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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 22 de marzo de 2015 ■ Núm. 1046 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

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22 de marzo de 2015 • Número 1046 • Jornada Semanal

BAZAR DE ASOMBROS LUZ SOBRE LUZ, DE LUCE LÓPEZ BARALT

El pasado 1 de marzo, el historiador, lingüista, filósofo y crítico literario de origen búlgaro Tzvetan Todorov alcanzó la edad de setenta y seis años. Autor de Los géneros del discurso, La conquista de América, Crítica de la crítica, Nosotros y los otros, Las morales de la historia y El nuevo desorden mundial. Reflexiones de un europeo, entre casi medio centenar de magníficos ensayos, Todorov abraza, desde hace décadas, un humanismo que trasciende las ideologías y encuentra su raíz en conceptos fundamentales como la bondad, el cuidado y la belleza. En su ensayo, Augusto Isla traza los rasgos básicos del semblante de un pensador al que siempre es bueno revisitar, sobre todo en tiempos como los actuales. Publicamos además una crítica de Miguel a . Adame a la postura histórica de

Christian Duverger respecto de la América prehispánica, un artículo sobre el economista francés Thomas Piketty y un texto en memoria del

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eo a la académica, escritora y amiga Luce Ló­ pez Baralt en su puertorriqueña casa frente a la Punta Las Marías, entre el Condado y la Isla Verde. Ahí escribió un hermoso libro de poemas que nacieron de la experiencia mística y el mucho amor por la obra de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús, y por la poesía sufí en lengua árabe. Luz sobre luz es una frase tomada de ese hermoso libro que es el Corán. De su sabiduría nacen, en buena medida, la lírica de Nuri y de Ibn Arabi. Luce ha dedicado su vida al estudio de los místicos españoles y al análisis de la literatura árabe y persa. Gracias a ella hemos descu­ bier to nuevas facetas en la ex­ periencia espiritual y formal de San Juan y de Santa Teresa. Por otra par te, su dedicación al pensa­ miento y a la lírica de los sufíes nos entregó una serie de estudios so­ bre poetas como Jayyam. Luz sobre luz es un libro que recoge una profunda expe ­ riencia espiritual, un intenso diá­l ogo con la divinidad y una Luce López Baralt búsqueda de los niveles de la iluminación que, al mismo tiempo, produce ale­ gría y desasosiego. Para escribir estas notas releí a Francis Thompson y a Crashaw, poetas del lla­ mado conceptismo metafísico que tuvo su origen en la Inglaterra del siglo xvii , y que alcanzó su ma­ yor altura con Thompson a fines del xix y princi­ pios del xx . El libro de Luce me llevó a la relectura de “El lebrel del cielo”, el poema fundamental so­ bre la presencia y la generosa persecución de la gracia divina de la que el hombre intenta huír in­ utilmente. Dice Thompson: persecución sin prisa, imperturbable, inminencia prevista y sin contraste. Los oigo resonar... y aún más fuerte una Voz que me advierte: “todo te deja, porque me dejaste”.

recientemente fallecido cineasta italiano Francesco Rosi. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

Hugo Gutiérrez Vega

El misterio del Amor cuando se enciende en Luz: Me convierte en un mosaico encendido que flota sobre la nada.

Nos dice Luce que el místico se debate “entre la po­ sibilidad de decir y la imposibilidad de no decir”. Nuestra autora ha recibido información sobre esta di­ fícil te­mática, tanto de poetas occidentales como José Ángel Valente, Ernesto Cardenal, Jorge Guillén, nuestra Concha Ur­ quiza y Thomas Merton, como de los poetas de la mística árabe y persa. To­ das estas presencias se agitan detrás de esta iluminada y, al mismo tiem­ po, conturbada experiencia poética. Cumple Luce su proyecto de libro unitario lleno de sinceridad y de be­ lleza formal, gracias a un denodado esfuerzo, pero, sobre todo, a una ilu­ minación venida del interior. Recuer­ do que Rimbaud dio al converso Paul Claudel la noción de la poesía como una misteriosa iluminación que viene de nosotros y, al mismo tiempo, nos ilumi­ na una parte del camino. Nos dice Luce: Si tuviera lenguaje enseñaría a cantar a los ruiseñores

Participan en la experiencia mística todos los ali­ mentos terrenales, los aromas, los colores, los em­ blemas de la belleza y de la plenitud. Por eso, con delicadeza inaudita, Luce afirma: La fragancia se desprende de la rosa. Su color blanco flota en el aire, sus pétalos de seda son intangibles al tacto, la rosa no existe: aún la tengo en la mano

Nuestra autora busca infatigablemente las palabras para decir lo indecible, para expresar lo inexpre­ sable. Nuestra condición humana sólo puede acer­ carse a ese misterio profundo a través del intento de usar las palabras para llegar a una definición que, apenas alcanzada, vuelve a disiparse:

Hermosa experiencia “a lo divino”, búsqueda, llegada y nueva búsqueda. San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, los místicos sufíes... todos ellos están pre­ sentes en un libro originalísimo que busca la luz y viene de la luz, como lo dice el verso coránico

jornadasem@jornada.com.mx

Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo Gutiérrez Vega, Jefe de Redacción: Luis Tovar, Edición: Francisco Torres C órdova , A leyda A guirre R odríguez y R icardo Y áñez , Coordinador de arte y diseño: F rancisco G arcía N oriega , Diseño de portada y dossier: Marga Peña, Diseño de Columnas: J uan G abriel P uga , Relaciones públicas: V erónica S ilva ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: A lejandro P avón , Publicidad: E va V argas y R ubén H inojosa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: El múltiple Todorov Ilustración de Molosovsky bajo licencia CC BY-NC-SA 2.0. Fuente: Flickr

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22 de marzo de 2015 • Número 1046 • Jornada Semanal

¿Un Carlos Marx del siglo xxi? Leopoldo Sánchez Zúber

Carlos Marx, Thomas Piketty y El Capital. Collage de Marga Peña

SEGÚN THE GUARDIAN, EL ECONOMISTA FRANCÉS THOMAS PIKETTY ES EL INTELECTUAL MÁS INFLUYENTE DEL AÑO 2014” Y THE ECONOMIST LO LLAMA “EL CARLOS MARX DEL SIGLO XXI”.

Ahora ha surgido una voz autorizada a nivel mundial, denunciando la ineficacia social del sistema económico del mundo, del que el nuestro es apéndice.

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o hay duda de que nuestro actual sistema económico ha abierto una brecha cada vez más grande entre ricos y pobres. Ya se ha señalado al capitalismo voraz como responsable del desajuste socioeconómico de México, pero no hemos hecho algo eficaz para reducir la brecha entre ricos y pobres a un nivel mínimamente satisfactorio. No se ha hecho nada, porque modificar el sistema pide que cedamos parte de lo que hemos acumulado y podemos acumular con nuestro esfuerzo. Sí, la parte privilegiada de nuestro pueblo ha hecho esfuerzos (no siempre muy limpios) para lograr el bienestar económico del que gozamos. Pero no sólo han sido nuestros esfuerzos: han incidido circunstancias políticas de permisividad, y la arbitrariedad con que legítimamente asignamos al capital un valor fuera de proporción respecto al valor del trabajo. Para que se diera este bienestar económico sólo en algunos, ha contribuido la irrestricta apertura ética de nuestra sociedad. Cerca de este grupo privilegiado, no obstante, existe otro muy grande de mexicanos que no se han beneficiado del progreso, gente condenada a ser piso, apoyo del beneficio económico de los privilegiados, un estrato social condenado al deterioro progresivo. Nos ha faltado sentido de inclusión, atención a quienes desde hace siglos viven y mueren en la impotencia, la ignorancia y pobreza, a ese sector social que en periódicas revueltas pretende vengarse –más que liberase– de victimarios omnipotentes y de un destino que no entiende. ¿Qué dicen los jerarcas que controlan el sistema económico actual? ¿Qué, los que deciden el rumbo de nuestra economía? ¿Qué esperanzas de ser rescatado le dan a ese sector de nuestro pueblo? La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos les ha dicho que “al no concluir el proceso para la desindexación del salario mínimo, no se está en posibilidad de que el salario mínimo reinicie [¿no será inicie?] un proceso de recuperación gradual, toda vez que su utilización como unidad de cuenta, base o medida de referencia constituye una atadura que lejos de favorecer la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores, puede convertirse en un factor que los perjudique”. Es decir que, así como en los pasados cien

años no se dieron condiciones favorables para su beneficio, tampoco ahora se dan, pero que pronto llegará a ser tal el capital acumulado que se derramará sobre ellos y participarán del festín. Así nos los hemos llevado durante años y lustros y siglos, y el capital se ha acumulado sin derramarse sobre ellos. Ahora ha surgido una voz autorizada a nivel mundial, denunciando la ineficacia social del sistema económico del mundo, del que el nuestro es apéndice; una voz que confirma que el crecimiento de la economía no corrige naturalmente la desigualdad social porque “la acumulación de capital crece a un ritmo mayor que la expansión de la economía y, por lo tanto, los ricos se vuelven necesariamente cada vez más ricos y los pobres más pobres”. Es la voz del reconocido economista francés Thomas Piketty, que según el diario inglés The Guardian es “el intelectual más influyente del año 2014”, y el libro que publicó, El capital en el siglo xxi (más de millón y medio de ejemplares vendidos y traducido a varios idiomas, incluido el chino), para el Financial Times es “el libro de economía del año”. En cambio, la revista The Economist ha calificado a Thomas Piketty como “el Marx del siglo xxi ”, lo cual no sorprende, pues cada vez que alguien demuestra que el sistema económico actual es inhumano lo acusan de comunista. Lo mismo ha sucedido durante años: cuando alguien ha pensado diferente a los jerarcas del poder, les ha resultado amenazante y lo han acusado de hereje y lo

han quemado vivo. Ahora intentarán quemar a Thomas Piketty, a pesar del éxito mundial de su libro, y de que no invita al comunismo ni a algo parecido: sólo advierte que si de verdad queremos tener un sistema económico que considere a todos los hombres como seres humanos y propicie la paz, será necesario ponerle límites al desbocado ejercicio del capitalismo, sin cambiar de sistema. ¿Cuál es el origen del problema? El verdadero fondo es el deseo de dominio del ser humano que se manifiesta en desalmada competencia, en la descalificación de lo que no sea como nosotros, y en el rechazo de quienes no piensen como nosotros, de quienes no crean lo que no­ sotros, en un desorbitado egocentrismo que anula los tradicionales valores morales y que, en su relativismo, declara que nadie nos va a decir qué es bueno o es malo. Con el tiempo nuestra cultura se ha movido hacia la competencia y el miedo. Las potencias mundiales in­ vierten más en armamento para dominar y/o defenderse del prójimo, que en evitar que grandes turbas mueran de hambre. Darwin se dio cuenta de que la evolución se apoya en la competencia y el dominio del más fuerte, pero también dijo que la supervivencia de un grupo depende de la inclusión y participación de todos sus miembros. Se hacen muchas y costosas juntas cumbre’ para arreglar el mundo, que acaban dando pobres resultados. ¡Cuánto mejor sería que nos juntáramos a planear la forma en que los países que tienen sistemas económicos socialmente satisfactorios ayudaran a otros países a adaptar esos sistemas a sus pueblos! Contar con lo esencial para vivir y con las reservas necesarias para resolver emergencias produce felicidad, pero acumular muchas veces los recursos necesarios no aumenta la felicidad en esa proporción. Un pueblo con la vida económica básica suele ofrecer baja criminalidad y alto crecimiento. No basta juntarse en Davos para intercambiar elogios mutuos u ofrecer limosna a grupos en extrema necesidad; lo que debería suceder es juntarse para que los países con estabilidad económica y social ayuden a otros a reducir la brecha entre ricos y pobres, y así favorezcan el bienestar y la paz de sus pueblos

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Los dos mestizajes de Duverger 22 de marzo de 2015 • Número 1046 • Jornada Semanal

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Miguel Ángel Adame Cerón

CHRISTIAN DUVERGER, ETNOHISTORIADOR FRANCÉS, HA PUBLICADO ENTRE OTROS LA FLOR LETAL Y EL PRIMER MESTIZAJE. SOSTIENE LA IDEA DE QUE EN MESOAMÉRICA HUBO DOS MESTIZAJES: UNO NAHUA Y OTRO ESPAÑOL. LAS OSADAS HIPÓTESIS DE CHRISTIAN D.

