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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 30 de Abril de 2017 ■ Núm. 1156 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Rodolfo Walsh un fusilado que vive (60 años de Operación masacre) Farouk Caballero rodolFo Walsh según Galeano, entrevista • Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, rodolFo Walsh • La Carta de Walsh , orlando ortiz


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30 de abril de 2017 • Número 1156 • Jornada Semanal

Poema

Evgueni Yevtushenko* Rodolfo Walsh: un fusilado que vive

En Rodolfo Walsh se verifica de manera incontestable aquel aserto de García Márquez y José Emilio Pacheco, entre otros, según el cual el periodismo es literatura, sobre todo cuando es ejercido con pasión y talento. El pasado mes de enero Walsh habría cumplido un siglo de vida, pero la realidad brutal de la dictadura argentina mató en el mes de marzo de hace cuarenta años a este intelectual, periodista y narrador sobresaliente, cuya principal obra es sin duda Operación masacre, novela que a su vez alcanza este 2017 sesenta de haber sido publicada por primera vez y es tan actual como los recientes crímenes que han segado la vida y la trayectoria de periodistas igual de comprometidos

(1933-2017)

¡La mitad no quiero de nada! ¡Que sea mío el cielo todo! ¡La tierra toda, mía! Mares y ríos, el torrente de la montaña, ¡míos! No los comparto. No me seducirás, vida, con una parte. ¡Será todo o nada! ¡Yo podré con todo! No quiero ni la felicidad ni el dolor a medias. Quiero, sí, la mitad de la almohada donde, pegado a tu mejilla, como una pobre estrella fugaz, fulgure el anillo de tu dedo…

que Walsh. A su memoria van dedicados la semblanza que de él hace Farouk Caballero, la entrevista

Versión de rafael alberti y María teresa león

donde Eduardo Galeano, otro imprescindible, habla de Rodolfo Walsh, el artículo de Orlando Ortiz sobre la célebre “Carta abierta de un escritor a la junta militar”, así como fragmentos de ésta. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

* Poeta, narrador y ensayista con más de treinta títulos publicados, traductor del español al ruso, director cinematográfico y actor, Yevtushenko falleció el pasado 1 de abril de 2017, en Estados Unidos, donde residió desde 1991. Además de haber recibido numerosos premios y distinciones por su obra literaria, fue miembro de la Academia Estadunidense de las Artes y las Letras y de la Academia Europea de Ciencias y Artes.

Directora General: C armen L ira S aade , Director: H ugo g utiérrez V ega (†) , Jefe de Redacción: L uiS t oVar , Edición: F ranCiSCo t orreS C ó r d o Va , a L e y d a a g u i r r e r o d r í g u e z y r i C a r d o y á ñ e z . Coordinador de ar te y diseño: F r a n C i S C o g a r C í a n o r i e g a , Diseñ o y formación: m arga P eña , Diseño de Columnas: J ua n g a b r i e L P u g a , Relaciones públicas: V e r ó n i C a S i L V a ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a Le Jandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: Rodolfo Walsh: la resistencia y la verdad Collage digital de Marga Peña

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.


Auguste Rodin:

una revolución moderna Vilma Fuentes

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ara conmemorar el centenario de la muerte del escultor francés Auguste Rodin (1840-1917), el Grand Palais presenta una gran exposición que reúne doscientas esculturas suyas al lado de ciento cincuenta obras de sus contemporáneos y discípulos, tales como Brancusi y Picasso. La muestra busca dar a conocer el genio de un creador que revolucionó el arte con una vuelta de tuerca de ciento ochenta grados generando el nacimiento del arte moderno, anterior a Braque, Matisse o Picasso mismo. El comisario de esta exposición subraya que no se trata de una retrospectiva, pues existe la exposición permanente en el museo Rodin y puede también contemplarse su obra en la que fue su casa de Meudon. A principios de la década de los ochenta tuve la suerte de acompañar a Tasende, dueño de la galería que lleva su nombre, al Museo Rodin. José Luis Cuevas le había dado mi teléfono, pues era su galerista en La Jolla, California, y Tasende venía a París para adquirir una escultura de Rodin. Fue muy distinta de mis visitas anteriores al antiguo Hôtel Biron, situado en París, que el poeta Rainer Maria Rilke hizo conocer a Rodin durante la época en que fue su secretario y el cual fue elegido por el escultor como domicilio y taller en 1908, antes de su instalación en Meudon. Tasende fue recibido por el director del museo. Después de un paseo guiado por la exposición permanente abierta al público, la cual comienza en los hermosos y vastos jardines, donde se tiene un primer encuentro con las esculturas que forman el grupo llamado Les bourgeois de Calais y se extiende al interior del edificio construido en 1727 por el arquitecto Jean Aubert, privilegiados como clientes, nuestra visita prosiguió en las salas cerradas al público, verdadera caverna de Alí Babá, donde pudimos contemplar muchas otras esculturas de diversos tamaños así como los moldes dejados por Rodin para reproducir sus obras. A semejanza de la piedra donde se prepara la litografía de un pintor, la cual es destruida al terminar el tiraje programado y numerado, la fundición de bronces en esos moldes es también limitada a cierto número antes de ser inutilizados de manera definitiva. Este es un principio comercial comprendido con claridad por Auguste Rodin, quien supo hacer reproducir sus obras sin por ello permitir que una multiplicación al infinito devaluase su precio, lo cual no le impidió, gracias a un método inventado por su amigo Henri Lebossé, reproducir sus obras en diversos tamaños, agrandando o reduciendo su tamaño a voluntad. Uno de los maravillosos resultados de este método es la escultura de L’homme qui marche, creada a partir de los restos de la concepción de su Saint-Jean Baptiste: un tronco y un par de piernas, ensamblados tal cual por Rodin en la creación asombrosa de un hombre que camina sin cabeza ni brazos. Uno de los aciertos de la actual exposición en el Grand Palais es haber puesto juntas esta escultura de Rodin y la del caminante de su heredero Giacometti. Lado a lado también los Sommeil (Sueño), de Rodin y de Brancusi, o el Fou (loco), de Picasso junto al del escultor francés. Al visitar las salas que sirven de almacenes de obras y moldes en el museo Rodin, yesos, bronces, mármoles, barros, dispuestos, por no decir amontonados, unos junto a otros en aparente desorden, no dejaron de sorprenderme los torsos desmembrados,

Gran mano encrispada, 1884-1886, Museo Soumaya. Fuente: commons.wikimedia.org

restos o figuras inacabadas que Rodin habría ensamblado al antojo de su genio. Y, sin embargo, este hombre que desmiembra, corta piernas o brazos, mutila cuerpos, para luego ensamblarlos en otro orden, dijo: “Suprimí el talento para dejar hablar al impulso puro.” Arranque del vuelo, despegue hacia los cielos de la figura inacabada que brota de su cascarón de piedra, mármol, bronce, barro. Rodin sigue el principio técnico y estético de non finito de Miguel Ángel. Soplar vida a la materia, animar la piedra, otorgar al hombre el don del vuelo del ángel, aspiración casi luciferina del escultor. Acaso se deba a esta ambición la gigantesca obra de Rodin: siete mil esculturas, diez mil dibujos, mil grabados y diez mil fotografías. Auténtica fuerza de la naturaleza, dotado de un genio casi monstruoso y de una virilidad rara; si su vida sentimental fue desbordante, sus obras causaron escándalo por el erotismo de las poses de sus figuras masculinas o femeninas y por la sensualidad de las epidermis, sean de mármol, yeso o bronce, a las cuales infunde el temblor de las sensaciones que pueden alcanzar el orgasmo. A menudo inspirado por obras literarias cuyos autores admira, Rodin explora el Infierno, de Dante. De sus círculos emergen, para formar la célebre pareja de Le baiser (El beso), las figuras en mármol enamorado de Paolo y Francesca da Rimini, como también el terrible Ugolin devorando a sus hijos. La Porte de l’Enfer, conjunto escultórico, retomado una y otra vez por Rodin, es una obra monumental inacabada, en la cual su autor expone todas las formas de su creación. En 1885 su cantor, Octave Mirbeau, llevó a cabo una descripción completa de las figuras representadas. Otra de sus esculturas más espectaculares es su estatua de Balzac. Si La divina comedia lo inspiró, La comedia humana quizás lo llevó a identificarse con su autor al extremo de poder decir a propósito de esta obra: “Balzac soy yo”, tal como Flaubert dijo de su personaje: “Emma Bovary soy yo.” Balzac y Rodin, figuras monstruosas, transpiran genio por todos los poros de sus cuerpos poderosos. Escultura a la vez majestuosa y fantasmal, creada a solicitud de La Société de Gens de Lettres, fue rechazada a causa de “su aspecto moribundo”. Defendida por Zola, la escultura de Balzac puede admirarse en el bulevard Raspail o en el Museo Rodin. Su obra más monumental, de siete metros de altura y con un peso de ocho toneladas, es una transposición de Les fleurs du mal, de Baudelaire, en la cual trabajará hasta el último día de su vida sin poder terminarla. No será fundida en bronce sino hasta 1926 en París. Acaso Auguste Rodin pensaba en L’oeuvre inachevée (La obra inacabada) de Balzac al tratar de pasar a la escultura el aroma venenoso de Las flores del mal que exhala la poesía de Baudelaire

L’Homme qui marche (El caminante), 1911 Mano de Rodin con una figura femenina, 1917

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Muhhammad Shukry

Jean Genet en Tánger (fragmentos) ENCUENTRO DE UN JOVEN ESCRITOR ÁRABE CON UN GIGANTE DE LAS LETRAS FRANCESAS

el Genet de shukRy

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uhammad Shukri y Gerard Beatty están sentados en un café. Ven pasar a Jean Genet. “Mira, ahí está Genet”, dice Beatty. “Me gustaría conocerlo”, dice Shukri. “No lo hagas.” “¿Por qué?” “Se molesta fácilmente con la gente… Es una persona

difícil, así dicen.” “Pues mira lo que voy a hacer.” “Eres un tonto o qué. Quédate aquí.” “Usted es monsieur Genet, ¿cierto?” “¿Tú quién eres?” “Soy un escritor marroquí.” “Hola.” “¿Le gus-

ta Tánger?” “No está mal.” “¿No le parece que es una de las ciudades más lindas del mundo?” “Por supuesto que no. ¿Quién te dijo eso?” “Así dicen.” “No es cierto.” Genet se disculpa porque quiere ir a tomar la siesta. Se ponen de acuerdo para verse mañana en el zoco chico a las dos de la tarde, y se despiden en árabe con “ma’ assalama”. Ese diálogo ocurrió el 18 de noviembre de 1968 en la ciudad de Tánger. Más específicamente, comenzó en el Café Central, y luego frente a él, y terminó en la puerta del hotel donde Genet se hospedaba. O así lo cuenta el tangeriano Muhammad Shukri (1935-2003) en Jean Genet en Tánger (1973). En aquel entonces, dice Shukri, “yo sólo tenía dos cuentos publicados por la revista Al-Adab en Beirut”, y “aún no he leído el Diario de ladrón de Genet y lo que escribió ahí sobre Tánger, llamándola repaire de traitres [guarida de traidores]”. El reconocimiento de Shukri en las letras árabes llevó tiempo. Analfabeto hasta los veintiún años, su primera novela, escrita en 1972 y donde narra su niñez y adolescencia picaresca en el Rif marroquí, esperó diez para ser publicada en la lengua en que fue escrita. Mientras tanto, la novela había salido primero en inglés (For Bread Alone, traducida por Paul Bowls) y luego en francés (Le Pain Nu, traducida por Taher Ben Jelloun). Sobre Shukri,

