La Gualdra 433

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25 DE MAYO DE 2020

Arquitectura fortificada en el Camino Real

Por Carlos Augusto Torres Pérez* t

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n los albores de la conquista, los españoles en su afán expansionista estaban motivados por lograr mediante sus descubrimientos un ascenso social. En su camino tierra adentro, cimentaron una arteria de dos mil novecientos kilómetros que comunicó al sur con el norte, partía de la Ciudad de México y concluía en Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos, llegando a representar uno de los puentes culturales más relevantes entre ambas naciones. El territorio mexicano estuvo interconectado por una extensa red de comunicaciones prehispánicas que los europeos apenas modificaron en su camino tierra adentro; estos y los aguajes fueron lugares de predilección para las emboscadas Chichimecas; para 1561 se calculó que más de 200 españoles y más de 2,000 aliados habían muerto en los caminos. En las primeras confrontaciones de los españoles con los naturales, los primeros tuvieron superioridad en cuanto a armamento y estrategia de guerra, establecieron alianzas para integrar a sus filas a numerosas naciones de naturales. Los chichimecas fueron muy aguerridos, se reunían en escuadrones diferenciados en colores, rojo, amarillo, negro y azul, con muchos plumajes y arcos y flechas en las manos; la vanguardia de esta gente era de arqueros, su organización social y

política estaba básicamente ligada a la guerra. Paulatinamente, y a medida que se fue colonizando la región, se iba consolidando una ruta de asentamientos humanos que permitió avanzar y fortalecer la conquista, prioridad de la Corona como instrumento de dominio y el establecimiento de las instituciones de gobierno. La represión y el despojo de sus tierras del que fueron objeto los naturales ocasionaba constantes rebeliones, por lo que se debió implementar una arquitectura con elementos defensivos. Respecto a los asentamientos humanos, en 1532 Juan de Oñate funda en Nochistlán el primer asentamiento europeo, en el estado de Zacatecas, denominándolo Guadalajara, que tuvo una muralla como defensa ante los posibles embates de los naturales. En caso de las minas de Nuestra Señora de los Zacatecas, durante el asedio de los naturales, los españoles corrían a refugiarse a la casa de Diego de Ibarra, pues esta funcionaba como casa fuerte; las edificaciones que se construyeron en la ciudad tuvieron gruesos muros de adobe, almenas, techos planos con viguería y terrado; otra medida de defensa fue asentar en torno a la población, grupos de aztecas, tlaxcaltecas, tarascos, otomíes y toltecas que habían emigrado a trabajar principalmente a las minas. Debido al descubrimiento de ricas vetas de minerales la región hizo sentir su influencia econó-

/// Imagen del indio ahorcado en el Portezuelo de Nieto. Foto del Centro INAH Zac.

/// Mapa del Camino Real.

mica atrayendo la atención del virrey. Así se edifica el camino real, una conexión más directa con la casa de la moneda de la capital virreinal; empedrado gran parte de su trayecto, no siguió una ruta fija, alternaba tramos de calzadas con otros de herradura e incluso míseras veredas; fue puesto en servicio entre 1550 y 1555 y en su entorno se edificaron posadas, ventas o mesones y tabernas que servían de refugio y albergue. Ante los embates indígenas y la lenta reacción de la Corona, Diego de Ibarra gastó fondos

personales en la defensa de los caminos; el virrey Velasco determinó fundar la santa hermandad para luchar contra el asedio, en ese período los cargos militares: [eran] capitán, sargento y alférez. El siguiente impacto histórico seguido a la conquista y a la evangelización es el establecimiento de un sistema económico que emana de nuevos métodos de producción: las haciendas. En Zacatecas, las primeras mercedes de tierra datan de 1533 cuando Juan del Camino obtuvo tierra para una huerta en el arroyo

camino a Juchipila. Su ubicación, en medios rurales y aislados, las hizo vulnerables a sufrir ataques constantes. Para su defensa construyeron altas y anchas bardas de adobe que circundaban el casco de la hacienda, había puertas de acceso principal y de campo flanqueadas por baluartes, con sus respectivas aspilleras. Ante el clamor de defensa por los colonos, en 1570 el virrey Martín Enríquez organizó una campaña militar contra los chichimecas y gavillas de bandoleros que amenazaban los centros mineros y caminos, determinando la edificación de los presidios (como lo hicieron en la edad media al norte de África con las plazas fuertes), su edificación y gobierno estuvo normado por reglamentos e instrucciones reales que servirían también de resguardo y defensa de las caravanas; los primeros fueron los de Ojuelos y Portezuelos y en Guanajuato el de San Felipe; posteriormente seguirían Bocas, Ciénega Grande, Palmillas y después el Cuisillo y paso de Nieto. En 1579, la corona española continuó con la idea de implantar una red de presidios llegando a edificarse más de 50, en el septentrión novohispano. La ciudad de los Zacatecas mantuvo financieramente a por lo menos catorce presidios. Conforme se colonizó y pacificó la región, estas edificaciones defensivas, cayeron en desuso, transformándose en su mayor parte en sedes para los distintos poderes de gobierno, religioso y de nobles.

Ollin: Memoria en movimiento

/// Imagen del ataque apache en la Misión de Santa Cruz de Sabá, en Texas. Foto del Centro INAH Zac.


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