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NUEVA TRADUCCIÓN PARA EL PRIMER SIGLO
La tierra baldía, T.S. Eliot, versión, prólogo y notas de Hernán Bravo Varela, Fondo de Cultura Económica/ Universidad del Claustro de Sor Juana, México, 2022.
En la tradición de la poesía moderna, el poema La tierra baldía, de T.S. Eliot, luego de un siglo exactamente se ha publicado la traducción al español del poeta Hernán Bravo Varela. Es la traducción mexicana llamada a trascender entre generaciones. En nuestro país, el poema es parte de la continuidad del diálogo, desde tiempos del grupo sin grupo los Contemporáneos con la traducción de Enrique Murguía; con la generación de Taller y las revisiones críticas de Octavio Paz, así como los de la generación del Medio Siglo o de la Ruptura. El cambio de estafeta ha sucedido entre generaciones, representa la continuidad del diálogo y confirma el lugar del poema en la historia de la poesía moderna.
Por su vocación de poeta y editor, ensayista y lucido traductor, Bravo Varela acompaña su traducción con un prólogo de su autoría, las notas al poema de Eliot y precisa el lugar del poema, pero su traducción permite recordar nombres del pasado inmediato como las de Paz y José Emilio Pacheco, Homero Aridjis y José Luis Rivas, Víctor Manuel Mendiola y Gabriel Bernal Granados. La lista es un largo etcétera hasta llegar a su generación consciente de que su labor es otra y distinta. A propósito de esto conviene recordar que cada generación traduce a su manera a sus clásicos para continuar el diálogo, determinar un estilo y seguir reconociendo en ese orden las aportaciones de un poema como el de Eliot, casi inagotables.
La traducción inmediata anterior del poema en México es la de Bernal Granados, muy poco comentada y cuya circulación se reduce a conocedores y de lectores de culto. Por su parte, y por su condición de poeta, Bravo Varela confirma esa vocación ya existente de poetas traductores, que en el país han generado escuela. Él mismo es autor de una obra brillante, dueño de un estilo de devoción lírica, y vale decir que cuenta con la admiración entre los autores de su generación. Al traducir el poema de Eliot, Bravo Varela deja entrever la ruptura a veces necesaria, define la continuidad del tiempo, hace evidente su labor y se lanza al ruedo para definir su traducción, a un tiempo, como parte de la novedad que se publica precisamente en el año axial de 2022.
Se disfruta el encuentro con el poema; es posible gozar el eco establecido entre versos y apartados, y por los temas; todo como resultado del proceso mismo, que debió incluir la revisión de las versiones anteriores, haciendo posible que la suya se vuelva parte de un estilo que trascienda, al que se le reconozca ese antes y después en lengua española.
El encuentro con esa huella es parte de un estilo, como también lo es que conserve los 434 versos originales, las secciones en cinco partes, la cita de otros idiomas y que éstas se pueden leer a pie de página, así como las notas de Eliot al final del poema, para no estropear su goce literario. Esta traducción resulta diferente, pero conserva la unidad aleatoria desde el primer verso con esa seducción ejemplar que es preciso celebrar a la manera de Pacheco, cuando afirma que todo lo traducen entre todos y leer: “Abril es el más cruel de los meses, cultiva lilas sobre la tierra muerta…” Es deseable que esta traducción sea considerada ejemplar para que, desde ahora, sea leída por las actuales generaciones y al paso de los años se convierta en referencia obligada para aquel posible lector y en el futuro se busque acceder mediante ella a la lectura del poema.
Acertadamente, Bravo Varela recuerda los títulos posibles que ha tenido el poema, los recupera y sitúa como parte de un mismo itinerario: La tierra yerma, La tierra estéril, La tierra agostada, El páramo y El erial… son títulos que en su mayoría corresponden a poetas que lo han traducido en estos cien años. Como telón de fondo están presentes las guerras mundiales y locales, y una vez más estamos ante el más famoso poema de esta modernidad. El prólogo hace oír nuevamente tambores de guerra, pero será mejor leer el poema a partir de sus versos: “…témale a la muerte por agua” para reconocer esos versos definitorios de su propio encuentro, como aquel donde se lee: “Veo… multitudes que caminan en círculo.” l