Edición #39 La Gaceta del Pensamiento

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FORO DE LA COMUNIDAD

Pedro Assef / Poesía Alessio Zanier / Historia Sandra Serrano / Pintura Pricila Sosa / Comunidad Miguel Borge / Comunidad Jorge Orlando Correa / Cuento Juan José Morales / Homenaje Margarito Molina / Comunidad Fernando Savater / Comunidad H. Aguilar Camín / Discurso Ricardo María Garibay / Fotografía J. Benegas y M. Blanco / Internacional MARZO / ABRIL 2017 EDICIÓN # 39

GACETADELPENSAMIENTO.COM


“Trabajamos con la legislatura federal para que se apoye la infraestructura cultural de Quintana Roo. Se valorará la creación de una secretaría, pero de menos vamos a tener un instituto de cultura que funcione y con buen presupuesto.” Carlos Joaquín González Gobernador de Quintana Roo

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LA GACETA,

RENOVADOS BRÍOS

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ada libro, cada edición, tiene su propia suerte, como saben quienes se dedican al oficio de la palabra impresa. El hado del pasado número de la Gaceta del pensamiento fue aciago. Al desabasto de insumos por el disparo en el costo del dólar, a los problemas económicos y hasta de imprenta, se agregó la inesperada y penosa muerte de Juan José Morales, decano consejero científico de la revista. La áspera ruta fue superada en buena parte y no sólo en lo financiero, sino igual en lo que toca a sus contenidos con el arribo al Consejo Editorial de Pricila Sosa Ferreira, destacada académica inscrita en el Sistema Nacional de Investigadores. ¡Bienvenida! Como merecido homenaje, publicamos en esta edición la síntesis de una entrevista que en estas páginas se le hiciera a nuestro finado colaborador. Descanse en paz. Como resultado del tránsito por la difícil ruta, se redujo la circulación del pasado número, con lo que los artículos e imágenes de quienes participaron en la revista no llegaron a todos nuestros lectores, es decir, no cumplieron de manera cabal con el objetivo de divulgación con que fueron creados. Por ello se decidió la reedición de algunos trabajos, los cuales que se agregan al contenido de fresca factura. Margarito Molina y su discurrir sobre la humana piel, a punto de poesía; el atinado artículo de la propia Pricila Sosa, los versos de Pedro Assef y el vívido relato del doctor Alessio Zanier, sumados a textos de Javier Benegas y Juan Manuel Blanco, cortesía de Vozpópuli; de Fernando Savater, de El País; y a segmentos del discurso de Héctor Aguilar Camín al recibir el Premio Bellas Artes 2017, dan consistente miga a esta entrega. Junto con la revista, como siempre, el lector encontrará el libro 36 de Cuadernos de la Gaceta, esta vez con Los días sin fe, de Odette Alonso, poeta natural de Santiago de Cuba, residente en México desde 1992 y viajera frecuente al Caribe mexicano, “su otra casa”. Su canto es vital y luminoso, aunque si el lector escucha con atención, entre la música de sus versos, vibra un hálito de añejo pesar… Retornamos a la normalidad con renovados bríos.

Nicolás Durán de la Sierra gacetadelpensamiento.com

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Dragon Writer, de Andrew Ferez Ilustración digital 2014, Rusia

DIRECTORA

Zita Finol COORDINADOR EDITORIAL Nicolás Durán de la Sierra EDITOR Agustín Labrada Aguilera DISEÑO Arnaldo Blanco Leal CONSEJO EDITORIAL Jorge Polanco Zapata Juan Carlos Arriaga-Rodríguez Pricila Sosa Ferreira Agustín Labrada Aguilera gacetadelpensamiento@yahoo.com.mx

www.gacetadelpensamiento.com Gaceta del pensamiento es una revista de carácter cultural que aparece los primeros días de cada mes con un tiraje de 3000 ejemplares. Editor responsable: Nicolás Durán González. Se distribuye en todos los municipios del estado de Quintana Roo y México DF. Certificado de Licitud y Contenido de la Comisión de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación en trámite. Certificado de reserva de Derechos de uso exclusivo del título expedido por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2014-112414141800-102.

LOS COLORES DEL TIEMPO SANDRA SERRANO


:abecedario POESÍA PEDRO ASSEF El adiós del poeta RELATO ALESSIO ZANIER VISINTIN Jukín, el que no tuvo miedo FOTOGRAFÍA RICARDO MARÍA GARIBAY Mujeres del desierto y el mar CUENTO JORGE ORLANDO CORREA Tripalium

JUAN JOSÉ MORALES

“HEMOS SOÑADO DE MÁS…” HÉCTOR AGUILAR CAMÍN Premio Bellas Artes 2017

¿Y SI CLINT EASTWOOD TUVIERA RAZÓN? Javier Benegas y Juan Manuel Blanco

DE LA CORRECCIÓN POLÍTICA Y LOS HÉROES IMPERTINENTES Fernando Savater

EL ADIÓS DEL MAESTRO

FRONTERA NORTE: DE FOSOS Y MUROS Pricila Sosa Ferreira

RECUERDA, CUERPO, CUÁNTO TE AMARON… Margarito Molina HUMOR DE MAYAS Y LATINOS , UNA CONTRADICCIÓN CULTURAL Miguel Borge Martín

PAWLA KUCZYNSKIEGO Caricaturista polaca

EL PAPA FORMOSO Y EL SYNODUS HORRENDA UN CADÁVER SOMETIDO A JUICIO Juan José Morales

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Héctor Aguilar Camín

“Hemos soñado de más…” >PREMIO BELLAS ARTES 2017

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l pasado marzo, el Instituto Nacional de Bellas Artes otorgó la Medalla Bellas Artes del año de 2017 al escritor Héctor Aguilar Camín “por sus grandes aportaciones a la cultura de México”, según señalara Lidia Camacho, directora de ese organismo, en una ceremonia realizada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México. En el evento, María Cristina García Cepeda, la secretaria de Cultura, destacó: “Son muchas cosas las que tenemos que agradecer a Héctor Aguilar Camín: sus cuentos y novelas, su pasión por la historia y el periodismo, su faceta de editor, su espíritu de cronista de su tiempo, su sorprendente capacidad para tender ese puente de ideas entre el pasado y la actualidad, para tratar de encontrar la brújula del futuro.” “La obra de un escritor tan apasionado y atento como Héctor –añadió– es parte de nuestra biografía. Desde Morir en el Golfo hasta Adiós a los padres, ha hecho de la escritura de ficción un compromiso: escribir bien; y eso es la búsqueda de lo verosímil, porque la verdad literaria está en la complicidad entre el libro y el lector en el mágico espacio de la intimidad.” Presentamos aquí fragmentos del discurso de Aguilar Camín tras recibir la importante presea: “Me hice escritor para contar la historia de mi casa. No fue una decisión artística, fue una necesidad melancólica, una larga, demorada, urgencia vital. Mi literatura ha cojeado siempre de ese lado que José Revueltas llamaría el lado moridor, el lado de la pérdida, el lado del destino que, según la metáfora árabe: ´Atropella a los hombres como un camello ciego´. La metáfora alude al azar, adverso e independiente de nuestra voluntad, pero creo que todos somos nuestro propio camello ciego.” Se hizo escritor por la boca de su madre y de su tía, “por contagio de sus palabras, por extensión del vigor y la alegría con que aquellas hermanas contaban, una y otra vez, la historia del regreso del loro desplumado que el ciclón se había llevado por los aires a Cuba; o la historia de la noche en que mataron, en el silencio de los grillos de Chetumal, a Pedro Pérez…” “Sin la literatura, sin las historias que he podido escribir –perpetrar, diría Borges– mi vida sería infinitamente

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más pobre de lo que es, y más ignorante de sí misma. Sé muy bien del saber y de la alegría que hay en escribir, y del gesto inmodesto de creer que la escritura puede bastarse a sí misma para corregir el mundo.” II “Hemos soñado de más y conseguido de menos. México será algún día un gran país, un país moderno y hospitalario para la mayoría absoluta de sus hijos, pero no lo será por los aciertos que se hayan cometido en el curso de mi generación, no al menos por una historia de aciertos sostenidos. Hemos intentado todas las fórmulas probadas en otros países para dejar atrás al subdesarrollo, como se decía en mis tiempos, y las hemos vuelto insustanciales, insuficientes e ineficientes, cuando no parodias perniciosas llenas de resultados contrarios a los buscados. “Estamos lejos de ser el país próspero, equitativo y que se propuso formar mi generación. Hemos corrompido nuestra democracia, destruido nuestra seguridad, hemos achatado, precarizado nuestra economía y nuestros salarios, hemos profundizado nuestra desigualdad. La historia de las equivocaciones colectivas de estos años es notoriamente más populosa que la de los aciertos. No hemos sido los peores en esto de equivocarse mucho, pero eso no es un gran consuelo. “La responsabilidad mayor es, desde luego, de los gobiernos, pero también de su oposición, de sus oposiciones, de sus malos hábitos y las pobres convicciones de la sociedad, de la baja calidad de sus medios, de sus empresas, de sus iglesias, de sus intelectuales, de su clase dirigente. “Podría parafrasear a Daniel Cosío Villegas, cuando en 1947 dijo que todos los hombres de la Revolución mexicana, sin excepción, habían estado por debajo de las exigencias, y decir, setenta años después, que todos en mi generación, sin excepción, hemos estado por debajo de las oportunidades que la historia nos brindó y más por debajo aún de lo que nos propusimos y logramos. Hemos sido inferiores a lo que soñamos. “Me consuelo pensando que el país es más grande que sus males, más vital que sus vicios y más inteligente que las ilusiones de sus hijos.”


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¿Y si Clint Eastwood tuviera razón?

Cartelera de la película Harry el sucio (Dirty Harry) de 1971.

>JAVIER BENEGAS Y JUAN MANUEL BLANCO Articulistas del diario digital español Vozpópuli. Son autores del libro Catarsis, se vislumbra el final del régimen.

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n la genial novela de de Philip Roth La mancha humana, la vida del decano universitario Coleman Silk se desmorona tras interesarse por dos estudiantes que han faltado a todas sus clases, “¿Conoce alguien a estos alumnos? ¿Tienen existencia sólida o se han desvanecido como negro

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humo?” pregunta en el aula. Desgraciadamente para Coleman, uno de los aludidos resulta ser afroamericano y, cuando llega a sus oídos la pregunta, la interpreta como un ataque racista. Aunque no había ánimo ofensivo en sus palabras, puesto que jamás había visto al estudiante, Silk es acusado de racista, cesado como decano y despe-

dido. Sin otra universidad dispuesta a contratarlo, su economía familiar se deteriora rápidamente. Padece el rechazo de la comunidad, el repudio de amigos y conocidos y, en el colmo de la desdicha, su esposa sufre una apoplejía a causa del estrés y fallece. Numerosos profesores norteamericanos son censurados o expulsa-


dos de las universidades porque sus discursos, o siquiera sus apreciaciones, turban a un alumnado cada vez más sobreprotegido e infantilizado. Aunque el decano Silk sea un personaje de ficción, Philip Roth refleja las vivencias de infinidad de profesores norteamericanos censurados o expulsados de las universidades porque sus discursos, o siquiera sus apreciaciones, turbaban a un alumnado cada vez más sobreprotegido e infantilizado. Porque no se ajustaban a lo políticamente correcto. ¿UNIVERSIDADES O JARDINES DE INFANCIA? Hace poco más de dos años, según relató Judith Shulevitz, estudiantes de la Universidad de Brown organizaron un debate abierto sobre agresiones sexuales. De inmediato, otro grupo de alumnos, temeroso de que los aquellos pudieran exponer ciertas ideas “negativas”, protestó ante la dirección argumentando que la universidad debía ser un “espacio seguro” donde nada avivara los traumas de las víctimas. Las autoridades académicas no cancelaron el acto, pero pusieron a disposición de los asistentes su propio “espacio seguro”: una sala contigua donde cualquiera pudiera acudir para recuperarse de algún punto de vista

turbador, y, si se sentía con fuerzas, regresar al debate. La estancia estaba equipada con cuadernos para colorear, juegos de plastilina, cojines, música relajante, mantas, galletas, chicles, incluso un video en el que aparecían perritos jugando. También contaba con personal cualificado para atender posibles traumas. Cuando el evento finalizó, dos docenas de personas habían pasado por esta sala, una de las cuales explicó: “me sentía bombardeada por unos puntos de vista que van en contra de mis creencias más íntimas”. Otra vez, un profesor del Columbia College recomendó la visita a una interesante exposición de arte samurái japonés. De inmediato, uno

de sus estudiantes protestó airadamente, tachando su sugerencia de políticamente incorrecta porque podía herir la sensibilidad de los alumnos chinos. La objeción era absurda, pues la invasión de China por el ejército imperial japonés había finalizado setenta años atrás. Sin embargo, para el estudiante el tiempo transcurrido era irrelevante. En su lógica, el arte alemán ofendería en Francia, el francés en España por la invasión napoleónica, o el español en Flandes. Otro caso llamativo es el del expresidente de la Universidad de Harvard, el economista Larry Summers, quien tuvo la desgraciada ocurrencia de defender teorías donde mostraba que el coeficiente de inteligencia de los hombres presenta una dispersión, una varianza mayor que el de las mujeres, planteando como hipótesis que este hecho podía influir en la asignación de puestos de trabajo en las escalas más altas y más bajas. De inmediato fue tildado de machista y, tras durísima campaña, se vio obligado a dimitir en 2006. DEL OSCURANTISMO A LA IGNORANCIA

Larry Summers.

