■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 11 de diciembre de 2016 ■ Núm. 1136 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
Cuba 1959-2016:
arte, cultura y revolución a lonso a rreola
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J ulio c ésar G arcía • G ermaine G ómez H aro • l uis H érnández n avarro
Cuba: una revolución
11 de diciembre de 2016 • Número 1136 • Jornada Semanal
Julio César García El arte y la cultura en Cuba son sin duda una de las más claras manifestaciones de la radical transformación social que nuestro país hermano ha experimentado a lo largo de los últimos cincuenta y siete años, desde el triunfo de la Revolución en 1959. La reciente muerte de Fidel Castro impone la elaboración de un recuento y un análisis, así sean someros, de dichas transformaciones en áreas como la educación, la música, las artes visuales, el cine y las instituciones culturales surgidas y vigentes desde hace ya casi seis décadas. Los textos de Arreola, García, Gómez Haro, Hernández Navarro y Tovar abordan algunos de los principales flancos de un universo cultural riquísimo y difícilmente abarcable como el cubano.
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
DESDE EL MISMO AÑO DE SU TRIUNFO, LA REVOLUCIÓN CUBANA ESTABLECIÓ LAS BASES DE UNA POLÍTICA CULTURAL. LA CASA DE LAS AMÉRICAS, LA UNEAC, EL ICAIC Y LA EICTV SON ALGUNAS DE LAS PRINCIPALES ENTIDADES CULTURALES CUBANAS.
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uién podría hoy enumerar o siquiera mencionar una sola institución, o ni siquiera eso, sino una mera actividad cultural permanente y sostenida que date de los tiempos de Fulgencio Batista, dictador cubano felizmente derrocado el 1 de enero de hace cincuenta y siete años, once meses y diez días? Visto en retrospectiva, la enorme, inabarcable cultura cubana dependía entonces de manera prácticamente exclusiva de sus propios hacedores: literatos, músicos, cantantes, artistas plásticos, teatreros, etcétera, y no de alguna institución que les diese soporte, apoyo, proyección nacional e internacional. Garbanzos de a libra indudablemente los había en la Cuba prerrevolucionaria, y muchos de ellos son bien recordados en todo el mundo, pero es necesario insistir en que la impronta por ellos dejada en sus campos de trabajo artístico fue producto exclusivo de su talento y su esfuerzo personal. Esto último puede quizá sonar muy bien –muy “lógico”, muy “normal”– desde una perspectiva de historia de la cultura más bien acrítica que da por hecho, como si cualquier otra condición fuese impracticable, un elitismo y un exclusivismo según esto generadores únicos o preferentes de todo talento destacable. El problema de fondo no sería ese sino el hecho de que, al pensar y actuar de esa manera, se están cortando de tajo al menos un derecho y una posibilidad, cuyo garante y gestor debe ser el propio Estado: el derecho colectivo a la creación, artística en este caso, y la posibilidad de incrementar, en número y en variantes, la existencia de talentos de otro modo condenados a no nacer jamás o, acaso nacidos, al más absoluto de los anonimatos.
“POR SUS OBRAS LOS CONOCERÉIS”
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sí dice una vieja máxima, cuyo sentido aplica perfectamente al caso de Cuba y la Revolución que, desde 1959, cambió la historia y el destino de un país hasta entonces condenado a ser poco más que un proveedor barato de materias primas, un enorme casino bar y, en resumen, una suerte de patio de entretenimiento para el vecino país del norte, que no veía en los cubanos sino a una especie de sirvientes de cualquier modo ale-
gres y –creían ellos, los “patrones”– hasta agradecidos de vivir en esa condición de inferioridad sociocultural. A la hora del regateo, es legión quien se llena la boca con los aspectos criticables del régimen revolucionario cubano, pero esa misma legión soslaya, en un curiosísimo fenómeno de amnesia voluntaria, sobre todo un par de puntos nodales: el primero, que por lo regular en sus países de origen privan condiciones similares y en ciertos casos mucho peores relativas a dichos aspectos criticables, y el segundo, que la Cuba revolucionaria abunda en logros que, dicho sea coloquialmente, ya quisiéramos muchos. Cuando se trata de matizar o equilibrar posturas en extremo reaccionarias, engolosinadas con su propio discurso anticastrista, es ya lugar común aludir entre otros rubros a la notable medicina cubana, a su exitoso sistema deportivo y a su no menos envidiable sistema educativo (del que Luis Hernández Navarro da cuenta en estas mismas páginas), que entre otras “minucias” desterró hace mucho tiempo el analfabetismo de la Isla, de un modo que el “bondadosísimo”, “democrático” y encomiado capitalismo neoliberal no ha logrado ni parece querer lograr jamás. Para decirlo rápido y sin darle vueltas, al régimen cubano se le critica, entre otras cosas pero sobre todo –por muchos cubanos indudablemente, pero sobre todo por gente que sólo habla de oídas y que jamás ha pisado aquel suelo ni ha hablado jamás con algún cubano de a pie–, porque en Cuba se carece de un “derecho” elevado a condición sacra en el mundo occidental: el derecho al consumo. De lo que sea: de ropa, calzado, automóviles, aparatos electrodomésticos y bienes y servicios en general, o mejor dicho simples mercancías, pues eso y ninguna otra cosa es en lo que el neoliberalismo ha convertido todo absolutamente, incluidos los votos en una elección e incluso la cultura, que si no se tiene dinero resulta virtualmente inaccesible. Los ejemplos sobran, y basta una revisión menos que somera a la realidad circundante, lo mismo en México que en cualquier otro país latinoamericano, para no ir más lejos. Por todo lo anterior es curioso, para decirlo con suavidad, que entre los logros de la Revolución cubana suela soslayarse casi de plano el extenso y riquísimo mundo
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Okún, Ballet Folklórico Nacional de Cuba. Foto: juantiagues. Fuente: flickr/ CC BY-SA 2.0
convertida en cultura cultural de la Isla, cuyo rostro actual es, le guste a quien le guste y lo niegue quien lo niegue, el que le ha dado esa misma revolución –y esto vale incluso para los más acres críticos del sistema cubano. O quizá sucede que, como con la paradigmática carta de Edgar Allan Poe, que nadie ve precisamente porque la tiene todo el tiempo frente a los ojos, la cultura cubana pareciera existir per se y sin asideros, sin apoyo institucional y sin una estructura que le brinde soporte. Nada más lejos de la realidad, pues entre las primeras decisiones de Estado tomadas en Cuba en aquel ya lejano final de la década de los años cincuenta y principios de los sesenta, destacan las que tuvieron que ver con la creación de un sistema cultural en toda regla, muchas de cuyas instituciones fueron pioneras en sus respectivas ramas en el ámbito latinoamericano, y hasta la fecha siguen vigentes. Algunas de ellas son la uneaC , Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, que data de 1961; el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos ( iCaiC ), fundado en 1959, la Escuela Internacional de Cine y Televisión (eiCtV), creada a mediados de los ochenta a partir de una idea de Gabriel García Márquez y que forma parte de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, a su vez responsable del festival cinematográfico que año con año se celebra en La Habana, y la más conocida y auténtica joya de las instituciones culturales cubanas, la Casa de las Américas.
UNA CASA PARA LA CULTURA DE ESTE LADO DEL MUNDO
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o habían transcurrido siquiera cuatro meses desde que, como dice la letra de una célebre canción cubana, “los barbudos junto a Fidel” entraran triunfalmente en la ciudad de Santiago, cuando un decreto de ley publicado el 28 de abril de aquel mismo año de 1959 determinó la creación de la Casa de las Américas, concebida desde el principio para fomentar no sólo la producción cultural dentro de la Isla, sino para trabajar en la integración sociocultural con el Caribe, América Latina y el resto del mundo. Inaugurada el 4 de julio de ese mismo año, correspondió a la guerrillera y política Haydée Santamaría Cuadrado, mejor conocida como Yeyé, fungir como la primera directora de la Casa, cargo en el que se mantuvo desde entonces y hasta su muerte, ocurrida en
1980. Después de ella, han ocupado el puesto el pintor Mariano Rodríguez Álvarez, entre 1980 y 1986, y el bien conocido poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar desde este último año hasta la fecha. Indudablemente, la Casa es conocida sobre todo por el premio literario que otorga, cuya primera entrega se verificó en 1960, es decir, apenas un año después de haber sido fundada la institución. Inicialmente llamado Concurso Literario Hispanoamericano, más adelante y para incluir a Brasil cambió a Latinoamericano, y desde 1965 lleva su nombre actual, Premio Literario Casa de las Américas. La lista de autores vinculados al Premio, ya sea en calidad de jurados o de ganadores, es demasiado extensa; baste anotar aquí los nombres de los cubanos Nicolás Guillén, José Lezama Lima y Alejo Carpentier, el salvadoreño Roque Dalton, el argentino Juan Gelman, el chileno Antonio Skármeta, el mexicano Juan Bañuelos, la uruguaya Idea Vilariño, el brasileño Rubem Fonseca y el colombiano Juan Manuel Roca. Equivalente a lo que en otros países es un ministerio o una secretaría de Estado, La Casa de las Américas abarca en sus departamentos las principales ramas de actividad cultural. Además de su célebre revista homónima, cuya aparición desde hace sesenta y seis años la convierte en la publicación cultural más longeva de esta región del mundo, entre otras áreas de actividad está el Departamento de Teatro, creado en 1964, si bien desde 1961 la Casa organizó el Primer Festival de Teatro Latinoamericano, después convertido en festival internacional, que dio pie a los bienales Encuentros Internacionales de Teatristas. Asimismo, el Departamento edita Conjunto, una de las revistas especializadas más añejas del continente. Con más de doscientos mil volúmenes impresos en su acervo, entre libros y publicaciones periódicas, además de discos compactos, videos, microfichas, microfilmes y diapositivas, la Biblioteca José Antonio Echeverría, creada dos meses después que la propia Casa, es considerada la más completa del mundo en materia de literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo xx . Por su parte, el Centro de Investigaciones Literarias, fundado en 1967, es el encargado de gestionar el Premio de la Casa, además de generar y divulgar estudios relativos a la literatura de toda América
Latina, impartir cursos de postgrado, organizar ciclos de conferencias y coloquios, elaborar recopilaciones, antologías y otras ediciones, asesorar a la revista de la Casa y al fondo editorial de la misma, así como coeditar, con la uneaC , la revista Criterios, dedicada a la teoría de la cultura. Fundada el 1965, la Dirección de Música es quizá una de las áreas con mayor actividad, debido a la bien conocida riqueza cubana en este arte. Conciertos, talleres, conferencias y otras actividades como la investigación y la difusión, se suman a la entrega del Premio de Musicología, el Coloquio Internacional de Musicología, el Premio de Composición, el Taller Latinoamericano de Composición y una colección editorial especializada, entre la que destaca la publicación trimestral Boletín Música. El Departamento de Artes Plásticas, creado apenas dos años después que la propia Casa, posee un acervo superior a las 10 mil obras procedentes de Cuba y el resto de Latinoamérica y el mundo; además, entre otras actividades organiza certámenes y brinda espacios de debate en la materia, cura exposiciones, documenta y sistematiza información alusiva y edita la revista digital Arteamérica. Con casi tres décadas de actividad, desde mediados de los años setenta del siglo pasado, el Centro de Estudios del Caribe ( CeC ) de la Casa es pionero en su materia, así como en otorgar un premio literario a la literatura de esta región geográfica y cultural. Es bien conocida su publicación, Anales del Caribe, que incluye textos en lenguas originales, así como los seminarios de cultura afroamericana que tuvieron lugar de 1993 a 1998, los coloquios sobre el Caribe Continental, el Encuentro Internacional Mitos en´ el Caribe y el coloquio internacional de Diversidad Cultural en el Caribe. Asimismo, hace veintidós años fue establecido el Programa de Estudios de la Mujer, con el propósito de abordar la historia y la cultura de las mujeres del Caribe y América Latina en los últimos cinco siglos y lo que va del actual
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Julio César GarCía (México, 1968) estudió Lengua y Literatura Hispánicas; narrador y ensayista, ha publicado, entre otros, “Después del boom: nuevos narradores de América Latina” y “Onelio Jorge Cardoso: un cubano clásico casi clandestino”.
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EL VIRUS DEL DESEO
Fidel Castro y la ed Luis Hernández Navarro
CON 13 POR CIENTO DE SU PRODUCTO NACIONAL BRUTO, TIENE EL PRIMER LUGAR ENTRE LOS PAÍSES CON INGRESOS BAJOS QUE MÁS GASTAN EN EDUCACIÓN. CUBA ES EL ÚNICO PAÍS QUE CUMPLIÓ LOS OBJETIVOS ESTABLECIDOS POR EL FORO MUNDIAL DE EDUCACIÓN DE DAKAR EN 2000.