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l etnohistoriador francés Christian Duverger (Burdeos, 1948) se dio a conocer exitosamente en Mé­ xico con su libro La flor letal (1983), una investigación etnohistórica sobre la dinámica sacrificial mexica que perfiló una generalización hacia el conjunto de sociedades mesoamericanas. En ese texto, su atrevida hipótesis sobre el interés antropo-cosmovisionario nahua por mantener el relativo equilibrio cósmico de esta so­ ciedad dominante del período final de la historia prehispánica, mantuvo una cierta congruencia con la vida socioeconómica de necesidad expansiva de recursos de dicha sociedad y, por ende, de continuas confrontaciones guerreras para sostenerse como “imperio”. Sin embargo, en posteriores libros: Mesoamérica: arte y antropología (2000), El primer mestizaje (2007) (a pesar del cambio de nombre, se trata del mismo texto), y Hernán Cortés (2005), su afán teórico-hipotético “innovador” muestra excesos y evidencia una perspectiva culturalista respecto al entendimiento de la historia prehispánica mesoamericana y una perspectiva continuista respecto a la situación concreta del triunfo conquistador-colonizador de los españoles sobre los indígenas mesoameri­ canos, específicamente sobre los mexicas. La obra y la labor etnohistórica e historiográfica de este autor ha causado mucha polémica y muchas críticas de especialistas, por ejemplo respecto a sus aseveraciones entre líneas y sus planteamientos osados y, muchas veces, poco fundados o de plano infundados. Así, sucesos y datos que adecua a sus intenciones, tesis impresionantes, impactantes o inverosímiles; como la de su más reciente texto, Crónicas de la eternidad, donde asegura que el autor de La historia verdadera de la conquista de la Nueva España no fue el soldado Bernal Díaz del Castillo, sino que salió de la pluma del mismísimo Hernán Cortés. A Duverger pueden criticársele no solamente sus intenciones de querer, por ejemplo, “replantear completamente la problemática del espacio y del tiempo en mesoamérica”, o insistir en que las causas señaladas por otros autores (armamentistas, militaristas, epidemiológicas, etcétera) “no bastan para explicar” la derrota mexica en tan poco tiempo, etcétera, también cabe criticar su osadía hipotética exacerbada, que tiene que ver con su postura culturalista, continuista y autocomplaciente con sus indagaciones (por ejemplo la falta de un verdadero diálogo con sus colegas arqueólogos, antropólogos e historiadores). Aquí se harán observaciones a algunos planteamientos contenidos principalmente en Mesoamérica-Primer mestizaje que Duverger tiene respecto a: 1) el papel de los nahuas en la historia mesoamericana, a su hipótesis del “primer mestizaje”, y 2) a la derrota de los mexicas (el triunfo de Cortés y sus huestes) y el origen del “segundo mestizaje” (entre españoles y nativos).

NAHUATLIDAD MESOAMERICANA Para Christian Duverger los nahuas están presentes en toda Mesoamérica, a veces como mayoría demográfica, a veces como minoría dominante y a veces como minoría

influyente: “Gracias a ellos, el México prehispánico se convertiría en ese crisol cultural que hoy se llama Mesoamérica: los particularismos culturales no fueron aniquilados, sino engastados en el molde del pensamiento nahua sobrepuesto a las tradiciones ancestrales.” Además, “los nahuas son los únicos [mesoamericanos] que participan de los dos sistemas culturales que se yuxtaponen allí”. Por ello habla de una dialéctica del nomadismo y el sedentarismo, dice que están incorporados a ambos medios, tienen una cultura y una actitud mental de nómadas, pero también dominan por entero las reglas del sedentarismo. Oscilan entre los dos polos pero, según Duverger, padecen una propensión duradera (porque se retroalimentaron de las constantes absorciones de grupos yutoaztecas seminómadas migrantes del norte)

a la diseminación, a la fisiparidad, a la separación de la estructura del grupo madre para “proseguir su camino” y/o “fundar otra ciudad”. Esto debido a que experimentan –según el etnohistoriador galo– “una secreta nostalgia de los tiempos de migración o una indecible pulsión, producto de un atavismo lejano”. Dicha perspectiva de Duverger magnifica el papel de los nahuas, presentándolos como “superprotagonistas” de la historia mesoamericana. De acuerdo con Federico Navarrete, se trata de un enfoque que imita y alimenta los nacionalismos etnocentristas, en este caso el mexicano. Así, pues, para Duverger el primer mestizaje significa esencialmente nahua con no nahua; lo cual indica un continuismo cuasi unilateral del factor nahua. Siguiendo esta lógica, para Duverger el segundo mestizaje significará

Antonio Gómez y Cros, Hernán Cortés lucha con dos indios, 1862. Fuente: www.wikiwand.com


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DERROTA MEXICA Y EL TATARABUELO CORTÉS Duverger aborda el ya clásico tema de las causas de la derrota mexica a manos de un puñado de soldados españoles, nos recuerda su reducido número en relación con los habitantes nativos mexicas (quinientos o seiscientos soldados ibéricos contra ejércitos de 40 o 50 mil militares indígenas y más de 300 mil habitantes de Tenochtitlán) y de los diferentes pueblos: “Curiosamente, este puñado venció a los mexicanos que, aun diezmados por las epidemias, siempre fueron más numerosos que los españoles.” Además, el derrumbe azteca fue de una brutal rapidez, en menos de dos años. Duverger no está de acuerdo con las explicaciones de la supuesta decadencia de la sociedad nahua debida a sus excesos autoritarios; tampoco cree que las rivalidades entre mexicas y otros grupos hayan sido tan importantes para explicar la rapidez de la estrepitosa caída. Pero quedan muchas más causas por sopesar, que han sido mencionadas por numerosos autores, y él hace repaso a cada una de ellas. Sin embargo, ninguna es la piedra clave para descifrar dicha derrota, y ni siquiera una combinación de dichos factores parece convencerle: a) desventajas o inferioridades materiales, técnicas y militares; b) actitudes militaristas inadaptadas a la situación inédita presentada, c) causas (micro)biológicas y epidémicas; d) resignación, derrotismo y fatalismo mexica por los presagios producto de sus creencias: e) preocupa­ ciones y abatimientos de sus dirigentes (concretamente Moctezuma) porque sabían, con antelación e indirectamente, por avisos (reales y simbólicos), de la llegada de los españoles (y por lo tanto de su poderío) en las Antillas, la Península de Yucatán y zonas aledañas. Finalmente, maneja la hipótesis de la diferencia “civilizatoria” entre españoles y mesoamericanos, pues “con los conquistadores, es todo el Viejo Mundo el que llega a las fronteras del poder mexicano. Y entonces, la máquina se

Duverger magnifica el papel de los nahuas, presentándolos como “superprotagonistas” de la historia mesoamericana.

esencialmente español con no español, y el líder fundante de este definitivo mestizaje será ni más ni menos que Hernán Cortés.

agarrota y revela su impotencia. La fuerza del poder azteca es una fuerza de atracción, no de repulsión”. Afirma que para poder salir realmente vencedores, los mexicas y en general los mesoamericanos; dice que “habrían tenido que adueñarse del trono de Carlos v , de sus tierras y de su dios”, y remata con una analogía histórica que para él va a ser nodal: “De repente, se invierte el movimiento que hace siglos llevó a los aztecas al poder: lo exterior cerca a lo interior. Arrastrado en una dinámica inexorable, el mundo azteca se satelizará alrededor de la corona española.” O sea, en estas tierras se vuelven a imponer las lógicas de que lo que viene del exterior o de “otra parte” subordina a lo interior, y de que las capacidades culturales (o civilizatorias) mayores finalmente imperan, aunque ahora se irrumpe con una rapidez inédita. Aquí aparece con nitidez la ruptura o la transformación, pero su postura con­ tinuista hace olvidar rápidamente la violencia y la destrucción implícita y explícita en el proceso militar, invasivo y conquistador. Antes de señalar cómo resuelve esta contradicción, conviene recordar que ha sido Tzvetan Todorov (en La Conquista de América, la cuestión del otro) quien, desde nuestra perspectiva, mejor ha manejado la hipótesis de la diferencia civilizatoria de los dos mundos, al desarrollar un análisis basado en planteamientos complejos, donde entrelaza elementos históricos y semiótico-culturales. Sin embargo, a diferencia de Todorov, la postura de Duverger se inclina por lo simbólico-cultural pero con un manejo

Jorge González Camarena, Fusión de dos culturas, 1960

simplista. La situación de la derrota mexica y del mundo mesoamericano, que evidentemente implicó transfor­ maciones violentas y no violentas profundas, queda atenuada con el recurso de las bondades de lo que él llama “el mestizaje”, en este caso el segundo mestizaje, el de los españoles sobre los “indios”, que al igual que el primer mestizaje, el de los nahuas hacia los no nahuas, fue benéfico, continuador y preservador y, por ello, no destructivo, de ruptura o impositivo. Llega a llamar a este segundo mestizaje “neo-mesoamericano” (¡sic!). Su carta bajo la manga la expone aquí en la figura del mismísimo Hernán Cortés, ya que según esto, el conquistador encarna la idea y la práctica del mestizaje preservador, sobre todo, de los simbolismos indígenas. Encarna incluso el espíritu misionero, mendicante y evangelizador tolerante de ciertas idiosincrasias nativas. Se trata –afirma– de un “mestizaje cultural fulgurante”; por eso es que a partir de aquí su empresa intelectual investigativa será resituar y recomponer la figura de Cortés hasta convertirla en el paradigma del mestizaje civilizatorio continuista y hasta ¡pacifista! (cosa que lleva a cabo en su biografía, que quiere ir “más allá de la leyenda”). Quedan de lado y menguados los actos y decisiones atroces, terribles y guerreras de Cortés y, en buena medida, también de otros conquistadores. En suma, en la figura de Cortés reemplaza y extrapola el papel que tuvieron los nahuas en la historia mesoamericana. No se trata de una sustitución violenta o trastocadora, sino una continuadora con el primer mestizaje; pero ahora dicho proceso mestizador se amplía, se ensancha a todos los niveles: a nivel teórico y práctico, a nivel biológico y sociocultural, y a nivel geográfico y territorial. Así que los mesoamericanos prehispánicos a fin de cuentas no perdieron culturalmente nada, tampoco fueron actores claves en el drama de la historia colonial; por el contrario, ellos deberían haber dicho: “¡gracias, Cortés! habéis construido un proyecto mayor al mesoamericano acotado, uno interhemisférico”, aunque dependiente (y luego nacional). Con ello, Duverger convierte a Hernán Cortés en el tatarabuelo de la patria mexicana, su fundador


22 de marzo de 2015 • Número 1046 • Jornada Semanal

Francesco Rosi: Francesco Rosi en el set de Le mani sulla città, 1963

Román Munguía Huato

reflejar la realidad

NACIDO EN NÁPOLES EN 1922, ROSI FALLECIÓ EL PASADO MES DE ENERO. HEREDERO DEL NEORREALISMO ITALIANO, UNO DE SUS FILMES MÁS CÉLEBRES ES LAS MANOS SOBRE LA CIUDAD (1963) Creo que a través de un cine que intenta en lo posible codearse con la verdad y con los valores reales de la vida, uno puede tener éxito para transmitir la urgencia de respetar la dignidad humana. Muchas veces el respeto por la dignidad humana es aún más importante que el respeto por la vida humana misma. Francesco Rosi

