La Gualdra No 23, lunes 07 de noviembre de 2011

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El clarinetista zacatecano Luis Humberto Ramos ha sido docente y director de la Escuela Ollín Yoliztli; docente en la Escuela Superior de Música, el Conservatorio Nacional de Música, la UAZ y la UNAM. Nació en Fresnillo el 2 de julio de 1950.


La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a varias exposiciones recién inauguradas. Memorias del lejano oriente, es el título de la exposición del Mtro. Emilio Carrasco que se exhibe actualmente en la Galería Irma Valerio: 30 cuadros al óleo podrán ser admirados en este espacio ubicado en el centro histórico durante todo el mes, es muy recomendable que se dé un tiempo para apreciar esta muestra del talentoso pintor avecindado en Guadalupe, Zac. Cada quien su santo, es la exposición colectiva multidisciplinaria inaugurada el viernes en La Casa de Engracia; espacio dirigido por Sonia Félix Cherit, ubicado en la Calle Víctor Rosales 146, en el centro de esta hermosa ciudad. Participan en esta muestra 34 artistas zacatecanos, de diferentes estados del país, USA y Suiza. Ahí podrá usted encontrar una diversa y creativa interpretación de la santidad… vale mucho la pena que se acerque a este espacio independiente en el que frecuentemente, a iniciativa de su incansable directora, se realizan actividades artísticas de gran calidad. La Sala Galerías y el Taller de Creatividad para Niños Enrique Guzmán coordinaron la exposición, inaugurada este viernes, del Maestro Juan Manuel García Jiménez. Si usted no ha adquirido sus regalos para esta próxima Navidad, vaya a la Av. Hidalgo 314, 4to. Piso, frente a librería Universal… seguro le encantará la obra de este artista. Apoye el arte independiente. El viernes además, tuvimos la oportunidad de asistir al Ex Templo de San Agustín al espectáculo Lamento y quejío (cante y poesía del sentir flamenco), coordinado por la Mtra. Ángeles Valle y Eduardo Campech Miranda – colaborador de este espacio-. Una noche maravillosa nos regalaron a los espectadores, ojalá que se repita para que todos aquéllos que no pudieron asistir tengan la oportunidad de disfrutar este espectáculo. El sábado pasado, cumplió años el autor de las ilustraciones gualdrianas. Juan Carlos Villegas Cosío nació el 5 de noviembre de 1971 en Potrero de Gallegos, Valparaíso, Zacatecas. Desde 1992, inicia sus estudios de pintura en el Taller de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Ese mismo año ingresa al Taller de Gráfica

Julio Ruelas, bajo la tutela de Alejandro Nava. Desde entonces, ha participado en talleres de pintura y grabado con diferentes maestros, como Francisco Castro Leñero, Alberto Castro Leñero, Adriana Blaszcyk, Jesús Ramos, Emilio Carrasco y Francisco Souto. Obtiene Mención Honorífica en el Salón Estatal de Pintura Francisco de Santiago en 1995. Becario por parte del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, categoría Jóvenes Creadores, en 1996. Primer Premio en el Salón Regional de Pintura Zacatecas 450 Aniversario, en 1996. Es seleccionado en el Primer Salón Estatal de Pintura Juan Manuel de la Rosa, 2002; en la VI Bienal Nacional Diego Rivera, Guanajuato, 2004; y en la Segunda Bienal de Pintura Pedro Coronel, Zacatecas, 2010. Exposiciones individuales: “Lote de Parias” (Galería Arroyo de la Plata, 2004), “Pavesas” (Casa del Cultura de Zacatecas, 2007), “Pareidolias, obra gráfica” (Alianza Francesa, Zacatecas, 2009), “Pareidolias” (Museo M. Jiménez, San Luis Potosí, 2009), “Veintidós poemas perdidos” (con Alejandro Nava, en la Ciudadela del Arte, Zacatecas, 2009), “Umbraladas” (La Llorona, Festival Cultural Zacatecas 2010) y “Etopeyas” (La Sala y NIC, Zacatecas). Ha participado en más de 60 exposiciones colectivas en diferentes estados del país, Estados Unidos y Europa. Catálogos individuales: Pavesas, 2007; Pareidolias, 2009; Umbraladas, 2010. Catálogos colectivos: Becarios por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Zacatecas, 1997; Un siglo de plástica zacatecana, 1999; Un marco por la tierra, 2004; Callejón del Mono Prieto, 2005; Exposición colectiva regional de pintura Centro Occidente, 2008; Donde deben estar las catedrales, 2008; Felguérez a 80 años, 24 escritores, 11 grabadores, 2008; La Suave Patria, 2009; Veintidós poemas perdidos, 2009; Paloma Negra, 2010; Segunda Bienal de Pintura Pedro Coronel, Zacatecas, 2010 y El Corrido zacatecano, 2011. Felicidades a Juan Carlos Villegas de parte de Manola Membrillo, Petunia Ciruela, Camelia la Texana y el equipo de La Gualdra.

En un prado… por Gabriel Luévano

Contar la vida. Memorias de una jueza zacatecana por Elsa Leticia García Argüelles

Artes plásticas Goitia: la obra más grande de Goitia por Mauricio Flores

Luis Humberto Ramos El clarinetista del mundo que nació en Fresnillo por Jánea Estrada

Arthus-Bertrand: una lente para la mirada del ángel de la historia por Manuel García Garduño

Zacatecas, el mundo: obra de Severino Salazar por Ricardo Wong López

Apostillas a Zacatecas: estampas astronómicas y de lírica medular por Juan Antonio Caldera Rodríguez

Los hijos de Marx… mi consuelo por Eduardo Campech Miranda Castillo de sal si puedes por Ester Cárdenas

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Carmen Lira Saade / Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas / Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Diario de Mateo por Mateo Estrada Gaviria

Jánea Estrada Lazarín / Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Trinidad / Diseño

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibída la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

3 4 5 6 7 8 9 11 12 Juan Carlos Villegas / Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


En un prado Por Gabriel Luévano

A Miguel Ángel Sánchez, Jorge Sánchez Enríquez y sobre todo, a mi “Julia”

Una mano está tendida. Dijo el presidente, y sonríe. Los que hemos visto la fotografía sabemos que algo de paradoja y de octubre en su semblante, flemático, fríamente sórdido, devela la mueca perentoria de la muerte. La supuesta invitación a la unión lleva consigo una amenaza que se burla, por un lado, de la desconfianza, y por el otro, del orgullo. Ahí está la mano, ahí está también la foto, donde Gustavo Díaz Ordaz insta a los implicados en el “sabotaje” a bajar la cabeza y ungirse con la sangre de un país con ínfulas de paraíso y tobillos de cuartel. La mustia figura del megalómano redentor, del padrastro deforme, del can enfermizo, desnuda hasta los ligamentos a una sociedad en constante disgregación moral y termina por confirmar la paradoja: Los intentos para mantener el orden, a base de una instrucción completamente patriarcal, que aniquile todo lo posible cualquier búsqueda del ser, logra anular el pensamiento. No pocas veces he identificado la figura del ex mandatario mexicano con otra imagen, digna por igual para un cartel que enarbole la represión. El Gran Hermano. Un hombre de apariencia inefable pero profundamente desestabilizadora. El cartel del Gran Hermano, la imagen del gobierno autoritario presente en la novela 1984 del escritor inglés nacido en India George Orwell, ha pasado a la conciencia literaria como un recordatorio de las tácticas más abyectas de abuso y castración mental. La sociedad de la novela, se halla bajo el yugo de un partido único, de tintes fascistas que tergiversa la noción natural humana desde la mente misma del individuo. Los habitantes de Oceanía (así es llamada la región), lo que ahora sería parte de Europa, son educados en un sistema elitista de raíz, donde se preconiza la importancia de permanecer a un orden basado en la sugestión y el odio. A cambio de una supuesta tranquilidad y una dañina idea sobre el triunfo, el gobierno logra deshumanizar a los individuos, anulando su privacidad. Los carteles del Gran Hermano, que parecen observarlo a uno desde cualquier punto, se encuentran pegados, colgados, esbozados en cada hogar, cada oficina, cada lugar público e íntimo.

