La Negra Plata surge por la necesidad de crear un espacio irreverente y lúdico. Pretendemos crear lectores y consumidores de arte y literatura. Respetamos la solemnidad, mas pensamos —éste no es ningún hilo negro— que si existe una crisis en la lectura, es porque hay una crisis en la escritura. No pretendemos alejar al lector y/o espectador de la obra, al contrario, queremos revolcarnos con todos aquellos que pongan sus ojos en nuestras hojas y que la dialéctica surja dentro y fuera de las páginas. Creemos necesario que la nueva generación de artistas, ilustradores, pintores, periodistas, magos, escritores, intelectuales, pensadores, poetas, antipoetas, chamanes y demás dicharacheros a los que se tenga alcance comiencen a responder a la realidad en espacios independientes, libres y menos convencionales. Los temas que se tratarán en cada edición son pensados de acuerdo al contexto y sus fenómenos. Dentro de la revista se encontrarán diversas perspectivas que, al final, el lector deberá cuestionar y elegir para dónde masca su iguana. Los autores son libres de abordar el tema como se le hinche la neurona, siempre y cuando los cimientos de sus opiniones sean sólidos y originales. Las puertas de La Negra Plata están abiertas a todo aquel que, con argumentos y fundamentos, piense que tiene algo que decir y mostrar. Creemos que uno de los objetivos de la expresión artística es provocar en el espectador una visión crítica de este mundo y todos los demás, a través de la reflexión. Te pedimos que compartas esta revista y no la lleves a un librero, lugar en donde mueren los libros. Puedes hacer lo que quieras con el contenido ya que, a partir de ser publicadas las creaciones, le pertenecen al Universo. En esta edición nos desbocamos por la calle para plasmar la vida, muerte y todos sus derivados que se desdoblan en las esquinas y los pavimentos. La calle nos cuenta y nosotros la escuchamos, solo queda rendirle un humilde tributo. Bienvenida toda crítica constructiva y destructiva, aunque se cree —y estamos completamente seguros— que la crítica ideal es a través de crear un espacio similar a éste. Salud, y que viva el arte.
A MENI FIS
TO
CORRE Y SE VA CORRIENDO JEAN-MICHEL BASQUIAT
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LA CIUDADES. Victor Palomo (Saltillo, coahuila)
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EL TRUCO ¿FALLIDO? Christian Martínez (Saltillo, Coahuila)
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NOCHE DE TÚNELES DEL PASADO. Isaac Pardo (Saltillense, actualmente vive en D.F.)
ARTE URBANO EN QUITO-ECUADOR.
Johnny Gavilanes “Don Choto” (Cuenca, Ecuador)
EL CALIFORNIA. Arian Ojili (Saltillo, Coahuila)
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TÍTULO POR CONFIRMAR II. Gerardo Sánchez (Monclova, Coahuila) 11 VATO SENCILLO. Carlos Sánchez Saucedo (Saltillo, Coahuila) 13 LIMOSNA EN EL BULEVAR. Alejandro Aguirre (Saltillo, Coahuila) 15 en Saltillo) vive México, de Estado del o (Originari Ortega Rafael ICOS. ESPACIOS ESPECÍF LA STRADA. Sergio Pietra (Italia) 17 EL TERCER ESPACIO. Genaro David Barba Blásquez (Querétaro) 19
RUTA 41. Luis Ar Osorno (Querétaro) Jonathan Valdovinos (Querétaro)
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20 20
LOS DE CORAZÓN GENEROSO (NUESTROS PATROCINADORES) TAMALES LUNARES. Eduardo Lucas
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CADÁVER DE CHICO. Paco Robledo (Saltillo, Coahuila)
LLUVIA.
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(Oaxaca)
REGISTRO DE NUESTRAS CALLES
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NOCHE: ASÍ LLAMO A MIS DÍAS. Christian Martínez
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(Saltillo, Coahuila)
VER LA VIDA SIN RELOJ. Diana Esther Martínez Cardenas (Saltillo, Coahuila)
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EN LA MADRUGADA UN BANCO DE NEBLINA ASÍ LO QUISE CREER. Ken Ventura (originario de “El Jamé”, vive en Saltillo)
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POR LA 1 SUR. Levigail Padilla (Saltillense, Actualmente Reside en Talca, Chile)
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BHUDA. Alfredo Maffei (São Carlos, Brasil)
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Dirección editorial: Christian Martínez Dirección artística: Natalia Alejandrina Blanco Consejo editorial: Arian Esquivel /Antonio Olvera /José Gerardo Sánchez Magallanes. Portadas: La calle por Natalia Alejandrina Blanco Lo cunto de li cunti por Chiara Scarpone (Italia). Contraportadas: Escondidas gigantes por D. Gavilán (Colombia) Cabezas de peltre por Natalia Alejandrina Blanco. Tema del próximo número: Las jaulas. Colaboraciones: negraplata@gmail.com
La Negra Plata se publicará de manera bimestral [registro en tramite]. Los puntos de vista expresados en las publicaciones no deben de ser entendidos necesariamente, como representantes de la opinión de los editores de La Negra Plata y quedan bajo responsabilidad de los autores. Fecha de apatición: noviembre 2015. Tiraje: 1000 ejemplares.
