12-05-2013 LITERARIA LA GACETA

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 12 DE MAYO DE 2013

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3 El puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá dice que sus crónicas fueron cuadernos de apuntes para sus novelas

En “El malestar de la Democracia”, el catedrático Carlo Galli habla de admitir sistemas alternativos al occidental

5 a SECCION

Tres tucumanos enfocan el gran acontecimiento de la industria editorial argentina. Un escritor, un editor y una profesora de letras comparten sus impresiones después de

Miradas sobre la Feria recorrer la edición 2013 de la Feria del Libro de Buenos Aires.

UN REFLEJO DE NUESTRA ÉPOCA

LIBROS COMO PUENTES ◆

Por Eugenia Flores de Molinillo

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES onstruir puentes es más arduo que construir muros. Quizás por eso los muros proliferan, como lo lamentara Robert Frost: “Al alzar la pared quisiera ver/ qué protejo y qué he dejado fuera” . El muro separa, aísla; el puente comunica, dispone al encuentro. Esta metaforización de la arquitectura apunta a lo acertado del lema elegido para esta trigésimo novena edición de la Feria del Libro en Buenos Aires: “Libros como puentes”. Como los puentes, los libros conectan, potencian encuentros a veces buscados, otras veces inesperados; gozosos en ocasiones, o tal vez indiferentes y hasta pasibles de rechazo. ¡Tantas cosas entran en juego! El momento, el ánimo, la expectativa que nos lleva a leer, aparte de la calidad de lo leído. Y no hablemos de precios. Cruzar ese puente, leer ese libro: desafíos de un territorio nuevo. Explorar una feria de estas dimensiones lleva al vértigo de la comunicación infinita. Porque no se trata solo del libro y yo, sino de los libros entre sí, sus procedencias, sus géneros, sus escuelas, la época en que fueron escritos, sus destinatarios… y admirar la decoración del espacio salteño para pasar a las líneas moriscas donde se exhibe literatura islámica y sentir el brinco del niño que llevamos dentro ante la bibliopresencia de Javier Villafañe o de María Elena Walsh. El vértigo incluye el continuo rumor de pasos y voces, el andar discreto de algún escritor conocido rumbo a su charla o su mesa panel y los agudos de niñas adolescentes que descubren el libro de sus amores en algún estante. Me acompaña el lamento íntimo de haberme perdido la conferencia del sudafricano J.M. Coetzee y de tener que perderme, entre tantos contactos deseados, las presentaciones de nuestro Alberto Rojo, la española Rosa Montero y la mexicana Laura Esquivel, pero me consuela haber escuchado a Antonio Requeni hablar de su obra y recitar un par de sus exquisitos poemas. Como en la vida, imposible abarcarlo todo. La novedad del año fue elegir una “ciudad invitada”: Amsterdam, que ocupa un cordial espacio de café, elementos alusivos y la interesante visita de escritores holandeses. Sea o no parte de la “onda Máxima”, esa urbe constelada de puentes sobre bellos canales ilustra el lema de la Feria. Recuerdo a Hans Brinker y los patines de plata, el relato para niños que la estadounidense Mary Dodge publicara en 1865 y que los holandeses leen aun hoy como un clásico propio. Más puentes. Y las conexiones que así se logran entre tiempos, espacios, ideologías y emociones invaden la mente como una marea de creatividad y esperanza. © LA GACETA

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Eugenia Flores de Molinillo – Profesora de Literatura norteamericana de la UNT. Robert Frost, “Mending Wall”, Selected Poems of Robert Frost (New York: Holt, Rinehart & Winston Inc., 1952). La traducción me pertenece. Mary Dodge, Hans Brinker y los patines de plata (Buenos Aires: Codex, 1951).

A LA MEDIDA DE BORGES ◆

menos de cinco cuadras del solar de la calle Serrano, en Palermo, donde Borges vivió su infancia, retorna, año tras año, con la obsesiva puntualidad del otoño, la Feria del Libro de Buenos Aires. Todo un símbolo que la mayor fiesta de libros de la Argentina se celebre a tan poca distancia de la patria de Borges (¿o acaso Rilke no sentenció que la infancia es la patria de los hombres?) Todo un símbolo, reitero, porque cada vez que la visito percibo el espíritu ubicuo de Borges en todas sus salas y corredores, aunque no precisamente se deba a los libros. Lo que de él descubro en ese ámbito son sus más recónditas obsesiones que tienen que ver con lo laberíntico y lo babélico. Quien alguna vez haya recorrido la Feria no podrá objetarme que ésta es un formidable laberinto en donde hasta el más pintado de los visitantes pierde la brújula. En mi caso, todos los años, repaso los planos de los pabellones, dibujo croquis multicolores, destaco salas y stands, marco al detalle caminos y salidas pero, inexorablemente, apenas me interno en esas enmarañadas callejuelas, me extravío. Y como siempre, refunfuño, y me acuerdo de Borges. La otra gran desmesura tiene que ver con el sonido que contrasta con la policromía muda de millones de libros, con esa “radiación de fondo” que oigo, pero no escucho, mientras camino. Son miles y miles de voces, y los que las propalan -el especialista, el académico, el escritor, el editor, el librero, el aficionado, el mercachifle, el esnob curio-

