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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 3 de abril de 2016 ■ Núm. 1100 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

poeta nacional de Corea

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Diez poemas inéditos en español Razón y Racionalidad acionalidad :

la traición del pensamiento contemporáneo

FabRizio andReella

Chabelo o el final de una

infancia melodramática

Gustavo oGaRRio

Pequeña oda a K eith e meRson el blanco móvil de la cultura


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Pequeña oda a

Nacido a principios del siglo xx y muerto de manera extremadamente prematura en 1934, cuando contaba apenas con treinta y dos años de edad, Kim Sowol es a Corea lo que Ramón López Velarde a México, José Martí a Cuba o Pablo Neruda a Chile: es el poeta

Keith Emerson Keith Emerson en concierto con su banda en el Nearfest 2006. Fuente: commons.wikimedia/ CC BY-SA 3.0

mayor de su país natal y, por consi-

Saúl Toledo Ramos

guiente, un insoslayable en el panorama de la poesía mundial. Sin embargo, en nuestro país su nombre y su obra son totalmente desconocidos, por lo que esta breve muestra de su labor poética, traducida y presentada por el gran conocedor de la cultura coreana Leandro Arellano, es una invitación a enriquecer nuestra perspectiva literaria. Completan el número sendos ensayos de Fabrizio Andreella sobre la razón y la racionalidad en el pensamiento contemporáneo, y de Gustavo Ogarrio sobre el final de la educación melodramática y que simbolizó el retiro del añejo personaje televisivo Chabelo, así como una pequeña oda de despedida al tecladista inglés Keith Emerson, recientemente fallecido. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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LEYENDA Y LÍDER DEL MÍTICO EMERSON, LAKE & PALMER

a Fanfarria para el hombre común –original de Aaron Copland– nunca volverá a sonar con el poder que sonó durante treinta y nueve años, de 1977 al 10 de marzo pasado, cuando Keith Emerson, líder del trío Emerson, Lake & Palmer, decidió quitarse la vida disparando una arma de fuego contra su cabeza. De esta forma, él mismo se encargó de despojar al mundo de un genio visionario que revolucionó la manera de utilizar el órgano, el piano y otros instrumentos de teclado e hizo más profunda e intensa la experiencia musical, particularmente del subgénero conocido como rock progresivo. Emerson no sólo estuvo influenciado por las partituras escritas por Copland. También abrevó en los caudalosos ríos en los que corrían piezas compuestas por figuras como Bach, Mussorgsky, Tchaikovsky y Mancini (¿Cómo olvidar su memorable interpretación de “Peter Gunn”?). Reescuchando su trabajo es fácil entender que la línea que separa al rock y la música culta puede ser tenue. Casi invisible. Crónicas de tiempos pasados informan que los conciertos de eL & P eran de una recargada virtuosidad; que el bajista Greg Lake y el baterista Carl Palmer explotaban al máximo sus instrumentos, pero que el peso del espectáculo recaía en Keith Emerson, quien además era un consumado maestro de la improvisación y en sus presentaciones cotidianamente sorprendía a los asistentes incluyendo una o varias interpretaciones de obras escritas por los compositores arriba mencionados y por otros que también admiraba.

Al finalizar la década de los sesenta, Emerson tuvo la oportunidad de colaborar con Robert Moog, inventor del Moog modular, un sintetizador analógico que amplió las posibilidades sonoras del juglar, ya que el aparato ofrecía una gama casi infinita de combinaciones musicales. Su aporte al mundo de la música son bandas emblemáticas de rock progresivo: The Nice, el ya mencionado trío eL &P y Keith Emerson Band, con la que ofreció sus últimas presentaciones. Al menos media docena de sus grabaciones son consideradas clásicas. Los vinilos Tarkus, Brain Salad Surgery, Trilogy y Works i y i i , entre otros, son referentes imprescindibles del rock progresivo. Su labor coadyuvó a la popularización de la música clásica y su extenso conocimiento y utilización de una innumerable cantidad de sintetizadores contribuyeron en el posterior desarrollo del rock electrónico y de las vanguardias de los años ochenta. Motivos de espacio evitan que nos extendamos más en el legado de Keit Emerson. En Youtube hay una buena cantidad de ejemplos que dan cuenta de la vasta calidad del artista; al admirarlo pulsar distintos instrumentos como él lo hacía, es inevitable pensar que existen los milagros. Basten dos de sus sencillos para justificar la nostalgia: “From The Beginning” y “ Lucky Man”, cuya última estrofa dice: “A bullet had found him./ His blood ran as he cried./ No money could save him./ So, he laid down and he died./ Oooooh what a lucky man he was.” (Una bala lo encontró./ Fluyó su sangre como un llanto/ Ningún dinero podía salvarlo./ Así que cayó y murió./ Oh, qué hombre tan afortunado fue.)

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Portada: Fragante primavera Collage digital de Marga Peña

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.


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CREACIÓN

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Javier Bustillos Zamorano

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unCionario … el caso es que ya no dispo-

nemos de más tiempo, así que busquemos terminar esto de una vez. Los escucho. oPerador 1. Pues yo sigo creyendo que lo hagamos como habíamos planeado, o sea, que se trate de una causa natural, o lo más cercano a eso. FunCionario . Pero así como íbamos ya no. Sus abogados metieron amparos y lo del perro y el pase de lista continuo se suspendieron. Ya me ordenaron no seguir por ahí. oPerador 1. No. Yo me refería a seguir por la línea de provocarle problemas de salud; inducir su deterioro físico y mental, mermar su sistema inmune y aprovechar un resfriado para usar los medicamentos apropiados. Yo creo que debemos seguir interrumpiendo el sueño. Propongo que usemos sonidos ultrasónicos para despertarlo continuamente. FunCionario . Explíquese. oPerador 1. Un sonido imperceptible, parecido a un silbato para perros, de ésos que sólo los animales oyen; ya lo probamos y funciona; despierta del más profundo sueño y usado intermitentemente provoca malestar físico, causa vómitos y estados de angustia. La falta de sueño durante un per íodo prolongado provoca un considerable aumento de cortisol en el cuerpo, lo que causa una baja inmunidad, diabetes, pérdida de memoria, etcétera. En dos o tres semanas se verían los efectos: primero se deprimirá y esto abatirá su sistema inmunológico; la humedad de la celda y un contagio inducido le provocará resfriados y tos; yo le diagnosticaré bronquitis y, conforme a la práctica médica, haré que se le aplique el antibiótico del que le hablé la vez pasada. FunCionario . ¿Cuál era? oPerador 1. Azitromicina, un antibiótico muy común para tratar bronquitis, neumonía, infecciones de oído y enfermedades transmitidas sexualmente; aumenta el riesgo de muerte súbita por infarto en las personas adultas, durante los primeros cinco días de tratamiento. FunCionario . ¿Efectividad? oPerador 1. Ochenta y cinco por ciento. Déjeme explicarle: él usa innecesariamente multivitamínicos y, sobre todo, suplemento de calcio; esto aumenta su

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riesgo de infarto. Aparte, ya tiene problemas de disfunción eréctil, por eso usa nitrato de sildenafil, o sea viagra; este nitrato choca con otros medicamentos llamados alfabloqueadores como el hidrocloruro de tamsulosina, que es recetado para problemas de próstata o de presión arterial alta; él usa tamsulosina. En ciertos pacientes, el uso de viagra con tamsulosina puede provocar una repentina caída de la presión arterial que acabe en infarto. Ahora: cuando se sufre gripe o alguna infección respiratoria, la probabilidad de sufrir un infarto es cinco veces superior durante los primeros tres días. Esto se debe a que las infecciones provocan inflamación, y cualquier inflamación provoca un estrés en el organismo que, si ya está débil previamente, es casi seguro que acabe en infarto. FunCionario . ¿De dónde saldría ese sonido? oPerador 1. De su brazalete; lo controlaríamos a distancia; ya lo probamos y funciona muy bien. Si me permite, señor, creo que es lo más indicado. Las agencias estadunidenses querrán examinar el cuerpo y no habrá problema; no encontrarán nada irregular…y en todo caso, yo me hago responsable. FunCionario . Existe la posibilidad de que su organismo

e t r e u em

igual forma van mermando la salud física y mental del objetivo. FunCionario . A nivel físico. oPerador 2. Diarrea, dolor de cabeza, vértigos, mareos, sensación de calor intenso que repentinamente cambia a frío, calambres, dolores musculares y en las articulaciones, palpitaciones, falta de aire, fatiga intensa… FunCionario . ¿Y a nivel mental? oPerador 2. Hay un programa conocido como V 2 k o voice-to-skull que es una tecnología capaz de hacer que uno oiga sonidos e incluso voces dentro del cerebro. A través de estas ondas electromagnéticas, en su variante de microondas, es posible imponerle pensamientos al cerebro para hacer que piense en alguien o en algo o para que haga algo. Se puede lograr que sueñe con determinadas cosas a través de sueños inducidos, controlar su sexualidad modificando cier ta región de su cerebro… FunCionario. Suena muy fantasioso. oPerador 2. Sí señor, pero es un arma no letal que ya fue usada en Estados Unidos. Y lo más importante: no hay forma de detectarla;

l a r u t a n

resista, no es completamente seguro, ¿o sí? oPerador 2. Señor secreta…perdón; señor: el plan tiene otra vertiente que estará a mi cargo. Además de lo que ya le explicó el doctor, aplicaremos con él el instrumento tecnológico del que le hablamos la vez pasada. FunCionario . Lo del arma electromagnética, así se llama, ¿no? oPerador 2. Sí, también es conocida como arma psicotrónica. FunCionario . A ver, explíquemelo de nuevo. oPerador 2. El cuerpo humano es un organismo electromagnético, cuyo funcionamiento se puede alterar mediante señales de ondas a frecuencias determinadas. Enviando ondas de radio al cerebro, se puede conseguir que una persona se quede dormida instantáneamente o impedir que se duerma. Pequeñas dosis de energía electromagnética interrumpen los impulsos eléctricos y alteran el funcionamiento de las células. Con las ondas eLF , por ejemplo… FunCionario . ¿Qué son las ondas eLF ? oPerador 2. Son las siglas en inglés de las ondas de frecuencia extremadamente bajas que disparadas al cerebro pueden provocar desde náuseas hasta estados de euforia. Las ondas eHF, que son las de extremadamente alta frecuencia, tienen otros efectos que de

es decir, hay daño físico y psicológico pero no queda ni una sola marca, nadie podría probar que el objetivo fue atacado con este tipo de arma. Se podría inducir una muerte por infarto o que el objetivo enloquezca. FunCionario . ¿Se puede lograr eso? oPerador 2. Fue diseñada para eso. Así, si el objetivo es extraditado se irá loco o con sus facultades mentales muy deterioradas; lo que diga será dudoso, incoherente. FunCionario . ¿Y cómo se usa? oPerador 2. A través de un dispositivo conocido como magnetrón; un aparato que transforma la energía eléctrica en electromagnética y que, por medio de microondas, dispara hacia un objetivo. Se opera a distancia y no hay nada que se interponga, pues traspasa paredes y hasta aislamientos metálicos. FunCionario . ¿Y dónde se consigue esa arma? oPerador 2. El ejército tiene una. oPerador 1. Si nos autoriza, procederíamos de inmediato. Confíe en nosotros señor, le aseguro buenos resultados: o queda con un grave daño cerebral o muere de un infarto. FunCionario. Mmm…que sea de muerte natural


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3 de abril de 2016 • Número 1100 • Jornada Semanal

Fabrizio Andreella fabrizio108@yahoo.com

Razón la traición EL RACIOCINIO LAICO HA PERDIDO CONTACTO CON LA VIDA Y EL RELIGIOSO HA PERDIDO “TODA RELACIÓN CON LO SAGRADO”.

obscura conflictividad social y psicológica. Si la racionalidad del saber técnico, es decir, la filosofía que lo apadrina y lo elige como timón de la historia, se deshace de la pregunta ontológica “qué es”, como si se tratara de un residuo primitivo, y en cambio promueve principalmente diversos ensambles de fantasías cuantitativas que siembran verdades discordantes, no queda más que el áspero conflicto entre opiniones despachadas como verdades, ya que el diálogo se torna imposible si se le reduce a la confrontación de datos diferentes, donde no es su aportación a la realización del ser humano lo que define la fuerza de una tesis, sino solamente la habilidad retórica y persuasiva con que sea postulada.

¿NO IMPORTA QUÉ ES, BASTA CON QUE FUNCIONE?