“Haré de ti una estrella. Nadie querrá ser parte de una generación que ignora a otro van Gogh”.
Rene Ricard (su mánager, crítico de arte y poeta).
edición dedicada a:
SAMO: SAMe Old shit/ la misma mierda de siempre. Te recomendamos Basquiat, película dirigida por Julian Schnabel, basada en la vida del artista.
Influencias: Andy Warhol, Keith Haring, Pablo Picasso, Cy Twombly, entre otros.
. - 12 de agosto de 1988 N. Y. 22 de diciembre de 1960 N.Y
A finales de los setentas, formó parte de los jóvenes marginados que empezaban a cubrir con pintas y garabatos los lugares publicos de Brooklyn y el Bronx. SAMO is dead rayaba por todas partes. Tambien tocaba el clarinete en su banda el Gray. En los ochentas aún vivía como un vagabundo, solo pintaba y vivía de sus dibujos. Gracias a su fascinación por el expresionismo abstracto, la cultura popular y por la combinación de técnicas que usaba en las piezas, sus graffitis adquirieron una cualidad plástica que lo llevó al éxito en poco tiempo, exponiendo primero en grandes galerías de N.Y. y después en el mundo entero, codeandose con grandes artistas y personalidades. Murió joven de una sobredosis de heroína.
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LAS CIUDADES Todas las ciudades son iguales. En cada una hay una sirena enferma viviendo bajo cruces blancas y anaranjadas sobre la luz negra de los quirófanos.
Victor Palomo
Cada ciudad tiene sus capillas funerarias una fábrica de ataúdes flores pétalos de plástico reuniones familiares ritos estúpidos pendencias y destierros Patíbulos comisarías de circo pequeños mundos de la farándula. Cada ciudad es un arco tensado: una flecha que envenenada vendrá a caer sobre nosotros en la pálida batalla. Sobre su propia arca de la alianza ríen Y celebran su oficio lo mendigos: la cáscara del herpes sobre unos labios rotos una jeringa en el lavabo. Cada ciudad tiene su propio templo mujeres que van del confesionario a la mancebía hombres siniestros niños locos casas abandonadas madres enfermas poetas políticamente correctos trabajadores del Estado. Todas.
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Cada cual tiene ese algo de gitana desgreñada ɡpVD TXH QR DPDUHPRV MDPiV FRPR HOOD TXLVLHUD FRPR QDGLH KXELHUD TXHULGR TXHUHU MDPiVɡ TXH JULWD SRU OD FDOOH HQORTXHFLGD 7RGDV ODV FLXGDGHV VRQ LJXDOHV (Q FDGD XQD DOJXLHQ DFDED GH OOHJDU RWUR TXH DFDED GH PDUFKDUVH (Q WRGDV DOJXLHQ DPD DUGH \ VH FRQVXPH HQ VLOHQFLR 7RGDV WLHQHQ XQ ORFR SRUGLRVHUR \ XQD SXWD viviendo en un cuarto de azotea ɡDOJXQR PDWDUi D RWUR XQD QRFKH GH QDLSHV« Sin necesidad de orden ni factores HO WHUFHUR GHMDUi HVD FLXGDG SHQVDQGR ´VLHPSUH HV LJXDO VLHPSUH HV OR PLVPRµ &DGD FLXGDG WLHQH VX SURSLR ODEHULQWR XQ WRUR EODQFR XQD PXFKDFKD FLHJD XQ WUDLGRU \ VX DVHVLQR &DGD FLXGDG HV 3HWUD 6RPPD %DJGDG 1LVDSXU HO HVWDQTXH IORULGR GHVGH FX\R IRQGR FDQWD \ QRV DOXPEUD XQD WXPED VLOYHVWUH GH VHPiIRURV \ DYHQLGDV MDUGLQHV PXQLFLSDOPHQWH SODQWDGRV %HUOtQ 7RNLR 1XHYD <RUN -HUXVDOHP EDQFDV GH UHSRVWHUtD lugares santos &DGD FLXGDG HV OD PLVPD ɡOD RWUD ɡpVD HQ OD TXH QR HVWDUHPRV QXQFD 6X SURSLR \ DPRURVR IDQWDVPD &DGD FLXGDG HV OD SULPHUD SLHGUD S~EHU \ VDQJULHQWD DUURMDGD FRQWUD ORV ORFRV
