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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 17 de mayo de 2015 ■ Núm. 1054 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
visib FaBRizio andReella
Del Libro de las horas, R aineR M aRia R ilke • B oRges e Islandia edwaRd BunkeR y la judicatura • Poetas y escritores en torno a lópez VelaRde
17 de mayo de 2015 • Número 1054 • Jornada Semanal
BAZAR DE ASOMBROS LETRAS EN LA MAR
Hugo Gutiérrez Vega
H Al depender de la imagen de manera absoluta y para toda suerte de propósitos, la cultura occidental ha terminado por ser esclava del mundo de la representación. Con la iconolatría –como acertadamente la llama Fabrizio Andreella– se pretende anular la supuesta amenaza de lo invisible, es decir, todo aquello que escape al dominio de lo real tangible. En su ensayo, entre otros fenómenos derivados de la desaparición de lo invisible, Andreella aborda la entronización del icono ya desligado de su referente, la sobreestimación del espectáculo, así como la banalización de la tragedia. Publicamos además textos sobre Jorge Luis Borges, Edward Bunker y Ramón López Velarde, así como un cuento de Carlos Martín Briceño y una sátira de Javier Bustillos. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
ace unos días culminaron en Puerto Vallarta las quintas jornadas de Letras en la Mar. Ten go la impresión de que estos actos poéticos cuentan ya con un considerable apoyo popular. Pue de decirse que han logrado una implantación social que los convierte en un evento anual que forma par te de la vida cultural de la ciudad. Los vallartenses esperan la llegada de las jornadas y los poetas se en tusiasman con la idea de participar en ellas y de esta blecer una hermosa comunicación con las distintas clases sociales del puerto jalisciense. Y digo esto por que los recitales se celebran en locales universitarios, en salas de conferencias, en hoteles de lujo, en la es cuela preparatoria, en escuelas primarias, en la bene mérita biblioteca Los Mangos y en el mercado de la ciudad en donde las y los poetas leen en medio de robustas cebollas y de lustrosos jitomates. Letras en las Mar se ha consolidado y convertido en un festival de poesía de nivel mundial, pues este año vinieron poetas de Uruguay, España, Suecia, Polonia, Francia, Canada y varios puntos de la República Mexicana. Tengo muy presente el poema del uruguayo Jor ge Arbeleche que canta el amor y la muerte en la vida de Federico García Lorca. La sueca Mara Lee leyó una poesía reflexiva y profunda; la polaca Cristina Len kovska nos trajo un homenaje a Chopin, como músi co y héroe de la cultura de Polonia; el español Rafael Saravia, radicado en León, compañero y amigo de Antonio Gamoneda, leyó un emotivo poema sobre la vida y los trabajos de una notable figura materna; Bernard Pozier e Isabel Corteau trajeron la voz de Quebec, meditativa en el caso de Isabel, humorísti ca en el de Bernard. La poeta homenajeada en estas jornadas fue la mexicana Coral Bracho. Todos coincidimos en que la tensión espiritual de su poesía es un dato fundamen tal de su trabajo. El dominio de la forma, la acertada selección de las palabras y el poder evocador de sus metáforas, la han convertido en una de las voces prin cipales de la poesía en lengua castellana. La actriz Diana Bracho leyó poemas de su autoría llenos de finura y de palpitante sensibilidad. Jorge Souza presentó su último libro en el que brilla la epo peya de lo cotidiano, la grandeza oculta de las cosas aparentemente sencillas e irrelevantes. Selene Bueno leyó poemas de gran fuerza evocadora de las distin tas etapas de su trayectoria literaria; Carmen Villoro nuevamente nos hizo viajar por los caminos de todos los días y por los vericuetos del alma, de la vida y de esa parte de la vida que se llama muerte. Los poetas vallartenses sorprendieron con su ma durez creativa y su variedad de temas y de tonos; Nacho Cadena mezcló humor con melancolía; Ra
Hugo Gutiérrez Vega junto a Diana Bracho en las quintas jornadas de Letras en la Mar
món Domínguez leyó textos de su libro sobre el Ve subio y colocó, como Gustavo Adolfo Bécquer, “sobre el volcán la flor”; Karina Macías reflexionó sobre el ser de la poesía y sobre las razones de su quehacer poético. Los jóvenes poetas de Guadalajara, Mariana Pérez Villoro, Gustavo Iñiguez y Álvaro Luquin apor taron originalidad y búsqueda de nuevas formas en el caso de Mariana, afirmación de la perdurabili dad de la poesía en el de Gustavo y las relaciones en tre el rock duro y los personajes de actual olimpismo de parte de Álvaro. Fue emocionante el acto en el mercado: Lucinda María Ruíz Posada, Carmen Villoro, Selene Bueno, Ra fael Saravia y otros poetas se situaron en los puestos de frutas, verduras y pollos y leyeron poemas pro pios, de González León, de Placencia y de Pellicer. Lograron una emocionante comunión con los pues teros y los compradores. Lo mismo hicieron con los niños de las primarias y con los jóvenes de la pre paratoria en donde se presentaron los dos primeros libros de la colección Letras para volar, dirigida por Patricia Rosas y por Margarita Franco Gordo. Esta colección va a producir 300 mil libros de poesía, na rrativa y ensayo que se distribuirán gratuitamente entre los estudiantes de las prepas de la Universi dad de Guadalajara. Un punto entrañable de las jornadas fue la cele bración de los ochenta años de Fernando del Paso. El pueblo de Vallarta le cantó Las mañanitas, le llevó serenata y le mostró su respeto y admiración. El gran novelista, cuya salud va mejorando, agradeció los homenajes atento y emocionado. Ahora Puerto Vallarta espera las sextas jornadas de Letras en la Mar. El rector del cu Costa, Marco An tonio Cortes Guardado, Alejandro Sánchez, Víctor Boga, Abel Villa, Nacho Cadena, María José Zorrilla, Sergio Toledano, Enrique Carothers y todos los orga nizadores y patrocinadores tienen ya la vista puesta en la primavera del año entrante
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jornadasem@jornada.com.mx
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Portada: El ojo saturado Collage de Marga Peña
Directora General: carmen Lira saade, Director: Hugo gutiérrez Vega, Jefe de Redacción: Luis toVar, Edición: Francisco torres c órdoVa , a Leyda a guirre r odríguez y r icardo y áñez , Coordinador de arte y diseño: F rancisco g arcía n oriega , Diseño de portada y dossier: marga peña, Diseño de Columnas: J uan g abrieL p uga , Relaciones públicas: V erónica s iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a LeJandro p aVón , Publicidad: e Va V argas y r ubén H inoJosa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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Del Libro de las horas Rainer Maria Rilke
Lösch mir die Augen aus: ich kann dich sehn, wirf mir die Ohren zu: ich kann dich hören, und ohne Füße kann ich zu dir gehn,
und ohne Mund noch kann ich dich beschwören. Brich mir die Arme ab, ich fasse dich
mit meinem Herzen wie mit einer Hand,
halt mir das Herz zu, und mein Hirn wird schlagen, und wirfst du in mein Hirn den Brand,
so werd ich dich auf meinem Blute tragen.
Aproximación no rimada: Apágame los ojos: puedo verte, tápame los oídos: puedo oírte,
y sin pies caminar puedo hacia ti
y aun sin labios te puedo conjurar. Quebrántame los brazos, te asirá
mi corazón lo mismo que una mano; detenlo, y mi cerebro latirá,
y si arrojas en mi cerebro fuego,
de ese modo te llevaré en la sangre.
Aproximación rimada con el mismo esquema que el original: Los ojos ciérrame: te puedo ver;
los oídos tápame: puedo escucharte, y sin pies hacia ti puedo correr,
y hasta sin labios puedo conjurarte. Quebrántame los brazos, te asirá como con una mano el corazón;
detenlo, y latirá el cerebro todo,
y si logras su ardiente combustión,
te llevaré en la sangre de ese modo. Versiones de ricardo Bada
CUENTO
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La
llamada del abismo
Para José Baqueiro, quien me contó esta historia Nel mezo del cammin di nostra vita mi ritrovai per una selva oscura chè la diritta via era amarrita Dante
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ólo había transcurrido un mes desde que lo contrataron cuando recibió la noticia: –La cosa anda mal, no puedo darme el lujo de pagar un administrador. Mañana es tu último día. Espero que entiendas. ¿Entender qué?, pensó, mientras observaba las orejas llenas de pelos de su interlocutor, ese cerdo libanés que se aparecía en su cantina únicamente los domingos por la noche para ver cómo iba el negocio. Tamborileó con los dedos la superficie lisa de la barra de madera y estuvo a punto de hundirle al tipo en la frente la base de un vaso tequilero, pero un destello de malicia lo frenó. La idea tuvo que ver con la pensión alimenticia de su exmujer, el pago al ginecólogo que atendería el parto de su tercera esposa y el recibo de luz que llevaba en el bolsillo. Una vez solo, se dirigió a la caja, guardó los billetes de la semana en la cartera y, sin despedirse de la anciana que trapeaba con indiferencia los pisos manchados de gargajos (y de la que supuso que tendría una vida mejor que la suya), salió aprisa para alcanzar el último camión de la noche. No hubo suerte. Al llegar al paradero vio, tras una estela de humo, cómo el autobús daba vuelta en la esquina. Suspiró. Pagar un taxi equivaldría a comer solamente huevos el fin de semana. Resignado agachó la cabeza, metió las manos en las bolsas de su pantalón y se encaminó a casa. Esta parte de la ciudad que durante la mañana hervía de transeúntes, vendedores ambulantes, puestos de comida y hedores de fritanga, al caer la madrugada comenzaba a tornarse lóbrega. Mientras avanzaba, empezó a dolerle la cabeza de cansancio. Desde que decidió vivir con Odalis le era cada vez más difícil conciliar el sueño. Pasaba las noches añorando los tiempos de abundancia de su vida, cuando era el gerente del Royal Caribe y podía disfrutar libremente del Chivas Reagal, dormir en el confort del aire acondicionado y levantarse a la hora que se le antojara. Muy diferente al agujero en el que ahora vivía: un cuarto diminuto, paredes sucias, el techo tan bajo que era posible tocarlo con sólo levantar la mano; y el calor… un opresivo y pegajoso vaho cubriéndolo todo. Así, cada mañana, tratando de inventarse voluntad para subsistir en medio de este hartazgo. Era lo único que podía pagar. Lo había perdido todo a causa del juego, la fiebre de los dados con que aligeraba su rutina diaria, el viaje de las cartas sobre el octá-
Carlos Martín Briceño
gono verde, el azar con su irrumpir de epinefrina que largo tiempo alimentó sus expectativas de una vida regalada. Pensó en Odalis y volvió a reclamarse qué lo había llevado a enredarse –¿el sexo, la soledad, el fracaso?– con esa cubana de piel clara quien, aparte de estar a punto de parirle un hijo, era madre de otros dos que él tenía también que mantener. “Debí haberla obligado a abortar.” No bien había avanzado media cuadra cuando se topó con el mensaje. Tú que vas cabizbajo: detente. Alégrate, aquí vive Dios, espetaba el pizarrón clavado en la pared carcomida de la deslustrada casona. Aminoró los pasos, interrumpió su andar y se fijó con detenimiento en la fachada. Observó la desvencijada puerta de madera con su par de simétricos postigos, la aldaba en forma de cabeza de león, las hierbas que crecían, tercas, en lo alto de las cornisas. “Qué pendejada.” Tomó el pedazo de gis que parecía aguardar en el quicio de uno de los postigos para una posible respuesta y, antes de proseguir su ruta, escribió: Dios no existe. Iba a largarse cuando un sorpresivo ruido, como el de un árbol seco al caer o el de una roca que se desliza por el despeñadero, lo impulsó a acercarse y a mirar por las rendijas. El estruendo había venido de adentro. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Puso la mano indecisa sobre la melena de bronce y empujó. El interior de la casa lo impresionó. En medio de la penumbra se desplegaban, altos y carcomidos, los techos de una antiquísima mansión que parecía ser inmensa, pues desde la entrada, el fondo apenas se percibía. Un olor fuerte a humedad y detritus saturaba el ambiente. Al amparo de un silencio absoluto fue avanzando con lentitud hasta que sus pupilas se habituaron a la semioscuridad. Vio los pisos mohosos donde aún se adivinaban los mosaicos dibujados de arabescos, las paredes saturadas de graffiti, el patio morisco poblado de maleza. Aquí vive Dios, aquí vive Dios, aquí vive Dios, iba leyendo en esos muros afectados por la viruela de los años. Ni un ruido ni una puerta chirriante o algún eco de pasos. El ritmo de su respiración era lo único que escuchaba durante ese recorrido agónico que, en algún momento, imaginó el descenso al infierno de su existencia. Aquí vive Dios. ¿Aquí? ¿En este abandono?, se preguntó, al tiempo que caminaba palpando las paredes humedecidas. En ese instante sintió la mirada de una mujer que lo observaba desde un patio arbolado donde parecía terminar su camino. Durante unos segundos permaneció inerme, sin atreverse a continuar. Hasta que comprendió lo inútil de su incertidumbre. Tomó aire y dirigió sus pasos hacia ella. Sólo escuchaba el bombeo acelerado de su corazón
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CREACIÓN
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Javier Bustillos Zamorano
ESCENA 1
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stán en la sala de juntas anexa al despacho presidencial: el Presidente, el Secretario de Gobernación, el Subsecretario, el Jefe del Ejército y los tres empresarios. Discuten.)
