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Eric NEpomucENo, GErmaiNE GómEz Haro y ricardo GuzmáN WolffEr

Felipe

Ehrenberg

Juan Goytisolo y la reivindicación de D on Q uiJote Antonio Rodríguez Jiménez

El regreso de P ePe C arvalho José María Espinasa

rubén Darío:

no hay Apolo sin Dionisio Andreas Kurz Dos poemas de

FranCisCo hernánDez

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 11 de junio de 2017 ■ Núm. 1162 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

los eternos ajustes al timón

(1943-2017)


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11 de junio de 2017 • Número 1162 • Jornada Semanal

Dos poemas Francisco Hernández

Long shot Felipe eHrenberg (1943-2017): los eternos ajustes al timón Fue Fernando del Paso quien acuñó la palabra neólogo para resumir el trabajo y la enorme cantidad de

Soñé a mis pies persiguiendo mi silueta. A pesar de no tener pies, mi silueta corría y escapaba. En lo alto del cielo aparecían mis pies convertidos en zopilotes. Su viaje era lento y circular, ante un animal muerto que era yo.

intereses de Felipe Ehrenberg,

Billboard

quien se definía a sí mismo, entre otras cosas, como actor, editor,

A Sofía Hernández Sibaja,

artista, cronista, profesor y diplo-

con puro amor

mático. Todo eso y más fue quien igualmente fuese considerado un activista cultural, es decir, una mezcla de promotor, gestor y generador de espacios para el desarrollo de la cultura. Fallecido el pasado 15 de mayo, Ehrenberg platicó hace un par de años con el periodista brasileño Eric Nepomuceno, y a la memoria de quien fuera pionero en México del performance y otras manifestaciones artísticas

nadie más: tú decides el nombre del desierto que prefieras del círculo polar donde mejor te ubiques de las palabras claves sin duda para ti palabras clavos nadie más: sólo tú desvaneces (o describes) a ese brillo recientemente aparecido de las estrellas muertas aquellos astros diminutos donde aprendiste a renacer al duplicar el movimiento de las cosas

va dedicada dicha entrevista, así como sendos textos de Germaine Gómez Haro y Ricardo Guzmán. Publicamos también un artículo sobre el narrador español Juan Goytisolo, quien murió el pasado domingo 4 del presente mes.

ante ti nadie más

revelo mi soledad entumecida

mi faz enfermiza dentro de un billboard donde nada se anuncia salvo la lejanía de una tribu de migrantes al cruzar el horizonte bajo la luna en plenitud

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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Portada: Neólogo completo que no se va Foto de Marcelo Nadde

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.


crónica

tornados

e d a d a r o p Tem

L

a noche anterior, Damián Robles, residente de Texas por más de treinta años, notó que el cielo es­ taba despejado. El noticiario había advertido sobre la alta posibilidad de tormentas. ¿Cuántas veces no se habían equivocado los meteorólogos? Decidió llamar a sus familiares y confirmar la cita para desayunar juntos al día siguiente. Un temblor de tierra hace más de dos décadas lo obligó a dejar California y buscar fortuna en el estado de la Estrella Solitaria. Cuando la mudanza ya era un hecho, un conocido le dijo: “Jamás iría a Texas; allá abundan los tornados.” Nunca olvidó esa frase y siempre ha estado atento al posible desarrollo de uno de esos fenómenos cerca de su comunidad. Por la mañana, al salir, vio que el cielo estaba completamente cubierto por densas y oscuras nubes. Apenas había avanzado unos kilómetros, la lluvia comenzó a caer. Cuando llegó al restaurante donde vería a hijos, nueras y nietos, había escampado. Soplaba un viento suave pero la atmósfera se presentía cargada de electricidad y, pesadamente, en las alturas, las nubes se acomodaban unas sobre otras como en una danza trágica. El paisaje sobrecogió al señor Robles. Sabía que estaban en una área conocida como “El Callejón del Tornado”, en la que además están incluidos los estados de Oklahoma, Kansas y Nebraska. Apenas unas semanas antes, el 29 de abril, los servicios informativos habían revelado que Canton, pueblo al este de Dallas, había sido severamente afectado por un torbellino que en unos cuantos minutos echó por tierra todo lo que encontró a su paso. Las imágenes ofrecidas por los camarógrafos eran desoladoras. Ingresó al local con su esposa y en pocos minutos se les unieron dos de sus vástagos con sus respectivas familias. Pidieron café mientras esperaban a los invitados que faltaban. Apenas lo empezaban a saborear, la precipitación azotó en derredor. El viento rugía. A través de los ventanales se admiraba cómo, iracundo, movía de una lado a otro no sólo las ramas de los árboles: era tanta su fuerza que ladeaba los mismos troncos a pesar de su aparente robustez. Además de los Robles, era escasa la concurrencia. Las televisoras suspendieron su programación habitual para ofrecer un reporte de emergencia: la potencia del temporal hacía posible la formación de un tornado. Aconsejaban que lo mejor era ponerse a buen resguardo antes de que el meteoro se concretara y golpeara la zona. De pronto, un trueno cimbró muros y vidrios; lo siguió un rayo magnífico y tras él quedó suspendido el servicio eléctrico. El espectáculo era majestuoso y aterrador. El camarero se acercó a la familia del señor Robles y les dijo que de momento, sin energía eléctrica, la cocina estaba paralizada, no había nada que se pudiera hacer. Y ellos no querían nada. La tempestad se había llevado su apetito. La mente de don Damián se retrotrajo al 31 de mayo de 2013, cuando leyó la noticia de que Tim Samaras, un famoso “cazatornados” que tenía un programa de televisión dedicado a ese tema, había muerto, junto con su hijo y un acompañante, mientras grababan uno de esas impresionantes columnas con forma de embudo, de aire caliente y frío, polvo y agua, conectadas a un tiempo a la tierra

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Saúl Toledo Ramos

y a una nube, cuya base puede medir hasta dos kilómetros y su girar alcanzar velocidades de más de 450 kilómetros por hora. Saras, se en­ teró Damián Robles, había diseñado varios arte­ factos con los que intentaba explicar la formación de tornados y lo que sucedía dentro de ellos; quería predecirlos. Estaba tan obsesionado con esas bestias de la naturaleza que, en tal ocasión, se acercó tanto al vórtice de una de ellas, que ésta devoró su vehículo cobrándole su osadía con la vida. Los trabajadores del restaurante se reunieron frente al ventanal más grande, seguidos por algunos de los clientes. El señor Robles reveló que uno más de sus hijos había lle­ gado pero lo que ahora era una granizada bíblica le impedía dejar su automóvil. Inopinadamente se hizo de noche. El interior, no obstante, era constantemente iluminado por los relám­pagos que se sucedían sin tregua. Los rostros de los testigos lucían aterrados a la luz de esos destellos momentáneos. Alguien gritó: “Aléjense de la ventana, les puede caer un rayo!” La corriente eléctrica regresó y su disponibilidad disipó un poco la tensión. El siguiente rayo la volvió a interrumpir. Las alarmas de los celulares no dejaban de sonar y advertir lo que ya todo mundo sabía: “Tormenta severa. Alerta de tornado hasta las 10 horas de hoy.” No eran aún las 8:30. La tonalidad de las nubes era monstruosa y enigmá­ tica. Espantaba el rugir del viento: era un bramido de animal indomable, un concierto de sonidos tales que, probablemente, traería la demencia a quien se expusiera a ellos por un período largo. La vida del señor Damián Robles y de las personas que estuvieron con él esa mañana colindaron con el génesis de un tornado que, gracias a quién sabe qué deidad, no alcanzó mayoría de edad. Fueron poco más de 30 minutos que parecieron horas de incertidumbre, espasmo y pánico. Lluvia y viento disminuyeron su intensidad. Fue este último, por cierto, el que comenzó a disipar las nubes, a tal grado que, en unos instantes, la luz solar iluminó con gracia los alrededores. Los semblantes eran ahora de calma y paz. Un comensal llamó al mesero y le ordenó su desayuno. “Si se vuelve a repetir –dijo entre risas– y muero, mejor que me vaya bien comido.” Era difícil que una rigurosa inclemencia se manifestara nuevamente, por lo menos en las horas subsecuentes. El hambre, lo mismo que a los demás presentes, le había vuelto al cuerpo; el retorno del sosiego le otorgaba licencia para bromear. A las 9:15, alguien que no lo hubiera visto, seguramente no habría creído que lo narrado anteriormente realmente hubiera sucedido. Unas bellas y blancas nubes hacían más intenso el azul del cielo; cardenales y azulejos sustituían con sus cantos las anteriores oleadas de viento. Se respiraba vida. Fue hasta unas horas después que los noticiarios dieron cuenta de los daños dejados por la tormenta: semáforos descompuestos, árboles tirados, acumulación de basura y desperdicios e inundaciones mínimas en ciertas zonas. No hubo víctimas fatales que lamentar, pero sí temor colectivo. Luego de unos huevos con jamón y mientras se despedía de su prole, el señor Damián Robles reflexionó: “No pasó nada hoy más que un buen susto. Pero la temporada de tornados apenas empieza.”


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Rubén Darío:

no hay Apolo sin SIGLO Y MEDIO DESPUéS, LA OBRA POéTICA DE RUBéN DARíO CONSERVA INTACTO EL ESPíRITU qUE LA HIzO RENOVAR AL IDIOMA ESPAñOL.

Andreas Kurz

N

ace Rubén Darío el 18 de enero de 1867 en Metapa (Nicaragua), la ciudad que hoy lleva su nombre. “Pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,/ ni mayor pesadumbre que la vida consciente.” Parece que el tercer y cuarto versos de uno de sus poemas más famosos se escriben ese día, aunque se publiquen treinta y ocho años después. Los primeros dos pertenecen a la esfera de lo no-nato, constatan la felicidad de lo inanimado, la alegría de lo que no teme a la muerte: “Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,/ y más la piedra dura porque esa ya no siente.” Darío muere el 6 de febrero de 1916 en León (Nicaragua). Después de una vida errante de cuarenta y nueve años regresa a su lugar de origen para cerrar un ciclo, el ciclo. La pregunta es legítima: ¿se trata de un mero azar de la vida, o de la construcción deliberada de un desenlace?

EL NICARAGüENSE ES UN VALOR UNIVERSAL qUE SIGUIó LAS HUELLAS ExISTENCIALES DEL GRAN PAUL VERLAINE, UNO DE LOS íDOLOS DE SU JUVENTUD.

El poeta vivió y escribió (no sé cuál podría ser la jerarquía correcta) en Chile y Argentina, en España y Francia; es de los pocos escritores latinoamericanos que, alrededor de 1900, goza de cierta fama artística en París, la arrogante ciudad luz del siglo xix ; en España, su obra guía a toda una generación poética hacia nuevos rumbos; sus versos han renovado no sólo el español poético, sino el cotidiano, han creado un nuevo idioma: más flexible, armonioso y capaz de expresar enigmas, contenidos antes encerrados en una cárcel hermética construida por un lenguaje anquilosado. Darío es un valor universal que, por lo menos en sus últimos años, sigue las huellas existenciales del gran Paul Verlaine, uno de los ídolos de su juventud. El poeta laureado Verlaine murió en un asilo de pobres: alcohólico y “apenas sensitivo” o quizás tan sensible que prefirió, para poder vivir unos meses más, la petrificación inorgánica al dolor orgánico. Darío regresa a Nicaragua enfermo y a sabiendas de que esto ya se acaba; sufre una humillación disfrazada de amor y misericordia: Rosario Murillo lo traslada de Guatemala a su país natal; agoniza rodeado de homenajes y posiblemente percibe los homenajes como su verdadera agonía. Como Verlaine, renuncia a la vida consciente porque la muerte ya está a la esquina, porque la poesía que se personifica en él debe petrificarse con él.

el puente Darío

E

n su correspondencia con Alfonso Reyes, María zambrano inició una polémica sobre Goethe que, en realidad, es una disputa sobre la necesidad del sufrimiento, una disputa católica por ende que se presenta como teoría poética. Reyes no toma muy en serio a zambrano, despacha sus cuestionamientos con pocos párrafos. La española, sin embargo, insiste y sus dudas sobre el valor del poeta Goethe se vuelven necios como los argumentos reiterativos de un adolescente que sabe que dice sandeces, pero también sabe que esas sandeces son convicciones irracionales que contienen algún núcleo de verdad que con argumentos racionales no puede aclarar: “Poesía y filosofía”. Goethe, según zambrano, no puede ser un gran poeta porque no sufrió. Novalis supera al olímpico de Weimar porque sí sabe qué es sufrir por la vida y “por lo que no conocemos// y apenas sospechamos”. La ecuación es tan simple como ingenua. Goethe perdió a un hijo, sufrió amores y desamores y, sobre todo, padeció de uno de los males de su siglo, sus siglos: querer ser republicano, vagamente democrático en medio de una sociedad aristocrática provinciana y retrógrada, convencido –además– de su propia superioridad humana e intelectual, equiparando posiblemente lo intelectual con lo humano. Goethe sí conoce el sufrimiento pero su intelecto debe controlarlo, si es necesario subyugarlo. El autor del Fausto se adelanta a Baudelaire, quien creía que el verdadero arte sólo el intelecto lo produce. Si la mente es incapaz de idear imágenes tan potentes como las que el hachís o el opio generan, entonces es la mente de un poeta mediocre. La disputa milenaria: vate contra poeta doctus, romanticismo contra clasicismo, Dioniso contra Apolo, lo deforme contra la pulcritud de la forma; también María zambrano contra Alfonso Reyes. La filósofa española defiende un argumento pueril, sabe que la razón no puede estar de su lado. Y aun así: en la disputa con Reyes cuenta con mi simpatía –poca cosa, por otro lado. El lector irracional dice que goza más con la desesperación a flor de piel de Novalis, que con las cuestiones existenciales fríamente analizadas por el intelecto de Goethe. La poesía del weimeriano se lee como si la escribiera Wilhelm Meister: controla hasta las imágenes más drásticas y les inscribe la pregunta de qué posición tiene esa imagen en su desarrollo intelectual, en su camino hacia la perfección y el equilibrio mental. Las dudas de Goethe son trampas porque el olímpico –sospecha el lector– se guarda la solución en algún lugar de


