Cultura de masas e industria del o t n e i m i n e e n t r et ■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 3 de septiembre de 2017 ■ Núm. 1174 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Jerry Lewis: la aspiración lograda Ricardo Guzmán W.
Gary LuCas: músico, viajero y maestro Juan G. Puga
Entrevista con L uis C ortés B arGaLLó Hamlet Ayala
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3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
GaryLucas: “Un mundo feliz, de Huxley, no está por venir: ya está aquí”: así resume el pensador Mario
Juan Gabriel Puga
músico, viaje
Campuzano la condición actual de la sociedad mundial, sobre todo en Occidente, en la que “perdemos importancia como ciudadanos para quedar como meros consumidores sujetos al imperio del mercado”. Desde la perspectiva sociológica y psicoanalítica, Campuzano analiza los procesos de manipulación del neoliberalismo –anclados en factores materiales y psicológicos– que ha hecho de la cultura de masas una mina inagotable para la obtención de ganancias monetarias, e igualmente aborda el conformismo colectivo implícito en la actual búsqueda incesante de satisfactores superficiales e inmediatos. Publicamos además una entrevista con el poeta mexicano Luis Cortés Bargalló y una crónica de la clase magistral que el célebre guitarrista Gary Lucas diera recientemente en nuestro país. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
RELATO GOZOSO DE UNA CLASE MAGISTRAL EN VOZ Y MANOS DE UN GUITARRISTA ROCKERO GENIAL QUE DEJA MUY CLARO QUE TRABAJAR Y DISFRUTAR EL PROCESO ES MÁS IMPORTANTE QUE LA FAMA Y LOS FANS.
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ary Lucas, considerado uno de los mejores cinco guitarristas de rock vivos en la actualidad, estuvo recientemente en México para ofrecer dos master class y dos conciertos, que tuvieron lugar en la Biblioteca Benjamin Franklin, de la Embajada de Estados Unidos. Lucas ha colaborado con grandes figuras del rock, principalmente con Captain Beefheart y la Banda Mágica, de la cual fue integrante por varios años y donde cultivó una amistad cercana y productiva con Don Van Vliet, nombre verdadero del Capitán. A lo largo de su carrera, Gary ha alternado con músicos legendarios como Rockette Morton, The Mascara Snake, Drumbo, Zoot Horn Rollo, Antennae Jimy Siemens, lo mismo que con grandes intérpretes del rock, como Lou Reed, John Cale, Patti Smith, Iggy Pop, Bryan Ferry y Allen Ginsberg, entre otros. Es un músico que constantemente viaja, no permanece mucho tiempo en un lugar y a diario se tienen noticias de él, que envía a través de las redes sociales, desde los todos los rincones del mundo. Recientemente formó mancuerna con Jeff Buckley y de esta combinación surgieron varias piezas. Ha sido nominado al Grammy en varias ocasiones y ha grabado más de treinta álbumes. Gary comienza su master class de pie, en un pequeño escenario, provisto de un amplificador y una serie de pedales. Nadie lo acompaña. Desde hace algún tiempo muchas de sus actuaciones son sin colaboración y la verdad no la necesita; sus giros y sus evoluciones a lo largo del brazo de la guitarra son nítidos, fluidos y ricos en armonizaciones y figuras, que alterna con explicaciones y comentarios acerca de su música y sus guitarras: una vieja Gibson acústica modelo 1942 provista de un pickup, verdadera joya cuyo sonido no ha sufrido merma a pesar de los años. La otra es una Fender Stratocaster modelo 1962, un modelo vintage valuado en miles de dólares que Gary sólo ve como una guitarra vieja. Después de algunos giros en su guitarra, el músico comienza su cátedra. –Tenía treinta y ocho años cuando comencé a trabajar acompañado de cantantes; ahora tengo sesenta y cuatro, como la canción de los Beatles, estoy viejo, pero lo importante es que aún me siento joven y mi guitarra me hace sentir joven. Bueno, el caso es que yo andaba bus-
cando un cantante en Nueva York y Jeff Buckley dijo “¡yo!”. Le respondí que aún tenía que componer algo de música para el proyecto. Lo que más me gustó fue componer para un cantante, pues hasta entonces yo solamente había escrito piezas instrumentales. Decidimos entonces que Jeff escribiría las letras y yo la melodía, así que escribí esta pieza en una semana, me autograbé y resultó esto que va a continuación… Gary ejecuta un fragmento de la pieza “Grace”, aunque sin la voz de Buckley… luego explica: –A la afinación empleada en esta pieza se le conoce como drop d tunning, esto es, con la afinación normal de la guitarra, pero el e grave, va afinado un tono abajo, en d (Re). Gary realiza una explicación en detalle seguida de una improvisación en un estilo que inevitablemente hace revivir el espíritu de Captain Beefheart, quien, misteriosamente, se hace presente durante la interpretación. –Y así fue como la canción “Grace” fue escrita. Intenté un poco de todo, grabé una parte tras otra, experimenté con diferentes combinaciones, hasta que logré que sonara bien, como un escultor que trabaja con el mármol tratando de dar forma a las piezas hasta que obtiene la mejor apariencia. Y esto es lo que ustedes deben hacer cuando escriban una canción; no existe una manera correcta o equivocada de hacer las cosas; quien debe quedar complacido son ustedes, siempre. No piensen en el público, no piensen en sus fans, en su papá o su mamá, sólo ustedes deben quedar satisfechos, contentos, esa es la clave. Al hablar de algunos de los álbumes en los que ha intervenido, menciona Money Jungle (La jungla del dinero) al cual fue invitado por Duke Ellington para ejecutar un solo. –Creo que es un bello título para este álbum, pues describe muy bien el negocio de la música; es una jungla de dinero… para ello transferí este solo de guitarra, que me tomó una semana componer, espero que les guste… La música emerge de la Strato de Gary a través de un pequeño combo de cerebro y bafle marca Vox; en sus sonidos se combinan un eco y algunos efectos eventuales que proceden de varios pedales; chorus, eco, reverb… al terminar su ejecución de más de cinco minutos co-
Directora General: C armen L ira S aade , Director: L uiS T ovar , E d ic i ón : F ranCiSCo T orreS C órdova y r iCardo y áñez . Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo G arCía n orieGa , Formación: m arGa P eña , Diseño de Columnas: J uan G abrieL P uGa , Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a L e J a n d r o P av ó n , Publicidad: e va v a r G a S y r u b é n H i n o J o S a , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: La inconciencia navegando Ilustración de Capanegra
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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ero y maestro
Foto: http://garylucas.com
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t r e i n ta y o C h o a ñ o s
C ua n d o Co M e n C é a t r a B a J a r a C o M pa ñ a d o d e C a n ta n t e s ; ahora tenGo sesenta y Cuatro , CoMo La CanCión de Los B eatLes , estoy vieJo , pero Lo iMportante es que aún Me siento Joven y Mi Guitarra Me haCe sentir Joven .
Fotos de Juan Gabriel Puga
menta: Al ser invitado para hacer el solo afirmé: “¡yo puedo hacerlo!”Y ya ante el arreglo me pregunté: “¿en qué tonalidad está?” Pues en la tonalidad de e menor, así que afiné mi guitarra en e menor abierto y entonces escuché con mucha atención y comparé mi composición de un álbum anterior con la del álbum Money Jungle, que incluye a Duke Ellington en el piano, Max Roach en la batería y Charles Mingus en el bajo acústico. Charles es mexicano, por si no lo sabían, oriundo de Nogales, Sonora. Así que me senté frente a la bocina, escuché y saqué las notas, las voces, las armonizaciones, hasta que quedé satisfecho con mi propia versión que puede ser escuchada en mi nube de sonido, y también a través del sitio de Duke Ellington en el apartado Duke Ellington y Gary Lucas; esto lo grabaremos también el próximo mes en un álbum acústico que será producido en la República Checa. Entonces, Gary ejecutó completa la pieza “Grace” en su guitarra acústica. Después prosiguió: –Elmer Bernstein es uno de mis compositores favoritos, hizo la música para las películas Matar un ruiseñor y Los siete magníficos, y también intervino en una película realizada en 1962, llamada Walk on the Wild Side, (que no tiene que ver con la pieza de Lou Reed), en la cual aparecen Jane Fonda, Anne Baxter, Barbara
Stanwyck y Capuccine. Esta es mi versión de la música de esta película extraordinaria que todos deben ver… Las notas de “Por los barrios bajos”, se dejan escuchar en una versión cósmica y bluesy. Al principio de la clase ya había ejecutado un fragmento de ésta con la finalidad de exponer su método de afinación en G (sol) abierto. Durante la sesión de preguntas, tuve la oportunidad de inquirir cómo había hecho para “sacar” de manera tan fidedigna la pieza de Beefheart llamada “My Human Gets Me Blues”. Me contestó que lo había hecho de oído; aclaró que no escribe música, no en el sentido de escribir notas sobre un pentagrama, y mencionó el concepto que Captain Beefheart solía expresar acerca de la música: “Son un montón de hormigas negras corriendo sobre un pentagrama, yo no escribo canciones, escribo monstruos.” Además –afirmó–, tengo buena memoria. Entre el público que asistió a admirar y escuchar su música se encontraba una buena cantidad de niños que disfrutaron y quedaron maravillados con su plática y ejecución. La entrada fue libre y el acontecimiento, tal como la vez anterior en que nos visitó Lucas, fue a beneficio de pequeños que sufren alguna discapacidad. Al preguntarle sobre una posible actuación de la Banda Mágica, respondió que por ahora no necesita de nadie y habló de problemas que han surgido debido al reclamo de Jeff Cotton (Drumbo), quien se atribuye un alto porcentaje de la autoría de las piezas. Gary se despidió del público con “Sure ’nuff ’n Yes I do”, una inolvidable pieza de Captain Beefheart del álbum Mirror Man
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dramaturgia
3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
Amén
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Javier Bustillos Zamorano
(Hay alarma en la sala de juntas del Arzobispado. Convocados a una asamblea urgente, obispos de las principales diócesis del país hablan sobre la próxima elección presidencial que, según les informaba el arzobispo, se había complicado). arzobispo : ¡No, no sólo desde el púlpito sino a ras del suelo, calle por calle! ¡Que
