importancia del idioma, el gusto por una prosa esmerada y en esta recopilación de cuentos, la escritora logra ofrecernos un universo narrativo de gran calado existencial, donde prevalecen las historias que llegan a los sentidos como la que inicia el libro, As de corazo-
nes, donde podemos paladear el placer de la sensualidad que la autora nos ofrece. Con el tema de fondo del caballero que pervive esperando la realización del amor, a través de la pintura, Mónica Maud nos ofrece un cuento hermoso donde late la sensualidad y el romanticismo de la autora. También en Sacrificio, notamos el poder del tiempo, el deseo de nuevo, en esos cuerpos entregados al amor, con el trasfondo de la muerte entre ellos. Especialmente interesante es el cuento titulado Javier Cortéz, ya que nos presenta a un personaje perturbado, pero que esconde un pasado que ha de desentrañar, hombre que busca su origen, en la fantasmagoría del tiempo, como si
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a n k i n g TUCUMAN
FICCION
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LOS AÑOS DE PEREGRINACIÓN DEL CHICO SIN COLOR
Haruki Murakami Y LAS MONTAÑAS HABLARON Khaled Hosseini CINCUENTA SOMBRAS DE GREY E. L. James BAJO LA MISMA ESTRELLA John Green EL ESTAFADOR John Grisham
NO FICCION
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TODO LO QUE SÉ Marcelo Polino RECEN POR ÉL Marcelo Larraquy PERIODISTAS EN EL BARRO Edi Zunino MAL COMIDOS María Soledad Barruti GUÍA PARA UN PERRO FELIZ César Millán
la escritora hubiese trazado un relato borgiano, lleno de luz y de sombra. Cito unas líneas de ese interesante y revelador cuento: Sufren los que cavilan, quienes pueden discernir las calzadas que se atraviesan, los amores que se pierden y los que no pudieron ser, la honra que se mancilla. Sufren y se desmoronan al distinguir las sombras del olvido, cuando perciben a Cronos en sus pieles. Sufren los conscientes del desquicio y de la cordura… (página 37). Sin duda, el otro lado de los seres, su luz interior, donde viven los espejismos de la razón y que la escritora, en esta aventura literaria tan apasionante (dar voz y luz a seres idos, rotos por la vida), va logrando. Su talento narrativo
ahonda en esos espacios donde vive la locura y la cordura, en esas sombras y luces que estos cuentos van desvelando, como tapices de la vida, lienzos que debemos mirar con atención porque esconden una gran mirada, una observadora del mundo que la rodea. En la prosa de Mónica Maud vive la buena narrativa argentina, la lucidez de Sabato, el mundo de espejismos de Borges, la prosa intrincada y poderosa de Cortázar, pero también el mundo de Poe, su mundo gótico, el círculo del infierno de Dante y tantos otros, lo que hace que la escritora sea ya un puente hacia muchas lecturas, de calado universal. © LA GACETA
PEDRO GARCÍA CUETO ◆
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FUENTE: REVISTA Ñ
Una reunión de poesías, diálogos, textos de humor, que recorren las emociones más íntimas, el absurdo, la infancia, el juego con el lenguaje y sus sonidos. El libro propone una mirada poética de la modernidad y atraviesa todas las etapas de la vida.
LIBRERIAS EL ATENEO, EL GRIEGO Y LA FERIA DEL LIBRO
$ 60
ALFAGUARA JUVENIL (208 PÁGINAS)
a n k i n g ARGENTINA
FICCION
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CINCUENTA SOMBRAS DE GREY E. L. James Y LAS MONTAÑAS HABLARON Khaled Hosseini LOS AÑOS DE PEREGRINACIÓN DEL CHICO SIN COLOR
Haruki Murakami BAJO LA MISMA ESTRELLA John Green INFERNO Dan Brown
NO FICCION
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TODO LO QUE SÉ Marcelo Polino PERIODISTAS EN EL BARRO Edi Zunino LA BIOGRAFÍA HUMANA Laura Gutman ÁGIL MENTE Estanislao Bachrach FRANCISCO. VIDA Y REVOLUCIÓN Elisabetta Piqué
LA GACETA
LITERARIA DOMINGO 1 DE DICIEMBRE DE 2013
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Un viaje que tiene a las respuestas como principal destino NOVELA
REVISTABAMBOO.COM
LOS AÑOS DE PEREGRINACIÓN DEL CHICO SIN COLOR HARUKI MURAKAMI (Tusquets - Buenos Aires)
CUATRO DÉCADAS EN EL PODER. Muamar Kadafi (o, también, Muamar el Gadafi) gobernó de facto su país, en el Norte de África, entre el 1 de septiembre de 1969 y el 20 de octubre de 2011, cuando fue herido en combate por rebeldes que luchaban contra su régimen: ellos lo ejecutaron.
