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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 5 de octubre de 2014 ■ Núm. 1022 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
5 de octubre de 2014 • Número 1022 • Jornada Semanal
bazar de asombros NOTAS SOBRE LA HISTORIA DE LA PRENSA (iv y última)
Hugo Gutiérrez Vega
Enseñoreadas a lo largo de todo el territorio nacional, violencia y muerte son vistas, desde hace ya demasiados años, como un erróneo “rasgo distintivo” de regiones como la mexiquense, michoacana y guerrerense Tierra Caliente, cuya presencia mediática necesariamente insiste en lo urgente, aunque al hacerlo soslaya lo profundo y lo que permanece a través del tiempo. En este número, coordinado por nuestra compañera Aleyda Aguirre, se habla de ambas cosas: del infinito arte culinario de Tierra Caliente, considerado patrimonio cultural de la humanidad, así como de la situación que enfrentan quienes le dan vida y continuidad a este importantísimo rasgo identitario que, hoy por hoy, constituye también un cotidiano acto de resistencia frente a la destrucción y la barbarie.
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
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fines del siglo xix , Alfred Harmsworth, que en 1905 fue nombrado lord Northcliffe, sacudió a la opinión pública inglesa con sus tácticas financieras y periodísticas de inspiración estaduni dense. Fundó el Evening News y, más tarde, el Daily Mail y, con sus métodos audaces y burdos, propios de un Tycoon neoyorquino, organizó un estrecho cerco a las murallas del Times. Los periodistas del viejo órgano de la opinión pública tradicional resis tieron el embate por varios años, pero Northcliffe, mediante maniobras financieras y aprovechándose de la debilidad del nuevo propietario, Walter iii , lo gró que la fortaleza se rindiera y entró en el patio de ceremonias, a tambor batiente y títulos financieros desplegados, en 1905. En el siglo xix la competencia comercial entre los periódicos de Estados Unidos tuvo rasgos de feroci dad. En 1835, The Sun había alcanzado ya una cifra de producción que rebasaba los 20 mil ejemplares (The Times, de Londres, tiraba 17 mil) y el New York Herald costaba solamente un centavo. Su director, Bennet, no tenía mayores limitaciones morales y consideraba que su periódico debía dar prioridad a las noticias escandalosas “aunque fuese necesario inventarlas”. En contraste, Horace Greely, director del New York Tribune, estableció su trabajo periodístico sobre pre misas diametralmente opuestas. Greely se inclinó por la publicación de noticias y de comentarios polí ticos de carácter crítico, y nunca permitió que el espa cio dedicado a los anuncios fuese mayor al ocupado por las noticias y los artículos de fondo. Fue, sin duda, un buen representante del periodismo doctrinario, un defensor del liberalismo y de los derechos civiles que caracterizan a las sociedades anglosajonas. No resulta difícil de explicar el hecho de que el Herald tirara 70 mil ejemplares en 1860, mientras que el Tribune apenas llegaba a los 35 mil. Los comerciantes de Wall Street se daban cuenta de que el periódico de mayor impacto popular era el dedicado a despertar el morbo de los lectores, y el periodista de mayor importancia era el que dominaba las técnicas del sensacionalismo apli cadas sin el estorbo de un estricto criterio moral. En 1868, la competencia entre los periódicos es tadunidenses llegó a sus momentos más críticos. Charles Dana, propietario y director del Sun, adiestró sus reporteros para que reunieran noticias a granel. La idea era publicar encabezados sensacionalistas
para ganar la atención del público comprador, au mentar la circulación del periódico y llegar a los al tares de las grandes empresas con una cifra sufi cientemente impresionante como para inclinar a los anunciantes a adquirir mayor espacio. Desde ese momento, los periódicos aumentaron de volumen y los chicos repartidores pasaron grandes trabajos pa ra transportar los diarios del tamaño de un directorio telefónico, plagados de los gigantescos anuncios comerciales que apenas dejaban algunas magras co lumnitas a los artículos de fondo y a los comentarios editoriales. Esta complicada etapa de la prensa pro dujo personajes como Pulitzer y Hearst. El primero convirtió el vetusto World de Nueva York en un perió dico que era, al mismo tiempo, popular y “elitista”. La obsesión de Pulitzer consistía en evitar que su publi cación se derrumbara en el sensacionalismo barato y en impedir que se convirtiera en una solemne gaceta inglesa leída tan sólo por los intelectuales o por los caballeros amantes de la seriedad periodística. Para lograr sus propósitos, diseñó una habilidosa estrate gia: la primera plana del World ostentaba cabezas escalofriantes; las páginas rojas estaban llenas de noticias terribles atenuadas por un moralismo total mente impostado; en cambio, las páginas editoriales ofrecían a los lectores serios el atractivo de las firmas de escritores, profesores y periodistas especializa dos en asuntos políticos y económicos. Con este sis tema, Pulitzer logró que su periódico tirara más de 374 mil ejemplares diarios en 1892. Afirmaban sus competidores que esta gigantesca circulación se de bía en gran parte a la ilimitada malicia con que Pulit zer componía los grandes encabezados de la primera plana. Al margen de esas críticas, el director del World fue entronizado pese a las tácticas que usaba para conseguir sus objetivos. En los últimos años del siglo xix , el éxito de Pulitzer estaba asegurado: la edición dominical del World tenía 46 páginas, 23 anuncios comerciales y 23 noticias, artículos, crónicas y repor tajes para todos los públicos. En el país defensor de la libre empresa la prensa podía jugar con el poder po lítico, amparándose en el poder económico. En última instancia, los conflictos circunstanciales entre las dos fuerzas se suspendían en el momento en el que la es tabilidad de la clase dominante corría peligro. El sis tema siempre quedaba a salvo
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Portada: El sabor del terruño Collage digital de Marga Peña
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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El alimento:
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la liga del migrante con su origen
Felipe González
Limoneros en la década de los setenta
deliciosas viandas a los calentanos, iba de Michoacán al dF y volvía a su estado al concluir su vendimia. Ahora,
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s de madrugada en Ciudad de México. Mientras muchos duermen, en la Central de Abasto de Iztapalapa (Ceda), se agita una multitud de diableros y comerciantes que se dirigen a las bodegas de limón, plátano, papaya, chile, zanahoria, jitomate... Ahí les amanece. A lo lejos, cerca de las seis de la mañana, se descubren los cerros; la hermosa vista de los volcanes Popocatépetl e Iztacíhuatl es ignorada por los negociantes a causa del intenso trajín que se vive en ese pequeño mundo de frutas, verduras, legumbres, carnes, pescados y aves. Es miércoles. Son las cuatro de la mañana, hace frío y brizna. Entre rechiflas, pregones de marchantes, escándalo de ruedas de diablos manejados hábilmente por cargadores, olores, colores y texturas, Adriana González González cruza los diferentes pasillos del lugar que abastece de productos alimenticios a miles de mexicanos. Viajó de Salguero un día anterior para visitar a sus paisanos de Tierra Caliente y venderles longaniza, toqueres, pan casero y de sal que ella misma prepara, así como cecina, pan de vaqueta, semitas, tamales nejos, mangos criollos, ciruelas, camotes, calabaza, combas, pinzanes, ilamas, panochas, requesón, queso fresco y un sinfín de alimentos producidos en el lugar donde algunos de los mercaderes nacieron. Desde hace dos años, Adriana surca los corredores de los pasillos de la i -J a la o -P de la Ceda. A las ocho de la mañana las cajas de pan, los canastos y los botes con su mercancía se han vaciado por completo. Ha vendido todo. Visita a más de cien comerciantes, primordialmente limoneros, quienes hace años se fueron de la casa de sus padres en busca de mejores oportunidades de vida y dejaron atrás Arcelia, Iguala, Tlapehuala, Apatzingán, Salguero, Tacupa, Los Bancos, La Huacana, Ciudad Altamirano y muchos otros sitios... Ellos mantienen un lazo fuerte y casi invisible con los alimentos. La mitad de su vida –treinta años– la madre de Adriana, Rosa González Domínguez, se encargó de surtir esas
la enfermedad le impide continuar con esa labor que ha heredado a su hija... Adriana tiene el corazón partido entre dos lugares de residencia: de sábado a lunes se queda en Salguero, Michoacán, pueblo perteneciente al municipio de San Lucas, y de martes a viernes se mueve entre la gente que habita en el barrio de La Merced, donde surte y espera a
sus coterráneos provenientes de Ecatepec, Chalco, Nezahualcóyotl e Iztapalapa, quienes luego reparten en sus municipios esos preciados manjares.
Hasta Pensilvania llegan Ana Sixtos se fue hace diecinueve años de Tacupa, Michoacán, a Pensilvania, Estados Unidos. Allá tiene conocidos de Arcelia, Coyuca de Catalán, Tlapehuala, San Lucas, Huetamo y Ciudad Altamirano. Por paquetería, “los pocos familiares que nos quedan nos mandan lo que pidamos”: envían queso, longaniza, gorditas de nata, huilotas; oro, ropa de moda... “Les depositamos dólares y ellos nos mandan comida”: semitas, queso cotija, semillas (pepitas) con chile, frijoles puercos... No le quedaron ganas de regresar a Michoacán porque en mayo de 2012, la última vez que vino a México, “los policías nos robaron mucho y nos querían quitar el carro. Aunque un guiso calentano sabe mejor en nuestra tierra, nos conformamos con lo poco que nos llega en los envíos”.