El análisis de las cosas es la muerte de la belleza y grandeza que tienen… Lo mismo pasa con el análisis de las ideas cuando se deshacen en sus partes y elementos, y se presentan desnudas y aisladas y sin ningún acompañamiento de ideas relacionadas.

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G. Leopardi, Zibaldone

i la razón es la capacidad del hombre de utilizar el depósito de conocimientos disponibles para poder discernir, la racionalidad es el estilo que hemos elegido para nuestra forma de pensar. Por lo menos desde el Renacimiento empezó el recorrido de la razón que nos ha llevado no a preguntarnos qué es lo real, sino más bien a querer saber cómo funciona. Esta modificación de la pregunta primordial indica el destino de Occidente y probablemente también su contribución más importante –en el bien y en el mal– a la historia humana. Ha sido además, a final de cuentas, su fortuna histórica, porque le ha permitido dominar las fuerzas naturales y otras civilizaciones como nadie lo había hecho antes. Empero, la razón, que la Ilustración consiguió elevar a jubilosa utopía, ha sido sucesivamente subordinada a la funcionalidad técnica y, de este modo, despojada de cualquier horizonte que no sea el simple incremento de lo útil, que los sacerdotes del progreso sostienen que es un valor o, más bien, el valor imprescindible y superior. Para justificar su propia existencia, todas las cosas están obligadas a ostentar un sello de rendimiento, y a respetar los rígidos criterios con los cuales el pensamiento economicista asocia el objeto (y el sujeto) a su función. De este modo, por un lado, la razón se ha vuelto sólo ra-

cionalidad, que dignifica cualquier acción técnica, y por el otro, simple retórica, que le atribuye a dicha acción el carácter de inevitable y la provee de credenciales justificativas. Aturdida por su propio éxito, ese declinar de la razón para convertirse nada más que en un instrumento de apología a posteriori de las conquistas técnicas, ha arrastrado al lenguaje y la reflexión a situaciones ridículas. Por ejemplo, en los debates televisivos, cualquier afirmación que quiera convencer de su veracidad es introducida por un preámbulo del estilo “según un estudio de una universidad…”, o “los datos hablan claramente…”. Estos ipse dixit del cientificismo postmoderno se alternan con la otra ganzúa utilizada para acabar con las últimas resistencias de la razón: la demagogia populista tipo “esto es lo que la gente quiere”, o “el público es quien manda”. Ahora que los cirujanos de las vísceras públicas –los medios que manipulan y dirigen las emociones colectivas– han demostrado su capacidad técnica y eficacia política, esas frases no son sino genéricas apelaciones a lo banal de la cantidad presentado como prueba de la nueva democracia. La democracia deriva de la razón, siempre más inclinada hacia la simple y arbitraria organización de datos, excluye a priori el análisis sobre cuáles son las preguntas cardinales y se concentra sobre las respuestas a problemas imaginarios, contribuyendo a la ausencia de una finalidad colectiva verdaderamente provechosa. Esta condición incipiente, originaria de la racionalidad moderna, que sostiene el actuar técnico sin cotejarlo con las necesidades profundas del ser humano, provoca también una

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l “cómo funciona” ha suplantado al “qué es” y una de las consecuencias es que no podemos ver con claridad el motivo de nuestras acciones y el propósito al que tienden. Si la afable propaganda mediática trata de convencernos de que toda acción es un acercamiento a la felicidad, para el acéfalo quehacer técnico la motivación y el fin de la acción son menos importantes que el mero hecho de que dicha acción funcione, produzca algo y garantice la legitimidad de la técnica. Es por eso que lo real, de donde brota la pregunta ontológica “qué es”, hoy resulta menos importante que la veracidad de la propia invención de la realidad, que es el reino utilitarista del “cómo funciona”. Este desinterés hacia raíces y frutos, a lo cual nos obligan las pesadas anteojeras de un presente que se eterniza, no quiere liberarnos de la zozobra del futuro y del lastre del pasado. No es el reconocimiento de la levedad del “aquí y ahora”: es más bien un presente dominado por el movimiento perpetuo del pensamiento, un presente que engloba pasado y futuro en lo fugaz, volviéndose así bulímico y neurótico. Cuando el presente se empapa de la humedad del pensamiento, pasado y futuro crecen como el moho dentro de quien piensa. Occidente es la civilización de las grandes exploraciones, la cultura que ha logrado conocer y dominar enormes espacios, materiales y mentales, de lo real. Para ello ha utilizado la representación de lo real como una manera de conquistarlo e inclusive de habitarlo. En este sentido, internet es la verdadera creación del dios humano, es el mapa de su mente que se ha vuelto mundo. El resultado de los enormes éxitos del hombre como creador técnico parece ser el paradójico desinterés hacia todo lo que no pueda ser representado, ya que no queremos vivir en lo real sino más bien en su mapa. Este es el jaque que el


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y Racionalidad: del pensamiento contemporáneo racionalismo técnico le da a lo real: lo substituye, robándole el rostro para dar a su creación el carácter de nueva naturaleza, de nuevo ambiente físico. Desde que tomamos la vía de la racionalidad dualística para organizar el mundo, ese acróbata inquieto que es el pensamiento nos ha permitido experimentar lo real sólo durante relámpagos pasajeros. Sin embargo, a pesar de esta elección o este destino, queremos cristalizar toda verdad para luego custodiarla en el almacén de nuestros conocimientos. Allí, tarde o temprano, nuevas verdades más brillantes aparecerán y suplantarán a las más viejas. La sensación de abundancia cognoscitiva será conservada, pero se hallará desprovista de una dirección, y también de un sentido que no sea el del instante solidificado en una imagen y expandido de manera desmedida por la mente que quiere habitarlo; un instante que artificiosamente se convierte en tiempo, donde pretendemos ser los guionistas de la realidad. En el tiempo que se desenvuelve hay solamente sueño, deseo, ilusión, con los cuales inventamos una historia. Es una propensión inevitable, ya que el placer de concatenar pensamientos y eventos, de aplicar el principio de causa y efecto, de admirar una evolución diacrónica de la realidad –es decir, de crear nuestra propia historia– es una experiencia a la cual estamos demasiado acostumbrados, a la que nos hemos hecho adictos, como para poder renunciar a ella. Ese placer ama esconderse detrás del deseo insatisfecho de encontrar en el tiempo una verdad, a veces pequeña e imaginaria, a veces cósmica y anclada en la realidad absoluta. En ambos casos, nos engañamos con la falsa unión entre verdad y tiempo, que la racionalidad técnica necesita presentar como real. La razón llega a su cumplimiento y a su forma más cristalina cuando no se inclina frente a una presunta verdad –ni siquiera a la que ella misma profesa como tal– y se ofrece como instrumento rudimentario para el acercamiento a lo real. Sin embargo, exactamente porque es utilizada por el individuo moderno como arma emancipadora, la razón reducida a racionalidad entra en acción contra todo lo que amenaza las certezas de la identidad personal. Esta es la dirección que ha tomado la razón por lo menos desde el cogito ergo sum cartesiano, y este es el motivo por el cual en Occidente la razón moderna, laica y religiosa, se opone a todo lo que alude a algo más allá del yo pensado y pensable. Ese “algo”, que ha sido por largo tiempo monopolio de la religión y ahora lo es también de la ciencia, es lo que comúnmente llamamos lo sagrado, que Rudolf Otto designó como “lo totalmente otro”. La realidad detrás de este concepto es distanciada de la cotidianidad con el ritualismo y la elefantiasis del ego, porque es percibida como una amenaza a la imagen de nosotros y del mundo que hemos construido. Lo sagrado se niega entonces a la razón, y la tiene esperando en la antesala. También por eso, enfadada, la razón se ha convertido en racionalidad. Así puede contemplar con orgullo las figuras que plasma y admirar su armoniosa alianza con el destino técnico de Occidente.

SABER, NO SÓLO FUNCIONAR

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n este contexto psíquico, la dualidad y los principios de causa y efecto y de no contradicción se vuelven moldes con los cuales el pensamiento le da forma y sentido a la realidad que crea. Esos principios le ofrecen al yo la ilusión de descubrir, crear y organizar la realidad sin necesidad de algo que la trascienda y la comprenda. Con la razón domesticada por la dualidad y seducida por la causalidad, cualquier crítica a la racionalidad es una apología inconsciente porque esa misma crítica utiliza exactamente los instrumentos que denuncia, demostrando así su eficacia. Aquí la racionalidad no es la frontera entre pensamiento laico y religioso, ya que ambos, en Occidente, han elegido el código binario, el péndulo perpetuo entre atracción y repulsión. Si el pensamiento laico ha perdido contacto con la vida, convirtiéndose en el tutor del universo de las nociones, el pensamiento religioso ha perdido toda relación con lo sagrado, prefiriendo el papel de administrador de una ética. Ambos arrodillados frente a la racionalidad, pensamiento laico y pensamiento religioso ya no son curaciones para el alma, sino simples descripciones de la enfermedad o, tal vez peor, sintomatologías. La época más brillante para la razón, aquella donde pareció resplandecer con mayor fuerza y limpidez –la Ilustración– fue el tiempo en que la razón misma se transformó en fe. Ese estatus le permitió conseguir el máximo

grado de pureza y afirmar principios y valores que no habrían sido considerados cardinales si la reivindicación hubiera sido la simple expresión de una razón positiva. A pesar del fatigoso pero constante camino de los derechos humanos, hoy sería impensable que un proyecto de convivencia civil ostentara como principios por realizarse los de libertad, igualdad y fraternidad. Estas tres palabras ya no pertenecen a una praxis revolucionaria y menos aún a un reformismo en la convivencia social. Son parte del paisaje de buenas intenciones, propósitos, decoraciones, es decir, del sentimental mundo de las ideas, que desgraciadamente ya no tiene nada que ver con el cínico mundo utilitarista de la realidad compartida. En suma, se trata de palabras pertenecientes a una retórica donde se reflejan valores que nos gustan, aunque ya no tengamos la capacidad de creer en ellos. Los motivos son evidentes. Las tentativas históricas de bajar el cielo a la tierra a través de la lógica de una ideología han producido ruinas humanas que la razón suponía sólo pertenecientes a su contrario, la locura. Y cuando el cielo religioso ha sido evocado por cualquier redentor para que un todopoderoso extendiera su capa azul sobre el sufrimiento de la tierra y realizara su reino y su voluntad, las devastaciones han sido aún más inhumanas y espeluznantes. Libertad, igualdad y fraternidad han quedado encerradas en un elegante marco para ser colgadas en la pared de la nostalgia del alma. La razón que, tornándose racionalidad, quiere conquistar la verdad, transforma a esa verdad en un sirviente miserable, y a su vez la razón misma se vuelve sirvienta de aquello que la racionalidad ha elegido como verdad. Es una lección de la historia. Y habiendo aprendido que la fe en una gran verdad por realizar en la tierra es una trampa mortal, a diferencia de la racionalidad técnica, que sigue orgullosa en su proyecto de transformación del mundo en un sistema que funciona, la razón se ha sentado silenciosa y desanimada en una silla, esperando que un día, cansado de “funcionar”, el ser humano se haga nuevamente la antiquísima pregunta “¿qué es?” para abrir nuevos caminos y disfrutar de su plenitud originaria

Ilustraciones de Huidobro


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Chabelo

3 de abril de 2016 • Número 1100 • Jornada Semanal

o el final de una infancia me Gustavo Ogarrio

PROMOVIÓ ENTRE LA NIÑEZ MEXICANA EL CONSUMO DE PRODUCTOS “CHATARRA” SU CATAFIXIA FUE “¿UNA BROMA CRUEL DEL MERCANTILISMO BENEFACTOR?”

