■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 24 de enero de 2016 ■ Núm. 1090 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
una odisea en la Tierra Óscar sarquiz ziggy stardust
en Londres
adolfo Vergara trujillo
Veinte temas imprescindibles de daVid Bowie
Entrevista inédita con g erardo u nzueta friedrich durrenmatt y la realidad de lo grotesco
24 de enero de 2016 • Número 1090 • Jornada Semanal
Friedrich Dürrenmatt y la realidad de lo grotesco Marcos García Caballero
Son ríos de tinta y toneladas virtuales las que se han vertido a nivel mundial a raíz de la muerte de David Bowie. Conocido sobre todo como músico pero en realidad un artista inclasificable, dueño de una enorme variedad de talentos e intereses culturales, entre muchas otras cosas Bowie demostró siempre una increíble capacidad para innovar su discurso estético y autotransformarse en ese proceso, sin dejar al mismo tiempo de ser él mismo. Con un cuento de Adolfo Vergara que tiene a Bowie como protagonista, un in memoriam a cargo de nuestro crítico musical y bajista Alonso Arreola, y una semblanza de Óscar Sarquiz, nos sumamos a la global proclamación de la inmortalidad del entrañable David Bowie-Ziggy Stardust. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
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na luz cenital ilumina el proscenio y este hombre, nacido en Suiza en 1921 cerca de Berna, con cara de incredulidad, divaga sobre el destino del hombre en la Tierra en la Europa de la postguerra:“Suiza tiene algo grotesco en su carácter –declara–; sus intentos de constante neutralidad se parecen a los de una virgen ganándose la vida en un burdel que pretende, además, permanecer casta.” Antes que cualquier otra cosa, Dürrenmatt fue un todólogo: hizo estudios sobre filosofía, fue un dramaturgo tremendamente notable y escritor de novelas policíacas principalmente, además de artista plástico. Dentro de sus piezas dramáticas cabe destacar Los físicos (1962), obra que presenta a un científico genial que se oculta, fingiéndose loco, en un manicomio, a fin de proteger al mundo de las consecuencias de sus descubrimientos. Otros dos físicos, agentes de sistemas políticos opuestos que debían secuestrarlo, deciden renunciar a las consecuencias de la investigación, para lo cual también se fingen locos, pero la directora del manicomio se ha apropiado de los resultados de las investigaciones y los ha vendido al mejor postor. Dentro de sus novelas, destaca la comedia en prosa Griego busca griega, escrita en 1955. En ella se cuenta la historia del protagonista Arnolph Arquíloco –un tipo gris, santurrón, que ni fuma ni bebe, vegetariano, que no tiene relaciones sexuales ni las ha tenido a sus cuarenta y cinco años y pertenece a la secta de los Neopresbiterianos primitivos de los últimos cristianos– quien decide buscar pareja. Arnolph Arquíloco es un subcontable insignificante en medio de miles como él dentro de la compañía de cañones atómicos Petit Päyssan. Ha elaborado su propia ordenación moral del mundo en la cual primero es el presidente del gobierno, luego el obispo, luego Petit Päyssan… el octavo es su hermano Bibi, que siempre le pide dinero y se burla de él con su esposa. El pobre Arquíloco es una completa desgracia. Para colmo, vive en una buhardilla donde están colgados los retratos de los primeros en su ordenación moral del mundo y las letrinas son cada vez más pestilentes. La filosofía de Arquíloco es un estoicismo que aguanta todo sin saber bien a bien por qué. Pero a madame Bieler –dueña del local donde Arquíloco desayuna leche y agua mineral– la ha persuadido de que cuelgue los retratos de los ocho integrantes de dicha ordenación moral, y es ella misma la que a su vez lo persuade de que se busque una esposa con un anuncio en periódico. Chloé es la chica sensual que responde al parco anuncio “griego busca griega” y, para su sorpresa, resulta ser tremendamente encantadora, un ser “puro de gracia y de belleza”. En el momento del encuentro, Arquíloco se siente a merced de la belleza de Chloé y, a partir de ese momento, su vida dará un giro radical: repentinamente es ascendido directamente por Petit Päyssan a director de la sección cañones atómicos, es nombrado consejero eclesiástico mundial, recibe por regalo de bodas con Chloé una magnífica mansión y, poco a poco, sin darse cuenta, se convertirá él mismo en un pilar ejemplar de la sociedad suiza…
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Escena del documental, Friedrich Dürrenmatt, en el laberinto
Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega(†), Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS C órdoVa , a Leyda a guirre r odríguez y r iCardo y áñez , Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo g arCía n oriega , Diseño de portada y dossier: marga Peña, Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a LeJandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: El hombre que cayó del cielo Tributo junto a un mural de David Bowie en Brixton, Londres, 11 de enero de 2016. Foto: Stefan Wermuth/ REUTERS
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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Las
vacaciones RECUERDOS DEL PAíS DE LA INFANCIA.
Vilma Fuentes
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ace muchos años, en el país vecino del pasado, durante la antigua infancia de los años escolares terminados en noviembre, clausurando otro año tras la puerta de lo irrepetible, se abrían los portones de un tiempo vacante. En ese lejano entonces, las cosas aún terminaban, y otras, sorpresivas, podían comenzar. Las vacaciones de fin de año eran un territorio vasto y vacío donde todo era posible, incluso los milagros. Se olvidaban escuela, maestras, tareas, horarios, todo arrumbado en los sótanos de la memoria. El estrecho recinto de obligaciones, que asfixiaban cualquier veleidad de un mínimo deseo de rebeldía, aplastándome constreñida a pensar lo que me dictaban pensar, desaparecía tras sus rejas. Como si no hubiera existido. Me despojaba del uniforme, vestía ropa de color a mi antojo, recuperaba el tiempo que me robaban, podía soñar juegos y aventuras, imaginar incluso lo inimaginable: lo desconocido, lo absolutamente novedoso. Respiraba el aire puro de un cielo sin nubes en un territorio sin confines. Como los años anteriores, iríamos a Ciudad Juárez antes de Navidad, pues regresábamos a Ciudad de México para pasar Nochebuena con nuestro padre. Pero, incluso durante las vacaciones, hay momentos desagradables: el paso por la estación de ferrocarriles de Buenavista, un lugar siniestro con las paredes ennegrecidas, cubiertas de hollín. Sin contar con la amenaza anunciada por nuestra madre entre toda esa multitud de personas de las cuales, dada nuestra corta estatura, sólo veíamos las extremidades inferiores. Con mi hermanito en los brazos, nos advertía a mi hermana menor y a mí que la estación estaba plagada de robachicos: más nos valía no separarnos de ella, así fuera por un cortísimo instante. Un parpadeo suyo bastaba para dar la oportunidad a gitanos y otros hombres siniestros para apoderarse de mí o de mi hermanita. La visión de las rugientes locomotoras, a la cabeza de las monstruosas montañas de hierro que devoraban a los pasajeros, no era para tranquilizarnos. Al fin, entre las aprehensiones de mi madre y la indolente despreocupación de mi padre, quien subía al vagón para despedirnos haciéndome temer que no pudiese bajar a tiempo, nos instalábamos en una cabina. El tren se removía, las verdaderas vacaciones comenzaban. Las luces de la ciudad parpadeaban apenas entre las sombras del crepúsculo donde se iban hundiendo, cada vez más luminosas, piando su canto de cisnes. A través de las ventanillas del vagón, veía correr hacia atrás las imágenes de la ciudad que dejábamos atrás, dichosa de sentir que el mañana se anun-
Elvis Presley Foto: Dominio público
imaginaba ver caer sus copos sobre el cementerio de autos, a través de las ventanas... en las calles que íbamos a recorrer a pie mi hermanita y yo con alguna de mis siete jovencísimas tías, cuyo constante bullicio se convertía, al menor pretexto, en bullanga y jarana, bailando toda la tarde entre ellas con la música de su nuevo ídolo, un tal elvis Presley. ciaba con todas sus apariciones y los nuevos avatares de una epifanía. Entonces, sí, en ese antiguo entonces de la infancia, cuando las cosas acababan para no volver, la resurrección era, como la del Ave Fénix, un suceso incesante que ya ni siquiera nos maravillaba, y los sueños aparecían al alcance de mis ojos. La nieve. Un sueño. Las noches blancas, y no sólo de San Petersburgo. La nuit blanche de la lengua francesa que tanto saboreaba Jorge Luis Borges cuando soñaba con las horas en desvelo, esa vigilia que se extiende durante toda la noche entre amigos o a solas cuando se goza la lujuria del insomnio. Durante las dos noches y los tres días del viaje en tren que nos llevaría de Ciudad de México a Juárez, recorriendo los dos mil kilómetros de distancia entre ambas, con sus escalas aquí y allá, donde el conductor se detenía por los imperativos dictados por la compañía ferroviaria, extendidos a su antojo en ocasiones, mi madre y otros adultos conversaban de sus recuerdos o sus deseos, matando el tiempo, los niños jugá-
bamos con el tiempo a semejanza del dios Cronos u otro, cuando juega con los huesecillos de la matatena rehaciendo el paso de las horas con el tic-tac incesante de los segundos que van muriendo en un conteo interminable, si no infinito, conteo regresivo para los condenados a muerte, simples mortales, eterno para la imaginación de los niños que éramos y no dejaríamos de ser mientras siguiésemos siendo los personajes imaginarios que nos inventábamos ser a cada despertar. Mi madre nos veía jugar, distraída por la lectura de alguna novela, sin duda pensando en su familia a la cual íbamos a visitar. Mi primo Roberto, apodado Porfi como lo llamábamos con cariño, esmeraba su pronunciación del inglés, deseoso de llegar a la ciudad mexicana fronteriza con El Paso, Texas, para practicar esa lengua tropezándose, como sin querer, con algunos estadunidenses, diciéndoles “exquiusmi, sir”, interrogando a las vendedoras de las tiendas sobre un libro, “uan buck”, unos zapatos, “di chous”. Mi hermanita me preguntaba si jugaríamos a las escondidillas en el enorme depósito de carrocerías arrojadas al cementerio de autos que era el negocio de un tío junto a la casa de mis abuelos. Yo soñaba con la nieve. Acaso, con suerte, la nieve caería durante nuestra estancia en Juárez. Imaginaba ver caer sus copos sobre el cementerio de autos, a través de las ventanas del caserón de mis abuelos donde nos alojaríamos, en las calles que íbamos a recorrer a pie mi hermanita y yo con alguna de mis siete jovencísimas tías, cuyo constante bullicio se convertía, al menor pretexto, en bullanga y jarana, bailando toda la tarde entre ellas con la música de su nuevo ídolo, un tal Elvis Presley, al cual mi abuelo calificaba de “rebelde sin causa” afeminado, con su copete y su traje brillante que se le pegaba a la piel. Mis tías, sobre todo Luz y Gloria, las más rebeldes de la banda, reían con insolencia sin ocultarse de ese hombre taciturno, sentado en su mecedora con un libro en las manos. Soñaba con hacer un hombre de nieve. Lo había visto en ilustraciones, en películas. La visión de la nieve no me era desconocida, pero quería verla, caminarla. La leí en Tolstoi, en la frase de Joyce al final de Dublineses, cuando cae la nieve sobre los vivos y los muertos. Tampoco la vería ese año ni los siguientes en Juárez. Al fin, en París, varios años después de mi llegada, la sentí caer sobre mi cuerpo, caminé en ella, la escuché imponer su silencio en la ciudad. El silencio apabullante de la nieve
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VOZ inTerrOGaDa
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“La historia me PUBLICÓ A LOS SETENTA Y CINCO AñOS La GranDE y EL DiabLo. EL MILITANTE DE LA IZqUIERDA MExICANA MURIÓ EL 10 DE ENERO A LOS NOVENTA AñOS.
Foto: José Antonio López/ La Jornada
entrevista inédita con Gerardo Unzueta David Huerta nacido en 1925 y fallecido el pasado domingo 10 de enero a los noventa años de edad, Gerardo Unzueta se estrenó como novelista a sus setenta y cinco, en 2001: ese año apareció La Grande y el Diablo (ediciones Galileo), de la cual en 2002 se hizo la segunda edición. Unzueta fue durante décadas uno de los militantes más respetados de la izquierda mexicana. Fue comunista –y siguió siéndolo siempre, aunque no existiera ya el PC– y militante de los extintos PSUM y PMS, así como del Partido de la revolución Democrática. También fue editor, ensayista y periodista, así como editorialista de El Universal. Hasta hoy inédita, esta conversación con David Huerta tuvo lugar a principios de 2003, a propósito de la segunda edición de la primera novela de Unzueta y acerca de sus proyectos en marcha.
