■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 23 de 0ctubre de 2016 ■ Núm. 1129 ■ Directora General: Carmen Lira Saade
Dylan C ada quien su
BoB Dylan, PRemio noBel De liteRatuRa 2016
BoB Dylan, la literatura y el símbolo
RicaRDo Guzmán WolffeR Un lento tren acercándose a la tempestad
antonio Valle DaRio fo: en la muerte de un anarquista
Juan manuel Roca
Adiós a m ichel B utoR
• Joan maRGaRit y luis GaRcía monteRo
2
Adiós a
MichelButor José María Espinasa
Otro juglar en la Corte “Después de tanta razón... un juglar”: con esas palabras despectivas recibieron algunos la noticia de que el dramaturgo italiano Dario Fo recibiría el Premio Nobel de Literatura en 1997. Diecinueve años después poco ha cambiado: que Bob Dylan haya sido declarado merecedor de ese mismo galardón ha suscitado una ola gigantesca de opiniones en contra, sobre todo de quienes han visto mancillado el que consideraban uno de los últimos refugios de esa reseca etiqueta conocida como “alta cultura”, a cuyo entierro acaba de contribuir enormemente la Academia Sueca que decide quién recibe los Nobel. “Allá ellos”, dice Hermann Bellinghausen en un artículo; bien por ellos, agregamos nosotros, y acompañamos una más que breve muestra de la escritura dylaniana con un texto en memoria de Dario Fo, fallecido el pasado 13 de octubre, así como dos artículos en los que se aborda la dimensión literaria, cultural y simbólica del estadunidense Robert Allen Zimmerman, Premio Nobel de Literatura 2016. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
C
on la muerte de Michel Butor el pasado 24 de agosto, desparece el último de los fundadores de la nueva novela francesa en los años cincuenta. Natalie Sarraute, Alain Robe Grillet, Claude Simon, Marguerite Duras y ahora Michel Butor forman parte ya de la historia de la narrativa del siglo xx . Hoy es un lugar común tildarlos de aburridos. Es una tontería que por estar tan extendida priva a muchos lectores de una narrativa fascinante. Y hace olvidar además que por más que ahora se los rechace cambiaron la concepción de la novela y el estilo narrativo de los años posteriores no sólo en Francia y en francés. Por ejemplo, uno de sus herederos o continuadores fue George Perec, el autor de la extraordinaria La vida, instrucciones de uso. Ellos mismos siguieron, pasado el momento de su nacimiento, caminos distintos a los del planteamiento teórico que les dio origen; se distanciaron de las ideas y estilo que formularon y siguieron caminos atípicos, escribiendo textos memoriosos, novelas policíacas o de aventuras, textos misceláneos, poemas, o de plano se pasaron al cine o a la pintura. Uno de los que siguió un itinerario más radical y sorprendente hasta acumular una obra completa inmensa, en la que se mezclan notas de viaje, reflexiones, ensayos, poemas, aforismos, fragmentos, collages, dibujos y pinturas, fue precisamente Michel Butor, autor que en los años cincuenta con El empleo del tiempo, La modificación y Grados alcanzó una extraordinaria calidad narrativa, para después abandonar la novela y profundizar en una experimentación literaria marcada por el fragmento (que, y no hay que olvidarlo, había sido en cierta manera, el origen de la nueva novela en el famoso Tropismos, de Nathalie Sarraute). Como en un duelo al escritor ausente hojeo mi ejemplar de El empleo del tiempo (Seix Barral, 1958), y pienso si no sería esa novela, que hace de una ciudad un personaje en el que se acumula su pasado –historia, arquitectura– y su presente –industria, clima, temperamento–, en una cartografía que, mucho antes de que Gilles Deleuze propusiera el término para definir el papel del artista contemporáneo, nos entrega un fresco entrañable gracias a una historia de amor fallida. La novela tiene todos los elementos de la época: respeto a los códigos narrativos, metaliteratura, escritura dentro de la escritura, psicología, intriga semipolicíaca (no deja de ser sintomático que la narrativa policíaca haya influido tanto en un estilo que supuestamente prescindía de la anécdota). Y de pronto pienso en la presencia de Butor en narraciones como La región más transparente (Fuentes) o José Trigo (Del Paso). Cuando saltó a la fama la nueva novela, a la vez como fenómeno teórico-estilístico y como promoción comer-
EL HOMBRE DE LA SONRISA DE GATO, FUNDADOR DE LA NUEVA NOVELA FRANCESA, ESTUVO EN MÉXICO EN 2012. MURIÓ EL 24 DE AGOSTO.
cial, la edición en español estaba también en auge y en España se publicaron los libros de Butor con cierta regularidad, no sólo sus novelas sino también sus ensayos reunidos en varios volúmenes de Repertorio. El movimiento influye fuerte en algunos novelistas en español –en México, aparte de los mencionados, por ejemplo, en Vicente Leñero y en Salvador Elizondo–, pero muy rápido se desinfla como ardid publicitario y los escritores se ven distanciados del público y acaparados por la academia. Tardará un par de décadas en que por un lado el éxito comercial de El amante (1984) de la Duras y el Premio Nobel a Simon en 1985, los saque de la desmemoria (pues en el olvido nunca estuvieron realmente, se les publicaba en Francia y la crítica les hacía caso, si bien no eran bestsellers ni se los traducía a muchas lenguas) y zanje a la vez la polémica de su valor literario y de su relación con el público lector. Butor visitó México en varios momentos –la última vez en 2012, a sus casi noventa años– y los que lo vieron en actos públicos y conferencias pudieron ver a una leyenda viva, más cercano a un duende que a un escritor. El escritor Frédéric-Yves Jeannet lo presentó, tradujo y promovió su lectura en nuestro país. Siglo xxi publicó su hermoso Retrato hablado de Arthur Rimbaud en 1991 y en 1992, previo a su segundo viaje a Ciudad de México, Jeannet lo entrevistó para La Jornada Semanal y, al calor de la conversación, Butor dijo: “Hace mucho tiempo que me planteo esa pregunta ¿por qué no fue a México a donde se marchó Rimbaud? […] México parece una materialización tal de esa otra parte terrestre que siempre buscó tan apasionadamente, que uno se asombra de que nunca haya hablado de él. Lo inventaré, pues, en México.” Tal vez debió agregar que las visitas de Breton, Artaud y Peret a nuestro país fueron una manera en que también Rimbaud viniera a estos lugares. Butor tenía una curiosidad muy activa: en su última visita se fijaba en todo y quería apurar el tiempo, visitar el Templo Mayor y los murales de la SeP , inaugurar su exposición en la unam y hablar sobre pintura, literatura, poesía. En un viaje anterior le habían llamado la atención los pictogramas creados para el sistema de transporte del Metro, signos en que veía la gestación expresiva de un lenguaje y sobre los que terminó escribiendo un sugerente texto. Lo recuerdo en su última visita con un overol de obrero dispuesto a la faena, explicando las connotaciones de un cuadro en el Museo Nacional de Arte o dialogando con el público que asistía a su lecturas con una sonrisa vivaz en los labios, presumiendo los virtualmente infinitos volúmenes de sus obras completas. Murió a los noventa años y esa sonrisa, como la del gato de Alicia, será la imagen con la que sus lectores mexicanos habrán de recordarlo
•
Directora General: C armen L ira S aade , Director: H ugo g utiérrez V ega (†) , Jefe de Redacción: L uiS t oVar , Edición: F ranCiSCo t orreS C ó r d o Va , a L e y d a a g u i r r e r o d r í g u e z y r i C a r d o y á ñ e z . Coordinador de ar te y diseño: F r a n C i S C o g a r C í a n o r i e g a , Diseño de portada y dossier: m arga P eña , Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a Le Jandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: “Puedo verlos a través de sus máscaras” Ilustración de Mario Netzul
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
Luis García Montero
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
3
Joan Margarit y Luis García Montero:
Joan Margarit
de sombras, mares y baladas Marco Antonio Campos EL POETA DE LA DIGNIDAD Y EL ANDALUZ DEL LARGO LAMENTO.
L
I
a sombra del otro mar (Editorial Nordica, Madrid, 2016): Acompañado por imaginativas ilustraciones del escultor y pintor Josep m . Subirachs, otro artista catalán, el poeta Joan Margarit, acaba de publicar en versión bilingüe una breve antología personal (La sombra del otro mar). Menos que una explicación de los propios poemas, Margarit historia en el prólogo su amistad lím pida con Subirachs. Son recuerdos de honda ternura por una de las “estrellas fijas” (para decirlo con Schopenhauer) del arte catalán, que en este caso, como el de Margarit en poesía, es de Cataluña y de España y de cualquier parte. Una honda ternura hallamos asimismo en los poemas de Margarit a la esposa (Raquel-Mariona), que sufrió tanto, y a la cual, después de la lectura, conocemos un poco mejor; a la hija Joana, fallecida muy joven, y a quien en 2002 dedicó un libro, y a la madre, a quien evoca en los inmediatos años –precarios, dolorosos– de la postguerra civil. Secreta, calladamente las tres son piezas congéneres. Otros sentimientos presentes en los poemas de Margarit son el amor, el dolor, la tristeza, la compasión, y si se me permite, la decencia. La emoción en la lírica de Margarit es lo sustancial pero siempre gobernada por la mano inteligente. Hay una pieza lírica que me toca la raíz del alma y es el homenaje a otro poeta catalán, a otro Joan, exaltando de él la compasión y la decencia: “Su lucidez civil y razonable/ me enseñó que un poema, un buen poema,/ es siempre compasivo,/ porque la compasión/ resulta imprescindible si buscas la decencia/ que en catalán, hasta hoy, ningún otro poeta/ nunca ha alcanzado como Maragall.” Lo contrario, la falta de compasión, la representa para él Pablo Neruda, quien olvidó que el amor no es escribir poemas de amor, sino aprender a querer a una hija que nació mal formada, esa niña, Malva Marina, “que le esperó en un viejo cementerio/ en medio de las flores violetas y amarillas/ de los campos de Holanda”. Dos poemas de Joan Margarit son al mismo tiempo resúmenes de historia europea: “Museo del Holocausto, Jerusalén” y “Pergamum Museum”. En aquél, la galería de los niños judíos, víctimas de la atrocidad nazi, se universaliza en todos los niños víctimas de esa fiera insaciable: el hombre: “Aquella sala de los niños muertos/ está dentro de mí./ Soy demasiado viejo, he de llorar por todos.” En el segundo, una moneda antigua de oro que contiene cobre le devuelve las dos Europas (las representa muy bien el emperador romano Marco Aurelio): una, la de las guerras despiadadas; la otra, la del arte y la filosofía.
Desde la primera vez que leí completa la poesía de Joan Margarit me pareció no sólo un poeta mayor, sino uno de los poetas más entrañables. Hay una palabra que corre soterradamente en toda su obra poética: dignidad. II
B
alada de la muerte de la poesía: Hace unos meses apareció en la editorial Visor la Balada de la muerte de la poesía, del poeta andaluz Luis García Montero. Acompañan a los poemas como ilustraciones retratos estremecedores de Juan Vida, pintor y dibujante fuera de serie. El título del libro es una ironía: por su forma y contenido, creo, es más intencionadamente una antibalada, o tal vez mejor, una elegía. Nada tiene que ver con la tradición medieval de la balada cortesana o aquella villoniana, ni con la balada de la tradición romántica inglesa que devuelve a acciones heroicas, ni con la tradición estadunidense y latinoamericana del siglo xx donde es una suerte de canción ligera que canta el amor o el desamor. Los versos de
García Montero, a diferencia de las baladas tradicionales, no están medidos ni rimados ni se repite un estribillo; son poemas en prosa. De lo más admirable del admirable libro de García Montero es la unidad de tono y temas y hay una plétora de bellas imágenes difícilmente definibles. Decía el poeta checo Jan Skácel que en un poema hay zonas oscuras aun para el propio poeta que lo escribe. En eso mismo, en esa oscuridad, es donde en ocasiones llegan a encontrarse los mejores momentos de este libro. Asimismo, es notable la combinación del lenguaje literario con el lenguaje coloquial para describir hechos cotidianos. O como él diría en una línea sorprendente: “En la esquina del pronto y el tarde suceden la mayoría de las cosas.” En la Balada por la muerte de la poesía hay un rasgo característico común a toda su obra: la mirada del melancólico. “Las cosas se parten, se desgastan, se pierden.” No sólo las cosas: nosotros mismos y también él mismo. En el libro se reconocen como en un espejo aquellos que no hallan su lugar en la tierra: los solitarios que no saben dónde están, los que perdieron el cuerpo y el alma, la gente que se quedó sin rostro, los que en la multitud se volvieron invisibles... El libro en buena medida termina en la negación, en la invisibilidad, en el horizonte vacío, en “el camino de la nada”. En un mundo donde nadie se entiende se vive en un gran lugar donde se perdió el tiempo para los afectos. En las páginas de Lgm el escorpión dorado anda dondequiera y dondequiera envenena todo y termina por ser también “dueño de su muerte”. La muerte de la poesía conlleva la partida reciente de poetas amigos y la partida ya lejana de poetas que lo influyeron mucho en su momento. Con Jorge Manrique, García Montero puede preguntarse: ¿Dónde quedaron, dónde están Rafael (Alberti), Ángel (González), Jaime (Sabines), Javier (Egea), José Emilio (Pacheco)? ¿Dónde están, entre qué “frío y ceniza”, Rosalía de Castro, Friedrich Hölderlin, Giacomo Leopardi, Rubén Darío, Vicente Huidobro, Federico García Lorca, Vladimir Maiakovski, Ana Ajmátova, André Breton? ¿En qué lugar del ayer y el ahora perduran las ciudades que volvió suyas, como Nueva York, Buenos Aires, Ciudad de México, Bogotá? Si tuviéramos que definir un momento del día que domina en general la obra poética de García Montero diríamos el atardecer gris y, en el caso de las estaciones, el otoño final. Sin embargo, la Balada de la muerte de la poesía es su libro más sombrío; o como diría él mismo, un “largo lamento”. Es un muy buen libro de un poeta habituado a escribir muy buenos libros
•
Dario
4 23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
Juan Manuel Roca Dario Fo el 24 de octubre de 2007. Foto: AP /Sandro Ritmo, Archivo
EL DRAMATURGO Y ACTOR ITALIANO DEJÓ ESTE MUNDO EL PASADO 13 DE OCTUBRE. EN 1997 RECIBIÓ EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA.
