Revista la Merced (Junio 2016)

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Antonio Berni “La familia de Juanito Laguna ”, 1960.

www.parroquialamerced.org

“Amoris Laetitia

La Alegría del Amor. El Papa nos escribe sobre el amor en la familia. ” 20

Año 05 Junio 2016

Distribución gratuita

Apoyo La Merced.

Familia.

Talleres de aprendizaje

Ser Madre

Jóvenes. Encuentro Padres Hijos

mucho más...


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La Dulcinea

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SUMARIO 04 06 08 09 12 14 16 18 20 21

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IENTO: ESTACIONAM osos ad id cu os am Se tos dejando loss au en que en los lugare e. Los correspondpe n vecinos es trraos eso de noso

Editorial. Apoyo La Merced.

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Talleres de aprendizaje

Cáritas. Colecta Anual

Espiritualidad.

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La alegría del amor

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“Vengan, adoremos al Señor”

Adoración. Iglesia. Un pueblo orgulloso del Cura Brochero

Familia I.

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Ser madre

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Cordero Pascual Tierra Santa y Comuniones

Cristo Redentor. Jóvenes. Encuentro Padres Hijos

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Familia II. La intensidad del Encuentro

Correo de lectores

Se reciben: Lunes y martes de 9 a 11 en el Salón de Cáritas (J. Rodó 1895). Sábados y domingos después de cada misa en la parroquia. Consultas: 4719 7956

Te invitamos a que nos hagas llegar tus comentarios, sugerencias y opiniones sobre la revista. revista@parroquialamerced.org

Producción:

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Dirección: Gerardo Semenzato Fotos: Pato Müller www.patriciamuller.com.ar Corrección: TRADUAR, www.traduar.com Claudia Calvosa y Silvana García Calabria Ilustraciones: freepik

Escribí a publicidad@parroquialamerced.org o llamá a Cecilia Moreira (15 6955 8006)

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Editorial.

Queridos amigos:

El texto es fruto de un largo proceso de reflexión de la Iglesia entera que comenzó con la preparación del Sínodo Extraordinario del año 2014 y continuó con el Sínodo Ordinario de 2015, ambos dedicados a reflexionar sobre la familia. Estos sínodos fueron preparados con consultas realizadas a todas las diócesis y parroquias del mundo, así como a expertos y peritos de toda la Iglesia. De esta manera se logró una reflexión de fe muy cercana a las situaciones tan desafiantes que viven las familias de hoy. Las conclusiones del segundo sínodo se volcaron en un documento llamado Relatio Finalis, sobre cuya base el Papa aportó toda su reflexión y sabiduría pastoral para redactar su Exhortación. Como lo indica su nombre, La alegría del amor nos habla de modo claro y cercano sobre la importancia de poder crecer en el amor para que los vínculos conyugales y familiares puedan ser fuente de alegría para todos. La importancia de vivir el amor atraviesa todos los capítulos del documento. Fundado en la Palabra de Dios y en el aporte de la psicología y la espiritualidad, el Papa ahonda en el amor de caridad y de amistad, y en el erotismo entre los esposos, así como en las relaciones amorosas entre

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padres e hijos y en el cuidado a nuestros mayores y ancianos.

«La importancia de poder crecer en el amor para que los vínculos conyugales y familiares puedan ser fuente de alegría para todos». Con espíritu sinodal y colegial Francisco recoge los aportes de muchos episcopados del mundo, citando sus declaraciones sobre el tema. Respecto del acompañamiento a las personas en “situaciones complejas”, como los casados sólo civilmente, los que conviven sin casarse o las personas divorciadas vueltas a casar, el papa muestra una gran sabiduría para sostener la validez del ideal cristiano del sacramento del matrimonio, amorosamente indisoluble, y a la vez, proponer un camino de discernimiento y acompañamiento de las personas que no viven o no han podido vivir ese ideal. Se trata de que ellas mismas puedan, de cara a Dios, formarse “un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que

Antonio Berni “La Navidad de Juanito Laguna” 1961

En el mes de mayo el papa Francisco nos ha regalado su Exhortación Postsinodal sobre el amor en la familia, llamada Amoris Laetitia, “La alegría del amor”.

puedan favorecerla y hacerla crecer” (AL 300). El Papa revaloriza el papel que juega la “conciencia” de cada cristiano en este discernimiento. Toda la Exhortación posee una mirada positiva pero no ingenua, y transmite confianza y esperanza en las posibilidades del amor en los actuales vínculos familiares. parroco@parroquialamerced.org

Les recomiendo una lectura serena y detenida de este documento que seguramente los ayudará a reflexionar sobre cómo mejorar nuestra convivencia familiar. Un abrazo,

P. Carlos. Párroco

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Apoyo La Merced. por Verónica Huber de Abella

Lic. en Comunicación Social Voluntaria del nivel secundario y coordinadora del área de comunicación del Apoyo La Merced.