Una maleta llena De... ¿DónDe está tierra Caliente? Tierra Caliente está conformada por algunos municipios ubicados en tres entidades de la República Mexicana: Michoacán, Guerrero y Estado de México. Tepalcatepec, en Michoacán, tiene su frontera con Jalisco y San Lucas con Guerrero. Las municipalidades se dividen en dos valles: Apatzingán-Tepalcatepec y Huetamo. Los municipios calentanos de Michoacán son Apatzingán, Nueva Italia (Múgica), Buenavista, Parácuaro, La Huacana, Tepalcatepec, Aguililla, Gabriel Zamora, Nuevo Urecho, Huetamo, Turicato, Tiquiche de Nicolás Romero, Tuzantla, Nocupétaro, Carácuaro, Churumuco y San Lucas. En Guerrero conforman la región de Tierra Caliente: Ajuchitán del Progreso, Arcelia, Coyuca de Catalán, Cutzamala de Pinzón, Pungarabato, San Miguel Totolapan, Tlalchapa, Tlapahuela y Zirándaro. En el Estado de México, los municipios de Amatepec, Tlatlaya, Tejupilco, Luvianos y Sultepec forman parte de esa delimitación geográfica
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Un grupo de trashumantes recorre varios kilómetros con la encomienda de entregar a los migrantes de Tierra Caliente un poco del sabor de su región de origen. Por transporte terrestre o avión, visitan a sus paisanos para venderles o llevarles los platillos de su infancia y juventud. De Santa Cruz, Guerrero, sale ocasionalmente un autobús con destino a Estados Unidos; lleva canastos repletos de pan de vaqueta, panochas, cecina seca y otras delicias regionales. Andrea Pantaleón Milián, de La Maestranza, ha llevado en sus maletas a Los Ángeles y a Carolina pepitas enchiladas, queso cotija y mole... Una vez al año, cuando Juana Calvillo puede visitar San Jerónimo, su pueblo michoacano, cumple con el ritual de secar iguanas y masa para hacer tamales nejos. Guarda sigilosamente en sus valijas queso, pan de vaqueta y cecina, para poder extender el goce de alimentarse con sabor calentano en Estados Unidos
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Tamales
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cotidianos y de fiesta Daniel Becerra, Ruth Juárez y Aleyda Aguirre
Uchepos
jos que acompañarían al mole verde o rojo. En la mañana, junto con las cocineras tradicionales, llegaba la música de viento, encargada de “amenizar la tamaliza”, comparte Soledad Acosta, de San Miguel Totolapan, Guerrero. Leonor Rodríguez, de Los Bancos, Michoacán, recuerda: “Cuando la gente iba a hacer una boda, quemaban las piñas del pajero [vainas vacías de ajonjolí] y al enfriarse almacenaban la ceniza en costales de manta para los días de fiesta.” En grandes tambos convivían por un rato hasta hervir, dobles de maíz con agua y ceniza de ajonjolí –en Mi-
Algunos se pegan a la olla, como la carne cuando se cuece y se pega a la olla. Decían que el que comía aquel tamal pegado, si era hombre, nunca bien tiraría en la guerra las flechas, y su mujer nunca pariría bien. Y si era mujer, que nunca bien pariría, que se la pegaría el niño dentro” Fray Bernardino de Sahagún
“¡V
amos a los nejos!” Ese era el grito que se escuchaba unas semanas antes de las bodas en los pueblos de Tierra Caliente, cuando corría el rumor de la celebración. Grupos de mujeres, cocineras avezadas en el cocido exacto del maíz, se reu reunían por el puro gusto de acompañar a los novios, disfrutar de los beneficios de estar en el guateque y ser testigos y actores de los preparativos. Era un gran prefestejo en el que las calentanas platicaban, bromeaban y bailaban, en tanto preparaban los tamales ne-
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Con salsa de cacahuate, roja o verde, queso y crema frescos, los uchepos
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Otra abusión tenían cuando se cuecen los tamales en la olla.
representan un icono de Tierra Caliente.
Mole verde (chimpa) con tamales nejos
choacán– o de leña –en Guerrero. La ceniza mojada con el agua sobre el fuego abrasador cumplía la función de pintar el maíz de amarillo oro y quitarle la cabeza al que, a esas horas, ya se había transformado en nixtamal. Como a las cinco de la tarde, las mujeres rescataban ese nixtamal y lo llevaban a enjuagar al arroyo para evitar que fuera devorado por las cenizas, luego regresaban y lo molían para después guardarlo en hojas de plátano y darle su cocción al vapor. “Los músicos iban tras las señoras hasta llegar al arroyo y les tocaban sones a fin de evitarles la flojera; los dueños del festejo las mantenían contentas, activas y entradonas con cerveza. Bailaban zapateado con el señor que traía los gallos, aventaban dulces, confeti y cerveza. Se iba la música de viento y llegaba la bocina, que era más barata.” Bailando, cantando y chismorreando se hacían los tamales nejos. Esa tradición ha cambiado un poco. La migración, los problemas climáticos (las lluvias y el aire rompen la hoja del plátano) así como la violencia, han hecho que se produzca poco plátano en la región y consecuentemente han escaseado las hojas, por eso a la cocinera tradicional María Sánchez le parece lamentable que actualmente envuelvan los tamales nejos en bolsas de plástico. El tamal nejo de Tierra Caliente ocupa un lugar importante entre las más de 4 mil recetas registradas de ese alimento.
UCHePos Con salsa de cacahuate, roja o verde, queso y crema frescos, los uchepos representan un icono de Tierra Caliente. Son pequeños tamales hechos de elote tierno que se pueden consumir en cualquier época del año. Gracias a que ahora hay sistemas de riego, es posible contar con elote tierno todo el año. En las calles de Apatzingán, Michoacán, donde Cyndi Amaya González tiene su negocio de uchepos por herencia familiar, se venden tres tamales por 10 o 15 pesos. Jazmín Barrera, de Zirándaro, Guerrero, estudiante de gastronomía, dice que “para prepararlos únicamente se necesita el elote desgranado, sal, un poco de manteca y hojas frescas del mismo elote. Muelen los granos, se sazonan y mezclan con manteca, se arma el tamal con la hoja fresca y se cuecen”. Este delicioso platillo puede consumirse a cualquier hora del día. Los abuelos de Jazmín se llevan sus uchepos en la mañana cuando van a ordeñar para acompañarlos con leche fresca. También pueden ser guarnición del plato fuerte, cubiertos con crema, queso (seco o fresco de rancho) y salsa verde, martajadita en el molcajete. Son tan versátiles que, por ejemplo, en Ciudad de México los acompañan con cajeta, crema de avellana y un vaso con leche
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La fiesta inicia desde que se elabora la comida
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Las alumbradas,
una tradición subvertida por la violencia José A. Campos
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n noviembre, en San Miguel Totolapan y otros pueblos de Tierra Caliente, “cuando había mucho ajonjolí”, los muchachos preparaban candiles y resorteras y se iban en la noche a lo que llamaban “alumbradas”, recuerda Librada con alegría. Se dirigían a las lomas y a los cerros donde había árboles repletos de huilotas dormidas y las cazaban. La Enciclopedia guerrerense describe a la huilota como un ave migratoria de tamaño mediano (25cm) de color castaño o gris oscuro, de cola puntiaguda, pico negro y patas rojas; esta paloma llega a Guerrero y Michoacán a finales de octubre y regresa “para anidar en su lugar de origen” en mayo. Se alimenta de semillas de zacate, hierbas, ajonjolí, maíz, sorgo y judía. “Mis hermanos llegaban con sus ensartotas de huilotas –dice Librada–, mientras uno alumbraba, otro tiraba con el resorte.” Se comían guisadas “en caldo blanco”; en chiliajo o a las brasas “son muy sabrosas” asegura María, quien en su adolescencia también las cazaba. “Ahora como está feo la gente tiene miedo de salir en la noche.” La caza de huilotas cesó. “Si los encuentran leñando de ahí se los llevan. Van por leña al campo porque todavía usan el fogón y la gente mala se los lleva, sólo queda la leña y el burro. Los secuestran. Tengo un hermano que lo secuestraron y le pidieron dinero. Es gente de las bandas que andan ahí”, aseguran María y Librada
Huilotas en chiliajo
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El fundador de las autodefensas Hipólito Mora, camina en su huerta en la Ruana, después de salir del penal de Mil Cumbres el 17 de mayo del 2014. Foto: Víctor Camacho /La Jornada
Foto: María Luisa Severiano/ La Jornada
EL AGuAcATE y EL LIMóN MIcHOAcANOS
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l aguacate y el limón michoacanos fueron gran noticia a finales del año pasado y principios de éste. Su precio se incrementó hasta tres veces, debido a las cuotas impuestas por los caballeros templarios a los productores. Empacadoras de limón de Buenavista, Tepalcatepec y Apatzingán tuvieron que cerrar. En Tancítaro ocurrió lo mismo con los aguacateros. “Michoacán es el único estado de la República certificado por el Departamento de Agricultura estadunidense para exportar el fruto.” (La Jornada/04/ ii /14). Las dos empacadoras de aguacate, que generaban cientos de empleos en Tancítaro –principal productor de aguacate michoacano–, se cerraron y dos más fueron incendiadas por delincuentes en abril de 2013. Cientos de productores de limón de Tepalcatepec y Buenavista, entre ellos Hipólito Mora, jefe de la policía comunitaria de La Ruana, se levantaron en armas el 24 de febrero de 2013 para defenderse de las extorsiones de los narcotraficantes
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Lo único que me pueden quitar es la vida María Bravo
“Y
o no tengo miedo de ir a mi pueblo” dice Pablo, de setenta y seis años. Nació y creció en Las Parotas, municipio de Coyuca de Catalán, Guerrero; actualmente vive en ciudad Nezahualcóyotl. Con profundo dolor y tristeza dice: “A mí qué me pueden quitar, nada, porque no tengo nada, lo único que me pueden quitar es la vida.” Los narcos saben “qué tienes y qué no tienes, ellos saben todo”. A los familiares de Pablo que viven en Tierra Caliente los han despojado de sus bienes, “son cosas con las que uno no puede hacer nada”. A sus treinta y cinco, ya casado, vino a Ciudad de México por necesidad, rentó una casa en la colonia Prohogar, como en Guerrero “no había nada para ganarse la vida”, trató de cambiar su suerte. Nunca ha vivido “a gusto” en la ciudad, le hace falta el aire puro; el calor sofocante de Neza y del dF lo agobian. Aunque en Las Parotas la temperatura puede llegar a los 45 grados o más, para él eso no es problema porque “le doy pal monte o pal arroyo” y ahí se refresca. Cuando era pequeño sembraba con su padre frijol y ajonjolí; su mamá le enseñó a cocinar, a hacer pan y a matar puercos. Tiene un recuerdo de sus diez años: “Tiraba los cuchis, les buscaba el corazón y les enterraba el cuchillo. Una vez se me fue el puerco con todo y cuchillo, se paró y corrió. No me asusté, estaba acostumbrado a esas labores, lo hacía cada ocho días. Los pelaba con agua caliente y cal, los rasuraba, les sacaba las tripas. Es un trabajo muy pesado; me tardaba como una o dos horas en hacerlo. Luego hacía carnitas estilo Guerrero: se ponen en cazuela de cobre o de barro, se les echa agua, cebolla, ajo y jugo de naranja para que agarren color y listo.” Pablo es el quinto hijo de siete, sólo le quedan tres hermanos vivos. No fue a la escuela porque “no había tiempo”, tenía que trabajar en el campo. Siempre ha extrañado su tierra, su gente: “Es difícil regresar porque aquí nacen los hijos, aunque aquí nunca he estado a gusto, no me gusta andar a la carrera, uno busca el campo y el aire libre, aquí se siente uno enojado y apretado.” A su madre la respetaban en Las Parotas porque era “una gran guisandera”, la invitaban a cocinar cuando había casamientos. Hacía mole verde, rojo o los frijoles puercos; preparaba barbacoa estilo Tierra Caliente: hacía un hoyo en el suelo, quemaba leña, metía pencas de maguey y luego el bote con carne de chivo para que se cociera dentro de la tierra.” La esposa de Pablo es de La Maestranza. Ha dejado de visitar su comunidad por temor, aunque asegura que pronto regresará a su terruño. “Nomás que tenga dinero. No me dará temor ir; sé que Dios va conmigo y me cuida.”