La trama de la historia se centra en Winston Smith, un miembro de la burocracia inferior que comienza a cuestionar su entorno y duda de la información que el partido ofrece al pueblo: mejoras en cuestiones económicas, de salud y calidad de vida. No obstante, como un atisbo de realidad, sólo violencia, marginación y miseria es lo que percibe Winston, el cual, en medio de su crisis existencial, descubre a Julia, una joven con las mismas ideas de libertad que él. Entonces comienza una peligrosa aventura amorosa donde ambos personajes se enfrentan al miedo y a la muerte, por una cosa no he dicho: el amor está prohibido. Una de las escenas, aquélla que se ha quedado impresa en mi memoria, me hizo recordar algunos momentos de mi primera juventud. Como la simple idea de reunión es imposible, Winston y Julia viajan cuidadosamente al campo. Ahí, protegidos por la naturaleza, en un pequeño prado, logran entregarse el uno al otro y son, por vez primera, libres, condición que no durará mucho. Todos buscamos, a lo largo de nuestra vida, un prado como el de los amantes de 1984. Algunos lo hemos encontrado en los libros, otros en el deporte, la música o simplemente, la familia y la pareja. Mi primera experiencia de seguridad, fuera de mi casa, lo encontré en la clase de Modernidad y posteriormente de Filosofía en los años de la prepa. El debate sano, la convergencia entre variados puntos de vista y en resumen, la libertad, convertían esas clases en un respiro, salutífero, maravillado, que colisionó brutalmente con la educación, draconiana y monolítica que llevaba sobre los hombros. Ése fue un prado hermoso, y por lo tanto, fugaz. La sensación de abandono y zozobra han regresado. Por todas partes nos ofrecen una mano “amiga”. Detrás de ella, está la boca de una bestia obesa y longeva. “Exigimos la prueba de la parafina para esa mano tendida” contestaron irónicamente los estudiantes a Díaz Ordaz, el Gran Hermano de esa época, reflejo de un partido que avasalló prácticamente todo, y fungió como el padre de la iniquidad y la mentira. El

movimiento de 1968, otro año tan importante para mí como 1984, develó el sentimiento de anegación que experimentaban la clase trabajadora, las amas de casa, los universitarios. Monsiváis expone en La tradición de la resistencia, los factores que llevaron al movimiento junto su fatal desenlace, a convertirse en símbolo de la lucha por la libertad de opinión. Y ciertamente pocos recuerdan el asesinato del líder campesino Rubén Jaramillo y su familia por ejemplo, la desaparición de cientos de trabajadores agrarios y ferrocarrileros por los gobiernos nacidos de la revolución. Ésa ha sido la gran herida que ha devorado desde siempre. La imposibilidad de hablar. Cualquier intento de pensar por uno mismo, es recompensado con la cárcel, la tortura, la bala. La palabra “autonomía” es, por lo tanto, cada vez más quimérica. Yo creía encontrarme en la universidad, un medio para conciliar opiniones. Sin embargo, no dejo de percibir cierta apatía, espantosa si tomamos en cuenta que la educación debería hermanarnos, para contrarrestar los embates que el sistema nos dirige. La situación del país, donde se lucha por eliminar materias como Filosofía o

Literatura, controlar el arte e imponer una pragmática del neoliberalismo, clama una generación comprometida. La sociedad orweliana es cada vez más parecida a la nuestra, mas aun tenemos la posibilidad de los libros para desvencijar esa curia de gañanes que se mofan del sufrimiento ajeno. En la novela se narra una actividad frecuente, gregaria, llamada “Los minutos de odio” en la que los individuos se reúnen frente a una pantalla en la cual se proyecta la imagen de un disidente del régimen. Inmediatamente se da, a guisa de ritual desquiciado, un despliegue de insultos, diatribas y gritos en contra del “enemigo”. En una sociedad que controla a partir de la aniquilación del amor, el odio canaliza la furia e impide una verdadera revolución. En la actualidad, me pregunto si esos programas vespertinos donde una mujer insulta a supuestos padres irresponsables, abuelos pederastas o madres diabólicas, a todas luces un teatro mediático, no son ya el aviso de que vamos perdiendo la batalla contra la injusticia. Dudemos aunque sea un poco de la realidad que nos pintan, y puede que realmente nos podamos llamar, no universitarios, o ciudadanos o camaradas, sino seres humanos.


Contar la vida.

Memorias de una jueza zacatecana Por Elsa Leticia García Argüelles* La justicia es una rara palabra, que en ocasiones nos deja un sabor de boca amargo y en otras amerita decir gracias, a pesar de todo. La lectura del libro Las cosas Juzgadas Memorias de una jueza zacatecana (2006), me ha hecho pensar las cosas de otro modo, reflexionar entre el nombre y la persona: mujer, zacatecana, el valor de sí misma y de los otros. Una de ellas es que no se puede juzgar a la ligera, que más allá de las diferencias culturales hay un lazo casi invisible que nos permite valorar a una mujer de regiones cercanas, o de otras insospechadas, a nuestra vida cotidiana. Cuando algo irrumpe de modo inusitado, es allí cuando uno gira la cabeza, observa otra realidad, escuchando otras voces. Este libro llegó a mis manos como un obsequio, en un día que por destino debía estar en ese lugar, a esa hora, en ese preciso momento (tengo testigos). Hay días prolíficos en bendiciones, y de un descubrimiento a otro, en ese mismo momento miraba con asombro otra maravillosa mujer que a sus 90 años autografiaba un significativo libro sobre la narración de su vida en la segunda Guerra Mundial en Francia, me refiero a Aurora Serrano de Demay y su libro Del Boleo al Bombardeo. Memorias de una mexicana en la Segunda Guerra Mundial. Su cabello canoso me llenaba de ternura; sus arrugas, así como una espléndida manera de dialogar, su fortaleza, su entrega y su entusiasmo.

Jacques-Louis David, Rapto de las Sabinas

Ese día conocí a Irene Ruedas Sotelo, una persona con una amplia sonrisa, que sin pensarlo me daba su libro y hasta la fecha lo he recibido como un regalo, como un ejemplo de entereza y sinceridad. Decir las cosas del corazón, a veces resulta poco creíble para aquéllos acostumbrados a las verdades a medias y a la hipocresía. Hablar de sí mismo, contar la vida, “la de verdad”, es algo que en estos tiempos debería apreciarse. Le dedico unas líneas de esta humilde lectora que en realidad nada sabe de leyes ni de jueces, pero lo que me impulsa es reconocer un lugar valioso a su narración por la lectura ágil y el humor suave; así como la sensatez de saberse libre de las ataduras conservadoras de una sociedad que juzga todo el tiempo a los otros, sin encontrar en ello ningún provecho, o en todo caso, sólo alimentar a las “buenas conciencias”. Las cosas juzgadas remite sí a la narración de su memorias, aunque tiene también un sentido de “legajo olvidado” que en términos judiciales y legales refiere los asuntos ya no pendientes, es decir, resueltos, que se van encajonando en archivos. Este libro me conmueve por dos aspectos, la primera porque es una mujer que se atreve de manera abierta a contar su vida, sus luchas y sus caídas; segunda, porque sin ningún temor enfrenta las vicisitudes de ser una jueza y llevar a cabo su trabajo de una mera ética. La narración autobiográfica

emerge entonces desde el desahogo y va tomando forma en un decidido tono que muestra su carácter. La mayoría de los relatos habla de las dificultades por lograr tener un lugar como jueza, sin tener un apellido, ni recomendaciones, pero siempre agradeciendo a todas las personas que la protegieron y apoyaron en su carrera, ya que ser mujer y jueza no es una fórmula sencilla, y agradecer es una manera de no olvidar quiénes somos, además de todos los aprendizajes… como vivir sola, viajar sola. La vida de Irene Ruedas Sotelo parece resurgir desde el fondo de un “tiro de mina”, donde dice la autora “la risa emerge de lo más profundo de mi ser y compromete todos mis sentidos”. Narrarse a sí misma es un acto de revisión, de levantarse una y otra vez ante las adversidades, las injusticias y la ineficacia de las instituciones que se supone protegen a las personas. Afirma ella respecto de su oficio: “En el ejercicio de la judicatura no habemos moneditas de oro: docenas de postulantes nos abominan, centenares nos detestan, unos cuantos nos toleran, escasos litigantes nos respetan y poquísimos nos estiman. Y ni modo. Son reacciones y sentimientos naturales del ser humano muy propios de la lupa moral con que cada cual juzga”. (p. 149) Las historias se van abordando entre la admiración por su madre y la defensa de mujeres que sufrían violencia intrafamaliar, entre las paradojas cultu-

rales y el sentido de la dignidad: “Allí volví a reflexionar sobre la circunstancia humana. Aquilaté cuán insignificante es socialmente en nuestro medio una mujer cuando su valor se sustenta en tener un esposo a su lado. Yo me dije: no tengo esposo, ni planeo tenerlo, soy Irene Ruedas Sotelo, a secas, y a mucha honra. Mi valer reside en mi capacidad creativa, en mis ansias de superarme como persona y como profesionista, en dar a mi prójimo lo mejor de mí misma”. (p. 89) En este tiempo de discursos políticos y manipulación de las conciencias ciudadanas cómo hacer respetar nuestro derecho a la justicia y la equidad, pues parece que los términos legales y las palabras, es decir, la relación entre el nombre y la cosa parezcan distantes o equivocadas de manera deliberada. En tiempos de “violencias” me permito abrir este libro como un documento capaz de romper las ataduras, ya sea por conveniencia o por costumbre, de ser pasivos con aquello que no estamos de acuerdo. En las ciencias sociales y los estudios culturales se ha cuestionado el término de tolerancia que no implica conocer al otro, sino tan solo “tolerarlo”, y no un reconocimiento de las diferencias ni de otras realidades. El acto de dialogar entre visiones diferentes parece una suerte de palabras mágicas, pero cómo franquear las jerarquías y las formas verticales del poder y establecer un diálogo franco en torno a un equilibro que “redefina los deberes humanos tan poco estimados en nuestros días”, según nos dice José Saramago. Este hombre de letras en su ensayo titulado El nombre y la cosa (2006), a propósito de la Catédra sobre Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey, concluye del siguiente modo sus apreciables reflexiones: “El tiempo de los descubrimientos aún no ha terminado. Continuemos descubriendo a los otros, continuemos descubriéndonos a nosotros mismos”. (p.65) En consecuencia o en congruencia, aprecio los días y los descubrimientos de personas e ideas. Por alguna razón, he leído estos libros al mismo tiempo, por su brevedad, su sentido de compromiso social, por su ingenuidad de remitir al lector a pensar las distancias y las cercanías de palabras, así como la coherencia con los actos que nos revisten. El libro de Irene Ruedas Sotelo nos cuenta su vida y traza líneas en la construcción de sí misma, buscando en todo momento la coherencia con un discurso social de compromiso que no podemos soslayar.