El harén oculto de Kadafi, ese monstruo sexual de Libia testimonios sobre las violaciones sistemáticas, que el dictador empleaba como un arma
INVESTIGACIÓN LAS CAUTIVAS ANNICK COJEAN (El Ateneo - Buenos Aires) En el último capítulo, antes del epílogo, la reconocida periodista de investigación del diario Le Monde condensó en su título todo un significado: Arma de guerra. Y tratándose de Kadafi, el coronel que concentró durante 42 años el poder absoluto en Libia, se podía suponer que tal arma tuviese capacidad de herir, de matar, con municiones apropiadas. Pero no. La autora transmutó dándole carácter de arma a la brutalidad que sistemáticamente ejercía con la violación sexual. Dominaba a sus víctimas mujeres (y también varones), en un país donde la cultura musulmana arrinconaba en lugar de condena y desprecio a las víctimas de violaciones. Lo de “víctimas” es una natural denominación, pero en Libia -y en muchos otros lugares de similar tradición cultu-
ral- las que padecían semejante vulneración de su intimidad eran consideradas culpables de los hechos. Se las degradaba y alguna tradición cruel e incomprensible para la cultura occidental implicaba que ello fuese una afrenta para la familia. Particularmente a los hombres que, para “lavar su honor” (incomprensible situación de causa y efecto), condenaban a muerte a la hermana violada. Annick Cojean fue a Libia con el propósito de elaborar un trabajo de investigación periodística, luego de la caída del régimen, centrado en el análisis de la participación de las mujeres en el hecho revolucionario. Ya en el terreno empezó a descubrir situaciones y verdades que se mantenían muy ocultas sobre lo que a primera vista tenía el rostro de un mito. La lectura de Las cautivas requiere suficiente entereza para no abandonar la lectura frente a revelaciones tan sorprendentes como las de Mo-
hammed al Alagi, presidente del Consejo Supremo de Libertades Públicas y Derechos Humanos, entrevistado por la autora: “Kadafi violó. Violó él mismo, en gran escala, y ordenó violaciones. De hombres, de mujeres. Era un monstruo sexual, perverso y de una gran violencia”.
Muchos de los relatos de las cautivas revelan la brutalidad en las violaciones a las que eran sometidas. Muchos de los relatos de las cautivas (mujeres jóvenes a las que incorporaba con categoría de guardias personales uniformadas) revelan la brutalidad de Kadafi en las violaciones sexuales a las que las sometía. Todas ellas narraron sus experiencias pidiendo a la autora que no revelara sus nombres.
El poder de Kadafi para conseguir lo que quería era tal que hasta fletaba aviones especiales para traer desde donde fuese en el mundo a las mujeres que deseaba para su satisfacción sexual. Les reservaba hoteles de lujo, les regalaba joyas y hasta cantidades inmensas de dinero. Dominaba con la amenaza y con su propia perversión sexual que dirigía también hacia las hijas y esposas de miembros de su gobierno, a los que sometía humillándolos. Leer el libro, en lenguaje periodístico claro y directo, es someterse en cada página a una realidad de un líder y un sistema que se autoalimentó de ocultamientos, violencias, amenazas y crímenes para mostrarse al mundo en una vidriera de progreso social y respeto hacia las mujeres. Un libro sorprendente y de excelente factura narrativa. © LA GACETA
CARLOS DUGUECH ◆
Da la sensación de que uno pestañea y, en ese mismo instante, Haruki Murakami publica un libro. Desde que se convirtió en una celebridad, el autor japonés que vive en Estados Unidos suma fanáticos y detractores. Los primeros celebran la aparición de nuevos ejemplares y son capaces de correr a los estantes para obtener uno más de su valioso tesoro. En cambio, los segundos refuerzan sus críticas contra la maquinaria que produce literatura con fines comerciales. Esta vez, el personaje central es Tsukuru Tazaki, un chico que solía sentarse a contemplar el paso de los trenes durante horas. Era su mayor afición en la adolescencia. Ahora, siendo un joven ingeniero, diseña y construye estaciones de ferrocarriles. Lleva una vida serena y en extremo solitaria hasta que se cruza con una mujer (Sara), por quien siente una atracción inmediata. Ese vínculo comienza a movilizar sentimientos y reminiscencias traumáticas de su pasado estudiantil. El joven Tsukuru creía olvidados aquellos episodios que le dejaron una marca indeleble como un tatuaje en la piel. Sin embargo, la memoria fuerza los recuerdos de un episodio que nunca olvidará. En su juventud, Tsukuru asistía a la universidad, donde formaba parte de un grupo de amigos. Compartían más tiempo entre ellos que con sus propias familias. Pero