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EL TRUCO ¿FALLIDO? Christian Martínez Fotografía: Ricardo Braham La noche tendría luna de sangre, como mandada a hacer para el acto. Imagino que desde la fundación de la plaza San Fráncico, en Saltillo, ésta se ha llenado de parroquianos, en especial los domingos. Los fieles católicos caminaban lento, como si todos anduvieran víctimas de una especie de ensoñación industrializada o acabando de digerir la palabra y las plegarias recién hechas en la iglesia. Todo ellos, supongo, seguían sintiendo un pie en el paraíso. Mientras ellos se limpiaban las lagañas entre bostezo y bostezo, el artista Alberto Boada cargaba una silla que instaló en la esquina del cruce de la calle General Cepeda y la calle Juárez, para después sentarse en ella. Iba sin zapatos. La gente lo miraba; algunos se reían mientras se les derretía el helado o se les cuajaba el queso, otros pensaban que era un mago —¿Qué hace? ¿Es un acto de magia? —Si quiere saber, sígalo. —Tengo cosas que hacer. Después tomó la silla y la puso exactamente en el cruce de las calles. El tráfico se detuvo. Puso pintura negra en la plantas de los pies. Tomó la silla y la colgó de su frente con una tela que traía adaptada para tal maniobra; la silla pendía detrás de su 7
espalda. Caminó en dirección a la Plaza de Armas e iba dejando huellas negras en el pavimento. Algunos conductores le esquivaron, otros pararon en seco haciendo sonar su claxon. Hizo varias paradas para pintarse otras partes del cuerpo; en una de esas ocasiones un camión de transporte público se detuvo a muy poca distancia del artista. Los espectadores se desconcertaron un poco. Teñía su rostro, con los faros del gran vehículo apuntadole directamente. Se levantó y entró a Casa Tiyahui, recinto en donde se llevaba a cabo un festival en honor a los 43 desaparecidos y las víctimas de la masacre que ocurrió 2 de octubre 1968. Varios curiosos entraron tras de él. Se colocó en el escenario; el silencio se escurría entre las mesas y las tazas que lo rodeaban. Niños en bicicleta, parejas, ancianos, jóvenes, fueron testigos. Tomó pequeñas banderitas con los colores verde, blanco y rojo y limpió un poco
de pintura de su rostro para después repartirlas a los espectadores. Sujetó una gran tela con los mismos colores quitándose más pintura con ésta, para después extenderla diciendo, “¡yo soy México, yo soy México!”. La bandera se veía manchada de negro. Se volvió a sentar en la silla enredándose la bandera en el cuerpo. Metió su cabeza a una bolsa de plástico que selló con cinta adhesiva a su cuello. Los espectadores se miraban impacientes. El niño de la bicicleta, supongo, pensaba que el mago se salvaría al estilo las Vegas. Alberto movía las piernas con desesperación. Pasó un tiempo significativo para comenzar a sentir angustia; yo la sentí. Algunos gritaban, otros se tapaban lo ojos. El artista estaba asfixiándose, hasta que dos mujeres del público se pararon de sus asientos y rompieron la bolsa para ayudarlo; estaba a punto de caer inconsciente. Después de presenciar esté performance, recordé de la manera más desgarradora, que mi país no se salva solo.
NOCHE EN TÚNELES DEL PASADO Isaac Pardo The slackers in the city, wandering ‘round the streets, a way of livin’ it en recuerdos bruscos, entre resaca y correteos, respiraciones violentas, jadeos I reckon the night from the shadow disturbances deep in the dark la brisa del aire acordando ser mi amante devorando a la ciudad y a mí and a smile is delivered through my face, a death embracing gesture a ella le juré amor eterno, a ti te juré felicidad a mí me juré lujuria but there’s no sign of It, a godly figure appearing, nurturing and caring sólo yo, solo, convirtiéndome en polvo el viento intempestivo deambulo, here I go, en túneles, dark tunnels, del pasado, once more.
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ARTE URBANO EN EL DMQ QUITO _ ECUADOR
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Réplica de ilustración digital con sténcil. www.behance.net/johnny_gavilanes
Ubicación: Administración Zonal Manuela Sáenz (Centro) Sector San Blas / La Tola (Calle Chile y Valparaíso). Muro de Contención y Gradas.