Por las calles de La Habana vieja. Foto: Carlos Ramos Mamahua/ La Jornada
PEDAGOGÍA DE LA SOLIDARIDAD
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minata o . Yalcouyé nació en Malí. Tiene veinticuatro años. Cuando era joven, cada día cargaba agua sobre su cabeza desde el pozo y estudiaba por las noches. Quería ser doctora. Comenzó la carrera en su país pero tuvo que dejarla al primer año porque su familia no tenía dinero. Ahora vive en Cuba y estudia medicina sin tener que pagar un peso. Los cubanos le dieron una beca. Aminata estudia en la Escuela Latinoamericana de Medicina (eLam). Cada día ora. Ella es mahometana. Los primeros dos años en la universidad los vivió en una residencia estudiantil en la que compartió cuarto con Sena, una joven cristiana nacida en Benin, con Paola, una chica venezolana católica, y con Julia, una alumna mexicana atea. A Aminata le fascina la anatomía. Los exámenes la ponen nerviosa. Cada noche estudia obsesivamente, siempre detrás de su mosquitero, de cuclillas frente a su computadora. A Julia, su compañera de cuarto, le contó cómo en su país los médicos del hospital mandaban a los pacientes con el chamán, porque hay enfermedades que corresponden al doctor y males cuya curación es responsabilidad del brujo. Le platicó la manera en que la vieja del pueblo de su padre intentó envenenarla con la sopa, que su abuela le quitó de las manos justo antes de que se la llevase a la boca. Compartió con ella que su hermana Cadí era cuasiadivina, y la acostumbró a inspeccionar siempre el lugar del cual salía para evitar dejar cabellos, porque temía que fuesen utilizados por las brujas, a veces disfrazadas de gatos. Las historias de Aminata solían ir acompañadas de hache ké, un platillo del oeste africano. Una noche, le confesó a Julia lo inconfesable: su nombre escondido detrás del punto de la o de Aminata o . Yalcouyé es un nombre secreto, que nadie conoce, pues si se llegase a escuchar en el fondo del canal que desemboca en el mar, la belleza estructural del sonido rompería en pedazos. El agua cristalina desgarraría la palabra y nos convertiríamos todos en los mismos sonidos. Aminata tiene un nombre escondido detrás del punto en la o.
y, aunque eso no se lo cuenta a nadie, esa noche se lo dijo a su amiga-hermana mexicana. Esa convivencia y esos secretos compartidos entre los estudiantes del eLam , como el de Aminata y Julia, han tejido fraternidades trasnacionales. La solidaridad internacional que los cubanos han forjado a lo largo de décadas con África, el Caribe y América Latina, de la que la Escuela es apenas un eslabón más, ha revolucionado la enseñanza y la práctica de la medicina. En la eLam se mira la medicina con lentes diferentes a las de las escuelas tradicionales donde priva la lógica de la ganancia. También la enseñanza. Las clases a las que Julia asistió durante sus dos primeros años cubanos, se hablaba mucho de los países de los que provenían los estudiantes. Había allí alumnos de Ecuador, Bolivia, Surinam, Guyana, Mongolia, Tanzania, Palestina, El Salvador, Jamaica, República Dominicana, México, Guatemala y San Vicente. Contaban anécdotas y hacían análisis. Conversaban sobre el medio ambiente, los servicios de salud, la situación política, los movimientos sociales, los índices de desarrollo humano y su relación con la sanidad y el proceso de salud-enfermedad. La eLam, la escuela donde estudian Aminata y Julia, es una de las criaturas educativas de Fidel Castro. Se fundó en 1999. Forma parte del Programa Integral de Salud que se desarrolla desde octubre de 1998 para atender los desastres naturales causados por los huracanes Mitch y George, que afectaron a países centroamericanos y caribeños. En ella se entrecruzan dos grandes cruzadas de la Revolución cubana: la pedagógica y la sanitaria. En esta escuela, ubicada en las antiguas instalaciones de la Academia Naval Granma, cedidas por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se han formado durante los últimos diecisiete años más de 25 mil médicos. Sus estudiantes provienen de 122 países latinoamericanos, caribeños, de Estados Unidos, África, Asia y Oceanía. Pertenecen a más de cien grupos étnicos y decenas de religiones. Su objetivo es formar gratuitamente como médicos a jóvenes de otras naciones. En su mayoría, los alumnos son parte de familias de bajos recursos y de lugares apartados. A los estudiantes no se les pide nada que no sea cumplir con sus obligaciones como alumnos. Nada, excepto una sola cosa. Cuenta Julia: “Nuestros maestros nos decían: lo único que les pedimos es que cuando vuelvan a sus países no le cobren lo mismo al pobre que al rico.”
UNA POTENCIA EDUCATIVA
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uba es hoy, a pesar del bloqueo estadunidense, una potencia educativa. “La educación cubana es un ejemplo para el mundo”, declaró a la Agencia Cubana de Noticias el representante de la uneSCo ,
Miguel Jorge Llivina Lavigne, en el Congreso Internacional Universidad 2014. La Isla tiene un Índice de Desarrollo de la Educación para Todos muy elevado, incluso si se compara con los países desarrollados. El índice considera la calidad, la primera infancia, la primaria, los jóvenes, la alfabetización de los adultos y la paridad entre los sexos. La enseñanza en Cuba es gratuita y es responsabilidad del Estado impartirla. Es obligatoria hasta el nivel de Preparatoria. Las cifras hablan. En 2015, esta institución educativa reconoció que Cuba fue el único país que cumplió los objetivos establecidos por el Foro Mundial de Educación de Dakar en el año 2000. Es uno de los veinti cuatro países que han alcanzado una tasa bruta de escolarización en la enseñanza preescolar superior al ochenta por ciento y la han mantenido, siendo el único país latinoamericano en integrar este listado, (https://goo.gl/CkzkUk). En el sistema de enseñanza primaria universal, la isla ya alcanzaba en 1999 un porcentaje de noventa y siete por ciento o superior. Lo mantiene hasta la fecha. Con respecto a la transición de la enseñanza primaria a la enseñanza secundaria, en 2011 las cifras cubanas llegaron al noventa y nueve por ciento. Sorprendentemente, el número de los alumnos cubanos por docente en la enseñanza primaria es de 10 por cada maestro. La media internacional es de 40. A pesar de sus enormes carencias y de la tendencia mundial a reducir cada vez más el gasto público en educación, Cuba tiene el primer lugar entre los países con ingresos bajos que más gastan en educación. Destinó al sector en 2012 el trece por ciento del Producto Nacional Bruto. Esta hazaña no es producto de la casualidad sino de la convicción y el trabajo. En septiembre de 1961, el comandante Castro señaló sin ambigüedad alguna la misión de la transformación en marcha. “Lo más fundamental que tiene que hacer una revolución –dijo– es preparar hombres y mujeres. Lo más fundamental que tiene que hacer una revolución es enseñar y educar. La tarea más importante de una revolución, y sin la cual no hay revolución, es la de hacer que el pueblo estudie.” La historia viene de atrás. Ya desde 1953, en su célebre alegato de autodefensa “La Historia me absolverá”, Fidel Castro había puesto la cuestión educativa como uno de los asuntos que inspiraron su lucha por un mundo mejor. En ese año, el 23.6 por ciento de la población cubana no sabía leer ni escribir y más de la mitad de los niños entre seis y catorce años no estaban matriculados. Los revolucionarios echaron a andar esta labor pedagógica sin esperar el triunfo. En plena guerra de guerrillas, con destacamentos de hombres armados en continuo movimiento e inclemencias del tiempo, se dedicaron a instruir a sus combatientes y a sus bases de
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DE SABER
ducación en Cuba Fuente: www.contrainjerencia
Fidel visitando la escuela Enma Rosa Chuy Pilon. Foto: lademajagua.cu
apoyo. Al triunfo de la Revolución en 1959, crearon 10 mil nuevas aulas e impulsaron una reforma integral a la enseñanza. En 1960, en un célebre discurso ante la Asamblea General de la onu , Fidel Castro se comprometió a terminar con el analfabetismo en un año. Miles de educadores voluntarios se trasladaron a los rincones más alejados de la Isla para combatir la ignorancia. En apenas doce meses, más de 700 mil personas aprendieron a leer y escribir. Los resultados de este proyecto han sido contundentes. Como lo ha señalado Olga Fernández Ríos, en “1975 la educación primaria en Cuba se había multiplicado en casi tres veces a la existente en 1958, mientras que la educación media lo hacía en más de seis veces, a la vez que la enseñanza universitaria se multiplicó de forma tal que si en 1959 en Cuba había dieciséis alumnos universitarios ya en 1975 había más de 83 mil”. Para Teodoro Palomino, un antiguo dirigente magisterial que hizo un doctorado en Ciencias Pedagógicas en la Isla entre 1997 y 1999 ha participado en muchos intercambios profesionales con el mundo docente cubano, en pleno período especial, y ha investigado la experiencia educativa de ese país a profundidad, una de las grandes fortalezas de este proyecto es el papel que se les da a los docentes. “No son privilegiados –dice–. Pero gozan de un reconocimiento social muy grande. Se les respeta enormemente.”