28/ IX /1969

decía Juan Goytisolo a la revista marroquí Afaq (2002): “Me preguntan por el lugar de Shukri

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en las letras árabes: No lo tiene… Es igual que yo dentro de las letras españolas. Somos inclasificables. Su entorno es físico y a la vez moral: el norte marroquí atrasado, víctima de la colonización española y la negligencia marroquí; la Tánger decadente, mítica, ‘en camino a la bancarrota’, como siempre dice.” En lengua española su nombre aparece como Shukri, Chukri y a veces Choukri, y parte de su obra ha sido traducida en España (incluyendo una traducción de Jean Genet en Tánger realizada por Rajae Boumediane y publicada en Barcelona en 2013). Los siguientes fragmentos, traducidos por mí del árabe, vienen de la edición publicada en 2006 por la editorial iraquí exiliada Al-Yámal, que publica desde Alemania y Beirut. La edición lleva un prólogo de William Burroughs y abarca las visitas de Genet en Tánger durante 1968, 1969 y 1974. Aquí hallamos a la Tánger pobre y postcolonial, donde Genet es visto en las calles y cafés como uno de los tantos turistas europeos que invitan tragos y comida a los “nativos” pobres, da billetes los pordioseros y protesta contra la ignorancia local. Pero el encuentro de Genet y Shukri es más que esto: es el encuentro entre dos escritores, dos artistas, dos seres humanos, metidos hasta el cuello en el drama humano de colonización, pobreza, marginalidad y fronteras

shadi rohana

stábamos en el café y apareció Ahmed Saddiq. Nos saludó y se sentó con nosotros. Me susurró al oído: “Me dicen que este hombre sentado contigo es un gran escritor francés.” “Lo es. ¿Ahora qué quieres?”“Que le traduzcas lo que le voy a decir.” Supe que le quería pedir dinero. ¿Qué pensaría Genet de mí si le ando trayendo mendigos? Le dije a Ahmed: “Dime primero qué le quieres decir.” “Ya verás. Tengo un gran proyecto y quiero que él me ayude.” Sus palabras olían a mendicidad. Va a decir algo estúpido y yo seré el responsable. Le dije: “Él comprende algo de nuestro idioma. Háblale tú. Pero no exageres.” “No te preocupes. ¿Cómo está usted, monsieur?” “La bas, no está mal”, dijo Genet. Genet me miraba. Le dije, en francés, que conozco al tipo. “¿Tánger le gusta?” Ya comenzó Ahmed con sus pendejadas, pensé. “Shewayya, un poco”. Ahmed me dijo: “Traduce lo que le voy a decir, ándale. Quiero que él me comprenda. Tú sí me comprendes, y le puedes hacer comprenderme.”“Bueno, háblale de tu proyecto.” “Escribí un libro muy importante. Quiero que tu amigo me escriba un poema largo, para ponerlo como prólogo a mi libro. Así lo puedo vender por mucho dinero.”


5 30 de abril de 2017 • Número 1156 • Jornada Semanal

Le traduje a Genet las palabras de Ahmed. Vino el mesero y preguntó a Ahmed qué quería. “No quiero nada. Nada más estoy sentado aquí. Ya me voy.” Yo no tenía ni un dírham para invitarle un café. Pero Genet entendió lo que estaba pasando, y le dijo al mesero: “Tráele algo de tomar.” Genet y yo tomábamos whisky. Ahmed miró nuestros vaso y le dijo al mesero: “Yo también quiero un whisky.” Genet me dijo: “Dile a tu amigo que ya firmé un contrato con Gallimard para escribir un libro sobre Tánger. Ya me pagaron el avance. Dile que no puedo escribirle un poema, ni corto ni largo.” La seriedad de Genet me impidió soltar la carcajada, pues hablaba en serio. Conozco a Ahmed y él no sabe escribir en árabe más que su nombre. Le traduje a Ahmed las palabras de Genet. “Dile que si no me puede escribir el poema esta vez, puedo esperar su próxima visita a Tánger. O mejor dile que me lo puede mandar desde París.” Y Genet: “Dile que está bien. Pero no prometo nada, ni que volveré a Tánger ni que me quedaré en París ni nada.” Y Ahmed le contestó, en árabe: “Dios lo bendiga, monsieur.” El mesero le trajo a Ahmed el whisky. Ahmed encendió un cigarro, tomó un sorbo y dijo: “Se ve que tu amigo es un gran señor y que le gusta ayudar a la gente.” Un tipo marroquí, que llevaba una maleta de cuero, entró en el café. Ahmed lo saludó y lo llamó a sentarse con nosotros. Recordé haberlo visto una vez en la casa de Edouard Roditi, quien lo conoció en París. El tipo vivió en París por veinte años hasta que fue expulsado, según Roditi, por idiota. Nos saludó y se sentó. Ahmed le dijo: “Este señor que ves aquí con nosotros es un gran escritor francés. Le puedes hablar de París.” El tipo preguntó a Genet si era de París, y Genet le contestó que no. Comenzó a hablar de París y sus calles, cafés y alrededores. Genet no dijo nada, sólo escuchaba. Ahmed, que sólo sabía algunas palabras en francés, debió haber pensado que su amigo decía cosas importantes; asentía con la cabeza mientras su amigo se lamentaba: “Así es. Mi vida en París fue bonita.” Un niño cojo en muletas entró en el café. Se nos acercó. Genet sacó un billete de mil francos y se lo extendió al niño. El niño extendió su mano derecha, manteniendo la muleta debajo de la axila. Los ojos de Ahmed y su amigo brillaron. El niño enano, quien esperaba al niño cojo afuera, entró corriendo. Vi su cuerpo como una sandía amarilla y su cabeza como una sandía roja. Era jorobado. Extendió su mano. Genet no encontró ninguna moneda en su bolsillo y le dijo, en árabe: “Corre, alcanza a tu amigo para que compartan

el billete.” El cojo casi estaba fuera del café. El jorobado lo alcanzó. Intentó arrancarle el billete bien apretado en la mano del cojo. El cojo se defendió con fuerza. El jorobado retrocedía para volver a atacar al cojo. Lo hizo varias veces. Genet pidió al mesero que le prestara cinco dírhams y me los dio para entregarlos al jorobado. El amigo de Ahmed se levantó y les gritó a los dos niños: “Ya basta. Salgan de aquí. Basta con la mendicidad.” Cuando volví a nuestra mesa encontré a Genet esperando el cambio de un billete de cincuenta dírhams. Tomó el cambió y salimos los dos.

14/ X /1969

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o encontré en el hotel. Mejoró de salud. Me regaló una traducción del Corán al francés. “No lo comprendo. Muchas de las notas al margen requieren un buen conocimiento previo de la historia árabe. ¿Lo leíste?” “Sí.” “Debe ser una maravilla en árabe.”“Es un milagro de la lengua árabe.” Comenzó a hablar de literatura. Le gusta Mallarmé y me recitó unos versos de “Brise Marine”. Le pedí que me anotara un verso que me gustó. No tenía papel, así que me lo anotó en la segunda página blanca del Corán. “Sur le vide papier que la blancheur défend”. No lo recordó bien y lo anotó dos veces, junto con un signo de interrogación. Le pregunté qué significa Mallarmé, y me dijo, sonriendo: “Mal-Armé, o sea, mal armado, sexualmente. Pero tenía la mente bien armada.” Le pregunté si Esquire le publicó su artículo sobre la democracia en Chicago. “No, sólo la mitad. Pero esto me da oportunidad de vender la otra mitad. Sólo compran mi firma, no lo que opino sobre la democracia en Estados Unidos.”

13/ VIII /1974

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staba junto con Al-Qatrani. Le dije: “Hace poco vi a Samuel Beckett con una anciana.” “¿Era Suzanne?” “No lo sé.” “Debe haber sido ella.” “Y tu amigo, Sartre, ¿lo viste?” “Sartre ya no es mi amigo. Es por su postura en contra de los palestinos y el pueblo árabe.”“¿Y cuándo vas a publicar tu diario sobre los palestinos?” “El libro ya casi está listo, pero necesito revisar bien el borrador. Lo haré cuando vuelva a Francia.” Mañana parte a Rabat para asistir al séptimo congreso de la Liga Árabe

Fuente: gaite-lyrique.net

l e preGunté qué siGniFiCa M allarMé , y Me dijo , sonriendo : “M al -a rMé , o sea , Mal arMado , sexualMente . p ero tenía la Mente bien arMada .”


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30 de abril de 2017 • Número 1156 • Jornada Semanal

La Carta de Walsh Orlando Ortiz LA VIGOROSA ESCRITURA DE RODOLFO WALSH ES UNA COMBINACIÓN EXCEPCIONAL DE ALTA CALIDAD LITERARIA Y VALENTÍA PARA DENUNCIAR A LA JUNTA MILITAR ARGENTINA

“L Fuente: wikiwand.com

Escenas de la dictadura militar en Argentina. Fuente: www.taringa.net

Escribo esto a la memoria de Sergio González Rodríguez, con quien, por desgracia, pude conversar en muy contadas ocasiones pero siempre me impresionó en sus libros.

a censura de la prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.” Estas son las primera líneas de la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar Argentina”. En días anteriores, y con motivo del cuarenta aniversario del atentado y desaparición Rodolfo Walsh, aparecieron algunos artículos, ensayos y gacetillas en los medios impresos. Sin embargo, deseo hablar un poco más de esta carta porque “inexplicablemente” su vigencia es alarmante aunque en otro sentido los tiempos hayan cambiado. Ignoro si intencionalmente o por omisión, el recuerdo de algunos escritores ha quedado rezagado. Los jóvenes, estoy seguro, no saben quién fue Walsh, ni Haroldo Conti, ni Roque Dalton, ni Víctor Jara ni... para qué seguir mencionando otros nombres, pero sí saben quién fue Truman Capote, Burroughs, etcétera. Les maravilla A sangre fría y señalan a su autor como creador o inventor de la non-fiction novel, ignorando que años antes apareció Operación masacre, de Walsh, libro que no tenía precisamente intenciones literarias pero su estructura y escritura adquieren tales niveles que lo colocan sin problemas en el ámbito de las obras literarias. La carta, fechada el 24 de marzo de 1977, e impresa (supongo) en mimeográfo (lo que también supongo que ignoran los jóvenes qué es), era repartida por el propio autor en las calles de Buenos Aires cuando lo ametrallaron, cayó herido, se lo llevaron los militares y nunca más se supo de él. Su obra más mencionada (no por eso leída) es Operación masacre, y otras del mismo tenor son ¿Quién mató a Rosendo? y El caso Satanovski, obras de investigación y denuncia escritas con rigor y valentía, pero sobre todo con increíble capacidad y talento literario. Porque Walsh no sólo escribió los libros mencionados, antes había incursionado en el cuento con bastante fortuna. Esa capacidad narrativa se hace evidente desde el prólogo a la tercera edición de Operación masacre, en el que nos cuenta el origen de la obra, las aventuras para la investigación y para publicarla. Pero volvamos a la carta. En dicho texto, Walsh hace un recuento del primer año de la dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976. La epístola debería ser publicada íntegra (junto a estas líneas el lector encontrará un fragmento significativo), no obstante sólo entresacaré algunos párrafos, anotando que la junta militar derrocó a Isabel Martínez y luego pretendió reivindicar los hechos enarbolando la bandera de un “ser nacional” que invocaban a toda hora, con el propósito de aplastar materialmente a los peronistas, en aquel momento denominado montoneros. Walsh escribe: “Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina. [...] Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.” El número de ejecutados en Operación masacre queda reducido a una “pequeñez” si lo comparamos con la relación que hace de ese año de dictadura militar, y no sólo el recuento es espeluznante, también la forma en que eliminaron a seres humanos: “Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres [...] Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte, quizás, la del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada [...] Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron...” La carta no sólo aporta cifras de la crueldad, denuncia los desmanes cometidos por los capitalistas en contra de obreros y de la producción en general... en fin, es un recuento (¿espejo?) de lo que, en un descuido, puede estar enfrente