El calvario de todos estos profesores ilustra la plaga de la corrección política, una moda que invade los campus universitarios del mundo desarrollado, constituyendo una asfixiante censura que, en no pocas Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I 9


ocasiones, provoca dramas absurdos perfectamente evitables. Lo peor, con todo, es que condena a la sociedad al oscurantismo, a la ignorancia. Al fin y al cabo, Summers sólo podría haberse ahorrado el calvario falseando las teorías, adaptándolas a la “realidad” de lo políticamente correcto o, sencillamente, renunciando a su exposición. Por su parte, el profesor de Columbia debería pensárselo dos veces antes de recomendar exposiciones de arte a sus alumnos pues que todas, de algún modo, herirán alguna sensibilidad alguien. En cuanto a los estudiantes de la Universidad de Brown, para evitar sobresaltos tendrían que renunciar a organizar debates abiertos. El irresistible avance de la corrección política es una muy potente señal que nos advierte de la infantilización de la sociedad occidental, reflejada con pavorosa nitidez en su universidad, de donde precisamente proviene. Tanto despropósito llevó a Richard Dawkins, profesor de Biología evolutiva de la Universidad de Cardiff, a advertir a sus estudiantes, con indisimulada indignación: “La universidad no puede ser un ‘espacio seguro’. El que lo busque, que se vaya a casa, abrace a su osito de peluche y se ponga el chupete hasta que esté listo para volver. Los estudiantes que se ofenden por escuchar opiniones contraria a las suyas quizá no estén preparados para venir a la universidad.” 10

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La corrección política es producto de ese pensamiento infantil que cree que el monstruo desaparecerá con solo cerrar los ojos. Pero la maduración personal consiste justo en lo contrario, en descubrir que el mundo no es siempre bello ni bueno, en la toma de conciencia de que el mal existe, en llegar a aceptar y encajar la contrariedad, el sufrimiento. Y, por supuesto, en aprender a rebatir los criterios opuestos. En su esfuerzo por hacer sentir a todos los estudiantes cómodos y seguros, a salvo de cualquier potencial shock, las universidades están sacrificando la credibilidad y el rigor del discurso intelectual, remplazando la lógica por la emoción y la razón por la ignorancia. En definitiva, están impidiendo que sus alumnos maduren. LA TRAMPA DEL “ESPACIO SEGURO” Cuando se designa a espacios universitarios como seguros, implícitamente se está marcando otros como

inseguros y, por ende, tarde o temprano habrá que “asegurarlos”, hasta que cualquier opinión desconcertante quede prohibida en todo el campus. Y, si esto es válido para la universidad, ¿por qué no trasladarlo a la sociedad en su conjunto? Así, la represión se extiende como mancha de aceite, prohibiendo palabras, términos, actitudes, estableciendo una siniestra policía del pensamiento. Desde el punto de vista conceptual, la corrección política es incongruente, cae por su propio peso. Dado que no todo el mundo opina igual ni posee la misma sensibilidad, no es posible separar con rigor lo que es ofensivo de lo que no lo es, establecer fronteras objetivas entre lo políticamente correcto y lo incorrecto. Hay personas que no se ofenden nunca; otras, sin embargo, tienen la sensibilidad a flor de piel. La ofensa no está en el emisor sino en el receptor, Así, en la práctica, es la autoridad quien acaba dictaminando lo que es políticamente correcto y lo que no.


Y lo hace, naturalmente, a favor del establishment y de los grupos de presión mejor organizados. La corrección política es una forma de censura, un intento de suprimir cualquier oposición al sistema. Y es, además, ineficaz para afrontar las cuestiones que pretende resolver: la injusticia, la discriminación, la maldad. No es más que un recurso típico de mentes superficiales que, ante la dificultad de abordar los problemas, la fatiga que implica transformar el mundo, optan por cambiar simplemente las palabras, por sustituir el cambio real por el lingüístico. Lo expresó de forma certera el defensor de los derechos civiles W. E. B. Du Bois en 1928. Tras ser recriminado por un joven exaltado por utilizar la palabra “negro”, éste respondió: “Es un error juvenil confundir los nombres con las cosas. Las palabras son sólo signos convenidos para identificar objetos o hechos: son estos últimos los que cuentan. Hay personas que nos desprecian por ser negros; pero no lo van a hacerlo menos por llamarlos ‘hombres de color’ o ‘afroamericanos’. No es el nombre… es el hecho.” En efecto, ni la discriminación, ni el racismo, ni cualquier otro problema, se resuelven por cambiar los nombres. Como mucho, se logra tranquilizar la mala conciencia de algunos. Y EL RESULTADO ES… DONALD TRUMP Hay mucha gente en el mundo, demasiada en España, que, al parecer carece de la madurez emocional o de la capacidad intelectual para escuchar una opinión política que se aparte de sus convicciones sin considerarla un insulto personal. Al poner los sentimientos por encima de los hechos, de las razones, cualquier opinión válida puede ser desactivada tachándola de racista, sexista, discriminatoria. Puede que a estas personas la corrección política les haga sentirse más cómodos, pero a costa de instaurar la cultura del miedo en los demás. Clint Eastwood declaró: “Secretamente, todo el mun-

Publicidad de la cinta Big Brother, de George Orwell, de 1984

do se está hartando de la corrección política, del peloteo. Estamos en una generación de blandengues; todos se la agarran con papel de fumar.” Aun así no era plenamente consciente del peligro que se avecinaba: tarde o temprano el virulento efecto péndulo invierte las magnitudes, la gente acaba hastiada de tanta censura, y como reacción… vota a Donald Trump. Renunciar al libre discurso, al libre pensamiento, para evitar herir la sensibilidad de algunos es peor que

estúpido: es peligroso porque pone en cuestión los principios de la democracia. Debemos ser respetuosos con todo el mundo, por supuesto. Pero también expresar con libertad nuestras ideas y argumentos. Si alguien se molesta, se rasga las vestiduras, es muy probable que esté mostrando su talante inmaduro, su carácter infantil e intolerante. Lo advirtió George Orwell en su novela 1984: “La libertad es el derecho de decir a la gente aquello que no quiere oír.” Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I 11


DE la CORRECCIÓN POLÍTICA Y los HÉROES IMPERTINENTES

P

>FERNANDO SAVATER Filósofo y ensayista español Tomado del diario El País

ropongo como santo patrono de tuiteros y otros arácnidos venenosos de la web a Tersites, único antihéroe entre los numerosos héroes de la Ilíada. De él no cuenta Homero hazaña positiva, sólo una negativa: tras describirlo como feo, jorobado, enclenque y con todos los rasgos fisionómicos del resentimiento, lo presenta interviniendo a contrapelo en la asamblea de los jefes aqueos para llamar ambicioso a Agamenón y recomendar de modo desabrido el regreso a casa de las tropas aqueas. Indignado contra el primer indignado legendario, Odiseo le atiza un correctivo/represivo con el cetro del ofendido Agamenón. Pero el daño ya está hecho y la unanimidad heroica (coincidían en los fines de conquista, aunque no en la estrategia) queda rota. En mis lecturas juveniles del poema, pese a que mi héroe favorito siempre fue Odiseo fértil en recursos, cultivé un culpable aprecio por el impertinente Tersites. Robert Graves escribió que en el fondo también Homero compartía su crítica a los gloriosos bravucones. Las redes sociales han multiplicado hasta lo infinito y también degradado infinitamente el modelo Tersites. Contra cualquier celebridad, cualquier afirmación de algún notable o incluso ante cualquier desdicha de alguien por lo que sea distinguido, se alza un coro maldiciente, insultante, a veces obsceno. O voces victimistas, que se sienten mortalmente ofendidas por lo que otros dicen, hacen o disfrutan. El modelo Tersites, en su mejor versión, cumple una función de indudable interés cívico: favorece la discusión de las doctrinas y creencias más sólidamente establecidas. No siempre son los grandes especialistas los más capaces de poner en cuestión las formas de pensar tradicionales, pues suelen saber demasiado como para arriesgarse a objeciones o preguntas muy elementales, pero que se revelan decisivas. En cambio los neófitos no tienen tantos miramientos a la hora de cuestionarlo todo. A veces los Tersites resultan útiles al quejarse de los perjuicios que teorías acrisoladas o perspectivas clásicas causan entre grupos sociales o incluso entidades naturales que hasta hace poco no merecieron consideración. Pero en su cómputo de daños hay que anotar un envilecimiento del espacio público de comunicación por insultos, bromas atroces, calumnias y noticias falsas que tienen a veces serias consecuencias sociales o políticas. Y a menudo exhiben orgullosos la patente de una serie de campos minados por los prejuicios alternativos de grupos

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de opinión, en los que ni los ángeles se atreven a pisar sin deshacerse de inmediato en excusas ante la menor transgresión de la ortodoxia que pueda soliviantar a la jauría. Veámoslo más de cerca. Una superstición extendida convierte a las opiniones en pequeños recintos monoplazas amurallados que los demás no deben manchar con dudas: “Toda opinión es respetable.” ¡Vaya sandez! Las opiniones no son armaduras para encerrarse y defenderse del resto del mundo, ni características personales idiosincrásicas que está feo criticar así como nadie debe humillar a otro por ser patizambo o bizco. Toda opinión expresada crea una palestra, un espacio de debate donde se ofrece para ser cuestionada y recibir objeciones o aportes confirmatorios. La única forma aceptable de respetar una opinión es discutirla. Y “discutir”, esa bonita y esencialmente civilizadora palabra, proviene etimológicamente de un verbo que significa zarandear, sacudir, tirar con fuerza de una planta para ver si tiene raíces firmes. Así que discutir una opinión es zarandearla y someterla a tirones a fin de ver si está enraizada en la realidad o es flora superficial, bonita y aparente, pero incapaz de resistir la menor ventolera argumental. No, todas las opiniones no son ni mucho menos respetables, pero todas las personas sí lo son, opinen como opinen. No hay opiniones sagradas, pero en cambio todas las personas deben serlo. Desde luego, la libertad de expresar opiniones está sometida a leyes, como cualquier otra acción social humana, que la amparan en muchos casos y la prohíben e incluso castigan en otros. Si yo persigo por la calle a un convecino llamándole “imbécil” y “ogro comeniños”, que es mi sincera opinión sobre él, seré amonestado e incluso puedo ser penado La vida en comunidad busca y pretende exigir si no el amor fraterno, porque ser santo no es el destino de todos,


al menos ciertos miramientos de convivencia. Nuestro primer medio ambiente es la sociedad y por tanto también debe tener su propia ecología: para que pueda respirarse en compañía civil hay que evitar la polución de insultos, calumnias, bulos, hostigamientos denigratorios, etcétera. Hoy la Internet es un espacio público primordial, al que deben aplicarse los mismos criterios que a otras plazas, calles o parques. Aún más sabiendo que la sensación de anonimato e impunidad es lo que anima a los contaminadores de la red. Los ataques mediáticos son cada vez más frecuentes y más cobardes que los tradicionales. Claro que los castigos deben ser proporcionales, pero suficientes para dejar claro que la web no es un paraíso sin ley. A veces querría ponerles orejas de burro y enviarlos al rincón, ante el resto de la clase… Los indudables abusos de Tersites pueden llevar a otras arenas movedizas: la de los activistas de la susceptibilidad. Una cosa es ser ofendido por la explícita y agresiva voluntad de alguno, otra sentirse