nuestros sacerdotes salgan de sus parroquias y le digan a la gente que si votan por ese candidato nos va a llevar el carajo a todos! ¡Es un populista! ¡Quiere echar abajo las reformas! ¡Es retrógrada! ¡Es un peligro no sólo para el país, sino para nuestra santa madre iglesia! coro de arzobispos : Un populista, retrógrada, un peligro, nos llevaría el carajo… arzobispo : ¿Queremos aquí una Venezuela? ¿Una Cuba? Se ha invertido mucho dinero y esfuerzo para que un falso mesías lo eche a perder todo; debemos detenerlo, es nuestro deber cristiano. Todo lo que hicieron en su contra sirvió para maldita la cosa; dicen que esta vez sí podría ganar ampliamente. coro : Para maldita la cosa, debemos detenerlo, falso mesías… arzobispo : ¡Levantemos el corazón! ¡Unamos nuestra fuerza para derrotar al mal! ¡Ese ser diabólico no debe ganar! ¡De pie hermanos! (todos se ponen de pie) arzobispo : (Con el brazo derecho levantado y los dedos en señal de la cruz) ¡Por la autoridad de Dios Todopoderoso, el Padre, Hijo y Espíritu Santo; y de los santos cánones, y de la Inmaculada Virgen María madre y nodriza de nuestro Salvador; y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominios, Papas, querubines y serafines y de todos los santos patriarcas y profetas; y de los apóstoles y evangelistas; y de los santos inocentes, quienes a la vista del Santo Cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción; y de los santos mártires y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos elegidos de Dios: sea condenado! coro : ¡¡¡Sea condenado!!! arzobispo : Lo excomulgamos y anatematizamos, y lo secuestramos de los umbrales de la iglesia del Dios omnipotente, para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Datán y Abirám, y aquellos que dicen al Señor, ¡apártate de nosotros porque no deseamos uno de tus caminos! Y así como el fuego del camino es extinguido por el agua, que la luz se extinga en él para siempre jamás. Que el Hijo, quien sufrió por nosotros, lo maldiga… coro : ¡¡¡Que lo maldiga!!! arzobispo : Que el Espíritu Santo, que nos fue dado en nuestro bautismo, lo maldiga. Que la santa cruz a la cual ascendió Cristo por nuestra Salvación, triunfante de sus enemigos, lo maldiga. Que la santa y eterna Virgen María, madre de Dios, lo maldiga. Que todos los ángeles y arcángeles, principados y potestades, y
todos los ejércitos celestiales, lo maldigan. Que San Juan el precursor, y San Pedro y San Pablo y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo juntamente, lo maldigan… coro : ¡¡¡Que lo maldigan!!! arzobispo : Y que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por su predicación convirtieron al mundo universal, y la santa y admirable compañía de mártires y confesores, quienes por su santa obra se encuentran aceptables al Dios omnipotente, lo maldigan. coro : ¡¡¡Que lo maldigan!!! arzobispo: Que el Cristo de la santa Virgen lo condene. Que todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se encuentran ser amados de Dios, lo condenen. Y que el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, lo condenen. coro : ¡¡¡Que lo condenen!!! arzobispo : Que sea condenado donde quiera que esté, en la casa o en el campo: en los caminos o en las veredas; en las selvas o en el agua, o aún en la iglesia. Que sea maldito en el vivir y en el morir; en el comer y el beber; en el ayuno o en la sed; en el dormitar o en el dormir; en la vigilia o andando; estando de pie o sentado; acostado o andando; mingiendo o cancando y en todas las sangrías… coro: ¡¡¡Mingiendo o cancando!!! arzobispo : Que sea maldito interior y exteriormente. Que sea maldito en su pelo. Que sea maldito en su cerebro. Que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos; y en sus cejas y en sus mejillas; en sus quijadas y en sus narices; en sus dientes anteriores y en sus molares; en sus labios y en su garganta; en sus hombros y en sus muñecas; en sus brazos, en sus manos y en sus dedos… coro : ¡¡¡Maldito en su cerebro!!! arzobispo : Que sea condenado en su pecho, en su corazón, y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas, en sus músculos, en sus caderas, en sus piernas, pies y uñas de los pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo. Que desde la parte superior de su cabeza hasta la planta de sus pies, no haya nada bueno en él. coro : ¡¡¡Que no haya nada bueno en él!!! arzobispo : ¡Que el Hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga, y que el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra él, lo maldigan y lo condenen! coro : ¡Amén! Así sea. ¡Amén!
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*Basado en el decreto de excomunión contra el cura Miguel Hidalgo y Costilla, expedido el 24 de septiembre de 1810, por Manuel Abad y Queipo, obispo de la diócesis de Valladolid, Michoacán.
el fin del mundo
3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
De Paris, Texas a Berlín:
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Escena de Paris, Texas, película dirigida por Wim Wenders, 1984
Saúl Toledo Ramos UNA VISITA A ESE PARIS QUE NO ES PARíS Y QUE ESTÁ EN TExAS, ES PUNTO DE PARTIDA PARA RECORDAR Y PASAR REVISTA A LA OBRA CINEMATOGRÁFICA DEL GRAN CINEASTA ALEMÁN WIN WENDERS.
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uimos a Paris. Por cuestiones laborales, un cuarteto de empleados tuvimos que hacer el viaje. Nadie quería ir, alegaban que ese era un pueblo terroso y árido en el que no había nada que hacer ni ver. Yo, en cambio, estaba emocionado: en ese lugar inició el rodaje de una de mis películas favoritas: Paris, Texas (1984), con la que Wim Wenders alcanzó notoriedad mundial, sobre todo porque el filme obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes. Evidentemente, estas líneas no se refieren a la Ciudad Luz sino a Paris, una pequeña comunidad texana ubicada al noreste de Dallas, muy cerca del estado de Oklahoma. Después de cumplir con los deberes, los compañeros, más bien dados al jolgorio, y como no encontraron dónde distraerse, se recluyeron en el motel a jugar a las cartas y a dejar ir el tiempo hasta que llegara la hora del regreso. Yo salí a recorrer Paris. Fatigué varias calles y, para ser honesto, no identifiqué ninguna de las locaciones que aparecen en la cinta. No podía ser de otra manera, han pasado más de treinta años desde su producción; lo más seguro es que los escenarios hayan cambiado su aspecto en todo este tiempo. Lo que sí descubrí durante mi recorrido es que Paris, Texas, también tiene su torre, remedo grosero de la que ostenta la capital francesa, pero que es anunciada con ahínco como atractivo turístico. Presa del hambre, ingresé a un restorancito y ordené café y un bistec cocinado a punto medio. Mientras comía, a través de los ventanales admiraba el paisaje exterior y fantaseaba con la posibilidad de que en esa misma mesa hubieran disfrutado sus desayunos Harry Dean Staton, Dean Stockwell, la bellísima Nastassja
Kinski o hasta el mismísimo Wim Wenders –actores y director del filme–, lo cual es poco probable ya que el desarrollo de esta road movie se traslada a California y luego a Houston, donde suceden la mayor parte de las acciones. Saciado el apetito salí y, sin buscarla, di con la biblioteca pública, un edificio modesto cuyos estantes ofrecen a un puñado de lectores dos o tres millares de libros, como es de esperarse, acomodados por tema y en orden alfabético. Una cordial dama, previa revisión de mi tarjeta de identidad, me dio acceso a una de las computadoras que los usuarios e internautas emplean para conectarse con el mundo, contestar correos electrónicos, hacer tareas escolares o simplemente para jugar al solitario. En el buscador tecleé el nombre de Wim Wenders y recorrí su biografía. Descubrí que Bajo el cielo de Berlín –mejor conocida en México como Las alas del deseo (1987–, otra de las obras capitales del cineasta alemán, llega este año a su aniversario número treinta. Me planteé a mí mismo la peliaguda pregunta de cuál de los dos largometrajes era mi preferido. Decidí que las dos cumplían con los requisitos para compartir un lugar de honor, pero la lectura de su filmografía me metió en aprietos al dejarme ver que, antes de ésos, el artista ya tenía trabajos memorables como Alicia de las ciudades (1974) y El amigo americano (1977), y que después sorprendió al mundo con Historias de Lisboa (1994) y Más allá de las nubes (1995,) dirigida al alimón con Michelangelo Antonioni, y con un par de documentales de factura irreprochable: Buena Vista Social Club (1999) y Pina (2011), sobre el grupo de cantantes
y músicos cubanos, y acerca del legado de la coreógrafa coterránea suya, respectivamente. Por si fuera poco, el demiurgo que el pasado 14 de agosto cumpliera setenta y dos años se mantiene vigente y explora en nuevos terrenos del arte y el ingenio. El 24 de junio de este año se estrenó como director de ópera al presentar la puesta en escena de Los pescadores de perlas, original del compositor francés del período romántico Georges Bizet. Y seguramente nos reserva creaciones que nos sorprenderán en el futuro. Mientras me encaminaba para encontrarme con mis camaradas, recordé que Bajo el cielo de Berlín, cuyos protagonistas son precisamente esa ciudad y un par de ángeles que, desde las alturas, contemplan los avatares de la raza humana, tuvo una secuela: Tan lejos, tan cerca (1993), la cual, siguiendo la declaración de Perogrullo de que “nunca segundas partes fueron mejores”, no tuvo el mismo impacto de su antecesora, y que mereció una versión hollywoodense: City of Angels (Brad Silberling, 1998), muy menor a la original germana. Perdón por el descarrilamiento hacia la nostalgia, pero con emoción llegaron a mi mente los días en que Las alas del deseo se proyectó por primera vez en México. Fue durante la xxii Muestra Internacional de Cine, momento en que compartió cartelera con otras propuestas imprescindibles para cualquier cinéfilo que se precie de serlo, entre ellas Splendor (Ettore Scola, 1989), Barroco (Paul Leduc, 1989), Sexo, mentiras y video (Steven Soderbergh, 1989), Jesús de Montreal (Dennis Arcand, 1989) y esa pequeña y universal obra maestra llamada Breve película sobre el amor (Krisztof Kieslowski, 1988). Aparece otra vez don Perogrullo y me dice: Recordar es vivir
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3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
la voz PoéTica y la
voz interrogada
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entrevista con Luis Cortés Bargalló Hamlet ayala
Luis Cortés Bargalló (Tijuana, bc, 1952) ha publicado los poemarios El circo silencioso (1985), La soledad del polo
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LA FRONTERA, LOS VIAJES, EL TRABAJO DE EDITOR, LA POESíA Y LOS POEMAS Y NO ESTAR MUY SEGURO DE SER POETA, SON LOS TEMAS QUE EN ESTA CONVERSACIÓN ABORDA CON ACIERTO LUIS CORTES BARGALLÓ, UNA VOZ YA BIEN ESTABLECIDA EN EL TERRITORIO DE LA ESCRITURA.
(1990), Al margen indomable (1996, 2011), Por el ojo de una aguja (1999) y Filos de un haz y envés (2007). Es autor de las antologías Piedra de serpiente. Literatura de Baja California (1993) y de Connecting Lines: New Poetry from Mexico (2006). Su libro más reciente es La lámpara hacia abajo (2016), publicado bajo el sello de Ediciones Sin Nombre. En esta entrevista, el también traductor y editor habla acerca de sus ideas y experiencias en torno a los procesos de escritura poética.