7 30 de abril de 2017 • Número 1156 • Jornada Semanal Juramento de Jorge Rafael Videla como Presidente de facto impuesto por la Junta Militar, 29 de marzo de 1976. Fuente: www.wikiwand.com

Carta abierta de un eSCritor a La Junta miLitar (fragmentos) Rodolfo Walsh

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. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción del gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades. El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. . Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror. Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio… De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada aun en las cumbres represivas de anteriores dictaduras. La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el “submarino”, el soplete de las actualizaciones contemporáneas.

. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas… En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la 1ª Brigada Aérea, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre “violencias de distintos signos” ni el árbitro justo entre “dos terrorismos”, sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.

. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente a Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la itt , la Esso, las automotrices, la u .S . Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete… Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados, no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aun si mataran al último guerrillero no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas. Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles

rodoLFo Jorge WaLSH. – C . i . 2845022 Buenos Aires, 24 de marzo de 1977


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Rodolfo Wal un fusilado que vive

(60 años de Op

Farouk Caballero

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EN MARZO DE 1977 RODOLFO WALSH FUE PARTIDO EN DOS POR LA RÁFAGA DE UN FUSIL AUTOMÁTICO LIGERO (FAL). LO FUSILARON PERO NO LO MATARON, PORQUE SU LEGADO ES IMPERECEDERO. HACE CUARENTA AñOS EL AUTOR DE OPERACIóN MASACRE QUEDÓ EN SILENCIO, PERO SU OBRA NO HA PARADO DE ENSEñAR A DEVELAR CRÍMENES REALES DESDE LA TRINCHERA DE LAS LETRAS.

odolfo Walsh nació el 9 de enero de 1927 en la provincia argentina de Río Negro. Allí, su ascendencia irlandesa se mezcló con los límites de La Patagonia, de La Pampa y de Buenos Aires, adonde llegó en 1941 para cursar estudios de secundaria. En esa primera mitad del siglo xx , los apellidos argentinos como Borges y Cortázar supieron hacerse referentes de la literatura universal para que la generación naciente aprovechara esos pilares y se abriera nuevos caminos al fusionar la exquisitez de las formas literarias con la dureza que requiere el periodismo. La tormenta de violencia que se posó sobre Argentina en manos de militares en el poder, motivó a un grupo valioso de intelectuales a asumir su rol sin vacilaciones. Entre ellos destacaron Miguel Bonasso, Paco Urondo, Juan Gelman y Rodolfo Walsh, quienes crearían el diario Noticias, con el objetivo de desmentir las versiones oficiales y combatir la censura. Noticias fue una vertiente periodística e ideológica de los Montoneros y sólo funcionó entre 1973 y 1974, año este último en el que murió el líder histórico argentino Juan Domingo Perón. Rodolfo Walsh escribió, aún en Noticias, la nota necrológica por el fallecimiento de Perón: “ doLor . El general Perón, figura central de la política argentina en los últimos 30 años, murió ayer a las 13.15. En la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable. Más allá del fragor de la lucha política que lo envolvió, la Argentina llora a un líder excepcional.” Perón marcó la vida de Rodolfo Walsh y por supuesto su obra. Su compromiso político tenía una afinidad con el peronismo, pero una diferencia radical con el líder político: a Rodolfo Walsh le gustaba un peronismo sin Perón. Él afirmaba que el peronismo estaba del lado de la clase trabajadora, clase a la que pertenecía su familia y por la que él iba a ofrendar su vida. A la par, Eva Perón, quizá la figura femenina más enigmática de Argentina en toda su historia, lo motivó a escribir su mejor cuento: “Esa mujer”. Walsh, sabueso de pura cepa, sintió un éxtasis al enterarse del secuestro del cadáver de Evita. Investigó a fondo y construyó un excelente relato estrictamente literario sobre el derrotero del cadáver. De ese texto proviene esta imagen: “Esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire.”

A SeiS déCAdAS de Operación masacre

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uchos géneros literarios se entrecruzan en la labor de escritura de Rodolfo Walsh. Su puntería escritural se hizo infalible en el proceso

Placa conmemorativa de Rodolfo Walsh destrozada por segunda vez, 30 de noviembre de 2012, provincia de Santa Fé, Argentina

Rodolfo Walsh con su mujer, Lilia Ferreyra, que lo ayudó a difundir su carta a la Junta Militar

de maduración. Fue editor, traductor, escritor, compilador, criptógrafo y, sobre todo, apasionado lector. Walsh dio sus primeras brazadas en las aguas literarias en 1953, cuando publicó su libro de cuentos Variaciones en rojo. A este texto lo siguieron, dentro del mismo género literario, Los oficios terrestres (1965), Un kilo de oro (1967) y Un oscuro día de justicia (1973). El ritmo de los relatos policiales le hizo desarrollar su mano, pero como todo en los grandes autores, le llevó tiempo. Por eso, afirma: “En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir

instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.” Dentro de sus textos, Operación masacre (1957) es, a mi juicio, su mayor logro. Allí mezcló la tensión y el suspenso de la novela policíaca con la agilidad de la narrativa fantástica y la veracidad de una historia real: unos fusilados que hablan. Tres momentos verídicos hicieron que Walsh decidiera experimentar con este tipo de periodismo narrativo. El primero fue el instante en el que escuchó a un hombre agonizar del otro lado de su ventana: “Tampoco olvido que, pegado a la persiana, oí morir a un conscripto en la calle y ese hombre no dijo: ‘Viva la patria’, sino que dijo: ‘No me dejen solo, hijos de puta’.” El segundo es justamente la frase con la que transcribe ese momento en el que la violencia lo atrapó: “La violencia me ha salpicado las paredes.”Y el tercero es esa sensación de intranquilidad que siente todo periodista comprometido con el oficio cuando encuentra una pista de una historia que merece la pena investigarse, escribirse y publicarse: “Hay un fusilado que vive.” Así se gesta Operación masacre y, a sesenta años de su publicación, merece que se le haga justicia, al menos en lo que respecta a su valor dentro del universo del periodismo literario. Por lo tanto, todo periodista que desee conocer un manual para adelantar una investigación tiene una cátedra escrita en Operación masacre. En sus líneas está el cómo debe investigarse, el cómo debe escribirse y las normas que deben seguirse para


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peración masacre) Una de las imágenes para la conmemoración del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, distribuidas de forma gratuita para su difusión. Fuente: informacionimagenes.net

Carnet nacional de periodista profesional de Rodolfo Walsh

La narrativa de WaLsh se distingue porque vence La urgencia de La noticia y se decanta por escribir una historia de Largo aLiento [...] con un estiLo que toma prestado de La prosa Literaria de cuentos y noveLas, pero que tiene reLación fieL con Los hechos que denuncia.

trabajar dentro de los límites de la libertad de prensa. De igual forma, la narrativa de Walsh se distingue porque vence la urgencia de la noticia y se decanta por escribir una historia de largo aliento, con diversas entregas, y con un estilo que toma prestado de la prosa literaria de cuentos y novelas, pero que tiene relación fiel con los hechos que denuncia. Lo anterior es una característica principal de lo que se promocionó en Estados Unidos como new journalism (nuevo periodismo) y que tuvo en A sangre fría (1966), de Truman Capote, su referente fundacional. Claramente la voz inglesa new journalism no sintonizaba con el trabajo de Rodolfo Walsh, quien una década atrás había publicado, en español, su Operación masacre, con un valor que brilla por ausencia en la pluma de Capote: el compromiso político. El new journalism se destaca por la agilidad de su prosa, por los recursos narrativos y por el placer que produce en el lector. Todo eso lo tiene la prosa de Walsh, quien suma un atenuante significativo: construye una trama de denuncia sin perder el valor estético literario. Es por esto que su compañero de luchas, Miguel Bonasso, es enfático al precisar que “Rodolfo Walsh es el creador de la non-fiction”. Aunque, a decir verdad, Walsh no hace nuevo periodismo en el sentido estricto del concepto, porque ese tipo de periodismo anglosajón se ufana de implementar los recursos literarios narrativos en historias que no requieren el paso por la ficción, pero no se compromete. Es decir, no hay una denuncia contra el poder, como sí la hay en Walsh. Rodolfo Walsh es fundacional para el

periodismo narrativo escrito en español que, sin renunciar a una estética literaria que genera gozo en el lector, es capaz de enfrentar a los poderosos y desenmascararlos. Con ese mismo estilo documental y testimonial escribió ¿Quién mató a Rosendo? (1969) y Caso Satanowsky (1973).