presidente : … es que no es la forma ni fue el momento,
José Luis. Mira los periódicos. Ve esta foto. Ahí parece que me estás dando órdenes; me señalas con el dedo, soberbio y altanero, digo, no tuviste respeto ni para la investidura. empresario 1: A ver, Presidente, hablando claro y directo: estás aquí gracias a nosotros (ademán enérgico que detiene la respuesta del Presidente) sigues aquí gracias a nosotros, que no se te olvide, uno; dos: si te hablé así es porque te negaste a recibirnos ¡Cómo demonios quieres que te hablemos! jefe del ejército : Por favor, don José Luis, por favor… calmémonos, se lo ruego. No conseguimos nada con alterarnos. empresario 1: Estoy calmado, General, estoy calmado. A usted le consta que anduvimos detrás de él. Pero bueno, dejemos eso. A ver, Presidente: ¿es cierto que aquí el señor secretario le presentó su renuncia? (El Presidente no contesta). secretario de goBernación : Sí, señor, así es. empresario 2. ¡¿Por qué no se nos avisó?! secretario de goBernación : ¿Y por qué habría de hacerlo? Yo sólo le respondo al Presidente… empresario 1. ¡Aquí ningún hijo de la chingada va a renunciar! secretario de goBernación : ¡No me insulte! ¡No me grite y no me hable así! ¡A mí no! presidente: ¡Se calman los dos! ¡Cálmese ya, José Luis, bájele ya el tono, a usted tampoco se le olvide que el que manda aquí soy yo! Ya solucionamos ese problema, ya nos pusimos de acuerdo. No le acepté la renuncia y le pedí que siga en el cargo. empresario 3: Por favor, señor secretario, por favor, ¿podría usted explicarnos por qué? secretario de goBernación : No estoy de acuerdo con los métodos violentos con los que se pretende solucionar las cosas. La violencia sólo empeorará la situación; se lo dije al Presidente, le pedí margen para maniobrar políticamente, pero, al parecer, ya no le interesa escucharme. En los hechos recientes ni siquiera me avisaron; el Subsecretario aquí presente tomó la decisión, sin consultarme, y mandó a la tropa a romper ese bloqueo. presidente : Yo se lo ordené. jefe del ejército : No fue la tropa, señor secretario, fue la policía federal… secretario de goBernación : La policía federal y la gendarmería están compuestas por soldados, General; son tropa. Son soldados, no policías. Por eso tenemos tantos problemas, porque los soldados tienen otra formación; entienden su labor bajo la premisa de matar o morir.
ElplanB empresario 2: Usted sabe que ya no hay tiempo para eso, señor secretario. No sea ingenuo ni se engañe, ya no hay tiempo para la política, esa gente sólo entiende a madrazos, son subversivos, quieren desestabilizar al gobierno, hundir al país. empresario 1: Hay que seguir descabezándolos. Cortadas las cabezas principales el cuerpo cae solo… empresario 3: Si se eliminan a sus líderes se desmovilizan, se desmoronan; esa es la experiencia (El Jefe del Ejército aprueba con un movimiento de cabeza). presidente : Lo que acordamos con Esteban (se refiere al Secretario de Gobernación) es que permanezca en el puesto hasta que las cosas se calmen. Mis asesores dicen que esto no durará más tiempo, cuestión de dos o tres
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secretario de goBernación :
La policía federal y la gendarmería están compuestas por soldados, General; son tropa. Son soldados, no policías. Por eso tenemos tantos problemas, porque los soldados tienen otra formación; entienden su labor bajo la premisa de matar o morir.
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meses; ya están trabajando con los medios y vamos a establecer un nuevo manejo de la crisis. Le pedí que siguiera insistiendo en la solución política y ya tenemos algunos resultados, según me informó él mismo. secretario de goBernación : Me reuní con todos los gobernadores. Van a cerrar filas en torno al Presidente. Acordamos seguir trabajando en lo político; ya tenemos a algunos líderes dispuestos a negociar. La posibilidad de dividirlos es real; estamos trabajando en eso… presidente : Y paralelamente apretaremos más las tuercas a través de la fuerza. empresario 1: Sí pero eso mismo nos dijeron hace tres meses, ¡tres meses, Presidente! Usted nos dijo que se arreglaría en ese tiempo, ¡y está peor! Ustedes dicen que están trabajando pero nosotros estamos perdiendo dinero, ¡dinero con el que se mueve la economía de este país! Si cae la economía se cae todo, señores; se cae usted y se cae el Presidente. presidente : Ya bájele, José Luis, no le voy a tolerar más amenazas… empresario 1: No, Presidente, no los estoy amenazando; les estoy avisando; le estoy diciendo que si sigue con ese estilo de gobierno vacilante; si no toma las decisiones que debe tomar, nosotros cambiaremos las cosas a nuestro modo; nosotros sí estamos dispuestos a todo por nuestro país… secretario de goBernación : Sí, ya vimos cómo los empresarios se la rifan por el país…ya van 70 mil millones de dólares que se llevaron a bancos extranjeros… empresario 3: (Se adelanta a la reacción de Empresario 1) Son los menos; unos cuantos a los que ya les entró pánico. Pero los principales aquí seguimos, señor secretario. empresario 1: (Parándose, seguido por los otros dos empresarios y el Jefe del Ejército) Vámonos. Gracias por su tiempo, señor Presidente (sale sin despedirse; los otros dos empresarios se despiden de mano del Presidente, del Secretario de Gobernación y del Subsecretario. El Jefe del Ejército los acompaña a la puerta).
ESCENA 2 (Están el Jefe del Ejército, el Empresario 1 y el Subsecretario en el comedor anexo a la oficina del empresario; terminan de desayunar.) empresario 1: (Después de sorber su café) ¿Verdad que está bueno? Es de una mezcla especial. Y los chilaquiles, ¿qué tal? Así le gustan aquí a mi General, mi cocinera se los prepara como a él le gustan (el General sonríe, cómodo en su silla). Vaya usted preparándose, licenciado. Usted será el próximo secretario de Gobernación. (El subsecretario lo mira sorprendido.) Sea discreto, sólo eso. Habrá cambios en el gobierno, movimientos necesarios. Pero si eso no funciona tenemos un plan b . Ya le diremos. ¿Más café?
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EdwardBunker Ricardo Guzmán Wolffer
y la judicatura
LA EFICACIA DE SU OBRA ES PLANTEAR LA VERSIÓN DEL DELINCUENTE FRENTE A LA AUTORIDAD
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uien ha leído las novelas de Bunker, como No hay bestia tan feroz, Stark, Little Boy Blue, La fábrica de animales y Perro come perro, sabe el calibre del autor, pero podría dudar si en textos más cortos tiene la misma profundidad de análisis socio-jurídico y de creación de personajes. Bastará leer Huida del corredor de la muerte, recopilación de relatos publicada post mortem, para corroborar que su madurez creativa le permitió moverse en el relato o la novela con similar efectividad. “La justicia de Los Ángeles”, de 1927, habla del ingreso de Brooks, un negro, a prisión. Luego de trabajar desde niño obtiene un buen puesto en una gasolinera. Cuando su automóvil no enciende, decide tomar prestado el de su supervisor para ir por la novia y devolverlo en la noche. En un semáforo, es chocado por una patrulla. Cuando las defensas quedan trabadas, el policía reporta la situación, cierto de que no hay mayor dificultad. Pero los nuevos oficiales piensan distinto. Detienen al negro y comienza el infierno al entrar en la maquinaria judicial: luego de varios días de arresto, se presenta ante el juez: “Estaba atrapado en la justicia del hombre blanco.” El error, explica implícitamente Bunker, fue dejarse detener, pues una vez en la banda de producción de la fábrica de animales (la cárcel no sirve para readaptar, sólo para castigar, como ha sustentado y demostrado en sus otras novelas), es poco probable salir bien librado. En unos cuantos párrafos, Bunker cuenta el camino laboral del negro Brooks y, con sorprendente eficacia, relata que en los años veinte no había discriminación ni violencia racial en Los Ángeles, como después sucedería. Pero da su hipótesis sobre la aversión racial que en los siguientes años llevaría a enfrentamientos sangrientos en Estados Unidos: los blancos temen a los hombres negros y “cuando alguien tiene miedo es cuando se odia y se es cruel, por miedo”. Tal vez Brooks habría podido salir de la detención en pocos días, pero tiene el mal tino de perder los estribos días antes del juicio y él solo le pone una golpiza a va-
rios policías. Eso lo marcará de por vida y para mal en la corte, pues lo mandan a prisión a pesar de que el “robo” no ameritaba tal castigo: es una celebridad carcelaria y no debe dejar precedente. Bunker evita compadecerse del desafortunado negro: todos los internos están en el infierno y lo saben. La perspectiva de Bunker, como ha demostrado en toda su obra, es la del interno: sus novelas plantean el camino delictivo desde la infancia y adolescencia, hasta la residencia permanente en San Quintín, pasando por las salidas y reingresos carcelarios. La eficacia de su obra es plantear la versión del delincuente frente a la autoridad. Y, como sucede en México, no distingue entre el policía, el carcelero, el juez o el defensor público: todos forman parte del mismo Estado que, en realidad, busca castigar a los infractores, no reinsertarlos a la sociedad. Cuando llega a la prisión, el encargado advierte a todos los nuevos reclusos que lo único importante es cumplir con el reglamento, respetar a los carceleros y no escapar: si los internos se matan entre ellos, da igual. Con todo y la obligación legal mexicana de respetar los derechos humanos a partir de la modificación constitucional, a nadie le sonará extraño ese discurso, hecho hace varias décadas por Bunker. Resalta la versión del autor sobre el expedito procedimiento judicial que, en pocos minutos, manda a Brooks a la cárcel, por haber tomado prestado el automóvil. Mientras tanto, en México llevamos años con el cambio de sistema penal, presuntamente para dar más justicia a los procesados, pues con el anterior sistema ni siquiera llegaban a conocer al juez, las pruebas las recababa y ofrecía el Ministerio Público y tardaban años en resolverse esos juicios, en tanto los presos sufrían lo indecible en los recintos carcelarios pensados para una población cuarenta por ciento menor; empero, no se habla de las condiciones sociales que sustentaron ese sistema penal, y ni siquiera han sido nombradas públicamente por las autoridades o partido político alguno.