A
caba de morir Dario Fo, el dramaturgo italiano que levantó una polvareda cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1997. La repulsa a su premio vino encarnizada sobre todo por El Vaticano, que lo consideraba nada más que un juglar. No podían entender cómo le otorgaban tamaño galardón tras los gloriosos antecedentes italianos que ya lo habían obtenido en un número de cinco, entre quienes sobresalían otro dramaturgo –Pirandello– y dos altos poetas, Salvatore Quasimodo y Eugenio Montale. Daniel Fermani, un periodista argentino radicado en el país de estos altos creadores, recordaba que L´Osservatore Romano, el diario oficial del Vaticano, expresó su desgano ante el premio a Fo: “después de tanta razón... un juglar”. La respuesta del desobediente autor de Muerte accidental de un anarquista no se dejó esperar: “Dios es un juglar.” Los grandes medios y las notables autoridades del gobierno italiano intentaron amargarle el momento, pero el ingobernable escritor sabía, son sus palabras, que “la sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos”. Hace unos años, en 1997, escribí más que un pastiche, un pequeño divertimento que nació de las cabeceras de Muerte accidental de un anarquista, la obra tantas veces representada del autor italiano. Vale la pena recordar un fragmento del prólogo que hizo el mismo Dario Fo a su pieza: “Queremos contar un hecho realmente ocurrido en América, en 1921. Un anarquista llamado Salsedo, emigrante italiano, ‘se cayó’ por una ventana del piso 14 de la comisaría central de Nueva York. El jefe de policía declaró que se trataba de un suicidio.” La verdad, luego descubierta tras una severa interrogación, es que “los policías que inte-
rrogaban al anarquista lo habían literalmente arrojado por la ventana”. Traigo ahora, como un pequeño homenaje a Dario Fo, un texto breve de forma teatral que escribí al momento de su Premio Nobel y que puede ser un pastiche o un texto paródico desde la señalada obra que titulé Coronación accidental de un anarquista:
CORONACIÓN ACCIDENTAL DE UN ANARQUISTA
–Santo Padre, ¿ya sabe la noticia?
PaPa: –La conozco. Su estirpe es diabólica, parece salida de las agencias noticiosas del infierno. Satán Press, Belcebú Press... el diablo es anarquista.
PeriodiSta: –Padre Santo, ¿cree usted que el Gran Premio de las Letras pasa a las manos de Fo por una conspiración contra el alto clero?
Personajes. Su santidad el Papa Una periodista Eugenio Nobel Darío Fo.
PaPa:
Escena primera (y última). Una sala dorada. Una silla papal, un banquillo de acusados, una celda llena de nubes de humo de incienso, un escritorio de periodista, lleno de papeles.
brújula en una especie de crujía celestial llena de nubes):
PaPa (Ojea un índice con cierta impaciencia. El cuaderno tiene tapas de raso púrpura, las hojas son de papel Fabriano y pasan lentas en las manos untuosas del Pontífice):
–Contra el clero, claro. Dios sabe qué sombra quiere revivirle a este autor su dinamita mojada. Genus irritabible vatum*.
e u g e n i o n o b e L : (Está sentado examinando una
–Disculpen, no mencionen ni de lejos la palabra dinamita. Yo, su padre, su inventor, sufro el estupor de ver su detonante efecto en manos anarquistas.
PeriodiSta: –Doctor Nobel, ¿ha leído al señor Fo?
–Ah, de manera que este relapso de apellido pestífero sube al trono de nuestros grandes literatos... Acá veo su nefasto nombre, el mismo que ha injuriado a mis obispos buscándoles conexiones con la policía italiana.
PeriodiSta (Pasa las hojas de un diario Vaticano y cruza sus largas piernas enfundadas en medias de seda del color de la canela). Dice con voz de primadona:
eugenio nobeL: –Hace mucho no leo y no se qué accidente ha premiado a este hijo descarriado de Occidente. Los rumores que me llegan de abajo indican una gran preocupación terrenal. Ni cuando dejaron de darle mi Premio a un ciego argentino, ni cuando se lo dieron a un colombiano que lo recibió con un jaleo de tambores, me han llegado tantas razones inquietantes.
Fo
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
(1926-2016):
en la muerte de un anarquista PaPa: –Paparazzis, tomen foros de la palabra de Dios: “Abomino de los que escandalizan a los niños.” Y usted, señora periodista, pregúntele al señor Nobel si está de acuerdo con las blasfemias, con los perjuros.
PeriodiSta (Dirigiéndose a Eugenio Nobel): –¿Está usted de acuerdo con los blasfemos, con los perjuros?
eugenio nobeL: –No. nunca.
PeriodiSta: –¡Y usted, reo de dudas (se dirige a Darío Fo, que ha permanecido en un banquillo con un gorro jacobino en la testa y una banderita rojinegra), díganos, después de recibir el Gran Premio, ¿seguirá hostigando al cielo?
darío Fo: –No me he enterado del juicio que me siguen, sobre todo si ha sido espoleado por las personas sin juicio que realizan estos juicios. Por fortuna aquí no hay ventanas para suicidas. Solamente conozco el juicio a un anarquista. Si siguiéramos una especie de silogismo, o si lleváramos a sus últimas consecuencias la pesquisa de quién es, a juicio de las autoridades, el culpable de que este hombre, Salsedo, se fuera ventana abajo, diríase que no es por culpa de la policía. Porque sin edificios en altura no habría colisión tan radical entre cuerpo y suelo. Sin ventanas no habría vacío entre el adentro de una edificación y el afuera. Pues bien, se dirá que la culpa la tienen los arquitectos o el que creó la ley de la gravedad. Pero nunca, manifestará la policía, quien tuvo la idea de instalar en un piso alto una inocente comisaría. PeriodiSta: –En su obra usted parece un corifeo de Bakunin o Kropotkin y ni hablar de Malatesta, y de ese anarquista americano al que defiende. ¿Qué demonios pretende exaltando la vesania y la desobediencia?
darío Fo: –Solamente digo que en las comisarías no hay muertes accidentales. Y que el tiempo es anarquista. No permite sobre él ningún gobierno. PaPa: –Caiga el telón, como la noche
•
*Genus irritabile vatum, en latín, “el irritable género (o especie) de los poetas”.
Dario Fo en el Folkets Hus de Estocolmo, Suecia, 14 de marzo de 1980. Foto: AP/Bert Mattsson, Archivo
5
6
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
Antonio Valle TROVADOR IRREDUCTIBLE A LO LARGO DE CINCUENTA AÑOS. EN SU MÚSICA SE VISUALIZAN IMÁGENES POÉTICAS Y A LA INVERSA; SUS IMÁGENES SUENAN.
H
ace cinco años, cuando en estas mismas páginas se publicó el texto “Un lento tren se acerca”, no sabía que ese título (con perceptibles variantes obscuras) volvería a servirme para contar cómo ese mismo tren de poesía (ahora levemente corregido) se acercaba al corazón de una tempestad que iba a desatar el nombramiento de Bob Dylan como ganador del Premio Nobel de Literatura.
Al finalizar el milenio, cuando la postmodernidad se encontraba en un momento cumbre, podía percibirse cómo algunos escritores se disponían a incursionar en el nuevo milenio llevándose las historias y poemas de sus autores más preciados, es decir, se disponían a “pensar y a sentir” con los hallazgos y expresiones de otros. Los menos académicos tal vez escribirían letras de blues y rock para contar sus historias.
*
A Bob suele acusársele de “tomar” en prenda las palabras de otros, cosa que él mismo no sólo reconoce sino que las canta a los cuatro vientos. En todo caso, como decía Arthur Rimbaud (tal vez el poeta favorito de Dylan): “El poeta realmente es un ladrón de fuego.”
* Acercarse a la obra de Bob Dylan es como estar parado en una oscura estación de trenes sin saber cuál es el destino al que se dirige el viejo carguero que se acerca. Esta imagen me recuerda la novela Austerlitz, de w.g.Sebald, en la que a un niño le roban la patria, el idioma y el nombre. Las imágenes de ese viajero soli tario y melancólico me llevan a donde aguarda Bob Dylan.
* Hace seis años dije que Bob Dylan crea un tipo de música con las que se visualizan imágenes poéticas en movimiento; exactamente lo mismo que cualquier metáfora (o fanopea, diría Ezra Pound), sólo que esas imágenes nos inundan suave o violentamente; y como la emoción es lo único que perdura (otra vez Ezra y Borges), se instalan a vivir con nosotros en la memoria más profunda.
* “Blowin in the Wind”: himno que pertenece a un reino virginal, reino de mi maestra de inglés en la secundaria, estadunidense de origen mexicano que exigía derechos civiles para todos. Aquella muchacha nos enseñaba la lengua de Shakespeare cantando versos clásicos como éste: “¿Cuántas muertes tendrán que suceder hasta que se sepa que mucha gente ha muerto?” Un verso que parece escrito por Javier Sicilia o por alguno de los poetas que escribieron sobre La Bestia, el tren de la muerte que suele atravesar por nuestra patria.
* Otros poetas audaces tomaron por asalto el siglo xxi a través de la fibra óptica. De ese modo se producía la transfusión que amenazaba con reventar los vasos comunicantes de ciertas tradiciones poéticas. De cualquier manera, la trascendencia literaria y el olvido formaban antesalas virtuales en esa nueva-eterna realidad que proclamaba el fin de la Historia.
El fonoautógrafo, patentado por Léon Scott en 1857, usaba un diafragma que vibraba y una aguja para grabar ondas de sonido como trazos en hojas de papel, esto con el simple propósito de analizarlas visualmente sin poder reproducirlas. Las primeras grabaciones de sonido incluyen un tenedor de sintonía y sonidos ininteligibles que se remontan a 1857. En 1877, Thomas Alva Edison inventó el fonó-
Dylan Bob
* No muy lejos del atracadero criollo, Bob Dylan seguía haciendo música con los restos del botín sagrado que brillaba en la dársena de enfrente. Experimentando con algunos géneros de la música estadunidense, folk, country, blues, rock, jazz, continuaba produciendo historias y extrañas imágenes que, como él mismo ha confesado, provenían de la poesía que había leído de los malditos: Baudelaire, Rimbaud, Verlaine; de los beatniks: Kerouac, Burroughs, Ginsberg; de los románticos: Byron, Shelley, Keats; así como de viejos y modernos clásicos: Shakespeare, Poe, Faulkner...
un Lento t Corazó
* * La tempestad que ha desatado la nominación de Dylan ha provocado una serie de burlas y vulgaridades que provienen de algunos grupos de periodistas e intelectuales. Majadera forma de tratar a un hombre (que además no pidió este premio para sí) cuyo único delito ha sido expresar su poesía en un formato que se desliza por el oído para iluminar nuestra mente con imágenes, no sin antes generarnos una serie de múltiples sensaciones y estremecimientos en el plexo solar.
