■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 1 de octubre de 2017 ■ Núm. 1178 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
ErnEsto ChE GuEvara medio siglo después José Arreola
tonantzin-GuadalupE:
el espejo del arte y la intolerancia Miguel Ángel Adame Cerón Una página de M ark
twain
Ricardo Bada
Juan villoro en Yucatán Carlos Martín Briceño
AlmA y bellezA de
La Habana vieja
eusebio leAl: 50 años de rescate cultural Germaine Gómez Haro
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Tonantzin-
ALMA Y BELLEZA DE LA HABANA VIEJA Invariablemente fiel a sí misma y al carácter de sus habitantes, La Habana vieja no sólo
Miguel Ángel Adame Cerón
ha sabido resistir los
el espejo del
UNA REFLEXIÓN A PARTIR DE LA ESCULTURA
innumerables embates del clima, el tiempo y las crisis económicas, entre muchos otros factores, sino que desde hace al menos medio siglo lucha por la recuperación y la preservación de la belleza de sus calles y sus construcciones: la piedra, el metal y el concreto que sustentan la belleza arquitectónica que hace del emblemático puerto un Patrimonio Cultural de la Humanidad. Haciéndole honor a su apellido, Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, ha sido durante medio siglo el principal artífice de una labor absolutamente titánica, digna del carácter indomable del pueblo cubano. El ensayo de Germaine Gómez Haro da cuenta de esa tarea monumental, así como de quién es, cómo siente y cómo piensa Leal, un verdadero defensor de la utopía. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
METAMORFOSIS, YUXTAPOSICIONES Y ANAMNESIS
L
a guadalupana mexicana –en cierta sentido, sí es Coatlicue simbiotizada, o más concretamente la llamada Virgen de Guadalupe–, para ciertos sectores de la religiosidad étnico-popular y de la nueva era en el México actual, conserva subrepticiamente elementos significativos de Tonantzin; aquélla, entonces, se podría concebir y ver como una Tonantzin eclectizada, aunque formalmente eclipsada. La diosa Tonantzin que quiere decir “nuestra madrecita tierra“ y que tenía residencia en las cuevas del cerro Tepeyacac al norte del México-Tenochtitlan, en el mundo mexica era una de las advocaciones de la diosa madre Coatlicue, la gran diosa de la tierra y de la cuevas (concebidas éstas como los vientres de la tierra de donde nacen los pueblos, los altépetl), su nombre traducido al español era “la de la falda de serpientes” y así se le representaba en pictogramas y esculturas. Decir que la antigua diosa Coatlicue-Tonantzin fue sustituida y sincretizada por la morena Virgen de Guadalupe (“río oculto” según Jacques Lafaye) proveniente de Extremadura (España), es reconocer el trastrocamiento y las diluciones que sufrieron los dioses del panteón prehispánico con la llegada de la conquista espiritual y material y con los colonizadores-evangelizadores ibéricos que impusieron a sangre, fuego y adoctrinamiento su religión católica. En efecto, con la invasión-colonización española en el siglo xvi , muchos dioses prehispánicos desaparecieron y los más resistentes sufrieron metamorfosis en diversos grados mediante yuxtaposiciones semióticas e ideológicas, producto de las tensiones económicas y socioculturales (guerras, esclavitud, despojos, epidemias, baja demográfica, imposiciones alimenticias y de creencias, etcétera) que vivieron los pueblos y comunidades indígenas en los diferentes regiones y ámbitos de lo que se va a bautizar, por parte de los vencedores, como la Nueva España. Por tanto, decir que Guadalupe sí intersecta con Coatlicue es aceptar la relativa vigencia, en ciertos niveles y para ciertos sectores socioculturales (como grupos indígenas de tradiciones aridoamericanas y mesoamericanas y grupos de danza tradicional llamados “concheros”) del México actual –incluso que viven en zonas donde se
dio el cristerismo y se presenta una fervorosidad católica–, de un tipo de memoria de sus creencias, imaginarios y prácticas rituales (estratos nemosemióticos que ha investigado el antropólogo José Luis Valencia). Podríamos calificar a este producto sociohistórico y cultural, siguiendo en parte al historiador Reyes Mate, como una anamnesis sociocultural, una “recordación” que aún tiene latidos y pulsaciones cognitivas; y precisamente esa presencia latente de alguna manera es lo que trata de rescatar a nivel plástico-figurativo el artista jalisciense Ismael Vargas con su obra Sincretismo. Esta “recordación” histórico-cultural es captada en su obra y verbalizada por el propio artista cuando plantea, desde su visión matrilineal, que se trata de un retrato de la madre de los mexicanos antiguos –Coatlicue– y un retrato de la madre de los mexicanos modernos –Guadalupe. Si quieren verlo así, dice: “es la abuela y la mamá, es sólo un retrato que no puedes negar, no puedes negar a tu abuela y a tu mamá, te guste o no. Nos guste o no los mexicanos somos mestizos”.
si quiErEn vErlo así, diCE: “Es la abuEla y la MaMá , Es sólo un rEtrato quE no puEdEs nEGar , no puEdEs nEGar a tu abuEla y a tu MaMá , tE GustE o no . n os GustE o no los MExiCanos soMos MEstizos ”.
Directora General: C armen L ira S aade , Director: L uiS T ovar , E d ic i ón : F ranCiSCo T orreS C órdova y r iCardo y áñez . Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo G arCía n orieGa , Formación: m arGa P eña , Diseño de Columnas: J uan G abrieL P uGa , Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a L e J a n d r o P av ó n , Publicidad: e va v a r G a S y r u b é n H i n o J o S a , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: La Habana siempre Calle en la parte no renovada de La Habana Vieja Foto de Escla/ CC BY-SA 3.0 Fuente: commons.wikimedia.org
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
-Guadalupe:
1 de octubre de 2017 • Número 1178 • Jornada Semanal
arte y la intolerancia
SINCRETISMO, DE ISMAEL VARGAS.
PROTESTAS E INTOLERANCIAS
P
ero resulta que hay mexicanos modernos, específicamente católicos, que no se reconocen en ese retrato, no lo reconocen como su espejo histórico-cultural y menos como su espejo religioso, y están en todo su derecho de hacerlo. El problema es que se han manifestado con rudezas en abierto rechazo a esa escultura, sin respetar su hechura artística y sin aceptar el derecho del autor a exponerla públicamente, y sin aceptar –menos– que para otros católicos, creyentes y no creyentes, esa obra les puede significar y les significa algo importante en sus vidas, en sus historias o en sus tradiciones Pues a partir de la inauguración de dicha escultura monumental el 14 de agosto pasado, instalada en una de las avenidas principales de Guadalajara en el estado de Jalisco, uno de los estados considerados como de mayor catolicismo en México, como parte del programa Arte Público en Guadalajara, comenzaron las protestas. Apoyados por una parte de la jerarquía religiosa (por ejemplo el cardenal emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez y otras autoridades eclesiásticas) de esa ciudad, cientos de creyentes católicos realizaron actos de repudio pidiendo que sea retirada de ese lugar. Aparte de miles de firmas recopiladas, uno de los actos más llamativos fue la llamada “marcha de desagravio”, donde expresaron que es ofensiva de sus creencias, de la Iglesia católica y de la propia guadalupana. El diálogo de atributos prehispánicos e hispánicos de esas “diosas”, como calaveras, serpientes bífidas, cuernos, lienzos y estrellas plasmados por Ismael Vargas en esa escultura de 9 metros, es concebido desde el punto de vista de los fanáticos que se sienten “agraviados” como algo literalmente “aberrante” y “hereje”. Posteriormente aparecieron mantas por los alrededores de la Avenida Constitucionalista donde se encuentra Sincretismo y por otras calles de la ciudad contra el alcalde de la misma advirtiéndole, entre otras cosas, que “Jalisco es Guadalupano”. Se trata, pues, de muestras evidentes de intolerancia no sólo religiosa y artística, sino histórica y sociocultural, ya que esos grupos no son capaces de abrirse para conocer, reconocer y aceptar, por un lado, la existencia de amalgamas, sobreposiciones y otros fenómenos arqueo-cognitivos similares que han creado capas e intersticios culturales y anamnésicos entre las poblaciones de esas regiones occidentales y de otras de la República Mexicana; y, por otro lado, la libertad laica (uso, resignificación y recreación de simbologías) de expresión estética e ideológica por parte de los artistas, de funcionarios y de promotores culturales. Desde la perspectiva artística de Ismael Vargas “el arte es un espejo en el que quien lo mira lo que ve es su retrato... La belleza está en los ojos de quien la ve”. Así, la pregunta es ¿qué están espejeando esos miles de ofendidos guadalupanos en la obra Sincretismo? Segura-
mente no la genialidad de sucesión de soles o eras, como lo ve el padre Solalinde, o la coalición o choque cultural de dos culturas opuestas, como lo ve la antropóloga Renée de la Torre.
ESPEJOS: EMULACIÓN Y RESISTENCIAS
T
al vez sin saberlo, esos grupos de fanáticos católicos guadalupanos emulan la de otros fanáticos católicos históricos que, al llegar a tierras precolombinas a finales del siglo xv y durante todo el siglo xvi , veían sacrilegios, demonios y pecados en las creencias, símbolos y prácticas religiosas de los grupos originarios, y que utilizando esas actitudes llevaron a cabo castigos, despojos e imposiciones. Luego el criollismo americano de los siglos xvi al xviii se valió de ello para crear sustituciones semiótico-ideológicas que la religiosidad ético-popular y la resistencia cultural popular (a nivel artístico, por ejemplo, con el arte tequitqui y el barroquismo indígena) trastocó en diferentes versiones de memoria, recordación, sincretismo y mestizaje que siguen todavía presentes e inclusive ahora se siguen reapropiando para continuar sus resistencias y utopísticas. En suma, los espejos y espejeos históricos, socioculturales e ideológicos se siguen manteniendo y recreando en México. La Guadalupe-Coatlicue de Guadalajara es sólo uno de ellos
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Foto: Arturo Campos Cedillo
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Carlos Martín Briceño
Juan viLLoro
o los motivo A SU MANERA INDIRECTA Y ACERTADA , AQUÍ SE HACE LA CRÓNICA DE UN CRONISTA CONSUMADO.
Foto: Carlos Pacheco/ NOTIMEX/ FRE/ EDU
A
venida Colón 501. La casa de doña Estela Ruiz Milán, madre de Juan Villoro. Me sorprende descubrirla todavía de pie, en medio de los escombros que la circundan. El Gobierno ha decidido demoler varias de las antiguas residencias cercanas al Paseo de Montejo para construir un nuevo Centro de Convenciones. Está intacta: su fachada amarilla, el balcón de piedra y el pequeño porche que a Juan lo hicieron pensar en Nueva Orleáns. Pregunto a un albañil cuándo la tirarán. Tenemos orden de respetarla, dice, y sigue su camino sin reparar en mi asombro. Faltan el flamboyán encendido y la mata de mango calcinada, pero en su lugar, una altiva palma real, agitada por una repentina y fresca brisa, se yergue con perseverancia. Muchas cosas han cambiado en esta ciudad desde que Juan Villoro publicara sus Palmeras de la brisa rá pida. El viejo Café Express, el sitio que le sirvió como punto de partida y de retorno para plasmar sus impresiones de la Ciudad Blanca, se ha vuelto un Mexican Grill. En lugar de los grandes cuadros regionales pintados por Mario Trejo, de sus paredes penden ahora banderas mexicanas, sarapes de Saltillo y sombreros de charro. Sus mesas y sillas de madera oscura fueron sustituidas por unos aparatosos “equipales” jaliscienses. En vez de café, los meseros sirven a los turistas, “cucarachas”, tequilas y mojitos, al dos por uno.