El erario estatal gastará miles de millones de pesos en cambiar un procedimiento judicial que, en sí mismo, no sólo no incide en las causas socioeconómicas que llevan a miles de jóvenes a buscar en la delincuencia, organizada o individual, la respuesta a sus necesidades básicas, sino que, como se ha comprobado en varios estados de la República, desacredita al sistema judicial por evidenciar la impunidad derivada del desconocimiento en la aplicación del “nuevo” sistema penal y eso descompone aún más el tejido social. Si en alguna época se consideraba al juzgador como la etapa final de una verdadera opción para resolver la problemática penal, la percepción social no mejora con el cambio procedimental; por el contrario, se agrava. Más aún, ante la evidencia irrefutable de que la Suprema Corte retoma el camino de ser un depósito de políticos premiados y no una cúpula de juristas que estudian cada una de sus resoluciones, ciertos de sus implicaciones metajurídicas. Volviendo a “La justicia de Los Ángeles”, cuando Brooks habla con su defensor público captamos que éste desarrolla su empleo en malas condiciones y con la claridad de que sólo se trata de un aprendizaje para abrir su bufete privado: “Si tenía que representar a criminales culpables, al menos lo haría para aquellos que pudieran pagar.” Esos defensores de oficio van cambiando en cada audiencia: no hay continuidad procesal en la defensa, y al juez le basta una ojeada al expediente y mirar al negro para mandarlo a la prisión de San Quintín. Bunker evidencia que el procedimiento no es lo que hay cambiar, sino la sociedad que lleva a tener esos defensores y jueces, ese sistema que, en los hechos, ni es equitativo ni sirve para reimplantar a los procesados, sin importar si son o no condenados en sentencia: luego de meses de estar detenidos, obligadamente habrán debido adaptarse a la rutina carcelaria para sobrevivir, lo cual sirve para todo menos para reinsertarse a la sociedad extramuros
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Ánxela Romero-Astvaldsson
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a pasión de Borges por Islandia lo acompañó toda su vida, e incluso más allá, pues la lápida de su tumba ginebrina tiene una inscripción en anglosajón en la parte frontal, y una en escandinavo antiguo en la posterior, tallada a petición de María Kodama, que reza: “De Ulrica a Javier Otálora”, en mención de los personajes del relato al que aluden, y que representan a María Kodama y a Borges. La cita está extraída de la Volsungasaga, saga islandesa anónima escrita hacia 1270, cuya traducción de William Morris al inglés le obsequiara su padre en la adolescencia. Lectura que constituyó una revelación, pues ese temprano contacto generó un íntimo e intenso deslumbramiento que nunca lo abandonaría y que se consolidó a lo largo de su vida. Borges viajó a Islandia en 1971, en 1976 y en 1978. Como resultado de sus lecturas previas, en el primer viaje era capaz de entender la lengua escrita, aunque su interés fue siempre más de índole etimológico que hacia la lengua hablada, lo cual no es de extrañar, dado que su fascinación por Islandia tuvo su origen en la lengua islandesa, que para él era “el latín del norte”, y que se ha mantenido casi sin cambios desde hace siete siglos. Ese interés, insólito en la época por parte de un escritor hispanoamericano, da como fruto tres libros sobre cultura islandesa medieval: Las kenningar (1933), que, revisado, incluyó en Historia de la eternidad; Antiguas literaturas germánicas (1951), reeditado en 1966 con correcciones menores como Literaturas germánicas medievales; y la traducción al español con María Kodama de Gylfginning (La alucinación de Gylfi), que es una parte de la Edda, de Snorri Sturlusson, uno de sus autores islandeses de referencia. En Las kenningar, de brevedad borgeana (apenas treinta páginas), Borges reflexiona sobre el sistema metafórico islandés, las denominadas kenningar, que aparecen en los poemas escáldicos, a menudo intercalados en las sagas. Los poemas escáldicos eran composiciones laudatorias dedicadas a reyes o personajes principales de la cultura noruega e islandesa, cuya característica consiste en que no eran anónimos. Para ilustrar su reflexión escoge la Snorra Edda, compuesta alrededor de 1230, que sirvió a los jóvenes escaldas como ars poetica, pues era un texto que daba lecciones de retórica y poética a los jóvenes escaldas. Las kenningar son, en su acepción más simple, perífrasis metafóricas, asociaciones de imágenes donde, por ejemplo, la “tempestad de las espadas” alude a “la batalla” y la “pradera de la gaviota”, “al mar”. Borges no dejó de reconocer que algunas podían resultar artificiosas –“flores retóricas”, las denomina– y que su encanto se difumina al traducirlas a lenguas como el español o el por-
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tugués. Pero no por ello deja de admirar la profunda evocación imaginativa que despiertan y el caudal de significados que la mayoría desprenden. La seducción que ejercieron sobre Borges guarda relación con su carácter diferenciador de las perífrasis que abundaban en la “literatura arcaica”, sea en la Ilíada o en Beowulf. Valga como muestra de su funcionamiento y de su paulatino grado de complejidad el ejemplo siguiente: si encontramos “la morada de pájaro” por “el aire”, ésta se puede
Borges e Islandia
SU ADMIRACIÓN POR ESE PAÍS DIO COMO FRUTO TRES LIBROS: LAS KENNINGAR, LITERATURAS GERMÁNICAS MEDIEVALES Y GYLFGINNING
combinar para crear imágenes más sofisticadas. Si “el cielo” es “yelmo del aire” podemos encontrar “yelmo de la morada del aire”. Descifrarla, por tanto, requiere conocimientos de mitología nórdica. Con este libro, Borges se acoge a un tema desconocido para el lector de la época y lo hace guiado por el gusto personal, por eso elige aquellas que lo han seducido y omite las de “potencia más alta”, las de “segundo grado”, las de “razón mitológica”, que no son las que elegiría un islandés experto en mitología. En ese sentido, el texto tiene carácter lúdico, pues las plantea de manera adivinatoria, como “mero soborno a la inteligencia”. A menudo Borges se lamentó del desconocimiento de la literatura escandinava en el mundo hispánico, y con sus aportaciones pretendía paliar en algo ese vacío, pero no dominado por una puridad académica sino guiado por su caudalosa curiosidad y gusto personal que, a pesar de ciertas inexactitudes documentadas en Las antiguas literaturas germánicas, no deja de poseer valor informativo, y aunque su acercamiento a la literatura islandesa se centró en la Edad Media y no lo conectó con la literatura contemporánea, el mérito de tender puentes entre ambas culturas no ha sido secundado por otro escritor hispánico actual. Si en el plano histórico hay aspectos de su interpretación discutibles, sus valoraciones literarias se revelan de interés para entender su obra. Una influencia reconocida por él mismo al afirmar que creía “haber aprendido a narrar en esos libros”. Porque aquello que le entusiasma, Borges no puede dejar de usarlo en la ficción, siquiera como experimento, y su fascinación por las sagas permeó su estilo, como él mismo reconoce en una entrevista en su primer viaje a la isla, al decir que lo seduce la economía de esa antigua literatura, pues “todos los que escriben en español tiene la tendencia a extender su estilo”. Como no podía ser de otro modo, Borges incorporó su fascinación por este mecanismo creativo a su propia obra, como el poema “Fragmento”, construido a base de kenningar. El sustrato islandés también subyace en “Tlon, Uqbar, Orbis Tertius”, en el que emplea su conocimiento de las kenningar alternándolo con diversas posibilidades de su invención. En otra entrevista reconoce haber compuesto “La intrusa” ateniéndose “al estilo y espíritu de las sagas”, y la isla boreal es la protagonista de numerosos poemas como “A Islandia”, de El oro de los tigres; “Islandia el alba”, de La moneda de hierro, e “Islandia”, de Historia de la noche. A su mítico monstruo marino o “verde serpiente cosmogónica” dedicó la composición onírica “Midgarthormr”, de Los conjurados y Atlas. El islandés era, a buen seguro, la lengua en la que Borges se permitía soñar
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AHOGADOS EN EL OCÉANO MEDIÁTICO DE LA
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ABUNDANCIA VISUAL
a
d
a r p a es
Fabrizio Andreella fabrizio108@yahoo.com
Las imágenes son redes, y lo que aparece en ellas es la pesca conservable. Elias Canetti, La antorcha al oído.
ladero hacia lo invisible es, para nosotros, simplemente una ingenuidad con respecto al sospechoso escepticismo de Geri Halliwell. Hoy en día, las imágenes devoran lo que representan.
Pero entonces sabía que, llegado el momento, lo feo y lo hermoso eran más o menos de la misma utilidad cuando
2. DE VERBOS Y ENCARNACIONES
cualquier cosa que se mira es apenas un gancho donde colgar Alice Munro, Puente flotante
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1. DE FILÓSOFOS Y POP STARS ice Anaxágoras: “Las cosas que se ven son el aspecto visible de aquellas que no se ven.” Dice Geri Halliwell: “Image is just your imagination. Reality is rarely revealed.” En los 2 mil 500 años que separan el fragmento del filósofo griego del videoclip de la pop star inglesa está todo el recorrido hecho por la imagen en Occidente. Para Anaxágoras lo real es existencia unitaria. Ésta se manifiesta en lo visible que es la puerta de entrada para acceder a lo invisible. Para la spice girl, al contrario, lo real es una entidad que se esconde y es raramente accesible, ya que está recubierta por las imágenes, que son imaginaciones infundadas. Hoy en día, lo visible ya no es la fachada de lo invisible, es más bien la barrera que lo oculta. Esta desconfianza hacia las formas que se revelan al ojo parece paradójica en una civilización que ha hecho de la visibilidad la prueba de la realidad, el principio del conocimiento y el lenguaje más popular. Sin embargo, esta singularidad es solamente aparente. En efecto, el mundo visible ya no es solamente la suma de las cosas, porque sobre todo está lleno de sus representaciones. Además, lo visible se ha autonomizado de las otras percepciones sensibles y se ha convertido en un reino independiente. La sofisticación que la imagen ha logrado en este contexto es tal, que la exenta de significar lo que manifiesta: la representación se ha emancipado de la realidad. Por su fuerza y su papel, la imagen se ha liberado incluso del concepto que la parió. Entonces, si lo visible de Anaxágoras era icono de lo real, es decir, un puerto de donde zarpar hacia lo invisible, lo visible de Geri Halliwell es en cambio un muelle sin mar, una imagen que no anuncia nada, que más bien oculta. Puesto que cargamos en los hombros toda la historia recorrida por la representación icónica, y tenemos frente a los ojos la imparable plétora de imágenes que incesantemente mana del mundo mediatizado, nos parece que la cantante pop es menos incauta y más profunda que uno de los primogénitos de la filosofía occidental. La serena confianza que Anaxágoras pone en lo visible como desfi-
La encarnación de Dios que se ha hecho hombre, del padre que se ha hecho hijo, ha ensanchado la distancia entre el destino del cristianismo y el de las otras religiones monoteístas. Dios se ha convertido en hombre con una forma, una imagen visible y, entonces, inevitablemente, reproducible. Si existieran fotos o películas documentales sobre Jesús, no es ni siquiera imaginable la orgía de reproducciones que nos sepultarían. Si el cristianismo es originariamente una religión de la palabra – el Verbo como Logos interpretado cristianamente– elige después, con la encarnación, tornarse en una religión de la imagen, de lo que se ve más que de lo que se escucha. Las reacciones iconoclastas a este deslizamiento de la palabra a la imagen, reacciones que han punteado toda la historia occidental, nunca han dejado huellas remarcables. Entonces el mismo Verbo, que destapa la plácida infinitud para que la creación se manifieste, será visualizado y se volverá en luz, luz del cosmos que destruye la oscuridad del caos. Así, Dios no se manifiesta al oído, más bien a la vista, y el sonido del Verbo se torna visión. Una reverberación pop de esas antiguas luchas entre oído y vista llegó hasta el 1 de agosto de 1981, cuando el canal televisivo estadunidense mtV estrenó su programación con un videoclip simbólicamente perfecto. Era Video Killed the Radio Star y atestiguaba la definitiva afirmación de la supremacía de las imágenes. Veinte años antes de la advertencia de Geri Haliwell.
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las sensaciones rebeldes del cuerpo y los retazos de la mente.
3. DE CAPITALISMO Y TERRORISMO No tiene que asombrar el hecho de que muchas tentativas de hacer quebrar el capitalismo poniéndolo frente a sus contradicciones hayan utilizado y llevado a sus límites las técnicas de iconización que la postmodernidad usa para su autocelebración. Situacionistas, brigadistas rojos, alqaedistas, terroristas del califato islámico: las uñas que han alcanzado a rasguñar la piel suave del Occidente son aquellas que han tratado de utilizar políticamente la iconolatría de nuestra civilización. Creando el evento espectacular reproducido en los medios, los grupos antagonistas más inteligentes, cínicos o bien dotados se han apoderado del mecanismo de la comunicación masiva que distribuye con ímpetu y sin descanso la comida visual más apetecida: el exceso impresionante, el evento extraordinario, el gesto incomprensible.
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El así llamado terrorismo internacional ha hecho de la invisibilidad de sus células y de la visibilidad de sus actos su punto de fuerza. Poniendo en escena acciones criminales anónimas y devastadoras, actúa con la consciencia de que no es posible influir en el mundo actual si una acción no aparece de la manera más clamorosa y redundante. Al mismo tiempo, esos grupos saben que es necesario completar la obra del terror escondiendo el origen del acto, es decir, presentando como anónima o autoinmolada la mano criminal y dejando a la vista nada más el crimen desnudo. La creación de un acontecimiento horripilante y excepcional es un Caballo de Troya indiscutiblemente eficaz en la videocracia occidental. Sin embargo, su límite proviene del mismo contexto que lo vuelve memorable. De hecho, ese mismo acontecimiento es destinado a entrar en el flujo incesante de mensajes mediáticos y, entonces, cuando su repetición se torna menos atrayente que otras noticias nuevas, pierde su eficacia. Tarde o temprano algo pasará y esos actos espectaculares no serán más que eso, espectáculos, imágenes sin repercusión emocional, y serán amontonados en los almacenes de imágenes deterioradas por el tiempo. Es este el inconsciente antídoto occidental al terrorismo que usa la espectacularización de sus actos como verdadera arma: la indiferencia como hábito y subir el umbral de turbación. En la sociedad pilotada por los medios, el destino de todo icono –no solamente de aquellos que atraen por su terribilidad, también de los que usan el arte de la seducción carismática, de Rihanna al Che Guevara; de George Clooney al papa Francisco– es lo mismo: el ahogamiento en el flujo incesante de eventos mediatizados, en el océano de la abundancia visual. Nuestra consolidada costum-
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Si lo visible de Anaxágoras era icono de lo real, es decir, un puerto de donde zarpar hacia lo invisible, lo visible de Geri Halliwell es en cambio un muelle sin mar, una imagen que no anuncia nada, que más bien oculta.
