SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE DE 2013
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Como en el fútbol, las historias de los personajes de Eduardo Sacheri se mueven entre los goles y las derrotas.
Miguel Velárdez repasa las creaciones literarias y las obras periodísticas que fueron inspiradas por la esférica pasión.
5 a SECCION
Deportes y letras
De la Ilíada a libros de Eduardo Galeano, Nick Hornby o Haruki Murakami, podemos encontrar una larga serie de pasajes de obras (y volúmenes enteros) en los que se mezclan literatura y deportes. En los últimos años, en la Argentina se han multiplicado los títulos en los que se plasma ese vínculo. ¿Qué antecedentes tiene esa relación? ¿Qué textos son imperdibles?
Causas y antecedentes de un fenómeno ◆
Cuando la pasión se hace libro ◆
os primeros amigos que tuve en la universidad, con los que trabé amistad sin mayores problemas, eran hinchas de tal o cual equipo; examinar con aire de estudioso las páginas deportivas de un periódico durante el almuerzo de un primer día de trabajo todavía despierta hoy una reacción de simpatía. Y sí, sí que estoy al tanto de la otra cara de este maravilloso recurso del que disponemos los hombres: terminamos por ser unos reprimidos, fracasamos en nuestras relaciones con las mujeres, nuestra conversación es trivial, aburrida; somos incapaces de expresar nuestras necesidades emocionales, no conseguimos relacionarnos como debiéramos ni siquiera con nuestros hijos, morimos sumidos en la soledad y en la tristeza”. El texto lo escribió Nick Hornby, autor de libros tan hermosos como éste que citamos: Fiebre en las gradas (editorial Anagrama). En sus páginas refiere a lo que significa el fútbol –precisamente el Arsenal inglés- en su vida. Cuenta que lleva el tema a su analista o que recuerda la fecha de casamiento de un amigo por un partido del equipo de sus amores. El de Hornby es un gran ejemplo de la pasión que genera el deporte en escritores. Pasión que muchos llevan a la literatura. Lo hizo también el japonés Haruki Murakami, autor de varios best sellers en los últimos años. “La vida es esencialmente injusta. De eso no cabe la menor duda. Pero creo que incluso de las situaciones injustas es posible extraer lo que de justicia haya en ellas. Puede ser que eso cueste tiempo y esfuerzo. Y puede que ese tiempo y esfuerzo sean en vano”, reflexiona en De qué hablo cuando hablo de correr (editorial Tusquets). Murakami se dedica desde hace años al maratón. Mientras entrena no hace más que pensar. Este libro es fruto de esos pensamientos. En él cuenta cómo aguanta los dolores, describe las ampollas que le salen en los pies y explica en qué cosas piensa
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Por Walter Vargas
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES a relación entre libros y deportes goza de su cresta de la ola, en géneros variopintos y con el fútbol, desde luego, como buque insignia. Pensemos que en 2013 cumple diez años el primer sello editorial argentino plenamente dedicado a textos relativos a los deportes: Ediciones Al Arco reúne en su catálogo 71 títulos que lejos están de agotar una oferta que crece de forma sistemática desde la última década del siglo XX. A decir del periodista Alejandro Apo, un pionero en difundir cuentos de fútbol en programas de radio en general y en su célebre Todo con afecto en particular, cuando empezó, allá por 1995, recorría ávidamente bibliotecas y librerías de viejos en pos de tesoros escasos e infrecuentes. Todo parecía resumirse en los clásicos de Roberto Fontanarrosa, Juan Sasturain, y Osvaldo Soriano, algunas contribuciones de Rodolfo Braceli o de ignotas antologías, el polémico Fútbol y masas, de Juan José Sebreli, y no mucho más. Hoy, en cambio, cada año llegan a sus manos decenas de textos vinculados con los deportes, sea de la Argentina, sea de otros países de Latinoamérica, novelas, cuentos, biografías, anecdotarios, estadísticas, ensayos periodísticos, sociológicos, antropológicos y ni hablar de estudios de psicología aplicada al deporte. En España, por caso, las ciencias aplicadas al deporte son metódicas y fecundas, aunque la producción editorial alcanza su máxima expresión en torno al fútbol y en el seno del fútbol mismo a los clubes Barcelona y Real Madrid. El presunto versus entre Pep Guardiola y José Mourinho, dos de los extrenadores más reputados y cotizados de estos tiempos, demandó la insospechada cifra de 15 libros.