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lama la atención en este libro, La Grande y el Diablo, y en proyectos como tu Entreacto, el cambio que ha habido en tu vida. Todos te conocemos como un militante político y un periodista de izquierda. es un golpe de timón: dedicarte a la litera tura. ¿Podrías abundar sobre esto? –No se trata de un cambio tan repentino. He sido siempre un lector ávido de literatura. Puedo decirte que mi primera juventud, de los quince a los dieciocho años, me la pasé en la Biblioteca Nacional, allá en la calle de Uruguay, leyendo toda la literatura que caía en mis manos. Así leí a Anatole France, a Walt Whitman, y al más tenebroso de los escritores de Estados Unidos, Edgar Allan Poe, que me encanta. Nunca dejé de cultivar la li-
teratura: cuentos que se publicaron o no, hice un argumento para un cortometraje. Siempre tuve una relación con la literatura pero nunca me dediqué a ella. Sin embargo, a partir de los años cincuenta, tuve una inclinación muy grande por investigar sobre la vida de mi abuela, porque me deslumbró el hecho de que tuviera recuerdos desde la Restauración de la República hasta los años cincuenta. Ella se encontraba en una especie de remanso; había nacido en los años ochenta del siglo xix. Tenía setenta años de edad. Comenzó nuevamente a alentar actitudes y posiciones de presencia pública, con motivo de mi participación en el Partido Comunista Mexicano. Me trasmitía sus vivencias en aquellos años, de una manera muy esquemática. En el libro se ve el desarrollo de una vida más o menos coherente. Hay muchos elementos en el libro que son propiamente imaginaciones mías. –en la nota editorial de tu libro se afirma algo con lo que no estoy tan acuerdo. Se dice que es el relato de una “existencia común”. Pero la historia de Sara es excepcional. –Coincides aquí, plenamente, con Carlos Payán. Él me hizo la crítica siguiente: el negro Santos no es un hombre común, Sara Santos no lo es, el hijo tampoco. Y los nietos de Sara, tampoco. Se trata de un intento de no hacer de mis personajes familiares ni de mí mismo personajes protagónicos. –Pero en tu Entreacto, trabajo inédito aún, tu perso naje Juan [de la cabada] dice: “Todo personaje que crea o recrea el escritor uniendo realidad e imagina ción, es el escritor mismo.” Hay un enorme esfuerzo de recreación autobiográfica que se combina con tu es fuerzo imaginativo de escritor. ¿cómo sucede esto? –Se puede precisar que el desenvolvimiento de la historia de Sara Santos es real. El gran marco es real; pero como decía Margarita León en la primera presentación del libro, “es una invitación a penetrar en un mundo que si bien es imaginario, tiene muy bien plantados los pies en la realidad de una vida que se intenta aprehender, no tanto desde el conocimiento, sino precisamente desde la incertidumbre de no tener la certeza absoluta de los datos y de cada detalle para construir la anécdota”. Yo tenía muchos datos y el conocimiento a fondo de la persona, pues viví con ella muchos años, desde mi niñez hasta los dieciséis años. La conocía bien, sabía cuáles eran sus reacciones y platicábamos mucho de su historia. Tenía buena memoria, pero quedaban grandes huecos. Refería con precisión la golpiza que le dio su madre. Pero sólo anotaba brevemente la reacción de su padre. Allí había que amplificar. En las luchas de los trabajadores petroleros en Tampico, ella participa como organizadora de las mujeres, pero yo no conocía bien esa historia. Mi padre lo sacaba a la luz en las discusiones con ella y le decía: “Pero si tú participaste y te rajaste el alma allá, ¿cómo vas a decir que eres una persona ignorada? No te retractes de lo que hiciste.” Eso lo sabía a través de mi padre, entonces.
–Hay, por lo tanto, una conjunto de memorias entre cruzadas, combinadas; una especie de sustrato poli fónico en el libro, digamos. Tus actuales proyectos, ahora, dejan ver que tienes un plan de largo aliento, autobiográfico e histórico. es un proyecto realista, a contracorriente de lo que ahora se hace. es el testi monio de un comunista y de su vida, vivida con ple nitud a lo largo de varias décadas. –Paco Ignacio Taibo i, quien hizo un elogio muy grande de la obra, destaca que yo entro en la historia con mis personajes. “Unzueta consigue que la historia de México se inserte en los problemas vitales de sus personajes y que incluso aparezcan exiliados españoles.” El desenvolvimiento de la obra me llevó a eso. La historia me hizo novelar. Encontré una gran belleza en la historia de mi abuela. Trabajé con ella intensamente. Demetrio Merejowski me orientó en este trabajo, por ejemplo con sus vidas de Napoleón y de Leonardo da Vinci. También tuve en cuenta a García Márquez en El general en su laberinto. Poco se habla de este libro, pero qué maravilla; qué hermoso desarrollo de la parte final y trágica de la vida de Bolívar. Ese tipo de obras me condujeron por el camino que recorrí. Ningún autor es autónomo. –¿Podemos hablar de una literatura realista? ¿Sería también una literatura materialista, dialéctica? –Nunca he dejado de ser comunista. Abordo los problemas de la vida de mi abuela como comunista. Ella no lo fue. Tenía un sentido histórico-social. Nació en un momento de transición y aún más: vivió varias transiciones. La primera es la de la parte final de la Restauración de la República al Porfiriato; otra es la de este régimen a la Revolución. Ella está dentro de la Revolución, como personaje sufriente del proceso. Es una soldadera de su hijo. Organiza a las mujeres para auxiliar a los heridos. Su hijo es herido y deserta; se salen de la Revolución para llegar a las consecuencias de la Revolución: la corrupción del régimen obregonista y callista. Esas son las transiciones de Sara. Su vida termina en el ‘68, en el punto inicial de una nueva transición. Ella lo siente, y me escribe a la prisión y me dice: “No te quiebres, aunque la gente no te lo diga, están esperando a ver qué haces… Están esperando de ti ayuda, dirección, apoyo. No te quiebres, General”, que es como ella me decía. Eso es lo más vital de todo el tránsito de esa vida tan expresiva. –ahí tenías un personaje, pero no lo sabías aún… –Me ayudaron a verlo dos personas. El primero, Gerardo de la Fuente, doctor en filosofía y escritor. Él trabajó conmigo en la coordinación de enlace parlamentario, que iniciamos con el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas en la ciudad. Él fue mi secretario y leyó antes que nadie el primer capítulo. Me dijo: “qué cabrones estás haciendo tú en la política, dedícate a la literatura, ahí te puedes realizar plenamente.” Yo le contesté: “Déjame primero acabar con este encargo político y luego ya veremos.” Fueron los años de 1998 a 1999.
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e ha hecho novelar” –¿no te importa, entonces, ser un escritor tardío? –Opino como Gerardo de la Torre: a veces es muy útil ser un escritor tardío porque resumes mejor tu trayecto. Estudié en serio la dialéctica marxista, mi escritura literaria intenta ser dialéctica. No sé si lo logre. –Supongo que te das cuenta que hablar así es hablar de algo que está ya “superado” según algunos, o se gún muchos. –Para mí no hay superación. Al contrario, pienso que debemos hacer el esfuerzo de releer a Marx y a Lenin. Pero hay que ir a sus obras fundamentales, pues en ambos hay dos aspectos de personalidad: son dirigentes políticos y son científicos. En el trabajo de agitación política se producen, necesariamente, simplificaciones y esquemas. Pero en las obras fundamentales y aun en tesis no redactadas directamente para el movimiento político, podemos hallar una riqueza enorme que nos debe llevar a la más profunda reflexión para nuestro conocimiento y contribución al movimiento social de nuestro país. Por otra parte, es indispensable nuestro mayor rigor al examinar las traducciones, pues en ellas he encontrado faltas tan graves como la sustitución de un concepto de Marx, clave para la lucha revolucionaria (la “lucha de clase”) por la exposición de un fenómeno social “de determinadas fases del desarrollo de la producción” (la “lucha de clases”), lo cual permitió a una cauda de oportunistas acuñar la frase: “estamos condenados a la victoria; ya lo dijo Marx: la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado”. Hay otros pecados de traductores y editores, como el de agregar dos artículos al título de la obra capital de Vladimir Ilich Estado y revolución, que no hacen sino deformar el sentido del libro. –Unes esa vida tuya de comunista con tu vida de ar tista verbal, como escritor. ¿Qué pasó? Me llaman la atención ciertas apariciones de fantasmas al final de la novela, rasgo muy poco realista. –Se trata de un elemento estético que yo tomé de la experiencia de mi hermano, mi cuñada y mis dos sobrinitas. Ellas lo presenciaron, me lo relataron y a mí me encantó como colofón de la vida-muerte de mi abuela.
Pienso que debemos hacer el esfuerzo de releer a Marx y a Lenin. Pero hay que ir a sus obras fundamentales, pues en ambos hay dos aspectos de personalidad: son dirigentes políticos y son científicos.
Foto: planetatlalpan.mx
–estás en plena producción literaria. Háblame de eso. –Tengo un proyecto de cinco años. En agosto de este año [2003], tendré la siguiente novela. Es la primera de una tetralogía. Cada una de las obras lleva su año concreto, la época en que se produjeron los acontecimientos que se narran: 1948, en La Julia y sus dos ataúdes. En 1948 se revitaliza el movimiento obrero –debo decirte que por lo menos dos de mis obras están ligadas al movimiento obrero, donde he tenido mis vivencias principales–; en ese año fue la lucha de los trabajadores de la Carretera Transístmica para organizar su sindicato. Ellos desarrollan su movimiento hasta septiembre de ese año, mes en que la empresa se ha comprometido a firmar el contrato colectivo con ellos. Pero ese mes se produce una gran represión. El personaje principal, líder del sindicato, muere en un derrumbe provocado. A un trabajador le secuestran a su hija; a otro más lo meten en una provocación y tiene que huir. Todos eran dirigentes. Todo esto está concertado con el “charrazo” del 12 de septiembre de ese año. Es el pleno alemanismo, que muestra entonces su cara antiobrera. La Julia es la mujer del dirigente principal del sindicato. Cuando durante la ceremonia del entierro, el ejército dispersa la columna, ella se queda tirada, aferrada al ataúd de su marido, y nadie la puede quitar de ahí, ni los soldados. Al final las mujeres la rodean y la protegen de los sardos. Se reorganiza el sepelio y lo entierran. Un año después se conoce la muerte del superintendente italiano, organizador de la represión, a manos de una muchacha indígena que lo degüella. Es el segundo ataúd, que la Julia paga. Aquel tipo era un italiano fascista, traído por el hamiltonismo alemanista para disciplinar a los atrasados obreros mexicanos. –el germen de la novela es teatral. –Sí, pero déjame hablarte de lo que sigue. El año 1958 y el movimiento ferrocarrilero. Yo aparezco en esas dos ocasiones, en la historia de 1948 y en la de 1958. Pero yo
no quiero ser el protagonista. Los protagonistas fueron ellos, los obreros. En 1958 ya tengo el personaje: otro dirigente que fue el primero en proponer, en su sección sindical, un aumento salarial. –Hay otros dos años más. –1968 y 1988. Puros ochos. –¿Has pensado en una producción teatral de tu úl timo texto? –Si el texto se defiende, se puede pensar en una representación teatral. La multitud que está ahí, en esa obra, es el público. Brecht me ha enseñado mucho. Lo he estudiado de a de veras. Soy un fanático de él. He tomado su concepción del teatro para presentar una participación mía en un hecho histórico. Inventé un personaje que hablara de todas esas cosas, porque no quiero ser el narrador ni el protagonista. El Entreacto, ese texto mío reciente, lo concibo como una separata de La Julia, de la novela de que te he hablado en extenso, que espero terminar en julio o agosto de este año. –¿estás contento con estos cambios en tu vida? –Sí. Creo que algo puedo dar en esta nueva ocupación. Sin embargo, tengo dificultades para concentrarme. Me presiona toda la vida política que he cursado. No puedo evitar distracciones. Por ejemplo, me preocupa con mucha intensidad la elaboración del programa del partido, que habrá de aprobarse en noviembre. Creo que podré dar una contribución de importancia. En ese orden de cosas, me importa lograr la más amplia comprensión respecto del tema de la soberanía, no la soberanía estatal. Pues esa es una derivación del tronco fundamental que es la soberanía popular. –¿La soberanía del arte también? –Claro, por supuesto
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Trípticodeviaje Leandro Arellano UN PASEO POR DINAMARCA, FRANCIA Y COREA.
a Sergio González rodríguez, también en homenaje.