Johnny Gavilanes / Luis Fernando Auz (Cuenca)
EL CALIFORNIA ARIAN OJILI
Mira sin compasión a quien se postra bajo su figura. El viento susurra una brisa caliente como cuando la tetera sobre el fuego anuncia que el agua está lista. A 38° grados de temperatura, apenas los habitantes recuerdan que viven en el semidesierto, en el que una pequeña lluvia es suficiente para que surjan arbustos por doquier. Al California le importa poco el sol o el viento; recorre las calles de la Colonia Pueblo Insurgentes a pie, lo único que lo protege es su viejo sombrero que semeja una tortilla dura en el comal. No trae botas, sino huaraches tejidos. Necesita algo para calmar la sed y las señoras de las tiendas ya no le venden alcohol al pobre veterano; le castigan. Es obligado a caminar hasta el OXXO del boulevard. El asfalto despide ondas como las que se desprenden del fuego, — ¡California, California! — le gritan los niños burlándose. El viejo solo gira su cuello hacía ellos, frunce ceño, boca y cabeza. Ignora cuanto ve y escucha; sigue su paso por en medio de la calle. Quiere beber y seguir caminando. La avenida es larga. En una esquina la sombra privilegiaba. Cerca de una parada de autobús el viejo se sienta y las monedas caen. El anciano no mira a quien deposita la limosna; deberle a alguien no es el fin. Paciente espera reunir 35 pesos.
CADÁVER DE CHICO Paco Robledo
Nadie me cree que estuve en cuba, casi un año. Embarqué en un navío con víveres que iba a la isla. Apenas me trepé y fui descubierto. No tuve problemas; en mi vieron un marinero. Les ayudé en la pesca, trapeé, anudé y me dieron alimento y un lugar para ver el cielo-horizonte. En un par de ocasiones dormí dentro del barco. Curioso. Todo fue por una mujer. Nunca las pretendo. Un día me dijeron, eres “acético”. La verdad sí, pero esa vez conocí a una mujer. Era tan… cómo se dice... tan… tan… tan algo. Me gustaba verla cuando ella se ponía a mirar el cielo. Una noche me invitó a su cuarto. Ella buscaba un amante y me quedé como un cachorro, a oscuras; ella en la cama y yo en otra, a un metro. No platicamos nada. Recuerdo que nos levantaban temprano. El capitán vivía un mito: pescar calamares al alba, da el mejor sabor. Ése era su negocio. Yo no tenía problema con ese gusto que muchos detestan. Afuera, el amanecer escurrido en el mar, nosotros navegando en el cielo, ondeando lento y suave. Para eso, faltaban horas. Escuché la respiración inflar sus pechos. No lo pude evitar y me la estiré. Ya tenía 20 y no me la había estirado antes. Aquello después de un rato de estiramiento salió como piedra retenida. Su respiración también se aceleraba y cayó. El vientre y los huevos se me acalambraron. Morí. Su respiración apareció. 10
Me sentí torpe a su lado. Con un cansancio que no me gustó. Llegamos a Cuba; lo primero sería perderme. No evité reencontrarme con las calles siempre diferentes. Compartí el socialismo, cosa bella que sólo puede lograrse en una isla. Un poema es el recuerdo de la gente sin preocuparse por el dinero. Viví en la mansión de un tipo de los más ricos de la isla antes del movimiento. Vivíamos treinta y cinco, por órdenes de Castro. A mí me invitaron a vivir esos locos. Ni borracho, el hombre de la mansión lloraba un centavo a su fortuna que repartió el triunfo de la revolución. Qué cosas tan lindas. Hasta que me descubrieron. Por fugitivo me pusieron a cortar caña. Fidel cortaba caña con nosotros. Fidel era el mejor cortador de caña. Todo Cuba alguna vez se despellejó las manos cortando caña. Recuerdo a Cuba educándose, viviendo la utopía. Yo seguía en lo mismo, la calle, el jardín de la casa que te cuento y buscar comida. La cosa se complicó en una revisión que hubo de los polis en los domicilios. Me pidieron un carnet que no existe. Me sacaron volando justo el día que Fidel daría su discurso. En aquella casa se me quedan amigos y pertenencias, de las muy pocas que he tenido. Ésa es mi primera regla para habitar la calle del mundo; viajar ligero, con lo menos que se pueda. Optar por la levedad para el constante movimiento.