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ay una vocación de extremos, de bordes, de ponerte al filo de las cosas en tu poesía, desde lo territorial, en el campo del yo en relación con el otro o con los límites internos. ¿Qué relevancia tiene para ti el concepto de “frontera” y a qué se debe? –La idea y la impresión de una frontera creo que la debo a mis orígenes. Siempre sentí que había algo ahí que me obligaba a situarme, a tener presente la “línea”, incluso de manera literal pues vivir en una ciudad como Tijuana te lo impone a diario. El hecho de estar en esa frontera político-territorial ha sido determinante porque esta condición, convivir con gente que está en un constante ir y venir o, más dramático, con esa presencia de los que nunca regresan pero dejan un rastro o de quienes han tenido que dejarlo todo, termina por conformar una realidad huidiza en donde lo provisional se asienta, la improvisación se hace norma, bajo la presión de un constante cambio al que no siempre es fácil encontrarle un rostro. La experiencia de vivir en la frontera, por otro lado, me ha permitido visualizar, así sea parcialmente, algo de lo que padeció mi familia materna cuando sus vidas fueron arrojadas al límite tras la Guerra civil española, y el largo y azaroso camino que la hizo llegar a Tijuana. Mi padre, por su parte, fue siempre un norteño fronterizo y desde esa perspectiva y cultura veía las cosas. Pero hay otras dimen-
siones; recuerdo que en mis primeros viajes –como familia hubo una época en que viajábamos mucho y distancias muy largas por carretera– a mí me impactaba llegar a una zona donde terminaba el desierto y empezaba la selva; donde terminaba ésta y empezaba el bosque, pasar de los despoblados a la concentración urbana. O, en un mismo sitio, dejarme arrebatar por el encuentro sorprendente de mar y desierto, propio de la Baja California y de Sonora. Estar en esos bordes es como acceder a una especie de desnudez en donde la frontera del individuo se rompe o se desplaza por necesidad; cuando esto sucede, me parece que estamos en posibilidades de tener alguna percepción de carácter poético, porque no tenemos más remedio. Hay muchas formas en que las cosas se van, desaparecen para siempre, pero mucho de lo que desaparece vuelve, regresa, a veces con otro aspecto. De no ser por la conciencia del límite, de no ser por la conciencia del cambio de corriente, no habría desplazamiento, y todo poema lo necesita. El poema no puede dejar de ser dinámico porque es una criatura temporal, es decir, una palabra va detrás de otra, que va detrás de otra; como la música, empieza en un lugar del tiempo y termina en un lugar del tiempo, acaso demudado, aunque este tiempo sea, como en muchos grandes poemas –pienso en “Piedra de sol–, circular, por no pensar en esos artefactos poéticos a los que llamamos mitos, en donde siempre hay la posibilidad de conducirse en un movimiento en espiral, paralelo o anfibio, simultáneo. Todos esos tiempos tienen lugar una vez que nos damos cuenta de que el desarrollo está marcado por un límite y desde él se pueden desatar o vislumbrar otros caminos. Incertidumbre, paradoja, son algunos de los motores más poderosos para entender también cuál es la utilidad de la poesía, su filón y filo, porque la palabra también es limitada y lo que hace el poema es, precisamente, conducirla hasta ese extremo y expresarlo. El reposo, la fijeza, también se restituyen constantemente en estos deslizamientos porque se amplifican. –¿Qué papel juega el silencio en la poesía? –Creo que no puede haber poema sin tener conciencia del silencio y, más importante todavía, sin expresarlo porque lo contiene. El silencio es al poema lo mismo que a la música. El poema ejerce la capacidad que tiene de señalarlo, pero también refleja su naturaleza, la de ser pura e inconmensurable expansión, ensanchamien-
to, algo que sólo se puede expresar con el silencio mismo. Por eso, en el poema también se señala el silencio más allá de su relación con su contraparte. En el universo ocurren de manera silenciosa eventos potencialmente acústicos que serían gigantescos, inimaginables, de existir las condiciones para que se produjera sonido; sabemos, sin embargo, de la “música de las esferas” gracias al poder que tiene la poesía de indagar el silencio y expresarlo. En nuestra experiencia individual, humana, el silencio no se presenta como un fenómeno propiamente dicho, es más bien una experiencia interior que la poesía puede desdoblar, darle la exterioridad que lo hace palpable sin restarle intimidad, dice –célebremente– Sabines: “hacen el amor en silencio/ como la luz se hace dentro del ojo”. –al escribir, ¿piensas en el lector, o en un tipo de lector? ¿en qué momento? –Por muy concentrado que estés en la indagación de la propia voz, en sus necesidades o –en el mejor de los casos– sus revelaciones, algo que en sí mismo es más que suficiente, sabes, por la naturaleza misma de la escritura y sus exigencias, que puedes ser leído, em-
Creo que no puede haBer poeMa sin tener ConCienCia deL siLenCio y , Más iMportante todavía , sin expresarLo porque Lo Contiene .
eL siLenCio es aL poeMa Lo MisMo que a La MúsiCa .
7 3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
a vocación el exTremo Luis Cortés Bargalló. Foto: Secretaría de Cultura
puedo contar con esa lectura, esa resonancia, sin la cual, también lo creo así, el poema quedaría trunco. Creo –más que estar pensando en él– en un lector que participa, de la misma manera en que yo también me completo con un poema que me toca o me cobija.
pezando por ti mismo; y sabes, al momento de escribir un poema pero, sobre todo, de acabarlo, que hay algo que pide quedarse al alcance de un lector, que el poema no puede estar tan cerrado en su expresión, su organización, sus asuntos o léxico, como para que sea impenetrable, pues así tampoco te sirve de gran cosa. Los poetas provenzales, los del trovar cerrado –cluso–, que era un decir hermético, lleno de claves formales, simbólicas e incluso biográficas e íntimas, y que requería de una suerte de código no escrito para leerse en todos sus significados, guardaban al mismo tiempo un plano en el que era inteligible por encima de lo que ocultaba (que no siempre se hacía de manera deliberada, pues todo poema contiene señales, rasgos, trazos que rebasan la voluntad estética, emotiva o conceptual del poeta). Su decir, por tanto, se ocupaba por partida doble de un lector y, en ello, dejaba ver una saludable confianza en el poder de las formas. Esto se corresponde muy poco con los poemas actuales y, cuando lo hacen, carecen casi siempre del cuerpo formal y anímico que le daba vida, lo menciono sólo como un ejemplo histórico de la presencia del lector en el proceso creativo. En mi caso, no es que esté pensando en un lector, sino que –de manera un tanto difusa–creo en que hay ahí uno al que le sucede algo parecido que a mí –y viceversa, de ahí la importancia crucial que hay en el escuchar–: una condición compartida; y que en la medida en que sea capaz de entrar en ese diapasón,
–¿en qué momento te das cuenta de que eres poeta? –No sé si soy poeta. Te lo digo con toda sinceridad. No considero que el hecho de escribir poemas sea algo que indique una identidad. Más bien, creo que el “ser” poeta tiene que ver con poder ser algo que no eres, otro: porque en realidad un poeta no es propiamente una “persona”, es algo distinto; “un poeta es lo más antipoético que existe”, decía John Keats cuando lo remitía a la persona. No sé si soy poeta, pero tampoco me interesa saberlo. Cuando escribo mis textos, eso que pretenden ser poemas, no los escribo para sondear en una identidad, para afirmarla o descubrirla, sino porque sencillamente es algo que me mantiene ahí, en un lugar, quizá fuera de mí, en el que quiero estar, una zona de la que no me quiero alejar. Eso que llamamos lo poético, eso que llamamos poesía y aun la tentativa del poema es algo muy demandante, una fuerza muy poderosa que te exige mucho, pero que no sabe vivir en otro lugar que no sea el centro de tu vida, en cuanto se sale de ahí ya desapareció, se va; con una identidad no pasaría eso. Buscar su cercanía, sin embargo, sí es algo que se constituye en necesidad. En su persistencia te puedes dar cuenta de que se trata más de un hambre de realidad (indagación del mundo, estar con el mundo), que de ser o hacerse. –¿Cómo se ha visto afectado tu trabajo como poeta en relación con tu trabajo como editor? –Toda la vida se ha visto afectado. Durante años tuve que ponerme a hacer mi trabajo personal a las diez de la noche, acostarme a las cuatro de la mañana y al día siguiente seguir picando piedra en los talleres. De alguna manera me acostumbré, cosa que no me mitigó el cansancio acumulado o cierta angustia y muchos episodios de depresión o esterilidad. No me quitaba la idea de que ese trabajo que tenía que hacer con la poesía siempre estaba amenazado, minado, hasta que me di cuenta con cierta claridad de que todo era parte de lo mismo, y que escribiría lo que tuviera que escribir, bajo las condiciones que hubiera que enfrentar. En la actualidad puedo decir que así lo siento: si me pongo a escribir, no me distraigo con
otras cosas, ni siquiera con mis propias expectativas o la falta de ellas; si me distraigo con otras cosas u otras cosas me demandan atención, no siento que me retiraron del Olimpo para hacerme descender al suelo raso. No; siento que todo es parte de lo mismo, y que esa lucha constante que duró más de lo deseado –anhelar más tiempo para escribir, para pensar o no pensar, para “vivir” incluso– fue una falsa percepción de mi propia realidad. Te podría decir que esa ha sido una lucha constante en la que yo he tenido que dar la batalla, y que en mi caso ha terminado por ser ni más ni menos lo que yo necesitaba para escribir lo que escribo. –¿Qué relación tienes con poetas de generaciones más jóvenes? –Aunque quizá no la cultive lo suficiente –en general no hago mucha vida social–, la cercanía con poetas y artistas jóvenes me resulta muy estimulante: ver lo que están haciendo, qué les gusta, qué repudian, qué desconozco de eso, sus posturas frente a determinados hechos, frente a su propia realidad cotidiana, ver también cómo se relacionan entre ellos y conmigo, cuáles son sus inquietudes (entre las que rechazo –sin dejar de comprenderlo, pero subrayándoselos cada vez que puedo– la persecución, a veces obsesiva, de una “carrera”, premios, becas, reconocimiento, porque es algo que tarde o temprano les va a pasar la cuenta, cuando no lo ha hecho ya). Las relaciones que tengo con muchos poetas de mi edad o cerca están ahí, en toda su hondura, son con las que cuento y espero que para rato pues las necesito, son parte esencial de mi sustento, pero cada vez que tengo contacto con gente más joven (y a veces muy jóvenes o que apenas se están asomando a la poesía, o que tienen una enorme pasión, o un enorme talento), me resulta muy estimulante porque la energía es distinta o, más bien, se presenta de distinto modo, a flor de piel (por usar un pobre lugar común). Muchas veces no es siquiera que me interese formalmente lo que están haciendo –como tampoco me interesa de tantos otros–, me interesa la tentativa. También esos arrebatos de desparpajo o de extremada prepotencia, o los gestos de indolencia, rebeldía o desdén respecto a la tradición o el entorno me parecen muy refrescantes, por no hablar del vibrante humor del que casi siempre se acompañan; me abren espacios emocionales que terminan por decirme algo que estimo
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Cultura de masas e indus LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN, LAS NUEVAS PLATAFORMAS TECNOLÓGICAS Y SU IMPORTANTE PAPEL EN LA FORMACIÓN Y POR SUPUESTO CONDICIONAMIENTO Y MANIPULACIÓN DE LA CONDUCTA HUMANA EN NUESTROS DíAS, SON ALGUNOS DE LOS ASPECTOS TRATADOS EN ESTE ENSAYO. SU COMPRENSIÓN ES IMPRESCINDIBLE PARA ENTENDER NUESTRO SIGLO. LA INDUSTRIA DEL ESPECTÁCULO Y DEL ENTRETENIMIENTO SON PODEROSOS INSTRUMENTOS PARA INSERTAR EN LA PSIQUE HUMANA A NIVEL INDIVIDUAL, LOCAL Y GLOBAL, LOS INTERESES Y VALORES DE LA SOCIEDAD POSTMODERNA NEOLIBERAL.