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El presunto versus entre Pep Guardiola y José Mourinho, dos de los entrenadores más reputados y cotizados de estos tiempos, demandó la insospechada cifra de 15 libros. Sí, son 15 los textos que sea por el camino que fuere aluden al contrapunto ajedrecístico del catalán y el portugués. Ahora, si los deportes no han nacido hace 10 años, ni 15, ni 20, ¿a guisa de qué un desarrollo que grosso modo data de ese lapso? Las causas son múltiples o por lo menos resisten el asedio de la tentación reduccionista. Es probable que la babel mediática, capaz de multiplicar hasta límites insospechados la divulgación de las gestas deportivas propiamente dichas, así como sus temas periféricos e incluso sus detalles más irrelevantes, haya consumado una suerte de deportivización de la agenda pública. Los pilares disponían ya de vigorosa consistencia. El deporte, cóctel de guerra sublimada, juego, culto al héroe moderno, suspensión de la realidad cotidiana y transmisor de islotes de identidad, o en todo caso de un plus de sostén identitario, creció de forma exponencial como relato de una seducción siempre potente y siempre renovada. Y eso en tiempos de profundas crisis de otros relatos. De relatos, digámoslo, más fundantes para la marcha de la sociedad pero al tiempo de sesgo más antipático. Así concebidos, los deportes se agigantaron en su destino de nutricio refugio simbólico, propiciaron el movimiento de monstruosas sumas de dinero y al tiempo, cómo no, autorizaron a la intelectualidad y a sus satélites a decir esto y aquello de lo que todo el mundo se siente interesado. De lo que todo el mundo piensa y habla.
Genealogía Con todo, el vínculo entre literatura y deportes o letras y deportes ofrece una rica genealogía. En el libro XXIII de la Ilíada, por ejemplo, Homero se constituye en un adelantado en el género de la crónica pugilística. Describe una pelea entre Epeo y Euríalo, incluida en los juegos celebrados en ocasión de los funerales de Patroclo. Continúa en la página 2...
Por Alejandro Duchini
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
“Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero sólo de noche, mientras dormía”, ironiza Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra.
CAMINO DE RESISTENCIA * POR EDUARDO SACHERI Creo que la farandulización del fútbol nos provoca, a los viejos futboleros, una profunda desazón. Tal vez la literatura futbolera es un camino de resistencia (prefiero pensarlo en esos términos, más que en términos de nostalgia), frente a lo peor de ese proceso. Poner matices donde el discurso maniqueo y simplista nacido en los medios masivos tiende a borrarlos. *Fragmento de entrevista publicada en este suplemento en enero de este año.
para soportar largos recorridos, altísimas temperaturas y a un cuerpo (el suyo) que le pide parar. El periodista estadounidense Bill Buford se metió a principios de los 80 en el mundo hoolingan. Se hizo amigo de barras de equipos ingleses que no dudaban en arrancarle (literalmente) un ojo a un policía, destrozar bares y revolear puños a hinchas rivales. Aquella experiencia, que lo llevó incluso a quedar detenido en medio de un desbande internacional, la volcó en Entre los vándalos (Anagrama), un libro tan inhallable como magnífico. Futbolero al extremo, Eduardo Galeano es autor de un clásico: El fútbol a sol y sombra (editorial Siglo XXI). Se ha reeditado muchísimas veces. Después de cada Mundial el autor agrega el capítulo correspondiente. “Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero sólo de noche, mientras dormía”, ironiza en el prólogo. En sus páginas homenajea no sólo a ese deporte, sino a su espectro social. Imperdible. Tanto como Díganme Ringo (editorial Planeta), la biografía sobre Oscar Natalio Bonavena que escribió a principio de los 90 el periodista Ezequiel Fernández Moores. “Lo elegí porque formaba parte de mi infancia, de la memoria popular de los argentinos y porque me permitía entrar al boxeo desde otro lugar. Yo antes era mucho más crítico hacia el boxeo. Entrar por el lado del boxeador me hizo conocer de modo más profundo la parte humana, me dio una visión mucho más amplia del boxeo”, le cuenta el autor a La Gaceta al recordar ese trabajo difícil de encontrar. En medio del apogeo del Barcelona de Guardiola, 15 escritores contaron qué incidencia tuvo ese club en sus vidas. El libro se llama Cuando nunca perdíamos (editorial Alfaguara). Son textos brillantes, con un interesante dejo de melancolía. Entre otros escriben Ramón Besa, Juan Cruz Ruiz, Juan Gabriel Vázquez, Enrique Vila-Matas y Juan Villoro. No se lo pierdan. El fútbol argentino ha despertado pasiones en los últimos años. Continúa en la página 4...