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TÍTULO POR CONFIRMAR II Gerardo Sánchez …la calle es mi madre, la puta que me parió. Y ha de ser la calle la que vendrá a mi sepelio de soledad. Arturo Meza
La madrugada comienza a limpiar las calles. Apenas rebasada por un par de horas la media noche, es momento de apagar el tumulto. En los bares y cantinas se puso fin a las comandas, los encargados presionan a los clientes y empieza el intercambio de cuentas y propinas. Algunos se aferran a la noche, se abrazan al clandestinaje, preparan el escenario para guardar la parranda y seguir brindando. Lejos de la calle y sus vigilantes, salas y patios enmarcan al vicio, al crimen y la lujuria, en una ciudad norteña que presume de dormir temprano. En el alma del centro histórico, los meseros ponen las sillas patas arriba sobre las mesas, tal como algunos borrachos quisiesen poner a las cacatúas maquilladas que salen riendo y gritando de los bares. El tic-tac, como de costumbre, no se detiene; algunas cenicientas van tarde a casa. Los taxistas hartos del regateo, reciben y reparten mentadas de madre, soportando el final de la jornada. Tras las más oscuras esquinas, los puercos afilan sus colmillos. Una señora aprieta su paso sobre el adoquín; apresurada hace lo posible con el cabello, mientras lucha contra
el vestido, la tanga y el sostén; a unos metros del hotel La aventurita, está su camioneta. Una pareja de ancianos también se pone las pilas al presentir tardía su caminata. Los menos afortunados, dan un sorbo a la botella de Tonayan por aquello del frio y buscan de cama un rincón de la alameda, o de cualquier callejón. Ciudadano a ciudadano, esperpento a esperpento, la calle va descansando de todas sus especies. La mañana juzga a los necios con resacas y cansancio, todos parecen tenerlo claro. La ceremonia que clausura la noche de los viernes, monótona y repetitiva, rara vez corre con imprevistos. Desbocan a la calle pocas cosas, a veces tan pequeñas como el pene de un vagabundo exhibicionista, otras, un poco más largas, como la ráfaga de un R15. Tras el palacio de las ratas, en la esquina de una plaza pública, una mujer grita y alborota cuanto puede: —¡Párense, pinches pitufos hijos de la chingada! ¿Qué no ven que se está muriendo?... ¡Párense! Las patrullas pasan de largo, pero no una tras de otra. Una, dos, tres patrullas a lo largo de cinco o seis minutos. Los guardianes del orden público observan el alboroto de la mujer desde sus vehículos. Un breve alto justo antes de llegar a la esquina los detiene, pero parecen estar puestos en replay: observan y se van. Pasados diez minutos, el griterío de la mujer atrae la atención de quién está cerca. Veinte o treinta personas están alrededor de la escena: jocheros,
señoras, borrachos, cenicientas, maricas, prostitutas. El alboroto se vuelve comunitario; algunos graban la escena, otros piden auxilio por teléfono. Un pequeño grupo de pitufos desafortunados se acerca en bicicleta. Un jochero los detiene: —¡Párense culeros! ¡Pa andar chingando son muy buenos, pero cuando se trata de cuidar al pueblo, les vale pura verga! Los policías tratan de dar respuesta a la agresión, pero se quedan cortos en número; la multitud los intimida. Temerosos se abren paso entre la gente, observan un cuerpo tirado en la banqueta, mientras aguantan la lluvia de insultos. Para ese entonces, el protagonista de la noche se presume muerto. —¡Traigan una patrulla, pendejos! —¡Llamen a una ambulancia, pinches pitufos! El ruido de las sirenas se acerca. Puercos de mayor rango y una ambulancia se aproximan. Algunos policletos hablan por radio, otros discuten con la gente: —¡No nos esté insultando, señora! Estamos trabajando. Al que ande borracho me lo voy a llevar. —Nos llevas pura madre, —gritaba un marica, entre la multitud. —¡El muchacho tiene veinte minutos muriéndose en la banqueta, las patrullas pasan y pasan y ninguna se detiene! ¿Cómo quieren que estemos? —El muchacho venía de una riña —contestó un oficial con ganas de lavarse las manos. 12
—¿Y ustedes cómo saben? —Nos avisaron, nos avisaron. —¿Quién les avisó, pinches mentirosos? —de nuevo el marica. En lo más tensado del arco varias patrullas llegan al lugar. Con pistola en mano, los ministeriales disipan a la gente con amenazas de arresto. Acordonan el área. Los paramédicos hacen oficial la baja y cubren el cuerpo con una sábana. Un sacerdote que se encuentra entre la fauna de la noche, se acerca y los policías le permiten el paso. Por un momento se apaga el bullicio. Los presentes bajan la cabeza. Los santos oleos, la calle estuvo velando a un hijo.