Foto: Jorge Tamayo
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Las panochas calentanas Raquel Rodríguez Estrada
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upuse que los calentanos, tan claridosos y groseros, se habían atrevido a bautizar a un dulce con un “nombre sexual”. Creí que a ese postre le habían puesto panocha porque encontraban en él alguna semejanza con la vulva. En una ocasión, cuando le ofrecí a un amigo uno de esos dulces, éste esbozó una sonrisa picarona y luego no pudo contener la risa que le nacía en la panza. Panocha, me dijo, es una palabra vulgar usada para referirse a la vulva de las mujeres, quienes pa no chambear en otra cosa ofrecen su cuerpo. Resulta que los habitantes de Tierra Caliente no son tan osados, al menos en el tema en cuestión, pues “panocha” es un término antiguo para denominar al piloncillo. Desde Guayameo, Guerrero, “bajaban hace años los comerciantes de la sierra” con sus panochas (es decir, piloncillo) y surtían a las personas dedicadas a elaborar dicha golosina. De ahí surgió su nombre. Esa distribución del piloncillo dejó de hacerse y ahora las “panocheras” lo consiguen
en Ciudad de México y otros lugares, ya que los principales estados productores de piloncillo son San Luis Potosí, Veracruz, Nayarit y Colima. En el libro Sabores de Tierra Caliente (Conaculta, 2012), del gastrónomo originario de Huetamo, Michoacán, Luis Enrique Echenique García, se dice que para elaborar las panochas se necesitan semillas de ajonjolí –traído de Etiopía a zonas mexicanas de climas cálidos y tropicales y llevado a otros países de Centroamérica después de la Conquista-, miel y piloncillo. Se lava y se seca el ajonjolí, se tuesta, se hace un jarabe con miel y piloncillo al que finalmente se le añade el ajonjolí, se deja enfriar y se le da forma a las panochas, que pueden ser redondas o cuadradas. Muchos calentanos conocen bien la semilla de ajonjolí, principal ingrediente de las panochas, porque lo sembraron y cosecharon en su niñez. Cuando el sésamo iba creciendo “se llenaba de bosque” y había que quitarlo con una tarecua para no disminuir las propiedades vitamínicas
de la oleaginosa. Tienen clara la receta de las panochas porque es común en la región. En su infancia guerrerense, Prisciliano Santana Antúnez, de Las Parotas, María Natividad, de Cutzamala de Pinzón, y Soledad Serafín, de San Miguel Totolapan, cultivaron y desyerbaron el ajonjolí. Cuando todavía se pagaba con centavos, María trabajó de “pión” e iba tras el surco que trazaba su papá; Soledad y Prisciliano obraron en las tierras de sus padres. Antes, cuenta María Natividad con esa voz parecida al llanto, “se doraba el ajonjolí en el comal y empezaba a oler a cocido, se dejaba ahí hasta que se ponía coloradito, coloradito. En una cazuela se echaba miel de abeja o piloncillos, cuando estaban hirviendo, se les metía el ajonjolí y se meneaba para que se revolviera todo. En el metate se ponía la plancha del ajonjolí y, antes de que se endureciera, se tenía que cortar con un cuchillo. Nunca preguntamos por qué se llamaban así las panochas, nomás nos las comíamos”
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5 de octubre de 2014 • Número 1022 • Jornada Semanal
Un guisandero apreciado blancos, luego de que el padre en la iglesia “le quitara el chamuco” a los guachitos y guachitas de la comarca, con el “sagrado sacramento del bautismo”; y hasta despidió con júbilo culinario a los difuntos. En Michoacán, a la muerte se le recibe comiendo.
Un atole qUe no es agUaDo Atole duro y don Silvestre Tamayo Real
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lla recibió la herencia silenciosa del sazón con sólo verlo cocinar. Silvestre Tamayo Real era un hombre apreciado en la ranchería de Los Bancos, del municipio de San Lucas, Michoacán. La gente estimaba de él sus manos prodigiosas, capaces de transformar un chivo en una deliciosa birria. Admiraban también de este hombre su talento guisandero y su conocimiento “en las cosas del sazón”. Era llamado para hacer los guisos de las bodas y guateques en general, y recibía en trueque tinas de carne. La gente del pueblo no convocaba a cualquiera; sabía muy bien a quién le era dado el don de cocinar y a quién no y quién tenía el tiento para saber las proporciones exactas de los ingredientes y era capaz de impedir que el fuego hiciera de las suyas con la comida. Don Silvi le puso sabor al frito, ese guisado de la víspera de la fiesta, disfrute de los cocineros y organizadores del festejo, cocinado con las vísceras de la vaca: el corazón, el hígado, las tripas, el güergüero o tráquea y el bofe son picados, cocidos, freídos en manteca de puerco y bañados en una salsa que los calentanos conocen como chiliajo, combinada con chile guajillo del que pica y del que no, cebolla, ajo y tomatillos, cominos, clavos, pimienta grande y chica. Alto, delgado, de tez morena y ojos negros con mirada abismal, cocinó para las fiestas de varios que decidieron unir sus vidas; llenó las panzas –con sus frijoles puercos, mezclados con longaniza, papas, aceitunas, chiles güeros y queso cotija– de quienes acompañaron a celebrar las quince primaveras de las jóvenes; colocó platos grávidos de mole rojo o de chimpa (pepita) en las mesas con manteles Horno de adobe y (derecha) nixtamal cocido para las gorditas de Día de Muertos
Por si fuera poco, don Silvi también honró a los ancestros, los suyos y los de otros, a través de la comida: en cazos de cobre les dedicó horas enteras dándole vuelta al atole o leche dura, un exquisito dulce que forma parte de las ofrendas o enciendos de Día de Muertos de Tierra Caliente, fiesta a la que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( uneSCo ), declaró en 2003 Obra Maestra del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Un poco antes del amanecer, cuando todavía aluzaban los churupetes o luciérnagas, se alcanzaba a escuchar el susurro transparente de los arroyos y la música colectiva de los grillos, Silvestre Tamayo empezaba su trajín para preparar su atole. Iba por leña al monte, unos troncos de cueramo y mezquite; disponía el fogón, sentaba sobre las brasas ardientes el cazo de cobre; conseguía la leche ordeñada de las vacas del rancho, esperaba a que ésta le avisara de su hervor y comenzaba a moverla con un palo metamorfoseado en cuchara.
más De oCHo Horas sin DesCanso Pintaba con canela molida la leche hirviendo mientras sacaba su pañuelo límpido para secarse el sudor generado por el calor del sol de 25 grados de las nueve de la mañana. Ni el rebuznar de los burros, ni el mugir de las vacas, distraía su tarea de menear su leche dura; si lo dejaba de hacer ésta se podía que-
mar y entonces tendría que reiniciar su ritual. Silvi prefería trabajar solo, a pesar de que el dulce le llevaba cerca de ocho horas de trabajo sin descanso. “Le gustaba hacerlo todo bien hecho.” Agregaba el arroz triturado previamente en el molino de Los Bancos y dejaba caer los piloncillos al perol. La mañana se hacía mediodía, el mediodía tarde y él recorría junto con el astro rey generador de 40 grados de temperatura los círculos del asiento de la olla, hasta dejar cuajar los ingredientes y generar una especie de jalea café clara, que le indicaba que el atole duro estaba casi listo. El fruto de su trabajo no estaba en la cantidad sino en el sabor concentrado, pues el atole quedaba solidificado en pequeños cuadros. Don Silvi murió en 1993. María Sánchez Tamayo, su nieta, fue la heredera indirecta de su sazón. Era una chamaca cuando aprendió solamente con mirar. En Los Bancos “todo cambió”, dice María, quien ya no puede bañarse en el río que circunda la casa de sus padres porque está contaminado. Casi todos sus hermanos se fueron a Estados Unidos, algunos migraron a Florida y otros a Los Ángeles. La tierra de su padre está inactiva, Amado Sánchez es un hombre de edad avanzada que padece varias “dolencias” y ya no puede hacerse cargo de su parcela. Su mamá sufre del mal de Parkinson. María se fue a Chilpancingo, Guerrero. Su tierra de origen le da tristeza. Sólo le quedan en las manos y en la memoria los conocimientos de guisandera que le dejó su abuelo. En sus vacaciones, regresa a la casa de sus padres y se pone a cocinar y a recordar ( a . a . r .)
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Para vivos y mUertos Las gorditas de Día de Muertos son galletas elaboradas con nixtamal cocido y molido expuesto al sol cerca de tres días. A María Sánchez, su cuñada le hace el favor de ponerlo a secar “para cuando llegue” a su pueblo. Se lleva al molino a remoler, pues se busca que la masa quede finita; se le agrega la yema de huevo hervida, manteca o mantequilla, azúcar y un poco de harina de trigo “para evitar que las galletas se desmoronen”. Se bate todo con las manos. Finalmente, dice María, se hacen las bolitas, “se dejan en reposo” y se meten cerca de tres minutos al horno de leña que guarda el calor de toda la noche. Después se le ofrecen a los vivos y a los muertos
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Tierra Calien identidad y arte culinario
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Aleyda Aguirre Rodríguez
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Carnitas estilo Michoacán
estimonios de personas afectadas por la guerra contra el narco, originarias de algunos municipios de Tierra Caliente, afirman que además del dolor por las muertes y el éxodo de sus familias, muchas otras actividades se han trastocado en la región. Extensiones grandes de terreno están ociosas, infinidad de casas y comercios se encuentran abandonados porque sus pobladores huyeron, primero de la pobreza –la carencia de oportunidades de estudio y de trabajo– y recientemente por el peligro constante de muerte. El deterioro de sus pueblos empezó hace mucho tiempo. Ponen como ejemplo la disminución de la siembra de ajonjolí, que es el cultivo emblemático en la región, generada por la caída de su precio a nivel internacional, por la intervención de revendedores, los efectos de los tratados de libre comercio, la migración –“entre 25 mil y 30 mil michoacanos se han marchado anualmente a Estados Unidos durante los quince años recientes” (La Jornada/15/ Vii /10)–, y últimamente el éxodo, las ejecuciones y el cese de actividades ocasionadas por el recrudecimiento de la violencia generada por el crimen organizado y el narco.
Preservar la iDentiDaD No obstante, existe entre los calentanos un vínculo fuerte que, de alguna manera, los mantiene unidos; vínculo al La guisandera y el aprendiz en el Encuentro de Cocineras de Michoacán
que se refieren con sonrisas y alegría, a pesar de que entre sus familiares hay víctimas de la guerra sostenida contra el narco. Ese punto de unión es su gastronomía regional... Basta pregunta a alguno de ellos por sus costumbres culinarias: viva donde viva, sonríe, anhela, atesora, goza y hace de su pasado gloria y a veces hasta llora. Es vasta la historia de la comida en esa región de altos calores que ha sido acosada por el narco –los zetas, la familia michoacana, los caballeros templarios– y el crimen organizado, pues es una tierra rica en frutas silvestres y cultivadas, animales de pastoreo y granja, así como en guisos, sopas, panes elaborados en hornos de adobe y postres de historia ancestral. No es casualidad que, ante las ejecuciones y la catástrofe, en sus pláticas y quehaceres cotidianos, los calentanos que viven fuera o dentro de la región se aferren a sus costumbres culinarias. Edmundo Escamilla, historiador gastronómico, afirma que las tradiciones son parte de la “salud social y a través de la comida podemos conservar nuestra identidad y unión”. Tampoco es por azar que en 2006 se impulsara la iniciativa de que la gastronomía mexicana fuera reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo cual finalmente fue otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (uneSCo ) en 2010, y fue el estado de Michoacán el que se presentó como ejemplo para realizar el expediente que sustentó dicha iniciativa. Mantener esta designación implica que el gobierno mexicano tome acciones contundentes para salvaguardar, rescatar y apoyar la producción de alimentos, preservar las culturas locales, reivindicar la identidad, custodiar los saberes ancestrales transmitidos de generación en generación, fortalecer el turismo y compartir el acervo gastronómico con otros países. Asimismo supone, como apunta la antropóloga Yuriria Iturriaga, “comprometer al gobierno mexicano en una cruzada de rescate de un pueblo amenazado: el de los trabajadores del campo, del fogón y del artesanado” (La Jornada, 08/ii /2012). Sin embargo, el nombramiento de la uneSCo contrasta con la actual amenaza que se cierne sobre los productos endémicos, debido a la entrada a México de los transgénicos (véase el suplemento especial Maíz: no a los transgénicos, http://issuu.com/lajornadaonline/docs/ maiz23062014), la globalización económica y sus tratados de libre comercio; el calentamiento de la Tierra que es generador de catástrofes naturales y escasez o abundancia de agua; las migraciones, el abandono del
Piloncillo o panocha Capirotada
Queso fresco y asadero
Ciruelas
Cientos de familias del Cubo y el Guayabo fueron desplazadas por los enfrentamientos de narcotraficantes. Foto: Víctor Camacho/ La Jornada
campo; el crimen organizado y las erróneas estrategias del gobierno para combatirlo, así como la creciente dependencia alimentaria. Todo ello afecta directamente al “patrimonio vivo y el modo de vivir de los pueblos en los que reposa la pervivencia y el desarrollo de la diversidad cultural que enriquece al mundo”.