Respecto de lo que proponían algunos “intelectuales insensatos”, en el sentido de que nominaran a Bob Dylan para el Nobel de Literatura, pensé que el vidente de Dulut, Minnesota, no necesitaba ese premio y que por supuesto tampoco lo codiciaba. Entonces pensé que no sería admisible para la “república de las letras”, pero entonces como hoy me preguntaba: “¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza y fingir que no te ha visto?” (“Blowin in the Wind”)
* * No hay nada que su música (y las letras de sus canciones; así se llaman, ¿cierto?) no toque. Tal vez estos “versitos” de Slow train coming sirvan para ilustrar un poco la condición espiritual en la que se encuentran algunos de nuestros enojados compatriotas: “El ego del hombre está hinchado, sus leyes son anticuadas. En el hogar de los bravos, Jefferson se revuelve en su tumba.” ¿Qué héroe sería un buen ejemplo nacional? ¿Tal vez Emiliano Zapata o Felipe Ángeles?
La mayoría de la gente (incluyendo a la mayoría de intelectuales y escritores) desconoce la obra de Dylan fuera de sus discos clásicos, como el de sus grandes éxitos y, si acaso, Blonde on Blonde, ya no digamos sus treinta y tantos álbumes, sino siquiera una parte significativa de su música y sus letras, que por cierto suelen venir impresas en los papeles de contraportada o en libritos muy parecidos a los de las plaquettes que utilizan los poetas que prefieren publicar sus poemas a través de la Galaxia Gutenberg.
*
*
grafo. A diferencia del fonoautógrafo, éste era capaz de grabar y reproducir sonido.
* Etimología de fonógrafo: phone (sonido) grafo (escrito).
* En Bob Dylan es imposible determinar qué existió primero, si la poesía o la música. Al parecer se trata de un proceso profundamente amalgamado; por cierto, esa es una antigua y frecuente aspiración de los poetas que buscan expresarse en formatos de papel.
* ¿Por qué será que hace unos diez años, no sé si ahora (toda vez que se dio a conocer el nombre del ganador del Nobel de Literatura, premio que no sabemos si Dylan aceptará), algunos de mis amigos escritores, dos de ellos grandes poetas, solían decirme que con gusto dejarían de escribir poesía para dedicarse a la música? Tal vez sólo fuera una pose, mas no lo creo porque parecían muy francos.
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
* Escuchando el disco Blonde on Blonde, pasando por algunos álbumes espirituales y sus discos más recientes, puede tenerse una visión que integra una parte sustancial y crítica de la historia cultural de Occidente.
* Dylan forma parte de una tradición poética rebelde de Estados Unidos. En sus trabajos con “el arco y la lira”, no sólo se perciben las iluminaciones y el diálogo que sostuvo (y todavía lo hace) con Alen Ginsberg y su poesía pacifista contra la “política imperial, y la persecución a quienes carecen de poder”. Veamos –¿debería decir, escuchemos?– este “viejo” ejemplo: Te apedrearán cuando estés en la mesa del desayuno. Te apedrearán cuando seas joven y competente. Te apedrearán cuando estés tratando de ganar un dólar.
Pero se pone a llorar como una niña. “Just like a woman”
* Tempestad: símbolo teofánico de la omnipotencia temible de Dios, de la cólera divina y el castigo, dicen Jean Chevalier y Alain Gheerbrant para introducirnos a los versos de Job en los que Yahveh desafía a los hombres a realizar acciones como la suya: ¿Te han mostrado las puertas de la muerte,/ y has descubierto las puertas de la sombra? (Job 38,8-17)
Tempest: Disco de poesía y narrativa cantada en la que Dylan compuso infinidad de grandes y pequeñas historias que abordan el clima apocalíptico que actualmente impera en el mundo. El álbum incluye una fusión de gé-
n
Voy a caminar por el desierto, hasta que esté en mi sano juicio. Ni siquiera pensaré en lo que dejé detrás De todas formas no hay nada allí que pueda llamar mío Vuelve a tu casa, déjame en paz Es un camino largo, es una larga y estrecha vía Si no puedo subir a tu nivel, seguramente tú tendrás que bajar al mío algún día. Tienes demasiados amantes esperando contra la pared Aunque tuviera más de mil lenguas, no podría contarlos todos Ayer podría haber tirado a todos en el mar Hoy en día incluso uno puede ser demasiado para mí
* Bueno, estoy moliendo mi vida, estable y segura No hay nada más miserable que lo que tengo que soportar Estoy empapado por la luz que brilla desde el sol Puedo apedrearte hasta la muerte por todo el mal que has hecho Tarde o temprano vas a cometer un error Te voy a poner cadenas que nunca podrás romper Piernas y brazos, cuerpo y huesos Voy a pagar con sangre, pero no con la mía. Puedes apostar tu amante en la cama Ven aquí voy a romper tu horrible cabeza Nuestra nación debe ser salvada y liberada, Has sido acusado de asesinato –¿cómo te declaras? Así es como paso mis días He venido a enterrar, no a alabar Voy a tomar mi ración y dormir solo Voy a pagar con sangre, pero no con la mía. “Pay in blood”: El apocalipsis social y personal.
*
tren aCerCándoSe aL ón de La temPeStad Bob Dylan en el Sheridan Square Park, Nueva York, 22 de enero de 1965. Foto: Fred McDarrah/ CC BY-NC 2.0
Te apedrearán y luego te dirán “buena suerte”. “Rainy day women #12 & 35”
* Iluminaciones y dialogo que también sostuvo con William Burrougs, el durísimo narrador que buscaba sacudir a los seres humanos “alienados por el lenguaje”, cuyas normas gramaticales y sintácticas consideraba como un “organismo parásito, un virus” que había elegido nuestras mentes como hábitat. La reina María es mi amiga. Sí, espero ir a verla otra vez. Nadie tendrá que adivinar que la niña no puede ser bendecida hasta que finalmente se dé cuenta de que es como los demás. Con sus perlas, sus anfetaminas y esa niebla alrededor. Bebe como una mujer, ya lo creo que sí. Hace el amor como una mujer, ya lo creo que sí. Y sufre como una mujer.
neros musicales como el blues, country, folk y swing. El hermano se levantó contra el hermano En cada circunstancia Lucharon y se masacraron el uno al otro En una danza mortal “Tempest”
* Navegando a través de los vientos alisios con destino al sur Con andrajos en tu espalda igual que cualquier otro esclavo, Ataron tus manos y sellaron tu boca No había manera de salir de esa cueva oscura y profunda. Haz brillar tu luz. Sigue adelante “Roll on John”: Homenaje a John Lennon.
* “Narrow Way”: Relato de Dios contra los seres humanos. Historia del mismo Bob Dylan atravesando grandes extensiones de vacío espiritual. (Algunas imágenes recuerdan al filme Paris Texas y a los Beatles):
Hace seis años decía que no era gratuito que Leonard Cohen, Sam Shepard, Sam Peckinpah, mi amigo Jorge Belarmino, mi dulce maestra de la secundaria y medio mundo, estuvieran de acuerdo en que durante más de medio siglo Bob Dylan ha sido irreductible a la poderosa seducción del dinero, las ideologías y los mass media.
* En estos fríos días de otoño debo reconocer a Juan Villoro, entre contados escritores e intelectuales mexicanos, quien celebró el poder poético y narrativo del gran trovador y juglar. El resto es burla y silencio.
* “Aunque sé que el imperio de la tarde ha vuelto a convertirse en arena/ se ha desvanecido entre mis manos/ me ha dejado a ciegas y de pie/ pero no ha logrado dormirme todavía/ Me asombra mi abatimiento/ estoy plantado en mis zapatos/ pero no hay nadie a quien tenga que ver/ Y la antigua calle vacía está demasiado muerta para soñarla. (“Hey! Mr. Tambourine Man”)
* El personaje de Austerlitz de w . g .Sebald se ve obligado a descubrir y a interpretar una serie de objetos, recuerdos y rutas que lo llevarán a recuperar la memoria perdida durante la segunda guerra mundial. Después de un largo recorrido por bares, desiertos y estaciones vacías, el tren que Bob Dylan puso en marcha hace cinco décadas atravesó por innumerables historias; como en la historia de Sebald nos toca recuperar su memoria, sobretodo cuando se acerca al corazón de una tempestad de tintes apocalípticos. Seguramente el poeta estará junto a nosotros para cantarnos hasta el final. Por lo pronto para celebrarlo escuchemos Shadows in the night & Fallen angels
•
7
8
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
Bob Dyla la literatura y el
ADEMÁS DE LLEVARNOS A EVALUAR LA OBRA DE QUIEN NACIERA CON EL NOMBRE DE ROBERT A. ZIMMERMAN, EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA PARA BOB DYLAN DEBERÍA CONDUCIR A UN REPLANTEAMIENTO ACERCA DE CÓMO ENTENDER LA LITERATURA Y SUS EXPRESIONES. Ilustración de Víctor Garrido
n
A Juan Heladio Ríos
o por musicalizada una letra será menos literatura. Que los encargados de premiar la mejor trayectoria o exposición o creación literaria decidieran buscarla en las letras y la composición de un cantante, obedece a dos factores implícitos en el premio: uno, que las expresiones literarias han dejado de ser exclusivas de los libros (físicos o electrónicos); dos, que los encargados del Nobel han ampliado sus horizontes por la forma literaria más tradicional: muchos estudiosos establecen que antes del alfabeto estuvo la tradición oral y, dentro de ésta, no podría faltar la narración musical, con sus derivaciones religiosas o espirituales, e incluso animistas. No sabemos si esos encargados europeos han hecho a un lado deliberadamente las expresiones digitales, o si este premio es el primero de muchos donde los escritores y músicos habrán de competir con los tuiteros, blogueros y feisbukeros , ya sean “de fondo” (usan sus cuentas para dar cátedra sobre el tema que les guste) o propensos a la creación literaria, y demás escribas de la nube electrónica. El investigador digital tendrá material de sobra para establecer que en las expresiones electrónicas están los poetas, los literatos, los dramaturgos o los ensayistas. Y si miramos con detenimiento podremos ver que incluso en la doble especialización (en Youtube, por ejemplo, están los booktubers, quienes sólo hablan de literatura; tanto desde la perspectiva publicitaria, con miras a vender cierto producto, como de la creativa, ya sea de ensayo o de agregados a los textos originales) se encuentran expresiones literarias, algunas novedosas (se actúan textos clásicos al tiempo que se añaden elementos de otras disciplinas –escenarios digitales, etcétera), otras clásicas y comprobadas (las novelas por entregas, con la salvedad que se suben los capítulos a las cuentas de Facebook o a los blogs) y muchas mezcla de ambas (el haikú, en la variante Twitter, donde esos versos cortos se limitan a los caracteres que el formato permite, por ejemplo; o las “minificciones” ahí adaptadas). Surge, así, la dificultad de categorizar tales expresiones literarias, para diferenciarlas y permitir a los
tados, censurados y hasta perseguidos por considerar contendientes competir sólo con autores de similar que sus textos, llenos de excesos sexuales o concepformato o género. Supongamos que los encargados del tuales, no debían siquiera ser impresos; pero atrás de Premio Nobel de Literatura establecieran la categoría las guarradas y aventuras de cantina frátira que hacen del verso libre para valorar el trabajo de los autores y ver a Bukowski como un solitario apostador aburrido, que tuvieran el tiempo y la disposición de analizar todo hay argumentos de fondo, como el de establecer que lo que circula en Facebook. Seguramente encontrarían si no se pudiera satirizar a las mujeres, se trataría de autores notables. Hasta el año pasado nada indicaba una práctica sexista, o la discutible premisa de que que ello sucedería, pero si este año Bob Dylan ha sido ante la fortaleza femenil que les permite expresarse estimado por el valor de sus letras y sus composiciones, en foros internacionales y exponer sus puntos de vistal vez tengamos la novedad de que un bloguero escribe mejor que Camilo José Cela. Y sin duda que tendrá más lectores, incluso en su propia tierra. El youtuber más famoso de España, el RuuChos esCritores que hoy bius, platica esencialmente de videojuegos, pero nada la impide hablar de Cervantes o del ConsideraMos destaCados autor local de su preferencia, si tiene más de 7 analizables y neCesariaMente millones de suscriptores a su canal y las visitas de su material rebasan 800 millones de reproreCoMendados para los seguidores de ducciones. Se calcula que gana más de 2.5 millones de euros al año. Habrá quien desdeñe la literatura europea de siglos pasados los videojuegos como expresión literaria, por o de otras latitudes en su MoMento ser de mayor contenido visual, pero bastaría buscar para enterarse de que hay muchos juefueron detestados gos basados en H.P. Lovecraft. ¿Cuántos de esos usuarios buscarán al autor de Providence? Censurados y hasta perseguidos Es poco probable que los académicos del Nobel se guíen por el parámetro de cuántos lectores tienen los posibles premiados, pero si hoy darle el premio a Dylan nos parece sorprendente, nada impide que el Rubius sea analizado, tan sólo para entender cómo podría ayudar a la lectura con sus millones de seguidores. Y el sueldo ya lo quisiera cualquier autor. Sobran los casos en que los autores de internet han pasado a otras vías literarias. Uno de los exponentes de la literatura frátira (fratire, en inglés: no ficción escrita por y para hombres jóvenes, de estilo masculino y políticamente incorrecto) es Tucker Max. El alto número de seguidores en el blog donde narraba sus peripecias sexuales y alcohólicas hicieron viable que publicara un libro (Espero que sirvan cerveza en el infierno) que se ha vuelto un bestseller tan duradero que hasta película le han hecho. De nuevo, nadie compararía a Murakami o Roth con este misógino abusivo y bebedor problema, pero bastaría hacer una revisión de la literatura cómica o fársica para recordar que muchos escritores que hoy consideramos destacados, analizables y necesariamente recomendados para los seguidores de la literatura europea de siglos pasados o de otras latitudes, en su momento fueron detes-
M
,
,
Ilustración de Víctor Garrido
,
.