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Dioniso Fuente: www.notimerica.com

su levita. Pero cuando dice al “Augenblick”, al momento: “verbleibe doch, du bist so schön” (permanece, eres tan hermoso), entonces me rindo ante un verso sincero cuya petición imposible me reconcilia con el cálculo poético. Me doy cuenta: Goethe no es pura forma, no es intelecto convertido en poesía; una y otra vez este mundo deforme que, muchos años después, Bataille convertirá en sistema, se asoma y nos asalta. Acabo de defender a Goethe con los argumentos que zambrano había usado en su contra. ¿También defendí a zambrano contra Reyes? Michael Rössner, el editor de la primera Historia de la Literatura Latinoamericana publicada en alemán, me dijo hace años que había un desacuerdo entre los colaboradores sobre el retrato del autor que figuraría en la portada general de la obra: ¿Borges? ¿García Márquez? ¿Paz? La discusión se transformó en armonía cuando alguien –no sé quién–propuso a Rubén Darío. Pues sí. ¿quién más? Darío nació en un país tan pequeño que impide la cuestión nacionalista. Darío abarca los siglos xix y xx , los doscientos años de la historia de la literatura hispanoamericana. Darío es un puente entre América y Europa. Y lo más importante: Darío es un poeta nato, ni romántico ni clásico, ni vate ni doctus, posiblemente ni siquiera modernista ni decadente. Pero Darío también es todo esto, por ende poeta puro, escritor sin epíteto, idóneo para figurar al inicio de una obra que pretende abarcar la literatura de unos veinte países diferentes, de culturas e idiosincrasias divergentes.

la superFicie y el FonDo

H

ay muchos rumores sobre el don poético dariano. Uno de ellos constata que el nicaragüense era capaz de comunicarse durante horas en alejandrinos perfectos: la apoteosis de la charla bohemia, del small talk artístico. El poeta niño de Metapa era un prodigio, como lo habían sido, antes de él, Sor Juana y, casi al mismo tiempo, el poeta maldito por excelencia, Arthur Rimbaud. Ambos prodigios –la poetisa novohispana y el enfant terrible francés– pertenecen al acervo poético de Darío, a su tradición. Se trata de una tra dición tan vasta como heterogénea, una tradición personal elaborada a raíz de la falta de un pasado poético nicaragüense, quizás latinoamericano. En Chile, Darío lee la biblioteca del malogrado Pedro Balmaceda, hijo del presidente. Lee a los autores de los siglos de oro españoles. Empieza a leer, quizás aún en Chile, seguro que en Madrid y París, a Verlaine y Baudelaire, a D’Annunzio y Edmondo de Amicis, a los parnasianos

Darío es un Puente entre amériCa y e uroPa . y lo más imPortante :

Darío es un Poeta nato, ni romántiCo ni ClásiCo , ni vate ni doctus , Posiblemente ni siQuiera moDernista ni DeCaDente .

franceses y perversos ingleses (Wilde y Swinburne), a la nómina que Verlaine denominaría como maldita, que él mismo bautizaría como rara. Y raro incluso es Max Nordau, el médico húngaro que con gusto habría quemado las obras que forman el índice de Los raros (excepto la suya), el autor de Degeneración, un tratado que popularizó a los autores que había querido condenar al olvido. Darío, entonces, forma su canon y quizás se da cuenta de que en él conviven armoniosamente vates y poetas cultos, irracionales y racionales, borrachos y sobrios. ¿Hay que tomar una decisión? ¿Emborracharse siempre, con lo que sea? ¿Controlar la ebriedad? ¿Recurrir a la ironía romántica que lo controla todo? ¿Renunciar a cualquier estupefaciente: químico o fantástico? Hace unos años, Gabriel Wolfson, escritor pulcro como pocos, me demostró que Alfonso Reyes, después de la orgía del modernismo mexicano, se encontraba en la misma situación: ¿bohemia o biblioteca? ¿Ajenjo o clases de latín? ¿Musset u Homero? Sabemos que el escritor y pensador Reyes se decidió a favor de la sobriedad, de lo clásico. Dicen los críticos chismosos que lo dionisíaco sí afloró en la intimidad del erudito. Después de las primeras Inquisiciones, Borges tomó una decisión parecida: renuncia al vago y trillado romanticismo de sus ensayos prematuros para dedicarse a una prosa limpia, fina y equilibrada, capaz de transmitir contenidos fantásticos como si fueran resúmenes de libros clásicos. Rubén Darío, a lo largo de una trayectoria poética de cuarenta años, no se decidió. Precisamente el oscilar continuamente entre la superficie y el fondo, la ebriedad del vate y el autocontrol del escritor culto, lo predestina a ser el poeta representativo de doscientos años de literatura hispanoamericana. Darío no vacila,

percibe ambos polos como hogares, como casas que hospedan a la loca de la casa. ¿Por qué rechazar una invitación, si es posible asistir a dos banquetes a la vez? En su famosa Breve historia del modernismo hispano­ americano, Max Henríquez Ureña establece una cesura en la obra de Darío que parece ser definitiva. Está el Darío de Azul… y Prosas profanas; y está el Darío de Can­ tos de vida y esperanza y del Canto errante. Es decir: un Darío superficial y enamorado de la forma, del brillo de imágenes, versos, palabras y ritmos; y un Darío profundo preocupado por la decadencia hispana, el triunfo de la barbarie estadunidense y la caducidad del propio ser. Ahí el Darío de la divina Eulalia que “ríe, ríe, ríe”; aquí el de un Roosevelt “primitivo y moderno, sencillo y/ complicado,/ con un algo de Washington y/ cuatro de Nemrod”. Nada más sencillo y cómodo, pero no acierta. No olvidemos que incluso los cuentos preciosistas de Azul… incluyen uno, “El fardo”, de temple claramente naturalista. No olvidemos que la divina Eulalia no sólo ríe, sino que en primer lugar se queja por la ausencia de un mundo vivible y ligero. Las superficies brillantes de Darío apenas disfrazan un fondo podrido y espantoso, una desesperación que el poeta comparte con Baudelaire: no hay peor lugar para el poeta que el que le toca vivir. Por otro lado, ni siquiera en “A Roosevelt” Darío prescinde de la ligereza y del brillo de la superficie: el ritmo variable del poema que, sin embargo, respeta las reglas de la poesía española, un ritmo que todos los “maestros” del verso libre deberían envidiar; la no escondida admiración por la fuerza del Coloso del Norte que se parece bastante al machismo verbal de los futuristas italianos; finalmente la evocación de un mundo inexistente –y Darío sabe muy bien que es inexistente– en el que el arte y la belleza dominan sobre el poder y la violencia (“la América nuestra, que/ tenía poetas/ desde los viejos tiempos de Netzahualcóyotl”, los que no forman parte del canon dariano…) evidencian que Darío sigue siendo vate en la fase profunda de su obra, así como había conocido muy bien las dudas metafísicas en la fase preciosista y superficial. Darío regresa a Nicaragua para morir; conscientemente (su último acto consciente) pretende cerrar el ciclo. Se trata de su ciclo vital que al mismo tiempo es un ciclo poético que había expresado, una década antes, en “Lo fatal”: “y la carne que tienta con sus frescos racimos/ y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos”. Y en medio la poesía cuyo hogar es la vida y la luz, cuyo hogar es la muerte y la oscuridad, cuya libertad consiste en habitar ambas casas porque, de todos modos, no sabemos “adónde vamos,/ ni de dónde venimos”


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11 de junio de 2017 • Número 1162 • Jornada Semanal

El regreso de

Pepe

Carvalho A RAíz DEL REGRESO EDITORIAL DEL FAMOSO DETECTIVE PEPE CARVALHO, DEL NARRADOR ESPAñOL MANUEL VÁzqUEz MONTALBÁN, SE REFLExIONA AqUí SOBRE EL POCO INTERéS DEL LECTOR MExICANO EN LA NARRATIVA ESPAñOLA, AUN LA DE GéNERO NEGRO.

José María Espinasa

RESUCITAR A UN PERSONAJE DE NOVELA POLICíACA NO ES NUEVO Y OBEDECE TAL VEz MÁS A RAzONES DE MERCADOTECNIA qUE A UN ExPERIMENTO DE REESCRITURA.

U

na curiosa noticia estuvo presente en las secciones culturales de la prensa en España (en México no): el joven narrador Carlos zanón y los herederos de Manuel Vázquez Montalbán, en combinación con la editorial Planeta y la agencia Carmen Balcells, llegaron a un acuerdo para resucitar a Pepe Carvalho, el mítico detective creado por el autor de Autobiografía de Fran­ cisco Franco. que suceda esto no es un caso raro en el terreno de la narrativa policíaca; uno de los casos más célebres, por el cine, es el de James Bond, pero hay varios más en los que o bien el personaje se transforma en marca de fábrica y sus aventuras pueden ser redactadas por un equipo que, por ejemplo, firma como Ellery queen, o que la pluma de otro prolonga su vida, muerto ya el creador del personaje. Tal vez lo que llame la atención en este caso es que suceda en español y con un detective tan ligado al autor, por su psicología, sus tics culturales, su estilo y su voluntad paródica. También lo vuelve extraño el hecho de que no se trata de un producto en serie, sino el trabajo de un escritor de alto nivel, que además de su serie policíaca tiene en su haber novelas tan importantes como El pianista o Galíndez. En todo caso, no se han presentado las reacciones encontradas que se pudieran haber supuesto, ni fulminantes condenas al claro estratagema publicitario ni hurras nostálgicas por los fanáticos del género y del personaje por poder leer nuevas aventuras del detective. Como si todo mundo hubiera decidido, con paciencia oriental, esperar a ver cuál es el resultado para emitir un juicio, no vaya a ser que resulte muy bien. Imagínense qué pasaría si alguien decidiera resucitar como personaje de ficción a Pedro Páramo en este año del centenario de Rulfo. Lo más cerca ha sido el extraordinario pastiche-parodia que escribió Vicente Leñero en Gente así. Ya El aleph engordado, de Pablo Katchadjian, provocó suficientes problemas legales a su autor para que alguien intente aproximación seme-

jante o siquiera cercana a un clásico de nuestras letras. Sin embargo, la mercadotecnia y el bestsellerismo pueden lo que no puede la vocación experimental. Yo, que soy fan del personaje gallego-catalán, y de los ejercicios de reescritura –parodias, homenajes, pastiches, intertextualidades y hasta plagios inteligentes–, me siento encantado con la noticia, aunque dudoso del resultado. Pero en esta nota me interesa más plantear otro asunto: ¿por qué en México Vázquez Montalbán fue y es tan poco leído? El género policíaco, es cierto, no tiene en nuestro país tantos lectores como los tiene en Argentina o en España, y ni de lejos los que tiene en otras lenguas. Paco Ignacio Taibo ii , por ejemplo, tiene muchos más lectores para sus narraciones policíacas fuera de México que dentro. Se han dado muchas explicaciones para que esto suceda y no las voy a repetir. Sin embargo, su deriva en la narconovela sí ha gozado del favor del público y hay incluso un circuito de lectores aficionado al género lo suficientemente robusto para que se edite un buen número de textos que, sin embargo, no alcanzan el estatus de bestseller ni se puede hablar todavía aquí de un género de culto. Creo que la razón de que no se lea a Vázquez Montalbán en México es de otra índole: a los mexicanos la narrativa española no le interesa. Incluso la fama de Enrique Vila Matas entre nosotros llevó a que se le diera carta de naturalización literaria, en especial por Lejos de Veracruz. Pero, por ejemplo, autores como Javier Marías o Muñoz Molina tienen un reducido número de lectores, para no hablar de Llamazares, Mendoza, Cristina Fernández Cubas o nombres más recientes. Tal vez Almudena Grandes ha roto un poco esa inercia de comportamiento ante el público. Los elementos cifrados, que en Vázquez Montalbán son abundantes, alejan a los lectores que no los comparten y no hacen el esfuerzo, nada excesivo, de compartirlos. Diría que hay un cierto rechazo por el tono y el léxico hispano equivalente, pero a la inversa a la aceptación de los narradores argentinos paralelos.