T de a dizaje

Herramienta indispensable para contribuir a capacitar a los niños frente al vacío y la desigualdad que, por diferentes motivos, dejan algunas escuelas públicas. “Como centro educativo no formal - nos explica Tere, en el Apoyo La Merced - tratamos de compensar ciertas falencias que los chicos traen como consecuencia de una empobrecida educación pública. Dichas falencias se dan en áreas tan básicas como la comprensión lectora, el pensamiento matemático y técnicas de estudio. Por este motivo, hace ya tres años creamos talleres de lengua y matemática para los alumnos de quinto y sexto grado del primario. Este año, frente a las dificultades para estudiar que observamos en los chicos que ingresaron al nivel secundario, se buscó ayudarlos a través de un nuevo taller en el que se les brindaron técnicas y métodos de estudio. El objetivo general de estas actividades es desarrollar la comprensión lectora y el pensamiento matemático, y que los chicos adquieran nuevas herramientas para organizar sus estudios y sean capaces de analizar textos o problemas y dar respuestas adecuadas”. “Los talleres para los estudiantes de quinto y sexto grado de matemática y lengua - aclara Roxi - si bien son después de hora y una vez a la semana, tienen el carácter de obligatorios, ya que el vacío educacional que escuela veces dejan ciertas escuelas es realmente preocupante para los voluntarios del Apoyo. ¡Pero vayamos directamente a ver de qué se trata!

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Taller de Matemática:

Este divertido taller está a cargo de Pina, Susana, Andrea y Roxi, y por lo que ellas nos cuentan es algo muy especial: "para los chicos, dice Pina, es un momento de encuentro, risas, juegos y aprendizajes. No usamos hojas, ni lápices, ni mesas. En la primera clase estrenamos remeras blancas que se fueron transformando en nuestros pizarrones. En ellas escribimos nuestros números preferidos, las fechas que nos importan, cifras mágicas que nos representan y resultados de cálculos mentales cada vez "más difíciles", como dicen los chicos. Jugamos en equipos, a veces nos agrupamos por números pares e impares, otras veces por mayores y menores, y ahora estamos trabajando los números primos. Aprendemos que hay números muy pequeños y otros interminables, para qué y cómo los usamos. Tomamos la medida de nuestra mano abierta, desde el pulgar hasta el meñique y la usamos de regla para medir lo que encontremos a nuestro paso. Estudiamos las tablas mellizas, mientras saltamos y avanzamos casilleros sobre las baldosas del piso, que de a ratos se transforman en un inmenso tablero de juego. Estamos esperando ansiosos las fracciones porque trabajaremos con chocolates. Andrea, como psicopedagoga, reafirma que todo lo que se aprende de este modo favorece la fijación en la memoria de todo lo que van adquiriendo".

Taller de Lengua:

Flor, Tere, Roxi y Andrea hacen de este taller una distendida pero enriquecedora actividad muy bien explicada por Flor: " antes que nada hacemos una relajación a cargo de Andre, quien nos enseña a respirar y nos permite tomarnos unos minutos para poder generar un nuevo clima de estudio. Luego, cada una de las voluntarias nos vamos con un grupo reducido de alumnos a los distintos espacios que tiene el apoyo escolar. Comenzamos con la lectura de un cuento, en voz alta, en la cual marcamos los tiempos, cambiamos la voz y hacemos gestos con las manos. Posteriormente invitamos a los chicos a que hablen para poner así a volar la imaginación y favorecer la comprensión lectora. Pero no solo leemos y dialogamos sino que también dibujamos esas escenas o personajes de los cuentos que más nos llamaron la atención. Les pedimos a los chicos que seleccionen un fragmento de la historia para representarlo y el resto de los compañeros tiene que ir adivinando. Es un momento divertidísimo y en el que utilizamos mucho el lenguaje corporal. Continuamente estamos apelando a nuestra creatividad e ingenio para buscar consignas y materiales que les resulten significativas a los alumnos. Planificamos cada clase y buscamos en conjunto cómo hacer para mejorar el aprendizaje de los chicos.

Taller de Metodología de estudio:

Ana Lía, voluntaria y psicopedagoga, nos cuenta que este taller nació ante la necesidad que tenía el Apoyo de generar aprendizajes más exitosos en los alumnos, especialmente en un momento de cambio, como lo es el ingreso a la escuela secundaria con todo lo que ello implica: cambios de escuela, del grupo de pares, la cantidad de profesores, uso de un vocabulario específico, recursos expresivos, etc. El ingreso a la escuela secundaria implica una serie de nuevas adaptaciones: una nueva forma de organización, una nueva administración del tiempo y utilización de técnicas específicas de estudio. A todo esto, se suma la necesidad de un manejo de vocabulario y conceptos que si bien fueron trabajados en la escuela primaria, muchos niños, por diversas razones, no han logrado aprehenderlos. El taller está orientado a cubrir las necesidades particulares del grupo, si bien tiene temáticas específicas a desarrollar, por ejemplo el manejo de técnicas de estudio, cuando detectamos una dificultad en particular nos detenemos en ella hasta lograr corregirla y luego continuamos. Creo que los chicos se van enriqueciendo con la propuesta de trabajo y con el intercambio grupal. El objetivo es generar un “idioma en común” para introducirlos en el lenguaje del secundario". Todos los años, concluye Tere, tratamos de formarnos y preguntarnos cuáles son las necesidades de los chicos y cuáles nuestras posibilidades de satisfacerlas. Y esta tarea es algo que debemos emprender con amor, compromiso y respeto si queremos darles a los estudiantes una mejor educación. La Merced / 07