CuARentA AñOS de LA “CARtA AbieRtA” y MeMORiA de ROdOLFO WALSh

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u compromiso político no se separó jamás de su labor de escritura. Walsh fue un militante de tiempo completo y animador de la Revolución cubana, donde trabajó cerca de Jorge Ricardo Ma setti, Gabriel García Márquez y Plinio Apuleyo Mendoza, con quienes conformó el equipo de Prensa Latina bajo las órdenes de Fidel Castro y el Che Guevara. De su trabajo en La Habana merece la pena reseñar que, al vincularse con la inteligencia revolucionaria, logró descifrar un mensaje encriptado de la Cia , en el cual se planeaba, vía Guatemala, la emblemática invasión de Bahía Cochinos (Playa Girón) en 1961. Esta valiosa información le permitió a las fuerzas revolucionarias anticiparse al enemigo y obtener una victoria con armas que inició por el rigor investigativo de Rodolfo Walsh, quien sin saber de criptografía se dejó llevar por su infatigable curiosidad y de forma autodidacta develó el mensaje oculto. Walsh volvió a Argentina para continuar su lucha. Ante la censura de prensa creó la Agencia de Noticias

Clandestina (anCLa ) en 1974. El espíritu de Noticias se extendió a esta agencia, que se alzó como una voz popular ante el silencio que la bota militar imponía con terrorismo de Estado. Continuó su trabajo y a sus cincuenta años cumplidos decidió publicar, el 24 de marzo de 1977 y por el primer aniversario del golpe militar, la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”. En ella desafió al régimen con palabras, lo señaló por sus aberrantes atrocidades e ilustró la militancia política como condición fundamental del periodista comprometido. Walsh es contundente al mencionar que la guerra de guerrillas jamás se extinguirá, porque “aún si mataran al último guerrillero no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas”. Justo un día después de publicada la “Carta abierta”, Walsh fue masacrado en el barrio San Cristóbal de Buenos Aires. Debía verse con un antiguo compañero de lucha en la esquina donde la avenida San Juan choca con la avenida Entre Ríos. Walsh llegó y enfrentó a la muerte, que no lo tomó desprevenido. Con su pequeña arma calibre 22 opuso resistencia o invitó a que lo acribillaran, tal vez para no ser capturado y torturado. Así murió, de la misma forma que su hija María Victoria Walsh, quien se disparó antes de caer en manos de la Junta Militar. En esa esquina bonaerense, que fue el escenario de su muerte, inicia la salvaguarda de su memoria. Todos los pasajeros del Subte de Buenos Aires que toman la línea e saben que bajo el cruce de avenidas de esa esquina queda la estación “Entre Ríos-Rodolfo Walsh”. Quien se baje en esa estación, sale y se encuentra de frente con la sede del Banco de la Nación Argentina, en cuya fachada está una placa conmemorativa que pusieron los vecinos del barrio y que reza: “a rodoLFo WaLSH . SeCueStrado en eStaS CaLLeS y a nueStroS Com PañeroS detenidoS - deSaPareCidoS Por La diCtadura

miLitar . ¡ PreSente ! VeCinoS de San CriStóbaL 10 - 12 - 02.” Walsh nos enseñó que las letras perduran más que las balas. Los herederos de su memoria son miles en todo el continente y mantendrán por siempre vivas sus enseñanzas, porque Rodolfo Walsh vive en cada relectura de sus obras. Vive en cada lucha popular. Vive en cada escritor comprometido. Vive en cada periodista que investiga y escribe con la misma pasión. Vive en la memoria de la narrativa latinoamericana. Vive en las Facultades de Periodismo, de Comunicación, de Escritura y de Literatura, donde el violento oficio de escribir rige la labor informativa y crítica de nuestra realidad


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Fuente: commons.wikimedia.org/ www.taringa.net

rodolfo Walsh según Galeano* entrevista exclusiva de la agencia isa EDUARDO GALEANO DESCRIBE SU AMISTAD Y ADMIRACIÓN POR AQUEL MILITANTE, PERIODISTA, POETA Y REVOLUCIONARIO RODOLFO WALSH. DESTACA SU PLUMA Y SU MILITANCIA, RELATA MOMENTOS COMPARTIDOS Y LO COMPARA CON ERNESTO CHE GUEVARA.

-¿C

ómo se conocieron? –Creo que la primera vez que estuvimos juntos, con tiempo para conversar, para compartir, fue en Cuba. Coincidimos los dos como jurados de la Casa de las Américas. Debe haber sido cerca del ’70, y nos entendimos muy bien; veníamos caminando caminos muy parecidos y a los dos se nos ocurrió la misma idea: queríamos ir a ver una fábrica de tabacos, queríamos ver cómo se hacían los habanos. Y entonces pedimos que nos llevaran, éramos nosotros dos no más; al resto no le interesaba. –¿Cómo fue esa visita? –Conocíamos ya las mentas, lo que se contaba del asunto, y ahí fuimos a una planta de creación de habanos. Ahí estaban todos esos magos del tabaco trabajando contra el mundo, y –para nuestra sorpresa– nos encontramos que estaban leyendo Operación masacre. –¿los trabajadores? –Sí, porque hay una vieja tradición cubana –que no la he visto en ninguna otra parte del mundo– que viene de los tiempos coloniales, según la cual en las plantas de tabaco hay un lector. Un tipo que está arriba, sentado en un pupitre, leyendo. –¿y justo estaban leyendo el texto más reconocido de Walsh? –Ellos nos decían que fue casualidad, pero yo no lo creo; yo pienso que ellos sabían que iba Rodolfo. Recuerdo que entramos los dos a la fábrica, y le digo: –Rodolfo, están leyendo Operación masacre. Y él, que era muy guardado en la prosa y en la vida, en lo escrito y lo vivido, se emocionó. –¿este es el primer recuerdo que tienes de él? –Lo primero que recuerdo es un raro acto de emoción que lo desbordó. Ese lector, en una planta de tabaco de Cuba, lo había desbordado.

–¿qué admirabas de él? –Rodolfo venía de distintas experiencias que se juntaron en él como arrollitos que se unen en un río. Era traductor, era un estudioso de la literatura que consiguió trabajar con éxito en algo que a mí me gustaría ser capaz de hacer: en cuestionar, romper las fronteras entre los géneros. Con un agregado, porque también peleó para que se reconociera el periodismo como un género literario. Luchaba contra quienes encasillaban al periodismo como una actividad subalterna, metida en los suburbios. –¿su actividad marcó un antes y un después en el periodismo? –Sin dudas. Fue uno de los que mejor demostró la necesaria valorización del periodismo. Otros lo habían hecho antes, habían demostrado –como él– que el periodismo es y debe ser un género literario. Porque la literatura es el conjunto de mensajes escritos que emite la sociedad, tengan la forma que tengan. –Él tuvo la capacidad de adecuarse a varios géneros. –Fue un gran escritor tanto en sus obras de teatro como en sus crónicas y sus artículos. Rodolfo trabajó por la verdad sabiendo que la verdad no es una nunca, sino que hay tantas verdades posibles como las vidas que las vivieron. Y sabiendo también que hay que separar la paja del grano, que nos han mentido mucho y que es hora de empezar a recuperar las cosas como son o como por lo menos hemos sentido que fueron; que seamos honestos a la hora de transmitirlas. –operación masacre revolucionó la manera de comunicar un hecho real. –Por eso creo que Rodolfo fue un gran maestro. No sólo por el coraje con el que supo ver lo que fue como fue, aunque doliera –y a veces por cierto que duele mucho–, sino por su alto talento para transmitirlo, para transmitir el horror con belleza; y eso sí que suena paradójico. Por lo que supe de él las veces que comparti-

mos algunos cafecitos, algunos vinitos, algunas palabritas, algunos silencitos, estoy seguro de que si él estuviera acá se podría muy incómodo, tragaría saliva y trataría de irse. –¿qué lo distinguía? –Creo que en algo muy importante, Rodolfo y el Che se parecían: en la identidad de la palabra y el acto. El Che se ha ganado el lugar que ocupa en la cabeza y en el corazón de tanta gente joven porque en él se dio este raro milagro del encuentro de la palabra y el acto. Dos cosas que, por lo menos en América Latina –y sospecho que en el mundo entero– andan siempre divorciadas. Entonces, cuando se encuentran por accidente, ni siquiera se saludan. Y en algunos seres humanos en los que la palabra y el acto se encuentran, como pasó con el Che, hacen que ese hombre sea capaz de seguir naciendo porque hizo lo que decía y dijo lo que pensaba. –¿veías lo mismo en Rodolfo? –Él también fue así, él siempre fue consecuente; consecuente hasta con lo que probablemente fueron sus errores, aunque yo no soy quien para juzgar a nadie y menos a mi amigo y maestro. Pero siempre fue consecuente. No vivió ni mentido ni mintiendo, no usó ninguna mascarita para andar por ahí. Rodolfo eligió, en las palabras que escribió y en la vida que vivió, un camino difícil: el camino de la comunión entre la palabra y el acto, entre el compromiso político y su tarea creadora. –una estaba ligada a la otra. –Decidió que no había ninguna frontera y fue siempre él mismo, hasta cuando participaba de la militancia activa. Y yo creo que pagó las consecuencias. Lo valeroso es que él lo supo y no le importó nada

*Nota publicada por la Agencia ISA (Argentina) Fuente: “Walsh Según Galeano”, Red Voltaire, 13/ Viii /2006, www.voltairenet.org/article143424.html


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LEER

Jornada Semanal • Número 1156 • 30 de abril de 2017

Blanco Móvil, Revista literaria, Núm. 135 Marzo-abril, 2017

PRENDAS E IDEOLOGÍAS, VESTIDOS DE RESISTENCIA ALMA KARLA SANDOVAL

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icaragua 2008. Una docena de mujeres protesta en el Festival Internacional de Poesía que cada año se celebra en Granada. Juntas, organizan un desfile que escandalizó a varios. A la declaración de ese grupo de poetas, narradoras y feministas autónomas, se le llamó La Franja. No había ocurrido aún el golpe de Estado en Honduras ni el atroz asesinato de Berta Cáceres, pero aquella resistencia estaba lista, esperando, fatalmente, lo que podría suceder. Recuerdo la posición de varios compañeros poetas que se burlaban de esas mujeres dialogantes y encendidas. Los bardos aseguraban que exagerábamos, que pretendíamos convertir la fiesta de la literatura en un mitin. Y eso que aún no sabíamos de Ayotzinapa, de la tragedia guatemalteca en un orfanato parecido al infierno. Así que anduve entre la desaprobación de una elite poética latinoamericana, con quien me iba a beber y a discutir por las noches, y el grupo de artistas, activistas, feministas con sus textos en ristre. Cuando le pregunté a todo el c 4 reunido en un bar a eso de las cuatro de la mañana, por qué si se la pasaban denostando los esfuerzos de mis amigas no tenían problema con recibirme en su mesa, respondieron: “Es que tú sí sabes escuchar, es que tú sí negocias, es que no eres ultra”, aseguraban, y yo abría los ojos preguntándome de dónde sacaban esas ideas, ¿de las blusas románticas, del maquillaje, de la larga caballera oscura de entonces, del hecho de que no hablaba como un “marimacho”, según ellos?, ¿de dónde el que me vieran como una especie fronteriza entre el feminazismo –aberrante término– y el cliché de una poeta oficial, una poeta bien, una poeta como todas que no se enloda con la vida real y se esconde en las torres de marfiles tóxicos? Escondites que se aplauden a lo Paz, no a lo Huerta, claro. La mejor respuesta se haría simbólica con el tiempo. “Es que usas vestido”, reveló Carlos Cabrera Bravo. “Pues sí, vivo en Cuernavaca”, expliqué. Se hizo un silencio y entendí completamente que el machismo soft o hard, vincula directamente a la apariencia con la idea, así de miope es. En esos años ya me consideraba una feminista reacia que lloró cuando Maya Cu leyó su enérgico poema “Zas”, que conversaba con Jessica Sánchez, Melissa Cardoza, Norma Mogrovejo, todas autoras del número titulado “Escrituras de la violencia” de la revista Blanco Móvil. Sí, era yo una joven poeta que viajaba con Francesca Gargallo, amiga y maestra deslumbrante por la energía de su intelecto.