Ruedas Sotelo, Irene. Las cosas Juzgadas. Memorias de una jueza Zacatecana, Editorial Elsa. G. de Lascano, México, 3ª ed. 2009 (2006). Saramago, José. El nombre y la cosa. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Fondo de Cultura Económica, Col. Cuadernos de la Cátedra Alfonso Reyes, México, 2006. *Doctora en Literatura Iberoamericana, profesora e Investigadora en el Doctorado en Humanidades y Artes de la UAZ.


Goitia: la obra mas grande de Goitia Por Mauricio Flores* Señala bien el maestro Álvaro Matute: medio siglo después Francisco Goitia sigue siendo objeto de recuperación. Tocó turno a la especialista en plástica zacatecana, Sofía Gamboa Duarte, de quien se publicó recientemente Francisco Goitia. Obsesión en soledad,i una obra que transita los itinerarios artísticos e individuales de uno de los diez pintores más importantes de la primera mitad del siglo XX mexicano.

Cuando en Zacatecas, el joven Francisco Goitia (Fresnillo, 1882-Xochimilco, 1960) se acercó al general Francisco Villa para ofrecerle “hacer pintura revolucionaria”, el líder de la División del Norte le respondió: “la revolución no está ahora para monitos. Denle a este muchacho un rifle y mándelo a la línea de fuego. Allí verá cómo se pintan los uniformes de los soldados”. Con todo, Goitia dejó plasmado en buena parte de su obra plástica “las más desgarradoras visiones: paisajes sembrados con muerte y poblados con desolación. El contraste —abunda Sofía Gamboa Duarte, investigadora

de la UAZ y autora de Francisco Goitia. Obsesión en soledad— entre la vida y la muerte, que aflora donde sea que se encuentre la naturaleza pura, y los cadáveres convertidos en carroña”. Este nuevo libro, editado por el Instituto Zacatecano de Cultura y Conaculta, da cuenta pormenorizadamente de los motores creativos del artista, al tiempo que define sus características plásticas (en el contexto de la pintura mexicana) y registra la totalidad de sus obras, unas doscientas, que si en algo se asemejan es en la negación del arte como “objeto decorativo y de falso estatus”.

Mauricio Flores: Décadas después no existe un estudio integral de la obra plástica de Goitia… Sofía Gamboa Duarte: Tal vez, y debido al número de su obra, en realidad poca. Además que es una obra de gran rigor y de intereses plásticos muy específicos. Existen muchas obras de Goitia que quedaron inconclusas; lo que dificulta aún más un análisis técnico y estilístico.

MF: ¿Qué define a Goitia artista plástico? SGD: Es un artista sumamente riguroso al escoger los temas y trabajarlos. Utiliza siempre la luz natural, los colores exactos; en ciertas horas, día y épocas del año. A tal grado de que si no lograba el efecto que quería, debía de esperar un año para continuar con el mismo proyecto. Es además un artista que cree en los chispazos de inspiración divina. “Tata Jesucristo” (1927) lo concluyó en veinte minutos.

MF: ¿Cómo ubicar al artista y su obra, en el panorama de una plástica dominada por otros? SGD: El personaje Goitia se negó sistemática y rotundamente a hacer de su obra un medio con el cual obtener beneficios, tanto económicos como de fama. Durante toda su vida fue siempre consistente con la idea de ser un artista marginado, y cercano a los modelos mismos de su obra. Constantemente le pedían realizara obras y retratos por encargo, a lo que nunca accedió. La mayor parte de su tiempo lo dedicaba a su obra. Diego Rivera y sus contemporáneos, sin embargo, lo respetaban mucho. Al grado de que Rivera lo contrató para hacerse cargo de la cátedra de Modelado, cuando el muralista fue director en la antigua Academia de San Carlos. MF: ¿Se puede hacer a un lado el mito Goitia y observar sin prejuicios a Goitia artista plástico? SGD: Es difícil. La obra más grande de Goitia es él mismo. Tenía una visión estética de la vida y la asumió como algo esencial, no sólo para el desarrollo de su carrera sino para su misma conducta. Su ascetismo, su misticismo… eran más que religiosos estéticos. Su plástica tiene un trasfondo en parte religioso, le interesa retratar el alma de los personajes. Es una línea delgada que se entrelaza, y que en muchas ocasiones no se puede romper.

MF: ¿Dónde se encuentra la obra de Goitia, a quién pertenece? SGD: La mayor parte en el estado de Zacatecas, repartida entre en el Museo Goitia y El Ágora de Fresnillo. Pertenecen al INBA. Existe otra parte en colecciones particulares, en España, y mucha dispersa entre particulares. MF: ¿Qué tan cotizada está? SGD: Obtener un Goitia en la actualidad sólo es posible si un particular decidiera venderlo. Algo nada común. La valoración depende de su estado de conservación. Esto se complica ya que únicamente firmó su obra cuando vivió en España.

Francisco Goitia , India con rebozo y canasta, 1920

MF: ¿Qué falta para terminar de encomiar al artista y al personaje? SGD: El sueño de Goitia era que toda su obra estuviera reunida en Xochimilco, específicamente en el terreno que donaría para la instalación de un museo. Esto no se ha logrado. Pienso que está bien reconocido. Expuso mucho en vida y fue premiado, en correspondencia con lo que realizó. MF: ¿Su encuentro con Villa es cierto? SGD: Lo documenta su biógrafo Antonio Luna Arroyo. Sí, anduvo en “la bola”.

Contra lo material Pensar en Francisco Goitia como creador de sí mismo, en su obra maestra, supone que existe una analogía entre los ideales estéticos y los principios morales, así como existenciales, es decir, Goitia veía la vida como una obra estética. Ciertamente, la naturaleza despierta en el pintor una fascinación que jamás encontrará al realizar una existencia ordinaria, con mujer e hijos y la preocupación de mantenerlos, tampoco las profesiones ni los oficios lucrativos le apetecen, pues no es la seguridad económica lo que busca, sabe muy bien que todo lo material es perecedero y, por tanto, carece de sentido llevarlos en el pensamiento. i

Sofía Gamboa Duarte, Francisco Goitia. Obsesión en soledad, IZC/Conaculta, México, 2011, 144 pp. *Periodista y promotor cultural. mauflos@gmail.com

Francisco Goitia , En los caballitos, 1920


El clarinetista del mundo que nació en Fresnillo Por Jánea Estrada Fotos de Oscar Ponce (Cortesía Revista L´Orfeo) Luis Humberto Ramos Zepeda, nació un 2 de julio de 1950, en la ciudad de Fresnillo, Zac. Es clarinetista egresado del Conservatorio Nacional de Música. Realizó estudios de perfeccionamiento en la Escuela Superior de Música de Viena bajo la conducción de R. Jettel, y en Londres con Thea King. En el campo de la docencia ha contribuido a la formación de varias generaciones de clarinetistas entre los que se encuentran los más destacados del ámbito nacional. Merecedor de múltiples premios entre los que se encuentra el Premio al Desempeño Académico en Docencia otorgado por el INBA. Entre sus reconocimientos más importantes se encuentran la Medalla Mozart en Grado de Excelencia, Medalla Anastasio Flores, Medalla al Mérito Musical Candelario Huízar, Medalla al Mérito Musical Manuel M. Ponce y diversos apoyos a sus proyectos musicales, otorgados por organismos nacionales e internacionales. Actualmente es director de Cameristas de México. Ha sido Director del Coloquio Musical de Zacatecas y del Concurso Nacional de Clarinete. Forma parte del grupo de Concertista de Bellas Artes del INBA, es representante en México de la Asociación Internacional de Clarinetistas, coordinador del Encuentro Universitario de Clarinete y Profesor de Carrera de la Escuela Nacional de Música. Luis Humberto Ramos, es además de un clarinetista exitoso, un hombre que ama a su tierra y de ésta empezamos hablando la tarde del 3 de noviembre. Nos recibió en su casa, ubicada al pie de la Bufa; desde una ventana se puede ver el Mausoleo de los Zacatecanos Ilustres. La sala de su morada está llena de obras de arte de distintos autores que ha ido adquiriendo en los últimos años: Leticia Tarrago, Aceves Navarro, Pedro Coronel, Carolina Parra, Enrique Barajas Pro…

Jánea Estrada: Háblanos de Fresnillo… dónde naciste, en qué lugar pasaste tu infancia. Luis Humberto Ramos: Tú sabes, Jánea, que los fresnillenses, no sé por qué, le tenemos un cariño enorme a un pueblo… feo (risas), pero entrañable… eso creo que no habrá quién me lo rebata. Ahí nací, en la calle Nuevo León; luego nos cambiamos a una casa en la Calle Colima y ahí pasé toda mi infancia, jugando con los vecinos y mis hermanos. En la década de los 50´s los niños andábamos en la en la calle sin ningún problema. JE: Háblanos de tu familia… LHR: Mi papá – Margarito Ramos de la Rosa- se dedicaba a la construcción, era un arquitecto frustrado y además fue siempre un político honesto… mi

mamá –Aurora Zepeda- es profesora (acabamos de celebrar su cumpleaños 95), llegó de Comala a trabajar a Fresnillo, ahí conoció a mi padre, se casaron y tuvieron 8 hijos, yo soy el de en medio. JE: ¿Desde niño empezaste a tocar el clarinete? LHR: Empecé a los 12 años. Cuando salí de la primaria dejé de estudiar un rato y tras un tiempo sin hacer nada me aburrí mucho, ya quería trabajar. Mi papá entonces me llevó a la peluquería de un amigo, el Sr. Manuel Núñez, y empecé a trabajar cortando el pelo. Coincidió que el Sr. Núñez además de peluquero era músico, tocaba el violín, y a ese lugar llegaban todos los músicos del pueblo; como yo me aburría mucho –porque no siem-

