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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 433 /// 25 DE MAYO DE 2020 /// AÑO 9

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Detalle del Retrato del venerable Gregorio López, en la antigua capilla de la Encarnación, Villanueva, Zac. Foto del Centro INAH Zacatecas.

“Ante el clamor de defensa por los colonos, en 1570 el virrey Martín Enríquez organizó una campaña militar contra los chichimecas y gavillas de bandoleros que amenazaban los centros mineros y caminos, determinando la edificación de los presidios (como lo hicieron en la edad media al norte de África con las plazas fuertes), su edificación y gobierno estuvo normado por reglamentos e instrucciones reales que servirían también de resguardo y defensa de las caravanas”. Carlos Augusto Torres Pérez

[Arquitectura fortificada en el Camino Real, en pág. 3]


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LA GUALDRA NO. 433 /// 25 DE MAYO DE 2020 /// AÑO 9

La Gualdra No. 433

Editorial

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l pasado 23 de mayo se cumplieron 35 años del fallecimiento del artista zacatecano Pedro Coronel. Pedro Encarnación fue su nombre de pila, pero su segundo nombre fue un misterio hasta hace poco, cuando su hijo Martín -también sorprendido por el hallazgo-, me dijo: “Se llamaba Encarnación, ¿tú crees?”. Seguramente sus padres, don Pedro M. Coronel y doña Juana Arroyo, le pusieron así porque nació el día en que se celebra a la virgen de la Encarnación, el 25 de marzo, fecha en la que, de acuerdo con la tradición católica, se le comunica a la virgen que dará a luz por obra del Espíritu Santo. Coincidentemente, cuando Pedro Encarnación vio la luz en Zacatecas, se anunciaba con eso la llegada de uno de los más grandes artistas que ha dado nuestra tierra en el siglo XX. Nació el año de 1921 y durante mucho tiempo hubo una confusión al pensarse que había nacido uno o dos años después; pero, otra vez Martín, su hijo, nos aclaró que la fecha correcta es 1921, el año en que se conmemorara el primer centenario de la consumación de la Independecia de México y que muriera -en el mes de junio- el poeta jerezano Ramón López Velarde. El próximo año, Zacatecas, celebrará entonces el centenario relacionado con estos dos personajes clave en la historia del arte de nuestro país. Pedro siempre fue rebelde y producto de esa rebeldía fue que decidió a temprana edad que se dedicaría al arte. Comparto ahora un fragmento de mi libro Una bizarra melancolía. La tradición plástica en Zacatecas, de reciente publicación, en el que se habla de este artista a quien recordamos en el 35 aniversario de su fallecimiento: El espíritu viajero lo caracterizó y permaneció en él hasta el final de sus días, pero siempre regresaba a Zacatecas, la ciudad en la que había nacido y cumplido 18 años, edad a la que su padre le permitió que viajara a la capital del país a estudiar arte, lo que más le apasionaba, “Mi papá siempre quiso salir de Zacatecas, sabía que en el D.F. podría estudiar lo que le gustaba. Se escapaba frecuentemente de la casa, se subía al tren para llegar a la capital, pero mi abuelo se daba cuenta y mandaba un telegrama a la siguiente estación para pedirle al conductor que lo bajara. Así pasó en varias ocasiones hasta que llegaron a un

Contenido

acuerdo: mi abuelo le prometió que cuando fuera mayor de edad lo dejaría marcharse y así fue, partió a la capital en 1939 para estudiar en La Esmeralda, pero ya con el consentimiento de sus padres”. De su lugar de origen, Pedro Coronel decía casi siempre con añoranza: “Zacatecas fue construida en las montañas mismas. Es un hoyo rodeado de cuatro cerros. Vuelvo ahí frecuentemente […] Guardo un profundo amor por todo eso, y una gran nostalgia. Me desgarra saberme alejado de ese mundo que está, sin embargo, muy cerca”; aquí podemos encontrar la explicación de su arraigo por la tierra, el que hizo que decidiera que su colección quedara de manera permanente en esta ciudad. Su museo se inauguró el 8 de mayo de 1983 -cinco años después del de Francisco Goitia-, convirtiéndose en el segundo museo de arte en la ciudad de Zacatecas. Aunque el edificio estaba restaurado y la obra del Universo de Pedro Coronel estaba ya montada desde un año antes, el artista se negó a que fuera inaugurado durante la administración de López Portillo. Dos años después, falleció en la Ciudad de México y desde 1986 sus restos mortales descansan en uno de los patios de ese edificio. Este año no se pudo realizar el homenaje por su aniversario luctuoso en Zacatecas debido a la contingencia por el Covid-19; un homenaje al que año con año asiste su familia para recordar junto con los zacatecanos a este artista caracterizado por una gran pasión por el arte universal y por las más placenteras cosas de la vida. Nosotros lo recordamos en La Gualdra con este breve comentario y le invitamos a usted, estimado lector, a que cuando todo esto pase, visite su museo y el de Francisco Goitia, para que conozca más de la obra de Pedro Coronel. Que disfrute su lectura.