En eso interviene también el tono intelectual que emparenta, por ejemplo, las ficciones de Vila Matas con referentes específicos, esos raros anunciados por Darío que seguimos coleccionado, más frecuentes en el país sudamericano que en España. Carvalho es un personaje que se inscribe en el crecimiento de Barcelona como referente cosmopolita y la inteligencia del narrador utiliza rasgos locales para subrayar esa tendencia. Por ejemplo, es evidente que Vázquez Montalbán ha leído a los clásicos de la novela negra, pero también a narradores costumbristas que se inscriben en el enigma, como Fernando García Pavón. Espero que no se considere una herejía emparentar a Fernando García Pavón, a Tomellloso, su escenario, y a Plinio, su detective, con Carvalho, Charo y Biscuter, pero me parece evidente. Y de más está decir que un personaje como el comisario montalbano es prácticamente un homenaje al escritor español. En México lo más cercano a eso fue El rayo Macoy, del hoy injustamente olvidado Rafael Ramírez Heredia. No creo, en cambio, que el desinterés por la narrativa española en México tenga que ver con el manido resentimiento atávico. Simplemente tocan temas que aquí no interesan, aunque pudieran haber interesado en otro momento. Por ejemplo, la obsesión natural aunque un poco tardía en España, de narrar la Guerra civil y sus consecuencias. La resurrección de Carvalho viene además en un momento muy específico en que su actitud y su humor pueden venir muy bien: en el tenso pulso entre el nacionalismo catalán y el gobierno central, que compiten para ver quién lo hace peor. Al fin y al cabo Borges no tuvo que pedir permiso alguno para que Pierre Menard volviera a escribir El Quijote, sólo que no lo engordó, lo volvió frugal pero extraordinariamente fuerte. La literatura, vinculada a las leyes de autor y de mercado, ¿se vuelve paradójica? O lo era ya desde antes. A Vázquez Montalbán seguramente le hubiera provocado una sonrisa la negociación con su alter ego. A él no lo pueden resucitar, a sus personajes sí, privilegio que tienen las criaturas de ficción


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y la reivindicación de don QuiJoTe

11 de junio de 2017 • Número 1162 • Jornada Semanal

Juan GoyTiSoLo Antonio Rodríguez Jiménez

UNA BREVE PERO ENTRAñABLE SEMBLANzA DEL AUTOR DE SEÑAS DE IDENTIDAD qUE RECIENTEMENTE FALLECIó EN MARRAKECH, SU TIERRA DE AUTOExILIO, A LOS 86 AñOS. EL NARRADOR ESPAñOL, GANADOR DEL PREMIO OCTAVIO PAz Y DEL JUAN RULFO, NUNCA ABANDONó SU ESPíRITU CRíTICO, AUN ANTE LAS AUTORIDADES DE SU PAíS AL RECIBIR EL PREMIO CERVANTES EN 2014.

E

Fuente: alchetron.com/ CC BY-SA

l escritor español Juan Goytisolo ha muerto en Marrakech, la ciudad cosmopolita en la que vivió en las últimas décadas. Cuando algunos vivíamos en Marruecos haciendo promoción de la lengua española y de la cultura hispanoamericana, él estaba allí desde hacía muchos años. Los directores cervantinos de Marrakech (primero Lola López Enamorado, y Vicente Mora, después) tenían trato directo y privilegiado con él. Recuerdo que la gente le mandaba cartas al Instituto Cervantes y ellos iban periódicamente a su casa a llevárselas. Una vez me prometió que vendría a darnos una charla a Fez, pero enfermó y no pudo venir. Mora se encargaba de tenerme al tanto de las buenas y malas noticias sobre el escritor. Juan Goytisolo era una especie de rey moro sabio muy amado por sus vecinos. Y ahora ha muerto a sus ochenta y seis años, lógicamente de muerte natural, y será enterrado en tierras marroquíes. ¿Para qué iba a querer volver a España, con la lluvia ácida que cae desde hace tiempo? Goytisolo era un tipo muy serio, pero tenía su punto de humor socarrón. Lo vi por primera vez en el 1979, cuando estuvo en Córdoba, y le hice una entrevista para el periódico. Desde sus primeras obras adscritas al realismo crítico hasta la más conocida, Señas de identi­ dad, y luego Reivindicación del Conde don Julián o Juan sin tierra, o luego Makbara y muchas otras, sorprende en Goytisolo su empeño en ir creando una obra no reiterativa en la que siempre huye hacia adelante. A mí me sorprendió en mi casi adolescencia una especie de impactante reportaje titulado Campos de Níjar, que leí varias veces, me fascinó y seguí al pie de la letra hasta el punto de escaparme de casa y pasar en Almería y sus alrededores una semana buscando aquellos parajes mágicos y desérticos de los que habla en ese libro. He conocido a los tres hermanos. Jordi Virallonga me presentó en Valencia al poeta José Agustín Goy tisolo, un personaje muy interesante que murió en Barcelona de forma trágica. También conocí a Luis Goytisolo en el Puerto de Santa María, en un encuentro sobre periodismo y literatura. Los tres personajes, casi literarios, tenían un aspecto muy circunspecto; aunque el poeta era tierno, Luis es distante y Juan era el más serio, intelectual y crítico. Afortunadamente, aunque

pasó años duros exiliado en Francia y después en Estados Unidos, al final le llegaron los reconocimientos y las distinciones, como en México los premios Octavio Paz y Juan Rulfo, o en España el Premio Cervantes en 2014. Cuando fue a recoger el Premio Cervantes, Juan Goytisolo rompió con los protocolos del baboseo típico a los políticos de turno. Comenzó por su indumentaria, unos pantalones casuales de color beige y una chaqueta de invierno marroncita con líneas de cuadros verdosos, una camisa muy casual también, y se puso la única corbata que tenía en su armario de Marrakech, una de listas verde intenso y verde aceituna. En las imágenes aparece muy serio junto al presidente de la Comunidad de Madrid, el hoy encarcelado por corrupción Ignacio González, así como del ministro de Cultura de esas fechas, José Ignacio Wert, un representante gubernamental de la cultura con ademanes de patán. Y Goytisolo, coherente como lo fue toda su vida, dijo en su escueto discurso lo que tenía que decir, que imaginaba hoy a don quijote a lomos de Rocinante acometiendo, lanza en ristre, “contra los esbirros de la moderna Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera”. Goytisolo, con genio y figura, dijo mirando a las autoridades: “Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura, tal es la lección del Quijote. Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella. Digamos bien alto que podemos.” Acto seguido, añadió: “Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia.” Dijeron testigos presenciales que algunos políticos o autoridades agacharon la cabeza y ni siquiera le aplaudieron, a excepción de los reyes y de las autoridades académicas, además del público asistente. Como si estuviera escribiendo una novela, Goytisolo tensó el ambiente del auditorio demostrando una vez más su espíritu crítico. No en balde se fue a vivir fuera de España y ya no quiso regresar. Aquello se acabó con el escozor de quien dice la verdad que muchos quieren oír pero pocos se atreven a decir. Este fue Goytisolo, uno de nuestros grandes escritores que se acaba de ir para siempre, aunque quedarán sus obras, sus gestos y sus amores en la memoria de quien desee resucitarlo


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11 de junio de 2017 • Número 1162 • Jornada Semanal

Felipe

(1943-2017)

Ehrenbe

entrevista con Felipe Ehrenberg Eric nepomuceno

Para hablar de Felipe Ehrenberg hay que ser

los eternos ajustes al timón

muy, muy estricto con la verdad. Y la verdad verdadera es que, cuando lo conocí, en un día perdido de algún mes incierto del año 2001 aquí en Río de Janeiro, no tenía idea de quién era. Nos presentó Jorge Sánchez, que

ARTISTA PLÁSTICO DE GRAN DISCIPLINA Y CREATIVIDAD, FUE POLíTICAMENTE INCORRECTO, ACTIVISTA INCANSABLE Y PERMANECIó SIEMPRE INDEPENDIENTE A LAS TENDENCIAS Y ExIGENCIAS DEL MERCADO DEL ARTE.

recién había llegado, muy bien recomenda­ do por gente querida, como cónsul de México en mi ciudad. Felipe era el agregado

EL ARTE NO CAMBIA LA REALIDAD PERO NOS NUTRE, ES PARTE DE LA CANASTA BÁSICA, AFIRMABA qUIEN FUNGIó COMO AGREGADO CULTURAL DE NUESTRA EMBAJADA EN BRASIL

cultural de la embajada de México. Gracias a una decisión inteligente no estaría basado en Brasilia, la capital distante de la vida real brasileña, sino en uno de los principales polos culturales de mi país, San Pablo. El primer recuerdo que guardo de aquel desconocido es éste: unos ojos que te traspasaban, pero no de manera agresiva, sino inquieta, intensa, y una voz que parecía venir del final de los tiempos. Luego de una media hora de conversa me di cuenta de que aquel tipo cuya existencia yo ignoraba era un gigante. Hablaba con la modestia y el peso de los grandes­grandes. Y también con una indignación furiosa frente a una realidad injusta y perversa, una indignación que no eliminaba una inmensa dosis de curiosidad y ternura por la vida. Era, claro, un bicho muy raro, muy valioso. Nos hicimos amigos luego de un primer y largo par de horas de conversa­ ción. Con una soltura y una naturalidad espeluznantes, Felipe Ehrenberg contaba historias de una vida plena y agitada, de desafíos y osadías. De su vida, pues. Tenía los dedos de la mano izquierda tatuados, fumaba más que yo, y contaba historias con una firmeza singular y una voz de trueno que podía disparar tanto indignaciones como certezas utópicas. Hace un par de años (en 2015) conversé con Felipe Ehren­ berg para el programa Sangre Latina, que presentó por una emisora a cable el Canal Brasil. Nuestra conversa es, creo yo, muy reveladora de cómo era mi amigo:

Q

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uisiera saber una cosa: ¿cómo andan tus relaciones con Dios? –¿Con quién? –Dios. –¿Dios? ¿Y quién es ése?

–¡Dios! –¿Tú tienes un Dios? ¿Te refieres al Dios que tú tienes? –no… –Yo no tengo ninguna relación con un Dios, con un solo Dios. Ninguna. Ni a favor, ni en contra, ni nada. Lo que tengo son problemas gravísimos con gentes que dicen hablar en nombre de alguien, de un Dios. Con ellos sí tengo problemas. Podríamos decir que soy religioso, en el sentido de que sí, pienso, y ese es un elemento importante en toda mi faena de vida, que el arte religa a las gentes. Nosotros somos una familia que creció de manera agnóstica. Y nunca consideramos, nunca entró en mis consideraciones, ni por asomo, la discusión sobre Dios. Sí recuerdo un día haberle escrito a mi papá una pequeña carta preguntándole que si él creía en Dios, y él me dijo: “Lo que yo creo no te interesa, lo que te interesa es lo que tú quieras creer.” Y con eso quedé satisfecho. Como nunca tuve a alguien que construyera un Dios para mí, nunca tuve que preocuparme por eso. Había perros ladrando en la casa al lado, lo que preo­ cupaba al equipo de rodaje. Ehrenberg se quedó mirando al aire, y disparó: –¿Sabes que me gusta mucho el ladrido de los perros en la nochecita? Cuando yo era muy pequeño había dos cosas que ahora recuerdo con nostalgia. Es el ruido del ferrocarril pasando en la distancia, y cada vez que sonaba el vapor, el “uuuuuu”, los perros ladraban. Y es eso: los perros me traen memorias de cuando era pequeño. –¿así que vivías cerca del ferrocarril? –Sí, sí, muy cerca.