LAS CLAVES DEL ÉXITO
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ómo funciona la educación cubana? Julia, la joven mexicana estudiante de la ELAM, cuenta su experiencia: “En mi memoria quedan mis compañeros dando repasos hasta las tres de la mañana en las aulas que las tías –así llamábamos a to-
la isla tiene un índice de desarrollo de la educación para t odos muy elevado , incluso si se compara con los países desarrollados . das las trabajadoras de la escuela– nos prestaban. Veía a estudiantes dando clases a otros estudiantes a todas horas, de todas las maneras posibles. En las aulas, en los cuartos, en las literas, en las canchas de futbol, en los pasillos. Vi gente compartir computadoras, cuadernos, lápices, libros, información. Lo que se tenía, lo tenían todos. No se trataba de aprobar el año y graduarse, se trataba de que todos aprobásemos el año y nos graduásemos juntos. Cuando uno terminaba de comprender un tema y repasarlo, no se iba a dormir, se quedaba ayudando al de junto y hasta entonces llegaba la hora de dormir. “Desde primer año comenzamos a asistir a los policlínicos y a los consultorios. Aprendimos a atender a la población y a elaborar el Análisis de la Situación de Salud, comprendiendo el proceso salud-enfermedad como un proceso biopsicosocial, entrevistando a gente en sus casas, ganándonos la confianza de la población, recorriendo calles, montándonos en bicitaxis para llegar hasta el último rincón para no dejar una sola casa sin visitar. En la mayoría de esas casas nos recibieron con sonrisas y hasta con cafés. Aprendimos los procederes básicos de enfermería con personal de salud que tuvo la paciencia necesaria con nuestro nulo conocimiento de la idiosincracia cubana e incluso con quienes acababan de aprender español. “Al terminar el segundo año salimos de la sede central de la eLam para seguir nuestros estudios en otras
sedes, muchas de ellas en provincia. Las puertas de casi todos los hospitales del país se nos abrieron de manera cálida para hacernos sentir como médicos. Desde el primer día se nos asignó una cama y comenzamos a trabajar. Mi primera paciente se convirtió en mi amiga y cada vez que me cruzo con ella o con su hija por las calles de Cienfuegos me reclama el hecho de que nunca fui a visitarla a su casa a comer aquel cerdo asado que me prometía siempre. El paciente de la cama que tuve asignada en terapia intensiva me regaló un bolígrafo cuando dejé el mío olvidado en casa. “Los doctores nos explicaron cómo determinar la conducta médica tanto en Cuba como en nuestros países, dependiendo de las posibilidades económicas y de recursos que tuviésemos a la mano. En ocasiones no había en la farmacia los medicamentos necesarios y tratar a los pacientes en consulta resultaba difícil, pero pocas veces predominaba la quietud o el silencio. Se recurría a la medicina natural, a explicar la situación al paciente y ante todo, a tranquilizarlo. Se intentaba dar solución siempre al problema aunque fuese inventando, como se dice en buen cubano al hecho de resolver un problema de manera creativa. “Poco a poco nos fuimos acostumbrando. Caí en cuenta de lo mucho que me había acostumbrado un día en que me senté a redactar un plan preventivo en caso de derrumbe para una comunidad en la cual iba a trabajar en México el verano siguiente. La información que logré obtener en internet mostraba que para el municipio entero existían nueve médicos y siete clínicas, y ninguno se encontraba cerca de la comunidad. No entendí cómo eso era posible, me quedé fría.” Sin ser los únicos, la gran mayoría de los rasgos de la enseñanza en el eLam que describe la estudiante mexicana son parte del proyecto educativo cubano. La forma en la que los jóvenes aprenden, la orientación general de sus estudios, es la misma con la que se instruyen los cubanos. En ellos está la llave de su éxito. Según Teodoro Palomino, una de las claves que explican los enormes avances en la enseñanza en la Isla, tienen que ver con su política educativa única. El sistema está integrado desde los círculos infantiles hasta el postgrado. Hay verdadera planeación. Los docentes están en un proceso de formación permanente, y disfrutan de asesoría contínua sobre técnicas y metodologías. Se forman con conocimientos científicos probados por su aplicabilidad más que en la investigación y comprobación de teorías. Se parte de que la pedagogía es una ciencia, no una disciplina. En 1992, Fidel Castro resumió la ideas-fuerza del proyecto educativo de la Cuba socialista. “Una de las cosas que tiene que lograr la escuela –dijo en el Palacio de las Convenciones– es enseñar a estudiar, a ser autodidacta, porque la inmensa mayoría de los conocimientos no los va a adquirir en la escuela; en la escuela va a adquirir las bases, en la escuela tiene que aprender a estudiar, tiene que aprender a investigar; en la escuela tienen que introducirle el virus del deseo y la necesidad de saber”. Ese virus del deseo y la necesidad de saber han hecho de Cuba el país mejor y más educado de América Latina, y un ejemplo para todo el mundo
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La música en Cuba:
una revolución con
Alonso Arreola
EL SINCRETISMO DE LA MÚSICA CUBANA ABARCA EL SON, EL MONTUNO, EL CHACHACHÁ, LA GUAJIRA, EL MAMBO, LA RUMBA Y SE PUEDE MANIFESTAR EN UN BOLERO DE SÓLO TRES MINUTOS. EN 2001 FIDEL CASTRO CELEBRÓ EL NATALICIO DE JOHN LENNON DEVELANDO UNA ESTATUA DEL BEATLE EN UN PARQUE DE LA HABANA. ESTA FIEBRE DE TI
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acido en el magín de Juan Manuel de la Caridad Arrondo y Suárez, el bolero “Fiebre de ti” se hizo famoso a finales de los años cincuenta por gracia de voces como la del “Bárbaro del ritmo” Benny Moré. De letra breve y catártica, la pieza presenta una armonía tan liada como los tiempos que cobijaron la vida de su autor y de quienes experimentaron la segunda mitad del siglo xx en Cuba. “Este amor tan fatal que atenaza mi mente, esta fiebre de ti, estas ansias vehementes…”, dicen los versos revelando un comportamiento autodestructivo que, acaso ociosamente, hoy podemos interpretar de manera diferente. Digamos que Juan Arrondo fue uno de los impulsores de esa otra Revolución que acompañaba los movimientos de Fidel Castro en la Sierra Leona. César Portillo de la Luz, Giraldo Piloto y Luis Yánez, entre muchos músicos más, se unieron a Arrondo para combatir al consorcio estadunidense Peer que controlaba los derechos de autor de innumerables artistas cubanos. (Años después, el compositor sería vicepresidente de la Vanguardia Autoral, con la que siguió luchando por justicia económica para los creadores de la Isla.) Coautor con Pío Leyva de “Los pescadores de Varadero”, Arrondo escribió temas comprometidos que se volverían himnos transitorios. “Como lo soñó Martí” y “Para Camilo Cienfuegos” son dos casos particulares que transmitía la Radio Rebelde para debilitar las ideas de Fulgencio Batista entre los campesinos: “El nombre de Fidel para la historia y ver a Cuba como lo soñó Martí…”, proponía con aliento oceánico. En apenas tres minutos, decíamos, la partitura de “Fiebre de ti” guarda una sofisticación acuñada en la transformación que por décadas tuvo la música cubana, hija de Europa, África, Estados Unidos, China y Latinoamérica. Su armadura propone la tonalidad de Mi Menor aunque de inmediato muestra una Séptima Mayor, terreno de la escala Menor Armónica. Llega entonces el Fa Sostenido Menor que supone un intercambio emparentado con el paralelo Mi Mayor. Luego llueven disminuidos, novenas, alteraciones variopintas y numerosos dominantes que, cabalgados por la expresiva sección de metales (en la cálida grabación de Moré con su Orquesta Gigante, poco antes de su muerte), convierten el día en noche y la calma en tormento amoroso. Interpretado así, este bolero-chá es muestra del profundo sincretismo cubano que procesa y juega con el danzón, el son, el montuno, el chachachá, la guajira, el mambo, la rumba, la guaracha y demás géneros y subgéneros, todos signados con sutilezas rítmicas y armónicas. Hablando del ritmo, precisamente, podemos decir que las percusiones de “Fiebre de ti” se abstienen de la síncopa aunque presentan numerosas variaciones. Apostando por triadas invertidas y reminiscencias del chachachá, el bajo mantiene una holgura sabrosa con transiciones de perfecta eficiencia. En muchos niveles representa a la Cuba de esos años, lista para un cambio.
Y EN ESO LLEGÓ FIDEL
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hora bien, Juan Arrondo no fue el único en comprometerse con el movimiento armado de los barbudos. Desde tierras estadunidenses sonaban las uñas en los tambores de Tata Güines, el de las “manos de oro”, percusionista de época que cruzara el mar siguiendo los pasos de Chano Pozo y Machito para vivir en Nueva York y tocar con grandes como Frank Sinatra. Se dice que él aportó fondos propios para ayudar al grupo de Fidel. Muerto en Cuba durante 2008, a los setenta y siete años de edad, no sabremos si hoy, despidiendo a Castro, Güines hubiera cantado aquel verso de: “Este calor de infierno que me abrasa la frente perdonándote todo tu pasado y presente.” O si más bien hubiera preferido el de: “No ir hacía ti sería dejar en el camino de mi vida los restos de mi hombría.” Ambas citas, claro, provienen de “Fiebre de ti”. De los años revolucionarios, sin embargo y como bien supo Latinoamérica, el mayor cantautor se llamó Carlos Puebla. Heredero de trovadores como Rosendo Ruiz, Manuel Corona, Sindo Garay y Alberto Villalón, Puebla fue contemporáneo de quienes nacieron con el siglo: Patricio Ballagas, María Teresa Vera, Lorenzo Hierrezuelo y Compay Segundo. Voz del movimiento para un continente que protestaba contra la influencia extranjera a través de su folclor (Jara, Pugliese, Sosa, Quilapayún), a Puebla no sólo le debemos la legendaria despedida al Che Guevara “Hasta siempre comandante”, sino otras como “Canto a Camilo” o “Y en eso llegó Fidel”, nítida fotografía que urgía transformar a Cuba para que dejara de ser un garito en manos de “forajidos bandoleros”, explotadores de un pueblo y de un estereotipo musical hollywoodense: “Aquí pensaban seguir ganando el ciento por ciento con casas de apartamentos y echar al pueblo a sufrir, y seguir de modo cruel contra el pueblo conspirando, para seguirlo explotando... y en eso llegó Fidel”, dice su letra en plan de juglaría. A tal contexto hay que sumar la alianza de Cuba con la Unión Soviética durante la Guerra fría. Con ella, la manera como se aprendían las bellas artes también se vio modificada. Literatura, danza, teatro, cine y música vieron el arribo de maestros e influencias que dejaron huella en la técnica y función social de su existir. Para algunos significó un avance que dignificaba el futuro, para otros una restricción con respecto a la posibilidad de elegir caminos creativos con libertad (en los años ochenta se haría obligatorio el aprendizaje del idioma ruso en las escuelas). Así, no cualquiera podía tomar la ruta del arte. Tal como sucedía con fábricas y laboratorios, antes de ser aceptados, los aspirantes a tomar un instrumento musical debían cumplir con características y aptitudes señaladas por el sistema. Difundidas en revistas como Sputnik, Misha o Novedades de Moscú, las tradiciones clásicas del bloque soviético nutrieron a las populares de Cuba inoculando principios escolásticos. De allí la fundación de la Escuela de Circo de Cuba, por ejemplo. Claro que desde antes ya había en la Isla un desarrollo culto importante, como bien investigó Alejo Car-
pentier para su volumen de 1946 La música en Cuba. Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, así como los miembros del Grupo de Renovación Musical liderado por José Ardévol, fueron autores bien asimilados por la estructura castrista. Otros notables, posteriores, son Leo Brower y Alfredo Diez Nieto –quienes han trabajado prolíficamente dentro y fuera de Cuba–, así como numerosos opositores al gobierno que se hicieron de renombre desde Miami: Raúl Murciano, Julio Roloff, Armando Tranquilino y Viviana Ruíz. A estos últimos se sumaron hordas de músicos que entre los años setenta y noventa escaparon contrariados por el estatismo del régimen y la imposibilidad de manejar su obra con autonomía tras el surgimiento de la egrem (Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales) en los procesos de nacionalización, así como por el cierre y clausura de locales y sitios para trabajar. Intérpretes de música folclórica, popular y de jazz como Celia Cruz, Tito Puente, Arturo Sandoval, Bebo Valdés, Patato, Cachao y Paquito D’Rivera se afincaron en otras latitudes convirtiéndose en héroes o traidores dependiendo de la ideología (varios quedaron fuera de los libros de historia oficiales).
EL CARIÑO QUE TE TENGO
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ierto es que, con el paso de los años, el gobierno revolucionario obligó a un ostracismo sonoro que separó a los visitantes de Cuba de su cancio-
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nstante Barbarito Torres, Eliades Ochoa, Omara Portuondo, Guajiro Mirabal y Jesus Aguaje Ramos, integrantes del Buena Vista Social Club. Fuente: www.npr.org A la izquierda, Juan Manuel Arrondo. Fuente: www.ecured.cu
nero cotidiano. Algunos conjuntos giraron como podían con permisos y vigilancia especiales, las grandes orquestas sufrieron la falta de trabajo, los cantautores fueron la voz de campesinos y oprimidos ante el oído internacional, mas se aletargaron localmente. Así, supeditados a lo que sonaba en ambientes controlados –con el aislamiento del embargo económico impuesto por Estados Unidos más el proteccionismo local–, los viajeros que llegaron en los ochenta y noventa vieron disminuido un intercambio que en la primera mitad del siglo xx dio frutos artísticos trascendentales. Representado por nombres afines al gobierno, el repertorio cubano que conoció el mundo –sobre todo en el llamado Período Especial, ulterior a la caída de la Unión Soviética– nacía en bandas impulsadas por géneros bailables (Los Van Van, ng La Banda, Charanga Habanera); o en fenómenos irrefrenables como el Buena Vista Social Club, el Afro Cuban All Stars y sus muchos derivados. La gran mayoría de ellos, hay que decirlo, de grandísima calidad. Caso aparte es el de grupos como Síntesis, banda extraordinaria de Yoruba que se mantuvo a medio camino entre el rock, lo afro, el progresivo y la música vocal y que este año cumple cuatro décadas sobre los escenarios. En ella escuchamos un interés por la investigación etnomusical (gran aporte de Cuba al mundo), así como por la atemporalidad artística, normalmente vilipendiada en tiempos de crisis. [Otros investigadores que vale la pena visitar para internarse en el laberinto de la música cubana son, además de Carpentier: Fernando Ortíz, Argeliers León y su mujer María Teresa Linares.] Reflejo de ello fue que, poco a poco e inevitablemente, las poesías del filin y la trova, relevantes en la estética y expresión prerrevolucionarias, fueron mermando. Se privilegió el entretenimiento hacia el exterior bajo la etiqueta de Música del Mundo, así como la estampa turística hacia el interior de hoteles y clubes exclusivos vedados para sus propios ciudadanos. Nombres como los de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Amaury Pérez, nacidos en los años cuarenta y cincuenta, continuadores del espíritu de Carlos Puebla a través de la Nueva Trova, siguieron representando la voz de una generación que pujaba por cambios en el continente, pero se fueron dislocando melancólicamente, ilustrando una época encapsulada. Autores venidos al mundo en los años sesenta (Frank Delgado, Carlos Varela, Gerardo Alfonso y Santiago Feliú), identificados como la Novísima Trova, Carlos Puebla: Fuente: www.ecured.cu
cambiaron este discurso llevándolo hacia la crónica, causando un impacto importante en países como México, al que siguen viniendo. Asimismo, en los noventa comenzaron a aparecer bandas de rock (Moneda Dura), electrónica y hip hop más consolidadas, pues durante el primer lustro del castrismo se les consideró propagadoras del “diversionismo ideológico”. Grupos como Los Astros, Los Pacíficos y Los Zafiros (donde tocaba Manuel Galbán), vivieron en carne propia aquel discurso de Fidel en las escalinatas de la Universidad de La Habana por el aniversario del asalto al Palacio Presidencial. “Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos. Algunos de ellos con una guitarrita en actitudes ‘elvispreslianas’, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre […] Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones.” [Fidel Castro, 13 de marzo de 1963. Tomado del Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario.] Quién imaginaría que en 2001 el propio Castro celebraría el natalicio de John Lennon develando su estatua en un conocido parque de La Habana.