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bre de nadar pasivamente en esta melaza de imágenes, vívidas en la superficie pero que se decoloran al rozarse una con la otra, le quita el sentido profundo a cualquier acto público mediatizado. Esta es la raíz del fracaso de quien trata de utilizar la iconolatría occidental para derrotar a esta civilización: aun el horror más insoportable se vuelve gasolina para la máquina del sistema que se quiere demoler. Todo espectáculo, al final, no es lo que representa, es más bien solamente espectáculo. Creer que una pistola que apunta a una cámara pueda matar al director y a los espectadores es el ingenuo error de todo terrorismo que hoy acepta y usa la fuerza de la imagen. Las imágenes que continúan poniendo en escena la acción espectacular de un atentado se vuelven rápidamente una experiencia de voyerismo y exorcismo colectivo que celebra, y así anula, la catástrofe, porque si se puede asistir a su espectáculo como espectadores indignados y secretamente excitados, quiere decir que estamos vivos y somos victoriosos.
chabacanas, como demuestran los personajes de los programas televisivos más vulgares y más exitosos. Ese culto al éxito mediático fundado sobre la nada que grita es la placenta que alimenta la nueva relación del hombre con la trascendencia. La imagen del ser, exteriorizada, pública, se torna en la comprobación de la existencia a pesar de su ficción. He allí la fractura del hueso del alma, que está obligada a representar exteriormente una figura que tiene que ver solamente con la imaginación, el deseo y el miedo, y no tiene ninguna relación con su desconocida realidad profunda. Las consecuencias de esta afirmación de la imagen como verdad que se revela solamente sí misma son muchas: la identidad remendada con el hilo de la popularidad, la dependencia de un evento a su noticiabilidad, la pornificación de la experiencia erótica, la afirmación de un poder político fundado sobre el carisma de la apariencia, la necesidad de documentar con pruebas fotográficas el hecho de que “hemos ido allí”.
4. DE IMÁGENES E IMAGINACIONES
6. DE MUERTE E INMORTALIDAD
La atracción del close up, el énfasis sobre el detalle dramatizado, la reducción del conjunto a sus minúsculos elementos –a menudo los menos representativos y los más morbosos– son la fuente común de expresiones muy diferentes entre sí, como el coleccionismo y la moda, las dietas y las sentencias artríticas en Twitter, el design y la pornografía, el eslogan político o publicitario y las compras online. Todas son operaciones que parecen buscar una disección de lo visible para encontrar el fondo de la infinidad y reducirla, con el arte del taxidermista, a una apariencia inocua. Occidente siente suya la misión histórica de colonizar todo lo real, dando una forma distintiva a todos sus semblantes, visibles e invisibles, mediante los ejércitos de las tecnologías ópticas que trabajan para el imperio del ojo. La vista, entonces, ya no es un sentido sino un acto intelectual, ya que la tecnología, potenciando o corrigiendo la facultad de ver, le ha quitado la incertidumbre, que es la fragilidad y al mismo tiempo la poesía del conocimiento sensible. Esta tendencia se junta con otra característica de nuestra civilización, es decir, la alimentación incesante de la imaginación individual y colectiva para crear consumidores dispuestos a explorar las promesas de nuevas mercancías. El resultado del encuentro de estas dos directrices es la voluntad de sacar cualquier cosa imaginada del reino de lo invisible –percibido como una amenaza contra el dominio humano de lo real o, incluso, como una negación de lo real– para darle una visibilidad tangible, corporal, que nos ratifique que todo está bajo control. La identidad de la imagen occidental es esta: ya no es el aspecto de un cuerpo, sino el cuerpo de una imaginación.
La finalidad oculta de la iconolatría contemporánea –o quizás, de cualquier iconolatría– es exorcizar y vencer a la muerte. Iluminar la oscuridad es dar forma a lo informe, visualizar es vencer las tinieblas de la eternidad, volverse icono es ascender a la inmortalidad, porque la muerte pudre los cuerpos pero no sus representaciones. Así, Occidente se ha vuelto la tierra de las imágenes, porque sostiene una batalla contra la muerte pues ha abrazado el devenir como su guía. Si la materia en el tiempo es la realidad, si para la racionalidad lo invisible inmaterial no es admisible, entonces las imágenes se encargan de dar una respuesta al deseo de inmortalidad. Hoy la imagen es, entonces, la esencia sempiterna que no está atrapada en la pesadez de los cuerpos que se consumen. Sin embargo, con las imágenes no es la muerte la que será vencida, sino su naturalidad. Estilizada y reproducida como entretenimiento espectacular, la muerte es alejada de la vida y transformada en una épica de lo macabro. Con la representación mediática de lo espeluznante –ya sea un documento real o una ficción, poco importa– la muerte es expulsada de la realidad percibida y así se manifiesta exclusivamente como espectáculo. De esta manera, la muerte vuelve a circular en la vida, pero mutilada de su realidad, iconizada e inaccesible a los sentidos más terrenales del olfato y del tacto
5. DE SANTIDAD Y NOTORIEDAD El nuevo culto a la celebridad, versión secularizada y mediática del culto a los santos, es tan dulcemente ecuménico y despiadadamente evangelizador que consigue el paradójico resultado de convertir en autopistas para el paraíso prometido a la banalidad cotidiana, la agresividad más ruda, la vacuidad interior y las rencillas más
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Dios no se manifiesta al oído, más bien a la vista, y el sonido del Verbo se torna visión.
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17 de mayo de 2015 • Número 1054 • Jornada Semanal
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17 de mayo de 2015 • Número 1054 • Jornada Semanal
Emergencias. Cuentos mexicanos de jóvenes talentos, Alberto Chimal (selección y prólogo), Lectorum, México, 2015.
Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. Antología, Javier Garciadiego (selección, prólogo y semblanza), Fondo de Cultura Económica, México, 2015.
ESCUELA DE TALENTOS EDGAR AGUILAR
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El buen lector conoce, y de sobra, los lugares comunes que desde hace décadas circulan en torno a la figura enorme de Alfonso Reyes, maestro de maestros y de generaciones literarias, por cierto no sólo mexicanas. Por lo tanto, no se incurrirá en este espacio en la reiteración de dichos tópicos, salvo uno insoslayable y que tiene todo que ver con el propósito y la pertinencia de la presente antología: como buen clásico, al regiomontano le ha tocado vivir –dicho sea con la correspondiente paradoja–, después de su muerte, una fama conforme con su estatura intelectual, pero al mismo tiempo directamente proporcional al desconocimiento generalizado de su abundante obra. El trabajo de Garciadiego en contra de tan enojoso despropósito no sólo es, ya de entrada y antes de revisar el contenido del grueso volumen, digno de encomio –y lo mismo vale decir del fce–, sino también resulta espléndido: antecedidas por un prólogo en el que habla con elocuencia precisamente acerca de la pertinencia de esta antología –es decir, de una antología más que se suma a las ya existentes–, así como de una semblanza en la que se combinan la claridad expositiva y la capacidad de la visión en conjunto desde la cual entender al personaje y a su contexto histórico y cultural, las secciones en las que Garciadiego ha dividido el material literario antologado abarcan prácticamente todos los géneros y los ámbitos en los cuales Alfonso Reyes desplegó su virtuosismo; dichas secciones llevan los siguientes títulos, por demás elocuentes: Memoria autobiográfica; Poesía; Ficciones; Cultura, educación y humanismo; Letras mexicanas; Nuestra América; España y su literatura; De algunos escritores europeos; Afición por Grecia; Historia y, finalmente, Teoría literaria. Como acertadamente afirma Garciadiego en su justificación, no resulta sencillo citar de Reyes una obra en particular que haga posible la evocación colectiva y generalizada a un mismo tiempo, pues este “hijo menor de la palabra” –como el propio Reyes prefería considerarse a sí mismo– y como bien lo sabe tanto quien ha tenido el privilegio de sigue
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s complicado hacer un balance verdaderamente objetivo de cómo se encuentra la joven narrativa a la hora de leer un conjunto de cuentos. Aun así, algo se lleva uno de su lectura. Con frecuencia, en esta clase de antologías se cae en expresiones como: “El lector advertirá que nuestra narrativa goza actualmente de buena salud”, “el lector no podrá menos que aceptar que hay de dónde agarrarse en cuanto a la robusta prosa de los jóvenes escritores,” y cosas por el estilo. Mientras que los compiladores dirán casi siempre a modo de excusa (es decir, si los cuentos que seleccionaron son en su mayoría deficientes, ése no será en realidad su problema): “El lector verá que lo que distingue a los autores reunidos es la variedad de estilos, de temas, y hasta de maneras de ver y de interpretar su entorno.” Como si quien realizara la compilación no diera por sentado que en cierta medida es lo que el lector espera. Aunque uno esperaría sobre todo que fueran en general buenos cuentos, independientemente de la tan socorrida “variedad”. Una cosa es saber escribir y otra muy distinta es saber decir algo por medio de la escritura. Ahora bien, ¿qué es el talento? ¿Cómo se mide? ¿Cuándo un novel escritor puede ser considerado un joven talento? En este medio, el literario, como en muchos otros, el talento se mide de extraña manera. Escribir y lograr publicar un libro de cuentos (Tierra Adentro los publica a montones con beca incluida) no es necesariamente indicativo de talento. O a lo mejor sí. Poseer el talento, es decir, la capacidad para escribir y editar una serie de cuentos tampoco es cualquier cosa, se objetará. Y de momento da la impresión de que lo anterior forma parte de tener cierto grado de talento. Pero veamos: un alumno (deberá pertenecer forzosamente a algún taller literario) más o menos disciplinado es por lo común capaz de escribir un buen libro de cuentos. Maneja bien el lenguaje, construye correctamente sus oraciones, sale bien librado a la hora de representar situaciones o de describir atmósferas. El trabajo constante en el taller impartido por el reconocido escritor “fulano de tal” lo hace potencialmente realizable. Entonces, desde esta perspectiva, sí hay talento. Pero el acto de escribir no sólo requiere de talento. Requiere de otro nivel de discurso que en cierta forma es inexplicable, que se devela milagrosamente en la escritura, a través del lenguaje. El tipo de historias que se cuentan poco tiene en realidad que ver con ello. Lo importante es cómo se narran, bajo qué óptica del autor. Sin embargo, un significado apenas evidente habrá de subyacer en el fondo de esas historias. Algo que es a la vez implícito, obvio, tangible y a la vez revelador, como una verdad oculta que de pronto asoma a la intemperie. Porque un cuento será precisamente el detonante de aquello que se manifiesta o, si se prefiere, se insinúa más allá de la propia historia.
Es justamente aquí cuando se trasciende el carácter de “talento” y deviene el de escritor, el artífice de la palabra que es dado a crear mundos únicos e irrepetibles en un universo ficticio (aunque reconocible) que sólo él conoce y plantea. Muchos de los autores reunidos en la presente antología parecen por lo mismo sentirse muy cómodos en la Escuela de Talentos. Cada lector tendrá su mejor opinión y sus razones para que un cuento le diga o no le diga gran cosa. Si los cuentos fueron escritos por jóvenes o muy jóvenes autores es lo que menos importa. Algo más alentador que la consabida frase, “muestran su desencanto hacia la vida”, podemos hallar, por fortuna, en algunos de ellos • ¿Por qué el siglo xx tomó a Sade en serio?, Éric Marty, Siglo xxi Editores, México, 2014.
LA OTRA LECTURA DEL MARQUÉS MARIANA DOMÍNGUEZ BATIS
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u siglo fue el xviii . Fue entonces cuando escribió “transgresores” textos, causantes de tal escándalo que lo llevaron tras las rejas y al manicomio. Su obra provocó la censura de la Iglesia y del mismo Napoleón, quien calificó uno de sus libros cumbre como el “más abominable jamás engendrado por la imaginación más depravada”. Con ardor alentó la Revolución francesa para morir casi en la indigencia en los albores del siglo xix . Vilipendiado durante dos centurias, fue hasta el xx cuando sus escritos tomaron actualidad y fueron leídos con ahínco, estudiados, analizados y se convirtieron en fuente de inspiración para novelistas, poetas y filósofos. Más allá de la experiencia transgresora que aún hoy en día puede significar leer al Marqués de Sade, ¿por qué habría que revisitar la obra del Divino Marqués, como lo apodó André Breton? Y más allá de eso... ¿por qué tomarlo en serio? Es la pregunta en torno a la que gira el libro de tintes enteramente filosóficos de Éric Marty. No obstante, el cuestionamiento no surge del mismo autor, sino de pensadores modernos que abocaron buena parte de su corpus teórico a analizar la obra sadeana a partir de corrientes filosóficas. ¿Por qué el siglo xx tomó a Sade en serio? es un gran diálogo con la obra del Marqués, pero a partir de voces como la de Adorno, Foucault, Lacan, Deleuze o Barthes y otros. Leer a Sade a través de los filósofos desembaraza su obra del tamiz de “locura insensata” que en algún momento se le atribuyó, y, al contrario, le añade el de “genial lucidez”, incluso premonitoria de la modernidad; la convierte en una crítica del mundo, “hecha en nombre del deseo”, como escribe Marty. El caos, el instinto de muerte y el goce sin límites que presenta el escritor en libros como Justine (1787) o La filosofía del tocador (1795) permiten a los filósofos, por antonomasia, estudiar a fondo y preguntarse sobre la validez de conceptos como la ley, el Otro, el deseo, lo permitido, el bien y el prójimo. En el marco de la seriedad con la que el siglo xx recibió y leyó a Sade, destaca el símil que hicieron
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Adorno, e incluso Pasolini en su película Saló o los 120 días de Sodoma (1975), de la crueldad sádica que brota de las páginas del Marqués, con la crueldad fascista emanada de los campos de concentración nazi. De esta forma, el autor del volumen se refiere al siglo pasado como el siglo sadeano por excelencia, “el siglo de la muerte, del duelo y de la impotencia”. Fue así que la literatura de Sade apareció como una útil herramienta para la filosofía moderna. La obra sadeana se consolidó como el eslabón perdido entre la sinrazón medieval y la “locura” antihumanista de las guerras mundiales. Si el siglo xviii albergó a Sade, el xix lo mató y el xx lo pensó, quizá toque al xxi utilizarlo para echar luz, desde un punto de vista histórico-filosófico, sobre los crímenes de guerra que hoy en día se viven en Siria, Gaza, África, América Latina y otras partes del mundo que cotidianamente albergan horrores dignos de las más brutales páginas imaginadas por aquel filósofo y escritor francés cuya vigencia no cesa • Vivir y morir en USA. Los mejores cuentos de Akashic Noir, Johnny Temple (selección y prólogo), Océano, México, 2014.