–¿Dónde? –En el sur de la ciudad, en un pueblo que ya no existe, y que se llamaba San Pablo de Tlacopac. ¿Puedes creerlo? –¿Tlacopac? –Tlacopac. Allí nací y crecí yo. Y cerca de allí pasaba el tren [que iba] para Cuernavaca. –Pero Tlacopac es un barrio, existe… –Hoy día existe como barrio, pero cuando yo era pequeño había un espacio muy grande entre Tlacopac y Ciudad de México. Mi mamá todavía dice: “Voy a la Ciudad de México”… Mi mamá era un poco más joven que Frida Kahlo. Eran muy buenas amigas. –¿La conociste? –Claro. Yo me acuerdo muy bien de su silla de ruedas que estaba a la altura de mi cuello, y sus manos, llenas de anillos y de nicotina. Y su voz fuerte; yo me acuerdo muy clarito de eso… –¿Sueñas mucho? –Sueño mucho que yo estoy volando. Más no te puedo decir, porque son tantos, pero no son anhelos, no son esperanzas. ésos son cada vez menos. Cada vez tengo menos sueños despierto, ésos que se traducen en la palabra esperanza, en cuanto a lo que se refiere a mi persona. Y prefiero no pensar en lo que se refiere a mis hijos y nietos, porque soy muy pesimista. Pienso en la deforestación del Amazonas, pienso en la contaminación de los ríos de México, pienso en las especies que se van extinguiendo, pienso en tantas cosas de ésas, que no quiero soñar despierto. Entonces, ¿qué te puedo decir de los sueños y las esperanzas? Los sueños son la mejor programación habida y por haber en cable. Y las esperanzas… más bien con las sorpresas que me guían, más que las esperanzas. –Entonces, dime: ¿qué te sorprende hoy día? –Cada vez que descubro un texto de un escritor que desconocía… Cada vez que descubro obras, un cuerpo


voz inTErrogaDa

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erg Felipe Ehrenberg en entrevista con La Jornada, 9 de julio de 2015. Foto: José Antonio López/ La Jornada

de obras, de un artista que desconocía. Cada vez que descubro la música de un compositor –y me duele ponerlo todo en masculino, pero bueno…– que desconocía. Ese frisón que me da la felicidad del descubrimiento, esa sorpresa, me es muy grato. Son como ajustes al timón. Yo estoy así navegando, descubro algo y mi timón cambia. Ya sea para evitar el escollo o para dirigirme a la apertura. Esas son cosas que creo que no se nos acaban ni con la edad. Y lo agradezco mucho. Por lo menos en mi caso no se me están acabando… Y prácticamente desde hace cuarenta años yo no me describo como artista plástico, sino como un “neólogo” en las artes visuales. Neólogo es alguien que se interesa en lo nuevo. Y a mí me ha interesado siempre lo nuevo. Y tal vez sea un iconoclasta, porque cada vez hay más cosas y más nuevas. Entonces yo realmente soy neólogo, y como buen neólogo yo solamente navego adonde me empuje el viento, no de acuerdo con un plan trazado. Mi vida nunca fue trazada. Mi biografía responde a las cosas que me iban sucediendo. Y sigue siendo así. O sea, mi biografía sigue siendo marcada. Entonces Felipe Ehrenberg se levantó, nos sirvió otro tequila (para él) y otro mezcal (para mí), se dio vuelta al equipo de filmación y dijo: –Mientras ustedes trabajan, nosotros pensamos. –Y siempre me pregunté: ¿qué pensábamos? –Una de las cosas que más me cuesta trabajo aceptar es la cantidad de estímulos que vienen de afuera. Y que te hacen sentir que no hay tiempo. Pero sí hay tiempo… Y el tiempo es una ilusión que uno construye… Entonces, muchos de mis amigos usan calendarios, tienen sus agendas y comienzan a llenarlos, y apuntan “el martes, sí, puedo”, y “el miércoles en la tarde”, y etcétera, etcétera, y de repente llega el final de la semana y encuentran que no tuvieron tempo para hacer nada. El artista no puede hacer esto. El artista no puede someterse de esa manera al mundo exterior. Porque una de nuestras responsabilidades, al asumirnos como artistas profesionalmente, es inventar cosas, o leerlas. Releer las cosas para poder interpretarlas y ofrecerlas a la consideración de los otros. Y entonces,

en la medida en que el mundo exterior te va asediando, acosando, con los móviles y todas esas cosas, por suerte, gracias a Dios, muy temprano entendí que la primera persona a la que yo tenía que atender era yo mismo... Entonces, hago una cita conmigo mismo. Por ejemplo: hoy mismo hice una cita para quedarme una semana y media conmigo mismo y con nadie más. Ni siquiera con mi esposa. Le pedí a un amigo que sé que va a viajar, el uso de su departamento y su mesa. Y voy a estar en cita conmigo una semana y media, sin computadora, sin celular ni nada, porque tengo una idea en la cabeza que tengo que atender. Me cito yo a mí mismo, me quedo conmigo, hablo conmigo y me resuelvo. Eso a mí me ha servido mucho... te lo recomiendo... –¿Tú crees que el arte puede ser una herramienta de transformación de la realidad? –No. No. –Qué puede entonces ser el arte? –Pienso que el arte, como la comida, es un nutriente. La comida no va a cambiar la realidad. Comer bien o comer mal, pero comer, no va a cambiar la realidad. Las artes todas son parte de la canasta básica del ser humano. En este sentido me parece pretencioso pensar que el arte cambie algo. Yo creo que los gritos de felicidad, los aullidos de dolor, las expresiones de desconcierto de los seres humanos, se pueden escuchar, y pueden cambiar las cosas sin la necesidad de tener que ser arte. Es decir, hay expresiones de un ciudadano, de una señora encabronadísima con el presidente de México, porque no ha hecho nada por encontrar a los asesinos de su hijo en una fiesta. Ella no requería una obra de arte para lanzar su aullido, y sin embargo hizo mella. Y hay cualquier cantidad de obras de gentes que pretenderían o que buscarían cambiar al mundo y la historia, y no la cambiaron. Somos testigos de la historia, pero no somos actores, como en algunos casos pretenderíamos ser. quizá a lo largo del tempo podríamos hablar de un Da Vinci, que no me representa o simboliza, cambios paradigmáticos en la forma de pensar, en el pensamiento europeo... Pero yo no creo que el arte cambie nada. Nada.

yo Creo Que los Gritos De FeliCiDaD , los aulliDos De Dolor , las exPresiones De DesConCierto De los seres humanos , se PueDen esCuChar , y PueDen Cambiar las Cosas sin la neCesiDaD De tener Que ser arte .

–al fin y al cabo, lo que buscamos es comunicarnos, ¿no? –Sí... –cuándo ya no estés, ¿qué quedará de tus intentos de comunicación con las gentes? –Yo me pregunto qué quedó de mi abuelo en mí. Y tengo memorias marcantes de mi abuelo en mí. También sé bastante bien qué quedó de mi papá en mí. él murió hace muchos años, en 1991, y hay muchas cosas que se quedan, en lo personal, cuando yo me veo en el espejo. Yo estoy ahora culminando una tarea de muchos años, en la que busqué no tanto dejar algo mío, porque me parece muy egoísta, sino dejar la semilla de una idea que pueda ser renovada o reinterpretada, que pueda ser plantada de nuevo para dar otro tipo de fruto, a partir de la misma idea. –además de los sueños, ¿qué más has perdido? Háblame un poco de tus pérdidas... –Yo pierdo virginidades a cada rato... Pero también pierdo a seres queridos. He perdido a hermanos, he perdido a gentes. No he perdido ilusiones, esto te lo aseguro. Ni planeo perder ilusiones. Lo que sí es que me hecho, dentro de lo iluso, más escéptico. Es decir, cada vez que me encuentro con una ilusión en mi camino, la parte escéptica mía dice “cuidado, no te ilusiones demasiado”. Trato de mantener alguna cautela, pero las ilusiones no las quiero perder, ni las puedo perder


LEER La interrupción legal del embarazo. El caso de la Ciudad de México, Marta Lamas, Fondo de Cultura Económica/unam/Centro de Investigaciones y Estudios de Género, México, 2017.

SALUD PÚBLICA VS. PREJUICIOS: HACIA UNA CULTURA DEL RESPETO MARIANA DOMÍNGUEZ BATIS

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diez años de la reforma legal que despenalizó el aborto en la capital mexicana, la antropóloga y catedrática Marta Lamas publica La interrupción legal del embarazo. El caso de la Ciudad de México, un recuento que repasa la batalla legal e ideológica a la que se enfrentaron varios grupos durante años para finalmente conquistar un derecho y convertir un acto clandestino en un servicio de salud pública. El volumen recaba y sistematiza décadas de una ardua lucha para conseguir un aborto libre y gratuito. Sin embargo, quizá su mayor valor radica en que está escrito por alguien que no es para nada ajena al tema, sino una de las principales protagonistas del movimiento y una de las máximas pensadoras mexicanas en cuestiones de género, icono del feminismo en el país. Lamas aborda el fenómeno en varios niveles. Por un lado, ofrece su propio testimonio como feminista, ideóloga y fundadora de organizaciones. Por otro, reconstruye una breve historia de la lucha por el aborto en México, a partir de episodios que en su momento sólo fueron consignados en periódicos. Aunado a ello, examina las dimensiones filosófica, axiológica, jurídica e incluso bioética que envuelven al asunto. Al final, hace un balance de lo logrado y de los pendientes por resolver. Hoy en día, una mujer puede conseguir una pastilla del día siguiente o abortar de manera legal en Ciudad de México de manera gratuita; no obstante, no se detiene a pensar en cómo se consiguieron esas libertades inexistentes en otros rincones del país. El texto de Lamas analiza con rigor metodológico la cruzada que se remonta incluso a las luchas liberales del siglo xix , que llevaron a incluir al aborto como algo permitido en caso de violación desde el Código Juárez, que data de 1871. Durante el siglo xx , los esfuerzos del movimiento feminista se enfocaron en despenalizar el aborto y lograr un enfoque moderno que lo considerara un derecho garantizado por el Estado. La autora revisa este proceso histórico con un tono bastante neutral e incluso de autocrítica. Para ello desmenuza los distintos momentos de la lucha y los explica a la luz de ciertas teorías y dentro de un contexto sociopolítico no sólo nacional, sino internacional. En 1990, hablar de aborto en público seguía siendo difícil. En la actualidad aún lo es en ciertos contextos. El libro editado por el Fondo de Cultura Económica, la unam y el Centro de Investiga-

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ciones y Estudios de Género es una conquista más contra el silencio y en favor de la información. La interrupción legal del embarazo... se puede leer también como un agradecimiento a todos aquellos que contribuyeron a la despenalización: tanto al movimiento feminista, a los grupos que lo apoyaron, como el de intelectuales, científicos, artistas y políticos, que incluyó a Carlos Monsiváis, Luis Villoro, Ruy Pérez Tamayo, Elena Poniatowska, Ángeles Mastretta, José Woldenberg, Jorge Carpizo y Diego Valadés, entre muchos otros. Además de reconocer a los impulsores del derecho, Lamas también apunta con franqueza y sin pelos en la lengua a las fuerzas fácticas que obstaculizaron el debate: la Iglesia, el Vaticano y el papa Juan Pablo ii , sus aliados empresariales y políticos, así como la derecha en el poder durante los dos sexenios panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. Un tema pendiente que la antropóloga deja bien asentado en el libro es la necesidad de ampliar el derecho al aborto más allá de la capital, ya que con su despenalización en 2007 sobrevino una oleada reaccionaria que reformó varias constituciones estatales para acotarlo. A pesar de que interrumpir el embarazo es legal en la capital, aún hoy es un “estigma latente, inserto en el tejido cultural”, como escribe la autora. Sin importar las conquistas legales, los hábitos persisten, al igual que los esquemas tradicionales, mitos y tabúes. Es por ello que la científica social insiste en que se debe extender un debate público “respetuoso y razonado” sobre el tema, así como consolidar una cultura de respeto a los derechos sexuales y reproductivos. El nuevo volumen de Marta Lamas no pretende ser un enfoque totalizador del fenómeno, ni el punto final de una lucha; por el contrario, es un detonante para continuar la discusión médica, filosófica, social, política y cultural que implica la búsqueda continua de una mayor justicia social, democracia y salud pública para las mexicanas • El azar de las fronteras. Políticas migratorias, ciudadanía y justicia, Juan Carlos Velasco, Fondo de Cultura Económica, México, 2016.

CICATRICES DE LA HISTORIA MAYRA INZUNZA

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icatrices de la historia: así llama Benedict Anderson a las fronteras, murallas, vallas, muros, que cuando no son naturales cual ríos o montañas, digamos grandes accidentes geográficos que separan a una de otra región, somos los humanos quienes separamos: hemos de sufrir para cruzar, y es a los portadores de dígitos oponibles (otra división) a quienes tales fracturas hieren y más afectan. En El azar de las fronteras, Juan Carlos Velasco trata un tema sobremanera álgido –al menos para

los latinos, en particular los mexicanos–en la era Trump: la migración. Para el autor, ésta es tan antigua como la humanidad misma y, claro, basta con pensar en los orígenes nómadas que antecedieron a las culturas sedentarias, cuando no en la tendencia al gregarismo. Con una prosa clara y fluida, el autor distingue entre la movilidad a que acceden las clases privilegiadas, que viajan y hasta se reinstalan en otro país por gusto, comparadas con los estamentos sociales menos pudientes, que luchan por migrar a otra nación principalmente por razones políticas o económicas. La nacionalidad se torna un criterio acomodaticio si pensamos que nos es dada sólo por nacer en un territorio, mientras que hay quienes libran cruentas batallas para obtenerla, y aun así los despreciamos. Como diría Velasco en un párrafo brillante, toral: “La nacionalidad tal vez sea el criterio legal más importante para la asignación no sólo de derechos y obligaciones, sino de bienes y servicios. Simultáneamente sirve como uno de los últimos criterios de discriminación legal. Que sea lo habitual no significa, sin embargo, que resulte aceptable. Que el documento de nacionalidad que uno porte determine las expectativas vitales resulta tan injusto como que lo haga la extracción social, religiosa o el color de la piel, criterios todos ellos que han quedado desacreditados. Nadie elige el lugar de su nacimiento y, por lo tanto, nadie puede responder por ello. Tampoco nadie, en consecuencia, lo debería esgrimir en su favor. ‘Aquellos que no son inmigrantes no han hecho nada para convertirse en miembros de su sociedad’ (Thomas Nagel), y sin embargo disfrutan de un título heredado con el que acceden a inmerecidos privilegios, vetados a quienes, viviendo en el mismo territorio, no son miembros plenos de la sociedad. De ahí que no parezca descabellado pensar que la nacionalidad opera como una suerte de ‘propiedad privada’ y, si ello es así, es ésta una analogía que por sus agravios ha de ser analizada críticamente desde la perspectiva de la justicia.” Además de la escisión de la personalidad, los correlatos de justicia (verbigracia, la equidad) se contraponen a discriminación, explotación e invisibilización. Por ejemplo, habría que ensayar con una religión opuesta a los usos y costumbres de tal o cual nación, que busca reapropiarse de la voz que el Estado en turno no le confiere y el ciudadano nato rechaza su protagónico empoderamiento. Así, pues, resulta imperativo revisar el multiculturalismo y, más aún, averiguar qué sucede con la libre circulación de personas: ¿cómo regularla para el bien común y la justicia global? ¿Será una utopía? ¿Cuál sería su participación política con miras a una inclusión social que no amenace la asunción identitaria? Y esto, por indagar lo menos; queda pendiente la información electoral y habría que preguntarse si la última frontera será el papel, o la piel . Para no ir más lejos, ¿somos mexicanistas porque nacimos en México? ¿Habrá algo de acomodaticio en el nacionalismo, en el hecho de amar un terruño sólo porque ahí se nació, aunque pueda uno identificarse e incluso vincularse con otros lares? •

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Fuck me, Nancy, Arturo j. Flores, Marvin/Secretaría de Cultura, México, 2016.