MÁQUINA LITERARIA. Murakami no decepciona a sus seguidores. un día el grupo cortó relaciones con Tsukuru, de manera abrupta y sin darle ninguna explicación por ese quiebre. Al descubrir que ni siquiera le atendían el teléfono, el “chico sin color” comienza un largo “peregrinaje”. En los primeros días de la ruptura, la idea del suicidio estaba instalada en Tsukuru. Así vivió los seis meses siguientes: pensando en la muerte. Tenía menos de 20 años. Por alguna extraña razón, la absurda idea de terminar con su vida nunca llegó a concretarse. Después de cumplir los 30, el ingeniero se plantea aquellos interrogantes sobre el quiebre del grupo de amigos universitarios y comienza una suerte de viaje en busca de respuestas. La soledad, el amor, la muerte, los sueños perturbadores forman, otra vez, el escenario en el que se mueven los personajes de Murakami. En definitiva, los condimentos infaltables del universo literario “murakamiano”, altamente recomendable para fanáticos. © LA GACETA
MIGUEL VELÁRDEZ ◆
Obra para adentrarse en la bioingeniería DIVULGACIÓN BIOINGENIERÍA MÁXIMO VALENTINUZZI (Siglo XXI - Buenos Aires) El autor (profesor emérito de la UNT) define a la bioingeniería como “la aplicación de conocimientos, principios, técnicas, teorías, provenientes de las ciencias exactas a la mejor comprensión y eventual solución de problemas de las ciencias biológicas y médicas” (página 9). Y ha elegido, para mostrarlo y atraer así a jóvenes estudiantes, hacer un muestreo de asuntos cuya solución proviene de esta interciencia en vías de acelerado desarrollo desde el siglo XX. El lector encontrará referencias a implementos como el marcapasos, el exoesqueleto o el stent; recursos como el cateterismo cardíaco o las numerosas mediciones actuales de
valores en la sangre (glucosa, glóbulos blancos, hematocritos, por ejemplo); expectativas en torno de la nanociencia, la neuroingeniería o la biomecatrónica; ejemplos de colaboración notables entre ingeniería y medicina como el logrado por Hounsfield y Cormack, dos ingenieros que recibieron el premio Nobel compartido en Medicina y Fisiología por sus trabajos en tomografía de coherencia óptica. Abundan referencias a la historia del origen y evolución de las técnicas hasta los usos actuales en medicina. El libro se lee con facilidad y sus temas son sugerentes para pensar la explosiva evolución de un asunto central en la cultura contemporánea. © LA GACETA
JORGE ESTRELLA ◆
ENTREVISTA A HERNÁN CASCIARI “Las dosis tremendas de verdad son narcóticas” ... Viene de la página I. Dejé de querer ser escritor. Trabajé de otra cosa y en mis ratos libres armé un blog para mandar textos a Chiri y también a la gente de Argentina por una cuestión de comunicación. Esos textos, absolutamente ajenos a cualquier tipo de expectativa, fueron los que se comenzaron a leer. Empecé a ver comentarios de gente ajena, de otros países, y me dije: “Uh, mirá, estoy escribiendo en código cerrado cosas que importan sólo a nosotros y sin embargo un pibe de Costa Rica se caga de risa con esto”. Eso es puntualmente descubrir tu voz, dejar de querer ser otro. - Recién dijiste que te volviste introvertido; sin embargo, el registro
que tiene el blog mostraría todo lo contrario, ¿pensás que ahí es donde está ese extrovertido de antes? - En general, cuando vivía solo en Argentina, solía ser muy buen anfitrión de fiestas: ponía la casa siempre, que de hecho era como un club, gente borracha durmiendo por todos lados. Ahora, en Barcelona, me encerré y creo que canalicé todo eso en ser un buen anfitrión de mi espacio, mi lugar, que es internet. No somos dos, en absoluto. Son dos tiempos distintos. Además, estoy más viejo de cuando hacía fiestas. - ¿Cómo fue que tomaron la decisión de decir basta? - La última vez que fui a la Argentina, estábamos tomando mate en la casa de Chiri y me insistió con
