Por primera vez, La Garganta no puede gritar. Pero aunque nos arranquen las hojas, no podrán arrancarnos la voz. Sumidos en un sorpresivo brote democrático, los grandes grupos económicos, auspiciantes de todas las dictaduras que hubo, nos imponen revisar la legitimidad de Lugo, pero las asambleas poderosas, compuestas en gran parte por la comunidad guaraní, no aceptamos debatir quién merece ser el presidente: eso ya lo definió su gente.