an:
símbolo Ricardo Guzmán Wolffer
ta ante el maltrato, en los hechos o en las palabras, este “reclamo” de masculinidad apenas resulta ser una petición de autoafirmación como clase y generación de los es critores de la frátira. Autores como Lewis Carroll, Aldous Huxley, Jonathan Swift, William Golding, John Steinbeck y muchos más fueron censurados en su momento. No sólo en su país. Y ni meternos en el index librorum prohibitorum católico, que no acabamos con este apunte. Es útil recordar cómo los autores menospreciados en su época hoy son casi obligados incluso para niños. Eso conduce al asunto de las nuevas literaturas. En internet prácticamente no existen los editores. Para lograr ser publicados en editoriales corporativas, los autores pasamos por procesos de selección que dejan en el camino a muchos que realmente valía la pena leer. Recordemos La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, publicada póstumamente y galardonada con el Pulitzer en 1981. Si Toole hubiera vivido en tiempos de internet, probablemente su historia habría sido distinta y tal vez no se habría suicidado. Además, la opción de autopublicarse por medios digitales, donde sólo se imprimen los libros que se exhibirán o que son ordenados por los compradores, amplía la opción de entrar a los mercados literarios. Claro, falta lidiar con el tema de la distribución, oferta en librerías y hasta la colocación debida (que no tapen al libro otros empastados o que no se coloque al escritor primerizo junto al famoso vendedor, porque tal vez disminuirá la posibilidad de ser atendido y comprado por los consumidores, etcétera), pero los autores tienen muchas opciones para llegar al público y, quizás, a ser considerados por los vanguardistas suecos o noruegos. Los ejemplos se extienden: los dramaturgos que montan sus obras, pero que no las publican; los poetas orales; los ensayistas disfrazados de maestros (Borges y sus clases transcritas serían un excelente ensayo en sí mismas, además de los publicados por este noNobel); los cuenta cuentos de su propia obra; los guiones de radio (cómo olvidar a Ernesto de la Peña); los juegos de rol y muchos más. El triunfo de Dylan plantea la revisión de la importancia del mensaje y del mensajero literario. Su premio tiene muchas representaciones: al menos, suponer que los límites de lo literario son amplios e inciden en la concepción de su medio (lo escrito) por debajo de su efecto y su contenido; así se premia, además de a un músico intachable, lo inasible de la literatura y su presencia en el quehacer humano, donde sólo el énfasis en el catálogo requiere su identificación
•
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
T he Times They are a - changin ’
(L os Tiempos esTán cambiando )
Bob Dylan Acérquense, vengan todos, dondequiera que se encuentren y acepten que las aguas han crecido a su alrededor y acepten que pronto estarán empapados hasta los huesos, si creen que todavía pueden salvarse mejor será que empiecen a nadar o se hundirán como piedras porque los tiempos están cambiando. Vengan, escritores y críticos que profetizan con sus plumas y mantengan los ojos bien abiertos, la ocasión no se repetirá, y no hablen demasiado pronto pues la ruleta todavía está girando y no ha dicho quién es el elegido pues el perdedor ahora será el ganador más tarde porque los tiempos están cambiando. Vengan, senadores, congresistas, por favor oigan la llamada y no se queden en el umbral, no bloqueen la entrada, pues quien se oponga resultará herido, fuera hay una batalla terrible pronto golpeará sus ventanas y crujirán sus muros porque los tiempos están cambiando. Vengan, padres y madres alrededor de la tierra y no critiquen lo que no pueden entender, sus hijos e hijas están fuera de su control su viejo camino envejece rápidamente, por favor, apártense del nuevo si no pueden echar una mano porque los tiempos están cambiando. La línea está trazada y marcado el destino los lentos ahora más tarde serán veloces así como el presente actual más tarde será pasado el orden se desvanece rápidamente y quien hoy es el primero más tarde será el último porque los tiempos están cambiando. (1963)
9
LEER
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
Nínive, Henrietta Rose Innes, traducción de Ana Marimón Driben, Almadía/cnca/ivec, México, 2015.
DE OFICIO ESCARABAJO EVE GIL
H
ay oficios que parecen más románticos que otros. No son raras las novelas donde los personajes ni siquiera especifican cómo se ganan la vida. Lo cierto es que entre los oficios menos atractivos para los novelistas, aparte del de burócrata –aludido, no obstante, en tantas obras maestras–, podemos señalar el de exterminador de plagas, menos aún si quien lo ejerce es una protagonista femenina. Len Grubbs es un rudimentario fumigador sudafricano que ha tratado con bichos y bestezuelas toda su vida; las ha estudiado a conciencia como un militar o ajedrecista con estrategias y puntos vulnerables del contrincante. Al ser abandonado por su esposa con dos hijas muy pequeñas –Alma y Katya–, este hombre tosco, rústico y mal educado, pero capaz de citar de memoria los nombres en latín de las más exóticas especies de insectos, no tiene nada mejor que heredarles a sus descendientes que su sapiencia y alguna eventual mascota apañada en los pantanos. Alma, la hija mayor, se embaraza y se casa (en ese orden) con la única finalidad de liberarse del yugo paterno y su bochornoso estilo de ganarse la vida. A la corta, Katya huirá también con el primer muchacho que se atraviesa en su camino, pero el idilio termina porque los compañeros de pensión del muchacho no toleran el olor que emana de la jovencita (fumigantes, pesticidas y otros). Katya decide ganarse la vida echando mano de lo único que conoce a la perfección: los bichos. Pero a diferencia de su padre, ejecutará un método humanitario –“ecologista"– trasladando las plagas del lugar donde producen pánico y estropicios, a un ecosistema donde estén a salvo y realicen la función para la que fueron creadas. Así empieza la novela Nínive, de la autora sudafricana Henrietta Rose-Innes, nacida en 1971. Es su primer libro publicado en español, aunque ya tiene en su haber otras dos novelas, cuatro libros de cuentos (género en el que destaca a nivel internacional) y tres de ensayos. La que nos ocupa es una novela que mereció los encendidos elogios de jm Coetzee, pese a lo apartada –tanto en estilo como en temática– que se encuentra de la obra del Nobel sudafricano. La gran virtud que comparte Innes con su compatriota es la extraordinaria sensibilidad para construir personajes. Desde miembros de hogares disfuncionales de la clase media baja –o de plano miserable– hasta el avaro ricachón capaz de erigir un paraíso sobre la mierda, exponiendo a sus futuros –y muy adinerados– inquilinos a enfermedades y accidentes fatales. Al señor Brand sólo le ocupa arreglar la anomalía más a la vista, en la superficie, una plaga de escarabajos, y para tal fin contrata el servicio más barato, que es el de
Katya, quien ha llenado libretas enteras con las características de los bichos que “salva” durante maniobras indoloras. Con escarabajos no ha trabajado nunca, aunque por supuesto los conoce…y nunca supuso que esos bichos tan atractivos, a los que equipara con samuráis por el aspecto de armadura de su caparazón, crearan tantos problemas. Para realizar un análisis a fondo de la plaga que mantiene fuera de servicio el complejo residencial Nínive (nombre de una antigua ciudad de Asiria), en Ciudad del Cabo, Katya alquila una casa que hará cien años habría sido bonita y hoy presenta una profunda resquebrajadura que ha de disimular con unas cortinas, y cuyas manijas y pomos están tan oxidados que no es raro quedárselas en la mano cuando emplea algo de fuerza, y donde para colmo están arrasando el parque, lo único que realmente le gusta del barrio, pero ella acepta de mil amores permanecer como inquilina única en uno de los lujosos departamentos con vista a la bahía. Katya sólo lleva consigo sus overoles de trabajo y sus libretas de apuntes, y aunque disfruta de la vista y de la comodidad, y hasta de la carne enlatada (magnífico sebo para ranas), es ante todo una profesional dispuesta a sumergirse en aguas pantanosas. Los encargados de preservar su seguridad y mantener intactas las instalaciones, con muy pobres resultados, son Reuben, el encargado de que el refrigerador de Katya se mantenga a tope; Pascal, un conserje de origen congolés, y su perro, el temible Soldado. Katya cree, un tanto ingenuamente, que su trabajo está prácticamente hecho, pero no tarda en toparse con una serie de circunstancias que la hacen albergar sospechas respecto a que los escarabajos no están allí por casualidad, sino que alguien con oscuros propósitos –¿venganza– ha hecho detonar la plaga. Luego está su irresistible atracción –correspondida, al parecer–hacia el antipático señor Brand, aunque ya sabemos que las feromonas, particularmente la de una chica que lleva largo rato sin tener relaciones sexuales, no son precisamente selectivas….y para terminar –¿o empezar– lo que pareciera un miedo irracional a que su propio padre pueda sabotear su trabajo. Pero Katya, que ha heredado lo mejor de él –o lo único bueno que hay en Len– no está dispuesta a dejarse doblegar ni vencer por su eterno enemigo. Innes es una maestra en el arte de construir personajes no sólo verosímiles sino entrañables, con los que anhelamos reencontrarnos tras una pausa en la lectura. Hasta los más torvos y temibles –Len, Brand, Soldado– poseen algún rasgo que los vuelve encantadores, muy particularmente el perro, que para nada es un elemento decorativo o incidental. Katya es una mujer contemporánea a la que no le preocupa para nada el horrible aspecto de sus manos, ni la belleza en general, sino construirse un mundo cuando menos habitable que le permita ser ella misma, reacia a autocompadecerse como su hermana, y siempre dispuesta a perdonar. De cierta manera se siente identificada con las bestezuelas: por nocivas que las considere el resto del mundo está segura de que, como ella misma, no están ahí por casualidad, que debe existir un lugar apropiado para ellas, donde puedan ser útiles, incluso apreciadas y, ¿por qué no?, amadas •
La noche de Ángeles, Ignacio Solares, Tusquets, México, 2016.