LA ÉPICA DE LA DESMORALIZACIÓN LUIS GUILLERMO IBARRA
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l “destino manifiesto” estadunidense crece de manera paralela con sus cadáveres. Al brío de aquel proyecto histórico lo acompaña el sello de su crueldad. El american way of life se construye sobre estratos de abandono, consumismo, tecnología y basura. Sin el menor pudor y con desenfadada maestría, William Faulkner exhibió, a partir de la primera mitad del siglo xx , los delirios escondidos de la nación, el éxodo de los perdedores y los desheredados. Su obra fue en muchos sentidos una cartografía de sangre de “estructura nebulosa” que una parte de la historia oficial quiso negar. Estaba en lo cierto Alfred Kazin al considerar a Faulkner uno de “los registradores épicos de la desmoralización y el desplome”. Junto a Faulkner y a otros más, el género policial abrió también puertas hacia pasadizos secretos y sangrientos. Policías, políticos, gobernantes, delincuentes, detectives, asesinos, desarticularon los códigos de la legalidad, armando con los restos de esas piezas, espacios de corrupción, violencia y muerte. A este género popular poco a poco le llegó el reconocimiento crítico. Los libros de Chandler, Hammett, John Daly, no eran sólo asunto de entretenimiento, eran auténticos referen-
tes y representaciones de las transformaciones sociales en el siglo xx . El culto al género se ha mantenido. Ahora, en su extensión noir, brotan escritores que señalan el debilitamiento del sistema estadunidense, las diversas problemáticas sociales y culturales de la época. Ese “fracaso” del que nos habló con suma precisión y coraje Morris Berman se ha convertido en el hilo conductor de esta nueva generación. Por suerte, la presencia de un personaje como Johnny Temple ha resultado para muchos de ellos una tabla de salvación y la oportunidad de salir del anonimato. La creación de su exitoso proyecto Akashic Noir es acompañado por gestos autobiográficos. Temple rememora que su “interés por la narrativa noir creció gracias a que desde mi primera juventud estuve expuesto al crimen urbano”. En Washington dc , su ciudad natal, lo vio de cerca. Su madre, una defensora de oficio, y su padre, “director legal de la American Civil Liberties Union”, brindarían sin quererlo las primeras herramientas a ese precoz observador la justicia delictiva. Sin embargo es a partir de 1990, viviendo en Brooklyn, cuando su interés por los bajos fondos se expande como un eco imborrable en sus intereses culturales. Su experiencia con adolescentes delincuentes, a raíz de su labor profesional como master en trabajo social, o su recorrido por diversas ciudades de la Unión Americana como bajista de una banda de rock, lo hacen descubrir las geografías profundas de los desposeídos. Gracias al tiempo libre que dejan los escenarios, junto a Boby y Mark Sullivan, toma vuelo el plan de hacer libros en los que hablan esos nuevos olvidados de las postrimerías del siglo xx e inicios del xxi . A partir de la publicación de The Fuck-up, de Arthur Nersian, en 1996, y sobre todo, tiempo después, con las altas ventas de Heart of the Old Country, de Tim McLoughlin, su proyecto marginal se convertiría en una secuela de éxitos editoriales. La reciente publicación en español de Vivir y morir en usa . Los mejores cuentos de Akashic Noir es una buena forma de acercarse a esta historia de casi dos décadas. Un elemento que vale la pena señalar de este libro es que la traducción de los textos corrió a cargo de un grupo de narradores mexicanos de las últimas dos generaciones. En esta selección de relatos de las “colecciones ubicadas en Estados Unidos”, se dan cita autores como Michael Connelly, Don Winslow, Lee Child, Joyce Carol Oates, Pete Hamill, Lawrence Block, Kate Braverman, Georges Pelecanos, entre otros más. Con diversos niveles en cuanto estilo y calidad literaria, o del impacto final en el que se traduce la violencia y la sangre, entre todos ellos abren este mapa literario que va formando una inmensa cruz desde San Diego a Boston de Miami a Seattle. En los cuentos recogidos en esta valiosa antología surge desde los basureros, los bares, los hospitales, las cárceles, los barrios destruidos, el lenguaje de las intimidades oscuras y vagabundas. Emerge desde ahí un “historial de recuerdos contami-
nados”, las “parrandas criminales” en las que se disecciona “el arte de matar” como un correlato de la vida cotidiana de los personajes. Excombatientes, asesinos, detectives, empleados de todo tipo, escritores, viven de manera accidental o experta el crimen. En este libro comprobamos que Johnny Temple es el editor que no cesa de descubrir esa guerra interna e infinita que ronda en las sociedades de los tiempos recientes. Aquel “negro sobre negro” del que nos habló el viejo Homero sigue cabalgando con una mayor fuerza por las crecientes ciudades conflictivas de Estados Unidos. El oscuro festín de esta historia de drogas, armas y corrupción, es el corolario de proyectos políticos y económicos supra-neoliberales e inhumanos. En este contexto, en medio de un mundo globalizado que no cesa de desmembrarse, Temple busca a los Virgilios de regiones particulares, esos sabios intoxicados y repletos de historias sanguinarias; esas historias que crecen en la oralidad de las ocho columnas de los barrios y distritos, las mismas que quedan olvidadas en los expedientes judiciales y que se transforman en literatura •
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leerlo como quien alude a él en calidad de clásico y sin siquiera haberlo frecuentado, fue un auténtico y apasionado conocedor, pensador y divulgador de los más diversos temas y asuntos literarios y culturales y, en consonancia con tal abundancia de intereses, fue también una fuente de multiplicidad escritural que volvió cuesta arriba la tarea de abarcarlo completo. La justificación y la necesidad son, por lo tanto, más que claras, y la presente antología es bastante más que cumplidora, como habrá de comprobarlo –disfrutando al hacerlo– el lector •
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La Jornada Semanal
En nuestro próximo número
SANTA TERESA DE ÁVILA: la escritora y su amante Esther Andradi y Mario Roberto Morales
Heinrich Böll y Hans el payaso
ARTE Y PENSAMIENTO ........ Naief Yehya
Agustín Ramos
OS ESPECIALISTAS INTENTAN EXPLICAR la inescrutable victoria de los conservadores británicos mediante lugares comunes como el voto del miedo, la cautela atávica, los ciclos de aflujo y reflujo, etcétera (lo bueno de lo inescrutable es que cualquier análisis le viene bien). Acá –ventajas del subdesarrollo– la elección será como los programas de fut, box y concursos que pasan en la tele para un público idiota, conducidos por perversos y arbitrados por mercachifles. Si pese a todo los resultados electorales no coincidieran con la voluntad de los dueños del mundo –como en Sur y Centroamérica de la mitad del siglo pasado para
Las desventuras del policía caníbal neoyorquino ConspiraCión El plan parecía simple. Usarían cloroformo hecho en casa para dormir a Kimberly, la meterían en la cajuela de un auto a propósito para el secuestro y la llevarían al sitio previsto, equipado con un horno enorme. La mutilarían, le cortarían tiras de tocino del abdomen y la cocinarían a fuego lentísimo, manteniéndola viva el mayor tiempo posible. Su cabeza, con una expresión de dolor y espanto, sería la decoración principal de la mesa. El plan nunca se llevó a cabo porque era sólo una fantasía sexual macabra compartida en el sitio web Darkfetishnet.com entre individuos que compartían esos fetiches. Lo que no era una fantasía era la identidad de la presunta víctima: Kimberly.
Crímenes del pensamiento
acá, o como en México 1988, 1994, 2006 y muere en las guerras, paga impuestos…).” 2012–, la situación se ajustará a la volun- Empero, continúa, una vez que los amos tad de esos dueños, con fraudes e ingo- del mundo toman sus decisiones, las habernabilidad o, de plano, con golpes de cen saber y sentir a los órganos de gobierno para que éstos se encarguen de Estado e intervenciones militares. De lo contrario, los vencedores prome- aplicarla a esa gente que no vive “de la terán cumplir y hacer cumplir los manda- política mundial”. ¿Merecen fe esa “política mundial” y mientos del capitalismo salvaje: adelgazar al Estado vía privatizaciones, recortar esos políticos preaprobados y programael gasto social, fiscalizar al gusto de los dos? ¿Vale el sufragio de la gente excluida dueños, abrir indiscriminadamente el de un Estado compuesto por poderes tímercado nativo, rematar los recursos na- teres que ejecutan, promulgan y enjuiturales y ceder la rectoría económica. Y si cian acatando poderes fácticos nunca así no lo hicieren, que los demanden co- del todo ajenos al crimen organizado (grupos de presión mediática, económica, mo al gobierno griego. Porque así es la democracia moderna, religiosa y militar)? La fuerza de la democracia, centrípeta casi totalmente inescrutable y esencialpara izquierdistas conversos, centrífumente tramposa. Gore Vidal refería un fraude en La ciu- ga para priistas resentidos y nuclear dad y el pilar: “Así sucede, lo crean o no, en para derechistas de abolengo, también la mayor democracia que el mundo haya es excluyente. Es una fuerza convertida conocido jamás, en el hogar de la libertad en artículo de fe, en la cual el voto se reduy del valor: las elecciones se pueden apa- ce a dirigir una genuflexión en honor de ñar calladamente, como a Joe Kennedy le algún “estilo personal de gobernar”. Personificar esta fuerza casi inescrugustaba explicar.” Otros compatriotas de Vidal, como table, sin embargo, equivale a sobrestiMailer y Wolfe y el canadiense Bellow, tes- mar su peso, cruento, multiforme y octogenario. En otras palabras, con contadas timonian sucesos parecidos. Lampedusa presenta la reacción de excepciones, los políticos de carrera, un hombre digno ante un evidente esca- aun detentando algún dominio, son memoteo del voto: –Yo, excelencia, voté “no”. ros operadores y funcionan para lo mis“No, cien veces no”... y esos puercos del Mu- mo, aunque vistan sedas o trajes de emnicipio se han tragado mi opinión, la perador, aunque tengan historial, ideas y mastican y después la cagan convertida discursos aparentemente distintos. ¡Qué ganas dan de votar, viendo los en lo que quieren. Dije negro y me hacen candidatos, los programas del totalitarisdecir blanco... En Rojo y Negro, Stendhal narra: “El mo tricolor y sus avatares, y conociendo barón [de Tolly] presidía un colegio elec- esas instituciones autosuficientes para toral y se le ocurrió escamotear bien y irse al diablo porque vienen recargabonito las papeletas que depositaron en das de cinismo y porque les da risa la la urna los partidarios de uno de los sec- legitimidad! No obstante, llamar al abstenciotores políticos. Claro, para compensar de alguna forma tal merma, fue colocando nismo o invocar entelequias es ignootras papeletas con el nombre de su can- rar irresponsablemente las circunstancias propias de cada territorio y de cada didato preferido...” En El busto del emperador Joseph objeto en disputa. Y también es reforzar Roth dice:“El pueblo no vive de la política la exclusión de la gente que no vive mundial y por eso se diferencia de los po- “de la política”, esa gente que –sin sarcaslíticos para bien. El pueblo vive de la tierra mo– es la fuerza de la democracia. O pueque labra, del comercio que ejerce, de la de serlo • artesanía que domina (sin embargo, vota, (Continuará.)
