La Gualdra 479

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 479 /// 17 DE MAYO DE 2021 /// AÑO 10

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Francisco Goitia, Cabeza de ahorcado, óleo sobre tela. Museo Francisco Goitia- Secretaría de Cultura- INBAL.

“El futuro de los museos: recuperar y reimaginar”, es el lema del Día Internacional de los Museos, a celebrarse este 18 de mayo... pensemos ahora sobre todo lo que se puede recuperar y las posibilidades infinitas de reimaginar cómo es que deberían enfrentar estos espacios no el futuro, sino el presente de esta nueva realidad. Para celebrar este día, presentamos a ustedes esta imagen del óleo sobre tela de Francisco Goitia, Cabeza de ahorcado, que se puede apreciar en el museo que lleva su nombre, en Zacatecas.


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LA GUALDRA NO. 479 /// 17 DE MAYO DE 2021 /// AÑO 10

La Gualdra No. 479

Editorial El futuro de los museos: recuperar y reimaginar Este es el lema del Día Internacional de los Museos, a celebrarse este 18 de mayo... qué gran reto, reflexiono ahora sobre todo lo que se puede recuperar y las posibilidades infinitas de reimaginar cómo es que deberían enfrentar estos espacios no el futuro, sino el presente de esta nueva realidad. ¿Qué es lo que se podría recuperar? Para empezar, lo más importante: la idea de que estos espacios culturales albergan no solo piezas y objetos, sino una parte importante de nuestra memoria histórica y cultural. Los cuadros, las esculturas, las máscaras, los objetos ceremoniales, los murales y los documentos que son exhibidos en los museos cobran vida a partir de la información que pueden brindarnos, del aprendizaje que puedan detonar en nosotros como espectadores, de la reflexión generada a partir de su visualización, del placer de sabernos otros a partir de haberlos visto, del placer estético e intelectual que pueden despertarnos si observamos con meticulosidad, con curiosidad por ver más allá de lo inmediato. ¿Puede recuperarse la experiencia del asombro? Por supuesto, lo confirmo cada que vuelvo a ver lo que hay en cada uno de los recintos museísticos que tenemos en nuestra ciudad; digo la verdad cuando afirmo que no dejo de maravillarme ante su acervo, aunque haya acudido a estos lugares incontables ocasiones. Ir a un museo requiere de voluntad y tiempo, disposición y darnos la oportunidad de descubrir cosas diferentes, de vivir experiencias distintas a las cotidianas. Vuelvo a ellos con frecuencia, la mayor parte de las veces por cuestiones relacionadas con mi trabajo, cuando se trata de hacer registros fotográficos para esta publicación -por ejemplo-, o cuando desde el Clúster tratamos de idear nuevas formas de promoción y visualización o cuando llevo a mis alumnos a que conozcan su patrimonio; otras, regreso a ellos por el puro placer de sentarme en una de sus bancas teniendo frente a mí una portentosa obra de arte. A propósito de mis alumnos, cuando voy con ellos, suelo preguntarles qué se esperan antes de entrar y luego, en el recorrido, hago preguntas sobre los distintos códigos que pueden ubicar en las piezas... les invito a identificar algunas pistas que pueden brindarnos posteriormente una mayor información sobre el contexto social, cultural e histórico de lo observado;

lo que más me gusta es la plática final, en la que los jóvenes terminan hablando de lo que vieron, lo que sintieron, lo que experimentaron. En este último momento es cuando reafirmo que uno nunca deja de aprender y que siempre hará falta ver lo que tenemos en frente con una mirada desprovista de prejuicios. Me emociona escuchar a los espectadores, y a veces, también me preocupa. La preocupación surge cuando escucho de ellos cosas como que no sabían todo lo que uno puede aprender en estos espacios; y más me preocupo todavía cuando me dicen que las personas no suelen visitarlos con más frecuencia porque consideran que son “lugares aburridos”. Uno de mis alumnos me dijo recientemente que la experiencia de ir en grupo y con una guía adecuada de lo que podrá descubrirse, es muy diferente a llegar al museo solo y recorrer sus salas sin que medie ningún tipo de información. Tiene razón. Un caballo famélico de Francisco Goitia, por ejemplo, no será más que un caballo flaco a punto de morir de hambre, pintado en un lienzo, si no conocemos de su contexto. Y eso me lleva a la segunda cuestión: el tema de la “re-imaginación”. No podemos “re-imaginar” el futuro ni el presente de los museos si seguimos situándolos en el pasado; si seguimos pretendiendo que, con el hecho de tenerlos, abrir sus puertas con horarios establecidos -y por lo visto inamovibles-, procurando su limpieza, estamos haciendo lo correcto. La razón por la que los ciudadanos no van a estos espacios es porque nos hemos preocupado más por presumirlos que por promoverlos, por abrirlos que por modernizarlos: ahí están -como la puerta de Alcalá- “viendo pasar el tiempo” y no nos hemos permitido imaginar que el deterioro va también de la mano de la falta de amor e imaginación para propiciar que estos sitios se conviertan en una buena experiencia de vida. Gran reto el que tenemos para conservarlos, pero más todavía para que incorporen nuevas tecnologías que ayuden al espectador a disfrutarlos, a comprenderse a partir de lo que ahí se exhibe. Siempre requerirán más presupuesto, es cierto, pero también, y hay que decirlo: más compromiso por parte de nuestros gobiernos. Mientras tanto: vamos a nuestros museos, yo invito. Que disfrute su lectura.