EL PRÓCER DE LA CONGRUENCIA INCÓMODA JULIO CÉSAR FUENTES
“S
i lo matamos a él, asesinamos la Revolución”: el que habla es Gonzalo Escobar, vocal del Consejo de Guerra que, a las órdenes de Venustiano Carranza –en ese momento a la cabeza del movimiento armado que comenzara el 20 de noviembre de 1910–, instruiría un juicio militar con las cartas más que marcadas y, el 26 de noviembre de 1919, mandaría fusilar al general de División Felipe Ángeles cuando éste apenas contaba cincuenta años, cinco meses y trece días de vida. Como sabe cualquier ciudadano mexicano que haya pasado al menos por una escuela primaria, Venustiano Carranza fue real: se trata de quien efectivamente acaudilló el movimiento revolucionario que iniciara Francisco i . Madero en la fecha arriba mencionada. Mucho más difícil será para cualquiera que no se dedique al estudio de la historia ubicar al citado Gonzalo Escobar pero será, digamos, algo normal, dado que dicho personaje no tuvo una participación relevante en la Revolución mexicana. El problema viene cuando aparece el nombre de Felipe Ángeles, a quien la Historia con mayúscula, que es tanto como decir la historia oficial o, ya se sabe, la que suelen escribir los vencedores, decidió borrar tanto como fuera posible. Mejor dicho, a lo largo de los últimos noventa y cinco años –es decir, desde el “triunfo” de la Revolución–, el problema ha consistido en dos averiguaciones que acaban siendo una sola: quién fue Felipe Ángeles y por qué su nombre no resulta familiar salvo para un puñado de especialistas y no para todos y cada uno de los millones de estudiantes que pasan por las escuelas mexicanas, a los que se les hace memorizar –a través de calles, delegaciones, municipios, papel moneda, conmemoraciones y demás– nombres como el de Madero y Carranza, pero también los de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, los últimos como quienes coronaron una gesta social que duró once años y cobró millones de vidas, y casi como meros partícipes –relevantes pero no determinantes– a Emiliano Zapata y Francisco Villa. Tampoco faltan, por supuesto, los “malos”, y ahí Porfirio Díaz y el alcohólico chacal Victoriano Huerta, pero en los mares de tinta oficial que pretenden contar lo que según la conveniencia de algunos equivale al re-nacimiento de una nación, sobre Felipe Ángeles no hay prácticamente ni una palabra. Nacido en Zacualtipán, estado de Hidalgo, el 13 de junio de 1869, Ángeles ingresó al Ejército Mexicano a los catorce años de edad, en 1883, mantuvo una irrestricta lealtad a esa institución durante más de tres décadas y, para decirlo sin ambages, es una de las piezas clave para entender los cómo y los porqué de la Revolución, de la que muchos años fue pilar no sólo en términos militares sino, igual de importante, en terrenos éticos
10
11
LEER
Jornada Semanal • Número 1129 • 23 de octubre de 2016
e ideológicos particularmente escasos –entonces como ahora– de figuras con talla indiscutible de próceres, héroes y forjadores de patria, para rematar con esas palabras que tanto gustan a los contadores de verdades históricas. Es Felipe Ángeles, el personaje real, el protagonista de esta noche alucinada y alucinante que Ignacio Solares imaginó hace poco más de un cuarto de siglo, cuando lo que se conoce como novela histórica no se había convertido aún, al menos en nuestro país, en esa moda convenenciera que cada vez más escritores adoptan en el afán más bien banal de que volteen a verlos como de otro modo nunca lo harían ciertos lectores, aunque en el proceso renuncien a eso que algunos, todavía y románticamente, conocen como decencia intelectual. Como bien se sabe, a la ficción pura le corresponde la obligación única de ser verosímil, pero a la ficción mixta, por así llamarle a la que se provee de contenido en los hechos reales consignados por la historia, no sólo se le exige verosimilitud sino, al mismo nivel, una correspondencia irrestricta con lo que esté consignado en una documentación que, por lo demás, es accesible para cualquiera que se tome el trabajo de acudir a una hemeroteca, entre otras fuentes, de modo que las llamadas “licencias poéticas” consistan sólo en eso y no en tergiversaciones que, bajo el pretexto de la confección de una trama, distorsionen el sentido de los hechos o el carácter de los personajes. Con La noche de Ángeles, lo que Solares ha hecho es un doble ejercicio de dignificación, primero en términos literarios, al haber acometido con meticulosidad y mano respetuosísima la tarea de hilvanar los datos duros de la historia con el relato imaginario que les diera un soporte narrativo, y segundo en términos históricos, al rescatar del cuasi anonimato a un personaje cuyo nombre, con muchos más merecimientos que bastantes otros, debiera aparecer con una frecuencia hoy concedida a José López Portillo, Carlos Hank González e inclusive Arturo Montiel, entre muchos otros ejemplos impresentables. Como puede leerse en esta novela, lo mismo que en Felipe Ángeles, la magnífica obra de teatro de Elena Garro y en un par de libros de historia de Adolfo Gilly, al general Felipe Ángeles no lo mataron sus contrincantes en el campo de batalla sino sus propios correligionarios –que lo fueron sólo nominalmente–, quienes vieron en él un riesgo para sus intereses. Aunque quizá de manera inconsciente, a eso volvió a México el general Ángeles, a morir del único modo digno para él, e Ignacio Solares lo ubica en el momento preciso del regreso, cuando el que fuera el más leal de los hombres a Francisco i . Madero, el peor enemigo de Victoriano Huerta y brazo derecho y cerebro militar de Pancho Villa, cruza unas aguas interminables que son, en el fondo, las que dividen la vida de la muerte. El siguiente pasaje sintetiza perfectamente la afortunada amalgama de historia y literatura
en la que consiste La noche de Ángeles, y con él cierran las presentes líneas: "Pero nadie lo querrá matar, general. No es tan fácil matar a un hombre como usted, con su vocación de mártir. Tal parece que ansiara poner el cuello en la piedra, realizado y feliz de que se lo corten, y eso no le place a casi ningún verdugo. Con excepción, claro, de Carranza y Obregón, que degollaban sin atender demasiado a los ojos de la víctima, por lo que en cierta forma resultaban verdugos ideales para usted. Un nuevo editorial de El Heraldo decía: “A ver quién va a llevar en su conciencia la culpa histórica de fusilar al eximio general Felipe Ángeles, verdadero vencedor de Huerta y vengador de Madero.” Y escuche nomás el comentario del propio Diéguez: –Es lo que preveía que iba a suceder. Quiere dejarnos su vida y su muerte como uno de sus planes de batalla, perfectamente trazados, y cada trozo con una explicación, para que mañana se pueda leer como se lee un hermoso texto" • Redes sociodigitales en México, Rosalía Winocur Iparraguirre y José Alberto Sánchez Martínez (coordinadores), Conaculta/Fondo de Cultura Económica, México, 2015.
EN EL REINO DE LA COGNITOCRACIA MAYRA INZUNZA
R
osalía Winocur recapitula: “A partir de que un grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana saboteó el intento de los organizadores de exigir que la mitad del auditorio se llenara con seguidores del pri , este partido declaró, y Televisa le hizo eco, que dichos estudiantes no eran sino porros. Los 131 estudiantes subieron sus credenciales a Youtube…” Así surgió así el movimiento #YoSoy132, un alud de protestas disidentes contra el “régimen dominante” que no necesariamente convergían entre sí. Afirmaban su diversidad, el derecho a la reapropiación de una voz propia: ser visibles. Cuatro años después de aquel 2012, la red ha entretejido lo que llamamos local con lo global, de modo que estamos en un sistema glocal, bajo la nube informática conocida y viviendo y respirando en plena twitósfera. En el imperio del conocimiento, uno podría preguntarse: ¿para qué tal saturación informática, contenidos para espectadores acríticos que sólo aciertan a afirmar si me gusta o no, sin una reflexión previa, para no hablar de sentido crítico alguno? Entre el dígito oponible y el lenguaje binario, podría hablarse de una cognitocracia: la era del Big Data. Ahora que, si se trata de comunicarse en terminologías sms o mss , con meras onomatopeyas, y además con la cortante expresión a lo twitter (no excediendo los 140 caracteres), reafirmaremos que la lengua está viva y cambia a la par que sus usuarios. Por otro lado, también nos percataremos de que escribir electrónicamente
muchas veces equivale a sobrescribir, siendo esto último parte del auge autorreferencial en el que nos atrapan las redes, donde el hombre declara su intimidad como espectáculo, convirtiendo lo privado en público. Lo inerme de la no presencia, de ser intangible, al tiempo que favorece la indulgencia miscelánea da pie a la espectralidad, la fantasmagoría que dista de encarnar el verbo, la palabra escrita: en internet puede hallarse desde basura hasta virtuosismo… todo sujeto a ser mirado, infiltrado viralmente, custodiado incluso por quien así lo desee. En cuanto a los textos de Redes Sociodigitales en México, todos interesantes, sobresale el de Winocur, tanto por sus atinadas citas como por su soltura con la pluma en cuanto a la emergencia de esferas público-privadas en las redes sociodigitales; lo mismo sucede con el de Gómez Mont, quien aborda las redes indígenas de manera novedosa y fluida. En “Cultura visual…”, Sánchez Martínez afirma que el desdoblamiento visual en la era de la cultura 2.0 se convierte en una cualidad que impacta directamente en las formas de participación social relativa a la comunicación de masas digital: archivos digitales, sobreinformación, memoria digital... Una investigación de punta la ofrecen Pérez Salazar y Gervasi en torno al culto a la Santa Muerte en Facebook. Libro misceláneo, si bien podría parecer árido para los no iniciados, resulta una lectura ágil que pone al día a través de estampas del contexto situacional socioelectrónico. Su léxico no especializado en demasía ayuda a acercarse al estado de la cuestión de la sociedad y las redes •
visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/
La Jornada Semanal
@JornadaSemanal
En nuestro próximo número
CRÍTICA DE ARTE Y HUMANIDADES: situación y perspectivas
jsemanal@jornada.com.mx
ARTE Y PENSAMIENTO ........