“la ComiDa es lo qUe nos qUeDa” Aunque viven en el Estado de México desde hace muchos años, por primera vez Astrebertha, Librada y María se reúnen para hablar de su Michoacán y su Guerrero, de la violencia que azota su tierra natal, pero también de los sabores, guisos, mezclas e historias sobre cómo fue que su madre o su abuela sembraron en ellas las recetas de los platillos antiguos. La comida las une, las hermana y “es lo que nos queda”. Tímidas ante las preguntas, se van soltando poco a poco como quien se deja acariciar por las palabras. Cuentan de Cutzamala, San Miguel Totolapan y Ciudad Altamirano, lugares de los que han huido cientos de familias debido a la violencia. Fueron arrancadas de su terruño para buscar mejoras económicas hace más de cuarenta o cincuenta años, “porque allá no había nada, ya ni se sembraba, y en algunos pueblos ya ni gente había”. Actualmente viven en Ecatepec, donde a veces se sienten “más de acá y menos de allá”. Ninguna estudió; en su infancia sólo se instruía hasta el cuarto año de primaria. A María su padre no la dejó ir a la escuela por temor a que “le mandara cartas a los hom-
Toqueres
Iguana en chiliajo
nte: o
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Pobladores de la región, circa 1950
Romanita. Foto: Antolín Orozco
Sangre de iguana para vivir más años bres”. Su pueblo está casi vacío. Si de letras no saben casi nada, en cambio son expertas en sabores, olores y mixturas; llevan consigo su comida, sus costumbres y algunas, todavía, su forma de hablar salpicada de regionalismos. Saben preparar pollo en chiliajo, frijoles puercos, chimpa (así le llaman al mole verde) birria, pollo con arroz (sazonado con el comistrajo, los condimentos) tamales nejos, huilotas, aporreado, chile de mango o ciruela (cirguela, le llaman) y muchos otros platillos. Astrebertha incluso puso su cenaduría en Ecatepec, donde cada ocho días vende enchiladas bañadas con chile guajillo amalgamado con orégano, pimienta, clavo, cebolla, jitomate, pollo dorado y queso cotija.
si no nos vemos en esta viDa, nos veremos en la otra... Los recuerdos de Librada son distintos. Tiene un padre que antaño fue dueño de tierras, hombre estricto que la puso a trabajar escardando el ajonjolí: “Cuando la plantita del ajonjolí va creciendo hay que arrancar el bosque (desyerbar) con la tarecua para que quede limpia y no le quite vitamina. Mi papá vendía el ajonjolí por toneladas, también sembraba cacahuate y comba [familiar del frijol] que se planta junto con el maíz. ” Ahora sus hermanos se encargan de esos terrenos, siembran también cacahuate, maíz, frijol y calabaza. Ajonjolí ya no, porque los comerciantes y distribuidores lo pagan muy barato. Su prosperidad ha sido motivo de acoso “por parte de los maleantes”. A Librada no le quedaron ganas de volver a Guerrero. La vida en el campo es muy dura. “Si uno no hacía bien las cosas nos daban con la garrocha con la que le pegaban al buey”, dice. Y “como mujer” tenía que llegar a ayudar a su madre en la cocina: cuando era pequeña le tocaba moler el maíz en el metate. Añosigue en página 10
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Atole de pinole y cirgüela
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omanita Luviano Valencia nació en Los Bancos, pueblo de San Lucas, Michoacán. Sin embargo, terminó avecinada en Tlalchapa, en la zona noreste de Chilpancingo, Guerrero. Migró a los dieciocho años, cuando se casó. Su esposo era campesino –“ya tiene once años de difunto”– y se dedicaba a sembrar ajonjolí. “Ahora ya casi nadie siembra ajonjolí, puro maíz.” Sus hijos no quisieron dedicarse a cultivar la tierra: uno le salió escritor y el otro profesor, por eso renta sus parcelas donde ahora crece el maíz. Romanita tiene ochenta y cuatro años, “entrados a ochenta y cinco”, como se dice en su Tierra Caliente. Se ha hecho famosa por cocinar “unas toqueres que no tienen igual”. Escoge bien el maíz –“ni tan tierno, ni tan maduro”–, la manteca, y le agrega su toque especial: un poco de requesón. Luego hace esa pieza que no es gordita, que no es tortilla, sino toquere.
Iguana al mojo de ajo
FortaleCerse Con sangre De igUana Como buena sibarita, ha degustado los sabores exóticos de su estado: desde joven tomaba sangre cruda de iguana “porque me sentía fortalecida y decían que así uno viviría más años”, comparte Romanita. ¿Y sí?, se le pregunta, pero ella contesta que no sabe. Sus ochenta y cuatro años bien podrían responder. Mezclada con vino tinto, la sangre “sabe buena”. El ritual de bebérsela lo llevó a cabo desde que era muy joven, hace tanto que ya ni se acuerda, y dejó de hacerlo a sus setenta años. Actualmente venden las iguanas peladas en Ciudad Altamirano, Guerrero, zona comercial a la que acuden pobladores de varias rancherías ubicadas cerca del Río Balsas, pero antes, cuando ella se enseñoreaba en la cocina, las compraba vivas, le costaban entre 20 y 50 pesos, eran de tamaño mediano, las “rescoldaba”, las metía entre las brasas y la ceniza para quitarles la piel, después las guisaba con chiles secos, en chiliajo, también las preparaba en chile verde o en caldo. Hay quienes las meten a los hornos de adobe para realzar su sabor. La iguana es un animal común en la región, la cazan o la reproducen en criaderos. Un pueblo del municipio de Arteaga, Michoacán, lleva el nombre de dicho animal y existe un baile guerrerense en honor al cuadrúpedo. “Mi hermana, en paz descanse, de chamaca se estaba quedando ciega y le devolvió la vista la sangre de iguana, tiene mucha vitamina”, asegura Prisiliano Santana Antúnez, de Las Parotas, Guerrero. A Natividad, de Cutzamala de Pinzón, le daban iguana en su niñez “porque no había qué comer” y sus familiares la cazaban; Pascuala Soto García, de Tamácuaro, la recomienda para quitar el dolor de nuca y cerebro. Es tradición allá, en Tierra Caliente, tomar la sangre con Coca-Cola o Jerez. “Cuando vivía con mis papás se las cocinaba a mis hermanos –agrega María Sánchez Tamayo, de Los Bancos, Michoacán–, ellos las iban a cazar. Hay unas verdes y otras garrobo. Las mataban con resorteras o escopetas en los terrenos baldíos y en el monte.” (A.A.R.)
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Semita y rosquillas
ENSAyO
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ra preparar un caldo de res con “animales de allá”, porque aunque lo guisa en Ecatepec, no le sabe igual. Su papá les decía: “Si yo como frijoles, ustedes van a comer también frijoles y van a trabajar conmigo, no con otros patrones que las burlen o las hagan sus amantes. Ustedes se van a ir de aquí cuando se casen.” Y así fue. Tampoco puede regresar a Guerrero, aunque allá están sus padres y hermanos, por la violencia exacerbada que se vive en su pueblo. Hace poco, el crimen organizado secuestró y asesinó a su primo y raptó a su hermano, a quien finalmente liberaron después de pagar el rescate. No pueden irse de su estado porque su familia es muy grande. Su mamá le pidió que ya no regresara y así la consoló: “Si no nos vemos en esta vida, nos veremos en la otra.” Las bodas, bailes, jaripeos y corridas de toros “se han suspendido” en varias comunidades calentanas. “Tienen que pedirle permiso a los maleantes y a las autoridades para el jolgorio”, aseguran estas mujeres migrantes. “A mi sobrina –dice María–, que apenas se casó, le cobraron 36 mil pesos. Ellos cuidan ‘que no haya pleito’, venden la cerveza, cosa que por tradición hacían los dueños de la fiesta para recuperar lo invertido. Si se oponen al pago, hay muchos problemas.” Cuando hablan de esto bajan la voz, apenas si se atreven a decir quiénes son esos maleantes y cuáles son los problemas que habría si no los obedecen. Pablo dice que en Las Parotas, cuando se casó su sobrina, “pagó 30 mil pesos para que la dejaran hacer la fiesta. Ya está duro para hacer una fiesta y para comer. Si están construyendo su casa luego les caen; en Ciudad Altamirano muchos cerraron sus negocios, están abandonados, se fueron por miedo. Es una tristeza grande porque no se puede hacer nada”.
tanos: pollo en nata, bagre en asado, pozole guerrerense y michoacano, carnitas, frito, picadillo con carne de res deshebrada en el molcajete, chili con queso o requesón, birria, salsas de fruta, caldo y atole de pinole con cirgüela, nacatamales, sopa de la virgen, combas con huevo, chile de encuentro... Describir los platos las hace felices, ríen a carcajadas, aunque su voz se apaga cuando irremediablemente se refieren a la violencia que castiga a sus pueblos. Toda la atmósfera cambia por completo cuando cuentan el trágico suceso familiar: el asesinato de una de sus hermanas ocurrido hace cuatro años en La Huacana. También lamentan la desaparición de la señora que comerciaba cecina a la Central de Abasto del dF , y un sinfín de atrocidades cometidas en estos años de azoro. “A nosotros nos da temor ir para allá, pero allá está nuestra familia, nuestros padres, nuestros hermanos. Han desaparecido a muchos jóvenes y se han robado a las muchachas. Cuando son las fiestas del pueblo, ellos ponen los toritos para quedar bien con la gente. Todos se cuidan de no hablar mal de ellos porque les cosen la boca o los matan.” Juanita, lamenta que la gente de Tlalchapa, y en general de Michoacán y Guerrero, esté con “mucha desconfianza”; sus nietos, que viven en San José, California, están imposibilitados para visitarla porque tienen miedo. En una ocasión, uno de sus hijos no pudo llegar a verla cuando enfermó: un retén le impidió el paso al pueblo. “Descabezan a la gente, la secuestran, se llevan a hombres y mujeres, los desaparecen. Hacemos oración para que se aplaquen los corazones de los maleantes.” Las fiesta había estado silenciada porque “ellos mandaban y querían regir en todo, no había sosiego, pero poco a poco estamos volviendo a la normalidad.”
