Semanal

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Raúl Zibechi

DE LA DESCOLONIZACIÓN AL PENSAMIENTO CRÍTICO

FRANTZ FANON Frantz Fanon en África y Asia Samir Amin El cronista como cazador de conflictos: entrevista con Jon Lee Anderson Adriana Cortés Koloffon Los Ecos del barroco de Carmen Parra Vilma Fuentes

SEMANAL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA DOMINGO 12 DE AGOSTO DE 2018 NÚMERO 1223


LA JORNADA SEMANAL

Decir no, fresco de Bruce Clarke, avenida Pierre Semard, Carcasona, Francia

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FRANTZ FANON: DE LA DESCOLONIZACIÓN AL PENSAMIENTO CRÍTICO Psiquiatra, filósofo y ensayista, el martiniqués Frantz Fanon es, ante todo, un revolucionario notable por la fuerza de su pensamiento, espléndidamente plasmado sobre todo en sus dos obras cumbre: Los condenados de la tierra y Piel negra, máscaras blancas, fuentes esenciales para entender la naturaleza más profunda del colonialismo, el racismo y sus diversas variantes de dominación. Muerto prematuramente de leucemia en 1961, el pasado 20 de julio Fanon habría cumplido noventa y tres años de vida. Los ensayos de Raúl Zibechi y Samir Amin –este último, parte del prólogo a la edición en español de Piel negra…- abundan en el ideario de quien sigue iluminando las rutas de una auténtica liberación sociopolítica y cultural.

La poesía de

MARGARITA VILLASEÑOR Ante la reciente edición de su Poesía reunida, aquí se invita al lector a acercarse a la obra de una poetisa cuyo rigor clásico, a la manera de Juan Ramón Jiménez, de tono muy personal y trabajada sin prisa a lo largo de los años, es capaz de sorprender y mucho merece su revaloración.

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José María Espinasa ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

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omo ya he dicho en anteriores ocasiones, el éxito de la antología Poesía en movimiento, con más de cincuenta años de haber sido publicada, hizo que ante el lector cada vez más minoritario del género una buena parte de la lírica que se escribía quedara en el olvido: no era moderna. Es evidente que en ese juicio hay no poca justicia. Pero también lo es que, en su nom­ bre, se ningunearon obras con más valores de los que se cree y, sobre todo, la modernidad, después de un efímero boom, alejó a los lectores de la poesía. Esto sucedió de manera subrayada con las dos últimas generaciones de la antología citada, es decir las entonces más jóvenes. No estuvieron en la selección ni Eduardo Lizalde ni Gerardo Deniz: su movimiento no era el que la antología tenía presente, pero la lectura que hoy hacemos de ambos está claramente en la figura trazada por ella. En cambio, hay una poesía más tradicio­ nal, que no inmóvil, de características muy dis­ tintas que valdría la pena recuperar en su justa medida. Y en parte eso está ocurriendo. La poesía de Dolores Castro está ya disponi­ ble en el Fondo de Cultura Económica desde hace varios años para el lector interesado. En esa misma editorial lo estuvo hace ya tiempo la de Roberto Cabral del Hoyo. Cuando escuche al poeta zacatecano leer su poesía por los pri­ meros ochenta me resulto emocionante ver ese acento convencional y pueblerino, que yo creía ya olvidado, convertido en buena poesía. Hace unas semanas se celebró un homenaje a Dolores Castro por sus noventa y cinco años. Fue también emocionante oírla leer sus poemas, con su voz apenas en un hilo ante los atentos escuchas. No es que la edad les dé una calidad que no tienen, ya la tenían antes, pero nuestra obsesión por la modernidad nos impide verla, oírla, sobre todo. Los acentos tradicionales se dan en varios regis­ tros: la forma métrica y la actitud personal ante el yo lírico. Con la generación de nacidos en los treinta, la más marcada y la más protagónica de Poesía en movimiento, las cosas también tienen su miga. Y la nómina de poetas se reorganiza con base en el gusto del lector y en la aparición de nuevos nombres que no estaban allí por razones previsi­ bles. Justo en estos días circula un libro llamativo en esta corriente de revisión de los escritores de esa época. La Universidad y el Gobierno de Gua­ najuato han publicado la Poesía reunida, de Mar­ garita Villaseñor (1932­2011), en una cuidada edi­ ción a cargo de Carlos Ulises Mata. Ella es un caso extraño. Tuvo protagonismo público en cierto momento e incluso recibió el Premio Xavier Villaurrutia, por su poemario El rito cotidiano. Gozó también de cierto éxito como guionista para culebrones televisivos (a ella se debe El extraño retorno de Diana Salazar). Por edad pertenece a la generación de escritores guanajuatenses que va de Jorge Ibargüengoitia a María Luisa Mendoza. La edición viene precedida por un breve pero muy buen prólogo del narrador Enrique Serna, quien la trató y fue su amigo. Serna, con gracia


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y desenfado, traza el retrato de una poetisa –la palabra está en desuso, pero a ella le cuadra muy bien– con fuerza vital, alegría de vivir en medio de los dramas personales y amplio conocimiento literario. Si bien el nombre de Margarita Villa­ señor no me era del todo desconocido, nunca había leído su poesía. Atraído por el dibujo que de ella hace Serna me puse a leerla y realmente fue una sorpresa. Me esperaba la típica escritora de provincia, de pasiones arrebatadas resueltas en lugares comunes de una cursilería que no se atreve a decir su nombre, pero me encontré con una poesía rigurosa, trabajada en términos que hoy consideraríamos clásicos, muy influida por la estética de Juan Ramón Jiménez, tono del que se fue liberando con los años. Su lírica no es abun­ dante y como cuenta en su introducción Carlos Ulises Mata, fue escrita de manera espaciada a lo largo de los años y muchas veces en respuesta a sinsabores personales, crisis y desamores, con la voluntad catártica tan usual en una época. Otra sorpresa. El primer libro de esta autora, fruto del duelo ante la muerte en un accidente de motocicleta de su novio adolescente, lleva como entrada unos breves e inspirados versos que el poeta Pedro Garfias, amigo de su familia, le escribió al conocer el poemario: “Si se apaga este amor ¿se apagará esta voz?/ ¿Entornarán sus párpados, de vena roja, el sol?/ ¿Se hará la luz escombros, ceniza el corazón?/ ¿Se apagará esta voz, si se apaga el amor?” Curioso tino del gran escritor español para definir el tono que ella tendría toda su vida. En alguna ocasión, hablando también de Poesía en movimiento, señalé que esa idea de modernidad en realidad seguía siendo moder­ nista, en la cauda del Darío de Cantos de vida y esperanza, y eso pensé al leer el epígrafe de Gar­ fias y la poesía de Villaseñor. La rápida primera y sorprendida lectura de esta poesía tiene que llevar después a una más cuidadosa revisión de sus valo­ res, pero esta primera impresión me llevó a pensar en esa cruel condición del olvido que reviste ahora la llamada “fama literaria”. Crecí con la idea de que la poesía era una condi­ ción de excepción, que no se leían, y desde luego, no se escribían poemas como se escriben novelas policíacas. Pero esa idea es también en parte la culpable de que la poesía no se lea, no forme parte de nuestro entorno y ni su lectura ni su escritura sea un hecho común, suponiendo que lo haya sido algún día. Pero tal vez lo más excepcional de la poesía sea que pueda volverse una práctica, como ocurre en la adolescencia, de carácter cotidiano y natural y que su condición de excepción ocurra en esa atmósfera en que más que leerla se la respira. Por eso es tan importante la labor de recuperación y rescate de esos escritores olvidados que son legión. La labor de la crítica es leer sin prejuicios, revisar nuestro árbol genealógico literario. Si no había leído antes a Margarita Villaseñor fue proba­ blemente por prejuicio. Ahora, gracias a esta edi­ ción puedo subsanar mi error. Ojalá a más lectores les ocurra lo que a mí y se sientan sorprendidos por la poesía de esta autora l

Película Margarita Villaseñor

Cuando regreses voy a ir a recibirte a la estación del tren. O iré en limousine al aeropuerto. Tal vez a un muelle del Pacífico a ver llegar el barco y agitar mi pañuelo. Todo como en un filme invadido de niebla. Me pondré un abrigo gris y un sombrero de fieltro. Llevaré, por si acaso, un paraguas inglés y un maletín de piel para los sueños. Tantos días lejanos, en una ficción de celuloide, en otro paralelo, con imágenes nuevas de ti mismo. Voy a llevar conmigo una banda de música y unas ramas de eneldo, una mañana abierta o una tarde de junio, o una noche oscura de luceros. Llegaremos a casa justo para tomar el té con el Brahms, en charola de plata. La Greta se pondrá un vestido de tul. Tendremos una cena con velas y champaña. Te pondré sobre el plato un manojo de insomnios y otra más de mis cartas.

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Entrevista con Jon Lee Anderson |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

A este experimentado y reconocido cronista especializado en Latinoamérica y admirador de Graham Greene, le gusta “echar un cuento bien contado” (como definía la crónica el Gabo), considera que el triunfo de amlo es esperanzador, que las conquistas del ’68 aún son tenues y que hay un riesgo latente en el mundo de que se resquebraje el orden democrático.

Jon Lee Anderson (California, 1957), eminente cronista, ha cubierto numerosos conflictos bélicos, algunos de ellos en Siria, Líbano, Iraq, Libya, Angola, Somalia y Liberia. Especializado en temas políticos latinoamericanos, ha colaborado en las publicaciones periódicas internacionales más relevantes: The New Yorker, The Guardian, El País, Le Monde y Gatopardo, entre otras. Son notables sus perfiles de personajes como Augusto Pinochet, Fidel Castro, Gabriel García Márquez, Saddam Hussein y Hugo Chávez. Ha publicado, entre otros libros, Guerrillas (Sexto Piso) sobre el conflicto Israel-Palestina, La caída de Bagdad, La tumba del león: partes de guerra desde Afganistán, La herencia colonial y otras maldiciones, crónicas de África, y El dictador, los demonios y otras crónicas (Anagrama). Destaca su biografía Che Guevara: una vida revolucionaria, que transformó después en novela gráfica con ilustraciones de José Hernández, la cual se presentó en la Fiesta del Libro y la Rosa 2018, en la unam. Ha obtenido el Premio José Couso de Libertad de Prensa y el Premio María Moors Cabot, y ha dirigido talleres en la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Latinoamericano.