NINFETA DARKETA ELENA MÉNDEZ

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uck me, Nancy, de Arturo j . Flores (Ciudad de México, 1978), es una novela donde se plantea la historia de una Lolita revisitada: un conato de romance entre Nancy, una ninfeta darketa de casi veinte años, estudiante de Contaduría, y Xavier, un profesor de Literatura de casi cuarenta. La disparidad de pensamiento y de experiencias es abismal. Sus apariencias, también, son distintas: él viste como viejito y su físico muestra señas de decadencia; ella posee una innegable frescura juvenil y un halo misterioso y rebelde por sus ropajes negros, piercings y numerosos tatuajes. Ambos comparten un fuerte hastío vital y una gran frustración: no se dedican a lo que realmente aman, la literatura. Se cortejan durante diversas citas en un lugar donde nadie conocido los ha de encontrar: en un museo. Ambos disfrutan sabiéndose transgresores, particularmente Nancy, que siempre busca salirse con la suya. En cambio, Xavier, esclavo en más de un sentido, encuentra en sus escapadas los ánimos para retomar sus sueños y redescubrir el goce. Puede intuirse que el personaje del profesor es un alter ego del autor, cuyo segundo nombre es Javier. Sólo que el profesor lleva el nombre con x . Y dos equis son las que cruzan los pezones de la chica en esa foto que descubre al stalkearla en redes sociales. Ambos protagonistas padecen erotolalia y subliman su deseo mediante los relatos que intercambian, en los cuales hay resabios fantásticos y un gran sentido del humor. Si bien abundan las guarradas que exhiben sus parafilias, también hay resquicios para la poesía, para buscarle un sentido a la existencia: “Yo también venía huyendo cuando la conocí. La vida se trata de seres humanos escapando todo el tiempo. Nos hacemos adultos emigrando lentamente del país de la infancia. Nos emparejamos para sacarle la vuelta a la soledad. Comemos para fugarnos del hambre y la muerte no es otra cosa que la manera que encontramos de desertar de la vida.” Flores anexa un curioso “Instructivo” que remite a las famosas instrucciones cortazarianas de los Cronopios. Sólo que estas son de índole erótica: “Para acostarse con una mujer que se pinta los labios de negro”; “Para acostarse con una mujer que lleva un piercing”; “Para acostarte con una mujer que se pinta el pelo de rojo”; “Para acostarte con una mujer tatuada”.

Respecto a los labios negros, se indica: “Rómpele las medias con los dientes. Toma en cuenta que esa maniobra liberará sus piernas y que con ellas podría estrangularte”; mientras que con la del piercing aplica: “Siempre es recomendable llenar la noche de su boca con estrellas fugaces. Utiliza las gotas blancas que brotan de ti cuando pienses en ella”; con las pelirrojas debe hacerse esto: “Después de hacerle el amor levántate de inmediato. Nunca te quedes a dormir. La mujer que tiene rojo el pelo aprovechará para abrirte las venas y desangrarte en una botella. Siempre necesitará más pintura para el cabello”; y con la cubierta de tatuajes, procede: “Si se rayó una flor en el cuerpo, arráncasela antes de irte. Colócala en medio de las hojas de un libro.” Fuck me, Nancy fue coeditada por Marvin y la Secretaría de Cultura en 2016. Ha sido prologada por Mon Laferte, cantante chilena radicada en México, quien destaca el tema de la procrastinación, así como las tramas paralelas que vuelven más fluida la obra • El interruptor principal. Auge y caída de los imperios de la información, Tim Wu, Fondo de Cultura Económica, México, 2016.

LA UTÓPICA NEUTRALIDAD DE LA RED DE REDES ANTONIO SORIA

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raducido por Mariana Ortega, este ensayo vio la primera luz editorial en el más o menos lejano año de 2010; lejano, se insiste, en función del t e m a q u e a b o rd a : l a s i n c e s a n t e s i n n o v a c i o n e s tecnológicas aplicadas al manejo mundial y masivo de la información. El principal interés del autor –quien ha laborado en calidad de catedrático residente o invitado en universidades como Columbia, Harvard, Stanford y Chicago, entre otras, y es considerado por sus pares como uno de los cien abogados más influyentes en Estados Unidos– consiste en alertar sobre el riesgo, quizá hoy ya consumado, de que internet “sea cooptado por un Leviatán corporativo en posesión de un interruptor maestro”. En otras palabras, que la libertad absoluta que se supone priva en las llamadas redes sociales, así como internet en general, no sea sino una aspiración ya defraudada por una contexto socioeconómico y político esclavo de los mercados, las finanzas y la aparentemente irresistible orientación a entronizar lo material, que regulan absolutamente todo en el mundo moderno. El presente volumen, cuya edición en su original en inglés fue catalogada por medios prestigiados entre los que se cuentan la revista The New Yorker, Publishers Weekly y Fortune, como “uno de los mejores cien libros de 2010”, no ha perdido actualidad en absoluto siete años después; aún hoy, y quizá con mayor fuerza que en aquel enton-

En nuestro próximo número

ces, la amenaza sigue siendo la misma y la urgencia, por lo tanto, es similar o incluso es más grande ahora: el uso general de internet alrededor del mundo, siempre bajo la sombra de los gigantescos conglomerados comerciales del ramo como Apple, Google y AT&T, por sólo mencionar a los más conocidos, corre el riesgo de perder precisamente aquello que ha sido su rasgo más distintivo desde el momento mismo de su nacimiento, es decir, la libertad irrestricta en su manejo, que al menos teóricamente está al alcance de cualquier ser humano; la libertad, asimismo, en la difusión de la información y, sobre todo, en el carácter de ésta en cuanto a un contenido específico y sus tratamientos, perspectivas y objetivos. Para Wu, la fuerza en apariencia invencible de los monopolios de la información, que lo son precisamente por detentar un poder casi absoluto en el uso de las vías tecnológicas para la difusión de aquélla, puede y debe ser contrarrestada, en primera instancia, por un conocimiento preciso y a fondo de las estructuras que históricamente han dado lugar a la conformación de auténticos imperios en los campos del entretenimiento, la publicidad y la comunicación en general, incluyendo los servicios periodísticos noticiosos de todo orden. En El interruptor principal, el autor desmonta para su comprensión cabal los mecanismos que han convertido al inmenso negocio de los medios de comunicación en un coto exclusivista, celosamente cerrado y siempre bajo el control de los propietarios, visibles o invisibles, de los antedichos conglomerados, y expone lo negativo que, para la humanidad misma como un todo, resulta el hecho de que la “red de redes” carezca de una neutralidad cada día más alejada de la realidad y cada vez más utópica en apariencia, aunque no por ello menos posible y, sobre todo, menos necesaria •

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NUEVAS ESTÉTICAS LITERARIAS EN ESPAÑA Antonio Rodríguez Jiménez


ARTE Y PENSAMIENTO ........

11 de junio de 2017 • Número 1162 • Jornada Semanal

Agustín Ramos

NYO, UNA BELLA JOVEN de la república africana de Togo, murió en un accidente. Mi hija, la que llegó antes, dice que su corazón “está partido”. Y no sólo por la muerte de su amiga la activista togolesa, sino también –las desgracias no vienen solas– por Morris, un gato de Angora que amaneció muerto en la calle, horas antes de que Ela volara para siempre. La única vez que vi a Ela sólo tenía una pluma en la cola y, como no sabía volar, en vez de dar brinquitos andaba a pasos cortos columpiando sus alas rabonas. No silbaba, ronroneaba. Se cayó del nido y mi hija lo había rescatado, como solía hacer de niña con los polluelos de las golon-

drinas que anidaban en los aleros. Re- ma Grillos madrugadores, que concuerdo los apuros del veterinario para ducía Juan Manuel Corona en Radio salvarlos, uno por año en promedio, y Mexiquense. Su canción favorita era para convencerla de que se podía ha- aquella de Les Luthiers donde Marcos cer poco por esos polluelos. Pero esta Mundstock presenta a Daniel Rabinovez ella no necesitó del médico, habili- vich, que canta: “La gallina estaba tó una caja, un foco y luego el cuartito clueca, puso un huevo y dijo Eureka./ que durante toda la infancia ocupó mi Se quedó tan sorprendida que…” Ahí Ernesto Acher comienza a interrumpir otra hija, la que llegó después. “Papito, ¿te acuerdas cuando cami- con voz infantil: “¿Por qué la gallinita no al kínder escuchábamos Radio In- dijo Eureka?” Tras responder que porfantil? Yo me sentía triste porque extra- que estaba contenta, el papá continúa: ñaba a mi mamita pero esos viajes "Y se fue la muy coqueta a pasear en bime hacían sentir mucho mejor, íbamos cicleta./ La gallina cocorocó…" “Y, ¿por cantando y pasábamos al lado de una qué estaba contenta la gallinita?”“Estabugambilia que decías que era tu novia. ba muy contenta, querido, porque es La caída de la bugambilia era como el hermoso poner un hijo, ¡tener un huecabello largo de una mujer, como el de vo!, ¡¡tener un hijo!!” “¡Qué lindo!” “¿Te mi mamá, decías. Hasta ahora amo la gusta el cantito,?, ¡entonces callate!...” caída de las bugambilias. Ayer partie- "Hizo pruebas la muy lista/ igualito que ron dos de nuestras mascotas queridas. una artista…" Más preguntas del niño Hoy, como en aquel entonces, me sien- y respuestas del papá acerca de los pisto triste… vamos a extrañar mucho a tilos, de la existencia y del teorema de Ela, nuestro gorrión chiquito que llegó Arquímedes (para explicar por qué los sin invitación y al amoroso Morris, por barcos flotan). “¿Arquímedes?” “Sí, Armucho el mejor gato que he conocido químedes, el que dijo ‘Eureka’”,“¿Como […] Sin embargo, hoy en la madrugada la gallinita?”: “¡Sí, como la gallinita!” me acordé de una de aquellas cancio- “¿Por qué la gallinita dijo Eureka?”“No, nes que escuchábamos camino a la nené, no. Las gallinitas no hablan”. Ambas hijas gozaron con Cri Cri, escuelita, y de eso que siempre dices: ‘tenemos rumbo, nos falta lo más her- Luis Pescetti, Patita de Perro, Yucatán moso todavía’”. La frase, aclaro, la dice a Gogó, Rock Cabezón para Niños, los u n a m u j e r p e rd i d a e n e l O r i n o co, Hermanos Rincón, Kitzia y Gabriela, e n una obra de Emilio Carballido. Y la Serrat ("Y póngase el calcetín, palocanción que ella posteó es “Polito Po- ma mía,/ y véngase a cocinar el nuevo lito”, del compositor chileno Juan Car- día./ Todo esta listo,/ el agua, el sol y los Abara: "Polito Polito mi gorrión chi- el barro,/ pero si falta usted no habrá q u i t o / s e va p o r e l c i e l o vo l a n d o milagro."), María Elena Walsh ("Me bajito/… ¿Sabes una cosa?, se fue el dijeron que en el Reino del Revés/ un gorrioncillo,/ me dejó solito Polito Po- ladrón es vigilante y otro es juez… En lito. / Pero no estoy triste, es mejor así/ el país de No Me Acuerdo/ doy tres pasos y me pierdo,/ un pasito para atrás,/ quería ser libre, lo dejé partir…" A la hija que vino después la llevaba y no doy ninguno más./ porque yo ya caminando a la escuela. Ya vivíamos en me olvidé,/ dónde puse el otro pie") un pueblo y ella podía escoger entre el y demás clasicazos que Radio Infantil camino recto y el de las aventuras. Casi transmitió hasta que la extinguieron siempre prefería este último, así que los efectos de otro fraude electoral, para llegar recorríamos una zanja, una el de Salinas. Porque las desgracias colina, baldíos y nopaleras, transfor- no vie/ • mando ramas en serpientes, perros en leones, pavimento en pantano y bordes en precipicios. Pero si se hacía tarde la llevaba en auto y le ponía el progra-

El otro Murakami

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N SU MÁS RECIENTE libro De qué hablo cuando hablo de escribir, Haruki Murakami alude como autores de cabecera o influencias reconocidas a cientos de autores occidentales, entre ellos, Jorge Luis Borges. Los únicos japoneses a los que menciona entre sus favoritos son Natsume Soseki, Kenji Nakagami y un tal Ryu Murakami, de quien dice que su novela Coin Locker Babies, le fascinó “y me produjo una inmensa admiración”. Alguien que conocía mi entusiasmo por Murakami (Haruki), me obsequió el libro antes citado, titulado en español Los chicos de las taquillas, creyendo que