I CAN’T GET NO SATISFACTION
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ones, changüís, montunos y rumbas provenientes de Santiago, Trinidad, Guantánamo, Matanzas y otras ciudades de Cuba han mostrado a músicos y conjuntos tradicionales de cariz más campesino y afro que también contribuyeron a un repertorio aplaudido en el exterior con la llegada de la Revolución. Los sellos discográficos más relevantes para este eco han sido la propia egrem , World Circuit (Europa) y Pentagrama y Corason en México. Dicho esto, La Habana fue y es el principal centro musical de la Cuba postrevolucionaria, lugar que se reacomoda constantemente con una comunicación global a cuentagotas y que hoy, tras la elección presidencial en Estados Unidos y la muerte de Fidel Castro, ve nuevas incertidumbres en el horizonte. Ello repercutirá en la música por venir. Si en los últimos años Cuba ha recibido a bandas y músicos de rock anglosajones como los Rolling Stones, Audioslave, Sepultura y, antes todavía, fue sede de festivales aislados como el Music Bridges (1999) o el Havana Jam (1979), actualmente sigue observando los parámetros de un Ministerio de Cultura alineado a la Revolución. Empero, hay que decirlo, la institución parece dispuesta a una mayor apertura. Ejemplo de ello son las visitas de Plácido Domingo y Aterciopelados, a quienes tocó el fallecimiento de Castro estando en la Isla. Otra muestra es lo que ocurre en la Fábrica de Arte de La Habana, donde están sucediendo eventos culturales y pedagógicos variopintos con artistas nacionales y extranjeros, algo que hace algunos años era impen-
sable en esa hermosa ciudad donde los jóvenes encienden celulares –aún sin señal– mientras miran al mar desde el Malecón, entre reguetones y silencios.
ESTA IDEA MORBOSA
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l uso de silencios para la entrada de frases instrumentales o anacrusas vocales es otra de las más bellas características de “Fiebre de ti”, bolero de Juan Arrondo que venimos manoseando y que hasta en sus versiones más desnudas muestra sofisticación y elegancia. Ejemplo es el abordaje a piano y voz de El Nene en la película Música cubana: los hijos de Cuba, filmada por Wim Wenders como extensión de su mítico documental Buena Vista Social Club. A propósito de cintas, hay otras que ayudan a comprender no sólo la historia de la música en la Isla sino la vida de intérpretes que se mantuvieron respaldando la Revolución. Tal es el caso de Cuba feliz, una cinta filmada alrededor de el gallo Miguel del Morales, músico callejero de La Habana que emprende visitaciones tipo road movie; de Cuba: luchando por la vida (todo el mundo es música), con la participación de Elíades Ochoa y músicos de Santiago; o de Chico y Rita, cinta animada de Javier Mariscal y Fernando Trueba, cineasta español también responsable de Calle 54. En todas ellas hay sonrisas, color y talento sonoroso, pero también la sed de una estabilidad diferente a la que promueven las agencias de viajes. En todas ellas hay gente que baila y canta sobre los asuntos más diversos, exceptuando uno: la política. Sea como sea, desde la llegada a América de la primera guitarra española y hasta el último grito de Mick Jagger en La Habana, pasando por la “manteca” de Dizzy Gillespie y Chano Pozo, por la salsa neoyorquina, por la trova, la música clásica, el son, el rock, el hip hop y la guaracha, Cuba se ha mantenido cual caravasar en el desierto de agua, puerta incólume de un continente que sigue soñando su felicidad y que aprende de su historia –aun desde la crítica más enconada– por su “necedad de asumir al enemigo” (Silvio Rodríguez). Algo que en tiempos de macroeconomía global y capitalismo disfrazado se hace urgente. Dicho todo eso, ¿cómo termina “Fiebre de ti”? Con una frase sufriente que nos mueve a dejarla fuera del tema amoroso: “Arráncame Dios mío esta idea tan morbosa de desearla siempre sobre todas las cosas.” Forzando el juego pensamos en las muchas mentes obtusas que, siempre tras la avaricia y por sobre todas las cosas, nos gobiernan desatentos a nuestro “cañón del futuro”. Para mantenerlos a raya sirve seguir escuchando lo que tantos cantaron en Cuba, pensando en el otro
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alonso arreola (México, 1974) es compositor, bajista, profesor y crítico musical. Fue editor de la extinta revista Latin Pulse, dedicada a la música, y escribe la columna Bemol sostenido en estas páginas. Música horizontal, Música para
ser niño y LabA son algunos de sus álbumes.
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La formación artístic a partir de La
Germaine Gómez Haro
A PESAR DE LAS CRÍTICAS INICIALES, LA ESCUELA NACIONAL DE ARTE C EN LA FORMACIÓN DE SUS ESTUDIA
LA UNIVERSIDAD DE LAS ARTES, FUNDADA EN 1976, OFRECE EL N SOBRE ARTE A PROFESORES CUBANOS Y EX Ever Fonseca, Sin título
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ras el triunfo de la Revolución cubana en 1959, uno de los principales objetivos fue atender y solucionar la grave situación que presentaba la educación en el país, para lo cual era imprescindible atacar el analfabetismo y ofrecer amplias oportunidades de estudio a todos los cubanos sin discriminación alguna. Así pues, en 1960 se pone en marcha la Campaña Nacional de Alfabetización cuyos logros potenciales saltaron a la vista en un lapso relativamente corto. En 1959 el analfabetismo abarcaba un 23.6% de la población, y en sólo dos años esta cifra se había reducido a un 3.9%. Un dato interesante es que se hizo el diseño especial de una bandera que señalaba que en determinado pueblo el analfabetismo había sido superado. Las Casas de Cultura también jugaron un papel muy importante en la democratización de los valores culturales y como centro de intercambio y confrontación de ideas, así como el Movimiento de Artistas Aficionados que surgió con ellas. Paralelamente se creó la figura de los Instructores de Arte, cuya misión fue también detectar talentos potenciales para la creación artística. Los primeros cursos para llevar a cabo esta labor titánica en 1960 tuvieron como sede el hotel Habana Libre y a partir de 1961 el
Teatro Nacional. Más adelante se trasladaron a los hoteles Copacabana (para las especialidades de Danza y Música) y Comodoro (para el Teatro y las Artes Plásticas). En 1961 se desarrolla la importante reunión de artistas, escritores y otras personalidades de la cultura cubana en la Biblioteca José Martí, ante la presencia del líder de la Revolución, Fidel Castro, quien en la clausura de esta reunión pronunció sus conocidas y decisivas “Palabras a los intelectuales”. En este discurso expuso las bases conceptuales sobre las que se trazaría la estrategia para el desarrollo del arte y de la cultura, el papel de las instituciones, en particular del Consejo Nacional de Cultura ( CnC ). Dentro de los proyectos anunciados en esta reunión, Fidel da a conocer la próxima creación de una Academia Nacional de Arte que se ubicaría en los terrenos del que fuera el exclusivo Country Club de La Habana, y a la cual tendrían acceso los jóvenes que conformarían las nuevas generaciones de artistas cubanos formados por la Revolución. Se contempló entonces el desarrollo del complejo proyecto arquitectónico encabezado por tres jóvenes arquitectos –el cubano Ricardo Porro y los italianos Vittorio Garatti y Roberto Gottardi– , que
Tomás Sánchez, La luz diagonal y el contemplador
F ue imperante deFinir un proyecto pedaGóGico a Gran escala para la Formación de Jóvenes artistas en los principales perFiles que tenían ya una tradición y reconocimiento en la cultura cubana : la música , el ballet , las artes plásticas y el teatro , y a los que se incorporó posteriormente la danza moderna .
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ca en cuba revoLución
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COMPROBÓ LA IMPORTANCIA DEL RIGOR ANTES.
NIVEL DE DOCTORADO EN CIENCIAS XTRANJEROS.
Roberto Fabelo, Pequeña oración doméstica
Eduardo Roca Salazar Choco, Bemba Colorá
dieron comienzo a la construcción en 1960 con el propósito de ser inaugurado en 1962, coincidiendo con el inicio del masivo Plan de Becas que incluía el fomento y desarrollo de la enseñanza artística. Fue imperante definir un proyecto pedagógico a gran escala para la formación de jóvenes artistas en los principales perfiles que tenían ya una tradición y reconocimiento en la cultura cubana: la música, el ballet, las artes plásticas y el teatro, y a los que se incorporó posteriormente la danza moderna. Se necesitaba formar los especialistas que se ocuparían de difundir el arte y la cultura, cual alfabetizadores, en todo el territorio nacional.
LA ESCUELA NACIONAL DE ARTE
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n 1962 abre sus puertas la Escuela Nacional de Arte ( ena ) en el predio intervenido del Country Club, cuya proyecto arquitectónico resultó una
Clase de danza en la ISA, Universidad de las Artes
obra de arte emblemática de la Revolución, y la construcción innovadora más importante que se ha hecho en Cuba desde 1959. Tres principios sostuvieron este proyecto: respetar el paisaje verde existente, construir con ladrillo y tejas de barro y emplear la bóveda catalana para crear una fuerte potencia visual. El crítico italiano Roberto Segre lo definió como “el conjunto arquitectónico más polémico y debatido a escala nacional e internacional del período”. La Facultad de Artes Plásticas fue diseñada por Ricardo Porro y es un alucinante capricho de formas voluptuosas que –según dicen– sugieren las partes íntimas del cuerpo femenino en comunión con la exuberante vegetación tropical de los jardines del otrora campo de golf. En una entrevista en 2011, Porro evocó: “Cuando se me encomienda esta tarea, pensé que hasta el momento no existía una buena expresión de revolución en la arquitectura. Quise expresar revolución en esa escuela. Lo que sentí en aquel momento fue una explosión emocionante.” Lamentablemente las construcciones no pudieron ser terminadas en su totalidad y en la actualidad se ven afectadas por la falta de conservación, pero el conjunto en sí es un ejemplo excelso de la arquitectura orgánica. Hortensia Peramo Cabrera, destacada investigadora y profesora de esa institución, lo recuerda así: “La ena era una criatura de la Revolución y de la cultura cubanas, con la que los integrantes de nuestra intelectualidad de vanguardia se sentían comprometidos. En definitiva, todos ellos, en alguna medida y de algún modo, habían luchado o soñado con un proyecto docente como el concebido para la ena . ” Este novedoso proyecto artístico pedagógico hizo realidad los “viejos sueños insatisfechos” de las vanguardias artísticas y constituyó un parteaguas en la formación de los artistas cubanos cuyo resultado saltó a la vista desde la primera generación de egresados en 1967. De las primeras generaciones de artistas formados en la ena destacan las figuras más representativas de la plástica cubana que se dio a conocer en la década de los setenta como Ever Fonseca, Nelson Domínguez, Flora Chong, Pedro Pablo Oliva, Eduardo Roca Salazar Choco, Roberto Fabelo, Tomás Sánchez, entre muchos otros. Desde sigue
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EL INSTITUTO SUPERIOR DE ARTE/UNIVERSIDAD DE LAS ARTES
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Flora Fong, Abanico tropical
entonces y hasta la fecha, una pléyade de artistas reconocidos han egresado de esta respetada institución. En el plano de la enseñanza se pretendía lograr algo “nuevo”, acorde con las circunstancias y el programa educacional que ofrecía la Revolución, pues esto era decisivo para la formación de las nuevas generaciones. Algunos de los artistas más connotados de la época prerrevolucionaria fueron llamados a participar en el diseño de los planes de estudios y a impartir determinadas cátedras. Consecuentemente, la primera etapa tuvo un carácter experimental que se fue definiendo poco a poco. También se determinó que los egresados ejercieran como profesores de su especialidad, una inigualable experiencia para los jóvenes estudiantes. Además de las especialidades de pintura y escultura, muy pronto se incorpora el grabado, que adquiere una tremenda fuerza al punto de convertirse poco a poco en un vigoroso movimiento reconocido y celebrado a nivel mundial. En este sentido, la ena constituyó un verdadero cultivo de jóvenes grabadores, lo que se puede considerar un importante aporte de esta institución al movimiento plástico cubano. Desde su fundación, en la ena se practicaron con entera naturalidad y libertad, las más diversas corrientes o tendencias: abstractos, concretos, realistas, surrealistas, expre sionistas, ópticos, cinéticos, organizadores de performances y seguidores del pop. Desde el punto de vista temático, había una tendencia a presentar asuntos relacionados con los acontecimientos que vivía el país, así como los tópicos relacionados con la épica pasada y del momento, tratados principalmente dentro de la nueva figuración en la que destacó el retrato de nuevo tipo, la recuperación del paisaje y la búsqueda de identidad. Una característica que siempre definió y diferenció a la ena con respecto a otras escuelas, fue su convicción pedagógica de que el alumno tenía ante todo que dominar el oficio. Por su conservadurismo y ortodoxia recibió en no pocas ocasiones severas críticas, pero al paso de los años se comprueba la relevancia del rigor en la formación técnica y conceptual de los artistas.