En marzo de 2013 Gilberto Valle, un expolicía neoyorquino, fue declarado culpable de conspiración en el secuestro, asesinato y canibalismo de su esposa, de Kimberly y de varias mujeres más. Fue condenado a prisión por el resto de su vida. Pero, a pesar de su triunfo, la fiscalía tenía un problema serio en su caso: Valle nunca lastimó a nadie ni conoció en persona a sus tres cómplices conspiradores. Veintiún meses después, un juez decidió liberar a Valle de la condena a cadena perpetua que había recibido por tener fetiches sexuales perversos. La cinta documental Thought Crimes (2015), el debut en largometraje de Erin Lee Carr, estrenado mundialmente en el Festival de Cine de Tribeca, ofrece una visión íntima de Gilberto y sus padres, quienes concedieron a la cineasta acceso casi total a la información, así como numerosas perspectivas de expertos en torno a las implicaciones de su caso, el cual resulta particularmente inquietante por el riesgo que representa para la libertad de expresión, así como por sus complejas ambigüedades.
la red de los fetiChes osCuros Valle descubrió los foros de chat de Darkfetishnet y durante meses, en 2012, pasó largas horas, a veces noches completas, frente al monitor, imaginando torturas espectaculares y sangrientas, mientras su esposa K athleen y su bebé dormían. Tras meses de tolerarlo, Kathleen decidió instalar software de espionaje en la computadora para saber qué hacía su esposo en línea. Así descubrió que Gil pasaba horas discutiendo sacrificios sexuales atroces, tanto de mujeres imaginarias como de personas reales, incluyéndola a ella, a quien describió desangrándose y en el horno. La esposa corrió a denunciarlo a la policía. Resulta difícil culparla de ser enemiga de la libertad de expresión o de ser una puritana. A partir de entonces, Valle pasó a ser conocido en los medios como el “policía caníbal”, aunque jamás hubiera probado carne humana.
realidad o fantasía De veinticuatro conversaciones en
línea registradas, la fiscalía de Nueva York identificó tres que potencialmente podían ser consideradas como conspiraciones para cometer un crimen. En los diálogos, Valle señala continuamente que todo es una fantasía o un juego de roles. Las locaciones, las armas y la parafernalia que proponía para los crímenes eran inexistentes. Sin embargo, Valle proporcionó a sus contactos fotos de más de un centenar de conocidas y, lo más delicado, consultó la base de datos de la policía para obtener información respecto de ciertas mujeres con las que fantaseaba. Además, también les contó a sus correligionarios de fetichismo acerca de Kimberly, una compañera de la universidad con la que seguramente había tenido fantasías eróticas por décadas. Les dijo que iría a visitarla para planear su secuestro. Y en efecto fue a visitarla a Boston, con su esposa y su bebé, y tuvieron brunch juntos. Esa inocua visita, junto con ciertas búsquedas en Google (por ejemplo, cómo preparar cloroformo, cuáles cuerdas son mejores para atar personas, tamaños de hornos) fueron los argumentos más poderosos para justificar su condena aunque no hubiera víctimas.
ironías Valle aparece como un personaje amable, inofensivo, casi infantil. Sin embargo, la cineasta lo muestra cocinando, en un guiño obviamente irónico. Hacia el final del filme, cuando sabemos que su caso volverá a los juzgados, Valle opta por tratar de conocer mujeres (su esposa se divorció de él). “En qué momento sería correcto contarle a una mujer acerca de mi pasado”, se pregunta. Es imposible imaginar si este hombre es en realidad capaz de cometer un crimen, por tanto, el filme deja bien claro que no hay certezas en cuanto a la manera en que los deseos aterradores pueden volverse realidad. Resulta irónico que este filme acerca de la persecución de los pensamientos perversos de un policía se estrene en un momento en que las noticias en Estados Unidos están saturadas de asesinatos impunes de hombres afroamericanos, desarmados, cometidos por policías en Ferguson, Staten Island, Carolina del Sur, Cleveland y Baltimore. Un crimen estridente, aunque sea imaginario, es más atractivo que docenas de crímenes reales y tristemente comunes •
JORNADA VIRTUAL
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naief.yehya@gmail.com
TOMAR LA PALABRA
Otra temporada en el infierno (ii de iii)
17 de mayo de 2015 • Número 1054 • Jornada Semanal
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Jornada Semanal • Número 1054 • 17 de mayo de 2015
........ ARTE Y PENSAMIENTO O Alonso Arreola
germaine@casalamm.com.mx
@LabAlonso
Joy Laville: entre la alegría y la melancolía
La Grande y Willy Raqueta
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AS PINTURAS DE JOY Laville poseen un extraño poder de seducción. Frente a ellas, el espectador siente un efecto reconfortante, una sensación de paz y armonía que difícilmente se percibe en el arte actual. Sus cuadros alegran la vista e invitan a la contemplación. Son pinturas ensimismadas que reflejan el alma serena de la autora que, a los noventa y dos, sigue pintando todos los días con el mismo rigor y puntualidad de hace cincuenta y nueve años que comenzó su carrera. La Galería de Arte Mexicano ( gam) presenta actualmente una treintena de obras, entre óleos, pasteles y gráfica de diferentes etapas, en especial su trabajo de los últimos dos años. Es asombroso notar que su
pintura no ha perdido un ápice de frescura y espontaneidad, características intrínsecas desde sus inicios. Joy Laville se ha mantenido fiel a su estilo personal, ajena a las modas y a los caprichos del mercado, y siempre dispuesta a plasmar la alegría de vivir, contra viento y marea. Joy Laville nació en 1923 en la Isla de Wight, en Inglaterra, donde vivió hasta 1947 cuando se casó con un oficial canadiense y juntos emigraron a Vancouver. “Ansiaba huir de aquel mundo de postguerra, pequeño y gris”, le dice a Silvia Cherem en una espléndida entrevista recogida en su libro Trazos y revelaciones. Al cabo de nueve años se divorció y decidió trasladarse a México con su pequeño hijo Trevor. El cónsul de México en Vancouver le sugirió el pintoresco pueblito de San Miguel Allende y, sin más, se lanzó a la aventura e inició ahí su carrera artística en el Instituto Allende, donde de inmediato se integró al grupo de estudiantes extranjeros. Un par de años más tarde conoció al artista de origen suizo Roger Von Gunten, con quien sostuvo una relación personal y artística. Mucho se ha hablado de la influencia de Von Gunten en su trabajo, pero en realidad desde sus inicios Laville perfiló su estilo que, con el tiempo, se volvería inconfundible. La relación duró pocos años y en 1964 conoció al escritor Jorge Ibargüengoitia, quien fue el gran amor de su vida. En 1973 decidieron irse a vivir a Europa. Tras pasar temporadas en Londres, Grecia y España, en 1980 se instalaron en París. Joy ya era una artista consolidada y formaba parte de la gam desde 1966, cuando Inés Amor conoció su trabajo en la famosa muestra Confrontación 66, donde obtuvo el premio del jurado. Como es bien sabido, Ibargüengoitia murió en 1983 en un trágico accidente aéreo, lo cual significó para la artista un parteaguas en su vida y en su trabajo. Joy decidió regresar a México y esta vez se instaló en Jiutepec, Morelos, donde vive actualmente inmersa en una naturaleza exuberante que aparece silenciosa en sus lienzos en forma de flores y palmeras. Mé-
ARTES VISUALES
Germaine Gómez Haro
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ILLY RAQUETA NOS HIZO creer de nuevo en la bondad espontánea. Willy Raqueta se hace llamar Willy Raqueta porque hace malabares con raquetas de tenis. Willy Raqueta nos abordó una madrugada afuera del club donde compartimos escenario con el proyecto La Grande de Santiago Vázquez, tipo carismático y gran músico cuyas ideas sobre la improvisación colectiva están dejando huella en Argentina y allende sus fronteras. Hablamos del barrio de la Chacarita, allí donde también vive Willy Raqueta y en cuyo cementerio, a unas cuadras de distancia, está enterrado Gustavo Cerati. De hecho, el departamento
donde habitan Willy Raqueta y su mujer, quien pasó cinco años en México, está justo al lado del club donde La Grande conquista cada martes el espíritu de cientos de personas interesadas en lenguajes libres, lúdicos, relacionados con la música, el video y la pintura espontánea. Estábamos fumando solos en la banqueta, alrededor de las dos de la madrugada, aguardando al resto de nuestros amigos, cuando apareció de la nada, cruzando la calle, Willy Raqueta con su bolsa de raquetas y nos dijo sin conocernos:“Hola che, ¿me dejás fumarme un pucho contigo, para hacerte compañía?” Parecía que nos conocía de años. Nos contó que esa noche venía de un laburo bien pagado, pero en el que sus contratantes no habían prestado atención a su acto. “Todo mal agendado che, ¿cómo me van a aplaudir esos pelotudos si estaban comiendo picza –dijo–. Eran políticos de cultura... pero si ésos no saben nada de cultura, tendrías que haberlos visto... puro corrupto.” Aún tenía los ojos pintados, Willy Raqueta. Debe andar por los cincuenta años, Willy Raqueta. Le dijimos que nuestros políticos en México no eran mejores que los suyos. Que seguramente eran peores. Mientras hablábamos, propios y extraños, al pasar, saludaban con cariño a Willy Raqueta. Inesperadamente se despidió dándonos un beso y se metió al bar por una cerveza. Dijimos que había cerrado la barra, pero Willy Raqueta argumentó que era vecino, que todas las noches pasaba por allí. Salieron nuestros amigos y nos alejamos una cuadra. De pronto, gritos. Willy Raqueta venía corriendo tras nosotros. No se entendía lo que decía. Del otro lado de la avenida Corrientes, allí en la esquina con Santos Dumont, agitaba las manos. Lo esperamos. Cruzó para darnos una cerveza fría, recién destapada. No estaba borracho Willy Raqueta. No estaba drogado Willy Raqueta. Sólo quería compartir algo de su noche, afuera de su casa, en su barrio, en su ciudad, con cuatro mexicanos que le preguntaban de todo, y ahora pensamos en sus raquetas girando, multiplicándose en las alturas (www.willyraqueta.com). Es un virtuo-
Desnudo púrpura con pelo rojo
xico ha sido su patria adoptiva por casi sesenta años y ella se considera plenamente mexicana: “Poco a poco, el pálido y luminoso colorido mexicano y la exótica vegetación comenzaron a impactarme hasta convertirme en una pintora mexicana.” Sin duda, Laville ha sabido captar la luz de nuestra tierra y plasmarla con una sutileza sublime. Su colorido es tenue, acaso melancólico, nada que ver con la brillantez y estridencia de las artes populares con las que comúnmente se relaciona el color mexicano. La artista aprehende la esencia de nuestro paisaje natural y lo reproduce con una economía de formas y una paleta restringida a los tonos apastelados que se puede considerar minimalista. Sus temas se reducen a la figura humana, el paisaje y las flores: variaciones sobre un mismo tema en las que sobresale su extraordinaria capacidad de síntesis. Sus superficies son planas, no hay detalles ni sombreados. Su discurso es lacónico y su lenguaje directo. Si bien sus figuras y paisajes provienen de la realidad –en muchas de sus pinturas aparecen ella, su mamá y su tía– sus personajes resultan seres casi etéreos, inasibles. Sus cuerpos lilas, verdes, azules, rosas, grises se antojan fantasmales, como salidos de un sueño gozoso y apacible. Sus paisajes están fragmentados por planos de colores sin límites bien definidos. El océano es una de sus constantes: la inmensidad del mar ante la cual los humanos somos insignificantes. Es una pintura de sensaciones que emociona por su elegancia y delicadeza. Así describió su amado Jorge Ibargüengoitia sus cuadros: “Son como una ventana a un mundo misteriosamente familiar, son enigmas que no es necesario resolver, pero que es interesante percibir. El mundo que representan no es angustiado, ni angustioso, sino alegre, sensual, ligeramente melancólico, un poco cómico. Es el mundo interior de una artista que está en buenas relaciones con la naturaleza.” • Peñas y flores
Willy
so del malabarismo raquetil este Willy Raqueta. Es un capo, dirían acá. “Y... la verdad que a mí no me molesta que La Grande toque todos los martes; los escucho desde casa, a través de la pared, porque vivo al lado; lo bueno es que terminan temprano, porque si no mi mujer... jeje”, comentó cuando le compartimos nuestra gratísima experiencia tocando con Santiago Vázquez, también creador de la Bomba de Tiempo, otro proyecto de improvisación (más inclinado a las percusiones) que cada lunes se presenta en el club Konex. ¿Deberíamos hablar más sobre la música de Santiago Vázquez, sobre los músicos que lo acompañan en esta grande aventura? Probablemente. El bajista, por lo pronto, es un colega a quien conocimos años atrás en el df. Se llama César Franov y tiene un gusto y un tacto impecables. Su madurez y flujo le dan solidez a esas arenas movedizas a las que cada semana se arrojan dos baterías, percusiones, teclados, alientos, cantantes, raperos... toda la fauna que se apunte en una lista a la entrada del bar y que tenga algo que decir o hacer, pero sobre todo que esté dispuesta a ceder el control, sus impulsos, a un director caprichoso y genial que sabe debilitar al ego para crear algo nuevo cada noche, haciendo invisible al autor en pos de sus improvisaciones y su capacidad de liberarse en un terreno libre, sí, mas lleno de códigos colectivos. Nos parece muy importante que, ante las altas y fascinantes elucubraciones de Santiago Vázquez y sus feligreses, de pronto se nos aparezca Willy Raqueta con su bondad y maravilloso trato, cual recordatorio de que siempre, en el edificio de al lado, o en el barrio de al lado, o en la ciudad de al lado, o en el país de al lado, hay gente de a pie soñando en cosas tan trascendentales como el malabarismo con raquetas, cosas que nos hacen conectarnos con los demás a través de la felicidad y que, como pasa con la creación colectiva de música espontánea, no buscan la permanencia o un premio, sino hacer monumentos fugaces en el aire. Buen domingo. Buena raqueta. Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