El músico es una debe seguir entren Pero tengo muc todavía. Tal vez seguiría en apasiona


pre había trabajo y estaba encerrado todo el día-, un día mi jefe me convenció de que me enseñara a tocar un instrumento y él, me llevó al Estudio de los Vanegas (lugar de gran tradición, en el que mucha gente ha aprendido música). JE: ¿Y llegando elegiste de inmediato lo que ibas a tocar? LHR: No, primero nos dieron clases de solfeo, nos enseñaron a leer música. Después de un tiempo, el Sr. José María Vanegas nos dijo: elijan de todos los instrumentos que están aquí el que quieran tocar. Recuerdo muy bien la escena: en la pared estaban colgados todos los instrumentos de viento que te puedas imaginar: un montón de pitos viejos y enmohecidos; pero entre todos ellos estaba un clarinete – que además, era del Sr. Núñez-. El Sr. Vanegas me dio una sola clase, empezó a soplarle de distintos modos hasta que salió un sonido, y me dijo: “Éste es un do, búscale hasta que encuentres todas las demás notas”. Y así fue como después de un do, tuve que aprender a encontrar las demás. Lo que sí te puedo decir es que desde mi primer contacto con el clarinete, supe que lo mío era ser músico. JE: ¿Y después formaste parte de un grupo? LHR: Sí, un día, al lugar donde estudiábamos llegó un integrante de la orquesta de Cuco Rodríguez, una asociación musical muy al estilo de las big band de aquellos entonces y me invitó a trabajar; pero fíjate, caso curioso, no tocaba el clarinete… tocaba el saxofón. Con esa orquesta me dediqué a viajar por distintos lugares, duré con ellos hasta los 15 años, cuando finalmente decido partir al México. JE: ¿Cómo fue que decides irte y por qué al DF?

especie de atleta que nando y practicando... chas cosas qué hacer dejaría de tocar, pero n la docencia… eso me casi de igual manera.

LHR: Ésa fue otra coincidencia. A la peluquería donde yo seguía trabajando, llegaron un día unos músicos de jazz a rentarle el equipo de sonido al Sr. Núñez y uno de ellos me escuchó tocar mientras estudiaba. Me dijo que por qué no me iba al Conservatorio… yo no tenía idea de qué era eso, me explicó que estaba en el D.F., que ahí podía estudiar profesionalmente. A partir de ese momento, todo lo que ganaba tocando en la orquesta lo ahorré para poder irme a estudiar. Cuando cumplo 15 años, acompañado de mi hermano, fui a hacer todos los trámites y me inscribí. JE: ¿Y tu familia te apoyaba? LHR: Mi familia al principio como que no creía que me iría de Fresnillo. Fue hasta que me vieron que llegué con la maleta en la que llevaría todas mis cosas, que empezaron a tomarlo en serio. Mi madre siempre me apoyó, incluso fue ella quien me acompañó al D.F. para instalarme en la casa de un fresnillense, hijo del Sr. Núñez, el peluquero. JE: ¿Cómo fueron esos años en el D.F.? LHR: De mucho trabajo. Para mantenerme, los fines de semana cortaba el pelo en unos baños que tenía el hijo del Sr. Núñez. Estudiaba mucho y poco a poco empecé a hacer contactos para tocar de manera profesional. Siempre tuve un plan de vida, sabía lo que tenía qué hacer y en qué momento de mi vida. De esa manera se fueron dando las cosas, a los 23 años, por ejemplo, estaba ya en Viena estudiando, después de haber tocado en una orquesta en Guadalajara, luego en la Banda de la Marina… JE: ¿Por qué dejaste la banda de la Marina? LHR: (Ríe) Porque era mucha disciplina para mí. Me contrataron por tres años y al año y medio convencí a mis superiores de que me dieran de baja. Tengo que confesar que además, tengo serios problemas con la autoridad, no aguanto tener jefes… siempre he hecho lo que se me da la gana… JE: Además, has alternado tu carrera profesional como músico, con la docencia… LHR: Sí, siempre he dado clases… en muchas instituciones. No he parado desde que empecé. Trabajar con jóvenes que quieren aprender a tocar el clarinete, sin embargo, es una alta responsabilidad. Mis estudiantes me elijen y yo los elijo, tiene que ser una decisión compartida. Soy muy exigente como docente. Siempre estoy pugnando porque mis alumnos concluyan sus estudios, porque sean disciplinados, les digo que yo soy el último de los dinosaurios que puede

trabajar siendo indocumentado. Esta carrera se ha vuelto muy complicada y muy competitiva. Hace años se competía en base al talento, hoy se compite además, por el número de títulos y documentos. Pero más por el número y tipo de documentos escolares que tengas, desafortunadamente…el talento parece haber pasado a segundo plano. Ahí está la Escuela de Música de la UAZ, creo que es una de las escuelas de música en el país con más doctores. Sin embargo, eso no garantiza buenos resultados. JE: ¿Cuántos años trabajaste en la Escuela de Música de la UAZ? LHR: Casi 20 años. Llegué en 1991, invitado por Esaúl Arteaga –que en aquel entonces era el director de la escuela-. Hicimos un convenio para que yo pudiera venir una vez al mes durante unos días a impartir mis clases, por un salario mínimo. Desde entonces trabajé y realicé muchos proyectos para la universidad y para Zacatecas, contacté a varios profesores para que vinieran a dar clases, impulsé y coordiné el Coloquio Musical, etc. Pero el año pasado, los directivos decidieron que para que yo siguiera siendo parte de la UAZ, debería cumplir con 20

horas a la semana… Y como tú comprenderás, eso no me es posible; yo tengo mis actividades fijas en el DF. No hubo manera de negociar (ríe otra vez). Dejé de dar clases en Zacatecas, pero sigo viniendo… mi conflicto es con la autoridad, no con esta ciudad a la que quiero tanto. JE: Tienes casi 50 años de ser clarinetista, Luis Humberto… ¿Has considerado alguna vez la posibilidad del retiro? LHR: De vez en cuando lo pienso, y más recientemente lo he venido considerando. El músico es una especie de atleta que debe seguir entrenando y practicando…Pero tengo muchas cosas qué hacer todavía. Tal vez dejaría de tocar, pero seguiría en la docencia… eso me apasiona casi de igual manera. Luis Humberto me obsequia su CD Zarabandeo, el más reciente, ilustrado magníficamente por el pintor fresnillense José Esteban Martínez. Nos despedimos con la promesa de que en fechas próximas, mandará algunos más a los lectores de la Gualdra – de la que confiesa ser un lector asiduo-. Gracias, querido Luis Humberto.


Arthus-Bertrand: una lente para la mirada del ángel de la historia Por Manuel García Garduño “Jamás se da un documento de cultura sin que lo sea a la vez de barbarie”. Walter Benjamin

En 1940, Walter Benjamin redactó sus famosas tesis sobre filosofía de la historia. Lo hizo cinco meses antes de que tuviera que atravesar los Pirineos en una desesperada intentona de escapar de los nazis, cuyo desenlace fue su suicidio en un pequeño pueblo costeño de Cataluña, mediante una sobredosis de morfina. El breve ensayo, que nunca fue concebido para su publicación1 y paradójicamente se convirtió en uno de los textos más citados del autor, no sólo sirvió como un armazón teórico provisional para el proyecto de las arcadas,2 sino que tuvo como propósito fundamental criticar al historicismo en general y al materialismo histórico en particular. Lo que significa, en otras palabras, que con él trató de refutar el mecanicismo marxista de la historia y el ideal ilustrado del progreso, debido a las circunstancias que le tocaron vivir: el fascismo emergente y el fracaso de la izquierda en el Viejo Continente. 3 De las dieciocho tesis, acaso la más conocida sea aquélla donde el filósofo describe, inspirado en un cuadro de Paul Klee, al ángel de la historia: el único personaje apto para contemplar cabalmente el desarrollo de los sucesos políticos, sociales, económicos y culturales de la humanidad. De acuerdo con Benjamin, el Angelus novus del pintor germano-suizo muestra a este ser místico “en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada”, y lo que atisba con su rostro vuelto al pasado, a pesar de no ser otra cosa que aquello que nosotros llamamos progreso, lo tiene con “los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas”. ¿Qué lo horroriza tanto? En primer lugar, el hecho de que, desde su perspectiva, lo que nosotros apercibimos como una cadena de sucesos es en realidad “una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies”. En segundo lugar, el hecho de que únicamente puede asumir una actitud pasiva e impotente ante esa calamitosa visión. Los historiadores y, sobre todo, los marxistas ortodoxos son incapaces o se niegan a ver este torbellino funesto porque, como indica Benjamin desde la primera tesis, han convertido su oficio en teología, “que, como es sabido, es hoy pequeña y fea y no debe dejarse ver en modo alguno”.