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a rebelión de las masas, que preocupara a Ortega y Gasset porque en lugar de obedecer querían mandar, ha devenido en el control conformista y la manipulación de las mismas en el seno de la llamada cultura de masas entendida como aquellas formas de expresión cultural que atraen a los individuos en condiciones donde se encuentran influenciados por masas reales o fantaseadas, es decir, en condiciones donde la psicología de las masas opera sobre ellos (Kernberg, 1998). En este sentido, las masas no tienen que estar reunidas físicamente en el mismo lugar; el mismo efecto psicológico se logra cuando, por ejemplo, multitud de televidentes individuales –cada uno en su hogar– ven el mismo noticiero o programa televisivo de diversión, o se conectan en internet para la misma noticia o fuente de información. La industria del entretenimiento a través de la prensa, radio, cine y televisión, redes sociales, así como las discotecas, son la expresión contemporánea más acabada de este fenómeno, así como el deporte como espectáculo. El autor señalado correlaciona la visión que surge de la cultura de masas, “asentada en el convencionalismo y conformismo, con el mundo interno de la etapa de latencia del niño, es decir, esa etapa que transcurre entre los cinco y diez años de edad”. En esta época, el Superyo, instancia interna de autocontrol que deriva de los valores familiares y sociales, todavía no se independiza de la moral de los padres y de la Cultura, mostrando una hiperdependencia de nociones morales convencionales en formas muy simplificadas, como el bueno y el malo de la película, sin matices ni contradicciones. Simultáneamente, hay deseos y fantasías de independencia y poder que hacen que el niño/a se interese por las historias de aventuras, con héroes e ideales que proporcionan modelos de identificación al futuro. La estabilidad narcisista en esa edad en la contemporaneidad suele lograrse, de acuerdo con el autor citado, “mediante la identificación con los superhombres o supermujeres, héroes osados que destruyen a los monstruos peligrosos, todo esto dentro de la estabilidad de un hogar amoroso y seguro”.
En cuanto a las teorías psicoanalíticas sobre el convencionalismo, este autor, después de revisar a los freudo-marxistas, se centra en las aportaciones de dos autores diferentes: Mitscherlich y Lasch, que destacan el bloqueo cultural al desarrollo del Superyo y, en contraste, el estímulo a los caracteres narcisistas que suelen estar poco desarrollado, todo esto logrado a través del deterioro cultural de la función paterna que plantea y estimula valores que rigen el comportamiento personal (y de la consecuente pérdida de las exigencias sobre los hijos derivadas del ejercicio de esta función, y que, en casos extremos, cada vez más frecuentes, llega a la abdicación del sentido mismo de la exigencia), del colapso de la familia como sistema de guía moral y de la gratificación instintiva inmediata con ausencia de un sentido de responsabilidad individual. Esto lleva a un circuito contemporáneo terrible, propio del neoliberalismo y la postmodernidad: el trabajo anónimo complementado con el entretenimiento de masas también anónimo, en un clima cultural de irresponsabilidad.
induSTRia dEL EnTRETEnimiEnTo y maSaS
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or su importancia para el fenómeno postmoderno de la cultura de masas, Kernberg señala que la formación de grupos preedípicos, o sea, de grupos que funcionan en un nivel de inmadurez, de infantilismo, “puede provocarse también mediante el placer que se siente en la experiencia regresiva al formar parte de un proceso grupal, y por el goce de la fusión regresiva con los otros, derivado de los procesos generalizados de identificación en la masa”. Para ejemplificarlo, acude al concepto de Canetti (1960) del “gentío festejante”. Y concluye, remarcando la infantilización: “El atractivo de la cultura de masas consiste en facilitar una regresión grupal inducida por el entretenimiento de masas, el cual se estructura para apelar al nivel de latencia.” A esto hay que agregar la dimensión económica, a saber, el neoliberalismo que produce condiciones que impactan en todos los ámbitos, donde perdemos importancia como ciudadanos para quedar como meros
consumidores sujetos al imperio del mercado. La importancia económico- política de poder producir agrupamientos preedípicos, o infantilizados, mediante el placer de la experiencia regresiva es que reúnen un ideal capitalista de control social: son eficaces, rentables y reproducibles al infinito. Un mundo feliz, de Huxley, no está por venir; ya está aquí. Y el soma es muy variado, no necesita incluir drogas, basta con la regresión gozosa y se pueden ir agregando nuevos elementos, en especial el impacto de los sentidos, como el visual y el auditivo; y cuando esto se considera insuficiente se adicionan drogas psicotrópicas, entre las cuales no sólo se cuenta con el alcohol, sino con múltiples drogas naturales y sintéticas (o de diseño, para utilizar el eufemismo encubridor en boga) y en especial con el éxtasis –popularmente conocido como tacha–, la droga del amor en su expresión primaria de erotismo indiferenciado e infantil. Con y sin drogas, el estímulo al agrupamiento preedípico infantilizador es claro: los nuevos géneros bailables tienden a ya no ser de pareja, sino colectivos, en relación al estímulo de una sexualidad infantil. Y en los salones de baile las gentes pueden practicarlo en pareja, en grupo o –cada vez más– de forma solitaria, da igual. En cuanto al mundo de las drogas, una revista especializada ya desaparecida ha descrito los fenómenos contemporáneos acordes con el análisis anterior. “Al igual que en los 60, cuando la música jugó un papel importante para la construcción de identidades juveniles globales, la década de los 90 ha marcado una ruta clara entre formas de expresión cultural, artística, juventud y drogas. De ahí proviene el concepto de tribus globales; son culturas juveniles que empezaron en calidad de fenómenos musicales incorporando estilos de vida de los músicos y drogas específicas, por ejemplo el hip hop de Nueva York que se volvió global por medio de mTv . Un signo relevante de esta nueva mancuerna ar tedroga, es la organización de eventos lúdicos y ex perimentales. Son conciertos que buscan recuperar el sentimiento de hermandad entre la juventud rescatando lo místico del vivir. Estos ritos se basan en la música elecsigue
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stria del entretenimiento mario Campuzano
Ilustraciรณn de Mario Netzul
10 3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
Las Masas no tienen que estar reunidas físiCaMente en eL MisMo LuGar ; eL MisMo efeCto psiCoLóGiCo se LoGra Cuando , por eJeMpLo , MuLtitud de teLevidentes individuaLes – Cada uno en su hoGar – ven eL MisMo notiCiero o proGraMa teLevisivo de diversión , o se ConeCtan en internet para La MisMa notiCia o fuente de inforMaCión .
trónica diseñada para viajar y los disc jockeys son los chamanes. En la fiesta hay gentes con antorchas haciendo malabares, otras bailando de todas las formas, en un pie o inclinados en ángulos imposibles; la música te desprende, busca fundirte con el entorno que es cambiante a cada instante...” (Rodiles, J. “Drogas, usos y costumbres”, en Liberaddictus, No. 45, México, 2000).
El círculo de control y manipulación social contemporáneo comprende, por tanto, varios elementos: una práctica empírica y una tecnología para producir agrupamientos preedípicos (con la psicología de masas correspondiente) como forma de control social eficaz, autosustentable y rentable, así como reproducible y variable, dando lugar a masas dependientes, conformistas y simplistas, y un estilo de liderazgo compatible con estas formas de agrupación que se caracteriza por ser promotor y vendedor de ilusiones y que se aloja en líderes de estructura narcisista, a veces con expresiones abiertamente psicopáticas. Y, de manera destacada, el uso de los medios de difusión masiva como los ins trumentos para lograrlo, así como una cultura consumista que promueve este estado de cosas por diversos mecanismos pero, destacadamente, mediante la pro ducción social de deseos para los cuales ya se han producido los objetos de consumo que, supuesta e ilusoriamente, los “podrán satisfacer”.
Collage digital de Francisco García Noriega
La viSión dE LoS LídERES En La CuLTuRa dE maSaS
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ste análisis quedaría incompleto si no se incluye una aproximación a las sensaciones del líder. En la parte experimental-clínica de los grupos grandes trabajados por algunos psicoanalistas ingleses y franceses (como Kreeger y Turquet, así como Anzieu y Chasseguet-Smirgel) no se aborda ese tema, pero un psicoanalista mexicano que trabaja una variedad de los grupos grandes que llama grupos mamut (José Luis González Chagoyán, 2001) me ha relatado sus sensaciones contratransferenciales en dichos grupos, mismas que son de poder omnipotente muy gratificante, como la de “tener al grupo bajo control” y de poder llevarlo –en consecuencia– por donde se desee. Es sólo recurriendo a preceptos éticos y a la conciencia de que la experiencia debe llevar a fines terapéuticos y/o de crecimiento, que se puede controlar esta fuerza omnipotente potencialmente destructiva, lo cual requiere un psicoanalista con sentido moral y buena formación teórico-técnica. Por otro lugar –el del ejercicio del liderazgo político–, José Vasconcelos (El proconsulado, 1946) cuenta una experiencia semejante durante su fallida campaña de 1929 por la presidencia de la República: Según avanzaba mi gira democrática, me sentía dueño de mi posición, más diestro en el manejo de
esa potencia hipnótica que el orador ejerce sobre su público. De mudo que antes era, me había transformado en uno que dice lo que quiere con facilidad y decisión, aunque sin elegancia. Y ya sea por el mito que en torno al personaje se va formando y a uno mismo contagia, ya fuese porque la grandeza del propósito nos exalta, el hecho es que adquiría un dominio colectivo casi físico por medio de la palabra y el gesto que hacen de la multitud el eco de nuestras emociones, el brazo de nuestras fobias y el empuje de nuestros ideales.
En las sensaciones del líder se encuentran las propias de la elación o euforia narcisista, así como las de triunfo maníaco sobre el objeto-grupo (u objeto-masa). Y es, precisamente la elación narcisista (como señala Chasseguet-Smirgel), la que conduce al reencuentro entre el yo y el ideal, la que lleva a la disolución del Superyo. En otras palabras, la omnipotencia del narcisismo infantil supera los controles morales del Superyo; el deseo se impone a las prohibiciones de la cultura. Por eso el control capitalista actual de las subjetividades y el manejo de los ejecutivos altos y medios en las grandes empresas, especialmente las trasnacionales, se concentra en la seducción narcisista, en la manipulación de los individuos por este sensible medio. Ese es el mundo que vivimos en la actualidad y esos son sus riesgos. Más vale conocerlos
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Jornada Semanal • Número 1174 • 3 de septiembre de 2017
Periodismo escrito con sangre. Antología periodística: textos que ninguna bala podrá callar, Javier Valdez Cárdenas, (selección, prólogo y notas de César Ramos), Aguilar, México, 2017.