EL CRONISTA COMO CAZADOR D Adriana Cortés Koloffon ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

–¿Cuál es su definición de crónica? –Un reportaje narrativo de cierta profundidad que busca explorar un tema, un acontecimiento o una realidad contemporánea de modo que vaya más allá del despacho o reporte, y que utiliza herramientas propias de la literatura o el cine para llevar a cabo su función. Debe ser una his­ toria que transcurre a través del tiempo y, en su esencia, tener los elementos de anticipación, pro­ blema, y desenlace. En resumidas cuentas, haría eco de García Márquez quien lo definió, si no mal recuerdo, como la mejor manera de “echar un cuento bien contado.” –¿Qué distingue a su trabajo del de otros cronistas? –A ver. Quizás sea el tema lo que distingue a mis crónicas, más que el estilo. Mis temas tienden a poseer matices en común. Uno de ellos consiste en la exploración de algún conflicto y la bús­ queda del contacto directo con los perpetradores

o ideólogos de la violencia; otro, en una disección del ejercicio del poder y del sentido de la justicia que tienen los que ostentan el poder. En cuanto al estilo, por lo general recurro a la historia para encontrar tanto el contexto como el significado de lo que se me presenta en cada lugar. A veces busco incluir también descripciones muy detalladas del lugar, o algún sitio que arroje luz sobre el país o ciudad que estoy perfilando. –En alguna ocasión dijo que si algo se vuelve cotidiano nos olvidamos de los detalles. ¿Para usted qué significa el detalle? –Si llegas a un lugar nuevo y tomas nota en un diario, te darás cuenta de que lo has percibido con todos tus sentidos: lo que ves, pues, lo que hueles, el tacto inclusive, lo que sientes al estar en ese lugar. Todo te parece interesante, desde cómo se viste la gente hasta lo que dice, o si hay nubes en el cielo. Al pasar los días, entras en una rutina; en la medida en que ese lugar se vuelve familiar dejan de importarte los detalles y dejas de apun­ tarlos conscientemente. Ya no los necesitas para sobrevivir o comprender lo que te rodea. Cual­ quiera puede hacer la prueba: sal de tu oficina o edificio y camina una cuadra; mira hacia arriba, más allá del primer piso de los comercios al ras de


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DE CONFLICTOS la calle: ¿que ves ahí? ¿Cuándo fue la última vez que notaste lo que hay del segundo piso para arriba? –¿Qué le ha aportado Graham Greene? –Creo que Greene tenía un ojo muy intuitivo respecto al comportamiento humano. Además, comprendía muy bien los vericuetos morales de cada persona. Sus personajes son verosímiles, presentan fallas y dilemas morales; buscan –y a veces fracasan– resolver sus dilemas a través de sus narrativas. Siempre me impresionó ese aspecto de Greene y creo que fue una de las razo­ nes por la cual empezaron a atraerme sus libros: reflejan un mundo real. En Los comediantes, su novela sobre el Haití de los años sesenta, hay personajes turbios que, con todo, son atractivos. El protagonista de El americano silencioso (The Quiet American), quien ponía bombas en Saigón creyéndose patriota estadunidense (y además demócrata), es un personaje muy verosímil; ¡he conocido tanta gente así a lo largo de mi vida! También influyó mucho en mí su curiosidad por el mundo. Dejó la comodidad de una vida propia de la clase media alta inglesa para irse a Liberia en los años treinta y luego a Tabasco, en México, a Cuba y Vietnam. No eran destinos típicos para

alguien de su época y mucho menos para un inglés que pudo haber elegido permanecer en su zona de confort y viajar por el imperio bri­ tánico. Él salió de su zona de confort. Empezó a narrar el mundo desde la periferia. Le añadió a su obra una mirada nueva, más perceptiva y sen­ sible, pienso yo, sobre la condición humana y los anhelos de la gente de otras razas y culturas, que unió a los suyos. Eso también es algo que me define –quizás involuntariamente–, porque me crie en muchos países con padres muy progre­ sistas, y aunque tenía pasaporte gringo y todas las prebendas que se puede imaginar, siempre tuve conciencia del “otro.” Así que Greene fue para mí un soporte y antecesor en ese sentido. Aunque pertenecía a otra generación y cultura, lo consideraba un ser afín. –Siempre le han interesado los movimientos sociales en el mundo. ¿Qué piensa acerca de la forma en que tuvieron lugar las recientes elecciones en México? –No puedo adivinar lo que habría ocurrido si a Andrés Manuel López Obrador le hubiesen dene­ gado la presidencia de manera fraudulenta, pero me imagino que podría haberse suscitado una conmoción social mayor. He percibido mucha frustración y mucho miedo y pesimismo entre los mexicanos en los últimos tiempos. Creo que la nota esperanzadora y optimista que caracterizó su candidatura es la razón principal por la que tantos votaron por él. Me alegré mucho al saber que no hubo fraude y que sus rivales políticos inmedia­ tamente aceptaron los resultados. Todo eso me parece muy saludable y ofrece buenos augurios para el futuro. Con un espíritu de mayor unidad nacio­ nal, México puede hacer mucho, y si se prolonga esa atmósfera de ánimo renovado palpable a par­ tir de la elección, México podrá lidiar bien con todos los retos que tiene por delante. –En una crónica publicada en The New Yorker (1/vii/2018) antes de que Andrés Manuel López Obrador resultara electo presidente de México, refiere que conversó con él. ¿Qué escenario político vislumbra después de su triunfo, en especial en cuanto a la relación México-Estados Unidos? –Se va vislumbrando. Con López Obrador, México volverá a ocupar su puesto tradicional de país “no alineado” y no intervencionista en el hemisferio. Eso le dará una influencia mayor, no menor, en los asuntos hemisféricos porque Estados Unidos, con el gobierno de Trump, busca países peones para llevar a cabo su política en la región, y ya no podrá contar con México. Eso hasta cierto punto ofrecerá una esperanza alenta­ dora a países donde la izquierda está con la soga al cuello –como Cuba y Brasil, por ejemplo– y también a lugares en plena crisis como Venezuela y ahora Nicaragua. Un México más independiente podría ofrecer una vía diplomática más factible en estos momentos. –Como especialista en temas políticos latinoamericanos, ¿qué sugiere al virtual presidente electo en lo que respecta a la relación bilateral con nuestro vecino del norte? –Creo que los instintos de López Obrador son acertados. Actuar con prudencia pero también con firmeza. Trump sólo respeta a quienes le muestran el codo a la vez que una sonrisa. Si le tratas siendo tú mismo un adversario de respeto, puedes hablarle a “calzón quitado” y eso lo respe­ tará más que un comportamiento “guataca”. Pero si se pasa y te insulta –o le falta el respeto a los tuyos– lo tienes que parar en seco ahí mismo. Si no lo haces de una vez por todas, te comerá vivo y vendrá cada noche a tu casa para orinar en la alfombra de tu estancia.

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–¿Qué opinión le merece La Habana después de Fidel Castro? –Justamente eso: La Habana después de Fidel. Es transcendental. En términos históricos es un paso monumental por lo que significó la figura de Fidel a esa isla –y la región– durante más de medio siglo. La izquierda latinoamericana ha perdido su gran figura moral y los cubanos a su patriarca. Aunque Raúl le sobreviva, y que Miguel Díaz­Canel sea un leal custodio hecho a la imagen de los hermanos Castro, se trata de una transición histórica. La presencia de Trump en la Casa Blanca y su postura hostil hacia Cuba, la implosión de importantes aliados como Venezuela y Brasil y el desvanecimiento de la izquierda en general, hacen de éste un momento muy delicado, de hermetismo, con­ tención, y supervivencia. No habrá liberalización más que en algunos aspectos económicos en el corto plazo. –Conmemoramos este año el cincuenta aniversario del movimiento del ’68. ¿Qué derechos han obtenido los jóvenes? –Habrán ganado más espacio para expresarse, para vivir de manera más independiente dentro de la sociedad, quizás. Pero las conquistas me parecen aún tenues. Como hemos visto en otras sociedades de Occidente, con todas sus conquis­ tas sociales supuestamente logradas desde hace tiempo, hay otras fuerzas sociales adversas en auge que van cobrando aliento en muchos paí­ ses. Ojo en México. Esta ola conservadora podría revertir muchas cosas si llegara a imponerse en distintos países: desde el derecho al aborto donde lo hay, o los derechos de género y de opción sexual, y también los derechos que pro­ tegen a las comunidades originarias indígenas o de otras etnias. –¿Es optimista sobre el rumbo que toma el mundo? –No, no lo soy. Me siento muy consternado y creo que corremos el riesgo de ver el resquebra­ jamiento del orden democrático como el modelo aspiracional mundial y su reemplazo por mode­ los de regímenes más autoritarios. –¿Por qué le interesan las entretelas del poder y su incidencia en los destinos de un país y de sus habitantes? –El poder lo es todo l Página anterior: Jon Lee Anderson el 24 de octubre de 2015. Foto: José Antonio López/ La Jornada. Al centro: El monero José Hernández y el escritor con la novela gráfica Una vida revolucionaria. Foto: Arturo Campos Cedillo. Abajo: Durante la Feria del libro y la Rosa en el CCU, 22 de abril de 2017. Foto: Yazmín Ortega Cortés/ La Jornada.


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FRANTZ FANON

en África y Asia Colonización externa e interna, expansión imperialista, conquista, migración, metrópoli y periferia, marginación y globalización son algunos de los conceptos que con rigor y lucidez retoma este artículo sobre la historia del capitalismo en el mundo. Mucho agradece la redacción de este suplemento la generosidad de la Editorial Akal (España) la autorización concedida para reproducir aquí la introducción de Samir Amin a Piel negra, máscaras blancas, del gran psiquiatra y pensador político Frantz Fanon.

Samir Amin ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

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rantz Fanon es una figura respetada y querida en toda África y Asia. Fanon era un individuo de envergadura, de gran calidad, tanto por la sutileza de sus juicios como por su valentía a la hora de decir la verdad. Era psiquiatra y no podía sino ser un buen psiquiatra. Piel negra, máscaras blancas y sus otros escritos sobre las enfermedades mentales que aquejaban a los colo­ nizados argelinos a los que él trataba, son el mejor testimonio al respecto. Pero, yendo más allá, él ha sido un auténtico revolucionario. Su libro Los condenados de la tierra explícita su visión de la necesaria revolución que librará a la humanidad de la barbarie capitalista. Y como revoluciona­ rio conquistó el respeto de todos los africanos y asiáticos. Helmy Shaarawi, en un hermoso texto publicado en árabe, Fanon en Afrique, ha dibu­ jado un cuadro perfecto de su pensamiento en los movimientos de liberación del continente.