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las ocho de la mañana del domingo 20 de diciembre de 2015 comienza la transmisión del último programa de En familia con Chabelo, después de cuarenta y ocho años de estar al aire. La despedida es abiertamente lacrimógena: Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa, despide a Chabelo con una porra y un mensaje completamente anodinos que encubren la pugna que está detrás del despido del “niño consentido de la televisión mexicana” y la crisis de la misma televisora; se lee una carta del presidente Enrique Peña Nieto que exalta el compromiso del “personaje” con los “valores familiares”; Chabelo agradece a su público y a los patrocinadores que le dieron “la oportunidad de hablar de sus productos”, apaga las luces del estudio, entrega el micrófono y se va llorando el fin de la longeva y hermosa vida en pantalla. Al pie de la agonía de la televisión comercial tal y como se impuso durante la segunda mitad del siglo xx, el “suave coloquio del entretenimiento” tiene que girar en su adaptación al capitalismo del siglo xxi y destronar a sus figuras canónicas para revolucionarse una vez más. La niñez deja de ser estratégica en su condición de mercancía para la televisión, ya que se prohíben los anuncios de comida chatarra en horarios infantiles, esto desde 2014. La televisión mexicana y comercial se intenta adaptar presurosamente a la sociedad global: la infancia se suma a una representación abierta e indeterminada de otras edades y generaciones, con productos y mercancías que parten del campo semiótico de una noción de familia suavizada en lo que respecta a su matriz patriarcal. Con el fin del programa En familia con Chabelo también se consuma la extinción televisiva de la Santísima Trinidad de la “diversión” que procedía de los tiempos del Estado benefactor: Raúl Velasco y su programa Siempre en domingo (que dura veintiocho años al aire); Roberto Gómez Bolaños Chespirito y su apología de la pobreza (El Chavo del 8); el mismo Chabelo y su infancia congelada en una concepción del entretenimiento infantil con fines estrictamente comerciales. Una mutación de gran calado en las reglas no escritas de la industria del entretenimiento, una nueva televisión que todavía no termina de configurar sus líneas maestras en internet, que se enlaza sutilmente con una transformación en la misma concepción de lo que significa la infancia y la familia, así como la caída de la inversión en publicidad televisiva, y que se articula al derrumbe del rating tanto en Televisa como en tV Azteca, exige que se borren las huellas culturales de la primera infancia de la televisión abierta con tendencia monopólica en México y bajo el sello inconfundible de

una sensibilidad melodramática. También se va difuminando la matriz cultural de la idealización patriarcal de la Gran Familia Mexicana, asociada de manera casi automática al entretenimiento televisivo, al consumo masificado todavía en los límites de cierto nacionalismo cultural y de una fuerte presencia del Estado –que también se desmorona al ritmo que le marca la acelerada globalización neoliberal–, al autoritarismo con el que se modela el comportamiento de los espectadores tanto en el estudio como “allá en casita”, metáfora espacial que significaba para la televisión comercial y para el Estado mexicano mantener a la sociedad mexicana en los límites de un comportamiento familiar, es decir, acrítico y despolitizado, infantilizado y televisivo.

DEL ROBOT XL2 AL AMUEBLAMIENTO DE LA POBREZA: LA MODERNIZACIÓN MELODRAMÁTICA DE LA NIÑEZ

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habelo “detiene” voluntariamente su edad a los trece años. Entre la infancia y la adolescencia, Chabelo utiliza ciertos pasajes autobiográficos para identificar los rasgos del personaje que se niega a crecer. En una entrevista profundamente complaciente y en clave melodramática con Adela Micha, Chabelo afirma que a los trece años dejó de crecer para que la libido corriera libremente a la velocidad de las mercancías anunciadas: “El personaje me ha dado la oportunidad de deshacerme de todos los deseos reprimidos que no pude llevar a cabo cuando era realmente niño. ¿Un berrinche? Si yo hubiera hecho un berrinche en mi tiempo me hubieran matado a golpes; sin embargo, ¡hago unos berrinches con Chabelo que no se los acaba nadie!” Xavier López Rodríguez juega con los privilegios de la doble identidad que se confunde inducidamente, alterna su voz de adulto mesurado con la ficción infantilizada de un tono chillón que representa estereotipadamente a la infancia misma; al mismo tiempo deja ver el esquema represivo que le da origen a su noción armoniosa de familia. De padre autoritario, en su niñez, Xavier López disfrutaba los domingos en la mañana de meterse a la cama de sus padres y emblematiza este breve momento de felicidad familiar como el origen de su representación melodramática de la in-

fancia que se extiende a toda la sociedad mexicana para homogeneizarla emocionalmente: “Era el domingo el día que mi padre estaba en casa. Y mi mayor felicidad era levantarme de la cama e irme a meter en la cama con mis papás. Y descubro que en este país nuestro, cuando yo ya llegué a los trece años, como estoy ahora, pues sigue siendo lo mismo: los niños de México siguen encontrándole un gran placer en poderse meter a la cama con sus papás y prender la tele.” Eran las mañanas de la armonía nacionalista, los domingos que iluminaban y al mismo tiempo congelaban una infancia pasiva, todavía sin el reconocimiento de niñas y niños como sujetos de derechos y bajo el silencio autoritario de un sistema político cuyos rasgos culturales se mimetizaban en el autoelogio, en la complacencia te-


3 de abril de 2016 • Número 1100 • Jornada Semanal

EL ACTOR Y COMEDIANTE SE DESPIDIÓ DE TELEVISA DESPUÉS DE HABER ESTADO CUARENTA Y OCHO AÑOS AL AIRE

elodramática Memes de Chabelo tomados de redes sociales

algún juego, se consuman las utopías mínimas de esa infancia que la mayoría de los mexicanos pasa en la pobreza, en la humillación y en el agravio: triunfar en una transmisión masiva en vivo y en directo es una manera de transferir a un ámbito emocional y familiar el asistencialismo y las dádivas que el sistema político mexicano arroja sobre sus gobernados, cumple de diferente modo con la misión de mantener a la sociedad en el límite de la vida tal y “como Dios manda”. Al imaginar esa sala o esa recámara o esa cocina integral nueva en alguna casa de adobe o de cartón o en un departamento de interés social, los peregrinos infantiles y dominicales de Chabelo, que en algún tiempo soportaban horas de fervor, tedio y obediencia para salir al aire, completan en clave de final feliz el cuadro de la nación en armonía benefactora que en sus mejores tiempos se autoidentificaba como única y eterna.

levisiva con el mismo poder político y en la imposibilidad de aludir a las violencias sistemáticas contra la niñez. Ni una palabra condenatoria sobre la pederastia, la trata de niños y, mucho menos, sobre el gran reinado de la impunidad, ese sistema de poder, de abuso y violencia infantil, basado en el silencio y la obediencia, que construyó en estas mismas décadas el padre Marcial Maciel. Chabelo moderniza permanentemente el consumo infantil de productos ahora denunciados como “chatarra” –que hasta julio de 2014 estaban permitidos en la publicidad televisiva y carecían de vigilancia jurídica– y de paso, literalmente, amuebla las fantasías básicas del “progreso” material de los sectores populares que lo siguen. Durante décadas que se suceden como una eternidad que recomienza todos los domingos, Chabelo también hace alarde de la actualidad tecnológica de su programa en materia de juguetes obsequiados: autopistas iluminadas, juegos electrónicos de última generación, carros programados por computadora, personajes “muy modernos” como el Hombre Araña. Al inicio de los años ochenta, el pequeño robot 2XL, siempre bajo la tutela de Chabelo, cuenta chistes discriminatorios y pregunta con insidia sobre deportes a tímidos concursantes que se equivocan y cuya infancia, a costa de salir en la tele con Chabelo, acepta esa humillación disfrazada de risas y aplausos. Al regalar en su programa televisores, estéreos, microondas, licuadoras o muebles a las niñas y niños triunfadores en los concursos, Chabelo decora la infancia y su entorno familiar, inyecta ilusiones domésticas a las frustraciones económicas que conlleva la modernización autoritaria del país en los años dorados y despóticos del Pri como partido de Estado. Al abrirse el telón de los premios, al designarse al ganador del concurso o al triunfador en las habilidades de

LA CATAFIXIA: LA HUMILLACIÓN SUAVE QUE NO LOGRÓ REVERTIR LA LUCHA DE CLASES

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al parece que Chabelo navega intocable durante décadas por el río de los aplausos, de la admiración incuestionable y de sus generosos anunciantes. Combina con pericia corporativa la propaganda con los juegos. Sin que los críticos de la modernidad adviertan su empoderamiento matutino y dominical, Chabelo construye un pequeño imperio que conjuga una representación melodramática de la niñez y un capitalismo amable, con rostro humano, y que con el concurso de la Catafixia marca el límite de la acumulación originaria de premios. En la última parte de su programa, Chabelo invitaba a los diferentes ganadores a participar en la célebre y temida Catafixia; se arriesgaría todo lo ganado en un desafío que se deslizaba de la necesidad latente de un obsequio de utilidad doméstica hacia la ambición: elegir al azar un número bajo la esperanza de que una cortina develara un premio de mayor valor a lo ya ganado. Dinero en efectivo, salas o recámaras o comedores… pero la “avaricia” de los concursantes los podía llevar también al ridículo de obtener una “espantosa” olla de tamales o un plumero o una escoba… ¿Qué es la Catafixia? ¿Una broma cruel de un mercantilismo benefactor? ¿Un gesto suavizado de humillación mediática con los sectores populares que seguían fielmente a Chabelo? ¿La iniciación infantil y social en el arte de perderlo todo en un golpe de mala suerte gracias a una ambición individual que desafía al conformismo social? ¿Un presagio del derrumbe posterior del Estado benefactor? Chabelo: un personaje clave en la modernización mediática y autoritaria de la televisión mexicana de tendencia monopólica, que con su no-crecimiento edi-

fica el universo emocional de un logrado efecto de inocencia inducida; una representación de la niñez sin problemas de pobreza o de violencia, entusiasta en su desfile de escuela primaria que visita los estudios de Televisa para recibir órdenes de aplausos y silencios a través de didácticos cartelitos. Chabelo surge en la era de la niñez despolitizada, en la que todavía nada hace sospechar que las niñas y los niños son algo más que un público pasivo. La infancia como un espectáculo de baja intensidad comercial, mientras Chabelo canta sus canciones de un sentimentalismo alegre y desbordante, que muchas veces terminan anegadas en el mar de las lágrimas televisivas. Chabelo arriesgó todo su capital mediático a una totalización de la infancia: niño para siempre, su voz infantilizada contradice su semblante de adulto; habla como niño, actúa como niño, llora y hace berrinche como niño, pero anuncia productos con una destreza de comerciante mediático adelantado a su tiempo: todo lo vuelve mercancía. Su no-crecimiento es inseparable de un país antidemocrático: se impone la representación unilateral de una niñez blanda y una mercantilización exasperante de los juegos infantiles. Chabelo como metáfora de una infancia manipulada que retrasó durante décadas una mayoría de edad cultural y política, que pudiera denunciar una vida chatarra y de violencias sistemáticas contra esa sociedad infantil a la que Chabelo cantaba y ridiculizaba, a la que le ordenaba cuándo aplaudir y cuándo callar. Con el fin del programa En familia con Chabelo también termina un reinado infantilizado de casi cinco décadas. Chabelo como uno de los forjadores inocentes de la estabilidad moral de la sociedad mexicana, que afirma su condición de protagonista estelar en el cuadro autoritario de personajes televisivos del antiguo régimen. A cambio de una popularidad que lo eleva a símbolo cuasi nacional, Chabelo ofrece en sacrificio su crecimiento y lleva de la mano a millones de niñas y niños mexicanos por los laberintos de una modernización emocional y económica que los prepara para aceptar muchas de las frustraciones nacionales. A su manera, Chabelo hace cumplir uno de los veredictos de control y subordinación que Ariel Dorfman describe en Chile a propósito de algunas ficciones de la literatura infantil, de superhéroes y personajes como el Pato Donald: “Constituye el punto neurálgico de todo proceso de dominación: es el mundo del niño. Acá y allá, en un país paupérrimo y uno opulento, siempre hará falta asegurar que la nueva generación se integre, cómoda, funcionante, ojalá entusiasta, en el statu quo de sus padres, aprendiendo a juzgar y preinterpretar con los mismos supuestos incontestables de sus antecesores cada problema, cada ruptura y desgarro de la realidad.”

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Las flores vivas de

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Diez poemas Además de su belleza, la poesía coreana comparte con la china y la japonesa la brevedad y la sencillez. A diferencia de aquéllas, no obstante, la coreana es poco conocida entre nosotros. Kim Sowol es uno de los mayores poetas –si no el mayor– de la lengua coreana. Contemporáneo de Ramón López Velarde, Kim Sowol comparte con él ser considerado el poeta nacional, haber muerto en plena juventud y dejar tras de sí una obra clásica. Nacido a principios del siglo xx , en 1902, y muerto cuando apenas contaba treinta y dos años, en

Aroma de mujer Aroma de luna, vestido de nubes azuladas. Aroma de sol, vestido de nubes carmesí. Aroma de sudor, ¡ah!, transpiraciones, fragancia de su piel y de vestidos empapados por la lluvia. Azul el mar, la barca bamboleante, jadeos afanosos, gemidos leves, su desvanecimiento, unidos los cuerpos. El aroma de un prado en luto, aroma de una barca como balancín mecida, aroma del mar y de los peces, fragancia de fin de primavera atraída por el cielo. El viento barre las dunas y arrastra la neblina. La luna resplandece suavemente, como destellos en lontananza. Colmado de aroma, qué grato era su cuerpo. Qué grato era su cuerpo, colmado de aroma.