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l fallecimiento de Francesco Rosi el pasado 10 de enero, en Roma concluye un largo período de cineastas italianos que legaron una aportación magistral a la historia del cine. Rosi se consideraba a sí mismo como un hijo del neorrealismo, y definía es­t a tendencia vanguardista como una postura ética ante la vida. Cuando le preguntaron si estaba de acuerdo con que a su trabajo siempre lo caracterizaran como cine político, respondió: “A mí me gusta más llamarle cine de la realidad.” Era cierto: la obra de este director de cine, nacido en Nápoles en 1922, refleja una realidad descarnada en casi todos sus filmes. Fue considerado por algunos críticos como “el más intelectual de los directores italianos”, algo difícil de sostener, aunque es posible afirmar que pocos como él pudieron describir y cuestionar una realidad política en toda su complejidad, con sus contradicciones y conflictividad social. Los entramados del poder político fueron retratados extraordinariamente en sus filmes y es por eso que Roberto Saviano, el reconocido periodista de la historia de la mafia italiana y mundial, afirma que “nadie supo contar el mecanismo del poder como Francesco Rosi”. En una entrevista de 2006, Rosi dijo que en cada una de sus películas está “todo lo que quería decir sobre la criminalidad organizada, mafia, corrupción política, escasez de trabajo, crímenes de guerra, holocausto. Yo comencé mi carrera como director de teatro y hago en el teatro lo mismo que hacía en el cine: reflejar la realidad.” Una de sus obras más conocidas, Las manos sobre la ciudad (Le mani sulla città, 1963), es ejemplo de su profunda visión crítica de la corrupción urbanística, una realidad vigente en la mayoría de las ciudades del mundo. La voracidad del poder y el dinero a través de la obra pública con la industria de la construcción, el capital inmobiliario, es una percepción magistral e inigualable. Ese mismo año se publica La especulación inmobiliaria, de Italo Calvino, aunque la fuerza dramática que le im-

prime Rosi al tema es más profunda y poderosa por la complejidad de las fuerzas económicas y políticas abiertas y soterradas en pugna. Como bien señala Goffredo Fofi: “El vuelco del ’60 –la mayor transformación social de la breve historia de Italia [urbanización violenta, fin del mundo campesino, reordenamiento del poder con la centro [izquierda en el provisorio boom económico]– tendrá sus consecuencias en el cine”. Milagro en Milán [1951], de Vittorio de Sica, cinta emblemática del neorrealismo, tendrá doce años después con Rosi una continuidad muy densa, descarnada e impactante. Las manos sobre la ciudad fue realizada cuando ya la Italia de postguerra prácticamente estaba reconstruida y el peso del capital inmobiliario era muy importante, con una “urbanización salvaje”, dando lugar a “batallas políticas” partidistas y a la complicidad de intereses empresariales y burocráticos para la obtención de ganancias extraordinarias con la edificación habitacional. En 1952, el director Luigi Zampa había realizado Proceso a la ciudad (Processo alla città), adelantando el tema de la relación entre la Camorra y el poder político en la Nápoles de principios del siglo pasado. Es la antesala de la relación entre la mafia y el gobierno, donde la corrupción explica el mundo de los negocios y la política. Rosi cuenta cómo los promotores inmobiliarios se enriquecen a costa de las necesidades habitacionales de la gente pobre. Una “corrupción urbanística” donde el capital inmobiliario y el poder político sin escrúpulos se estrechan las manos para apropiarse de la ciudad: “En un degradado barrio de Nápoles, un edificio se derrumba a causa de unas cercanas obras de demolición, causando muertos y heridos. El responsable del desastre, el empresario inmobiliario Edoardo Nottola, es investi­ gado, pero sale indemne, aunque inevitablemente comprometido ante el partido de la derecha al que representa como concejal del Ayuntamiento.” Según Giorgio Conti, “este filme inaugura una nueva forma de hacer cine. Es una abierta denuncia que se eleva al imaginario colectivo y a la memoria histórica. El estilo de Rosi supera el filme-documento o el filme-historia. Es distante pero no distinto de los cánones del neorrealismo italiano. El propio Rosi decía que ‘es no sólo un acercamiento entre cine e historia, sino también un sentido cultural más vasto, es decir, entre la literatura y la historia’”.

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La cinta es una verdadera lección de la urbanística burguesa apropiándose de la ciudad con el pretexto de una aparente planificación territorial. Rosi tiene el enorme talento para decirnos lo que verdaderamente acontece dentro de los recintos gubernamentales, donde los concejales o regidores deciden subrepticiamente el gasto público en infraestructura o en la concesión de los contratos de edificación habitacional. Hoy es imposible entender los procesos urbanos, especialmente los metropolitanos, sin la presencia de la corrupción política con sus mecanismos ocultos y aviesos dentro de la lógica de la acumulación capitalista inmobiliaria. Rosi pone en boca de un mafioso esta frase: “Todo está en nuestras manos.” Las manos del capital sobre la ciudad. Las manos no tan invisibles del mercado en general y del mercado inmobiliario en particular detentan el verdadero poder en las ciudades. El capital es el sujeto social que realmente planifica a la ciudad. Si alguna película ha contribuido a tener una idea cabal sobre la génesis de las políticas urbanas, es precisamente esta obra luminosa de Francesco Rosi


ENSAYO

22 de marzo de 2015 • Número 1046 • Jornada Semanal

EL AUTOR DE CUENTOS DE LA SELVA, Y CUENTOS DE AMOR, DE LOCURA Y DE MUERTE, TAMBIÉN ES AUTOR DE NOVELAS CORTAS EN LAS QUE HOMENAJEA A LOS AUTORES QUE MÁS LO INFLUYERON.

Ricardo Guzmán Wolffer

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ocos son los autores que aceptan abiertamente la influencia de sus antecesores. Horacio Quiroga, famoso por sus cuentos de la selva y sus historias de amor y locura, fue más allá: escribió seis novelas cortas haciendo alusión de sus autores favoritos. Estas obras de Quiroga sirven para comprender el proceso creativo de un autor con textos que, además de hacernos disfrutar por su lectura, nos ayudan a hacer que afloren partes profundas de la psique. ¿En qué momento madura la capacidad creativa de un escritor? ¿A quién tiene que leer para cohesionar su forma de pensar y escribir? La lectura siempre es buena. Incluso el más nefasto contenido de un libro logra despertar al lector, por lo menos, la esperanza de que mejorará al escoger el siguiente libro o profundizará en su asimilación: no es necesario, tampoco, conocer al autor o el resto de la obra para apreciar un texto. Existen los lectores “completistas”, que desean saber todo del autor y su obra, para establecer el peso de cada etapa. Y es tan válido como quienes no quieren ni conocer en persona al escritor para no prejuiciarse sobre la obra (hay autores insoportables que logran ahuyentar de su trabajo incluso a quienes ya lo habían apreciado). Para quienes admiramos a Quiroga, nos resulta informativo saber de sus aficiones y verlas traducidas en pequeños homenajes: conoce al autor, lo asimila y lo imita, confiado, suponemos, en dejarlo atrás para seguir su propio camino. Al publicar estas seis novelas cortas entre 1908 y 1913, Quiroga no pretendía más que lograr un personal divertimento: tal vez un exorcismo literario, pues hay lecturas que nos corroen para toda la vida y, al escribir, son dulces demonios que susurran caminos inconscientes. Y, según los apuntes del autor y por el hecho de haberlas firmado con seudónimo (S. Fragoso Lima), en apariencia sólo eran una forma de conseguir dinero. Quiroga resuelve con estas novelas la clásica disyuntiva del escribano entre lograr su producción más subjetiva y, además, vivir de eso: se divertía, cobraba y se permitía trabajar en las obras que le importaban. Pero, al paso de los años, tampoco puede dejar de advertirse cómo para el autor también eran un placer culpable: el que se ocultara bajo el seudónimo no impide ver cómo se solazó y cómo logró entretener a sus lectores: el que se lo pagaran y le pidieran más, lo evidencia. Comparar las novelas cortas con los autores homenajeados o con la obra “directa” de Quiroga sería limitar el efecto de su lectura. Son amenas, están bien escritas y nos remiten a diversos momentos de la literatura: ¿se puede pedir más a un trabajo “intrascendente” de un escritor señero? Sin embargo, no son totalmente ajenas al resto de su obra. Quiroga ya había escrito obra fantástica. No es difícil establecer la afinidad entre Quiroga y Kipling por sus libros sobre la selva. Cierto que son selvas distintas, pero la relación del hombre con las bestias y su entorno a veces impenetrable e indomable, es evidente. En El devorador de

Quiroga

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y la influencia bien asumida

hombres, estamos ante la narración hecha por el tigre de Bengala, Rajá, sobre el engaño hecho a su domador. El autor plantea el centro del problema, en voz de ese tigre: “¿por qué vinieron a la selva? Nosotros no íbamos a los campos.” El hombre y su afán rapaz llevó a la casi extinción del tigre en India. Más que el cachorro y la fiera, el texto inicia con el hijo orgulloso del padre que enfrenta y devasta a los hombres implacables. Cuando sus padres son muertos en la cueva, el cachorro es recogido por el joven cazador y llevado al circo, donde por cinco años lo entrenan a golpes y torturas para los es­ pectáculos. Ahí, el matador de sus padres salvará una vez al domador de perecer en las fauces de Rajá, quien lo recuerda perfectamente y lo admira por su belleza y su porte. Como los animales de Kipling admiraban a los ingleses y despreciaban a los indios, así actúan los protagonistas del homenaje: al final, Rajá decapitará a su torturador, pero quedará feliz como mascota del lord inglés: más importa obtener un héroe inglés, que sancionar al torturador de animales. Además de la trama, Quiroga evidencia el homenaje a Kipling al mencionar la presencia en el circo de un leopardo de Penjab (provincia británica de India donde vivió Kipling y ambientó varios relatos). Pero las demás novelas cortas no son tan claras en su homenajeado. En El remate del imperio romano, Quiroga decía guiarse por Conan Doyle en sus muchas novelas históricas, pero también recuerda al Nobel polaco Henryk Sienkiewicz. El remate narra el peculiar momento del imperio romano donde los militares, los pretorianos, pusieron a la venta el imperio y lo compró un mercader milanés. Insultados los generales romanos por tal compra, fueron por el usurpador para matarlo. ¿Y cómo no lo hicieron con los pretorianos vendedores?, pensaría el lector. El toque de Doyle reside en los personajes secundarios: la emperatriz desea a un joven patricio, quien se niega a entregarse, cierto de que eso sólo lo acercará a una muerte temprana. Cuando los militares han ultimado al comprador milanés y van por la emperatriz, el patricio intenta salvarla y perecen los dos. Logrado homenaje que habla más de la calidad de Quiroga, por definir a los personajes y obtener su desarrollo al margen de la trama y alcanzar, al final, darles más importancia que la trama central: la muerte anunciada del comprador que apenas habría hecho sorpresivo el cierre del texto. El mono que asesinó, Las fieras cómplices, El hombre artificial y Una cacería humana en África dan nota directa de Poe, en palabras del propio Quiroga: “Ese maldito loco había llegado a dominarme por completo”, pero también se cuelan Lugones, Verne y el cienciaficcionero Eduardo Ladislao Holmberg. Un autor tan singular como Horacio Quiroga acusa recibo de varios clásicos, pero termina por ser tan famoso como ellos y los mezcla en estas pequeñas novelas que de intrascendentes, como él decía, tienen muy poco. Ya quisieran muchos contemporáneos famosos hacer estos divertimentos literarios


Tzvetan

un pas

Augusto Isla

EN 2008, TODOROV RECIBIÓ EL PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS. ES AUTOR, ENTRE CASI MEDIO CENTENAR DE TÍTULOS, DE NOSOTROS Y LOS OTROS, LAS MORALES DE LA HISTORIA Y FRENTE AL LÍMITE.

n 2001, Tzvetan Todorov le concede a Catherine Portevin una serie de entrevistas. El fruto de esas conversaciones es un libro que lleva por título Deberes y delicias, una vida entre fronteras (2002). Ella se antoja embelesada con la voz dulce de aquel hombre tan cortés, dueño de una serenidad des­ concertante, pues a pesar de haber sufrido la experiencia totalitaria le preocupa antes que nada “llevar una vida mejor, más rica en sentido y belleza, más abierta a lo absoluto, también más feliz”. Nacido en Bulgaria en 1939, Tzvetan se da cuenta, al final de aquel largo diálogo, de que había vivido entre fronteras: países, lenguas, culturas; campos de estudio y disciplinas; fronteras entre lo banal y lo esencial, lo cotidiano y lo sublime, la vida ma­ terial y la vida del espíritu. ¿Qué ha buscado este admi­ rable desplazado? Simplemente, cómo vivir. Cuando Tzvetan platica con su entrevistadora, tiene sesenta y dos años. La adolescencia está lejos, pero aún recuerda el 5 de marzo de 1953, día de la muerte de Stalin, protector faraónico, casi dios, “ese rostro bueno, esa sonrisa gentil bajo los bigotes blancos, esa mirada benévola del hombre en uniforme que nos contemplaba desde todas las paredes de la ciudad donde aparecía su foto. Lo veo todavía: color gris claro, un poco de azul, un poco de rojo… Todo era armonioso y apacible, la paz y la seguridad”. Pero detrás de aquella imagen, el infierno; el reino del mal, por así decirlo. Tzvetan desconfiará de las grandes palabras: paz, justicia igualdad, pero también de los promo­ tores del bien colectivo. II A decir verdad, este políglota que lee en francés, alemán, inglés y ruso, jamás se sintió víctima directa del régimen totalitario ni padeció amenaza personal alguna. “Mi ex­ periencia del totalitarismo no está ligada […] a sus momentos de paroxismo. No estuve en las ciudades ucra­ nianas cuando toda la población se moría de hambre, cuando los padres terminaron por comerse a sus propios hijos. No estuve en Auschwitz en 1944, cuando trenes enteros llevaban a los judíos búlgaros para que los mataran.” Tzvetan gozó el privilegio de ser hijo de un funcionario cultural de alto rango; su padre había estudiado letras y

Al humanista no le es dado prometer la perfección, esencia de las utopías de izquierda y derecha. Siguiendo a Rousseau, admite que el gran problema de la existencia humana reside en la reconciliación entre las exigencias sociales e individuales.

