El capitalismo en 10 lecciones - prólogo

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El capitalismo en 10 lecciones



El capitalismo en 10 lecciones Breve curso ilustrado de economía heterodoxa

Michel Husson ilustraciones de Charb pról. de Manuel Garí y Nacho Álvarez

la oveja roja


El capitalismo, en 10 lecciones de Michel Husson Prólogo: Manuel Garí y Nacho Álvarez Diseño original de la colección: Jérôme Oudin Traducción: Sagrario Ruiz Elizalde y Xabier Barber del Río Revisión: Manuel Garí, Alfonso Serrano y Nacho Álvarez La Oveja Roja, 2013 Colección Viento Sur www.laovejaroja.es Apdo. 2008 sucursal 2 28850 Torrejón de Ardoz - Madrid ISBN: 978-84-940011-4-7 Depósito Legal: M-11121-2013 Impreso en España Tanto el autor como el editor de este libro permiten y alientan la reproducción y difusión de esta obra, independientemente de los medios técnicos por los que se realice y siempre que se cite al autor y la edición de origen. El papel que sirve de soporte a este libro cuenta con los certificados ecológicos PEFC, FSC (gestión sostenible de los bosques) y ECF (sin cloro).


Sumario Prólogo: Un libro imprescindible..............................................9 Introducción ...........................................................................29 1 ¿Qué designa la palabra capitalismo?.................................33 Un intento de definición.......................................................33 La génesis del capitalismo...................................................34 La mutación de las relaciones sociales................................40 El papel de la técnica ..........................................................43 ¿Un espíritu del capitalismo? ..............................................47 Diversidad del capitalismo .................................................50 El escenario ideológico ........................................................51 2 ¿De dónde viene el beneficio? ..............................................55 ¿Qué es el excedente?...........................................................55 Teorías del beneficio.............................................................58 Miseria de la «ciencia» económica dominante....................64 3 ¿Por qué los ricos son más ricos?.........................................79 Una inmensa acumulación de riqueza ...............................79 Profundización de las desigualdades .................................82 Las desigualdades a nivel mundial ....................................86 Un lento y desigual retroceso de la pobreza ......................89 «La igualdad es salud» ........................................................97 4 ¿Qué necesitamos (realmente)?.........................................101 Un motor de dos tiempos: beneficios y mercados..............101 Demanda social y rentabilidad: la gran brecha...............103 Hacia la crisis sistémica ...................................................107 El gran vuelco....................................................................109 La fábrica del consumidor.................................................112 El mercado contra la democracia......................................119 Las virtudes de la democracia social................................123 5 ¿Qué no es mercancía?.......................................................133 La mercantilización del trabajo.........................................133 El conocimiento-mercancía................................................143


Los retos teóricos de la mercantilización..........................153 La vida-mercancía y el delirio contrable...........................157 Bienes públicos ..................................................................161 Un cálculo económico diferente ........................................163 6 ¿Es posible un capitalismo verde?.....................................167 Una fábrica a todo gas.......................................................167 ¿Qué poder tienen las ecotasas?........................................169 Los límites de un capitalismo verde ................................177 Crecimiento límite ............................................................ 179 El capitalismo verde es un oxímoron ...............................182 7 ¿A qué conduce la globalización?.......................................185 Una imbricación creciente.................................................187 El eje China/Estados Unidos.............................................192 Una nueva cartografía del mundo....................................194 8 ¿Para qué sirve la Europa liberal?....................................201 La privatización de los servicios públicos ........................205 La apertura de los sistemas sociales a la competencia....207 Un modelo económico truncado........................................ 209 El impacto de la crisis........................................................214 9 ¿Qué es una crisis?............................................................. 217 Las crisis periódicas.......................................................... 217 Las crisis de regulación.....................................................221 Las fases del capitalismo...................................................223 La trayectoria del Estado de bienestar.............................232 La crisis sistémica.............................................................237 10 Por qué vamos directos al precipicio...............................241 El empoderamiento del mundo financiero........................241 En las raíces de la financiarización..................................248 La estructura de la crisis actual.......................................254 Las fases de la crisis......................................................... 260 Cuatro grandes contradicciones........................................263 Conclusión.............................................................................267


Prólogo

Un libro imprescindible Este libro de Michel Husson, El capitalismo en diez lecciones, efectivamente es —haciendo honor a su título y subtítulo— un breve (pero proteico) curso (didáctico) y discurso (ilustrado) de economía heterodoxa (no al uso)... Como señala el autor en la primera línea «No queda tan lejos la época en que utilizar la palabra "capitalismo" bastaba para etiquetarte, incluso para descalificarte» pero en el debate público hoy se comienza a llamar las cosas por su nombre y se extiende la denuncia al capitalismo. La heterodoxia se abre camino. Y con ella una vuelta a Marx. Y una mayor audiencia para los autores críticos (antisistema, les califica y, con razón, la derecha). El libro, al igual que se podía hacer con la Rayuela de Julio Cortázar, admite varios itinerarios al leerlo. Se puede ir de la página 1 a la última, abordarlo temáticamente por capítulos o ir rastreando el discurso. Cualquiera de ellos conviene hacerlo con papel y lápiz para saborearlo y aprehenderlo (y por tanto aprenderlo) mejor. Todas las cuestiones están relacionadas de forma coherente, pero admiten un abordaje «por partes». Husson ha reexaminado el estado del capitalismo a la luz de los nuevos datos con el propósito de conocer y prever, practicando una apropiación critica y creativa del marxismo en la mejor tradición del pensamiento científico (y también, por tanto, del emancipador) que mantiene un continuo equilibrio dialéctico con las contribuciones precedentes entre recuperación e innovación. En La ideología alemana Marx y Engels, defendieron que en cada época las ideas dominantes son las de la clase dominante. En sus palabras: «la clase que tiene a su disposición los medios de la producción material, goza con ello, a un tiempo, de la capacidad de disposición sobre los medios de producción espiritual»1. La percepción social de las contradicciones y del conflicto se manifiesta a través de las ideas, la conciencia social se configura con ellas. Los individuos forman parte de 1  Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana, en Marx: Textos de economía y filosofía, Gredos, Madrid, 2012, p. 55.