Arquitectura fortificada en el Camino Real Por Carlos Augusto Torres Pérez

Desayuno en Tiffany’s, mon ku El humor en tiempos de Corona: contravirus para una pandemia* Por Nancy Berthier

Reforma judicial, necesidad democrática [un acto de justicia para Montesquieu] Por Francisco Tomás González Cabañas

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Tiempo de compensación Por Alejandro Espinosa Lista de objetos encontrados 3 Siempremente Por Edgar Khonde Memento Mori Por Ronnie Camacho Barrón

Pequeñeces Por Adán Echeverría El cuento perfecto Por Dennise Alcíbar González El girasol Por Maliyel Beverido Llanto Por Pilar Alba

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Entrevista con Martín Coronel Ordiales, hijo de Pedro Coronel. 23 de mayo de 2018. En: Una bizarra melancolía. La tradición plástica en Zacatecas, Secretaría de Cultura-Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, Ed. Texere, Zacatecas, 2020, p. 206. 1

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Una bizarra melancolía..., pp. 206-207.

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Arquitectura fortificada en el Camino Real

Por Carlos Augusto Torres Pérez* t

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n los albores de la conquista, los españoles en su afán expansionista estaban motivados por lograr mediante sus descubrimientos un ascenso social. En su camino tierra adentro, cimentaron una arteria de dos mil novecientos kilómetros que comunicó al sur con el norte, partía de la Ciudad de México y concluía en Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos, llegando a representar uno de los puentes culturales más relevantes entre ambas naciones. El territorio mexicano estuvo interconectado por una extensa red de comunicaciones prehispánicas que los europeos apenas modificaron en su camino tierra adentro; estos y los aguajes fueron lugares de predilección para las emboscadas Chichimecas; para 1561 se calculó que más de 200 españoles y más de 2,000 aliados habían muerto en los caminos. En las primeras confrontaciones de los españoles con los naturales, los primeros tuvieron superioridad en cuanto a armamento y estrategia de guerra, establecieron alianzas para integrar a sus filas a numerosas naciones de naturales. Los chichimecas fueron muy aguerridos, se reunían en escuadrones diferenciados en colores, rojo, amarillo, negro y azul, con muchos plumajes y arcos y flechas en las manos; la vanguardia de esta gente era de arqueros, su organización social y

política estaba básicamente ligada a la guerra. Paulatinamente, y a medida que se fue colonizando la región, se iba consolidando una ruta de asentamientos humanos que permitió avanzar y fortalecer la conquista, prioridad de la Corona como instrumento de dominio y el establecimiento de las instituciones de gobierno. La represión y el despojo de sus tierras del que fueron objeto los naturales ocasionaba constantes rebeliones, por lo que se debió implementar una arquitectura con elementos defensivos. Respecto a los asentamientos humanos, en 1532 Juan de Oñate funda en Nochistlán el primer asentamiento europeo, en el estado de Zacatecas, denominándolo Guadalajara, que tuvo una muralla como defensa ante los posibles embates de los naturales. En caso de las minas de Nuestra Señora de los Zacatecas, durante el asedio de los naturales, los españoles corrían a refugiarse a la casa de Diego de Ibarra, pues esta funcionaba como casa fuerte; las edificaciones que se construyeron en la ciudad tuvieron gruesos muros de adobe, almenas, techos planos con viguería y terrado; otra medida de defensa fue asentar en torno a la población, grupos de aztecas, tlaxcaltecas, tarascos, otomíes y toltecas que habían emigrado a trabajar principalmente a las minas. Debido al descubrimiento de ricas vetas de minerales la región hizo sentir su influencia econó-

/// Imagen del indio ahorcado en el Portezuelo de Nieto. Foto del Centro INAH Zac.

/// Mapa del Camino Real.

mica atrayendo la atención del virrey. Así se edifica el camino real, una conexión más directa con la casa de la moneda de la capital virreinal; empedrado gran parte de su trayecto, no siguió una ruta fija, alternaba tramos de calzadas con otros de herradura e incluso míseras veredas; fue puesto en servicio entre 1550 y 1555 y en su entorno se edificaron posadas, ventas o mesones y tabernas que servían de refugio y albergue. Ante los embates indígenas y la lenta reacción de la Corona, Diego de Ibarra gastó fondos

personales en la defensa de los caminos; el virrey Velasco determinó fundar la santa hermandad para luchar contra el asedio, en ese período los cargos militares: [eran] capitán, sargento y alférez. El siguiente impacto histórico seguido a la conquista y a la evangelización es el establecimiento de un sistema económico que emana de nuevos métodos de producción: las haciendas. En Zacatecas, las primeras mercedes de tierra datan de 1533 cuando Juan del Camino obtuvo tierra para una huerta en el arroyo