Fernando Savater.

ofendido por algún planteamiento serio o jocoso que en sí mismo no nos ataca directamente, ni implica intención de insulto. Se pueden denunciar y repudiar los ultrajes, pero no impedirse que alguien se sienta ultrajado por gustos y expresiones ajenas que no tienen que ver con él de manera personal. Para el Tersites, un amanecer radiante puede ser ofensivo: pero no debe castigarse el amanecer… Ciertas sectas ideológicas o religiosas son especialistas en sentirse maltratadas por opiniones e imágenes que su dogma desaprueba. Es una forma de exhibir poder y ejercer una tiranía social que los halaga: lo políticamente correcto, que es en ocasiones muestra de conformismo timorato o de oportunismo electoral, refleja su triunfo en demasiados campos. La contrapartida por vivir en una sociedad que tolera nuestras más improbables creencias es tener que aguantar a quienes las critican o ridiculizan. La postura histriónica de sentirse herido en sus convicciones, como si éstas formasen un cuerpo místico en torno a nuestro cuerpo material, no puede anteponerse a la libertad de expresión de los demás, a la cual no tenemos obligación de hacer caso. Con mejores o peores razones, uno objetar comportamientos musulmanes sin ser islamófobo, o de homosexuales sin ser homófobo, o de católicos sin padecer anticatolicismo mórbido, etcétera. Y aunque uno padeciera tales supuestas dolencias ideológicas, no puede ser excluido de la convivencia cívica salvo que su comportamiento transgreda derechos legalmente reconocidos. Llevar estos prejuicios al campo educativo, como exigen los que rechazan en las aulas ciertas obras clásicas de la literatura o el pensamiento por incurrir en supuestas ofensas a su peculiar moralidad, es particularmente grave porque uno de las metas de la educación es familiarizarnos con criterios distintos a los propios o explorar los límites y contradicciones de éstos. Además, ciertas manifestaciones artísticas, como las publicaciones humorísticas, pueden parecernos de mejor o peor gusto, pero deben gozar de una licencia mayor para ir más allá de las conveniencias. Algunos dirán irritados: “¡Pues si todos hiciésemos lo mismo…!” Al oír tal protesta, Bertrand Russell solía decir que el cartero puede llamar a todas las puertas de la casa, mientras que el resto de los vecinos no goza de tal privilegio. Los Tersites modernos, tanto online como presenciales, aparecieron primero entre grupos sociales excéntricos o de oposición a lo establecido. Pero han ido ocupando un puesto más preeminente hasta llegar a convertirse en autoridades más temidas que los jefes oficiales: nadie en un alto puesto osa enfrentarse directamente a ellos o a arrostrar sus iras. En cierto modo, encarnan la moral de los puritanos agresivos, los que en Salem denunciaban comportamientos indecorosos o extraños que podían llevar a alguien a la hoguera. Conozco periodistas y políticos capaces de enfrentarse alegremente a cualquier gobierno, pero tiemblan ante la posibilidad de ser señalados en las redes por feministas o animalistas… Probablemente esta dictadura del pensamiento correcto ha favorecido la exaltación de Donald Trump, especie de anti-Tersites pero que usa los medios propios de Tersites contra los de ese mismo gremio. Incluso desde el puesto institucional más poderoso continúa tersiteando: ¡Agamenón convertido en Tersites! Mucha gente, harta de la corrección dogmática, se siente aliviada por su cerrilismo impío. No es el único jefe político en recurrir a falsificaciones escandalosas, de datos o documentos gráficos para apoyar su propaganda…, algo que antes sólo osaban los extremistas marginales de las redes. Mal asunto. Lo mejor de Tersites fue siempre su vigilancia para señalar críticamente la desnudez del rey, quien por tanto no podía pavonearse con impunidad; pero ahora que los reyes alardean el tamaño de sus vergüenzas, ¿cómo convencerlos de que se tapen un poco por elemental decoro? Marzo de 2017. Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I 13


FRONTERA NORTE: DE FOSOS Y MUROS

>PRICILA SOSA FERREIRA

Doctora en Geografía, profesora titular de la Universidad del Caribe Sistema Nacional de Investigadores

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esultaba necesario bloquear el paso. Se precisaría de una gran obra que detuviera, de una vez por todas, esa corriente de individuos (¿debería decir plaga?) que ha sido imposible detener por medios legales o simbólicos y que comprometen la línea fronteriza. Esa corriente que, en número creciente, invade nuestro territorio, contamina con sus costumbres la cultura construida en siglos, se apropia de espacios y negocios y –quizá lo más gravevan ganado derechos usando nuestras propias leyes. Pronto acabarán situándose y sintiéndose en el mismo nivel que nosotros…o aún mejor.

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Serán propietarios con las prerrogativas que arrebataran la ley y ayudarán a otros y otros más que seguirán llegando, invadiendo y apropiándose de todo; acabarán usando los mecanismos que hemos creado para nuestra propia protección. ¿Cómo defender la herencia que nos dejaron los constructores de esta nación? Aquéllos que lograron liberarse del sometimiento colonial, que salvaron finalmente las luchas internas y crearon un sistema para nosotros. No deberían tomarnos por sorpresa. Ya hemos librado enfrentamientos con estos vecinos en los que el territorio y su ocupación han sido la causa y esa guerra concluyó con la redefinición de las fronteras. Ya los conocemos y sabemos que sus distintos gobiernos cambian discursos, pero siempre subyace la actitud de apoyo, permisiva a su gente, hacia esa corriente de personas, puesto que, ¡desde luego!, conviene a sus intereses económicos… y estratégicos. Pero ahora podemos actuar y pararlos. Una obra que detenga ese peligro. Una fosa. ¡Claro! Un gran foso profundo que nadie pueda librar, que no permita el paso a quienes siguen

llegando, se apropian de tierras, crean villas cada vez más grandes con iglesias de su religión, hablando su idioma, ampliando sus cultivos, comerciando con el Norte, para afianzarse y repetir el mecanismo por el que nos despojaron de Texas y después de la mitad de nuestro territorio*. La revolución no está para negociar con los gringos. Está para mostrarles que hasta aquí llegaron sus ambiciones. Cuando pronto controlemos todo el país, gobernaremos para defendernos. Para pararlos con una fosa o con lo que sea necesario. Ellos no están con la revolución, no están con los mexicanos, solamente buscan su expansión. Pero debemos primero mostrar a los carrancistas cuál es la verdadera revolución. Y no es ésta, incapaz de enfrentar con toda fuerza a los gringos en su “expedición punitiva”. Apenas han podido resistir a (general John J.) Pershing** en algunos sitios, en lugar de sacarlo de nuestro territorio de una vez por todas. Pero con Pancho Villa no puede nadie y menos los gringos. Así como entraron llorando por Columbus hace casi un año, saldrán sin tocarle ni un pelo a Villa. Y ya veremos con qué los hacemos respetar nuestro suelo.

*Uno de los planes de Pancho Villa fue construir una fosa en la línea fronteriza para evitar el paso y apropiación de norteamericanos del territorio de México. Esta percepción de peligro de un nuevo despojo de suelo mexicano por parte los estadounidenses y otros extranjeros era compartido por los líderes revolucionarios, como quedó claro con la inclusión del Artículo 27 en la Constitución de 1917, el que impedía a los extranjeros tener propiedades en las fronteras (Véase Pancho Villa, una biografía narrativa, de Paco Ignacio Taibo II, Planeta, 2008).

“Pancho Villa”, de Alejandro Castanon, 2016.

** Expedición militar de Estados Unidos que se llevó a cabo en México, en 1916, para capturar al jefe revolucionario Francisco “Pancho” Villa. Nunca lo pudieron encontrar.

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RECUERDA, CUERPO, CUÁNTO TE AMARON…

L

>MARGARITO MOLINA chak-kay.blogspot.mx

a niña, de pelo rubio y trenzas, corrió sin darse cuenta de que en el piso de la cocina había un charco de agua. Llevaba en sus manos una gran jarra de vidrio. Poco después, aquel charco era rojo y su manto líquido había duplicado su dimensión. El mozo que asistía en aquella casa se llevó las manos al rostro y sus ojos se abrieron desmesuradamente. Lo primero que se le ocurrió fue ponerle el trapo de la cocina en la ya pálida cara de la niña, no se sabe si era para ocultar o frenar la impresionante hemorragia. Lo que pasó después tiene que ver con uno de los más brillantes médicos que, años después, fue considerado como el padre de la cirugía plástica y, para fortuna de aquella niña de manchado vestido blanco, vivía muy cerca de aquella residencia en la colonia Del Valle. Por ese trágico suceso escuché por primera vez el nombre de Fernando Ortiz Monasterio. 16

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Cincuenta años después, esperando que aquella niña saliera de una consulta médica, recordé el accidente. Y fue por la lectura que hacía de un texto de Carlos Fuentes; era como conectar algunos circuitos aislados. No recuerdo el nombre del libro que debe andar perdido en algún entrepaño desordenado. Pero lo que sí tengo presente es que aquella reflexión del autor de Aura, me pareció similar a un recordado artículo titulado “La piel, compleja envoltura del homo sapiens”, escrito en 1944 por Ortiz Monasterio en el número 4 de la revista Luna Córnea. El 31 de octubre de 2012, por insuficiencia respiratoria, a los 89 años falleció Fernando Ortiz Monasterio, un icono -decía la nota periodística- de la cirugía plástica y reconstructiva y doctor honoris causa de la UNAM. Ese artículo de casi setenta años me enriqueció la idea de identidad que ya viejas lecturas antropológicas y del psicoanálisis habían aportado.


Hablo de la identidad individual y sus confines biológicos, no a la posterior imagen reflejada en el espejo. El texto de la revista, cuajado de datos, contenía elementos de la evolución del hombre, de las dimensiones de nuestra cobertura, de bioquímica y de la estética. Venimos del mar, no hay que olvidar, de ahí salimos para quedar en la tierra. En ese largo proceso adaptativo se convirtió el “ambiente externo, el agua salada -en que se habitaba- en un medio interno” y para contenerla desarrollamos nuestra envoltura, nuestra cubierta impermeable que contiene nuestros líquidos y órganos: la piel, nuestra frontera personal, nuestro límite físico que nos da una primera identidad. Esa membrana sofisticada, de complicado diseño genético, tiene en un adulto una superficie promedio de 1.8 metros cuadrados. “Su espesor es de dos milímetros, pero alcanza seis o siete en la nuca y las plantas de los pies; se adelgaza hasta medio milímetro en áreas como los párpados”, describe Ortiz Monasterio. La elasticidad es una de sus principales características y eso nos permite movimientos en diversas partes del cuerpo, incluso en posturas forzadas. Dos capas la componen. La superficial se conoce como epidermis y la subyacente se le nombra dermis. La primera está formada por células que constantemente se renuevan y donde, a través de las terminales nerviosas, se percibe directamente las condiciones climáticas externas: frío o calor. En la segunda se localiza el colágeno, sustancia que da la elasticidad y que comparte espacio con las glándulas sebáceas, las sudoríparas y las raíces pilosas o del pelo. La melanina es el elemento que le da la coloración particular a nuestra piel y recibe injustamente la carga discriminatoria en muchas sociedades. ¿Qué culpa tiene la melanina de haberse acumulado de forma particular en nuestras células y que de ello se derive el erróneo concepto de raza? Algo que explica el doctor Ortiz Monasterio es lo que la inevitable Ley de Gravedad hace al cuerpo, a pesar de los esfuerzos inútiles de naturaleza narcisista: “La piel es una reserva alimenticia. La grasa subcutánea es una fuente de calorías cuando la ingestión de comida se restringe en la hambruna o en las dietas alimenticias. Es igualmente una fuente productora de alimento puesto que la glándula mamaria es un anexo de la piel.” La piel es el intermediario directo del sentido del tacto. Sin este sentido, la privación del contacto físico tendría en el individuo una serie de trastornos irreversibles en su conducta. Eso lo saben los torturadores cuando someten al cautivo a un aislamiento de sus sentidos con el mundo externo, lo vuelven un ser inerte y al mismo tiempo con la ansiedad al tope. El ser humano necesita del intercambio de iones negativos y positivos para mantener las sensaciones. La piel nos protege y nos aísla, es la que “establece nuestros límites de nuestra individualidad…, con independencia de que seamos de la misma raza, del mismo color o de la misma familia”. Sin ciertas funciones, la piel sería la envoltura biológica, pero el tacto, la caricia, permite la relación con el otro y genera mensajes de todo tipo, como aquel que cita Ortiz Monasterio cuando Edipo clama desesperadamente

Fotografía de la Revista Cirujanos Plásticos, 2010.

a Creonte en el momento que ya asume sus culpabilidad incestuosa: “Haz un signo de asentimiento, hombre generoso, tócame con tu mano.” La piel puede ser también objeto de análisis estético por sus suavidad, textura, color y olor. De esas características se han generado novelas y poemas, no importando que en ella vayan impregnadas secreciones de glándulas en áreas como la axila, los pezones o los genitales. Los olores pueden resultar agradables o desagradables, pero eso lo determinan la higiene y los perfumes. La piel es un tejido que determina y contiene nuestra individualidad pero que también “ha sido objeto de biólogos, químicos, pintores, amantes, fotógrafos y poetas”, menciona el doctor Fernando Ortiz Monasterio. La piel fue también el campo donde el médico desarrolló su experiencia en la cirugía plástica. Ignoro si aquella niña, de pelo rubio y trenzas, fue uno de sus primeros casos, pero casi no dejó marca en esa piel y permitió que, con ese trabajo, observáramos con otros ojos nuestra epidermis, esa parte de ese cuerpo que Constantino Cavafis describe así: Recuerda, cuerpo, cuánto te amaron; no sólo las camas en las que yaciste, sino también los deseos que por ti brillaron en los ojos y temblaron en las voces, y que hicieron vanos los obstáculos del destino. Ahora que pertenecen al pasado, casi parece como si te hubieras entregado a esos deseos. Cómo ardían. Recuerda los ojos que te vieron, las voces que temblaron por ti. Recuerda, cuerpo.