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El capitalismo en 10 lecciones colectivos, de clases, y forman sus concepciones en relación con sus intereses y posición en las mismas. Los neoliberales que han defendido un desaforado colonialismo de la economía sobre la vida —como disecciona Husson— y son partidarios del individualismo metodológico critican la posición de Marx por economicista (sic). De ahí la importancia de trabajos como el presente que ofrecen un relato propio de las y los de abajo frente al discurso dominante. Perro muerto Hace unos años, tras el triunfo del neoliberalismo y del neoconservadurismo, quienes anunciaron el fin de la historia y el comienzo de una era de estable armonía regida por la racionalidad del mercado, enviaron a Marx a las tinieblas exteriores, los partidos socialdemócratas borraron su nombre y, por si acaso, el mundo académico lo eliminó de los programas de estudio. Pasó a convertirse en un «perro muerto», calificativo que él mismo Marx utilizó en el Epílogo de la segunda edición de El Capital en 1873, para describir la actitud contra Hegel de los «impertinentes, soberbios y mediocres que hoy tiene la gran palabra en la Alemania instruida»; calificativo inspirado por el que utilizó Moses Mendelssohn en referencia a Spinoza. Pero, como en el caso de los anteriores: ni perro, ni muerto. Dicho de otra manera y tomando prestadas las palabras del clásico español, «los muertos que vos matasteis gozan de buena salud». El capitalismo industrial europeo que conoció y estudió Marx es anterior a su universalización; sin embargo, el revolucionario alemán percibió y analizó una tendencia inscrita en el ADN del capital: la agresiva necesidad de expansión continua que preside su lógica, causa, a su vez, de sus crisis recurrentes. Esta compulsiva característica del sistema nadie la discute, ni en el campo de sus defensores y beneficiarios, ni en el de sus detractores y perjudicados. Es un hecho evidente en la era de la globalización (capitalista) a los ojos de la mayoría. Ésta es una de las claves de la validez y capacidad de la teoría marxista muchos años después. Los plumíferos de la derecha y los pensadores de las escuelas de negocio califican de antiguallas todas las concep-

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Prólogo ciones diferentes a la dominante, heredera directa de la corriente marginalista o neoclásica y cuyos enemigos declarados son el enfoque keynesiano y, especialmente, el marxista. Su idea-fuerza es que el egoísmo individual de cada uno de los componentes de la sociedad lleva al óptimo económico gracias a la racionalidad de los mercados —idea que Husson combate muy eficazmente con los números en la mano— y que ese equilibrio permite alcanzar la armonía. No hay clases en presencia, ergo, no hay conflicto de clases. Todo se reduce a mero factor de producción. Lo social desaparece, pues los ingresos se determinan por leyes económicas objetivas. Para el neoliberalismo, el capital, simplemente es un conjunto de medios de producción y no, como acertadamente demuestra Husson una relación social. Mal que pese a la ortodoxia, el marxismo es capaz de establecer el paradigma antagónico que puede impugnar su discurso. El marxismo es producto del modo de producción capitalista —realidad anterior en el tiempo— y por tanto tiene un espacio de desarrollo mientras el sistema exista. La textura del sistema económico en la era de la globalización y la financiarización de la economía es, en sus aspectos fundamentales, la del modo de producción capitalista. Como plantea Husson al analizar las fronteras, contornos, características, variantes y formas de funcionamiento que ha ido adoptando el capitalismo desde su génesis, existen una serie de constantes sistémicas básicas y específicas que la «ciencia económica» dominante ignora en unos casos y deforma en otros: por ejemplo, explica las crisis como anomalías del funcionamiento del mercado, o intenta presentar como naturales y, por tanto, inmutables, los patrones de distribución de la renta, cuando éstos son —como toda relación social— producto de una situación y una correlación de fuerzas dadas. Valgan para ilustrar este argumento dos ejemplos de constantes sistémicas analizadas en su día por Marx, retomadas en este trabajo por Husson, e ignorada habitualmente por la economía ortodoxa. En primer lugar, se corrobora que la fluctuación de los salarios prevista por Marx evoluciona según dos factores: a) el volumen del ejército industrial de reserva, determinado en última instancia por los altibajos de acumulación de capital y b) la correlación de fuerzas entre las clases. En