Contenido El movimiento cultural mexicano: años veinte a cuarenta [Segunda parte] Por Mauricio Flores

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Lo que se irá, de Manuel Iris, o la manera de desanudar lo que vendrá Por Armando Salgado

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El malecón y sus presagios Por Rafael Calderón

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El baile de los 41, de David Pablos Por Adolfo Nuñez J. Pájaros Por Pilar Alba

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Tres poemas Por Adán Echeverría

Poesía accidental Por Guillermo Nemirovsky

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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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El movimiento cultural mexicano: años veinte a cuarenta [Segunda parte] Contemporáneos Descubiertas las potencialidades artísticas y culturales del México postrevolucionario, no exento de nuevas tensiones políticas y sociales, la cultura nacional prosiguió su curso por linderos diversificados. Lo mismo desde las instituciones apenas conformadas, que en colectivos organizados al amparo de las esperanzas de nuevos y más profundos cambios. Sin olvidar los esfuerzos individuales, verdaderas genialidades, que también supieron vincularse a las mejores y más avanzadas causas. No todo fue pintura mural en el México postrevolucionario. Mientras el fascismo avanzaba en el mundo y sociedad y gobierno redescubrían en la figura del presidente Lázaro Cárdenas un nuevo impulso revolucionario y modernizador, artistas de otras disciplinas conformarían modelos de expresión a la altura de los nuevos tiempos. Tales son los casos de los llamados Contemporáneos; de lo que se conocería en el tiempo como la Novela de la Revolución; el Nacionalismo Musical, y un diversificado etcétera —con nombre y apellido— de artistas escénicos y visuales, literatos y pensadores. Muerto el gran poeta zacatecano Ramón López Velarde (1988-1921), un grupo de jóvenes universitarios emprendieron, a finales de la década de los 20, un proyecto editorial que se materializó en la revista Ulises, antecedente de Los Contemporáneos. El colectivo (Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta, José Gorostiza, Carlos Pellicer, Roberto Montenegro, Gilberto Owen, Manuel Rodríguez Lozano, Jaime Torres Bodet, et. al.) entendieron con T. S. Eliot la idea de que para escribir una gran literatura es menester el conocimiento de la tradición y el talento individual. Por lo que, como subraya Vicente Quirarte, “escucharon los mensajes universales para incorporarlos a la literatura mexicana. Leyeron a franceses como Paul Valery y André Gide, a estadounidenses como Walt Whitman y Carl Sandburg, pero no descuidaron a los clásicos españoles. El resultado fue un retorno a las formas clásicas, enriquecido por las innovaciones de los movimientos de vanguardia que, surgidos en diversas partes del mundo, revolucionaban la forma de interpretarlo”.1 Años después, cuando a Gorostiza le preguntaron sobre la escritura de “Muerte sin fin”, 2 quizás la obra emblemática del grupo, explicó: “Transitan por el poema todas las cosas del Mundo, el mun-

tados estéticos, pero son importantes para el desarrollo de la sensibilidad — resume Vicente Quirarte—. Además, los estridentistas tuvieron la curiosidad y la audacia necesarias para ponerse en contacto con las figuras vanguardistas de otras latitudes y otras lenguas”. 6 Tras vigorizar su adhesión a las clases populares (proletariado) y fracasar en la construcción de su ciudad ideal,7 el estridentismo se diluyó, y puede considerarse como el germen de las organizaciones artísticas e intelectuales que se crearán en los siguientes años. * Periodista y promotor cultural. Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde estudió Ciencias Políticas y Administración Pública. Colabora en Milenio y otros medios nacionales. Fue miembro del Partido Comunista Mexicano desde 1978 y hasta su disolución. Ver primera parte de este artículo en: https://ljz. mx/2021/05/10/el-movimiento-culturalmexicano-anos-veinte-a-cuarenta-primerparte/

do ideal de la inteligencia y el mundo real de los seres y de las cosas. Los tres reinos de la Naturaleza ordenadamente ante nosotros en agrupamientos precisos y canónicos, todo regido por un orden apolíneo, solo que este orden geométrico está inscrito a su vez en un desorden dionisíaco por el que todas las cosas y los seres del Mundo no se dirigen a su fin, sino a su origen… y al origen de sus orígenes”. “Muerte sin fin”, explicó Salvador Elizondo al conmemorar el medio siglo de su publicación, es el poema de la inteligencia. “Lo demuestra la relación de su elaboración técnica, la inspiración que lo dictó es sometida, por las tijeras, al canon de la clasificación de todas las cosas y conducido por ese canon hasta su origen en que recomienza el ciclo regresivo. Este poema contiene, en el intervalo de dos amargas copas toda la grandeza del Universo”. 3 Estridentismo Década de calma para un país que mantenía abierta la herida del movimiento revolucionario del 10-17, los veinte fueron también cuna del movimiento Estridentista, que como el de Los Contemporáneos, se inscribió en las vanguardias planetarias en boga. Nacido en la ciudad de Puebla —par-