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filosofía en Sofía, era un erudito devoto de Chéjov y director de la Biblioteca Nacional. Pero no por ello dejó de inquietarle la represión, el adoctrinamiento, el abuso de poder, la extrema escasez: aún se acuerda de la alegría que provocaba que alguien, a su regreso de Europa occidental, pudiera traer algunos rollos de papel higiénico. Sin embargo, aquel joven lúcido desde entonces supo adaptarse a ese régimen que, siendo una trampa, parecía natural. Fueron para él un refugio la amistad, las caminatas en la montaña, el trabajo manual, la lingüística misma por donde escapó de las presiones ideológicas. A los veinticuatro años, Tzvetan inicia una vida nueva. Una tía le ofrece una beca para viajar al extranjero. Elige París por razones en apariencia banales: admira la pintura impresionista, el canto de Edith Piaf, las amplias avenidas de ese “paraíso de la imaginación”, como le llama Luis Cardoza y Aragón. Una primera frontera, un primer desga­ rramiento. Tzvetan deja atrás la humana calidez de la familia y los amigos a cambio de un ideal vago. Le consuela la idea de regresar pronto, pero tardará dieciocho años en pisar de nuevo tierras búlgaras; sufrirá el etnocentrismo

francés, la antipática discriminación contra los desplazados, pero su talento brillará en los círculos intelectuales, al lado del generoso Roland Barthes, de la hospitalidad de Jacques Derrida, de Roman Jakobson. Y se entregará a la literatura, “no sólo porque ésta participa de la elucidación del mundo, sino porque le agrega belleza y, de esa manera, lo hace mejor […] la humanidad es más feliz con la li­ teratura que sin ella”; la literatura es pensamiento: coadyuva a comprender mejor al hombre y al mundo. En el clima de la libertad que le ofrece París pudo haberse ocupado de la amarga experiencia totalitaria. Pero decide no prestarle un minuto de su atención. Al menos en sus primeros años parisinos. Se rehusará, en cambio, a entrometerse en asuntos políticos, en ese mundo de mentira que es la palabra pública. Medroso, huye de los conflictos. Para qué discutir con los intelectuales si bien sabe que éstos prefieren la radicalidad más que la prudencia de la moderación. 1968 despierta en él sentimientos encontrados: lamenta la vulgaridad, pero participa en el proyecto de Vincenne. En su ensayo Las morales en la historia (1991) –el primero que me introdujo a su pensamiento– apunta: “Los acontecimientos que se desarrollaron en mayo-junio en París y en otras ciudades francesas no fueron, como lo creyeron sus protagonistas en la época, el anuncio de una era nueva, sino, muy al contrario, el último coletazo de un período que tocaba a su fin y un adiós: prepararon el fin de los utopismos (de derecha y de izquierda) en el espíritu de los intelectuales.” Éstos no se colocaban en la vanguardia, sino en la retaguardia; es decir, retar­daban el momento de la caída del monstruo totalitario: patética resultaba la presencia de un Sartre vendiendo La cause du peuple, adoptando posturas marxistas. ¿Cuál sería entonces el papel de los intelectuales? “Representar el papel de Tábano, o también el de aguijón en la sociedad: ésta podrá ser la función del intelectual moderno, si no teme demasiado padecer la suerte de Sócrates.” III

Tzvetan es un intelectual híbrido, un desplazado. En parte muy francés, y en parte no. No olvida que sus orígenes están en la filología eslava, pero tampoco lo que Francia Foto: www.wikiwand.com


nTodorov

22 de marzo de 2015 • Número 1046 • Jornada Semanal

seo por el jardín imperfecto

le ha dado, sobre todo su referencia humanista. Le incomoda la pedantería académica de los franceses, sólo útil para exhibirse, pero son los pensadores franceses a quienes invoca en su paseo por el “jardín imperfecto” – expresión ésta de Montaigne, “hombre bisagra entre lo antiguo y lo nuevo que ha leído a todos los antiguos y al que leerán todos los modernos…” Montaigne será el punto de partida de un humanismo que culmina en Constant, pasando por Montesquieu y Rousseau. De hecho, después de su ensayo Nosotros y los otros, Tzvetan se reconocerá como humanista. Y será este pen-

samiento el que lo aleje de la amargura totalitaria, pues en el humanismo encontrará la idea de la autonomía y la libertad del hombre, del individuo que tiene su raíz en otra idea: la de la universalidad que es, al propio tiempo, unidad del género humano, inobjetable siempre y cuando le conceda un espacio a la reivindicación de la humana diversidad. El humanismo es emancipación de la tutela religiosa, aceptación del ser humano tal cual es: imperfecto, torpe, a menudo merecedor de un poco de compasión; habi­ tante de un jardín que se puede trabajar, pero sin pensar nunca en el Edén: al humanista no le es dado prometer la

perfección, esencia de las utopías de izquierda y derecha. Siguiendo a Rousseau, admite que el gran problema de la existencia humana reside en la reconciliación entre las exigencias sociales e individuales. El hombre no es, en sí, bueno ni malo: es “un ser inde­ terminado” en el plano de la moral, que, necesitando constantemente de los otros para afirmar su propia existencia, puede contribuir tanto a su felicidad como a su desgracia, que posee un margen de libertad en sus elecciones, que por lo tanto es responsable del bien y del mal que hace. El hombre vive en una dimensión social. De ahí su desacuerdo con Sade, quien proclama la soledad como la consigue

El humanismo es emancipación de la tutela religiosa, aceptación del ser humano tal cual es: imperfecto, torpe, a menudo merecedor de un poco de compasión; habi­t ante de un jardín que se puede trabajar, pero sin pensar nunca en el Edén.

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ENSAYO

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IV dición verdadera del ser humano. Quiérase o no, los otros cuentan: el niño abandonado muere por falta de cuidados, no a consecuencia de la “guerra perpetua y recíproca”. Por el contrario, esa gran vulnerabilidad podrá estar en el origen del sentimiento de compasión, propio de todos los seres humanos. La autonomía del individuo entendida como la negación del otro se traduce en autonegación. Fatigado de la tiranía, Tzvetan apela a un humanismo bien temperado, como lo sugiere Montesquieu anclado en una universalidad que toma en cuenta la naturaleza heterogénea de cada sociedad, y en una confianza en la aptitud de los hombres para gobernarse a sí mismos dentro de ciertos límites. Este humanismo moderado le permite a Tzvetan la experiencia del éxtasis. Educado en el seno de una familia agnóstica, puede afirmar con emocionada lucidez: “No sé qué quiere decir hablar con Dios, pero reconozco ese contacto con lo absoluto ante la belleza, la de un paisaje o la de una obra de arte, una Crucifixión de Günewald o de Tiziano, un gesto de Suzanne Farrell en los ballets de Balanchino, una melodía simple de Schubert que me conmueve. Y también en el amor, en el afecto, en la ternura hacia los míos.” El pensamiento humanista de Tzve­tan se expresa no sólo en lo trascendente: encuentra su continuidad en un apego a los valores cotidianos. La ternura que vierte al referirse a su madre lo dice todo: “Sus gestos de cuidado y bondad valían mucho más que los proyectos revolucionarios.” Por eso, no es de extrañar que al toparse con los pintores holandeses del siglo xvii enaltezca un arte pic­t órico que sale de las iglesias y entra en las casas parti­culares, deja a un lado la seda de los monarcas y fija su atención en la gente común. Pintores como Rembrandt, Vermeer, De Hooch, Steen, Ter Borch, Hals y Metsu inspiran su libro, El elogio de lo cotidiano (1998). Dicho genéricamente, “el pintor constata que la belleza puede estar albergada en el objeto más insignificante, en el gesto más común, siempre y cuando él, el pintor, lo plasme en toda su calidad. Descubre en sí mismo un poder insospechado: por obra y gracia de sus pinceles puede mostrar que los objetos son dignos de una admiración no sólo estética sino ética”. Si De Hooch exalta la virtud doméstica, Steen censura las debilidades humanas. En virtudes o vicios, lo que está inscrito es la afirmación de la vida terrenal, el bullicio del mundo. Una joven comiendo ostras, una chica cortando cebollas, otra pelando manzanas, otra más bañándose en un río, un niño bebiendo; escenas que representan la amonestación paterna, una proposición amorosa, una pareja en la cama, un caballero y una dama bebiendo vino. Aquí está también el ser humano. Es la vida coti­ diana, no necesariamente feliz, pero sí susceptible de ser transformada “desde adentro”, para que renazca “iluminada de sentido y belleza”. El artista pinta y legisla, tal vez no de manera consciente. Pero es el ensayista moral, en este caso Tzvetan, quien pone en relevancia el entreveramiento de la estética y la ética.

Sus responsabilidades públicas impiden a Todorov ser un viajero constante. Sin embargo visita el Reino Unido, donde traba amistad con Berlin; Estados Unidos, donde imparte cursos en Yale y despierta su pasión por el jazz… y también México, donde el tema del encuentro con el otro –obsesión suya– le sugiere su gran ensayo La conquista de América, y Polonia, que le daría pie para escribir Frente al límite. Pero estamos en 1991. Han pasado tres décadas desde que visitó Auschwitz por primera vez. El asunto de los campos de concentración estaba lejos de su atención. Como le confiesa a Portevin: “No buscaba demasiado saber aquello que me hubiera preocupado,

“No sé qué quiere decir hablar con Dios, pero reconozco ese contacto con lo absoluto ante la belleza, la de un paisaje o la de una obra de arte, una Crucifixión de Günewald o de Tiziano... Y también en el amor, en el afecto, en la ternura hacia los míos.”

Foto: www.wikiwand.com

mi vida me apasionaba, evitaba inconscientemente toda información que pudiera arruinarla.” No obstante acaba por encarar este episodio histórico tan doloroso. Frente al límite (1991) contiene, sin duda, las páginas más entrañables de su biografía intelectual. Se trata de un documento que va contra la idea de que los campos eran un mundo puramente hobessiano. Inevitablemente se entreveran ahí la reflexión sobre el mal, para comprenderlo, pero sobre todo pensar en las formas en que aparece el bien, vale decir, ese florecer de la moral redentora y también la preocupación por el otro; comprender el mal de los agentes a partir no tanto de consideraciones psicológicas individuales como de una sociedad totalitaria que produce seres fragmentados, durante el día verdugos capaces de anular en su interior todo sentimiento de compasión, y llegada la noche, esposos ejemplares y padres amorosos; pero sobre todo fijar la mirada en el bien, en aquella dignidad que va desde lavarse la cara y lustrar los zapatos –gestos

tan apreciados por un Primo Levi– hasta la libertad, incluso la de ir altivamente hacia la muerte como si se marchase hacia la vida; o poner atención en el cuidado del otro, tender la mano a los que sufren, bendecir el momento trágico, como lo hace Margaret Butler-Neuman agradeciendo al destino haber encontrado, en Ravensbrück, a Milena Jesenska, otrora amiga de Kafka. Se trata de ejercicios de bondad, de una bondad sin ideología, sin pensamiento, sin discursos, sin justificaciones; se trata del cuidado, nombre con el que Todorov designa la acción moral por excelencia, una acción mediante la cual un yo toma por objeto el bienestar de uno o varios tú; en este sentido, afirma Tzvetan: “Los campos confirman esta omnipresencia ya que, incluso en las circunstancias de mayor adversidad que puedan imaginarse, cuando los hombres y las mujeres se encuentran desfallecientes de hambre, transi­dos de frío, agotados de fatiga, golpeados y humillados, continúan teniendo sencillos gestos de bondad: no todos, no todo el tiempo, pero de modo suficiente para que nuestra fe en el bien salga reforzada.” Así, pues, el pensamiento abstracto que toca los temas de la libertad y la autonomía individual, la reflexión sobre la pintura –ya la de los pintores holandeses del siglo xvii , ya la de Goya– que se ocupa de la mirada sobre lo que ocurre en el mundo terrenal, la observación de la experiencia moral en los campos de concentración, le dan a Todorov, a fin de cuentas un heredero del humanismo moderno, la oportunidad de emprender un fecundo paseo por el jardín imperfecto. Sereno, sin prejuicios, pleno de fe en el hombre y en sí mismo. Todorov interioriza los valores del humanismo. Aprende lo que significa la moderación del poder, la demo­ cracia con su igualitarismo sin menospreciar las jerarquías –por ejemplo, los niños no pueden cuidar a sus padres–; hace suya la idea de la libertad política como un bien inestimable; aprecia enormemente la felicidad doméstica que se consigue gracias a las actividades más simples de la vida: lavar las heces de los hijos, procurarles salud y alimentación; estima el amor y la amistad: “una buena vida es una vida rica en amor”, nos dice en una de las páginas de El espíritu de la Ilustración. Retengo unas líneas alusivas a su intimidad familiar: “Mi padre murió en mis brazos. La familia cuya casa habitaba y lo cuidaba me había avisado que estaba muy mal. Tomé enseguida el avión, mi padre me sonrió y, asegurado de mi presencia, se dejó agonizar, lanzó su último suspiro dos días después, estaba solo con él en ese momento, cerré sus parpados, até su mandíbula para que no se le cayera. Luego lavaron su cuerpo y lo vistieron. Estaba hermoso. Tenía noventa y dos años y acababa de publicar un libro de memorias.” Todo Tzvetan está aquí. Lo veo en una fotografía con su cabellera blanca como espuma del mar, su amable sonrisa, la mano izquierda sobre el pecho, con la mirada puesta acaso en Nancy, su pareja, lejos del humo de los crematorios que flotan en el bosque

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LEER

Jornada Semanal • Número 1046 • 22 de marzo de 2015

El sueño de un hippie. Memorias, Neil Young, Malpaso, España, 2014.