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El capitalismo en 10 lecciones pleno triunfo de las políticas neoliberales podemos comprobar que el paro actual y la fuerza perdida en los años anteriores están permitiendo la aplicación de unas políticas de austeridad antisociales. En segundo lugar, las crisis periódicas tuvieron y tienen en el capitalismo un vínculo directo con la evolución de la tasa de ganancia y casi todas ofrecen manifestaciones similares: sobreproducción de mercancías y sobreacumulación de capital ficticio. Desde 1825, fecha en la que se origina la primera crisis industrial, hasta nuestros días se han producido 24 crisis en ciclos de 6 a 9 años, con un promedio de duración del ciclo industrial (crisis, estancamiento, reactivación, prosperidad, recalentamiento y de nuevo crisis) de 7,5 años. Con palabras que resultan de gran actualidad Marx explica que la «plétora» del capital ante la existencia de capitales ociosos y el descenso de la tasas de ganancia se ve empujada a caminos aventurados, especulación, combinaciones turbias a base de crédito, manejos especulativos con acciones y crisis. Una teoría social resulta tanto más válida si consigue analizar el presente y prever las tendencias futuras. No deja de ser interesante comprobar la capacidad de anticipación de Karl Marx y, en el caso que ahora citamos, de Friedrich Engels. En 1895 éste escribió para la publicación Die Neue Zeit, dirigida por Karl Kautsky, «Apéndice y notas complementarias al tercer tomo de El Capital», dónde enunció dos tendencias, que el actual proceso de globalización ha llevado a un extremo que a finales del siglo XIX eran difícilmente imaginables. En primer lugar, el papel de la bolsa en el funcionamiento del sistema: «Sin embargo, desde 1865, cuando se escribió este libro [El Capital], se produjo una modificación que asigna a la bolsa, en la actualidad, un papel significativamente acrecentado y aún creciente, y que con la evolución ulterior tiene la tendencia a concentrar la producción global, tanto industrial como agrícola, y todo el tráfico —tanto los medios de comunicación como la función de intercambio— en manos de bolsistas, de modo que la bolsa se convierte en la representante más conspicua de la producción capitalista»2. Ese Frankestein con vida pro2  Friedrich Engels, «Apéndice y notas complementarias al tercer tomo de El Capital», en Karl Marx y Friedrich Engels, El Capital, t. III, vol. 8, «El

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Prólogo pia en el que se han convertido las bolsas actualmente, en las que las cotizaciones van por su cuenta y —a veces y como dice Husson— poco tienen que ver con la rentabilidad efectiva de las empresas, inició la andadura en el XIX. En segundo lugar, Engels se refiere también al papel preponderante que adquieren en el mundo empresarial representantes directos del capital ajenos al sector de actividad y lejanos de las mitificadas figuras del «capitán de industria» o del «emprendedor» pero que, sin embargo, determinan el curso del negocio: «Con esta acumulación aumentó asimismo la masa de rentistas (…) que sólo querían tener una ocupación llevadera como directores y asesores de compañías»3. Tanto en los tiempos de Engels como en los actuales, las clases dominantes viven del trabajo humano ajeno, monopolizan las funciones de gestión y dirigen el proceso de acumulación. En el libro que presentamos puede encontrarse un riguroso análisis del papel de la bolsa en la economía actual y de la falaz ilusión rentista que pretende «hacer dinero durmiendo». ¿Cuál es la utilidad del marxismo? Engels en el prólogo a la edición inglesa de 1888 del Manifiesto comunista, plantea que Marx había comprendido y formulado en 1845 que en toda época histórica el modo económico predominante de producción e intercambio, y la estructura social que se deriva necesariamente de él, constituyen el fundamento sobre el cual se basa la historia política e intelectual de esa época. En la medida en que el marxismo constituye una teoría de la evolución social del capitalismo basada en una hipótesis fuerte —que la estructura económica tiene un papel central en la historia de dicho sistema— nos permite una comprensión racional y no mistificada de la sociedad, las relaciones sociales, el funcionamiento económico, el devenir social. Para construir su teoría Marx echó mano del conjunto de conocimientos de su época. Por ello, frente a las críticas de eclecticismo interdisciplinario (sic) que le formuló el Croce proceso global de producción capitalista», Siglo XXI, Madrid, 2009, p. 1147. 3  Ibídem, p. 1148.