ticularidad a destacarse en una nación cada vez más centralista— y prolongado a las de Xalapa y de México, el estridentismo se definió como un “movimiento” que pretendía “desestandarizar” el pensamiento y acción de los intelectuales mexicanos. Mediante manifiestos difundidos a partir de las posibilidades de sus animadores (Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide, Arqueles Vela, Salvador Gallardo, Miguel N. Lira y los pintores Fermín Revueltas, Ramón Alva de la Canal, Luis Quintanilla y Leopoldo Méndez), el colectivo logró crear una corriente literaria y plástica durante casi una década. Si una originalidad habrá que reconocerle al movimiento, es el eclecticismo con el que se expresaron cada uno de sus impulsores. Sin olvidar un creciente acercamiento con las clases populares y la concepción, aunque incipiente, de un arte al servicio de estas. Para su instrumentación, los estridentistas aportaron a la cultura nacional una sólida obra literaria y plástica, amén de la amalgama de ambas. Los tamaños de sus proclamas (solo los eunucos no estarán con nosotros…, viva el mole de guajolote…, muera la reacción intelectual y momificada…)4 hicieron del movimiento una alternativa no del todo comprendida y aceptada.5 “Las contradicciones entre el hacer y el decir de sus integrantes, entre la intención y los resultados empobrecen acaso sus resul-

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Vicente Quirarte, en: Introducción a la cultura

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artística de México, SEP, México, 1994, p. 16. “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis,/ por un dios inasible que me ahoga,/ mentido

acaso/ por su radiante atmósfera de luces/ que oculta mi conciencia derramada,/ mis alas rotas por el lodo;/ lleno de mí —ahito— me descubro/ en la imagen atónita del agua,/ que tan solo es un tumbo inmarcesible,/ un desplome de ángeles caídos/ a la delicia intacta de su peso,/ que nada tiene/ sino la cara en blanco/ hundida a medias, ya, como una risa agónica,/ en las tenues holandas de la nube/ y en los funestos cánticos del mar/ —más resabio de sal o albor de cúmulo/ que sola prisa de acosada espuma […]”. 3 Salvador Elizondo, en: José Gorostiza, Muerte sin fin, Ediciones Cvltura, México, 1989, Facsímil. 4 Germán Lis Arzubide, El movimiento estridentista, SEP, México, 1987. 5 Se cuenta que a la muerte del jerezano Ramón López Velarde, un grupo de estridentistas viajó a Zacatecas a convertir, post mortem, al autor de la “La Suave Patria” a su movimiento. 6 Vicente Quirarte, Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México, Cal y Arena, México, 2001, p. 485. 7 “Estridentópolis realizó la verdad estridentista: ciudad absurda, desconectada de la realidad cotidiana, corrigió las líneas de la monotonía desenrollando el panorama. Borroneada por la niebla, está más lejos en cada noche y regresa en las auroras rutinarias; luída por el teclado de la lluvia, los soles la afirman en el calendario de los nuevos días […]. En: Germán Lis Arzubide, Op. Cit., pp. 93, 94.

Op. Cit.

6 Por Mauricio Flores*


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Lo que se irá, de Manuel Iris, o la manera de desanudar lo que vendrá Poesía

6 Por Armando Salgado

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o que se irá es un libro de poesía en torno a una semilla de amapola. / Y aunque toda semilla es el inicio de un campo / y toda chispa, de un incendio / debemos esperar a que el milagro se concrete: ahí siembra su poética Manuel Iris, en el centro del pasmo donde el poema se revela, testigo del misterio en la maternidad elegida y el amor paterno como puntos medulares de este poemario. De esta manera, Manuel ha extendido en su obra de forma transversal una serie de búsquedas y obsesiones particulares que se circunscriben al quehacer poético y lo doméstico como una tentativa que expone la relación continua entre lo íntimo y cualquier otra superficie. En esta ocasión nos entrega un despliegue de cavilaciones que podrían irse de las manos en cualquier momento, pero que mantienen la raíz firme con solo nombrarlas. Vendrán cada que se convoquen con cariño, porque el amor es un ave que regresa al mismo árbol para compartir su canto y la sombra del canto a los oídos de quien decide descansar bajo el verdor de la belleza, ya habrá tiempo para darle cuerda a los asuntos que nos atan a un horario laboral o a la composición repetitiva del mundo. Lo que se irá es esa ave. Parte de su canto refrenda el amor en sus diversas facetas para que cada uno de sus gorgeos, de forma transparente, narre el amor de un padre por su hija. Consciente de su cotidianidad, este poemario adquiere el ritmo desde el lado de la piel donde un milagro tantas veces repetido es un milagro. A la vez devela otras rutas que acompañan la gravidez del amor: la presencia de la música y sus múltiples formas, pájaro, origen, poema; la simetría entre el respiro y el silencio; el oficio de quien escribe en nombre de la fragilidad; una madre, su infancia y su cariño correspondido; pequeñas certezas para renombrar imaginarios; el regreso a lo que nunca hemos tenido, la esperanza; el olor del pan tostado en una casa —minúsculo pedazo del cosmos— en que conviven Lautremont y muñecas, / Apollinaire y juguetes; así como otros pasadizos hacia una realidad atroz contra toda lógica que acrecenta lo irregular del miedo; lo anterior se zurce a la palabra como arco fundacional de todo lo que vendrá: la hija recién nacida y el amor tantas veces repetido para afirmar la vida en cada milímetro. De esta manera, Manuel Iris vincula las cosas efímeras que nos hunden con la constante por construir un mundo propio, tranquilo, lejos del ruido. En medio de estos extremos flo-