Hace tres años, el fotógrafo galo Yann Arthus-Bertrand, un apasionado del mundo animal y las áreas naturales, filmó el documental HOME. Como de costumbre, la película –que trata sobre el estado en que se halla nuestro planeta y los retos que tenemos que cumplir en el transcurso de una década, si es que queremos garantizar nuestra supervivencia– fue estrenada de forma gratuita4 el 5 de junio 2009 mundialmente, pero pasó inadvertida en México. Con todo, quizás lo más curioso sea que, por tres de sus características, el documental funciona muy bien como una lente que nos permite capturar la mirada del célebre protagonista benjaminiano de la tesis IX y entender, al menos durante un rato, qué es lo que lo mantiene despavorido. La primera peculiaridad de HOME es que está filmada en su totalidad desde un helicóptero. Nunca hay algún plano corto o algún primer plano. Por el contrario, ArthusBertrand trata al planeta del mismo modo que un científico estudia una caja de Petri. Esto coloca al espectador en una suerte de punto neutral que lo “empuja irremediablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo”. Su segunda peculiaridad es que logra condensar miles de millones de años en hora y media. No sólo los cuatro mil millones años de evolución de la Tierra o los cuatrocientos mil años de nuestra existencia como homo sapiens, sino además los cuarenta años que nos han bastado para asolar nuestro medio ambiente. Gracias a esto, podemos ser testigos de esa “catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina”. Su tercera y última peculiaridad es que, al verla, el espectador cambia de forma radical sus puntos de vista y consigue entrever transitoriamente esa tempestad “que nosotros llamamos progreso”. En definitiva, el documental es una gran hazaña fílmica de un artista devenido en activista ambiental, y por eso resulta imperdible. Después de todo, como el mismo Benjamin propuso, para lidiar con la estetización de la política y el conjunto de intereses privados que la convulsionan, es necesario politizar el arte y despertar conciencias por medio de todas sus expresiones. En este sentido, Yann Arthus-Bertrand pasa la prueba con gallardía.

De acuerdo con una misiva que Benjamin envió a Theodor Adorno. Esos pasajes comerciales de vidrio y acero que unen varias calles parisinas y que Benjamin consideraba dialécticos o culturalmente ambiguos por combinar la expresión de la opresión (la ideología consumista) y la expresión de la liberación (la utopía de la abundancia). 3 Cf. Gandler, Stefan. Fragmentos de Frankfurt. Ensayos sobre la Teoría crítica. México: Siglo XXI Editores, 2009. p. 37. 4 http://www.youtube.com/watch?v=SWRHxh6XepM 1 2


Zacatecas, el mundo:

obra de Severino Salazar Por Ricardo Wong López

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Severino Salazar marcó un camino dentro de la literatura zacatecana o de la literatura de o sobre Zacatecas, o de Zacatecas como una literatura, estando fuera de la ciudad. Muchas de sus historias se desarrollan en municipio de Zacatecas, su natal Tepetongo, Jerez, y la capital zacatecana. Cuando se trata de literatura regional o literatura zacatecana se nombran varios autores, pero pocas veces a Severino Salazar. Juan José Macías plantea una pregunta respondiéndola de la siguiente forma: “¿[...] qué podemos entender por literatura regional? [...] 2. Una literatura escrita en y para una región. [...] 5. Suelo y horizonte de una literatura, es decir, una literatura que se debe al suelo en que ha nacido y cuyo acreedor le es siempre vigente para asegurar su relación de intercambio”.2 Salazar escribió fuera de su región, pero su obra se sitúa como referente de la literatura hecha por zacatecanos, incluso de la literatura mexicana a lado de autores como Ramón López Velarde y Amparo Dávila; su obra se ha alejado de los referentes de la literatura zacatecana, siendo esencialmente zacatecana. Macías plantea las dificultades de definir los términos de literatura regional dividiendo los términos literatura y región: “Respecto de la literatura, comencemos diciendo que ésta no se constituye de libros y autores, sino de obras y, en esto, ya tenemos un problema, porque una obra se define como un producto social en el que interviene, necesariamente, el público lector [...]”.3 Macías considera tal vez a Salazar como uno de los autores zacatecanos más importantes, junto a López Velarde, Amparo Dávila, Mauricio y Vicente Magdaleno. Acerca de la lectura de las obras publicadas en Zacatecas, señala Alejandro García: “[...] me sorprende que haya tirajes de libros que están agotados. ¿Por qué no se ha producido un gran escándalo en torno a estos libros que no están ya en el mercado, si tuvieron medio millar de lectores por lo menos? ¿Estos libros están en bibliotecas? ¿Fueron leídos?”4 En la cuestión pues, influyen distintas cosas. En Donde deben estar las catedrales de Severino Salazar se encuentran cuatro historias de las que se desprenden cuatro contextos históricos: el

Los cerros serán los mismos, otras las ciudades. Severino Salazar Donde deben estar las catedrales

siglo XVII y principios del XVIII,5 dos épocas del siglo XX —separadas por veinticinco años. La obra se divide en tierra y luna; en cada parte una historia marco y otra paralela. A pesar de manejarse cuatro historias, la novela expresa un tono homogéneo: las interrogantes existenciales y la incertidumbre de los personajes. Al inicio, un joven arquitecto que vive cerca de la catedral de Zacatecas trata de responderse algunas interrogantes de su infancia en Tepetongo, construyendo una maqueta y viajando al mismo municipio a reconstruir la historia: narrándola. En la segunda parte, otro joven que vaga por las calles de la ciudad de Zacatecas del siglo XVIII es llamado por el gobernador a que acuda a su palacio. Estando ahí, el gobernador le revela la historia de sus padres y le recuerda quién fue quien se hizo cargo de él de niño. Recuerdan también una leyenda, y entre ambos la reconstruyen, narrándola. Ambas historias, que contienen otra en sí, se desarrollan en Zacatecas y son narradas por personajes zacatecanos, aparecen la catedral y el cerro de la Bufa. El nombre de la novela y lo que plantea se relaciona con el epígrafe de Walker Percy, de Lancelot, dice: “It is set down squarely in the midst of the greatest single concentration of drunks, drugheads, whores, pimps, queers, sodomists in the hemipshere. But isn’t that where cathedrals are supposed to be?” Las catedrales deberían estar cerca de “los más necesitados”, borrachos, drogadictos, prostitutas, etc., la catedral como un símbolo que estabiliza la existencia, y no sólo como símbolo, sino su construcción como acto, como algo que ocupe a las

1 Estudió la Licenciatura en Letras en la UAZ y actualmente cursa la Maestría en Filosofía e Historia de las Ideas.

Ha publicado poesía y artículos sobre música en el suplemento Piedra de Sol del periódico El Sol de Zacatecas. Formó parte del Consejo Editorial de la Revista Reitia. Ha asistido al taller de creación literaria Bambú de la Unidad Académica de Letras de la UAZ, y al taller de poesía del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, coordinado por Javier Acosta. 2 De Literatura regional: definición y crítica, en La cultura del centro y la cultura excéntrica: visiones sobre literatura regional, Edgar Adolfo García Encina, compilador, 1ª ed., UAZ, México, 2008, p. 45. 3 Ídem, p. 46. 4 Ibídem, p. 56. 5 Lo dice Vicente Francisco Torres en la presentación.

personas. En la novela dice Crescencio: “¿Qué hacen los zacatecanos para no estar dementes? Si construyeron esa catedral para no volverse locos”. La idea de las catedrales puede aplicarse hacia una lectura simbólica, la construcción como una metáfora, la construcción constante de nuestra catedral. Crescencio Montes es un personaje que se va transformando durante la novela, uno de los más vulnerables y sensibles. Parece encontrarse un triángulo amoroso, entre Chencho, Máxima Benítez y Baldomero Berumen. En la caracterización de los personajes parece ir a la vez su descripción existencial, cada uno aferrándose a su camino, haciéndolo a su manera: Chencho manejando su tienda, Máxima como empleada de Chencho, y Baldomero como el amansador de bestias de Tepetongo. Cada personaje va construyendo su propia catedral para sobrevivir, aunque algunos van pereciendo. Baldomero Berumen amanece un día muerto en su cuarto, las personas de Tepetongo y de San Pascual se entristecen, pero a nadie afecta tanto y desconcierta más que a Crescencio Montes.7 Crescencio se hacía preguntas como: “¿Por qué lo haría un hombre que tenía todo lo imaginable para ser feliz?”8 Después de la muerte de Baldomero ya no hay algo que anime a Crescencio, hasta que tras enfermar muere también. La novela parece expresar la idea de que el amor es esa catedral edificable: “Tal vez el amor sea como construir una catedral cuando en realidad se piensa que se está levantando sólo una simple iglesia”.9 También se plantea la visión de la vida como un ciclo monótono a través del personaje

de Juana la Loca, quien durante el día subía un cerro arrastrando su barril, y por la tarde en la cima lo rodaba cuesta abajo corriendo y saltando detrás. En la segunda parte los personajes buscan encontrarse a sí mismos, a través de diferentes visiones, el gobernador a través de las riquezas y la plata, el joven a través del desapego a las cosas materiales. En la parte de la luna se percibe una visión pesimista, la de un engaño. Entre el Gobernador y el joven reconstruyen la leyenda, en la que un religioso español tras llegar a tener muchos bienes, se desprende de ellos. Después viaja por los territorios de Zacatecas, por Jerez y Fresnillo, también por el sur. Regresa a Zacatecas y decide ayudar en la construcción de la catedral, trabajando como alarife, pero cuando casi estaba terminada la fachada, dijo: “Ese prodigio no significa nada, nos han engañado vilmente”.10 En la novela se da vueltas al tema de la existencia, se confrontan visiones filosóficas y novelísticas fungiendo Zacatecas en todo momento como escenario, incluso en sus virajes temporales o históricos. Las intertextualidades en ella son también zacatecanas: en la tienda de Chencho, un día amaneció la modelo de un anuncio de Coca-Cola: “con la blusa subida hasta la oreja y la falda bajada hasta el huesito”,11 en otra ocasión se pregunta el arquitecto que narra la primera parte: “Me pregunto si realmente el poeta de esta ciudad alguna vez vio “el relámpago verde de los loros”,12 y en otra, en el llanto de Crescencio, una descripción sugiere un título: “Lloraba por todos esos últimos despojos cafés y muertos que colgaban de los árboles, petrificados, por todos los miembros que se secaron [...]”.13 Severino Salazar sitúa a Zacatecas como el lugar, el lugar donde se pueden explicar y describir cuestiones de la vida humana, su obra se desarrolla en Zacatecas, o si se quiere su obra es Zacatecas, es su mundo, el mundo. Así mismo, en Donde deben estar las catedrales no puede omitirse la reflexión de que si lo que hacemos, o pretendemos hacer, responda a qué o cómo estamos construyendo nuestra catedral, si la construimos para alejarnos del vacío o de la incertidumbre.