Un Caballo “mUrió De tristeza” Trini vive en el municipio de Nezahualcóyotl. Su papá se siente afligido pues, si viaja a La Maestranza, corre el riesgo de perder la libertad y la vida: se encuentra “en la lista de los que van a secuestrar”, asegura. El caballo de ese hombre murió de tristeza porque tenía dos años que no lo montaba. También tuvo que pagar el rescate de su caporal, quien estuvo secuestrado quince días.
Juanita Bravo Lázaro, principal promotora de la comida mexicana como Patrimonio Cultural de la Humanidad
Para no hacer más profunda la lejanía con su tierra y sus raíces, una de sus tías les consigue longaniza, cecina, queso fresco, pan de Tlapehuala, panochas, semitas... Han buscado la forma de hacer sus tradicionales comidas familiares en Nezahualcóyotl, mientras “mejoran las cosas”.
reCetas en PaPelitos Feliciana vive en la colonia Portales. Se vino al Distrito Federal a sus trece años porque su mamá quería que estudiara, aunque confiesa entre risas que no le cumplió. Tierra Caliente es ruda: “En los bailes siempre había muertos, muchos traían pistola, era algo normal. Yo creo que por eso mi mamá nos mandó a la ciudad. Nos decía que no nos fueran a aventar un balazo.” Mantuvo un vínculo fuerte con su lugar de origen a través de las recetas de los guisos tradicionales que le pedía a su mamá y hermanas por teléfono; las anotaba en papelitos que luego se perdieron, pero el modo de elaborar las comidas quedó en su memoria. La entrevista se torna una fiesta gastronómica cuando llega su hermana Mariana y entre las dos hacen un recorrido, al parecer interminable, de las cocina de los calen-
migraCión De acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda de 2010, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi), Michoacán ocupa el segundo lugar en migración hacia Estados Unidos, con 83 mil 642 personas expulsadas. Cifras del Banco Mundial de ese mismo año revelan que de México han salido alrededor de 11.9 millones de personas hacia el vecino país del norte
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Las cifras de La guerra
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a guerra iniciada por el entonces presidente Felipe Calderón contra el crimen organizado el 8 de diciembre de 2006 provocó, desde esa fecha hasta el último día de su gobierno –el 30 de noviembre de 2012–, “la muerte de 53 personas al día, mil 620 al mes, 19 mil 442 al año, lo que nos da un total de 136 mil 100 muertos, de los cuales 116 mil (asesinatos) están relacionados con la guerra contra el narcotráfico y 20 mil homicidios ligados a la delincuencia común”, de acuerdo con la organización civil italiana Libera. “Por lo menos desde diciembre de 2006, un millón 600 mil personas se han visto obligadas a abandonar sus estados de origen, sobre todo Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa, Coahuila, Durango, Baja California, Nuevo León, Michoacán, Guerrero y Veracruz, informó en 2011, Fidel López García, consultor de la onu ” (Proceso 28/ xi /2011). Calderón creó la llamada Estrategia Nacional de Seguridad y operativos especiales en los estados de Michoacán (el estado en que nació, el 18 de agosto de 1962), Guerrero, Tijuana y Nuevo León. Según conteo llevado a cabo por el semanario Zeta, durante los primeros catorce meses del sexenio de Peña Nieto –de diciembre de 2012 a enero de 2014– se registraron alrededor de 23 mil 640 muertes relacionadas con la violencia en México. Mil 700 ejecutados cada mes. Guerrero ocupó el primer lugar con 2 mil 457; el segundo sitio fue para el Estado de México (lugar de nacimiento del actual presidente), con 2 mil 367 muertes violentas; le siguió Chihuahua con 2 mil cinco ejecuciones; Jalisco con mil 766 y Michoacán con mil 738
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LEER
Jornada Semanal • Número 1022 • 5 de octubre de 2014
Pelos en la lengua. Disparatorio esencial de la Real Academia Española, Juan Domingo Argüelles, Ediciones del Ermitaño, México, 2013.
In memoriam
Tiene toda la razón nuestro colaborador y amigo Juan Domingo: el de la peninsular rae es un diccionario “lleno de barbaridades y aberraciones, de prejuicios y tonterías, de memeces, sandeces ridiculeces y demás heces” y él, incansable lector no sólo de poesía sino también de diccionarios, se dio a una tarea enojosa para volverla gozosa: pescar los innúmeros dislates, disparates y despropósitos del que Cortázar sabiamente llamara “el Cementerio”, y apostillarlos con una carga de sabrosa ironía que deja hecha polvo la solemnidad paralizadora con que la Academia de la Lengua suele decir que avanza. Una verdadera delicia, este Disparatorio •
Luis Nishizawa (1920-2014)
LUIS NISHIZAWA: los dones cultivados Una entrevista con Carlos Arellano La Jornada Semanal
@JornadaSemanal
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Requiem por Alain Resnais
1914-2014: cien años de intensidad, Enrique H. González jsemanal@jornada.com.mx
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próximo número La Jornada Semanal
ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Naief Yehya
Ricardo Guzmán Wolffer
Pocos autores contemporáneos mexicanos como Gabriel Trujillo Muñoz: publicado en varios países con más de 130 obras, entre novelas, ensayos literarios y mucho más. Uno de sus personajes destacados es el abogado Miguel Ángel Morgado, defensor de los derechos humanos. Las novelas Círculo de fuego y Vecindad con el abismo, publicadas este año por la mexicana editorial Lectorum (y la inminente Música para difuntos, en la misma editorial) son parte de la exitosa saga de Morgado, ya aparecido en El festín de los cuervos (Editorial Norma, 2002), y La memoria de los muertos (2006). El género negro (policíaco, le dicen otros) se reinventa con este abogado que emparenta al detective de los años cuarenta y posteriores (incluidos los notables Belascoarán de Taibo y Clausel de Heredia). Atrás quedaron los justicieros que intentaban actuar fuera de la ley y enfrentar a una policía que, en México, apenas es confiable. Menos en Mexicali
donde los peores vicios gringos aterrizan, pero nada le piden a los de este lado, con corrupción franca desde el nacimiento mismo de la ciudad, según refieren los personajes de Trujillo: los rancheros, los maquiladores, unos pocos policías que pretenden remar contra la corriente, muchos ciudadanos metidos en el negocio de sobrevivir, los motociclistas que pretenden ayudar de ambos lados de la frontera y el propio Morgado. Las novelas de Trujillo no sólo presentan hechos verosímiles (asesinatos, chinos viviendo en un mundo paralelo, resabios de la Revolución y de las guerras mundiales, sectas satánicas, abusos de las autoridades de ambos lados: impunidad compartida) sino hablan de un pueblo con historia, consciente para los personajes, no para todos. Se viven los hechos del pasado: en Vecindad con el abismo inicia una avalancha que deja al descubierto cadáveres de la segunda guerra mundial; pero también del presente; en Círculo de fuego policías y políticos están mezclados con sectas satánicas y pandillas de narcos que devastan ante la impotencia y, por ratos, complicidad abierta de las autoridades. Trujillo toca temas sensibles para ambos lados: las sectas son una situación compleja: la serie The Following, que ya va
por su tercera temporada, se basa precisamente en cómo las sectas devastan a los implicados y a la sociedad gringa: la problemática está tan asentada que incluso puede ser otro espectáculo redituable. Y en cualquier ciudad de la frontera norteña bastaría caminar un poco para ver cómo se han radicado cientos de congregaciones religiosas, algunas bastante discutibles en cuanto al beneficio social. Respecto a las secuelas de las guerras mundiales, también bastaría ver cómo regresan las tiendas con motivos nazis (los contemporáneos “neonazis” panistas –llamados “morenazis” por sus detractores– o los muñecos de Hitler que se venden en tianguis especializados, apenas son un esbozo de esos ecos) para entender que Trujillo habla de un México vigente en las tramas de sus novelas, pero también actualiza la imagen del justiciero con el abogado que busca proteger los derechos humanos, casi limitados al derecho a vivir, pues en sus entretenidas novelas siempre hay muertos y abusos. La trata de personas, la pedofilia y demás facetas del turismo sexual que es tan buscado en la frontera, ya son parte del paisaje. Resulta destacable que en Circulo... se mencionen como parte periférica de la trama: se refleja esa falta de asombro que padecemos millones de mexicanos, cada vez más acostumbrados a saber que curas, policías y autoridades están en ese negocio y que apenas pasa algo. Si se habla de un noventa y cuatro a noventa y ocho por ciento de impunidad criminal en México, en los delitos con curas sexosos el porcentaje es tristemente mayor. Destaca Vecindad... por la clase de historia regional que se da entre diálogos, por un ensayo social sobre la frontera y cómo los mexicanos son el verdadero muro de protección para los gringos. Los muertos enterrados provienen de varios momentos de la historia, pero dan nota de cómo los gringos entran y salen de México sin ninguna supervisión: al revés, disfrazados de turistas, han vigilado, reportado y actuado desde hace generaciones. El negocio de los asentamientos irregulares que cobra vidas y cifras demenciales en todo el país, en la frontera norte también es industria asumida hasta que la naturaleza cobra la factura con miles de muertos. Menciona a las víctimas de ambos lados, sobre las que apenas se habla, con todo y la demagogia oficial. Dos novelas logradas, un autor obligatorio •
Horrores reales y espejismos: el Ejército Islámico y sus tóxicos delirios de califato (ii y última) isis y el culto de la muerte
Los sacrificios ante la lente de una cámara para intimidar, mandar un mensaje o excitar a los simpatizantes no son novedad. Ejecuciones de soldados rusos y de tropas gubernamentales aparecen durante la ocupación rusa de Afganistán, así como durante la guerra de Chechenia; se convierten pronto en una herramienta propagandística de la yihad, circulan en formato vhs, se venden clandestinamente en bazares o se distribuyen entre redes de insurgentes y partidarios en todo el mundo. (Perdonarán la autopromoción, pero en mi libro Pornocultura hago una relación más detallada de la historia de los videos de muerte real.) Se trataba entonces de objetos coleccionables, símbolos de la resistencia que el simple hecho de poseer implicaba un riesgo, una afiliación y una forma de solidaridad. La era de la guerra contra el terror se inaugura con los videos de los ataques al wtc el 11 de septiembre de 2001, y a partir de ahí se desata una auténtica guerra mediática con imágenes extremas de bombardeos “de precisión” o ejecuciones con misil contra decapitaciones y atentados con bombas improvisadas: alta contra baja tecnología.