Colonialismo externo y colonialismo interno El contrastE cEntros/pErifErias es pues inhe­

rente a la expansión mundial del capitalismo realmente existente en todas las etapas de su des­ pliegue desde sus orígenes. El imperialismo que es propio del capitalismo ha revestido diversas y sucesivas formas en relación estrecha con las características específicas de las sucesivas fases de la acumulación capitalista: el mercanti­ lismo (de 1500 a 1800), el capitalismo industrial clásico (de 1800 a 1945), la fase posterior a la Segunda Guerra Mundial (de 1945 a 1990) y la globalización en camino de construirse. En este marco de análisis, el colonialismo es una forma particular de expansión de determinadas for­ maciones centrales (calificadas por este hecho de potencias imperialistas) fundada sobre la sumi­ sión de los países conquistados (las colonias) al poder político de las metrópolis. La colonización es entonces “exterior”, en el sentido de que las metrópolis por un lado y las colonias por otro, constituyen entidades distintas, aunque las segundas estén integradas en un espacio político dominado por las primeras. El imperialismo en cuestión es capitalista y no debe ser confundido con otras formas anteriores de dominación even­ tual ejercida por un poder sobre distintos pue­

blos. La amalgama que trata el imperialismo del capitalismo moderno en términos análogos a como se analiza el imperialismo romano no tiene mucho sentido. Los Estados multinacionales (los imperios austrohúngaro, otomano, ruso y la urss) constituyen igualmente fenómenos históricos dis­ tintos (en la urss, por ejemplo, las transferencias financieras iban del centro ruso a las periferias asiáticas, de manera inversa a lo que ocurre en los sistemas coloniales). La primera colonización capitalista fue la de las Américas, conquistadas por los españoles, los portugueses, los ingleses y los franceses. En sus colonias americanas, las cla­ ses dirigentes de las metrópolis conquistadoras instauraban sistemas económicos y sociales parti­ culares, concebidos al servicio de la acumulación en los centros dominantes de la época. La asime­ tría Europa atlántica/América colonial no es ni espontánea ni natural, sino perfectamente cons­ truida. El sometimiento de las sociedades indias conquistadas entra en esta construcción sisté­ mica. El injerto de la trata negrera en este sistema se destina igualmente a ajustar su eficacia en tanto sistema periférico, sometido a las exigencias de la acumulación en los centros de la época. El Africa negra, de donde proceden los esclavos, es de hecho la periferia de la periferia americana. La colonización se despliega rápidamente más allá de las Américas, entre otras cosas por la conquista de la India inglesa y de las Indias holandesas en el siglo xviii y después, a partir de finales del siglo xix, de África y el Sudeste Asiático. Los países que no fue­ ron abiertamente conquistados (China, Irán, el Imperio Otomano) fueron sometidos a tratados desiguales que hacen que su calificación de semi­ colonias tenga pleno sentido. La colonización es “exterior” vista desde la metrópoli, esto es, desde las naciones más industrializadas y, sobre todo, las más avanzadas en su modernización social gra­ cias al empuje de sus movimientos obreros y socialistas y de las conquistas democráticas. Pero aquellos avances nunca beneficiaron a los pueblos de las colonias. La esclavitud en la etapa anterior a este despliegue, los trabajos forzados y otras for­ mas de sobreexplotación de las clases populares, la brutalidad administrativa y las masacres colo­ niales jalonan esta historia del capitalismo real­ mente existente. En este lugar deberíamos hablar del verdadero “libro negro” del capitalismo, en el que se cuentan las víctimas por decenas de millo­


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Fuente: May Day 2015 (Nancy Sims/ CC BY 2.0)

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nes. Estas prácticas, por supuesto, ejercieron una influencia devastadora en las propias metrópolis; proporcionaron la peana para la deriva racista de las culturas de las élites dirigentes e incluso de las clases populares, que se convirtieron en medio de legitimación del contraste democracia en la metrópoli/autocracia salvaje en las colonias. La explotación de las colonias beneficia al capital del centro en su conjunto, y las metrópolis sacan una ganancia suplementaria que determina su posición en la jerarquía mundial (Gran Bretaña obtiene su hegemonía gracias a la importancia de su imperio; Alemania, que llegó tarde, aspira a apropiárselo). Los fenómenos de colonialismo interno se producen por las combinaciones par­ ticulares de la colonización de población, por una parte, y la lógica de la expansión imperia­ lista, por otra. La acumulación primitiva en los centros asume la forma de una expropiación sis­ temática de las capas pobres del campesinado y crea en consecuencia un excedente de población que la industrialización local no es siempre capaz de absorber íntegramente, dando así lugar a poderosas corrientes migratorias. Más tarde, la revolución demográfica asociada a la moderniza­ ción social se expresa en el descenso de la morta­ lidad que precede al de la natalidad, reforzando, por lo tanto, la emigración. Inglaterra propor­ ciona el ejemplo precoz de esta evolución, debido a la generalización de los “cercamientos” a partir del siglo xvii. La formación de Nueva Inglaterra es el producto de esta coyuntura que rinde cuen­ tas de la naturaleza de los movimientos políticos/ ideológicos que acompañan esta inmigración. Los “pobres” (víctimas del desarrollo capitalista en la metrópoli) reaccionan sumándose a sectas oscurantistas antiilustradas que organizan su partida y su asentamiento en Nueva Inglaterra. Este origen impregnará poderosamente la ideolo­ gía americana y le dará un carácter marcada­ mente reaccionario. Pero lo esencial, para las cla­ ses dirigentes de la Inglaterra capitalista/imperia­ lista de la época, no era esta emigración sino la constitución de colonias normales c En Sudá­ frica, la primera colonización de población (la de los bóers) se inscribía más bien en la perspectiva de constitución de un Estado “blanco puro”, que implicaba la expulsión (o el exterminio) de los africanos, más que su sometimiento. La con­ quista británica, por el contrario, se marcó de

entrada el objetivo de someter a los africanos a las exigencias de la expansión imperialista de la metrópoli (la explotación de las minas en primer lugar). Ni los antiguos colonos (los bóers), ni los nuevos (los británicos) fueron autorizados a eri­ girse en centro autónomo. El Estado bóer del apartheid intentó hacerlo tras la Segunda Guerra Mundial, asentando su poder sobre su colonia interna (negra en lo esencial). Pero no logró sus fines debido a una relación numérica desfavora­ ble (una gran mayoría negra) y a la resistencia in crescendo de los pueblos sometidos, que final­ mente venció. Los poderes establecidos tras el final del apartheid han heredado esa cuestión de la colonización interna, sin que hasta el presente hayan aportado una solución radical. Pero ése es un nuevo capítulo de la historia. El caso de Sudá­ frica es especialmente interesante desde el punto de vista de los efectos del colonialismo sobre la cultura política. No es sólo que el colonialismo interno se haga aquí visible hasta para un ciego, ni siquiera que haya producido la cultura política del apartheid sino que pone en evidencia tam­ bién que los comunistas de ese país han sabido extraer un análisis lúcido de lo que es el capita­ lismo realmente existente. El Partido Comunista de Sudáfrica fue, durante la década de 1920, el promotor de la teoría del colonialismo internó (una teoría que adoptó en los años treinta un líder negro del Partido Comunista de Estados Unidos, Hayword, pero que sus camaradas “blan­ cos” no siguieron). Había deducido las conse­ cuencias: que los ingresos elevados de la minoría “blanca” y los increíblemente bajos percibidos por la mayoría “negra” constituían el derecho y el envés de la misma cuestión. Yendo incluso más lejos, ese pc se había atrevido a hacer la analogía con el contraste que oponía (en el Imperio britá­ nico) los salarios ingleses y los ingresos del tra­ bajo en la India. Para él, como para la iii Interna­ cional de la época, estos dos aspectos de la misma cuestión (la del capitalismo real) eran indisocia­ bles. La teoría comunista sudafricana del colo­ nialismo interno conducía a la conclusión de que, a escala del sistema capitalista mundial, el colonialismo, en apariencia externo para las grandes potencias imperialistas, es evidente­ mente interno. El pc de Sudáfrica y la iii Inter­ nacional de la época habían inculcado esta con­ clusión en la cultura política de la izquierda / PASA A PÁGINA 10

El África negra, de donde proceden los esclavos, es de hecho la periferia de la periferia americana. La colonización se despliega rápidamente más allá de las Américas, entre otras cosas por la conquista de la India inglesa y de las Indias holandesas en el siglo xviii y después, a partir de finales del siglo xix , de África y el Sudeste Asiático.


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FRANTZ FANON: F de la descolonización al pensamiento crítico

Una mente brillante, generosa y congruente fue la de este psiquiatra que luchó en la guerra de Argelia, trató a combatientes de los dos bandos y cuestionó, “desde la subjetividad del oprimido”, con acierto y valentía, las ideas establecidas sobre las revoluciones modernas, sus paradojas y las similitudes entre oprimidos y opresores en su obra Los condenados de la tierra (1961, póstumo).

Raúl Zibechi ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

Fuente: en.wikipedia.org

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Uno debe ponerse del lado de los oprimidos en cualquier circunstancia, incluso cuando están equivocados, sin perder de vista, no obstante, que están hechos del mismo barro que sus opresores. Emil Cioran

rantz Fanon fue un ser extraordinario. Vivió su breve vida entre cuatro países: en su Mar­ tinica natal, en Francia y en Argelia­Túnez, donde se comprometió con la lucha por la independencia integrándose como militante al Frente de Liberación Nacional (fln). La cohe­ rencia entre su vida y su obra es un faro que nos debe guiar en estos momentos de incertidumbre, cuando afloran riesgos notables que ponen en peligro la existencia misma de la humanidad de abajo. Intervino en una de las guerras más crueles de la historia moderna. El fln estimó que fueron asesinados un millón 500 mil de argelinos entre el comienzo de la guerra en 1954 y la proclama­ ción de la independencia en 1962, lo que repre­ senta el quince por ciento de una población que no llegaba a los 10 millones. Historiadores fran­ ceses reducen esa cifra a un tercio, lo que sigue siendo un porcentaje asombroso. Una cantidad similar de argelinos fueron torturados. Como médico­jefe del hospital psiquiátrico de Blida (nombrado en 1953), Fanon tuvo una expe­ riencia fenomenal: recibió y atendió tanto a fran­ ceses torturadores como a argelinos torturados, lo que le permitió acceder a los recovecos más recónditos de la opresión y la humillación colo­ niales. Uno de los aspectos menos conocidos de su maravillosa vida fue haber convertido el hospi­ cio­prisión en “una nueva comunidad que intro­ dujo el deporte, la música, el trabajo, y donde se tiraba un periódico escrito por enfermos”. Su profesión como psiquiatra le permitió comprender actitudes de los seres humanos que nunca fueron explicadas adecuadamente por el

pensamiento crítico. En esos años se había conso­ lidado el giro hacia el economicismo y el materia­ lismo vulgar, que todo lo apostaban al desarrollo de las fuerzas productivas, camino en el cual las ideas emancipatorias tendieron a mimetizarse con los postulados capitalistas.