1934, su vida fue corta y desdichada, pero su sensibilidad y su arte son único poemario que publicó, en 1925, y desde entonces se han multiplicado son el amor, la fragilidad de la vida, el desamparo, la curiosidad a cada momento por las cosas del mundo y la naturaleza, todo contemplado con honda melancolía. La reproducción de esta decena de poemas tiene la intención de dar a conocer a una voz literaria que, sin importar el paso del tiempo, posee indudable relevancia mundial aunque, como se dijo líneas arriba, al ser parte de la lírica coreana, es prácticamente desconocida en México y los países de habla hispana. l eandRo a Rellano

El camino Anoche todavía, en una posada del camino, croac, croac, crascitaban las urracas. Hoy, de nuevo, ¿cuántos kilómetros? ¿que conducen a dónde? ¿A las montañas? ¿A la campiña? Sin un lugar que me reclame, no tengo a dónde ir. Mi hogar, Kwaksan, en Chongyu, adonde arriban buques y trenes, ni recordarlo. Gansos silvestres en el cielo, que vuelan tan campantes, ¿es confiable el camino del cielo? Gansos silvestres en el cielo, escúchenme, estoy en medio de una encrucijada. En todas las direcciones se ramifican los caminos, mas no hay uno para mí.

grandiosos y refinados. Azaleas fue el

sus ediciones. Los motivos del poeta

Kim So

Niebla de seda Cuando la nieve envuelve la niebla sedosa, ese momento es imborrable. Un día así nos conocimos y lloramos. Un día así, cuando nos dominaba la locura. Cuando la nieve envuelve la niebla sedosa, ese momento es insoportable de recordar a solas. Fue un instante así cuando la moza ató a su cuello el fajín de su vestido, pendiente de un árbol cuyos retoños apenas despuntaban. Cuando la nieve envuelve la niebla sedosa, es el tiempo cuando la alondra remonta el vuelo por el campo, sobre el mar, en el cielo... y el espíritu se embriaga de contento. Cuando la nieve envuelve la niebla sedosa, ese tiempo es imborrable. Un día así nos conocimos, un día así nos despedimos para siempre.

El canto del gallo Es por tu partida, con el alma en pena, que escucho el canto del gallo. Cuando la noche se ahonda y duermo profundamente ¡qué difícil es soñar! ¡Ah, martirio y pesadumbre! ¿Por qué la vida aflige tanto? Entre el verdor de las sombras matinales, Voy andando a solas.


e

Kim Sowol poeta nacional de Corea

owol El búho Anoche, un búho se ha posado, ululando, por la ventana trasera y durante el día completo, nubes oscuras sobre el mar. Sin sol a la vista hoy, de nuevo anochece.

Si el mar se convirtiera en campo de moreras... Este penar mío, que no conoce fin... Pétalos que caen una tarde de fin de primavera, pétalos que caen mecidos por el viento. Dice el refrán antiguo: Si el mar se convirtiera en campo de moreras... Así de hermosa es esta época de primavera en la que todo luce novedoso a la vista y nada parece familiar. ¡Qué tristeza, con todo, qué tristeza! Un día de primavera, transcurrido marzo ya, se derramaban como sangre púrpura ¡aquellos pétalos, aquellos pétalos!

Honor, fama, fortuna... Mi cara reflejada en el espejo... Si la hubiese conocido un poco antes. El hombre ignora todo del día que envejece, del día que ha de morir... ¡Ah!, si tan sólo en eso consiste la verdad entonces, ¿qué ha sido de mi vida? Dieciséis, parece conveniente en este instante. A esa edad ¿podría yo ser más que antes? ¿tan sólo un poco más? Debí saber que vivir es la vida verdadera. Mi cara reflejada en el espejo... si la hubiese conocido un poco antes.

La gran muralla Noche tras noche, la noche entera, construyo y demuelo la gran muralla.

La nube Si pudiese montar a aquella nube, aquella nube teñida de rojo carmesí que al anochecer se apaga. Ascendería hasta ella y cabalgaría en el cielo por miles de kilómetros hasta quedar envuelto entre tus brazos mientras duermes. Mas, ¡ah, es imposible! Escucha, amada mía: cuando esa nube se transforme en lluvia y se derrame sobre ti, piensa en las lágrimas que yo derramo cada noche.

Azaleas Cuando hastiada de mirarme me abandones, te dejaré partir quietamente y sin palabras. Del monte Yak, en Yongbyon, un puñado de azaleas cortaré para esparcir en tu camino. En cada paso que te alejes, sobre esas flores derramadas ante ti, pisa con ternura. Cuando agotada de mí te marches, aunque muera, no, no he de verter lágrima alguna. Versiones de Leandro areLLano

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LEER El otro Nietzsche. Interpretaciones de su pensamiento en el mundo occidental desde 1970, Herbert Frey (edición y coordinación), Conaculta, México, 2015.

LECTURAS DE UN PENSADOR INTEMPESTIVO

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resados en la “materia Nietzsche” y examinar su vigencia y actualización presentes. Como lo recordó Thomas Mann en 1948: “En la lectura de Nietzsche resultan necesarias todas las clases de astucia, de ironía, de reserva” • El legado mesiánico. La sillería del coro de San Agustín, Carlos Martínez Assad, unam , México, 2015.

ORLANDO LIMA ROCHA

MADERA QUE FORJA HISTORIA

“N

o hay hechos, sólo interpretaciones”: tal sentencia nietzscheana, incluida en la Segunda intempestiva de 1874, nos podría dar una sugerente pauta del objetivo del reciente libro El otro Nietzsche. Interpretaciones de su pensamiento en el mundo occidental desde 1970, coordinado y editado por el filósofo Herbert Frey y en el que colaboran distintos estudiosos de su pensamiento. La obra nos recuerda la importancia que tiene tanto la lectura como la recepción y marcos editoriales a través de reflexiones sobre cómo ha sido leído este crítico de la modernidad occidental desde diversos países europeos (Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y España) y temáticas centrales (sus imágenes de los pensadores griegos y de la Biblia, así como su lugar en la ética actual). En efecto, como bien denota El otro Nietzsche, la filosofía del pensador alemán ha sido leída e interpretada desde múltiples perspectivas que, sobre todo a partir principios del siglo xx en el mundo occidental, han suscitado una serie de debates, posiciones en pro y en contra, así como sesgos en la lectura que en principio lo han monolitizado. Fenómenos gestados sobre todo a partir del halo del nazismo, que redujera su pensamiento a una “voluntad de poder” como dominación y sentencia ideológica del momento, hasta pasar por tener un carácter más pasional, vital y “nomadista” que le dieran filósofos franceses como Georges Bataille o Gilles Deleuze. Si bien, como nos lo recuerda Herbert Frey, es desde la década de 1970 que se dio “una exhaustiva reelaboración histórico-crítica” de la mano de, sobre todo, literatos e historiadores del arte. Quizás uno de los rasgos más característicos sea su forma asistemática que en la actualidad (y gracias a las múltiples miradas disciplinarias) se han gestado del filósofo de los aforismos. De allí que, afirma Frey, “la complejidad del fenómeno Nietzsche sólo puede ser descifrada por una multiplicidad de interpretaciones”, para denotar la riqueza y complejidad que dejan sus reflexiones. Un elemento imprescindible a tener en cuenta es, como bien destaca Frey, la delimitación occidental de las lecturas nietzscheanas presentes en El otro Nietzsche. Delimitación que, no obstante, llama a un necesario diálogo y cuidadoso estudio como lo ha sido esta obra. Sobre todo para las lecturas latinoamericanas que, como en el escritor Jorge Luis Borges, comenzaran una lectura de otro Nietzsche a partir de su “obra inédita” (elaborada entre 1870 y 1888 y que es una obra de capital importancia) para repensar su propia situación intelectual y social. El otro Nietzsche resulta una obra de imprescindible valor sobre todo para los especialistas e inte-

HUGO JOSÉ SUÁREZ

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arlos Martínez Assad es uno de los autores más eclécticos y creativos de nuestro tiempo. Quizás su principal característica es ser curioso, arriesgado e imaginativo. Pertenece a una generación que se construyó entre la conferencia y la novela, entre el cine y la teoría, entre la calle y el aula. La obra de Martínez Assad navega con igual soltura entre el cine, la historia o la literatura. Un año ofrece un texto sobre la ciudad que nos dejó el cine; otro nos invita a acompañarlo a un viaje por el Líbano con la valija llena de recuerdos de su abuelo; uno más profundiza en la experiencia cruzada de maestros rurales en Hidalgo y una familia migrante de Medio Oriente que se instala en el corazón del campo mexicano. Su propuesta intelectual ha sido construir puentes, más que levantar murallas. Ha publicado importantes estudios sobre historia, ha estudiado la relación entre el Medio Oriente y México. Apasionado por la imagen, ha producido películas y promovido acervos fotográficos. El legado mesiánico se encuentra en esta larga búsqueda histórica y explicativa. Se trata de una edición muy cuidada que presenta analíticamente la sillería mencionada en el título, que contiene texto y fotos de alta calidad a través de las cuales uno casi puede meterse en cada uno de los retablos. Está dividido en cuatro partes: El convento y el templo de San Agustín, La gran obra de la sillería del coro, La doctrina teológica de San Agustín en la sillería, y La sillería del coro. El autor propone un análisis en varios niveles que contemplan el contexto de la elaboración con sus implicaciones en la historia del arte, y la inmersión en la propia obra resultado de una intención teológica particular que debe ser desconstruida. La sillería se enmarca en el importante emprendimiento de la orden agustina que llegó a México por Veracruz tempranamente en 1533, poco después de dominicos y franciscanos. La empresa religiosa tuvo amplio impacto, construyendo varios templos y conventos con obras de arte que forman parte del patrimonio cultural de la nación. La sillería fue encomendada al maestro ensamblador y tallador Salvador Ocampo en 1701, que se obligaba a “hacer, labrar y acabar dicha sillería poniendo en ella demás de su trabajo personal y maestría los oficios más primorosos que de dicho oficio hubiese...” Si bien el cuidado artesanal estaba en las mejores manos de la época, el contenido religioso recaía en el padre provincial de los agustinos, fray Ramón

Gaspar, a quien se debe la interpretación teológica. La magnífica sillería, compuesta por 157 retablos finamente tallados en madera, permaneció en el templo de San Agustín hasta 1861, cuando fue desmantelada luego de la nacionalización de los bienes eclesiásticos. Hay distintas versiones sobre su paradero, pero el caso es que en 1895 la obra ya ensamblada se exhibió en el Aula General –que luego se llamara El Generalito– de lo que hoy es el Museo de San Ildefonso. Es fundamental preguntarse por qué elaborar una obra de esas magnitudes. Se sabe que la evangelización tuvo como principales aliadas a las imágenes, que fueron la manera más eficaz de transmitir el mensaje cristiano a un pueblo multilingüe y con profundos referentes religiosos propios, como el mexicano. Pero esa no parece ser la única razón. Las pinturas y las imágenes tenían un rol preponderante en la tarea de transmitir mensajes; la sillería más bien estaba reservada al uso y aprecio de una pequeña elite ilustrada y practicante que tenía acceso a ella, lo que indica que su intención no sólo fue la divulgación sino, y tal vez fundamentalmente, la elaboración de un relato teológico sólido. Lo que muestra Martínez Assad es que en la sillería hay una intención teológica que retoma los preceptos de san Agustín. El Génesis está representado en cuarenta y seis retablos y el Apocalipsis en diecinueve, siendo los libros más utilizados. La idea de fondo es mostrar una visión del pecado original como inherente a la condición humana; se trata de enseñar, como lo hiciera Agustín en la Ciudad de Dios, que la libertad del ser humano puede conducirlo a dejarse gobernar por las pasiones y vicios de la carne, y que sólo someterse a Dios es el camino para tener un “justo control sobre el cuerpo”. La última parte del libro –casi ochenta por ciento– está dedicada a mostrar cada uno de los retablos en una fotografía de alta calidad acompañada por el texto original, citando el libro, capítulo y versículo bíblico. Esa es una de las delicias del documento, poder pasear por cada uno de los episodios descubriendo el origen y comprendiendo que cada pieza forma parte de una inteligencia teológica apoyada en la Biblia. La precisión de las imágenes permite sumergirse en los escenarios, apreciar los detalles, las casas, los rostros, los vestidos, y son una invitación a visitar la sillería en San Ildefonso con la convicción de estar frente a una de las grandes obras de arte de México •

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LEER

Jornada Semanal • Número 1100 • 3 de abril de 2016

Legión, Enrique Montañez, Editorial Porrúa, México, 2016.