Nueve años después, cuando me acerco a las fotografías de La Franja, es inevitable pensar que teníamos razón, mucho debía arreglarse, las resistencias debían guarecerse en el techo de estéticas más profundas, ya que el mundo entraba en espirales dolosas y la supuesta transición a la democracia en nuestra región era sólo un polvorín latente. Y sí, el avance del capitalismo voraz que acaba con nuestros recursos naturales, la vuelta a gobiernos conservadores, Brexit, Donald Trump, el fortalecimiento del heteropatriarcado, etcétera, nos demuestran de nuevo la claridad de las luchas de las mujeres, la legitimidad de sus protestas ante las inexorables cifras de feminicidios en el mundo que son visibles, pero el poder se encarga de trivializar, “también matan a hombres”, se quejan los neomachistas con premios internacionales y doctorados en Humanidades que no humanizan a algunos. “De hecho, el patriarcado no existe”, me espetó algún otro porque, como ya se dijo, esto de parecer “negociadora” te convierte en un blanco de argumentos obtusos, hasta de súplicas: “Dile a tus amigas que se calmen”, escuché una vez. Mis amigas, las más inteligentes que conozco, las descolonizadas que han escrito libros de primer nivel, las viajeras, las insumidas, divorciadas, lesbianas, las trans, las autónomas, las que más he visto hacer lo que quieren, con una felicidad que abreva en el pensamiento ilustrado, de sus éticas básicas o una intuitiva noción de justicia a prueba del escarnio. Mujeres que no pienso que hayan perdido la vida trabajando duro, estudiando idiomas, pasando estancias en universidades muy exigentes, saliendo a las calles con pancartas y discursos perfectamente puntuados, mujeres que luego educan a otros desde una postura confrontativa y compleja. Lo siento, Valeria Luiselli, ya sabemos que estás equivocada. De ahí que el hecho de que una publicación cultural con el prestigio y tradición de Blanco Móvil se atreva a ceder un número completo a las voces femeninas, es una acción que debería replicarse en el panorama editorial de este país violento con todos, pero mezquino y psicópata con las mujeres. Se trata de una violencia que se cierne hábil en unas ocasiones, pero también muy cruda con las escritoras, y si no, ahí tienen la breve muestra del moridero que presenta Amaranta Caballero. Por su parte, Angélica Gorodischer nos cuenta que a las mujeres no se les lee. Agregaría que cuando los hombres letrados lo hacen es para denostar y, sin son “gentiles”, para hacer recomendaciones que pretenden reeducar, como se hacía en los campos de trabajo, para que la chica que pretende escribir no cometa el error de crear desde su género. Escribir como hombre es garantía. Odette Alonso, María Baranda y yo hemos probado que cuando participamos en concursos con seudónimos masculinos nos va mejor, y que cuando se dice que eres buena autora es porque no escribes como mujer, entonces eres talentosa, universal, tu voz es

auténtica, tienes con qué, pero, ¿no será que eres complaciente, que es decir, domesticada? Y domesticarse, claro, funciona, si lo único importante para ti es el Versalles de la Literatura, el oropel, la beca, el premio, el circuito comercial, las antologías siempre dudosas pero de amplia circulación. Sí, mucho se ha reflexionado sobre las infinitas formas con que el patriarcado nos hiere por igual. Los testimonios y ejemplos son incontables trátese de quien se trate. Sin embargo, casi todas las mujeres del mundo han sido violentadas en menor o mayor grado, cualquiera de ellas está en peligro, sobre todo las que alzan la voz, las que se organizan, las que en grupo siendo rusas, chicanas, ucranianas, chilenas u hondureñas, le mandan un mensaje de humanidad a las cúpulas gobernantes. Y las calladitas y hermosas que no salen de sus casas, las que no se ensucian con estos temas, las que no tienen noticia de que el mundo no es una cárcel, también. Basta, efectivamente, con usar algún vestido.

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En nuestro próximo número

JUAN BAÑUELOS o la poesía para leer mañana Antonio Valle

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30 de abril de 2017 • Número 1156 • Jornada Semanal

Eve Gil

Del silencio

Ni Ana, ni Emma, ni Constance

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unca hablamos , papá . Jamás. Porque te fuiste cuando yo era un niño y con los

niños no se hablaba si no era para corregirlos y ordenarles qué hacer y qué no. Por ejemplo, no verle los chones a Emilia, una sirvienta joven. Yo fui por una canica debajo del ropero cuando ella se acercó a sacar o a colgar algo, así que cuando alcé los ojos la recorrí al revés, tobillos, rodillas, muslos azulados por el sol a través de la falda y pantaletas como globos con liga que rebotan tas tas en la palma de la mano, como las chapas que le salieron cuando me asomé a sonreírle, a mostrarle mi canica y a seguirle recorriendo, aunque por fuera, cintura, pechos, trenzas enmarcando mejillas brillosas y ojos de inquieta yegua quieta. Tú llegaste a dormir, doblaste el pantalón y lo pusiste sobre la silla, la camisa en el respaldo, los zapatos debajo y la pistola encima, por si acaso. También recuerdo tu sonrisa, tres pliegues en la frente, cabello quebrado, te encontraba parecido a Charles Atlas. Al otro día, cuando Emilia fue por mí al kínder, en vez de traerme a casa me llevó a la fábrica donde trabajabas, no de obrero sino como empleado –tú lo enfatizabas tanto que se me grabó como las pantaletas de Emilia–, un colorado similar se te subió a la cara en cuanto aparecí y en lugar de responder a mi abrazo me embestiste. Di media vuelta despavorido pero me fulminó la primera patada, estaban de moda los zapatos de horma italiana… Además de recibir moral y educación los niños jugábamos. Tú y yo jugamos una sola vez. Me sentaste en el suelo, me fuiste encerrando entre cámaras de llanta y cuando ya nomás sobresalía mi cabeza pusiste encima una silla. Reías, estabas contento, no me dolía y no tenía por qué llorar, era un juego, lo entendí. ¿Hablar? Tuvimos dos oportunidades, por teléfono. La agonía y muerte de tu mamá coincidieron por días con las de mi hermano, de modo que cargábamos lutos distintos. Regresaste por lo de tu mamá y aprovechando el viaje. Estabas triste, no por mi hermano, que ni conociste, porque cuando fuimos por ti él tenía meses de nacido. Y de aquello hacía diecinueve años. Contesté yo. Eras tú. Te hablé de usted y te exigí silencio, la ocasión no daba para más. Aceptaste compungido. Sí, hijito, sí. Te exigí que no me dijeras hijo. Sí, hijito, sí… Mi madre creyó que esa pena la iba a matar y fue por ti otra vez, a Villa Acuña, Coahuila, que para entonces ya era ciudad aunque no fue como cuando te fuiste con otra señora y te perseguimos, yo con cinco años y ella, mi madre, la inocente, con un mi hermano de meses para ablan-

darte el corazón y con un cuchillo Oneida para partírtelo si te negabas a volver. Regresamos sin ti. Al año mandaste una carta donde escribías mal mi nombre, yo ya sabía leer, mi mamá me explicó que así me decías de cariño. Junto con la carta, única en sesenta años, venía un dólar que yo presumí en todos lados porque era la prueba sellada con el dedo de Dios de que existías y no habías muerto de una cuchillada como chismeaban en un pueblo donde ser hijo de una asesina es menos vergonzoso que ser hijo de una abandonada. Ahora no, ahora ella iba a tramitar el divorcio para tener en regla su testamento. Te negaste a concedérselo por mutuo consentimiento y hubo que procesarlo como necesario, con causa atribuible a mi madre, abandono de hogar, ja, para que tu posteridad no tuviera una mala impresión de ti. Me costó creerlo, porque mi mamá siempre exageraba tratándose de ti mientras la tuviste enferma (y la tuviste buen tiempo). Si me portaba mal era porque había salido igual a ti, a ti, papá, siendo que lo único que te aprendí fue a acomodar mi pantalón y mi camisa en una sillita y encima una pistola de fulminantes, por si acaso. La segunda vez ni intercambio de palabras hubo, yo ya no vivía en la capital pero vine a la Feria del Zócalo y tú habías venido a no sé qué, pero el caso es que te picó la mosca de cortejar a mi mamá. Para entonces se había curado de ti y me pidió que me quedara en su casa a contestarte.Ya había identificadores de llamadas y tú tenías tu hora. Contesté, mi mamá escuchaba por la extensión, te insulté, te amenacé y colgaste. Reí con tu silencio. Te lo digo ahora que ando soltando amarras, liberando páginas que no deberían leer mis buenos (pocos) lectores. Además lo importante de mi historia no comienza con el desamparo sino con una pérdida que, supongo, habría cicatrizado con palabras y presencia. Hablando, pues. Pero ya viste, me ganó el resentimiento •

TOMAR LA PALABRA

Agustín Ramos

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I EL ADULTERIO FEMENINO tratado por plumas masculinas llegó a producir acaloradas polémicas y hasta cárcel para alguno de sus célebres autores, viniendo de una pluma de mujer, el asunto se tornó un genuino linchamiento moral que le costaría la vida –y el reconocimiento post mortem– a Kate Chopin, autora de una novela tan exquisita como olvidada: El despertar (Libros Hiperión, Madrid, 2005, traducción y notas Olivia de Miguel). El “mensaje”, por llamarle de algún modo, es incluso más explícito que el de la atrevida Constance Chatterley, que sublima su aventura con el guardabosque: incluso las buenas mujeres están dotadas para experimentar lujuria. A diferencia de la Bovary, Edna Pontellier no doblega su baja pasión a la dinámica de una novela rosa, aunque para distinguir el grito carnal conoce antes el amor puro. No es el esposo de Edna quien representa ese amor, sino un joven que la idealiza –y sacraliza– como un caballero medieval a su dama. Contrario a la Chatterley, para quien amor y lujuria forman parte de un todo, Edna experimenta un amor puro por un hombre igualmente puro… y lujuria por un lujurioso. Vronsky brilla por su ausencia. Kate Chopin, cuyo verdadero nombre era Katherine O’ Flaherty, nació el 8 de febrero de 1851, en Missouri, colonia francesa de Estados Unidos donde transcurre la trama de El despertar. Irónicamente, fue la niña más admirada por sus compañeras de escuela, no así por las monjas que desaprobaban su temperamento artístico. Al morir su padre, siendo muy pequeña, se crió en un matriarcado: madre, abuela y bisabuela, quienes no frenaron la avidez lectora de aquella niñita que acaparó la biblioteca paterna. A los veinte años contrae matrimonio con Oscar Chopin, sobrino del afamado músico Fréderic Chopin. A los veintinueve era madre de cinco niños y, como su heroína, vive en una comunidad afrancesada bordeada de plantíos, donde la lengua inglesa se fusiona con el creole. Al morir su esposo, en 1882, Kate no había publicado nada. No fue sino hasta después de la muerte de su madre y su retorno a la casa paterna en St. Louis, en 1884, que se profesionaliza como escritora, y en 1890 publica su primera novela, La culpa, donde con talante crítico aborda el tema de la esclavitud, en coincidencia con Harriet Beecher Stowe, quien publica La cabaña del tío Tom un par de años antes. Para cuando Herbert s. Stone, de Chicago, publica El despertar, en 1889, Mrs. Chopin gozaba de fama, prestigio y calidad moral. Edna Pontellier, su protagonista, esposa y madre ejemplar de dos niños, se relaciona amistosamente con Robert, un joven decente que vive en el cottage contiguo. La relación parece tan ingenua, que lo que preocupa al arrogante Mr. Pontellier es el bronceado que ha arruinado la blanquísima piel de su mujer. El momento más radiante del día para Edna es el que comparte con Robert entre charlas y risas. De pronto él anuncia, durante una cena con vecinos y amigos, que emprenderá un viaje de negocios a México. Lo único que queda es atesorar esta nueva emoción –Edna no se casó enamorada, huelga decir–