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XV LEGISLATURA: Homenaje a JUAN JOSÉ MORALES Se impulsará la difusión de sus obras

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fines del pasado marzo en Cancún, en el Planetario Ka’Yok (“Ventana de universo” en maya), la XV Legislatura del Estado de Quintana Roo rindió homenaje formal al periodista científico Juan José Morales Barbosa por sus numerosas y valiosas aportaciones tanto a la difusión como al fomento de la ciencia como instrumento básico para el desarrollo de las nuevas generaciones. En la ceremonia, Eduardo Martínez Arcila, presidente de la Gran Comisión Legislativa, acompañado por diputados de la cartera de Educación, Ciencia y Tecnología, entregó una placa alusiva a la familia del finado periodista y anunció que el Congreso colaborará con los esfuerzos del gobierno estatal para dar continuidad a los trabajos de difusión científica por medio de la digitalización de la obra de Morales Barbosa. “El Congreso tiene entre sus compromisos la promoción de la cultura –dijo Martínez Arcila–, en este caso la científica, e invertirá en la reedición de las obras de Morales Barbosa para donarlas a las bibliotecas de los centros de enseñanza de los niveles medio y superior, así como en la elaboración de un volumen que sirva como introducción para los alumnos de la instrucción básica de todo Quintana Roo.”

Eduardo Martínez Arcila, presidente de la Gran Comisión de la XV Legislatura

“Nuestro objetivo –añadió en su discurso– es continuar con el legado de Morales Barbosa y hacer llegar la ciencia a todos como palanca para el desarrollo de la comunidad.” La ceremonia se llevó a cabo en Cancún y no en Chetumal, la capital del Estado, donde se encuentra la sede legislativa, como parte de los esfuerzos de la XV Legislatura por acercar a la ciudadanía con sus diputados.

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DE MAYAS Y LATINOS, UNA CONTRADICCIÓN CULTURAL

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>MIGUEL BORGE MARTÍN

ace poco, en un viaje a San Francisco para visitar a mi hija, conocí a una persona que, en medio de la conversación, hizo un comentario muy interesante. De origen maya de Yucatán, no recuerdo de qué pueblo, vive en el área urbana de Berkeley, en los Estados Unidos. Se llama Sabino Dzul Chan y todos sus ancestros fueron mayas. Tiene viviendo ahí más de diez años y no piensa volver a México, porque encontró, luego de no pocos momentos difíciles y de seguro muchas vejaciones, una forma de vivir honestamente con los frutos de su trabajo. Viaja a Yucatán cuando puede tomarse unos días de asueto y visita a sus familiares y amigos; se reencuentra con personas y cosas que amaba, pero que tuvo que abandonar. Sabino sabe muy bien que es maya y se siente orgulloso de serlo, de ser heredero de esa cultura. De hecho, donde vive, colabora con otros mayas yucatecos, sus paisanos, en la organización de festividades que buscan conservar vivas sus tradiciones y su herencia cultural. En algún momento de la conversación, Sabino me dijo que desde siempre, antes de llegar a los Estados Unidos, 20

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sabía que era maya y también que allí existían personas de otras razas, de otros orígenes étnicos. Lo que no sabía, pero lo aprendió después de llegar a ese país, es que también era latino. Resulta que pasando los días, me dijo, supe que era también latinoamericano, que formaba parte del grupo de los latinos. El comentario hizo que, de inmediato, me comenzara a reír y luego él comenzó a reírse, mientras comentábamos lo raro de ser maya, pero al mismo tiempo latino. Nos reímos un rato repitiendo eso de ser maya y latino. No he vuelto a saber de Sabino, pero la charla en torno a su discorde dualidad quedó en mi memoria. No se trata sólo de una mera clasificación que diferencia dos regiones del continente, sino que su significado y trascendencia van más allá de la expresión. Los unos, con manifiesto origen anglo-sajón, van del río Bravo al norte; los otros, al sur, con una mezcla de etnias, civilizaciones y culturas, no deben ser confundidos con los primeros. Es como si la adopción oficial de las lenguas impuestas por los conquistadores en esta parte del continente, el español y el portugués, pudiesen borrar con una simple definición: ser latinoamericano, todo


el centenario y hasta milenario acervo de las civilizaciones que poblaban el territorio antes de la conquista. Es como si la vastedad de lenguas prehispánicas y sus culturas asociadas pudieran desaparecer “de un plumazo” con el establecimiento de la “lengua oficial” de los españoles, una lengua que se afianzara, siglos después, con la palabra latinoamericano. Baste decir, como ilustración, que tan sólo en México hay más de sesenta etnias prehispánicas y un número mayor de lenguas vivas significativas luego de casi cinco siglos de haberse consumado la conquista. El que tanto el español como el portugués tengan raíces latinas -no son despreciables las raíces griegas, sobre todo en el español-, no niega la otra realidad. Vamos, tenemos el caso de Quebec, la provincia canadiense, donde se habla francés y cuya comunidad quedó excluida de la voz latinoamericano, siendo que su lengua tiene también raíces latinas. Si nos atenemos a la definición tradicional de la palabra, los de Quebec, pese a su lengua, resulta que no son latinos. A primera vista, la dualidad maya-latinoamericano se me antojó como una suerte de discriminación geográfica que genera separación, un distingo entre personas de una parte con las de la otra parte, pues el significado de latinoamericano no es en sí referencia geográfica como lo pueden ser América del Sur, América Central, América del Norte, Asia Central o Medio Oriente, sino otra cosa. No atañe a una identificación regional con características distintas, sino a una clasificación de órdenes étnica y cultural.

No sé quién inventó la voz latinoamericano, un término que apareció por los principios de los años veinte del siglo pasado, pero, según me comentó un amigo, fue acuñado por José Enrique rodó, un latinoamericano uruguayo, con el fin de establecer un factor de unidad y defensa de los intereses de “la América hispana” frente a los intereses de las grandes potencias entonces dominantes, principalmente ingleses y norteamericanos. No obstante, sin importar todo ello, me parece que la voz refleja una percepción equívoca de la heterogeneidad étnica y cultural de nuestros países. Al establecer una homogeneidad derivada del origen latino de las dos “lenguas oficiales” de la región, se crea un marco de referencia que menoscaba per se la variedad cultural que existe al interior de cada país de esta parte del continente. Establecer la categoría latinoamericano como marca es reflejo del modo de cómo entendemos que todos aquéllos que no se ajusten al perfil, porque no hablan el español o portugués, ocupen un espacio marginal en el seno social. Sirven para diferenciar a unos de otros y dan pie a un escenario discriminatorio nada menor pues, en la actualidad, existen en la llamada Latinoamérica más de quinientos pueblos autóctonos, desde la Patagonia hasta el norte de México y su población, en números redondos, alcanza el diez por ciento del universo poblacional, sin sumar a quienes, por generaciones, aún conservan su herencia étnica y cultural, aunque hablan bien la “lengua oficial”. Estamos acostumbrados a pensar que quienes, como Sabino, se alejan del común dominante, pues pertenecen a un conglomerado humano con un perfil étnico y cultural distinto al de los conquistadores, son objeto de una marcada discriminación a la que casi siempre queremos cerrar los ojos. Son parte de la nación, sí, pero sus oportunidades son pocas. Se ha hecho común considerar, sin reflexionar, que quienes difieren del canon impuesto por hispanos y lusos, comenzando por los idiomas y siguiendo con la diferencia étnica y cultural, no pueden, por lo general, acceder a la alta jerarquía social. En el caso de México, tomando conceptos que Guillermo Bonfil Batalla presenta en su libro México profundo; una civilización negada, quienes no se apegan al modelo del país imaginario que trajeron los españoles, empezando por la lengua, están condenados a ser diferentes y marginados, aunque estén ahí, siempre presentes, y formen ese “México profundo”, heredero de las grandes civilizaciones que existían y siguen siendo parte real del acontecer de la sociedad nacional, aunque en los hechos permanezcan marginados. La voz latinoamericano, desde mi punto de vista, crea una diferenciación que no sólo no ayuda a la paridad que debe existir en las relaciones entre pueblos diferentes, sino que abona a una práctica común que segrega a los pueblos autóctonos. Hay muchas personas como Sabino, quizá unos cincuenta millones en el continente -más población que la de Argentina- que no son latinoamericanos. El hecho de hablar español o portugués no justifica la segregación de facto de quienes no hablan estos idiomas.

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L

SANDRA SERRANO

los colores del tiempo

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as culturas alternativas, las artesanías, nuestros objetos de todos los días, el sincretismo y el arte prehispánico son sólo algunos de los muchos temas de investigación de la siempre inquisitiva artista Sandra Serrano Soto, quien con su paleta de colores y técnicas busca dar nuevo brillo a tonos que, a veces, se nos antojan remotos. Algunos de sus lienzos son como invitaciones a pasear por el pasado. Su primera exposición individual en Cancún data de 1997. Presentó entonces una serie de lo que hoy se conoce como “pintura expandida”, es decir, obras con líneas y trazos que salen de la superficie del propio cuadro, continuando con planos geométricos de colores primarios en madera sólida… Estrategia que separa al arte moderno del contemporáneo. Otro de los temas de trabajo de la artista son los objetos de uso cotidiano, su estética y plasticidad. Con ellos realiza pinturas que ensamblan con otros elementos gráficos que dan la idea de extenderse hacia el espectador. Se trata a la vez de una crítica a la acumulación y la banalidad; son de igual manera parodias de los propios objetos y de la simbólica convivencia que con ellos tenemos, donde el uso nada tiene que ver con su el estatus y el mensaje que genera. Heredera de estrategias neo mexicanistas de la década de los ochenta, Sandra exploró la estética popular del arte objeto y sus influencias de tal suerte que en sus piezas nos muestra las mezclas culturales propiciadas tanto por la globalización como por el consumismo desenfrenado. En su obra más reciente, la artista explora la pintura mural maya desde un enfoque antropológico y estético. Su investigación le ha permitido estudiar la paleta de color de esta cultura, su tipo de organización espacial, los diversos materiales utilizados, además del contenido simbólico. Con esto ha surgido un proyecto mayor que busca el rescate de dicha técnica así como la elaboración de pigmentos y otros materiales para realizar “murales mayas contemporáneos”, por llamarlos de alguna manera. Se trata de aprovechar el conocimiento técnico que nos legaron… Hoy en día, el arte es multidisciplinario y el proyecto en que trabaja en la actualidad tiene entre sus finalidades el apoyar la revitalización de las culturas y artes del México prehispánico, de un México mestizo e híbrido. Busca también hacer más visibles las políticas económicas voraces que le han restado esplendor a nuestras raíces. “Quiero trabajar aún más -dice la pintora- en la investigación de esta línea estética como motor cultural y de cohesión social del país.” Sandra Serrano Soto, egresada de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, en la actualidad cursa el posgrado en esa disciplina. Su obra ha participado en decenas de exposiciones colectivas, algunas fuera del país, y con ella se han montado tres exposiciones individuales. Escribe en la columna “De arte y falsas bóvedas” y participó en la creación proyectos editoriales como la asociación Todoniños-Todocultura, en Playa del Carmen, Quintana Roo.


