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Desembalo mi biblioteca. Aquí está. No se encuentra aún instalada en los estantes, todavía no la ha envuelto el tedio ligero de la clasificación.
Habent sua fata libelli: quizá esta fórmula fue concebida pensando en los libros de forma general. Pues los libros, La divina comedia, o la Ética de Spinoza, o El origen de las especies, tienen su destino. Pero el coleccionista interpreta de manera diferente el dicho latino. A sus ojos, no son tanto los libros como los ejemplares los que tienen su destino.
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Walter Benjamin, Desembalo mi biblioteca
Fourier y el trabajo con libros
Las arcadas fueron los centros del comercio en objetos de lujo. Su presentación mostraba el arte al servicio del vendedor. [...] En las arcadas se colocaron las primeras lámparas de gas.
(Benjamin, 1971)
ILos libros en las librerías de viejo suelen multiplicarse exponencialmente: de cada cien libros que se adquieren, probablemente se venden entre diez y veinte, el resto tiende a acumularse sin remedio. Las personas a cargo de estos negocios suelen recurrir al remate, las ventas de bodega, o al reciclaje para hacer espacio y seguir con la labor. Algunas librerías no se deshacen de nada y sus acervos crecen en formas de pilas de libros sin control ni orden. Los paisajes, aunque hermosos, son caóticos y abrumadores.
IMi tío Juan abrió la librería México Viejo en el Pasaje Iturbide, a unas cuadras del Zócalo en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Sus libreros eran de encino y los letreros de las secciones grabados sobre rectángulos de madera barnizada. Solo los mejores libros. La librería apenas duró un par de años. Desconozco la razón del cierre, pudo ser un aumento de renta o algún plan comercial de los dueños del inmueble. Hace 56 días, la página Inmuebles24 publicó el anuncio:
Pasaje Comercial Iturbide. Pasaje Comercial completo. Magnifica propiedad en renta en el corazón del primer cuadro. Pasaje peatonal de Gante a Bolivar, entre Madero y 16 de Septiembre. Amplias posibilidades.
1,800 m2 o mas en Planta Baja. Solo negocios establecidos. Visitas previa Cita. 80 años de antigüedad. Renta: $1,800,000.
Busco unos mapas de la Hungría soviética que tengo extraviados, en la labor aparece un libro antiguo en cuya portadilla se lee: Nociones prácticas sobre caminos de fierro por Santiago Méndez, ingeniero mexicano. Diploma de la escuela Central de París y de aplicación de artillería é ingenieros de Metz. Obra adornada con ocho láminas. México. Agustín Masse, editor. Calle Tiburcio número 18. Librería Mexicana. Esquina de Portales de Mercaderes y Agustinos. Antigua Librería. Portal de los Agustinos núm. 3. 1864. A un lado de esta, una litografía de Decaen que muestra la Estación del camino de fierro en el este de París.
El trabajo, sin embargo, hace las delicias de determinadas criaturas, como castores, abejas, hormigas, que son plenamente libres de preferir la inercia; pero Dios les ha provisto de un mecanismo especial que las aficiona a sus tareas, y les hace encontrar la felicidad en la industria. ¿Por qué no nos habría concedido el mismo beneficio que a esos animales? ¿Qué diferencia existe entre su condición industrial y la nuestra? (Fourier, 1980).
IA veces, cuando trabajo en el ordenamiento y la selección de las pilas de libros me siento una hormiga. Se trata de un trabajo mecánico pero gustoso. Un trabajo que parece no tener fin, pero que al paso de las horas es notable por los espacios que se abren poco a poco: pasar libros de aquí para allá es similar al trabajo de un albañil que al final de una ruda jornada, puede ver, bañado en mezcla y polvo, un muro levantado.
Si hace siglos comenzó a tenderse paulatinamente, pasando de la inscripción vertical al manuscrito que reposaba inclinado sobre los pupitres para finalmente acostarse en el libro impreso, ahora comienza a levantarse nuevamente del suelo con la misma lentitud. El periódico ya se lee más en vertical que en horizontal, el cine y la publicidad imponen por completo la escritura a la dictadura de lo vertical. Y antes de que el contemporáneo llegue a abrir un libro, sobre sus ojos se abate un torbellino tan denso de letras mudables, coloridas, discordantes, que sus posibilidades de penetrar en el arcaico silencio del libro se han vuelto escasas. Las nubes de langostas de la escritura que ya hoy en día eclipsan el sol del presunto espíritu a los habitantes de las grandes ciudades se irán haciendo cada año más espesas.
Walter Benjamin, Calle de sentido único
Daguerre y los libros-álbum
En la misma época hubo una literatura diorámica: Le livre des Centet-Un, Les Français peints per eux-mêmes, Le diable à Paris, La grande ville pertenecen al mismo género. Estos libros fueron a la preparación para una obra literaria colectiva, a la cual Giardin le había creado un lugar durante los años treinta con el folletín. (Benjamin, 1971)
IGuardé algún tomo suelto que me encontré en las bodegas de la librería de mi madre de Le livre des Cent-et-Un porque contenía un relato de Charles Nodier: “El bibliómano”. Lo busqué con afán para este ensayo, no lo encontré. Entre mudanza y mudanza se ha traspapelado, pienso. Pero encuentro Los mexicanos pintados por ellos mismos, una edición facsimilar de la Biblioteca Nacional de México. Una más de los afrancesamientos del porfiriato mexicano. La literatura diorámica se propagó en México y generó grandes álbumes ilustrados: Álbum del ferrocarril mexicano, México y sus alrededores, Atlas geográfico de México, grandes tomos ilustrados con litografías de Casimio Castro, Decaen, Santiago Hernández que ahora alcanzan precios increíbles. Mercancías liberadas de la esclavitud de su utilidad, diría Walter Benjamin.
IUna biblioteca solo sirve a su dueño, pocas son las que trascienden íntegras a su muerte. A veces los herederos las conservan y continúan la colección: grandes bibliotecas formadas por dos o tres vidas. A pesar de poder vencer a la muerte por un tiempo, estas colecciones completadas por generaciones suelen tener un destino final; la biblioteca puede ser donada, entonces se congela: nada ni nadie podrá quitar o agregar ejemplares, y sus libros quedan a merced de un posible lector que muchas veces no llega al solitario espacio de colecciones especiales en la biblioteca. Por eso creo que el mejor destino de una buena biblioteca es la librería de viejo. Nuevos propietarios le dan vida a viejos ejemplares que salen de las librerías felices por el encuentro casual. Un ejemplar valioso y escaso, que ha sobrevivido a incendios, inundaciones, guerras, mutilaciones, y trasciende en el tiempo, llega a manos de un nuevo propietario. Éste lo atesorará, le pondrá su ex libris con la ilusión de ser su dueño aunque sea por un momento. Hasta que muere. Y su biblioteca llega a una librería de viejo donde un nuevo encuentro hará su parte. Hay ejemplares con más de tres ex libris que nos recuerdan que la vida del ser humano es más breve que la de algunos libros.
ITengo tantos libros que ordenar, que para mi biblioteca particular ya no guardo libros que no uso. Dejé el coleccionismo de papel con mi primer divorcio, las bibliotecas disgregadas se convierten a libros antes tesoros en papeles acumulados sin sentido.