camino a Juchipila. Su ubicación, en medios rurales y aislados, las hizo vulnerables a sufrir ataques constantes. Para su defensa construyeron altas y anchas bardas de adobe que circundaban el casco de la hacienda, había puertas de acceso principal y de campo flanqueadas por baluartes, con sus respectivas aspilleras. Ante el clamor de defensa por los colonos, en 1570 el virrey Martín Enríquez organizó una campaña militar contra los chichimecas y gavillas de bandoleros que amenazaban los centros mineros y caminos, determinando la edificación de los presidios (como lo hicieron en la edad media al norte de África con las plazas fuertes), su edificación y gobierno estuvo normado por reglamentos e instrucciones reales que servirían también de resguardo y defensa de las caravanas; los primeros fueron los de Ojuelos y Portezuelos y en Guanajuato el de San Felipe; posteriormente seguirían Bocas, Ciénega Grande, Palmillas y después el Cuisillo y paso de Nieto. En 1579, la corona española continuó con la idea de implantar una red de presidios llegando a edificarse más de 50, en el septentrión novohispano. La ciudad de los Zacatecas mantuvo financieramente a por lo menos catorce presidios. Conforme se colonizó y pacificó la región, estas edificaciones defensivas, cayeron en desuso, transformándose en su mayor parte en sedes para los distintos poderes de gobierno, religioso y de nobles.

Ollin: Memoria en movimiento

/// Imagen del ataque apache en la Misión de Santa Cruz de Sabá, en Texas. Foto del Centro INAH Zac.


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Desayuno en Tiffany’s, mon ku

Desayuno en Tiffany’s, mon ku

El humor en tiempos de Corona: contravirus para una pandemia* t Por Nancy Berthier

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hapô La pandemia ligada al Coronavirus, para Francia, de la misma manera que para una gran parte de la humanidad, ha entrañado medidas de confinamiento a lo largo de varias semanas con la finalidad de ralentizar la progresión de la pandemia. Esta inédita situación ha provocado la aparición de todo un flujo de mensajes cargados de contenido humorístico que se ha propagado a través de los servicios de mensajería móvil, redes sociales y aplicaciones móviles de mensajes instantáneos. Al ritmo de esta pandemia, el humor se ha impuesto como un contravirus virtudes catárticas. Introducción Entre el martes 17 de marzo y el lunes 11 de mayo Francia ha vivido al ritmo de un confinamiento que ha afectado, en lo que ya representa un destino planetario compartido, a una gran parte del mundo. Esta situación, inédita en la historia de nuestra poderosa sobre-modernidad, ha conmocionado las tranquilizadoras relaciones de causalidad habituales. Insostenible, el sobrecogimiento inicial dejó paso rápidamente, como siempre frente a la catástrofe, a una ola de discursos, múltiples, desordenados, a veces contradictorios, obstinándose en darle forma al caos; porque “decir”, ya es un poco “dominar”, a falta de poder comprender realmente. En la cacofonía de discursos sobre el evento, el humor ocupó rápidamente un lugar singular a la luz de la risa o de la sonrisa. Más allá de los humoristas de profesión, los ciudadanos anónimos del mundo entero se apoderaron ávidamente de esta realidad. En las redes sociales, a través de las aplicaciones móviles de mensajería instantánea o por correos electrónicos, un oleaje hilarante de imágenes, de videos, o de textos breves, para muchos los “memes”, irrumpían en la cotidianeidad ansiogénica marcada por un encierro colectivo del que se ignoraba la duración. Una intensidad inédita En realidad, no se trataba de las formas de estas prácticas que constituirían la novedad. Desde hace ya mucho, internet y las redes sociales se han convertido en el espacio de despliegue de la creación humorística amateur. Lo que era nuevo, era en primer lugar la intensidad extraordinaria del fenómeno, por medio de un proceso de “viralización” sin precedentes. Mientras diariamente las

/// Estados Unidos. @MikeLukovich

autoridades desgranaban solemnemente las cifras, cada día más aterradoras en su glacial objetividad, de la progresión de la epidemia del Coronavirus, los mensajes humorísticos de una comunidad de internautas, cada vez más numerosa, le libraban una concurrencia férrea en el seno de la mediasfera. Entre nosotros, muchos hemos retenido, de manera real, a través del discurso de los epidemiólogos y de sus sabios croquis, el sentido técnico del adjetivo “exponencial” aplicado al

/// Francia. Dominio popular.