La interiorización de la opresión la gEnEración militantE dE las décadas de 1960 y 1970 conocimos a Fanon a través de Los condenados de la tierra, su obra póstuma publicada en 1961. Es el libro/manifiesto de un combatiente que afirma la necesidad de la violencia para enfrentar y superar la colonización, porque sabe que “el colo­ nialismo no cede sino con el cuchillo al cuello”. Los condenados… es un texto luminoso, pla­ gado de ideas que marchan a contrapelo del sentido común revolucionario de la época, como su defensa del campesinado y del lumpen­pro­ letariado como sujetos políticos, ya que observa que en las colonias los proletarios son el sector más “mimado por el régimen colonial”. Critica también la cultura política de las izquierdas, que se dedican a captar a las personas más “avanza­ das” –“las élites más conscientes del proletariado de las ciudades”, constata Fanon­ sin comprender que en el mundo del colonizado el lugar central, y liberador, lo juegan la comunidad y la familia, no el partido o el sindicato. Su apasionada defensa de la violencia del opri­ mido debe ser tamizada. Siempre es necesario recordar, como enfatiza Immanuel Wallerstein, que “sin violencia no podemos lograr nada”. No es un tema menor, porque el grueso de los partidos y movimientos antisistémicos parecen haberlo olvidado en su apuesta por incrustarse en las ins­ tituciones estatales. Pero también es cierto, como reconoce el soció­ logo, que la violencia por sí misma no resuelve nada. Fanon va más lejos cuando afirma que “la


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violencia desintoxica”, porque “libra al colonizado de su complejo de inferioridad”. En esa línea de argumentación, en Los condenados de la tierra concluye: “La violencia eleva al pueblo a la altura del dirigente.” Sabemos que las cosas son más complejas, como lo enseña medio siglo de lucha armada en América Latina. Pese a la importancia que tuvo en nuestra gene­ ración el último libro de Fanon, considero que el primero, Piel negra, máscaras blancas, de 1952, es el que nos brinda mejores pistas sobre un siglo de fracasos de las revoluciones triunfantes. Aporta una mirada desde la subjetividad del oprimido, algo que los marxistas nunca habíamos conse­ guido desentrañar de forma tan cristalina. Nos dice que el complejo de inferioridad del coloni­ zado tiene dos raíces: la económica y la interio­ rización o “epidermización” de la inferioridad. El varón negro desea blanquearse la piel y tener novia rubia. La mujer negra se plancha el pelo y sueña con un varón blanco. Deben abordarse ambos aspectos o la liberación será incompleta. Fanon pone el dedo en la llaga cuando afirma que “el colonizado es un perseguido que sueña permanentemente en convertirse en perseguidor” (Los condenados de la tierra). En consecuencia, el colonizado no sólo quiere recuperar la hacienda del colono, sino que también desea su lugar, por­ que ese mundo le suscita envidia. Mira de frente el núcleo duro de los problemas legados por las revoluciones y que no podemos seguir eludiendo, en vista de dramas como los que atraviesa Nica­ ragua. ¿Por qué los revolucionarios se colocan en el lugar, material y simbólico, de los opresores y los capitalistas, y en ocasiones de los tiranos con­ tra los que lucharon? Nos deja con la pregunta, ofreciendo apenas pistas sobre los caminos posi­ bles para salir de este terrible círculo vicioso que reproduce la opresión y el colonialismo interno en nombre de la revolución. Fanon recorre los veri­ cuetos de la psiquis del oprimido, con el mismo rigor y valor con que cuestiona a los revoluciona­ rios que, cegados por la rabia, cometen abusos en el cuerpo de los colonizadores. Las similitudes entre oprimidos y opresores sólo pueden desbordarse desde una lógica dis­ tinta a la del poder, y sólo pueden desarmarse si

somos capaces de reconocerlas. Los dirigentes sandinistas comenzaron ocupando las residencias de Somoza y usando sus coches por razones de “seguridad”, hasta que el clan gobernante terminó actuando como el dictador.

La zona del no-ser fanon comprEndió En carnE propia que

existe una zona de nuestras sociedades donde la humanidad es vulnerada sistemáticamente por la violencia del opresor. Se trata de un lugar estructural, que no depende de las cualidades de las personas. Estima que es justamente en esa zona, que denomina “zona del no­ser”, donde puede nacer la revolución por la que está dando su vida, y advierte que el mundo colonial tiene compartimentos cuyas fronteras están señalizadas por cuarteles y estaciones de policía. Esos dos mundos tienen vida propia, reglas particulares y se relacionan jerárquicamente. Sostengo que

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el período actual de acumulación por despojo/ cuarta guerra mundial, implica la actualización de las relaciones coloniales. Es probable que la potente actualidad de Fanon venga de la mano de la creciente polarización entre el uno por ciento más rico y la mitad más pobre y humillada de la humanidad, rasgos propios del período colonial. En todo su trabajo, el autor se empeñó en mos­ trar que lo que vale para una zona, no necesaria­ mente puede trasladarse a la otra. Que los modos de hacer política en la metrópoli no pueden ser los mismos que en la colonia. Que las formas de organización legales y abiertas de las zonas donde rigen los derechos humanos de los ciuda­ danos, no pueden ser copiadas por quienes viven en territorios arrasados como las favelas, los palenques, las comunidades de los pueblos origi­ narios y las barriadas de las periferias urbanas. Para Fanon, los pueblos oprimidos no deben caminar detrás de los partidos europeos de izquierda, cuestión que en el mismo período denunció su maestro Aimé Césaire en la Carta a Maurice Thorez, donde enuncia el “paternalismo colonialista” del Partido Comunista Francés, que consideraba la lucha de los pueblos contra el racismo como “una parte de un conjunto más importante”, cuyo “todo” es la lucha obrera con­ tra el capitalismo.

* Como médico-jefe del hospital psiquiátrico de Blida (nombrado en 1953), Fanon tuvo una experiencia fenomenal: recibió y atendió tanto a franceses torturadores como a argelinos torturados, lo que le permitió acceder a los recovecos más recónditos de la opresión y la humillación coloniales.

En américa latina ExistEn varios movimientos

que muestran cómo los oprimidos y las oprimi­ das van resolviendo a su manera los dos asuntos que he abordado. Los textos “Economía Política i y ii” del subcomandante insurgente Moisés del Ezln, las memorias del dirigente nasa­misak del Cauca colombiano, Lorenzo Muelas, así como las reflexiones y análisis de autoridades mapu­ che, entre muchas otras que no puedo citar, son buenos ejemplos de pensamiento critico en la zona del no­ser. En el mismo sentido, las voces de las mujeres de abajo pueblan el grueso volumen recopilado por Francesca Gargallo, Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América. A esa multiplici­ dad de voces habría que sumar otras formas no occidentales de expresar cosmovisiones, desde el tejido y la danza hasta el cuidado de los animales, las plantas y la salud. En segundo lugar, descubren que para des­ pojarse de la imagen del opresor no alcanza con recuperar los medios de producción. Es un paso necesario sobre el que debe crearse algo nuevo, pero sobre todo diferente al mundo viejo, tejido de relaciones sociales no jerárquicas ni opresivas. La historia de las revoluciones nos enseña que este es el aspecto más complejo y la piedra con la que hemos tropezado una y otra vez. Fanon advirtió los riesgos de que la acción rebelde termine reproduciendo la lógica colo­ nial, en una luminosa y premonitoria referencia a Nietzsche: al final de Piel negra, máscaras blancas advierte que siempre hay resentimiento en la reacción. Sólo la creación de lo nuevo nos permite superar las opresiones, ya que la inercia reactiva tiende a invertirlas. Medio siglo después podemos celebrar que muchos movimientos están empeñados, aquí y ahora, en vivir con dignidad en la zona del no­ ser, esquivando las jerarquías estadocéntricas y patriarcales. Imaginemos que en esas creaciones late el corazón generoso de Fanon, desbordante de compromiso y creatividad l


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/ VIENE DE LA PÁGINA 7

(comunista). Y en esto rompieron radical­ mente con la izquierda socialista de la ii Internacional socialcolonialista, cuya cultura política negaba esta asociación inherente a la realidad mundial. He escrito que Sudáfrica es un microcosmos del sistema capitalista mun­ dial. Reúne en su territorio los tres compo­ nentes de este sistema: una minoría que se beneficia de la renta de situación de los cen­ tros imperialistas, dos componentes mayori­ tarios, casi igualmente repartidos entre un “tercer mundo” industrializado (los países emergentes de hoy) y un “cuarto mundo” excluido (los ex bantustanes), análogo a las regiones no industrializadas del Africa con­ temporánea. Las proporciones entre las cifras de las poblaciones de estos tres componentes y las que describen la jerarquía de sus ingre­ sos per capita son más o menos las mismas que caracterizan el sistema mundial actual. Este hecho contribuyó sin duda a la lucidez que tuvieron los comunistas sudafricanos de la época. Esa cultura política hoy se ha per­ dido. No solamente en Sudáfrica, con el ali­ neamiento (tardío) del pc a las tesis banaliza­ das del “racismo” (que da estatuto de causa a lo que no es sino un efecto), sino también a escala mundial con el alineamiento socialdemó­ crata de la mayoría de los comunistas. La colo­ nización de Palestina por Israel ilustra ante nuestros ojos contemporáneos la permanencia de la acumulación por desposesión. ¿Evolu­ ciona el sistema mundial contemporáneo en la dirección de una nueva generalización de las formas del colonialismo interno? La profundi­ zación de la crisis social en sus periferias, que acogen a la mitad campesina de la humanidad, producida por la ofensiva generalizada del capi­ tal (la estrategia de “cercamiento a escala mun­ dial”) engendra una presión migratoria gigan­ tesca, que vendría a compensar el estanca­ miento demográfico relativo de los centros de la Tríada. La hipótesis de un colonialismo interno generalizado, que caracterizaría la fase por venir del capitalismo mundial, sigue siendo discuti­ ble debido a las verdaderas resistencias políticas e ideológicas que suscitaría en Europa la adop­ ción de un modelo de este tipo, que implica la institucionalización del “racismo”. Por el con­ trario, el modelo “comunitarista” inspirado por la práctica de Estados Unidos parece constituir aquí el peligro absolutamente real de la “ameri­ canización de Europa”.