n 1976 se puso en marcha el Instituto Superior de Arte ( iSa ), concebido como una nueva opción que estableció la estructura de especializaciones de la Educación Superior como resultado del nivel alcanzado por la enseñanza de las artes en el país. En la actualidad, el iSa –o Universidad de las Artes– cuenta con las tres facultades iniciales– Artes Plásticas, Artes Escénicas y Música, a las que posteriormente se incorporaron Arte Danzario y Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual. Su labor abarca las enseñanzas de pregrado y postgrado, así como también se imparten cursos cortos y de extensión, incluyendo la preparación de profesores cubanos y extranjeros que optan por el grado de Doctor en Ciencias sobre Arte. Hoy en día que el arte cubano ha alcanzado un nivel de excelencia en las primeras filas del arte internacional. Vale la pena destacar la ardua labor que se ha llevado a cabo en la Isla en cuanto a la preparación
Dos aspectos de la ISA, Universidad de las Artes
académica de sus artistas, cosa que no sucede en todos los países, inclusive del llamado Primer Mundo. El sistema de enseñanza artística en Cuba es elogiado en todas las latitudes, como bien señala el artista y crítico uruguayo Luis Camnitzer: “ […] Hay un énfasis en su pensamiento lógico, la articulación de ideas, la evaluación objetiva, el desarrollo de un sistema de conceptos estéticos y criterios para guiar la búsqueda y adopción de un lenguaje personal y para estimular la imaginación y el talento creativo usando un máximo de significados expresivos.” No es casualidad ni producto de la herencia genética que los artistas cubanos hoy en día destaquen en las colecciones privadas y públicas de más alto renombre, y sean objeto de deseo en las galerías y ferias de arte más importantes. Hay todo un andamiaje cultural que con gran esfuerzo se construyó a partir de la Revolución y cuya continuidad y mejoramiento no han dejado de ser asunto de primer orden para el gobierno cubano, a pesar de los altibajos y crisis económicas del país. La educación y el fomento a la creación artística en sus diferentes manifestaciones deberían ser una prioridad de todos lo gobiernos del mundo. Cuba nos ha dado una gran lección en este campo y sus artistas plásticos –hoy cotizados y admirados en todo el orbe– dan cuenta de ello
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Clase magistral de Aurora Bosh en ISA, Universidad de las Artes
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LEER
Jornada Semanal • Número 1136 • 11 de diciembre de 2016
Los niños perdidos (un ensayo en cuarenta preguntas), Valeria Luiselli, prólogo de Jon Lee Anderson, Sexto Piso, México, 2016.
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n una época en que la literatura se ha dado permiso de ser un género en sí misma e incluso toma prestados recursos del periodismo, Los niños perdidos (un ensayo en cuarenta preguntas), de Valeria Luiselli, sin ser stricto sensu un ensayo, es un libro-puerta que nos permite acceder a un mundo del que la mayoría sólo ha escuchado hablar; un mundo que presentimos duro y lioso, pero no hasta qué punto. Todo arranca de una experiencia personal y una circunstancia casual: residente en Nueva York junto con su esposo y una hija pequeña, la familia aguarda por sus green cards que, entre otras cosas, les quitará de sus frentes el rótulo de aliens, como legalmente se les denomina a los inmigrantes (no extranjeros, sino extraterrestres, en sentido literal), aunque en su caso son pending aliens, que podría interpretarse como “pendientes de ser decretados humanos”, siguiendo la terminología legal, que no deja de resultar discriminatoria. Finalmente encontrarán en su buzón sólo dos de las anheladas tarjetas verdes: Valeria sigue siendo una pending alien. La abogada que lleva su trámite no se explica lo sucedido. Llegan a sospechar que los viajes que ha realizado la pending alien a algunos países de Medio Oriente pudieran ser la causa. Tras mucho darle vueltas al asunto, la abogada anuncia a la escritora angustiada que deberá abandonar su caso porque está siendo requerida con urgencia para participar en un nuevo programa gubernamental llamado priority juvenile docket, cuya finalidad es acelerar los procesos de deportación –o legalización– de los miles de niños indocumentados que han ingresado a territorio estadunidense entre octubre de 2013 y junio de 2014 –aunque hasta agosto de 2015 la cifra ascendió a 102 mil. Una de las cosas que la abogada comenta es que se le requiere por su conocimiento del español. Valeria parece olvidar su penuria por un instante y pregunta si ella –profesora en la Hofstra University– podría prestar servicios como intérprete de los niños: es aquí donde empieza a escribirse este libro. Nunca descubriremos si Valeria obtiene finalmente su green card, quizá seguía pendiente al momento de concluir la escritura, aunque a fin de cuentas lo que importa son las historias que va recogiendo a través de su labor como intérprete de niños cuya historia podría conformar una sola, la de nuestro imaginario, pero son casos y trayectos disímiles cuya única afinidad es la desesperación por escapar de circunstancias intolerables; el asedio de las gangas en primer lugar –si bien varios de los niños que logran quedarse habrán de reencontrarse en la high school con remanentes de la MS-13 o Calle 18–, aunque también están los abusos de los adultos y el hambre. Las cuarenta preguntas a las que hace referencia el subtítulo
Preguntas capciosas EVE GIL pueden llegar a ser tan absurdas como la suposición de la abogada de que haber viajado a Turquía, que ni siquiera es un país fundamentalista, podría ser la causa de la retención de la green card de Valeria… absurdas y repetitivas, pretendidamente capciosas. Pero de ellas depende que el niño o la niña que aspiran a una residencia legal permanezcan a salvo y conquisten un derecho tan elemental como asistir a la escuela. Los niños con quienes trabajó la autora son predominantemente originarios de Honduras, El Salvador o Guatemala, pues gracias a una enmienda realizada por Bush en 2008 a una ley llamada Reautorización de la Protección de Víctimas de Tráfico, los niños mexicanos son deportados ipso facto, sin derecho a un abogado. Como quiera, lo que tienen que pasar los niños centroamericanos al cruzar la frontera mexicana –el abordaje de La Bestia, por ejemplo– es un infierno en el que mucho contribuyen no sólo las pandillas y los narcos, sino el gobierno de nuestro país y sus militares que, a solicitud del gobierno estadunidense, ha “reforzado” sus “medidas”, lo que sabemos qué significa; un infierno del que podrían no salir vivos, si no es que mutilados o violados o prostituidos; quizá por ello, los que han logrado llegar a su destino y ponerse en manos de Valeria Luiselli para que les otorgue voz, no cuentan historias tan espeluznantes como cabría esperar. “Los niños que cruzan México y llegan a la frontera de Estados Unidos no son ‘migrantes’, no son ‘ilegales’, y no son meramente ‘menores indocumentados’: son refugiados de una guerra y, en tanto tales, tienen derecho al asilo político.” Los niños perdidos no se restringe a la experiencia de primera mano. Echa mano asimismo de la investigación hemerográfica, pero es, esencial-
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La Jornada Semanal
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mente, producto de la indignación y la impotencia, pues como intérprete de los niños sometidos a juicio, lo más que la autora puede hacer por ellos es emplear la terminología protocolaria que convenza al juez –“prostitución”, “tráfico de personas”. Como una de las jóvenes autoras más importantes de México, es posible que logre mucho más a través de este revelador testimonio •
Los demonios de Cervantes, Ignacio Padilla, Fondo de Cultura Económica, México, 2016.
Era bien conocida la inmensa filia cervantina del querido y tan prematuramente ido Nacho Padilla: El diablo y Cervantes, antecedente de este volumen, es el primero de una trilogía que ahora concluye y es, al mismo tiempo, el libro póstumo de ese talentoso ensayista, cuentista y novelista que fue Nacho, un par de cuyos textos, precisamente pertenecientes a estos demonios, fueron publicados en estas mismas páginas a propósito de las celebraciones por el cuarto centenario de Cervantes y el Quijote. No hacen falta aquí encomios ni descripciones de contenido, forzosamente insuficientes; lo único que vale es proponer la lectura gozosa de un libro escrito exactamente así, a partir del goce y la admiración absoluta por el más grande autor de la literatura en lengua española y por su obra capital.
En nuestro próximo número
50 AÑOS DE FARABEUF: la revelación del símbolo Antonio Valle
jsemanal@jornada.com.mx
ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Naief Yehya
Agustín Ramos
listos con iniciatiVa El mes pasado una comisión del Senado presentó la iniciativa de Ley General de Archivos ( lga ) que consiste en 117 artículos organizados en tres libros más 15 artículos transitorios, cuyo texto, de 75 páginas con rúbricas de los comisionados, se puede leer en el enlace http://www.senado.gob.mx/sgsp/gaceta/63/2/2016-11-17-1/assets/documentos/Inic_Ley_General_Archivos_rubricas.pdf
rEacción Días después apareció el desplegado “Por el derecho a la memoria”, donde especialistas concernidos argumentaron sus preocupaciones en torno a las disposiciones de esa ley para con los archivos históricos. A juicio de los firmantes, estos último archivos se deben designar explícitamente como “fuente de acceso público”, su transferencia desde los archivos de concentración se debe ajustar a plazos temporales específicos para no dejar “a juicio del responsable de la dependencia en turno el hacer públicos o no los documentos bajo su resguardo”. Su valoración, añaden, la debe realizar un grupo multidisciplinario con presencia obligatoria “(y no opcional…) de un profesional de la historia”, en un lapso acorde con el promedio establecido “en las democracias” y no en dos años, pues este plazo “podría suponer su regreso a un archivo de concentración” con los consecuentes riesgos de destrucción “o sustracción por causas políticas”. Agregan también su oposición “a que el Sistema Nacional de Archivos, encabezado por el Archivo General de la Nación, quede bajo la tutela de la Secretaría de Gobernación”, a que sea el presidente de la República quien nombre al titular del agn y a que el Consejo Nacional de Archivos quede “en manos de funcionarios del gobierno”, pues los especialistas deben “tener una prevalente participación”. Advierten que la lga representa riesgos para “el trabajo de los investigadores en la historia y las ciencias sociales” y para la construcción de “una memoria colectiva plural e incluyente”. Y subrayan que en los antecedentes de la lga “se impulsó en todo el país un sistema de acceso a la información bajo la premisa de que la transparencia es fundamental en la construcción de una sociedad democrática, así como una garantía de los derechos humanos”. La intención del documento arriba sintetizado es difundir la oposición y las razones de personas calificadas, en primer lugar, en el ejercicio de la historiografía y la archivonomía. Y, por último, el desplegado apela a “las instancias y las autoridades involucradas en
esta iniciativa y en su implementación”, para que reflexionen en “la enorme importancia de los puntos aquí expresados”.
uróboro Escondido tras el sentido común y los lugares comunes propios del fodongo estilo parlamentario, la iniciativa de ley sólo tiene un propósito. Habla de administrar, organizar, coordinar, preservar, etcétera, para avanzar hacia la transparencia, la rendición de cuentas, la lucha contra la impunidad y el derecho a la información. Pero en realidad es una serpiente emplumada a principios de 2014 que reaparece en 2016 convertida en marrano que se muerde la cola, pues su contenido articula una pirámide cuyo fin es que el control absoluto de toda la documentación susceptible de aportar elementos de conocimiento y memoria –histórica o no– quede en manos del Poder Ejecutivo, es decir del presidente de la República y, en orden calculadamente descendente, de sus secretarios de Gobernación, Hacienda, Función Pública, Educación, Relaciones Exteriores y Cultura. Abajito deja una rendija a un diputado y a un senador, al Banco de México, al Conacyt y a un invitado con voz pero sin voto. Establece “tratamiento especial para los partidos políticos”, para receptores de “recursos públicos” y para ejecutores de “actos de autoridad…”. A los especialistas sólo se les considera opcionalmente para mayoritearlos en comités de tapanco. Además, para abrir boca, amenaza “derribar” el “arraigado prejuicio” de que los archivos sólo son para “aprovechamiento de los historiadores”… La gayola de los foros y los llamados a misa la cede a la ciudadanía cándida o interesada, solamente encima de quienes viven en lugares con menos de 70 mil habitantes. En suma: la Ley General de Archivos apuesta por la impunidad y atenta contra los derechos más elementales de la sociedad mexicana. Es vital anularla y para ello no basta clamar a quienes han perpetrado la masacre que faltaba para cimentar el autoritarismo, la masacre de la memoria colectiva •
Obama, primer presidente de la guerra permanente (i de ii) El incEndio Barack Obama recibió la presidencia de Estados Unidos en enero de 2009 con Medio Oriente en llamas y tropas estadunidenses empantanadas en violentos combates en Afganistán e Irak. La economía seguía hecha pedazos después de la catástrofe bursátil de 2007 y la confianza popular quedó deshecha cuando los responsables ni siquiera recibieron un regaño. Obama prometió terminar esas guerras, cerrar la prisión de Guantánamo y comenzar una nueva relación con el mundo islámico (en su famosa conferencia de El Cairo). En 2017 el primer presidente negro dejará el poder habiendo extendido el incendio. La guerra civil en Siria comenzó en 2011, como parte de la Primavera árabe, y tomó un cauce de violencia después de que quince niños fueron arrestados y torturados por pintar grafiti. Uno de ellos, Hamza al-Khateeb, de trece años, fue asesinado y su cuerpo fue devuelto a su familia brutalmente mutilado a manera de una terrorífica amenaza. Pero en vez de que la gente callara y se sometiera, la revuelta creció. En lugar de pedir democracia, la gente comenzó a exigir la renuncia de Al Assad y sus asesinos. Se formó entonces el Ejército Libre Sirio, con desertores del ejército, estudiantes, profesionistas, taxistas y ciudadanos. Hoy han muerto más de un cuarto de millón de sirios, y la mitad de la población, alrededor de once millones, ha sido desplazada internamente o más allá de las frontras de su país por la guerra.