e l desarrollo de un estilo de atrocidad
El primer video de una decapitación en cámara que circuló masivamente por internet fue la ejecución del joven contratista Nick Berg en Irak en 2004, supuestamente a manos del líder de Al Qaeda en Mesopotamia, Abu Musa’b al-Zarqaui (más tarde las imágenes del cadáver del terrorista también circularon por los medios). Ahí comenzaba a conformarse un estilo visual macabro con la víctima sentada o arrodillada en el piso, con un overol color naranja, semejante a los que se usan en Guantánamo. Tras un breve discurso, uno de los militantes enmascarados decapitaba a la víctima con un cuchillo. Estos cortos aparecen y se multiplican en la era de YouTube, con la finalidad aparentemente de incitar a otros a unirse a la insurgencia y disuadir a Estados Unidos mediante la desmoralización y terror de la población. A estas alturas es obvio que ese objetivo no se ha conseguido. Diez años más tarde isis repite la fórmula con más producción, mejor resolución y un discurso semejante, que parece haber evolucionado de los videos yihadistas, pero que toma elementos de los videos de ejecuciones de los narcos mexicanos.
e l pop grotesco isis ha producido numerosos videos de ejecuciones y matanzas de soldados,
de niños, de infieles diversos y de supuestos traidores en diferentes circunstancias.En su mayoría esos videos están dirigidos a un “mercado local”, pero tienen una línea para el público global, como los espantosos testimonios de los asesinatos de los periodistas James Foley y Steven Sotloff. En ellos, se emplea como fondo dunas de arena, otra vez el overol naranja y un militante que habla inglés, un británico a quien han bautizado como Jihadi Jim. Aquí se obliga a delarar a las víctimas que mueren por culpa del gobierno de Obama y su intervencionismo. Es curioso que el asesino habla en un tono que recuerda al villano Bane de la cinta The Dark Knight Rises. Como señala con tino Andrew O’Hehir en Salon.com, es paradójico que estos militantes que se presentan como enemigos de Occidente producen sus panfletos propagandísticos dentro del contexto mediático, dentro de una visión del universo que es un collage que va de los supercriminales de James Bond al horror gore, pero con muertes reales. O’Hehir apunta que estos videos son manufacturados por participantes y consumidores de la cultura pop y no por outsiders; y continúa: “No representan una ideología coherente, ni una política ni una causa, sino sólo un esfuerzo por radicalizar al mundo a través del ejercicio fácil de la violencia sacrificial.” Los videoastas de isis hacen algo insólito en este subgénero del video snuff en su edición de los asesinatos de Foley y Sotloff: censuran la decapitación en sí misma con una elipsis y fade out que culmina con una toma del cadáver con la cabeza cortada, como si prefirieran censurarse ellos mismos que dejar a las televisoras hacerlo, como si entregaran un producto listo para ser transmitido. En Occidente se obstinan en tildar a isis de grupo apocalíptico. Nada más equivocado. Estos militantes ansían poder, plagian a Hollywood, producen revistas digitales y obras repugnantes que están condenadas a entrar al flujo del horror-excitación-entretenimiento al que denomino "nuestra pornocultura". Su meta es acabar con el orden impuesto desde el tratado de Sykes-Picot que dividió Medio Oriente en 1916, aunque el precio sea un gigantesco genocidio •
JORNADA VIRTUAL
Mexicali, Trujillo y la novela negra
GALERÍA
naief.yehya@gmail.com
Jornada Semanal • Número 1022 • 5 de octubre de 2014
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Germaine Gómez Haro
Alonso Arreola @LabAlonso
Mónica Figueroa: Retrato a tres voces
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N ENERO PASADO se dio a conocer el colectivo de artistas emergentes llamado Hámsters, integrado por siete jóvenes recién egresados de la Escuela Nacional de Artes Plásticas ( enap ), quienes se unieron con el propósito de conformar un espacio independiente que funcionara como “laboratorio” de creación y exhibición pictórica. Así surgió el Centro de Operaciones Pictóricas (cop) en la calle de Laurel # 41 de la colonia Santa María la Rivera. Actualmente son cinco los promotores de esta interesante iniciaObra de Mónica Figueroa
tiva: Ángel Orea, Alejandra Mosig, Marcos González Aka Foreman, Omar Ibañez y Mónica Figueroa, quien muestra su trabajo reciente en la exposición titulada Retrato a tres voces. Estos jóvenes audaces contagian su entusiasmo y dinamismo al hablar de su pasión por la pintura, género que ellos defienden con un fervor inusitado. Su cuestionamiento dio origen a este proyecto:“¿Por qué la pintura, sobre todo en México, a partir de los años noventa fue, no despreciada, pero sí decreciente en las muestras?” En el taller del maestro Ulises García Ponce de León impartido en la enap a lo largo de tres años, desmenuzaron la problematización teórica del lenguaje pictórico.“Fue un experimento pedagógico del maestro en el que fuimos sus ratas de laboratorio; él mismo nos puso el nombre de Hámsters”, comenta Mónica Figueroa, y agrega: “En su taller no aprendimos a pintar en el sentido convencional de la práctica. Aprendimos a buscar el equilibrio entre forma y contenido, tanto conceptual como técnico.” Unidos por la necesidad de interactuar entre sí e intercambiar sus experiencias en torno a la producción pictórica, el cop se constituye como un foro de debate, reflexión y cuestionamiento, tanto de las disciplinas artísticas como de las políticas culturales y sociales de la actualidad. Su trabajo y el objetivo de su proyecto se perfilan como “una reacción frente a los post-conceptuales noventeros que repudian la pintura”; su propuesta es partir de la pintura y desde esa plataforma interactuar con cualquier otra disciplina: “No nos interesa solamente la técnica. Nos enfocamos en el proceso mental que se necesita para construir una estructura pictórica. Partiendo de ahí se puede trabajar en cualquier disciplina.” Cada uno de los integrantes del grupo ha desarrollado su propuesta plástica personal y como grupo vislumbran la pintura como una práctica multidisciplinaria que no está peleada con la instalación, el video o el performance. El cop conjunta la creación artística y la incidencia social en su programa de exhibiciones,
foros de debate y reflexión, así como talleres didácticos. “Nuestro propósito –dice Figueroa– es abrir las puertas del taller al público y romper el vínculo tradicional de galería-curador-espectador. La gente puede venir y vernos trabajar.” La exhibición de Mónica Figueroa inaugurada en días pasados “se mueve de la representación del relato autobiográfico hacia los terrenos crípticos del símbolo, el signo y el significado”, de ahí el sugerente título Retrato a tres voces. Esta joven pintora incursiona en experimentaciones con una sorprendente libertad que la ha llevado a fusionar diversas técnicas en un mismo lienzo. Sus pinturas oscilan entre la representación realista de la figura humana y la evocación simbólica de elementos autorreferenciales que se amalgaman en composiciones complejas construidas a partir de la yuxtaposición de imágenes aparentemente inconexas, pero sutilmente hilvanadas entre las capas y capas de pintura que superpone con una delicadeza extrema. Su cocina plástica es de un cuidado exquisito y se percibe su gran pasión por el oficio. “Mis retratos tienen la estructura musical del contrapunto que consiste en mezclar varias melodías independientes en una misma composición como se hizo en el barroco. Yo lo traduzco a la pintura: las melodías serían las formas. Mi propuesta es desarrollar una narrativa a partir de la combinación de los tres elementos: persona, escena y símbolo fusionados en un retrato. Por eso titulé la muestra Retrato a tres voces.” Mónica parafrasea a artistas consagrados como Durero, El Greco y Toulouse Lautrec, y se sirve de las lecciones postmodernas de Sigmar Polke y Georg Baselitz, así como también incorpora referencias al cristianismo que practica su familia. Sus obras atrapan por su carga expresiva que se hace patente en los rostros ensimismados de sus personajes que revelan sentimientos que van de la nostalgia al dolor. Se intuye que esta novel pintora comienza su carrera caminando con pasos firmes •
ARTES VISUALES
germaine@pegaso.net
El impresionante señor Alim Qasimov
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E VA A presentar el 19 de octubre en el Templo de la Valenciana de Guanajuato (12:00 horas), en el marco del Festival Cervantino. Luego, el 20, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris del df (20:30 horas). El 21 lo hará en el fic Maya de Mérida (Teatro Peón Contreras, 20:00 horas), y finalmente el 23 cerrará su visita a México en el Teatro Degollado de Guadalajara (20:00 horas). Esta gira y la edición de su resplandeciente álbum Spiritual Music of Azerbaijan (Music of Central
Asia Vol. 6) son resultado de los esfuerzos del sello Corasón, bastión de resistencia en un mundo que observa la desaparición del disco físico en pos de la portabilidad digital. Trabajados con sumo cuidado, el empaque y el cuadernillo de notas muestran mucho más que información básica. Hay breves ensayos sobre la música del Asia Central y la particular cultura de Azerbaiyán, ubicada entre Turquía e Irán, así como biografías, glosario de instrumentos y, por si fuera poco, algunas líneas a propósito de cada canción. Asimismo, además del disco de audio el proyecto incluye un dvd (producido originalmente en 2007 por el Smithsonian Flokways y el Aga Khan Trust for Culture), parte de una colección que busca promover el arte de aquella zona alrededor el mundo. Allí hay muestras notabilísimas del virtuosismo y raíces ceremoniales y comunitarias de esta música, así como un documental sobre Alim y su hija Fargana (pieza clave en el grupo que lo acompaña). Precisamente en ese documental, hablando sobre la manera como el repertorio espiritual concierne al alma de quien lo escucha en vivo, Qasimov es contundente sobre su responsabilidad y el compromiso con el que debe alentar, dar vida a su arte: “Para que esto ocurra debes incendiarte, debes sacrificarte a ti mismo dice Dios no permite que un cualquiera le dé vida a algo.” De eso trata el mugham (la vena espiritual del género), explica. Hay que buscar a Dios convirtiendo el canto en rezo del corazón. De allí su pasión. Así las cosas, no importa si está nublado y llueve en estos días, lectora, lector. No importa si el viento lucha por abrir las ventanas para decorar paredes con cuadros de frío. En cuanto la voz de Alim Qasimov llena la habitación ocurre una suerte de exorcismo que nos manda al centro misterioso de nuestra especie, que nos reconforta y cuestiona calurosamente. Hay algo en su timbre, en el uso de vibratos y microtonos que desmorona al calendario enviándonos centurias atrás dejando una estela, un hilo que borda trazo entre Asia, Europa y África del norte, todo desde su tierra donde es considerado tesoro viviente. Lo escuchamos y reconocemos una fuente, un ojo de agua del que se desprenden ríos que nos atañen, que nos importan. Hablamos del esquema carnático de India, del giro perpetuo de los derviches turcos, de los ritmos
balcánicos, de las gargantas mongólicas, de la profundidad magrebí, del temperamento mediterráneo, de la expresividad flamenca, de la introspección del fado, todo con una dotación de instrumentos reducida pero exacta, perfectamente balanceada entre percusión de mano, chirimía y encordados (Balaban, Daf, Naghara, Kamancha, Tar). Sigue sonando su voz. Ahora pasa el camión de la basura fuera de nuestra casa. Es un miércoles cualquiera. A los abismos de Qasimov se suma la campana del hombre que anuncia