Javier Valdez, el solidario solitario ELENA MÉNDEZ
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Para Griselda Triana
avier Valdez Cárdenas (1967-2017) fue un periodista que siempre estuvo al lado de las causas justas. Le dolía el dolor ajeno, el destino infame de los seres que poblaban sus notas. A decir de su madre, doña Rosario Cárdenas, desde que él estaesta ba en la preparatoria le daba por ir a entrevistar a los familiares de personas desaparecidas. “Te van a matar”, le advertía, acongojada. Pero la vocación de Javier era fuerte y clara: sería periodista. Uno de los mejores periodistas que ha dado México. Un ejemplo de dignidad, congruencia, honestidad. A la titánica labor realizada en el semanario sinaloense Ríodoce y sus corresponsalías para el diario La Jornada y la agencia France Presse, se sumaron sus valientes libros. En ellos, era aún más evidente su repudio al ejecutómetro y su afán por penetrar en lo humano. Sus avistamientos al infierno terrenal fueron reporteados hasta aquel trágico mediodía de mayo en que doce balazos cancelaron sus latidos para siempre. Periodismo escrito con sangre recopila veinticuatro textos originalmente incluidos en Miss Narco, Los morros del narco, Levantones, Con una granada en la boca, Huérfanos del narco y Narcoperiodismo, obras publicadas entre 2009 y 2016. El volumen ha sido prologado por César Ramos, quien, asimismo, seleccionó y anotó el material compilado. Ramos enfatiza la enorme calidad humana de Javier, que optó por “darle voz a los desposeídos, a las mujeres rendidas, a los huérfanos, a las madres que se resisten a enterrar, con los restos de su hijo, a la justicia […] buscaba a las rastreadoras, entraba en su dolor; le preguntaba a los niños en qué ocupaban sus horas de orfandad; conversaba con policías receptores de tres, cinco, siete o más balazos, quienes aún se preguntan cómo sobrevivieron; aguardaba la respuesta de los drogadictos mientras miraba en sus pupilas la angustia, el trastorno existencial, el abandono, la desilusión…” Resulta inevitable cimbrarse ante el terror aquí descrito: el rostro desollado de Julio César, uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa; la periodista veracruzana levantada y luego expuesta en cachitos, para escarmiento de sus colegas; la mujer culpada de asesinar a su esposo, un hombre influyente; la madre que se conformaría con hallar los huesitos del hijo que en sueños se le aparece; el recio indígena que atravesó por un sembradío de cadáveres… Javier procuraba dar confianza a quienes accedían a brindarle sus experiencias. Protegerlos. No juzgarlos, aunque se tratase de victimarios, pues sabía que, en el fondo, ellos también eran vícti-
mas. Como Joaquín, el expandillero cuya infancia miserable lo orilló a lo más abyecto. No deja de causar extrañeza el poco espacio que el editor concede a Narcoperiodismo, esa obra tan personal para Javier, porque le atañía en lo más profundo. En los tres textos aquí incluidos, se refiere el terror de los periodistas acosados por el hambre, el desvelo, censurados, autocensurados, perpetuamente hostigados por tantos frentes que los atacan al unísono. Solos, siempre solos. Como el Pepis, informador sinaloense que se atrevió a revelar en un foro que recibía 150 pesos por cada cadáver reporteado; como Carlos, el veracruzano que delata la farsa del botón de pánico, que en realidad sirve para espiar a quienes lo portan; como Alejandro, que no se consuela del exilio y que añora su casita torreonense, la cual ahora sólo ve por Google Maps. Javier siempre estuvo consciente de que no era profeta en su tierra. Y lo deploraba. No imaginó, sin embargo, las protestas y homenajes que se suscitarían luego de su muerte. En Culiacán, al día siguiente del asesinato, un grupo de manifestantes –comun i c a d o r e s , a c t i v i s t a s , c i u d a d a n o s – acudió a cuestionar al gobernador, Quirino Ordaz Coppel, respecto de las circunstancias que propiciaron el crimen del reportero. Poco antes de que Quirino llegara, un ciudadano, indignadísimo, increpó a los periodistas: “¡Les hace falta lo que tenía Javier, carajo!”, al considerar que carecían de los tamaños para defender el oficio. Numerosas protestas se han llevado a cabo, en diversos lugares de México y el mundo, por él y por los periodistas que ya habían caído y los que siguen cayendo, ante una sociedad indiferente y un gobierno disimulado. Precisamente mientras redacto esta reseña se difunde la terrible noticia de que Cándido Ríos, reportero policíaco del Diario de Acayucan, ha sido asesinado en Veracruz, la entidad mexicana con mayor número de periodistas asesinados. En cuanto a los homenajes, le fue concedido a Javier, a título póstumo, un reconocimiento de la Asociación de la Prensa de Madrid, mismo que recibió s u v i u d a , d o ñ a G r i s e l d a Tr i a n a . S u discurso, dolido, breve y contundente, remató así: “Si nosotros no tenemos paz, el gobierno tampoco merece tenerla.” Según Triana, su esposo “tenía un corazón del tamaño del universo”. Era, pues, un solidario solitario, que a la hora final estuvo desamparado. Injusta, canallamente desamparado.
En nuestro próximo número
RAMÓN XIRAU: vivir es filosofar Fanny del Río
Javier somatizaba tanta tragedia. Buscaba escapar del enorme dolor que lo carcomía. Como sostiene Luis Hernández Navarro, compañero suyo en La Jornada: “Para llevar esa pesada carga a cuestas, recurría al diván del sicoanalista que le ayudaba a administrar el dolor y la tristeza, al cobijo familiar, a los cuates entrañables, a la amistad de sus colegas, a bailar solo […] y cuando el insomnio devoraba sus sueños, echaba mano de algún antidepresivo.” Como afirma Juan Villoro –presentador de Huérfanos del narco en Culiacán–, Javier “durante medio siglo vivió para mejorar un país que no supo protegerlo y que lo ha convertido en uno de sus mártires”. A Javier le fue arrebatada la vida, pero sus ideales permanecen en aquellos que exigen que se resuelva su artero crimen, que no se resignan a que México permanezca secuestrado por la malandrinada, ese monstruo de tantas cabezas, que a veces se viste de honorable ■
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3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
Cartas al padre Flye, James Agee, Jus editores, España, 2016.
Voz Viva de México Con cincuenta y ocho años de vigencia y contando, esta colección publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México, también conocida simplemente como Voz Viva, comenzó a sonar a finales de la década de los años cincuenta del siglo pasado en la voz de autores que hoy –y algunos ya desde entonces– son considerados canónicos, como Alfonso Reyes, Jaime Torres Bodet, José Gorostiza, Agustín Yáñez, Carlos Pellicer y Martín Luis Guzmán, entre muchos otros. Todos con registro de 2016, los siguientes son cuatro de los títulos más recientemente dados a conocer.
prehispánicos, Mitos prehispánicos Miguel León-Portilla.
Antecede a la Presentación un introito titulado ¿Qué son los mitos?, ambos del propio autor, y a continuación se ofrecen Los soles, edades cósmicas; EL nuevo sol en Teotihuacan, La antigua relación, Creación del mundo, El origen de los Cakchiqueles, Los quichés y Nácxit Quetzalcóatl; Quetzalcóatl, 1-Caña, nuestro príncipe; Nacimiento y destino de Huitzilopochtli; Peregrinación azteca; El corazón de Cópil y la profecía acerca de Tenochtitlan, y finalmente El águila en el tunal sobre la piedra.
Celebración, Elsa Cross.
Incluye una presentación a cargo de Ursus Sartoris y está conformado con poemas –en algunos casos sólo fragmentos– extraídos de Bacantes, Jaguar, Baniano, Canto malabar, Cantáridas, Ultramar, Odas, El vino de las cosas, Nadir y Bomarzo.
Tiempo ganado, ganado Eduardo Langagne.
Presentado por Vicente Quirarte, el volumen está formado por una selección de textos previamente publicados en los libros Décima ocasión, Donde habita el cangrejo, El álbum blanco, Lo que pasó esto fue, Verdad posible, Navegar es preciso, Cantos para una exposición, ...a la manera del viejo escarabajo, La manzana en la cabeza, xxx sonetos, Reposo del guerrero y Decíamos ayer.
Agonía epistolar
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ORLANDO ORTIZ
oeta, articulista, reportero, entrevistador y novelista ganador (post mortem) del Pulitzer por su novela Una muerte en la familia, Agee también colaboró como guionista con John Huston (La reina de África) y con Charles Laughton (La noche del cazador). Tiene en su haber otros guio nes que no llegaron a realizarse o se produjeron después de ser modificados o adecuados por otros guionistas. El volumen son las cartas que Agee envió a su maestro, tutor y amigo James Harold Flye, sacerdote episcopal y maestro en St. Andrew’s College, donde estudió James. Ahí nació la amistad y se consolidó cuando el joven fue a estudiar a Exeter, New Hampshire y luego a Harvard. El intercambio epistolar duró de 1925 hasta la muerte de James, en 1955. A lo largo de treinta años, alumno y maestro mantuvieron una relación epistolar de la que este libro nos da cuenta al recoger una cara de la moneda, pues la otra, que serían las cartas del padre Flye a James Agee, con excepción de dos o tres, no se incluyeron por diversos motivos, entre ellos, que el sacerdote ignora si James las conservó, y en ese caso, dónde podrían localizarse. En el lapso citado, se percibe el desarrollo de un individuo preocupado por las cuestiones literarias, y que incursiona tanto en la crítica como en el ejercicio creativo; es evidente y declarada su afición a la poesía y su admiración por grandes poetas, algunos de los cuales trató personalmente. A los tres o cuatro años de su partida, el joven Agee ha definido su vocación y escribe que le gustaría “mezclar la belleza sutil, casi monótona, de Chejov, con la grandes tramas geométricas de obras como El rey Lear [...] Por decirlo de forma no del todo precisa: quiero escribir sinfonías...” Cada carta deja entrever la lucha que sostiene este joven con su vocación, con sus inquietudes estéticas e ideológicas: “Me da verdadero miedo caer en el arcaísmo o en el lenguaje ‘literario’: quiero usar un vocabulario lo más rico posible, pero las palabras tienen que estar vivas.” Cada línea de sus escritos es un debatirse entre las inquietudes literarias y exponer su desgarramiento interior, porque tampoco le son ajenas la filosofía y las cuestiones sociales, aunque reconoce que no pocos intelectuales manifiestan esa preocupación social por esnobismo. Esto le preocupa particularmente porque reconoce que él no está exento de ese mal pero a la inversa, pues lo asalta una sensación automática de humildad y respeto ante cualquiera que sea muy pobre y ante los adultos mayores sencillos y sin pretensiones. Fascinado por el lenguaje, siempre tiene proyectos que giran en torno a él, y señala que la ambigüedad de las palabras es algo peligroso, un recurso utilizado sin miramientos por reformistas y revolucionarios organizados: “¿Cuántos horrores no se justifican en nombre del amor, la lealtad, la honestidad, el deber y sus antónimos?” No tiene tapujos para declarar al padre Flye sus simpatías por el socialismo, lo cual escandaliza al sacerdote y se deja suponer que sostuvieron una acalorada polémica que no hizo cambiar de opinión
al joven. La lucha que sostenía en su interior, se manifiesta en una carta de 1932, en la que expresa su intención de suicidarse. Agee colabora en revistas literarias y diarios, incursiona en la crítica de cine y es tal vez esto lo que lo aproxima a Hollywood, pues John Huston lo llama para que colabore con él. De una sólida formación intelectual y literaria, uno piensa que ese mundo le chocaría (como ocurrió con otros escritores), pero fue todo lo contrario; se sintió muy a gusto. Más todavía cuando tuvo oportunidad de conocer a Charles Chaplin y conversar en múltiples ocasiones con este genio al que siempre admiró. Sería mucho más tarde cuando se percató de que cometió un error al no registrar lo que hablaron en las aproximadamente cincuenta veces que Chaplin lo invitó a cenar en su domicilio. Alcoholismo, tabaquismo, ingresos al hospital, matrimonios fallidos, bloqueos de creatividad, depresiones, proclividad al suicidio... en fin, cosas bastante normales en tal vez todos o casi todos los escritores, porque esta vida “está llena de miseria” si es consecuente. En pocas palabras, es un libro fascinante y desgarrador ■
La alta costura de Dios, Beatriz Espejo.