para que ella lo escuche. febrero-abril, 2019

Una niña saluda desde un balcón y el mundo le contesta Para Óscar Alberto Martínez y su hija, Angie Valeria, ahogados en el Río Bravo.

Parada en el balcón, mi hija de catorce meses mueve la mano saludando a los que pasan. La gente, a veces le contesta. rece un magnolio / o se enamora un piano a pesar de nosotros mismos, porque amar y escribir también pueden ir de la mano mientras la Tierra en llamas se reconstruye enésimas veces. Se celebra que un libro de naturaleza franca se publique en tiempos de pandemia y que tenga dos casas editoras, una en México, Cuadrivio, y la otra en Ohio, Dos Madres Prees, Inc.

Selección de poemas de Lo que se irá (2021) Milagro Homenaje a Gastón Baquero Muy cerca de mi casa hay un enorme magnolio, tranquilo anciano infantil del cual florecen al final del invierno hermosos arpegios de piano. Ignorada por semanas la melodía de los pétalos termina por caer al silencio del piso. Nadie escucha el milagro, excepto

la callada mujer ciega que vive en esa casa y que no sabe si en su patio cada primavera florece un magnolio o se enamora un piano.

Los dos poemas Mi hija se duerme sobre mi pecho y el poema de silencio se completa. Pero el otro, el poema de palabras pide siempre algo más, me pide que mencione por ejemplo el sobresalto que a veces la despierta y la impotencia de jamás poderla proteger de sus propias pesadillas. Le acaricio la espalda como para calmarla y en realidad estoy calmando a mi propio corazón que no sabe qué hacer con toda esta distancia entre su miedo y mi pecho, el corazón y que ahora mismo late, solamente

Saluda a todos. Ella no sabe que su piel podría ser el motivo por el que algunos adultos la dejarían morir. No sabe que su llanto no podría detener al oficial que la pondría en una de esas jaulas en las que ahora mismo cuando escribo estas líneas hay millares de niños como ella, exactamente como ella. Ella saluda desde el balcón y tengo miedo del momento en el que va a enterarse de que no es igual, aunque lo sea. Tiene derecho a saberlo y también tiene derecho a vivir en otra clase de mundo. Ella saluda desde el balcón y la realidad le ofrece, por ahora una respuesta incompleta.


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Aclaración Es mentira que los árboles desconocen el mundo. Un árbol viaja por medio de sus pájaros y también viaja hacia adentro al hundir sus raíces.

nada está más fijo en la tierra que un árbol, nada se mueve más en el aire que un pájaro (es un fruto que vuela) y la poesía es el hecho de que se necesiten.

(Todavía no distingues que afuera hay otra música) Últimamente tengo miedo de los meses porque tú has nacido aquí, en este sitio, en este idioma en el que soy un extranjero y yo quiero vivir dentro de tu mundo, del idioma que tendrás, de tus palabras. Me da miedo que conozcas la imposibilidad de pertenecer.

Acordes Nadie habita una ciudad sino algunos lugares, el aroma de ciertos condimentos. Nadie habita el amor sino un rostro de perfil bajo la luz de las cinco de la tarde. Nadie habita la vida sino ciertos instantes cuyo significado no hace falta explicar. Nadie habita la muerte sino un largo misterio, perfecto como la música.

Permanencia Hay una balacera en un lugar de mi niñez. En otro sitio en el que fui feliz un jovencito le da un tiro a su maestra y luego se suicida. Cuando escribo este verso mi presente es el temor de los recuerdos futuros.

El idioma de la casa A veces tengo miedo de que hables el idioma en el que no puedo soñar.

Pero te harás tu patria, como cualquiera. Si te preguntan de dónde eres diles que has venido del corazón de tu padre, de un corazón que aprendería cualquier idioma para hablar contigo.

Inicio Ahora mismo, mi mujer –pantalón de mezclilla, blusa violeta por el supermercado– lleva en el vientre una chispa no mayor que una semilla de amapola. Y aunque toda semilla es el inicio de un campo y toda chispa, de un incendio debemos esperar a que el milagro se concrete:

la eternidad a veces toca en vano. Mientras la vida traza su contorno, mientras negocia su espacio con la muerte nosotros caminamos por el supermercado con callada esperanza, con el amor alerta.