VIDA, MÚSICA Y OTRAS CUESTIONES ANTONIO SORIA

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ublicada en marzo de 2014, tres meses bastaron para que se agotara la primera edición en español de esta obra –cuyo original en inglés tiene registro de 2012–, y en junio del año pasado apareció ésta, que es la segunda edición. Hay que lamentar el pésimo título que le han asestado a la traducción, verdadero monumento léxico al lugar común y, en el caso específico del autor de esta autobiografía, tremendo reduccionismo. Empero, y por fortuna, el nombre mismo del autor basta para dejar en el olvido el yerro titular y, de manera conveniente y deliciosa, internarse en las memorias del compositor, músico y cantante Neil Young, de quien puede afirmarse sin exageración alguna que se trata de una verdadera leyenda viva. Cuestión generacional en buena medida, es necesario contar al menos con unas cuatro décadas en este mundo para que el nombre de Neil Young no sea materia de un desconocimiento prácticamente absoluto. Por el contrario, quienes hayan leído o escuchado hablar acerca de, o mejor aún, oído algún álbum de una banda llamada Crazy Horse, o de un ensamble musical que firmaba como Crosby, Stills, Nash & Young –tengan la edad que tengan–, no necesitarán en absoluto que le sean proporcionados los datos generales de este canadiense de origen, nativo de Toronto, amigo y, de acuerdo con la opinión de muchos, alma gemela de Bob Dylan y, como éste, uno de los principales protagonistas del movimiento folk-rock y, efectivamente, hippie de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Muy al comienzo del libro, es el propio Young quien se encarga de explicar que la presente no es una autobiografía pensada y escrita en orden cronológico; lejos de eso, el capítulo uno está fechado y sitiado en 2011, en el rancho Broken Arrow, propiedad de la familia Young, y es acerca de ésta que versa dicho primer capítulo. Así, las primeras cosas de las que el lector va enterándose es de quiénes son Pegi, Amber y Ben, seguidas de la descripción ya sucinta, ya pormenorizada, de la vida cotidiana de Neil y sus seres más cercanos. El propio autor pareciera no haberlo hecho de manera deliberada, ni tampoco pareciera ser consciente del resultado, pero este procedimiento inusual para hablar de sí mismo, de su vida entera, su trayectoria profesional y su ámbito más privado, genera un efecto similar al que provocan sus canciones: tras una primera impresión de extrañeza, de estar frente a un conjunto de notas musicales y palabras más o menos inclasificables –por más que la costumbre o el mayor o menor conocimiento insista

en rubricar: es folk, es rock, es blues…–, poco a poco pero con firmeza van apareciendo los rasgos de aquello, en efecto inclasificable, pero imbuido de un aire de naturalidad, de cosa obvia, que mueve a pensar lo que Young de seguro sabía muy bien desde el principio: que sólo así podía ser dicho, escrito, compuesto. Es del mismo modo, fluidamente natural, que Young mezcla sus recuerdos de hace veinte, treinta, cuarenta o cincuenta y tantos años con su momento presente, y lo mismo hace una evocación emocionada de sus inicios como músico –en la fugaz y germinal banda Buffalo Springfield–, narrando sus primeras giras en territorio canadiense, que detalla sus esfuerzos actuales por perfeccionar un automóvil eléctrico diseñado por él mismo, o bien su lucha, igualmente actual, por lanzar al mercado algo que él ha bautizado como Pure Tone, un dispositivo digital que recupere la fidelidad sonora perdida en el tránsito del disco de acetato al compacto y, posteriormente, más perdida todavía con el paso de este último al mp 3 y demás formatos virtuales. La palabra “conmovedor” ha sufrido un deterioro que muchos consideran insalvable a causa del abuso y la banalización que de ella lleva haciéndose ya tanto tiempo, pero convendría recuperarla y restituirle la dignidad perdida, por ejemplo para describir mejor la sensación que emana de los pasajes en los que Neil, el padre, habla de Ben, el hijo, así como aquellos en los que hace la evocación elegíaca de quienes lo acompañaron a lo largo de su vida y hoy están muertos. Este año, Neil Young cumplirá siete décadas de vida. En el libro cuenta que las musas, a las que solía convocar hallándose en estados alterados de la percepción a los que renunció hace años por motivos de salud, no lo han visitado desde hace tiempo, pero se confiesa sereno al respecto y dice confiar en que lo harán en el momento adecuado. Cuenta, además, que bien podría venir una segunda parte de estas Memorias, a la que muchos habremos de acudir tan pronto cobre realidad. Entretanto eso sucede, o bien este espíritu piel roja toma de nueva cuenta la guitarra para componer, lo seguro es que no dejará de hacerle honor a su apellido. Vayan, como prenda, un puñado de citas de este libro fascinante: “No nos interesaba triunfar ni teníamos que estar a la altura de nada; fue una época feliz en la que lo importante era el amor y la música y la vida y la juventud. Eso era Crazy Horse.” “La vida es una gran prueba y si te esfuerzas mucho, fracasas. Si no te esfuerzas demasiado y fracasas un poco pero te la pasas bien, tal vez entonces hayas triunfado.” “La música es una tormenta de los sentidos, es el clima del alma, insondable e inabarcable. Es más de lo que se ve o escucha. Es lo que se siente. Es lo que le falta a la tecnología actual, aunque se han creado muchas cosas para sustituir las sensaciones y hacernos olvidar su ausencia.” “Me gusta tocar para un público entregado. No me gusta la gente que se sienta en las primeras filas y se pone a hablar por el celular. Son los asientos más caros, los que ofrecen los revendedores y otros servi-

En nuestro próximo número

cios que monopolizan las entradas. Llegados a este punto, el capitalismo y la música chocan frontalmente. Las cosas no eran así cuando comencé a tocar. Los que estaban en las primeras filas eran los verdaderos amantes de la música, los que se sabían todas las canciones, las letras y la trayectoria del grupo. Les emocionaba estar delante del escenario y se entregaban a la música. Los tipos ricos con celulares que se pueden permitir los asientos más caros me distraen y hacen que me sienta como un objeto de museo. Eso es algo nefasto para la música, que la mayoría de las veces se alimenta de la energía del público.” “Resulta increíble lo mucho que se aprende cuando uno abandona el mundo de la gente que quiere venderte cosas y entra en el mundo de las personas que tratan el cuerpo y no el síntoma.” “Me gusta vivir. No quiero morir hasta dentro de mucho porque todavía no estoy preparado. Supongo que si pensara que voy a morir me prepararía, si tuviera tiempo para ello, pero no estoy seguro. Hay quienes creen que no es bueno pensar en ello. Envidio la capacidad de control que tienen sobre sus pensamientos. ”Salta a la vista que es algo que escapa a mi control […] supongo que no existe un corrector ortográfico para la vida. Hoy el viento sopla con fuerza y soy parte del mismo. Quiero aportar algo al mundo y, sobre todo, a partir de ahora quiero ser buena persona. No puedo cambiar el pasado. No miremos atrás.” •

PASOLINI, EL MANIERISMO y la gente pobre Annunziata Rossi

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Voz y poesía femeninas de los pueblos originarios


ARTE Y PENSAMIENTO ........ Naief Yehya

Agustín Ramos

N “EL NOPAL GENEALÓGICO de Tepito”, Alfonso Hernández Hernández afirma que “el barrio es un espacio estructurado funcionalmente para aprender ética y estética, para procesar el progreso con la misma lentitud con la que el pasado se deshace”. Ya mencioné, a propósito de ello,“Ese conecte”. Ahora reproduzco parte de ese cuento: …chale, no es pa tanto; si andas en el palpe de una labia más acá, no hay por qué clavarse tan gruesote…, porque además el verbo del ratón es muy oscuro. Ese bato nomás gira su caliche entre sus vales, acá quemando o en la trova, tons ps es muy

Alfonso Hernández

ropa con la compañía de una zeñorita zos pechoza de prostituzion por notarsele no traer la ropa que uza la mujer en; los pechos los indibidos y la zeñorita declararonse ser: congresistas del congr. Al eccijir su gafete ecsplicaron: no avercelos mandado el congreso por lo cual: esta Bigilansia desidio; que nomás pasaba la zeñorita y no: los sujetos… pero, de repente y con apollo de cerian 30 indibidos se metieron todos porla juerza y dando: portaso por evitarlo bijilansi de tubo a muchos ciendo: golpiados bairos y uno de los zos pechosos de al prinsipio resivio un macanazo… se de tubo a 8 dellos que se zoltaron a orden es del Ceñor Cecretario de culturas punto.” El escritor (d)escribe: “Parecían comandados por una muchacha de acaso veinte años… Vestía pantalón vaquero de mezclilla luida; chaleco blanco bordado… Lo perturbador era la belleza que se insinuaba, se traslucía gracias a la ausencia de cualquier prenda, bajo la camiseta… Entonces empezó lo emocionante. Como para celebrar la intervención del Liceo Cínico se desató el caos. La audiencia de intelectuales huyó despavorida. Gente del público peleaba contra policías. Habían entrado los bárbaros y tras ellos los servicios de “inteligencia” del poder a expulsarlos… El secretario de cultura… contuvo a los vigilantes…” El informante de la pgr informa y el escritor escribe; es decir, la ficción funda en sí misma su pertinencia y, mediante dos miradas, elabora una verdad tan ilusoria como convincente según la cual la sangre nueva no radica necesaria ni exclusivamente en los herederos ilustrados en edad de merecer becas y premios sino, además –y quizá más– en “bárbaros asintácticos” como Ananías Peláez, quien reaparece páginas adelante convertido en poeta y, ya como crítico, en la cuarta de forros del libro Fiestas (de Pterocles Arenarius, sí). Con epígrafe de Tolstoi (“Preferiría ser bárbaro”), el ruido de fondo toma forma de manifiesto literario •

El planeta de los drones (ii y última) Combate o cacería El drone es una arma muy controvertida, ya que “puede proyectar poder sin proyectar vulnerabilidad”, como señaló el oficial de la Fuerza Aérea David Deptula. La estrategia tradicional de proyección de poder de los imperios consistía en enviar tropas, a pesar del riesgo humano que eso representaba aun en los conflictos más desiguales. El drone puede ser vigilante y represor de poblaciones distantes a un bajo costo. Una máquina semejante tiene la característica de poder convertir el combate en cacería. Equipos de operadores (cuesta trabajo llamarles pilotos) trabajan, a menudo en el estado de Nevada, en turnos de ocho horas frente a los monitores que ofrecen la transmisión en vivo de las cámaras del drone desde Afganistán, Siria o cualquier lugar del mundo. Estos técnicos van recolectando información, llevando bitácoras y creando modelos de lo que supuestamente es normal y rutinario. Y cuando algo no parece normal, de acuerdo con su visión, el o los sujetos observados se convierten en sospechosos y en candidatos a recibir un misil. Además, la vigilancia da lugar a la creación de gigantescos archivos que sirven como referencia, y que serán analizados en un futuro con software aún en desarrollo para detectar patrones de comportamiento, identificar amenazas y proveer claves para anticipar ataques del enemigo. La guerra asimétrica en que un ejército formal confronta guerrillas es convertida de esta manera en matanza unilateral, como explica Georges Chamayou, en su formidable libro Drone Theory (2015).