Inmejorablemente presentado por ese otro gran cuentista que es Agustín Monsreal, este volumen contiene tres magníficos cuentos de quien, para decirlo sin rodeos absurdos, es una de las mejores autoras mexicanas en el género de todos los tiempos: “Alta costura”, “La barca de oro de Anthony Quinn” y “Marilyn en la cama”.
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Jornada Semanal • Número 1174 • 3 de septiembre de 2017
Arte y pensamiento
ARTES VISUALES germaine gómez haro
BITÁCORA BIFRONTE ricardo venegas
germainegh@casalamm.com.mx
ricardovenegas_2000@yahoo.com
ANDY WARHOL: RESPLANDOR Y TINIEBLAS ( i de ii )
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a exposición de Andy Warhol en el Museo Jumex ha causado revuelo por tratarse de la muestra más ambiciosa que se haya presentado en Latinoamérica del artista que llegó a ser el símbolo de toda una época, una suerte de gurú que, con su arte innovador y su personalidad extravagante, dejó una huella indeleble en el panorama cultural de la segunda mitad del siglo xx. Excéntrico, desafiante, rebelde, cuestionador, Warhol es la figura paradigmática de la cultura estadunidense de la postguerra que personifica el modelo del sueño americano. Intencionalmente, Warhol ocultó y manipuló los datos sobre su vida anterior a la fama, con la plena conciencia de crear un personaje estrafalario que consiguió modelar a la justa medida de sus ambiciones. Se sabe que nació en Pittsburgh, Pensilvania, el 6 de mayo de 1928 y que su verdadero nombre era Andrew Warhola, tercer hijo de una familia de emigrantes checoslovacos que nunca lograron salir de la pobreza. Su niñez se vio afectada por una escarlatina que le dejó huellas en la piel, además de la enfermedad conocida como mal de San Vito. El tiempo que tuvo que permanecer en la cama lo dedicó a dibujar, sin imaginar que ese sería el inicio de una carrera que lo llevaría a conseguir la celebridad que siempre soñó alcanzar. En 1945 in- Cajas de hojuelas de maíz Kellogg's gresó en el Instituto Carnegie de Tecnología, donde realizó estudios de diseño y recibió una formación artística poco convencional. Durante las vacaciones de verano trabajó en la decoración de escaparates para un almacén. Ahí entró en contacto por vez primera con el mundo del consumo y de la publicidad que serían más tarde los ejes conductores de su quehacer artístico. En 1948 presentó en la exposición anual de Artistas Asociados de Pittsburgh una extraña pieza titulada La mujer me dio la cara, pero puedo escoger mi propia nariz, la cual fue rechazada por el jurado. En esta obra se percibe la inquietud del joven Andrew en adoptar una personalidad diferente, en buena medida motivado por la profunda insatisfacción con su físico, motivo que lo llevó a usar sus famosas pelucas a partir de 1950 y a someterse a una cirugía estética en 1957. En 1949 convenció a su compañero del Carnegie, Philip Pearlstein, de trasladarse a Nueva York en busca de mejores oportunidades, o para ser más precisos, en busca de la fama, obsesión que cultivó desde niño. Muy pronto consiguió trabajo haciendo ilustraciones para importantes revistas como Glamour, Vogue, The New Yorker, Harper´s Bazaar y Tiffany´s & Co, donde adquirió un reconocido prestigio como diseñador gráfico. Es entonces cuando Andrew Warhola se convirtió en Andy Warhol. La exposición Andy Warhol. Estrella oscura que ocupa todas las salas del Museo Jumex, se centra en su primera etapa creativa de los años cincuenta y sesenta, cuando pasa de ser un ilustrador comercial a convertirse en el artista visual quizás más destacado de su tiempo. Al inicio de la muestra se presentan algunas de sus ilustraciones emblemáticas, como Teléfono los zapatos que después se convirtieron en el motivo más conocido de su obra temprana. En 1952 consigue su primera exposición individual en una galería de Nueva York, donde exhibe una serie de dibujos basados en los escritos de Truman Capote. A partir de entonces comienza el paso a la fama. Las pinturas más tempranas que se presentan en esta muestra datan de los primeros años de 1960, cuando la carrera de Warhol da un giro decisivo al abandonar el trabajo comercial para dedicarse de lleno a la creación artística. La mayoría de sus pinturas de esta etapa están finamente ejecutadas a mano sobre lienzo con pintura acrílica diluida en agua. En cuanto a los temas, se interesa por objetos de uso cotidiano, como el teléfono o la máquina de escribir que se pueden ver en la muestra, a los que dota de una apariencia fría que remite a la ilustración impresa. Asimismo, comienza a reproducir productos del supermercado como las latas de sopa Campbells, botellas de Coca Cola, el jabón Brillo, cereales Kelloggs, que se convierten en su sello artístico. Estos productos arquetípicos del american way of life ejemplifican su fascinación por el consumo popular y se convierten en la fuente de inspiración que lo lleva a experimentar las más diversas técnicas pictóricas y gráficas para dar rienda suelta a sus obsesiones. El arte pop impulsado por Robert Rauschenberg y Jasper Johns cautiva a la sociedad estadunidense con sus imágenes cotidianas deliberadamente comunes y reproducidas con minuciosa fidelidad, a las que se suma el excéntrico Warhol, icono de este movimiento emblemático de la década de los sesenta ■ 100 latas
(Continuará.)
EL POEMA APÓCRIFO Y “LO EXQUISITO FALLIDO”
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on frecuencia aparecen poemas o textos publicados en las redes sociales y hasta en libros atribuidos a grandes autores que hoy día consideramos clásicos. Algunos de esos textos suelen ser apócrifos, es decir,“se dice” que son de determinado autor aunque, al verificarlo en la obra, no es posible acreditarlo. Una forma de medir el alcance de un poeta es la popularidad que tiene entre sus lectores: ¿cuántos de ellos pueden repetir de memoria el poema de su autor favorito? En mayor o menor medida, pervive la intención de que el poema es un ente del dominio público o, al menos, accesible al que lo busca. Pero los tiempos se imponen. Sin pontificar que todo tiempo pasado fue mejor, es indudable: lo que se ha adelgazado en el presente es la calidad de la poesía que se lee, lo cual ha dado lugar a que se lea lo mismo a grandes autores de actualidad, como a verdaderos remedos de auténtica poesía. En el año 2000 circulaba en internet “La marioneta” que, por ejemplo, fue un texto atribuido a Gabriel García Márquez, quien aclaró que nunca lo escribió y que probablemente moriría por la cursilería que le achacaban. El texto decía: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.” A Jorge Luis Borges también le adjudicaron estos versos: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida,/ en la próxima trataría de cometer más errores.”Y no es un secreto la polémica que suscitó el libro Borges y México, el cual tuvo que ser retirado debido a las observaciones que María Kodama hiciera sobre el volumen al incluirse el poema titulado "Instantes", supuestamente escrito por el bonaerense.“El problema fue que ellos incluyeron en este nuevo libro poemas que Borges no escribió” (La Jornada, 2/08/12). No te detengas es un texto atribuido a Walt Whitman. Sin embargo, al ver la cinta La sociedad de los poetas muertos, protagonizada por el deprimente Robin Williams, es evidente que se trata de la reproducción de los diálogos de la película: “Valora la belleza de las cosas simples./ Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,/ pero no podemos remar en contra de nosotros mismos./ Eso transforma la vida en un infierno./ Disfruta del pánico que te provoca/ tener la vida por delante.” La Fundación Neruda ha denunciado tres apócrifos que se le atribuyen al poeta chileno:“Queda prohibido”,“Nunca te quejes” y “Muere lentamente”. También la Fundación Benedetti identificó alrededor de diez textos publicados con el nombre de Mario Benedetti, que no son de su autoría. Pero no todo es mercado ni ocultamiento en la vida del poema apócrifo. “No te rindas”, atribuido al uruguayo, es un texto convertido en canción que goza de gran éxito. Algo tiene en común el poema apócrifo con la ausencia de calidad: brilla como la joyería de fantasía y tiene el tono confesional de un libro de superación personal ■
Arte y pensamiento
3 de septiembre de 2017 • Número 1174 • Jornada Semanal
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TOMAR LA PALABRA agustín ramos
¿FICCIÓN Y NO FICCIÓN? ( i de ii )
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MAGINEN UN MUNDO al revés, que primero reconoce el valor testimonial del arte literario y después su valor ficticio. Ahí no habría ideología predominante o ésta sería, en principio, distinta; en igual medida que lo sería la percepción del arte y la naturaleza. Sin embargo, aquí nos tocó, donde se sobrevalora el no testimonio y se le llama literatura. Después se descubre otra América: el testimonio, que aunque con reservas es admitido como forma especial, preferentemente pretérita, de literatura hecha sin intenciones literarias, que se consagra y trasciende casi por casualidad –pienso en Bernal Díaz del Castillo y acallo mi pregunta respecto de qué sería lo intencional y lo no intencional en cualquier arte. El testimonio, forma expresiva que crece apartada y disparejamente de la “ficción”, no deja de desarrollarse y de pronto resulta imposible soslayarlo. Más aún, se convierte en salida posible, viable y quizás hasta imprescindible del arte literario. Entonces, de vuelta al mundo real de aquí y ahora, encontramos el problema de tener por un lado la ficción y por el otro la no ficción, con sus correspondientes antónimos: literatura, no literatura y, por supuesto, una solución de compromiso, la literatura de no ficción, el nuevo periodismo y la historiografía creativa. Así comenzamos, veinte cómplices y un servidor, a merodear la producción de literatura testimonial y las investigaciones en torno a ella. Es natural comenzar cualquier estudio con más dudas que conocimiento; tanto, como ir resolviendo esas dudas sólo para plantear nuevas y más grandes dudas. Por ejemplo, al principio sólo se trataba de quitarle la etiqueta a la literatura testimonial, no fuera a pasar con sus máximas cumbres novelescas lo que suce-
dió con las novelas de fórmula (ustedes saben cuáles: las de moda, las venales, las obras de quienes tienen, comparten y sostienen el sistema: las que distraen haciendo creer al lector que los crímenes y pecados de todo orden pueden resolverse mediante la acción de un individuo azarosamente heroico –“el héroe”, hasta el mismo sustantivo se ha vuelto insustancial–, individuo que resulta simpático en la medida que nos identificamos con él, sobre todo de manera inconsciente, tal vez por su solipsismo adornado de soledad, por su candidez y sus penas superadas con cinismo y afrontadas con “realismo” (recuérdese que los héroes posteriores a Aquiles nunca lloran y tampoco se despeinan), por su astucia o, mejor todavía, por su inteligencia genuina y siempre directamente proporcional a la estupidez y malevolencia del villano –esa encarnación banal de lo banal. Pero suprimir un rótulo tan afanosamente erigido no es fácil. Antes debemos enderezar la torce-
dura de la diferenciación entre ficción y no ficción, que atribuía a la primera la calidad exclusiva de literatura. Por un lado, esta literatura surgida de la realidad pero separada de ella por sus propósitos de no reproducirla sino de tomarla, digamos, como objeto de inspiración, como musa de múltiples caras y dimensiones. Por otro lado, la otra…, el resto. A mediados del siglo pasado, con Rodolfo Walsh primero y con Truman Capote y el nuevo periodismo después – manera sintética de trazar los orígenes de esta novedad creativa que en realidad no tenía tanto de nuevo–, surgió lo que se denominaría no-ficción –al principio así, con guión intermedio, según regla de vasallaje–, concepto que se filtró en la crítica para solventar el encuentro con una literatura diferente, surgida de las circunstancias que, en convivencia con la literatura pura, pretendía de manera explícita exponer una realidad específica, testimoniar hechos ocurridos en esa realidad: la no ficción, ya sin guión, para designar una propuesta artística, o lo que es lo mismo una corriente literaria universal que surgía como salmón, a contracorriente de la corriente artística principal, dando pie, como el expresionismo abstracto en la pintura, a fraudes y malentendidos. Entonces debieron ser los estudiosos de la literatura testimonial los que empezaron, y aún no terminan, la tarea de derribar el muro divisorio entre la literatura propiamente dicha, asumida como ficción, y “el resto” o sea la no ficción. En esas andábamos cuando quizá por nostalgia propuse a mis cómplices releer Los periodistas, ilustración de los viejos buenos tiempos cuando el gobierno asesinaba periódicos pero dejaba vivir a quienes ejercían el auténtico periodismo. (Continuará.)