LA CONDICIÓN HUMANA DEL OBJETO RICARDO GUZMÁN

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ontañez tiene décadas en el mundo editorial como director de revistas, editor de libros y autor. Este es su segundo libro de cuentos y en él evidencia que su mirada excede lo esperable por su facilidad para diseccionar lo cotidiano, pero también porque propone sorpresas donde menos se les espera. El oficio literario de Enrique Montañez le permite insertar minas de humor negro en las desgracias cotidianas y las extremas. Sus textos son llamados a filosofar sobre la condición humana y cómo se interconecta con cuanto le rodea; lo mismo puede ser un sombrero demente o un reloj con significante preternatural. Una vez asumida nuestra naturaleza, las fronteras son infinitas para esta pluma que evidencia el divertimento de la creación pausada, pero que también se preocupa por complacer al lector. ¿De qué sirve tener el oficio si no hay quien escuche caer el árbol del ingenio para liberar a los entes ahí atrapados? En “Contiguos”, dos seres sin pareja posible se juntan para esperar, aterrados, el final ineludible. Podrían ser personas de cualquier condición y edad, pero el autor prefiere que sean un zapato de tacón roto y una media agujereada. Disfuncionales emocionales, los humanos pueden dejar de ser útiles para sí mismos por la p é rd i d a d e e s e c o m p l e m e n t o , metáincluso si es imaginario: la metá fora de humor aparente pero de profundidad avasalladora. Los o b j e t o s c o m o re v e l a d o re s d e l padecer humano: en “Moneda”, el presentar una cara u otra se traduce en el orgullo o en la v a n i dad de figurar por un valor de incacambio; como si fuera un ser inca prefiepaz de perpetuar la dicotomía interna, prefie re caer en la alcantarilla para escapar de este mundo. De nuevo la aproximación para las personas que se encierran en sí mismas o q u e desperdician la vida para no enfrentar las propias posibilidades. Metáforas elaboradas para lograr un divertimento ante lo inesperado de las figuras usadas. ¿Quién puede amenazar

por teléfono a un íncubo?, ¿cómo logra el mar dulcificar la muerte terrible?, ¿hasta dónde llega el retruécano metafórico? Mientras el jazz endulza asesinatos noir, el autor desliza cuentos cortos de eficacia perdurable para evidenciar, de nuevo, su estilo narrativo singular. Montañez pertenece a la generación que aprecia la brevedad de los textos. Tal vez inconscientemente, se refugia en la técnica del twitter o en la limitante del mensaje telefónico de texto: es preciso compactar el planteamiento y resolución del cuento, pero sin hacer a un lado la buena escritura. Con su primer libro, Montañez demostró que gustaba de diseccionar los sórdidos bares de Bucareli; ahora se regodea en exprimir los pensamientos obtenidos de esas correrías, sin olvidar que toda acción tiene una lectura profunda, y que puede llamar al humor. Incluso la Biblia, en la rivalidad Eva-Lilith, logra esa peculiar sonrisa donde se reconoce el tino literario, que aunque de pequeña extensión, no será fugaz. Montañez ha mostrado disciplina y recursos para continuar en ascenso literario • Macho Viejo, Hernán Lara Zavala, Alfaguara, México 2015.

UN NEOBUCOLISMO DE BAJA TONALIDAD SERGIO GÓMEZ MONTERO

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in duda, entre los escritores mexicanos actuales más consistentes y destacados se encuentra el yucateco Hernán Lara Zavala. Sus libros por lo común llaman la atención del lector. Por eso, a pesar de ello, sorprende su novela más reciente aquí reseñada, pues en su sencillez escritural –sólida, limpia, tersa– no logra atraer al lector, quien siente que la anécdota es demasiado simple por muy bien estructurada y llevada que esté la escritura. Pero, ¿de dónde entonces la debilidad de la anécdota? Una respuesta posible radica en el hecho de que se sitúa en un ámbito bucólico-costumbrista marcado que, para las tendencias contemporáneas de la narrativa actual, pareciera estar pasado de moda y sin atractivos mayores para el lector de estos días. Basada en la vida de un personaje real que vivió años atrás en Puerto Escondido, Oaxaca, en la novela de Hernán Zavala esa vida se transforma en una narración que suena no sólo a pretérita sino a plana, carente de los efectos relampagueantes de la realidad contemporánea aun allí mismo, en Puerto Escondido.

El desarrollo anecdótico de este libro es por demás sencillo. El eje es la vida del personaje central, Macho Viejo (un médico no titulado, pero conocedor profundo de su arte), quien ocasionalmente llega a Puerto Escondido. Allí encuentra esposa, a quien el lector conoce a través de pasajes breves e intensos, y con quien el protagonista procrea tres hijos (el mayor fallece) que viven en el extranjero y se mencionan sólo ocasionalmente; la de ellos es una vida que se entrecruza con la de un pez pargo al que el médico, personaje central de la historia, nombra Isaías y al que rinde tributo hasta el último momento, y finalmente las personas, escasas, que viven en el lugar de los hechos. Y es todo, no mucho más contiene la anécdota del libro y por eso su lectura es un ejercicio rápido y ocasionalmente plano y sin problemas. Lo anterior, es cierto, plantea preguntas varias sobre el peso del tiempo en la narrativa y cómo ese factor, el tiempo, influye determinantemente en el carácter de la anécdota. Por ejemplo, de la misma manera que con otros factores (lenguaje, por ejemplo) en el caso de la literatura de hoy, surge la pregunta: ¿el tiempo acelera el decaimiento de las anécdotas más rápido que antes? Porque, supóngase, ¿esta novela no suena acaso a la novela de Agustín Yáñez La tierra pródiga de los sesentas, en donde precisamente es la costa de Jalisco (un poco más al norte que Puerto Escondido) la que se convierte en el eje central de la anécdota, como en esta novela, en donde el factor humano y no el locus se vuelve determinante? Pero no puede ser el planteamiento de las preguntas anteriores lo que establezca hoy el valor de la novela de Lara Zavala, sino el atractivo que en concreto le ofrece al lector esa novela, lo cual conduce a reafirmar que su anécdota en la época actual –por las razones aquí esbozadas– no logra ser suficientemente atractiva para el lector y eso hace que la lectura de dicha novela no se muestre bastante interesante en la actualidad. Que cada quien haga su lectura •

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DANZA BUTOH: la reinvención del cuerpo Christine Grenier

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Naief Yehya

Agustín Ramos

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A RESEÑA SE ESCRIBE sola: el último libro de mvll caricaturiza la realidad. Es el tránsito, (¿final?) del novelista que en Conversación en La Catedral exponía una panorámica donde la pregunta existencial era: ¿cuándo se jodió el Perú?, al periodista del chismarajo arrabalero que en “Los Siete Pescados Capitales” fabrica un híbrido del interiorismo con el exteriorismo definitorios de su polifacética obra. En “Un remolino”, quizás el único capítulo no prescindible, mvll mezcla escenas sin más aviso que un punto entre cada párrafo y alecciona sobre el significado de

narrar, en el mejor español a su genial alcance, el español vulgar peruano; narrar, es decir fascinar con actos de personajes en atmósferas tangibles. Sin embargo es justo ahí donde la conversación se distorsiona y se disfraza de una confesión inverosímil de La Retaquita:“Conversemos, entonces, Ceferino. Mejor dicho, escúchame con mucha atención. No me interrumpas hasta que termine. Después, podrás hacerme todas las preguntas y comentarios que quieras…” Y ahí La Retaquita platica, como diríamos en buen mexicano, tocha morocha la neta del planeta sobre el chayoteo y su instancia sucedánea, el Poder Judicial. Es decir, con esta obra mvll transita de la Dictadura Perfecta a las Repúblicas Chayoteras o también, en sus propios conceptos, del recurso a la mentira/realidad ficticia para revelar la verdad/realidad real, al encubrimiento de esta realidad real con los mismos recursos de la mentira disuelta en la realidad ficticia de los medios electrónicos e impresos.Para que se entienda dicha caricaturización cito a mvll describiendo a los personajes principales y comienzo por Ceferino, fotógrafo detonador del thriller: “un cholito sin edad, escuálido, con unos pelos lacios que le chorreaban hasta los hombros, de espesas cejas”. Paso, después, a La Retaquita “que, vista de espaldas cualquiera la tomaría por una niña. Morena, de cabellos crespos… delgadita y enclenque”. Y ahorrándome de momento tanto la descripción clasista de los atavíos como la exposición del recitador atacado, inverosímilmente, de alzheimer y, verosímilmente, por torturadores de la pgr en versión peruana, concluyo con la descripción completa del extorsionador fallido que dirige un periódico oficialista:“Tenía una vocecita chillona… ojos pequeñitos y movedizos, un cuerpecillo raquítico y… incluso… apestaba a sobacos y a pies… sus zapatones de tacones altos chirriaban y llevaba un saquito azul muy entallado y una corbata tornasolada que parecía acogotarlo.” El otro cabo de la hibridez, como quien dice la cola de la cebra, es lo que mvll , en su calidad de articulista de periódico europrogre, tan inmundo como el amarillista, calificaría como “libertinaje”. En consecuencia, debería citar la descripción de las limeñas detonadoras del lado verticalmente risueño y de sus cornudos, un empresa-

rio minero a lo Autrey y un abogado a lo Fernández de Cevallos sin momificar; sin embargo omito esta faceta, no por racismo ni clasismo sino porque los cuatro personajes se retratan mejor en sus hechos y en sus deliciosamente telenovelescos diálogos… S u m a r i a m e n t e r e s e ñ a d o s, l o s personajes y la trama constituyen caricaturas de m v l l para vengarse políticamente de Perú, y entretener literariamente a sus lec tores, con la versión oficial de los gobernantes urbi et orbi respecto de la caída de ciertos gobernantes indigestos y con la versión oficiosa de la prensa que ese autor nutre sabroso. Por eso cierro el libro con la sensación de que apago la tele después de ver al Gordo y a la Flaca o a la versión najayota de éstos, Legarreta y Araiza, o a la huachafez inmunda de Laura etcétera. Más que caricaturesco esto es grotesco, la verdad.

Porque aún más inverosímil resulta la versión de que quienes derrotaron electoralmente a mvll cayeron por un golpe iniciado por la prensa. Claro, mvll se ha curado en salud tras un multicitado “terrorismo” y tras esta advertencia: “para la creación de algunos personajes, el autor se ha inspirado en la personalidad de seres auténticos, con los que, además, comparten nombre, aunque a lo largo de toda la novela son tratados como seres de ficción. El autor ha asumido en todo momento libertad absoluta en el relato, sin que los hechos que se narran se correspondan con la realidad”. Resumo conjuntando el insulto intempestivo de m de cs con la conclusión de uno de tantos epígonos de mvll :“Esto no es un gato ni mucho menos una novela histórica.” •

Tiempo de aire, las elecciones estadunidenses Un podio vacío Se nos han acabado las metáforas y comparaciones graciosas de Donald Trump con productos de higiene femenina, fascistas arrogantes y animales de granja con prognatismo. En todo el mundo se han publicado muchos artículos de denuncia sobre el estilo estridente, el racismo y el populismo frívolo del hombre que promete construir un hermoso muro divisorio entre México y Estados Unidos. Sin embargo, en los noticieros y programas políticos estadunidenses de todo el espectro (que no es muy amplio), la cobertura se divide entre Trump y todo lo demás. Se tiene una sensación de desasosiego cuando los comentaristas deben alejar sus cámaras y opiniones del millonario convertido en actor de reality show y luego en político. La obsesión llega a niveles que podrían ser cómicos si no realmente desoladores, como mostrar durante media hora el podio vacío donde hablará el magnate de bienes raíces de nuevo convertido en dueño de casinos fracasados, con la certeza de que el auditorio esperará el tiempo que sea con tal de ver al incompetente exvendedor de bisteces luego exdueño de aerolínea quebrada.

paranoica, conspiratoria y ferozmente antigubernamental de la John Birch Society de los años sesenta. La derecha delirante representada por la excandidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, le abrió el camino a Trump.