Haruki Murakami

se trataba del autor de Tokio blues. Pero este Murakami, que no tiene parentesco con el internacionalmente reconocido, debe haber fascinado a Haruki, entre otras cosas, por ser su perfecta antítesis, literariamente hablando. No es que Haruki escriba novelas “inofensivas”, como pretenden algunos. Tal afirmación podría ser medianamente aceptable hasta después de leer a su tocayo, que es como su Lado b , en referencia a una de las cosas que tienen en común: su pasión por la música, aunque Haruki se decante por el jazz y Ryu por el rock. Haruki publicó su primera novela a los treinta años. Ryu tenía solo veinticuatro cuando Azul casi transparente –definida por un crítico de Newsweek como “una mezcla de Naranja mecánica con El extranjero– vio la primera luz en 1976, y casi simultáneamente obtuvo el más prestigiado premio literario de Japón, el Akutagawa, que muchos todavía le echan en cara a Haruki no haber ganado jamás. Ryu, quien hasta en su apariencia física no puede ser más distinto a Haruki –corpulento, cabello largo, expresión ruda… parece mucho mayor que el otro pese a ser más joven –nació en Sasebo, Nagasaki, en 1952, y vivió muchos años en Fussa, sede de la base estadunidense de Yokota, escenario de su primera novela. Azul casi transparente parece haber sido escrita por un beatnik más que por un japonés; de hecho, la única versión con que contamos en español no está traducida directamente del japonés sino de una “edición norteamericana autorizada” y comparte traductor con Charles Bukowski: Jorge g . Berlanga. El propio Ryu se encargaría de adaptarla para el cine y dirigirla él mismo, lo que se volvió casi costumbre, aunque curiosamente la que ha obtenido repercusión mundial no fue adaptada ni dirigida por él, sino por Daisuke Tengan y Takashi Miike: Audition (1999), una curiosa historia mitad comedia romántica, mitad gore, en la que un melancólico viudo acepta la propuesta de un amigo cineasta de organizar un casting para una supuesta película para que él elija una nueva es-

posa. Tras escuchar al viudo decir “No me sentía así desde que compré mi último auto”, uno casi se alegra de que la angelical belleza de la que se enamora resulte ser una psicópata. Pero sin duda la obra maestra de Murakami Ryu es la antes citada Los chicos de las taquillas (Ediciones Escalera, España, 2010, traducción de Pilar Álvarez Sierra), que aborda la trayectoria vital de dos huérfanos, Kiku y Hashi, abandonados recién nacidos por sus respectivas madres, en unas taquillas de monedas de una estación ferroviaria. Los bebés son rescatados y trasladados a un orfanatorio, donde se criarán como hermanos. Corren, además, con la extraordinaria fortuna de ser adoptados por un matrimonio de mediana edad. Los niños poseen dotes extraordinarias (Kiku en el aspecto atlético y Hashi en el artístico), pero también severos trastornos que en Kiku se manifiestan como autismo y, en Hashi, como esquizofrenia, habiendo alcanzado éxito como cantante. Kiku se convierte en la obsesión de una joven y hermosa modelo llamada Anémona que tiene un cocodrilo de nombre Gulliver por mascota, al que acarrea cuando las circunstancias la obligan a correr detrás del inexpresivo muchacho, mientras que Hashi, tras haber sido abiertamente homosexual desde su adolescencia, se encariña con Neva, una mujer que podría ser su madre y a la que le han sido amputados ambos senos. Pero mientras Kiku nunca deja de ser libre, incluso en la cárcel, Hashi se convierte en la gallina de los huevos de oro de un magnate disquero sin escrúpulos que saca provecho hasta de sus más íntimas tragedias, al grado de encontrar capitalizable la posibilidad de que termine en un manicomio. Ryu Murakami es un escritor espléndido, un postmoderno con sabor a clásico, crítico devastador de su entorno, cuya principal virtud consiste en “purificar”, a través de una decantada prosa y una exposición integral del alma de sus personajes, hasta al más pútrido de sus personajes •

BIBLIOTECA FANTASMA

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Eve Gil TOMAR LA PALABRA

Letras infantiles

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........ ARTE Y PENSAMIENTO

Jornada Semanal • Número 1162 • 11 de junio de 2017

Alonso Arreola @LabAlonso

Felipe Ehrenberg: de lagartija p´arriba todo es cacería A Lourdes y a Matthías, con mi cariño

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ONOCÍ A FELIPE EHRENBERG a principios de los años noventa. Su vida y su obra me cautivaban sin haber tenido contacto con él, y tenía claro, por las muchas fotos que había visto con anterioridad en la prensa, que era un hombre guapísimo. El día que lo tuve enfrente, todas esas fotos se quedaron cortas. Era un hombre físicamente imponente –¡qué ojos más dulces y qué sonrisa!–, aunque, cuando comenzaba a hablar, su belleza física pasaba a segundo término y su

arrolladora personalidad cobraba otra dimensión que envolvía para siempre a su interlocutor en ese carisma único que lo caracterizaba: un extraordinario conversador, una mente privilegiada –a un tiempo racional y sensible– un espíritu cariñoso y compasivo que sabía tratar con delicadeza y puntualidad a todas las personas, desde los estratos más bajos hasta las más altas élites del poder, toda vez que era un transgresor que no ponía límites a su voluntad de decir y hacer lo que le venía en gana. Felipe era a la vez sofisticado y popular. Una extraña combinación. Un personaje único que se nos fue demasiado pronto y que dejó una huella indeleble que todavía falta escudriñar y colocar en su justo sitio. Creo 1 yo que hasta la fecha no ha recibido el reconocimiento que merece, como un creador sin parangón –incómodo, políticamente incorrecto y, finalmente, indefinible…– que bregó por décadas por la creación de un arte independiente, experimental, ajeno a las reglas del mercado y a las constricciones institucionales. Un arte que para él era inseparable de su forma de vida –regida por le ética y la estética– y ligada a sus tribulaciones teóricas, políticas y filosóficas que siempre puso por encima de toda circunstancia. Felipe Ehrenberg fue maestro y gurú de varias generaciones, y una figura paradigmática del arte de la segunda mitad del siglo pasado que siguió innovando hasta nuestros días, aunque a la fecha no aparezca en las primeras filas de los anales de nuestra historia del arte, a diferencia de muchos otros arribistas que acaparan los lugares vip en este gran circo que es nuestro arte contemporáneo. Felipe Ehrenberg fue un creador único y su legado es inmenso, como él. Sus aportaciones no caben en esta columna. ¿Cómo definir a Felipe Ehrenberg? En términos artísticoprácticos, fue pintor, escultor, dibujante, artista gráfico –precursor de la neográfica– docente, periodista en diversos medios, instalador, editor, cineasta y hasta actor. Fue creador de poesía concreta y de arte sonoro, y de “híbridos indefinibles”, como dice Guillermo Gómez Peña. Yo creo que fue, ante todo, el mayor performador que hemos tenido. Su vida entera giraba alrededor del performance. En fin, Felipe fue pionero de tantas obras-acción que, un día se autoaclamó –y lo aclamamos– una obra de arte. Con un sentido absolutamente trans2 gresor y a la vez, irónico y lúdico, Felipe se reía primero de él mismo y luego de las convenciones, y se presentaba en espacios institucionales como “obra de arte” per se, formando parte de sus performances, hasta el punto de tatuar las falanges en su mano para homenajear de por vida a José Guadalupe Posada y su culto a la muerte. Así era Felipe. Único. En una conversación sostenida con él en 1993 en el marco de su exposición Flagrante Delicto en Casa Lamm, me dijo un refrán que percibí como su modus operandi: “De lagartija p´arriba, todo es cacería.” O sea, todo se vale. Para quien esto escribe, una de la mayores aportaciones de Felipe Ehrenberg es haber defendido a capa y espada la idea del artista como un engranaje fundamental dentro de la sociedad turbulenta y laberíntica que vivimos. Fue implacable en cuanto a su posición radical y siempre polémica respecto del artista en la sociedad. Y eso irritó siempre a las instituciones. En 2001 fue nombrado agregado cultural de la Embajada de México en Brasil, oficio que él vio como un performance más. Qué bueno que alguien decidió que Ehrenberg nos representara en Brasil, tierra de grandes oportunidades. Su gestión fue amplia y provechosa y dejó huella en ese país. Felipe y su amada esposa Lourdes –Bebis, “la cocinera atrevida”– regresaron a México y había un largo camino por andar. Pero se nos fue, insisto, antes de tiempo.“Mientras esté vivo me reiré de la muerte, después ella se reirá de mí”, expresó Felipe en algún momento. Estoy segura de que Felipe conservó esa risa fresca y contestataria hasta el último momento. Y su risa permanece enclavada en su extensa obra, en sus autorretratos, y, por supuesto, en nuestra memoria • 3 1. Homenaje vitalicio a José Guadalupe Posada, 1976 2. ¿Palinuro?, performa, 1971 3. Sin título

ARTES VISUALES

Germaine Gómez Haro germainegh@casalamm.com.mx

Homenaje a Rick Rubin

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ABLEMOS HOY DE RICK RUBIN, esa suerte de Gandalf en el mapa del rock, pop y hip hop anglosajones. Se lo merece y nos servirá para echar luz sobre el oficio de los buenos productores discográficos, tan a menudo infra o sobrevaluados. Desconocida para el melómano común, la historia de este visionario es la de quien definió por lo menos tres veces el rumbo estético en los estudios de grabación, sea alumbrando éxitos como los de Adele, Metallica y Eminem, o resucitando carreras como las de Johnny Cash, Tom Petty y Neil Diamond. Buzo que aguanta la respiración en las profundidades urbanas, Rubin es de los que atienden el termómetro de la radio y predicen el futuro. Dicho de otra forma:

Rick Rubin y Aerosmith

vive entre el underground y el mains- público comenzó a gritar: “You have to tream superando lo que en su momen- fight, for your right… to party!”. Renovando su sello en California, to hicieran productores como Bob Rock (Mötley Crüe, Skid Row y Metalli- Rubin se adentra luego en los laberinca). Hablamos de un tipo que estudió tos del rock pesado. Fascinado más artes y que sabe impulsar composito- por la originalidad que por el potencial res en la intimidad subrayando su ori- económico, diseña el sonido de Slayer ginalidad. Un potenciador de talentos (leyenda del trash metal), Danzig, The que decidió esconderse bajo la inmen- Jesus & Mary Chain y The Cult. Los timsa barba y gafas negras tras renunciar bres que otorga a los instrumentos haal sueño adolescente de ser guitarrista cen que cientos hagan fila en su puerta. de rock con The Pricks y luego con Hose, Entre ellos aparecen los Red Hot Chili para seguir las huellas de una intuición Peppers, con quienes da forma y sentique podía depurar la obra ajena a través do a Blood Sugar Sex Magik, una de las obras más aplaudidas de la banda. Luedel mantra “menos es más”. Ahora bien, para entender los pasos go viene su conversación emocional de Rubin en la industria es imprescindi- con artistas como Johnny Cash, con ble traer a cuento a Def Jam, la disquera quien experimentó una alianza creatique fundó a inicios de los ochenta con va que produjo una serie de discos en la idea de darle salida a las bandas que los que la figura principal del country le parecían interesantes. A ella llegó el posterior a la segunda guerra mundial le entró a lo imposible, verbigracia: codj Jazzy Jay, quien lo introdujo al hip hop, un mundo del que no se podría vers de canciones como la hermosísiseparar nunca más y que le debe enco- ma “Hurt” (original de la banda experimiables puentes intergenéricos. En mental Nine Inch Nails) o “Personal poco tiempo quedó hipnotizado con Jesus”, de Depeche Mode. Interesado en la poesía sufí, en la los beats y la imaginería que rodeaban aquel territorio. Casi sonámbulo, se de- figura de James Brown y en la fuerza de dicó a vagar por Brooklyn, el Bronx y Led Zeppelin, Rubin se hizo sabio saQueens, ávido de encontrar la brutal cando lo mejor de las manos y oídos de honestidad por la que firmaría a leyen- los demás. Así se lo explicó a la periodisdas callejeras como Public Enemy, Run ta Maureen Droney hace algunos años: “No puedo imaginar cuáles son las cad . m . c ., y los Beastie Boys. Así, creando universos paralelos en racterísticas que conforman a un buen los ochenta, tan llenos de new wave, productor… Yo sólo comprendo, a mehair metal y resabios setenteros (léase dias, lo que sé hacer. Fui muy afortunaMichael Jackson), frente a una genera- do en crecer escuchando a los Beatles, ción preocupada por los colores pastel pues lo poco que sé lo aprendí de ellos.” y los videoclips (“I want my mt v ”), Rick De u 2 a Shakira, pasando por los Black Rubin embruja a los integrantes de Crowes, Jay z , Black Sabbath, Slipknot, Aerosmith para convencerlos de pro- ac/dc, Linkin Park, Mick Jagger, The Mars ducir una nueva versión de su éxito Volta, Rage Against the Machine, Au“Walk This Way”, pero bajo el espectro dioslave, Lady Gaga, Justin Timberlake sonoro y rítmico de Run d . m . c . El resul- y Ed Sheeran, los trabajos de Rubin retado, como dicen por ahí, es historia. gresan esencialmente a la infancia que Ese sencillo renovó la carrera de la ban- los prefiguraban:“De niño, lo mío era la da liderada por Steven Tyler y le abrió magia; no me gustaban las patinetas.” Esto dijo la revista Rolling Stone solos ojos a los hip hoperos más recalcitrantes. En suma, era posible conciliar bre su trabajo:“Rick Rubin es el producdos mundos distantes dándole al escu- tor discográfico más exitoso en cualcha un resultado energético y novedo- quier género.” Y la Esquire: “Confiamos so. De ese mismo manantial abrevaría en cuatro palabras: producido por Rick la obra posterior de los Beastie Boys, Rubin”. Anímese pues a buscar su nomquienes con Licensed to ill (1986) inclu- bre en discos ignotos. Muchos lo soryeron guitarrazos a los beats programa- prenderán. Buen domingo. Buena sedos inaugurando una época en que el mana. Buenos sonidos •