contagio del Coronavirus; en cambio, no se ha percibido como punto en paralelo, otra forma de pandemia -no mortal- que se esparcía a un ritmo desenfrenado, esa que causaba el virus del humor. Si al principio, no eran más que un puñado de “memes” los que replanteaban el evento sanitario bajo el ángulo de los primeros síntomas, en muy poco tiempo, la fiebre humorística se adueñó de todos los aspectos de un cotidiano bruscamente insólito por culpa de las nuevas

reglas de la vida en común. Y todo eso circuló, de manera tanto frenética como exponencial. Una situación masiva, nacional e internacionalmente compartida Lo que resultó nuevo fue la repentina llegada de una situación masiva e internacionalmente compartida. Cierto es que la realidad del encierro no era la misma para todos, y que las condiciones variaban de manera importante en función no solo de los espacios de confinamiento sino también de la situación personal, familiar o profesional de cada uno. Igualmente, a escala internacional, las situaciones eran muy variadas en función del mayor o menor grado de intensidad de las medidas tomadas con condiciones de confinamiento más o menos radicales. La situación socio-económica y sanitaria de los Estados así como la toma de decisiones y posicionamiento de los dirigentes sumado al grado de progresión de la epidemia suponían además múltiples variantes para las poblaciones confinadas, más o menos dramáticamente afectadas. No obstante, los mensajes intercambiados en todas las lenguas y en todas las latitudes, han elaborado, a lo largo de las semanas, un imaginario de confinamiento común, fundado sobre la reformulación de situaciones de un cotidiano idénticamente sacudido en relación con sus rutinas habituales. Más allá de todas las diferencias de lo vivido, los innombrables discursos humorísticos han constituido numerosas variaciones sobre aquello que el virus ha transformado en


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la mecánica, hasta ese momento bien engrasada, de nuestras vidas. Temas originales La novedad han sido las síntesis de temas perfectamente inéditos con un cotidiano profundamente metamorfoseado, ubicado bajo el signo de la singularidad y del espacio de lo que, algún tiempo antes, habría parecido ser un mal guion de ciencia ficción. La capacidad de reacción de los internautas, en fase con la evolución de una situación de la que tomaban conciencia de manera casi inmediata, ha sido prodigiosa. Han explicado el día a día de la situación a través de un tipo de mega-relato compartido, narrativamente constituido por la suma de micro-relatos anónimos que llegaban un día tras otro y, a veces, hora a hora a las mensajerías o a las redes sociales. El miedo inicial a la penuria se ha traducido por ejemplo en una avalancha de producciones alrededor del papel higiénico y de los paquetes de pasta que habían sido desvalijados de los supermercados por razones, cuanto menos, misteriosas. Este miedo fue rápidamente seguido por variaciones innumerables alrededor de los efectos de la convivencia sobre las relaciones conyugales y extraconyugales, pero también, y sobre todo, sobre las “joyas” de la vida en familia, animales de compañía incluidos. Pasados los temores de la carencia, uno de los grandes temas concernía directamente a

/// África. De African Arguments.

/// México. Dominio público.

los nuevos regímenes o ritmos alimentarios, alrededor del picoteo y de la toma de peso. Pasando el tiempo, los medios, para conjurar el aburrimiento forzoso, ofrecían una nueva fuente de creatividad a través de la puesta en escena de pasatiempos irresistiblemente absurdos. Para aquellos que, al contrario, estaban cargados de teletrabajo, la explosión literal de las reuniones y las citas en videoconferencia abastecían el molde de parodias desviadas. Más allá del espacio doméstico, que ha sido un auténtico teatro en miniatura para los sainetes sobre lo cotidiano, las reglas impuestas para salir al espacio público se han puesto en escena a través de imágenes transgresoras. Los famosos certificados autorrellenables y las mascarillas se han convertido en motivos recurrentes del humor Covid. Con el anuncio del fin del confinamiento la imaginación colectiva ha urdido puestas en escena apocalípticas sobre la salida del espacio privado, en particular en lo que respecta a la vuelta a la escuela. Desde el 11 de mayo, fecha de la primera fase de la vuelta a la tan ansiada “libertad” en Francia, la producción humorística alrededor del Covid parece haberse ralentizado. La vuelta a la normalidad, a pesar del mantenimiento de las medidas de distanciamiento social, es naturalmente menos rica, y la vuelta a la actividad laboral ha reducido el tiempo de disponibilidad de los internautas.

Una inventiva extrema Más allá de la capacidad de reacción de los creadores y de sus talentos para restituir el flujo de una vivencia compartida, lo más chocante ha sido la extrema inventiva de la que han dado muestra para dejarlo patente. Se trataba de una producción doméstica, cuya principal característica era el uso de los “medios cotidianos”, la mayoría del tiempo muy rudimentarios. Esta libertad bajo presión ha generado una capacidad de imaginación pasmosa y polimorfa, como suele ser a menudo estos casos, paradójicamente, en un contexto de sometimiento. Las producciones podían ser de una extrema simplicidad, bajo la forma mínima de un texto humorístico jugando en general con lo absurdo. La aparición de las primeras teorías llamadas “conspiranóicas” alrededor del virus entrañó por ejemplo lo hilarante: “¿Y si nos están engordando para luego comernos? La utilización de imágenes incluía un grado más en la sofisticación técnica, manteniendo siempre una gran sobriedad. Una parte de la producción se componía de imágenes propias, en el espacio del confinamiento personal, con los propios objetos como accesorios y, a modo de personajes, los propios compañeros y compañeras del confinamiento, humanos o animales o, en la mayoría de los casos, uno mismo. Las fotografías venían acompañadas de textos bajo la forma de leyendas subrayando la dimensión hu-