Sólo ha pasado un cuarto de siglo desde que Villoro visitara por primera vez Yucatán y gran parte de lo que conoció ha desaparecido o cambiado sustancialmente. Numerosas haciendas que Juan encontró abandonadas, luego de haber sido adquiridas por inversionistas de dudosa reputación, se han convertido en elegantes hoteles boutique frecuentados por una élite a la que no le preocupa pagar ocho mil pesos por día por una deluxe suite con terrace and garden view donde “el buen gusto se entremezcla con la historia”. El local del Deportivo San Juan, allí donde solían darse cita los villamelones de la lucha libre, lo ocupa ahora un gris supermercado. En cuanto al Paseo de Montejo, sin duda la vía más emblemática de la ciudad, hace tiempo que se convirtió en una avenida para turistas, pues a ningún ado-
lescente clasemediero de hoy que tuviera intenciones de ligar, se le ocurriría cambiar el aire acondicionado de las modernas plazas comerciales por el bochorno de la noche meridana. Y ni hablar del antiguo monopolio de los autoservicios San Francisco de Asís que tanto llamara la atención del escritor. Sus propietarios, prominentes miembros de la casta beduina –como Juan los nombró– con todo el dolor de sus bolsillos, han tenido que reinventar sus negocios para impedir que la llegada de la poderosísima Walmart acabe con su legendaria historia de éxito. A Villoro, que en 1988 había llegado de un Distrito Federal totalmente convulso, le asombró sobremanera la placidez con que se manejaban entonces las cosas en Mérida, el sosiego con el que se bebía y se “desplegaba el arte de la conversación” en los cafés del centro, que hoy llamamos centro histórico: “Yo venía de una ciudad mutilada, con un paisaje en perpetua alteración, y de repente me encontraba en esa zona intacta, donde la mata de mango calcinada era la noticia desde hacía décadas”. ¿Le sorprendería saber que de los siete cafés que menciona en su crónica de viaje –El Louvre, el Express, el Nicté-Ha, la Flor de Santiago, el Congreso, la Italiana, el Alameda– solo este último sobrevive? ¿Le llamaría la atención enterarse de que en este nuevo siglo, al igual que en el resto del mundo, las exóticas bebidas remasterizadas de Starbucks se han adueñado de los paladares meridanos? ¿Le extrañaría al ganador del Premio a la Excelencia de las Letras “José Emilio Pacheco”, conferido por la Feria Internacional de la Lectura Yucatán 2016 y u. C. Mexicanistas, que aquella Mérida bucólica, de tibios y tímidos colores que describiera durante su breve estancia en tierras peninsulares, en la que “las nueve de la mañana era demasiado para dar con alguien”, se hubiera convertido en una giganta perdida con aspiraciones de ser el eje económico y cultural del sureste del país? Seguramente no, pues Villoro, escritor experimentado, sabe que una buena crónica, además de mezclar atinadamente “información con emoción”, es más que nada una fotografía que capta las costumbres, el lenguaje y la ideología de una sociedad, en un momento determinado. De allí que Palmeras de la brisa rápida, pese a su irreverencia y mala leche, sea un libro tan disfrutable. En sus doscientas siete páginas salpicadas de ironía, el autor recorre palmo a palmo la historia de su familia: desde la llegada a las costas yucatecas de su abuelo materno, el español Juan Ruiz Ojeras, hasta la muerte en la capital de la república de su abuela pro-
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en yuCaTán os del ornitorrinco greseña, doña Estela Milán de Ruiz. De paso, aprovecha para hacer una divertida descripción de algunas costumbres yucatecas que con el transcurrir del tiempo han desaparecido. De allí, dirían los que saben, el beneficio de la crónica. ¿De qué otra manera podríamos enterarnos de que cuando Chichén Itzá aún no ostentaba el pomposo título de “Maravilla del mundo moderno”, ni los yucatecos habíamos cobrado conciencia del conservacionismo del patrimonio arqueológico, cualquier turista con fantasía de Eric Thompson podía adentrarse en las entrañas del castillo de Kukulcán para admirar la cámara del Chac Mool y el jaguar rojo?: Como muchas otras pirámides, la de Kukulcán fue erigida sobre una construcción previa. Una escalera interior permite llegar a la cámara del Chac Mool y el jaguar rojo, en caso de que no esté bloqueada por turistas sudorosos. Nosotros tuvimos que esperar el descenso de un niño tan rollizo que obstruía el túnel entero. Uno llega a la cámara sintiéndose el doctor Livingstone en su viaje al África; en consecuencia, el jaguar resulta demasiado pequeño y paliducho y el Chac parece una estatua de parque público.
LOS YUCATECOS COMEN MUCHA AZÚCAR
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onsiváis solía decir que la crónica es un texto construido para “iluminar determinado hecho o acontecimiento sin acudir a una argumentación rigurosa, formal y directa, sino mediante la descripción de la realidad misma, de alguna pincelada valorativa y del manejo de factores de tipo emocional”. Villoro, sin lugar a dudas, cumple esta sentencia con creces. Inevitable evocar las líneas que Juan dedicó en su libro al Nefertiti, el hotel donde se hospedó durante su breve estancia en Río Lagartos; el mismo, casualmente, donde pernocté la única vez que mis padres me llevaron a conocer aquel puerto de pescadores:
El hotel Nefertiti merece ser declarado monumento nacional. Tiene una fachada ciega, como las de los cines de provincia, cubierta de mosaicos diminutos, y está rodeado de palmeras de dátil que crean un ambiente vagamente egipcio. Los pasillos interiores brillan en color flamingo y convergen en un cubo de luz presidido por una réplica de la efigie de Nefertiti que se encuentra en Berlín Occidental.
dEbo rEConoCEr quE fuE , a partir dE la lECtura dE Esta obra , plEna dE vivaCidad , dEsEnfado y ExprEsionEs MordaCEs , quE En oCasionEs puEdEn rEsultar provoCadoras , quE ME intErEsé por la litEratura dE
villoro.
¿Existe aún? Para cualquiera que quiera ahondar en el tema, Google ofrece una nota donde un periodista cuenta que el huracán Gilberto acabó con el coloso; el meteoro azotó con tanta fuerza los cimientos del edificio que dañó seriamente su estructura y derrumbó la gran palapa del restaurante. Saco cuentas. Villoro estuvo en Mérida en mayo de 1988. El huracán Gilberto golpeó a la región en septiembre del mismo año. Una diferencia de solo cuatro meses. Si Juan hubiera retrasado su viaje, no tendríamos la divertida crónica que rememora la época gloriosa del Nefertiti. Alfonso Reyes juzgó alguna vez que el ensayo era el centauro de los géneros; la crónica, según Juan Villoro, reclama un símbolo más complejo: el ornitorrinco de la prosa, y ha sido fiel a esa divisa. “Juan Ruiz llegó a Yucatán para ver por qué los yucatecos comían tanta azúcar”: así, con esa curiosa intriga da inicio el diario de viaje que acercaría espiritualmente al cronista a la tierra de su abuela materna. Debo reconocer que fue, a partir de la lectura de esta obra, plena de vivacidad, desenfado y expresiones mordaces, que en ocasiones pueden resultar provocadoras, que me interesé por la literatura de Villoro. Por esta causa y por la vitalidad de sus letras, busqué otros de sus títulos. Así di con los cuentarios La noche navega ble y Albercas. Años más tarde me acercaría a El disparo de Argón, a La casa pierde, a El testigo, su aclamada novela por la que recibiera el prestigioso Premio Herralde, y a otros textos de su vasta obra. Mi interés creció cuando mis hijos, Emilio y Esteban, también crecieron y decidí leer junto con ellos El libro salvaje y La calavera de cristal, dos volúmenes que han pasado a formar parte de su selecta biblioteca infantil. En honor a la verdad, y para vigencia del libro Pal meras de la brisa rápida: un viaje a Yucatán, no todo ha cambiado en la Ciudad Blanca. Los camiones de transporte público siguen dejando tras de sí una oscura estela de humo “borrándolo todo con su estruendo de diesel”; el béisbol, temporada tras temporada, sigue convocando a los fanáticos de la pelota caliente en el estadio Kukulcán, y la temperatura ambiente, en el último cuarto de siglo, se ha mantenido, más o menos, dentro de los mismos parámetros infernales. A pesar de que vivimos una época de quebrantos, la literatura no tiene por qué ser tan solemne. Punto y aparte de la naturaleza de los temas, el humor y la ironía nunca serán ingredientes que desentonen con la esperanza transformadora de las letras. La obra de Juan Villoro es un ejemplo cabal
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José Arreola
Ernesto
Che Guevara,
Escuela La higuera, Bolivia. Foto: selvamobilestudio
medio siglo después
SI DE CUBA SE HABLA Y DE LA HABANA, ES IMPOSIBLE NO HABLAR DEL CHE, FIGURA INABARCABLE QUE AQUÍ SE PRESENTA VINCULADO A LA POESÍA, A LAS NOVELAS, AL EMPEÑO DE LA PALABRA, ARTE Y COMPROMISO.