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El capitalismo en 10 lecciones postmarxista, es de gran utilidad la respuesta de Manuel Sacristán en ¿A qué "género literario" pertenece El Capital?, que haciéndola nuestra podemos reformular de esta manera: Marx usó todos los recursos que le permitieran tener una visión holística de las principales cuestiones y tendencias del modo de producción capitalista. El marxismo proporciona una batería de conceptos con una gran potencia interpretativa: modo de producción, fuerzas productivas, o relaciones de producción capaces de desvelar la naturaleza del capital como una relación social de producción y no un simple acumulado material. Pues el capital dispone de medios de existencia, instrumentos de trabajo y de materias primas producidos o extraídos y, en cualquier caso, acumulados en condiciones sociales dadas y con relaciones sociales determinadas. Ello es lo que llevó a Joseph A. Schumpeter en su Capitalismo, socialismo y democracia a concluir que Marx fue el primer pensador que logró que su teoría económica se transformase en análisis histórico, y el relato histórico en histoire raisonné. Esos conceptos son los que usa, afina y actualiza creativamente el libro de Husson, en nuestra opinión en la tradición de los trabajos de Ernest Mandel. Conceptos teóricos que nos permiten utilizar y recrear otros: trabajo, fuerza de trabajo, tiempo de trabajo, valor de uso, valor de cambio, plusvalía, mercancía, fetichismo de las mercancías, crisis, leyes del aumento de la composición orgánica del capital o la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sin los cuales difícilmente podemos abordar la naturaleza de la globalización en curso, de los planes de austeridad en curso o de la desigualdad en la sociedad actual. En Historia y conciencia de clase György Lukács defendió, frente al dogmatismo asfixiante del estalinismo que le rodeaba y con el que tuvo una conflictiva coexistencia, que «en cuestiones de marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente a cuestiones de método»4. En nuestra opinión no hay ortodoxia canónica que valga, ni siquiera metodológica. Tal como plantea Ernest Mandel en El lugar del marxismo en la historia, solo las verdades religiosas (o neoliberales, podríamos añadir­

4  György Lukács, Historia y conciencia de clase, Grijalbo, México, 1969, p. 2.

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Prólogo hoy) resultan irrefutables5. Por ello, el revolucionario belga postula que hay que aplicar al propio marxismo la interpretación materialista de la historia para poder comprender su papel y su origen ligado al nacimiento mismo del capitalismo. Todo hay que someterlo, tal cual hizo el mismo Marx, a la crítica y el único axioma válido tiene dos componentes a) que toda acción humana debe ser sometida a la prueba de la práctica y b) que el conocimiento se basa en aprender de la realidad, del devenir social. Y eso lo pone en práctica el trabajo de Husson. Para Marx la producción capitalista industrial era una «simple estación» de tránsito en la historia económica de la humanidad, razonamiento que tanto irrita a quienes presentan la naturaleza y las leyes del mercado como naturales y por tanto, deducen, inmutables. Por el contrario Marx en las «Cartas a los americanos» (1848 a 1855) nos propone que estudiemos la formación social concreta de cada país en cada momento. Esa es su intención cuando se propone conocer las leyes que explican el origen, existencia, organización interna y muerte de un organismo social y su sustitución por otro organismo social dado. Marx está en las antípodas de quienes tienen como Rostow una concepción lineal de las fases por las que atraviesa la economía y la sociedad a lo largo de la historia; visión determinista que desgraciadamente divulgaron también estalinistas y socialdemócratas que se reclamaban marxistas. Bien al contrario, su concepción abierta de las posibles líneas de evolución de las sociedades podemos comprobarla cuando diferencia entre sus previsiones para los países industrializados, y sus análisis sobre las potencialidades comunistas de la comunidad rural rusa (mir) en su carta a Mijailovski o en su correspondencia con Vera Zassulitch meses antes de morir. Igualmente sus estudios sobre el «modo de producción asiático», la India o Ceilán y su creciente interés por la etnología y la historia de las civilizaciones le alejaban de una visión eurocéntrica. 5  Ernest Mandel, El lugar del marxismo en la historia, Cuadernos de estudio e investigación, nº 1, Instituto Internacional de Investigación, Ámsterdam, 1989 y Leviatán, Madrid, 1989.

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El capitalismo en 10 lecciones Por ello afirmó que no había que buscar la «ganzúa de una teoría histórico-filosófica general suprahistórica»6, al margen del análisis concreto para explicar cualquier sociedad. Es más, Marx señala que en el seno de los países industrializados una «llamativa analogía» que se produce en «diferentes medios» puede ofrecer «resultados diferentes»7. No existe un piloto automático que conduce la historia, ni un funcionamiento «autónomo» de carácter determinista del modo de producción capitalista. Por el contrario, sus contradicciones (objetivas) operan en el sentido de la necesidad (de su extinción), pero realmente lo que abren es la puerta a la posibilidad (de su muerte y sustitución) mediante la acción social y política (el factor subjetivo). En resumen, Michel Husson acomete en este interesante libro que aquí presentamos una cuidadosa recuperación, ampliación y divulgación de la obra de Marx. No obstante, más allá de esta tarea, Husson emprende otra que presenta un enorme e indudable valor: la utilización de la teoría marxista para el análisis aplicado de la realidad económica y social contemporánea. A dicha finalidad Husson consagra la última parte de su libro, resultando ésta de un formidable interés para cualquier persona interesada en comprender el funcionamiento de la economía mundial actual. Por nuestra parte, esbozamos dos líneas de trabajo que constituyen sendos retos para el marxismo: la dimensión feminista de los problemas económicos y la asunción de los límites de la biosfera. Respecto a la segunda cuestión Husson analiza uno de los aspectos más relevantes del modelo productivo: el modelo energético; y concluye que es imposible una trasmutación verde del capitalismo. Destacan además otras dos cuestiones en la aportación de Husson a la comprensión del capitalismo del siglo XXI, que valoramos a continuación: la caracterización que hace el autor del periodo neoliberal y el análisis de la realidad europea. Tomamos en este prólogo estos análisis como punto de partida 6  Karl Marx, «Epílogo a la segunda edición de El Capital», Marx Engels Werke (MEW), pp. 107-112; cita referida y traducida por Jacobo Muñoz en Marx: textos de economía y filosofía, Gredos, Madrid, 2012, p. 213. 7  Ibídem, p. 213.