para evadirse de la jaula dorada que representa su familia correcta, que no feliz, a menos que la felicidad se parezca al tedio. Las cosas se complican con la inesperada llegada de Alcée Arobin, seductor experimentado que intuye que la atractiva Edna carece de algo que él está más que dispuesto a brindarle. Justo en ese momento –demasiado oportuno, como si Dios fuera mujer–, Mr Pontellier viaja a Nueva York y ella envía a sus dos hijos a vacacionar con los abuelos paternos. Queda libre para deambular por el jardín y pasear hasta la estación de tren... Pintar, crear... y tener un amante. No ama a Alcée, pero reconoce en él la experiencia sexual que hará vibrar su cuerpo. Lo “peor” es que Edna no siente que le esté siendo infiel a su esposo... ¡sino a Robert! Las cosas se complican con el repentino retorno del susodicho, en especial porque parece decidido a superar cualquier escollo para convertir a Edna en su esposa: la tragedia espejea entre las olas del mar. Lo que los santurrones esperaban era una perorata contra el adulterio femenino y sus fatales consecuencias… ¡no tan contundente ternura hacia la adúltera! Los feroces ataques no bastaron para quebrantar la vocación de Mrs. Chopin, aunque inhibieron notoriamente la intensidad de su escritura. Se enfocó al relato breve y alcanzó a ver algunos publicados. Sufrió un colapso repentino el 22 de agosto de 1904, tras una visita a la Feria Mundial de Chicago, donde fue objeto de impublicables insultos por parte de damas y caballeros, “policías” de la moral y las buenas costumbres •

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BIBLIOTECA FANTASMA

ARTE Y PENSAMIENTO ........


Jornada Semanal • Número 1156 • 30 de abril de 2017

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola

germainegh@casalamm.com.mx

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NAUGURADO EN 1931, el Museo Whitney de Arte Estadunidense de Nueva York fue concebido por la escultora y mecenas Gertrude Vanderbilt Whitney con el objetivo de coleccionar, preservar y difundir el arte estadunidense que, inmerso en el arrobamiento del modernismo europeo, por esos años apenas comenzaba a despabilarse. La visión progresista de Vanderbilt Whitney dio lugar, en 1932, a la primera Bienal de Arte Estadunidense, la cual se ha celebrado sin interrupción hasta alcanzar su edición número 78 que se presenta actualmente en la impactante nueva sede de ese museo, proyectada por el gran Renzo Piano e inaugurada hace apenas dos años en el Meatpacking District, uno de los barrios más trendy de la urbe de hierro. Los comisarios invitados en esta edición son dos jóvenes curiosamente no blancos, Christopher y. Lew (de treinta y seis años) y Mia Locks (de treinta y cuatro), quienes reunieron a sesenta y tres artistas y colectivos en torno a la reflexión de “la formación del yo y el lugar del individuo en una sociedad turbulenta”. En ese tenor, se palpa en la extensa muestra una serie de temas recurrentes entre los que resaltan la discriminación racial y de género, las tragedias de las migraciones, la violencia de las armas en Estados Unidos y en las guerras actuales, los embates del neoliberalismo, las reflexiones sobre identidad, individualidad y colectividad. Algunas particularidades llaman la atención en esta Bienal: la elevada participación de artistas de origen latino, afroamericano, asiático y musulmán; el número equitativo –o más o menos– de hombres y mujeres –y la mitad de ellas no blancas–; la integración de artistas mayores –como la octogenaria Jo Baer– con otros emergentes, algunos prácticamente desconocidos, y resulta gratificante la inclusión de pintura abundante, figurativa y abstracta, entre las numerosas piezas de arte digital y de realidad virtual e instalaciones. El recorrido de exhibiciones como ésta, tan extensa y variopinta, requiere siempre de un esfuerzo descomunal. Mirar y observar, reflexionar, documentarse y extraerse. Un proceso complejo cuando uno se enfrenta a un ar te que, en gran medida, raya en la repetición. El arte contemporáneo en general es demasiado abundante y poco sustancioso. Uno recorre salas y salas y pocas obras atrapan a primera vista. Mucho intelecto y poca emoción: más de lo mismo. Dos artistas que no conocía cautivaron mi atención y, para mi enorme sorpresa, ambos son de origen mexicano. Después constaté en la prensa neoyorquina que en la mayoría de las reseñas se mencionaban como highlights de la Bienal. Raúl de Nieves (Morelia, Mich., 1983) vive y trabaja en Brooklyn, Nueva York, y presenta una instalación por demás ambiciosa, tanto en sus dimensiones como en su proceso técnico. En una sala individual ha cubierto seis grandes ventanales de 5 metros de altura con un diseño elaborado con papel, hojas de acetato, cintas y madera, que asemeja un vitral de una catedral medieval, pero con un pattern totalmente contemporáneo. Frente a esta monumental intervención, que inclusive llama la atención desde el exterior del edificio, ha colocado unas figuras alucinantes elaboradas con toda suerte de cuentas, chaquiras, listones, brocados, cintas, retazos de tela, bordados, en fin, materiales que se encuentran en cualquier mercería con los que el artista construye con suma delicadeza sus personajes fantásticos en un lenguaje ultrabarroco que va más allá del kitsch. El trabajo manual de Nieves es exquisito y el resultado, impactante. Rafa Esparza (Los Ángeles, Ca., 1981) también cuenta con una sala individual en la cual construyó una rotonda con 3 mil 100 ladrillos de adobe elaborados artesanalmente, siguiendo nuestra tradición vernácula en Los Ángeles, donde vive y trabaja. Hijo de un albañil mexicano que emigró a California, Esparza ha llevado este oficio a un alto nivel de sofisticación y sus obras de ladrillos de adobe han pasado ya por varios museos. En su instalación aparecen otros artistas que él invitó como colaboradores. Es una obra que entra por los ojos y se instala en los sentidos: la belleza de la sencillez que abraza y emociona. Además de la originalidad de sus propuestas, estos trabajos me sedujeron por su minucioso y elaborado proceso técnico manual expresado en lenguajes plenamente contemporáneos que llevan implícita su propuesta conceptual: el gusto por el oficio artesanal que ya raramente se encuentra entre los aluviones de la tecnología en el arte. • 2 1. Raúl de Nieves. 2. Rafa Esparza

ARTES VISUALES

Bienal del Museo Whitney

@LabAlonso

El hombre que cambió la guitarra para siempre

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L HOMBRE QUE CAMBIÓ la guitarra para siempre. Así se llama la última compilación que el célebre instrumentista inglés Allan Holdsworth lanzó días antes de morir, a mediados de este mes. Allí se concentran doce discos con casi toda su obra personal, más piezas inéditas; un sólido legado al que podemos sumar incontables colaboraciones en álbumes y conciertos que extendieron su fama subterránea entre músicos y conocedores del mundo entero. Se trata de una colección cuyo pretencioso nombre no le gustó, pero que dejó de pertenecerle en un último intento de justicia, pues no se ha revisado a fondo lo que logró. Claro, la enorme sofisticación

de su oficio no llegó a conectarse con las más grandes audiencias (no creemos que ese haya sido su objetivo ni que haya muerto con frustración). Por ello, a diferencia de lo que pasa cuando algún artista fallece, hoy no basta señalar discos o composiciones, sino internarse en su manera de componer e improvisar. Algo único. En uno de sus más conocidos videos pedagógicos aborda superficialmente lo que, a nuestro juicio, es uno de sus grandes secretos. Éste: él no veía las escalas como un grupo de notas limitadas por su fórmula interválica (la distancia entre tonos y semitonos) ni por digitaciones convencionales, sino como un terreno con múltiples puntos de conexión en donde se desarrollan incontables combinaciones. El brazo de su guitarra era, bajo esta idea expandida, un área que “iluminaba” todas las notas posibles para un contexto armónico. Dicho de otra forma: piense que una guitarra promedio tiene entre 132 y 144 notas en trastes metálicos paralelos y que en ellos se repiten simétricamente las doce del sistema tonal, de Do a Sí, incluidas sus alteraciones (sostenidos o bemoles). Es por ello que si pudiéramos encender como luces los trastes correspondientes a una escala mayor, la que sea (la de Re por ejemplo), veríamos alrededor de 84 notas iluminadas a lo largo del instrumento. Brincar libremente de una a otra para trazar melodías o acordes es un juego que rompe inercias mecánicas y que reúne al oído con el arte del dibujo, de la “pintura aérea”. Si mira el diagrama que hemos pedido incluir el día de hoy (gracias por su generosidad a Juan Puga, quien siempre nos ilustra con tanto tino) verá nuestra lectora, lector, el conjunto de notas de una de las escalas simétricas que más usaba Holdsworth. La escala Dominante-Disminuida constituida por la repetición de la fórmula Semitono-Tono. Ahora tome una pluma y trace líneas conectando círculos. Los que quiera. Eso, bajo el dictado del buen oído y con la técnica como vehículo (impresionante en Holdsworth), sería una forma de im-

provisación melódica sobre el diapasón de la guitarra (las líneas horizontales representan las cuerdas). “No debemos dejar que las manos nos gobiernen”, dice Holdsworth en dicho video.Y sí, al escuchar su juego sentimos que no hay preconcepciones mecánicas, ni patrones constantes, ni permutaciones basadas en ejercicios. Aunque sí percibimos la unidad de su estilo, su persona; atestiguamos una exploración que abreva en los géneros que construyeron su vida pero reunidos en el alumbramiento de una originalidad peculiar. Sumemos, además, una ecualización que lo acompañó por cincuenta años, una expresión sonora basada en el oleaje de dinámicas extremas (subidas y bajadas de volumen). Profundizando en su sonido podemos decir que por mucho tiempo usó las guitarras que la marca Kiesel diseñó exclusivamente para él. Asimismo, que fue pionero en el uso de la Synthaxe Guitar y de efectos que, precisamente, sintetizaban sus ejecuciones convirtiendo la naturaleza análoga del instrumento en una digital que le permitía disfrazarse de teclado, saxofón o trompeta, todo al cobijo de una alta reverberación. Tal como sucedió con mucha de la música grabada en los años ochenta y noventa, la de Holdsworth de pronto se vio encasillada en los parámetros del jazz-fusión que coqueteaba con el rock, sin embargo su fraseo vivirá por siempre como uno de los más notables en la historia de la guitarra. Colaborador de bandas como Soft Machine, Level 42, Phish, Tempest, Gong, u k , y de artistas como Tony Williams, Gary Husband, Jack Bruce, Jean LucPonty, Stanley Clarke, John Wetton y Bill Bruford, entre muchos más, Allan Holdsworth llega a su ausencia final marcando un cisma de insondable profundidad. Lo recordamos con melancolía este domingo mientras escuchamos el concierto que diera en el Alvas Showroom apenas diez días antes de morir, a los setenta y un años de edad. Haga lo mismo. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos. •

BEMOL SOSTENIDO

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

30 de abril de 2017 • Número 1156 • Jornada Semanal

Ana García Bergua

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Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