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I
adical antidogmático, con un gusto irrefrenable por la poesía y la fotografía. Viajante empedernido. Hacedor de teoría y teórico desde el hacer. Su imagen, como pocas en el mundo, rebasa los muros que, según los dueños del dinero, dividen la tierra. En guaraní, che quiere decir “mío” y es la expresión más común de los argentinos para decir amigo. Ernesto Guevara de la Serna adquirió el inmortal nombre de tres letras entrenándose para la expedición guerrillera liderada por Fidel Castro. En México encontró un proyecto político por el que valía la pena arriesgar la vida. Estuvo preso casi dos meses; en esos días le escribió a su madre que enfrentando las penurias de la cárcel supo de una moral “comunista”, del paso de un “yo” individual a un
“nosotros” indispensable para la creación de toda gran obra humana. A los veintiséis años, en Guatemala, Guevara tuvo su primera participación política. Una edad sui generis para la época en la que vivió su juventud. Ni siquiera el acendrado antiperonismo presente en su familia y en el círculo de amigos que frecuentaba en la Universidad fue capaz de llamarlo a las calles de Buenos Aires. Como Julio Cortázar, apenas asistió a una que otra protesta antiperonista convocada en el recinto universitario. La juventud comunista de Argentina nunca le resultó una opción y, en no pocas ocasiones, exhortó a su amiga Tita Infante para que abandonara sus filas. El ambiente bohemio de la familia Guevara de la Serna fue la primera fuente de la que bebió discusiones políticas sobre la República española, la segunda guerra mundial y, desde luego, el comunismo. Lejos de una participación política en las calles o como miembro de alguna organización, el Che construyó una militancia algo diferente: la de la lectura. Perseguido por el asma desde muy pequeño, encontró en las novelas de aventura un espacio íntimo de alivio e imaginación. El ejercicio de lectura se convirtió para él, según sus propias palabras, en una segunda naturaleza. Con el tiempo, la militancia lectora representó un componente fundamental en su constitución como sujeto revolucionario. Desde la adolescencia elaboró un cuaderno de notas al que llamó
“Diccionario filosófico”, cuya amplitud y eclecticismo dibujan un buen mapa de sus inquietudes políticas e intelectuales. En el cuaderno, que siguió creciendo con los años y que buscó sistematizar durante su estancia en México, figura el existencialismo de Ernesto Sábato, el antiestatismo de José Ingenieros, el anarquismo de Elisée Reclus, el psicoanálisis de Freud y la escuela marxista con textos de Marx, Engels, Lenin y Stalin. Nunca dejaría de leer y de llevar un control de las lecturas que realizaba, incluso en las incursiones guerrilleras. Para el Che los libros fueron más necesarios que los armamentos porque “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”, como decía José Martí. II
L
a ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, se publicó por vez primera en 1963; en ese mismo año, Julio Cortázar generó un cisma en las letras latinoamericanas con Rayuela. En 1967, Gabriel García Márquez inscribió a nuestra América en el imaginario de Macondo a través de Cien años de soledad. Esas tres novelas fueron en el plano artístico lo que la Revolución cubana significó en el plano político. Y, en buena medida, el Che fue autor de esa obra. Durante la guerrilla cubana, una de sus principales preocupaciones era que los combatientes, en su mayoría campesinos analfa-
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betos, aprendieran a leer. Él mismo enseñó a algunos, organizó círculos de estudio y lectura y, cuando el Ejército Rebelde creció y se consolidó, puso énfasis en la construcción de escuelas, tanto para los combatientes como para los guajiros. Insistió en la necesidad de implementar, desde la propia Sierra Maestra, la Reforma Agraria. Tras el triunfo de los barbudos y la huida de Batista, Cuba vivió lo que, no sin razón, Rafael Rojas ha caracterizado como la década “propiamente revolucionaria”. La velocidad de diferentes sucesos –la expulsión de Cuba de la oea , el ataque a Playa Girón, la campaña de alfabetización, la nacionalización de las industrias fundamentales y la declaración del carácter socialista del proceso– hicieron de la Revolución un acontecimiento que conmovió a toda Latinoamérica. Como ningún otro miembro de la dirección política, el Che buscó sistematizar teóricamente la experiencia insurreccional, pero también el “extraño y apasionante drama” que era la construcción del socialismo. El “intelectual guerrillero”, como lo llamó Julio César Guanche, escribió textos notables entre los que, sin duda alguna, El socialismo y el hombre en Cuba ocupa la cima. En 1960, Guevara le confesó a Ernesto Sábato que en algún momento de su vida el título de escritor representó “lo más sagrado del mundo”. A León Felipe le escribió que, a modo de homenaje en un discurso ante trabajadores cubanos, citó unos versos suyos porque en ese momento afloró “un poco del poeta fracasado” que habitaba en él. A su esposa, Aleida March, le señaló que él era un poeta “no tanto de composición como de pensamiento”. Asiduo lector de Pablo Neruda, César Vallejo y el propio León Felipe, la confidencia revelaba la imposibilidad de ser poeta. Su pluma no estaba forjada para la poesía, pero tuvo una facilidad innata para narrar y describir. Guevara era, a decir de Fidel Castro, el artista de la Revolución. Como tal actuaba. Como tal pensaba. Creía que el arte en el socialismo era indispensable para la construcción del “hombre nuevo”; que debía romper las formas congeladas del realismo socialista, las fórmulas simples de los artistas “revolucionarios” para emplear a fondo una “audacia intelectual” no supeditada a la esfera de los burócratas culturales. Para el Che, el socialismo era menos un problema de distribución de la riqueza que un acontecimiento de conciencia y de sentimientos. Por ello, en los debates sobre la economía cubana, fue tildado de idealista, “demasiado” intelectual y romántico. Alejado de la escuela soviética del socialismo que priorizaba los estímulos materiales, el Che sostenía que la conciencia era el motor indispensable para la construcción de una sociedad nueva; la conciencia significaba un fenómeno económico. El arte, el amor, sentir la injusticia cometida contra alguien más como propia eran elementos para forjar una moral comunista, alejada del frío ordenamiento económico que reduce todo a una cuestión de pesos y centavos. Los partidarios del socialismo soviético lo tacharon de “pro-chino”. Los simpatizantes de los chinos, de “pro-soviético”. El oficialismo del “materialismo dialéctico” lo etiquetó como simpatizante del “trotskismo”. Pasa que el Che no estaba atado a ningún molde, que no lo pudieron encasillar. La escuela del hacer que Guevara practicó y pensó como nadie no era “ni calco ni copia”. Bien dijo Fernando Martínez Heredia que el argentino cometió la osadía de pensar “con cabeza propia”. El héroe de Santa Clara insistió, tesonera y corajudamente, en la necesidad de estudiar y de contradecir todo aquello que estuviera mal, “lo haya dicho quien lo haya dicho”. La valía del Che es que nunca se calló. Actuó como la conciencia le dictó. Nunca pidió hacer nada que él mismo no hiciera. No exigió sacrificio que no
estuviera dispuesto a realizar. Alguna vez, en una tribuna internacional, en 1964, dijo que la Revolución cubana no era un satélite de nadie porque estaba “fuera de órbita”. Así era él: fuera de órbita. Cuando se sintió morir en su bautizo de fuego al desembarcar del Granma, en lugar de recordar a sus familiares o a algún héroe revolucionario, Guevara evocó al personaje de un “viejo cuento de Jack London”. Si moría quería hacerlo dignamente, como ese personaje. Así murió. III
E
rnesto Guevara era un “vago rematado”. Lo fue desde pequeño. El ansia de movilidad estaba en sus huesos. Para participar en la guerrilla cubana sólo hizo una petición: que cuando se alcanzara la victoria contra Batista, en el momento que lo decidiera, partiría a otras tierras. Salió de Cuba hacia el Congo, en una experiencia que resultó la historia de un fracaso. Regresó de manera encubierta a Cuba, luego de que, ante la campaña mediática contra la Revolución, Fidel Castro leyó aquella conmovedora carta de despedida. Partió a Bolivia, apresurado quizá porque sentía que su edad empezaba a ser un fardo para las lides gue rrilleras, o porque, como escribió en el mensaje a la Tricontinental, América Latina era el escenario de las grandes batallas por la liberación de la humanidad. Convencido de la necesidad estratégica de la lucha armada, la llevó hasta sus últimas consecuencias; puso su vida como prueba. En selvas bolivianas, con pocos hombres, rotas las comunicaciones, con guerrilleros apresados, resistió el embate del ejército boliviano y los rangers que iban tras sus huellas. Sólo hasta el 8 de octubre de 1967, herido y con su arma inutilizada, supo que todo estaba perdido. Era, como escribió Paco Ignacio Taibo ii, un hombre esencialmente vencido porque no podía escribir lo que estaba viviendo. El Che, que tanta impor-
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tancia le otorgó a la educación, murió en una humilde escuela de La higuera. Y fue Julia Cortés, la maes tra del poblado, su última interlocutora civil. En el pizarrón había una frase, “Yo se leer”. Guevara le hizo saber a la maestra la falta del acento. Para Ricardo Piglia, el hecho de que haya sido esa frase la última que el Che leyera, representa una cristalización, una suerte de “oráculo”. Según Mario Terán, el soldado encargado de ejecutar al guerrillero, el Che simplemente le dijo: “Póngase sereno. Usted va a matar a un hombre.” Un 9 de octubre de 1967, Ernesto Guevara de la Serna fue asesinado. IV
J
osé Lezama Lima definió al Che como un “nuevo Viracocha porque de él se esperaban todos los prodigios de la posibilidad”. Y es cierto. Decir Che es referirse a una época, a una épica, a una mística. Una época: la del poder forjado desde las calles latinoamericanas, la de la Revolución palpable. Una épica: la de un puñado de combatientes que creció y derrotó a un ejército brutal; la del socialismo alegre, a pocos kilómetros del poder imperialista. Una mística: la de un hombre que nació en cuna burguesa, pero que se reveló contra ella. La del tipo mal vestido, desafiante de la etiqueta y el buen comportamiento. La del revolucionario guiado por “grandes sentimientos de amor”. Por esa época, por esa épica, por esa mística es que, después de tanto, Guevara no cabe en la muerte. Che se nombra desde el cariño, desde la resistencia. Porque así, tozudo y peleón, por irreverente, por incallable, el Che sigue entre los humildes, con los humildes y para los humildes. Che es, como escribió Eduardo Galeano, el más nacedor de todos porque, a pesar de la guerra, de la violencia y el dolor, la ternura nunca se le apagó
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El Che en la selva boliviana
para el Che los libros fuEron Más nECEsarios quE los arMaMEntos porquE
“trinChEras dE idEas valEn Más quE trinChEras dE piEdras ”, CoMo dECía J osé
Martí.
8 1 de octubre de 2017 • Número 1178 • Jornada Semanal
AlmA y bellezA
La Hab
eusebio leAl: 50 Germaine Gómez Haro Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana
germainegh@casalamm.com.mx
BREVE PERO ENTRAÑABLE MIRADA A LA GIGANTESCA LABOR DE RESTAURACIÓN FÍSICA Y CULTURAL DE UNA DE LAS CAPI TALES MÁS IMPORTANTES EN LATINOA MÉRICA. EL RECUENTO TOTAL ES IMPOSI BLE, PERO LA ESENCIA DEL ESFUERZO REALIZADO ESTÁ CLARAMENTE REFLE JADO EN ESTA BELLA SEMBLANZA. Museo Nacional de la
VERDADERA VOLUNTAD POLÍTICA, INTELI GENCIA Y MUCHA TENACIDAD HAN SIDO NECESARIAS PARA RECUPERAR EL PASADO DE LA CIUDAD E INTEGRARLA A UN PRE SENTE QUE CUMPLA SU FUTURO. LOS CON TINUADORES DE ESTA LABOR “ANDAN POR AHÍ, DEAMBULANDO POR LAS CALLES, A LA VUELTA DE LA ESQUINA”, AFIRMA EL DOCTOR EUSEBIO LEAL SPENGLER, HISTO RIADOR DE LA CIUDAD DE LA HABANA.