Cáritas. por Juana del Valle Ortega

Espiritualidad. Directora de Cáritas La Merced

por P. Carlos. Párroco

La egría De corazón En Cáritas La Merced, los días martes, rezamos y compartimos la vida cotidiana, en un espacio donde vamos transitando un proceso de apertura y encuentro de corazón a corazón, entre quienes participamos. Este espacio que sabemos que es sagrado porque todo lo que se comparte es lo que encierra el corazón de cada persona que participa, nos llena de gozo. Recordando un fragmento del documento “Gaudium et Spes”, surgido del Concilio Vaticano II, hacemos nuestro: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su

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a corazón

corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la Buena Nueva de la salvación para comunicarla a todos”. Esto es lo que queremos transmitir desde Cáritas La Merced: la alegría de sentirnos acompañados y sostenidos entre todos, en Cristo. Así formar una comunidad que desde la escucha, el diálogo y la solidaridad, camine hacia la Unidad, aún en lo diferente que nos caracteriza a cada uno.

d am

La Alegría del Amor –Amoris Laetitia– es el título elegido por el papa Francisco para su Exhortación Postsinodal sobre el amor en la familia. Se trata de un documento de gran valor espiritual y pastoral que la Iglesia nos ofrece en tiempos de grandes cambios y desafíos en la vida familiar.

Francisco ha querido que sea la alegría del amor lo que marque el rumbo de los vínculos familiares. Se trata de defender una institución muy valiosa, sí, pero una institución de amor; y el modo de promover a la familia es poner el foco en el centro que irradia la salud de la vida familiar: el amor. El Santo Padre ha recogido una gran cantidad de aportes propuestos por los obispos de todo el mundo en los Sínodos de 2014 y 2015, dedicados al tema de la familia. También ha tomado en cuenta las sugerencias de expertos en la materia y, claro, de matrimonios que hablaron en las sesiones sinodales desde su propia experiencia. A la luz de la fe guiada por la reflexión bíblica, el aporte de la Tradición y el Magisterio, el Papa ha actualizado la mirada sobre la realidad de la familia y nos ofrece enseñanzas de gran valor.

El documento tiene un tono esperanzado. Da un mensaje de aliento a todos los matrimonios y familias. La centralidad del amor en el texto da cuenta de una mirada tanto realista como confiada en las posibilidades inmensas que tiene el amor, aún herido, de abrirse camino. Dice el papa: “Todo lo dicho no basta para manifestar el evangelio del matrimonio y la familia si no nos detenemos especialmente a hablar de amor” (AL 89). El camino propuesto en Amoris Laetitia está lleno de comprensión y misericordia, pero también de exigencia, porque “nada es tan exigente como el amor” (Card. Schônborn – Presentación oficial de Amoris Laetitia).

“Todo lo dicho no basta para manifestar el evangelio del matrimonio y la familia si no nos detenemos especialmente a hablar de amor” (AL 89)

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En el cuarto capítulo de la Exhortación el Papa comenta el himno a la caridad de la primera carta de San Pablo a los corintios, refiriéndolo al amor matrimonial y familiar. Dice Francisco que el amor que une a los esposos “es santificado, enriquecido e iluminado por la gracia del sacramento del matrimonio. Es una unión afectiva, espiritual y oblativa, pero que recoge en sí la ternura de la amistad y la pasión erótica, aunque es capaz de subsistir aun cuando los sentimientos y la pasión se debiliten (AL 120). “Es una unión que tiene todas las características de una buena amistad: búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida. Pero el matrimonio agrega a todo ello una exclusividad indisoluble, que se expresa en el proyecto estable de compartir y construir juntos toda la existencia” (AL 123). En todo el documento el Papa muestra una integración entre, por un lado, las limitaciones de las personas y sus vínculos, y por otro, la aspiración a una unión fiel y para toda la vida. Hace falta, dice, “aceptar con realismo los límites, los desafíos o la imperfección, y escuchar el llamado a crecer juntos, a madurar el amor y a cultivar la solidez de la unión, pase lo que pase” (AL 135). A lo largo de la Exhortación va emergiendo una auténtica espiritualidad conyugal y familiar. “Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él” (1 Juan 4,16). Por eso la vivencia del amor cotidiano permite descubrir la presencia de Dios en medio de la pareja y la familia, y unirse a él en la fe. “La presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos. Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz” (AL 315). “Una comunión familiar bien vivida es un verdade10 / La Merced

ro camino de santificación en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios” (AL 316). El capítulo octavo aborda la situación de los matrimonios civiles y de las simples convivencias, y también la de las personas divorciadas y casadas nuevamente. El criterio pastoral que el Papa propone es “acompañar, discernir e integrar la fragilidad”. “Aunque la Iglesia entiende que toda ruptura del vínculo matrimonial va contra la voluntad de Dios, también es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos. Mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la gracia de Dios también obra en sus vidas. Aunque siempre propone la perfección e invita a una respuesta más plena a Dios, la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza” (AL 291). Respecto de las personas con un matrimonio civil o que simplemente conviven establemente, afirma el Papa: “En estas situaciones podrán ser valorados aquellos signos de amor que de algún modo reflejan el amor de Dios… Es preciso afrontar estas situaciones de manera constructiva, tratando de transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza” (AL 294). En referencia a los divorciados que se han vuelto a casar, la Exhortación propone la “lógica de la integración” como criterio clave de su acompañamiento pastoral. Dice el Papa: “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia «inmerecida, incondicional y gratuita». Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio (AL 297). “Los divorciados en

nueva unión pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral (AL 298).” “Es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio” (AL 299). El Papa es consciente que dada “la innumerable diversidad de situaciones concretas”, no se puede esperar del Sínodo o de esta Exhortación “una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que, puesto que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas” (AL 300). Y propone que los presbíteros asuman la tarea de “acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo. En este proceso será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento” (AL 300). “Una reflexión sincera puede fortalecer la confianza en la misericordia de Dios, que no es negada a nadie. Se trata de un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios. La conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer” (AL 300).