Tiempo de aire Como reportó The New York Times el 15 de marzo pasado: los medios le han dado a Trump una descomunal cobertura

Lecciones no aprendidas Podríamos pensar que un país que recientemente sobrevivió (es un decir) a ocho años del régimen neocon de George Bush, Jr., quien desató una guerra genocida sin objetivos claros ni asequibles que ya va en su décimo cuarto año, que contempló impávido el desplome de la economía planetaria por la ambición desenfrenada de Wall Street (gracias a Reagan y a Clinton) y que ignoró el hecho de que el mundo se acerca vertiginosamente al punto de no retorno en el cambio climático (fenómeno que en general la derecha niega), habría aprendido alguna lección. Pero parece que no fue así, sino que, por el contrario, un gran porcentaje de los estadunidenses sueña con un régimen aún más extremo, más grosero y más ignorante que el de Bush. Los republicanos, y Trump en particular, han hecho de la frase “corrección política” un insulto, con lo cual consideran una cobardía respetar la Constitución, los derechos humanos, el derecho a la autodeterminación de las naciones y la decencia básica. Trump ha ganado con facilidad buena parte de las elecciones primarias y se acerca vertiginosamente a la nominación republicana. Todos los que pensábamos que esto no sucedería jamás, nos equivocamos.

dinero oscUro La llegada de Obama al poder provocó que ciertos multimillonarios, como los hermanos Koch (de Koch Industries), lanzaran un movimiento destinado a sabotear y obstruir cualquier intento de reforma del presidente, como señala Jane Meyer en su fenomenal libro Dark Money (Dinero oscuro. La historia oculta de los millonarios responsables del ascenso de la derecha radical). Los Koch son los principales patrocinadores e ideólogos del Tea Party y de docenas de políticos de extrema derecha que militan contra los programas de seguridad social, de justicia fiscal y de educación pública, entre otras cosas. Este movimiento archiconservador está fundado en la misma ideología anticomunista, prosegregación,

gratuita, en lo que denominan “medios ganados”. Las horas que el exdueño de revistas ya desaparecidas convertido en hotelero de oropel ha pasado frente a las cámaras de todos los canales le hubieran costado cerca de dos mil millones de dólares, lo cual es mucho más de lo que se le ha dado a todos los demás candidatos juntos. Trump sólo ha invertido alrededor de 10 millones de dólares en anuncios. Independientemente de que la cobertura sea positiva o negativa, Trump está siempre en los medios electrónicos. Esta sobreexposición tiene mucho que ver con su éxito en las elecciones primarias, donde su nombre resuena mucho más fuerte que cualquier otro. Les Moonves, el director general de la cadena televisiva de cbs , declaró sin el menor pudor: “Puede que esto no sea bueno para Estados Unidos, pero definitivamente es bueno para cbs. Yo nunca he visto nada así, este va a ser un muy buen año para nosotros. Lo siento, es una cosa terrible, pero para nosotros, económicamente, el papel de Donald en esta elección es buenísimo.” Ahora bien, nos podemos seguir burlando cuanto queramos de Trump, su muro, su copete y sus insultos, pero la realidad es que, en un análisis frío, sus posiciones son ligeramente (muy ligeramente) menos repugnantes que las de Ted Cruz, quien aparte de ser un demagogo, es un peligroso fanático que los “republicanos serios” han adoptado como su salvador y quieren hacer pasar como una opción razonable •

JORNADA VIRTUAL

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TOMAR LA PALABRA

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Jornada Semanal • Número 1100 • 3 de abril de 2016

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola

germainegh@casalamm.com.mx

De anticuarios y coleccionismo

H

ACE UNOS MESES LLEGÓ a mis manos, por obsequio, el exquisito libro titulado Anticuariato en México, producido por la empresa Smurfit Kappa que desde hace cuarenta años ha editado la colección Cultura y Pasado de México formada por un libro anual con temas relacionados con el arte y la historia de nuestro país. La coordinadora de esta edición es la historiadora del arte Elena Horz de Sotomayor, quien invitó a participar con textos para este volumen a la narradora, poeta y socióloga Elisa Ramírez Castañeda, al investigador de la unam Gustavo Curiel, al anticuario Daniel Liebsohn y a la también historiadora del arte y anticuaria independiente, Hilda Urréchaga, autora de la investigación que conforma el cuerpo principal del libro. Esta oportuna y afortunada edición aborda por vez primera la historia del comercio de antigüedades en México, a través de sus protagonistas principales: los anticuarios y los coleccionistas. El arte de coleccionar es tan antiguo como el hombre mismo, como bien apunta Gustavo Curiel: “Desde la aparición del Homo sapiens sobre la faz de la tierra, los seres humanos nos hemos hecho acompañar de un sinfín de objetos culturales que utilizamos para diferentes propósitos. Sin excepción alguna, todas las civilizaciones, todos los pueblos, todas las culturas han seleccionado multitud de bienes de la llamada cultura material, que por sus características intrínsecas se han considerado como bienes especiales o de excepción.” La historia del coleccionismo va de la mano de la historia de los anticuarios, esos personajes curiosos, excéntricos y fascinantes que son piedra clave en la conservación del patrimonio artístico y en la asesoría para la creación de colecciones públicas y privadas; el oficio de anticuario requiere de vocación y pasión: son acuciosos investigadores, promotores y divulgadores del arte antiguo y, en muchos casos, responsables de la repatriación de bienes nacionales. Son un vehículo para preservar la memoria, y hay que subrayar que sin mem o ria no hay historia. Como parte medular del libro, Hilda Urréchaga realiza un exhaustivo rastreo de documentos en archivos de colecciones importantes, como los del Museo Franz Mayer, del Museo Casa de la Bola, del Museo Casa del Risco, entre otros, para identificar la procedencia de piezas que llevan a la identificación de los marchands d´art que las vendieron en su momento. A través de una puntual investigación bibliográfica y hemerográfica, así como de entrevistas con los descendientes de los anticuarios ya desaparecidos y con los que destacan en el medio actual, Urréchaga traza un panorama histórico, a un tiempo ameno e ilustrativo, de estos personajes cuyas historias están permeadas de anécdotas fabulosas en torno a su oficio de cazadores de tesoros. Del siglo xix sólo se tiene noticia de dos establecimientos comer-

ciales dedicados a la venta de objetos suntuarios: el de José y Attilio Tangassi, y el de Claudio Pellandini. Se tiene registro de nombres de marchands independientes que vendieron piezas a dos de los coleccionistas más relevantes de finales del x i x y principios del xx : José Ramón Alcázar Castañeda y José Luis Bello y González, cuya soberbia colección conforma el museo que lleva su nombre en Puebla. Uno de los primeros anticuarios renombrados fue el francés Louis Théophile Gendrop, quien estableció su Casa de Antigüedades en el Centro Histórico a principios del siglo xx y donde compraron algunos de los más prominentes coleccionistas de la época, como Franz Mayer, Mauricio de la Arena, Salomón Halle o José Manuel Gargollo y Garay. A su muerte, el acervo pasó a manos de Francisco González de la Fuente, quien abrió Galerías La Granja –de donde viene su apodo, Paco de la Granja–, uno de los más prestigiados anticuarios del siglo pasado. Así se suceden los nombres e historias de medio centenar de anticuarios que han desfilado a lo largo del siglo xx y hasta nuestros días. Con el nutrido texto de Hilda Urréchaga se intercalan fichas descriptivas de piezas exquisitas que han sido muy preciadas para los coleccionistas. El elegante diseño editorial estuvo a cargo de Ricardo Salas y las espléndidas imágenes son obra del fotógrafo Jorge Vértiz. Este libro, como los anteriores que han integrado la colección de Smurfit Kappa, no está destinado a la venta, ya que su distribución se limita a clientes y compromisos de la empresa. Sin embargo, parte del tiraje es donado para su consulta a instituciones educativas públicas y privadas. Sería deseable que una parte saliera también a la venta para el deleite de coleccionistas, aficionados y estudiosos del arte en general, quienes mucho se beneficiarían de este magnífico trabajo •

El jazz, ese niño de aire

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L NIÑO JUEGA. El niño es libre. El niño es futuro encarnado. El jazz juega. El jazz es libre. El jazz es un niño de aire. Ambos celebran su día el 30 de abril. Ambos improvisan a los ojos y oídos del mundo gritando y corriendo en la transparencia, umbral anterior al miedo. Por ello, porque en este mundo hay demasiado miedo, hay que sumarnos a esa fiesta en una sala de conciertos, en una plaza pública o en un salón de clases. Así lo entiende el Encuentro Nacional de Jazz (www.encuentronacionaldejazz.com) que este mes presenta una segunda edición en Guadalajara, su ciudad de origen. Dirigido y producido por Paulina Muñoz y Gil Vázquez, el evento sucederá del 28 al 30 de abril y ofrecerá conciertos, clases magistrales, ponencias e improvisaciones con invitados locales más otros provenientes de Xalapa, San Luis Potosí y Ciudad de México. Las sedes serán el Andador Coronilla, el Laboratorio de Arte y Variedades Larva, el Café Coltrane, el Escarabajo Scratch Bar y el Café Palíndromo. En un intento unificador, además, el Encuentro Nacional de Jazz de Guadalajara contará con la alianza de la Universidad Libre de Música, el área de jazz de la Universidad Veracruzana, el LaFaro Jazz Institute, Tónica, el Centro de Estudios Cinematográficos de Guadalajara, el Colectivo San Luis Potosí, Gift Music y Sonicos, quienes otorgarán becas a los participantes o prestarán servicios por intercambio. Esfuerzo independiente, éste parece de los que nacen para durar y convertirse en referente. Su selección de artistas, aunque reducida aún, es prueba del tino y la vocación pedagógica que lo impulsan: Agustín Bernal, uno de nuestros mayores contrabajistas; Gabriel Puentes, baterista chileno con larga trayectoria en México; Héctor Rodríguez, guitarrista notable; Roberto Verástegui, pianista graduado en la Universidad del Norte de Texas; Samuel Martínez, también pianista pero formado en Puerto Rico; Juan Carlos Flores, experto en booking y management; el Ensamble Jazzuv de Xalapa; más otros artistas como Pablo Aguirre, Archie Salcedo, Giovanni Figueroa y la Big Band cucba, que merece un comentario aparte. Creada en 2013 en el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, la Big Band cucba agrupa a intérpretes amateurs que decidieron hacer algo con su amor por el jazz, recordándonos que la música puede y debe ser ejecutada en cualquier momento y en manos de quien sea. A sus filas se han sumado estudiantes del Conservatorio de la Universidad de Guadalajara, por lo que les auguramos buenas rutas, sobre todo después encontrar en internet parte de su presentación en el Teatro Vivian Blumenthal. Al cobijo del temazo “Fee-

Arriba: Rodrigo Rivero Lake, arte y antigüedades Big Band cucba

ling Good”, notamos su buen oficio pese a ciertos deslices en la sección de alientos. Ojalá que mantengan su naturalidad sin caer en el conflicto de la “extrema profesionalización”. Otro acontecimiento tapatío, además del Encuentro Nacional de Jazz en abril, será la fim Pro a finales de mayo. Es la Feria Internacional de la Música para Profesionales, iniciativa que se fortalece vinculando artistas variopintos con promotores, productores, periodistas y expertos en diversas materias de la industria. Su jurado eligió a una docena de aspirantes para ser impulsados internacionalmente, lo que supone buenas recomendaciones para nosotros, melómanos incurables. La lista contempla a Mariel Mariel, Vanessa Zamora, Todd Clouser y Renee Mooi, Audia Valdez, Los Músicos de José, The Polar Dream, Mateo Kingman, Los Espíritus, Carta Na Manga, Axel Krygier, El Ombligo y La Santa Cecilia. Nos disculpamos de inmediato por otra lista sin referentes. (Sabemos que son odiosas.) Pero la justificamos porque, hasta donde sabemos, está estrictamente integrada con proyectos de calidad y originalidad, listos para mostrarse al mundo. Búsquelos. Algunos tienen larga trayectoria. Los Músicos de José, Todd Clouser, La Santa Cecilia y Mariel Mariel llevan rato flotando en el ambiente. Asimismo, visite la página de la fim (www.fimguadalajara.mx) para enterarse de sus conferencias y encuentros y, si vive en Guadalajara, mejor aún, acérquese a los conciertos. Suelen sorprender y abrir túneles a dimensiones misteriosas. Ahora bien, si usted vive en Ciudad de México y volviendo al punto de partida, la Orquesta Filarmónica de la unam también dará un concierto para niños el 30 de abril, en la Sala Nezahualcóyotl. Será en torno a la obra de Cri-Cri. Ojalá que en este año de celebración por sus primeros ochenta años de vida, la ofu nam supere la incertidumbre que vive a falta de dirección artística. Su salud es nuestra salud y la de los niños del aire, futuros encargados de todo lo que dejemos vibrando a nuestro paso. Ese también es un legado. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •