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isité La Habana por primera vez en 1999, motivada por el entusiasmo que contagiaban mis queridos amigos Rafael y Guillermo Tovar y de Teresa, hoy tristemente desaparecidos. Los hermanos Tovar habían viajado por ese tiempo a la Isla y se habían maravillado de la actividad cultural habanera y del impresionante trabajo de rescate y restauración de su Centro Histórico que, contra viento y marea, lograba salir de las ruinas y recobraba, día a día, su antiguo esplendor. Era difícil entender cómo, en un país azotado por las dificultades económicas, las penurias consecuentes al embargo estadunidense y, por su fuera poco, los despiadados azotes de ciclones y huracanes, se pudiese llevar a cabo un proyecto de tal envergadura. No es casualidad que el trabajo de restauración del Centro Histórico y su sistema de fortificaciones haya sido acreedor en 1982 del reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Los elogios y premios a esta hazaña titánica se han multiplicado a lo largo y a lo ancho
El Historiador con su equipo de restauradores
del mundo. Este logro sin precedentes se debe en gran medida a una persona que ha dedicado su vida entera con pasión, devoción y compromiso ético y moral a devolverle la vida al derruido patrimonio arquitectónico y artístico de su amada ciudad: el Historiador de la Ciudad de La Habana, el doctor Eusebio Leal Spengler. Imposible hablar de La Habana vieja y de la historia reciente de Cuba sin referirse a Leal. Son cincuenta años de una intensa labor imposible de abarcar en estas páginas en las que sólo intentaré esbozar su admirable trabajo. Figura clave en el desarrollo de la cultura cubana a partir de la Revolución, Leal se impuso una misión que no se limita a la recuperación de la belleza física de su ciudad, sino también ha ejercido una injerencia directa en el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes y en la concientización del pueblo cubano en cuanto a la importancia de preservar la memoria. El impulso y la promoción de todas las artes, que es uno de los principales pilares de la cultura cubana, también tienen un vínculo directo con el rescate del Centro Histórico y la creación de museos, estudios abiertos
para los artistas y hermosos espacios rehabilitados donde se presentan exposiciones, cine, música, danza y teatro.
LA DEFENSA DE LA UTOPÍA
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aminar por las calles de la vieja Habana al lado de Eusebio Leal es una de las experiencias más entrañables que me ha tocado vivir. A lo largo de casi dos décadas de visitar la Isla año con año he sido testigo del renacimiento de casas, palacios, teatros, conventos, iglesias y plazas otrora al borde del derrumbe, hoy convertidos en museos, centros culturales, hoteles, restaurantes, escuelas, talleres, centros de asistencia social, comercios y viviendas dignas para los habaneros. Por la grandeza de sus sueños, muchos lo tildaron de “loco” y lo hicieron blanco de ráfagas de dardos envenenados, pero gracias a esa “locura” aderezada con la determinación de defender la utopía que ni en los momentos más espinosos ha perdido, hoy podemos admirar La Habana en su majestuosa belleza do-
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A de
bana vieja años de rescate cultural
Plaza de San Francisco
Música
Plaza Vieja
tada de una alma luminosa, espejo de la calidad humana de sus habitantes. Así lo expresa el historiador: Fue necesario luchar para convencer y persuadir, motivar e inspirar a nuestros conciudadanos con la idea de que, entre la apretada y difícil prioridad de nuestras necesidades, la salvación del patrimonio, base de la espiritualidad de la nación cubana, resultaba indispensable. Porque no sólo hay que luchar por el pan, tenemos que hacerlo también por la belleza.
Impulsado por este espíritu comenzó la cruzada para convencer a los dirigentes y a los habitantes de la vieja Habana de emprender juntos el camino a la utopía. La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana fue fundada en 1935 por Emilio Roig de Leuchsenring para el rescate, protección y rehabilitación de los monumentos y sitios históricos de valor patrimonial. La labor del primer Historiador fue fundamental, a pesar de que los gobiernos republicanos previos a la Revolución nunca tuvieron el interés ni la sensibilidad de cui-
Teatro Nacional de Cuba
Plaza de La Catedral
dar y proteger el patrimonio artístico de la Isla. En 1959, con sólo dieciséis años y una formación autodidacta, Leal conoce a Emilio Roig y comienza a hacer visitas guiadas al Palacio Municipal, ubicado en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales, sede de los gobiernos coloniales y republicanos. Tras el fallecimiento de Roig, Leal es nombrado su sucesor oficial y en 1964 se le encomienda la restauración de este emblemático edificio, uno de los más importantes de La Habana, hoy Museo de la Ciudad donde se concentra la historia nacional de Cuba. Con el remozamiento de este portentoso palacio que preside la Plaza de Armas se inicia el rescate del Centro Histórico, el cual, poco a poco, se va extendiendo a las calles contiguas hacia la Plaza de la Catedral, circuito que abarca las dos zonas cruciales del pasado histórico habanero. Recuperar la memoria y concientizar al pueblo cubano del valor de sus tradiciones es hasta la fecha una de las principales misiones del Historiador: sin el conocimiento del pasado no hay presente, ni la posibilidad de construir un futuro sólido y soberano.
Hotel Santa Isabel. Fotos: cortesía de Germaine Gómez Haro
LA RESTAURACIÓN CON ESPÍRITU HUMANISTA
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n 1981 se asignó a la Oficina del Historiador un presupuesto considerable para la rehabilitación del casco histórico y desde 1993 cuenta con amplias facultades y la autonomía para seguir creciendo y prosperando a pesar de las dificultades económicas que se agudizaron en esa década en el país. Estas facultades fueron el resultado del Decreto-Ley 143 aprobado en octubre de 1993 por el Consejo de Estado y el acuerdo 2951 de 1995, en los que se consideró al Centro Histórico como Zona Priorizada para la Conservación y Zona de alta significación para el turismo. Este decreto amplió la autoridad de la Oficina del Historiador y le otorgó personalidad jurídica propia para obtener los recursos financieros y para ejercer facultades administrativas relativas a la planificación, desarrollo urbano y gestión de tributo. Así se creó un modelo de gestión autosustentable en el que, a través de la administración del sector turístico e inmobiliario, se generan sigue
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los recursos financieros necesarios para poder llevar a cabo el trabajo integral de recuperación física del patrimonio arquitectónico y la creación de un proyecto social que incluye la distribución de viviendas dignas a los habitantes del Centro Histórico. Por una parte, se ha procedido a la rehabilitación de las casas habitación con la participación directa de los vecinos, y por otra, a la construcción de nuevas viviendas en diferentes zonas fuera de Centro Histórico para controlar la den sidad demográfica. El Historiador de La Habana ha sabido mirar cada edificio con los ojos y con el corazón para devolverle su belleza física y proveerlos de una alma nueva. En 1992 se fundó la escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos destinada a la formación de jóvenes en los oficios de la restauración. Cada inmueble que se rescata está pensado para cumplir una función cultural, social o de impulso al turismo. Adicionalmente, el modelo de gestión integral implementado por la Oficina del Historiador se destaca por la puesta en marcha de programas educacionales y de salud pública que prestan servicios a la comunidad con el fin de conseguir la integración humana. Así, junto a los edificios destinados al turismo, están las escuelas y los centros de atención para las mujeres, los ancianos, los niños y los discapacitados, todos estos ubicados en construcciones bellamente restauradas, como es el caso del majestuoso Convento e Iglesia de Belén hoy convertido en Residencia de ancianas y Parador de la Tercera Edad, entre otros. Al recorrer las hermosas calles de la vieja Habana, el visitante se maravilla de la cantidad de museos dedicados a los más variados temas. De relevancia histórica están el Museo de la Ciudad, el Gabinete de Arqueología, el Museo de Arte Colonial, el Castillo de San Salvador de la Punta; pero también se topa uno con pequeñas joyas como el Museo Farmacia Habanera que reconstruye con todos sus detalles una célebre botica que, a finales del xix, fue considerada la segunda en categoría en el mundo, o el Museo del Chocolate ubicado en la célebre Casa de la Cruz Verde, donde se muestra la historia del cacao, su cultivo, producción y comercialización, además de la fabricación artesanal de la bebida y exquisitos chocolates. La restauración de este inmueble marcó el inicio del Proyecto Brujas de cooperación entre Cuba y Bélgica, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud). Este modelo de alianzas con diversos países se ha repetido exitosamente en diversos proyectos, entre los que destaca el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (aeCid) y la Junta de Andalucía que ha brindado fondos para la rehabilitación del malecón habanero. La promoción cultural es reforzada por un importante proyecto editorial a través de Ediciones Boloña y la revista interdisciplinaria Opus Habana, cuyo objetivo es dar a conocer los trabajos de restauración en el casco histórico, además de ser un referente en las artes plásticas. La Oficina del Historiador cuenta también con la emisora Habana Radio, que toca todos los temas relacionados con la cultura de la Isla. Otro logro relevante que revela la visión ecuménica del Historiador es la integración de culturas y religiones plurales en el Centro Histórico, donde, gracias a su empeño, en la actualidad conviven iglesias católicas con ortodoxas rusas y griega, un templo protestante evangélico, una sinagoga, las hermandades masónicas, las fraternidades de origen africano.
EUSEBIO LEAL, FIEL GUARDIÁN DE LA MEMORIA
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l pasado 6 de septiembre, Eusebio Leal fue condecorado por el rey Felipe vi con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, una de
hoy en La Habana y que es único en el mundo. Es deseable que tuviera muchas réplicas, comenzando por nuestro país, donde no se ha dado la voluntad política para el rescate integral de nuestros centros históricos y sus habitantes. Los cubanos están orgullosos de estos logros y cuidan su patrimonio artístico e histórico porque han aprendido a conocerlo y a amarlo. En una espléndida entrevista realizada hace unos meses para el periódico Juventud Rebelde por el director de Ediciones Boloña, Mario Cremata, Leal hace una evaluación de su gestión: Los Oficios, estudio galería del artista Nelson Domínguez
Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso
Palacio de los Capitanes Generales
“Más quE ConstruCtivo , El nuEstro ha sido un EMpEño Cultural .”
EusEbio lEal las más importantes que otorga España. Los reconocimientos internacionales del más alto nivel llegan uno tras otro a la Oficina del Historiador y hoy nadie puede dudar que el auge del turismo en La Habana es la consecuencia de la imagen que esta majestuosa ciudad proyecta al mundo. Todo esto gracias al monumental trabajo del sólido y solidario equipo de la Oficina del Historiador impulsado por la pasión y tenacidad de su director. Esta breve y sucinta semblanza pretende esbozar el modelo de desarrollo cultural y social que se vive
La Oficina del Historiador de la Ciudad no es más que un seudónimo de la nación y expresión de una voluntad política. Nos enorgullecemos de su nombre y declaramos que no ha sido autónomo capricho: fue preciso conjugar la capacidad con la voluntad del Estado. […] Hay que ver los asuntos de la restauración no sólo desde los valores que ella implica, que son intrínsecos. Hablamos de ciudad habitada. Atendemos a lo que ha generado, a los reconocimientos que a nivel mundial han encomiado nuestro modelo de sustentabilidad. Ejercitemos la memoria. Más que constructivo, el nuestro ha sido un empeño cultural. La agonía mayor es lo que resta por hacer.