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Juan José

Morales El adiós del maestro

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mediados del pasado febrero, de un fallo cardiaco, falleció en su natal Mérida, en Yucatán, el periodista Juan José Morales, no sólo una de las plumas más brillantes de México en lo que toca a la divulgación de la ciencia –su especialidad a la vez que su pasión–, sino también en el ámbito político como secretario de redacción de la casi legendaria revista Política, la antecesora de Proceso y de otras publicaciones del género. Empero, su labor en asuntos políticos no comenzó en tal revista, que en 1967 fuera cerrada por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, sino a fines de los años cincuenta del siglo XX, en los años violentos de los ferrocarrileros de Demetrio Vallejo, de quien fuera jefe de prensa. “Al que entre corretizas y casi a escondidas le tirábamos en mimeógrafo sus discursos; no caí en Lecumberri de milagro”, evocó alguna vez el maestro. Años después, ya en el estado de Quintana Roo, Juan José recordaría una frase atribuida a Séneca y muy usada

por el líder ferrocarrilero; “frase que luego tomé como guía tanto política como periodística y que dice: ‘Quiera el rey cosas honestas para que sus vasallos deseen lo mismo.’ Sabemos que aquí en México, como en cualquier país, la corrupción debe barrerse como las escaleras: de arriba abajo.” Decía él que combatir el oscurantismo político o religioso con la difusión de la ciencia es el mejor medio para lograr que un pueblo avance, que suelte los lastres que le frenan. Un país culto es un país revolucionario, en el mejor sentido del término. Él no fue un hombre religioso, pero sí lo animaba una gran espiritualidad. Su aliento estaba orientado hacia el pensamiento de Baruch Spinoza. De hecho, fue admirador de su contemporáneo Guillermo Haro, el llamado el “Padre de la astronomía mexicana”, quien en su ingreso al Colegio Nacional en 1943, donde fuera su miembro más joven, hizo un llamado a la sociedad científica a dejar sus torres de marfil y popularizar sus conocimientos. “Debemos ver las estrellas,

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es cierto– dijo–, pero también el suelo que pisamos, la tierra que nos da de comer.” Por ello es que, a manera de homenaje, va aquí la síntesis de una entrevista realizada por Agustín Labrada en el año de 2016 con el periodista hoy desaparecido, quien, además, fuera parte del consejo editorial de la Gaceta del pensamiento en temas de ciencias. Dentro de los Cuadernos de la Gaceta publicó los libros Divinos negocios –historia de los legionarios de Cristo– (2013) y La naturaleza y los mayas en el año de 2015. NO HABÍA A QUIÉN IMITAR Tras haber colaborado en numerosos diarios, revistas y suplementos culturales, tanto de circulación nacional como internacional, y de haber recibido importantes premios, el maestro Juan José Morales Barbosa sigue en la batalla llevando la compleja ciencia en un lenguaje claro por los cauces del periodismo a la mayor cantidad de lectores que ama la naturaleza y el porvenir. Tres de esas revistas, donde publicó Morales, marcaron hitos en la historia del periodismo mexicano: Política, que se considera antecesora de Proceso y en la cual fue secretario de redacción, de índole informativa y de análisis donde participaron intelectuales como Carlos Fuentes, José González Pedrero, Raquel Tibol, Carlos Monsiváis, Ríus… La segunda fue Contenido, la primera que pudo realmente hacerle competencia a Selecciones, pero no era una copia de ella como las que le precedieron, sino que se caracterizó por contener artículos y reportajes originales y trascendentes. Fue la primera revista mexicana que tuvo un redactor científico de planta: el propio Juan José Morales. La otra, Técnica pesquera, fue una revista especializada en oceanografía, biología marina y pesca, en la cual Morales fue jefe de información y se ganó el prestigio de ser el mejor periodista latinoamericano especializado en esas materias.

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Estando allí, viajó por costas de México, Noruega, Dinamarca, Perú y Cuba; y participó en faenas de pescadores. Entre sus varios premios están el Nezahualcóyotl, que se otorga a escritores hispanoamericanos; el Premio Ricardo Mimenza Castillo, del Instituto de Cultura de Yucatán, por obra publicada; y el Premio Nacional a la Divulgación de la Ciencia, de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Tecnología. El autor de libros como La nave del profesor Itzamná y El mar y sus recursos, también ganó el Premio Latinoamericano a la Popularización de la Ciencia y la Tecnología, que ofrece la Red Pop: asociación de museos, universidades, centros de investigación y otras instituciones de Latinoamérica, España, Francia y Estados Unidos. ¿De qué experiencias nacen tus vocaciones relacionadas con el periodismo, la literatura y la ciencia? Al periodismo entré por lo que podríamos llamar vocación natural desde mis tiempos de preparatoriano, publicando en periódicos estudiantiles. Luego fui corresponsal en Yucatán de La voz de México, órgano del Partido Comunista, y, como les gustó mi trabajo, me pidieron formar parte de la redacción en la ciudad de México. Lo hice y, cuando el periódico dejó de publicarse diariamente, comencé a trabajar en otros periódicos y revistas. En aquel entonces quise estudiar Física en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Por ello, en los periódicos en que trabajaba me veían como a una especie de experto en cuestiones espaciales y


empezaron a encargarme notas y reportajes sobre esos temas. Como hice bien las cosas, empezaron a enviarme a cubrir congresos científicos, y descubrí que en realidad, más que hacer ciencia, lo que me gustaba era hablar de ella, difundirla, y terminé especializándome en el periodismo científico. Al principio fue un poco difícil, pues los científicos desconfiaban de los periodistas ya que usualmente tergiversaban o mal interpretaban sus palabras, no por mala fe, sino simplemente por desconocimiento. Pero tuve el cuidado de siempre pedir a mis informantes que me revisaran mis textos para corregir errores. Con eso pude ganarme la confianza y la aceptación de muchos de ellos. Por muchos años fui el único periodista científico en México. Ahora hay muchos, incluso algunos que yo ayudé a capacitar, primero a través de cursillos informales para investigadores en la Torre de Ciencias de la UNAM, luego en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, donde durante varios años dirigí la elaboración de programas de televisión y noticiarios de prensa y radio; y finalmente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM donde, por iniciativa del director Julio del Río, establecí la cátedra de Periodismo de la Ciencia en la carrera de Ciencias de la Comunicación. También, durante dieciocho años, produje para Radio UNAM el programa Actualidades científicas, dos veces por semana. El programa, por cierto, lo grababan personas que ahora son muy conocidas en el medio artístico como el compositor y cantante Óscar Chávez, los actores Eduardo Lizalde y Claudio Obregón, y el musicólogo Juan López Moctezuma. De tus inquietudes culturales, en el más amplio sentido, ¿cuáles han permanecido fijas a lo largo del tiempo y cuáles han respondido a circunstancias específicas? Mi afán casi obsesivo por combatir la charlatanería, la superstición, el oscurantismo, las seudociencias, las falsas medicinas “alternativas”, incluida la homeopatía. A ello le he dedicado cientos de artículos, pero a veces pienso que estoy arando en el mar.

En tu larga carrera de actividades múltiples dentro de la cultura, ¿privilegias algunos momentos significativos? Podría escoger dos: mi integración al equipo que elaboró los nuevos libros de Ciencias Naturales para la enseñanza primaria de la Secretaría de Educación Pública y la etapa en que dirigí la Casa de la Cultura de Cancún. En el primero porque pude contribuir a cambiar el sistema educativo; en el otro porque pude facilitar el trabajo de muchos creadores y establecer nuevos medios para difundir la cultura. ¿Cuáles son los mecanismos fundamentales que utiliza el periodismo para avalar como verdades y dosificarlas para el público masivo los descubrimientos científicos? Más que de verdad, creo que en ciencia debemos hablar de confiabilidad y credibilidad de inventos y descubrimientos. La mejor para decidir si la tienen es que vengan de centros de investigación y de investigadores serios y confiables y, desde luego, que la investigación se haya realizado conforme con el método científico y con base en principios ya demostrados. Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I 29


¿A qué fuentes acudes? Mis fuentes básicas son las revistas científicas. Ahora se facilita mucho el trabajo gracias a la Internet, pero hubo una época en que gastaba una pequeña fortuna en revistas y tenía que andar metido en las bibliotecas de los centros de investigación que estaban suscritas a las más caras. La tecnología es un auxiliar del arte. Recuerdo a Siqueiros pintando con pistola de aire, y agradezco a los inventores de la máquina de escribir y la computadora por no tener que escribir con pluma y tintero, ni tener que hojear libros y haberme ahorrado muchísimo tiempo y esfuerzo en la labor de buscar información, escribir y corregir y pulir mis textos. ¿Hasta qué punto inciden los intereses e imposiciones del gobierno en turno, en cualquier país y época, en la obra de los periodistas científicos? No creo que haya imposiciones. Uno puede mantener su independencia. Más bien lo que hay por parte del gobierno es apatía y hasta desdén por la ciencia, pues priva la mentalidad colonialista de que no vale la pena hacer investigación propia ni desarrollar tecnologías propias, ya que resulta demasiado costoso y es mejor comprar conocimientos en el extranjero. ¿Crees que sean acertadas las fusiones, en un solo cuerpo ideoestético, de los discursos periodísticos y literarios con elementos científicos? Todo depende de la calidad. Un buen reportaje científico, aún sobre el tema más especializado, puede tener gran valor literario y cautivar al lector. El descubrimiento de un documento antiguo, que tenga información verosímil y novedosa respecto del conocimiento que se tiene de cierta época ¿puede transformar la visión que se tiene del pasado? Desde luego, y ésa es la función de la arqueología, la etnohistoria, la paleobotánica y otras disciplinas, porque hay que subrayar que, en un sentido amplio, documentos no son sólo los textos escritos, sino también aquellos elementos que permiten conocer mejor el pasado. Por ejemplo, 30

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las pequeñas mazorcas de maíz de siete mil años de antigüedad de la cueva de Coxcatlán en Puebla, que arrojaron luz sobre la historia de la domesticación del maíz. ¿Existe alguna salida cuando dos escuelas científicas presentan lecturas antagónicas sobre un mismo acontecer? La salida la da la propia ciencia cuando los hechos terminan apoyando en definitiva a una de las dos hipótesis o puntos de vista. Un buen ejemplo es el de la expansión del universo. Cuando se descubrió que las galaxias se alejan unas de otras, resultó obvio que ese fenómeno implicaría que el universo tuvo un origen, cuando todo su material se encontraba altamente concentrado, y también que su densidad va disminuyendo con el tiempo. Surgió así la llamada teoría del Bing Bang o Gran Explosión. Pero no todos los cosmólogos la aceptaron y, en oposición, se desarrolló la llamada teoría del estado permanente o de creación continua de materia, según la cual constantemente se forma nueva materia en el espacio, de modo que, aunque las galaxias se separen, la densidad del universo permanece constante. Al final, toda una masa de evidencias observacionales ratificó la teoría del Big Bang. ¿El reconocimiento público te ha sido imprescindible para crear? Imprescindible no. De hecho, ni siquiera me importa tener reconocimiento público. Lo que me interesa es tener lectores. ¿Puedes mencionar los principales cinco maestros cuyas obras y estilos hayan tenido eco en tu formación? Como periodista recibí invaluables enseñanzas de Gerardo Unzueta y Rosendo Gómez Lorenzo, excelentes periodistas ambos, que no sólo me enseñaron el oficio, sino también me inculcaron sólidos principios éticos, dignidad y rectitud que creo haber asimilado y conservado hasta hoy. En cuanto al estilo como divulgador, tuve que desarrollar uno propio porque, como digo, me tocó ser pionero en ese campo y no había a quién imitar.


El Papa Formoso y Esteban VI, óleo de Jean Paul Laurens, 1870.