Con delicadeza y prudencia el Papa avanza en la cuestión de la conciencia y las diversas situaciones espirituales en las que pueden encontrarse las personas divorciadas. Dice Francisco que “a causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado –que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno– se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia… En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, «a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor». Igualmente destaco que la Eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles» (AL 305). A modo de síntesis respecto de esta cuestión, dice el Papa que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia” (AL 310). En nuestra comunidad parroquial de La Merced deseamos seguir comprometidos desde la Catequesis, Cáritas y el Apoyo Escolar, la Pastoral Juvenil y Familiar a ayudar a los matrimonios y las familias a vivir más y mejor la alegría del amor.

La Merced / 11


AdoraciĂłn. por Equipo de AdoraciĂłn Permanente

JESĂšS, DIOS HECHO HOMBRE, NOS CONVOCA PARA ENVIARNOS CON MARĂ?A EN MISIĂ“N

Una de esas circunstancias es un Congreso EucarĂ­stico. En esta ocasiĂłn es muy significativo para la Argentina, porque celebraremos el bicentenario de nuestra Independencia declarada en TucumĂĄn, junto a una Iglesia viva y presente, comprometida con la historia de la Patria.

ÂŤLa EucaristĂ­a significa y realiza la comuniĂłn de vida de la Iglesia y la unidad del Pueblo de DiosÂť

CĐžgr o Euc Ă­stico NaciĐž TucumĂĄn 2016

En el Bicentenario de la Patria

En el Congreso experimentaremos que JesĂşs es “Dios con nosotrosâ€?, que acompaĂąa nuestra historia, a la que ofrece la salvaciĂłn por su Sangre derramada. La Iglesia proclamarĂĄ con inmenso gozo la presencia real y viva del SeĂąor JesĂşs en la EucaristĂ­a. La experimentaremos en la celebraciĂłn de la Santa Misa, en la adoraciĂłn del Pan Consagrado, en la reflexiĂłn de la Palabra, en la oraciĂłn, en la comuniĂłn fraterna. 12 / La Merced

ÂżQuĂŠ mĂĄs podemos decir sobre lo que es un Congreso EucarĂ­stico? Es un momento de gracia, privilegiado, un regalo de Dios, donde celebraremos la Fe en torno a JesĂşs EucaristĂ­a. La Iglesia como Pueblo de Dios celebra a JesĂşs EucaristĂ­a desde hace mĂĄs de XX siglos, “desde la salida del sol hasta el ocasoâ€?, en sus templos y, oportunamente y de un modo mĂĄs manifiesto, en las plazas y calles de nuestras ciudades para gozo de las multitudes creyentes y para sostĂŠn de su esperanza en el diario caminar de la vida.

Nos haces uno junto al Pan y el Vino consagrados para elevar nuestras sĂşplicas y acciĂłn de gracias que como Pueblo de Dios queremos ofrecerle en esta oraciĂłn preparatoria al Congreso, para que nos vaya disponiendo el corazĂłn: OraciĂłn del Congreso Jesucristo, SeĂąor de la historia, te necesitamos. TĂş eres el Pan de Vida para nuestro pueblo peregrino. Conscientes de tu presencia real en el SantĂ­simo Sacramento, te alabamos y adoramos, te celebramos y proclamamos, te recibimos y compartimos. En el Bicentenario de la Independencia de nuestra Patria agradecemos tu presencia constante en nuestra historia, pedimos tu gracia para forjar el presente guiados por tu Evangelio; ponemos en tus manos nuestro futuro con esperanza y compromiso. Con la alegrĂ­a que nos da tu Palabra, salimos al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar juntos una cultura del encuentro en la patria, siendo autĂŠnticos discĂ­pulos misioneros. Con nuestra Madre, la Virgen MarĂ­a, y unidos a los santos, que son nuestros modelos, nos ponemos en camino, dejĂĄndonos conducir por la Providencia del Padre y animados por el fuego del EspĂ­ritu Santo. AmĂŠn.

ÂżQuiĂŠn convoca un Congreso EucarĂ­stico? Lo convoca JesĂşs mismo por medio de nuestros Pastores. En esta oportunidad, a travĂŠs de la Conferencia Episcopal Argentina. Para tratar el tema: “Jesucristo, Pan de vida y comuniĂłn para nuestro Puebloâ€?, y bajo el lema: “Jesucristo, SeĂąor de la historia, te necesitamosâ€?. ÂżQuiĂŠnes participan? Todos estamos convocados, aun aquellos que estĂĄn alejados y que no conocen todavĂ­a a JesĂşs, a compartir la fe recibida y el milagro de la presencia de Dios en la EucaristĂ­a. ÂżCuĂĄl es el fin? Reconocer a JesĂşs en la EucaristĂ­a, para adorarlo, celebrarlo y renovar nuestro compromiso de anunciarlo y testimoniarlo, en el hoy de nuestra Patria, de manera personal y comunitaria. Su sentido mĂĄs profundo es glorificar a Cristo.