Y sí, resta mucho por hacer. Entre los múltiples proyectos pendientes que desvelan a Leal está la culminación de la magna obra de restauración del Capitolio Nacional. Asimismo, tras una década de gestiones complicadas, Leal ha conseguido llevar próximamente a Cuba una réplica de la estatua ecuestre en bronce de José Martí que se encuentra en el Parque Central de Nueva York, considerada la más hermosa representación del Apóstol de la Independencia que se haya realizado, y la cual será emplazada en el paseo frente al antiguo Palacio Presidencial. Vale destacar por último que el Historiador mantiene una cruzada permanente en defensa de los valores de la ética cubana y en pro del respeto y devoción de los símbolos patrios. No hay que cansarse de insistir: sin memoria no hay futuro. El año próximo se celebrará el quinto centenario de la fundación de San Cristóbal de la Habana. La ciudad está cada día más bella y posee una alma luminosa. Los cubanos y quienes admiramos a ese país, estamos enamorados de ella. La Habana vibra y palpita por la fuerza de su pueblo valiente y solidario. El Historiador hace votos por la continuidad de su proyecto: “Yo apenas me considero el mascarón de proa, por lo que más que individualizar el fenómeno, de identificar un sustituto, prefiero verlo en términos de continuadores, así, en plural. Los niños constituyen el germen de esa continuidad. Si bien depende de los adultos que ésta se anuncie promisoria. Tengo la certeza de que ésos andan por ahí, deambulando por las calles, a la vuelta de la esquina.” Los monumentos, orgullosos de su nuevo esplendor, conservan grabada en sus piedras la memoria de quien les devolvió la vida, y los cubanos han de preservarlos siguiendo el ejemplar ideario del Historiador, coloquialmente conocido como el eterno novio de La Habana
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Letras completas 1962-2012, Bob Dylan, Malpaso, España, 2017.
El cancionero Nobel ANTONIO SORIA La cita es tan Larga como escLarecedora:
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an pronto como me fuera de casa me haría llamar Robert Allen. Por lo que a mí respectaba, ese era yo, así me habían puesto mis padres. Sonaba como el nombre de un rey escocés y me gustaba. Reflejaba bien mi identidad. Pero luego me desconcertó un artículo en la revista Downbeat que hablaba de un saxofonista de la Costa Oeste llamado David Allyn. Sospechaba que el músico había cambiado la grafía de Allen por Allyn. Ya veía por qué. Resultaba más exótico, inescrutable. Yo haría lo mismo. En lugar de Robert A l l e n , s e r í a R o b e r t A l l y n . P e ro p o c o t i e m p o después, inesperadamente, leí unos poemas de Dylan Thomas. La pronunciación de Dylan y Allyn era muy similar. Robert Dylan. Robert Allyn. No acababa de decidirme. La letra d tenía más fuerza. Sin embargo, el nombre Robert Dylan no era tan atractivo a la vista ni al oído como Robert Allyn. La gente siempre me había llamado Robert o Bobby, pero Bobby Dylan me parecía algo cursi y, además, ya estaban Bobby Darin, Bobby Vee, Bobby Rydell, Bobby Nelly y muchos otros Bobbys. Bob Dylan sonaba y era mejor que Bobby Allyn. La primera vez que me preguntaron mi nombre en Minneapolis, instintiva y automáticamente solté: “Bob Dylan”. Naturalmente, el que cuenta lo anterior es quien fuera bautizado como Robert Allen Zimmerman, un estadunidense nacido en Duluth, Minnesota, el 24 de mayo de 1941, de origen judío, que a la fecha cuenta con setenta y seis años de edad y, entre una cantidad literalmente innumerable de reconocimientos de todo tipo, cuenta igualmente con el Premio Nobel de Literatura. Deliberadamente no se indica, en esta ficha biográfica elementalísima, cuál es la profesión de Allen Zimmerman/Dylan, pues como bien sabe cualquier persona mínimamente interesada o atenta a los medios masivos de comunicación, una muy vieja polémica en torno al autor de “Blowin’ in the Wind” resurgió tan renovada y tan fuerte que acabó en una polarización aparentemente irreconciliable: dicho del modo más sintético posible, para unos Dylan sólo es un compositor y cantante con letras muy buenas la mayoría de las veces, y para otros más bien es un poeta hecho y derecho que siempre ha cantado lo que escribe. Es precisamente en este aspecto, la definición misma de a quién está refiriéndose uno, donde la
cita que abre las presentes líneas cobra total sentido: a Dylan le gustó desde el principio, desde siempre, jugar con su propia identidad y –agregaríamos– así fundirse mejor con su entorno cotidiano, es decir, con las personas, los lugares, los paisajes, las historias, las situaciones, las leyendas, los mitos y demás elementos que constituyen el día a día de cualquier persona. Así lo revela la letra de sus composiciones, como lo sabe cualquiera que, hablando inglés, las haya escuchado o quien, no hablándolo, haya tenido la acuciosidad de buscar alguna de las incontables traducciones que del opus dylanesco se han hecho desde principios de la década de los años sesenta del siglo pasado. En tal sentido, y considerando la tremenda dispersión lo mismo que la mucho muy dispareja calidad de las traducciones al español disponibles, hay que dar por obvia la ventaja que para los interesados implica contar con esta edición, simplemente titulada bajo un elocuente Letras completas 1962-2012, así como la importancia intrínseca del volumen mismo: se trata nada menos que del corpus básico, virtualmente completo, de la obra de un Premio Nobel de Literatura, y eso de manera independiente a los gustos, los disgustos, las filias y las fobias de cada quien.
La traducción de estas Letras completas corrió a cargo de Miquel Izquierdo, José Moreno y Bernardo Domínguez Reyes, quienes tuvieron la elegancia de mencionar las dificultades, no escasas por cierto, a las que se enfrenta cualquiera que pretenda trasladar a otro idioma una obra que, como sin duda es la de Dylan, lleva de manera tan marcada el sello de “lo estadunidense” –y queda para una polémica todavía más amplia la definición precisa de ese concepto idiosincrásico. Así pues, Izquierdo, Moreno y Domínguez Reyes incluyen una ilustrativa Nota sobre la traducción que complementa lo que el prologuista Diego Manrique, así como Izquierdo, autor de la Introducción, exponen al arranque del libro: siendo Dylan, como es, un autor estadunidense de pura cepa, con un manejo de su propio idioma, el inglés, no sólo claramente por encima de la media sino en su caso profusamente cargado de referencias tanto a la alta cultura como a la popular, y siendo el suyo un universo creativo de amplísimo espectro, se imponía la búsqueda de ese equilibrio que ni los más eficaces traductores –que al mismo tiempo son los más humildes, claro está– se atreven a afirmar que alcanzan siempre: el equilibrio entre la forma y el fondo, el espíritu y el cuerpo léxicos. Al respecto, y en honor a la verdad, la traducción de estas Letras completas peca, con bastante frecuenc i a , d e e s p a ñ o l i s t a : h a y a l o l a rg o d e l o s m i l doscientos y pico de folios una elevada cantidad de modismos ibéricos –“apañárselas”, “habéis”, “queréis”, “leches”, etecé– que los hablantes del español mayoritario, es decir el que se habla fuera de España, tendrán que obviar en la lectura y cuya ausencia habría sido de agradecerse. Empero, dicha tara no alcanza a desmedrar un volumen que tiene la virtud de incluir los textos en el idioma original, de modo que quien lo desee puede cotejar la fuente de manera directa. Y conviene insistir: con independencia de los gestos, ya de rechazo, ya de beneplácito, con los que cada uno haya reaccionado cuando la Academia Sueca decidió darle el Nobel de Literatura a quien, por cierto, llevaba años de ser uno de tantos eternos candidatos; con independencia, pues, de la postura personal de cada quien, ahí están las Letras completas con las que, en una de ésas, los poetas que quieren para sí mismos la exclusiva del oficio y el membrete, alcanzan a reconocer que no están solos en su Olimpo o, mejor aún, que no existe tal lugar ◆
En nuestro próximo número
19/S: CRÓNICAS DE DOLOR, ESPERANZA Y ESPÍRITU COLECTIVO Mayra Inzunza, Gustavo Ogarrio y Antonio Valle
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Tiempo, transgresión y ruptura. El carnaval indígena, Miguel Ángel Rubio Jiménez y Johannes Neurath (coordinadores), unam , México, 2017.
De la fiesta y sus significados RICARDO GUZMÁN WOLFFER
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ocas expresiones populares tan útiles como carnaval es único: el de los tzeltzales apenas se pareel carnaval indígena para evidenciar los ce al de los huicholes, por citar sólo un ejemplo. Los muchos Méxicos encerrados en un territorio diecinueve investigadores antologados recorren cada vez más deteriorado, en parte por la buena parte de la República. Qué bueno: la idea de codicia, en parte por la ineficacia administrativa; no dejar de atender a todas las etnias suele llevar a pero también para evidenciar que los estudios la generalización, cuando precisamente cada existentes apenas dan una idea de la diversi - expresión carnavalesca es impar. Y, dependiendo dad, en número y significado, de las expresio- del lugar, puede influenciarse de sucesos contemporáneos o de modas asentadas en la región. Esta nes autóctonas. La obra coordinada por Rubio y Neurath aporta riqueza llega a lugares insospechados: Leopoldo en tal sentido y sitúa el carnaval en lo antropológico, Trejo, en “Ancestros y diablos”, cuestiona cómo incluso con un texto sobre las brujas en Alemania nombrar a los ancestros, dato nada menor si se para recordarnos cómo reprimimos lo que teme- considera que los totonacos de la Huasteca tienen mos, pero también para establecer que el carnaval una fiesta y danza para los muertos “en gracia” y es un referente, entre muchos, para comprender el otra para quienes fallecen “en desgracia”: las cambio del orden religioso al secular, el paso a un danzas difieren en aspectos esenciales: uno es de nuevo estado social y conceptual; asimismo, sirve día, otro de noche; en uno entran en las casas locales, también para el reacomodo entre las poblaciones en el otro no; y así, hasta plantearse la dificultad en urbanas y rurales. diferenciar a los muertos, “a menos que homoloAun cuando puede hablarse de aspectos gene- guemos a los Diablos”. Muchos preferiremos rales del carnaval, la fiesta social lúdica por exce- morir “en gracia”, pero el carnaval nos recuerda lencia, donde hay transgresión y así un reordena- que toda acción tiene consecuencias, inclusive miento metafórico de las jerarquías sociales después de morir. (generalmente para preservarlas), lo cierto es que La concepción indígena pervive en estas fiestas, también incluye otros aspectos indígenas: fiestas como en el ritual otomí estudiado por Israel Lazcapatronales, celebraciones religiosas, rituales agrí- rro, donde los participantes se disfrazan de monscolas, escenificaciones purificatorias y más. Sobre truos y diablos para ser agasajados y luego sometitodo, ante la diversidad étnica en México, cada dos para recordarnos que los muertos antiguos
Material de lectura 213, María Baranda, Dirección de Literatura, Coordinación de Difusión Cultural unam, México, 2017.