17 de mayo de 2015 • Número 1054 • Jornada Semanal
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tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch
La aguja es nueva
Ése que te sonríe
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a aguja es nueva, dice el Oráculo, relájese y respire. Nadie se acostumbra a madrugar, no comer nada, llegar adormilado y para colmo tratar de relajarse. La aguja es nueva, repite el Oráculo, y el tubo tiene su nombre, como si eso contribuyera a nuestra tranquilidad: si le pusieran el nombre de otro, quizá sería mejor. La enfermedad posible se iría para otro lado: señor Fernández, tiene usted una grave infección; se la detectamos a la señora Ramírez, pero como pusimos su nombre en el tubo, es suya. A veces pasa, pues el Oráculo no es infalible. El Oráculo suele llevar bata blanca o azul y ser muy amable. Repite las palabras con que lo entrenaron, generalmente sin artículo precedente: ahora levantamos
Luego de todas esas maniobras, el bata, introducimos aguja, untamos gel. Levantamos brazo izquierdo y sostene- Oráculo lee y dicta cantidades, probamos en cabeza. Buscamos azúcar en san- bilidades de futuro, cábalas de sangre. gre. La aguja es nueva, insiste el Oráculo, Igual no hemos ido a preguntarle nada; aquí sólo extraemos, no añadimos a lo sólo tenemos que entregar un certificaexistente. Y el Oráculo nos muestra nues- do de salud, o hacer un examen de rutitra sangre en un tubo, sangre que fasci- na, nada nos duele, poco nos inquieta. na y atemoriza a la vez, una muestra del Pero eso al Oráculo lo tiene sin cuidado. abismo de adentro que no siempre que- El Oráculo es ciego: una tabla de valores remos ver: ¿por qué nuestra sangre es normales o no, más bajos o más altos. Y tan oscura? Por el hierro, contesta al- si queda tiempo entre la visita al Orácuguien que sabe. Sí, pero ¿no correspon- lo y el encuentro con el médico, la cosa de su tono de rojo a la claridad de nues- es grave: no nos aguantamos de consultras ideas o a la confusión de nuestros tar sus resultados en internet y entonsentimientos? No siempre. A veces no se ces aparecen posibilidades escalofrianpuede sacar sangre porque la vena tes, que jamás habíamos pensado que se adelgaza del espanto; a veces la san- existirían y que ni siquiera mencionaré gre corre como si quisiera estallar. Otros por superstición. Luego resulta que no, días el Oráculo te aplasta los pechos en que era una vil infección, un pinche una máquina; en otra ocasión te aposen- torzón, una descompensación. Así nos ta electrodos como patas de araña en la pasó a mi madre y a mí por andar lecabeza o en el corazón. En otros momen- yendo los periódicos, hace muchos años, tos, te saca radiografías (eso tiene un la- mientras sufríamos de náuseas simuldo morbosamente fascinante, como la táneas: nos convencimos de que paderadiografía de madame Chauchat en La cíamos meningitis equina, pues había montaña mágica, un asomarse a lo re- un brote de esa enfermedad cerca de cóndito, una gran impudicia) y hace al- nuestra casa. Cuando apareció por fin gunas revelaciones: usted tiene los ri- un doctor, resultó que nos habíamos ñones muy chicos, por ejemplo. Hay que intoxicado con un queso. Pero esa es ofrendarle nuestras más íntimas secre- otra historia. Hipocondría, que le llaciones; vamos cruzando las avenidas man. El Oráculo no la detecta, sólo la con aquella bolsita sospechosa y humi- fomenta. Quizá eso no es el Oráculo, sino su llante, rezando por no encontrar a ningún conocido. En momentos terribles, el antesala: con enfermeras, pero que no Oráculo te introduce en una cápsula y te alivian, sólo nos extraen los jugos, la inyecta yodo en las venas. Cierre los ojos, sangre, las ondas eléctricas. Con médiadvierte, no me los vaya a abrir. Hay, me cos que no curan, pero interpretan. Una dicen, cosas peores que no me puedo vez uno de esos oráculos me dijo que imaginar. Pero en manos del Oráculo nos estaba bien, para mi edad. No fue un colocamos, qué remedio, entre frazadas gran consuelo, la verdad. Un circuito de plásticas y azules, como si el azul neutra- cánulas, tubos y líquidos por el que deslizara todos nuestros temores: haga de filan nuestras ansias y nuestros dolores. cuenta que está en el cielo, entre nubes Dime, Oráculo, qué es lo que tengo, a y música ambiental; un cielo de aparatos dónde iré a parar con mi colesterol, qué modernísimos que el Oráculo maneja me depara el azúcar en sangre (sin arcon la destreza que corresponde a cada tículo determinado). El Oráculo mueslugar, porque hay oráculos muy caros tra el tubito con la etiqueta. Tiene su y otros casi gratuitos, donde se hacen nombre, dice, la aguja es nueva, relájese. largas colas y el trato es difícil, agresivo. ¿Está nerviosa? No respire •
PASO A RETIRARME
Ana García Bergua
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N ESTOS DÍAS PUEDES ver donde quiera que desvíes la mirada a ése que te sonríe. Fíjate el esfuerzo que hace para aparentar que es tu amigo, que le importas, que por ti se dejaría cortar una mano en su escritorio de presidente municipal o el pellejo en la curul defendiendo tu nivel de vida, tu salud, tu seguridad y tu trabajo. Aún a pesar de su jeta de ratero, fíjate cómo fuerza los músculos de la cara para que la sonrisa refleje la sinceridad y la empatía que jamás ha experimentado en su vida. Anda, sé misericordioso, reconoce al menos que ha hecho su mejor esfuerzo con todo y sus elocuentes ojillos de reptil, de politicastro logrero, de yúnior del sistema o de simple vividor, chacal, parásito.
Mira cómo todo eso busca disimular- una vez haya recibido dinero de las mafias de la trata, el narcotráfico, la lo el celofán de su sonrisa. Ése que te sonríe desde el panel extorsión y el secuestro (y eso concetrasero del camión urbano, fíjate cómo diendo generosamente que él mismo le resplandece la dentadura a pesar no forme parte de ellas), pero eso por de los humos del diesel que vomita el ahora ha quedado atrás. Ahora mismo escape, mira cómo esa sonrisa triunfa, y en los pocos días que faltan para que llevando su mensaje de aparente con- vayas a tratar de ejercer tu derecho a cordia por encima del tráfago infernal elegir, lo que importa es su sonrisa, el de la ciudad, de la acrimonia de los paquete de promesas, la súbita rabia conductores y del smog y el ruido. Ese con que, mira, él también señala como que te sonríe está allí, contigo, para ti. tú todo lo que va mal en tu comunidad. Aunque se trate, precisamente, de los Por ahora. También, cada que puede, ése que problemas que él mismo causó o simte sonríe te va a hablar, te va a saludar, plemente pasó por alto si alguna vez campechano, como tu cuate, como tu ya estuvo, como suele pasar, enquisvecino, como un primo buena onda o tado en un puesto de gobierno, maun tío bonachón. Allí en la tele, en la mando del presupuesto, viviendo a radio, hasta en internet si te asomas: todo tren, mandándote a la mierda siempre rondándote, siempre sonrien- cuando apareciste con un reclamo o te, míralo en carteles, afiches, mantas gritando una exigencia afuera de sus gigantescas y anuncios espectacula- oficinas. Hoy todo aquello queda en res; allí en grandes inserciones en las la bruma de los malos recuerdos y te páginas de periódicos y revistas y has- reitera, sonriente, que lo que importa ta en la pantalla del cine, antes de que es el futuro a la vuelta de la esquina, lo que viene en el calendario. Quiere que empiece la película. Ése que te sonríe lo hace también camines con él, quiere que caminemos desde una camiseta, una taza, la porta- juntos hacia un horizonte luminoso. Como su sonrisa. Como sus promeda de un cuaderno que te fueron obsequiados aunque no milites en el sas de campaña. Como las cuentas de partido que lo patrocina e incluso si te la máquina registradora de los condesagradan su sonrisa o las siglas que sorcios mediáticos que reproducen su lo cobijan. En realidad no te conoce y estampa (lo adoran las televisoras, ¿saprobablemente le importas un carajo, bes?) y como sus propias cuentas cada pero por ahora te sonríe, míralo, todo que cierra un negociazo desde el poel tiempo, amiguero y jovial: apuesto der y a veces, si la sagacidad lo permique si ahora mismo entraras a su des- te, usando prestanombres, parientes, pacho, te recibiría con esa sonrisa amigos. Entre los que desde luego tú diáfana y todo oídos, atento a tus se- no te encuentras. Pero eso no importa, ñalamientos de lo que va mal en tu ¿ya viste qué padre su lema de campacomunidad; receptivo (pero de modo ña?:“Adelante. Contigo. Por ti.” Bueno, no por ti; en realidad es por consecuente, paternalista, “está bien, usted no se me preocupe, le vamos a tu credencial de elector: Ése que te ayudar con la hospitalización de su sonríe te necesita por tu voto. Nada niño, le vamos a agilizar el trámite, le más. Y pasadas las elecciones volverás vamos a conseguir el trabajo, las medi- a ser el enemigo, el obstáculo, la incinas, las láminas para su techo, su des- transigencia. Y lidiará contigo por mepensa…”) a tus peticiones. Ése que te dio de policías, granaderos o soldados. sonríe jura que le importa tu miedo, Pero eso será después. Hoy no. Hoy es aunque sea parte de la violencia que lo tu amigo, tu salvador, tu promesa con causa. Ése que te sonríe asegura que patas. Míralo. Míralo cómo te sonríe • le importa tu familia, aunque más de
CABEZALCUBO
Jorge Moch
Jornada Semanal • Número 1054 • 17 de mayo de 2015
........ ARTE Y PENSAMIENTO O Luis Tovar
Juan Domingo Argüelles
@luistovars
Sutileza del tangente absurdo
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ADA VEZ ME CONVENZO más de que ser escritor no es una elección, sino un destino. No hay nadie que elija ser escritor: lo es por fatalidad o por condena. Puede uno elegir, hasta cierto punto, profesiones, pero lo cierto es que la escritura no es una profesión ni una carrera, sino algo parecido a una enfermedad o una locura. “Lo más importante para mí es mi carrera literaria”, leemos y escuchamos decir, a cada rato, con pedante y ridícula insistencia, a más de un pegaletras. ¿Carrera literaria? La literatura no es ni siquiera una carrera contra el tiempo, porque hay escritores (Homero, Baudelaire, Laclos, Lampedusa, Rulfo, etcétera) que con un par de libros se hacen inmortales, mientras que hay autores de cincuenta, ochenta o más de cien títulos que, sensa-
tamente, no leen siquiera sus más amorosos parientes. ¿Existe algo que se pueda llamar “carrera literaria” y, peor aún, “carrera poética”? No existe tal cosa. Se trata de una afición que puede convertirse en una afección y desembocar en una aflicción. Augusto Monterroso aseguró que un escritor, si de veras ha de escribir, lo hará contra todo obstáculo, en tanto se dedica a los más variados oficios y menesteres para conseguir su sustento diario, desde la oficina hasta la academia y la docencia, pero también a otros quehaceres menos intelectuales, desde cantinero hasta lavaplatos. Contra todo lo que se diga, las becas y los mecenazgos no garantizan la buena literatura. Lo sabemos nosotros, lo sabe el Fonca y se ha sabido en todo tiempo. Monterroso afirmó: “Aunque usted regale fincas a diez mil poetas, es muy improbable que de ellos salga un Horacio.” Para él, un escritor debe ser siempre un amateur (es decir, un amante, un aficionado) si desea realmente escribir algo que hagan valer la pena los desvelos y la nece(si)dad de “expresarse” cuando muy bien podría dedicarse a cualquier otra práctica u ociosidad: incluso a jalársela nada más, por puro gozo y retozo de autosatisfacción. (Muchos lo hacen así: se la jalan, pero con la escritura que neciamente llaman literatura.) ¿Carrera literaria? Es lo más parecido a decir “carrera criminal” o “carrera política”. Tales cosas no existen. Existen los escritores, los criminales y los políticos. Y existen las carreras de abogado, arquitecto, ingeniero, contador, médico, etcétera. Todo aquel que piense que la literatura es una “carrera” o no ha leído bien o de nada le ha servido leer a Kafka, Montaigne, Eliot, Joyce, Pound, Cervantes, Dostoievsky, etcétera. Es obvio que los que hoy hablan de “carreras literarias” lo hacen porque están más cerca del mercado que de los lectores, es decir, más cerca del dinero (y de la obsesión por alcanzar la fama de “escritores”) que de las personas que acostumbran leer sin otro afán que perderse.
