Símbolo universal del amor incondicional, abrió miles de caminos, regando la identidad de los argentinos, con verdad, con justicia y con memoria, al reconstruir su propia historia. Cambió los temores de una madre antiperonista, por los valores de una joven idealista, que supo parir una utopía, por su hija y su valentía: “Miles vamos a morir, pero no será en vano”. Laura sabía qué madre tenía, que nunca se detendría: “Hoy, me siento orgullosa de cómo y por qué murió”.