El Papa Francisco nos dice: La EucaristĂ­a es un precioso alimento para la fe, el encuentro con Cristo presente realmente con el acto supremo de amor, el don de sĂ­ mismo que genera vida. En la EucaristĂ­a, aprendemos a ver la realidad. En la EucaristĂ­a, el eje de la historia es un acto de memoria, actualizaciĂłn del Misterio, en el cual es pasado como acontecimiento de Muerte y ResurrecciĂłn, muestra su capacidad de abrir el futuro, de anticipar la plenitud final.

www.congresoeucaristico.org.ar www.facebook.com/centucuman La Merced / 13


Iglesia. por Paz Lemos

Un eblo g o d C a Broch o El 16 de marzo pasado se cumplieron 176 años del nacimiento de José Gabriel Brochero.

El 16 de octubre es la fecha elegida para la canonización del Cura Brochero en el Vaticano. Será una ceremonia sin precedentes; un papa argentino proclamará al primer santo nacional ejemplo de pastor con olor a ovejas y pionero de la evangelización como el mismo papa Francisco lo destacó. Nació en Rio Primero Córdoba. Fue conocido como el Cura Gaucho por asumir como suyas las necesidades de la gente. En el Valle de Traslasierra, actualmente hay un pueblo que lleva su nombre. Allí construyó iglesias y capillas, levanto escuelas y abrió caminos entre las montañas. Construyó un canal ferroviario para que sus queridos hermanos salieran de la pobreza en la que se encontraban, totalmente aislados. El Cura Brochero murió ciego al contraer lepra por tomar mate con personas que lo padecían. El presidente Mauricio Macri destacó también el trabajo que siempre realizó el cura Brochero por el otro, como un ejemplo para los argentinos.

14 / La Merced

DONACIONES Si querés hacer donaciones de ropa, calzado, adornos y todo lo que se te ocurra que puede servir, traelas a nuestra parroquia, José Rodó 1895 esquina José Ingenieros, los lunes o martes de 9 a 11, o de lunes a viernes de 14 a 16.

La Merced / 15


Familia I.

Como soy espontáneamente religiosa, esta experiencia de la maternidad me hizo entender de una manera potente por qué razón las mujeres estamos más inclinadas a creer que hay un Dios. Es que sentimos el milagro pasar por nosotras. Es muy evidente la presencia de Alguien superior en ese trabajo oculto de la formación del bebé. Me acuerdo la sensación de asombro cuando veía por primera vez esas manitos tan perfectas, y los pies, las cejas, las vueltas delicadas de las orejitas. Estaba completamente segura de que, si todo hubiera dependido de mí, se me habrían escapado unos cuantos detalles. Pero no, el bebé estaba ahí, perfecto, hecho por Otro a través de mí. Extraordinario, no cabe otra palabra. ¡Ser madre! Yo era una madre. Ahora no puedo pensar mi vida sin esa dimensión fundamental, no puedo imaginarme ser otra cosa que esto. Toda mi infancia –sentía– había sido claramente una preparación. Ahora vivo otra dimensión de la maternidad, cuando los hijos se independizan y se transforman en padres y madres ellos también: ¡qué necesario les resulta poder apoyarse en la mamá, frente a las dudas, las enfermedades, las dificultades! Ser madre de hijos grandes consiste en estar ahí, seguir mostrándoles los aspectos positivos de la vida, dándoles ánimo para seguir adelante, mostrándoles su capacidad, reconociéndoles su adultez y su autonomía. En cierto sentido, cubriéndoles las espaldas: una función menos visible, pero igualmente maternal.

por Dra. Paola Delbosco

S Madre Es claro que mi vida se define por la maternidad. Si analizo mis recuerdos de infancia, veo que cuando cuidaba lagartijas heridas (a veces estaban directamente muertas, pero yo no lo quería admitir), o gatitos extraviados, o niños pequeños, frente a los cuales me sentía adulta, lo que estaba haciendo era un preludio de la maternidad. Lo entendí cuando por primera vez la tuve a mi hija Marina entre mis brazos, sabiendo que todo en ella dependía de mí, de mi leche, mis desvelos, mi atención, mi habilidad. Su salud, su crecimiento, su sonrisa, su felicidad iban a ser el reflejo de lo que yo lograra hacer por ella. Hasta su nombre había dependido de una decisión mía y, claro, de su papá. Antes no había conocido a nadie que no tuviera ya su nombre: era realmente la primera vez que yo nombraba originalmente a alguien, igual que Adán en el paraíso (aunque él nombraba a los animales…). Todo nuevo, todo en su comienzo, pero también todo fruto de una larga espera, que era entonces más misteriosa que hoy, puesto que no era posible ver al bebé antes de su nacimiento. Una larga preparación del cuerpo y del corazón, con alegrías, incertidumbres y también muchos miedos. Un largo tiempo para imaginar, para soñar, para sentirme ligada a todas las demás mujeres que habían sido madres, que iban a ser madres, que podían ser madres. Una nueva alianza con mi madre, aunque estaba tan lejos que no podía mostrarle nada de la extraordinaria transformación de mi persona, en la que otra persona se estaba abriendo un lugar, en muchos sentidos. La condición de embarazada, por lo menos en Latinoamérica, es un imán infalible de interés y muestras de cariño por parte de los demás: miradas complacidas, actitudes solidarias, ocasión de charla con desconocidos –más bien desconocidas ansiosas de compartir su propia experiencia de maternidad; consejos útiles, pedidos y no pedidos; 16 / La Merced