6 Severino Salazar, op., cit. 7 Este desconcierto tiene semejanza con lo que provoca en la Sra. Dalloway el suicidio de Séptimus Warren Smith,

en la novela de Virginia Woolf.

8 Ibídem, p. 58. 9 Ibídem, p. 73. 10 Ibídem, p. 110. 11 Ibídem, p. 28. 12 Ibídem, p, 38. 13 Ibídem, p. 70.


JUEVES 10, 17 y 24 Tradicional Concierto Banda Sinfónica del Estado Dir. Salvador García y Ortega Plazuela Goitia 19:00 horas VIERNES y SÁBADOS Leyendas de Zacatecas Frente a Catedral 20:00 horas SÁBADOS 12, 19 y 26 Restauración Virtual del Antiguo Templo de San Agustín 20:00 horas DOMINGOS 13, 20 y 27 Tradicional Concierto Orquesta Típica de Zacatecas Dir. Florentino Raygoza Casa Municipal de Cultura de Zacatecas Entrada libre / 18:00 horas Coordina: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas JUEVES 10, VIERNES 11 y SÁBADO 12 Encuentro Regional de Narradores del Centro Occidente Las conjugaciones de los tiempos: Amparo Dávila y Severino Salazar Lecturas, seminarios, talleres y presentaciones de libros Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Centro Occidente De 9:00 a 14:00 y de 16:30 a 21:00 horas. Varios foros del Centro Histórico Mayores Informes: Oficina de Enlace del Fondo Regional, Tel: 922 11 13 y 922 11 52 Ext. 125 SÁBADO 12 En el marco de la Celebración del Día Nacional del Libro Apertura en Zacatecas del Programa Nacional PARALIBROS Homenaje nacional a José Emilio Pacheco Lectura de su obra: Los días que no se nombran Selección de poemas 1985-2009 A partir de las 12:00 horas Ubicación de los Paralibros en los municipios: Zacatecas: Parque Enrique Estrada de la Col. Sierra de Álica Parque la Encantada Fresnillo: Frente al Teatro José González Echeverría Guadalupe: Jardín de la Col. Del ISSSTE Jerez: Museo Charro, Jardín Rafael Páez DOMINGO 13 Música clásica Alumnos de la Academia de Canto de la Unidad Académica de Artes de la U.A.Z. Auditorio del Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez” Entrada libre / 13:00 horas MIÉRCOLES 16 Ópera Matilde o “México 1810” de Julián Carrillo Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Director: Román Revueltas Retes. Director Concertador: José Miramontes Zapata Compañía de Ópera de Zacatecas. Director: Artístico: José Manuel Delgadillo Coordinadora General: Patricia Ahumada Solistas: Zaira Soria – Soprano José Luis Ordoñez – Tenor Saúl Sánchez Román – Tenor Oziel Garza-Ornelas – Barítono Carlos Sánchez – Barítono Producción General: Secretaría de Cultura de San Luis Potosí Teatro “Ramón López Velarde” / 20:30 horas Admisión: Luneta $ 150.00 – General $ 100.00 Coordina: Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Centro Occidente JUEVES 17 Presentación del libro 4 Tomos “Origen y Desarrollo del Liberalismo Mexicano” Del autor zacatecano: Ricardo Delgado Román Salón de Recepciones de Palacio de Gobierno 18:00 horas SÁBADO 19 Danza folklórica Presencia Cultural COBAEZ Plantel Zacatecas Plazuela Goitia 17:30 horas DOMINGO 20 CONCIERTO Orquesta Filarmónica de Zacateca Director Invitado: Jörg Bierhance Director: Alfonso Vázquez Sosa Solista: Félix Alanis – Violín Teatro “Ramón López Velarde” 18:00 horas / Admisión: $ 50.00

MIÉRCOLES 23 Bellas Artes a todas partes Lectura en voz alta: “Leo… luego existo” FRANCESCA GUILLEN, Actriz Casa Municipal de Cultura de Zacatecas. Entrada libre / 19.00 horas Coordinan: Instituto Nacional de Bellas Artes. Casa Municipal de Cultura de Zacatecas. Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” VIERNES 25 Jornada Estatal del Rock Rock pop y alternativo Plazuela Goitia .De 16:00 a 21:00 horas SÁBADO 26 Jornada Estatal del Rock Fuente de Luz y Sonido del Parque Sierra de Álica. De 12:00 a 21:00 horas Presentación del disco Cantares de la Revolución Mexicana Del grupo Estampa Norteña Proyecto PECDAZ Auditorio del Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez” 19:00 horas DOMINGO 27 Música clásica Alumnos de la Academia de Canto de la Unidad Académica de Artes de la U.A.Z. Auditorio del Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez” Entrada libre / 13:00 horas JEREZ JUEVES 24 Bellas Artes a todas partes Lectura en voz alta: “Leo… luego existo” FRANCESCA GUILLEN, Actriz Teatro Hinojosa Entrada libre / 20:00 horas MUESOS Y GALERIAS MUSEO DE ARTE ABSTRACTO MANUEL FELGUEREZ Frisas Pinturas Objetos De Oscar Gutman Sala de Exposiciones Temporales I Puntos de Tensión Sala de Exposiciones Temporales II Permanencia: 14 de noviembre Visitas guiadas Grupos escolares Lunes, miércoles, jueves y viernes de 10h00 a 12h00 horas, previa cita 924 37 05 Visitas guiadas para familias. Domingos de 10h00 a 13h00 horas, previa cita 924 37 05, según disponibilidad, entrada gratuita para los zacatecanos. MUSEO FRANCISCO GOITIA Cálculo Pictórico De Jorge Luna Permanencia: Hasta noviembre MUSEO PEDRO CORONEL Signo y Espíritu De José Luis Bustamante Permanencia: 5 de noviembre FOTOTECA DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA La ciudad y sus quinceañeras Colectiva. Permanencia: 20 de noviembre El Yucatán de ayer, una muestra fotográfica. Colectiva Permanencia: 4 de diciembre Llantos y reflejos De Cinthya de Anda Vestíbulo del Teatro José González Echeverría. Fresnillo, Zacatecas. Permanencia: 27 de noviembre GALERIA ARROYO DE LA PLATA Exposición colectiva y venta permanente. Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Emilio Carrasco, Juan Manuel de la Rosa, Luís Felipe de la Torre, Francisco de Santiago, Ismael Guardado, Jesús Reyes Cordero, Tarsicio Pereyra, Luís Enrique Gutiérrez, Javier Cortez, Ángeles Perelló, Pedro Valtierra, Armando Ezequiel Haro, Eduardo Román Quezada, Juan Carlos Villegas, Enrique Barajas Pro. IRMA VALERIO GALERIAS Exposición colectiva y venta permanente: Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Francisco de Santiago,Mario Martín del Campo, Jazzamoart, Sergio Garval, Luis Filcer, Benjamín Domínguez, José Luis Bustamante, Ismael Guardado, Georgina Gómez, Gabriela Suárez del Real, Emilio Carrasco, Rito Sampedro, Rita Gallé, Carmen Alarcón, Enrique Barajas Pro, José Esteban Martínez, Jorge Vallejo.

MUSEOGRABADO Exposición y venta de obra gráfica: Francisco Toledo, Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Alberto Castro Leñero. Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez” De lunes a sábado de 10h00 a 17h00 Tel: 492.103.04.07 www.museograbado.com MUNO Exhibición y venta de obra gráfica: Bem Dierckx, Marcelo Balzaretti, Plinio Ávila, Ernesto Morales, Adam Leech. Objetos de diseñadores mexicanos Tacuba 128, centro histórico De lunes a sábado de 12h00 a 21h00 horas. Tel. 492.126.56.32 www.muno. com.mx

PROGRAMA DEL 9 AL 13 NOVIEMBRE, CINETECA ZACATECAS

Miércoles 9 / 18:00 hrs. EL INCREÍBLE CASTILLO VAGABUNDO Dir. Hayao Miyasaki Japón/ 2004/ 116 min.