el proyecto que ya veníamos pensando, Bonsai, y yo le dije: “Te gustaría hacer solamente esto?” y le encantó. Bonsai nos ocupa la cabeza tiempo completo. Estuvimos un mes entero hasta que anunciamos que se terminaba Orsai y hasta que lo hicimos fue un bajón. Después
hablábamos con Chiri al respecto: yo estaba bajoneado por haber tomado la decisión, aunque embalado por lo nuevo. Era malísimo decir que terminábamos sin contar lo nuevo. Y Chiri me decía que también estaba con una baja energética. Pero cuando lo solté en el blog
me liberé muchísimo; sentí como: “ya fue, ya se los dije”. Cuando salió el post, en octubre, yo estaba de viaje y empecé a recibir no e-mails, sino los cometarios de los lectores que me encontré en los lugares en los que me presenté. No fue virtual, fue físico. Y bueno, me decían que estaban tristes, que sigamos. Yo flasheo cuando voy a lugares porque noto cómo conocen la revista. Encima, en países en los que no existe físicamente, es todavía más loco. Ese contacto me puso mucho las pilas, porque con Chiri no somos muy conscientes de lo que puede estar pasando con Orsai afuera. Para nosotros esto es un juego. - Y sobre la guerra papel/formato web, ¿qué pensás?
- Soy bastante ateo en cuanto a ensalzar formatos, me da exactamente lo mismo. Yo sé que hay determinados contenidos que si tengo una tablet cerca los busco ahí. Es como el horno y el microondas, no es uno u otro. En el horno hago una comida y en el microondas recaliento otra. No se pueden escribir sonetos en un bloc de notas, ¿no? Hay ciertos momentos en que querés dar vuelta la página de un libro y hay otros en que querés navegar. No vas a hacer la cena de fin de año en un microondas, pero después la comida de las 7 de la tarde la recalentás en el microondas. A mí me da igual. Eso sí, no me gusta bardear, usar el formato por el formato. Quiero contar algo y si se puede reproducir en todos los formatos, buenísimo. © LA GACETA
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LA GACETA
LITERARIA DOMINGO 1 DE DICIEMBRE DE 2013
El final de Ricardo Fort Nadie se cura de su infancia. Hizo un comic de sí mismo, un
comic rebelde a la imagen paterna, al capitalismo del padre y al de los hermanos. Siempre supo que el dinero no tapaba su orfandad, que le era muy difícil seguir siendo un niño de 45 años. ◆
Por Marcos Rosenzvaig
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
ugusto, en su último día de vida, reclamó un espejo. Llamó a sus amigos y les preguntó si había representado bien su papel en el escenario de la vida. Ricardo Fort no tuvo esa posibilidad porque en la era moderna se muere alrededor de máquinas y de cables, pocas veces en el concierto de los afectos. En cuanto al espejo, que es siempre algo exterior, le hubiese proporcionado una cercanía a su otro espejo interior en la ansiada búsqueda de la concordancia. Ese mismo error que engañó a sus ojos fue lo que lo excitó a lo largo de su vida. Enamorado de una ilusión en forma de bíceps, músculos, mayor altura, una imagen poderosa de sex symbol macho negada por su padre, despreciado por marica y hasta despachado con un boleto de ida a Miami, regresó en tiempos de la muerte del padre y en ese momento afrontó la posibilidad de demostrar quién era, y fue entonces que compró esa imagen ilusoria que circulaba por su mente hasta llegar a perecer por sus propios ojos. El ego es una máquina que sirve para morir, dice Pascal Quignard. Es preferible el en-
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gaño o la imagen líquida que se deshace a la angustia de no ser, a la dependencia de ser sólo en el alma de un otro. El verdadero ser, Ricardo Fort, puede que lo recupere en el paraíso o llegando al infierno, las aguas barrosas del río Estigia no le devolverán su imagen, allí continuará firmando autógrafos a sus miles de seguidores, a tantas personas que pronto ocuparán sus corazones con otros ídolos, y lo harán de manera urgente para evitar padecer más tiempo el dolor del vacío. Pero esos autógrafos serán su muestra de cariño, el de un hombre repleto de tristezas que acompaña a sus pares, hombres y mujeres que necesitan amor y que aún creen que una firma llena el vacío, la soledad del haber sido arrojado a la existencia y el soportar la carga de saber lo efímera que es la vida. Es algo que los hombres saben sin atreverse a saber.