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Prólogo para presentar las características propias del proceso de acumulación en la economía española durante los últimos años. El metabolismo sociedad -naturaleza Husson plantea el grave problema de la creciente intensidad energética vinculada al modo de producción capitalista, que está provocando el calentamiento terrestre por la emisión de gases de efecto invernadero como consecuencia de la quema de combustibles fósiles. Y concluye que la defensa del beneficio hace inviable un capitalismo «verde» que pueda rebajar significativamente esa voracidad de crudo, carbón y gas. La cuestión energética es el talón de Aquiles del capitalismo en su doble vertiente: agotamiento de fuentes convencionales y riesgos que comporta el modelo energético (emisiones). Pero también es el punto más débil en el razonamiento ecológico de Marx, su «caballo de Troya» en expresión de Daniel Tanuro. Marx detectó múltiples impactos negativos de la acción humana en el medio natural y planteó la necesidad de racionalizar el metabolismo sociedad / naturaleza, aunque no percibió una cuestión central: la diferencia cualitativa entre la energía de flujo (solar y biomasa) y la de stock (combustibles fósiles) 8. En nuestra opinión el problema de Marx con la ecología abarca también otra cuestión: no incluyó en el núcleo duro de su razonamiento económico la finitud, los límites de la naturaleza, la escasez de los recursos y la capacidad de carga cuantitativa y cualitativa de la biosfera al metabolizar emisiones y vertidos. Los marxistas tenemos que plantearnos a fondo esta cuestión. Hay una dimensión política —de antagonismo social— en la contradicción entre socialización de la principal fuerza productiva —el trabajo, cada vez más colectivo— y las relaciones de producción —cada vez más privadas, dado el régimen de propiedad de los medios de producción—. En eso acertó plenamente Marx; sin embargo, esta contradicción también tiene una clara dimensión ecológica. Así, el volumen del desarrollo 8  Daniel Tanuro, El imposible capitalismo verde, Los Libros de Viento Sur/ La Oveja Roja, Madrid, 2011.

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El capitalismo en 10 lecciones de las fuerzas productivas ha tenido impactos muy negativos —cierto es, difíciles de prever a mediados del siglo XIX— que hacen inferir que el desarrollo de esas fuerzas no necesariamente sea lo deseable. Además la conversión de la ciencia en fuerza productiva directa —que genera muchos efectos positivos— y la aparición de tecnologías peligrosas (sustancias tóxicas, aplicaciones sin control de las nanotecnologías, la biología sintética…) puso en riesgo la salud humana y el medio ambiente. Por ello, como plantea Michael Löwy, no basta con transformar sólo las relaciones de producción y las relaciones de propiedad. Es necesario cambiar la propia estructura de las fuerzas productivas, la estructura del aparato productivo y el mismo patrón de consumo9. En el Estado español hemos acuñado para expresar esta idea la necesidad de cambiar de modelo productivo comenzando por la clave: el modelo energético. El trabajo reproductivo en M arx Otro «caballo de Troya» en la teoría del trabajo de Marx es la cuestión del trabajo reproductivo (y de los cuidados) no asalariado. Marx inició la reflexión en forma objetivista, con cierta distancia y escaso desarrollo, el marxismo posterior no la retomó hasta que el feminismo planteó la cuestión. Si el debate entre la economía marxista y la economía ecológica tiene importantes carencias y retrasos, el debate con la economía feminista aún más. Para Marx el trabajo no es principalmente una unidad de la medida común de los costes de producción de las mercancías, sino que es la esencia misma del valor. El valor es el trabajo. El potencial del trabajo, medido en términos de la masa de horas de trabajo disponible de una sociedad determinada durante un periodo dado, es el trabajo social abstracto que todo grupo humano necesita para vivir y perdurar. La persona asalariada no vende «trabajo» sino fuerza de trabajo, o sea su capacidad de producción, que el capital transforma en 9  Michael Löwy, Ecosocialismo: la alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista, Siglo XXI, Madrid, 2012.

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Prólogo mercancía. Esta mercancía, como cualquiera otra, tiene sus propios costes y gastos de producción y de reproducción. La fuerza de trabajo, como mercancía, tiene utilidad (valor de uso) para su comprador, condición previa para su venta pero que no determina el valor de la mercancía vendida. En ello se basa precisamente Marx para señalar la existencia del plusvalor / plusvalía, entendida ésta como la diferencia entre el valor que el trabajador crea en el proceso productivo y el valor de su fuerza de trabajo (por el que es remunerado), y que va a parar al capital. Estas consideraciones no pueden hacerse sin embargo con la fuerza de trabajo que no se mercantiliza. El trabajo doméstico, generalmente desarrollado por las mujeres en el marco de la familia tradicional, contribuye a la reproducción de la fuerza de trabajo. Es más, constituye en buena medida la base que sustenta dicha reproducción. Sin embargo, esta contribución a la crianza, la atención a la enfermedad, la alimentación y el cuidado de la familia y un largo etcétera, en la medida en que no cristalizan en la producción de mercancías, no computan ni se contabilizan entre las cantidades de trabajo necesarias para la sociedad. Solamente se contabiliza la producción mercantil en el seno de una economía de mercado. Ello constituye un grave problema de inequidad entre géneros que refuerza al patriarcado, pero también manifiesta una inconsistencia analítica y política. Para las economistas feministas, como nos recuerda Mary Mellor10, la mayor parte del trabajo real de provisión del sustento se realiza en el marco del hogar y de las comunidades, por lo que la mayor parte del discurso económico es fallido al no tenerlo en cuenta. La caracterización del neoliberalismo en el marco de las distintas fases del capitalismo