TALLERES, CURSOS Y SEMINARIOS INSTITUTO ZACATECANO DE CULTURA Talleres de Danza Ballet Clásico – Blanca Alatorre Danza Contemporánea – Mauro Cháirez Danza Flamenca – Ángeles Valle Danza Jazz – Susana Alemán De lunes a viernes De 16:00 a 21:00 horas De septiembre 2011 a junio 2012 MUSEO ZACATECANO Taller de Creatividad para adolescentes y adultos Imparte: Sonia Félix Cherit Los lunes y jueves Inicia: 7 de noviembre – culmina: 1 de diciembre De 16:00 a 19:00 horas Salón Huricuta Cuota de recuperación: $ 750.00 CENTRO CULTURAL CIUDADELA DEL ARTE Talleres de Música Guitarra y Trompeta - Antonio Ramírez Zacarías De 8:00 a 10:00 horas De agosto 2011 a junio 2012 Talleres de Literatura Ensayo - Mtro. Sigifredo Esquivel Marín Sábados de 17:00 a 20:00 horas Poesía - Mtro. Javier Acosta Escareño Sábados de 11:00 14:00 horas Segunda Parte del Seminario de Poesía Imparte: Dr. Veremundo Carrillo Trujillo Del 19 de septiembre a noviembre De 17:00 a 20:00 horas Cuota de recuperación $300.00

FOTOTECA ZACATECAS PEDRO VALTIERRA Taller de heliograbado Del 25 al 27 de noviembre. Con una duración total de 24 horas De 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas Costo: $ 1,600.00, incluye materiales, químicos, papel y uso de laboratorio Límite de 10 personas. Taller de iluminación de obra artística y producto Impartido por la fotógrafa Cristina Ortega Del 17 al 19 de noviembre De 17:00 a 19:00 horas Costo: $ 700.00. Cupo limitado a 10 personas. En colaboración con Casa Engracia. Informes 92 4 20 15 y 492 5 44 29 58 Concursos De la pluma a la lente. Convocatoria de concurso de fotografía en colaboración con Revista La Pluma del Ganso, Club fotográfico de México A.C., Revista Cuartoscuro y Fototeca de Zacatecas Pedro Valtierra. Recepción de trabajos hasta el 10 de diciembre de 2011, consulta de bases en www.clubfotomexico.org.mx y www.cuartoscuro.com.

Miércoles 9 / 20:00 hrs. EL IMPERIO DE DRÁCULA Dir. Federico Curiel “Pichirilo” México /1966/ 81 min.

Jueves 10 / 18:00 hrs. EL SILENCIO DE LOS INOCENTES Dir. Jonathan Demme EE.UU/1991/118 min.

Jueves 03 / 18:00 hrs. PSICÓPATA AMERICANO Dir. Mary Harron EEUU|2000|104 min

Jueves 10 / 20:00 hrs. LA SEÑORA MUERTE (SINFONÍA DE TERROR) Dir. Jaime Salvador México/1967/ 91 min.

Viernes 11 / 18:00 hrs. EL CHACAL DE NAHUELTORO Dir. Miguel Littin Chile/1969/94 min.

Viernes 11 / 20:00 hrs. LA CÁMARA DEL TERROR Dir. Jack Hill/Juan Ibáñez México/1968/ 88 min.

Sábado 12 / 18:00 hrs. PONYO EN EL ACANTILADO Dir. Hayao Miyasaki Japón / 2008/ min.

Sábado 12 / 20:00 hrs PROFUNDO CARMESÍ

Dir. Arturo Ripstein México-España-Francia/1996/111 min.


Apostillas a Zacatecas:

estampas astronómicas y de lírica medular* Por Juan Antonio Caldera Rodríguez Me he acercado siempre con cautela a ese singular libro intitulado: La descripción breve de la muy noble y leal ciudad de Zacatecas (1732), y a su no menos singular autor, don José de Rivera Bernárdez, segundo conde de Santiago de La Laguna. Existen varias razones: una de ellas, su calidad de texto dirigido a eruditos; otra, su carácter de intertextualidad contenido en todo él. Apenas si es necesario divagar sobre las intenciones que el conde se propuso al componerlo y, luego de las requisas necesarias de los censores, darlo a la imprenta. Puerilmente infiero que el conde debió documentarse mucho, pues tratar uno de los temas (el astronómico y el teológico y aun el histórico) y atenerse a la ortodoxia cristiana aseguraban por parte de las autoridades eclesiásticas dar la aprobación para su estampa. Acaso el conde astrónomo quiso dejar plasmada en la red de símbolos de la escritura, del discurso o de fábula, el amago de un recuerdo que luego otros leerían y que así, como en una cadena intemporal, los más o los menos, continuarían pensando a esta noble ciudad que hasta nuestro presente es tan ufana como venerable. Agustín de Hipona, el más moderno de todos los autores de la cristiandad, en las Confesiones, libro 11, escribe “El presente es el pasado de la memoria” Nada dificulta ponderar esta afirmación. La nueva historia tiene ese dejo agustiniano: al pasado solemos verlo desde los espejos del presente. Lo de espejos no es un mero símil. Y lo veo desde lo que recién hemos experimentado e incluso participado, en las conmemoraciones del 2010, en las que advertimos módicamente la voluntad en la que en 1921 López Velarde pretendía re-inventar una nueva patria, según la manera personalísima como la ideó en su psique y en su “íntimo decoro”. Luego de esta digresión, ahora debo decir que tal vez el conde habla de la ciudad de Zacatecas desde el antiquísimo tópico de la falsa modestia, es “descripción breve”, dice. Qué haya sido la “ciudad” para el conde no lo sabremos con exactitud. Lo que sí sabemos es que no la observa inocentemente. La ciudad es un tejido orgánico y divino. Y ésta es una tradición de larga estirpe que la encontramos lo mismo en Pausanias que en el propio San Agustín. El locus elegido ha sido erguido sobre las prerrogativas de las obras que exigen levantar el alma y los sentidos tanto a las cosas de arriba como a las temporales; acaso no en la misma proporción, pero sí con la misma intención y albedrío. Es obra de la naturaleza que es tanto como decir obra de

Fotos de Eustaquio Arellano

Dios. En esa cúspide el ánthropos deviene ente histórico, justo en ese locus. En ese espacio donde se distiende el tiempo del hombre que refleja el no-tiempo de Dios: la eternidad. En el mejor de los casos es el espacio de lo sagrado, mejor que el de las ambiciones, o aún más: es la morada de lo divino. A la catedral basílica no la hace sublime el acomodo de sus piedras o la vitalidad de su espacio, como tampoco la veracidad de sus reliquias o el poder de sus santos. Es acaso lo numinoso de que hablaba Otto lo que patentiza la santidad del lugar. Tampoco la hará más pundonorosa el reciente retablo principal de gravamen insulso, que hiere a más de una sensibilidad de manera artera. ¿Hace menester duplicar santos en un mismo recinto? Prefiero recorrer las “claves de la pasión” con la sutil y exacta explicación que el canónigo José Ma. Varela nos dejó escrita en un fascículo de 1961. Faltó sentido común, sobró ignorancia hagiográfica, historia del recinto y ya no digo Historia de la Iglesia. Pero nuestra catedral está ahí, inmóvil y al mismo tiempo “girando girando” entre interpretaciones, interpelaciones e interpolaciones. Lo indudable es que el recinto es una sede de lo divino. Acudiré a Heidegger, aunque quizá sea el autor al que por prurito ni siquiera debía mentar. Sin embargo, hay una anécdota que me sobrecoge viniendo de él y por más sambenitos que al alemán le guinden. En la vida y el la obra de Heidegger existen Escisiones y paradojas de innúmeras. Me llama la atención una que

toca el delicado y trascendental asunto religioso. “Su madre, dice Max Müller, (un íntimo de Heidegger), fue casi demasiado piadosa y él no logró separarse nunca de ella. Su retrato estuvo siempre sobre su escritorio. Lo mismo ocurrió en cierto modo con la Iglesia. En su radicalidad filosófica chocó muy pronto con su filosofía institucionalizada. Después sintió la iglesia-institución como un yugo que había que romper, pero sus raíces cristianas y católicas eran demasiado hondas para que pudiera deshacerse fácilmente de ellas. «es una tradición de Occidente, decía, una unión de líneas griegas y hebreas que no podemos abandonar. Aunque la tradición está tocando a su fin, hemos de asumirla para una nueva época». En cierto sentido, Heidegger sufrió con la Iglesia. Era para él como una cadena de la que no podía desatarse, como anzuelo del que no podía desprenderse” [De una conversación con Max Müller]. Max Müller cuenta a este respecto que en las caminatas que hicieron juntos entraron en ocasiones en alguna iglesia y pudo observar, no sin extrañeza, que Heidegger tomaba agua bendita y hacía la genuflexión ante el sagrario. Al preguntarle: pero ¿por qué esa genuflexión? Usted se ha distanciado de la Iglesia. Usted no cree en la transubstanciación. Para usted Cristo no está presente en el altar; el filósofo le contestó: «Ciertamente. Transustanciación: esto es sólo un uso abusivo de la física aristotélica por la escolástica. Pero no soy ningún panteísta, devoto de campos,