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uién sabe en unos siglos cómo llamarán a la época actual, caracterizada por el ímpetu tecnológico ostensible en todos los aspectos de la vida. Esta pregunta, no nueva, se nos volvió recurrente desde hace algunas semanas, apenas arribamos a nuestro primer destino en un viaje reciente, y no nos ha dado reposo. En Copenhague, la primera escala, nos hallamos inmersos de pronto en un como laboratorio de aplicaciones de novedades tecnológicas y de expresiones sociales. Las tecnológicas son de uso corriente ya en los países que visitamos esta vez: Dinamarca, Francia y Corea. Las sociales, con asegunes en cada país. Jóvenes y adolescentes, niños y hasta bebés operan con naturalidad cualquier instrumento de las tecnologías digitales: tabletas, computadoras, teléfonos y sus numerosas aplicaciones, igual que otros dispositivos electrónicos. A no pocos adultos resulta complicado entenderlas y operarlas en los primeros intentos. Los juegos de manos y correrías se tornan esquivos entre niños y bebés, embebidos en los juegos y atracciones que les deparan Ipads, Iphones, videojuegos y demás novedades digitales. Pero igual, el registro de abordaje al avión lo hace el propio pasajero, exponiendo el correspondiente holograma, grabado en su teléfono individual. Casi todos los pagos se realizan vía telefónica, mediante transferencias instantáneas. Los boletos del Metro se adquieren oprimiendo algunos dígitos en el teléfono. Sistemas como Pay-pal e Instagram, son de uso corriente y cuentan con enorme cantidad de usuarios. A decir de nuestro primogénito, en muy poco tiempo el papel moneda estará en desuso. Él mismo nos sorprendió otro día con la renta de un automóvil, la cual se realiza enteramente entre particulares, de modo perfectamente legal y mediante la cuota tributaria correspondiente. En la biblioteca local advertimos los beneficios que aporta al vecindario, no sólo por las magníficas bibliografía, discoteca, fonoteca y hemeroteca que mantiene, sino también por la serie de cursillos que imparten sobre artes y oficios, tradicionales y novedosos. II Francia es y ha sido un país de vanguardias sociales. Pero lo que hace unas décadas fue un prodigio de aeropuerto, hoy es un galimatías. Comenzó allí nuestra segunda etapa, un mes antes de la cruenta tragedia terrorista. El Aeropuerto Charles de Gaulle, siempre estimulante, se ha tornado azaroso, revela una situación que la tecnología no puede controlar y hace pensar en el fin de una época y el comienzo de otra. Del mismo modo que en muchas capitales de países en desarrollo, no bien traspone aduanas el viajero, los taxistas lo agobian con sus ofrecimientos. Realizan su trabajo, lo sabemos –la sobrevivencia tiene prioridad–, pero sin un orden elemental no hay desarrollo. El camino a la ciudad nos mostró las horas inciertas que vive Francia, ajenas al encanto, limpieza y orden del París idealizado, de la ciudad hermosa y civilizada. Recorrida alguna distancia, una pareja –no hispanohablante– co-
Arriba: Burka en París. Abajo: Smartphones y niños en una calle de Seúl, Corea del Sur
Copenhage, racks para bicicletas
menzó a cantar en el vagón del tren –y créeme, lector, en perfecto español– “Cien años”, la canción de Pedro Infante; y antes de recolectar monedas, remató con “quizás, quizás, quizás”... Por los rumbos de Saint-Germain-des-Prés, almacenes, boutiques y tiendas de un arco iris de productos alegraron nuestras caminatas, lo mismo que visitas a restaurantes, bistrós y cafés, conocidos o por conocer. Pero al retornar a la calle no había cuadra en la que no topáramos con un indigente o un limosnero, heces de mascotas en las aceras y que los peatones no respetaran los semáforos significó más que una desilusión. La incivilidad induce al abandono y el abandono conduce a la barbarie. Más sorprendente fue contemplar en pleno mediodía y a media calle, en el país secular por antonomasia, el país de la Ilustración y de La Marsellesa, a una mujer enfundada en la burka. La paz y la recreación las hallamos en otros espacios. Primero en la quietud de San Sulpicio, que visitamos desde antes de que la repusiera de moda el libro de Dan Brown. Luego en las horas de regocijo en La Procure, hurgando entre las novedades editoriales y la bien surtida sección de grecolatinos, además de sendas visitas a Gallimard y al Museo de Luxemburgo. Si el orden extremado crea monstruos, es también, cultivado, el triunfo del espíritu. Francia ha de reponerse de la herida, impidiendo que su civilidad se despeñe en la barbarie encendida. III Más sofisticada ahora que hace seis años, más moderna y cosmopolita, la visión de Seúl muestra el indetenible crecimiento y desarrollo del país. Orientales emblemáticos, los coreanos consumen todo sin remordimiento, incluidas las mercancías inútiles que produce Occidente. E igual que chinos y japoneses, son aficionados a las marcas. Y si sabíamos que son magistrales en el arte de copiar –calcan incluso instituciones–, también crean ya. Los productos electrónicos de Samsung compiten tranquilamente en el mercado con otras marcas internacionales. Los hoteles y centros comerciales están abarrotados de chinos que hurgan, se avituallan y comercian. En sus líneas aéreas parece más difícil hallar un boleto de avión de clase económica que en clase primera o ejecutiva, pero unos y otros espacios van repletos. Los coreanos todos leen mucho y compiten mucho. Cosas de la economía y las circunstancias: mientras los gobiernos de Europa debaten cuándo liberarán el acceso al wi-fi, en Seúl se accede gratuitamente a la red ya casi en todas partes. Son notables los beneficios del desarrollo, incluso en la talla física: las nuevas generaciones son más altas que sus ancestros. Si aún son fanáticos de su propia comida, se han abierto a muchas otras cocinas. Y es visible la tendencia encaminada a desconcentrar las compañías gigantescas, los grandes corporativos, para actuar más en pequeño y en directo. Las tendencias tecnológicas son signos del futuro que avanzan ya con naturalidad, no sólo en esos países sino en Europa en general y en el Lejano Oriente desarrollado. Las vocaciones sociales marchan zigzagueando, con lentitud y gravedad
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La constelación sonora de Veinte temas imprescindibles 1.- “Kooks”: una oda a la paternidad irresponsable, en el álbum Hunky Dory. 2.- “Sound and Vision”: funk sintético berlinés con Brian Eno, en Low. 3.- “Wild Is The Wind”: rescate de Johnny Mathis en el futurista Station to Station. 4.- “Changes”: manifiesto tartamudeado e himno de otredad desde Hunky Dory. 5.- “Time”: reflexión cronológica en pleno cabaret, en aladdin Sane. 6.- “The Next Day”: retorno triunfal, en aparente plena forma, del álbum homónimo. 7.- “Young Americans”: una nueva pareja confronta el futuro, tema titular del álbum. 8.- “Rock ‘n’ Roll With Me”: el momento sentimental de Diamond Dogs. 9.-“Drive-in Saturday”: elegía a la noble institución sexual del autocinema en aladdin Sane. 10.- “Stay”: resabios de soul en súplica amorosa, en Station To Station. 11.- “The Man Who Sold The World”: ciencia ficción del álbum homónimo, de la que Nirvana hiciera una célebre versión. 12.- “Five Years”: himno apocalíptico, prólogo melancólico, en el mítico álbum The rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars. 13.-“Starman”: los alienígenas como esperanza, no amenaza. En el álbum del mismo nombre. 14.- “Space Oddity”: aterrizado contrapunto de la naciente era espacial. Álbum homónimo. 15.- “Ziggy Stardust”: la canción que lanzó mil carreras. Del antedicho The rise and Fall... 16.-“Station To Station”: retorno de un enflaquecido duque desconocido. Disco homónimo. 17.- “Heroes”: Bowie, el corazón, Fripp, el cerebro, una pareja y el Muro de Berlín, la inspiración. Del álbum homónimo. 18.- “Ashes To Ashes”: el renacimiento de un tristísimo Pierrot. Disco homónimo. 19.- “Life on Mars?”: homenaje al cine, Rick Wakeman al piano, en The Man Who Sold The World. 20.- “Blackstar”: vértice superior del tríptico final con “Lazarus2 y “I Can’t Give It All Away”. Últimas palabras y testamento, en el disco homónimo.
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una odisea
eL DiOS anDróGinO exTraTerreSTr MUrió eL 10 De enerO, VícTiMa De cáncer. SUS SeGU
David Bowie,gira en Montreal, 13 de diciembre de 2003. Foto: Shaun Best/ Reuters Files TPX
ignidad, elegancia y generosidad no alivian el luto: hasta aparentes ajenos lamentan dolida y elocuentemente el deceso de David Bowie. Aún no asimilado el impacto de su legado final, el sorprendente álbum blackstar, que lanzó en su cumpleaños, conmocionó que el cáncer le venciese dos días después, dejando tan inefable adiós. Dijo el productor Tony Visconti, su veterano y frecuente colaborador: “Su vida, como su muerte, fue una obra de arte.” Su logro final corona una larguísima serie de ellos –así como de inevitables tropiezos– que vertebran cincuenta y un años de adictiva productividad: veinticinco álbumes de estudio, cinco en concierto (tres de ellos dobles), cincuenta y un videoclips, veintiún roles fímicos, diez televisivos, ciento once temas musicales sencillos (más de dos por año) y un total estimado en 140 millones de álbumes vendidos desde su debut en 1967, le redituaron una fortuna estimada en 192 millones 462 mil 750 dólares. Formidable numeralia, no razón sino efecto de su trascendencia: “Soy un generalista”: “Por qué se te asocia más con el rock’n’roll?”, se le preguntó. “¡Es sólo una fachada!”, reveló. Las semillas de la voracidad cultural que subyace tan vasta productividad fueron sembradas desde la infancia de David Robert Jones, nacido en el barrio londinense de Brixton el 8 de junio de 1947, precisamente cuando Elvis Presley cumplió doce años. El contraste es dramático, ante infancias similarmente modestas. El Rey del Rock perdió a su mellizo al nacer, pero el pequeño David tuvo un medio hermano nueve años mayor cuya influencia detonó su vocación artística: Terry Burns, primogénito ilegítimo de Margaret Mary Peggy Burns, mesera del restaurante frecuentado por John Jones, quien se divorció para legitimar a David, el hijo que concibieron. La admiración del pequeño por su medio hermano mayor, proclive a música, literatura y bohemia enceló a su padre, que trató de separarlos. Pero David, quien se maquilló por primera vez a los tres años con los cosméticos de su madre, siguió gustoso a Terry hacia Chuck Berry, Buddy Holly y su propia mayor inspiración, el exhibicionista Little Richard, seguidos de John Coltrane, Charles Mingus, Eric Doplhy y los autores beat
Bowie en traje de Ziggy Stardust
que leía su hermano: Kerouac, Ginsberg, Corso, Ferlinghetti, Burroughs.
EL ojo DE BowiE: ADiós A LA normalidad La sensibilidad musical de David se manifestó pronto: se abandonaba al baile tan espontáneamente que le auguraban un futuro balletístico. Atraído por el saxofón, empezó a tomar lecciones a los doce años con un instrumento de plástico. En 1962, en una riña por una chica con su amigo George Underwood, éste le golpeó con su anillo el ojo izquierdo que, paralizado con la pupila distendida, le impartió su insólito aspecto característico. Asistía al Tecnológico de Bromley cuando estalló el beat boom detonado por los Beatles. Encabezó en 1964 los Kon-Rads, luego los King Bees y los blueseros Mannish Boys, desbandados ese 1965. Persistente, fundó The Lower Third y grabó con ellos temas tan típicos de 1966 como los Monkees, grupo sintético televisivo cuyo sedicente vocalista Davy Jones –compatriota y homónimo–, lo orilló a diferenciarse adoptando nombre de cuchillo de combate. Su debut fue Do anything you Say, pulcro pero adocenado, uno de tantos. Nunca más. Impuesto por su mánager, grabó el atípico sencillo humorístico “The Laughing Gnome” (que inicia con fagots) y un sorprendente álbum debut epónimo, donde abandonó el rock pop en boga para retrotraerse al estilo orquestal del baladista y entretenedor crooner británico Anthony Newley; no con canciones convencionales, sino de su extravagante autoría: desde románticas y oscuramente humorísticas hasta cuadros costumbristas, parodias del ambiente pop y sus trepadoras, travestis, mendigos, enterradores y hasta canibalismo. Su histrionismo interpretativo, nutrido en su fascinación infantil por la comedia musical, atrajo al mimo Lindsay Kemp, quien le instruyó en danza, pantomima y artes amatorias. Rechazado en 1968 por el sello Beatle Apple, fundó el pronto disuelto trío Feathers, que dio paso a un trunco proyecto ambicioso: un corto para televisión basado en canciones de su primer álbum y un nuevo tema que Bowie escribió con inspirada urgencia tras ver 2001: odisea del Espacio, de Stanley Kubrick: “Space Oddity” (singularidad espacial), recién reversionada en conmovedor videoclip musical autoproducido y grabado a bordo de la Estación Espacial Internacional por su significativo admirador, el astronauta Chris Hadley.