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
Francisco Torres Córdova
Ricardo Venegas ricardovenegas_2000@yahoo.com
Felipe Garrido MENTIRAS TRANSPARENTES
bitácora bifronte Sólo un poco aquí
ftorrescordova@gmail.com
monólogos compartidos
La leve antorcha
E
Claveles Llena de claveles le pareció el alba. Como si le hubieran brotado, más allá de las casas que había del otro lado de la calle y ocupaban casi toda la ventana. Estaba despertando, transida de dolores: los brazos, la cabeza, la cintura... el pecho, la espalda que se le había ido curvando sin que ella se diera cuenta. Cerró de nuevo los ojos. Pensó en su marido, muerto largo tiempo atrás. Pero hizo a un lado ese recuerdo. Otro hombre ocupó su memoria; no se había atrevido a seguirlo y ahora aquello le dolía. Sintió que de sus ojos brotaban claveles de sangre.“¿Por qué –pensó– te perdí por siempre aquella mañana?” Una sola vez la había besado. Recordó sus labios, de musgo y amapolas; recordó las manos que estrujaron sus pechos. Quisiera morder ahora su boca ensangrentada.“Qué haré yo –pensó–, rodeada de la aurora y con el alma llena de noche.” Volvió a recordarlo, abrió los ojos, se levantó arrebatada por la pasión de una niña recién enamorada •
Ricardo Yáñez DE PASO Horacio a Karla
Campechano e inteligente, estudiaba antropología (concluyó con una tesis que sin cita de autor alguno disertaba sobre la currícula de su propia carrera); nos encontrábamos en un taller de Dinamarca, cerca de aquel Café Gaby’s. Niño fue de internado militar, días de dura formación a los que se refería nostálgico. Silvestre, rústico, nunca perdió el acento de su Tulancingo, se cultivó en el rock, el periodismo, la lectura, la escritura y sobre todo la edición. Con Emilio Carballido, que le publicó una obra, fue dramaturgo, conmigo poeta (si bien hacia el final de su vida los poetas no le hacíamos gracia alguna; ah, pero es el único que con generosidad, poco antes de los noventa, me regaló un verso suyo, que acomodé, claro está, en un poema mío). De mirada traviesa o como aceptando en silencio la lejanía, en los últimos años cobró un aire de gaucho que le captó muy bien el artista Bogotá. Lo vimos realmente caído una vez, de la que un sueño lo sacó. Esta, segunda, fue definitiva •
n pleno siglo xix Vicente Riva Palacio, el autor de “Adiós mamá Carlota”, aseguraba que “el fondo de nuestro carácter, por más que se diga, es profundamente melancólico, el tono menor responde entre nosotros a esa vaguedad, a esa melancolía a que sin querer nos sentimos atraídos; desde los cantos de nuestros pastores en las montañas y en las llanuras, hasta las piezas de música que en los salones cautivan nuestra atención y nos conmueven, siempre el tono menor aparece como iluminando el alma con una luz crepuscular”. Así descubrimos que la lírica mexicana se define como “poesía de tonos suaves, de emociones discretas” (Pedro Enríquez Ureña). Abraham Chinchillas (Ciudad de México, 1974), quien radica en Pachuca, Hidalgo, desde hace veinticinco años, presenta su nuevo libro: Sólo un poco aquí (Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, 2015). Desde el título, el autor nos conduce al In xochitl in cuícatl que simboliza la esencia de la poesía indígena, lo que los sabios y antiguos mexicanos determinaron como lo más trascendente en la vida del hombre: la flor y el canto, la poesía que va encaminada a la observación de la naturaleza y a la introspección. Oral y tradicional, la poesía era cantada y bailada con su temática religiosa y guerrera. En particular la poesía náhuatl se desborda con temas como el más allá, el sufrimiento del hombre en la tierra y la brevedad de la vida, como bien lo sugiere el título, que además retoma un verso del célebre Nezahualcóyotl; a nadie le es ajeno el “Sólo un poco aquí en la tierra”, entre otros. Hacia 1490, el señor Tecayehuatzin, rey de Huexotzinco, organizó en su palacio un diálogo de poetas y sabios para esclarecer qué era la poesía. Ayocuán hizo el más bello elogio de la ciudad de Huexotzinco que proclamaba su carácter pacífico; era la condenación implícita a ciudades que, como México-Tenochtitlan, habían fundado su gloria sobre los escudos y las flechas. Huexotzinco, en cambio, aparece como la casa de la música, de los libros de pinturas, la casa de las mariposas. Abraham Chinchillas abreva en esta tradición, lo sabe y lo expresa en su libro: “El frío/ nos dibuja los huesos/ a tintineos;/ la plaza en calma/ se entumece./ Nos volvemos voces de otro tiempo.” La brevedad del ser y el sentimiento de finitud están presentes en sus poemas: “Una costumbre que espera repetirse/ un vaivén que espera apaciguarse/ un trazo débil que/ desaparece;/ una pintura que extraña/ ser boceto,/ una tolvanera que espera/ volver a ser polvo,/ quieto.” La poesía mexicana tiene una gran tradición por la flor y el canto y su inherente melancolía. El trabajo del poeta es actualizar los temas que no caducan y que regresan cíclicamente a la escritura; Chinchillas ha sabido aprovechar esta veta para escribir un poemario que capta el instante y su fugacidad en un mundo que cambia siempre. Como el coyote hambriento, se sabe autor de una de tantas voces, pero con una búsqueda de hondas raíces que nos llaman •
Hugo Gutiérrez Vega, in memoriam, siempre
E
n la mesa del comedor o inclinado sobre el escritorio de una de sus tantas oficinas, floja la corbata y los lentes en el borde de la nariz, con un lápiz de punta corta y gruesa o con un simple bolígrafo Bic de tinta impredecible, o recostado en la cama, de inmediato enfundado en su piyama, la letra menuda y ágil fluía como si supieran sus palabras desde siempre andar a gusto en la severa libertad de la blancura. Muy pronto construyó su casa “con las piedras tatuadas por el río” y así la fue creciendo en una sola casa en varias geografías, de grandes ventanales, techos altos y puertas sin cerrojo, propicia para el diálogo y la risa, y abierta a las “muchas aventuras/ más allá del espejo”. Para entonces ya sabía que nada podría hacer para salvarse de los riesgos del asombro, el Asombro de ser que decía el filósofo, y que en él no sólo fue la revelación de sí mismo y del mundo, sino también del profundo impulso de llevarlo a la palabra para tenerlo tibio en el aliento. En su alfabeto personal, esas fueron las vocales de su infancia inamovible y así de su memoria puntual y generosa, su vigilante lucidez. Escribía a mano, en cuadernos de escuela, en hojas sueltas, en servilletas, papeles, papelitos reciclados, sacudiendo suavemente el rostro y las manos inquietas con los años, lector alegre y avezado, encandilado con las voces del instante tramadas con las voces de los siglos, en Santiago de Compostela por ejemplo, ante el asalto de “algo desconocido” que lo detuvo en la escarcha de una madrugada: “Estoy seguro de que a todos les ha pasado esto:/ han sentido algo nuevo, no han podido explicarlo/ y se han puesto a cantar de madrugada/ con los ojos cerrados y las manos abiertas.” Manos que dejan todavía en el aire una plenitud pequeñita y humilde, a escala humana, y una duda amplia y sutil que a todos nos atañe. A él lo nuevo le salía al encuentro en todas partes en el tiempo, en Bucarest o en Acámbaro, ante un grupo de campesinos de Corinto, en Madrid y en Río de Janeiro, en Amorgós o Jalisco, y sin duda a cada paso ahí, donde “vive la figura blanca y nebulosa/ entrevista en la luna de la infancia.” Una figura blanca de la que en rigor nada sabemos, pero que mantuvo intacta a través de todas sus edades. El vasto oficio de vivir, cuya expresión nunca es suficiente porque cada día nos rebasa, y la Ciudad, como el llamado sustancial de lo que a todos nos concierne, es lo que ocupó a este señor de uno y múltiples oficios que no se permitió “la mirada siempre hacia adentro de todas las estatuas”. Su escritura insiste en el pasaje humano y se expone a que lo alcancen sus miserias, y a veces con candor y sutileza, otras con la dura sencillez de un cómplice discreto, para protegerse y no salir huyendo o para ponerse aún más en evidencia y darle muletazos a la vida, porque nadie “nos quitará la gracia intacta/ del minuto ganado a la tristeza”, nos agita su corbata. Así podía revocar la aceptación de lo que es en realidad inaceptable, o tocar, con la punta del lenguaje, tembloroso, la frágil condición humana. Para él, cabalmente se trataba de “la leve antorcha/ de los que aceptan/ vivir con los demás.”Y si entonces en uno de sus poemas más bellos,“ Samarcanda”, se preguntaba: “Hablar de la ciudadcamino./ ¿quién me dice que estuve?”, la respuesta sigue siendo la misma agradecida: nosotros, los demás •
12
13 Jornada Semanal •
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Número 1129 • 23 de octubre de 2016
Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com
Paisaje de la diversidad en El Círculo teatral
H
AY UN CONJUNTO DE creaciones que se presentan en El Circulo teatral, como parte de la complicidad experimental entre dramaturgos y directores con el espacio que los hospeda. La idea y coordinación es de Estela Leñero que celebra una década de realizar su taller de dramaturgia, y colaboran directores de amplia trayectoria profesional, como Víctor Carpinteiro y Marta Luna, que alternan con artistas más jóvenes. Lo mismo sucede en el plano actoral. El último baile de Eréndira Márquez lo dirige Marta Luna, con las actuaciones de Jessica Gocha y el niño Mateo Luna, con la escenografía e iluminación de Arturo Vega.“El último baile de Donna Summer” es el epígrafe de esta obra que pone en escena el dolor de la soledad, la ruptura de una mujer con un hijo, que se le vuelve insoportable por la sujeción que le significa su cuidado y la imposibilidad de rehacer su vida, ante la imposibilidad de escapatoria de un espacio que se vuelve claustrofóbico y que le provoca la fantasía inconsciente de deshacerse del niño. La dirección es fina, borda con detalle todos los matices emocionales que Gocha, con gran capacidad y energía, expresa en esa manía que la devora y la deprime, que la consume. Es farsa, es comedia y, al mismo tiempo, es una pieza demoledora sobre el destino de muchas mujeres que, a cargo de sus hijos, no pueden retrazar el horizonte de sus vidas. La fortuna de la rueda, de Sharon Kleinberg, bajo la dirección de Rocío Belmont, con Isabel Raigosa y Alan Téllez y la escenografía e iluminación de Erika Gómez, es quizá la más cómica de las piezas. El miedo a las alturas pone en evidencia otros miedos que detonan cuando uno de los carros de una gran rueda de la fortuna se detiene en su punto más alto, mostrándole a los personajes que se encuentran en una situación emocional semejante, que sus vidas penden azarosas como ese carro que se ha dete-
LA OTRA ESCENA nido sin aviso, para anunciarles la ruptura que desde hace tiempo son incapaces de observar. Los temas del abandono, la indiferencia, la infidelidad, se exhiben como parte de una interioridad que se resiste a salir de ese cuarto oscuro claustrofóbico en la vida de los personajes. La dirección y la concepción del espacio se concentra en el tono, en un diálogo fluido e inteligente que muestra la consistencia emocional y temática de la escena. Un lugar común, de Rafael Silguero, con la dirección de Tato Alexander, con las actuaciones de Edgar Muñiz y Manolo Guzmán, y diseño de escenografía e iluminación de
Escena de Un lugar común
Antonia González Alarcón, es un montaje que muestra los recursos de la representación literaria, del actor y del teatro del teatro. La de Alexander es una dirección que complejiza el tema de los roles y de la interpretación actoral, sin dejar de tocar también el tema de lo amoroso, la infidelidad que parece ser un aspecto central de la reflexión literaria de nuestros días. Una comicidad que contrasta con la pieza La fortuna de la rueda, pero que completa las posibilidades de construir una mirada sin concesiones a las relaciones de pareja de hoy. Permanencia no voluntaria, de Vicente Ferrer, con dirección de Víctor Carpinteiro. Con Dánae Luna y escenografía e iluminación de Mónica Kubli. A partir de una broma, un personaje femenino que ha sido enterrado vivo repasa su lista de contactos, los temas de su vida y las posibilidades de salir viva de un entierro, sólo con las habilidades de su mente, tan devorada por su relación con el teléfono celular y una vida concentrada en sus “contactos” y enredada en las redes sociales, que de poco le sirven para salir de una claustrofobia tan real como imaginaria. Carpinteiro tiene la imaginación y la suavidad del maestro, conduce a Dánae Luna hacia una atmósfera interior que poco a poco logra colocar al espectador en una ansiedad semejante a la suya, al obligarlo a compartir la oscuridad de su mundo, espejo del nuestro. En el rincón de una cantina, de Luis Osorio, bajo la dirección de Aldebarán Casasola. Con París Roa y Juan Carlos Saenz/Edgar Sol. Diseño de escenografía e iluminación de Aldebarán Casasola. Esta obra es en realidad una historia de fantasmas donde el encierro es el de los recuerdos y de las penas que nos reciclan el sufrimiento, pero también nos condenan a la invisibilidad. La dirección se apoya en un par de actores que se complementan y se escuchan, con todo y que el papel del borrachito es, por su saturación estereotipada, de lo más difícil de solventar. Vale la pena asomarse a este ejercicio en las antípodas del microteatro •
Alonso Arreola @LabAlonso
¿Mister Bob Dylan?
S
E HA DICHO TANTO en estos días... Sí. Los antiguos cantos de Homero y de Safo cabalgando la música. El mester de juglaría y clerecía. Anónimos intérpretes medievales acompañados por cuerdas y percusiones. Los muecines de las mezquitas llamando al rezo. Las lecturas del monje budista cobijadas por cornos y campanas. El Cid, la Divina comedia... Sí. Las canciones también son literatura. Desde luego. Que nadie diga lo contrario. Pero… ¿el Nobel a Bob Dylan? La fuerza de la palabra que baila con la melodía para engancharse en la memoria y mantenerse viva; para entregarse a generaciones que irán penetrando su misterio. Sí. El sonido y luego su sentido. Sí. Pero tras el gigantesco paso de William b. Yeats o t. s. Eliot por la Academia Sueca y por la Tierra misma… ¿a Bob Dylan? Mientras Neruda se pregunta: “¿Se va la poesía de las cosas o no la puede condensar mi vida?”, Octavio Paz responde: “Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea.” Ambos, como tantos bardos abstraídos en su oficio, se cuestionan la creación del fuego y no sólo su temperamento. Ambos ganaron el Nobel. ¿Tiene Bob Dylan esa estatura? Dice Tim Stanley en el Telegraph londinense:“This is the Nobel Prize for Literature. Not Sweden’s Got Talent.” Celebramos el poder de la protesta hecha canción en momentos de articulación histórica (Vietnam, la Guerra fría). Sí. El rock es de quien lo usa. Sí. Hoy muchos pueden opinar sobre la elección del Nobel de Literatura porque lo sienten cerca. Ya no se trata de un ignoto vate de los Balcanes ni de un novelista perdido en la tundra siberiana. Este es un reconocimiento a la cultura pop e, incluso, un apoyo a la izquierda estadunidense. Sí. Pero… ¿no son demasiadas justificaciones alejadas de la propia literatura? Así lo dice el escritor escocés Irving Welsh: “Soy fan de Dylan,
BEMOL SOSTENIDO pero este es un desacertado premio, nostálgico, arrancado de las rancias próstatas de seniles y balbuceantes hippies.” Como muchos, estos días hemos revisitado las letras de Dylan. Creemos que la mayoría es magnífica (“Aquel que no está ocupado naciendo, está ocupado muriendo”), pero… ¿puede su pluma estar por encima de las de Philp Roth, Adonis o Murakami? Un libro de juventud a la manera de los poetas beat (Tarántula), un tomo autobiográfico (Chronicles vol. 1), menos de mil canciones/poemas conocidas… ¿cumple ese conjunto total con la calidad, canti-
dad, relevancia y autonomía que supone el Nobel? Más aún: ¿Bob Dylan necesita a Robert Allen Zimmerman para explicarse? ¿Sobrevive Cien años de soledad a García Márquez? Dice Odisseas Elytis, otro poeta ganador del Nobel: “Y proponer una vida que para que se sostenga no requiera de notas al pie de página.” Sí. Justo lo que ha pasado estos días. Demasiadas notas al pie para que un juicio se mantenga en pie. En ese sentido las palabras de Leonard Cohen (quien para muchos merecería más el premio desde la esfera musical), son precisas:“Es como darle una medalla al Everest por ser la montaña más alta.” Con ello abraza a un amigo pero sobre todo minimiza la importancia o per-
tinencia del propio galardón. Pensamos en “Blowin’ in the Wind”,“Like a Rolling Stone” y “Mr. Tambourine Man”, composiciones que, siendo tan bellas y trascendentes, como textos parecen lejanos ya no de quienes han sido galardonados con el Nobel sino de quienes han quedado sin recibirlo: Tolstói, Chéjov, Nabokov, Zola, Borges, Calvino, James Joyce… ¿Semejantes nombres son comparables con el del cantautor de Minnesota si de literatura se trata? Bob Dylan no tiene la culpa de estas valoraciones domingueras ni de lo que haga o diga la Academia Sueca. Aplaudiríamos sin embargo que –a la manera de Jean Paul Sartre– rechazara un reconocimiento cuya torpeza histórica pesa y que las más de las veces institucionaliza a su receptor en un sospechoso Olimpo editorial (de los 113 premios Nobel de Literatura, 28 han sido para autores en inglés y 45 se concentran en Francia, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido). Habiendo aceptado el Oscar, el Pulitzer, el Grammy y el Príncipe de Asturias en el pasado, empero, auguramos que el señor Zimmerman estará presente en Estocolmo para gusto de melómanos y de quienes, efectivamente y como se ha repetido, tendrán una razón más para no pisar las librerías este año. Ello no impedirá que levantemos la copa por Mister Bob Dylan, lectora, lector. Celebremos juntos que exista y que haya tocado las puertas del Cielo. Qué bueno poder escuchar sus discos con la gracia del pasado, especialmente hoy cuando se dedica a dar tan malos conciertos y, según se ve en sus redes, parece tan obsesionado con el mercadeo de sus productos. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos Nota: hasta el momento de ser enviada esta columna a la redacción, hace siete días, el Sr. Bob Dylan no había respondido las llamadas ni los mensajes de la Academia Sueca del Premio Nobel.