El capitalismo: un paréntesis en la historia la trayEctoria dEl capitalismo realmente

existente se compone de un largo periodo de maduración que se extiende varios siglos, y que conduce a un corto momento de apogeo (el siglo xix) seguido de un probablemente largo declive, que empieza en el siglo xx, y que podría convertirse en una larga transición al socialismo globalizado. El capitalismo no es el producto de una aparición brutal, casi mágica, que hubiera elegido para conformarse el trián­ gulo Londres/Amsterdam/París en el corto período de la Reforma y el Renacimiento del siglo xvi. Tres siglos antes había encontrado una primera formulación en las ciudades ita­ lianas. Fórmulas primerizas, brillantes, pero limitadas en el espacio, asfixiadas por el

¿Por qué la máscara de blanco? ¿Qué se esconde? ¿A qué temen? Fuente: thisisafrica.me

El capitalismo realmente existente es polarizador por naturaleza traducido En términos dE estrategia política

ambiente “feudal” del mundo europeo y sufriendo así derrotas sucesivas que conduje­ ron al aborto de esas primeras experiencias. Se pueden incluso discutir antecedentes diversos en las ciudades mercantiles de las “rutas de la seda”, desde China e India al Oriente Próximo islámico, árabe y persa. Más tarde, en 1492, con la conquista de las Américas por los espa­ ñoles y los portugueses, se inicia la creación del sistema mercantilista/esclavista/capita­ lista. Pero las monarquías de Madrid y Lisboa, por diversas razones que no nos atañen aquí, no supieron dar una forma definitiva al mer­ cantilismo, que inventarán en su lugar los ingleses, los holandeses y los franceses. Las transformaciones sociales, económicas, políti­ cas y culturales de esta ola, que producirá la transición al capitalismo en la forma histórica que conocemos (“el antiguo régimen”) son impensables en las dos olas que la precedie­ ron. ¿Por qué no iba a ser también el socia­ lismo un proceso de aprendizaje largo, pluri­ secular, hacia la invención de un estadio más avanzado de la civilización humana? El momento de apogeo del sistema es breve: ape­ nas un siglo separa las revoluciones industrial y francesa de la de 1917. Es a la vez el siglo del cumplimiento de esas dos revoluciones que se apropian de Europa y de su hijo norteameri­ cano, del cuestionamiento de ambas (desde la Comuna de 1871 a la Revolución de 1917) y de la culminación de la conquista del mundo, que parece aceptar su suerte. ¿Puede ese capi­ talismo histórico continuar su despliegue per­ mitiendo a las periferias de su sistema “recu­ perar su retraso” para convertirse en socieda­ des capitalistas totalmente “desarrolladas” a imagen de sus centros dominantes? Si esto fuera posible, si las leyes del sistema lo permi­ tieran, entonces la “recuperación” por y en el capitalismo se impondría como una fuerza objetiva imprescindible, un preámbulo nece­ sario para el posterior socialismo. Pero, mira por donde, esta visión, por banal y dominante que sea, es sencillamente falsa. El capitalismo histórico es (y seguirá siendo) polarizador por naturaleza y hace imposible la “recuperación”.

y social, ese principio general significa que la larga transición constituye un pasaje obliga­ torio, imprescindible, para la construcción de una sociedad nacional popular, asociada a la construcción de una economía nacional auto­ centrada. Esta construcción es contradictoria en todos sus aspectos: asocia criterios, institu­ ciones y modus operandi de naturaleza capita­ lista, con aspiraciones y reformas sociales en conflicto con la lógica del capitalismo mundial. Asocia cierta apertura exterior (lo más contro­ lada posible) y la protección de las exigencias de las transformaciones sociales progresistas, en conflicto con los intereses capitalistas domi­ nantes. Las clases dirigentes, por su naturaleza histórica, inscriben sus visiones y aspiraciones en la perspectiva del capitalismo mundial real­ mente existente y, de mejor o peor grado, someten sus estrategias a las obligaciones de la expansión mundial del capitalismo. Por eso no pueden con­ cebir verdaderamente la desconexión. Por el contrario, ésta se impone a las clases populares en cuanto tratan de emplear el poder político para transformar sus condiciones y liberarse de las consecuencias inhumanas a las que les somete la expansión mundial polarizadora del capita­ lismo. La opción de un desarrollo autocentrado es imprescindible El desarrollo autocentrado ha constituido históricamente el carácter específico del proceso de acumulación del capital en los centros capitalistas y ha determinado las moda­ lidades del desarrollo económico resultado de éstas, es decir, que está dirigido principalmente por la dinámica de las relaciones sociales internas, reforzado por las relaciones exteriores puestas a su servicio. En las periferias, por el contrario, el proceso de acumulación del capital deriva princi­ palmente de la evolución de los centros, aferrada a ellos, “dependiente”, en cierto modo. La dinámica del modelo de desarrollo autocentrado se funda sobre una articulación principal, la que establece una relación de estrecha interdependencia entre el aumento de la producción de bienes de produc­ ción y el aumento de la producción de bienes de consumo de masas. Las economías autocentradas no se cierran sobre sí mismas: por el contrario, se abren agresivamente y, mediante su potencial de intervención política y económica en la escena internacional, moldean el sistema mundial en su globalidad. A esta articulación se corresponde una relación social cuyos términos principales lo constituyen los dos bloques fundamentales del sistema: la burguesía nacional y el mundo del trabajo. La dinámica del capitalismo periférico (la antinomia del capitalismo central que se halla autocentrado por definición) se funda, por el con­ trario, sobre otra articulación principal que rela­ ciona la capacidad de exportación, por una parte, y el consumo (importado o producido localmente en sustitución de la importación) de una minoría, por otra. Ese modelo define la naturaleza “com­ pradora” (por oposición a nacional) de las burgue­ sías de la periferia l


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1911-1913: EL INTENTO DEMOCRÁTICO FALLIDO EN MÉXICO La Decena Roja. El combate de la Ciudadela narrado por un extranjero, Porfirio Barba Jacob, prólogo de Sebastián Pineda Buitrago, Editorial Cariátide y Ediciones del Lirio, México 2017

David Noria ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

MUCHAS VECES SE HA hecho notar que las tradiciones culturales que conforman a México no son precisamente democráticas. La verticalidad de la pirámide mesoamericana es fiel reliquia de una sociedad teocrática y ya bien estratificada en castas; la plaza de armas española, escoltada por un palacio y una catedral, le reserva igualmente el poder a Dios y al rey, su vicario político (transubstanciado como en ejercicio escolástico bajo la especie de virrey). Nuestro siglo xix, de cualquier manera, es guiado con sable y arenga por los caudillos, líderes paternales que cargan sobre sí los destinos de una patria todavía en brazos, inmadura para tomar sus propias decisiones. Esta idea hace crisis a principios del siglo xx.

El Moisés octogenario que nos guió a través del desierto de las guerras intestinas y nos hizo cruzar el Mar Rojo en ferrocarril, el patriarca que al golpe del báculo nos abrió el maná de la industrialización y el progreso, Porfirio Díaz, tampoco llegaría a ver, como aquél, la tierra prometida. “No pasarás este Jordán” (Deut. 3: 27), le ha dicho el Yahvé iracundo de la Revolución. La enorme dificultad de transitar de un régimen autoritario a uno democrático fue trágicamente constatada en aquel momento por una sociedad inmolada. Por una paradoja, las primeras elecciones libres en México en mucho tiempo, aquellas de 1911 en que “el apóstol de la democracia”, Francisco i. Madero, ganó la presidencia, fueron la antesala de la mayor violencia –¿no la habremos superado ya?– en la vida del país. La historia es conocida. El 9 de febrero de 1913 un grupo de generales del antiguo régimen se lanza para derrocar al legítimo presidente Madero. En sarta de traiciones, asesinatos y devastación transcurren los diez días que encaminarán décadas del país hacia todo tipo de rumbos, menos al de la autodeterminación popular. Recientemente redescubierto, el opúsculo llamado El combate de la Ciudadela narrado por un extranjero (1913) es la crónica de la Decena Trágica que escribió el poeta colombiano de los mil pseudónimos y biografías, Porfirio Barba Jacob (1883-1942), a la sazón residente y periodista en México. Es un texto que reúne infrecuentes cualidades. Dice su prefacio: “Yo, Emigdio s. Paniagua, escribo estas páginas acerca de los tremendos sucesos ocurridos en la Ciudad de los Palacios del 9 al 18 del pasado febrero. […] Nací en el puerto de Valparaíso, república de Chile, de padre español y madre mexicana. […] Pude presenciar muchas de las escenas de la terrible pugna, pude ver los destrozos causados por la metralla; pude, en términos más amplios, ‘vivir’ el horror del combate. […] Lo que he visto, y algo de lo que he oído, es lo que narro en este folleto.” Compárese este inicio con aquel otro de La historia de la guerra del Peloponeso (s. v ante) compuesto por los mismos elementos: “Tucídides de Atenas escribió la historia de la guerra entre peloponesios y atenienses […] porque pensaba que iba a ser importante y más memorable que las anteriores […] sobre aquello que yo mismo he presenciado o que, cuando otros me han informado, he investigado”. (I, 1, 1; 22, 2) Esta filiación –inadvertida en el prólogo, por otra parte útil de Sebastián Pineda– podría contener lo esencial del sentido, su espíritu histórico y literario: la historia está siempre aconteciendo pero, habiendo momentos más importantes que otros, es deber del escritor que así lo asuma dar cuenta veraz de ellos. Poco importan los artificios ficcionales y la técnica literaria siempre y cuando se escriba “desde adentro” del suceso. Más

importante, un escrito histórico de estas características es valioso para los futuros ciudadanos en la medida en que presenta circunstancias que por su naturaleza tienden –contingentemente– a repetirse. En este sentido, dijo Tucídides de su obra que era “una posesión para siempre”. Los argumentos de aquel conflicto mexicano entre maderistas y opositores fueron rescatados por Barba Jacob en boca de dos personajes. “El país está cansado –dice el porfirista. Se le ofreció democracia y no se le ha dado sino desorden. Nadie puede trabajar. Por todas partes encuentra usted partidas de bandoleros que incendian las haciendas, que saquean los pueblos, que vuelan los puentes, que asaltan los trenes, que asesinan mujeres y niños indefensos, que todo lo destruyen y arruinan. Nadie puede emprender un negocio ni explotar una mina ni arar un campo. Entretanto, se pretende que nos resignemos, dizque porque se pueden publicar periódicos en que se echa culpa de todo esto al mismo gobierno.” A lo que revira el maderista: “Todos queríamos democracia. ‘Sufragio efectivo y no reelección’. Pues bueno, la democracia es la que el gobierno trata de realizar; no más que no lo dejan, porque desde el pelado que se lanza a robar en los campos, hasta los políticos que conspiran desde su gabinete, en la capital, todo el mundo le pone trabas a la obra de Madero. Y así, francamente…” Estabilidad oligárquica o democracia endeble fue la insalvable encrucijada de hace un siglo. Y no bastaron a Madero ni su buena intención ni sus ideales. La prudencia política que se exige de todos para un tránsito tan radical en la vida de una sociedad no es escatimable, sino a precios demasiado elevados. Porque afuera y adentro, agazapados, estaban un Victoriano Huerta, un Félix Díaz y una herencia histórica •

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UN COLOMBIANO AL OTRO LADO DEL MUNDO Las calles de las ciudades ajenas, Jorge Bustamante García, Sílaba Editores, Colombia, 2018.