BEMOL SOSTENIDO

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

11 de junio de 2017 • Número 1162 • Jornada Semanal

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tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch

Manifestariaciones fantasmales

El paraíso fue Corfú

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L GRAN NARRADOR FANTÁSTICO que fue Francisco Tario le sucede un poco como a la protagonista de su cuento “La banca vacía”, una muchacha asesinada que sigue viviendo en su casa en calidad de fantasma, pero cuando se olvidan de ella, se desdibuja, las hojas que la conforman como si fuera una planta, se van perdiendo. Del mismo modo, en las últimas décadas se hacen esfuerzos por rescatar a Tario del olvido, como si la misma naturaleza de su vida, un poco misteriosa, y su escritura particular lo alejaran de las corrientes centrales por donde corren modas, famas y monumentos, y por lo tanto tendiera a deshojarse, a desaparecer. No recuerdo quién contaba que Agustín Yáñez, exhalando su postrer oxígeno, instruyó:“Si hay Rotonda, digan que sí.” No sé si sea cierta tampoco, pero es una historia que ejemplifica muy bien la progresiva petrificación, el camino hacia la estatua que presuponen las carreras literarias, petrificación que se trabaja o se gana sin querer. Del mismo modo, hay trayectorias literarias elusivas, marginales, que no conducen a la estatua sino al fanFrancisco Tario tasma –pienso un poco en Guadalupe Dueñas, en el propio Traven prólogo de Esther Seligson. Francisco que por cierto tiene una novela que se Tario es un mapa que nos acerca a sus llama El barco fantasma– y esto no de- mejores cuentos, aquellos de La noche, pende de la obra, sino de cierta volun- pero también los emblemáticos como tad esquiva del autor a la que se corres- “Ragú de ternera”, “La semana escarlata”, ponde la indiferencia del público y el “Entre tus dedos helados”, entre otros medio, enredados en consagraciones muy bien escogidos, así como cueny reconsagraciones. Así, como se sabe, tos infantiles, textos fragmentarios de Francisco Tario, que en realidad se lla- Equinoccio, su teatro y partes de sus dos mó Francisco Peláez, escribió literatura novelas. El lector que en ella se abisme pero no se dedicó a la literatura en tan- –porque en la literatura de Tario uno se to modus vivendi –hijo de un comer- abisma–, podrá apreciar un panorama ciante español, vivió en España en su o un fresco de lo que fue la obra de este juventud, estudió piano, fue futbo- escritor, una obra surrealista, onírica, lista y dueño de dos cines en Acapul- policíaca y fantástica, llena de vasos coco–, pues nunca lo necesitó moneta- municantes con la de Borges y Bioy Cariamente, ni frecuentó demasiado los sares, Felisberto Hernández, Pedro círculos intelectuales, si bien se les co- Miret. “En la escritura de Tario hay una nocía en ellos, a él y a su proverbialmen- fluida y ágil capacidad de descripción, te bella esposa, Carmen Farell. A raíz un exquisito dejo poético casi irónico de la muerte de esta última, regresó a en sus imágenes, un gusto acucioso por España en 1967, donde radicó hasta su los detalles –olfativos, culinarios, en la fallecimiento en 1977. Esta partida y la indumentaria, en los gestos– inusitados, renuncia a seguir publicando contribu- nimios en apariencia, pero que pueden yen a su afantasmamiento, si bien, co- retratar intensamente a un personaje, mo señala Alejandro Toledo en el prólo- una situación o un sentimiento. Una fesgo a su antología Francisco Tario (Cal y tiva conciencia de lo que de grotesco Arena, 2017),“habría que juzgar a una existe en la especie humana, especie de sociedad literaria, la de los años cuaren- escaparate de tienda de muñecos”, seta o cincuenta, que no supo apreciar en ñala Esther Seligson en el prólogo consu exacta medida la singularidad de movedor que precede a la Antología. Francisco Tario”. Y en efecto, en las narraciones de Tario Amén de las colecciones de cuentos, hay un mundo de correspondencias la biografía escrita por el propio Alejan- entre la realidad y el sueño, la fantasía y dro Toledo, su principal estudioso y di- lo siniestro que abarcan a las personas, fusor, Universo Francisco Tario y las los objetos y los animales, una espeobras completas publicadas por el Fon- cie de desorden universal de los objetos do de Cultura Económica, el lector que y los sentidos que a veces resulta hidesee acercarse al misTario podrá leer larante como en “Ragú de ternera”, a ahora la espléndida antología con veces grotesco y en muchas ocasiones misteriosamente poético. La obra de este escritor fue un mundo aparte, quizá por eso no formó par te de ningún país concreto, ni de sus medios literarios. Este mapa que ha compuesto Alejandro Tole d o, n u e s t ro g u í a e n e s e mundo de fantasmas, será quizá la llave definitiva para entrar a él •

Alejandro Toledo

PASO A RETIRARME

Ana García Bergua

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N MEDIO DE LA vorágine informativa que se disputan los atentados antidemocráticos por antonomasia, es decir, las elecciones a la mexicana, y los manotazos desesperados del orangután del norte por aferrarse a un poder que cada día se le vuelve más agua entre los torpes, diminutos dedos, cualquiera agradece una serie televisiva como The Durrells, que transmite el canal Film & Arts en sistemas de televisión de paga, un verdadero oasis de placidez bucólica en medio de ese demencial bombardeo informativo que, para más inri, parece alimentarse casi siempre de puras malas noticias.

The Durrells es la serie televisiva nacida de la autobiográfica Trilogía de Corfú, del escritor, naturalista, conservacionista y conductor inglés de televisión Gerald Malcolm, “Gerry” Durrell (Jamshedpur, India, 1925-Saint Helier, Jersey, 1995) el menor de una familia de cuatro hermanos cuya madre llevó a vivir en 1935, de su originario y frío y lluvioso, falsamente veraniego Bournemouth (en el condado de Dorset, Inglaterra), a una villa solariega en la isla griega de Corfú, buscando “una mejor vida” para ella, viuda, y sus cuatro hijos: Larry, quien intenta ser escritor, Leslie, el eterno enamorado sufriente, Margo, una jovencita poseedora de proverbial, delicioso cinismo y Gerry, el pequeño al que fascinan los animales de todo tipo y mantiene bien organizado un pequeño zoológico casero que incluye desde luego perros y gatos, una víbora, un pelícano, varias tortugas, peces dorados y una gaviota domesticada que se llama Alecko. La inocencia que logra imprimir la serie en las vidas de sus protagonistas recuerda los espléndidos tomos de Aventuras Geográficas, escritas e ilustradas por Gertrudis Alicia Kay en 1941. La serie, perfectamente ambientada en la Grecia de entreguerras, es una pequeña obra maestra de cinematografía en locaciones espectaculares, y esa cinematografía casi perfecta se debe, en par te, a que el mismo Gerry Durrell estuvo involucrado personalmente en la creación de un guión que hasta ahora vio la luz de la pantalla chica. La historia es simple y echa una mirada risueña a las vicisitudes de una familia inglesa (y muy inglesa) en su lucha por adaptarse a la vida en un pueblito griego de cabreros y campesinos, en una Grecia todavía rural, intocada por las locuras de Occidente. La villa a la que llegan a vivir los Durrell, aunque carece de luz eléctrica, tiene un emplazamiento idílico, en lo alto de un risco, mirando al mar, escoltada por olivos milenarios, enmarcando una postal vi-

va de gran belleza. The Durrells es una de esas piezas televisivas (o cinematográficas) cuya afortunada elección de locaciones ya otorga buena parte del éxito por venir. Y aunque apenas nació en 2016, ya es una serie exitosa, con varias nominaciones y premios importantes como el Broadcasting Press Guild Award que obtuvo este año (2017) Keeley Hawes por su espléndida interpretación de la madre, Louisa Durrell; cuatro nominaciones a los premios Bafta; o el galardón a Mejor Producción dramática otorgado a Stevie Herbert, en los rts Craft & Design Award. La serie ya ha refrendado una segunda temporada y, según corrillos de las productoras Sid Gentle Films y Masterpiece co-production Co., la tercera temporada ha sido ya acordada y estaría en contrato. Pero The Durrells pretende ir más allá (y lo logra) que una simple serie esencialmente dramática. Lo que la hace especial y particularmente atractiva como programa de televisión es que contempla la vida desde una perspectiva menos… trágica, más incluyente y tolerante, y benévola. Y logra, vaya cosa, dejarle a uno, después de ver cualquiera de sus capítulos, un buen sabor de boca sin sobresaltos, sin persecuciones, sin disparos. Todos los elementos de vestuario, producción y ambiente son pulquérrimos. Y es muy agradable ver que se puede vivir sin tanto pleito, sin tanto incordio, simplemente gozando la vida en un pueblito cálido del Mediterráneo, antes de que precisamente llegara por ejemplo la televisión a tomar por asalto a la sociedad moderna. Y se vuelve entrañable un mundo más campesino y pescador, menos fiduciario; un mundo sin internet ni banca electrónica, ni sat, ni Enrique Peña Nieto. Un mundo sin carteles ni pri ni pan. Sin hordas de turistas. Sin casetas de peaje. Ni masacres. Un mundo ajeno a todo eso que tanto conocemos acá. Un mundo todavía cándido. Primitivo. Rudimentario. Un pequeño paraíso. O sea, más sano. Y hasta feliz •

CABEZALCUBO

Jorge Moch


Jornada Semanal • Número 1162 • 11 de junio de 2017

........ ARTE Y PENSAMIENTO Luis Tovar

Juan Domingo Argüelles

Twitter: @luistovars

Obseder

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ACIDO EN ENERO de 1896, el historiador vasconcelista Alfonso Taracena murió en diciembre de 1995, a unas pocas semanas de cumplir cien años. Tuve el privilegio de conocerlo y tratarlo en su último lustro, en El Universal, donde estuvo como periodista activo casi hasta el final de sus días. Autor de la magna obra La verdadera historia de la Revolución Mexicana (19 tomos) y de otros veintitantos libros (novela, cuento, testimonio, ensayos, autobiografía), este tabasqueño de Cunduacán siempre tenía alguna anécdota chispeante o devastadora que referir. Detestaba cordialmente a los Contemporáneos, y una vez me contó el siguiente chiste homofóbico:

“Iban dos individuos lado a lado, pla- dad de México, y cuando pasaron junto ticando muy ensimismados y ocupan- a un borrachín, éste se quedó mirándodo todo lo ancho de la banqueta. Uno los y, luego de mostrarles una sonrisa de ellos le dijo al otro: ‘Está tan mal la impertinente, les espetó: “¡Cabrones, situación en el país, tan cara la vida, tan putos, hijos de la chingada!” Lo eludieron en su paso, pero inmedifícil de encontrar un trabajo, que si a mí ahorita me daban cien pesos, me diatamente Novo, con su particular irodejaba’. El otro respondió:‘Yo hasta por nía y su incorregible cinismo, entre risas, cincuenta’. Cuando de pronto, a sus es- le dijo a Henestrosa: “Bueno, ¿y este capaldas, escucharon exclamar a alguien: brón cómo lo supo?” Y el oaxaqueño “¡Déjenme pasar, careros!’ Era Villaurru- le contestó con mayor gracia: “No lo sé, tia.”Y reía, de buena gana, con una semi- pero a ti te conoce mejor que a mí: conmigo acertó en dos cosas, pero contigo carcajada, don Alfonso. Recuerdo también su comentario en todas.” Fin de la anécdota y confirmadevastador contra José Gorostiza, su ción del aserto popular: los niños y los paisano al que no consideraba su paisa- borrachos siempre dicen la verdad y, en no porque decía que era el menos ta- algunos casos, la sospechan. El 30 de marzo de 1956, Julio Ramón basqueño de los tabasqueños. “Es muy fácil saber que no era muy tabasqueño”, Ribeyro le envió desde Múnich a Lima me dijo. Y citó de memoria unos versos una carta a su hermano Juan Antonio. de un poema de Canciones para cantar En ella le dice: “Preparo un artículo soen las barcas, de Gorostiza: “Iremos a bre Vallejo... Lo que pretendo es iniciar buscar/ hojas de plátano al platanar.” Y el proceso de Vallejo (en el sentido judiluego de reír con sorna, dijo:“Se ve que cial) pero con la discreción suficiente no sabía Gorostiza que los platanares para decir las cosas nuevas con palaen Tabasco son casi pantanos. Y, ade- bras comunes. Vallejo es casi intocable más, ¿para qué quería ir a buscar Goros- y cualquier objeción a su obra tiene el tiza hojas de plátano al platanar? ¡Sólo carácter de un atentado contra la dignise me ocurre que para envolver tama- dad nacional. Hay cosas que yo no le les!” Y nuevamente su risa abierta y perdono a Vallejo. Por ejemplo: Trilce. ¿Por que callarlo? Trilce es una tomadusarcástica. Otro de sus blancos favoritos era Jo- ra de pelo. En ese libro Vallejo escribe sé Juan Tablada. Su animadversión era, como un provinciano que quiere provoobviamente, ideológica, pero la extre- car a la capital. Lo mejor de Vallejo para maba hasta llevarla, injustamente, al mí es Poemas humanos. Me lo sé casi de ámbito poético. Una vez me dijo: “Esos memoria. ¿Tú no crees que Vallejo escrihaikús son una vacilada. El mejor haikú biera borracho? Yo alimento esta duda.” • es que el no escribió Tablada. Ese que dice: ‘Largo, peludo,/ para tu culo./ El caballo’. ” Como Vasconcelos, Taracena fue un hombre de tempestades; jamás de media temperatura. Es del todo sabido que los adultos y los crudos mienten siempre. En cambio, como lo dice el conocido refrán, “los niños y los borrachos siempre dicen la verdad”. Célebre es el caso del niño que afirmó que el rey iba desnudo, porque efectivamente desnudo estaba el monarca aunque los adultos hipócritas, mentirosos y convenencieros, no se atreviesen a admitirlo para no contradecir a Su Majestad Encuerada. Tal es la historia de la sinceridad infantil, para vergüenza de la adultez mentirosa. En cuanto a los borrachos que dicen siempre la verdad, Andrés Henestrosa refiere lo siguiente: él y Salvador Novo iban caminando por las calles de Madero, hace ya muchísimos años, en el centro de Ciu-

JORNADA DE POESÍA

Indelicadas anécdotas poéticas

Yo soy la felicidad de este mundo

H

ACE POCO MENOS de una década, a propósito de lo que hasta ese momento se consideraba una trilogía fílmica, integrada por los largometrajes de ficción Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor (2003), El cielo dividido (2006) y Rabioso sol, rabioso cielo (2008), el propio guionista y realizador Julían Hernández declaró que las suyas eran “películas que tratan sobre seres humanos que intentan establecer relaciones amorosas y afectivas con otros seres humanos, pero que a la vez tienen problemas para realizarlas”. Puede añadirse que dicho perfil temático había sido trazado desde mucho antes, por lo menos desde comienzos de la década de los años noventa del siglo an-

terior, cuando el egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos hizo su debut cortometrajista con Lenta mirada en torno a la búsqueda de seres afines (1992); es posible también afirmar que Por encima del abismo de la desesperación (1996) proseguía con similar exploración, y que el mediometraje titulado Hubo un tiempo en que los sueños dieron paso a largas noches de insomnio (2000) mantuvo la tesitura, si bien esta última cinta fue el preámbulo de un largo aliento narrativo que, hasta la fecha –y no obstante la generación de más cortometrajes que Hernández ha sostenido–, se ha convertido en una de las principales características de su propuesta cinematográfica. Abordar las relaciones amorosas y afectivas que un ser humano intenta establecer con otro, así como las dificultades que conlleva, no suena ciertamente como una osadía temática sino exactamente como todo lo contrario: si hay un tema recurrente, y no sólo cinematográficamente hablando, es ése precisamente. Si el asunto fuese así de genérico y escueto, el cine entero de Julián Hernández no sería sino uno más, indistinguible y rápidamente olvidable. Sin embargo, quien haya visto al menos una de las películas arriba mencionadas estará de acuerdo en que no es olvido lo que suscita el también autor de Bramadero (2007) y Vago rumor de mares en zozobra (2008), y que esto se debe a una razón muy específica: las relaciones a las que alude el realizador son, y de manera invariable, de carácter homosexual, lo que en el México de hace poco más de un par de décadas, e incluso el de hace diez o quince años, aún provocaba reacciones homofóbicas de diverso nivel –y, en cierta medida, todavía las provoca. Al respecto, y ya en una fecha tan temprana como 1998, el colega Carlos Bonfil escribió, en un artículo titulado “Cine, video y diversidad sexual”, que la de Julián Hernández y Roberto Fiesco –este último en calidad de productor– era, en aquel entonces,“una de

las propuestas más vigorosas” y que “la exploración arriesgada de los temas de la disidencia sexual y la violencia urbana” se veía complementada por “una búsqueda formal que es, en definitiva, una difícil apuesta estilística”.

El rEsto Es silEncio Todo lo anterior podría ser vuelto a decir a propósito de Yo soy la felicidad de este mundo (2015), el más reciente largometraje de Hernández, apenas estrenado comercialmente hace un par de semanas: el tema sigue siendo la exploración homoerótica, los encuentros y los desencuentros en la incesante búsqueda del amor correspondido, el alba y el ocaso de una o más relaciones. En términos de realización, de la mano del cinefotógrafo Alejandro Cantú prosigue un ejercicio icónico y estético claramente definido, a partir de una puesta en escena fácilmente identificable si se conoce el trabajo previo del realizador y, en otro orden, del mismo modo se encontrarán los elementos narrativos que lo caracterizan desde sus inicios: silencios, más que palabras; trazos coreográficos, más que desplazamientos; evocaciones y nostalgias, más que miradas al presente. Sucede inclusive, como en Rabioso sol, rabioso cielo, que hay dos versiones disponibles de la cinta, una más larga que la otra, lo cual hace pensar en el hecho de que no falta quien considera al de Hernández un cine excesivamente moroso, y que de alguna manera el cineasta se ha hecho eco de tal aseveración, brindando una versión si no “ligera” en cuanto a tema y contenido –cosa que por cierto sería impracticable y, supongo, impensable para él–, sí más “digerible” en tanto es más breve. Llámese constancia en un tema, exploración a fondo, fidelidad a las propias obsesiones o como cada quien desee, el hecho es que Yo soy la felicidad de este mundo provoca la sensación irremediable de estar ante una película que ya se ha visto más de una vez y, en consecuencia, no es mucho lo que queda por decir •

CINEXCUSAS

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ENSAYO

F

elipe, el artista multidisciplinario. Ehrenberg, el buscador de lo nuevo. El neólogo que no se cansaba de innovar. Felipe, el de la obra tan extensa que sólo catalogarla dejará afuera muchas formas artís‑ ticas. Ehrenberg, el promotor de la cultura. El neólogo rescatista, activo en la catástrofe poste‑ rior a los temblores del ‘85, pero también el colec‑ tor de artistas urbanos de calle. Transformador de conceptos, materiales, obras intercontextuales. Felipe, el marido de la Cocinera atrevida. Felipe, el agregado cultural. Ehrenberg, el candidato de izquierda. El crítico, pintor de lo inesperado, artista erótico en lo pictórico. Actor. Comensal del crimen y fundador de la revista de literatu‑ ra policíaca en Tepito, Biombo Negro, hasta que la c e n s u r a y l a n e g a c i ó n d e permisos la acabaron. Lector incansable. Ilustrador. Ciné‑ filo. Coleccionista de sus cartas, ahora guardadas en archivos mexicanos y extran‑ jeros como obra conceptual, no sólo como correspondencia de interés. Casamentero. Viajero al extremo. Felipe, el padrino, el compadre, el anfitrión, el amigo, el escritor, el periodista. Felipe, el perfomancero capaz d e c o r t a r s e medio cuerpo con navajas para establecer un nuevo lenguaje artístico en una incipiente generación de perfomanceros o de rasurarse medio rostro. Felipe, el tatua‑ do conceptual, el de la voz grave. Felipe, el fumador. Feli‑ p e , e l e m p re s a r i o d e l a r t e , capaz de compartir su derro‑ tero personal: “El arte de vivir del arte”. Felipe, el del pasa ‑ do distante en países inespe‑ rados, algunos de este mundo. Felipe, la celebridad entre l o s famosos. El colaborador de artistas que agradecían colabo‑ rar con él. El auxiliar de crea‑ dores, incluso en asuntos comerciales o de importación de India. Felipe, quien llevó la ópera a la selva inexpugnable. Felipe, el que no se va, incluso muerto, incluso cremado. Felipe, la sombra del arte mexicano. Felipe, el albacea de su propia obra. Felipe, el documentado, entrevis‑ tado, analizado, catalogado, archivado, e x h i b i ‑ d o , c o m p r a d o , rentado, adeudado. Felipe, el cómplice. El del arte callejero, escénico, insti‑ tucional, alternativo. Felipe Ehrenberg, el incla‑ sificable, el poliédrico, el de la estética polisémica. Bastaría mirar en internet o en cualquier biblio‑ teca de arte de casi cualquier parte del mundo, para encontrar referencias sobre Felipe y sus obras. Sus inicios fuera del país están más que documentados. Sus actos callejeros con la basura, con su cuerpo. Incluso con su voz. Sabiéndolo en el extranjero, al pasar por el Museo de la Roma ( muca , en cdmx ) escuché su voz grave por una ventana. No había duda, era Felipe. Esperé un

11 de junio de 2017 • Número 1162 • Jornada Semanal

rato al escuchar su narración de un viaje que hacía en coche: describía lo que pasaba a su alrededor. Era una muestra artística donde su voz, la situa‑ ción por él entendida como artística (y así logra‑ da) se repetía para recordarnos que la vida requie‑ re del arte para, diría Spinoza, regocijarnos con aquello que día a día se nos presenta en la obra de Dios. Otros, como Felipe, son felices con mirar lo inmediato, pero más con intuir las causas, las posibilidades inexploradas de lo que damos por sentado: de la neología inmanente a todo objeto o idea, a todo concepto o fantasía. Residente por años del barrio de Tepito, el salvajismo cotidiano de una ciudad cada vez más sumida en la insegu‑ ridad y el caos derivado de la falta de guía, no le era ajeno, pero eso no sólo no le impedía soñar y

crear, sino que obligaba a otros a mirar lo concep‑ tual. Casos como el del grafitero Guillermo Here‑ dia, el Niuk, que pasó de artista callejero a pintor de galería sólo es uno entre muchos. Activista político y artístico, Ehrenberg influyó en los lugares menos inesperados. A varios nos deleitó con la cocina mágica de Lourdes Hernández. Y gracias a su cocinera por todos admirada, esta‑ bleció las formas para ser agregado cultural, llevando consigo a decenas de creadores. El anecdotario de Ehrenberg es inagotable. No sólo por abarcar tanto las muchas disciplinas artísticas en que destacó, sino también porque gustaba de registrar cuanto podía: era una forma más de manifestar su arte: legándolo para quie‑ n e s l o v a l o r a r a n m á s a d e l a n t e . Vi v í c o n é l m u c h a s cosas, gracias a la lite‑ ratura, la amistad y los viajes que compartimos. Ejemplos: en una presentación de Biombo Negro en Oaxaca, en el museo de Fran‑ cisco Toledo, donde se le anunció como pintor destacadísimo, con un lugar abarrotado, Felipe sacó un tocacintas viejo y puso un casete a punto de romperse para obligar al público a escuchar durante casi una hora la graba‑ ción de uno de los cuentos de la revista. Terminó el audio, apagó la casetera y se quedó callado en tal actitud que los espectado‑ res tardaron en entender que eso era todo con él. Bastó su lenguaje corporal para dominar el escena‑ rio. Como Felipe no se limitaba a lo artístico, un día me preguntó dónde podía cambiar un billete para que le dieran “los pesos” que validaba ese billete. Lo mandé al Banco de México. Con su sombrero de piel y casi elegante, se pre‑ sentó al día siguiente para pedirle a un cajero extrañado los pesos por los que se hacía valer el billete de veinte que llevaba. “¿Quiere que le dé monedas?”, insistía el consternado cajero. “ n o , aquí Ilustración de Juan G. Puga dice que este billete vale por veinte pesos. Vengo a que me los dé, quiero hacerlo válido”, contestó, serio. Desapareció el funcionario. Después de casi una hora apareció otra persona. Intentó explicar que el billete no era canjeable. “Entonces es un engaño. Aquí dice que vale por veinte pesos. Sólo quiero que me los entregue.” Se negaron y Felipe se fue. A los pocos días aparecieron avisos del cambio en la leyenda de los billetes mexicanos. ¿Casualidad? Felipe contaba esa historia quejándose un poco de no haber hecho el suficiente movimiento para lograr ese cambio prometido en los billetes. Felipe, el buscador de lo nuevo, se fue con historias escondidas y reveladas. Sus restos se fueron entre aplausos, música, llantos y agrade‑ cimientos. Debe estar relamiéndose los bigotes: por fin, lugares inexplorados, cosas que apren‑ Wolffer der, artes que desarrollar. Felipe Ehrenberg, el que no se irá •

Felipe Ehrenberg, el que no se va Ricardo Guzmán

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