Foto: Peter Tea vía Flickr
en la calle su recolección olorosa. Al rato pasarán los del gas con sus gritos acuchillados. Después algunos vendedores tocarán el timbre; los perros de la vecina dejarán rodar sus canicas desquiciadas. Vendrá el señor de las obleas golpeando el aro de un amortiguador y hasta sonará la motocicleta del cartero. Todos esos sonidos, orgánicos o no, tendrán cabida en la cueva aérea del cantante. Así de perfecto es. El todo y la nada sustentan su imperio. Termina el dvd y buscamos más de su obra en internet. Hallamos ejecuciones paralizantes. Alim Qasimov no sólo vive en el confort de las leyendas que saben negociar con el poder. Su búsqueda es permanente. Igual lo vemos compartiendo acordes con el chelista Yo-Yo Ma que con el Kronos Quartet o Sari Gelin. Lo mejor, empero, es verlo dando clases de canto a su pequeña nieta. Música que pasa por la sangre y la mesa del hogar, la suya nos recuerda los límites que alcanza el hombre animado por convicciones ajenas a la materia. Vaya a verlo durante su visita a México. Se verá iluminado. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Jorge Moch
Ana García Bergua
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E DISCULPARÁN, PERO yo estoy muy intrigada por la última temporada de la serie Mad Men, la cual, según se anunció, veremos el año próximo. No sólo estoy intrigada, sino casi, casi, preocupada por el hijo de Peggy Olsen. Verán ustedes: esa Peggy Olsen tuvo un bebé de un compañero de oficina, Pete, que está casado y es un machito. Peggy no sabe que está embarazada, aunque engorda lo que se dice mucho; un buen día se siente mal, va al hospital y zas, no sólo le avisan que está esperando sino que se tiene que quedar a parir. Después, cuando le presentan a su bebé, ella vuelve el rostro con amarga indiferencia y poco después sabemos que se lo da a su hermana para poder continuar en su ascenso como copywriter publicitaria,
Poster de Mad Men
algo novedoso para la época, pues la se- guna manera seguimos alimentando rie, como el mundo entero sabe, se sitúa nuestra doble vida de espectadores de en los años sesenta. El asunto es que, ficción con las expectativas de la narraconforme avanza la historia, poco se sa- ción decimonónica y cuando las histobe del bebé de Peggy; la trama, en lo que rias están bien hechas y son realmente a ella atañe, se va centrando cada vez poderosas nos involucramos con los más en su vida profesional, en unos tiem- personajes. Por ejemplo, la serie Titanic, pos en que las mujeres tuvieron que sangre y acero que terminó el domingo abrirse camino con uñas y dientes en eso antepasado (bueno, terminó hace años, que se llamaba el mundo laboral. De ma- igual que la temporada seis de Mad Men, nera que el personaje de Peggy, al igual pero nuestro subdesarrollo incluye la que el del protagonista de la serie, Don imposibilidad de ver algunas series Draper, es muy interesante y está lleno cuando se estrenan, quiero decir legalde sorpresas inteligentes, amén de que mente): todos los personajes cuyas vidas, tiene grandes actores; de ahí que sea una trabajos y desdichas hemos presenciado serie extraordinaria en la que no se utili- a lo largo de varios capítulos, se suben al za al bebé de Peggy ni para chantajearla Titanic y ahí acaba todo. El buque parte, a ella, ni para chantajear a Pete, el padre, majestuoso, directo al iceberg, como un como sería previsible. Simplemente se condenado al cadalso. Y ya sabemos que muestra como la difícil decisión de una se va a hundir; el problema es que yo, ilujoven, en un momento de cuestiona- sa, necesitaba saber quién de ellos sobremiento de los roles y enorme cambio viviría. Mi esposo me decía: son personasocial. Y sobra decir que toda esta histo- jes ficticios, eso no importa, lo más seguro ria me parece magnífica, pero sigo in- es que todos se mueren en el Titanic… o tranquila con la criatura: ¿jugará un pa- no, es lo mismo porque no existen. Y a pel importante al final? ¿Será como continuación, para tranquilizarme, busaquella pistola de Chéjov que en los caba la cantidad de sobrevivientes del cursos de dramaturgia se pone como trasatlántico, casi todos mujeres y niños, ejemplo de que todo elemento que apa- y un caballero a quien el deshonor de no rece en una obra debe cumplir una fun- morirse con los otros lo persiguió siemción y por lo tanto servirá para cerrar la pre (esa sería una buena historia: el sobretrama de algún modo? (“Si en el primer viviente vergonzante del Titanic, el que acto tienes una pistola colgada de la pa- aceptó un sitio y se salvó, mientras los red, entonces en el siguiente capítulo demás caballeros se quedaron a fumar debe ser disparada. Si no, no la pongas melancólicamente su puro final y los múahí”, dice la Wikipedia que dijo Chéjov en sicos, ya lo sabemos, tocaban sin parar). una conversación que anotó el historia- Gracias a esa información salvé en mi dor Ilia Gurliand, por ahí de 1913). El bebé cabeza a algunas mujeres de la serie y a de Peggy no ha servido para lo que suelen un caballero (les aviso que otros murieservir los recursos del melodrama, pero al ron trágicamente), pero me dormí con igual que la pistola de Chéjov, espera a ser un profundo sentimiento de insatisfacdisparada. Si no la utilizan y acaba la serie, ción: ¿cómo era posible convivir a lo larhabrá una revolución en mi cabeza: ¿qué go de varios capítulos con unas personas irán a hacer? y, al final, echarlas a un cajón oscuro (o al Y es que estamos acostumbrados a agua helada), como cuando deshacemos ciertas formas narrativas, más aun cuan- el rompecabezas y lo guardamos? do se trata de series de televisión. De alLa ficción es cruel… •
Cuando la realidad nos alcanza
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UANDO LA REALIDAD nos alcanza, un político misógino y subnormal declara públicamente y sin ambages que las leyes, como las mujeres, fueron hechas para violarlas. Y uno espera que no sea abogado, que no viva su madre para escuchar eso, que nunca se haya casado o que su mujer lo haya mandado a la mierda, y que ojalá no tenga hijas a las que avergüence y humille con esa idiotez supina y tanta ordinariez. Y cuando la realidad nos alcanza, otro infeliz politicastro admite, socarrón y dicharachero, que él sí ha robado dinero público pero “nomás poquito”, porque la anemia de las arcas públicas del poblacho que tuvo que padecerlo como alcalde no daba para más, mientras otro alcalde trata de justificar estúpidamente que sus policías acribillaran estudiantes. Cuando la realidad nos alcanza, un líder sindical, que solamente por manejar con arrogancia un automóvil de dos millones de pesos nos hace saber que es un pinche corrupto, dirige un ritual vergonzante de pasarela de minifaldas para quienes piden trabajo en una empresa paraestatal que, por cierto, nos roba a todos con las tarifas eléctricas pero se canta a sí misma la jerigonza aquella de que es empresa “de clase mundial”.Y cuando la realidad nos alcanza se disipan los señalamientos a un violento lidercillo territorial y político del pri , acusado de solazarse con una red de trata en las oficinas de su partido, porque los hilos viscosos de su entramado nauseabundo de corrupción y podredumbre, dicen los que saben, llegan a sitios importantes, a intocables culos de señores poderosos que en lo privado son unos sátrapas de la peor ralea pero en la calle presumen conductas intachables y ejemplar modo de vida. Cuando la realidad nos alcanza el ejército mexicano, que sigue haciendo de rudo policía en lugar de eso para lo que se justifica su existencia, defender la patria, ejecuta extrajudicialmente a presuntos criminales, porque parece imperar la máxima de aquel padrino político del presidente en turno cuando dijo que “los derechos humanos son para humanos, no para ratas” excluyéndose él, desde luego, del gremio de la plaga corrupta, oportunista y logrera que azota a este país desde hace demasiado tiempo a pesar de sus escandalosos haberes. Y cuando la realidad nos alcanza secuestran a alguien cercano,“levantan” a otro periodista, detienen a otro líder social que se opone a un gasoducto o a una presa o simplemente a que le quiten sus tierras; asesinan a un diputado o la policía en lugares como Guerrero y Michoacán o Veracruz, en lugar de proteger a la ciudadanía, de servirla con esmero y honor, termina convertida en grupo de matones con placa, en asesinos que disparan contra civiles o de día portan uniforme y de noche pertenecen a una banda de secuestradores, o de violadores, o de proxenetas que roban niñas para esclavizarlas sexualmente y hacer de la vida el infierno, o de asaltabancos o simples, vulgares ladrones de casas y transeúntes. Cuando la realidad nos alcanza el presidente de la nación le teme a sus gobernados. Los manda esculcar, se oculta de ellos, rehúye
temeroso encuentros espontáneos, críticas o debates en territorio nacional sobre su quehacer como mandatario a menos que estén previamente arreglados por su Estado Mayor o sus alecuijes de los medios masivos, los que lo maquillan, le buscan el ángulo que esconda el deterioro físico, le ponen apuntador para que no diga bobadas; mientras en el extranjero declara con todo boato las bonanzas de un país inexistente y pondera los derechos humanos de grupos étnicos cuyos líderes, cuando la realidad nos alcanza, son perseguidos, incriminados, encarcelados y silenciados con la pesada losa de la indiferencia mediática, del aquí no pasa nada, de la culpa la tienen los otros, de mira mejor el partido, la chanza, el sketch “chistoso”, la jugada de la semana, el nuevo primoroso escándalo de alguna furcia de la farándula. Cuando la realidad nos alcanza y nos pisotea los talones, en las universidades y lugares públicos aparecen cartelitos de qué hacer en caso no de sismo, o de incendio… sino de amenaza de bomba o de balacera: “proteja con su cuerpo a los más pequeños; no tome fotos ni trate de videograbar; no trate de ser héroe…”, pero cuando la realidad nos alcanza el gobierno, en lugar de servirnos y mejorarnos la vida, gasta ingentes fortunas en propaganda realizada y producida a todo tren, y cobrada al máximo rédito por los grandes beneficiarios de la llegada de su presidente a Palacio Nacional. Y así, en realidad, aquí no pasó nada •
CABEZALCUBO
El bebé de Peggy, la pistola de Chéjov y el Titanic
PASO A RETIRARME
tumbaburros@yahoo.com Twitter:@JorgeMoch
Jornada Semanal • Número 1022 • 5 de octubre de 2014
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Juan Domingo Argüelles