BEMOL SOSTENIDO

@LabAlonso

ARTES VISUALES

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

3 de abril de 2016 • Número 1100 • Jornada Semanal

Ana García Bergua

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Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

E

N PARÍS DESAPARECE ( era , 2014), la novela más reciente de Héctor Manjarrez, un joven mexicano cena en La Coupole con un matrimonio francés cuyos integrantes son algo así como sus protectores y lo han invitado previamente a escuchar a la cantante Bárbara. Los acompaña un hombre de grandes ojos al que el joven llama para sus adentros Marcel por cierta semejanza con Proust y que lo mira de modo insistente, por lo que el joven piensa que quizá es homosexual. Finalmente el hombre se desabotona la manga de la camisa y le muestra al joven su brazo, con el número de prisionero del campo de concentración tatuado en la piel. Le dice que muchos de sus compatriotas no judíos ya no quieren hablar de eso, le pregunta si cree que debe olvidar. Cuando el supuesto Marcel se arremanga la camisa para mostrarle el número del campo en el que estuvo prisionero a su edad, el joven piensa en El hombre del brazo de oro, pues viene de un mundo y una época distintas. La pregunta de ese hombre es la pregunta de ese tiempo que niega su memoria. La novela se sitúa a comienzos de los años sesenta, antes de 1968, el fin de la segunda guerra mundial no está tan lejos y París carga con el lastre de la vejez. Ya no es la capital de las vanguardias (en la pintura, Londres y Nueva York la han destronado) y, sin embargo, aún es la ciudad, el escenario al que aspiran muchas educaciones sentimentales, entre ellas la de este joven mexicano culto y ávido, uno de los jóvenes más jóvenes que he leído, dispuesto a pasar hambres con tal de recorrer las calles de esta dama añosa:“Nadie me miraba mirar el río. Cuando andaba solo, la mayor parte del tiempo, yo era un secreto, yo era invisible, como un espíritu. Los malditos flics no me molestaban con el carnet de identidad. Casi diría, si no sonara presuntuoso, que el aire procuraba no despeinarme. La ciudad se había acostumbrado a mí. Entraba en cafés y brasseries en busca de quién sabe quién que siempre estaba en otra parte, siempre esperándome.” Este joven mexicano invisible pasa, a lo largo de la novela, por unos cuantos amores pedagógicos, algunos de ellos turbadores; se ve involucrado en una intriga que incluye el falso robo de un falso Matisse con un falso asesinato, y participa en la mensajería espiritista de una vidente rusa. Por París desaparece circulan prostitutas y prostitutos, mexicanos de ésos, cultos y adinerados, entre ellos un atormentado pintor gay; franceses que cazan patos, gringas ninfomaníacas y refugiados españoles dedicados a la servidumbre, junto con muchos otros extravagantes e intere-

santes personajes que parecen formar parte de un extraño gabinete de curiosidades naturalistas al estilo inglés. Como debe ser en una novela así, la narración no escapa a cierta aura de pedantería que puede agobiar a algún lector, pues repasa, aunque sea un poco, las discusiones intelectuales de entonces, cuando todavía se podía ver a Sartre trabajando en el Café de Flore, discusión que en cierto modo es también reflejo de esa cierta decadencia francesa, y a ratos las mil referencias ahogan un poco la trama, loca de por sí y sumamente divertida, sembrada de escenas memorables. Pero lo más importante a mi modo de ver es el ajuste de cuentas entre aquel jovencísimo joven, abierto a todas las cosas, casi en carne viva, frágil y potente a la vez, y la voz del que lo narra desde ahora –el ahora de quien lee la novela– y que por fin parece entenderlo. Y esa mirada es profundamente conmovedora, profundamente lúcida, y es lo más bello de París desaparece. En sus libros anteriores, Héctor Manjarrez ha abordado siempre la juventud de cierta manera comprensiva e incluso cruel, pero en esta novela, pienso, es como si hubiera llegado por fin a una conclusión sobre el tema. No la inocencia pueril sino el descubrimiento de que uno es, desde joven, quien es en toda su complejidad, sólo que no se puede ver y no se entiende.“De pronto me sentía viejo. Los viejos se mofan de que los jóvenes alardeen de que se sienten viejos, pero es porque se les olvidan las veces, cuando eran muy jóvenes y rebosaban de fuerza y también de cansancio, que se sintieron viejos y ya llenos de asco por el mundo y sus gentes. ¿Cuántos y cuántos ataques de miedo o de náusea hay que superar para empezar a sentir que ya sabemos vivir?” Por eso nunca sabemo quién es ahora ése que narra, sólo sabemos que es el mismo, ése que regresa a su juventud (una juventud engañosamente similar a la del autor) y se reconoce •

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NO DE LOS MÁS sonados escándalos sociales y mediáticos de los últimos días tiene que ver con esa pandilla de niños ricos de Veracruz apodados los Porkys, acusados de haber violado a una menor de edad hace poco más de un año sin que los agresores, hasta el momento en que escribo esto, hayan pisado la cárcel. Al menos a uno de ellos se le acusa también de haber matado con su automóvil a un peatón. Aunque de ese hecho también hubo testigos, el nene en cuestión, Jorge Cotaita, no fue aprehendido. Si no cayó en chirona por matar a otro ser humano

(aunque fuera por un accidente) era de esperar que por una violación tumultuaria saliera bien librado: papi paga. En este asunto es evidente el divorcio entre la televisión abierta y las redes sociales. La primera, sobre todo en el caso de la filial de Televisa en Veracruz, Telever, es prácticamente omisa: el asunto no aparece en pantalla. Si acaso ha ganado alguna escueta, muy escueta mención en esos engrudos televisivos que pomposamente Telever llama noticieros. En realidad no se menciona el asunto. Cosa muy explicable porque una de las principales conductoras de Telever, Eloísa Maasberg, es parienta precisamente de Cecilia Maasberg Fernández, encargada de la agencia Primera del Ministerio Público especializada en Delitos Sexuales y Protección a la Familia a la que se turnó este asunto, quien según diversas versiones periodísticas (y señalamientos de la propia víc tima y su padre) ha sido la principal causante de obstáculos y pifias en la investigación con tal de proteger a los yúniors acusados. Por otro lado, el asunto ha sido ventilado hasta la náusea en las redes sociales, al grado de ser materia informativa en noticieros extranjeros. El colectivo de hackers, Anonymous, se involucró primero poniendo un ultimátum a las autoridades veracruzanas para que actuaran conforme a derecho o, dijeron, harían públicos detalles de los acusados y sus familias, como domicilios, teléfonos y un mapeo general de sus negocios de familia o sus círculos sociales, y cumplieron sus amenazas, haciendo pública una gran canti dad de información personal de los indiciados (se puede consultar en: http://www.ndmx.co/2016/03/27/ anonymous-publica-fotos-videos-telefonos-los-porkys/). Las autoridades judiciales veracruzanas dan bandazos lamentables, como el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, quien a pesar de constantes tropiezos y de mostrar que no sabe de leyes lo que se esperaría de un fiscal, sigue inamovible en su puesto; se dice que es un gran favorito del gobernador, de turbia fama sobre todo por la cantidad de periodistas asesinados, intimidados y amenazados durante su mandato garrafal. En un estado marcado por la violencia y los abusos de poder como es Veracruz, es particularmente importante que la justicia encuentre algún cauce y se deje de proteger a los hijos de los ricos, cuates de políticos logreros y evidentemente inmorales como ha dado sobradas muestras de ser el inefab l e g o b e r n a d o r J av i e r D u a r t e d e

Ochoa, quien insiste en hacer oídos sordos a la desastrosa situación de derechos humanos a que se ve sometida la población de ese estado. No es nada nuevo, sin embargo, este “uso y costumbre” de la impunidad de los yúniors veracruzanos. Son harto conocidos tristes, trágicos episodios similares que se han repetido en un pasado no muy lejano: el hijo de un político o de un empresario viola o mata y en lugar de acabar en la cárcel en el peor de los casos se va un tiempo al exilio. Sucedió con uno de los herederos de la familia Malpica, dueña del que fue el principal diario veracruzano, El Dictamen, de conocida filiación gobiernista-priista (o panista, según convenga). Sucedió también con un hijo del expelotero jarocho, Beto Ávila, cuando era alcalde hacia finales de los setenta: él y sus amigos asesinaron (y se dice que intentaron quemar los restos) a la hija de un conocido comerciante de alcoholes del puerto. Sucedió con un empresario y politiquillo de apellido Anitúa, acusado de violar a una niña de doce años y lo vi personalmente de niño, porque fui vecino de Sigifredo Durazo (hermano de El Negro) y tuvimos que soportar los desmanes del hijo durante no pocos arrebatos alucinógenos que casi siempre terminaban en verdaderas trifulcas callejeras por las que nunca recibió castigo. Mientras tanto, el rechoncho gobernador, pletórico de cinismos, tuitea y retuitea los que según él son “logros” de su administración, pero cualquiera sabe que no se trata más que de su elemental obligación. Como quien no quiere la cosa •

CABEZALCUBO

Neurastenia veracruzana

PASO A RETIRARME

Ajuste de cuentas


Jornada Semanal • Número 1100 • 3 de abril de 2016

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Orlando Ortiz

Luis Tovar @luistovars

Breve muestra de la Muestra (i de ii)

L

EÍ, YA NO RECUERDO dónde ni cuándo, que el origen de las brujas se remitía a la Edad Media, pues en ese entonces las mujeres –siempre han sido más longevas que los hombres– que llegaban a la ancianidad eran abandonadas por su familia en el bosque, ya que para los siervos y aldeanos resultaban una carga imposible de llevar. De ahí que en los cuentos infantiles las brujas habiten en una choza perdida en medio del bosque y sean siempre viejas chimuelas y encorvadas. Esa versión tan prosaica y materialista, exenta de “magia”, es creíble, pero hay otras.

Jules Michelet, en su Historia del satanismo y la brujería –obra espléndida que, según él declara, le llevó treinta años de investigación– asegura que el mismo concepto de “bruja” ha variado a lo largo de los siglos. En la Antigua Grecia, por ejemplo, encontramos a Casandra, Circe y Medea, sin embargo “ni la antigua maga, ni la vidente céltica o germánica son todavía la verdadera brujería”, escribe Michelet. Otra visión es la de Julio Caro Baroja en Las brujas y su mundo, por demás también interesante, pero no es mi intención desarrollar el tema de brujería y satanismo. Lo mencioné porque hace poco leí en La Jornada (21/III/2016): “En agonía, sistemas de pensión y jubilación...” Esta nota me trajo a la memoria lo que mencioné en las primeras líneas de esta columna: a los viejos se les abandonaba en el bosque para que ahí murieran, pues a la familia le resultaba imposible mantenerlos. Los viejos eran un estorbo, no producían ya y dejarlos en casa significaba quitarle pan y vestido a los hijos y a la mujer, a pesar de que todos ellos trabajaban como cualquier adulto. Este es un planteamiento bastante simplista del asunto, pues las vertientes son muchas más si consideramos los aspectos demoniacos, religiosos, mágicos, médicos, oscurantistas y de las supersticiones, pero permítaseme dejarlo ahí. El caso es que al parecer vamos de nuevo hacia la costumbre de abandonar a los viejos... no sé dónde, pues los bosques y selvas ya no están tan a la mano. Además, si antes era posible que las viejas pudieran improvisarse un techo con los materiales que el mismo bosque les proporcionaba, hoy es bastante imposible: ahora los viejos son más viejos que entonces. Los han exprimido más. Paradójico, pero esto es producto de los avances científicos y tecnológicos. Habrá quien de inmediato respingue y me responda que no confunda tecnología con ciencia, que han sido los avances tecnológicos, no los científicos, los causantes de los males por los que atraviesa el mundo. Me temo que no, porque el aumento en años de vida se debe a