Otro elemento relevante del texto de Husson para entender el funcionamiento de las economías contemporáneas es el análisis que el autor hace del periodo neoliberal como una fase particular del capitalismo. 10  Mary Mellor, «Ecologismo, feminismo y socialismo», Ecología Política, nº 23, Barcelona, 2002.

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El capitalismo en 10 lecciones El periodo neoliberal, que se inicia a comienzos de la década de 1980, se presenta como un periodo caracterizado por tres hechos. En primer lugar, es un periodo en el que asistimos a una notable reducción del peso de los salarios sobre la renta nacional. Esta intensa reducción habría alimentado —en un contexto de limitado crecimiento de la productividad— el aumento de la tasa de beneficio en las principales economías desarrolladas durante las tres últimas décadas. En segundo lugar, el periodo neoliberal alumbra una realidad rara vez señalada en el marco de economías capitalistas: la disociación entre la recuperación de la rentabilidad y la inversión productiva. Así, la recuperación que experimenta la tasa de beneficio en las economías de la OCDE a partir de 1980 no se traduce en una paralela recuperación de la tasa de inversión. Este vínculo, destacado en la historia del pensamiento económico tanto por los autores ortodoxos como por los heterodoxos, desde Adam Smith hasta Marx pasando por Keynes, parece no contrastarse en las principales economías del planeta durante las últimas tres décadas. La razón que explica dicha disociación entre beneficios e inversión radica en el tercer hecho: el incremento de los beneficios distribuidos, en forma de dividendos, a los accionistas. Estas tres cuestiones se situarían en la base del modelo de acumulación neoliberal. Por un lado, el elevado nivel de desempleo propio de este periodo, junto con las políticas de liberalización y flexibilización de los mercados de trabajo, explican la mencionada reducción de los salarios en proporción a la renta nacional. Además, la disminución de las oportunidades de inversión rentable en el ámbito productivo determina un estancamiento de dicha inversión y un desplazamiento creciente de capitales desde la esfera productiva hacia la financiera. El mecanismo que ha hecho compatible ambas cuestiones radica en el intenso recurso al endeudamiento por parte de millones de hogares, que de este modo han mantenido la demanda agregada en un contexto de regresión salarial. La dinámica de creación endógena de dinero y de desplazamiento de capitales hacia la esfera financiera da lugar a una acumulación de activos financieros mucho más intensa que el propio crecimiento del PIB: la cotización de las acciones deja de estar conectada al valor de los beneficios efectivamente ob-

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Prólogo tenidos por la empresas y los acreedores financieros emiten deudas de forma masiva. Así, una enorme suma de los capitales invertidos en los mercados financieros (e inmobiliarios) se convierte en «capital ficticio», en la medida en que se corresponde con futuros derechos de cobro cuya probabilidad de hacerse efectivos es altamente incierta, dada la desconexión de tales operaciones con la dinámica productiva. Por tanto, las finanzas no constituyen, tal y como señala el autor, «un parásito en un cuerpo sano». Más bien, al contrario, son el mecanismo que permiten «cerrar el círculo» de la reproducción del capitalismo neoliberal. Sin embargo, este esquema de reproducción no es un esquema estable ni que pueda mantenerse indefinidamente, en la medida en que no es viable el crecimiento ilimitado de los niveles de endeudamiento. A la luz de este planteamiento la crisis actual no sería más que la consecuencia lógica del modelo neoliberal. El sistema se encontraría actualmente, por tanto, sin un modelo de gestión alternativo, lo que le conduce a una suerte de «regulación caótica» incapaz de garantizar, hoy por hoy, los derechos sociales y las condiciones de vida de la población. La economía política del euro Husson se pregunta, en el octavo capítulo del libro, «¿para qué sirve la Europa liberal?» Ésta resulta una pregunta de lo más pertinente en un momento como el actual. Los ciudadanos europeos, particularmente aquellos que viven en los países mediterráneos y periféricos, han depositado históricamente unas enormes esperanzas de paz y progreso económico en el proyecto de la Unión Europea. Estas esperanzas se han visto sin embargo defraudadas a medida que la situación económica ha evidenciado la verdadera naturaleza del proyecto europeo y, especialmente, de la Unión Económica y Monetaria (UEM). Los criterios sobre los que se construye esta unión no permiten conformar un espacio político soberano ni democrático, sino una articulación de acuerdos y tratados en donde los criterios tecnocráticos se van imponiendo sobre las necesida-