VATO SENCILLO Carlos Sánchez Saucedo Para el Chino y la Fanys. Las entrevistas a pandilleros publicadas en los periódicos suelen estar plagadas de un dramatismo propio de las películas de cholos en Hollywood. Las cosas no son así. El fenómeno es más complejo y la realidad más cruda: sangre, ocio y cruel realidad. Por eso escribo esto. Nací en 1990 en el barrio de la colonia Centenario, lugar donde estuvo la casa de mis abuelos maternos, a dos calles de la esquina de la 21 de marzo y la 20 de noviembre, lugar de reunión para una de las pandillas más viejas de la ciudad: The Wong. 13
Hoy en día prácticamente extinta. Sobreviven la mayoría de sus miembros, ahora como padres de familia o simplemente trabajadores. Quedan un par de pintas sobre la pintura anti grafiti color rojo que nos arruinó las bardas de la ciudad. Algo que no te dicen las entrevistas del periódico, acaso por no saber hacer las preguntas adecuadas, era su interesante rivalidad que tenía esta banda con la aún viva nombrada Los Coyotes, quienes se juntaban a tan solo dos calles de distancia, y que al menos durante mi infancia, llegaron a tener cientos de militantes. Era de ley que cada fin de semana turbas de pandilleros bajaran la loma armados con palos, botellas y piedras en filas más o menos ordenas, cual soldados de Leónidas, con el objetivo de partir un par de madres. Si no eras del barrio no podías ir a la plaza a jugar fut, ni tener novia en la colonia. El Betotes, miembro más antiguo de Los Coyotes, se quedó ciego hace más de 10 años a causa de la inhalación diaria de resistol. Aun así, recorre el camino sin problemas para ir de tienda en tienda pidiendo tres varos para comprarse un tonayán, o en su defecto, una coca cola. Cuando lo logra, podrás verlo arrastrándose por la banqueta mentando madres a quién escucha pasar. Aunque cuando está sobrio, suele darte los buenos días si pasas a su lado. Tiene un aroma bien culero. Me la pasaba jugando fut con los que al cumplir unos doce años se unieron a la versión infantil de la p a n d i l l a . E l Ta c h o y C h i m i n o
comenzaron con Los Miniwong. También estaban Los Coyotitos. Era un deleite para un simple civil como yo, ver cómo se rompían el hocico los pandilleros de catorce años. Por otro lado, mi primo Saúl Sánchez fue miembro de Los Coyotes; jóvenes con quienes asaltó autos y muchachas más de una vez, con el fin de conseguir dinero para comprar sustancias que lo llevaron a colgarse del ventilador de techo, con un tendedero. Dicen que mató a un par, con un cuchillo; era bueno para los putazos y un excelente pandillero; su papá, un intachable policía. También tuve barrio en la casa de mis abuelos paternos, que estaba en la Colonia Lamadrid, justo en la calle Manuel José Othón. Tenía 6 años cuando salía a la banca de enfrente a ver como mi tío Gerardo El Ñuky Hernández pintaba el mural correspondiente a la banda; hablo de Los Guapios, otra banda extinta. Su némesis fueron Los Nazzis, unos vatos que
se juntaban también a un par de calles, de los cuales nunca tuve mucha información ni contacto. Con Los Guapios escuché por primera vez a Celso Piña, a Cartel de Santa, a Control Machete y a la N.W.A., por recordar algunos. También vi por primera vez un revólver calibre .22 que era usado para asaltar tienditas y OXXOs. Conocí el aroma de la mota y el olor de la sangre de perro, luego de una pelea. En la casa de la mamá de El Capi, de Juan El Joto y El Jorch estaban las jaulas, los costales y las caminadoras improvisadas que usaba la clicka para entrenar a los bulldogs, pitbulls, pastores alemanes, rottweillers y uno que otro callejero, no había que despreciar. Ahí jugué las retas de fut con un grupo de niños de quienes recuerdo a El Yuca y El Negro; el primero, 5 años mayor que yo y el segundo con 7 más. Lo último que supe del escuálido niño que siempre andaba en shorts y playera de tirantes llamado Yuca, fue que se hizo adicto a la heroína 14
y se perdió durante meses. En cuanto al Negro, también ahijado de mi papá, le procreó un hijo con una mujer casada que aún vive con su marido. The Wong terminó por ser un grupo de dealers bajo el mando del Cártel de los Zetas, lo cual los armó con algunas escuadras y un par de Uzis negras muy elegantes. No dudaron nunca en ir a tronarlas a La Coyotera, dejando charcos rojos y caminos de gotitas de sangre por toda la colonia, como si acabaran de pintar las casas. Todo quedó manchado. Algunas bardas siguen marcadas por orificios de bala. La vida del narco es corta, y quienes participaron en esta etapa de la pandilla gradualmente murieron a tiros, degollados o colgados de un puente. Como prueba de todo lo anterior, queda un grafiti sobre un portón de metal.
LIMOSNA EN EL BULEVAR Alejandro Aguirre En la calle se invierten los roles la mujer camina sola busca en la calle lo que no hubo en casa anhela el abrazo de un hombre y el respeto de una mujer camina al ritmo de la noche seduce a un oficial. El niño es esposado afuera de la estación de policía no hay celdas para un infractor de esa edad. El niño ve pasar a la mujer. Nada encuentran.