mitos, advertencias, inexactitudes anticientíficas bastante irritantes, por lo menos para mí, pero siempre el mensaje que me llegaba era del gran valor social de la condición de madre. Hoy, frente a la maternidad incipiente de las mujeres jóvenes, esos acercamientos confiados y las preguntas interesadas me resultan inevitables también a mí. Como todavía me acuerdo de la incomodidad frente a los consejos no pedidos, me freno y no aconsejo… Lo que más me asombró de los primeros tiempos de madre es que alguien dependiera de mí: ¿quién era yo para poder hacerme cargo nada menos que de un ser humano de verdad? Me sentía además responsable de grabar en mi hija, y también en los otros hijos que vinieron, unos primeros buenos recuerdos, unos recuerdos iniciales que presentaran la vida como algo que valía la pena ser vivido. Yo era seguramente quien les iba a mostrar la cara de la realidad, y quería que esa cara fuera lo mejor posible, para que cada uno de ellos se aferrara a la vida con fuerza: ¨Si la vida es buena, van a tener ganas de vivir¨ pensaba. Es la madre la que les presenta al Hermano Sol y Hermana Luna; con ella los hijos siguen el camino paciente de las hormigas, cada una con su carga, del rosal al hormiguero; con ella se espía la extraordinaria

transformación de las orugas en mariposas: realmente la madre es la primera maestra, la que les presenta el mundo en esas primeras experiencias fundacionales. Por eso la maternidad significa una gran responsabilidad, junto con un gran desgaste físico y mucho tiempo, todo el tiempo posible dedicado al crecimiento de los niños; pero también hay largos momentos de asombro, de verdadera contemplación. Cuando mis niños finalmente se dormían (creo que es el mayor milagro verlos tranquilamente dormidos), entonces los miraba largamente: su expresión, sus rasgos que me resultaban familiares, aun en su originalidad, sus sueños que se adivinaban por los movimientos casi imperceptibles de sus ojos. ¨Piensan, recuerdan, sufren, gozan: son verdaderas pequeñas personas ¡que antes no estaban!¨ Esto me resultaba increíble: me sentía un eslabón necesario en una larga e ininterrumpida cadena de vida, que había llegado hasta ellos.

Con la edad, que seguramente no retrocede, la maternidad encuentra otras facetas, además de la muy gratificante del cuidado de los nietos, en los que se revive la propia desde una dimensión más confiada y más tierna. Se trata del cuidado de los padres ancianos, ya más débiles, más dependientes y más necesitados de cariño y servicios. Con ellos no se trata de presentarles el mundo, sino de ser testigos atentos de su mundo que ya se fue y que intentan revivir una y otra vez en sus relatos. Sólo cabe la escucha. Es una verdadera preparación a la aceptación de nuestra fundamental debilidad. Verla en ellos, que nos han dado la vida, nos han cuidado, nos han enseñado todo, ¡lo sabían todo!, verlos débiles nos revela que la fortaleza del ser humano no está en su cuerpo, que la finalidad de la vida humana no está en este mundo, y que Dios nos da nuevas oportunidades para enriquecernos sólo con lo que estamos dispuestos a entregar. Como madre, siento que recibí el mejor entrenamiento para hacerme cargo también de la vejez, y no me quejo. Sé que esta parte de la vida, que por ahora veo en mis padres, también es un camino de ascenso a otra dimensión, donde Aquel que nos amó primero nos espera. La Merced / 17


Cristo Redentor.

Cristo Redentor.

por Juan y Flor Suarez

por María Castro

C d o Pаcu

Con la asistencia del Obispo Monseñor Ojea En la capilla de Cristo Redentor, desde hace unos años y con motivo de celebrar la Pascua de resurrección se realiza un almuerzo donde los vecinos preparan un cordero asado que comparten y se acompaña con los aportes que cada invitado lleva. Este año, en un encuentro realizado en el colegio Marín, de manera espontánea, un integrante de la capilla, invitó a la celebración a nuestro Obispo, Monseñor Ojea y este acepto rápida y gustosamente. Llegó puntualmente, igual que el padre Checo, justo cuando estaba por partir de la capilla un colectivo lleno de chicos que iban a visitar el parque temático de Tierra Santa junto con sus catequistas, de manera que el obispo despidió a los niños con especiales bendiciones. Disfrutamos el cordero pascual entre anécdotas que muy emotivamente fuimos compartiendo todos alrededor de un gran banquete entre amigos. Fue una experiencia de Pascua distinta que vivimos de manera muy especial y que nos deja ese sabor agradable de querer volvernos a reunir el año próximo en comunidad y con nuestro amigo invisible pero visible en nuestros corazones que es Jesús resucitado. Juan y Flor Suarez