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A APARICIÓN DEL segundo volumen de la Antología general de la poesía mexicana (Océano/Sanborns, 2014), con el cual concluyo la muestra que inicié en 2012 con el primer tomo, y que comenzó como un proyecto de investigación y selección en 2008, me lleva a plantear la pregunta con la que encabezo estas líneas: ¿Quiénes necesitan antologías? En todo momento, desde que fue un proyecto, hace ocho años, la idea de una Antología general de la poesía mexicana surgió de la necesidad de que los lectores contaran con un panorama amplio (tan amplio que fuera general y plural) de nuestra lírica, desde la época prehispánica hasta nuestros días. Y se denomina “antología general” (como las hay de la poesía española, de la inglesa, de la francesa, etcétera) porque existen muchas que, pese a su importancia, son muestras parciales, es decir fragmentarias: de la poesía prehispánica, de la poesía virreinal, de la neoclásica, de la poesía insurgente, de la romántica, de la modernista, del siglo xix , del siglo xx , de la generación del cuarenta, de la generación del cincuenta, de los más jóvenes, etcétera. No hay, por cierto, contradicción alguna entre los términos “antología” y “general”: existen antologías generales de las poesías catalana, peruana, nicaragüense, puertorriqueña, etcétera, y antologías generales de diversas literaturas nacionales. Necesitábamos la mexicana. Desde el primer acuerdo con mis editores de Océano (Rogelio Villarreal Cueva y Guadalupe Ordaz), el planteamiento fue una antología de la poesía mexicana realmente incluyente: un panorama general en cuyas páginas los lectores comunes y los interesados en la poesía pudieran saber y apreciar el pasado y el presente de la lírica mexicana: desde las obras y los nombres más preclaros hasta las obras y los nombres de los más jóvenes. El propósito principal al llevar a cabo esta empresa que absorbió gratamente mi tiempo y mis afanes fue que la poesía mexicana regresara a los lectores comunes, ya que en las aulas, es decir en la escuela, se le ha expulsado groseramente. ¿Quiénes necesitan antologías? Quizá no los poetas o no tanto los poetas, que tienen los libros de poesía al alcance en sus libreros, incluso dedicados por sus autores, es decir por sus colegas a los cuales leen y releen o bien al menos conocen (sea que les gusten, les disgusten o les apasionen), pero sí los lectores comunes,
el lector en general que no tiene fácil acceso a los libros de poesía que no se consiguen en el circuito comercial de librerías. Desde hace décadas, los lectores comunes no tienen un buen acceso a la poesía mexicana. El Fondo de Cultura Económica, el Conaculta, Era, Almadía, Ediciones sin Nombre y otras editoriales independientes publican poesía, pero los sellos editoriales más ubicuos únicamente publican novelas y libros coyunturales de no ficción. Por ello, el propósito de la Antología general de la poesía mexicana fue reencontrar a los lectores perdidos. Recuerdo que en la casa paterna había antologías de poesía española e hispanoamericana. Ahí leí mis primeros poemas. Hoy las antologías de poesía prácticamente no existen en los hogares mexicanos. Desde el punto de vista de la divulgación y la distribución, fue afortunado que Sanborns participara en el proyecto y ello, además, contribuyera a disminuir el precio de venta al público. Muchos lectores estarán, quizá, leyendo por primera vez poesía contemporánea mexicana. Lo importante es darle visibilidad a nuestra poesía. Si publicamos es porque queremos público, y el público que hasta ahora hemos tenido es, especialmente, el de los propios colegas. Pero el lector en general, el lector común, no debe quedar marginado del gozo de este género que ha producido obras tan extraordinarias en la literatura mexicana. Leernos entre nosotros ha hecho que la poesía perviva independientemente de que los tiempos no sean buenos para las ediciones de poesía. Pero esto no es suficiente. Debemos conseguir que la poesía regrese a la gente común y retorne a las aulas, de donde fue expulsada por la burocracia educativa. Un dato: el año pasado, de los 270 títulos del programa de adquisición para las Bibliotecas Escolares y de Aula, únicamente se seleccionaron dieciocho de poesía, la mayoría de ellos didácticos y no para todos los grados escolares de primaria y secundaria. Es como si se ignorara que la poesía es el género por excelencia de la concentración del idioma. Ante este panorama, que existan dos grandes tomos de poesía mexicana para el lector común, tal vez permita que alguien quede atrapado, para siempre, entre sus páginas. ¿Quiénes necesitan antologías? Tal vez no los poetas, pero sin duda, sí, los lectores comunes •
@luistovars
JORNADA DE POESÍA
¿Quiénes necesitan antologías?
Luis Tovar Vaciar el tintero (i de iv)
Las dos semanas anteriores, este espacio se refirió a filmes mexicanos que no han pasado por la cartelera comercial o que quizá lo hicieron muy fugazmente, contradiciendo así la obcecadamente inercial lógica periodística, dañina en tanto significa, en cine pero también en cualquier otro tema, un engranaje sumado a la perpetuación del estado de las cosas. Digamos que se trata, aquí, de una variante del bíblico ojo por ojo, diente por diente: al absurdo de que seis mil pantallas de cine sean mantenidas todo el año con un promedio que ronda los veinte títulos; al absurdo de que en temporadas altas un solo filme ocupe hasta un tercio de aquéllas, y al absurdo de que mientras eso pasa siguen enlatadas decenas de cintas nacionales tan buenas o tan malas como las extranjeras que sí son exhibidas, aquí se responde con el absurdo de referirse a lo invisible. Se trata, por lo demás, de filmes que este ponepuntos pudo ver desde hace un año, en el peor de los casos, y hace siete meses, en el menos peor.
c ontar o no contar Quién sabe si en este caso aplicará la discutida máxima según la cual un cineasta es tan bueno o tan malo como su película más reciente, pero a Michel Franco viene tocándole alternar, de manera casi esquizofrénica, entre la cima y la sima: Daniel y Ana, su debut largometrajista en 2009, no auguraba grandes cotas para este capitalino nacido en 1979, dados el desaliño formal y el infortunio guionístico de una historia incestuosa trastabillante por inverosímil y mal llevada. Sin embargo, Franco se lavó la cara más que suficientemente con Después de Lucía (2012), el crudo, minimalista y eficiente relato de incomunicación y violencia generacionales que se llenó de premios e hizo de su autor una celebridad momentánea. Como quien vuelve a las andadas, el año pasado Franco desdoró su recién obtenido prestigio con el filme A los ojos (2013), cuyos guión, dirección, producción y edición corrieron a su cargo, responsabilizándolo absolutamente de las varias pifias que, vistas en conjunto, bien podrían ser la causa de que a ninguna compañía distribuidora le entraran ganas de tomar el siguiente trabajo de alguien que, en ese momento, acababa de ganar el premio Una Cierta Mirada en el Festival de Cannes. Alegato contra la traición de los principios o parábola de la antiética profesional, A los ojos falla por la manera en que cuenta la historia, pero más por lo que escamotea: reducido a simplismo ineficaz, el minimalismo tan caro al director se le hace engrudo entre los dedos cuando se extiende, primero, narrando el hurto/engaño/ traición con el que una mujer se hace de una córnea para que su hijo pueda ver, y más tarde hace que la historia se repita para una segunda córnea, sólo que lo mete todo en una elipsis con fuerte olor a chapucería. Si la miga del cuento estaba en el dilema ético, ¿era válido comerse entera la comisión del segundo delito, precisamente donde los tales principios ya salieron volando por los aires?
Póster de la película A los ojos
t res en uno Para que un relato de ficción salga beneficiado al incorporarle segmentos documentales hace falta saber hilar muy fino, de modo que el salto de una a otra tesitura parezca un zurcido invisible, o bien por el contrario debe asumirse que no se tiene una película sino al menos dos, metidas en un solo pietaje. En el caso de Seguir viviendo (2013), de Alejandra Sánchez, no parecen dos sino hasta tres filmes en uno, nada más que mal cosidos a juzgar por el aspecto de retacería que se mira en la pantalla: el primero consiste en las entrevistas a cuadro –las clásicas y tan criticadas cabezas parlantes que cuentan su propia historia, plenas de atonalidad y de anticlímax– a un par de menores de edad, huérfanos a consecuencia de la violencia en Ciudad Juárez; el segundo filme consiste en la recreación, de la cual Seguir viviendo deserta más pronto que tarde, del modo en que la madre de los niños fue asesinada; finalmente el tercer filme, que sería el principal pero paradójicamente es el que parece adosado a los dos restantes y no al revés, hace partícipe al espectador de una road movie en la que los menores son llevados por una periodista de lado a lado del país, con la salvedad fallida de que, quizá temiendo un terror vacuii narrativo, Sánchez no sólo dobletea el foco de atención incorporando un trauma carretero flashbackeado de la periodista, sino hace rematar su película, que son tres, en la superación feliz del susodicho trauma, para una digresión artera que se olvidó de todo lo que llevaba narrado hasta ese punto •
CINEXCUSAS
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CRÓNICA RÓNICA
Fotografìas: gobierno del estado
5 de octubre de 2014 • Número 1022 • Jornada Semanal
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a leyenda dice que los conquistadores españoles, sedientos de apoderarse de los tesoros de Las Indias, entraron a saco al reino purépecha y, al no encontrar el oro que esperaban, como les había sucedido también en el Valle de México, se enfurecieron. Su ambición sin límite, sumada a la experiencia que su cultura acumulaba a fuerza de torturas ejecutadas por la mal llamada Santa Inquisición, cuya sola descripción horroriza, los decidió a ejercer por medio de la violencia el derecho divino que, según ellos, la Corona les confería. Así como torturaron en su momento a Cuauhtémoc, regente de ese imperio que agonizó bajo las huellas de los caballos, bajo el fuego de las armas y que languideció de viruela, así también los españoles llevaron al tormento a los principales purépechas. Este pueblo, como los muchos que conformaban nuestra antigua tierra mexicana, respetaba a tal grado el saber y la experiencia de los ancianos, que era a ellos justamente a quienes confiaba la conducción de los asuntos del reino. Los ancianos
La danza de los viejitos: resistencia y dignidad Margarita Godínez
de Mechuacán, violentados, compelidos de manera indigna a señalar las fuentes de riqueza de los suyos, se negaron a entregar los tesoros del pueblo a aquellos invasores. ¿Y qué puede hacer el fuerte, cuando el débil se enfrenta con dignidad a su ambición? Acudir al origen de su calificativo: la fuerza. Los ancianos, aquellos principales tan respetados, fueron conducidos a la plaza pública y obligados a caminar sobre carbones ardientes. Pero no confesaron, no cedieron. La danza de los viejitos es una conmemoración, una representación simbólica de aquella tortura. Los bailarines, ataviados como ancianos y todos ellos con bastones de mando que designan su alta jerarquía, se mueven incesantemente y dan saltitos que a la concurrencia poco informada les parecen torpes y risibles. Bajo esa mascarada bufa se esconden los rasgos de la histórica resistencia de los pueblos; es una marca de identidad y defensa, como otras que el ritual y la leyenda preservan en toda la extensión de nuestro expoliado territorio. Llevada por el azar a pensar en ese vestigio calificado hoy apenas como “cultura”, me pregunté: ¿es que a nadie causa indignación el hecho de que ahora, tras más de quinientos años de resistencia, se esté consumando la traición última de nuestros representantes –éstos no tan honestos ni tan probos como aquellos ancianos–, que sin que medie la fuerza y sin el menor pudor entregan las riquezas del pueblo? Habría que preguntarse si una danza de la ignominia, un gran plantón de danzas de todos los pueblos, efectuado a las puertas de la que debería ser la casa de todos los mexicanos y no la guarida de quinientos ladrones, tendría algún efecto sobre sus almas o conciencias sin escrúpulos. ¿Es que hoy nos parece imposible e inabarcable la defensa? ¿Es que nos ha sido arrebatada la voluntad? Ocupados en trabajar y consumir, en vivir o en sobrevivir, los compatriotas nos despertamos cada día en una patria hecha jirones, mermada y saqueada por los hambrientos de oro, nuevos conquistadores con una gran misión: expropiar los sueños y las esperanzas de los que nada tienen ante la mirada atónita o indiferente de los que cada vez tenemos menos •
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