Comprar la imagen Ricardo Fort puede que, siendo adolescente, haya sentido espanto ante la mirada malévola de un otro que lo juzgaba; después no soportó la de Dios, y finalmente
sintió espanto ante su propia mirada. Fue entones que decidió reproducir su imagen de supermacho erótico en su cuerpo. Para llevarla a cabo se convirtió en amante del quirófano, de su imagen y de la muerte. Cada cirugía se constituía en un paso más cercano a esa apariencia final, el eidolon que habitaba de manera secreta en su mente. Ricardo compraba todo, pero com-
vacío que ella esconde. Somos la civilización de la igualdad total, todo el mundo es igual como indiferente, todos estamos sujetos a ese mismo rasero que es el dinero, dice Jean-Luc Nancy. Esforzado por no morir en silencio, apareció cada vez menos en la pantalla durante sus últimos meses, y casi siempre hablando de sus enfermedades y dolores. Po-
“Necesitó cinco años para ser famoso y todo lo compró. Demostró ser amante infiel del capitalismo, alguien que ponderaba la riqueza y al mismo tiempo demostraba el vacío que ella esconde”. prar su imagen fue como desafiar a Dios mirándolo a sus ojos, fue como el espejo que le puso Perseo a la Gorgona delante de su mirada, y las consecuencias hicieron de él un Job con dinero. Necesitó cinco años para ser famoso -algo en lo que otros invierten la vida y no lo consiguen- y todo lo compró. Demostró ser un amante infiel del capitalismo, alguien que ponderaba la riqueza y al mismo tiempo demostraba el
cos le creyeron porque la muerte no es para los ricos, según creen los televidentes. En su cabeza bailaba el mito de morir como Elvis Presley. Fort fue un performer más que un cantante. Vendió algo nutritivo para la crueldad de estos tiempos: su imagen mediática de hombre rico que compra afecto. El público proyectó sus miserias y sus abandonos. Quizá lo que él vio de sí mismo haya si-
do un cuerpo mancillado con clavos. En virtud del dinero, del deseo y la voluntad, lo ensanchó, lo elevó de altura y cambió los clavos por los tornillos en su espalda. Hizo un comic de sí mismo, un comic rebelde a la imagen paterna, al capitalismo del padre y al de los hermanos. Él siempre supo que ese dinero no tapaba su orfandad, que le era muy difícil seguir siendo un niño de 45 años. Un hombre de estos tiempos que construyó un imaginario de muerte como un gran show de amor adorado por televidentes. Pero no pudo ser porque el poder del padre representado por sus hermanos volvió a triunfar, y el niño rico se apagó, no rodeado de la multitud como en su sueño, sino en un féretro presidencial descendiendo los dos metros eléctricamente a través de una máquina moderna, a la altura de estos tiempos. Todo se hizo en orden, con un rezo, y algunas paladas para dejar bien enterrado lo diferente. © LA GACETA Marcos Rosenzvaig - Escritor tucumano. Doctor en Letras de la UBA. Dramaturgo, crítico literario y novelista.