/// México. Dominio público.

morística de la situación. Bajo un mismo principio de juego entre texto e imagen fija, toda una serie de “memes” ofrecían variaciones alrededor de imágenes muy conocidas de la cultura “sabida” o popular, pinturas, esculturas, fotogramas de películas muy conocidas, modificadas aunando los temas Covid 19. El summum de la sofisticación (pero no necesariamente del humor) fue la realización de videos a modo de sainetes, yendo del simple plano secuencia, con la cámara fija, en posición frontal, de un individuo frente a la cámara de su ordenador contando, con un sentido agudo de la autoburla, un (o unos) aspecto(s) de su cotidiano confinamiento, a cortometrajes familiares extremadamente elaborados tanto desde el punto de vista narrativo como del montaje, visual o sonoro. Entre estos dos extremos, la creatividad no tenía límites para los escenarios más o menos complejos. La cortesía de la desesperación Más allá de la dimensión de crónica de lo cotidiano de millones de individuos en confinamiento, el humor en tiempos del Coronavirus ha estado dotado de una evidente dimensión catártica, incluso terapéutica. Lo que Freud calificó de “don raro y preciado”, en El chiste y su relación con lo inconsciente [1905], representa en efecto la victoria del “principio de placer […] pese a las realidades exteriores desfavorables” y es “sin dejar el terreno de la salud psíquica”. La victoria de aquellos que, frente a una situación traumática, “rechazan el sentirse afectados, a dejar que se imponga el sufrimiento de las realidades exteriores”. La práctica del humor ha representado para sus autores una suerte de escapatoria liberadora de un cotidiano difícil, probablemente debido a condiciones tanto físicas como psicológicas del confinamiento. Pero también para sus consumidores que han constituido una comunidad aun mayor de risueños. Un contravirus, no mortal en este caso. *Nancy Berthier es catedrática de artes visuales en la Sorbona, de París. La traducción del francés al español fue realizada por Jordi Macarro: L’humour au temps du Corona: contrevirus pour une pandémie.

Desayuno en Tiffany’s, mon ku

/// México. Dominio público.


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Filosofía política

Reforma judicial, necesidad democrática [un acto de justicia para Montesquieu] “Pero si toda justicia comienza con la palabra, no toda palabra es justa”, Jacques Derrida. Más poéticamente lo expresó Mallarmé: “Una tirada de dados, jamás abolirá el azar”.

Por Francisco Tomás González Cabañas t

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o existe poder del estado más cuestionado y en cuestión, como inveteradamente menos modificado, en los diversos rincones de Occidente, que el judicial, el que fue separado de las decisiones, semánticamente, de hombres de poder, Montesquieu mediante, por la teoría de los contrapesos, que posee más fama e implementación efectiva que argumentos o razones, que tengan que ver con la necesidad de contar, como en la actualidad, con un poder judicial, como coto de caza de una única profesión (abogados o profesionales en leyes), privilegiada por ende institucionalmente, para integrarla en sus grados o cargos jerárquicos. El poder de juzgar no debe confiarse a un tribunal, sino ser ejercido por personas sacadas del cuerpo del pueblo en ciertas épocas del año y de la manera que prescribe la ley, para formar un tribunal que solo dure el tiempo que exija la necesidad. De tal manera, la facultad de juzgar, tan terrible entre los hombres, no hallándose vinculada en ningún estado ni profesión, viene a ser, por decirlo así, invisible y nula. No se tiene delante continuamente a los jueces; se teme a la magistratura y no a los magistrados”. (Montesquieu, El espíritu de las leyes)

En tal obra, se establece la necesidad política, en verdad de la libertad, habla el autor, determinándose la división de poderes. Si bien, afirma “de los tres poderes de que hemos hablado, el de juzgar es en cierta manera nulo. No quedan, por tanto, más que dos”, el poder judicial le debe a Montesquieu, su razón de ser y su peculiar característica que viene adquiriendo de tal entonces de ser prácticamente incuestionable, a nivel teórico o académico. Montesquieu, al hablar del espíritu de las leyes, narra no solo los aspectos históricos, tipificando los casos en una cuestionable trilogía de la politología, de la república, la monarquía y el despotismo, sino en sus razones físicas, en donde plantea, excentricidades antropológicas como la que formula al expresar que en los lugares de temperaturas más frías los ciudadanos son más afectos a cumplir la ley que en las zonas en donde el calor apremia. Pero en donde está haciendo germinar la perversión que apoya aquel apoderamiento por parte de los facultados en derecho de un poder del estado, es en dotar de espíritu a las leyes, desde su propio título y habilitar la exegesis,

