SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 18 DE AGOSTO DE 2013
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En “Fuego de dragón”, la autora Canela invita a una lectura conjunta entre niños y adultos
La escritora Ema Wolf y sus divertidos personajes en las historias con ingenio sobre “Perros complicados”
5 a SECCION
Los chicos
y los caminos que llevan a los libros
El rechazo a la lectura suele ser la consecuencia de un desencuentro, de la falta de estímulos y modelos adecuados. La ausencia de este ejercicio en la infancia reduce la capacidad de reflexionar sobre el mundo en que vivimos, de enriquecer nuestras experiencias y de elegir
nuestro propio destino. En este número, algunos de los más destacados escritores y especialistas en literatura infantil analizan su relación con el género, los cambios que sufrió y sus características actuales. También recomendamos una serie de títulos para los dueños de este día
La máquina de hacer lectores ◆
Por Rocío Brescia
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES Yolanda Reyes, escritora y pedagoga colombiana, señala que cuando un chico dice “¡Odio leer!”, en realidad no se trata de un gusto, una elección o una preferencia, sino más bien de las malas experiencias y de los encuentros desacertados con la lectura, desprovistos de motivación y riqueza. Seguramente, ese chico solo accedió a lecturas aisladas y esporádicas, de selecciones improvisadas y poco adecuadas. Ese sería nuestro pronóstico. Veamos en detalle. No somos lectores naturales. Nos hacemos lectores porque nos leen, porque vemos leer a los adultos que nos rodean, porque vemos libros y nos tientan y porque nos enseñan a poder leer. Entonces, nos hacemos lectores no solo por la escuela sino también por los papás y las mamás, por los abuelos y los tíos y hasta por los hermanos mayores. Nos hacemos lectores porque nos enseñan a leer en la escuela y porque mamá nos enseña a hacer una torta contándonos paso a paso el procedimiento. Papá nos marca un chiste en el diario para compartirlo y la abuela nos cuenta cómo se enamoró del abuelo. Mamá viene con el libro en la mano a la cama e inventa una historia diferente inspirándose en los dibujos. Nos hacemos lectores cuando miramos juntos una película y la comentamos hasta el cansancio, visitamos una librería y nos quedamos horas, aun si no vamos a comprar nada. O cantamos una canción que sabemos de pe a pa. En definitiva, convertirnos en lectores es un proceso complejo en el que influyen muchos condicionantes y en el que la escuela es solo una parte. Continuar en casa la formación del lector se da en cada escena donde la palabra tiene un lugar primordial, la comunicación, el intercambio. Solo así enriquecemos nuestras posibilidades expresivas y extendemos al infinito nuestro vocabulario. No porque esté bien hablar bien, sino porque más herramientas para decir son más herramientas para ser y pensar. No hay duda entonces: leer con los chicos cotidianamente refuerza el contacto con los textos, fortalece vínculos y prepara el camino de un incipiente camino lector. Sabiendo que los adultos que promueven verdaderamente la lectura en los niños no regalan libros y los ofrecen cual golosinas, sino que leen con ellos, comparten la lectura, los diálogos posteriores y se comprometen. © LA GACETA Rocío Brescia - Especialista de Fundación Leer (www.leer.org).
LA MAGIA CONTINÚA POR HORACIO SEMERARO Para LA GACETA - TUCUMÁN En la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Buenos Aires, que se realizó en julio pasado bajo el lema “La magia continúa”, había tres espacios destacados para la lectura: la Biblioteca Infantil, la Zona de lectura -de literatura juvenil- y el Taller Leer y Compartir, equipado con computadoras y tablets. Creo que la verdadera magia estaba allí, en esa convivencia y reciprocidad de ambos tipos de lectura, sin exclusiones. Las ventajas de los chicos que leen son asombrosas: leer libros permite un nivel de concentración mayor, reduce la dispersión mental y posibilita mirar detalladamente una trama o historia facilitando su comprensión y memorización. Mejora la capacidad de expresión oral y escrita, facilita la comprensión de las matemáticas, ofreciendo posibilidades de un futuro mejor. De los adultos depende que la magia de los niños continúe. © LA GACETA Horacio Semeraro - Crítico literario. Miembro de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina.