Armas humanitarias de destrucción limitada

No son pocos lo que aseguran que el drone es el arma más humanitaria que ha existido, debido a la capacidad de enfocar sus ataques en un blanco y no en una población. Pero hay que considerar que los drones se emplean principalmente en dos tipos de ataques: “personales”, cuando se ha identificado a un terrorista que se desea eliminar, y de signature o “características distintivas”, que se realiza contra desconocidos que tienen un comportamiento que sugiere que pertenecen a alguna organización terrorista. De acuerdo con varias fuentes, este tipo de ataques es el más común. El Bureau of Investigative Journalism estima que, a partir de 2001, la fuerza aérea, el ejército estadunidense y la cia han matado a alrededor de 4 mil 700 personas en zonas de guerra y en países en paz. Sólo en 2015 (hasta el 10 de marzo), han asesinado a alrededor de cien personas en Afganistán; veintiocho en Yemen y cuarenta y ocho en Paquistán. Podríamos imaginar que esas cifras no son demasiado altas si las comparamos con otros conflictos recientes, como podría ser la guerra civil en Siria

o la lucha por el poder en Libia. Sin embargo, debemos considerar que estas muertes no corresponden a cifras de combate, sino a operaciones de “asesinato en vez de captura”, algo que se usa con el fin de eliminar riesgos potenciales, para supuestamente sustituir la estrategia de secuestrar, arrestar y enviar sospechosos para ser interrogados y torturados en Guantánamo o en las docenas de cárceles clandestinas que la cia ha repartido por el mundo.

Armas limitadas de destrucción humanitaria

La impotencia de las víctimas, de sus vecinos y familiares, indudablemente se recicla y alimenta nuevas e ingeniosas venganzas. Hemos aprendido a ver con repugnancia y rabia los videos donde los militantes suicidas reivindican sus acciones. Independientemente de lo que podamos pensar de sus motivaciones y causas, en cierta forma están actuando de acuerdo con las virtudes de los guerreros que por milenios han peleado en esta tierra: valor, coraje, sacrificio y heroísmo. Esos valores, los aprobemos o no, tienen la finalidad de hacer aceptable el horror y la carnicería del combate, de construir el mito de la guerra. Estos combatientes suicidas buscan la gloria al convertir su cuerpo en arma y entregarse a una muerte usualmente espantosa. En cambio, el operador del drone, lejos de cualquier peligro, aparte del estrés y el aburrimiento, presiona un botón y elimina a un supuesto enemigo o a una procesión nupcial de manera maquinal e impersonal y, por lo tanto, limpia y aceptable en Occidente.

Newspeak orwelliano La única manera en que semejante tipo de operaciones pueden parecer dignas y justas es afirmando que el fin justifica los medios y reinventando la ética del guerrero como una labor de autopreservación y de prevención del mal. Lo que antes era cobardía hoy es valor: el valor de matar sin arriesgar nada, de cumplir obedientemente las órdenes de un superior, de llevar a cabo el trabajo sucio, de convertirse en verdugos de condenas que se aplican de manera ambigua, expedita y vana, de jalar el gatillo y tener fe en que se ha hecho el bien •

JORNADA VIRTUAL

E

TOMAR LA PALABRA

naief.yehya@gmail.com

De las manifestaciones al manifiesto

negro. Te despepito este toquín pero es leve… No hay cuete, mira, con que llegues: –¿Qué mené, mi padrino?, va un vidrio, ¿le pasa? La destinataria de este rollo es una estudiante de lingüística, el protagonista es el lenguaje y el narrador es un dispositivo. Con eso basta para un cuento contemporáneo técnicamente impecable y hasta con incontrovertible justificación interna, siempre que el autor tenga lectores y domine a plenitud sus recursos para expresar viejos conflictos en formas nuevas. Hay quienes ven en esta oscuridad indicios delincuenciales y manifestaciones de odio y rechazo radical, porque el desciframiento del “léxico argótico” –ya no digamos su apreciación– requiere de buena voluntad –no “buena” de bondad sino “buena” en calidad– para detectar algo muy mal visto en estos tiempos: la lucha de clases. ¡Peor tantito si esa voluntad es la de convertirse en literatura! Jorge Aguilar Mora decía, a propósito de la aparición del ezln , que “no sólo hay lucha de clases (…), también hay lucha étnica, lucha de regiones, lucha de poderes, lucha de culturas, lucha nacionalista. La ciudad de México, por su parte, agrega a esa fragmentación muchos otros conflictos.” Una técnica aún más alarmante que la de “Ese conecte” sale a orearse en “Dos miradas/ Sangre nueva”, donde el informe del puntilloso agente de la pgr Ananías Peláez se entreteje con el diario de un escritor lleno de dudas existenciales e irónicamente distante. Así, ambos puntos de vista contrapuestos enfocan un mismo congreso de escritores abundante de relaciones públicas y escaso de literatura, donde una provocación deriva en gresca. Sobre ésta, el agente Ananías informa: insidente; grabe ha las 6 de la tarde en punto pasadas aprotsimadamente 34 minutos se pre sentaron de pie dos sujetos zos pechosos de cer rateros y far farmasi fármaco o seaze bisiosos droga diptos por: el pelo largo y de barbas y; la

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Jornada Semanal • Número 1046 • 22 de marzo de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO Alonso Arreola

germaine@casalamm.com.mx

@LabAlonso

Eduardo Terrazas: la cuadratura del cosmos

La Ofunam, entre elefantes y lobos de tinta

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DUARDO TERRAZAS HA SIDO mayormente reconocido como un influyente arquitecto y urbanista, autor de destacadas obras públicas y privadas en México y en el extranjero. En el campo del diseño alcanzó la fama –junto con Lance Wyman– con la creación de la imagen de los Juegos Olímpicos de 1968 en nuestro país. Pero hasta hace apenas unos años poca gente se daba cuenta de su amplia, versátil y distinguida obra plástica, misma que actualmente se presenta en el Museo Carrillo Gil en la exhibición titulada Segunda Naturaleza, integrada por alrededor de ochenta piezas realizadas a lo largo de cinco décadas. Una muestra nutrida que, sin embargo, no pretende ser una

retrospectiva, sino más bien una revisión crítica de sus investigaciones conceptuales en torno a las artes visuales. Terrazas no es un arquitecto que pinta, como muchos podrían pensar. La arquitectura y la creación plástica son dos oficios que ha desarrollado en forma paralela –o mejor dicho, complementaria– este creador de espíritu renacentista que se interesa por la filosofía, la ciencia, las matemáticas, la sociología, el arte popular, entre otros temas que ha investigado con pasión y devoción, y que se palpan entre líneas en todo su trabajo multidisciplinario. Terrazas camina por el mundo con la mirada sagaz de quien ve más allá de lo inmediato y su amplia cultura universal le ha permitido tejer sorprendentes analogías entre las diversas disciplinas que se entreveran en la trama de su creación. Es un viajero del día a día, que dirige sus ojos asombrados por igual al cosmos en toda su amplitud, como a los objetos cotidianos y los colores de nuestro pueblo. Eduardo Terrazas lleva a flor de piel la emoción de un niño juguetón y travieso, aunada al bagaje de un pensador profundo que ahonda en las cuitas filosóficas de nuestro tiempo para traducirlas en su muy diverso lenguaje plástico.

La exposición da inicio con una pregunta que es el hilo conductor de toda la muestra: ¿En qué medida el hombre tiene la posibilidad de alejarse de la Primera Naturaleza –es decir, nuestro entorno natural, el mundo orgánico– por la acción de la Segunda Naturaleza –que tiene que ver con aquello que el hombre ha creado: el lenguaje, el arte, la música, la religión, la ciencia, la economía, la tecnología, la política, etcétera? Tuve el privilegio de recorrer la exposición acompañada del artista y de la curadora, Paula Duarte. Mientras lo escuchaba hablar de los conceptos que anteceden sus obras –cuestionamientos Subserie Diagonales; arriba: subserie Cosmos

filosóficos y cavilaciones científicas– veía en su rostro la fascinación del artista curioso que no cabe en su asombro ante la desmesura del universo. La muestra da inicio con piezas de la serie Cosmos, tema que está presente en todo su trabajo: “Para mí, el cosmos es cuadrado; tiene sus cuatro infinitos con sus diagonales, sus perpendiculares, sus mediatrices que se entrecruzan con las fuerzas gravitacionales que sostienen el Universo.” Este concepto da lugar a las infinitas posibilidades de la estructura que son el núcleo fundacional de su creación, basada en la pureza del geometrismo. “El chiste es divertirte jugando con las diagonales –agrega–. Dentro de todo el orden aparente, siempre hay un espíritu lúdico.” Terrazas juega con las líneas y conforma un universo de variaciones sobre el mismo tema. Combina la investigación pictórica de una pureza extrema, con el desarrollo de la técnica practicada por los huicholes en sus tablas rituales: el uso de hilos de lana adheridos a la superficie con cera de Campeche. Terrazas realiza el boceto y los artesanos lo transportan al lienzo en su delicadísima técnica. El artista “descubrió” el arte popular allá en los años sesenta, cuando tuvo la oportunidad de colaborar con Fernando Gamboa en la legendaria exposición Obras maestras del arte mexicano que viajó por varios países. Desde entonces, la fuerza del colorido intrínseco del México profundo ha estado presente en sus lienzos de cromatismo audaz y poderoso, que dialogan con las obras que forman parte de la serie Museo de lo cotidiano, ensamblajes y esculturas realizadas con objetos simples como reglas y compases de madera, coladeras, etcétera, y la creación de una fenomenal pieza mural realizada con 15 mil bloques multicolores del juego Jenga, obra realizada ex profeso para la muestra. Eduardo Terrazas combina de manera magistral la búsqueda del orden y la simetría, con el espíritu lúdico y el cuestionamiento ontológico.“Todo es parte de todo”, expresa el artista. Lo suyo es el sutil equilibrio de la razón y la emoción •

ARTES VISUALES

Germaine Gómez Haro

U

N PATO-OBOE y un pájaro-flauta discuten sobre sus preferencias. El agua es el cobijo de uno. El aire el imperio del otro. El primero no puede volar. El segundo no puede nadar. Siguiendo la discusión de las aves, un travieso gatoclarinete acecha pero no puede llegar a la alta rama ni al centro del lago para capturarlas. En esta historia también aparecen un valiente niño-violín, su preocupado abuelo-fagot, un malvado lobo-trombón y un grupo de cazadorestimbales. Entre todos conforman una de las más notables obras del mundo clásico para infantes: Pedro y el lobo, de Serguéi Prokofiev, estrenada sin éxito en el Moscú de 1936.

Otra pieza musical que por décadas ha destacado entre los niños es la Historia de Babar el pequeño elefante, de Francis Poulenc. Fue improvisada por primera vez en 1940 cuando el compositor francés se vio forzado a musicalizar el libro ilustrado que su sobrina le puso enfrente mientras tocaba el piano. Hablamos del texto de mismo nombre escrito e ilustrado por la pareja de Cecile y Jean de Brunhoff y que actualmente sigue vigente en librerías y televisores de numerosos países. Sin embargo, y a diferencia de Prokofiev –acaso por no pensar en los timbres de una orquesta– Poulenc decidió seguir la historia cambiando velocidades, intenciones, inflexiones y dinámicas para que Babar cumpliera sus periplos y aventuras entre África y Europa, pero sin asignar instrumentos a personajes específicos. Ahora imagine, lectora, lector del domingo, no a uno sino a cincuenta elefantes reales bailando una polca con la misma cantidad de bailarines –hombres y mujeres– en el Madison Square Garden de Nueva York. Es la tercera y última obra infantil que señalaremos hoy: Polca de circo, de Igor Stravinsky. Por increíble que parezca en nuestros días, cuando afortunadamente van desapareciendo los animales del circo, en el año 1942 esta pieza fue comisionada al compositor ruso –a través de su amigo el coreógrafo George Balanchine– por el famoso circo Ringling Brothers. El extraño espectáculo ocurrió más de cuarenta veces en distintas partes del mundo, aunque Stravinsky no acudió a ninguna presentación y se separó del proyecto casi desde el principio, por lo que los arreglos finales para orquesta no son de su autoría. Pues bien, le compartimos estas historias porque como cada año a mediados de marzo la unam ha anunciado su programa El Niño y la Música, una iniciativa impor tante para impulsar la relación temprana entre el repertorio clásico y los ciudadanos más pequeños. De entre sus propuestas destaca el concierto de la Ofunam para el sábado 27 y el domingo 28 en la Sala Nezahualcóyotl. En él están contenidas las tres composiciones mencionadas, y lo mejor de todo es que contará con invitados especiales. El director de la orquesta será Iván López Reynoso. El narrador será el actor Luis Miguel Lombana. Arturo López

Pío, finalmente, será el responsable de la proyección animada en tiempo real. Sobre este último quisiéramos ahondar más, pues hemos tenido la oportunidad de conocer su trabajo de cerca. Cuando hablamos de “proyección animada en tiempo real” –tal como lo anuncia el cartel del evento– las posibilidades son tantas que nos quedamos en blanco. Lo mismo podría tratarse de caricaturas que de videos u otras técnicas de animación. Sin embargo, lo de Arturo López es un arte maravilloso que debe presenciarse en directo para comprenderse del todo. Armado con su proyector de acetatos y respondiendo al guión segundo a segundo, este ilustrador manipula tinta china en la creación de un mundo orgánico, cambiante siempre, onírico, efectivo no sólo como acompañamiento de lo que dice la historia sino de lo que suena en la orquesta. Es seguro que de sus dedos saldrán Pedro y su abuelo, el pato y el pájaro discutiendo, el gato travieso y los cazadores; es seguro que veremos múltiples elefantes bailando o recorriendo geografías diversas, pero lo más interesante es que las imágenes no se nos aparecerán de golpe ni trazadas de manera convencional. Reaccionando a las provocaciones del pentagrama, las formas se irán reconociendo poco a poco en una gran pantalla haciéndonos partícipes del sueño orquestado. Así, un glissando en las cuerdas tendrá consecuencia inmediata en los ojos, lo mismo que estacatos y pizzicatos, todos dejando su huella múltiple y espacial conforme avanzan en el tiempo. Es éste un gran y acertado añadido a lo que normalmente hace la Ofunam celebrando a los niños. Estamos seguros de que Prokofiev, Poulenc y Stravinsky estarían fascinados con la idea. Usted lo estará. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •

BEMOL SOSTENIDO

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

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tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

Islas

¿Quién manda en los medios?