la hermenéutica y la interpretación de construcciones que son afirmativas, apofánticas. Si las oraciones que afirman o niegan algo, en un contexto positivo como el del derecho, pueden, ameritan y se propician como de interpretaciones interminables, entonces estamos perdidos. Tan perdidos, como en verdad lo estamos, y lo señalan todos los estudios de opinión pública en las distintas comunidades de Occidente, en relación a la poca credibilidad que posee el poder judicial o lo poco que se corresponde con un servicio que brinde o garantice justicia. Las interpretaciones de la ley, las exegesis ad infinitum y las exposiciones catedráticas acerca de lo que quiso expresar el legislador (es decir quién construyó la ley, que el judicial solo tiene que aplicar) deberían estar acotado al campo literario, filosófico, de competencia o de interés para quienes así lo deseen y manifiesten. Sin embargo, en uso y abuso del supuesto espíritu de la ley (ya lo expresamos cuando Montesquieu se puso a pensar sobre el

cada en la necesidad de aquel entonces, por la revolución, planteada por los descubrimientos de Newton, principalmente su teoría gravitacional. Esta suerte de necesidad de que los “astros estén alineados” (usado en la actualidad por diferentes comunidades para expresar vulgarmente que todo esté ordenado como debe estar o como nosotros creemos que debería estar) generó la posibilidad, que a nivel político, las compensaciones estén alineadas en una tríada, destacando la importancia ritual y simbólica del tres en la cultura occidental, desde la concepción del padre, la madre y el hijo y luego sus ritualizaciones en el campo religioso. Nuestro contexto físico (recordemos cómo afectó a las ciencias humanas también el contexto de la teoría de la relatividad de Einstein) se corresponde con los tiempos de las partículas elementales, el principio de indeterminación o de incertidumbre de Heisenberg. Montesquieu, también afirmó, razonablemente, que el eje rector de una república, era el principio de la virtud. Principio que, obviamente no se cumple, en casi ninguna comunidad occidental y mucho menos en el ámbito o el poder judicial. Que las más altas magistraturas sean ocupadas por quienes no solamente conozcan de derecho, sino de otras actividades (insistimos la letra de la ley, desde la perspectiva del judicial, debe ser juzgada, no interpretada o analizada) bajo la condición de que sean notables en sus desempeños (logros o distingos académicos o en sus trabajos, en sus emprendimientos, bajo logros reconocibles) podría funcionar tanto como cierta democratización en tal foro. Posiblemente no elegir, como otros contexto, escribió que la ley se cumple más cargos, a los jueces, pero sí que sean parte en los lugares donde hace frío…) se conso- de aquellos que ya conformaron el ejecutivo lidó esta burocracia judicial, este laberinto o el legislativo (esto generaría que quienes de expedientes, de papelerío absurdo, de están en los anteriores poderes no quieran perspectivas, de marchas y contramarchas, perpetrarse en ellos y ofrezcan su conocide manifestaciones irresolutas, que al único miento anterior en elaborar o promulgar lugar que nos hacen arriba es al axioma leyes, para luego juzgarlas) o generar el planteado por Séneca: Nada se parece tanto consejo de notables en donde no solo para la injusticia como la justicia tardía. Claro ticipen los matriculados en derecho, sería que esta justicia tardía conviene a la facción un avance, en todo sentido, no solo a nivel que administra justicia, pues, en sus pre- judicial, sino institucional. rrogativas simbólicas, además del trato de Las presentes líneas pretenden ser un majestad, como en los tiempos imperiales, acto de justicia para Montesquieu, a quien la mayoría de los jerarcas del poder judicial leyeron para su provecho, pero no pensagozan de prerrogativas diversas y distintivas. ron a partir de él, tal como lo expresó en El Tal vez la disolución del poder judicial espíritu de las leyes: “Quisiera indagar cuál sea un camino. Sin embargo, la existencia de es la distribución de los poderes públicos conflictividades entre ciudadanos y el estado, en todos los gobiernos moderados que continuaría existiendo, por tanto el sendero conocemos, y calcular por ello el grado de tendría más razón de ser, si lo dotamos de libertad de que puede gozar cada uno. Pero una institucionalidad republicana que se co- no siempre conviene agotar tanto un asunto rresponda con la realidad y no simplemente que no se deje ningún campo a las meditacon una argumentación proveniente de una ciones del lector. No se trata de hacer leer, vieja teoría de división de poderes, enmar- sino de hacer pensar”.