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a en la Tierra
re VenDió 140 MiLLOneS De áLbUMeS. UiDOreS Se cOnGreGarOn Para renDirLe HOMenaJe.
óscar sarquiz Figueroa David Bowie en Atenas durante un festival de rock, 1 de julio de 1996. Foto: StringerFiles/ Reuters
El sencillo, lanzado un mes antes de la muerte de su padre, no impactó en 1969. Empero, recibió la presea Ivor Novello del gremio autoral para destacar la originalidad de su canción espacial. Su balada romántica “When I Live My Dream” ganó convencionales festivales cancioneros de Malta e Italia, y organizó un festival gratuito en Beckenham donde cantó ante 5 mil personas, vivencia que inspiró el tema “Memory of a Free Festival”. Crecida su presencia radial, la televisión lo proyectó a la popularidad al usar “Space Oddity” para la cobertura del primer alunizaje. Su primera gira fue como cantautor solista a lo Bob Dylan, otra gran influencia. Intentó otro proyecto grupal, Hype, con el bajista Tony Visconti y los futuros “Arañas de Marte”: Mick Ronson, el guitarrista y Woody Woodmansey, baterista. Conoció a la modelo Angela Barnet y pronto convivieron; casados en 1970, ella le sugirió ostentarse andrógino y travestirse para impactar en los medios. La portada de su segundo álbum, el inesperadamente pesado The Man Who Sold The World lo mostró enfundado en un vestido (“un vestido de hombre”, aclaró luego), y postrado en actitud provocativa que fue sustituida por un retrato escénico más convencional para el relanzamiento internacional.
LA sExUALiDAD iConoCLAstA Su primogénito, Duncan Zowie Haywood, nació el 28 de mayo de 1971, cuando su ambigüedad sexual hacía famoso a su padre; pero ni su siguiente álbum, Hunky Dory (en cuya portada imita a Lauren Bacall), ni su sencillo, el hoy clásico “Changes”, tuvieron éxito inmediato. Irónicamente, otro tema incluido, “Oh, You Pretty Things” sí lo tuvo... ¡pero en la versión de Peter Noone, exfigura frontal de los sesenteros Herman’s Hermits! En 1972, Bowie proclamó su bisexualidad e inició una larga gira británica al frente del trío que, con Trevor Boulder al bajo, bautizó como The Spiders. Su primera presentación televisiva, el 23 de mayo, su elocuente interpretación de “Starman”, marcó su despegue al estrellato. Su nuevo personaje, un apocalíptico antihéroe bisexual inspirado en el protorrockero británico Vince Taylor (a quien Bowie conoció tras el colapso mental sufrido por aquél, luego del cual Taylor decía ser una mezcla de dios y extraterrestre) protagonizó The rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars con tal éxito que Bowie, hastiado, anunció su retiro, pero sólo En un programa de la televisión alemana, 16 de octubre de 1999. Foto: StringerFiles/ Reuters
fue el primero de una la larga serie que posteriormente le valió el estereotipo de “camaleón del rock”. Le sucedió, enajenado e icónico, el álbum aladdin Sane, inspirado en su afligido hermano (quien, víctima de la esquizofrenia familiar que siempre temió David, se suicidó en 1985) como imagen de la enajenación contemporánea; luego vino Pin Ups, inesperado homenaje nostálgico de sus años formativos, retratado con la icónica modelo sesentera Twiggy, en el que hizo atinadas versiones de viejos temas ajenos. De regreso al futuro, frustrado por la negativa de la viuda de George Orwell a permitir que basara un musical en su célebre distopía 1984, hilvanó el delirante relato postapocalíptico Diamond Dogs, cuyo rollingstoneano sencillo, “Rebel, Rebel”, abonó a su creciente popularidad. sigue
“soy un generalista”: “Por qué se te asocia más con el
rock ’ n ’ roll ?”, se le
En Toronto, 23 de septiembre de 1999. Foto: Andy Clark/ Reuters
Festival de Jazz de Montreux, Suiza,18 de julio de 2002. Foto: ARC-Dominique/ Reuters
F Concierto en Viena, Austria, 4 de febrero de 1996. Foto: Leonhard FoegerFiles/ Reuters
PreguntÓ . “¡e s sÓlo
una fachada !”, reVelÓ .
Festival de Glastonbury, 25 de junio de 2000. Foto: Dab ChungFiles/ Reuters
En el concierto homenaje a Freddie Mercury, Londres, Inglaterra, 20 de abril de 1992. Foto: Dylan Martinez/ Reuters
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En su siguiente álbum y primer directo, David Live, hizo su versión del clásico “Knock On Wood”, anticipo del “plastic soul” que caracterizaría young americans, álbum que grabó en Philadelphia para abrazar su vieja fascinación por la música negra americana y que, a partir del éxito del tema titular, le proyectaría al éxito masivo, ya descartada la androginia y sustituida por un dandismo más grato al gran mercado. Su residencia en Los Ángeles mediando los años setenta lo dejó adicto a la cocaína, que le estragó físicamente, como lo delata su debut fílmico El hombre que cayó a la Tierra (The Man Who Fell To Earth), donde encarnó sin esfuerzo a un extraterrestre varado en nuestro planeta tras fracasar en el salvamiento del suyo, que resucitaría cerca de su propia muerte. Confrontado con su beligerante esposa Angie, entró a su rescate Corrine Coco Schwab, quien, habilitada como asistente personal (y eventual amante) de por vida, rentó un apartamento en Berlín, donde alejó a Bowie de tentaciones en compañía del protopunk Iggy Pop (a quien, como a Lou Reed, agradeció su influencia artística produciéndoles sendos álbumes que reactivaron sus carreras) y del talentoso productor y sedicente antimúsico Brian Eno, con quien creó entre 1976 y 1977 su seminal “trilogía berlinesa”: Station To Station, Low y Heroes, álbumes con los que marcó tendencia innovadora para luego ser un narrador comedido en la versión de Pedro y el lobo, de Prokofiev, a cargo de Eugene Ormandy. Su segundo álbum doble directo, Stage, hizo tiempo en 1978 para la aparición al año siguiente de Lodger, otro radical viraje no sólo para él sino para el rock entero, completado al año siguiente por Scary Monsters, cima de su creciente discografía en la que el tema “Ashes To Ashes” revisa por primera vez su propia historia a través del resurrecto náufrago espacial Capitán Tom, tan vencido y enviciado como el extraterrestre de su debut fílmico. El 8 de febrero de 1980 formalizó su divorcio y obtuvo la custodia de su hijo a cambio de una compensación económica. Debutó en teatro, aclamado por público y crítica en el papel de John Merrick, en El hombre elefante. En 1982 protagonizó baal, de Bertolt Brecht, para la televisión británica, que rindió el extended play de cinco temas baal’s Hymn. También coprotagonizó la vampírica El ansia (The Hunger) con Catherine Deneuve y Susan Sarandon, el drama bélico Merry Christmas, Mr. Lawrence y coestelarizó en tele-
David Bowie en “Lazarus” video de promoción de su último álbum Blackstar
Aún no asimilado el impacto de su legado final, el sorprendente álbum Blackstar, que lanzó en su cumpleaños, conmocionó que el cáncer le venciese dos días después.
visión Little Drummer boy, postrer sencillo del primer ídolo pop, Bing Crosby. En la cima de su popularidad, ventajosamente recontratado en términos económicos, combinó a integrantes claves del grupo Disco Chic con el descollante joven bluesero texano Stevie Ray Vaughan para grabar el álbum Let’s Dance, que capitalizó exitosamente su idoneidad para el floreciente medio del videoclip musical. Intentó, por primera vez, reiterar ese éxito con el similar pero fallido Tonight y grabó con el guitarrista de jazz Pat Metheny This is not america, para la banda sonora de la cinta de espionaje The Falcon and The Snowman. En 1985 cantó con un grupo improvisado (que incluyó en las congas a Perico Ortiz, único mexicano que llegó a tocar con Bowie) en el magno festival internacional de beneficencia Live Aid, donde también se proyectó el mortificante video donde se pavoneaba forzadamente con Mick Jagger, haciendo la pantomima de “Dancing In The Street”.
EL CorAzón, EL siLEnCio y EL rEGrEso A CAsA En su siguiente álbum, irónicamente titulado never Let Me Down, intentó reaccionar contra su reciente
El viejo mago nos dejó la impresión de una pulcra despedida calculada, y un boquete irrellenable en la cultura que, en su calidad de intenso lector, pintor y espectador, fue su única adicción vital.
sesgo comercial, pero el resultado fue un confuso punto bajo de su discografía. Su consecuente gira Glass Spider, la más cara y compleja de su carrera, lo agotó al punto de reinventarse una vez más como si fuese sólo otro miembro del grupo Tin Machine, con la sección rítmica de los hermanos Sales, ex de Iggy Pop, y el estridente guitarrista virtuoso Reeves Gabrels, con quienes grabó dos álbumes de estudio y un directo ante la general indiferencia del público. Su gira de 1990, Sound And Vision, programada por votación pública, pareció por primera vez retrógrada, pero su boda con la bella modelo somalí Iman le inspiró black Tie White noise, álbum nupcial que logró balancear su filia por la música negra con sus experimentos electrónicos. Reactivada su creatividad, outside le reveló nuevamente a la vanguardia, como luego sucedió con Earthling, influido por la electrónica drum & bass y cuya gira le trajo por primera vez a México. Tras proyectos tan radicales, Hours sorprendió con su síntesis de pasadas búsquedas, en consecuencia lograda y serena. El siguiente álbum, Heathen, prosiguió su autorredescubrimiento tras larga peregrinación estilística, clásico sin reiterar, maduro sin complacencia, como el subsecuente reality que le confirma capaz de recuperar su pasado yendo hacia el futuro sin redundancia. Álbumes de madurez, acaso mejor apreciables desde la misma, precedieron al período “lennoniano” en que el otrora notorio se refugió en el relativo anonimato de una vida familiar en la urbe de hierro, y devota paternidad de su segunda hija, Alexia, a la que solía llevar de la mano caminando rumbo a la escuela. Una década de tal silencio transcurrió tras sufrir en 2004 la indignidad de una paleta arrojada contra su ojo hábil en Noruega, seguido por una crisis cardíaca en escena que pasó factura de sus antiguos excesos. Se rumora que sufrió hasta seis infartos, pero sus seres cercanos dicen que por primera vez Bowie disfrutaba de la placidez doméstica con su familia, hasta que sorprendió al mundo con The next Day, álbum que lo reunió con viejos colaboradores como Visconti y su veterano pianista Mike Garson, para evocar sus viejos personajes autointerviniendo su pasado creativa y promisoriamente. Durante el año y medio transcurrido desde que le diagnosticaron cáncer de hígado, Bowie libró digna y discreta batalla mientras preparaba el musical Lazarus, que prosigue la historia del extraterrestre caído entre nosotros y el álbum, que se convertiría en su regalo y revelador mensaje de despedida, epilogado conmovedoramente por “I Can’t Give It All Away” (no puedo revelarlo todo). El viejo mago nos dejó la impresión de una pulcra despedida calculada, y un boquete irrellenable en la cultura que, en su calidad de intenso lector, pintor y espectador, fue su única adicción vital. Visconti reveló, empero, que su muerte le sorprendió: tenía cinco canciones listas para una secuela que ya no existirá. Tras su partida, Garson recordó que Bowie le contó años atrás que un psíquico le había anunciado que moriría a los sesenta y nueve años. Se equivocó: David Bowie ya es inmortal • David Bowie en conciento, 19 de junio de 1987. Foto: AP
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Que sean fuego las estrellas. Barcelona (1917-1923), una historia narrativa de sindicalistas y pistoleros, Paco Ignacio Taibo ii, Planeta, México, 2015.