PREMIO CERVANTES 2013
ELENA PONIATOWSKA detrás de la mayoría de sus personajes acaba dibujándose el contorno de un ángel, un ángel caído, baldado. ◆
Por Carmen Perilli
PARA LA GACETA - TUCUMÁN a escritura de Elena Poniatowska puede leerse como un catálogo de ángeles mexicanos. Periodista, novelista y ensayista, la autora exhibe una particular historia de vida: nace en Francia, de padre noble descendiente del último rey polaco y madre aristócrata de ascendencia mexicana, ambos franceses. De la boca de las oscuras nanas mexicanas, Elena recibe la lengua y la cultura, mientras un colegio de monjas norteamericano la introduce en el mundo de las clases altas. Su ingreso al mundo del periodismo se produce por casualidad, de modo casi involuntario. Su actividad es incesante -sus mejores reportajes han sido publicados en los siete volúmenes de Todo México-. Es fundadora del primer periódico feminista mexicano y coordina talleres de escritura. Su obra está compuesta por ficciones y textos periodísticos. Le interesa registrar la vida de aquellas “mujeres mágicas”, oscurecidas en la narración nacionalista revolucionaria. Artistas rebeldes; madres luchadoras y trabajadoras. Las “pobres” mexicanas suelen conformar colectivos: soldaderas, maquiladoras, lavanderas, indígenas, sirvientas u obreras. El mandato de escribir suele tener nombre de mujer: La noche de Tlatelolco surge como ruego de las madres de las víctimas del 2 de octubre; un grupo femi-
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nista le solicita que tome el caso una niña violada y embarazada en Las mil y una heridas de Paulina. En contraste Nomeolvides, las memorias de su madre, son prologadas y traducidas por Elena. La nostalgia por el pasado tiñe las evocaciones de los tiempos de fundación de la cultura nacional revolucionaria. Elena se desdobla en Tina Modotti, fotografiando a la madre mexicana con rebozo, en Leonora Carrington fascinada con los colores, en Mariana Yampolsky en La casa que canta. Elena, Elenita, niña, doña, señora, güera son algunas de las máscaras de esta fisgona. Persigue a Jesusa hasta miserables colonias; visita la cárcel de Lecumberri donde, según misteriosas cartas, se enamora de Álvaro Mutis, escucha las historias de Demetrio Vallejo, el preso ilustre y entrevista a los miembros del movimiento estudiantil. La figura aristocrática y débil contrasta con espacios épicos. Sin embargo acaba “robando” el fuego prometeico de la revuelta y une su nombre a la narrativa de Tlatelolco. Incansable, recorre las calles del Distrito Federal, asoladas por el temblor, el miedo y la miseria inscribiendo el silencio de los nadies. Exultante, viaja a la Selva Lacandona para subir al arca del Subcomandante Marcos. Con gesto retórico de humildad conversa con los miembros de la ciudad letrada mexicana. Se apoca, se
avergüenza de su libreta de notas ante la figura de árbol enorme de Paz; pregunta a Diego Rivera y a Miguel de La Madrid por su fortuna. Las nanas, los primeros permanecen para siempre como “mulitas” en el imaginario literario. Nacen y mueren dentro de su reino de silencio, sin otra resistencia que la rabia de Jesusa que busca “no comer olvido”. Poniatowska dialoga con el subalterno desde la piedad y la culpa. “Hay ricos que siempre se sienten culpables. Quizá es esta culpabilidad la que me ha hecho trabajar toda mi vida”, nos cuenta.
Vidas ajenas Quizá los momentos más felices de su escritura son aquellos en los que su letra deviene batalla de memorias y experiencias. Detrás de la mayoría de sus personajes acaba dibujándose el contorno de un ángel, un ángel caído, baldado. Jesusa Palancares, la vieja sirvienta que fue revolucionaria es un ángel viejo, un guajolote que la vida ha apaleado. Gaby Brimmer es un ángel nuevo con el cuerpo roto; Quiela Beloff, un pájaro azul, atrapado en la ausencia de Diego; Tina es el ángel rojo, perseguido por la pasión y la muerte en el amor, la revolución y el arte. No hay ángel más desamparado que Paulina. Todos, inclusive Mariana / Elena, son ángeles caídos, han perdido su
pureza. Los ronda la idea de un pecado casi original. Las sirvientas convertidas en mulas, gatas o lunitas; la Malinche en montaña y diosa. La escritora se postula como intérprete de los “Pues póngale nomás Juan” los “escuadrones de ángeles y querubines” desperdigados por los cinturones de miseria. Golondrinos y marías provienen de las razas antiguas ahuyentados por la miseria. Los ángeles de ocupación disfrazada sirven “lo mismo para un barrido que para un fregado”. La ficción autobiográfica atraviesa todas las historias de vidas ajenas. Elabora un minucioso inventario de personajes y atesora sus experiencias. En esta operación su narrativa se comporta como máquina de fotografía. “Puesto que toda foto es contingente y (por ello fuera de sentido) la fotografía sólo puede significar (tender a una generalidad) adoptando una máscara” (Barthes). En este catálogo de ángeles mexicanos la significación corre por cuenta de la mirada y el deseo de la escritora. © LA GACETA Carmen Perilli - Escritora, Investigadora Principal Conicet, Profesora titular de Literatura Latinoamericana de la UNT. Autora de Catálogo de ángeles mexicanos. Elena Poniatowska.