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Tiempo de compensación Desde entonces temo los últimos minutos de casi todo. Rafael Pérez Gay

Por Alejandro Espinosa

Río de palabras

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or la cabeza de Raúl Márquez, entrenador de la selección mexicana de futbol, pasó el recuerdo de la batalla de Otumba. Quién sabe por qué. Imaginó la fanfarronada de Hernán Cortés gritando una tontería y robando el estandarte mexicano. Vio ondear la bandera americana en palacio de gobierno. Y temió con todo su corazón. El tiempo oficial del partido había concluido y el árbitro auxiliar levanta la pantalla digital con la que exhibía el número de la agonía. Los tres minutos de compensación. El tiempo chicloso se alarga y se levanta como un monstruo que arrebata lo ganado. Es el boleto de lotería ganador ido porque el pantalón tiene un hoyo en la bolsa. Todo en contra, incluso los propios jugadores. Toda la concentración autoritaria se distorsiona, las piernas fallan, el oído se atrofia. El desorden subvierte las indicaciones precisas y la astucia estratégica. Los botones se cuatropean. Nada le sale a los seleccionados mexicanos que trompican cometiendo penaltis, faltas desde donde cualquier tiro a portería es un peligro. El portero súbitamente experimenta sudoraciones que le producen una suerte de guantes de mantequilla. Todos estos síntomas pasan en el primer cuarto de minuto, es decir en los primeros quince segundos. Todos los mexicanos, incluyendo el cuerpo técnico

/// Leonora Carrington. El pescado de Virginia. Óleo / tela. Su autora falleció un 25 de mayo como hoy, pero de 2011. Así la recordamos en La Gualdra.

tienen algo que contar de los fatídicos últimos momentos de un partido, porque son la otra orilla de la gloria. De aquel lado están los ganadores, de los que penden miles de preseas. Incluso los aficionados saben que

Lista de objetos encontrados 3

Siempremente Le digo: más que quererte me pones, entonces ella se tiende desnuda sobre la cama como una raya de cocaína.

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Por Edgar Khonde

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o que ocurre es que ella, mujer con sombrero, va a atinar a coincidir en la página que él ha estado rondando sin atreverse a pisar todavía la palabra ausencia ni la palabra ladrón ni la palabra Turena ni la palabra amor. Él en realidad no ha iniciado la primera línea y ella ya conoce la historia. Por eso cuando él, anteojos y lingüista aficionado, le pide una instantánea de la magullada novela, -esa que relata la forma de sus ojos y el magnífico desastre de cabello que porta al despertarse-, ella exactamente dispara el párrafo y la página sin que él haya especificado nada. Ella ladrona de alguna forma con su espalda y sus muslos ha insinuado la escritura del texto titulado Los ladrones y él solo se ha percatado hasta que lo descubrió en su lengua y en el aroma

de diciembre y de cuevas. Y de reyes como los que en las estrellas lo predicen todo: el tiempo, la extensión del universo, el sintagma, las perturbaciones sintácticas, los huesos, la estructura esquelética, el sonido, la velocidad del hemisferio y siempremente lo que sucede y origina el encuentro de dos cuerpos. Entonces, comienzo de nuevo: ella encuentra una palabra mientras taciturna dibuja su silueta en el césped; la encuentra como se encuentran las hormigas y las mariquitas. La palabra anda por ahí como perdida, como si se hubiera escapado de un enunciado y no tuviera más intenciones de regresar. Ella la encuentra, la articula con sus labios, boca, lengua, nariz y se la regala al poeta. El poeta, que es su poeta, la finalmente inscribe en una hoja y la convierte en una línea. Y cíclicamente pasa: cada que ella encuentra, –roba-, un objeto, yo redacto un texto.

aquello va demasiado bien, pero que en los últimos minutos cualquier cosa puede pasar. Hay quienes se tapan los ojos para no ver, quienes se salen del estadio antes del silbatazo final como aves de mal agüero. El equipo contrario se da cuenta porque adelanta filas asfixiando a los ratones verdes que se sienten chiqui-

tos, espectadores de un presagio que se cumplirá inevitablemente y contra su voluntad. ¿Cuántas oportunidades de tiros a gol se pueden crear en dos minutos? Cronos devora a sus hijos mientras que la consistencia de los engranes tácticos se desmorona. Gol de último minuto.

Memento Mori Por Ronnie Camacho Barrón t

M

i abuela solía decir que “La muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja”, nunca supo cuánta razón tenía, pues cuando ella murió, vi como el negro ángel de la muerte vino por su alma. Fue así, que a sabiendas de que nada importaba y de que eventualmente mi destino sería el mismo, abandoné el rancho que por generaciones había pertenecido a mi familia y salí en busca de la gloría que nunca tuvimos. A base de plomo y sangre, me hice de una reputación y pronto fui conocido como Javier “Tiro Certero” Murrieta, uno de los bandidos mexicanos más grandes del Salvaje Oeste, temido e idolatrado por todos los gringos a la vez. Durante años y a lo largo de mis

atracos volví a encontrarme con la muerte, la cual aparecía ante mí con cada hombre que mataba y aunque siempre intenté entablar una conversación con ella, la parca nunca me dijo nada, hasta hoy. Hace poco, mientras dormíamos, un coordinado grupo de sheriffs y alguaciles se adentró sigilosamente en la guarida de mi banda y mató a todos mis hombres, yo no corrí con tanta suerte. A mí me han aprendido y encerrado dentro de una jaula, tirada por caballos y rodeado por los cadáveres putrefactos de mis compañeros. Llevamos horas de trayecto, apenas si resisto el aroma y desde que salimos de mi guarida, la muerte nos ha estado siguiendo sin dejar de recitar las siguientes palabras “Memento Mori, recuerda que morirás”. Supongo que cuando lleguemos al pueblo, será el fin de mis aventuras.