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EL PAPA FORMOSO y EL Synodus horrenda

-Un cadáver sometido a juicio>JUAN JOSÉ MORALES

úblicamente se dijo que el inusitado proceso era celebrado en defensa de la fe y la Iglesia, aunque todos sabían que sus motivos reales eran mucho más mundanos: inclinar la disputa por el trono del sacro imperio romano hacia el favorito del pontífice en turno. Corría enero de 897 y en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, los cardenales reunidos en pleno contemplaban una extraña escena: en el trono papal reposaba, lujosamente ataviado con todos los ropajes, joyas y ornamentos de su rango, el cadáver putrefacto de un Papa. Frente a él, otro papa gesticulaba, amenazaba y colmaba de injurias e invectivas al cadáver. Este insólito juicio post mortem –sobre el cual los historiadores oficiales de la Iglesia prefieren no hablar

mucho y cuya documentación ha desaparecido convenientemente– se conoce como el sínodo del cadáver o sínodo cadavérico y en latín como synodus horrenda. Enfrentó, si así puede decirse, a Esteban VI con su antecesor, el Papa Formoso, sacado de la tumba donde había estado nueve meses para ser procesado por real o supuesta violación de las leyes eclesiásticas. No era la primera vez que a Formoso lo enjuiciaba y condenaba un papa. En 872, cuando era cardenal y obispo de Oporto, Portugal, aspiró al papado y debió abandonar Roma apresuradamente ante el peligro de ser asesinado por sus rivales. El nuevo pontífice, Juan VIII, enemigo suyo, convocó de inmediato a un sínodo que lo excomulgó acusándolo, entre otras cosas, de haberse opuesto al emperador, Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I

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saqueado los claustros de Roma, abandonado su diócesis sin permiso papal, intentado ser simultáneamente arzobispo de Bulgaria y Papa, y conspirar contra la autoridad de la Iglesia. La sentencia se mantuvo vigente seis años y sólo fue anulada en 878, después de que Formoso prometiera nunca volver a Roma ni ejercer su ministerio. A la muerte de Juan VIII, el nuevo Papa, Marino I, repuso al renegado en la diócesis de Oporto, donde permaneció hasta octubre de 891, cuando consiguió ser designado Papa.

pudo reinar sin sobresaltos por más de cinco años, hasta abril de 896, cuando falleció al parecer de viejo, pues tenía ya ochenta años de edad. No habría de descansar en paz. Tras el brevísimo papado de Bonifacio VI, muerto en oscuras circunstancias apenas dos semanas después de ser electo, subió al trono Esteban VI, quien una vez afianzado en el poder no sólo desenterró las olvidadas acusaciones de Juan VIII contra Formoso, sino el propio cadáver de éste para someterlo a grotesco juicio, en el cual se le concedió el derecho a “defenderse” por boca de un clérigo comisionado para ello por su propio acusador. Los jueces habían sido designados también por Esteban. Naturalmente, el difunto Papa fue considerado culpable de todos los cargos. De inmediato se declararon nulos, inválidos y sin efecto cuantos nombramientos, consagraciones y demás actos hubiere realizado como Papa; al cuerpo se le arrancaron las regias vestiduras, se le despojó de sus ornamentos, se le cortaron los tres dedos de la mano derecha con que había consagrado, absuelto y bendecido, y se le arrojó al río Tíber. DISPUTAS CORTESANAS

Formoso, Papa número 111, gobernó desde 891 hasta 896.

UN PELIGROSO SITIAL En aquella época el trono de San Pedro era un sitial tan codiciado como peligroso, que conllevaba para sus ocupantes el riesgo de morir días o meses después de conquistarlo, y no siempre de muerte natural, sino envenenado, como Marino I; estrangulado, como Benedicto VI; apuñalado, como Juan X y León V, e incluso a manos de maridos que los sorprendían in fraganti con sus esposas, como Juan XII –del que el populacho romano, que lo odiaba por su avaricia, su crueldad y su vida licenciosa, dijo que había sido muy afortunado de morir sobre una cama, aunque fuera ajena– o Benedicto XIII, a quien otro colérico marido machacó el cráneo a martillazos. Algunos pontífices podían ser sólo mutilados, como Esteban VIII, a quien le cercenaron las orejas y la nariz, o bien forzados a renunciar, depuestos, desterrados o encarcelados. Pero Formoso 32

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Las verdaderas razones del synodus horrenda no tenían nada qué ver con la religión ni las leyes de la Iglesia, sino con las disputas por el trono del sacro imperio romano. Formoso apoyaba a uno de los bandos e incluso había coronado emperador a Arnulfo de Carinthia, en tanto que Esteban VI respaldaba a sus adversarios, encabezados por el duque Lamberto. Al desautorizar los actos de Formoso, prácticamente anulaba la coronación de Arnulfo y apoyaba a su oponente. Esteban, sin embargo, no pudo gozar mucho tiempo de su victoria. Tras el juicio estallaron disturbios populares y fue depuesto por una conspiración palaciega. En julio o agosto de 897, a pocos meses de concluir el Sínodo Cadavérico –la fecha no ha podido precisarse-, fue estrangulado en la cárcel donde estaba preso. El nuevo papa, Teodoro II –quien reinó apenas veinte días y murió envenenado– anuló el veredicto del synodus horrenda y el cuerpo de Formoso fue inhumado nuevamente en la Basílica de San Juan de Letrán, ataviado con lujosas vestimentas pontificales. Años después, el papa Juan IX declaró ilegal cualquier futuro juicio de una persona muerta. Pero las cosas no terminaron ahí: otro Papa, Sergio III –célebre por su corrupción y por haber asesinado a su antecesor, León V-, declaró sin efecto la rehabilitación decretada por Teodoro II y Juan IX y reafirmó la condena de Formoso, ordenó exhumar de nuevo el cadáver y mandó cortarle otros tres dedos y decapitarlo antes de lanzarlo por segunda vez al Tíber. Sacados accidentalmente en las redes de un pescador, los despojos fueron sepultados en tierra consagrada por tercera y definitiva ocasión. Sin embargo, como después la Iglesia no volvió a ocuparse del asunto, oficialmente la macabra sentencia del Synodus horrenda sigue en vigor.


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::a a bece dario espacio libre

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:abecederario PEDRO ASSEF, El adiós del poeta

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l sábado 25 de febrero falleció de cáncer en el hígado el poeta cubano Pedro Assef en un hospital de El Paso (Texas), lejos de su Ciego de Ávila natal, donde comenzó a escribir versos y ensayos que le dieron prestigio, y abrieron a los lectores una puerta a un mundo luminoso. La enfermedad tuvo más fuerza esta vez y venció al escritor. Entre sus libros publicados en vida están los poemarios El libro de arena; El libro del bufón, el rey y otras lealtades; y El árbol en el mar; y el libro de ensayo Expresión crítica al universo de Carilda, una versión de su tesis (en torno a la poética de Carilda Oliver Labra) con la que se graduó de filólogo en la Universidad Central de las Villas. En Cuba, México y Estados Unidos, Assef impartió conferencias y conversatorios sobre literatura cubana y universal, en diversas universidades, bibliotecas y otros espacios de creación. Perteneció a la Unión Nacional Escritores y Artistas de Cuba y murió siendo miembro de la Asociación de Periodistas Hispanos de Estados Unidos. La obra de Pedro aparece en numerosas antologías, revistas, suplementos y páginas Web. Es autor también de las palabras introductorias a la edición del libro de Agustín Labrada La soledad se hizo relámpago, publicado en 2015 por nuestra colección editorial. Ahora vuelve Assef a nuestras páginas con una muestra de su poesía.

NO CONOCE MI PADRE MÁS HIJOS QUE YO MISMO No conoce mi padre más hijos que yo mismo. Tiene espejuelos negros, enormes de miopía, no puede estar sin verme siquiera un solo día, porque siente el planeta destilarse a un abismo. Aún me besa la cara con ademanes tiernos y me revuelca un niño por dentro de la barba, me toma el sentimiento, se lo lleva, lo escarba, y me deja recados por todos los inviernos. Con el pelo bien crespo y los abrazos lisos tiene los pasos largos, inquietos y precisos y busca en junio siempre nísperos y consejos. Mi padre se cerciora de que me duerma mucho y así partir creyendo que entonces ya no escucho cuando recoge el mundo para quedarse lejos. SIEMPRE ESCRIBO TU NOMBRE BAJO EL AGUA Con el tiempo se me han ido desprendiendo tus ojos, el nombre de la calle, la esquina en que la lluvia te hizo un pájaro herido que yo fui levantando hasta mi boca. Nadie, antes de que tú llegaras, abandonó la belleza por mí, dejó toda la luz y todo el cielo y caminó humildemente tras mi sombra. Nadie dejó mi pecho como un faro, como un imperio en la penumbra que trasciende. Nadie, antes de que tú llegaras, me dijo amor mientras moría. II El día o la noche que me toque partir voy a ponerme tu camisa blanca y así cuando me veas dormido para siempre reirás y llorarás a cántaros sobre mis ojos y tus lágrimas irán despegando poco a poco mis párpados hasta encontrarse con el mar igual que el primer día de la primera vez que te abrazaba con esta lengua torpe, con esta mano oscura, sabré que no triunfó el amor sino el olvido, pero veré desde la muerte cómo crece tu aliento, cómo se va inclinando tu hermosura hacia mí.

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:poesía Cuenta el silencio entonces que un murmullo abriose hasta llegar a ser arrullo y al fin se permitió a las mariposas. Cuenta el silencio entonces que esta vez ni el lirio desdobló su brillantez, ni reventaron de color las rosas. ES AMOR

CUENTAN LOS PÁJAROS DE LA NOCHE Para Luis Marimón cuentan los pájaros de la noche que bajo algún puente de Las Vegas murió el poeta Luis Marimón dicen que de frío de olvido y de tristeza antes dejó escrito estos versos si estás vivo el futuro siempre te pertenece por eso en los atardeceres cuando el cielo deja caer sus cortinas y los hombres se hacen criaturas en el polvo yo entro en las estaciones y en los parques me duermo lejos de los puentes lejos de la tristeza y del olvido donde anidan los pájaros de la noche yo soy quien está junto al árbol talado Yo soy quien está junto al árbol talado lo otro es el tronco seco lo otro soy yo con la mano difícil sobre lo que antes fuera la carne de la tierra lo del fondo es la noche el negror es la noche la multitud es la noche El sol aquella tarde no hizo al verso, pero bajó hasta el centro de la vida y allí de mano a cuerpo y labio a herida formó toda la voz del universo. Las hojas prometieron no caerse, ni abrir su castidad la adormidera, cuando la sombra oculta de una ojera le dio por empezar a amanecerse.

Se parece al amor tiene sus mismos ojos la manera silente de besarme la boca me acomoda en la parte más brutal de su pecho se me va entre los dedos como el agua del mar Es incierto me llama / me revuelca en su tumba Se parece a la muerte este amor que he encontrado taciturno sombrío como la primavera me ha crecido la hierba de su luz en el pecho me quedaré a su lado devoraré las hojas perpetuas del olvido y la luna y el tiempo me reconocerán ELOGIO Y OLVIDO DE LA MUERTE He visto a la muerte la he tocado hemos estado juntos Entre mis dedos la muerte era pequeña y fatal pero la he regresado a los que no reconozco a los hombres sin fe a las criaturas frías a las flores soberbias de la noche Ya te he cantado muerte ya he puesto tu ceniza en mis versos Este poema es tu elogio y tu olvido No he de nombrarte más Voy a escribir del humo de la espera infinita del mar DÉCIMA DE AMOR Y cuando la lluvia cese tú vendrás a lloviznarme y cuando dejes de andarme puede que a andarte yo empiece. Y cuando sin ti regrese friolento y deshabitado, la lumbre que no me has dado se prenderá de mi orilla y cuando encuentre tu arcilla me haré polvo enamorado. Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I 35


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:relato Crónica de la I Guerra Mundial

JUKÍN, EL QUE NO TUVO MIEDO >ALESSIO ZANIER VISINTIN Profesor-investigador Universidad de Quintana Roo