Eduardo García Aguilar ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

LA EXCELENTE EDITORIAL Sílaba de Medellín acaba de publicar la primera novela del poeta colombiano Jorge Bustamante García, Las calles de las ciudades ajenas, que bien puede situarse dentro del género de las obras de formación al lado de Las tribulaciones del estudiante Törless, de Robert Musil o La montaña mágica, de Thomas Mann. Cuando los poetas se arriesgan a escribir novelas suelen hacerlo por medio de una prosa tersa y límpida, donde tratan con sabiduría de atrapar y conjurar el pasado, haciendo acopio de sus largas experiencias vitales. En este caso el fruto es una novela corta, ceñida, donde el autor despliega todos sus recursos. Bustamante, quien tiene ya una amplia obra poética y ha traducido innumerables autores clásicos y contemporáneos rusos, se radicó desde la década de los años

ochenta en México, donde ejerce su profesión y está presente en suplementos y revistas culturales de todo el país. Su pasión total por la literatura lo ha convertido ya en uno de los valores de la rica generación de autores colombianos nacidos en los años cincuenta, la llamada Generación Sin Cuenta, al lado de William Ospina, Eugenia Sánchez, Sonia Truque, Rómulo Bustos, Orietta Lozano y Evelio Rosero, entre otros muchos. En esta su primera incursión en la narrativa de fondo, Bustamante se destaca por el uso de un lenguaje transparente, generoso, con gran sentido del humor e ironía, pese a que el ángulo escogido para narrar la historia de su formación se da en condiciones difíciles, cuando el protagonista es detenido en un calabozo húmedo en la fría Bogotá y permanece en las caballerizas del Ejército en los tiempos del Estado de Sitio y el Estatuto de Seguridad reinantes en Colombia a fines de los años setenta y comienzos de los ochenta. Las circunstancias en que el personaje escribe el relato de su vida de estudiante en Rusia a petición de los agentes secretos y militares que lo investigan, hacen que la relación entre el preso y los carceleros se torne a veces cómica, como en muchas obras de autores rusos o del Este europeo, inscritos en la corriente de los temas literarios del absurdo y los abusos de los poderes totalitarios inaugurada por autores como Franz Kafka en sus magistrales La metamorfosis, El castillo y El proceso, y seguida hasta hoy por una pléyade de autores como Alexander Solzhenitsyn, Elías Canetti y Milan Kundera, entre otros. El relato de esa experiencia original de formación en la Unión Soviética se da, pues, desde un ángulo muy colombiano, en el contexto de la violencia y la represión ocurrida en el país en los tiempos de represión estatal y guerra de guerrillas. El protagonista regresa al país ya formado como un talentoso geólogo, pero se ve de manera inevitable inmerso en el conflicto. El libro cuenta la vida de un joven que viaja a principios de los años setenta a estudiar geología en la Unión Soviética y vive allí una rica experiencia en Moscú y en lejanas regiones inaccesibles, donde pasa temporadas en montañas y campos, escrutando los misterios de la tierra profunda. Cuando la Unión Soviética era todavía una

gran potencia mundial que rivalizaba con Estados Unidos en materia económica, científica, espacial y cultural en el contexto de la guerra fría, miles de estudiantes de todos los continentes del mundo acudían becados a sus universidades, por lo que experimentaban allí una vida cosmopolita que los ponía en contacto con personas de todas las culturas. El personaje, que ya está infectado por la literatura, viaja tan joven a Moscú que los años de formación no sólo vibran en la fascinante profesión escogida, sino también en los terrenos del erotismo y el amor, al contacto con muchachas rusas que solían explorar el deseo con los jóvenes de todas las nacionalidades que llegaban inexpertos a su hermético país, desde África, Asia, América Latina y Europa. En el calabozo, Eddy García relata con alegría todas esas experiencias, en especial los tímidos encuentros amorosos, las fiestas, la amistad, los rigores del invierno y en especial la vida cotidiana y cultural rusa y el descubrimiento de la literatura local que lo acompaña en los largos meses helados y en los paseos por parques y calles. “Tenía que volver a inventar lo olvidado. Cada segundo contiene miles de ramales y el asunto de recordar consiste en irse por cada uno de esos senderos para adivinar entre tanta neblina alguna cosa sólida, alguna verdad, aunque se sienta opaca, aunque se experimente diluida de alguna forma por el tiempo”, dice el narrador en uno de sus apartes, sumido en la penumbra de su celda bogotana. La novela de Bustamente ahonda en los destinos de personajes femeninos como Natasha t, sus dudas y pasiones, en los misterios del poder y las razones de los carceleros militares o burócratas, las ilusiones de la juventud y el oficio del recuerdo que perturba y, a veces, falsea lo ya vivido, pero aborda además la naturaleza desbordante de los bosques y estepas rusas con sus olorosos abedules, arces, álamos y el crepitar de las cortezas y las hojas que caen. Esta novela es obra de un lector apasionado, un científico profundo y un caminante solitario que ha pasado largas horas y días pensando y amando en las calles y los parques de las ciudades ajenas. Una pequeña nueva joya de la literatura colombiana actual que vale la pena leer y gozar •

En nuestro próximo número

MURALISMO CONTEMPORÁNEO:

LA APROPIACIÓN DEL ESPACIO

Ricardo Guzmán Wolffer


Arte y pensamiento

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Las rayas de la cebra Verónica Murguía

Sugerencias sexenales LOS GRILLOS (ACHETA DOMESTICUS) tienen los órganos auditivos en las patas. Si no me cree, lector, consulte la enciclopedia. Creo que esto explica la sordera que parece aquejar a los políticos de México. Como tienen las patas metidas en cualquier cantidad de negocios, no oyen. Sólo meten la pata y saltan a otros puestos, haciendo un ruido encantador llamado demagogia. Mientras, centros comerciales se caen solitos, las rentas suben, los servicios bajan, el agua escasea y los chilangos miramos con melancolía cómo pasa el tiempo llevándose la ilusión de una ciudad democrática y segura. Pero la esperanza es lo último que muere, así que aquí voy. Señor(a) alcalde(sa): Por medio de la presente me permito sugerir que se detengan, ipso facto, todas las construcciones que hay en proceso excepto los hospitales públicos, las escuelas y las viviendas dañadas por el temblor. También me permito sugerir que los centros comerciales que se caen no sean levantados de nuevo y que, en su lugar –50 mil 500 metros cuadrados–, se construyan clínicas del imss o del issste, pero mejor planeadas. También quisiera sugerir que en los terrenos baldíos que hay por la ciudad se dejen de levantar Puertos –no hay mar– y Palacios –no hay aristocracia– y se construyan baños públicos para que el chilango común

y corriente no tenga que hacer pis en una botella de refresco vacía si es varón, o se le friegue la vejiga si es mujer. Baños administrados por las alcaldías, que cobren módicos cinco pesos y que estén vigilados, iluminados y limpios. Se necesitan contenedores de basura, señores(as). Vigilados para evitar que se los roben para vender a la mafia china, como se han robado coladeras, tapas de las bases de los postes y lo que se puede arrancar de los buzones de correo. Todo lo metálico, pues. Leí que los chinos pagan 65 dólares por tonelada de fierro. Pues que consigan su fierro, sin albur, en otro país, que aquí se necesitan las tapas de coladera y lo mencionado. Luego se forman charcos que huelen de forma indescriptible y se inundan las banquetas y las casas. Los postes están llenos de envolturas de tamal y los buzones de todo menos de correo. Pido, en nombre de los trabajadores de basura, de correos, los bomberos, los policías, los maestros, las enfermeras y enfermeros, mejores sueldos.

Baños públicos en Amsterdam

En Milpa Alta, Xochimilco y lugares afines, mejores condiciones para el trabajo campesino. Existen, h. Grillo(a), aspiradores de desechos caninos y humanos que se usan en todo el mundo y no son caros. Tienen luces para evitar que se atropelle, literalmente, a los trabajadores de limpia. Usan enzimas para biodegradar los desechos. En México ya existe un proyecto que necesita apoyo y que ayudaría a limpiar los parques: el biodigestor de heces Composcan, inventado por compatriotas que conocen en carne propia la problemática. Sería maravilloso caminar por la calle sin tener que ir mirando la banqueta para no pisar cacas. O contenedores de unicel manchados con adobo. Etcétera. Los chilangos estamos contentos con la existencia de las leyes de cultura cívica promulgadas en 2004. Velan por la convivencia, la salud, el cuidado del medio ambiente (incluyendo el ruido y la contaminación visual) y todo aquello que conforma esta ciudad. Imagínese, alcalde(sa), lo felices que estaríamos si estas leyes no sólo existieran, sino además se cumplieran. No sabe lo desagradable que es vivir con el ruido del tráfico, los radios, karaokes, televisores y helicópteros ajenos. Estoy consciente de que usted, probablemente, usará el helicóptero para ir y venir. Le pido que lo evite. No se ría. Las torretas de las patrullas emiten luces insoportables. Le encargo que las cambien. Deslumbran al automovilista que tiene la mala suerte de ir detrás, adelante (o cerca, vaya) de la patrulla. Queda uno como conejo lampareado. Eso es todo, a botepronto. Luego le sigo. No se haga el sordo(a), se lo ruego. Gracias •

La otra escena Miguel Ángel Quemain

quemainmx@gmail.com

cdmx, Capital

teatro: derechos culturales

(ii y última) EL ÚLTIMO AÑO de trabajo en el Sistema de Teatros de la Ciudad es particularmente relevante por la capacidad de crear vínculos con las expresiones escénicas y festivas más interesantes de la urbe. Estos vínculos van más allá de poner un logo de participación, como hizo Conaculta para legitimar artistas necesitados del cobijo institucional para conseguir otros beneficios, aportaciones privadas o apoyos de otras instituciones académicas y de otras entidades del país. La capacidad de comprometerse y coproducir en distintos sentidos, con matices, claro está, pero sin adoptar una actitud meramente legitimadora, ha sido un signo de identidad pues, al parecer, lo que se pretendía no era aferrarse a una plaza administrativa sino gobernar la cultura desde la cultura. El sentido de comunidad, dice el próximo titular de cultura de la capital, Alfonso Súarez del Real, será uno de los ejes fundamentales de la nueva gestión y justo ese sentido marcó el teatro en Ciudad de México. Parecería pomposo decir que la capital del país es la capital del teatro, pero así es debido a la enorme cantidad de grupos y la diversidad de sus aproximaciones a lo escénico, a tal

grado que la danza o, mejor dicho, las danzas, son también recibidas en este conjunto de expresiones. Hay avances muy significativos en materia de diversidad de todos los calados. Aliados al Festival del Centro Histórico se presentaron, entre otras, la propuesta Las lágrimas de Edipo, autoría de Wajdi Mouawad y dirección de Hugo Arrevillaga; Historias comunes de anónimos viajantes, de Antonio Zúñiga, y la sexta edición de Teatro en Plazas Públicas, Teatro en tu Barrio, con agrupaciones como Los Estrouberry Clowns, Hilvana, Grupo Yuka y Mario Nandayapa Quartet. Fue significativo tanto en lo político como en lo estético el ciclo de diversidad sexual en las artes escénicas (Entre lenchas, vestidas y musculocas), que reunió a un México de colores: Roberto Cabral, Las Reinas Chulas, Morganna Love, La Cebra Danza Gay y Tito Vasconcelos, para mostrar un arte polémico y crítico. La Muestra de Teatro de la Ciudad de México tuvo como tema Teatro Comunitario por la Dignidad, e invitó a creadores escénicos a participar con propuestas que promovieron la inclusión, el desarrollo comunitario y la cohesión social. Se llevaron a cabo conferencias, talleres y presentaciones en torno al tema. A través de la Coordi-

nación Nacional de Danza del inba se realizó el segundo Encuentro Nacional de Danza, que reunió a cientos de bailarines, coreógrafos y creadores escénicos de todo el país para celebrar su quehacer. Se albergaron propuestas que necesitaban un espacio alternativo, como La falsa suicida, dirección de Andrómeda Mejía, Después de Babel, de TeatroSinParedes y El moco, de Hasam Díaz, que se presentaron en Teatro ZentrO, Casa Refugio Citlaltépetl y Teatro El Milagro. Se aprovechó la sinergia de otros proyectos, como el xv Festival Internacional de Cabaret, el Encuentro de Danza y Juventud; el Segundo Festival Internacional de Danza Contemporánea de la Ciudad de México; el ii Festival Mundial del Bolero; el Mix Factory; la Semana de Cine Alemán; Macabro. Festival Internacional de Cine de Horror de la Ciudad de México y, por cuarta ocasión, el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris fue sede de Fénix, Premios Iberoamericanos de Cine. El 19 de septiembre, bajo el lema Cultura Solidaria, los teatros se sumaron primero como centros de acopio y después como espacios de “reconstrucción anímica de la capital”. Un teatro en pie que fue muy importante en la recuperación del ánimo y la esperanza, una fuente de entretenimiento pero también de crítica. Habrá que reconocer y defender la continuidad de las convocatorias que le dieron rostro a 2018, un año difícil por las limitaciones impuestas por las campañas electorales. Estas fueron, a grandes rasgos, el Segundo Premio de Dramaturgia Joven Vicente Leñero, el Primer Premio de crítica teatral Olga Harmony, las becas de manutención para la Muestra Nacional de Teatro, así como el Programa Nacional de Teatro Escolar en la Ciudad de México • Entre lenchas, vestidas y musculocas