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LA GUALDRA NO. 433 /// 25 DE MAYO DE 2020

Pequeñeces Río de palabras

t Por

Adán Echeverría

D

e niño me enterré un lápiz en la mano. A los dos meses aparecieron letras debajo de la piel. Las fui arrancando con la navaja de mi padre y las guardé bajo la cama. Fue hasta la secundaria cuando lograron extirparme la punta de carbón, y se me escapó el habla. Busqué en mi escondrijo, solo hallé los restos enmohecidos de las letras. Escribo para recuperarme de esta invalidez...

El cuento perfecto t Por

Dennise Alcíbar González

E

scribí el cuento perfecto. Estudié a los grandes maestros y memoricé uno a uno sus consejos. Use pluma y papel, aunque me parece anticuado, pero mis mentores me enseñaron que así nacen los buenos cuentos: lápiz no, ese lo usan los de ciencias exactas, quienes pueden borrar y no les importa lo que hubo antes. La gente de letras necesita la génesis de la escritura, cada marca y borrón. Desde luego mis maestros lo decían mejor. Aprendí de aquel que se quedaba condenado al escritorio hasta terminar de escribir su historia. Definí el tema del cuento antes de empezar: una sola idea impactante, una sola emoción para atrapar al lector. Rechacé cualquier mentira que no fuera creíble, todo a favor de la verosimilitud. Conocí a mis personajes: les diseñé una voz, color de cabello, profesión y comida favorita; aunque solo escribí lo indispensable. Medí minuciosamente cada palabra, no había adjetivos innecesarios, ni elementos inservibles. Tenía una historia de forma y otra de fondo. Elegí la narración en primera persona para integrar acción y emoción al mismo tiempo. Era el cuento perfecto, pero lo perdí. Se traspapeló entre archivos basura. Si hubiera hecho menos caso al asunto de la pluma y el papel, mi historia estaría segura en el ciberespacio. Yo estaría en la cúspide, celebrando gloriosa todos los conocimientos que memoricé para lograr el cuento perfecto. Ahora ya no sé. Tengo la receta y tengo los ingredientes, pero me siento incapaz de recrearlo. Tal vez el cuento perfecto solo se pudo escribir una vez. En mi cuento había un clavo y el personaje principal se colgaba de él. O era una pistola y se disparaba al inicio del cuento. O al final. O lo que se colgaba al clavo no era un personaje sino un cuadro. O al clavo se colgaba la pistola porque así era más amenazante.

/// Girasol. Dibujo de Javier Manrique.

El girasol t Por

Maliyel Beverido

M

ire patrón, yo no jui a la escuela, pero siempre tuve la mano verde. Aquí lo que se daba era el girasol. Viera visto qué retebonito se veía

de cerca: hileras de tallos bien paraditos, con sus casquitos atentos al general el sol. Y de lejos la loma toda anaranjadita. Rete bonito, le digo, pero eso sí, harto trabajo. Hartísimo. Primero me pagaban la docena a treinta

Llanto t Por

N

Pilar Alba

o sé, pero de pronto me dan ganas de llorar… escribe en la hoja y de sus ojos comienza a desprenderse un río de lágrimas que borra la tinta con

que escribió las palabras. El papel también se humedece y la mesa sobre la que escribía se llena de lágrimas. Tenía tanto tiempo queriendo desahogarse que ahora que lo consiguió ha inundado todo el cuarto para ahogarse con su propio llanto. Antes no

pesos, pa luego vender ellos a diez o quince la unidá. Una vez vi en una florería un arreglo, bonito, no se lo voy a negar, pero tenía nada más seis girasoles, una docena de rosas y un poquito de nube. No le miento: costaba novecientos pesos. Por eso cuando me ofrecieron yo no vi el mal en cambiar de flor, de veras patrón, y luego la loma toda roja, se veía re bonita. Yo no sabía, patrón, que la amapola era mala.

hubiera podido por la falta de tiempo, por la falta de espacio; porque nunca, por más que lo deseara, podía estar sola. Su deber era consolar a todos, aunque nadie se preocupara por ella, ni siquiera para preguntarle ¿cómo estaba? Por eso hoy que se vio sin nadie, que se confrontó consigo misma al escribir las palabras, desató el mar de tristezas que llevaba dentro arrastrando a su paso con todo aquello que alguna vez creyó que era más importante que lo que sentía.


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