19-4-2013 Tucumanos La Gaceta

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, VIERNES 19 DE ABRIL DE 2013 - 2DA. SECCION - 12 PAGINAS

Desde los primeros velocípedos hasta las ultratecnologizadas de estos tiempos, ellas ha sido fieles compañeras. Hoy se celebra su día, el Día Mundial de la Bicicleta, una jornada para concientizar sobre lo bien que nos hace a nosotros y al planeta olvidarnos del auto y montarnos sobre dos ruedas. Y también para exigir a los gobiernos que se pongan las pilas

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PARA LOS CHICOS

EL CASO DE LORENA BARRAZA

LA SOLIDARIDAD DE LOS TUCUMANOS CONMUEVE

LLEGA LA COLECCIÓN “CUENTOS DE LA SELVA” Ahora los chicos podrán disfrutar de historias mágicas en las que los protagonistas son los animales. En total serán 12 tomos, ocho con los “Cuentos de la selva” de Horacio Quiroga y cuatro tomos más de “Animales que cuentan cuentos”, de Maru Pons. Está destinado a niños en edad escolar, pero para que los disfrute toda la familia. Entre los títulos figuran “La gama ciega”, “Los cuentos de Doña Lechuza”, “Doña Araña teje historias”, “Don Tortugo y los bichos de mar”, “Cuentan que cuentan los jaguaretés”, “La abeja haragana”, “El paso del yabebirí” y “El loro pelado”. El primer volumen, “Las medias de los flamencos”, se entregará de forma gratuita con LA GACETA del domingo y, a partir del lunes 22 de abril, se lo podrá adquirir de forma opcional con el ejemplar del diario más $15 (presentando el cupón de descuento) o $28 (sin el cupón). ¡No te pierdas las increíbles historias de estos personajes!

Cadena de favores. Ni más ni menos. La historia de Lorena Barraza despertó toda clase de muestras de solidaridad de los tucumanos y de lectores de otros países que se conmovieron cuando leyeron la crónica por la web. El miércoles, LA GACETA publicó el padecimiento de la familia de Lorena, quien sufre de parálisis cerebral y escoliosis. Ella tiene 24 años y pesa 17 kilos. La única forma de alimentarse es a través de un botón gástrico. Pero cada año sus padres, Teresita y Juan Barraza, deben peregrinar por el PAMI para solicitarlo. No sólo demoran meses, sino que les mandan una marca que el cuerpo de Lorena rechaza. Lo grave es que el que tiene se venció en diciembre y ya está en proceso de descomposición. Desesperados, Teresita y Juan recurrieron al diario para contar la historia y reclamar que el PAMI cumpla con su deber. El año pasado tuvieron que iniciar una acción de amparo para que les entregaran el que tiene ahora, que tampoco es el adecuado. Los llamados se sucedieron y todos preguntaban lo mismo: “¿cómo puedo ayudar? ¿Hay una cuenta para depositar dinero?” Una médica se ofreció a hacer las gestiones para conseguir el botón gástrico de la marca Bard, que es la que

necesita Lorena. Otra lectora acercó un sobre con $2.000, que se le entregó personalmente a Juan, padre de Lorena (foto). En un mail, una lectora de otro país ofreció hacer un giro bancario. Muchos llamaron, menos el PAMI. Con los médicos de esa obra social se comunicaron desde el Hospital de Niños y, según confirmó el director del hospital, Oscar Hilal, el botón llegaría entre lunes y martes. “El doctor Hilal averiguó que el botón que necesita Lorena se consigue en Buenos Aires. Ahora es sólo una cuestión de decisión. Y hace falta que la decisión sea urgente, porque ya llevamos cuatro meses de atraso”, dijo el padre de la joven. Mientras su marido estaba en el hospital, su mujer quedó en su casa y los llamados fueron varios. “No lo puedo creer, nunca viví algo así. Estoy muy emocionada”, dijo con la voz entrecortada por el llanto. “No es dinero lo que buscamos cuando dimos a conocer el caso, sino que se cumpla la ley y el PAMI reconozca los derechos de Lorena. Es más, nos sentimos muy agradecidos, pero también un poco avergonzados”, confesó Juan después de recibir el sobre con el dinero donado.

TEMA LIBRE Duras lecciones que no se olvidan FEDERICO TÜRPE LA GACETA

@fedeturpe fturpe@lagaceta.com.ar

U

n día el papá sorprendió a todos al llegar a casa con una pecera repleta de pececitos de agua caliente. Quería transmitirle al hijo su pasión por los peces. “Vos vas a ser el encargado de darles de comer, mantener su casita limpia y el agua tibia”, le dijo el padre al niño y le entregó una red, alimento, un aireador y un calentador. Los primeros días fueron para el niño un poco complicados, pero siempre estaba el padre cerca para enseñarle a ha-

cer las cosas. En unas semanas el niño ya creía dominar el oficio y saber lo que los peces necesitaban con sólo mirarlos unos segundos. Estaba feliz, exultante. No eran sus juguetes ni sus soldaditos, estos eran peces de verdad, seres vivos que dependían de él y que, con algunos llamativos movimientos en el agua, ellos también le expresaban su felicidad. Hasta que un día la alegría se terminó. El niño fue a ver a sus peces y los encontró afuera de la pecera, desparramados, todos muertos. El golpe fue durísimo. El más fuerte que había vivido en sus pocos años de vida. Estaba muy confundido porque en sus sentimientos se mezclaban el dolor y la incomprensión. ¿Quién habría sido capaz de hacer algo tan horrible? Más tarde llegó su padre y el ni-

ño llorando corrió a abrazarlo. El papá fue a ver la pecera, la miró un rato, la tocó, acarició los peces y luego, tomándolo de las manos, le dijo: “te olvidaste de apagar el calentador, el agua está casi hirviendo y los peces saltaron porque se estaban quemando”. -Pero papá, ¿ellos no sabían que si saltaban del agua se iban a morir?, preguntó el niño sollozando. -Es probable que sí -respondió el padre-, pero prefirieron morir sin dolor. De esa terrible experiencia, el niño, hoy ya un hombre, aprendió dos cosas que nunca olvidaría. Que los hechos no siempre ocurren como suponemos en un primer momento, porque el dolor y el shock no nos dejan razonar con claridad, y que cuidar de alguien no siempre es asistirlo sólo cuando pide ayuda, sino también cuando no la pide.


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