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n todo el pueblo lo conocían como Jukín. Era un hombre minusválido, con una gran joroba, que andaba doblado y de través como agobiado por sus muchos años de indescifrable vida; nadie sabía con exactitud de dónde venía. Un día había aparecido por el pueblo y se avecindó en una mísera choza, sobrevivía apenas de las migajas que le tiraban cuando se asomaba a las puertas o ventanas de las casitas de la aldea. Su rostro parecía haber sido dibujado por el loco pintor flamenco Jeronimus Bosch para llevarlo a su

trilogía infernal: tenía ojos saltones, líquidos, de alcohólico irreductible; mentón en forma de plátano, oblongo, que al hablar movía con rapidez envidiable igual que el rumiar de los camellos de Marruecos. Pero lo más asombroso era su boca desdentada, en la que sobresalía un colmillo enorme, amarillento, que era protagonista entre sus encías rojizas y manchadas de minúsculos cadáveres de comidas olvidadas, cada vez que Jukín sonreía, lo que era frecuente acaso por su profundo sentido de la ironía o un exceso de felicidad. Siempre llevaba puesto un enorme abrigo que –decían– un soldado le había obsequiado cuando por fin, borracho de aguardiente casero e incontrolable felicidad, había regresado a su pueblo natal al terminar la gran guerra. Jamás se lo había quitado. Era su tesoro; la prueba fehaciente de que él también era, después de todo, un ser humano, aceptado y considerado a la par que los demás. Lástima que sobraban tallas en su gabán de color indefinido, salpicado por manchas innumerables de comida, aserrín, aceites y otros líquidos desconocidos. De sus mangas se asomaban sólo las puntas de los dedos, terminados en unas uñas largas, encorvadas, incrustadas con una sustancia verdusca cuyo origen se remontaba, al parecer, a los primeros años del siglo. Sus ocupaciones cotidianas consistían en arrastrar los pies por las callejuelas polvorientas de la aldea y esconderse tras los antiguos robles que las flanqueaban en espera de los

transeúntes a los que asustaba gritando: “¡Bu!”, y estallando en sus bien conocidas risotadas para luego tirarse al suelo, donde se revolcaba feliz entre pequeñas nubes de polvo. Éstos reaccionaban a menudo con fastidio, pero había quienes, excitados por el vino o el aguardiente –consuelo de labriegos italianos al regreso de viñedos y sembradíos– le pegaban palizas más o menos amigables, dependiendo de la cantidad de alcohol que corría por sus venas. Pero a esto se limitaban, ya que Jukín, en el imaginario colectivo del pueblo, era alguien importante; era considerado con una extraña mezcla de respeto, moderado desprecio y hasta cierta admiración… y curiosidad. Bueno, curiosidad hasta que mi madre, nativa de la aldea, me habló de unos sucesos trágicos que remontaban a un pasado no tan lejano, pero desconocido para la mayoría de los aldeanos. Un abuelo de mi mamá, una noche de invierno, le había relatado la historia del pobre vagabundo, cuyo extraño sino se había entrelazado con sucesos históricos trascendentales cuyas causas, desenlace y consecuencias aún eran ignorados por los que no los habían vivido en carne propia; por los que no sufrieron angustias, dolores desgarradores y profundas secuelas físicas y psicológicas que se adueñan de las almas de los que estuvieron involucrados en la guerra. En la cálida primavera de 1914, la cosecha se esperaba abundante y ello alegraba a la aldea, no lejos de Venecia, donde Jukín, huérfano de una familia diezmada por la tisis y abandonado a los pocos años, se había adaptado a vivir y laborar en los

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:abecederario campos junto a otros muchachos de la región. Todos cuidaban de él, pues era un trabajador tranquilo y algo taciturno que no molestaba a nadie; y se la pasaba solo en su choza o en el campo. No bebía, no fastidiaba a las mujeres, simplemente no hablaba con nadie. Se comunicaba con gestos y con ligeros y suaves movimientos de cabeza. La vida continuaba su curso como un río apacible, sin sobresaltos, y la gente gozaba, en su envidiable serenidad ancestral, de los frutos de la tierra, de la fértil tierra del norte de la península italiana. Solamente el alcalde estaba algo preocupado, acaso debido a que tenía que viajar a menudo a Trieste, entonces gran puerto

del imperio austrohúngaro, para atender asuntos que la gente relacionaba con su cargo administrativo. Por una especie de respeto reverencial, junto con el analfabetismo imperante en el mundo bucólico de agreste tranquilidad, nadie se interesaba demasiado en sus actividades, aislados como estaban por los horizontes sin límites de la generosa campiña. Llegó el día del baile del pueblo, el baile de la cosecha, y todos estaban allí, incluido Jukín, llevado casi a la fuerza por otros campesinos. Estaba sentado en un rinconcito del salón, mirando a su alrededor y tomando lentamente vino tinto, fresco y fuerte como la tierra que lo había engendrado. En la euforia, to38

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dos habían olvidado su existencia, ocupados como estaban en cantar, bailar, mirar a las bonitas jovencitas todavía libres de los vínculos matrimoniales; tratando de captar una mirada de interés, de anuencia, una sonrisa que podía conllevar una promesa de ardiente intimidad. Las jóvenes charlaban entre ellas, las más osadas bailaban con galanes apuestos; las viejas recordaban idos tiempos, cuando también temblaban de expectación al ver a sus enamorados acercarse con timidez también en busca de un gesto, una palabra, un ademán alentador… El aire se había llenado del humo de tabaco, del agridulce aroma del sudor de los bailarines y de los olores de la hierba recién cortada, del de las bestias en los establos que rodeaban la gran choza de la fiesta y, claro, del aliento a vino tinto de los presentes. Un conjunto musical alegraba la atmósfera con canciones que hablaban de tierras lejanas y amores perdidos. Jukín, ya con los ojos y el cerebro nublados por el sagrado líquido rojo, al que no se podía acostumbrar, permanecía en un rincón. Estaba solo, pero en apariencia feliz, ya que una sonrisa fija le marcaba el rostro sudado, en el que resaltaban unos dientes amarillentos y bastante descompuestos. De pronto se escuchó un ruido inesperado, como de un martillazo, cuando la puerta del salón se abrió de par en par con violencia, parando el regocijo y la música, congelando a los bailarines en su lugar, al tiempo que un viento frío, como él de la interminables estepas rusas, barría las mesas, dejando a todos atónitos mirando

hacia el marco de la puerta. Dos sombras tomaron la forma de los gendarmes imperiales. Ellos encarnaban algo temible, voluntariamente ignorado, que no pertenecía al pueblo, sino a ciudades como Trieste o Viena, a otro mundo. Era el frío, seco y arrasador poder policiaco del Imperial-Regio Gobierno de su Majestad el Emperador de Austria-Hungría Francisco José, dueño de un gigantesco mosaico de tierras y razas, y dueño también de la miserable aldea, patria del casi mudo Jukín. Eran imponentes, graves, ostentaban enormes bigotes y llevaban cascos de acero con un gran clavo erecto en el medio, símbolo fálico de su poder inconcebible; vestían uniformes de color verde oscuro junto a dos interminables sables de vainas plateadas que relucían en la semioscuridad de un umbral que marcaba el límite entre la fiesta de la vida y la cosecha, y el terror de la noche desconocida y amenazadora. Uno de ellos tenía en la mano un pergamino blanco que, con evidente desprecio, desenrolló ante los incrédulos ojos campesinos, haciéndolos sentir como criminales merecedores de condenas a trabajos forzados o a cadena perpetua. Nadie en la choza había oído hablar de la Triple Alianza, de la Entente Cordiale, de las reivindicaciones territoriales de Italia, del Imperio Británico, del expansionismo alemán, del revanchismo francés; y menos de las sociedades secretas de los Balcanes. Sólo sabían que existía un lugar llamado Viena, donde residía gente que firmaba papeles redactados en un idioma imposible de entender, y estos papeles decían cómo


:relato se tenían que hacer unas cosas que, a fin de cuentas, no eran tan importantes para los aldeanos, y, de todos modos, por lo general el alcalde se ocupaba de todos estos asuntos. Ellos, los campesinos, hablaban un dialecto italiano, y no sabían por qué tenían que obedecer a reglas escritas en otro idioma por gente que nunca habían visto. Uno de los dos gendarmes salidos de la noche empezó a leer el pergamino que estaba escrito en alemán, un idioma absurdo, indescifrable y lleno de sonidos ásperos, pero los soldados estaban tan serios, enojados y casi tristes al leerlo que la gente se dio cuenta de que pasaba algo trágico, que algo muy malo había pasado. Hubo alguien, entre los presentes, que pensó en ofrecerles un trago del excelente vino, rojo como la sangre, para aliviar su tono a su voz tan fuerte, o sólo para que parara de emitir estos sonidos que realmente fastidiaban a todos los que estaban allí. De repente, el militar se interrumpió y comenzó a leer en un incierto italiano el pergamino. Parecía más desconsolado. Luego, poco a poco, con el rostro lleno de pequeñas gotas de sudor, con manos temblorosas, se volvió casi furioso. Estaba claro que se esforzaba para no gritar, para no desencadenar toda su rabia y evitar estallar en un llanto desesperado. Era evidente que su dolor se relacionaba con lo que leía: se trataba de algo poco claro para los campesinos. El mensaje hablaba de alguien que había sido asesinado, tal vez pariente de los gendarmes,

un archiduque Francisco Ferdinando, un total desconocido y sin importancia para ellos. En el discurso se seguía hablando de las reacciones frente a lo sucedido hasta mencionar las palabras “ultimátum” y “Serbia”, palabras que escuchaban por primera vez. En referencia a “ultimátum”, alguno entre los más listos creyó que era algo que tenía que ver con la Iglesia, ya que la palabra se parecía a otro idioma llamado latín, que los curas usaban en las misas del domingo. Todo el mundo seguía en respetuoso silencio, esperando el final de la lectura, sin atreverse a interrumpir el relato de algo que no tenía interés para ellos, pero que parecía haber destruido las vidas de los dos soldados, y todos creían que el muerto había sido el papá o un tío muy amado por los dos, y por mucha otra gente de quién sabe qué lugar. Al fondo del salón, Jukín, aburrido y torpe por el vino, deseoso de seguir oyendo música y ver a las jóvenes bailar, de repente, sin pensarlo, pronunció unas palabras en el instante mismo en que el soldado, con llanto y el alma sofocada por una ira desbordante, terminó de leer el trágico mensaje. Sólo dijo: “¡Mejor que murió él que yo…!” Y mientras caía al suelo con todo y silla, estalló en sonora carcajada, seguro de haber interpretado con brillante sarcasmo la indiferencia de la aldea para un asunto extranjero que, sin vergüenza, rompía con los importantes rituales de la cosecha, que simbolizaban la vida, la continuidad, la abundancia y el amor. Como un solo hombre los uniformados lo agarraron, lo esposaron, más bien lo encadenaron, y se lo llevaron quién sabe a dónde. La noche se tornó tranquila, silenciosa. Poco a poco el pueblo se olvidó de lo ocurrido, ya que luego estalló la gran guerra. Hubo quien dijo que Jukín fue llevado al frente de Galicia de los Cárpatos, donde luchaban austríacos y rusos y que, por un tiempo, fue obligado a ir por arriba de las trincheras, sin armas y esposado, como castigo por su ofensa al archiduque Francisco Ferdinando, cuyo asesinato había desencadenado la Primera Guerra Mundial. “Mucho tiempo más tarde –recordó mi mamá– apareció un viejo jorobado

con un solo diente que llegó a vivir cómo mendigo en la apacible aldea. Nadie lo quería y se pensó en alejarlo del pueblo, pero un día el antiguo alcalde, de noventa años pero con memoria de elefante, al verlo se estremeció y lo abrazó: ‘Jukín.....’; e hizo todo lo posible para protegerlo y permitir que viviera allí, sin explicar nada a nadie.” Sólo una vez el ex alcalde se decidió a explicarle todo a mi abuelo, quien en secreto se lo relató a mi mamá. Era una época oscura en la que no se podía hablar con libertad, pues todo estaba controlado en la vida de los ciudadanos por un régimen inhumano que había tomado la conciencia del país en los años treinta, y que estaba por llevar a Italia a una segunda guerra catastrófica, absurda y diabólica. El alcalde dijo a mi abuelo que, para él, Jukín se había transformado, en aquellos años de tinieblas de la razón, en el símbolo secreto de algo que estaba en la mente de todos, pero que no se atrevían a expresar por temor a perder la vida o la de sus familiares. Jukín simbolizaba el sentido común del pueblo –dijo–, su percepción íntima de las injusticias, su desdén irónico hacia los representantes del poder, su voluntad de ridiculizar a toda autoridad impuesta desde afuera y desde arriba; su indomable, irreductible independencia de espíritu, aún frente a las despiadadas persecuciones, a los intentos de despojar la gente de su identidad, conciencia y libertad. Por eso el alcalde lo protegía, pues su presencia, aunque disimulada bajo el semblante de un personaje del loco Bosch, daba testimonio de la importancia de ridiculizar, de burlarse de los tragicómicos representantes de cualquier dictadura negra, roja, amarilla o blanca; de exponerlos al sarcasmo y a la ironía de sus víctimas. En un rincón alejado del panteón de la aldea, existe aún una tumba cubierta de ramas y hojas sobre la cual, si uno se acerca lo suficiente, se pueden leer estas palabras que alguien grabó con respeto, admiración y esperanza: “Jukín, el que no tuvo miedo.” Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I

