SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 25 DE AGOSTO DE 2013
2 Teléfono, un poema de Santiago Kovadloff, que integra su libro Líneas de una mano.
3 Qiu Xiaolong, uno de los “grandes” del policial, metió en problemas a “su” detective para hacerlo más real.
5 a SECCION
ENTREVISTA A RICARDO PIGLIA
“No sabemos nada de la gente que amamos”
FOTO DE RODRIGO RUIZ CIANCIA
Después de quince años de enseñar en la Universidad de Princeton, el brillante escritor argentino -también uno de los críticos más destacados de América Latina- se radicó en Buenos Aires, donde acaba de publicar El camino de Ida (Anagrama), su última novela. Aquí habla sobre su libro y también sobre el policial, las razones para leer ficción, la vida en EEUU y los argentinos. “Memoria y olvido ha sido el juego de la política desde la dictadura para acá; a mí me parece que nos falta un poco de nostalgia”, afirma. ◆
Por Fabián Soberón
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES a demora por el tráfico me hizo llegar tarde. Toqué el timbre y la voz tronante de Piglia en el contestador me dijo que el fotógrafo bajaba con la llave. Al rato, saludé al joven portador de las imágenes. Piglia abrió la puerta al escuchar los pasos cortos en el palier. Ni bien traspuse la puerta, me recibió con un afectuoso saludo. Parecía conmovido. Recordó, en voz alta, que yo iba desde Tucumán y ese hecho lo había entusiasmado. Tenía una camisa negra y amplia y un pantalón oscuro. Llevaba puestos sus clásicos anteojos cuadrados y el pelo revuelto le daba un aire de tranquilo y joven esplendor. Después de darme la mano, se sentó de espaldas a la ventana y elogió el suplemento que había fundado Daniel Alberto Dessein. Dijo que todos leían LA GACETA Literaria (se refería a él y sus amigos escritores) y que era un suplemento muy digno y prestigioso. Me senté. En la mesa larga y limpia había una ensaladera pletórica de uvas rosadas y en una bandeja pequeña advertí que la luz clara rociaba un enjambre de nueces. Mientras Ricardo repasaba sus anteojos con una tela mínima, recorrí los estantes de la biblioteca. En ese travelling simple y esquemático, alcancé a ver un tomo amarillo del escritor Richard Ford y unos libros en inglés. La luz iridiscente bañaba los volúmenes y el aire liviano y fresco de Buenos Aires entraba por la ventana que estaba detrás. Encendí el grabador. Mientras Piglia bromeaba sobre la relación entre los artistas y el Papa, lancé la primera pregunta.
L
- “En cualquier hecho de su vida privaba el secreto”, dice Renzi sobre la vida de Ida. Esta es casi una síntesis de la trama, una forma condensada del enigma que está en el núcleo de la novela. Me gustaría que hablemos del secreto y del enigma como centro de la trama. - Por un lado la chica, Ida, practica la clandestinidad erótica. Tiene una doble vida. Me gusta mucho
eso. Tiene una vida establecida. Después arma unas escenas completamente ajenas a la experiencia real. Separa el erotismo de la vida real. ¿Qué relaciones hay entre las relaciones amorosas y la clandestinidad política? Esa sería la pregunta. Con respecto al secreto, a mí me ha gustado mucho una cosa que dice el novelista inglés Foster, el de Viaje a la India. En su libro Aspect of the novel, dice que la clave de porqué leemos ficción está en que no sabemos nada de la gente que amamos. Sólo sabemos lo que vemos y lo que nos dice. Pero son un secreto. No sabemos lo que piensan ni sabemos lo que hacen cuando no los vemos. Mientras que de los personajes de la ficción sí sabemos todo. Me parece una extraordinaria manera de definir el interés por la ficción. El secreto es una de las claves de las relaciones humanas. - En la novela hay una relación clara con el policial. Se podría decir que es una relación de uso, de apropiación y uso. Y en esta novela ha trabajado de nuevo con ciertas marcas del género. ¿Cree que se ha terminado el prejuicio sobre el género? - Por un lado quisiera recordar que yo empecé con el género públicamente cuando hice esa colección que se llamó Serie negra en 1968. Esa colección tiene la virtud de haber reunido de manera sistemática los libros que estaban dispersos en quioscos. Así como había hecho Borges con el policial inglés, yo quería hacer eso con el policial negro, con buenas traducciones. Eso influyó mucho en la lengua castellana. Soriano y Martini empezaron a escribir novelas así. En España pasó lo mismo. Hoy el género comparte con la novela inglesa la hegemonía de lo que entendemos por policial. El género policial se ha extendido. No sólo existe en lengua inglesa sino en español, en Noruega, Italia, etcétera. La diferencia entre los géneros y la alta literatura que mantiene el prejuicio siempre vivo es que los géneros trabajan con estereotipos y fórmulas. Continúa en la página 4...
PERFIL Ricardo Piglia nació en 1941, en Adrogué (provincia de Buenos Aires). Fue profesor en las universidades de Princeton y Harvard. Entre sus libros de ficción pueden mencionarse Blanco nocturno, Prisión perpetua, La ciudad ausente y Respiración artificial, un clásico ineludible de nuestras letras. Entre sus ensayos, Crítica y ficción, Formas breves y El último lector. Ganó, entre otros premios, el Planeta Argentina, el Crítica de España, El Casa de las Américas, el Dashiell Hammett y el Rómulo Gallegos. Está unánimemente considerado como uno de los grandes escritores argentinos de nuestro tiempo.
“Yo he dicho, a veces en broma, que es más fácil escribir una obra maestra (y es un género la obra maestra) que una novela policial. O sea que también la alta literatura se llena de retórica”.