bosques y praderas. Hay que pensar históricamente. Y donde se ha rezado tanto, allí está cerca lo divino de una manera particular… y una iglesia venerada por largos siglos, es un lugar donde es preciso tener respeto» [De una conversación con Max Müller]. Nada más acertado: donde mucho tiempo se ha invocado lo sagrado debe estar en recogimiento perpetuo lo sagrado. He aquí nuestra catedral basílica, la de Nuestra Señora de los Zacatecas. Una epítome efervescente, eso sí, de cosas memorables. La descripción breve, de don José de Rivera Bernárdez, es un acto de historiopoiesis. Recrear la historia con los adornos del discurso no aleja mucho al acto de un inusual rito. Per se, la ciudad ni es patrimonial ni heroica ni capital bizarra. Ésas son vanidades de los hombres, desuncidas del principio de parsimonia esculpido por Ockham; son rumberías soflameras y zurdas megalomanías: multiplicar los nombres sin necesidad. Per se la ciudad custodia la preciosa carga de su pasado integral, (apenas fragmentado por la Toma de la ciudad, en 1914). Eso es lo que intenta el conde: darle un sustrato en el tiempo, sobre la póiesis exornada de los recursos del arte, a la ciudad en la que se ha sustanciado su existencia, “para indeleble memoria de lo futuro”, y lo que le parece más adecuado es la máquina astronómica de que se sirve para universalizar en ese cosmos infinito el gránulo de una ciudad que tuvo principio y tendrá fin y que ha menester que forje frente a tantos indeterminismos, la determinación divina de su ser de ciudad, real, leal y noble. En la ontología y en la teleología del conde no sólo hay muros, minas, plazas, folios, astros. Hay una reivindicación, un prurito confesional: Zacatecas es la realización de una idea divina, absoluta. Pero estas afirmaciones tienen vagos y, al mismo tiempo, capaces argumentos para incitar a cualquier lector a entrever esa complejidad que tiene la ciudad, ciudad que es única ya por su color local, ya por la ingenua creencia de que este lugar de elección es, como dijo un autor, una “sucesión de ciudades infinitas”. Colegir qué rostro de lo infinito podríamos advertir, merecería una ardua explicación, mas el prurito de ser no la voz, sino el eco de ella y el vehemente pathos de poder recorrerla anacrónicamente como un transeúnte perplejo, da más realidad a esta noble ciudad de ensueño, patria de nuestros imaginarios y sede lo que no temo decir: de lo sagrado. En el orden de su devenir la ciudad debió ser también para el conde astrónomo y teólogo, un arquetipo en la mente de Dios.


Los hijos de Marx... mi consuelo A Emiliano se le leyó desde el vientre materno. No ha habido un año en que no se le obsequie al menos un libro. Se le cantaron rondas infantiles, juegos de palabras, pusimos a su alcance muchos juegos y juguetes que inciden positivamente en el desarrollo cognitivo y motriz de un niño. Se le leyó en voz alta. Emiliano nos fue enseñando muchas cosas, consolidando unas y desmintiendo otras. En el vientre materno, él escuchaba y opinaba cuando había lectura en voz alta. Daba patadas a su madre en cuanto ésta se callaba. Dejaba de hacerlo si continuaba escuchando su voz. Cuando tenía cuatro años me pidió que le leyera un libro, pero “de ésos de aprender”. A su edad, insípidamente, ya lograba diferenciar la ficción de la divulgación. Ya en la primaria, en primer o segundo grado para precisar, un día llegó platicando que habían llevado a su grupo a la biblioteca, y que les habían preguntado algo que nadie supo, sólo él. La incógnita resuelta que lo llenaba de orgullo era el nombre “del hoyito por don-

Por Eduardo Campech Miranda

de respiran las ballenas”. Ufano, se respondía a sí mismo: “Espiráculo”. Hasta entonces jamás había escuchado tal palabra. Confieso que si hubiera salido de la boca de un adulto, pensaría que me albureaba. Desconfiado, indagué cómo había obtenido aquel conocimiento. Me respondió que los fines de semana, no le atraía la programación televisiva y leía una enciclopedia infantil. Ahí estaba el dato. Por esos mismos días, buscando ingenuamente algo diferente en la televisión, di con Discovery Kids. En la pantalla aparecía la animación de un niño y una ballena. El pequeño explicaba lo que es el espiráculo. Llamé a Emiliano y le dije que la palabra en cuestión la había aprendido de la televisión. Acudió a su librero y me llevó el libro donde había leído el dato. Una vez más me manifestaba una predilección por los textos de divulgación versus los literarios (los cuales insistía e insisto en acercárselos). Debo decir que pocas veces, muy pocas, me ha solicitado un libro por iniciativa propia. En un

principio eran libros de dinosaurios, de trenes, de barcos piratas, de autos. Hace casi un año, durante una Feria del Libro, me pidió un título: Diario de Greg. Un renacuajo, de Jeff Kinney. Revisé el libro y no me convenció. Pero reflexioné un poco más y accedí. Eso fue en diciembre. Hacia abril o mayo de este año, ya había leído los cinco volúmenes de la saga. Y en el verano, adquiría el sexto título, pero ahora con la característica que él podría escribir su diario. No leía lo que a mí me gustaría, pero fue importante respetar su decisión. A la par de los libros aparecieron los videojuegos. Primero por cortesía de sus tías, después por los padres. Emiliano tiene sus preferencias lectoras, sus preferencias de esparcimiento y entretenimiento, su tiempo de lectura y escritura; sin presionarlo. Tal vez no sea el lector que me gustaría que fuera, pero es feliz. Como padre promotor de la lectura, ante tal escenario me consuela pensar que los hijos de Marx, seguramente fueron capitalistas. Hasta la próxima.

Castillo de sal si puedes

Por Ester Cárdenas

En 1665, el pintor holandés Johannes Vermeer pintó uno de los retratos más celebrados de la historia del arte: The girl with the pearl earring. El emblemático cuadro, expuesto en la pinacoteca de La Haya, es una de las cuarenta obras de Vermeer que han llegado hasta nosotros. La película, con una magistral fotografía del portugués Eduardo Serra, recrea la gestación de la obra maestra con un recital interpretativo facilitado por el inteligente guión adaptado de la novela homónima de Tracy Chevalier, que fabula con amenidad y

un aire de misterio la relación entre una joven sirvienta y el pintor. Griet, hija de un ceramista protestante, se ve obligada a servir en casa de una familia católica de Delft, ciudad holandesa de mayoría luterana. María Thins, la suegra del pintor, se afana en conseguir, entre los burgueses adinerados, nuevos encargos para el marido de su hija, madre de una familia numerosa, nuevamente embarazada. Vermeer, no es un pintor rápido, y se consagra a su tarea con un perfeccionismo abrumador.

La luz, de la ciudad, del estudio del artista es atrapada con gran precisión por la cámara. Esta cinta nos lleva a un inolvidable paseo, a un ritmo preciso, por la delicada obra de Vermeer, con un imponente Colin Firth, taciturno y reconcentrado y una excelente Scarlett Johansson (hoy, por hoy, para mí su mejor actuación). Sin duda esta película dirigida en el 2003 por el británico Peter Webber, es un verdadero regalo para vista, que apreciarán los amantes de la pintura y quienes no lo son. Esta delicada y hermosa cinta puede conseguirse por menos de cien pesos. Búsquenla, no se arrepentirán.

Por Mateo Estrada Gaviria Esta libreta (número 10) es propiedad de Mateo Estrada Gaviria. La compré hoy, lunes 31 de noviembre de 2011. Servirá para asentar mi diario y algunas referencias librescas. El engargolado consta de 80 páginas. Las hojas en forma italiana son de 90 gramos. Lunes 31. Trabajen el texto para el seminario de investigación. Me asignaron nuevos lectores. La exposición será el 12 de diciembre. En el ensayo presentaré, en el marco de la cultura letrada del siglo XVI, “la obra” de fray Antonio de Sandoval. FO está lesionado del hombro izquierdo. Ayer lo tumbaron en el dominical juego de soccer. A pesar de su negativa, hace rato le ungí crema de menta. Es curioso, lo conozco hace 8 años, hemos convivido a morir, y hasta ahora le veo, por primera vez, el dorso desnudo. Mientras “lo tuve en mis manos” platicamos del pasado. Recordó cuando hablamos por primera vez de mi gayes. Fue en una tradicional celebración de fin de semestre. En esa ocasión me preguntó cómo le hacia para salir con una chava, que entonces suponían era mi novia. Le dije que no salía con ella, que yo era gay. Sobrio y desafecto a manifestar sus emociones, nada comentó. Además las vacaciones impidieron platicar. Al volver a clases sí reanudamos la amistad y no hablamos del tema. Ahora comparto casa con él y sigue siendo innecesario conversar, porque FO es buguísimo, viajero y buen amigo. Algunas veces, muy pocas, se emociona y me dice hermano, amigo y hasta el ridículo me llama maestro… Miércoles 2. Trabajé con Rodolfo. Estuvimos en casa y revisamos su escritura. Me emociona estar con él; pero no estoy seguro que sea gay. Jueves 3. El cambio de horario y el frío matutino me tienen turulato. Me levanté a las diez. Ya terminé Nuestra señora de las flores de Jean Genet. Mantengo mi estupefacción; el texto no es realista, ni quejumbroso, menos es una orgía verbal gay. Le cito: “Cesari [el ayudante en jefe de la cárcel del Cherche-Midi] tuvo que escribir un informe acerca de mis costumbres. Me dijo: Esta palabra [no se atrevió a pronunciar “homosexual”] ¿se escribe junto o separado? Y con la punta del dedo me la mostraba, sobre el papel, con el índice tendido pero sin tocar la palabra. Me quedé enajenado”. Sábado 5. JC llegó hace rato (11 am). Está ebrio. Duerme vestido en mi cama. Ronca. Está en el doloroso dilema de escoger entre la responsabilidad de su paternidad o el de vivir conmigo. Quisiera mostrarle que de mi parte nada pido, porque lo amo. Estoy consciente que en su vida, en “la normal”, soy “el otro”.


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