BIBLIOTECA FANTASMA eve gil
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eer a Ana María Navales significa leer a muchas autoras, que a su vez leen a Ana María Navales. Su escritura es una sesión espiritista que reúne en una misma prosa a Katherine Mansfield, Dora Carrington, Vita Sackville-West… por no mencionar a Virginia Woolf, presencia intermitente y cicatriz en la vida de cada una de ellas, incluida la propia Ana María Navales Viruete, autoramédium nacida en Zaragoza, España, en 1939. Por otro lado está su poesía, convocante de estos y otros fantasmas todavía más personales, tan personal como puede ser la infancia de una hija única que escribe amigas imaginarias; con un padre rebasado por las palabras y una madre temerosa de la imaginación exacerbada de su hija. Autora de una docena de libros en este género, de los cuales realizó una selección bajo el título Travesías en el viento. (Poesía 1978-2005), (Calambur, 60, España, 2006), Ana María se distingue en ambos géneros por la sobriedad de su escritura y su colérica nostalgia. El título de uno de uno de sus últimos poemarios, Contra las palabras (2001), pudiera ser elocuente respecto a la perenne lucha de la poeta, no para domesticar el lenguaje, sino para resignificar las palabras más cotidianas, “amor”, “suspiro”, “silencio” y sobre todo,“tristeza”, que adquieren una nueva fisonomía al ser radicalmente despojadas de su carácter anacrónico. Por otra parte está la convivencia cotidiana con la literatura del Grupo Bloomsbury, llamado así en honor a la calle que alberga aún a la Hogarth Press, editorial fundada por los Woolf, Virginia y Leonard, que enriquece la de por sí refinada escritura de Ana María Navales, derrochada en libros por desgracia no conocidos en México, como las novelas El regreso de Julieta Always (1981), La tarde de las gaviotas (1981), El laberinto del Quetzal (Premio Antonio
EL LIBRO QUE NOS LEE Camuñas, 1984) y La amante del mandarín. El único de sus libros al que tuvieron acceso los lectores mexicanos, Cuentos de Bloomsbury, éxito de crítica y ventas en España, ha sido reeditado por lo menos tres veces. La tercera edición ha sido enriquecida con dos nuevos cuentos que ahondan aún más en la compleja personalidad de Virginia Woolf, si bien el propósito original de Ana María fue darle prioridad a aquellos miembros no tan conocidos del citado grupo, caracterizado no sólo por sus excentricidades sexuales sino por la crueldad con que se satirizaron unos a otros en sus respectivas obras. En su faceta ensayística, la que más me apasiona, Ana María ha sido distinguida con el Premio Sial de Ensayo 2000 por su extraordinario libro La lady y su abanico, acercamiento a la literatura femenina del siglo xx : de Virginia
Ana María Navales
Woolf a Mary McCarthy, reunión de sus colaboraciones semanales en el Heraldo de Aragón, en cuya segunda edición, la definitiva, abarca desde Virgnia hasta Nadine Gordimer, e incluye a Katherine Mansfield, Vita Sackville West, Dora Carrington, Mary McCarthy Jean Rhys, Djuna Barnes, Anäis Nin, Dorothy Parker, Iris Murdoch, Clarice Lispector, Sylvia Plath y la entonces única autora sobreviviente del cuadro de honor, Nadine Gordimer. Nuevamente, Ana María hace gala de una objetividad tan desnuda, que por momentos pareciera carente de pasión, aunque nada más lejos de la verdad: a esta crítica le apasiona la obra de cada una de sus autoras, negándose, sin embargo, a redundar en la victimización de Sylvia Plath y reivindicando la obra de autoras injustamente soslayadas, cuando no olvidadas, como Jean Rhys o Dorothy Parker. Navales no se permite la indulgencia con sus objetos de estudio, y si bien salta a la vista el entusiasmo que la obra de cada una le despierta, la admiración por la obra no implica por fuerza admiración por la autora. En el caso de la irlandesa Iris Murdoch, por ejemplo, brinda prioridad al análisis de su obra por sobre el de su vida privada, no obstante ser apasionante… pero los elementos biográficos han sido tan explotados por quien fuera su esposo, el profesor John Bailey, que resaltar el valor de la obra se vuelve prioritario. Coeditora durante varios años de Turia, probablemente la mejor revista literaria en habla hispana, elogiada incluso por Paul Auster y fundada en 1983, fue removida de su cargo en 2009 por motivos no esclarecidos. Murió ese mismo año, de causas naturales, al lado de su amado esposo Juan Domínguez Lasierra. Yo, que la conocí y la quise mucho, me atrevería a afirmar que Ana María murió de tristeza. Esta misma publicación se refirió a ella, en artículo póstumo, como “La Virginia Woolf española” ■
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Jornada Semanal • Número 1174 • 3 de septiembre de 2017
Arte y pensamiento
BEMOL SOSTENIDO Alonso Arreola @LabAlonso
BORGES Y EL TANGO
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UANDO EN 2006 SALIERON a la luz los diarios de Adolfo Bioy Casares relacionados con Jorge Luis Borges, muchos corrimos a las librerías para conseguir el gigantesco volumen editado por Daniel Martino para la editorial Destino. En sus mil seiscientas tres páginas pudimos conocer parte del universo privado de uno de los mayores escritores de todos los tiempos, transcrito y filtrado a través de la amistad, el respeto y una gran claridad narrativa. Registro de medio siglo de conversaciones, Borges –que así se llama– resultó un acontecimiento prodigioso pues, además de su invaluable contenido, representó un registro impensable en tiempos sin internet y con aparatos de grabación harto limitados. Pues bien, el año pasado y de manera aún más inesperada, nuevo material inédito del argentino fue publicado con la venia de su viuda, la polémica María Kodama, luego de que en 2013 se anunciara su existencia en conferencia de prensa madrileña y comenzaran los trabajos de transcripción y ordenamiento. Hablamos de cuatro conferencias dedicadas al tango que se mantuvieron inéditas por más de cinco décadas, pues el momento de su nacimiento ocurrió en el año de 1965 en un pequeño apartamento del barrio de Constitución. Así, las eventualidades que pasaron para que estas letras viajaran de un grupo de casetes al libro El tango, cuatro conferencias, integran en sí mismas una odisea digna de conocerse. Grosso modo: el gallego Manuel Román Rivas (muerto en 2008), quien viviera en Argentina siendo niño y que trabajara como productor musical en Alemania, graba las cintas para luego heredárselas a su amigo José Manuel Goikoetxea, quien a su vez se las dio al escritor Bernardo Atxaga en 2002. Éste las guardo por diez años para después anunciar su existencia en la revista Erlea de la Real
Academia de la Lengua Vasca. Entonces pasó las cintas al escritor César Antonio Molina, director de la Casa del Lector de Madrid quien, haciendo copias para la autenticación de María Kodama, cierra el círculo y anuncia el proyecto de edición en noviembre de 2013. Imaginamos que con semejante tránsito las negociaciones hicieron más lenta su aparición, ocurrida en Argentina hasta 2016 y apenas ahora en México, gracias a la editorial Lumen. Dicho esto, la primera de las conferencias (ocurridas todos los lunes del ’65) se titula “Los orígenes del tango” y retoma las ideas de Borges a propósito del poeta Evaristo Carriego y su relación con la música porteña, así como la vinculación de ésta con la figura del gaucho y con la vida en barrios, calles, plazas y “casas malas” de la vieja Buenos Aires. En ella caben abordajes a Vicente Rossi y la negritud, a Walt Whitman, a Leopoldo Lugones, al “Tríptico” de Marcelo del Mazo, a los instrumentos que dan origen al género y a su particular etimología. La segunda concentra su sabiduría y sentido del humor en los personajes que crean y recrean al tango. Se llama “De compadritos y guapos”. Puente entre la ciudad y las zonas rurales, en ella ca-ben citas a Hilario Ascasubi, Eduardo Gutiérrez, Nicolás Paredes y el gran José Hernández (Martín Fierro). Profundizando en la psicología de sus actores –y como sucediera en algunos de sus cuentos menos urbanos–, Borges parte del cuchillo para luego llegar a las milongas y las academias.