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Arte y pensamiento

Prosaísmos Orlando Ortiz

Emilia Pardo Bazán: el feminismo de la condesa DOÑA EMILIA PARDO BAZÁN publicó en 1882 La tribuna, considerada como la primera “novela proletaria” en España, pues la protagonista es una obrera republicana que trabaja en una fábrica de tabacos. Para escribirla, la autora pasó dos meses observando y conviviendo con las trabajadoras de una fábrica en La Coruña; de ahí que, según Danilo Manera, “se basa en lengua y costumbres populares, sin huir de las situaciones consideradas escabrosas”. Le impresionaron fuertemente las infernales condiciones de trabajo de estas mujeres, su carácter y su espíritu de lucha. El marco es una huelga de las cigarreras que, como es de suponer, no tiene final feliz. En su momento la obra se consideró escandalosa. Para algunos estudiosos de la literatura española, la Pardo Bazán introdujo el naturalismo y un aliento innovador en la narrativa hispana, y también desafió el vetusto casticismo al utilizar coloquialismos en su discurso, algo tal vez más escandaloso para los puristas, al grado de que don Leopoldo Alas, desde la Academia, despectivamente la acusó de “prosaica”. Es obvio que por ese motivo, aunque en una o tres ocasiones fue propuesta para ingresar a la Real Academia Española de la Lengua, lo impidió la oposición de los ínclitos miembros de la misma. Juan Valera argumentó: “Por poco que abriésemos la mano (al ingreso de mujeres), la Academia se convertiría en aquelarre.”

El escozor provocado por La tribuna se acentuó años después, con Insolación, novela publicada en 1889. El escándalo fue mayúsculo, previsible en una sociedad comparable con la época victoriana inglesa, es decir, excesivamente mojigata y conservadora. Las reseñas aparecidas la criticaron severamente, lo que era de esperarse de epónimos especímenes de las letras ibéricas de entonces, pero incluso Leopoldo Alas escribió, refiriéndose a la protagonista: “Una señora, lo que se llama una señora, no disfrazada de señora —¡hay tantas que a la postre resultan unas tías!— no admite de buenas a primeras [...] la invitación de un hombre casi desconocido a una romería donde menudean los navajazos y las borracheras...” y “Qué idea tan triste da esta novela del nivel moral de la mujer madrileña.” Para las mentes gazmoñas era inconcebible que una mujer decente tuviera “apetitos”, o tal vez podrían aceptar que los tuviera, pero no que cediera a ellos. Resulta escandaloso, por lo tanto, que la marquesa (protagonista de la novela) se meta con él (que recién conoció) “en figones y merenderos, se emborracha, etc., hasta volver ambos ahítos y saciados de todo lo imaginable, para continuar amancebados a la vista del lector, con minuciosos pormenores sobre su manera de pecar...” (Creo que sobran los comentarios.)

Emilia Pardo Bazán

También en 1889 corrió el rumor de que tres mujeres podrían llegar a la Academia y, ante la cerrazón de los académicos, la pardo Bazán publica dos trabajos que se consideran su respuesta: “La cuestión académica. A Gertrudis Gómez de Avellaneda”, y “La mujer española”, escrito por encargo de una publicación inglesa, Fortnightly Review, publicado también más tarde en España y en el que aborda la situación de la mujer en los diferentes estratos sociales, desde la clase baja hasta la aristocracia. Ese año es significativo, pero en realidad en todos sus escritos está presente siempre la mujer española y planteada, de manera sutil o abierta, la doble moral imperante en la sociedad, en tanto fija una conducta sexual para el hombre y otra para la mujer. El machismo, la sumisión injustificada de las mujeres, etcétera, son temas que abordó en sus novelas y relatos, y también en artículos (que fueron miles), ensayos y conferencias. Casada a los diecisiete años, se separa del esposo en 1884 cuando éste, alarmado por la respuesta escandalosa de la élite literaria, le prohibió que siguiera escribiendo. Desde ese momento se dedicó al periodismo y escribió a Benito Pérez Galdós: “necesito un poco de serenidad, para trabajar sin desaliento. Me he propuesto vivir exclusivamente del trabajo literario sin recibir nada de mis padres, puesto que si me emancipo en cierto modo de la tutela paterna, debo justificar mi emancipación no siendo en nada dependiente”. En otras palabras, deseaba ser consecuente en todo. En 1916 la Universidad Central de Madrid (hoy, Complutense) la nombró catedrática de Literaturas Neolatinas. Se dice que el claustro de profesores y algunos alumnos la boicotearon y decidió retirarse; otros afirman que sus cátedra era tan exitosa que llegaron a matricularse en ella más de ochocientos alumnos, mientras en la del ilustre Ramón y Cajal había sólo 221 •

Ahí… Manolis Anagnostakis (1925- 2005),

Manolis Anagnostakiz

como Tasos Livaditis, también perteneció a la Primera Generación de la Postguerra o de la Derrota. Médico

Ahí lo encontrarás Cierta llave Que tú recibirás Que sólo tú recibirás Y empujarás la puerta Abrirás la habitación Abrirás las ventanas a la luz Se ocultarán aturdidos los ratones Brillarán los espejos Despertarán con el viento las bombillas Ahí lo encontrarás En alguna parte ‒por las valijas y los fierros viejos Los clavos cortados, los dientes partidos, Los alfileres en las almohadas, los marcos perforados, Las maderas a medio quemar, los timones de barcos.

Te quedarás un poco en la luz Después cerrarás bien las ventanas Las cortinas con cuidado Envalentonados te lamerán Los ratones Se oscurecerán los espejos Se quedarán quietas las bombillas Y tomarás la llave Y sin pesar con movimientos seguros Dejarás que se deslice en la alcantarilla Muy hondo en las aguas espesas. Entonces lo sabrás. (Porque la poesía no es la forma en que hablamos Sino el mejor muro para ocultar nuestro rostro.)

radiólogo marxista, se unió a la Resistencia (1941-1944), estuvo en la cárcel y fue condenado a muerte por un tribunal militar durante la Guerra civil griega (1946-1949). Participó en el movimiento estudiantil de la Universidad de Salónica y fue arrestado en 1948. Publicó numerosos libros de poesía que reunió en el volumen Poemas (1941-1971). Luego aparecieron Paréntesis (1972), Antidogmática (1978) y El margen (1979). Mikis Teodorakis puso música a varios de sus poemas. Recibió el Premio Estatal de Poesía (1985), el Premio Ourani de la Academia de Atenas (2001) y el Gran Premio Nacional de Literatura por el trabajo de toda su vida (2002). Véase La Jornada Semanal, núm. 1007, 22/vi/ 2014 Versión de Francisco Torres Córdova


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Bemol sostenido Alonso Arreola

@LabAlonso

Para que no muera la música viva EL NOMBRE DE ESTE FORO tiene que ver con las serpientes. Está en un segundo piso, arriba de un bar en la avenida Nuevo León de la colonia Condesa. Fuimos hace una semana para escuchar a un grupo de flamenco del cual hablaremos pronto en este espacio (toda una revelación). Allí caben poco más de cien personas sentadas. Es un espacio con decoración, iluminación y mobiliario agradables. El escenario es pequeño pero funciona bien. Suena bien. Se ve bien. Lo malo, por lo menos el día que fuimos, es que los decibeles de la música que sucede antes del conjunto en turno alcanzan alturas innecesarias. Ello nos hizo pensar en la cultura del volumen que vivimos en México. Víbora que se muerde la cola, efectivamente, la del sonido excesivo puede cambiar negativamente la experiencia que propone la música. Se trata de algo que los músicos sufren directamente pues, apenas van a iniciar, ya se sienten obligados a llenar el enorme vacío dejado por lo que volaba en el aire antes de su presencia. Hablamos de establecimientos en donde la audiencia combina el arte de leer los labios con el del grito que lucha entre gritos participando de un efecto dominó que privilegia

sonrisas resignadas y lecturas corporales a falta de conversaciones reales. Tal costumbre conlleva a una de las peores inercias de nuestra vida nocturna: la de no prestar atención a quienes tocan, sobre todo si se trata de piezas originales o de repertorio poco conocido. En tales situaciones, muchos clientes se comportan como si la música siguiera rodeándolos desde un archivo digital disparado por un diyei y no desde instrumentos tañidos por manos dedicadas, estudiadas… ¿Sonamos conservadores? Lo sentimos. Deseamos contribuir a un cambio de hábitos urgente. Desde luego hay foros en que esa conducta sería impensable e incluso se invita a que la gente apague sus celulares y guarde silencio, pero más allá de ellos –abocados a géneros clásicos, dancísticos o teatrales–, la cultura del parloteo ha crecido para causar un conflicto decisivo en el consumo musical. Y lo peor es que, aunque muchos lo comentan (“¿por qué ponen la música tan fuerte?, no se puede ni platicar”), pocos reclaman; se acepta el sometimiento como parte de un entramado estético incuestionable. Y no, no hablaremos de la contaminación por ruido (alguna vez hemos abordado el asunto), ni haremos comparaciones con otras ciudades del mundo en donde hay un sano balance entre “quiero platicar” y “como vine a escuchar a un grupo mostraré algo de respeto cuando actúe”.