Nacida en la ya lejana década de los años setenta del pasado siglo, la colección de plaquettes Material de Lectura es una de las mejores tradiciones, en cuanto a difusión cultural, que la Universidad ha tenido el enorme tino de mantener. Una enorme cantidad de autores han sido revelados, por primera vez, a una cantidad aún más grande de lectores, y esa ya sería razón suficiente para nunca abandonar este notable esfuerzo editorial. El número 213 corresponde a una selección de la autora mexicana María Baranda, quien por cierto es una de las autoras contem‑ poráneas más respetadas en el bastante numeroso y no siempre armónico coro poético nacional. La antología corre a cargo de la propia Baranda y la nota introductoria emanó de la pluma de José María Espinasa, a su vez poeta y gran conocedor de las lit‑ eratura mexicana, así como de quienes forman parte de la ídem República de las Letras.
pierden importancia ante los muertos recientes, aquellos se funden con la tierra vueltos criaturas prehumanas y regresan al polvo del que salieron, como diría la Biblia. Una disfrutable recopilación de textos para vivir el carnaval no sólo como expresión cultural indígena, sino como una representación del mandato de existir con alegría, especialmente ante la adversidad, incluida la climatológica ◆
La casa que nos habita, Sihara Nuño y Álvaro Inostroza Bidart, Liliputienses, España, 2017. Es de verdad infrecuente hallar una obra –musical, literaria, pictórica, teatral, cine‑ matográfica…– efectivamente realizada en coautoría: el caso más célebre, como bien se sabe, es el falso binomio Lennon/McCart‑ ney, que sólo muy al principio de la carrera de ambos compositores obedeció al ver‑ dadero ejercicio conjunto de la creatividad y no, como la mayor parte del tiempo, a una cuestión meramente contractual. No en la música sino en la literatura, la coautoría quizá es aún más atípica, ya no se diga en la poesía, género que para su ejecución suele gozar de una soledad impenetrable. Es por eso que este volumen, tan breve como sustancioso, vale como auténtica rareza: los autores son una poeta nacida en México y un poeta nacido en Chile, que han escrito, como se dice con una expresión ya casi en desuso, al alimón. El resultado no carece de fortuna, por cierto, y al respecto contribuye en buena medida que se trata de un solo poema largo, aun si ciertas divisiones dan la impresión de ser fragmentos independien‑ tes, eso sí, vinculados todos por el tema que indica el título.
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Arte y pensamiento
ARTES VISUALES germaine gómez haro
GALERÍA febronio zatarain
germainegh@casalamm.com.mx
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YVONNE DOMENGE FORMAS QUE SON PRESENCIAS
N EL PRINCIPIO FUE la esfera, el cuerpo geométrico perfecto: evocación de la totalidad. La escultora Yvonne Domenge (Ciudad de México, 1946) ama las esferas y hace de ellas el vocablo principal de su lenguaje tridimensional. La esfera la ha acompañado desde la niñez cuando su padre –teólogo, músico y filósofo tomista– le enseñó “el orden profundo del universo y a escuchar la música de las esferas”, como una forma de intuir el orden inefable del cosmos, y asumir el asombro ante la perfección de la naturaleza. El universo escultórico de Yvonne es amplio y está integrado por toda una constelación de formas abstractas que nos conectan con el mundo vegetal y natural, como si develara ante nuestros ojos la esencia de un microcosmos que no podemos ver del todo, pero que intuimos. Sus formas se nos revelan como presencias que nos invitan a la introspección, a la contemplación, al goce estético. Con motivo de su ingreso a la Academia de Artes, cuya ceremonia tuvo lugar el pasado 12 de agosto en el Museo Nacional de San Carlos, se presenta en ese recinto la exposición Cadena de creación Árbol de fuerza que reúne piezas representativas de diferentes períodos de su ya larga trayectoria de casi cincuenta años. En el suntuoso patio oval del edificio neoclásico de Tolsá, la exposición da inicio con una cadena de eslabones de recinto y una torre del mismo material que encierra una serie de manos que también aluden a eslabones: “La cadena es mi última pieza y la torre la hice hace más de treinta años. Ambas se refieren a la cadena que formamos todos los humanos, a la continuidad de nuestra especie”, expresa la artista. El trabajo escultórico de Yvonne Domenge abarca una gran diversidad de materiales y sus formatos van desde piezas pequeñas que se pueden colocar sobre una mesa, hasta obras urbanas monumentales que alcanzan los 40 metros. El punto de partida consiste en “el diálogo previo a la técnica que todo artista debe tener con la materia”, enseñanza invaluable de su maestra vietnamita Somsy que la ha acompañado en todo momento. Con pasión, devoción y esmero supervisa y cuida de cerca todos los detalles de su complejo proceso de manufactura, desde el concepto hasta la realización. En las piezas pequeñas invesEsfera de mandala tiga y experimenta con los materiales, y se da el gusto de echar a volar su imaginación, mientras que las obras monumentales requieren de un proceso tremendamente complejo. Al ver en espacios públicos esas gigantes “presencias” que evocan la perfección –unas pintadas de colores brillantes, otras más sobrias que conservan su piel metálica– uno no puede más que maravillarse de la elegancia y sofisticación de sus formas que son llevadas a la monumentalidad con un admirable sentido de la armonía y la proporción. La primera pregunta que la artista se plantea ante el enorme reto de proyectar una escultura de gran formato es escuchar qué le dice el espacio al cual será destinada para captar su esencia y la de los habitantes que van a interrelacionarse con ella. Así consigue “la gran congruencia con el entorno”, como expresa Louise Noelle, una de las autoras del espléndido libro Interconexiones que publicó Fundación Cultural Banamex en 2014. Sólo tomando en cuenta estos aspectos, la pieza logra integrarse al hábitat para formar parte de la intimidad de la comunidad. Por abstracto que sea el trabajo escultórico de Yvonne, su Voces concepto temático parte siempre de una reflexión profunda que deviene en metáfora poética. En la exposición se muestran también sus finísimos dibujos figurativos y abstractos que no son concebidos como bocetos, sino como ejercicios que ella califica de “actividad humana que es un acto de libertad”. Yvonne Domenge es una artista fresca y alegre como sus piezas. Hace unos años viajamos juntas, con la pintora Carmen Parra y otras amigas, a Sicilia. Fui testigo de la mirada arrobada de Yvonne ante la majestuosidad de las ciudades arqueológicas de Agrigento y Selinunte. Pero el plato fuerte para Yvonne fue la espectacular Venus de Morgatina, escultura clásica del siglo v a c . que fuimos a buscar al remoto poblado de Aidone. Yvonne captó de esta imagen la belleza sublime de su elegante sencillez y estoy segura de que esta efigie trastocó su creación: “Es la pieza que más me ha impactado en mi vida”, no se cansa de repetir. El arte de ayer y de hoy teje vínculos secretos cuando su esencia es verdadera: en eso consiste la cadena de creación. Yvonne ha sabido absorber las lecciones del arte universal de todos los tiempos y su escultura, plenamente contemporánea, es síntesis del devenir de los siglos. Sus Huellas profundas formas son presencias que son esencias de todos los tiempos ◆
LA PATRIA DEL INDOCUMENTADO
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EGUIMOS SIENDO MEXICANOS los que hemos inmigrado, pero nuestra polis, nuestro lugar, nuestro quehacer político se dividió. Nuestra determinación primordial, aunque no lo aceptemos, es ser inmigrantes. Ahora más de ocho millones de mexicanos viven en la zozobra de que pueden ser deportados en cualquier momento. Luego de las grandes marchas llevadas a cabo entre el 10 de marzo y el primero de mayo de 2006, las represalias del Estado estadunidense hacia el indocumentado han sido despiadadas, no para expulsarlo sino para volverlo dócil. Para que el indocumentado viva en el miedo, hay que aprobar la construcción de un muro en la frontera aunque nunca se construya; para que el indocumentado viva en el miedo, hay que reforzar la vigilancia y aplicar una política diaria de deportaciones de baja intensidad (alrededor de cuatro millones de deportados desde el 19 de abril de 2006, fecha en que iniciaron las grandes redadas). El Estado estadunidense lo tiene todo medido; sabe que sobra la mano de obra indocumentada y que esta política del miedo y de mordaza les proporcionará trabajadores productivos, serviles y agradecidos. El Estado le dice al indocumentado: si trabajas duro, si no andas exigiendo tus derechos, si no andas de borracho y en vez de la cantina vas a la iglesia, nadie te va a deportar; sé un buen indocumentado y serás premiado. ¿Con qué? Con mejores propinas, con overtime para que le des buena vida a tus dos familias: a la de aquí y a la de allá. En esta “jaula de oro”, cuántos indocumentados tendrán interés en participar en la vida política de México, en esa primera polis que los denigró, que nunca les ha dado el trato de ciudadanos, que incluso aquí, en Estados Unidos, siendo indocumentado, se les denigra menos que allá. La patria del indocumentado se la han reducido a su familia. El único acto patriota es el envío de remesas. ¿Y qué está recibiendo a cambio el inmigrante? Vejaciones, asaltos a los familiares y hasta el asesinato del padre o del hermano que seguían viviendo en el pueblo. Esas son las dos patrias del indocumentado: al sur, la de la Impunidad; al norte, la del Miedo ◆
Arte y pensamiento
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TOMAR LA PALABRA agustín ramos
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MEMORIA Y PRESENCIA DE LA IMAGINACIÓN
scribo esto el día que se cumplen tres años de la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas, un crimen de Estado cuyo objetivo fue y es encubrir la participación de las tres esferas de gobierno en el delito organizado para trasladar heroína de Iguala a Chicago. ¿Qué espécimen, de qué institución y nivel, dio la orden de desaparecer a los jóvenes de Ayotzinapa? Si Iguala no fuera el Estado, ¿tampoco lo serían hoy Morelos, Oaxaca, Chiapas, Guerrero y varias colonias de Ciudad de México?, ¿y tampoco es crimen de Estado desaparecer la mayor cantidad posible de cadáveres dejados por los sismos del 19 de septiembre de 1985 y 2017? Eso sí, para la desaparición de las pilas de cuerpos humanos calcinados que causó la explosión de San Juan Ixhuatepec en 1984 tenemos un nombre: Alfredo del Mazo, el abuelo del usurpador actual del Estado de México. La memoria nunca es pura y deja más preguntas que respuestas… Estas líneas las podrán leer un día antes de otro aniversario de una masacre decidida, planeada, ejecutada y hasta filmada por funcionarios del Poder Ejecutivo del gobierno federal. Al respecto, los sobrevivientes más veraces dieron con la cadena de mando de esta matanza, desde el presidente de la República hasta el comandante directo de la operación; en ella también, por cierto, desaparecieron cadáveres y se inhumó a gente aún viva. ¿De qué boca salieron las disposiciones específicas de que el batallón Olimpia comenzara el tiroteo desde el edificio Chihuahua y de que la soldadesca atacara indiscriminadamente con helicópteros, tanquetas y bayonetas, no sólo a quienes participaban en el mitin de la Plaza de las Tres Culturas sino a todo civil, de cualquier edad y condición, que se hallara en parques, andadores y edificios de la unidad habitacional comprendida entre Nonoalco, Reforma, Manuel González y Santa María la Redonda?