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El capitalismo en 10 lecciones des sociales y los derechos laborales. Así, desde el Tratado de Maastricht hasta el Pacto por el Euro, pasando por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, las posibilidades de desarrollar una política fiscal autónoma quedan completamente asfixiadas. Además, la pérdida de las políticas monetaria y cambiaria supuso una cesión de soberanía —y de flexibilidad en la gestión económica— que no fue sin embargo compensada con otros posibles mecanismos que limitasen las asimetrías (verdaderas transferencias económicas interterritoriales o una armonización al alza de los derechos laborales, por ejemplo). Se consagra la libre movilidad de capitales (y, con ella, el deterioro de la capacidad recaudatoria de los Estados) así como un estatuto del Banco Central Europeo (BCE) que tiene prohibido prestar a los poderes públicos, aunque sí puede hacerlo a la banca privada. El «sistema-euro» (analizado muy solventemente por el propio Husson en un reciente artículo publicado por la revista Viento Sur11), queda constituido por tanto como un conjunto de tratados que apuntalan una política fiscal basada en la austeridad y un BCE ajeno al control democrático de los parlamentos europeos. La UEM pretendía unificar bajo una misma moneda economías con estructuras productivas y niveles de productividad muy diversos. En ausencia de flujos interterritoriales significativos (más allá de los fondos FEDER, que apenas han alcanzado el 0,3% del PIB de la UE) y de instituciones fiscales supranacionales que pudiesen modificar las distintas bases productivas nacionales, el proyecto europeo ha terminado abocado a la inestabilidad económica y política. La crisis ha mostrado la inviabilidad de que una zona monetaria unificada pueda garantizar la convergencia de las distintas economías que la integran, o los derechos sociales, en ausencia de un Estado que respalde la nueva moneda. El papel histórico del euro no ha sido por tanto el de garantizar la convergencia económica o los derechos sociales a escala europea sino, al contrario, el de institucionalizar las medidas de ajuste fiscal y de reformas del mercado de traba11  Véase Michel Husson, «Economía política del Sistema-Euro», Viento Sur, nº 125, febrero de 2013.

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Prólogo jo. Se ha institucionalizado con ello el permanente cuestionamiento de tales avances. Tal y como plantea el propio Husson, «¿para qué puede servir el euro, si no se utiliza para conferir mayor coherencia al conjunto europeo? Su verdadera función es servir de palanca para generalizar la austeridad salarial y extenderla a los elementos de salario socializado (protección social, jubilaciones, servicios públicos)». De este modo, la crisis ha revelado las inconsistencias pre­ exis­tentes en el modelo europeo: la llamada «Europa de las dos velocidades», o la fractura actual entre la Europa periférica y la de los Estados centrales, no responde a una implementación incompleta del proyecto de la UE, sino que resulta de su diseño inicial. Así, a pesar del proceso de «convergencia nominal» impulsado por el Tratado de Maastricht, e incluso de los procesos de convergencia en renta per cápita de las distintas economías, las asimetrías productivas, comerciales, financieras y sociales se han incrementado en el marco de la zona euro. Son estas asimetrías y estas divergencias las que en buena medida explican que la crisis económica mundial haya tomado una forma aún más aguda en las economías periféricas de la Unión Europea. La participación de buena parte de las economías europeas en la zona euro abarató e incrementó la financiación privada captada por los países periféricos (Grecia, Irlanda, Portugal o España). Estas mayores facilidades para recibir financiación externa respondieron al libre movimiento de capitales que ha garantizado la zona euro, a la seguridad que la existencia de una moneda común proporcionaba a los inversores extranjeros y a unos tipos de interés reales muy reducidos fruto de los diferenciales de inflación entre los distintos países. Estas circunstancias permitieron que se generase en la zona euro un modelo dual: algunas economías (como la española) crecieron por encima de la media, impulsadas por una fuerte entrada de capitales y un elevado endeudamiento. Por otro lado, las economías centrales (el caso alemán es el más claro) han visto dinamizado su crecimiento gracias a las exportaciones destinadas en buena medida al resto de países comunitarios y, en especial, a los países periféricos. Así, los superávits comerciales de los países más desarrollados se reciclaban en la periferia, contribuyendo con ello a impulsar las

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El capitalismo en 10 lecciones burbujas crediticias, inmobiliarias y bursátiles en este último grupo de países. La moneda común ha colaborado por tanto a la consolidación de este modelo dualizado, con un centro y una periferia: en ausencia del euro estas crecientes divergencias en las balanzas de pagos intraeuropeas no habrían resultado sostenibles durante tanto tiempo, los mercados financieros habrían atacado a las monedas nacionales de los países periféricos y estos habrían tenido que devaluar. La moneda común ha contribuido así a impulsar la lógica del capital financiero internacional, basada en la creciente acumulación de capital ficticio antes descrita —lo que el propio Husson denomina en su libro la financiarización— y también en un proceso de valorización caracterizado por vínculos cada vez más frágiles con la actividad productiva. El aparente «paraguas» de tranquilidad que ofrecía el euro para los inversores financieros se vuelve finalmente contra la propia unión monetaria: el monto de endeudamiento externo —fundamentalmente privado— acumulado por algunas economías periféricas es de tal magnitud que el ataque de los mercados financieros termina cuestionando la viabilidad de dicha unión. Estos ataques ya no recaen sobre las cotizaciones cambiarias de las distintas monedas nacionales (dado que dichas monedas ya no existen), sino que golpean las primas de riesgo de las deudas soberanas. Financiarización y crisis en la economía española El libro de Husson no aborda la realidad económica de los países de la Europa mediterránea ni, por tanto, la economía española. No obstante presenta un marco de análisis en el que el lector atento podrá apoyarse para entender mejor la evolución de nuestra economía, así como la crisis que actualmente atraviesa. La economía española ha experimentado también un significativo proceso de financiarización durante estas últimas décadas: el aumento del valor de los activos financieros ha sido notablemente superior al de los propios fundamentos de la actividad productiva, y el peso de las rentas financieras se ha in-