la guErra quE no quiso pElEar Obama se mostró precavido y contradictorio en su aproximación a este conflicto, se manifestó en contra del gobierno de Bashar al Assad pero temía desestabilizar la región aún más y abrir otro frente para grupos extremistas. La primera opción de Obama era la diplomacia. Es imposible saber qué hubiera sucedido si hubiera intervenido masivamente a un nivel comparable a lo que hizo George Bush Jr. en Irak, pero sus acciones o falta de ellas no pudieron impedir la catástrofe. Ahora bien, Obama no envió tropas pero sí permitió que se armara a los grupos rebeldes a través de la cia y sus aliados, como Jordania, Turquía e Israel. Estas armas muchas veces terminaron en las manos de milicias fanáticas y de esta manera el conflicto se disparó en todas direcciones. Mientras, el Ejército Libre Sirio fue perdiendo relevancia. Es imposible predecir lo que sucederá en ese polvorín, pero aparentemente Al Assad con la ayuda de Vladimir Putin parece estar ganando la partida, como demuestran los recientes triunfos de las fuerzas del gobierno y sus aliados en Alepo.
la guErra quE sE limitó a aprobar En marzo de 2015 el presidente de Yemen, Alí Abdullah Saleh, un líder autoritario, corrupto y demagogo, tuvo que dejar el poder debido a la presión popular. Su sucesor sería su subalterno
Abdrabbuh Mansour Hadi. Sin embargo, el Estado estaba siendo desgarrado por militantes islámicos radicales asociados con Al Qaeda, así como por escándalos políticos, inseguridad, desempleo y hambre. En el vacío de poder, un movimiento Houthi, de la minoría chiita, se rebeló en contra del gobierno y, con el apoyo de un gran sector de la población, incluyendo buena parte de la mayoría sunita, tomó el poder en la capital Sana. Esto le pareció inaceptable a Arabia Saudita, que considera a los chiitas una amenaza vinculada con Irán, por lo que formó una “coalición multinacional” con la bendición del gobierno de Obama y atacaron Yemen y asesinaron a una docena de miles de yemenitas en una guerra que tampoco parece estar cerca de terminar.
la guErra quE no podía pElEarsE como guErra
A esto hay que sumar que Obama debió hacer frente a la plaga del Estado Islámico, un movimiento rebelde que desea “hacer al califato islámico grande otra vez” (Make the Islamic Caliphate Great Again, parafraseando al ahora presidente electo Trump), y que no se ha limitado a conquistar territorio en el Levante, sino que ha lanzado (o inspirado) numerosos ataques en Europa, Asia y Estados Unidos. Supuestamente el ei está siendo destruido en algunos de sus bastiones, pero es difícil imaginar que esos golpes militares podrán desmantelar las redes de “células durmientes” y a los militantes entusiastas en todo el mundo que se radicalizan, comunican y planean sus atentados a través de las redes sociales.
VEnganza Obama y su gabinete asesinaron a Osama Bin Laden y, como bien sabemos, eso no aminoró la amenaza terrorista en el mundo ni fue un paso hacia un mundo más pacífico. Si en cambio lo hubieran capturado vivo (cosa que de acuerdo con los numerosos testimonios de aquella noche en Abbottabad hubiera sido posible llevar a cabo) y juzgado, quizás se habría podido dar un verdadero golpe al terrorismo y se habría reafirmado el papel de Estados Unidos como un Estado que respeta las leyes. En vez de eso, el asesinato de Bin Laden fue una simple venganza • (Continuará.)
JORNADA VIRTUAL
La masacre que faltaba
TOMAR LA PALABRA
naief.yehya@gmail.com
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Jornada Semanal • Número 1136 • 11 de diciembre de 2016
Germaine Gómez Haro
Alonso Arreola
germainegh@casalamm.com.mx
E
N LA ENTREGA ANTERIOR (núm. 1134, 25/ xi/2016) se hizo mención a la impresionante riqueza y diversidad de la producción artística en Cuba, cuya presencia ha ido in crescendo en museos, galerías, ferias y bienales internacionales. La plástica cubana actual tiene sus raíces bien cimentadas en el modernismo surgido en la primera mitad del siglo pasado, con artistas de renombre mundial, como Wifredo Lam, Mariano Rodríguez, Amelia Peláez, René Portocarrero, entre muchos otros, que han alcanzado un lugar en las primeras filas del concierto del arte internacional, conquistando precios deslumbrantes en el mercado, como se constató en la subasta celebrada en Christie´s en días pasados donde algunos de estos creadores rompieron sus récords de precios. El arte cubano contemporáneo comenzó a darse a conocer en el exterior en la década de los ochenta con los artistas egresados de la Academia de San Alejandro y del Instituto Superior de Arte (isa). Estas escuelas se consolidaron con el triunfo de la Revolución que tuvo el gran acierto de apostar por la educación de su pueblo y hoy es innegable que en este campo los frutos están siendo cosechados. Es de maravillar la formación académica de los artistas cubanos que salen de las escuelas con una asombrosa preparación teórica y práctica que se ve reflejada en sus creaciones, sean cuales sean las técnicas y medios empleados. Las limitacio- 1 nes de todo tipo que se viven en la Isla –la dificultad para conseguir materiales o la ausencia de recursos tecnológicos que son tan importantes en el arte contemporáneo– no han sido un impedimento para la creación, inclusive pareciera que el hecho de sortear las condiciones contra viento y marea ha sido un aliciente para el desarrollo de una creatividad sin límites. Y el discurso crítico de la gran mayoría de los artistas se entrevera con su refinada calidad estética y un sentido del humor que no se pierde ni en los momentos más espinosos. Algo que sorprende al visitante que va en busca del arte cubano es la cantidad de espacios de exhibición que existen en la ciudad, auspiciados por el Consejo Nacional de Artes Plásticas. Es imposible recorrer la cantidad de exposiciones que se llevan a cabo simultáneamente en las distintas galerías estatales que cumplen con la misión de promover el arte cubano para el público local y para los extranjeros. Una modalidad interesante es la aparición de los primeros proyectos privados en el país: en 2011 el coleccionista y promotor cultural Juan Busto reunió a un equipo interdisciplinario de profesionales y crearon el sitio web Avistamientos Gallery, cuyo objetivo es promover y comercializar el arte cubano local, así como patrocinar proyectos curatoriales. También recientemente abrió sus puertas la Galería 66 de Sandra Contreras, primer espacio privado en la Isla dedicado a la venta de arte. Es de aplaudir el advenimiento de estos esfuerzos de iniciativa privada que abren una nueva vía de promoción cultural y de fomento al coleccionismo cubano. Otro caso singular que está 2 haciendo historia en La Habana es el Centro de Arte Continua, filial de la Galleria Continua que tiene sedes en San Gimignano (Italia), Moulins (Francia) y Beijing (China). Hace unos días inauguró en La Habana tres alucinantes exhibiciones individuales de tres de los más grandes creadores contemporáneos: Jannis Kounnelis (Grecia), Michelangelo Pistoletto (Italia) y Anish Kapoor (India). También tuve la oportunidad de asistir al Festival Internacional de Ballet de La Habana que a partir de esta edición lleva el nombre de la prima ballerina assoluta, Alicia Alonso. A lo largo de diez días se presentaron sesenta y siete obras de veintiún compañías provenientes de varios países, con la participación de una veintena de bailarines de primer nivel. Además de admirar la calidad de las coreografías, los visitantes de muy diversos países quedamos cautivados por la belleza del Gran Teatro de La Habana recién reinaugurado en enero pasado tras una remodelación titánica que merece ovaciones por tratarse de uno de los teatros más hermosos del mundo. También en esos días se llevaba a cabo el magno evento Noviembre Fotográfico organizado por la Fototeca de Cuba que reúne en diversos recintos culturales y galerías una nutrida programación que incluye unas cuarenta exposiciones, así como conferencias, talleres y encuentros con artistas y críticos nacionales e internacionales. La actividad cultural en La Habana es vibrante, intensa e inabarcable. Se respira arte por todas partes. Y los vientos soplan cada vez con mayor frescor y libertad • 3 1. I hope, Ernesto Javier Fernández 2. La necesidad de otros aires, Arlés del Río 3. Centro de Arte continua, Michelangelo Pistoletto
ARTES VISUALES
Postal de La Habana (ii y última)
@LabAlonso
Música y turismo (ii y última)
H
ABLÁBAMOS HACE SIETE DÍAS sobre un libro que llegó a nuestras manos. Éste: Identidades en venta, músicas tradicionales y turismo en México. Editado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la unam, integra los ensayos de diez investigadores divididos en cinco bloques temáticos. El primero:“Turismo, música y danzas tradicionales de los pueblos indígenas.” El segundo:“Turismo e invención de las tradiciones musicales y dancísticas.” El tercero: “Turismo, comunidad y músicas tradicionales.” El cuarto:“Turismo de masas, espectacularización e industrias culturales.” Y finalmente:“Antecedentes de la invención de la tradición.”