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Espacios específicos d o n d e s e construyen relaciones involuntarias. Un ejemplo es el mercado ambulante, dónde surgen posibilidades y metáforas de las multitudes.
Originario del Edo. de México. vive en Saltillo Coahuila desde hace 9 años.
Rafael Ortega
LIMOSNA EN EL BULEVAR
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EN Pietra (Italia) LA STRADA SergioLIMOSNA EL BULEVAR
Alegoría de las extrañas criaturas que podrás conocer en las calles de todas las grandes ciudades. Bailan, pero no sabemos si esta danza es macabra o alegre.
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AcrĂlico sobre papel / 62x98 cm / year 2013 kunstgruppe.blogspot.com trashterresa.blogspot.com 18
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el tercer espacio.
genaro david barba blásquez
tinta china y acuarela sobre papel de algodón. Querétaro, 2015
LLUVIA
Jonathan Valdovinos (Querétaro)
Las luces palpitan sobre la avenida
RUTA 41 Luis Ar Osorno Querétaro, México. Caminas tembloroso por el pasillo del camión que es una lombriz a la que alguien le tiró sal. Mala suerte. Se menea como cadera de mujer rabiosa. Tu mochila carga con libros que parecen lozas de Moisés y agregó unos cuantos mandamientos. Alguien te grita algo como, “¡pinche Pípila!” Claro que nadie te grita nada: eres tú. Te deslizas a los asientos que siempre visualizas como ideales a tres/cuartas partes de la largura del camión. A uno dos que tres pasos de la salida trasera, del ano de la lombriz, te emparejas al asiento para estacionar tu trasero, como automóvil. Calculas, quizá con destreza, si las posaderas cabrán sin problema en el espacio vacío. Haces las operaciones mentales necesarias para no caer en el chicle que pegaron en el asiento. Sacudes el hombro derecho, como esos movimientos de aerobics en la mañana. Se suelta la mitad de la mochila y el otro tanto pasa a colgar pesadamente sobre el otro hombro. En el acto aprovechas la física. Usas el hombro en el que carga las losas, como punto de apoyo. El cuerpo rota motivado por el movimiento y tú te dejas llevar por ese baile que hará que tu mochila acabe frente a tu panza. Mientras la mochila gira, doblas paulatinamente las piernas y terminas sentado con elegancia, precisión y disimulo en ese viaje de lombriz agonizante. La perfección de la vida cotidiana.
el pavimento queretano sufre y como una herida abierta sangra y ahora a pedazos cae sobre la avenida.
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En el libro Tercer Encuentro Internacional de Poesía Manuel Acuña 2015, se
encuentra una compilación de poemas en la que desfilan todos los poetas invitados en esta ocasión: Mario Montalbetti (Perú), Anat Zecharia (Israel), Moshen Emadi (Irán), Rodolfo Häsler (Cuba-España), María Negroni (Argentina), Benito del Pliego (España), Sandra Lorenzano (Argentina-México); de México Jeannette Clariond, Coral Bracho, Julio Trujillo, Adolfo Castañón, Sergio Mondragón, Ricardo Yáñez, Alejandro Tarrab, Luigi Amara, Jorge Humberto Chávez, Alfredo E. Quintero, Luis Armenta Malpica, Paula Abramo, Jaime Labastida, Silvia Tomasa Rivera, Feli Dávalos, Juan Carlos Bautista, Daniel Maldonado, Juan Martínez Tristán, Antonio Sonora, Mercedes Luna, Miguel Morales y Gerardo de Jesús Monroy. 23
El diseño del libro busca, a través de colores llamativos e ilustraciones, siguiendo la línea propuesta por el dr. Alderete en la “Sor Juana punk”, acercar los textos hacia lectores de una manera divertida. Cada hoja puede desprenderse del libro. La contraportada tiene el nombre de todos los poetas acomodados como en los flyers de las tocadas. El mismo colofón indica que se utilizaron “muchas tipografías bonitas”. Y en Poemas, prosa y recetas de Sor Juana Inés de la Cruz, compartimos una recopilación de poemas de amor y desamor además de una selección de textos, entre poemas y prosa, que muestran la pasión en defensa del conocimiento y del saber de esta extraordinaria mujer, y cerramos con un apartado de recetas atribuidas a su pluma. Cada capítulo se complementa con notas biográficas, literarias, y pequeñas glosas a las recetas, con el interés de hacer una lectura más sencilla y más cercana. En el papel, ilustraciones y la ediciones en general, quisimos transmitir calidez a los vista y al tacto de cualquier lector. Es un pequeño homenaje realizado en el marco del Tercer Encuentro Internacional de Poesía Manuel Acuña 2015, a 320 años de su muerte. Uno de los principales objetivos del EIP y del Programa Estatal de Fomento a la lectura, es difundir la obra literaria de autores destacados y, sobre todo, acercar a más coahuilenses a la lectura. La recopilación de poemas y textos aquí presentados busca abrir ventanas a una obra que continúa vigente por su trascendencia estética y humana, donde asoma un ejemplo de vida que asume compromisos con la lectura y la escritura como estrategia de supervivencia en la aventura de la integridad intelectual.