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I PADRE NACIÓ EN la isla de Ibiza, en las Baleares, donde mi abuelo dirigía una escuela. La familia tuvo que escapar durante la Guerra civil y fue a parar a una isla mucho más grande, tanto que es un país, la República Dominicana, en la que mi abuelo murió. Sin tener muy presente ese encadenamiento insular, yo a mi vez escribí una novela sobre una isla, gracias a lo cual ahora me encuentro en otra, también mayor, la isla de Córcega a la que nunca pensé que vendría. Tampoco había pensado en lo que las islas significaban –o por lo menos en lo que significaban para mí– y eso que antes ni siquiera me atraían especialmente, amante que soy de la ciudad y sus miles de historias ocultas como los bombones de la ca-

jita detrás de las ventanas de los edificios. Será que una isla tiene algo de predestinación, de lugar que sólo es uno y guarda un destino único. Será que una novela es, de alguna manera, una isla donde echamos a andar nuestros fantasmas, como la isla del doctor Moreau inventada por h. g. Wells con sus animaleshumanos monstruosos o mejor aún, la isla que creó Bioy Casares en La invención de Morel , habitada por imágenes proyectadas que repiten también monstruosamente las mismas escenas de la misma historia, una y otra vez. Y, por supuesto, la isla de Daniel Defoe y su Robinson que inventa la novela de sobrevivir en una isla y civilizarla rústicamente, o la isla de Stevenson y su tesoro oculto, imán de piratas, o la de El señor de las moscas , una de las novelas más tristes y hermosas que se hayan escrito, donde la infancia se trasmina con las amargas tensiones de la sociedad de los adul-

ga es mucho más: paso de civilizaciones, tierra de altísimas montañas y apacible mar, la cuna de los corsos aguerridos y rebeldes en eterna pugna con sus vecinos los genoveses y del pequeño, tremendo y expansivo Napoleón. Sólo he podido conocer el norte –el norte que da al sur de Francia– y poco más he visto por la cuestión del tiempo, pues la isla es grande, amén de la pequeña ciudad de Corte donde está la universidad Pasquale Paoli y el bello puerto de Bastia. Desde este puerto comparto con los lectores su vino valiente y dulce, su queso, pan y aceitunas, sus casas serenas, que saludan al mar con los dos barcos que bregan hacia Marsella. Y desde esta isla, sin embargo, no dejo de mirar a ese continente, que para mí es mi país, ese cuyas autoridades quisieran al parecer convertir en otra isla en la que se escenifica una invención y se perpetúa una fantasía inexistente, una perversa invención de

tos. Islas en las que transcurren novelas, sueños y ficciones atrapados por los muros de agua, el encierro en lo abierto, como el que escribió José Revueltas e n s u n ove l a d e l m i s m o n o m b re sobre la prisión de las Islas Marías. Sin tierra a la vista, el horizonte circular, una isla puede ser también el vaso en el que se encierra al insecto, el límite transparente de la ficción. Una isla es también un cine rodeado de agua o un teatro de maderas que crujen y que brega entre las olas. Será que la ciudad es un enorme libro de cuentos y la novela una isla única. Les decía que estoy en la isla de Córcega cuando escribo esto, a la que vine a hablar sobre mi novela que trata de una isla que es un atolón, una roca, cuya historia tan pequeña como la isla tiene el poder de un enorme fantasma multiplicador de novelas, películas, obras de teatro, ensayos (¿existirá quizá un poema sobre Clipperton?). Claro que Córce-

Morel que se repite y se repite en fantasmales declaraciones televisivas. Todo lo cual estaría muy bien si no fuera un país sino una novela; o ya de perdida una telenovela. Y quienes se atreven a poner en duda que el rey y sus adláteres están desnudos; si el relator de derechos humanos de la onu dice que en México se tortura sistemáticamente, por ejemplo, se le dice que está equivocado, que no se ha informado bien. Y a otros se les calla con sangre para perpetuar la invención de que todo marcha viento en popa. Quisieran, da la impresión, que viviéramos en una isla en la que prevalezca una bonita fantasía de príncipes copetudos en palacios blancos sin reproche, lo cual, simple y llanamente se llama mentir. La literatura es noble porque al mentir dice la verdad; si los señores funcionarios del gobierno leyeran más de tres libros, entenderían la diferencia: las islas provocan ficciones, pero las ficciones no siempre crean islas •

PASO A RETIRARME

Ana García Bergua

Para Carmen Aristegui, Kiren Miret,

Juan Omar Fierro, Salvador Camarena,

Irving Huerta, Daniel Lizárraga, y el resto de su equipo, con admiración y afecto

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A RECIENTE ARREMETIDA CONTRA Carmen Aristegui, otra vez desde la propia empresa con la que venía manteniendo una relación contractual de varios años y de nuevo originada en el rencor presidencial, da cuenta de que, en franca

regresión social, los poderes fácticos cupulares encabezados por un gobierno corrupto y vergonzoso apuestan a subordinar la actuación de los periodistas incómodos a los intereses y criminales secretos del régimen, tal que estuviéramos en las décadas de la guerra sucia y sí, de nuevo bajo la opresión del monolito priísta que en realidad nunca dejó el poder y apenas lo disfrazó de otros colores durante la docena trágica del pa n ; la mayoría de los funcionarios que ocuparon –y mantienen– puestos estratégicos en los (des)gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, cuando se articuló una presunta alternancia, y del nefasto modelo de ineptitud, petulancia y supina frivolidad que encarna Enrique Peña Nieto, provienen casi todos de las filas del salinismo neoliberalérrimo y entreguista: son acólitos de las privatizaciones y de las permisivas sumisiones a los dictados de Washington, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y por ende enemigos tácitos de los intereses del pueblo mexicano. Es, o al menos era hasta hace poco, cierto que quienes estamos hoy en los medios transitamos autopistas de libertad de expresión que pavimentaron con mucho esfuerzo nuestros antecesores. Por eso es inadmisible que se ponga zancadilla a la labor investigativa de comunicadores críticos o que se cierren espacios periodísticos aunque a uno no le guste lo que allí se diga. Y mucho menos es admisible que la orden de despido de una periodista incisiva como Carmen venga, como todos sabemos, de Los Pinos, como venganza de esos mafiosos cobardones a los que en sus reportajes ha exhibido y cuestionado. Igualmente deleznables son aquellos que celebran que se amordace a Aristegui y a su equipo de periodistas. Al margen de simpatías o fobias francamente idiotas, nacidas muchas veces de la envidia del mediocre que sabe que jamás alcanzará la altura profesional del objeto de su acrimonia (¿verdad, Ricardo Alemán?), no podemos aplaudir que se silencie a nadie en un país en que cada vez es más asunto de emergencia nacional divulgar información de interés público; y es de vital importancia para el público saber cuándo un funcionario está siendo favorecido con canonjías indebidas por asignación de contratos, o lo que dilapida en viajes pagados con nuestro dinero, el erario. El enriquecimiento ilícito, el conflicto de interés y el tráfico de influencias, como el caso de

Enrique Peña Nieto y su mujer con el rancio asunto de la casa blanca de Las Lomas o las casas de Luis Videgaray, deben estar en la cima de la agenda nacional, tanto como la trata y la pederastia clerical, la violencia derivada de las actividades de los grupos criminales (aparte del gobierno, se entiende) que operan en el país, el tráfico de armas y estupefacientes o aquellos renglones donde se vulnere la seguridad nacional (allí los recursos naturales, el agua, los hidrocarburos, las concesiones infamantes a agentes extranjeros, las violaciones o interpretaciones a modo de las leyes electorales y un largo etcétera que encierra no pocos casos de flagrante traición a la patria). Y allí mismo, entre los urgentes pospuestos constantemente por los emergentes, la obligatoriedad de los medios con la información oportuna y veraz, y no sólo con los dictados autoritarios de una clase política y empresarial esencialmente corrupta que ya se ha vuelto lamentablemente indistinguible, y que con demasiada frecuencia (o deliberada perfidia) olvida que una cosa es el oficio periodístico y sus inherentes obligaciones (diría Francisco Zarco que sin algo de ideología es imposible un buen periodismo) y muy otra hacerle el caldo gordo al régimen con ese maridaje nauseabundo que convierte a los medios en meras vocerías oficiales, como es el triste caso de las principales televisoras en México y ahora de mvs ; ruines, serviles, lacayunas agencias de propaganda, como pasa también con buena parte del resto de los medios en este México reinstalado en la década de los setenta. La represión a la disidencia política y social o las caricias de los medios serviles parecen no resultarle suficiente bocado de cardenal al dinosaurio. Va por las liber tades elementales. La de expresión y prensa, la de manifestación. Tenemos que aprestarnos a romper grilletes. Y las manos de quienes los pretenden imponer •

CABEZALCUBO

Jorge Moch


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........ ARTE Y PENSAMIENTO Luis Tovar

Juan Domingo Argüelles

@luistovars

La farsa elogiosa repugnante

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UIS CERNUDA ESCRIBIÓ: “PERO el silencio acá no evita allá la farsa elogiosa repugnante.” Se refería al silencio de la muerte que contrasta con el bullicio de las honras fúnebres, la develación de placas y la erección de estatuas a los poetas muertos, esos mismos que, en vida, fueron despreciados por la sociedad y, especialmente, por el Poder. Se refería a la vida y la muerte de Rimbaud y Verlaine y a las de otros poetas que, como ellos, sólo merecen la atención que, con oportunismo e hipocresía, se concede a los muertos célebres. En su famoso poema “Birds in the Night”, Cernuda se pregunta y responde: “¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?/ Ojalá nada oigan: ha de ser

un alivio ese silencio interminable/ para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella,/ como Rimbaud y Verlaine.” Poder y sociedad aprecian mucho a los poetas muertos, no así a los vivos, a menos, claro está, que estos vivos sean vivísimos y formen parte de la corte que los erige en pretexto para mostrar qué tanto, qué tantísimo interesan los poetas en el reino. Hoy existen calles Luis Cernuda en Madrid, Sevilla, Zaragoza, Burgos, Tudela, Villena, Motril, Cádiz, y una Plaza Luis Cernuda en Sevilla (ciudad donde nació el poeta en 1904), por más que en su “Díptico español”, Cernuda haya escrito desde México, en su exilio: “Soy español sin ganas/ que vive como puede bien lejos de su tierra/ sin pesar ni nostalgia. He aprendido/ el oficio del hombre duramente,/ por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero/ no volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía.” La verdad sea dicha, los españoles “desagraviaron” al gran poeta varios años después de su muerte que ocurrió en México en noviembre de 1963. Cernuda pudo temer e incluso imaginar que todo ello ocurriría, pero nunca hubiera accedido a develar la placa de la Plaza Luis Cernuda en su tierra natal, ni a inaugurar las calles Luis Cernuda en Madrid, Zaragoza, Burgos y demás lugares de España. Y justamente aquí, en México, donde vivió y murió, donde escribió lo mejor de su obra, no hay calle ni plaza Luis Cernuda. Aquí en México son otros los muertos envueltos en incienso y otros los vivos en olor de multitud y santidad. Como en “Birds in the Night”, en relación con Rimbaud y Verlaine (“Francia usa de ambos nombres y ambas obras/ para mayor gloria de Francia y su arte lógico”), España reclamó para sí a Cernuda porque, para los poderes político y cultural, nunca faltan una calle y una plaza que bautizar con el nombre de un ilustre poeta al que hay que “hacer justicia”. Justamente porque ya se murió. Jaime Sabines lo supo bien y lo dijo del mejor modo en