Cuando alguien aprovecha la fragilidad de la atención y pervierte las funciones de ésta como instrumento de la inteligencia para escamotear algo en las narices de uno, uno actúa –¿por qué no decirlo en buen mexicano?– a lo pendejo, andando como ido, estando ausente. Una sustracción artística de la atención puede verse en un episodio del programa de Nat-Geo, Juegos Cerebrales, titulado El robacosas, donde un personaje maneja a su antojo la atención de un transeúnte, y mientras lo distrae le sustrae, incluso, prendas de vestir [https://www.youtube.com/ watch?v=ht8BfSfVbG8]. Mucho antes de que este virtuosismo apareciera, se decía que en Tepito podían robarte los calcetines sin quitarte los zapatos. Quizá por eso la
televisión oficial intentó robarle cámara y presencia al hedor inmobiliario y al heroísmo ciudadano. Así, mientras detrás de la pantalla se urdía el costumbrismo entre socios organizados y desorganizados –estafas maestras, inducción de antivalores y odios diversos–, se transmitía en directo y durante 48 horas algo que lleva décadas haciéndose pasar como noticiario, o sea un infomercial, en horario triple a , confeccionado exclusivamente con versiones oficiales y fórmulas manipuladoras y desinformadoras. Pero los prestidigitadores fallaron y los verdaderos periodistas les cayeron en la maroma. ¿Para qué perpetraron esta telenovela en Los Pinos y en su casa matriz, el Canal de las Estrellas? La imaginación es una cobra que clava sus colmillos en el principio de la realidad. Imaginemos que, en el tránsito del siglo quinto al cuarto antes de nuestra era, un mal comediógrafo hubiera querido trasvestir en comedia una tragedia inspirada en los arrebatos del Toro de Minos. Para ello, este falso Aristófanes resumiría todo el horror y el dolor que la Polis padeciera –y no nada más la Polis sino toda la República–, en una representación sarcástica con apariencias de representatividad y simbolismo; sin embargo, la contundencia de los hechos y la respuesta de la gente destaparían la mentira. Entonces, ya descubierta la farsa de la niña entre los escombros del colegio Rébsamen, ¿quién y por qué decidió que fuera la Secretaría de Marina, y no las permanentemente emputecidas marionetas de la televisión, la que apareciera como responsable confesa de esa puesta en escena? ¿Quién manda en este país, quién sirve a quién? Una imaginación nueva se ha hecho presente en México, si recurre a la memoria y se organiza impedirá el retorno a esa normalidad edificada por los corruptos, genocidas y gesticuladores de siempre ◆
BIBLIOTECA FANTASMA eve gil
A
UNQUE TODOS LOS ESCRITORES tienen en común experimentar el irrefrenable impulso de plasmar su visión del mundo por escrito, el origen de tal impulso puede ser múltiple. El escritor hispanofrancés Michel del Castillo (Madrid, 1933) parte de la necesidad de ordenar una existencia fragmentada, llena de dudas, verdades a medias, recuerdos inciertos y bloqueos traumáticos. A los veinticuatro años, Del Castillo, que usa el apellido materno pero escribe en la lengua de su padre, redacta su primera novela, destinada a convertirse en éxito de crítica y ventas en Francia, el país donde elige vivir, titulada Tanguy, historia de un niño de hoy (1957), pero lo que lo lleva hasta la máquina de escribir y teclear sin tregua es el desesperado intento de juntar los pedazos de su vida rota por la guerra. Del Castillo logra una novela devastadora, cargada de emotividad y dolor… pero lo que en verdad persigue no es una obra artística sino recrear su verdad, cosa que no conseguirá realmente sino hasta muchos años y libros después, con su novela Calle de los archivos (1994). Al leer Calle de los archivos, el genio del Michel del Castillo de sesenta y tres años nos hace experimentar ternura por el prometedor pero incipiente escritor de veinticuatro. Pero lo más asombroso es el contraste entre la versión algo idealizada de su periplo en Tanguy y “la versión definitiva” aquí expuesta. El niñito de Tanguy es separado de su madre casi a la fuerza; ella no quiere dejarlo ir, pero en medio de la ocupación nazi en Francia y una España que arde en conflictos armados, pareciera no existir otra alternativa para una madre involucrada en actividades subversivas a favor de los comunistas, con lo que condena a Tanguy, alter ego de Michel, a pasar su infancia entre campos de concentración e internados para delincuentes juveniles. En Tanguy se plantea que el padre es el culpable
EL AUTOR TRAICIONADO de la desgracia de madre e hijo; que es él quien los ha denunciado. No sería descabellado suponer que con la escritura de su primera novela, Michel hubiera pretendido reconciliarse con la imagen materna. Es cierto que nunca tuvo una relación cordial con su padre, pero la realidad en cuanto a la madre es casi inenarrable: ella lo deja abandonado, literalmente, en la calle, cuando sólo cuenta nueve años y en el punto álgido de una guerra. En qué cabeza cabe la posibilidad de que una madre abandone a su suerte a un hijo pequeño, sin procurarle al menos un refugio neutral. Pues Cándida Victoria lo hizo, y no una, sino tres veces: Michel tenía tres medios hermanos varones abandonados en circunstancias similares –uno de ellos también escritor,
de nombre Aldo Martínez, que termina suicidándose–, cosa que presumiblemente ignoraba al momento de escribir Tanguy. Cuando por casualidad se reencuentra con su madre en París, a los diecinueve años, la mujer no sólo no se alegra de verlo sino que “lo odió”, según cuenta Michel del Castillo en entrevista con Miguel Ángel Quemain: “No soportaba que no me hubiera muerto, le eché a perder su representación. Para que su novela hubiera sido buena, para lo que ella podía vivir, hubiera sido mejor que no hubiera vuelto” (Voces cruzadas, Editorial Resistencia, México, 2005). Y es que Cándida Victoria se había escrito su propia novela en la que se representa, aparte de como heroína patriota, algo así como un James Bond femenino más que una Mata Hari, como una madre desgarrada a la que sus hijos le han sido brutalmente arrebatados. La temeraria heroína de Tanguy pasa a ser el personaje patético de Calle de los archivos, titulada así por el nombre de la calle donde Cándida compartía una vivienda con otro anciano, loco de amor por ella y casi su esclavo, Félix. Aunque no se advierte animosidad en el tono con que Michel recrea a una madre, la femme fatale convertida en un esperpento maloliente enredada en su propio discurso, que apenas puede levantarse de la cama a consecuencia de la obesidad y no experimenta remordimiento alguno por deshacerse de sus hijos, es un hecho que la madre real muy poco tiene de la de Tanguy. Del Castillo es reiterativo al afirmar que la máxima condena no fue pasar por toda clase de abusos físicos y sexuales durante su infancia y adolescencia –pese a los maravillosos personajes que encuentra en el camino, como Gunther y el Padre Pardo–, sino el que su madre lo haya convertido en un personaje que, como los de Pirandello, se ve obligado a buscar perpetuamente un autor… más aún: reafirmar la autoría sobre sí mismo ◆
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Jornada Semanal • Número 1178 • 1 de octubre de 2017
Arte y pensamiento
BEMOL SOSTENIDO Alonso Arreola
“Y
PODEMOS SER HÉROES, SÓLO POR UN DÍA
O SERÉ REY Y TÚ… tú serás reina”, dice el gran camaleón David Bowie apenas comienza la canción “Heroes”. Su arrebato jerárquico nos gusta por varias razones. Una de ellas, curiosamente, es que no parece inicio sino continuación de un cuento antiguo. Tampoco parece conclusión, desde luego. De ser así la frase estaría vestida de final o articulando al coro. Se trata –así lo deseamos– de una creencia de ésas que se asumen en plena libertad, con espíritu y convicción inquebrantables. Es el inicio de un sueño, de una fantasía con más brío poético que político y que no se envilece con dinero. El reino en cuestión es el personal. Hablamos de la comarca de la piel que después, asumido el quebranto, podrá cambiar la realidad. Dicho esto, la letra completa será una suerte de explicación melancólica que adquirirá energía transformadora. Allí, en ese mítico “just for one day”, subsiste la resignaSu melodía, su interpretación, su decidida fuerza nos dice ción ante lo perdido pero también la certeza de que el que los obstáculos no serán suficientes para detenernos golpe contra la adversidad será efectivo en el eterno si estamos juntos, hombres y mujeres, conquistando al mundo. Escuchándola decidimos que la pareja que la ha- presente, ruta paralela que podría edificar futuros. Su bita se haga universal y que, proveniente del paraíso per- motor neurolingüístico ha sido probado en quienes superan adicciones y está integrada a los doce pasos de los dido, se entregue a un colapso que luce inevitable, pero Alcohólicos Anónimos. Por ello, el coro termina desatanluchando. Semejantes alusiones, claro está, tienen que do completamente al fabulador que canta:“Podemos ser ver con lo que hoy vivimos, heridos por la naturaleza y los héroes, sólo por un día.” Dicho de otra forma, nada es egoístas. permanente, todo es contraste y en la noche más oscu“Aunque nada los alejará, podemos golpearlos sólo por ra brillan esperanzas. Asumiendo que la maldad supere un día”, continúa en su tercero y cuarto versos, impulsando a la bondad, incluso así, valdría la pena derrotarla pasaaún más alto la promesa futura. Ya se sabe: la estupidez, la jeramente. maldad y la desidia son tan duras como el diamante. Los Siguiendo adelante, no es casual que los próximos verseres contaminados por tales virus no desaparecerán, así como no dejarán de visitarnos terremotos y huracanes. sos apelen directamente a una relación autodestructiva: Pero superando la malsana ilusión del control absoluto, “Y tú, tú puedes ser mala y yo seguiré bebiendo todo el tiempo, porque somos amantes y eso es un hecho, eso es siempre habrá gente buena, dispuesta a decir y hacer lo necesario por los demás, aunque la batalla parezca perdi- así.” El amor es choque, fricción. Más aún el amor a la bebida. Pero, reunidos a sabiendas de su destino fallido, los da de antemano.
héroes tendrán la capacidad de frenar relojes y amplificar el instante subrayando su contenido. “Aunque nada nos mantendrá juntos podemos robar tiempo, sólo por un día.” Envalentonado, el cantante va más lejos en su invitación, que ya es generalizada: “podemos ser héroes por siempre y para siempre, ¿qué dices?” Entonces agrega una figura sutil para acercarse a la redención:“Deseo que puedas nadar como nadan los delfines… Aunque nada nos mantendrá juntos, podemos golpearlos por siempre y para siempre… Oh, podemos ser héroes sólo por un día.” Su voz cambia, se desespera pidiendo salvación e insiste en el cariño: “Puedo recordar, de pie cerca del muro mientras las armas disparaban sobre nuestras cabezas, que nos besábamos como si nada pudiera caer.” Rememorando los tiempos del famoso Muro berlinés (el disco Heroes es el segundo de su trilogía de Berlín), Bowie hace analogías para ejemplificar la capacidad de una revolución ideológica:“La vergüenza estaba en el otro lado… Oh, podemos vencerlos poro siempre y para siempre, entonces habremos sido héroes, sólo por un día.” Así, cuando la letra parece culminar multiplicando una gran posibilidad, señala la potencia de la soledad: “No fuimos nada y nada nos ayudará.” Igualmente dice: “Tal vez estamos mintiendo y sería mejor que no te quedaras, pero podríamos estar a salvo, sólo por un día”, lo cual nos emociona pues atañe a la unidad que debe existir entre quienes no están de acuerdo del todo pero tienen claras sus prioridades conjuntas. Canción hermosa (escúchela por favor), la compartimos este día a sabiendas de que –trabajando juntos– tendremos que sobreponernos a las tragedias recientes durante semanas, meses y años; minuto a minuto, horas tras hora, por siempre y para siempre… pero “just for one day”. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos ◆
CINEXCUSAS Luis Tovar cinexcusas@yahoo.com
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MACHETES, VAMPIROS, HELADOS Y MEMORIAS: EL CINE CUBANO EN LA REVOLUCIÓN
L DESTIERRO DE LOS “viejos fantasmas”, unos orolianos y otros peores, que se enseñorearon durante largas décadas en el cine cubano prerrevolucionario, parece haberse abocado de inmediato esa cinematografía tan pronto se vio libre de las ataduras formales y creativas de una semiindustria que, ocupada como estaba en la copia de modelos comercialmente probados, jamás terminaba de perfilar una identidad propia y que, como bien afirma el cineasta cubano Mario Barral, en gran medida soslayaba a la realidad misma, suplantándola por un imaginario de pantallas adentro, descoyuntado de un contexto en permanente transformación.