Sólo diremos que la mayoría de los dueños, gerentes e ingenieros de foros nocturnos en donde se combinan la música viva y la de catálogo, creen que los cimientos del “buen ambiente” se generan saturando el aire al máximo, poniendo a prueba toda legibilidad, porque son como esos vendedores que frente a una tienda compiten, micrófono en mano, por la mirada de transeúntes agredidos sónicamente, subrayando la supuesta e indivisible relación entre el éxito –o su posibilidad– y los músculos que alcancen sus bocinas. Es allí, al filo de la noche ensordecedora, cuando añoramos espacios en que la voz humana persista subordinando a la música grabada para que, en el momento en que un grupo de artistas tome el escenario, descienda a zonas de silencio que entreguen el comando a los oídos, esos buenos camaradas que no tienen párpados ni reciben ayuda en el desciframiento del estrépito. ¿De veras es tan difícil suponer que los de la mesa de al lado, o la mujer que se parte la madre en el tablado tras miles de horas practicando esos tresillos taconeados, apreciaría algo de espacio aéreo? Parece que la violencia se nos ha ido tan arriba, tan lejos, que ya no vemos las muchas formas en que nos pervierte su estela. “¡Escuchemos!”, tal es el ruego que en forma de grito flamenco dispara un amigo nuestro mientras borda con su cajón la bulería. Hagámosle caso, para que no muera la música viva. Buen domingo. Buenos sonidos. Buena semana •

muchas veces efectivamente violenta, que puede escalar a niveles inmanejables y volver víctimas de su disfunción a quienes están cerca; por ejemplo, a los docentes. “Domingo por la mañana” sería la traducción de Nedeljsko Jutro (2017), del esloveno Martin Turk, cineasta más que hábil para comprimir en menos de quince minutos una historia/situación densa y compleja, inicialmente bifronte y cuyas vertientes hacen contacto hacia el segundo tercio dramático; dicho meollo es el de los vínculos padre-hijo, tensos, ásperos, difíciles, o bien terriblemente decepcionantes, según se trate de un vástago adolescente o uno en la niñez todavía. La animación Simbiosis carnal (Bélgica, 2017), de Rocío Álvarez, es una alegoría visual estéticamente plausible y semánticamente elocuente de lo que el título sugiere: la fusión de los contrarios vueltos uno, en diversas fases o estaciones del proceso –es decir, desde que el ser humano es una célula diríase indiferenciada, hasta que alcanza el nivel supremo de conciencia que le permite acceder por experiencia propia al vocablo “erotismo”–, que los conduce al abandono gratificante y feliz de la individualidad, que da paso a un ser nuevo, doble e inédito.

“El extraño en mi cabeza”, es decir “Stranac” u Mojoj Glavi en croata, de Petra Balekic (2017), busca sintetizar al máximo la trama y, más que eso, el fondo conceptual sobre el que se apoya la obra maestra de Albert Camus titulada El extranjero. Deliberadamente simplificada en grado extremo, la animación quiere que su linealidad escueta sea reflejo del pensamiento más íntimo del protagonista, ése que lo conduce a enfrentar la muerte como algo esencialmente ajeno, ya por inmanejable, ya por absurdo. Por su parte, el cortometraje belga Wildebeest (2017), codirigido por Nicolas Keppens y Matthias Phlips, recurre a la técnica mixta de fondos de “acción real” y personajes de animación en 2d para contar, desde la perspectiva de él, la historia de un matrimonio cuyos miembros encontraron su verdadero destino gracias a un viaje turístico con disfraz de safari en África. El amor de ella por los elefantes, multiplicados domésticamente en figurillas, dibujos, cojines, muñecos de peluche y hasta pasteles de cumpleaños, precipita un final de condición epifánicamente silvestre.

Cinexcusas Luis Tovar @luistovars

Guanajuato 21 (ii y última) POR FORTUNA, EL CRECIMIENTO del giff en estos veintiún años no le ha hecho perder su primera vocación: exhibir y premiar cortometrajes de ficción, de animación y experimentales, nacionales y extranjeros. En nuestro país, además del Festival Shorts México –especializado en el género–, el festival de Guanajuato es una de las escasas opciones para conocer lo más reciente de esta expresión fílmica fundamental.

Notas cortas para películas ídem Traducible como “Nacida en el huracán”, Born in the Maelstrom (2017), de la canadiense Meryem Joobeur, muestra con amplitud una vertiente dolorosa de esa tara humana tan aparentemente imbatible llamada racismo; aquí, las vicisitudes de una adolescente birracial a quien unos y otros rechazan en tanto carece de la supuesta “pureza” que la avale como perteneciente a un grupo o al “contrario” y, para peor, en una comunidad compuesta únicamente por mujeres, que no tienen empacho en mostrar un muy vergonzoso comportamiento gregario. En Un cortometraje sobre educación (2018), el chileno Nemo Arancibia despliega eficacia, franqueza y contundencia notables para contar una historia intramuros silenciosamente repetida en todas partes del mundo: la conducta escolar adolescente, potencial y

Un documental De apenas 75 minutos, Mamacita (2018), dirigido por José Pablo Estrada Torrescano, es la historia de la peculiar abuela del cineasta, contada desde el crepúsculo de la vejez y, por lo tanto, es una mirada al propio pasado de la mujer –examinado pausadamente por abuela y nieto, protagonistas únicos–, lo mismo atendiendo a su éxito social y material que a una intimidad más o menos escamoteada incluso a sus propios familiares, pero de donde emanó la fuerza que la hizo “llegar hasta donde llegó” sin mayor ayuda que la de su propio tesón •

Nacida en el huracán


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LA JORNADA SEMANAL 12 de agosto de 2018 // Número 1223

Ensayo Vilma Fuentes

Los ecos del barroco de Carmen Parra A raíz de la exposición que prepara el Museo Internacional del Barroco de la ciudad de Puebla de los Ángeles, aquí se hace una breve pero intensa reflexión sobre la obra pictórica de una artista moderna que se apoya en el barroco virreinal para hacer habitar lo sagrado y articular lo invisible: el viento.

Retablo

Suave patria

A

l alba de los tiempos, cuando los hombres aún no hacían diferencias entre los sueños y la vigilia, nace la pintura en la oscuridad de las grutas (de las cuales Pierre Soulages sabe hablar). De esos trazos brota la luz en las tinieblas. Señales esculpidas en la roca, testimonios de una remota antigüedad, figuras cabalísticas cinceladas acaso para obtener de ellas el secreto de la existencia, acaso para exorcizar la muerte. Destino primigenio y último de la pintura: epifanía y revelación a la vez. Se pinta como se busca, sin saber lo que se va a encontrar en los terrenos baldíos de lo desconocido. ¿Cómo vivir sin desconocido ante sí?, se preguntaba René Char en su diálogo de ultratumba con Mallarmé. La pintura de Carmen Parra es el viaje de retorno a los orígenes, búsqueda de la génesis de la identidad, la nuestra, la de México. Mosaico y calidoscopio. Prisma de luces abanicado por sus pinceles. Los dedos de Carmen poseen, sin duda, una memoria anterior a la suya, la de su mente. Ella no sabe lo que pinta, sus dedos sí lo saben. Un barco y un caballo encimados uno en otro, transparentes y opacos, traslúcidos, evanescidos en su misma esencia, en el encuentro de espejos del viaje… O de la fuga. Fugarse del tiempo que se fuga, ¿no es una manera de imaginar la inimaginable eternidad? Suspender el tiempo quebrando las rejas de las manecillas, tic-tac ensordecedor del tiempo. ¿Por qué Parra dibuja un barco? ¿Por qué pinta un caballo? Tal vez porque no se puede pintar el viento. Porque el vuelo de Ícaro no es sino la aspiración a convertirse en ángel. Pero el vuelo de Ícaro termina en llamas como acaba Lucifer en las llamas del infierno por haber querido compararse a su Creador. La obra de Carmen está atravesada por el vuelo de ángeles y arcángeles, pintados en el despliegue barroco de sus alas. La casa donde vive, monasterio y laberinto, se llama El Aire. Anhelo etéreo y ascensión a un cielo imaginario a través de la pintura. Los más allá imaginados por Leonardo o por Miguel Ángel. Una manera de pintar lo invisible: el viento. Ese viento que empuja las velas de los barcos, conduciéndolos a veces por caminos desconocidos, alejándolos de la tierra buscada, haciéndolos errar extraviados en el mar. El velero de Ulises será un juguete del viento y del capricho de los dioses durante los periplos de su viaje de retorno a Ítaca: la tierra de origen se aleja cada día más, desaparece del horizonte como un imposible espejismo. El acceso a Ítaca pasa por el ojo del ciclón, sólo quien ha

sido capaz de ver el apocalipsis accede a la génesis. Cristóbal Colón buscaba las Indias, tierras asiáticas donde se dan las especias, cuyos aromas perfuman el aire y sazonan los alimentos. Sabía que la Tierra era redonda, ignoraba sus dimensiones. Entre Europa y Asia, un continente desconocido se interponía. Un hemisferio de riquezas insospechadas, minas de oro y plata, bosques umbríos y junglas lujuriosas. Tierra poblada por hombres que levantan pirámides y viven sobre lagos. Encuentro y choque entre Occidente y América que producen una explosión y una fusión nacidas del enfrentamiento y la confluencia. Conjunciones y disyunciones, podría decir Octavio Paz, fantasma errante en el laberinto de la soledad. A la violencia de los vencedores, los vencidos responden en silencio: sumisos, abandonan sus creencias, sus lenguas, su cultura y sus dioses. Juego de espejos, apariencias engañosas: los subyugados inoculan su espíritu en el corazón mismo de las costumbres, el credo y el idioma de los conquistadores. Intercambio y simbiosis entre dos civilizaciones. Esculturas y representaciones pictóricas de santos, ángeles y vírgenes tienen rostros con rasgos de ídolos y dioses aztecas. De ese sincretismo nace la magnificencia del barroco virreinal. La obra de Parra está impregnada de este arte sacro. Ungida con el óleo sagrado de la divinidad. A contracorriente de los artistas inspirados en el arte prehispánico o de las innovaciones y avatares del arte moderno, Carmen encuentra en el barroco novohispano sus raíces. Visita la Catedral de México días y años, descubre sus más secretos rincones, respira su alma, pinta sus volúmenes, sus altares, sus campanas, sus retablos, sus Cristos, sus ángeles, sus santos, su órgano convertido por sus pinceles en el figurativo más abstracto del barroco: llamas elevadas al Cielo con su música. Se apodera del barroco virreinal para traerlo desde su pasado al presente, pasado inmóvil donde el tiempo ha cesado de transcurrir, denso, cargado de sí mismo, perenne. El Museo Internacional del Barroco de la ciudad de Puebla de los Ángeles prepara una exposición de Carmen Parra titulada Ecos del barroco, con la meta de hacer habitar lo sagrado al espectador. Por ello se abre con un altar de espejos en el vestíbulo, el mundo como espejo del cielo, donde el visitante podrá mirar su reflejo en conexión con los divino. Dejad al viento hablar: ese es el paraíso, palabras del último Canto de Ezra Pound •


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