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STABA LEYENDO UN ARTÍCULO de Héctor de Mauleón sobre los pasaportes falsificados de los gobernadores en fuga, un tipo de personaje que en los últimos años ha proliferado en este turístico país de fauna exótica, flora exuberante y funcionarios voladores. El narrador y periodista hablaba de los nombres que figuraban en los pasaportes que se les habían encontrado con sus fotos, nombres que no concuerdan con ningún otro o que pertenecen a un niño, nombres que no figuran en ningún otro registro en el mundo, por demás aterrador y orwelliano, de la papelería oficial. Para que el gobernador de que se trate –a estas alturas parecen ser muchísimos, casi una bonita parvada de gobernadores mexicanos en movimiento perpetuo hacia el doblez– deambule por el mundo con un nuevo nombre que, como el Pinol, lo limpie y desinfecte de robos esperpénticos y siniestras componendas, al final de cuentas deberá renunciar a su identidad, llamarse Pito Pérez. ¿Se imaginan a estos hombres caídos de la plenitud del pinche poder, que dijo alguno de ellos, al sombrío anonimato de la presa oculta? A los egos tan alimentados bajo la consigna del “yo merezco” (una casa en Miami, por ejemplo), eso les debe de doler. Pero ni hablar, eso pasa con los dobles. Por ejemplo Goliadkin, el protagonista de El doble, de Dostoievsky, va desvaneciéndose frente a la sociedad, deshonrado y desplazado por su doppelgänger, el otro Goliadkin, que con todo y ser idéntico a él mismo, resulta favorecido por la fortuna, mientras el Goliadkin original cae en la desdicha. William Wilson, al apuñalar a su doble, termina con su propia vida. La duplicación es peligrosa, pero no sólo en la literatura. Por eso los gemelos, por lo general, buscan individualizarse, para no convertirse en una proyección o una sombra, otra versión del otro. Y en la vida real hay dobles por elección: pienso en los tres oficios que se le ocurrieron al querido Ignacio Padilla –nunca dejaremos de extrañar al buen amigo y escritor que perdió la vida el año pasado–, en una parte de su muy premiada novela Amphitryon. Esta novela juega justamente con este tema ya arquetípico del doble, a partir de un supuesto proyecto de los nazis inspirado en el mito del personaje del mismo nombre, cuya forma adopta Zeus para acostarse con su mujer Alcmena mientras éste va a hacer la guerra. Los oficios a los que Nacho Padilla aludía en su novela son: doble de cine, “negro” o escritor fantasma y falsificador de arte. En los tres casos, el que lo ejecuta sacrifica su identidad en aras de

la del actor, escritor o pintor que “firma” la obra. Serían trabajos para Mr. Hyde con todo y sus tremendas tentaciones de estrangular al doctor Jekyll que recibe los aplausos por el trabajo. Toda duplicación, así, tiene algo de abominable, una repetición que termina por anular. Toda multiplicación también, y a ese respecto es imposible eludir la frase sobre los espejos y la cópula en “Tlön, Uqbar, Orbius Tertius”, de Borges. Pero los gobernadores mexicanos en sus escapes por el ya no tan ancho mundo fracasan a la hora de intentar desaparecer ocultos como dobles de otras personas existentes o inventadas. Ni las cirugías que les fabrican máscaras para que se oculten, ni los nombres imaginarios que les proporcionan hábiles falsificadores, dobles ellos mismos, operan el milagro del desvanecimiento. Como si la desaparición por duplicación no obrara por voluntad, y es que la desaparición la sufre sólo quien no la desea, como el doctor Jekyll, como Goliadkin o William Wilson. Aquel que anhela desaparecer detrás de otro se vuelve, paradójicamente, más evidente y he ahí su condena. De ahí quizá esa risa de loco del gobernador Duarte, Goliadkin en desgracia sin otro Goliadkin que lo ocultara cuando fue aprehendido. Pero, la verdad, a los gobernadores mexicanos les falta densidad para ser personajes de Dostoievsky o Stevenson, ni un Raskolnikov, ni un Mishkin, ni un Alexei Ivanovich. Animales volátiles, buitres revoloteando en círculos sobre los restos de sus barbaridades, aparecen frente a nuestros ojos atónitos metiendo la cabeza bajo la tierra como el avestruz. Si en algo se duplican o se multiplican es entre ellos mismos, y no acabamos de enterarnos del que hizo horrores en un estado, cuando aparece el de otro y resulta peor. Espejos de la misma enfermedad, ojalá y se neutralizaran entre sí, como el doctor Frankenstein y su querido monstruo •

A

UNQUE YA PASARON MUCHOS años desde la irrupción de mtv en la cultura musical popular contemporánea, el recurso audiovisual sigue siendo el gran complemento de casi toda la oferta musical de hoy. De hecho, mucha de la música comercial del mundo moderno es confeccionada teniendo en cuenta una imagen. Sigur Rós es una banda de música intimista islandesa –difícil de etiquetar bajo clasificaciones comerciales, o de música más convencional– de corte minimalista y casi siempre acústico (aunque una de sus características, por ejemplo, es el em-

pleo de un arco de violín para pulsar las cuerdas de una guitarra eléctrica) que ha llevado la experimentación entre música e imagen a un nivel distinto, evocador y muy interesante. Porque lo que propone Sigur Rós no es tanto ese maridaje entre música e imagen con el que están infestados los canales de videos musicales, y aunque en efecto también han lanzado anteriormente videos de sus canciones, en realidad esto es muy otra cosa, que pertenece a un movimiento mucho más ambicioso, una nueva manera de ver el mundo y vivir la vida… despacio. El movimiento Slow tv (o televisión lenta) es una propuesta que ha surgido en algunos países escandinavos como una suerte de reacción al modelo de vida neoliberal y ultracapitalista de la competitividad y la rapidez que son marca de agua de la sociedad de consumo. La televisión lenta apunta no solamente al entretenimiento como tal (que pertenece más al ámbito de la autoindulgencia o a la información simultánea y concisa que al del nutrimento cultural), sino a convertir la televisión, o en este caso el monitor de la computadora, en una ventana hacia otras posibles maneras de vivir la vida, menos correteadas, más serenas. Y vaya que los islandeses tienen el territorio que los inspire. Route One (o Ruta Uno) es una suerte de documental de largo pietaje –todo el circuito dura alrededor de 24 horas– filmado a bordo de un camión precisamente para obligar a la filmación a ser lenta. Ya de suyo atípica, Sigur Rós es una banda de música que no se clasifica fácilmente. Desde el idioma en que interpretan buena parte de sus composiciones, que es el vonlenska, una jerigonza silábica inventada por el vocalista del grupo, Jón Thor Birgisson, también llamada hoppelandic (se supone, a pesar de la intrínseca melancolía en las composiciones de Sigur Rós, que es una suerte de habla “optimista”, o

“esperanzada"). Otra característica de los integrantes de la banda es el gran amor que le profesan a su país, a su tierra, a su mitología eslava de elfos y gigantes que reposan en llanuras y cráteres (“Me pongo el piyama azul y un elfo pequeño me mira en silencio desde una esquina de mi habitación”, reza una de sus canciones) y eso es algo que se propusieron dejar plasmado, precisamente, en Route One. Route One es básicamente un video de 24 horas de duración que consiste en hacer un recorrido perimetral por el anillo carretero de la costa que bordea todo el territorio continental de Islandia. La cámara fue montada en la cabina de un camión –para obligar a que el recorrido, como ya decíamos, sea lento, pausado, disfrutando el paisaje que inicia, desde luego y sin aspavientos (el camión inaugura su travesía en el humilde estacionamiento de un edificio de departamentos de clase media) en la capital del país, Reikiavik. Junto con el movimiento Slow Food (“comida lenta”, que se opone al Fast Food industrial estadunidense y es también de factura europea), el Slow tv apuesta a recuperar formas de vida que han sido desplazadas por un estilo de vida frenético, impuesto por el capitalismo brutal y sus satélites neoliberales, en que el disfrute humano, el simple placer de mirar, suponen un estorbo a la demencial idea preconcebida de lo que debe ser la vida hoy en día. Porque ya va siendo hora de que revaloremos las cosas simples y puras de la vida, como una prístina planicie islandesa. Pero la mejor manera de entender la calma propuesta de Sigur Rós es conociéndola. El video está dividido en tres segmentos de aproximadamente ocho horas cada uno y se pueden ver de manera gratuita en el canal de videos de internet YouTube (Parte i en https:// www.youtube.com/watch?v=G54tllj-SKI ). Buen viaje. Felices reflexiones •

CABEZALCUBO

Veinticuatro horas en Islandia

PASO A RETIRARME

Dobles y redobles


Jornada Semanal • Número 1156 • 30 de abril de 2017

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Orlando Ortiz

Luis Tovar @luistovars

Resurrección

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L PRIMER TEXTO que leí de Joaquín Machado de Assis fue “El alienista” y me deslumbró. Es un relato desconcertante, de ésos que aparentan ser ironía pura y por momentos nos encierra en reflexiones que trascienden con mucho los detalles humorísticos, costumbristas o sarcásticos. Lleva a la reflexión pero sin solemnidad ni sesudas incitaciones y cuestionamientos. Escribí “relato” porque algunos lo presentan como cuento y otros como novela corta, cuestión que no me interesa dilucidar.

Posteriormente encontré en una librería de usados un volumen de cuentos y pensé en adquirirlo o no, pues se veía maltratado; sin embargo, el recuerdo de “El alienista” y mi marcada filia hacia el cuento me ganaron, de lo cual me felicito. Posteriormente conseguí otras obras de Machado de Assis, curiosamente, todas ellas en librerías del mismo tipo. Para mí fue algo insólito, pues, que llegara a mis manos una obra “nueva” que, paradójicamente, es la primera novela de este autor brasileño, el más brillante en su tiempo y según otros especialistas, de todos los tiempos. Pero, ¿quién fue Joaquín Machado de Assis? Nació en Río de Janeiro en 1839, en una época en la que se libraba la lucha por la abolición de la esclavitud. Algunos autores asientan que fue mulato, hijo de una esclava negra y no consignan quién fue el padre; otros aseguran que su padre fue un mulato, descendiente de esclavos y su madre fue una lavandera portuguesa nacida en las Azores. La negritud de sus raíces es indudable, también coinciden todos en lo humilde de su origen, en que era tartamudo y epiléptico, y que por ello no recibió una formación escolar formal, aunque mencionan que cierto párroco le ayudó a estudiar latín y francés. Fue autodidacta y ávido lector, que se inició como linotipista en un periódico y trascendió. Un sujeto mulato, de extracción humilde, epiléptico, tartamudo y sin un grado académico, cualquiera imaginaría que nunca pasaría de perico perro. No obstante, este individuo escribió cinco novelas y alrededor de doscientos cuentos, ocupó cargos administrativos importantes, además fundó y fue presidente de la Academia Brasileira de las Letras. Para algunos, Machado de Assis es el primer gran cuentista latinoamericano y padre de la literatura brasileira, aunque haya figuras de envergadura anteriores a él; otros cuestionan su obra, pues cometió el “pecado” de publicar relatos en revistas destinadas a las mujeres y por lo tanto textos de rigor y calidad dudosa, porque anteponían el propósito de despertar emocio-