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Por Marcos Rosenzvaig

l lema que caracteriza la 39a Feria Internacional del libro en Buenos Aires es “Libros como puentes”. No cabe la menor duda de que un libro puede ser revelador y puente en un segmento de la vida de una persona. Y que un espacio tan grande que conglomera a miles y miles de personas también hace de puente entre el lector y el escritor, entre el buscador apasionado por un tema y el libro hurgado entre cientos de mesas editoriales; un sitio ideal para conocer mujeres, para encontrarse con un amigo e incluso para que un escritor se convierta, no sin disimulo, en un observador de la marcha de la venta de su libro mientras una promotora le apoya una cajita de jugos en la mano o una caja de lápices. En fin, una verdadera fiesta del merchandise. Todos coinciden en que circula más gente que el año pasado en el predio de La Rural. Allí, la Feria es una calcomanía de la época en que vivimos; los lectores se sienten apabullados por la cantidad de libros, algo así como aplastados por el peso de la cultura; participan todos porque vivimos en democracia y hasta un cierto punto pareciera que todo es lo mismo: periodistas que escriben libros de personajes de la farándula junto a grandes invitados internacionales. Dicho sea de paso -lo mejor de la Feria de este año- estuvieron el Premio Nobel de Literatura 2003, el sudafricano J. M. Coetzee; los holandeses Cees Nooteeboom, Herman Koch y Arnon Grunberg; el ruso Vladimir Sorokin; los cubanos Leonardo Padura, Miguel Barnet y Jesús David Curbelo; los franceses Mathias Enard y Jean-Philippe Toussaint; los mexicanos Juan Villoro y Laura Esquivel; la colombiana Laura Restrepo; el salvadoreño Horacio Castellanos Moya; el alemán Raúl Zelik y los españoles Rosa Montero, Arturo Pérez Reverte, Manuel Vilas y Javier Cercas.

Por Jorge Daniel Brahim

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

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TELAM

(45.000) en comparación con su inicio (5000). Vivimos en una época de estadísticas y nada mejor que ampararse en ellas para continuar en el engaño. El desarrollo de la industria nacional editorial creció en estos años. Las más grandes, Mondadori y Planeta, conviven con las medianas Capital intelectual, Biblos, Adriana Hidalgo, y las pequeñas como Leviatán, Luxemburg y Mardulce. En otro rango están las editoriales autogestionadas, así como se ha vuelto fácil filmar o grabar, han surgido escritores que llevan adelante su obra y la de aquellos que forman parte de su estética a través de la edición de libros que conforman la contracultura: el suri porfiado, la mariposa y la iguana, Ediciones en Danza, son algunas de las 400 vigentes. Los stands de las provincias se constituyen en un vínculo de identidad de los comprovincianos residentes en Buenos Aires. Tucumán en un buen ejemplo, con una inmensa variedad de propuestas que abarcan desde opciones musicales, danzas, presentaciones de libros, degustación de manjares norteños, luthería en vivo, juegos tradicionales tucumanos, etcétera. El escándalo no podía estar ausente. Este año le tocó a un ex camarista de Mar del Plata, Edmundo O’Neill, portador del apellido de un gran dramaturgo. ¿Quién sostiene que un acusado de abusar de niñas no puede ser escritor y además presentar y firmar ejemplares de su libro? Este ex funcionario judicial, beneficiado por la extinción de la causa a raíz del paso del tiempo, firmó sus ejemplares en el pabellón amarillo. Si el libro contara -como dicen las denuncias- la forma en que se masturbaba con las piernas de niñas de seis años, pongo la firma que sería un éxito editorial. ¡Dale que da, total, allá en el horno se vamo a encontrar!

En 45.000 metros cuadrados es la más concurrida en el mundo de habla hispana, con un millón de lectores. so, el cholulo caza autógrafos- parece que se expresaran en idiomas distintos. Al menos eso es lo que yo percibo. Entonces, cómo no pensar en Babel, el de la confusio linguarum, en esa otra obsesión borgeana. Las ediciones pasan, el ciclo se repite, siempre regreso a la misma escenografía infinita y perenne. Es el tiempo circular, me digo (otra vez Borges, pienso). A esta altura, la Feria, como el agua y el aire, me parece tan eterna, aunque la historia evidencie que nació en 1975. Que sólo tenga 39 años, qué quieren que les diga, a mí se me hace cuento.

Convivencia Algunos comentaristas culturales televisivos miden el crecimiento de la Feria, que debería ser proporcional a la cantidad de lectores o al desarrollo de la lectura fruto de políticas culturales, por la cantidad de metros cuadrados que abarca

© LA GACETA

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Marcos Rosenzvaig – Dramaturgo y novelista. Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires.

Jorge Brahim – Director editorial de la revista El pulso argentino.


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