DUDA DE QUE LA VERDAD SEA MENTIRA ANDREA TIRADO
E
l título del libro anticipa que se trata de una historia de poder, corrupción e intriga. Paco Ignacio Taibo ii recrea seis años (1917-1923) de la historia de Cataluña, que marcaron particularmente a Barcelona. El autor advierte que es un libro de épica, que contiene “ingredientes de locura, grandeza, complots”, historias inverosímiles, luchas entre villanos y héroes; de épica proletaria. Que sean fuego las estrellas... es producto de una investigación que Taibo ii realizó en España y mantuvo en reposo durante treinta años. Gracias a ese trabajo, el autor es capaz de guiar en detalle al lector a través de estos años laberínticos, sin omitir nada ni a nadie; todas las calles son nombradas, todas las casas, las fábricas, los modelos de coche y, por supuesto, cada persona. Una obsesión de registro absoluto o, por lo menos, lo más preciso posible. El hilo conductor es la lucha p e r m a n e n t e e n t re p ro l e t a r i o s y burgueses, entre obreros y patrones, sindicalistas y pistoleros así como el cansancio que domina la vida proletaria, que es la clase social que no tiene tiempo para estudiar porque debe trabajar desde la infancia; quienes aprenden serán en su mayoría autodidactas, educados con libros, folletos o prensa libertaria. Desde el inicio de la historia, el autor reseña el comienzo de los atentados y, siempre de manera cronológica, aunque no siempre sea de forma lineal, irá reconstruyendo la virulenta atmósfera en la cual estará inmersa Cataluña durante esos seis años. Será un escenario de sospechas, intrigas, mentiras y rumores, pero también de miseria casi absoluta. Esta es la historia de los obreros que, por reivindicar lo justo a cambio de su trabajo, serán víctimas de la represión y la coerción. Los sindicatos exigen jornadas de trabajo de ocho horas, reconocimiento del sindicato, abolición del trabajo a destajo, pago de jornal íntegro en caso de accidente y, en algunos casos, la prohibición del trabajo de menores. Sin embargo, como lo expone Taibo i i , la Patronal de Barcelona rara vez aceptará esas demandas, y si lo hace con frecuencia no las respetará. La historia es narrada a partir de la descripción del autor, pero también con ayuda de testimonios que elaboran retratos de los protagonistas, e incluso a partir de diálogos entre personajes, como la
conversación de Lenin con el director del diario S o l i d a r i d a d O b re r a , Á n g e l P e s t a ñ a . Ta i b o i i también opta por enunciar día por día: “2 de marzo […], 4 de marzo […]”; así, a manera de diario sin primera persona, junto con la construcción de frases cortas, se acelera el ritmo de la lectura e incrementa la angustia y la opresión del ambiente reconstruido. Los testimonios recrearán, entonces, retratos tan oprobiosos como los del dúo Martínez Anido-Arleguí, gobernador de Barcelona y jefe de la policía. O bien, recuerdos llenos de afecto que evocan a personajes como Ángel Pestaña o Salvador Seguí, quienes podrían ser los “buenos” de esta épica. Taibo ii reseña la evolución de la represión, la cual comienza desde las ofensivas por parte de los patrones frente a las huelgas, censuras y/o multas a Solidaridad Obrera, hasta llegar a la abominable ley fuga, o asesinatos de presos en supuestos intentos de huida. Llegará un momento en el cual se esté más a salvo dentro de la cárcel que fuera; los asesinatos no son sancionados, a menos que sean atribuidos a cenetistas. El autor retrata una época en la cual el individuo es despojado de su libertad pues pertenece al gobierno, a la policía, o bien al nuevo sindicato Libre, aliado de los patronos y cómplice de la policía. Se hace evidente que el retratado en el libro es un período histórico en el cual la verdad tampoco significa nada. Ejemplo de ello es la denuncia ignorada de los atacantes que pretenden asesinar a Pestaña; a pesar de su testimonio, la policía no hará nada, nadie será detenido. Solidaridad Obrera, uno de los pocos diarios que se atreverá a denunciar las irregularidades, torturas e incoherencias de los procesos, será constantemente prohibido. ¿A quién se le puede creer cuando el propio gobernador civil de Barcelona miente al disminuir la cifra de atentados? ¿A quién se le puede creer sabiendo que esa es la versión oficial, y que la poca prensa honesta es censurada? Resalta también la naturaleza humana, las fisuras dentro de los propios movimientos; la oposición entre los cuadros más jóvenes, quienes querían contestar la violencia con más violencia, y los cuadros viejos que buscaban huelgas sin caer en provocaciones o disturbios, con el fin de evitar más represiones. De dichas fisuras nacen los grupos de acción independiente que actúan sin avisar a los sindicatos. Finalmente, al tratarse de una investigación, el editor añade una dirección web en donde el lector podrá satisfacer su curiosidad con abundante material fotográfico y bibliográfico; el primero es sumamente generoso y transporta al ambiente que el lector se imaginó a lo largo del libro; por ejemplo, las fotografías de huelgas o funerales dan cuenta de la característica solidaridad del movimiento anarcosindicalista. Por su parte, los retratos fotográficos de los tantos fallecidos no son, como dice Jean-Louis Déotte, la representación de un cuerpo, sino la huella
En nuestro próximo número
(el fantasma) de su desaparición. La fotografía como registro de lo desaparecido, como si se hubiera anticipado la desaparición de aquellos que fallecerían luchando por sus ideales. Que sean fuego las estrellas... es una suerte de homenaje a los obreros caídos y cuyos nombres o verdadera historia se trató de enterrar en el olvido. Paco Ignacio Taibo ii les hace justicia sacando a la luz su historia y dando sentido, en cierta manera, a su muerte •
Bitácora Pública, número 8, diciembre de 2015, México. En su última edición de 2015, la revista Bitácora Pública lanza en su portada el mural “Un caldito en el Mercury con mi General”, un homenaje al Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, el cual fue realizado en el mercado de Buena Vista, al norte de la ciudad de Cuernavaca. Se trata de un proyecto colectivo desarrollado y ejecutado por cuatro artistas: Roberto Belarmino Gaspar Cortés, locatario de un establecimiento en este mercado, quien como pintor y acuarelista ha recibido varios reconocimientos; Jesús Jonathan Castillo Silva, pintor y también locatario, así como dos artistas independientes, quienes ya habían trabajado juntos en este tipo de proyectos: Jordi Prats Pedrosa, pintor y gestor cultural con una gran proyección, que ha participado en distintas bienales y creado diversos programas culturales, y Ángel Valtierra Pillado, egresado de la Facultad de Artes, quien ha desarrollado durante los últimos años esta labor del arte-mural comunitario en el estado con distintas instituciones culturales y artistas. Se añaden dos entrevistas a esta embarcación: Carmen Boullosa y Luis Frachia hablan de sus intenciones en el arte de sus respectivos oficios, la literatura y las artes plásticas. La poesía se congrega en una reunión de espíritus afines: poemas de Diana Álvarez, Itzela Sosa, Jair Cortés y Ricardo Venegas recorren estas páginas, a las cuales se suma Daniel Galindo con el tema “La planeación en la toma de decisiones gubernamentales”. Miguel a. Martínez comparte su experiencia y conocimiento en “El aislamiento en las cárceles de México”; Edna Galindo festeja los cien años de E=mc2, la famosa ecuación de Albert Einstein; Ricardo Tapia aborda “El derecho a un medio ambiente sano y su justiciabilidad”; Tania Jasso desdobla el arte de Maya Xiu y el graffiti morelense. Este número incluye, asimismo, ilustraciones del artista visual Gabriel Garcilazo, cuyo trabajo se enfoca en procesos de investigación de imágenes e información extraída de medios masivos y de la cultura visual, para abordar, a partir del absurdo o el humor, problemáticas o fenómenos sociales actuales •
visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/
@JornadaSemanal La Jornada Semanal
AMÉRICA LATINA EN LA ENCRUCIJADA Gustavo Ogarrio
ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Naief Yehya
Agustín Ramos
L 19 DE JULIO de 2013, el flamante Papa respondía, con tinta azul en tarjeta de sello oficial y por su propio puño y letra, a la misiva de un feligrés mexicano víctima de gravísimos abusos e injusticia: Sr. Jesús Romero Colín: Tengo recibida su carta. Con dolor, vergüenza, la releí y también con los mismos sentimientos la respondo. Perdón en nom bre de la Iglesia, así con sencillez se lo pido. No me sale otra palabra. Rezo por Usted y por todos los que pasaron por ese martirio. Quiero estar cerca no. En Usted, y en los que han sufrido lo mismo, veo la cara de Cristo ultra‑
vaneció el pecado en cifra venial: sólo jada. Estoy a su lado y, por favor, cerca de dos por ciento, entre los 414 le pido que rece por mí. Que Jesús lo bendiga y la Virgen Santa lo cui‑ mil sacerdotes católicos censados hasta 2012, son parte del problema (el resde. Fraternalmente, Francisco. La información –de Dalila Carreño y to “del problema”, supongo, son “las fade Rodrigo Vera– detalla que Jesús Ro- milias y el vecindario”). Empero, no mero Colín sufrió abuso sexual y trato tardó en “casi” desdecirse arguyendo pornográfico sin que el responsable, que la charla contenía inexactitudes Carlos López Valdés, sufriera auténtico porque Scalfari –a sus noventa años– castigo, tanto por omisión de autori- había escrito de memoria, sin grabadodades judiciales como por la probable ra ni libreta de apuntes. Y como aparte protección de un cardenal y dos obis- se tocaron otros temas delicados para pos, pues aunque el Tribunal Eclesiás- la Iglesia, ésta reprochó al periodista tico de la Arquidiócesis lo declaró “manipular a lectores inocentes” (bbc). culpable y El Vaticano lo suspendió, A principios de 2015, al tiempo que el acusado continuó en sus funciones un arzobispo era acusado por enésima sacerdotales. vez como “encubridor sistemático de En enero de 2014, el Papa calificó los pederastas” por Alberto Athié, el Papa, abusos sexuales de “vergüenza” para la en oportuna entrevista con Valentina Iglesia. Sin embargo, parece que tal de- Alazraki, diagnosticó de enfermo al funclaración sólo era parte de una campa- dador de los Legionarios de Cristo, acoña para suavizar las indagatorias del tó que “la corrupción empieza por los Comité de Protección de los Derechos bolsillos” y admitió un posible encubridel Niño de la onu en el seno de la Igle- miento a Maciel, porque “sería raro que sia católica. Y porque, al mismo tiem- no tuviera algún ‘padrinito’ por ahí, mepo, en el reporte Pederastia clerical de dio engañado, medio que sospechaba mexicanos en México y en otros países, y no supiera”. En los primeros días de octubre de 1944‑2013, “169 organizaciones y asociaciones civiles” ensalzaban la eficien- 2015, abandonando su tono de buecia del Vaticano para que los inculpa- no de la película, Francisco adjetivó dos de pederastia purgasen sus delitos. de “tontos” a feligreses chilenos que Pese a ello, en febrero la onu conclu- protestaban contra la imposición de yó que El Vaticano había consentido de un obispo cómplice de pederastia. Y manera sistemática la violación de mi- para acabarla, a fines de ese mismo mes, les de infantes. La respuesta papal con- Benjamín Clariond informó a Reforma sistió, primero, en pasar la bola sibili- el otorgamiento de indulgencias plenanamente a “las familias y al vecindario”, rias por parte de Francisco a los Legioasegurando que “nadie ha hecho más narios de Maciel. Católicos de México y de otros paíque la propia Iglesia católica contra la pederastia”. Ponderó también la lucha ses sufren por la pederastia de muchos de sus dos predecesores contra esa sacerdotes. La responsabilidad, cierto, perversión y después, ante el Interna- no sólo toca a esos ministros de cultional Catholic Child Bureau, Francisco to. No sólo, pero sí bastante. Y el papa asumió, relativizándola, la responsabi- Francisco ha reaccionado incongruenlidad de lo cometido por sus ministros: temente respecto de ese y otros teeran muchos, sí, pero ni tantos toman- mas. Así, de pedir perdón “con sencillez ” a una de las víc timas, pasa a do en cuenta el total de sacerdotes. Para mediados de 2014, el Papa con- calificar de “tontos” a otros fieles en sicedió una entrevista a Eugenio Scalfari, tuación similar. Rectas, caritativas y de noventa años, en la que, con una me- misericordiosas al principio, sus potáfora que Susan Sontag habría repro- ses terminan apuntalando una visible bado, tachó el abuso sexual infantil de corrupción moral • “una lepra en nuestra casa”, aunque des(Continuará.)