nes en las lectoras y se menospreciaban lo fines literarios o estéticos. Dicen. Ejercicio éste que encontramos, creo, en muchos países latinoamericanos en el siglo xix . No obstante, incluso en tales textos se encuentran valores literarios importantes. Por lo general la primera de sus novelas, Resurrección, apenas se menciona; las más célebres y traducidas son Quincas Borba, Memorias póstumas de Blas Cubas y la que muchos consideran la mejor de todas: Don Casmurro. La Universidad Veracruzana acaba de lanzar la primera traducción al español de Resurrección, novela en la que tal vez no alcanza las alturas de las más celebradas, pero en la que ya está el Machado de Assis capaz de adentrarse en sus personajes y exhibirlos por dentro con ironía, además de mostrar una mirada crítica a la sociedad de su tiempo y los valores que prevalecían en ella. Además, deben tomarse en cuenta otros factores, uno de ellos que el romanticismo seguía vigente en muchos países y, según se dice, no es gratuito que en las primera páginas de Resurrección haya una referencia a la novela Escenas de la vida bohemia, de Henry Murger, publicada por entregas (como era costumbre entonces) en Francia y posteriormente una versión abreviada de la misma sirvió de base para el libreto de la ópera de Puccini, y también Leon Cavallo hizo otra ópera con el tema. Amor, celos, intrigas, todo eso hay en la obras de Machado de Assis, pero también una crítica irónica a la decadente sociedad brasileira de su momento, al grado de que deja en el lector una sonrisa amarga. Imposible abundar sobre este autor y su obra, sólo me resta señalar que celebro la aparición de esta primera traducción al español de un autor que para Susan Sontag es “uno de los mejores escritores del siglo xi x y el mejor de América Latina”. También debo señalar que la edición es excelente, la traducción, de Eduardo Langagne, impecable, y su “Prólogo” muy completo: informa sobre el autor, la obra, y tiene también pinceladas filológicas oportunas y esclarecedoras •

E

XASPERADO ANTE LA IMPASIBILIDAD notablemente cruel de una burocracia que en definitiva no sólo es sorda y ciega sino también estólida, Daniel grafitea un mensaje en el muro exterior de la oficina gubernamental de donde, se supone, debería obtener no sólo apoyo económico debido a su reciente incapacidad laboral sino también, y al menos, un trato que pueda ser calificado como amable, aunque para nadie sea un secreto que hasta esa mínima decencia ya es mucho pedir. Por lo que se ve acto seguido la compasión es impensable, y ni siquiera bajo esa variante colectiva llamada solidaridad cabe esperarla de quienes han echado de la oficina

Kristina Groseva, La lección

a Daniel, obrero de carpintería casi sexagenario que tras un infarto se convierte, además de desempleado, en la versión contemporánea e inconsciente del kafkiano señor k. Exacerbada por la súbita agudización de complicaciones de orden material que, grado a grado, fueron escalando hasta ponerla entre una pared llamada orgullo y una espada con forma de necesidad, Nadezhda va a la casa de su padre a pedirle dinero para solventar una deuda leonina, como son todas las bancarias y las de los usureros, valga el pleonasmo. Empero, el muro puede más: Nadezhda sale de la casa paterna con las manos vacías y su problema intacto porque, al ir por un pasillo y descubrir junto a las fotografías de ella y de su madre ya difunta la de la nueva pareja de su padre, traduce su berrinche en la profanación de aquella última imagen: con un plumón oscuro cubre el rostro de quien para ella no puede ser sino una intrusa, y acto inmediato se va sin despedirse. Maestra de escuela, casada y con una hija, su dilema no es sólo monetario: en su clase de prepubescentes alguien roba de los bolsos y ella está obligada, por profesión y éticamente, a descubrir al sustractor, pero la lección final será más bien para ella.

VolVer a arcadia Son varios elementos los que hermanan a los filmes Yo, Daniel Blake (Me, Daniel Blake, Ken Loach, Reino Unido/Francia, 2016) y La lección (Urok, Kristina Grozeva y Petar Valchanov, Bulgaria/Grecia, 2014). En ambos casos el protagonista es una persona adulta o, con mayor precisión y dicho en la jerga que más conviene al caso, un miembro de la pea , Población Económicamente Activa, cuyo principal rasgo desde la perspectiva macroeconómica consiste en ser, de manera simultánea, generador de riqueza y proveedor de la misma por medio de la manutención propia y, casi siempre, de uno o más terceros; además, por supuesto, del consumo. Es lo que Daniel y Nadezhda son: minúsculos engranes de

una maquinaria social que no por eso, ser minúsculos, habrá de perdonarles la función que desempeñan, y he ahí la causa de que cuando fallan los castigue: a Daniel enfrentándolo al semblante impertérrito de un Estado que hace muchísimo dejó de ser benefactor, en una Inglaterra precisamente inventora del concepto, y a Nadezhda orillándola al extremo del acto delictivo y la declinación de los que han sido hasta ese punto sus principios éticos, en ambos casos a consecuencia de la falta de dinero, que es decir también el oscurecimiento de cualquier posible perspectiva de futuro, así sea únicamente el triste y gris de continuar como se ha estado, sin visos de cambio alguno que no sean hacia abajo. Mucho antes del desenlace de ambas tramas –y por supuesto no serán mencionadas aquí enteras, ni el final de cada una–, llama con fuerza la atención otro elemento que comparten, más allá de tener su desarrollo en dos puntos de una Europa que parece muy cansada de sí misma, o tal vez y con suerte sólo de su neoliberalismo brutal y degradante: los actos referidos de Daniel y Nadezhda son pueriles y, por tanto, implican una suerte de retorno –o de deseo inconsciente de retorno– a la Arcadia de una edad en la que no hay impuestos por pagar aunque no se tenga un sueldo, oficinas de desempleo haciendo lo imposible por diferir la subvención, sueldos por ganar aunque jamás alcancen para lo que deberían alcanzar, hipotecas por pagar con la amenaza constante del desahucio, curriculum vitae que enviar por internet sin saber ni cómo se usa, muchachitos que educar mientras la vida de la profesora casi se desploma… No obstante, el retroceso verdadero no es de ellos, que hacen lo que pueden para sobrevivir en un sistema que les exige tanto como los ignora en calidad de individuos con historia y deseos propios: el paso de cangrejo es de un modelo/estructura social que hoy se postula no sólo como el mejor posible sino como el único •

CINEXCUSAS

Minúsculos engranes

PROSAÍSMOS

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ENSAYO

T

res años antes de ser asesinado, en mayo de 1974 Rodolfo Walsh visitó el Líbano como enviado del diario argentino Noticias y huésped solidario de la Organización para la Liberación de Palestina ( o l p ) en el exilio. Eran los días de la Revolución palestina –una lucha armada y cultural de un pueblo por su reconocimiento, liberación y retorno–, a la que se sumaron escritores de todo el mundo, que emplearon sus plumas para refutar las acusaciones en contra de la lucha palestina de ser “fabricada” y antisemita. Así ocurrió con Walsh, cuyas crónicas en Noticias incluyeron una réplica a la embajada israelí en Buenos Aires que, en una carta al diario, acusó a Walsh de incitar al odio y sostuvo que antes de la emigración judía a Palestina “la Tierra de Israel era un país casi despoblado”. Publicadas entre el 12 y 19 de junio de 1974, las crónicas de Walsh hoy están disponibles gracias al esfuerzo editorial de Kolectivo Editorial Último Recurso de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario, de donde se extraen los siguientes fragmentos. Shadi Rohana

L os despojados “¿Palestinos? No sé lo que es eso”, declaró en una oportunidad la ex primer ministro de Israel, Golda Meir. Se conoce la eficacia ilusoria del argumento, utilizado en Argelia, Vietnam, colonias portuguesas, para negar la existencia de sus movimientos de liberación. Muyaidín? Connait pas. Libération Front? Never heard of it. FRELIMO? Nao conhece. El enemigo no existe y todo está en orden. Cada una de estas negativas ha hecho correr un río de sangre pero no ha detenido la historia. Desde hace un cuarto de siglo la política oficial del Estado de Israel consiste en simular que los palestinos son jordanos, egipcios, sirios o libaneses que se han vuelto locos y dicen que son palestinos, pero además pretenden volver a las tierras de las que se fueron “voluntariamente” en 1948, o que les fueron quitadas no tan voluntariamente en las guerras de 1956 y 1967. Como no pueden, se vuelcan al terrorismo. Son en definitiva “terroristas árabes”. Es inútil que en el Medio Oriente estos argumentos hayan sido desmantelados, reducidos a su última inconsecuencia. Israel es

30 de abril de 2017 • Número 1156 • Jornada Semanal

Occidente y en Occidente la mentira circula como verdad hasta el día en que se vuelve militarmente insostenible.

L a paz israeLí En el vacío que dejó el largo éxodo palestino, se estableció la Paz Israelí. El profesor de matemáticas italiano le sacó la casa al tendero árabe. El lingüista inglés construyó la suya sobre un espacio demolido. El pintor apátrida del Quartier Latin se rodeó de un ambiente “oriental”. El inge-

Rodolfo Walsh en Palestina Vilma Fuentes

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niero agrónomo argentino se fue al kibutz donde ya no quedaba ni memoria del fellah que durante trece siglos le preparó la tierra: como si no hubiera tierra en la Argentina.

r espuesta Flagrantes inexactitudes, deformaciones de los hechos históricos, gruesos equívocos, son algunas de las virtudes que la Oficina de Prensa de la Embajada de Israel en Buenos Aires atribuye a mi reciente serie sobre Palestina, según la carta publicada en Noticias el domingo 14 [de 1974]. En ella el señor Sejatovich, funcionario de esa oficina, se propone “reestablecer la verdad” y lo intenta sosteniendo, en síntesis, que Palestina era “un país casi despoblado” al fin de la Primera Guerra Mundial; que el problema de los refugiados palestinos fue “creado por los propios líderes árabes”, en 1948, “al compeler a los pobladores árabes a abandonar sus lugares de residencia”; y que el 14 de mayo de 1948 los Estados Árabes “invadieron el Estado de Israel”. En mi serie de notas yo he sostenido que Palestina era desde el siglo vii una tierra poblada por árabes; que el éxodo de 1948 fue provocado por las organizaciones terroristas Haganah, Irgun y Stern; y que fueron estas organizaciones las que desencadenaron la guerra. Frente a opiniones tan dispares, un lector distante tiene derecho a conocer las fuentes en que se basan para deducir dónde está la verdad. B orje B arashne El muchacho se ríe. Estamos en el campamento de Borje Barashne, al sur de Beirut, capital de Líbano, a cuya Universidad ha venido a estudiar. Hay 20 mil refugiados en este campamento que es en realidad un pueblo, una villa cuya copia casi exacta son algunas manzanas de la villa de Retiro: pequeñas casas de bloques con techos de chapa, pasillos de material con la canaleta por donde circula el agua, canillas colectivas. E igual que nuestro villero, el palestino pone una planta, aunque sea una maceta, en el mínimo espacio libre: recuerdo del campo al que uno y otro pertenecen. Después las diferencias. No hay calles, solamente pasillos, porque en Medio Oriente el espacio es distinto que en Argentina: Líbano cabe dos veces en la provincia de Tucumán… •


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