ARTE Y PENSAMIENTO ........
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
Verónica Murguía
14
Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch
L
A HISTORIA MORAL y legal de la palabra “venganza” es tan compleja como la sociedad humana. En castellano, venganza tiene un origen latino: vindicare, que significa “señalar con fuerza”. Hasta ahí, la palabra nombraría algo con aire de asunto civilizado. Señalar, culpabilizar colectivamente, quizás aislar. Pero el problema es que la venganza suele ser mucho más: por su naturaleza retributiva, busca igualar el daño. Vindicare tiene la misma raíz que la palabra “violencia”., Vis. Esto es muy revelador. Yo estoy llena de deseos de venganza, la mayoría inspirados por gente que no conozco, canallas cuyos nombres están velados por su cobardía. Los asesinos que enlutan a miles de familias inocentes en este país; isis ; los coyotes que se
aprovechan de los migrantes en el mundo entero, etcétera. La lista es larga. Y lo que quiero recalcar con mi confesión –un poco incómoda– es que el deseo de venganza es natural, como varios otros impulsos humanos que debemos entender y gobernar. Por eso, la aparición de la novela Vengadora, de Mónica Brozon supuso, para mí, una gran alegría. Brozon es una autora muy sagaz y uno de los rasgos que caracteriza su escritura es el humor, un humor que chispea e ilumina todas sus narraciones, un humor que jamás se burla del dolor pero que abreva en la ironía para mostrar el absurdo. Brozon ha abordado todos los temas imaginables: desde la anorexia en 36 kilos, novela ganadora del Gran Angular en 2008, hasta el mash-up de novela histórica y ciencia ficción: De Drácula a Madero, viaje todo pagado a la Decena Trágica, de 2010, pasando por los vampiros, los viajes a la selva, la ciencia ficción y los cuentos de miedo. Vengadora se trata de eso, de la venganza –o justicia, he ahí el quid del asunto– de una niña maltratada que se convierte en una suerte de ninja adolescente que protege a los vulnerables, acompañada por dos cómplices: Eric, gay, simpatiquísimo e inesperadamente templado, y Nicolás, un chico sensible y lúcido. Uno de los rasgos más sobresalientes de esta novela es el ritmo: Brozon alterna capítulos dolorosos, contados sin vacilaciones, con capítulos en el presente, llenos de acción, sumamente divertidos. Pero conforme la novela avanza y la trama se adensa, el dolor se convierte en el protagonista. Porque el bullying mata, como dice la campaña. Y si no mata físicamente y en el momento, mata la autoestima, la confianza en el mundo y la capacidad de quienes son testigos de experimentar solidaridad. Solidaridad, empatía, crueldad y valor. Esos son los puntales de esta novela que me hizo reír, pero que también me llenó de an-
gustia, porque para contar la vida de Sam, la protagonista, Brozon echó mano del oficio que ha pulido a lo largo de la escritura de más de veinte libros y me metió de lleno en la peripecia de esta chica, quien comienza siendo torpe y muy inteligente, combinación que de poco sirve en el patio de la escuela. Sam no es una dejada, pero el maltrato viene de lugares tan inesperados, que la sacudida sólo puede ser afrontada gracias al apoyo de su abuela, Lupe. Y como suele pasar, la niña se refugia en la comida, solaz que se vuelve contra ella porque le da más armas a sus verdugos. El sobrepeso la cubre, pero la vuelve lenta, la aletarga. El encuentro entre ella y otra víctima, Gabriel, representa un punto de inflexión que eleva la novela. Ni juntos pueden enfrentar al grupo, envalentonados los líderes, atarantados los cómplices, todos engolosinados por la facilona facultad que les permite herir a dos indefensos. Y es allí donde la ira, en una metáfora preciosa, se transfigura en fuerza, gracias a los poderes del dolor. Brozon se apoya en el entramado de sus diálogos simpatiquísimos para que el lector aguante lo que lee, pues el bullying está retratado sin adornos. Sabemos que los niños y adolescentes pueden ser malvados, y Brozon lo muestra sin retroceder. Las crueldades descritas son, penosamente, creíbles. Y Sam, ahí está la diferencia con tantas novelas para jóvenes, descubrirá que combatir fuego con fuego sólo lleva a la destrucción de todo. Ojo por ojo y, como dijo Gandhi, terminaremos todos ciegos. Y es que hay una semilla que se seca en la venganza: el futuro. La venganza es la unión de dos violencias que engendran otra peor. Y si alguien no abre el círculo, la violencia seguirá rodando y destruyendo todo a su paso. Sam lo abre y la semilla del futuro cae en el surco •
C
ADA VEZ SE HA hecho más evidente el sesgo ideológico de algunas grandes corporaciones que suelen presumir de ser muy globales pero siempre terminan enseñando el cobre patriotero estadunidense. Google borró hace poco del mapa a toda Palestina de su muy popular plataforma geográfica Google Earth, como si Palestina toda, y su gente, su cultura, su gastronomía, su lucha ancestral y sus modos de vida y sus usos y costumbres, los de todo un país soberano, pudieran ser reducidos por arte de magia imperialista a apenas unos cuantos metros cuadrados, si acaso un barrio; como si nunca Palestina hubiera sido invadida flagrantemente por el Estado de Israel, como si los palestinos, tal que los mismos judíos en la Europa nazi o las mayorías africanas de raza negra en la
Sudáfrica del apartheid, no estuvieran siendo sojuzgados brutalmente por las fuerzas de ocupación israelíes. No cuesta nada de trabajo escarbar tantito en internet para topar con fotos y videos de soldados israelíes apuntando sus fusiles a niños palestinos, y deteniéndolos en flagrante violación de múltiples tratados internacionales, empezando por la Conferencia de Viena. Prácticamente ningún medio masivo estadunidense se ha hecho cargo del terrible régimen de segregación, igual o peor que el apartheid que vivían los pobladores de Soweto en la década de 1980 al que el colonialismo y el ejército israelitas tienen sometidos a los habitantes de la Franja de Gaza, ancestrales dueños verdaderos de esas tierras. Pero árabes, en medio de un antiislamismo global y beligerante azuzado por lo peorcito de la xenofobia, la ignorancia y los prejuicios tradicionales de Occidente hacia el Oriente medio y particularmente hacia el Islam practicante, no han podido más que atestiguar el expolio brutal del que son víctimas inermes. ¿Dónde ha estado la onu todo este tiempo? Buena pregunta. Pero quizá ninguna corporación global se está metiendo tanto en el berenjenal de las torpezas diplomáticas como Yahoo! con Venezuela. Parecería una obsesión personal de la cúpula de Yahoo! el imprimir y divulgar a como dé lugar esa estampa abstrusa de una Venezuela malvada, casi zombi o cuna del apocalipsis por venir. Las notas de prensa de esa Venezuela colapsada y primitiva que pululan en informativos estadunidenses y plataformas como Yahoo! parecen redactadas en los sótanos de la cia o la nsa. Que si desabasto total en los supermercados venezolanos, que la gente está peleando a muerte por comida en las calles; que los hospitales venezolanos no tienen ni agua; que el malvado gobierno socialista de la Revolución Bolivariana está asesinando opositores… curioso que durante los disturbios
provocados por la derecha venezolana y los poderes fácticos occidentales (léase Estados Unidos y algunos de sus socios más cercanos e incondicionales) la inmensa mayoría de muertos fueran simpatizantes del gobierno o del chavismo. Pero el colmo aberrante fue a mi entender una presunta nota de Yahoo! publicada la semana pasada, en la que supuestamente se consigna la denuncia sentidísima de un padre de familia, en la que manifiesta que durante las campales de los disturbios, a su hijo lo mataron y se lo comieron –así como se oye de absurdo y bestial– en la vil calle unos correligionarios de los colectivos chavistas. Sí, Yahoo! ya llegó al aberrante ejercicio del amarillismo más brutal: hombres enloquecidos, enfebrecidos por su rábida locura socialista que se comen unos a otros en las otrora plácidas calles de Caracas. Ah, qué venezolanos más malvados. Como los comunistas del macartismo, que entonces se decía que comían niños y protagonizaban espeluznantes ritos satánicos en los que se sacrificaban bebés, de preferencia robados de buenas familias cristianas, para que doliera más. Increíblemente, en Estados Unidos hay toda una corriente mediática y política que pretende ensuciar así el prestigio de una nación soberana simplemente porque su gobierno y su pueblo se han negado sistemáticamente a doblegarse a los caprichos del imperio, que va, desde luego, por el petróleo venezolano. Porque algunos empezamos a sospechar que, efectivamente, detrás de las grandes trasnacionales estadunidenses están los mismos que hacen guerras inventando supuestas armas de destrucción masiva en manos de enemigos de la civilización occidental, pero casi siempre esas armas de destrucción masiva solamente las tienen precisamente los países en los que se originan y operan empresas como Yahoo!, hoy convertidos en vulgares despachos de propaganda •
CABEZALCUBO
Yahoo! contra Venezuela
LAS RAYAS DE LA CEBRA
Con B de Brozon
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Jornada Semanal • Número 1129 • 23 de octubre de 2016
Mauricio Ruiz
Luis Tovar @luistovars
E
L FESTIVAL DE JAZZ de Middelheim se lleva a cabo cada mes de agosto, a veces bajo cielos claros y estrellados, otras tantas bajo lloviznas que van y regresan. Middelheim es un parque al sur de Amberes, en Bélgica, y desde 1969 el festival ha reunido a grandes luminarias del jazz; fue ahí donde en 2003 vi por única vez a Toots Thielemans. Acompañado del guitarrista brasileño Oscar Castro-Neves, interpretaron piezas con distintos ritmos y armonías, de muchas partes del mundo, por momentos Toots diciendo una o dos frases que hacía estallar en risas al público. Ese era el carisma de Jean-Baptiste Frédéric Isidor Thielemans, quien a la edad de noventa y cuatro años falleció el pasado 22 de agosto y dejó un vacío en el corazón de todos los que amaron el dulce sonido
de su armónica. Recuerdo el homenaje que se le hizo en 2012 con motivo de su noventa aniversario, una exposición en un edificio antiguo frente a las Galerías Saint Hubert. Sobre muros de color hueso se proyectaban imágenes de su vida, en conciertos de gala o recibiendo premios. Más adelante había fotos en blanco y negro que esbozaban lo que fue una vida excepcional: Toots y Benny Goodman, Toots y Dori Caymmi en Brasil, Toots en Carnegie Hall con Herbie Hancock, Joe Lovano, Ivan Lins, entre otros; Elis Regina y Quincy Jones... sin duda faltó espacio para mostrar a toda la gente que lo admiró, gente que alguna vez fue tocado por su magia. A unos quince kilómetros al sur de Middelheim se encuentra el Fuerte y Memorial de Breendonk, cuya visita permite ver a detalle la historia de Bélgica durante las dos guerras mundiales, en especial lo ocurrido durante la ocupación nazi. El trayecto lo hice desde Bruselas en un autobús DeLijn y pude disfrutar del paisaje estival de Flandes, la gente mayor deshierbando sus jardines y regando las plantas, algunos niños en sus bicicletas o comiendo helado sobre bancas a un lado del camino. Llegué a Breendonk poco antes de mediodía y el cielo estaba de un azul cobalto intenso, el aire sin humedad. Lo primero que noté fue la reja y los alambres con púas, las barreras que debieron de haber sido custodiadas por soldados día y noche hace más de sesenta años. Hasta hace algunos años ignoraba la existencia del Fuerte y su historia, los años de terror que se vivieron ahí. Fue a través del puño y la mirada de un escritor alemán, w . g . Sebald, que descubrí ese capítulo de la historia de Bélgica. En su extraordinaria obra, Austerlitz, Sebald nos conduce por la parte externa de la construcción y describe los muros de esa fortaleza como “el lomo de un monstruo”, “una ballena que surge de las profundidades”. Es tan ví-