David Bowie: redentor extraterrestre, arquetipo polisexual, prodigio multifacético Ellos y nosotros Hay momentos en la vida en los que hay que escoger un bando. Y hubo un tiempo en que esos bandos eran irreconciliables. A finales de los años setenta uno no podía ser una cosa y otra cosa al mismo tiempo. Por tanto, la elección era un asunto serio y la congruencia era fundamental para la credibilidad. Era la época de la música disco, que con su fusión repetitiva de elementos funk, pop y soul había entrado a México empaquetada en una envoltura de elitismo arribista, promovida en programas inanes en Televisa y las radiodifusoras más retrógradas. Originalmente, la disco había surgido como reacción a una cultura rockera dominante, comercial y misógina; era un género con orígenes proletarios, contraculturales, gays y transgresores sociales que en nuestro medio se había convertido en una torva expresión burguesa y consumista, una moda celebratoria de poliéster, esferas de espejos en perpetua rotación y clubes pretenciosos donde los simples mortales aceptaban la humillación clasista de suplicar a porteros y golpeadores que l e s p e r m i t i e r a n e n t r a r, m i e n t r a s q u e las puertas se abrían y las cadenas cedían el paso a un pequeño grupo de privilegiados.
rEfugio progrEsivo Algunos de los disidentes de esa avasalladora oleada musical que representaba lo más deleznable del gusto estético de nuestra sociedad nos refugiamos en el rock progresivo el cual, más que un género alternativo, es una serie de propuestas estéticas diversas que no se limitaba a la vanguardia musical sino que involucraba una búsqueda poética, visual y teatral. Para mí, la salvación a la anestesia sonora estéril que bombardeaba la radio era Genesis, King Crimson, Van der Graff Generator, Pink Floyd, Yes y Le Orme. Grupos que hacían alarde de técnica, búsqueda y delirio; que creaban álbumes conceptuales en los que se fusionaban elementos psicodélicos, sinfónicos y caóticos con instrumentaciones caprichosas y fuertes dosis de sintetizadores.
lEgado imborrablE Sin embargo, un ser híbrido, camaleónico y andrógino parecía poder entrar y salir de ese panteón de músicos prodigiosos sin intentar ser miembro de ese club. Era David Bowie, un personaje mercurial, seductor, inconforme y ambiguo sexualmente que produjo una obra vasta, diversa y maravillosa, que iba de la celebración lúdica al pesimismo apocalíptico, que vibraba con pasión y se revolcaba con un humor punzante. El pasado 10 de enero Bowie falleció de cáncer, después de haberse reinventado en una docena de ocasiones, después de haber alcanzado la fama demasiado pronto y de haber sobrevivido a todos los síndromes que afligen a las estrellas del rock. Bowie fue muchas cosas para mucha, muchísima gente y su música, imagen y palabras seguirán resonando por generaciones. Bowie decía que no era realmente un músico, sino alguien que usaba la música como parte de su creación y
que no tenía el menor interés de cargar una etiqueta que lo definiera. El purismo cultural que nos parecía sacrosanto a él le estorbaba, de tal manera que no tenía el menor temor de asociarse con en el mundo de la haute couture ni con la disco ni de aparecer en un filme como Laberinto (Jim Henson, '86). Y en esa actitud aparentemente desenfadada se ocultaba una postura más subversiva que el rechazo dogmático que considerábamos sinónimo de dignidad.
El hombrE inasiblE Es imposible hablar de Bowie sin mencionar la fluidez de género sexual que lo distinguió por décadas, una característica con la que se adelantó por más de cuatro décadas a la euforia transgénero que hoy domina el Zeitgeist. Varias generaciones de hombres heterosexuales y gay se inspiraron en él como símbolo de orgullo de una masculinidad distinta. Y así como se decía que no era hombre ni mujer, también se decía que no era un terrícola más y por décadas fue el extraterrestre que vivía entre nosotros. Su personaje de la cinta El hombre que cayó a la tierra (Nicolas Roeg, '76) que termina humanizándose y perdiendo la dirección de la misión que lo trajo a la Tierra, es una variante de su Ziggy Stardust, el profeta alienígena rockero que es sacrificado por sus enfebrecidos fans.
inmortalidad Bowie era muchos y todos los Bowies podían ser desconcertantes, entrañables y perturbadores. Su personaje de vampiro inmortal que envejece para siempre en la cinta The Hunger ( Tony Scott, '83) se convirtió en un poderoso y temible símbolo: el genio creador inmortal pero improductivo, algo así como los Rolling Stones o tantos otros que Bowie nunca hubiera podido ser, como puso en evidencia con sus últimos discos The Next Day y Blackstar, donde explora con sabiduría y madurez territorios conocidos y, si bien expresa nostalgia, nunca intenta recrear lo que hizo en otros tiempos. Bowie ha muerto pero nunca morirá, ya que como dijo en 1972: “El artista no existe, es sólo un producto de la imaginación del público.” •
JORNADA VIRTUAL
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TOMAR LA PALABRA
¿Sufren por tontos? (i de ii)
naief.yehya@gmail.com
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........ ARTE Y PENSAMIENTO O
Jornada Semanal • Número 1082 • 29 de noviembre de 2015
Alonso Arreola @LabAlonso
ARTES VISUALES
Germaine Gómez Haro germaine@casalamm.com.mx
Germaine Gómez Haro germaine@casalamm.com.mx
El abrazo colectivo de Marisa Lara y Arturo Guerrero
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arisa Lara y Arturo Guerrero forman una pareja de artistas singulares. Unidos amorosamente desde hace más de tres décadas, su trayectoria ha estado marcada desde sus inicios por la coautoría. Han incursionado en pintura, escultura, arte objeto, fotografía, instalación y performance, siempre a cuatro manos, es decir, en una constante práctica al alimón en la que resulta difícil –si no es que imposible– distinguir la huella de cada uno de manera individual. Con el paso de los años, su vínculo creativo se fue entreverando cada vez más, hasta que optaron por autodefinirse como “dos artistas reunidos en un mismo cuerpo artístico”. En-
tonces mutaron su identidad para convertirse en Maritzin y Arturotl, unidos física, espiritual e intelectualmente en el sello de Siameses Company, la “asociación” que han creado para desarrollar al unísono sus proyectos. El modus operandi de los Siameses es asimismo singular: juntos leen, escriben, indagan y debaten las tribulaciones filosóficas e intelectuales que sustentan su trabajo, que se caracteriza por la realización de series temáticas pletóricas de metáforas, guiños poéticos y cuestionamientos existenciales. Así lo han expresado: “Hemos experimentado que dos cabezas piensan más que una, y si se trata de decisiones artísticas, la acción doble tiene más fuerza que la solitaria: doble locura inoculada propaga con mayor fuerza el virus del arte”. Hace unas semanas tuvo lugar la presentación de su trabajo reciente: cuatro esculturas de gran formato que han sido colocadas en el camellón adjunto a la Plaza Tlaxcoaque, en el corazón de nuestra ciudad, a la que los Siameses han dedicado numerosos trabajos a lo largo de su trayectoria: “La Plaza Tlaxcoaque está en el cruce de Av. 20 de Noviembre y Fray Servando Teresa de Mier, en el Centro Histórico. Hay un tesoro de capilla del siglo xvii y una fuente saltarina que congrega a mucha gente. Fue el barrio tenochca del sur. De ahí son las memorables fotos de las prostitutas del callejón de Cuauhtemotzin, de Henri Cartier Bresson. Se dice que ahí sucedió el accidente de Frida Kahlo que la dejó lisiada. En un época hubo en esa zona sombríos separos de represión policíaca y también se derrumbaron edificios durante el sismo del '85. El lugar está lleno de historia y nuestras obras llegan a su corazón para celebrar la vida.” El camellón de la Plaza Tlaxcoaque se viste de colores con las cuatro esculturas de los Siameses que son un canto a la alegría de vivir. Estas obras, atractivas por sus di-
mensiones y poderoso cromatismo, pretenden avivar el espíritu de los transeúntes, propiciar el lugar de encuentro, de convivencia, de cohesión social. Las esculturas están realizadas en placas de acero y pintadas a mano con colores brillantes; asimismo, cumplen la función de bancas, con lo que el objetivo de congregar a los parroquianos resulta plenamente logrado. Tuve la oportunidad de ver las obras en proceso en su taller en Tlayacapan, Morelos, y constatar la complejidad técnica del diseño intrincado que presenta diferentes ángulos que permiten al visitante recorrer las piezas y descubrir conejos, perros, gatos y seres fantásticos inmersos en una constelación imaginaria. Como en muchas de sus pinturas, los protagonistas son animales que forman parte de una dualidad con el ser humano, concepto que han desarrollado anteriormente y que tiene que ver con la experiencia del espejo y el doble: su búsqueda de identidad a través de la otredad. Sus seres mutantes, híbridos, son el reflejo lúdico de su amor por los animales, a los cuales consideran el espíritu del planeta. A manera de inauguración simbólica, Maritzin y Arturotl convocaron a sus amigos y seguidores a reunirnos en torno a sus esculturas en un abrazo colectivo: “Esta ciudad necesita abrazos, el país necesita abrazos, el mundo necesita abrazos. Las esculturas que hicimos son para que la gente se sienta partícipe de la experiencia del arte contemporáneo en la misma calle, sin entrar a un museo, sin horarios ni restricciones, acompañados, si lo desean, de sus mascotas.” Nuestra ciudad necesita obras de arte lúdicas, sin pretensiones, que alegren el espacio y los corazones de sus habitantes. Marisa Lara y Arturo Guerrero derrochan su espíritu juguetón en este fantástico proyecto escultórico que rinde homenaje a nuestra ciudad con un título por demás evocador: La siempre viva, vive •
David Bowie, levántate y anda
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L SABÍA QUE ESTABA enfermo y que su muerte modificaría el significado de Blackstar, su último álbum en estudio. Amante de la mascarada y la creación de heterónimos, empero, tuvo la elegancia de esconder su padecimiento hasta el final. Incluso respetó los cánones y, desde noviembre, lanzó un sencillo homónimo (“Blackstar”) de magnífica naturaleza, acompañado por un extraordinario video. Al mes siguiente dio a conocer “Lazarus”, también audiovisual. Entonces lo advertimos demacrado y supimos que tarde o temprano nos dejaría en una pesada orfandad. El día llegó, y como sabemos que la fina pluma del amigo Óscar Sarquiz hará lo suyo para que la lectora, el lec- polirritmias a las que se suma la guitator de este suplemento, confirme o rra funky, todo tutelado por el melancomprenda la relevancia de David cólico saxofón. Suma de libertades Bowie en el imaginario de nuestro rítmicas que explica la invitación a jatiempo, decidimos usar la mecánica zzistas que generan semánticas variacuántica en una sola canción, precisa- das, pero sujetas al drama que se narra. mente “Lazarus”, para esbozar la poli- la armonía :–Compuesta en La Menor semia y múltiple ramificación de este Natural, sustenta su inicio y final en dos artista enorme. ¿Hay piezas mejores? acordes de carácter triste y afectado. Claro, pero quisimos atender a la des- Nos referimos al propio La Menor y a Fa pedida y la premonición. Mayor, primero y sexto grados de la tonalidad. Ambos se equilibran a una terla letra : –Nada más agorero que su verso inaugural: “Mira aquí, estoy en el cera de distancia subrayando el camCielo.” Alegoría de ascenso, la letra bio de función Tónica a Subdominante, apela al mito de Lázaro de Betania, re- promesa de un advenimiento que ocusucitado por Cristo según el Nuevo Tes- rre cuando la escala pasa al relativo tamento; pero sobre todo propone un mayor c , justo en el momento en que renacimiento inmaterial que abando- Bowie recuerda su llegada a Nueva York. na la carne y lo mundano (el teléfono Lo que pareciera un simple cambio de celular, el dinero, el poder, el culo de grado, en realidad prepara un perspiNueva York) para alcanzar la libertad, caz brinco escalar de tercera menor “tal como ese pájaro azul”. He allí, una ascendente hacia el Mi Bemol Mayor vez más, la capacidad de Bowie para (¿dominante de tritono?), seguido por combinar lo metafísico, lo místico y un Re Siete. Progresión que dura poco lo urbano en un texto breve, brillante, pues Lázaro regresa a la tristeza inicial, efectivo. ahora furiosa, para terminar con violentas ligaduras de guitarra. Una armonía la melodía :–El contorno de los alientos –con tres o cuatro notas armonizadas– recatada si se compara con la exacerbacontribuye magistralmente al entrama- ción cromático-flamenca de “Blackstar”. do melódico sin estorbar al gobierno e l video :–Dirigido por Johan Renck de la voz. Como sucede en el disco en- (también responsable del videoclip tero, Donny McCaslin (saxofonista que “Blackstar”), presenta a Bowie tendido grabara con Bowie en 2014), parece en la cama, vendado pero capaz de ver cómplice determinante en la estética el más allá, amenazado por la enfermegeneral, pues sin duda fue el puente dad (¿la mujer debajo de la cama?), a para que llegaran Tim LeFebvre (bajo), punto de levitar y despidiéndose del Ben Monder (guitarra), Jason Lindner pasado, tomando notas con manía (teclado) y Mark Guiliana (batería), re- (¿pendientes?), caminando en reversa ferentes del mejor down town neoyor- hacia el armario (¿no dicen que los caquino a quienes les ha faltado recono- dáveres se guardan allí?). Una actuacimiento. (¡Vaya que los hemos visto ción severa que a la luz de su muerte en circunstancias adversas!) Dirigidos acongoja y deja sin aliento. por Tony Visconti, todos trabajan al ser- el teatro : Con el actor Michael c . Hall vicio de la canción, improvisando sin (Dexter) a la cabeza, “Lazarus” también narcisismos, ocupados sobre todo en es una obra del New York Theater Workgenerar peso y textura con arrebata- shop dirigida por Ivo van Hove, coescridos y breves trazos melódicos. ta por David Bowie y Enda Walsh, basada en la novela The Man Who Fell to el ritmo : –Su compás está en cuatro por cuatro. De inicio, la batería presenta Earth, del escritor Walter Tevis, misma una repetición simple (con la guitarra historia que Bowie protagonizara en en dieciseisavos pareciera de Place- el cine para Nicolas Roeg (1976). Lázaro, bo), pero su ejecución es sofisticada ahora como resurrección y cambio del por contenida, por la sabia administra- mundo; como obsesión del impulso ción de platillos y la falta de tambores eterno: levantarse y andar. ¿Nos quedamos cortos? Seguro que que no sean el bombo o la tarola. A partir del interludio y hasta el final, el ritmo sí. Continúe usted con las posibilidades. varía inefable en un terreno pactado Buen domingo. Buena semana. Buenos con el bajo a plumilla, lo que produce sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
24 de enero de 2016 • Número 1090 • Jornada Semanal
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Jorge Moch Ana García Bergua
tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch
Ana García Bergua El mundo de la representación …hoy prevenido quiero que alegre, liberal y lisonjero fabriques apariencias que de dudas se pasen a evidencias. Pedro Calderón de la Barca, El gran Teatro del mundo.