18 / La Merced

Tierra Santa y Comuniones Les voy a contar como trabajamos en la Catequesis de “Cristo Redentor”. Somos un equipo de cinco personas que nos adecuamos a las necesidades y características de cada grupo que nos toca. Todos los años estos grupos son muy diferentes. Utilizamos métodos audiovisuales, juegos, caracterizaciones y música para que los chicos conozcan y se reconozcan en Jesús. La Semana Santa la viven intensamente y vienen a todas las celebraciones. Realizan ellos mismos el Vía Crucis y el Lavatorio de los pies. Este año las madres perseveraron mucho e inclusive algunas quieren seguir viniendo al encuentro de los martes aún sin tener chicos que se preparen para tomar la Comunión. Todos los años terminamos nuestra Catequesis con un paseo a “Tierra Santa”. Para los chicos es un paseo trascendente ya que ven materializado todo lo relatado en los encuentros. Lo disfrutan muchísimo. Cuando terminamos el paseo hacemos un picnic todos juntos y charlamos sobre la experiencia vivida. El próximo paso que dan es la Primera Comunión que la organizamos con las madres. Ellas se encargan de limpiar y adornar la Capilla junto con el equipo de Catequesis que se ocupa de la Misa. Después de la Comunión nos reunimos para un brindis comunitario a la canasta y festejamos un momento tan especial y único para cada chico que recibe su Primera Comunión. A través del encuentro con las Mamás ha surgido un vínculo muy fuerte con ellas y sus familias. Fue más allá de la Catequesis. Ellas

siguen lo que hacen sus hijos en sus encuentros, pero además hablan de sus vidas y sus historias. Se convirtió en un lugar de escucha y reflexión que además tratamos de que sea lo más privado posible para que ellas sepan que tienen un ámbito que les pertenece solo a ellas. En la medida de lo posible se les ha acercado ayuda no solo material sino profesional. La obra que comenzó gracias a Dios, a la comunidad de La Merced y al padre Checo es fundamental para nosotros si queremos seguir con esta Catequesis integral y con nuestro Apoyo escolar donde cada año se anotan más chicos. El Espíritu actúa a través de muchas personas buenas que tanto nos ayudan. Tenemos muchísimos proyectos para poder seguir adelante con la ayuda a nuestra comunidad que lo necesita tanto.

La Merced / 19


JĂłvenes.

Familia II.

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Encu o Padr Hij

ConfirmaciĂłn

Encuentro tras encuentro tuvimos, a simple vista, los frutos de un encuentro de gran profundidad y comuniĂłn entre padres e hijos. Fue la primera vez que, en el grupo de ConfirmaciĂłn, se realizĂł un encuentro de este tipo. A principio de aĂąo, luego de varias reuniones con el Padre Checo y el matrimonio Canavessi, pudimos armar lo que desde un inicio surgiĂł como un proyecto ideal. Nos sonaba difĂ­cil la idea de llevarlo a cabo ya que varios de los padres de los chicos de confirmaciĂłn podrĂ­an, tranquilamente, estar demasiado alejados de la iglesia. El desafĂ­o terminĂł siendo la motivaciĂłn que nos llevĂł a querer hacer esta “idea de locosâ€?. Cambiamos la dinĂĄmica de los encuentros. Por lo general, los encuentros cotidianos suelen hacerse por la tarde. Esta vez, invitamos a los chicos a que vengan con sus padres, despuĂŠs de la misa de las 19.00, para poder contar con la presencia de todos; y de lunes a jueves, generamos un encuentro Ă­ntimo entre aproximadamente 160 padres e hijos. Puede sonar como que realizamos un trabajo de muchĂ­sima demanda. ÂżFue tan asĂ­? Con el matrimonio Canavessi llegamos a la conclusiĂłn de que lo Ăşnico que brindamos desde nuestro lado fue generar el espacio para que un padre pueda encontrarse con su hijo.

20 / La Merced

Me gustarĂ­a detenerme en un mĂ­nimo detalle del encuentro. Antes de iniciar la compartida personal, indicĂĄbamos a los coordinados (padres e hijos) que cuando uno hablaba, el otro tan solo debĂ­a detenerse a escuchar y evitar aconsejar. Parece bastante simple y ordinario, pero, ÂżcuĂĄntas veces nos detenemos a escuchar, desde el corazĂłn, lo que le pasa a la otra persona? SegĂşn Google, la palabra “empatĂ­aâ€? significa: “ParticipaciĂłn afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra personaâ€?. Eso mismo fue lo que buscamos hacer con ellos: Que realmente pudieran sentir lo que el otro decĂ­a. Una vez finalizado el encuentro, hicimos una encuesta y los resultados fueron alentadores: “Le pedĂ­ a mi mamĂĄ que respete mis tiempos y lo que quiero decir y ahora lo hace. Cada vez que le comparto algo no es muy invasiva, me respeta mucho mĂĄs y me hace querer contarle cosasâ€?. Coordinada de confirmaciĂłn. ÂĄEsperamos con ansias poder realizarlo en los prĂłximos aĂąos y trabajar, aĂşn mĂĄs, para poder mejorarlo!

La intensidad misionera

No es fĂĄcil poner en palabras las vivencias de la misiĂłn en familia que hicimos en Arroyo Dulce, la Ăşltima semana santa, con el grupo de Schoensttat. IntentarĂŠ hacerlo con mis limitaciones.

visitantes. Nos integramos y nos integraron. Nos dieron la bienvenida, nos estaban esperando. Y nosotros a ellos, quizå – al menos yo – sin saberlo, o sin tenerlo muy claro.