Testigo Está bailando tu hija, dice mi esposa y se toca la barriga. Desde hace varios meses soy testigo de lo que sucede ahí, debajo de sus manos. Mi esposa es una casa dentro de mi casa y yo estoy fuera de mi propio corazón. Seguro está contenta, dice y yo sería capaz de renunciar a la poesía a cambio de tener dentro de mí a mi hija, de sentir la danza que las une a todos los principios. Pero la opción no existe y hago lo que puedo: cocinar, solucionar antojos, escribir el poema en el que digo lo que veo desde este lado de la piel en que se encarna el misterio. Y testimonio, con amorosa envidia que un milagro tantas veces repetido es un milagro y nada menos.

y eso que brinca encima de esa rama es una fruta un pájaro una flor es la canción del pájaro es el aire pero algún día vas a preguntarme del amor y la guerra la esperanza y la muerte del por qué venimos a nacer precisamente ahora precisamente aquí y esas respuestas yo también las desconozco. En su lugar te ofrezco mis pequeñas certezas: todo está a la vista si prestas atención a las cosas pequeñas. Hay más verdad en un abrazo que en un libro. Todo en el mundo es obscuro y vital como raíz, hermoso y destructivo como un incendio. Debes vivir la vida sin temer a la muerte, tuya o ajena. Es necesaria para volver al inicio. Ahora que el mundo es completamente nuevo te regalo, también, estos dos amuletos para que puedas guardarlos o llevarlos en tu pelo: El silencio es la música.

Carta a mi hija recién nacida para ayudarla a inaugurar el mundo Ahora que el mundo es completamente nuevo quiero salir contigo al balcón y decirte esto es árbol, esto una hoja

Te amo.

* Cuadrivio, México 2021; Dos Madres Press, Inc. Edición bilingüe, Estados Unidos, 2021.

Poesía

Todo tiene sentido:

Casi siempre deseo que primero vivas el idioma de la casa, el mismo en que te arrullo, en el que te imagino platicándome tus cosas.


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El malecón y sus presagios Literatura

6 Por Rafael Calderón

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ste mes de mayo del 2021 nos reúne en Morelia el poeta Gaspar Aguilera Díaz (Parral, Chihuahua, 1947) con motivo del quinto Encuentro Nacional de Poesía Joven. Esta será la segunda ocasión; la primera hace ya casi 14 años, y aquel acontecimiento fue punto de lanza para que más tarde y con la suerte de su condición de poeta excepcional, terminara mereciendo el Premio de las Artes Eréndira, que anualmente otorga el gobierno de Michoacán a creadores y artistas de trayectoria sólida y como reconocimiento a sus aportaciones en la cultura y las artes; en su caso, sucedió por el género de la literatura, por su condición de promotor cultural y por ser un excepcional poeta de la tradición lírica desde Michoacán y el país. Para aquel año 2007, la oportunidad fue inmejorable, se celebró que entonces cumplía 60 años y llevaba cuatro décadas escribiendo poesía. Ese homenaje sucedió en la capital michoacana en el Patio de la Magnolia del Museo del Estado; ahí Aguilera Díaz leyó poemas y los comentarios acerca de su obra estuvieron a cargo de Lucía Rivadeneyra, Jorge Bustamante García, José Mendoza Lara, Francisco Javier Larios, Arturo Chávez Carmona y Ernesto Hernández Doblas. Para la ocasión se editó una brevísima selección de poemas por jitanjáfora y se incluyeron varios textos sobre su obra: el prólogo de José Emilio Pacheco a Pirénico; la Intermitente pero exacta semblanza original de Gaspar, de José Mendoza Lara; La mirada del viajero, por Jorge Bustamante García; La poesía pensativa, por Blanca Luz Pulido; “Saudade” de Gaspar Aguilera, por Víctor Manuel Pineda; El luminoso objeto de la lujuria, por José Ángel Leyva. Así que ahora estos poemas, propongo dejen huella perenne al lector, así sea por un verso o el título, ya que la poesía, por difíciles que sean estos tiempos y que hemos estado viviendo desde la primavera del 2020, no cesa de ser una referencia de compresión con la vida cotidiana: la poesía es diálogo, es el género literario que registra una voluntad inmejorable para hacerse oír. No dejo de lado que urge un cambio en la política cultural, y ante esto, recuerdo una vez más que la ciudad de Morelia siempre celebra la poesía y se ha distinguido por albergar -aunque ahora no sea del todo así- la cultura y las artes en sus recintos y espacios públicos y por ser formadora de grandes figuras de artísticas en distintas disciplinas; sin embargo, en el terreno de la literatura y, particularmente, la poesía, ha quedado un hueco en los últimos años, tal vez debido a la falta de espacios y oportunidades para los creadores, quienes estoicamente han demostrado calidad estética a través de su obra. Recuerdo una vez más que esta ciudad durante el mes de mayo permite leer poesía y ocurre en el contexto de los 480 años de su fundación; esta realidad es una oportunidad perfecta para proyectar la existencia de un movimiento lírico que renueva la creación y sin perder de vista referentes como el de Aguilera Díaz y generar ese punto de encuentro. Recordemos que en 1981 él fue uno de