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N ESTOS DÍAS HELADOS en que escribo la columna está por todas partes el personaje del Chapo que ya se escabulló el año pasado por un túnel inverosímil y ahora fue atrapado en otro escape que fue como de película, –incluso con el capítulo previo en que el maleante corría con su cocinera y unas niñitas a manera de escudos humanos–, y para colmo después aparecieron el actor Sean Penn que lo localizó antes que la Marina y lo entrevistó para la revista de espectáculos Rolling Stone, y la actriz que fue a verlo a la sierra después de intensos y malor tografiados arrumacos por celular, y a la hora en que estas letras se publiquen pues quién sabe qué más habrá pasado, si el villano, como en las películas de Batman, se volverá a salvar para mantener la amenaza latente y poder producir los capítulos tres, cuatro o cinco de la saga, si la trama no habrá dado un giro inesperado como de extradición ex‑ press, si se instalará una calma chicha en la que los espectadores pedirán más, pues the show must go on como ya todos sabemos. La cosa es que ya me siento como el personaje de Truman en la excelente película de Peter Weir actuada por el genial Jim Carrey, The Truman Show, ya sólo temo el momento en que al tocar un pedacito de smog allá al fondo de mi calle cuando vaya a la farmacia por pasiflorine, éste resulte ser un telón pintado, pues ya todo, todo lo que escuchamos, nos comunicamos, intercambiamos, parece más un espectáculo o el capítulo de un espectáculo cada vez más raro, tortuoso, cruel en el que unos actúan y los otros nada más miramos o quizás colaboramos sin darnos cuenta al hacer los aspavientos y las exclamaciones pertinentes, como el coro de las tragedias griegas. Y de la misma manera que en una película o una novela policíaca buscamos la conspiración, la trama de fondo, la verdad oculta, cavilamos toda clase de explicaciones, que si todo este show es para esconder el hundimiento del peso frente al dólar, que si fue creado para tapar el negocio de los que hacen negocio con el villano,
que si para olvidarnos de la existencia del petróleo que antes nos importaba y lo exportábamos tanto, y así el espectáculo sigue su propia inercia, su producción afanosa e infinita, como si se hubiera ido de las manos, como si la sociedad del espectáculo hubiera llegado a ser ya el espectáculo de una sociedad que da vueltas buscando su lugar en un teatro, del escenario a las butacas y de las butacas al escenario, cuando los tramoyistas ya se fueron a sus casas y nadie distingue quiénes son los verdaderos actores. Ya habían dicho Shakespeare y Calderón de la Barca que el mundo es un teatro, o sea que la cosa no es del todo novedad. También Platón nos había avisado que lo que vemos no son sino sombras al fondo de una caverna –y en este momento al fondo de la caverna vimos la sombra del Chapo escabullirse y peor aún, las sombras de sus secuaces de todos tipos, monetarios y políticos, difuminándose a ambos lados del río Bravo–, y que a lo mejor la realidad, eso que percibimos con nuestros débiles sentidos, no es sino parte de una representación, una imaginería virtual. Y sabemos de la fuerza que tienen en nuestra historia las representaciones, desde la sencilla ceremonia de soplar las velitas del pastel cada vez que cumplimos años, hasta los fastuosos rituales de todas las religiones, o los desfiles militares con sus banderas, o los podios donde los gobernantes anuncian sus hazañas, o los anuncios donde gente encantadora bebe whisky. En buena parte de nuestras vidas la forma es fondo, necesitamos de la ilusión y de las tramas, de la misma manera en que los insectos liban el néctar de las flores más coloridas, o ciertos animales bellos y venenosos echan mano (o más bien pata) de su aspecto para atrapar a otros bichos ilusos y enamoradizos. Y yo no sé si detrás de ésto existe en verdad una verdad, es decir una realidad dura de fondo, un mundo gris al que todas estas simulaciones ocultan, o si ese mundo nuestro gris y trágico y terrible lleno de gente que emigra y desaparece es también la macabra representación de algo peor aún. La cosa es que, como decía, todo este asunto del Chapo me dio claustrofobia, como cuando Truman descubre que su vida entera es un set de cine, y busca la salida, pero todavía no encuentro el ciclorama •
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UÁL ES LA FUNCIÓN de la televisión en México?, ¿entretener al más vasto público posible aunque ese entretenimiento –como sucede– suponga lesionar el bagaje cultural colectivo para embotar la rebeldía intransigente?, ¿informar de sucesos que marcan vidas y del quehacer casi siempre deshonesto de quienes ungimos como representantes de esa colectividad?, ¿ser ariete propagandístico del régimen, tal que ha fungido desde su aparición en el país? Lejos de una vocación purista de medio masivo (purista como fue en su momento por ejemplo la bbc en Inglaterra y allende sus fronteras, la Deutsche Welle en Alemania o la cadena nhk de Japón), la televisión en México, por la conducción fatal de Televisa y t v Azteca principalmente, se ha constituido en el medio neurótico por excelencia, el que maneja discurso, retórica, narrativa y hasta piezas documentales pavorosa, a menudo ridículamente situados en el estrato falso de esa neurosis. La televisión mexicana de los consorcios privados apuesta a la neurastenia para confeccionar lastimeras desmemorias de que se alimenta una maquinaria de poder político, económico (y también lo mismo religioso que policíaco) que por usos y costumbres ligados a lo más cutre que puede ofrecer el ejercicio corrupto de la administración pública parece haber recuperado perpetuidad funesta para seguir entronizada como gobierno. Colima hace unos días encarnó el más reciente ejemplo: el pri , ese que más que partido político o simple falansterio del crimen parecería ya mo‑ dus operandi, proclama haber ganado la gubernatura de ese estado. Basta ver cualquier noticiero de cualquiera de los canales del duopolio para atestiguar el sesgo propagandístico de cualquier información sobre el presidente, por ejemplo, o sobre el secretario de Gobernación, o sobre las fuerzas armadas y del orden, vinculadas históricamente a una colección de atrocidades que va desde el aparato represivo hasta el más vulgar crimen organizado. En México la tesitura del contenido lo dicta la esquizofrenia mercachifle. Luego de las noticias de cada mañana, tendenciosas casi siempre, se suelta una barra programática de merolicos que en general apunta a las amas de casa, o sea nuestra esposa, madre, tías, hijas, sobrinas y amigas y este segmento es el de mayor extensión, desde las nueve o las diez de la mañana hasta el anochecer, en que habrán de volver los noticieros para darle un rostro serio al ocaso y para que luego, con los programas de humor, la familia televidente se complete con los machos de la casa. Para los incondicionales amantes de la testosterona, habrá más noticieros por
la noche y deportes con anuncios y más anuncios con deportes, y luego, deportes con otro poco de anuncios; puro nutrimento intelectual. Siguen en boga, increíblemente, telenovelas que son verdaderos rosarios de estulticia y taras sociales como la resignación ante el destino. Y merecen capítulo aparte esas aberraciones que dedican ingentes recursos al chisme trapacero, al amarillismo farandulero y a las más abigarradas variaciones del escándalo de patio vecinal. Hace ya varios años que el semanario alemán Der Spiegel acusó a las televisoras mexicanas de ser las mayores emisoras de basura televisiva del mundo. Televisa fue el precursor de la fórmula del programa ligero, de varie‑ dades dicen, que con el andar de los tiempos ha ido involucionando, incorporando más y más formulitas y estereotipitos para terminar consolidando un verdadero galimatías que va del kitsch al vulgar albur; de la nota roja al índice financiero; del incentivo sexual al consejo moral... ecuménica, por decir lo menos, siempre infestada de mensajes comerciales, de coerción psicológica para que las amas de casa despanzurren la quincena en babosadas como tintes para el cabello y cereales que no alimentan. En las producciones nacionales cualquier asomo de realidad es fastidioso. Si aparece, se trivializa. Aunque en honor a la verdad, este país se ha deteriorado tanto que hay realidades espeluznantes que es preferible no ver en televisión porque ya con el día a día nos basta. Las televisoras ofrecen sendos repertorios de interminables anuncios que logran mantener al respetable público en sus asientos, rumiando cuanta bazofia le arroja la pantalla al regazo. Es como si la televisión, al encenderse, cancelara el discernimiento. Pero parecen felices los empresarios de los consorcios y sus alecuijes del desgobierno. Pero sobre todo, pobre México, parece feliz el vasto público de esa zafia televisión tan nuestra •
CABEZALCUBO
PASO A RETIRARME
La tele, esa neurótica
........ ARTE Y PENSAMIENTO O
Jornada Semanal • Número 1090 • 24 de enero de 2016
Luis Tovar
Juan Domingo Argüelles
Twitter: @luistovars
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N UNA ENTREVISTA DE 1999 Hugo Gutiérrez Vega afirmó:“Creo que mi mejor amigo literario es Quevedo y pienso que sigue siendo un maestro para todos.” En noviembre de 2014, cumplidos ya los ochenta años de edad (en febrero de ese mismo año), al participar en el Encuentro Internacional de Poesía de la Ciudad de México, Hugo Gutiérrez Vega invocó la memoria de Quevedo y expresó:“Decía mi hermano mayor y maestro Rafael Alberti que, cuando pasamos de los ochenta años, conviene terminar una lectura de poesía recordando a Quevedo.” Y acto seguido dijo de memoria, con esa voz natural y trabajada del hombre de tea-
tro, en el atril y en el teatro de la vida, el poema quevediano que ya, para entonces, era su divisa: “¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde?/ ¡Aquí de los antaños que he vivido!/ La Fortuna mis tiempos ha mordido;/ las Horas mi locura las esconde./ ¡Que sin poder saber cómo ni adónde/ la salud y la edad se hayan huido!/ Falta la vida, asiste lo vivido,/ y no hay calamidad que no me ronde./ Ayer se fue; mañana no ha llegado;/ hoy se está yendo sin parar un punto:/ soy un fue, y un será, y un es cansado./ En el hoy y mañana y ayer, junto/ pañales y mortaja, y he quedado/ presentes sucesiones de difunto.” Dicho el poema, Hugo terminó su participación con los famosos versos postreros de “Amor constante más allá de la muerte”, que le devuelven el sentido a la vida, gracias al amor: “serán ceniza mas tendrán sentido;/ polvo serán, mas polvo enamorado”. “Siempre hay que tener con uno a los clásicos españoles”, afirmaba Hugo Gutiérrez Vega, y él siempre los tenía presentes en su conversación con los difuntos. Y están también en su poesía. En su “Carta al poeta José Carlos Becerra muerto en la carretera de Brindisi”, escribe el siguiente epígrafe revelador: “Al escribirla pienso en la muerte de amor que danza en el sueño de Quevedo.” Al cumplir sus ochenta años, Hugo volvió a invocar a Quevedo, al hacer un recuento de sus propios libros. Dijo, por ejemplo: “Cantos del Despotado de Mo‑ rea, que tiene poemas para los muertos, debería llevar como epígrafe los primeros versos de un soneto de Quevedo que escribió cuando se fue a la Torre Manchega y se retiró: “Retirado en la paz de estos desiertos,/ con pocos, pero doctos libros juntos,/ vivo en conversación con los difuntos/ y escucho con mis ojos a los muertos.” Añadió: “No encuentro mejor definición de lectura. Leer es escuchar con los ojos a los muertos.” Fiel a sus clásicos españoles, en otra entrevista, le dijo al periodista Ricardo
Solís: “Tarde o temprano se retorna a los clásicos. Decía Vicente Aleixandre:‘Aunque de repente uno se olvide de su Quevedo o de su San Juan o Garcilaso de la Vega, tarde o temprano nos exigen, sin darnos cuenta, de una manera misteriosísima, que volvamos a ellos.’ En mi caso, mi generación estaba muy ligada a los clásicos (aunque no escribiéramos ya como ellos, por supuesto). Yo sigo pensando que el alfa y omega de la poesía en lengua española sigue siendo San Juan de la Cruz, y pienso que el maestro de la forma y el fondo, de la sustancia, de la intensidad y la capacidad de condensación que tiene la poesía, sigue siendo Quevedo; y después de él, tal vez Miguel Hernández o Rafael Alberti, que estaban siempre cerca de los clásicos. Tarde o temprano se regresa a los clásicos, y nos entregan su mensaje.” En la vida, en la muerte, en el amor y el humor Hugo Gutiérrez Vega concentró sus pasiones. Estos cuatro puntos cardinales marcan el rumbo potente de su vida. A Quevedo no le faltan ni el humor ni la verdad cuando, ironizando sobre el que dijo “lascivos son mis escritos, pero mi vida buena”, le responde, con lo mejor de su carácter burlesco y su modesta sinceridad:“Yo, al revés; malo y lascivo, escribo cosas honestas.” Hugo Gutiérrez Vega lo hubiera firmado. En el retiro de la corte, en la paz de los desiertos, Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015) le da la mano a Quevedo. Éste dice: “Yo me salí de la Corte,/ a vivir en paz conmigo.../ Que para mí, que deseo/ vivir en el Adanismo/ en cueros con otra Eva,/ de plata son estas breñas”. Un eco de este humor y de este feliz gracejo se escucha en la poesía cotidiana de Gutiérrez Vega, que había leído muy bien, profundamente y venturosamente, a su Quevedo, a este Quevedo que fue suyo y siempre es nuestro, a este esplendor de la palabra y de la emoción, que siempre estará vivo, pues sus poemas, para decirlo con palabras de nuestro querido e inolvidable Hugo,“cantan aquí y ahora” •
El músico actor
JORNADA DE POESÍA
Hugo Gutiérrez Vega, quevediano
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ON INNUMERABLES LOS MÚSICOS y cantantes que han incursionado en el cine, ya sea de manera esporádica o frecuente –John Lennon es buen ejemplo de lo primero y Frank Sinatra de lo segundo, y la lista es tan grande como abundante en oportunismos, obviedades y decepciones–, pero son contados los casos de quienes, independientemente de ser celebridades en el ámbito musical, fueron reconocidos por su calidad en tanto actores.