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MUJERES DEL DESIERTO Y EL MAR -Memoria del Pueblo Comca’ac >RICARDO MARÍA GARIBAY ricardomagaribay@gmail.com

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:fotografía

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l pueblo comca’ac (también conocido como seri) habita en uno de los parajes más inhóspitos de México: en una porción costera del Golfo de California, frente a la Isla Tiburón, en el desierto de Sonora. Sus integrantes son, en este momento, un positivo ejemplo en cuanto se refiere a la conservación de sus recursos naturales y su territorio. El borrego cimarrón, el venado bura, las caguamas, las aves, los esteros y la vegetación en general son estudiados por los jóvenes comca´ac; hombres y mujeres han formado grupos de trabajo para monitorear y conservar sus propios recursos naturales, lo que a su vez dio paso a un proceso de recuperación de su autoestima; la presencia y dignificación de ellos mismos ante la sociedad sonorense y nacional. El calentamiento global y el cambio climático obligan a volver la mirada hacia los pueblos indígenas que han sabido adaptarse y convivir con uno de los ecosistemas más difíciles del planeta. El pueblo comca´ac es quizá el único ejemplo en nuestro país que conserva y se mantiene de sus recursos naturales con una clara conciencia de su interdependencia y de que su propia supervivencia depende de la conservación de la naturaleza y de su riqueza cultural. El espacio originalmente ocupado por este pueblo iba del actual Puerto Peñasco hasta Guaymas. Sin embargo, los conflictos intergrupales a partir del siglo XVII, y el proceso de colonización del noroeste de México, los fueron obligando a reducir su territorio hasta las comunidades en las que hoy se ubican: Punta Chueca y Desemboque, en los municipios de Hermosillo y Pitiquito del estado de Sonora. Entre los comca’ac, las mujeres son depositarias de una cultura de carácter animista que concibe al desierto como su aliado y que se sabe dependiente de la naturaleza. De las estaciones del año aprovechan los frutos, semillas, fibras, reptiles, moluscos, insectos, aves, mamíferos y peces. Con ello dan continuidad a la vida.

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:abecederario MUJERES DEL DESIERTO El gesto impasible de las mujeres comca’ac, Su mirada hecha en los siglos para ver el horizonte, Inalcanzable en el desierto y en el mar. La calma de su andar y su además, o su sueño, Ese lento ballet que dura toda la vida, Esa especie de elegante paciencia corporal, Porque ¿a dónde ir frente al confín vacío? ¿Para qué apresurarte frente a un mundo Que se ofrece sin orillas y sin propósitos visibles? Si en algún lugar del planeta la hembra es la tierra, Y el alma de la tierra, Y la espera por los frutos de la tierra, Y el más íntimo sentido de la tierra, Como una eternidad para vivir, Ese lugar es el desierto de Sonora y su mar. Allí se dan estas pausadas y silenciosas mujeres, Esculpidas, como quería Pablo Neruda, Largamente por el viento. Ricardo Garibay

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Ricardo María Garibay Antropólogo social, UAM-I; maestro en desarrollo rural, UAM-X; posgrado en Medio Ambiente y Desarrollo, El Colegio de México. Fotógrafo desde 1975. Fotografía etnográfica, paisaje, ecología y desnudo femenino. 35 exposiciones individuales y 26 colectivas en Sonora, Sinaloa, Baja California Sur, Baja California, Morelos, Distrito Federal, Hidalgo, Veracruz, Michoacán; California y Texas (Estados Unidos) y Río de Janeiro, Minas Gerais (Brasil). Proyectos de antropología visual: Identidad; Las otras aguas; La Chinantla; Canto de ballenas; Humedales y cultura; Petición de lluvia en la región de Chilapa, Guerrero y El mezcal de Chilapa. Libros publicados: Las otras aguas; Entre el mar y el desierto; Trazos de luz y Poesía arbórea. Audiovisuales (Divulgación y capacitación): La montaña de Guerrero; Movimiento campesino en la montaña; El cultivo de la vainilla en la Chinantla y La ruta de los conventos en Morelos. Video: El archivo histórico del agua; Medio ambiente, economía campesina y sistemas productivos en la Chinantla. www.ricardomariagaribay.com http://www.pintoresmexicanos.com/ricardomariagaribay/ www.arteenmexico/ricardomariagaribay/

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:abecederario

TRIPALIUM >JORGE ORLANDO CORREA

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a bodega es sucia, asfixiante y “mareadora” por el polvo y la presión del jefe, por el constante ordenar y que se desordene, por la falta de cielo y aire, por la chinga completa de trabajar en una zapatería en la avenida Héroes con Lázaro Cárdenas, en el centro de la ciudad de Chetumal. En este modus vivendi se pierde la noción de los días. El viernes no ofrece nada especial o diferente del lunes, cualquier día es de apilar y “desapilar” cajas, de dolor de piernas y espalda; de polvo, regaño y prisas. La variante vendría en el tan esperado e insuficiente día de descanso, pues apenas lo tocas y se deshace como espuma al contacto con la yema del dedo. En ge-

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neral, semana tras semana es el mismo tango: de nueve de la mañana a nueve de la noche, más obligadas horas extras de las que jamás verás un peso. El reloj despertador suena (“Body and soul”, de John Coltrane) diaria y puntualmente a las seis y quince como sonoro símbolo del alba. Un pestañeo y estoy en la ducha, otro más y estoy con el uniforme; luego otro y estoy llegando al “sodómico” sitio. Unas esquinas antes se puede ver el anuncio espectacular encima de la tienda. Dice Tres Hermanos, con una tipografía gruesa color blanco y rojo, que desde hace años no se cambia. Al llegar, lo primero es quitar los doce candados y levantar las seis cortinas metálicas, en las tiendas de enfrente


:cuento y a los costados se oye el mismo golpeteo metálico de las mencionadas cortinas. Lo segundo, entre todos, barrer el suelo y limpiar las vitrinas, protocolo que si el gerente general ve que rompemos se vuelve protocolo de la “regañiza” que recibiríamos; de todos modos, en algún momento de la jornada, todos, sin excepción, recibiremos alguna: es pan de cada día. Lo tercero es todos a sus puestos, Yusei y Bartola, vendedoras de piso y La Chiquis que es cajera y aparadorista, se hallan al frente junto con Jaime –el segundo al mando que estratégicamente manda a Yusei y Bartola a cubrir la tienda–, pero, por lo general, las pobrecitas no se dan abasto porque (pareciera que no) pero a diario hay un constante flujo, un latente ir y venir de personas dentro de la tienda. Cuando se forma una marabunta, me gritan: – ¡Jorge, sal atender! –y salgo de mi bodega a atender. El empleado no puede sentarse, pobre del que lo haga, pues el jefe le propina una regañada y se le baja el sueldo. En este tipo de trabajo el contratado no tiene con qué defenderse, pues en realidad uno no firma un contrato como tal. Cuando yo entré, sólo me pidieron copias de algunos documentos, quién sabe qué hicieron con ellas. Tampoco se genera antigüedad, por lo que no dan un finiquito en el momento de un despido y eso significa que los trabajadores son reciclables. Despiden con frialdad y contratan con indiferencia. Cuando recién llegué, jamás tuve una capacitación y, aunque eso es contra la ley, da lo mismo. Igual las ocho horas laborales, al menos aquí y en las tiendas circunvecinas, son sólo un mito, a pesar de ser obligaciones oficiales. Se cierra a las nueve en punto, pero siempre eso ocurre más tarde, porque tardan en irse los últimos clientes. Además, nos tenemos que quedar al corte de caja, hasta que “los números cuadren”, si no nadie se va. El corte sucede bajo la lupa del gerente general mientras ordena que se barra de nuevo. Si todo sale bien, por ahí de las diez y cachito nos dan luz verde, retirada, todos a casa, pero yo aún tengo que bajar las seis cortinas y poner los doce candados. Termino la jornada como apaleado, llego a casa y, cuando toco mi hamaca, caigo como costal de papas. A veces ni ceno, sólo llego, duermo y, cuando reacciono, ya está sonando el reloj despertador otra vez. A mi parecer, el orden mundial podría estar representado en esa zapatería, todo un gran engaño creado desde los tiempos más remotos (la zapatería está en esa esquina desde que tengo uso de razón). Las luces, el decorado de la vitrina, junto con la posición del calzado hacen lucir una expectativa distante de la realidad del producto, da la impresión de ser un zapato atractivo y confiable. Lo que no saben es que atrás existe una húmeda bodega atiborrada de, en su mayoría, cajas viejas, algunas rotas o medio rotas, y por lo general están revueltas, y no se encuentran en el área que deberían de encontrarse, según el estilo de zapato que se busque. Así que, cuando una desventurada alma gusta probarse alguno de la vitrina, el aún más desventurado

trabajador tiene que entrar al inframundo de la tienda, intentar, entre revueltas y polvorientas cajas, encontrar el modelo pedido. Una vez con el zapato derecho en la mano, el trabajador sale y con una sonrisa falsa que maquilla el dolor de pies, el hambre, la fatiga y la presión del jefe que no le quita el ojo de encima, le da a probar el calzado. El cliente lo toma y tierna e inocentemente piensa que el producto que se está probando viene de algún lugar privilegiado y decente. Lo que sus ojos no pudieron ver su visión no pudo percibir. Entonces de esto se trata todo. En la política, por ejemplo, los candidatos salen en público con propuestas y campañas salidas del equivalente a la bodega de Tres Hermanos. En esas campañas se sabe de mucha gente acarreada que sale en las fotos como simpatizantes reales. Es similar a los zapatos en la vitrina, que en realidad están atrás en una insalubre bodega y llevados al cliente por unos trabajadores con el deseo de poder flexionar los pies por tan siquiera un instante. El descanso es de dos horas. Cuando salgo de la tienda, noto que algunos trabajadores, por ejemplo de las tiendas La Parisina, que está enfrente, o de Furor, que está a un lado, salen igual a su descanso. Paso frente a algunos otros negocios y veo las caras cansadas, y ellos ven la mía y saben, sin que se los diga, que sólo estoy en mis descanso. Cuando nuestras miradas se cruzan, aún sin conocernos, sabemos que pertenecemos a lo mismo, a este régimen tiránico del que las instituciones encargadas de supervisar no tienen idea. Sé que igual sufren lo que nosotros en la zapatería, sé que igual están bajo protocolos estúpidos y cansados, sé que igual están hartos de trabajar y dormir para al día siguiente trabajar de nuevo, sé muy bien que tampoco le ven fin a esto, que no pueden renunciar, porque sería complicado encontrar otro trabajo, y los niños y la comida y las deudas y ese sentimiento de coraje, de frustración por no poder tener la vida de los que entran a la tienda, pero, sobre todo, la desesperación de no tener más vida que la tienda. En una ocasión, en mi día de descanso, entré en un negocio de revistas, tomé una de contenido vario: curiosidades, datos históricos, novedades y esas cosas. Salí de la tienda, con revista en mano, tomé una combi y regresé a mi casa. Cuando vi el reloj eran las nueve de la noche, me acosté y la cama se sentía como la gloria. Tomé la revistita que había comprado y la comencé a ojear. En la tercera página, en un apartado, se encontraba una especie de glosario donde vi la palabra trabajo y decía: El trabajo viene del latín tripalium, que quiere decir tres palos. El tripalium en la Edad Media era un tipo de yugo donde amarraban y azotaban esclavos... No terminé de leer y me dormí y, casi sin darme cuenta, desperté. Entonces era de nuevo “Body and soul”, de John Coltrane, pasaban las seis treinta de la mañana y ya estaba en la ducha.

Marzo-abril 2017 GACETA DEL PENSAMIENTO I 45


:abecederario

PAWLA KUCZYNSKIEGO >CARICATURISTA POLACA

N

acida en 1976 en Szczecin y graduada en la Academia de Bellas Artes en Poznan, Polonia, Pawla Kuczynskiego se ha especializado en “ilustraciones con compromiso social”. Desde 2004 hasta ahora ha recibido más de noventa premios y distinciones por “sus dibujos satíricos que nos hacen reflexionar sobre lo que está pasando alrededor del mundo”, consideró el jurado del Premio de la Asociación de Caricaturistas Polaco “Eryk” en el año de 2005.

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I GACETA DEL PENSAMIENTO Marzo-abril 2017




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