JORNADA DE POESÍA
Escribir y leer
Para decirlo pronto, mucha gente se la pasa perfectamente bien sin escribir (y sin leer), en parte o en gran medida porque se trata de personas “normales”. La escritura, en cambio, como obsesión, es una anomalía y puede ser incluso (en su excelencia) una patología. Pero ya sea uno bueno, malo o regular (los excelentes son escasos y los genios lo son aún más porque constituyen milagros), lo que le da la identidad de escritor a alguien es la persistencia o la necedad en algo (la escritura) que a la gran mayoría de la humanidad no le quita el sueño en absoluto. Y tal persistencia no le garantiza a nadie la perdurabilidad. Sabemos, por la historia, de malísimos escritores que insistieron en escribir, pese a que a nadie le importaba lo que hicieran o dejaran de hacer (y hoy están perfectamente olvidados), y sabemos también de muy buenos escritores que sin tomarse demasiado en serio lograron trascender, incluso sin buscar la trascendencia. No se trata de ningún misterio, sino de una consecuencia lógica: ningún libro ha sobrevivido por ser aburrido. Luego de más de cuarenta años de ser un mediano “escritor”, tengo una sola certeza: escribir es una forma de neurosis, y sólo puede ser virtud si lo que se escribe resulta útil para otros neuróticos. Como ya vengo de regreso, puedo concluir lo siguiente: antes me consideraba un escritor que leía, hoy me considero un (muy buen) lector que escribe. Y nadie tiene obligación de leerme y menos aún de gustarle lo que escribo. En realidad, esto constituye una ley general (como la de la gravitación universal) que podría enunciarse del modo siguiente:“Nadie tiene obligación de leer un carajo de lo que escriben otros: el derecho de escribir no puede derivar en la obligación de leer.” En consecuencia, te leen los que quieren (si quieren) y esto tampoco garantiza que les guste lo que leen, ni que, si les gusta, sean, por ello, muy inteligentes, y tú seas un gran escritor • Martín Rejtman
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ON TRES CORTOMETRAJES –el primero de ellos filmado hace treinta y tres años, en 1982–, un documental, una película hecha para la televisión y tres largometrajes de ficción hasta 2003, Martín Rejtman (Buenos Aires, 1961) contribuyó significativamente a lo que se ha dado en llamar Nuevo Cine Argentino ( nca ), tanto, que es considerado como uno de sus principales artífices. Pasaron once años hasta que Rejtman volviera con su cuarto largo titulado Dos disparos (Argentina/Chile/Alemania/Holanda, 2014). Quien haya visto Los guantes mágicos (2003), Silvia Prieto (1998) y, sobre todo, Rapado (1991), no habrá de sentirse sorprendido –muchísimo menos defraudado– por la propuesta fílmica de este porteño que, además de director cinematográfico, es un escritor más que solvente. Quienes gustan de poner etiquetas a la creación ajena, pero especialmente quienes sin tales asideros manifiestan una curiosa incapacidad para saber a qué cosa están enfrentándose, han insistido en el término “naturalismo” a la hora de definir en qué consiste el referido nca y, por extensión, de qué está hecho el cine de Rejtman, escaso únicamente en cantidad. Si en vez de ser argentino Rejtman fuese mexicano, muy probablemente a su cine ya lo habrían tildado de “contemplativo”, como a todo aquel que no corresponde ni se hace eco de la hiperquinesis en el montaje, la hipérbole argumental y la histeria histriónica. Independientemente de la plausibilidad de las etiquetas –de cuyo reduccionismo conceptual jamás se hace cargo quien las esgrime como punto de partida o eje analítico–, el cine de Rejtman goza de características propias; vaya como ejemplo, desde el punto de vista formal, la estructuración de la historia en un tempo diegético que combina eficientemente la morosidad y la pausa con la elipsis e incluso, en el caso de Dos disparos, con la narración en off de uno de los protagonistas de la historia.
más de un modo de Contar Pero el rasgo más significativo de lo que particulariza al trabajo de este cineasta y escritor es su admirable capacidad para la digresión bien controlada o, valdría decir, el evidente gusto que tiene de irse por la tangente, eso sí, jamás perdiendo el foco temático ni el equilibrio entre las historias que, una emanada directamente de la otra, va contando a lo largo del filme. No es directa ni mucho menos literal, pero hay una muy eficaz referencia a El extranjero, de Camus, en el arranque de Dos disparos: para el hecho de haber detonado un arma, el personaje da como justificación el calor que hacía en aquel momento. Desde ese momento, y con una sutilidad que le otor-
ga inmediata carta de naturalización en el contexto de lo cotidiano, el absurdo va poco a poco invadiéndolo todo: al personaje no lo mataron los dos disparos a los que alude el título –disparados en contra de sí mismo y sólo porque sí, como ya se ha dicho–, cosa no imposible sino bien plausible como se ve más adelante, y más tarde una de las balas, que le ha quedado alojada en algún lugar del torso, es la causa de que vea truncada su carrera como flautista en un cuar teto, pues el metal dentro de su cuerpo distorsiona los sonidos que produce al tocar. En algún punto de la trama, justo cuando el espectador se prepara mentalmente para presenciar el día a día de este adolescente un tanto taciturno y nulamente interesado en la sexualidad –virtual absurdo, al menos cinematográfico y narrativo–, Rejtman tira el golpe y da en el blanco: con idéntica sutilidad a la ejercida en el manejo de la cámara, reenfoca la historia y la hace centrar en el hermano de aquel personaje, más tarde en la madre del mismo, poco más adelante en la joven maestra de flauta, para después, en algo que tiene aires de franca fuga bachiana, en una serie de personajes aparecidos unos previamente y otros más casi de súbito, cuyo carácter incidental impide, en un primer momento, imaginar siquiera que el foco narrativo habría de centrarse en ellos siquiera unos minutos. Más allá del claro alarde de dominio formal, lo que Rejtman logra es relativizar el punto de vista narrativo, no a la manera de Altman o Thomas Anderson –o Tarantino, para los menos acuciosos–, sino al estilo de Tolstoi o de Mann; claro, guardadas las enormes proporciones, con lo cual consigue lo que pareciera ser su propósito de fondo: cuestionar el dictum fílmico contemporáneo según el cual hay un modo, y sólo uno, para contar una historia de ficción, eternamente (con)centrada en los avatares de un personaje y haciendo que todo el resto sea poco más –y muchas veces poco menos– que la decoración alrededor •
CINEXCUSAS
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ENSAYO
N
17 de mayo de 2015 • Número 1054 • Jornada Semanal
A Hugo Gutiérrez Vega, que encontró Jerez en su infancia de Lagos
o sé cuántas veces he l e í d o l a poesía de López Velarde en distintos libros, pero donde he leído más es en las ediciones de José Luis Martínez. El crítico jalisciense armó un rompecabezas perfecto para ordenar y sintetizar lo que se creía hasta 1971 que era la obra completa del jerezano; después reuniría más material y en el centenario del nacimiento de rlv , en 1988, engrosaría el tomo. Al principio de su notable ensayo introductorio, Martínez habló de una unanimidad en torno al amor a su obra, y cerró: “Pero por cualquier camino que lleguemos a ella, todos coincidimos, caso excepcional en este país de díscolos, en la preferencia, en la adhesión y en el amor por la poesía y la prosa de Ramón López Velarde.” No todos. Al menos, dos grandes excepciones: una, fue Jaime Sabines, quien varias veces comentó que no le gustaba, y si nos vamos más atrás, pero por rencorosos motivos personales, rayando a veces en el insulto, Alfonso Reyes, quien jamás asimiló –digirió– una brevísima reseña de López Velarde de diciembre de 1920 sobre El plano oblicuo y durante veintisiete años, de 1926 a 1953, como documentó José Emilio Pacheco, cada cierto tiempo se le iba sañudamente a la cabeza. En 1926 Reyes le dijo pueblerino, poeta de baratijas locales y “poeta roto” que trae raído el trasero del alma; trece años más tarde lo deslíe como “estrella fugaz de nuestro cielo poético” (el subrayado es mío), y en 1953, lo compara con el aduanero Rousseau, o sea, por decir lo menos, el ingenio lego, y por decirlo de una manera más popular y pedestre, el burro que tocó la flauta. Pero permítaseme recordar anécdotas o momentos de cuatro poetas y escritores mayores, argentinos y mexicanos, desgraciadamente ya idos, que, aunque no lo conocieron personalmente, admiraron altamente la lírica lopezvelardeana. En noviembre de 1978, minutos antes de comenzar su diálogo para la televisión con Juan José Arreola, sentado a la mesa con Jorge Luis Borges (1899-1986) en la Capilla Alfonsina, salió el tema López Velarde. Borges recordó la decisiva influencia de Lugones sobre él, “pero López Velarde, me parece –dijo–, es un poeta superior a Lugones”. Es fama que Borges sabía de memoria “La suave Patria” y “El retorno maléfico”. Al conversar sobre el segundo poema, repitió los tres primeros versos, que están cargados de tristeza por la destrucción de Jerez a manos de las tropas villistas: “Mejor será no regresar al pueblo,/ al edén subvertido que se calla/la mutilación de la metralla.” Borges recordó que había hablado alguna vez de estos versos con Pedro Henríquez Ureña y a él le parecía que estaría mejor resuelto sin “subvertido”, porque era una palabra periodística con connotaciones
políticas. Dudé. Dije unas dos o tres veces los versos en voz alta con y sin la palabra “subvertido”, y atreviéndome a disentir, le señalé que en mi modesta y muy discutible opinión era necesaria la palabra, porque sin “subvertido” cojeaba musicalmente la segunda línea y el ritmo se detenía con dureza en la te de mutilación, y en cambio, si se ponía la palabra, la te, se atenuaba y el verso fluía naturalmente. Hombre extremadamente cortés, dándole al interlocutor en este caso un lugar que no merecía, Borges dijo algo así como: “Qué bueno que no estemos de acuerdo porque, usted sabe, eso es algo muy aburrido.” En junio de 1992, gracias a la mediación de Jorge Valdés Díaz-Vélez y Carmen Boullosa, entrevisté a Bioy Casares (1914-1999) en su departamento de la calle Posadas, en el barrio de La Recoleta. Al terminar la entrevista, generosamente me invitó a comer en el famoso café o restaurante de La Biela, en la plaza, “y allí, si me quiere seguir preguntando, continuamos la entrevista”. En cierto momento, comentó que sabía de memoria, igual que Borges, “La suave
Poetas y escritores en torno a López Velarde Marco Antonio Campos
Patria”. Me preguntó si quería oírla. Mientras bajábamos por el elevador del edificio y aún en la calle, con esa voz apagada que tenía ya a sus setenta y ocho años, la dijo completa. “Quizá así le traje algo de México a Buenos Aires”, señaló sonriente. Todo México sabe que López Velarde era el poeta favorito mexicano de Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013). Sin embargo no coincidía en nada con él en su gusto por un poema, “Hermana, hazme llorar”, que el poeta zacatecano escribió a los veintiún años. Bonifaz lo sabía de memoria. Esa pieza lírica, y una tríada más, eran por los que tenía especial dilección (“Si soltera agonizas”, “Hoy como nunca” y “Te honro en el espanto”). “Hermana, hazme llorar” se lo he de haber oído en público o en privado unas cinco o seis veces. Al oírlo de labios de Bonifaz el poema me sonaba mejor que leído. Pero ¿por qué mi distanciamiento con ese poema? Si se me permiten las observaciones críticas, porque formalmente está mal medido, el ritmo en momentos se traba, se le cuelan rimas consecutivas, hay tres estrofas con rimas en infinitivo, los adjetivos no crean la sorpresa o el asombro que crearán en poemas posteriores… Pero ¿por qué le encantaba a Bonifaz? No lo sé. Me doy por pensar que acaso, en alguna época de su juventud, que para él fueron largos años de escasa felicidad, el poema lo asociaba con alguna mujer que amó, y hacía suyas por eso estas líneas: “Yo no sé si estoy triste por el alma/ de mis fieles difuntos,/ o porque nuestros mustios corazones/ nunca estarán sobre la tierra juntos./ Hazme llorar, hermana,/ y la piedad cristiana/ de tu manto inconsútil/ enjúgueme los llantos con que llore/ el tiempo amargo de mi vida inútil.” Juan José Arreola (1918-2001), otro de nuestros escritores entrañables, tuvo devoción por la poesía de López Velarde, y aun escribió un libro didáctico sobre él, donde se detuvo ante todo en explicar –hay espléndidos hallazgos– “La suave Patria”. Me cuentan los muy allegados que en su melancólico final, cuando sobrevivía en estado letárgico, al oír poemas de López Velarde algo dentro de él lo ponía en alerta, alzaba la cara, y prestaba atención como si se tratara de un brillo que dejaba vislumbres en lo más íntimo del corazón y el alma. López Velarde fue un gran poeta en verso y un gran poeta en prosa. En un país donde difícilmente ocurren milagros uno fue su poesía. El primero que así lo vio fue José Juan Tablada en 1921 en su “Retablo”, dos meses después del fallecimiento del amigo joven, diciéndolo con una metáfora guadalupana: “Poeta municipal y rusticano,/ tu Poesía fue la Aparición/ milagrosa en el árido peñón,/ entre nimbos de rosas y de estrellas,/ y hoy nuestras almas van tras de tus huellas/ a la Provincia en peregrinación.” Ramón López Velarde es para mí el poeta más querible de México, el que resiste una y otra vez las relecturas, y quizá, si se puede categorizar por los deleites continuos de la lectura, el mejor que ha nacido entre nosotros •
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