CamalEón dE CEluloidE Polifacético en grado extremo, David Bowie no era menos inclasificable en el cine de lo que fue en la música: del mismo modo en que de un álbum discográfico a otro podía cambiar de manera radical ta encontrar el punto en que acaban su propuesta sonora, sus dos decenas por tocarse. Para muchos la más conocida actuade participaciones encarnando algún personaje de película refrendaron esa ción de Bowie, en Labyrint (Jim Henson, reconocida capacidad camaleónica que 1986) encarna al Rey Goblin, el solitario siempre lo caracterizó. Histriónico por y tortuosísimo soberano del laberinto naturaleza, Bowie poseía la virtud máxi- que da nombre al filme, donde le concema del actor: era capaz de hacer que su de a una adolescente sólo trece horas, propio yo desapareciera y en la panta- antes de que sea medianoche, para reslla quedase sólo el ser de ficción al que catar a su pequeño hermano, al cual el Rey Goblin tiene secuestrado en su prestaba cuerpo, voz, actitud y alma. Déjese de soslayo la –desconcertan- castillo; en caso de no poder rescatarlo, te de a ratos– facilidad que tenía el crea- el niño quedará convertido en un godor de Ziggy Stardust para incorporar blin más. Bowie no es el protagonista sino un su talento a producciones de nivel más bien dudoso, o de plano menos que me- extraordinario Willem Dafoe, y su pardiocre; déjese de lado también el medio ticipación suma apenas unos cuantos millar de filmes, series y programas de minutos, pero no puede hallarse en totelevisión que utilizaron una o más da la filmografía alusiva, que por cierto de sus composiciones, muchas veces de es abundante, a ningún Poncio Pilatos manera emblemática, y concéntrese la mejor que el interpretado por él en The atención en el puñado de filmes con los Last Temptation of Christ (Martin Scorque a Bowie le bastaría para hacerse de sese, 1988): sobrio en extremo, contenido ejemplarmente, Bowie le imprime un sitio cinematográfico memorable: En The Man Who Fell to Earth (Nicolas a la secuencia de la conversación con Roeg, 1976), Bowie es un extraterres- Jesús un tono intimista absolutamentre que proviene de un planeta que es- te inolvidable, que raya en la maestría tá muriendo de sed y llega a la Tierra en actoral. En Basquiat (Julian Schnabel, 1996), busca de agua. Lo que encuentra, entre otras cosas, es cuán incomprensible Bowie interpreta de modo difícilmente puede resultar la naturaleza humana, superable al mítico Andy Warhol, en el comenzando por el deseo de poder, la descubrimiento que éste hace del también célebre pintor Jean-Michel Basacumulación material y el amor. En The Hunger ( Tony Scott, 1983) quiat, y su consecuente introducción al Bowie es John Blaylock, un hombre que mundo del arte plástico, las galerías, la tiene por pareja a una mujer vampiro, fama, las fiestas y los excesos que éste pero que padece de envejecimiento suele conllevar, en los que Warhol es fiprematuro y le quedan unas cuantas gura central. horas de vida, y que para evitar su extinción busca la ayuda de una científi- la solEdad dEl pErsonajE ca. Vida eterna, decrepitud, miedo a la Pareciera fruto de la casualidad, y quepropia extinción y amor son los motivos da para la especulación decidir si fue que componen el ansia de Blaylock. eso o más bien resultado de una deciEn Merry Christmas Mr. Lawrence sión consciente por parte de Bowie, pe(Nagisa Oshima, 1983), Bowie es un ro todos los personajes citados son, soldado británico de la segunda guerra esencialmente, seres solitarios, excénmundial capturado por el ejército japo- tricos, diferentes de quienes los rodean: nés, que mientras está preso establece un extraterrestre, un preso en territoun vínculo aparentemente impensa- rio extranjero, un vampiro, el rey de un ble, por lo intenso, con el comandante mundo mágico, el poderoso en una del campo. Disciplina, valor, honorabi- tierra que no es la suya, donde no es lidad y respeto por el otro son los ingre- querido y se habla otro idioma… y Andientes de fondo de este filme, en el que dy Warhol. dos visiones del mundo diametralLarga vida a un extraordinario actor mente opuestas son confrontadas has- que prefirió ser músico. •
CINEXCUSAS
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CREACIÓN
24 de enero de 2016 • Número 1090 • Jornada Semanal
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—El chico quiere hacer un disco, Tony… —dijo Vince, mientras descorchaban una botella de vino tinto, ya instalados en el ático de la peletería— Y quiere que yo se lo produzca, ¿puedes creerlo? Tonye le dio un sorbo a su copa de vino y suspiró de manera docta; miró a Robert desde lo alto de sus ojos rasgados, lo pensó un poco, y al final escupió: —¿Es cierto? Robert no respondió; en su lugar tomó su guitarra y comenzó a tocar una pieza algo sosa. Tonye no soportó aquello por mucho tiempo y, a media pieza, lo detuvo. —Te contaré una historia —dijo y le arrebató la guitarra. Y así, en poco más de media hora, cual juglar, Tonye relató la historia épica de su planeta en forma de parábola, refiriendo la perfecta conjunción del azufre y del mercurio destinada a estallar para provocar vida. Y continuó hasta que la noción primordial –la suprema paradoja que sólo puede resolverse a sí misma– quedó descifrada en júbilo: ambivalencia de lo divino que demanda la anulación antes q u e l a c re a c i ó n .
unque seguía vistiendo de riguroso cuero negro, el legendario Vince Taylor ya no era tomado muy en serio en 1967: cuentan que, por entonces, los viernes por la noche, tenía la costumbre de combinar lsd con vodka, para luego ponerse a predicar de mala memoria el Evangelio según San Mateo afuera del 2 i ’s Coffee Bar, en Soho, espantando a los turistas. Sin embargo, Robert, a sus 20 años, en busca de productor para su primer disco, seguía leyendo en el rostro de borracho veterano de Vince algunas verdades artísticas y, por ello, humanas. Y aquella tarde de lunes, como de costumbre, guitarra en mano, Robert esperó a su maestro afuera del ayuntamiento de Westminster, hasta que echaron a Vince de las celdas preventivas luego de purgar 72 horas por alterar el orden público. —¿Tienes un cigarrillo? —preguntó Vince en cuanto localizó a Robert. Robert sacó sus Benson & Hedges y le encendió uno. Vince le dio un jalón bastante ansioso al cigarro y se talló los ojos.
–¿Crees que podamos hablar de mi disco, Vince? —arremetió Robert enseguida— Tengo algunas ideas que quizá… —¿“Algunas ideas”? —lo interrumpió Vince en tono sarcástico— Te diré algo, muchacho: tú no tienes ni puta idea, ¿entiendes? ¿Sigues con tu basura folk? ¡Estamos en 1967! Si lo que quieres es un disco, debes hablar con Tony… —¿Tony? —¡Tonie! —¿Tony o Tonie? —preguntó Robert. —Eso depende —respondió Vince—; a veces es uno y a veces otra; tiene que ver con el clima, con la hora del día; en todo caso es ambos. Debió aterrizar hace unos días… —¿Es americano? —Tony viene de las estrellas… —dijo Vince como si recitara códices antiguos— Lo buscaremos después de pasar por una cerveza. ¿Tienes tres libras? Fueron por la cerveza y, aunque tenía prisa por conocer a Tonye, Robert se comportó; y la verdad es que se vio recompensado: cuando Vince terminó su cerveza, sin decir palabra, tomó camino directo al número 21 de la calle Heddon. Al llegar, sin embargo, Robert no pudo evitar su desilusión:
—¿“Peletería K. West”? ¿Qué demonios hacemos aquí, Vince? —Espera… —Vince tocó la puerta tres veces, en clave —¿Sabes que el número 3 expresa el orden del cosmos, según los gnósticos? —dijo y esperaron un minuto entero. Hasta entonces abrieron, y aquello que respondió desconcertó por completo a Robert. —Robert, te presento a Tonie —dijo Vince—; Tony, te presento a Robert… —Los esperaba… —respondió una voz neutral de criatura fantástica, bípeda, humanoide y muy alta, pero en definitiva celestial; aquello vestía un traje plastificado color azul rey, untado desde los pies hasta muy arriba del cuello que, de forma imposible, irradiaba una luz blanca; su mirada, de grandes ojos bicolores, algo rasgados, era feroz, aunque inexplicablemente transmitía ternura; de nariz inexistente, su rostro era sostenido por un mentón rectangular, fuerte, pero de labios delicados; y su melena dorada, más de hiena que de león, ondeaba de forma graciosa cada vez que los vientos del Támesis la alborotaban. Tonye era un sombrío ser de luz en el que parecían coexistir, como en el Fénix, los principios cosmológicos.
Ziggy Stardust en Londres Adolfo Vergara Trujillo
De esta forma Tonye le enseñó que “amor” jamás sería lo mismo que “amar”. –Dramático –musitó Vince cuando Tonye terminó. Después de un minuto completo el mutismo de Robert reaccionó: –¿Has pensado en incluir un sax? ¿Violines? ¿Toda una maldita sinfonía? –Te doy cinco años para hacer tus arreglos terrestres, muchacho —respondió Tonye—. De lo demás no te preocupes: yo produciré tu disco… –¿Por fin saldrás a luz? ¿Tony? —preguntó Vince, con algo de sorpresa. –Na, yo me basto a mí mismo –respondió–; además, ya soy famoso en mi planeta. Pasarían cinco años desde aquello. Al final, la estética de la banda –“The Spiders From Mars”– resultaría algo exagerada, en los créditos de la producción aparecería el propio Robert –“David Bowie”–, al lado del chico aprendiz de los Estudios Abbey Road –Ken Scott–, aunque el álbum, incluso hoy, es memorable. El ser de las estrellas no ha regresado a la Tierra desde 1969; sin embargo, según me contó Vince en 1990 –un año antes de morir–, para Tonye ha pasado muy poco tiempo; y es que un año de buena música es infinitamente más difícil de conseguir que viajar un año luz •
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