Para adquirirlo: 4 10 0594 Coordinación Editorial Centro de las Letras Óscar Flores Tapia Juárez 319 Zona Centro Saltillo, Coahuila 24
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Eduardo Lucas (Oaxaca) ilustraci贸n digital
Tamales lunares
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LES L o A C S tr A Regis DE NUESTR
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FotografĂa: archivo/ internet
El niĂąo de las pinturas
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NOCHE: ASÍ LLAMO A MIS DÍAS Christian Martínez
Esa noche como todos mis días llegué a lo más alto de mi conciencia conquisté a una dama eyaculé lo hicimos los dos juntos como paso redoblado caminamos entre una pirotecnia de hombres vendiendo muerte/vida —la esencia del mundo está en el asfalto— y ella me preguntó con todas las estrellas en los ojos “Si las calles están llenas de hombres buenos ¿por qué el mundo sigue siendo una mierda?”. Esa noche así llamo a mis días me conquistó una dama. 29
Ver la vida sin reloj FotografĂa tomada en Zacatecas por Diana Esther MartĂnez Cardenas.
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ASÍ LO QUISE CREER Ken Ventura Así lo quise creer... dejé a un lado la terapia del olvido... en la carretera casi de a diario, en un estado tranquilo, y de repente, de esa nimia nada, preguntan con una lacerante insistencia: ¿Qué ha sido de ti? Al oriente, el tren se pierde en la montaña: el cronómetro en la pantalla marca 00:00
En la madrugada un banco de neblina, una fogata debajo de un chabacano; 92 kilos marcan la existencia. Una botella de tequila espera unos labios resecos, con algo de ansiedad, para dar el primer, segundo, tercer, cuarto trago; a la distancia los ecos de la carretera. Como una ilusión emerge el olor de una fragancia, un beso, el abrazo en medio de la noche.
EN LA MADRUGADA UN BANCO DE NEBLINA Ken Ventura
POR LA 1 SUR Levigail Padilla Es imposible que te pierdas en Talca. Mira, el nombre de las calles te indica la dirección en la que estás. La Plaza de Armas es el punto cero y una calle al norte de ésta lleva el nombre de la 1 Norte. Luego viene la 2 Norte, sigues caminando y siguen la 3, 4 y 5 Norte. Así sucesivamente en las cuatro direcciones: norte, sur, oriente y poniente. Te va a gustar caminar por la 1 Sur, a pesar de que la 2 Sur es la de bares y antros. En esa calle hay un edificio que está con madre. Es estilo clásico, todo blanco, de dos pisos y adentro tiene escaleras amplias que te dan la sensación de estar viendo un palacio. Adentro, podrás apreciar magníficos pilares griegos partidos por la mitad, varillas sueltas que penden del techo y el suelo bañado en escombros. Las ratas son las únicas que tienen el privilegio de entrar, tendrás que conformarte con verlo desde afuera. En frente, sobre esa misma calle, verás otro edificio en las mismas condiciones. A diferencia del primero, éste no es magnífico, parece una cárcel abandonada aunque una placa gigante indique que es, o era, un “Colegio para hombres”. Si recorres toda esa calle, te toparás con construcciones abandonadas y destruidas, además hay decenas de pintas callejeras que dicen: No + muertos x luchar. Esos edificios lastimados te van a contar historias de hace cinco años, cuando el terremoto de 9.2 grados “dejó la cagá”, como dicen los chilenos, así que a donde quiera que vayas verás muchas construcciones en la mismas condiciones. ¿No te parece un poco irónico que, mientras los punks exigen con su No + muertos x luchar, la naturaleza hace otro tipo de reclamo que se manifiesta en esos derribes? Ambos reclamos conviven en esta calle; ahí están presentes, esperando a ser atendidos y reflejando la realidad social y geológica de Chile. Camina derechito por ahí, en la 1 Sur. 32
Bhuda, morador de las calles de mi ciudad, SĂŁo Carlos en Brasil. EstĂĄ hecho con materiales descartados. Me gusta hacerlo con estos materiales porque tienen gran similitud con la condiciĂłn del morador de la calle. El mural mide 300 X 200 cm. Alfredo Maffei
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