/// Gaspar Aguliera Díaz. Foto de Jorge Amed Ávila.

los poetas que leyeron en el ya histórico Primer Festival Internacional de Poesía Morelia convocado por Homero Aridjis; y que en esta ciudad leyeron sus poemas autores de gran trascendencia. Memorable fue la presencia de Jorge Luis Borges y de varios poetas extranjeros, traducidos al español por primera vez, entre muchos otros Seamus Heaney, Günter Grass y Tomas Tranströmer, quienes después merecieron por su obra poética el premio Nobel de Literatura. Los encuentros de poesía tienen razón de existir en la ciudad y uno de los de mayor tradición por el tiempo que se realizó en Morelia es el Encuentro de Poetas del Mundo Latino comandado por Marco Antonio Campos; debo decir que alcanzó notoriedad en el orbe de la lengua española, ya que en este festival poético leyeron su obra autores que han merecido el Premio Cervantes, como es el caso de José Emilio Pacheco, Juan Gelman e Ida Vitale, así como una cantidad considerable de autores que son fundamentales en la poesía contemporánea, destacando poetas como el mismo Marco Antonio Campos y Emilio Coco, quien además ha dado muestras de su gran condición de lector en lengua española al traducir a su idioma poemas de autoras como Lucía Rivadeneyra. Así pues, estos poemas de Aguilera Díaz son un ejemplo de presagio, un diálogo frecuente; nuestro autor se ha ganado el aprecio de distintas generaciones por la destreza que ya caracteriza su escritura; de ahí que a la manera de Octavio Paz termino afirmando que su poesía es “júbilo... en renovada gracia”.

Apenas una sombra Apenas esta sombra que dejaron tus ojos en mi cuerpo apenas esta sombra intensa que da fe y certifica la presencia de tu piel entre mis manos apenas esta sombra pálido reflejo del amor como una mancha indeleble y dolorosa apenas esta sombra leve como eclipse solar sobre el deseo apenas esta sombra que oscurece y deleita. Contraespionaje No le digas a nadie que he vuelto a tus jardines escóndeme bajo tu cuello de ángel en tu pelo de bruma en tus ojos de marzo vengo huyendo hasta la piel de tus murallas la soledad me sigue muy de cerca ocúltame bajo tu permanente desnudez en tu mano profunda en tu llanto perfecto en tu saliva sabia preguntan quién ha sobrevivido este infiel corazón sé que no me hallarán: la luz lo ciega todo.

El malecón y sus presagios Quiero morir una noche de agosto bajo el muelle de la Habana Vieja que mi cuerpo golpeado por las rocas acompañe a las parejas que se tocan bajo la aliteración de las olas en su violencia nocturna. Elena de Troya cruza la avenida principal pasaste junto a mí como desprendida del viento como si fueras huyendo de ti misma como si mayo creciera entre tus piernas y en tus pechos el sol como narciso en un espejo. Oración Todos venimos a este templo a ofrecer nuestro incienso de piel y flores a llorar por ese cuerpo que no está más aquí llegamos en absoluto olor de santidad después de besar y acariciar sin reclamos ni arrepentimientos concédenos la gracia oh señor (maravilloso dios injusto) de ver la gloria en cada poro de sentir la eternidad en cada tocamiento.


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6 Por Adolfo Nuñez J.

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l cine mexicano contemporáneo se divide en dos categorías. Por un lado, se encuentran las películas de festivales, que son obra de directores locales que lograron sembrar éxito en el extranjero, pero cuyas producciones rara vez encuentran una buena distribución en las salas de cine nacionales. En contraparte, el cine comercial, que es favorecido en su distribución por las cadenas de cine y servicios de streaming, en la mayoría de los casos está realizado a partir de guiones pobres, y que lejos de proponer historias de calidad, solo busca replicar el estilo de comedias y dramas ligeros del cine estadounidense. En un panorama tan desolador para

la industria del cine nacional a veces surgen excepciones en productos mejor elaborados, que funcionan en su propuesta estética pero que también están planeados para un público más amplio y que además no tienen miedo de tratar con respeto a su audiencia. Tal es el caso de El baile de los 41 (2020), una película que, aunque peca de convencional, logra destacar gracias a sus altos valores de producción y a la digna representación de un suceso histórico, y para muchos, desconocido. Dirigido por David Pablos (Las Elegidas), el filme cuenta la historia de Ignacio de la Torre (Alfonso Herrera) esposo de Amada (Mabel Cadena), la hija de Porfirio Díaz (Fernando Becerril). Dentro de su vida como hombre casado, Ignacio tiene dos identidades, la primera como un político que

busca emplear su estatus como yerno del presidente para escalar hasta la gubernatura del Estado de México. La segunda, que mantiene en secreto, como un hombre homosexual que todas las noches se reúne en un club secreto, donde lleva a cabo encuentros con Evaristo Rivas (Emiliano Zurita), su amante. La dualidad del protagonista se vuelve el eje central de la película, y Pablos la utiliza para retratar la represión sexual de la época, que estaba anclada con el estatus político y de género. A su vez, estos eran establecidos por las relaciones personales y la situación matrimonial. En lugar de enfocarse en el contexto histórico del Porfiriato, el director captura en espacios cerrados y a través de primeros planos a un grupo de indivi-