avances científicos y no tecnológicos. Que no hemos sabido aprovechar para bien dichos avances, es otra cosa. Y no hace falta irnos tantos siglos atrás para saber que en el siglo pasado, en la primera mitad, la esperanza de vida era mucho menor a la actual. Fue por aquellos años cuando también las luchas obreras y sindicales fueron logrando programas de jubilación y de pensiones para que cuando los trabajadores se retiraran pudieran vivir dignamente y sin ser una carga para su familia. Ahora tales avancen están desapareciendo, pues la gente se muere menos y de más edad. Por si fuera poco, la administración gangsteril de tales fondos los ha reducido, impunemente, a cero, y habría sido aún menos si de los líderes corruptos dependiera. Y esto no es un invento, pues son varios los grandes sindicatos mexicanos que han presentado demandas en la Procuraduría General de justicia correspondiente por miles de millones de pesos que habrían de beneficiar a los trabajadores cuando se retiraran y al parecer sí han beneficiado pero sólo a unos cuantos, muy pocos, que de manera fraudulenta se apropiaron de tales recursos. Valiéndose de esta coyuntura (“no hay dinero para pensiones”), los legisladores han actuado “positivamente”, pero en beneficio del capital, no del trabajo, y cada vez son más los viejos que al quedarse sin escalera tendrán que agarrase de la brocha porque no hay de otra. Y, si tienen suerte, cada vez tendrán que ser más los años que deban trabajar, no para retirarse a vivir tranquilamente, sino para no quedarse sin trabajo. Estoy cierto de que muchos médicos galardonados con el Premio Nobel contribuyeron con sus avances y descubrimientos al incremento en la esperanza de vida del ser humano. Jamás pensaron, estoy seguro, que eso a la larga iba a ser un “problema para la sociedad mundial”. Así las cosas, me pregunto si llegará el día en que el Premio Nobel se lo den a quien invente algún dispositivo para reducir el índice de esperanza de vida. De los asalariados, claro •

O

RDENADAS DE ACUERDO al turno en el que están siendo exhibidas, las catorce películas que conforman la sexagésima Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional son La calle de la amargura (México-España, 2015), de Arturo Ripstein; La langosta (Irlanda-Reino Unido-Grecia-Francia-Países Bajos), de Yorgos Lanthimos; El patrón, radiografía de un crimen (Argentina-Venezuela), de Sebastián Schindel; Taxi Teherán (Irán), de Jafar Panahi; La asesina (Taiwán-China-Hong Kong), de Hou Hsiao-Hsein; Mandarinas (Estonia-Georgia), de Zaza Urushadze; Buey Neón (Brasil-Uruguay-Países Bajos), de Gabriel Mascaro; Desde allá (Venezuela-México),

de Lorenzo Vigas; El nuevo Nuevo Testamento (Bélgica-Francia-Luxemburgo), de Jaco Van Dormael; Amor mío (Francia), de Maiween; Despegando a la vida (Islandia), de Rúnar Rúnarsson; Cosmos (Francia-Portugal), de Andrzej Zulawsky; Hitchcock/Truffaut (Estados UnidosFrancia), de Kent Jones; y finalmente De entre los muertos (Vértigo), una de las obras maestras de Alfred Hitchcock, de 1958. Con excepción de la última, que patentiza la saludable tradición de la Muestra de incluir un filme clásico indiscutible, así como El patrón…, de 2014, y Mandarinas, de 2013, todas las películas fueron producidas el año pasado. Además de fresca y vigente, la selección fílmica expresa sin ambages una variedad y una riqueza visual, temática y narrativa, pero también y por consiguiente sociocultural e idiosincrásica que, dado el páramo cinematográfico habitual, es algo para agradecer. Ese horizonte fílmico amplio viene siendo de hecho el sello característico de la Muestra, que así se reivindica a sí misma de lo que venía sucediendo hasta hace poco tiempo, cuando más que Muestra de un cine diferente al habitual, llegó a dar la impresión de ser pasarela de preestrenos; amplitud por completo ausente de una cartelera comercial que, como bien se sabe, sólo sabe de regurgitaciones y machacamientos, como lo demuestra el recientísimo petardo ése de Batman vs. Superman, que ha decepcionado incluso a los más contumaces y complacientes consumidores de miasmas fílmicos. A diferencia de esa cartelera subalimentada, en la Muestra sólo hay dos filmes de procedencia estadunidense: la celebérrima Vértigo y una coproducción con Francia, que es el documental Hitchcock/Truffaut. El resto proviene de casi todo el mundo, puesto que sólo faltó algún filme africano: del lejano Oriente hay una, otra de Medio Oriente, una de Europa del Este, cinco de Europa Occidental y cuatro de Latinoamérica, incluyendo la cinta mexicana. Como todos los años, el querido colega Carlos Bonfil está haciendo en las La calle de la amargura

páginas de este diario la cobertura crítica de la Muestra; puede usted leerlo por aquí o buscarlo en Facebook (Carlos Bonfil, tal cual) y en Twitter como @CarlosBonfil1. Aquí sólo se pergeñarán algunas observaciones a tres o cuatro filmes, a manera de breve muestra de la Muestra que, con todo y lugar común para expresarlo, es un verdadero oasis en materia de cine.

oTra vez Lo de La oTra vez Con toda razón, hace poco el guionista y realizador Michael Rowe declaró que muchas películas fracasan a causa de la parte más barata del cine –en términos económicos–, es decir por el guión. Muestra de lo anterior es La calle de la amargura, el filme más reciente de Arturo Ripstein, mismo que tomó el sitio tradicionalmente reservado por la Muestra para una producción nacional. El autor de El lugar sin límites y El castillo de la pureza, entre muchas otras, insiste aquí en las recalcitrancias que marcan su producción reciente: un miserabilismo tan extremo que más parece regodeo, un gusto definitivamente rayano en la fascinación –y por consecuencia en un obnubilamiento que le impide dibujarlos con verosimilitud– que le producen los barrios, los ambientes, las situaciones y los personajes de arrabal, y sobre todo un divorcio absoluto entre esos personajes, situaciones, etcétera, y el lenguaje que el guión pone en sus bocas y sus historias. Ese descoyuntamiento mueve a mofa, cuando no a fastidio, al escuchar a prostitutas, luchadores barriobajeros, pedigüeños y alcohólicos expresándose de manera semisorjuanesca o pseudogarcilasiana, por decirlo de algún modo, y poco le ayuda a un filme de por sí endogámicamente concebido, es decir, atento en exclusiva al universo personal que, desde hace ya varios filmes, acude el realizador y su guionista de cabecera. La calle… es una prueba desapacible de que la proverbial obsesión temática -que ha llegado a producir auténticas maravillas en cine, literatura, música y demás- a veces no pasa de ser una simple reiteración inane • (Continuará.)

CINEXCUSAS

Hacia un mundo feliz

PROSAÍSMOS

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ENSAYO

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l jueves 20 de mayo de 1982, en el Auditorio Justo Sierra de la unam, el escritor uruguayo Mario Benedetti ofreció la conferencia “La cultura: ese blanco móvil”. Ahí dijo: “La cultura es un blanco, pero móvil, y esa movilidad es también una de sus más verosímiles posibilidades de salvación. La cultura tiene la movilidad de los pueblos que la generan, y en ese sentido es imprevisible e incalculable. Siempre es capaz de sacar de la manga, o del bolígrafo o del pincel o de la guitarra un recurso inédito, una nueva agilidad, una manera original de burlar al enemigo.” Añadió: “La cultura es móvil, cambiante, dinámica; sus jurados enemigos si bien a veces la hieren en sus suburbios, en sus b o rd e s , e n s u s a r r a b a l e s , c a s i nunca la alcanzan en sus centros vitales, en su esencia, en su vida perdurable y transmisible.” Eran tiempos de persecución cultural a manos del poder. Tiempos de dictaduras en América Latina, como hoy son tiempos de dictablandas neoliberales en los que la cultura sigue siendo blanco de ataques y asedios a través de acciones más sofisticadas: dictadura de mercado, educación tecnocrática, venta a granel de libros que promueven la incultura y, en general, formas que van socavando, cada vez más, la riqueza intelectual de las naciones. A u n q u e E d u a rd o M o s c h e s , á v i d o lector de novela negra en ese entonces, tenía en mente, como él mismo explica, El blanco móvil (1949) del narrador estadunidense Ross Macdonald cuando en 1985 fundó su revista, pensó también en el concepto de la cultura como ese blanco en movimiento. Cabe traer a cuento este c o n c e p to ahora que la revista Blanco Móvil celebra su trigésimo aniversario: tres décadas de promover, fomentar y divulgar la cultura, treinta años de pluralidad y de ir a contracorriente de las modas del mercado literario. Cuando la revista cumplió cinco lustros, señalé algo que ahora reitero: Blanco Móvil y Eduardo Mosches han sido tenaces y persistentes al insistir en una especie de asamblea plenaria que invita a los que escriben a que también publiquen, y, con ello, convocar a los lectores a que lean. Parece cosa fácil, pero no siempre es posible, sobre todo porque muchos de los que pueden leer no siempre leen. Desde hace treinta años esta revista se ha propuesto una forma de abordar la experiencia de la lectura con una diversidad de voces, géneros, talantes y afanes que convierten las páginas en una auténtica tertulia cultural. Convocados con un tema específico en cada número, los autores (sean escritores o artistas gráficos o plásticos) coinciden en las páginas y

3 de abril de 2016 • Número 1100 • Jornada Semanal

contribuyen a enriquecer la comprensión y el placer sobre el asunto que los reúne. En el caso de este número especial del treinta aniversario, lo que tenemos son poemas, poetas y ensayos sobre poesía. De diversas generaciones, de múltiples estilos, de distintas ideas sobre la estética del arte de la poesía, los autores que Eduardo Mosches reúne en esta entrega de colección son aquellos que han estado en la revista desde su fundación

El Blanco Móvil de la cultura y la poesía Juan Domingo Argüelles

hasta nuestros días. Juan Gelman, Eliseo Diego, Olga Orozco, Roberto Juarroz, Hugo Gutiérrez Vega y muchos más que ya no están físicamente entre nosotros, y una nómina amplia de poetas maduros y jóvenes que continúan la tradición lírica en México y en otros países de América Latina y de otras latitudes. Leer y escribir poesía son ejercicios casi secretos, pese a internet, porque la poesía es lo que menos se parece a un espectáculo masivo. Es una suerte de convivencia íntima y de experiencia personal que incluso en las páginas de una revista no resulta tan pública aunque se publique. Rodeados, como estamos, de libros de éxito inmediato y de revistas de sociales y espectáculos, la poesía se plantea prácticamente una utopía: mantener viva la emoción inteligente y perdurable en medio de la barahúnda de lo instantáneo. Y a ello contribuye, desde hace tres décadas, Blanco Móvil. No ignoro que el género poético es uno de los que mejor se han adaptado a los dispositivos digitales, pero sigo creyendo que el poema mantiene una intimidad que es casi una resistencia. Se resiste a ser moda y a estar al día, y sigue siendo, en esencia, un idioma de minorías, no porque así lo queramos, sino porque lo que tenemos en abundancia no son las generaciones poéticas, sino las antipoéticas. En este medio, el blanco móvil de la cultura sigue oscilando para no ser alcanzado por el proyectil que lo destruya. Sabemos que la poesía no le importa a todo el mundo, y lo sabemos porque, si le importara, nuestro presente sería otro y mejor, y nuestro futuro no se vislumbraría tan deprimente como ahora lo miramos. Pero, además, si la poesía importara más que los poetas, los lectores y los poemas, importarían también más que las vanidades. Lo peor del caso es que como sentenció José Emilio Pacheco en célebre poema: “Extraño mundo el nuestro: cada día/ le interesan cada vez más los poetas;/ la poesía cada vez menos./ El poeta dejó de ser la voz de la tribu,/ aquel que habla por quienes no hablan./ Se ha vuelto nada más otro entertainer./ Sus borracheras, sus fornicaciones, su historia clínica,/ sus alianzas o pleitos con los demás payasos del circo,/ tienen asegurado el amplio público/ a quien ya no hace falta leer poemas.” Celebro estos treinta años de Blanco Móvil y, especialmente, estas tres décadas de poesía, deseando una más larga vida (de la que ya tiene) a este proyecto editorial cuyas dignas prioridades son los lectores y la cultura, ese blanco móvil •

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