TiTón refundador De retratar dicha realidad se ocupan los filmes de quien, salvo prueba en contrario, es el cineasta cubano más relevante de todos los tiempos: Tomás Gutiérrez Alea, afectuosamente conocido como Titón, nacido en 1928 y muerto en abril de 1996. Más recordado entre las generaciones recientes por la célebre Fresa y chocolate (1993), codirigida por él y por Juan Carlos Tabío, Titón comenzó su carrera una década antes del triunfo de la Revolución cubana, y se convirtió en la figura principal del cine emanado de ésta desde el documental Esta tierra nuestra, de 1959, así como el largometraje de ficción Historias de la revolución, de 1960, pero sobre todo a partir de dos filmes fundamentales de la cinematografía cubana: La muerte de un burócrata (1966) y la magnífica Memorias del subdesarrollo (1968), basada en la novela homónima de Edmundo Desnoes. Por muchísimas razones, no sólo ideológicas sino culturales y, llegado cierto momento de penuria económica, también materiales, en Cuba quedaron muy atrás las posibilidades y las pretensiones de hacer un cine que respondiera primero o mayoritariamente a los criterios mercan-
tilistas que rigen en casi cualquier otra parte del mundo. Buena muestra de lo anterior es la lista elaborada por el crítico cinematográfico e investigador cubano Juan Antonio García Borrero, que en su imprescindible Guía crítica del cine cubano de ficción presenta las veintiocho cintas que, en opinión de diversos especialistas y conocedores paisanos suyos, integran lo más relevante de aquella cinematografía.
diecisiete de veinte Encabezadas por Memorias del subdesarrollo, Lucía (Humberto Solás, 1968, considerada una de las diez mejores películas de América Latina), Fresa y chocolate, Madagascar (Fernando Pérez, 1994), Papeles secundarios (Orlando Rojas, 1989), La muerte de un burócrata (1966) y La última
cena (1976), ambas de Gutiérrez Alea, La primera carga al machete (Manuel Octavio Gómez, 1969), De cierta manera (Sara Gómez, 1974), Retrato de Teresa (Pastor Vega, 1979), El hombre de Maisinicú (Manuel Pérez, 1973) y Cecilia (Humberto Solás, 1981), las primeras doce fueron filmadas posteriormente al triunfo de la Revolución, y como parte del “top 20” cubano sólo tres filmes de dos decenas son previos a aquélla: la mítica La virgen de la caridad, hecha en 1930 por Ramón Peón, la igualmente fundamental Siete muertes a plazo fijo, dirigida por Manolo Alonso en 1950, y El romance del palmar (Ramón Peón, 1938). No parece casual que, desde una perspectiva críticoanalítica pero también desde la que corresponde al público masivo cubano, el cine surgido de la célebre Escuela Internacional de Cine y Televisión, la eictv , pero también de los Estudios Cinematográficos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Taller de Cine de la Asociación Hermanos Sáiz, entre otras organizaciones, sea el que ven y sienten como el cine que los identifica, en el que ven reflejada su propia realidad y, por ende, con el que pueden establecer un diálogo obra-espectador. Cualquier cubano conoce, por citar un ejemplo clásico, la animación Vampiros en La Habana (Juan Padrón, 1985), o la adaptación que Humberto Solás hizo en 1992 de El siglo de las luces, la magnífica novela de Alejo Carpentier. Como afirma el citado García Borrero, si bien es difícil hablar de algo llamado “cubanidad” –como sabemos que también lo es hablar de “mexicanidad” o cualquier otra condición idiosincrásica–, una de las mejores formas de aproximarse a la comprensión de lo que eso puede ser, es asomándose a una cinematografía que, contra muchas más adversidades que la nuestra, sean económicas o de otra índole, no deja de proponerse como espejo de una sociedad entera ◆
ENSAYO
1 de octubre de 2017 • Número 1178 • Jornada Semanal
EL NO GANADOR DEL PREMIO NOBEL DE LITERATURA ES AUTOR DE UNA OBRA QUE NO CEDE A LOS EMBATES DEL TIEMPO, Y BADA NOS LO RECUERDA CON LA LECTURA DE UNA BUENA, BREVE Y SUSTANCIOSA PÁGINA DE SUS CARTAS DESDE LA TIERRA, PUBLICADAS EN 1962.
Una página de Mark Twain Ricardo Bada
A
llá por 1993, cuando aún estaba en la vida laboral activa y me desempeñaba como redactor cultural en el servicio latinoamericano de la Radio Deutsche Welle, se me ocurrió proponer una serie dedicada a siete escritores indiscutibles que no ganaron los que hubieran debido ser los siete primeros Premios Nobel. En lugar de Sully Prudhomme, Mommsen, Bjørnson, Echegaray ex aequo con Frédéric Mistral, Sienkiewicz y Carducci, que ya me dirán ustedes si los leyeron o si recuerdan algo de alguno de ellos, en lugar de ellos, digo, considerar que debieron ganarlo Zola, Rilke, Ibsen, Galdós, Tolstoi y Machado de Assis ex aequo con Mark Twain, y ya me dirán ustedes si no va una cierta diferencia cualitativa de lista a lista. Hoy recupero aquella idea de mis viejos archivos y la traigo a la luz pública como homenaje a un maestro de la ironía y de la prosa narrativa. Un maestro en el sentido más pedagógico de la palabra. Porque leyendo a Mark Twain, se aprende, y se aprende mucho. De mí puedo decir que mi acceso a la gran literatura universal, sin yo saberlo, fue a través de sus novelas y las de Robert Louis Stevenson, en particular La isla del tesoro. Y en el caso de Mark Twain, en particular, Un yanqui de Connecticut en la corte del Rey Arturo. También las aventuras de Tom Sawyer y de Huckleberry Finn hicieron mis delicias, y asimismo ese casi cuento de Las mil y una noches que es Un billete de un millón de libras esterlinas, donde Twain rindió un homenaje sutil a la extravagancia doblada de un profundo sentido moral del pueblo británico. Y por supuesto me divertí como un enano con el relato de sus viajes por la vieja Europa, en especial los capítulos dedicados a la observación de las costumbres alemanas. Mark Twain era una inteligencia poderosa, y como tal, desmitificadora, y acaso ello no se vea de manera más palpable que en sus Cartas desde la Tierra, que recién pudieron publicarse en 1962, más de medio siglo después de haber muerto el autor: tan tenaz fue la resistencia de su familia a que llegaran al público unas reflexiones “tan deliciosamente escépticas, heréticas, blasfemas”, como las califica el autor colombiano Héctor Abad Faciolince. Descubro que están libres a disposición del lector en internet, pero no resisto la tentación de copiar este fragmento de la Carta viii, para abrirles el apetito: “No cometerás adulterio” es un mandamiento que no establece distingos entre las siguientes personas, a todas se les ordena obedecerlo: Los niños recién nacidos Los niños de pecho Los escolares Los jóvenes y doncellas Los jóvenes adultos Los mayores Los hombres y mujeres de 40 años De 50 De 60 De 70 De 80 De 90 De 100
El mandamiento no distribuye su carga adecuadamente, ni puede hacerlo. No es difícil acatarlo para los tres grupos de niños. Es progresivamente difícil para los tres grupos siguientes, rayando en la crueldad. Felizmente se suaviza para los tres grupos posteriores. Al alcanzar esta etapa, ha hecho todo el daño que podía hacer, y podría suprimirse. Pero con una imbecilidad cómica se extiende su aplastante prohibición a las cuatro edades siguientes. Pobres viejos desgastados, aunque trataran no podrían desobedecerlo. ¡Y piensen ustedes, reciben loas porque se abstienen santamente de cometer adulterio entre ellos! Esto es absurdo, porque la Biblia sabe que si se le diera la oportunidad al más anciano de recuperar la plenitud perdida durante una hora, arrojaría el mandato al viento y arruinaría a la primera mujer con quien se cruzara, aunque se tratara de una perfecta desconocida. Es como yo digo: tanto los estatutos de la Biblia como los libros de derecho son un intento de revocar una Ley de Dios, que en otras palabras expresa la inalterable e indestructible ley natural. El Dios de esta gente les ha demostrado con un millón de actos que Él no respeta ninguno de los estatutos de la Biblia. Él mismo rompe cada una de Sus leyes, aún la del adulterio. La Ley de Dios, al ser creada la mujer, fue la siguiente: No habrá límite impuesto sobre tu capacidad de copular con el sexo opuesto en ninguna etapa de tu vida. La Ley de Dios, al ser creado el hombre, fue la siguiente: durante tu vida entera estarás sometido sexualmente a restricciones y límites inflexibles. Durante veintitrés días de cada mes (no habiendo embarazo), desde el momento en que la mujer cumple siete años hasta que muere de vieja, está lista para la acción, y es competente. Tan competente como el candelero para recibir la vela. Competente todos los días, competente todas las noches. Además, quiere la vela, la desea, la ansía, suspira por ella, como lo ordena la Ley de Dios en su corazón. Pero la competencia del hombre es breve; y mientras dura es sólo en la medida moderada establecida para su sexo. Es competente desde la edad de dieciséis o diecisiete años y durante un plazo de treinta y cinco años. Después de los cincuenta su acción es de baja calidad, los intervalos son amplios y la satisfacción no tiene gran valor para ninguna de las partes; mientras que su bisabuela está como nueva. Nada le pasa a ella. El candelero está tan firme como siempre, mientras que la vela se va ablandando y debilitando a medida que pasan los años por las tormentas de la edad, hasta que por fin no puede erguirse y debe pasar a reposo con la esperanza de una feliz resurrección que no ha de llegar jamás. Por constitución, la mujer debe dejar descansar su fábrica tres días por mes y durante un período del embarazo. Son etapas de incomodidad, a veces de sufrimiento. Como justa compensación, tiene el alto privilegio del adulterio, ilimitado todos los demás días de su vida.
¡Y pensar que hubo que esperar a 1930 para que Sinclair Lewis, bastante marktwainiano en buena parte de su obra, fuese el primer escritor usa no en alzarse con el Premio Nobel! Por cierto que en su discurso de Estocolmo mencionó que incluso Mark Twain había sido domesticado por la genteel tradition de la literatura nacional. Pero hay que disculparlo: en 1930, las Cartas desde la Tierra aún seguían inéditas ◆
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