su poema a propósito de las honras fúnebres oficiales que le hizo el gobierno mexicano a Rosario Castellanos: “¡Cómo te quiero, Chayo, cómo me duele/ pensar que traen tu cuerpo! –así se dice–/ (¿Dónde dejaron tu alma? ¿No es posible/ rasparla de la lámpara,/ recogerla del piso con una escoba?/ ¿Qué, no tiene escobas la Embajada?)/ ¡Cómo me duele, te digo, que te traigan,/ te pongan, te coloquen, te manejen,/ te lleven de honra en honra funerarias!/ (¡No me vayan a hacer a mí esa cosa/ de los Hombres Ilustres, con una chingada!)” Cernuda vislumbró con amargura el destino del poeta: vivo es un paria o un cómplice del poder que lo consiente si él, a su vez, consiente al poder y más aún si lo celebra descaradamente; muerto, en cambio, es alguien a quien se puede usar como les dé la gana a los poderosos: ha dejado de ser un subversivo y se ha convertido en un “símbolo”, porque los poderes necesitan simbolizar lo mucho que han hecho para que alguien nazca o se haga poeta en la tierra donde mandan y deciden. En su libro Irás y no volverás (1973), José Emilio Pacheco escribió el complemento del famoso poema de Cernuda: su “Birds in the Night” que lleva por subtítulo “Vallejo y Cernuda se encuentran en Lima”. Ahí nos dice lo que debería saber cualquier poeta que se respete aun si los demás no lo respetan. Escribió: “Toda la noche oigo el rumor alado desplomándose/ y, como en un poema de Cisneros,/ albatros, cormoranes y pelícanos/ se mueren de hambre en pleno centro de Lima,/ baudelaireanamente son vejados./ Aquí por estas calles de miseria/ (tan semejante a México)/ César Vallejo anduvo, fornicó, deliró/ y escribió algunos versos./ Ahora sí lo i m i t a n , l o ve n e ra n / y e s ‘u n o rg u llo para el continente’./ En vida lo patearon, lo escupieron,/ lo mataron de hambre y de tristeza./ Dijo Cernuda que ningún país/ ha soportado a sus poetas vivos./ Pero está bien así:/ ¿No es peor destino/ ser el Poeta Nacional/ a quien saludan todos en la calle?” •

D

IECISÉIS FUERON LOS FILMES que conformaron la sección de largometraje iberoamericano del ficg30, tres de los cuales mexicanos: El Jeremías (Anwar Safa), La delgada línea amarilla (Celso García) y Cuando den las tres ( Jonathan Sarmiento); dos argentinos: El patrón, radiografía de un crimen (Sebastián Schindel y Choele (Juan Sasiaín); dos colombianos: Las tetas de mi madre (Carlos Zapata) y ¡Que viva la música! (Carlos Moreno); dos españoles: La isla mínima (Alberto Rodríguez) y Loreak (Jon Garaño y Jose Mari Goenaga); dos peruanos: Sebastián (Carlos Siurlizza) y nn (Héctor Gálvez), así como uno brasileño: Al otro lado del paraíso (André Ristum); uno chileno: Aurora (Rodrigo Sepúlveda); uno cubano:

Ixcanul

Venecia (Kiki Álvarez); uno dominicano: María Montez ( Vicente Peñarrocha), y uno guatemalteco: Ixcanul (Jayro Bustamante).

De datos y temas Salvo los dos primeros de la lista, que datan de este mismo año, el resto de los filmes fueron registrados en 2014, y a excepción de El Jeremías, María Montez, Venecia y Al otro lado del paraíso, los otros doce parten de guiones escritos –en algún caso coescrito– por el propio realizador, lo cual habla con elocuencia de un cine de autor sobre todo, o de una crónicamente escasa profesionalización iberoamericana del oficio de guionista, según se mire. Por otro lado, como puede constatarse, sólo una de estas películas es codirigida, y ni una sola fue dirigida por una mujer –situación inédita, hasta donde este juntapalabras puede recordar, en el ficg desde que se volvió certamen iberoamericano. Desde una perspectiva temática, son tres los filmes que abordan fundamentalmente asuntos que tienen que ver con la política y el ejercicio del poder, así como sus derivaciones de disidencia, represión y/o criminalidad: el mexicano Cuando den las tres, el peruano nn y el brasileño Al otro lado del paraíso. Acerca del universo infantil o adolescente, que en anteriores ediciones ha sido preponderante, en esta ocasión no lo fue menos, pues sumaron seis las cintas que se hicieron eco: por la fuerza de su trama y la espléndida realización de la que goza en todos los aspectos, destaca la guatemalteca Ixcanul –previamente ganadora del Oso de Plata berlinés, así como triunfadora en este ficg–, la argentina Choele, las colombianas Las tetas de mi madre y ¡Que viva la música!, de nuevo Al otro lado del paraíso y finalmente El Jeremías –aunque éste, dada la historia que cuenta, con una intención por completo divergente y mucho muy pobre, respecto de los anteriores. Dos caen redondas en el género policíaco: la argentina El patrón y la ibérica La isla mínima –a propósito, va-

ya a saber por qué recientemente nominada a montones de premios Goya, considerando su medianía rayana en la mediocridad, por no mencionar su inocultable deuda con la lyncheana Twin Peaks, de la cual quedó irremediablemente lejos. Cuatro de las restantes refieren dramas personales enmarcados en el mundo adulto: la española Loreak, la chilena Aurora, la peruana Sebastián –con la variante, de relevancia innegable, de centrar su trama en la intolerancia homofóbica, por más que los resultados sean cualquier cosa menos encomiables–, así como la mexicana La delgada línea amarilla –a su vez, con el extra de incluir una mirada a la adolescencia. Finalmente está la dominicana María Montez, clarísimo ejemplo de acartonada y hecha como en molde biopic hollywoodense, perpetrada fuera de Hollywood pero con evidentes deseos de parecerse a eso tanto como sea posible, en la que se cuenta la vida y trayectoria de la actriz dominicana homónima que alguna vez “triunfó”, adivine usted en dónde.

De géneros y avances Descontado el hecho feliz de que ninguna de las dieciséis producciones cinematográficas arriba mencionadas adolece de las otrora frecuentes o recurrentes deficiencias de producción, de carácter técnico, o bien por lo que hace a decisiones de realizac i ó n , que le daban al cine latinoamericano –fuerza es excluir al español en este sentido– un aire a veces artesanal, si no decididamente bisoño, conviene destacar dos aspectos: primero, la pluralidad temática y de enfoques, y segundo, la diversificación genérica, todavía incipiente pero promisoria –por más que en el reaprendizaje se incurra en deplorabilidades como el filme dominicano–, y eso sí, absolutamente necesaria, sobre todo si se toma en cuenta que a ninguna cinematografía puede venirle bien que se le considere como si en su nacionalidad, o en este caso su regionalidad, consistiera un género • (Continuará.)

CINEXCUSAS

Guadalajara 30 (ii de iii)

JORNADA DE POESÍA

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ENTREVISTA

22 de marzo de 2015 • Número 1046 • Jornada Semanal

con Rocío Barrionuevo

Rocío Barrionuevo estudió Lengua y Letras Hispánicas en la unam . Fue jefa de redacción del suplemento Sábado del periódico unomásuno, donde publicó semanalmente la columna Eros durante seis años. Sus ensayos y crónicas sobre erotismo han sido publicados en las revistas como Nexos y Cambio, entre otras. También ha participado en programas de radio y televisión para hablar de una de sus grandes pasiones: la literatura licenciosa. Ha publicado los libros La lujuria perpetua (antología, Cal y Arena) y Juegos de alcoba (Ediciones B). Sobre este último versa esta conversación.

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dor que se siente ofendido. He visto quejarse a más de un escritor reconocido por la falta de criterio de sus “amigos”. Y sólo estoy usando ejemplos del entorno público; si hablamos del privado el asunto es más serio, pues hay damas y caballeros que prefieren sólo las prácticas amatorias que les parecen “decentes” y excluyen el sexo oral, el anal o la masturbación por considerarlos pecaminosos, y se sienten abochornados si alguien hace referencia al tema en su presencia, pero a solas devoran las escenas de esas mismas prácticas que les ofrece el monitor de la computadora o la televisión.

Cómo iniciaste esta investigación del erotismo a través de diversos autores y cómo se dio el encuentro con tantas lecturas sobre el tema?

–Del mexicano y de todos los hombres en general. He leído cualquier cantidad de encuestas donde se les pregunta a los caballeros si le dan importancia al tamaño de sus penes; casi todos contestan con un rotundo sí. No en balde las películas porno de cualquier país muestran a vigorosos sementales con miembros regordetes y grandes. Con respecto a este tema, recomiendo la novela La sangre erguida, de Enrique Serna, donde se habla de la intensa y complicada relación que sostienen los caballeros con sus penes. –¿El orgasmo sigue siendo un tema que debe hablarse en voz baja en México?

–Claro que no. Al contrario, se debería hablar en voz muy alta para que a quien le interese la información sepa cómo satisfacer a su pareja. Me parece que hombres y mujeres siempre preferirán que su acompañante goce la relación sexual, así que la mejor forma de llegar a un acuerdo bajo las sábanas es hablando abiertamente de las necesidades lúbricas y de los puntos que disparan el placer de cada cual. El problema es que todavía hay damas que hablan en voz baja porque tienen temor de que las confundan con una cualquiera, y muchos caballeros no se atreven a preguntar porque les da pena que los cataloguen como inexpertos. En fin, un terrible malentendido de roles de género.

–Todo empezó por culpa de Huberto Batis, infatigable promotor de quienes le rinden tributo a Eros y gran conocedor de los temas lúbricos en la literatura. Gracias a su afición por los placeres voluptuosos, cuando Batis dirigía Sábado decidió incluir una sección de erotismo, escrita por Andrés de Luna, quien renunció a finales de los ochenta. En aquella época, yo trabajaba en el suplemento y Huberto me pidió que sustituyera temporalmente a Andrés, mientras encontraba otro experto. Sin la más mínima idea, me lancé a hacer traducciones de los artículos sobre erotismo que Batis me proporcionaba. Poco a poco quedé fascinada por todas aquellas descripciones de cuerpos brindando y recibiendo placer. Una referencia me llevó a otra, un libro me llevó a otro y así se fue tejiendo una red de relaciones librescas en mi cabeza.

–¿A qué atribuyes la infidelidad en las parejas?

–Son muchos los factores que propician la infidelidad, pero creo que el más importante es que no se cumplen las expectativas de la pareja en la vida en común, en la sexualidad, en lo social, en la comunicación, etcétera.

–Un libro como Juegos de alcoba, que aborda el tema erótico de forma directa pero divertida, interesante y, dirían los entendidos, licenciosa, nos conduce por diversos períodos en los que la humanidad asume de forma distinta su permisibilidad respecto al sexo. ¿En qué momento consideras que está nuestro país: somos más abiertos o más cerrados?

–Actualmente se maneja una doble moral en nuestro país: respiramos sexo en la tv , en internet, en el cine, en las letras de las canciones más fresas; indudablemente se habla más sobre el tema, pero a los mismos hombres y mujeres que oyen y ven diariamente toda esa lujuria desbordada les causa rubor que los vean leyendo una novela erótica o que los atrapen leyendo una revista pornográfica. En Facebook se repite esa actitud; cualquier usuario que publique alguna imagen voluptuosa o postee algún comentario cachondo puede ser denunciado por algún segui-

–¿Sigue siendo motivo de preocupación para el macho mexicano el tamaño de su pene?

–Parecen caminos distintos, pero se antoja preguntarte: ¿es más poderoso el sexo que la búsqueda espiritual?

En la alcoba de Eros Ricardo Venegas

–No creo que uno sea más poderoso que la otra. Tampoco creo que sean caminos diferentes, a menos de que se esté convencido de la dicotomía cuerpo-alma, materia-espíritu, o se esté involucrado en determinadas creencias religiosas. La espiritualidad tal vez no sea otra cosa que un entrenamiento diario y apasionante para establecer contacto con nuestro ser interior. Para mí, la auténtica búsqueda espiritual no es una huida del mundo real, sino una práctica que nos conduce a experimentar y vivir lo que realmente somos, por lo que un aspecto tan importante en nuestra vida, como la práctica de la sexualidad, también forma parte de esa búsqueda •

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