Vivimos cada dĂ­a con intensidad. La misiĂłn fue riquĂ­sima en todo sentido, pero para nosotros lo fue principalmente en tres dimensiones: una personal, una comunitaria, y una social. Todas ellas atravesadas por dos realidades: la exterior (visible) y la interior (oculta).

Nos encontramos sin prejuicios, enseĂąanzas ni discursos. Cara a cara. Sencillos, iguales. Confiamos, convivimos, comulgamos, nos servimos. Rezamos, nos escuchamos. Hicimos silencio acompaĂąando la soledad y el dolor, ajeno y propio. Nos divertimos, mucho, nos alegramos, tambiĂŠn mucho; disfrutamos y resucitamos llenos de alegrĂ­a el Domingo de ResurrecciĂłn. Vivimos bautismos, unciones, reconciliaciones profundas, y experimentamos constantemente lo que es la comuniĂłn.

Nos vestimos con mĂĄs sencillez que lo habitual, dormimos en el piso, pasamos frĂ­o, estuvimos sucios porque no era fĂĄcil baĂąarse, hicimos largas colas para comer “lo que habĂ­aâ€?. Y estuvimos FELICES. Todos. Grandes, “medianosâ€? y chicos. Nos dedicamos a compartir, servir, estar disponibles para todos y todo. Convivimos. Entablamos nuevos vĂ­nculos entre nosotros los misioneros y en igual medida con la gente de la comunidad que visitamos. No nos sentimos

Nos fuimos a dormir de noche reconociendo que casi todos los dĂ­as corremos detrĂĄs de cosas que no necesitamos, ni nos hacen plenos. DoliĂł. Pero tambiĂŠn conocimos y vivimos las respuestas de todo lo que realmente nos sacia.

La Merced / 21


La comunidad misionera se integró en el barrio, nos mezclamos socialmente, en complemento cercano y espontáneo. Real. Sobre todo cuando estamos tristemente acostumbrados a vivir cada día más separados y aislados, cada uno por la suya, buscando seguridades que no existen. La comunidad fuimos todos: propios y “extraños”. Todos fuimos NOSOTROS, viviendo la unidad entre tanta diversidad. En misiones anteriores había experimentado un vínculo interior y personal con Dios. Él y yo, solos. Esta vez fue distinto: ÉL y NOSOTROS. Llevamos a nuestros hijos a la misión sin saber muy bien a qué íbamos. Los chicos vivieron a Jesús con y entre nosotros. No hizo falta hablarles de que hay otros que

tienen menos, que sufren y que también son felices, ni de que debemos incluirlos en nuestra mirada y en nuestro corazón. No hizo falta hablarles de que existen aun cuando no los veamos seguido. Las palabras sobraban. Ellos los vieron y los vivieron. Los vivimos juntos y así lo encarnaron. Son parte de ellos, parte nuestra. Ahora rezamos por el padre Osvaldo, por José, por Nelly, por sus perros y gatos y por muchos otros. Son nuestros amigos. Vivimos relación, cercanía. Salimos de nosotros. Cambiamos el lugar, el horario, la ropa, nos despreocupamos y tomamos conciencia y dimensión. También del frío, del hambre, de lo que vale poder bañarnos todos los días. Agradecimos mucho. Muchísimo.

Las celebraciones fueron por un lado más de lo mismo: vivencias fuertes y compartidas intensamente en comunidad. Con Jesús como centro, siempre. Y por otro lado fueron especiales. Cada una de ellas. La conmemoración de la última cena nos llenó de lágrimas y alegría por la esperanza. Estuvimos ahí, lo escuchamos y casi sentimos que nos miró, a los ojos, a cada uno de nosotros. Adorar y besar la cruz en familia, entre canciones y un movilizante silencio interior fue una experiencia que nunca olvidaremos. El vía crucis nos cansó, se hizo largo, costó. Lo estábamos viviendo a escala humana. El sábado pasó entre el dolor de la ausencia y la esperanza de la profunda alegría que llegaría, en forma de celebración eucarística repleta de lecturas, cantos, velas, alegrías, festejo, encuentros, abrazos y aplausos. El asado del sábado a la noche, cuando festejamos la Resurrección, fue pleno: todo era ALEGRIA, inmensa, profunda y compartida. Tanta intensidad fue de algún modo vivir en la misma frecuencia en que seguramente Jesús transcurrió su Semana Santa. Lo acompañamos sintiendo nuestros límites como seguro lo hizo María. Cansancio, algo de sacrificio, entrega, y al mismo tiempo, certeza absoluta de redención, esperanza, alegría, encuentro y VIDA. A nuestra vuelta, empezó el desafío: “El Señor nos regala rostros, historias, búsquedas…y siempre nos hace bien recordar que ese niño, joven o adulto que Dios pone en nuestro camino, no son vasijas que debemos llenar de contenidos o personas que debemos conquistar, el Señor ya habita en sus corazones, ya que Él siempre nos precede, nos ‘primerea’. Nuestra tarea será simplemente ¡y nada menos! ayudar a develar, a explicitar la Presencia de Aquel que ya está y tiene el poder de hacer plena toda vida.” (Jorge M. Bergoglio, Mensaje a los catequistas, año 2010).

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