Como verá nuestra lectora, lector, el eje se mantiene claro a través de sus 339 páginas, nutridas con abundantes mapas, fotografías, esquemas, cuerpos analíticos y bibliografías. Sea de masas o comunitario, el turismo es el objeto sobre el que reflexionan filósofos, etnomusicólogos, músicos, lingüistas, musicoterapeutas, sociólogos, antropólogos y periodistas dedicados a desenmarañar incontables hebras tejidas por gobiernos federales, estatales, municipales y tradicionales; por influencias y presiones externas y locales; por sucesos históricos propios y ajenos; por cambios en los sistemas económicos y sociales; por la evolución tecnológica y la expectativa de nuevas audiencias; por múltiples acontecimientos que confluyen en ese momento cuando entran en contacto los turistas y las músicas y danzas tradicionales de México (aunque en realidad se trata de un asunto que merece atención mundial y urgente). Es común escuchar en el discurso oficial y mediático los muchos beneficios que trae el turismo, actividad que pocas veces se cuestiona desde la óptica comunitaria y que siempre se mide con los instrumentos de la macroeconomía. Reduciendo su acción y significado, la iniciativa privada se suma al adelgazamiento del fenómeno estableciendo analogías infantiles tipo: el turista es un visitante que llega a nuestra casa. Visto así, desde luego, hay que ponerse los trajes de charro y china poblana para que los dólares arreglen sonrisas y brindis desenfrenados con tequila. Sin embargo, las consecuencias de pensar las representaciones de tinglado –con instrumentos o bailando– como obras interpretadas para el puro entretenimiento del convidado y no como reflejo y resultado sincrético de siglos de cultura en movimiento, representa un altísimo riesgo para la manutención de los rasgos originales de cada pueblo. No nos malentienda. Estamos lejos del purismo. Nos parece natural y bueno que la gente viaje. Nos entristece que cada vez menos personas puedan financiar sus vacaciones. Empero, el asunto que nos ocupa hoy, sin establecer juicios maniqueos, es la deformación que artistas y artesanos sufren cuando se juntan la necesidad y la tentación del dinero. En ese punto, las ganas de dar gusto y de competir por mejores clientes vilipendian al rito y la celebración antigua. “Sólo hoy estaremos juntos”, parecen decir los turistas.“No podemos quedarnos con las ganas”, responden anfitriones dispuestos a repetir la misma canción y la misma danza el día de mañana, y mañana, y mañana. Paseantes, viajantes, excursionistas, migrantes, exploradores y peregrinos
son otras clases de transeúntes cuyo traslado no necesariamente sigue las normas del turismo convencional. Fuera de las temporadas “altas”, en grupos pequeños o en solitario, dándole tiempo al tiempo, vinculándose con la vida cotidiana y el contexto natural, integrándose a costumbres sin forzarlas, asistiendo a fiestas calendáricas, a mercados, cementerios, templos y plazas sin atender a etiquetas tipo “Pueblo Mágico” o a fiestas prefabricadas en ciclos repetitivos, así es como mejor saben las músicas y danzas de la Tierra. Entonces, al esfuerzo de ahorrar habrá que añadir el de salir del cauce planeado por las mafias, aprovechados o atolondrados que convierten al turismo en reses de matadero. Partir de la suerte compartida con quienes no conocemos, pero escuchamos cantar. Sentir el presente sin la prisa del guía que transforma situaciones en llaveros y tazas. Negarse a usar el Uniforme de la Libertad Global (bermudas, zapatos que emparentan al tenis con la bota de campismo, camisa polo, gafas de sol, reloj de pescador de ostras, gorra, protector solar, navaja suiza). Ése con que el turista de masas se presume cómodo, listo para la aventura. Ése que brilla en la noche de la normalidad. Ése que corresponde al tiempo y no al lugar. Ése que, no importando si se está en Chipre o Guatemala, deviene en moneda para mover al mundo aunque, en el fondo, no signifique sino que el turista va huyendo, rebotando en todo. En fin, que de esto y de muchas cosas más trata Identidades en venta, libro recomendable si lo que deseamos es mirar tierra adentro, renovadamente, en lugar de preocuparnos por quién decidirá nuestro futuro al otro lado de la frontera. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
11 de diciembre de 2016 • Número 1136 • Jornada Semanal
Ana García Bergua
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Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch
A PRIMERA ES EL más reciente libro de Fabio Morábito, Madres y perros (Sexto Piso). La mayoría de estos cuentos del autor de Grieta de fatiga y El idioma materno tienen en común la mirada de quien se enfrenta a las cosas un poco desde los márgenes. Por ejemplo, el cuento que le da título al libro detalla los pretextos de un hombre que debe alimentar a la perra de su hermano en lo que éste cuida de la madre de ambos en el hospital. El temor a la perra y su culpa porque debe sentir hambre es su manera de enfrentar algo mucho más profundo. Así sucede con otros de los cuentos, como “El velero”, sobre un hombre que regresa al departamento que
Anamari Gomís
habitó de niño o “Los holandeses”, que de alguna manera hablan de los modos sesgados de recuperar el pasado. Hay otros en los que el sentido del humor tiene algo tierno y perverso, como la genial “Roxie Moore” o “La cantera”, donde un niño perdido en la niebla va rememorando los consejos para sobrevivir de las novelas de aventuras. Algunos lindan con el enigma y lo fantástico, como los corredores que se convierten en una manada depredadora cuando se apagan las luces (“En la pista”) o el de los dos hombres que esperan un autobús a ambos lados de una carretera desierta. Y no faltan, pues es uno de los temas de Fabio Morábito, los que abordan la escritura y el libro, como “Celulosa nítrica” y “La fogata”. Son también notables los lugares donde transcurren estas historias: una cantera, un lago, una carretera, una playa en la noche, un bar en el Berlín que despierta, la fiesta de una vecina a la que el protagonista ingresa porque perdió su llave. Territorios un poco desiertos, siempre ajenos y a la vez llenos de enigmas y posibilidades, como los lotes baldíos de que hablaba el propio Morábito en uno de sus primeros libros, como el cementerio de Emilio, los chistes y la muerte. Estos cuentos de Fabio Morábito me recuerdan un poco a los de Italo Calvino en Los amores difíciles, la misma meticulosa extrañeza que al alejarse un poco de las cosas las hace más claras y reveladoras. Después de todo, se trata de un narrador que se mete de cabeza en las situaciones para darles la vuelta y encontrar su profunda verdad. La segunda es La vida por un imperio (Ediciones b), de Anamari Gomís. Yo creo que es el mejor libro de la autora de Ya sabes mi paradero. La portada es engañosa, pues sugiere que se trata de la leyenda según la cual Juárez le perdonó la vida a Maximiliano por ser masón como él. Maximiliano viviría en El Salvador con la identidad de Justo Armas, un hombre muy parecido al emperador austríaco,
que poseía una vajilla de Baviera y andaba siempre descalzo. Este, sin embargo, es el pretexto de un viaje que realiza Fernanda, una estudiante de historia, con el doctor Altamirano, su profesor, en los años ochenta, a buscar las huellas de Justo Armas en Cuba, Costa Rica y El Salvador. Altamirano es un viejo homosexual erudito, obsesionado con el trabajo y los tratamientos rejuvenecedores de la famosa medicina cubana.Y la alumna que lo cuida –y en muchas ocasiones sufraga aquellos gastos que el profesor, distraídamente, le deja caer–, es una mujer en sus veintes con un matrimonio que no funciona. La vida por un imperio tiene algo de novela de formación, pero en clave a la vez paródica y muy realista. En efecto, a lo largo del viaje con su neurótico, enfermo y claridoso profesor, Fernanda descubre una serie de cosas sobre sí misma y sus relaciones y sus expectativas, y a la vez nos regala un retrato de época y de los tres países mencionados que se antoja muy vívido y vivido. Especialmente la experiencia en Cuba, ahora que ha estado en las noticias, es un testimonio muy interesante de esa especie de fachada que el país ofrecía a sus visitas, la sabrosa vida de los bares con música, las intrigas soterradas y el romance con un macho revolucionario. Nuestra Fernanda en La Habana es un personaje fresco y a la vez enternecedor, que convive en una estrecha cotidianidad con esta especie de monumento que exige, comanda y le suelta tremendas verdades mientras ella le tiene que conseguir el tinte para el bigote. Y en medio de esas aventuras, sí, nos enteramos de lo que pudo ser un Maximiliano exiliado por Benito Juárez y una Carlota que a lo mejor no estaba tan loca, pues ya en Bélgica seguía encargándose de los negocios de su esposo. Una novela verdaderamente sabrosa, escrita con enorme gracia, cultura y fluidez. De las que se agradecen en estos tiempos •
PASO A RETIRARME
L
L
A CANDIDATA, FLAMANTE BODRIO televisivo nacido de la compulsión manipuladora de un consorcio que se cree gobierno, no resiste una ojeada a su narrativa. Absurda como telenovela, insulsa como producción televisiva con todo descaro creada para tratar de incidir en el voto de las próximas elecciones federales en favor de Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón y así reeditar en la presidencia de México el amasiato nefasto entre fachos que insisten en doblegar la esperanza de millones de mexicanos desde falansterios como el Partido Acción Nacional, la Coparmex, la arquidiócesis de México, el Yunque o el mismo pri; y es lo mismo desolador que fascinante ver cómo el podrido régimen mediático político sigue apostando a las mismas fórmulas ya sobadas hasta el cansancio, instalado a dos nalgas en la premisa –y lo cierto es que hasta ahora no han errado mucho los tiros y la mejor prueba es la prevalencia misma en el poder de un títere mediático como Enrique Peña Nieto– de que el pueblo mexicano sigue siendo el crédulo intonso, el tonto útil de siempre, y que una telenovela será de gran ayuda para manosear el venidero proceso electoral en el que el gran adversario del régimen y sus contlapaches de siempre es, otra vez, Andrés Manuel López Obrador. En ese orden desastroso de ideas, la próxima presidencial marioneta del régimen sería la señora Zavala de Calderón. La Candidata en sí no aporta absolutamente nada nuevo al viejo rosario de pleitos de siempre y pan con lo mismo (nunca mejor dicho) que son todas las telenovelas que hace Televisa (e invariablemente tv Azteca, que luego sacará su propia mala copia). El argumento es predecible: una pareja en el poder, él un tanto misógino (¿quizá como débil metáfora de la misoginia que es evidente en el prianrd ?) y ella una mujer decidida a cambiar las cosas, incluidas las porquerías del marido, que resulta –y aquí quizá guión televisivo y realidades conyugales del poder no anden muy desencontrados, por aquello del dipsómano “estigma” de metro y medio– ser un político, vaya sorpresa, corrupto. Ella, la mujer, será la redentora, que supone cambiar las cosas para bien. Sí, chucha, cómo no. Parece reedición de mito guadalupano, vaya, pero no es más que un mal refrito de The Good Wife, la serie creada por Michelle y Robert King para la cadena cbs. Margarita Zavala, la de carne y hueso, la verdadera, no la que fabrican los medios y allí especialmente las televisoras, nunca ha estado del lado de la gente, sino del de los grupitos de poder fáctico que pusieron a su marido en la silla grande. Nunca ha competido elec-
toralmente por un puesto público. Nunca ha ganado una elección. De nada. Y nunca condenó ni siquiera en el discurso a su prima, la dueña de la Guardería abc y última responsable de la muerte de cuarenta y nueve niños inocentes, sino todo lo contrario, desde el pináculo del indiscutible poder terrenal que en México supone ser la esposa del presidente, brindó protección a su parienta y a sus socios. Tampoco se pronunció en contra del genocidio brutal que traducido en cientos de miles de desaparecidos y asesinados supuso la tontería de “guerra al narcotráfico” que lanzó Felipe, su maridito, para tratar de arroparse de legitimidad inmediatamente después del sonado fraude electoral de 2006 con el que el panismo definió su clara vocación antidemocrática. De la que echa mano felizmente otra vez, al alimón con Televisa y el resto de los oligarcas ojetes de siempre, para torcer la realidad nacional de acuerdo a sus intereses de grupo y aunque se lleve otra vez al país entero entre las pezuñas. Ese es precisamente el propósito de una telenovela politizada y tendenciosa como La Candidata: no será extraño ver insertos diálogos absurdos de los personajes, simulando que discuten una plataforma socioeconómica diseñada de espaldas al pueblo, impuesta a rajatabla para satisfacer intereses mezquinos y aunque bien sepan, esos que operan la caja china, que no representa lo que la gente de este país realmente quiere… Y aunque su candidata no sea idónea sino todo lo contrario. Aunque suponga que su proyecto político será el mismo, privatizador, enemigo del sistema de bienestar estatal, cómplice de empresarios corruptos y politicastros prevaricadores, en el mejor de los casos paternalista y clientelar. Porque lo último que les importa realmente es el futuro de este país o el bienestar de quienes lo habitamos, sino las variadas maneras que tienen los canallas miserables de robarse el erario y seguir engordando sus faltriqueras sin fondo •
CABEZALCUBO
La imposición de La Candidata
Dos lecturas para el fin de año
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Jornada Semanal • Número 1136 • 11 de diciembre de 2016
Orlando Ortiz
Luis Tovar @luistovars
Cuando salí de El bar
N
o salí como araña fumigada, tampoco arrastrando la cobija y ensuciando el apellido, o con el sombrero en las patas –como decían en mi pueblo. Salí totalmente sobrio pero embriagado por la prosa de Rubén m. Campos, autor de El bar. La vida literaria de México en 1900. Esta obra dice mucho de los autores (algunos) que se agruparon en torno a la Revista Moderna. Sus páginas contienen crónicas valiosas, centradas fundamentalmente en la atmósfera y la bohemia existentes en el mundo intelectual de finales del siglo xix e inicios del xx. Encontramos poetas, músicos, pintores y artistas en general, a veces únicamente mencionados, otras, en
afortunados retratos trazados con volumen y pinceladas dramáticas o trágicas. La proclividad a disfrazar un poco a los aludidos se evidencia en el caso de dos de los “personajes”, el uno llamado Benamor Camps (anagrama del autor) y el otro, Raúl Clebodet (anagrama de Alberto Leduc). Los más, como Amado Nervo, Luis g. Urbina, Jesús e. Valenzuela, Díaz Mirón, Julio Ruelas, Manuel m . Ponce, Miguel Lerdo de Tejada, etcétera, aparecen con sus nombres. Dejemos eso para mejor ocasión, pues tal vez haga otras visitas El bar. De momento, y dada la fecha, quiero hablar de “El santuario de la Villa de Guadalupe”, uno de los capítulos de este libro, que me llevó a confirmar algo que venía rondando en mis demacrados lóbulos cerebrales. ¿Qué tan cierto es eso de que la Virgen de Guadalupe es la reina o patrona de TODOS los católicos mexicanos? Hay crónicas que relatan la ostentación mostrada por quienes acudieron a darle la bienvenida a Carlota y Maximiliano, que habían pernoctado en ese santuario la víspera de su entrada a Ciudad de México. Magnificencia similar se había presentado antes, en las visitas de algunos gobernantes de abierta filiación monarquista y coludidos con jerarcas de la Iglesia. Pero después de Calpulalpan, aristócratas, plutócratas y fauna similar se esfumaron. Benamor Camps y Clebodet acuden a la Villa un 12 de diciembre y los comentarios que hace el segundo de lo que encuentran son tremendos y hasta crueles, si ignoramos las circunstancias. La descripción de la Villa y alrededores es la de un lugar inmundo, y hace una crítica feroz a los peregrinos, gente ordinaria, indios de todas las regiones del país que arrastran su miseria y sumisión, pero “no sólo los indios infestan la Villa de Guadalupe en las fiestas de diciembre, sino toda clase de vividores que acuden a explotar el tianguis que se renueva cada vez que hay fiesta: galleros que abren un palenque donde se despluma más a los jugadores que los gallos...” y la enumeración continúa, para
poco después señalar que “además de las muchedumbres de indios que se retiran temprano a acampar en sus clanes al aire libre, hacen irrupción de noche millares de truhanes de todas calañas, jugadores y rateros, mujerzuelas y rufianes...” Los comentarios de Clebodet siguen por el mismo tenor, lo que molesta a Benamor, que pregunta “¿No es este el núcleo de la fe de los mexicanos y por tanto el lugar de honor en que se reúnen?” La respuesta de Clebodet la pueden imaginar. El caso es que yo me he preguntado algo similar, pues jamás he visto que haya peregrinaciones a la Villa de congregaciones de Polanco o de las Lomas de Chapultepec, por decir solamente dos sitios. Es más, ni siquiera de la colonia Roma o de la Narvarte. Si se hiciera un recuento de los peregrinos que llegan a la Basílica cada año, estoy cierto de que en su inmensa mayoría serían gente humilde, campesinos, indios, obreros, artesanos, “toreros”, ambulantes... y no se encontraría ni una sola persona de las colonias mencionadas. Tal vez, algunos de clase media baja y media-media; los de la mediaalta no creo que acostumbren asistir a dicho santuario, y menos en diciembre, cuando el peladaje llena el recinto y se desborda. (Es posible que debido a la transmisión por t v que se hace, lo que implica la presencia de “estrellas” cantándole las mañanitas a la guadalupana, asistan algunas personalidades y “gente de bien”; pero lo harán por conveniencia y porque alguna autoridad eclesiástica los invitó, no por gusto, menos todavía por convicción. Y seguramente les abren camino cuando termina el borlote, para que no tengan que mezclarse con los peregrinos andrajosos y lleguen sin problema a sus camionetas blindadas). Si les preguntáramos el motivo de su ausencia, seguramente responderían: “Todavía hay clases sociales.”Y cada vez se polarizan más y se incrementa la desigualdad, agregaría yo. Pero a la jerarquía eclesiástica le parece normal esa discriminación •
H
ACE YA MÁS de un año que hizo lo que suele llamarse “ruta de festivales”, entre los cuales pueden mencionarse los de Venecia, Morelia y Los Cabos, e incluso ya compitió como Mejor Película en la más reciente edición de la entrega de los Arieles, pero fue apenas antier, viernes 9 de diciembre de 2016, cuando tuvo su estreno comercial el cuarto largometraje de Rodrigo Plá, titulado Un monstruo de mil cabezas. Tan excesiva espera es prueba fehaciente de la distorsión que padece la cinematografía en México, aquí reiteradamente aludida, por culpa de la cual un
elevadísimo porcentaje de la producción nacional tarda demasiado en cumplir su ciclo natural o acaba por no cumplirlo jamás. Nacido en Montevideo en 1968 pero avecindado en México desde hace muchos años, Plá dio prueba de gran talento desde su primer cortometraje, Novia mía, de 1995, y sobre todo con El ojo en la nuca (2000). Fue hasta 2007 cuando presentó su primer largometraje de ficción, la bien lograda y desasosegante La zona. Un año después desconcertó a más de uno con Desierto adentro, filme muy apartado de lo que, hasta ese momento, así fuera de manera germinal daba visos de ser una filiación estilística y temática más bien orientada hacia las historias urbanas contemporáneas. Esa percepción, sin embargo, vino a ser confirmada por La demora, filmada en 2012, en la que Plá retomó, junto con su guionista de cabecera Laura Santullo, el abordaje de una conflictiva de múltiples aristas, definitivamente inserta en lo que se dice líneas arriba: el mundo urbano actual.