El poder de imaginar ◆
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Por Canela escritor se encuentra con ideas, sentimientos y soluciones que no había previsto. El escritor es de algún modo un descubridor. Lo que revelamos está dentro de nosotros, se conecta con la memoria, los recuerdos, los prejuicios y las creencias que nos acompañan y que acuden sin que las llamemos a la construcción de esa historia que estamos contando… A mí se me da por los sentimientos, por el humor y… por la magia. En casi todos mis cuentos hay un elemento mágico que, como un intruso se instala y se adueña de la historia. No porque crea que es imposible aceptar la vida como viene y va, sino porque la vida nos ofrece todo el tiempo soluciones mágicas que solo debemos aprender a percibir y tomar con coraje, y con alegría. También me gusta construir personajes: la serie Lola (para los más chiquitos), Mona Lisa (una monita araña que vive aventuras extraordinarias de las que su madre no se entera nunca) y Don Lencina, un criollo de ley, sabio y silencioso que escupe sapos por la boca cuando quiere decir una “mala palabra”.
Por Hernán Carbonel
PARA LA GACETA -SALTO (PCIA. DE BUENOS AIRES)
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES Con la recuperación de la democracia decidí por fin dedicarme a escribir. No sé si hay relación directa entre una y otra cosa. Pero me sentí libre para hacerlo. Ese premio tan valioso que recibió Marisa que borra (White Ravens International) me sorprendió porque fue mi primer libro. La protagonista es una niña que siente que puede borrar, como una gran goma, todo aquello que no le gusta. Fue una manera (lo veo hoy) de hablar de las cosas que me habían hecho sufrir, de vencerlas. Pasaron muchos libros, pasaron generaciones y…sigo escribiendo. No me pregunto si los chicos y los jóvenes han cambiado mucho, porque también los adultos vamos cambiando, incorporamos nuevas actitudes, lenguajes, tecnologías. Todos vamos creciendo y evolucionando. Leer, escribir constituyen una de las mejores maneras de explorar y entender nuestro mundo interior y el mundo que nos rodea. Porque así como el lector sigue leyendo pendiente de la trama, de algunos aspectos de los personajes, de las situaciones inesperadas, el
ENTREVISTA A ISOL “Hoy nuestras historias tienen más empatía con el niño”
Me encanta el mar quizá porque lo atravesé como niña inmigrante. Es en ese mar donde aparecen Barco Pirata, El abrazo de Otto (un pulpo con sus ocho brazos) y Poemas de alta mar. La poesía también se instala en mis cuentos, a veces me molesta y, aunque quito rimas y desmadro sílabas, las metáforas se quedan ahí muy seguras de que quieren quedarse. La silla de imaginar (bellamente ilustrada por Daniel Roldán), que ahora integra el catálogo White Ravens, es una gran metáfora sobre el poder de la imaginación. Un poder que los chicos poseen en sumo grado. Y que los adultos vamos arrinconando. Leer, es un gran aliado para que todos, grandes y chicos ampliemos la mirada más allá de nuestras vidas, gracias a esas páginas que nos ofrecen mundos y seres imaginarios. © LA GACETA Canela – Escritora y conductora. La silla de imaginar ha sido distinguido con el White Ravens International, al igual que Marisa que borra, su primer libro para niños.
La flamante ganadora del Premio Astrid Lindgren Memorial, otorgado por el Consejo Nacional de Cultura de Suecia y dotado con 780.000 dólares, compara las viejas historias infantiles con las actuales. También cuenta cómo complementa sus múltiples oficios y cómo ilustró un libro de Paul Auster -¿Como ves hoy a aquella literatura infantil con la que crecimos, aquella de Pinocho, Disney, Abuelito dime tú, etc.? -A ver, es difícil porque no me gusta generalizar y hay elementos que me parecen muy interesantes y disfrutables en esas producciones que mencionás, así como otros que no comparto para nada. Creo que con respecto a lo que vemos hoy en las películas como las de Pixar, estas obras que nombrás eran tal vez menos “correctas” y con una intención un poco más moralizante, tal vez más maniquea del bien y el mal. Hay una escena de Pinocho de Disney que de niña me asustó y de grande la veo y me parece terrible: el nene que por no ir a la escuela, fumar puros (¡!), jugar al billar y comer porquerías se transforma en burro, con orejas, cola y empieza a rebuznar, es un momento terrible de castigo. Hoy nuestras historias tienen más empatía con el niño, los contextos son diferentes por la época, hay más humor compartido entre padres y niños, menos culpa y tristeza. Pero puedo rescatar las maravillosas animaciones de Disney y Heidi (donde estaba Miyasaki, que es uno de mis favoritos hoy), con sus delicadas observaciones de la naturaleza, con innovaciones estéticas de gran belleza, y mucho, mucho trabajo detrás. (pasa a pág 4)