vida su prosa que fue como un déjà vu, el estar allí y caminar través de los pasillos cargados de humedad y moho, leer la forma en que la Sicherhetspolizei torturó a prisioneros políticos y miembros de la resistencia. Publicada hace quince años, Austerlitz explora temas como el Holocausto y la memoria, el lenguaje de la destrucción y la guerra, la pérdida y sus efectos en la psique. Una obra que cambió la forma en que se entendía la literatura. ¿Es Austerlitz una novela, un ensayo o una biografía? Con sus extensos párrafos, a veces de páginas enteras, Austerlitz hipnotiza por sus descripciones nítidas, por su capacidad para expresar con precisión un abanico de emociones que, en manos menos expertas, se escaparían del lenguaje. Si hay algo que Sebald sabe capturar es la sensación de soledad. Hacia el final del libro, cuando Austerlitz ha comenzado a recobrar memorias de su infancia, hasta ahora enterrada, hace una reflexión dolorosa:“Parecía que las fachadas silenciosas de los edificios sabían algo ominoso acerca de mí, el hecho de que siempre creí que yo debía de estar solo...” Su antigua nodriza le trata de explicar, en forma más bien de reclamo, que Austerlitz se equivoca, que no hay razón por la que deba vivir aislado, en soledad. “Sólo está en tu cabeza –le dice–. Tienes miedo de no sé qué cosa... ¿Por qué nunca desempacaste al llegar, siempre prefiriendo vivir solo con tu mochila a la espalda?” Como un eterno viajero que nunca se arraiga. Hace quince años también, y a meses de la publicación del libro, Sebald murió en un accidente automovilístico. Un aneurisma, declaró el reporte del juez de instrucción. A los cincuenta y siete años de edad. Al igual que Toots Thielemans, Sebald emprendió el viaje que no requiere de equipaje y al cual nos cuesta acostumbramos y aceptar •
Niñita triste
E
S AL REVÉS, o así debería ser: no llegar a Janis Joplin como quien avienta la frase y esconde la pluma para soltar ese despropósito que no sugiere o especula, sino equivocadamente sostiene algo así como que Joplin es apenas un antecedente –según esto anacrónico ya, y más bien borroso para quienes actúan como si los años y las décadas inmediatamente previos a su nacimiento formaran parte de una especie de precámbrico cultural–, que la Janis es meramente un prólogo hecho de carne, hueso, sangre y cuerdas vocales, de la también cantante, también suicida y también icónica Amy Winehouse. Vaya si son cortas la memoria y la curiosidad de Unoscuantos y, por consiguiente, brevísimo su horizonte de sucesos para entender algo tan sencillo como que el orden de importancia de los mismos no está en función de lejanías o proximidades cronológicas. Ya no se diga, tocante al caso, para aceptar lo que la propia Winehouse admitió sin empacho más de una vez: el evidente maestrazgo de su colega. Tanto el documental Amy, dirigido por Asif Kapadia, como el titulado Janis: Little Girl Blue, de Amy Berg, fueron producidos en 2015, de modo que el primero apareció cuatro años después de la muerte de su protagonista, mientras el segundo hizo lo propio cuatro décadas y media más tarde, pero si el asunto consistiera en compararlas incluso en lo que concierne al modo en que sus vidas han sido relatadas cinematográficamente, conviene no soslayar que si el primer filme documental suficiente y satisfactorio, bien ponderado y, valga la redundancia, bien documentado, que vio la luz no es el dedicado a Janis sino el que cuenta la historia de Amy, eso se explica sobre todo por la diferencia radical entre la disponibilidad, las tendencias, las intenciones y los recursos mediáticos de los años sesenta y setenta del siglo pasado, y los correspondientes a los primeros años del presente siglo. Nada tiene qué ver en lo anterior un supuesto “incumplimiento histórico” que nomás de pensarlo hace reír: ahora resulta que la consecuencia llegó antes que la causa y no sólo eso, sino que incluso es más relevante. Por lo demás, debería ser innecesario explicar las diferencias de factibilidad y de enfoque en la elaboración de una y otra cinta, bien claras para quien haya visto ambas, pero al inefable Unoscuantos no le parece así, por causas posiblemente atribuibles a otro tipo de “incumplimiento”, absolutamente suyo. Quizá cantando juntas en algún buen bar ultratumbesco, Janis y Amy deben estar sonriendo, socarronamente como corresponde, ante la simple idea de ponerlas en liza, sea cual sea el terreno.
Con la ansiedad Como impulso De su lado, Janis: Little Girl Blue es lo
que se dijo líneas arriba: un filme documental que cumple a cabalidad con el cometido que se propone, que no es sino ofrecer una semblanza tan comprehensiva como sea posible de una compositora y cantante de rock & roll y blues llamada Janis Joplin, que nació en Port Arthur, Texas, el 19 de enero de 1943, y murió a los veintisiete años el 4 de octubre de 1970 en Los Ángeles, California, precisamente la noche anterior a la llegada de una carta que quizá pudo haberle salvado la vida, al menos en ese momento. La leyenda y el mito, que fueron forjándose de manera inconsciente/ involuntaria con los simples actos cotidianos de esa niñita triste cuando aún era una desconocida salvo para su familia y su comunidad, alimentan el espíritu del filme pero no constituyen su nuez: por el contrario, Amy Berg hace un énfasis especial en la Janis que no está bajo los reflectores, la de abajo del escenario, la que escribía largas cartas a sus padres, la que trataba de evitar a todo trance esa soledad irremediable que la invadía tan pronto dejaba de cantar, incluso cuando ya era la luz más intensa de la escena musical de su tiempo. Berg parte del tiempo presente, vía entrevistas y testimonios orales y gráficos, para dar cuenta no sólo de ese período joplinesco célebre, sino también del compuesto por las vejaciones y los bocabajeos recibidos desde que Janis iba en una high school de ingratísima memoria, pero sobre todo la cineasta investiga, ordena y expone para tratar de entender la ansiedad insaciable que más de una vez hizo decir a la intérprete de “Piece of my Heart” y “I Need a Man to Love”: “nadie sabe qué difícil es ser yo”, frase con la cual, y sin saber ni proponérselo, definió con exactitud cómo debió sentirse Amy Winehouse, entre muchedumbres de niñitas tristes, la abrumadora mayoría de las cuales carecen del canto y la creatividad para, al menos, intentar su propia salvación •
CINEXCUSAS
Toots Thielemans, Breendonk y w.g. Sebald
GALERÍA
15
ENSAYO
23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal
16
Señores de la guerra Vengan, señores de la guerra Ustedes que construyen las grandes armas Que construyen los planes de muerte, Que construyen todas las bombas Ustedes que se esconden detrás de las paredes Que se esconden detrás de los escritorios, Sólo quiero que sepan Que puedo ver a través de sus máscaras.
Ilustración de Juan Gabriel Puga
Q
uienes han puesto el grito en el cielo, escandalizados porque el Premio Nobel de Literatura 2016 l e c o r re s p o n d i ó a B o b D y l a n , quizá ignoran que no se trata del primer galardón cultural o literario “serio” que recibe Robert Allen Zimmerman –su nombre de pila–: entre otros, en 1990 obtuvo la Orden de las Artes y las Letras que concede el gobierno francés, y en 2007 fue reconocido con el español Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Es curioso, por decirlo con suavidad, que la Academia Sueca y los equivalentes franceses y españoles que deciden esos galardones ahora sean criticados por abaratarse, cuando el hecho es que dichos organismos, a los que suele tildárseles de anacrónicos, elitistas y “cuadrados”, están dando prueba exactamente de lo contrario. En el fondo son los detractores, con su muy contradictorio purismo, quienes así exhiben los límites de un criterio evidentemente más estrecho de lo que están dispuestos a reconocer. A l p a re c e r, l a p o l é m i c a y u n re i t e r a d o – aunque no por eso justificable– reproche por no ser exactamente lo que unos y otros han decidido que sea, acompañarán invariablemente al nombre, la obra y la trayectoria vital del autor de “Blowin’ in the wind”, “Like a rolling stone”, “Forever young”, “Just like a woman” y cientos de composiciones más. Polémico desde que cambió su nombre por otro, por haberse convertido a una religión distinta a aquella con la que nació, por haber “traicionado” al género musical de sus inicios, por su rechazo a ser el pequeño dios de un “club de fans”, a lo que ahora se suma la transgresión de ser un compositor y cantante a quien se le otorga el más alto reconocimiento mundial como literato, y finalmente porque tal vez rechace un galardón con el que tantos sueñan y sólo persiguiéndolo es que escriben, aunque no se lo confiesen ni a sí mismos, Bob Dylan pareciera ser no uno sino muchos: judío, católico, cantante folk, rocanrolero, estrella mediática, influencia innegable para legiones de músicos y compositores, materia de estudios universitarios… En medio de la que seguramente será la mayor polémica de cuantas ha provocado o en las que se ha visto envuelto, lo único cierto es que cada quien su Dylan: múltiples partes de un todo en el que la elección es libre. Elegida aquí a modo de somerísima muestra, y escrita en 1963, “Masters of War”, pieza emblemática de Bob Dylan, alude claramente a la atmósfera que reinaba en el mundo durante la Guerra fría pero, como es obvio advertir, su espíritu antibelicista trasciende aquella época.
Ustedes que nunca hicieron nada Salvo construir para destruir Ustedes juegan con mi mundo Como si fuera su pequeño juguete Ponen un arma en mi mano Se ocultan de mi vista Se dan vuelta y corren lejos Cuando zumban rápidas las balas. Igual que Judas mienten y engañan. Quieren hacerme creer Que una guerra mundial puede ganarse Pero veo a través de sus ojos Y veo a través de sus mentes Como veo a través del agua Que corre por mi alcantarilla. Ustedes ajustan los gatillos Para que otros disparen Luego retroceden y observan
Cada quien su Dylan Antonio Soria
Cuando se eleva el número de muertos Se esconden en sus mansiones Mientras la sangre de los jóvenes Abandona sus cuerpos Y se pierde en el barro. Ustedes arrojaron el peor miedo Que nadie pudo haber lanzado El miedo a traer niños al mundo Por amenazar a mi hijo Aún no nacido ni nombrado No merecen la sangre Que corre por sus venas. ¿Cuánto sé como para hablar fuera de turno? Podrán decir que soy joven Podrán decir que no tengo educación Pero hay algo que sé a pesar de ser Más joven que ustedes: Ni siquiera Jesús olvidará lo que hacen. Déjenme preguntarles algo ¿Es tan bueno su dinero? ¿Les alcanzará para comprar el perdón? ¿Creen que tenga ese poder? Cuando les llegue la hora de morir Ni todo el dinero que juntaron Les devolverá el alma. Y espero que mueran Que les llegue pronto la muerte Yo iré detrás de sus ataúdes en la pálida tarde Y observaré mientras son enterrados Y me quedaré de pie frente a sus tumbas Hasta asegurarme de que están muertos •