la mEdicina, EsE nEgocio En dicho sentido, Un monstruo de mil cabezas puede ser entendida simultáneamente como una extensión y como una profundización en los vericuetos infinitos y los claroscuros –sobre todo estos últimos– de ese universo citadino contemporáneo que, a simple vista, la mayor parte del tiempo pareciera correr sobre los tersos rieles de una vida fundada en la costumbre, la rutina y un díaa-día cuya monótona tonada se vuelve sinónimo de serenidad y de estabilidad, como quien todas las mañanas se levantara pensando que “a como están las cosas, ya mejor ni sueño con que mi situación mejore, más bien me conformo con que todo siga igual”. Ese pudo haber sido el personal y humilde mantra que Sonia (soberbia, Jana Raluy) se repitió durante mucho tiempo, hasta que la suerte, el destino o como cada quien prefiera nombrarlo, decidió que no más: con un esposo gravemente enfermo y confinado a estar en cama, con un hijo adolescente de quien hay que hacerse cargo, con las tremen-
Jana Raluy en Un monstruo de mil cabezas
das limitaciones económicas propias de una clase media cada vez más pauperizada –entre muchas otras causas precisamente por eventualidades como la que Sonia experimenta–, rutina y mantra cambian por completo, y ya no se trata de permanecer igual sino, ante la irrupción de una crisis que se cierne sobre un estado de las cosas de por sí crítico, de lo que se trata es de salir a toda costa, de ponerle algún remedio, cueste lo que cueste. En plena justificación del adjetivo “kafkiano”, que suele aplicarse a todo género de situaciones en las que solamente impotencia y exasperación se obtienen como resultado del monolitismo, la absoluta indiferencia y la insensibilidad institucionales/empresariales que no entregan el trato ni las soluciones para las que se supone fueron creadas, Un monstruo de mil cabezas vale como paradigma de una sociedad que se ha estratificado hasta el anquilosamiento de una inmovilidad que a todos condena: a los de abajo, a permanecer ahí aunque vean cómo vida y rutina se deslavan, o cómo un mal día todo fenece, mientras a los de arriba, si quieren conservar el estatus privilegiado del que gozan, los “condena” al ojo de vista gorda, la corrupción institucionalizada, la deshumanización rampante. ¿Qué más les da otro enfermo que “no la libró”, mera estadística para un sistema de salubridad por un lado, una póliza de seguro más por otro, a la que conviene no dar trámite para que la compañía pueda ahorrarse un gasto? ¿Quién se acuerda del juramento hipocrático, si es que todavía se enseña en las facultades de medicina? Y si todavía, ¿quién quiere ser el romántico que anteponga esa antigualla a los beneficios económicos que concede jugar el juego cruel de “te aseguro pero me aseguro de que jamás cobres el seguro”? Dedo en la llaga de un sistema que hiede, cruda y totalmente apartada de cualquier complacencia, Un monstruo de mil cabezas propone la desesperación y su conducta extrema como puerta de salida para un estado de las cosas insoportable •
CINEXCUSAS
El mal de Kafka
PROSAÍSMOS
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ENSAYO
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anto en términos cronológicos como en lo que respecta a sus contenidos y formas de realizarlo, es posible separar al cine cubano en dos mitades casi exactas, divididas por la Revolución cubana de 1959: hasta esa momento, la cinematografía cubana sumaba poco más de seis décadas de vida, y de entonces a esta fecha han transcurrido cincuenta y siete años. Las diferencias entre una y otra etapa son abismales. Compuesto apenas por un centenar o poco más de filmes, la primera mitad el cine cubano consistía sobre todo en dramas y melodramas románticos, cuando no en meras postales más turísticas que otra cosa, muy a la manera del cine tanto estadunidense como latinoamericano de aquella época. No es casual que el cine cubano prerrevolucionario estuviese plagado de actores, actrices y realizadores de otras naciones, México de manera destacada quizá en virtud de que cineastas cubanos, como Ramón Peón, a su vez tenían una presencia notable en nuestro país. Basten dos botones de muestra: la coproducción México-Cuba Un extraño en la escalera (1954), de Tulio Demicheli, protagonizada por Arturo de Córdova y Silvia Pinal, y La fuerza de los humildes (1955), otra coproducción con México, dirigida por Miguel Morayta y con Columba Domínguez, Roberto Cañedo y Joaquín Cordero al frente del reparto. Para Mario Barral, cineasta de esa época y director, entre otras, de Con el deseo en los dedos (1958) y De espaldas (1956), había una explicación para dicho fenómeno: “la cultura cubana es precisamente el paradigma por excelencia de integración antes que de exclusión, de asimilación más que de negación”, lo cual es tan innegable para Cuba como lo es, en general, para toda Latinoamérica, y no sólo tocante a la cinematografía. Empero, el propio Barral ponía el dedo en la llaga al afirmar que “tampoco hemos sido del todo convincentes en eso de desterrar los viejos fantasmas orolianos, la visión populista, y de mera postal, de esa realidad tan compleja que vivimos”.
El nuevo (de verdad nuevo) cine cubano
Al destierro de esos “viejos fantasmas”, orolianos o no, parece haberse abocado de inmediato el cine cubano tan pronto se vio libre de las ataduras formales y creativas de una semiindustria que, ocupada como estaba en la copia de modelos comercialmente probados, jamás terminaba de perfilar una identidad propia y que, como bien afirma Barral, en gran medida soslayaba a la realidad misma, suplantándola por un imaginario de pantallas adentro, descoyuntado de un contexto en permanente transformación.
11 de diciembre de 2016 • Número 1136 • Jornada Semanal
De retratar dicha realidad se ocupan los filmes de quien, salvo prueba en contrario, es el cineasta cubano más relevante de todos los tiempos: Tomás Gutiérrez Alea, afectuosamente conocido como Titón, nacido en 1928 y muerto hace poco más de veinte años, en abril de 1996. Más recordado entre las generaciones recientes por la célebre Fresa y chocolate (1993), codirigida por él y por Juan Carlos Tabío, Titón comenzó su carrera una década antes del triunfo de la Revolución cubana, y se convirtió en la figura principal del cine emanado de ésta desde el documental Esta tierra nuestra, de 1959, así como el largometraje de ficción Historias de la revolución, de 1960, pero sobre todo a partir de dos filmes fundamentales de la cinematografía cubana: La muerte de un burócrata (1966) y la magnífica Memorias del subdesarrollo (1968), basada en la novela homónima de Edmundo Desnoes. Por muchísimas razones, no sólo ideológicas sino culturales y, llegado cierto momento de penuria económica, también materiales, en Cuba quedaron muy atrás las posibilidades y las
Memorias, machetes, helados y vampiros: el cine cubano de las últimas décadas Luis Tovar
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pretensiones de hacer un cine que respondiera primero o mayoritariamente a los criterios mercantilistas que rigen en casi cualquier otra parte del mundo. Buena muestra de lo anterior es la lista elaborada por el crítico cinematográfico e investigador cubano Juan Antonio García Borrero, que en su imprescindible Guía crítica del cine cubano de ficción presenta las veintiocho cintas que, en opinión de diversos especialistas y conocedores paisanos suyos, integran lo más relevante de aquella cinematografía. Encabezadas por Memorias del subdesarrollo, Lucía (Humberto Solás, 1968, considerada una de las diez mejores películas de América Latina), Fresa y chocolate, Madagascar (Fernando Pérez, 1994), Papeles secundarios (Orlando Rojas, 1989), La muerte de un burócrata (1966) y La última cena (1976), ambas de Gutiérrez Alea, La primera carga al machete (Manuel Octavio Gómez, 1969), De cierta manera (Sara Gómez, 1974), Retrato de Teresa (Pastor Vega, 1979), El hombre de Maisinicú (Manuel Pérez, 1973) y Cecilia (Humberto Solás, 1981), las primeras doce fueron filmadas posteriormente al triunfo de la Revolución, y como parte del “top 20” cubano sólo tres filmes de dos decenas son previos a aquél l a : l a m í t i c a L a v i rg e n d e l a caridad, hecha en 1930 por Ramón Peón, la igualmente fundamental Siete muertes a plazo fijo, dirigida por Manolo Alonso en 1950, y El romance del palmar (Ramón Peón, 1938). No parece casual que, desde una perspectiva crítico-analítica pero también desde la que corresponde al público masivo c u b a n o , e l c i n e s u rg i d o d e l a célebre Escuela Internacional de Cine y Televisión, la eictv , pero también de los Estudios Cinematográficos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Taller de Cine de la Asociación Hermanos Sáiz, entre otras organizaciones, sea el que ven y sienten como el cine que los identifica, en el que ven reflejada su propia realid a d y, p o r e n d e , c o n e l q u e pueden e s t a b l e c e r u n d i á l ogo obra-espectador. Cualquier cubano conoce, por citar un ejemplo clásico, la animación Vampiros en La Habana (Juan Padrón, 1985), o la adaptación que Humberto Solás hizo en 1992 de El siglo de las luces, la magnífica novela de Alejo Carpentier. Como afirma el citado García Borrero, si bien es difícil hablar de algo llamado “cubanidad” –como sabemos que también lo es hablar de “mexicanidad” o cualquier otra condición idiosincrásica–, una de las mejores formas de aproximarse a la comprensión de lo que eso puede ser, es asomándose a una cinematografía que, contra muchas más adversidades que la nuestra, sean económicas o de otra índole, no deja de proponerse como espejo de una sociedad entera •