Cine

El baile de los 41, de David Pablos duos que deben reprimir su verdadera identidad para lograr ser aceptados en la sociedad de la que forman parte. Este estilo visual le otorga gran intimidad a la película, al mismo tiempo que humaniza el dilema interno de sus personajes. Dentro de esta misma estética, Pablos construye conmovedoras secuencias sobre la expresión del deseo y el placer, en lugares ubicados al margen de la sociedad y cuyos partícipes se aceptan sin ningún juicio, tal y como son. Al final, además de ser la promesa de un cine masivo mejor pensado, El baile de los 41 ofrece una interesante visión de los modos de vida y pensares de una sociedad de antaño, y cuya perspectiva dignifica a una normalidad que apenas un siglo después se comienza a aceptar.

Pájaros 6 Por Pilar Alba

Tres poemas

6 Por Adán Echeverría Es mi corazón una bomba de tiempo a punto de estallar mis puños son el juez mi vida es la distancia para la eternidad No hay que temer Es mi corazón una bomba de tiempo a punto de explotar mis labios el día del juicio final mi muerte la única puerta abierta

las molestias, del alpistle nuestro de cada día, que deje la comodidad... que me vaya a volar con ellos. Revolotean, revolotean y cuando se alejan me da ganas de irme con ellos. Tal vez esta noche sí emprenda el vuelo. Tal vez pueda abrir esta jaula, ya tengo una idea de cómo hacerlo y, ahora sí, me vaya a la libertad con ellos.

No hay que temer Dulce ronda niños pequeñitos formados en fila redondos corazones perforados niños grandototes trepados en la cartera otros niños les quitan los zapatos para venderlos y comprarse un mazapán

Náufrago Los poemas me han abandonado me han dejado en este inmenso mar a la deriva no me han quedado más que las estrellas que danzan en el firmamento mientras mi cuerpo flota

los poemas eran aquella firme isla en la que habitar pero he sido expulsado de esa patria apátrida y caído en la desgracia esperaré por las gaviotas que se han de devorar mis ojos y arrancarán esos pedazos que alguna vez me fueron dando forma esa habitada palabra entre mis cejas salió con la sal hacia otras mentes navego náufrago de voz

Río de Palabras

P

ájaros y más pájaros revolotean en mi cabeza, se acercan, se alejan, me producen mareos. Me dicen cosas con sus trinos en un lenguaje que entiendo... pero cómo es eso posible, si son pájaros y yo aún hasta hace unos días sentía que me

comportaba como un humano. Una persona normal, eso decía. Común y corriente, reiteraba. Pero hoy no sé, no creo poder seguir afirmándolo. Porque los pájaros me hablan cuando se acercan, me dicen cosas que me resultan más coherentes, más cargados de sentido. Cosas como que deje atrás todo; que le retire de las presiones, de


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LA GUALDRA NO. 479 // 17 DE MAYO DE 2021