La tercera conferencia se titula “Evolución y expansión”. Coyunturalmente, Borges relaciona cambios sustanciales y la popularización del tango mientras se cumplen cien años de Argentina y pasa el cometa Halley. Lo señala como vehículo de promoción nacional en el mundo y particularmente en Europa gracias a figuras como la de Carlos Gardel, y distingue subgéneros por tema y aparición. De lo primitivo a lo llorón pasando por lo presuntuoso, esta charla regala anécdotas personales de gran valor. La última de las conferencias va más lejos –o más cerca y más adentro. Nombrada “El alma argentina”, subraya los ecos del tango en Asia y Oriente, retoma a sus personajes evolutivamente y pone atención a nombres como los de Ricardo Güiraldes y Adelina del Carril, así como a las aproximaciones que hicieran Lugones, Camino, Silvia Valdés y su gran amigo Bioy Casares. Desde luego aterriza en su propia literatura y sobrevuela al “Hombre de la esquina rosada” para, tanen conclusión, decirnos que el tan go puede ser, contra lo que muchos imaginan atascados en su cliché, un auténtico “símbolo de felicidad”. Así pues, si la obra de Jorge Luis Borges cauvale su peso en oro, este libro no cau lucisa deprecio alguno. Gracias a su luci dez y humildad, sus páginas bailan, giran, doblan la rodilla y se inclinan con la gracia del espíritu que las anima sin sospecharnos como lectores del futuro. Qué suerte tenemos. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos ■
CINEXCUSAS Luis Tovar cinexcusas@yahoo.com
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CINE Y TLCAN: LA DIGNIDAD Y LA LÓGICA ( i de ii )
ACE VEINTITRÉS AÑOS, en 1994, demasiada gente cometió el despropósito monumental de confiar en el entonces presidente de la República Carlos Salinas de Gortari, según el cual, gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan), de manera casi automática México formaría parte del llamado Primer Mundo. Pasó muy poco tiempo para que la realidad demostrara a los ilusos que se trataba de un literal y burdo engaño y, peor aún, que la condición de vasallaje, servidumbre y extrema dependencia económica y comercial –y no sólo en esos rubros– de México respecto de Estados Unidos habría de exacerbarse, sólo que ahora de manera reglamentada y, por lo tanto, legal. Sobran sectores económicos en los que puede verificarse lo anterior: comenzando por el agropecuario, uno de los primeros en resultar arrasados por las disparidades abismales entre México y Estados Unidos y que hoy nos tiene, de manera preocupante y vergonzosa, importando incluso el maíz que comemos; pasando por el sector manufacturero, en el que nuestro país quedó convertido en simple maquilador, que ve cómo la plusvalía regresa íntegra al país inversionista y, junto a muchos otros sectores económicos, culminando con el energético: el tlcan es el punto de partida de la privatización de nuestros recursos en esta materia –petróleo, gas, electricidad–, así como de la casi inmediata y sistemática pauperización de Petróleos Mexicanos y, en estos días, de su virtual liquidación, lo cual nos ha convertido en importadores, por ejemplo, de tres cuartas partes de la gasolina que consumimos. No sólo acostumbrados sino al parecer felices con su condición de lacayos, y a diferencia de los representantes canadienses, los mexicanos que en aquel entonces negociaron los términos del Tratado –léase mejor “entregaron”– cometieron la estupidez, quizá voluntaria, de someter la totalidad del sector cultural al mismo tratamiento comer-
cial que se le dio, por decir cualquier ejemplo, a lechugas y aguacates: como si se tratara de un mero producto de compraventa, sin implicaciones más allá de las que pueden reflejarse en la balanza comercial. No es que no hubiese habido voces que alertaran/demandaran/exigieran que el sector cultural fuese manejado aparte y de manera muy distinta. Las hubo pero no fueron escuchadas –el medio cinematográfico, en particular, fue entonces el más activo y el más claro al respecto–; consecuentemente, y de nuevo a diferencia de Canadá, que desde el principio reservó el capítulo cultura para protegerlo de la previsible voracidad estadunidense, México se convirtió en el primer paraíso exportador para el cine Made in usa , con resultados harto conocidos: la desproporción en la oferta cinematográfica es sistemáticamente oprobiosa pero, por culpa del tlcan, es perfectamente legal.
A ver si AhorA sí Como se sabe, hace pocos días concluyó la primera ronda de negociaciones Canadá- eu -México para replantear y modificar el Tratado. Primera de tres, la reunión fue forzada por el supremacista blanco que hoy despacha en la Casa Blanca pero que, de todos modos, no deja de tuitear amenazas de muros fronterizos y finalizaciones del tlcan . Si Trump no la dinamitó antes, la segunda ronda estará teniendo lugar desde antier viernes y hasta el próximo martes 5 de septiembre. La novedad, que no es ninguna novedad, es que el “equipo negociador” mexicano carece –guan mor táim– de especialistas que lo asesoren en materia cultural. Consecuentes con su mira enana de socio minoritario o más abajo todavía, de peón agradecido si no lo echan a patadas, ni siquiera se les ocurrió consultar a los directamente involucrados ya no se diga de las industrias culturales, sino de otros sectores de la economía igual de pasados por la aplanadora gringa que aquéllas. En pocas palabras, están repitiendo las mismas pifias de la negociación original, y a sabiendas. Un desgraciadamente bien fundado escepticismo –forjado durante décadas de ver que a este pobre país unos cuantos lo venden a precio de ganga y casi todo el resto sólo atina a encogerse de hombros, darle una mordida a su hamburguesa y seguir viendo una serie gringa en Netflix– hace prever que las industrias culturales, y dentro de ellas la cinematografía, muy difícilmente se verán beneficiadas, o al menos tomadas en cuenta, en las actuales renegociaciones del tlcan . Es precisamente por eso que la iniciativa y la declaración conjunta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (amacc), la Asociación Mexicana de Productores Independientes (ampi) y la organización El Grito Más Fuerte cobra una importancia enorme. (Continuará.)
SEMBLANZA
6 de agosto de 2017 • Número 1170 • Jornada Semanal
A Jerry Lewis (Estados Unidos, 1926-2017) se le recuerda de muchas formas. Para el espectador de sus películas, espectáculos en vivo o en televisión, es un comediante básicamente físico (casi la némesis de un eficaz Groucho Marx, cuyas muchas dotes de gag de pastelazo y bailes fársicos palidecían ante su apabullante humor verbal) que mejoró sus rutinas a lo largo de los años hasta llegar a la más aclamada, y aún vigente, Profesor chiflado (1963), como luego explotaría en presentaciones en Las Vegas, como el primer cómico en llenar salas. Pero las razones de su éxito son más.
El tótem de la supremacía “americana”
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uchos actores han encarnado las aspiraciones de su país: según la época y el contexto, se le señala como lo que el público quiere para sí y para su país. A veces, coincide con la propaganda del gobierno, sea o no explícita. Lewis inicia al lado de Dean Martin con la película Irma la dulce (1949) y el éxito es inmediato. A lo largo de varias películas la pareja triunfa, hasta que cada uno toma su camino y juega su papel en el mundo hollywoodense. Martin representa al hombre maduro que emerge de la postguerra y que tiene la confianza y el armamento para iniciar guerra e invasiones: el suyo es un país ebrio de poder, como pronto se adjudica el papel Martin y suele actuar en aparente (o muy franco) estado de embriaguez, y como showman nunca deja el cigarro o el vaso que vacía a lo largo de su espectáculo, incluso durante su programa en televisión. Es políticamente correcto que ese hombre, cuya madurez se hizo patente por contraposición ante el torpe y siempre supeditado personaje de Lewis, se evidenciara con los excesos en la bebida, el cigarro, las mujeres y, al lado de Sinatra y sus amigos actores–mafiosos– políticos, hasta el poder político dentro y fuera del mundo del espectáculo: Martin es el macho gringo, capaz de divertirse todo el tiempo, pero siempre funcional, incluso borracho. Al lado está el aprendiz Lewis, quien juega el papel de las nuevas generaciones que con ese modelo habrán de salir adelante. Y fue cosa de tiempo para que Lewis se vistiera como Martin, fumara en escena y demostrara con sus películas y shows que había triunfado en el american dream: era el hombre que se hace a sí mismo, el self made man en un país que permite a los individuos llegar a la cima por propios méritos: Lewis conquistó la fama y el reconocimiento, más en Europa. Las películas con Martin le sirvieron para aprender guionismo (poco a poco se apropia de sus personajes y rutinas), dirección y hasta manejo de personal y contratos; claro, además de su evidente talento interpretativo, especialmente sin oponentes verbales o físicos: sus mejores enemigos son los objetos y sus propias ocurrencias. Un año antes de separarse de Martin, los clowns del circo Barnum le premian como el
mejor del año por sus filmes. Está listo para filmar solo. Después de que el mimo máximo de Chaplin cautivara a todo el mundo sin diálogos ni sonido, de que Laurel y Hardy reafirmaran que el cómico “mudo” es más universal que el más inteligente de los hablados, de que Keaton y Lloyd ratificaran que el límite de lo corporal-fílmico es la imaginación (y el presupuesto, claro está), la llegada de un nuevo rey de lo humorístico físico se esperaba. Ya con Hollywood como el mejor publicista del mundo cinematográfico, “los 3 chiflados” fallan en comprender a la audiencia. Pero Lewis llega para llenar un nicho que tardaría décadas en ser siquiera alcanzado, menos superado. Su legado es visible en las distintas generaciones de actores: Carrey, Farrell, Sandler y muchos más. A partir de El botones (1960) comienza a dirigir y con el “profesor chiflado” llega a su propia cumbre: ya no es sólo el gesticulador que actúa la música o los ruidos de alguna máquina, ha perfeccionado sus rutinas. En El profesor... canta y baila para evidenciar que el Dr. Jekyll y Mr. Hyde del que habla el filme son indisociables de la misma persona. Y en el caso de Lewis, del mismo personaje que encarna ese ideal gringo, el del artista que evoluciona en la comedia y la música, pero sin dejar de tener su lado amable y torpón. No es casual que, al final de esta gran película,
Jerry Lewis: la aspiración lograda Ricardo Guzmán Wolffer
tengamos al Lewis torpe, ya casado con la hermosísima Stella Stevens, caminando a la luna de miel con una botella del tónico que le hace brotar la otra personalidad: la acepta y le saca partido. ¿Qué más podía pedir el gringo de la postguerra? En el éxito artístico advierte que su destino lo marca él. Su cercanía con los Kennedy, su Teletón y la defensa de los derechos de los negros terminarán por afianzarlo en el imaginario gringo.
La dura realidad Luego del “profesor” la producción decaería en calidad y taquilla; habrían de pasar décadas para que volviera a filmar, pero con papeles secundarios ante notables directores como Scorsese y Kusturica. La película del primero, titulada El rey de la comedia (1982) mostraba a un antipático Lewis que era acosado, secuestrado y maltratado para que un De Niro igual o más antipático mostrara las nuevas rutinas, con un stand up que elimina la torpeza física que hiciera grande a Lewis y con chistes sobre la violencia y la degradación personal. Y funciona: el público espera a ese desagradable Rupert Pupkin a que salga de la cárcel (por haber secuestrado a Lewis para poder actuar en su show televisivo) para volver a ver su siguiente rutina de stand up. Scorsese nos da el mensaje de que lo corporal, la combinación de música, canto y actuación corporal que dieran la fama a Lewis, habían llegado a su fin. Luego se reinventaría ese concepto en otros actores y contextos, pero nunca como perfeccionó Jerry. Su arte y su imagen de hombre de familia y liberal nunca lo dejarían, pero problemas con los estudios y una sociedad modificada por la guerra fría y los conflictos de Corea y Vietnam hicieron innegable que sus mejores tiempos se habían ido. Incluso su ausencia como hombre de humor obedecía al sentir popular: películas y series de tv más críticas y políticamente incorrectas habían llegado. Pero las actividades filantrópicas de Lewis durarían décadas. Su éxito y permanencia tienen más explicaciones que los filmes que lo confirman como un cómico único y de gran influencia artística ■
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