Poesía accidental 6 Por Guillermo

Elucubraciones

Nemirovsky*

M

uchísimas veces manejamos conceptos que nos resultan sumo familiares. A veces, incluso, hasta les dedicamos la vida. Tenemos una honda sensación de conocimiento íntimo, lo que nos exime de definiciones tan laboriosas como insuficientes. Pero nomás tratamos de definirlos, nos percatamos que los conceptos se vuelven inesperadamente resbaladizos. Claro, una persona que se dedica a la poesía, por ejemplo, no necesita detenerse a definirla. Puede sentir el deseo de hacerlo, pero a priori no lo necesita para desempeñarse en su arte. Se han propuesto numerosas definiciones e, incluso, se podrían inferir quizás tantas definiciones como poetas, a partir de su lectura. El poeta y ensayista francés Yves Bonnefoy nos dice, con acierto, que la poesía es una “propedéutica de la democracia”. Muy bien, pero ¿nos ayuda esta aserción a entender de manera plena la esencia de este arte? Claro que no, y tampoco creo que fuera su intención. Muchas personas asocian el concepto de poesía con la rima y con la métrica, pero estas no son ni necesarias ni suficientes. Si uno escribiese, por ejemplo, los octosílabos siguientes: “Los cajones con cubiertos/Han quedado bien abiertos”, a nadie en su sano juicio se le ocurriría decir que forman un poema. No quisiera generar expectativas luego traicionadas, desde ya aviso que no trataré de elaborar una definición plena y satisfactoria, tan solo me propongo explorar algunas ideas, guiado por el filtro caprichoso de mi subjetividad, limitado por este diminuto espacio y por mi ignorancia, y sin la menor veleidad de universalismo. El “poeta por antonomasia”, Dante Alighieri, estampó de manera duradera la figura del autor consumido por las brasas de una pasión casta y no correspondida. A los doce años, se enamoró locamente de Beatrice Portinari, con la que apenas intercambió algún saludo (eran tiempos del amor cortés). Según Jorge Luis Borges, il Sommo Poeta escribió la Divina Comedia con el único fin de crear, en literatura, un encuentro que nunca se había dado en la realidad. Este encuentro imaginado se produce después de atravesar Dante los nueve círculos del Infierno y escalar las siete cornisas del monte Purgatorio, en el Paraíso, tercera y última parte del poema; y pareciera que toda la arquitectura de la obra hubiese sido diseñada para darle cabida. La inverosímil creatividad del poeta toscano no solo nos legó un monumento escrito que sigue desafiando los siglos, sino que llegó a ser el modelo de un tono poético peculiar, copiado incluso en varios idiomas: el dolce stil nuovo; y su impacto fue tal que contribuyó a establecer el dialecto toscano como matriz de la lengua italiana. Quedó, además, la idea del infortunio amoroso como carburante paradigmático del sentir poético. Mas la postura poética de Dante no agota el abanico de posibilidades. La poesía mística volcó el sentimiento amoroso en los arrebatos de la fe, como Teresa de Jesús, con sus celebérrimos versos:

/// Dante Gabriel Rossetti. Beatriz acompaña a Dante en el recorrido por el paraíso.

“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”. La poesía barroca de Quevedo, en cambio, parece empeñarse, a veces, en complicar ad libitum las estructuras sintácticas, para lograr una suerte de mareo más o menos propicio a la generación del efecto poético: “[...] Alma a quien todo un dios prisión ha sido, Venas que humor a tanto fuego han dado, Médulas que han gloriosamente ardido [...]”. (Amor constante más allá de la muerte). El amor seguía siendo un tema relevante, pero ya no era el único, ni cortés, y Quevedo podía divertirse (y divertirnos) con sonetos de lo más variopintos, como este A una nariz: “Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un pez espada muy barbado […]”. Con el tiempo, otras posturas se abrieron paso, cambiando de mil maneras el sentir poético: un Pablo Neruda renegando de su poesía sentimental, para incorporar temáticas sociales y políticas (Explico algunas cosas) al estallar la Guerra civil española; un Fernando Pessoa pro-

clamando “el poeta es un impostor”, encaramado a algún heterónimo, como para probarnos su teoría que el poeta no siente lo que expresa, solo se contenta con provocar, en nosotros, las emociones que finge sentir. Nos cuesta creerlo, porque cuando estas brotan en los lectores, son muy reales y conmueven en sumo grado. Ya lejos de la postura romántica, o de la figura del “poeta maldito” (que omito solamente por carecer de espacio), un Antonio Gamoneda se atreve, en clave hermética, con temas hasta entonces prohibidos a la poesía: el hospital, la enfermedad, los fluidos corporales de la agonía: “Eres como la flor de los agonizantes que es invisible mas su aroma entra en la sombra nasal y es la delicia todo en la vida, durante algún tiempo […]”. (El libro del frío, Ciruela, 1992) A lo largo de los siglos, la poesía se fue liberando de las amarras formales que la mantenían atada a los códigos de cada época (sospecho que hoy tiene otros, que no termino de vislumbrar). También puede surgir, inesperada, de manera “accidental”, como sucede a veces en algunos palíndromos, en los cuales prevalece la búsqueda de la simetría. Le tomo prestado este a Pablo Nemirovsky, hermano de un servidor, a modo de ejemplo:

“Ni fósil óseo, ni soñado daño, sino eso: liso fin”. (1) Así como la escultura se fue encaminando desde la materia pétrea, metálica o leñosa, hasta un ideal casi inmaterial (me refiero al concepto de esculturas gaseosas), la poesía puede hallarse fuera de la pura métrica, de la rima, e incluso de la palabra. Vladimir Nabokov ve en el ajedrez un terreno propicio para la poesía. En una obra (Poems and Problems, McGraw-Hill Book Co, 1969), reúne sus dos pasiones porque, sencillamente, son la misma. Algunos ajedrecistas, como Mijaíl Tal o Alexéi Shírov (quien haya visto su 47… Ah3 contra Veselin Topalov, se quedará pasmado para siempre), son conocidos por procurar profundísimas emociones mediante jugadas, o ideas, con intenciones abiertamente artísticas. En el siglo XIX, cuando la gente discutía en París acerca del arte, sobre la influencia de la tradición, el ambiente y demás, James McNeill Whistler decía escuetamente: “el arte ocurre”. Yo creo que la poesía, simplemente, ocurre. 1

Pablo Nemirovsky, Del otro lado del otro lado, editorial Milena Caserola, 2013.

*Traductor, profesor de la Universidad d’EvryUniversidad Paris-Saclay.


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