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Prólogo crementado en el conjunto de la renta nacional. En particular, el rasgo central del proceso de financiarización de la economía española ha venido dado por la enorme burbuja crediticia acumulada desde finales de los años noventa. Este modelo económico —presentado como «exitoso» durante el periodo previo a la crisis— tenía su base en la llegada de enormes sumas de capitales externos destinados a financiar el crédito inmobiliario. Esta característica —alentada, tal y como antes se ha comentado, por nuestra pertenecía a la zona euro— ha resultado ser también la principal fragilidad del modelo de crecimiento. Ahora bien, el análisis de la realidad económica española lleva a matizar parcialmente alguno de los planteamientos que Husson presenta —acertadamente, por otro lado— para el conjunto de las economías desarrolladas: la dicotomía que, de forma general, presentan estas economías entre la recuperación de la rentabilidad económica y el destino de dicha rentabilidad en términos de inversión no resulta tan acusado en la economía española. Así, fruto del intenso proceso inversor que se pone en marcha en el sector inmobiliario español entre 1995 y 2007, dicha discrepancia es sensiblemente inferior a la que tiene lugar en las economías centrales de la UE. Téngase en cuenta que estas economías están precisamente exportando capitales —entre otros lugares a España—, lo que determina que éstos no formen parte de su gasto interno. Eso sí, si retirásemos de la inversión productiva española aquella llevada a cabo por el sector inmobiliario, el supuesto «éxito» —en términos de inversión— del modelo español quedaría más que matizado. Así, entre 1996 y 2008 el peso de la formación bruta de capital fijo total sobre el PIB pasó del 21,2% al 28,7%, mientras que, durante ese mismo periodo, el peso de la formación bruta de capital fijo en construcción pasó del 11,7% del PIB al 20,2%. El neoliberalismo en la economía española no ha tomado tanto la forma de insuficiencia de inversiones en el terreno productivo, sino de sobreacumulación en el sector inmobiliario. Además, el proceso de financiarización de la economía española no ha resultado inocuo en lo que a su relación con el modelo de distribución de la renta se refiere. En la medida en que dicho proceso ha orientado el ahorro captado hacia el

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El capitalismo en 10 lecciones s­ ector inmobiliario y turístico, el crecimiento del empleo en España ha tenido lugar en esas ramas. Como sabemos, el empleo en dichos sectores se caracteriza por ser un empleo precario, de escasa cualificación y bajos salarios. Simultáneamente, las rentas inmobiliarias y financieras han experimentado un crecimiento sin precedentes durante estos años. Así, el proceso de financiarización ha actuado como dispositivo de transferencia de rentas, en contra de las del trabajo y a favor de las del capital. Tanto el PIB como los activos financieros e inmobiliarios han crecido entre 1995 y 2008 muy por encima del salario real medio —que ha permanecido básicamente estancado durante este periodo— y de los restantes componentes del salario diferido (pensión media y subsidio por desempleo). Podemos decir por tanto que el proceso de financiarización ha actuado como palanca de recomposición entre las clases sociales, haciendo aún más regresivo el modelo español de distribución de la renta. Es ésta la realidad económica y social que explica la crisis en el Estado español. La creciente fragilidad sistémica ocasionada por la acumulación de capital ficticio y por la financiarización de la economía termina finalmente por estallar. Y sin embargo, con la crisis, esta financiarización de la actividad económica —entendida como subordinación al dominio del capital financiero y a sus intereses— no desaparece sino que se refuerza. La orientación de la política económica tanto en el Estado español como en el conjunto de la UE así lo pone de manifiesto: garantizar el cobro de las deudas contraídas hasta el extremo de socializar las pérdidas de las instituciones financieras. Para ello, los sucesivos gobiernos de Zapatero y Rajoy (especialmente el segundo de ellos) han ejecutado masivos recortes del gasto público y han impulsado reformas del sistema de pensiones y del mercado de trabajo lesivas para los intereses de la mayoría social. Los dilemas y contradicciones a los que se enfrenta la economía mundial

El libro de Michel Husson termina con la misma vocación con la que comienza: proporcionar instrumentos útiles para aque-

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Prólogo llas personas que quieren comprender el funcionamiento de nuestras economías contemporáneas. Con ese objetivo se plantean aquellos dilemas y contradicciones que la economía mundial presenta actualmente. Así, Husson señala, e intenta arrojar luz, sobre una serie dilemas de particular importancia. La mera formulación de estos dilemas remite sin duda al tipo de preguntas que los economistas deberían hacerse hoy día y, sin embargo, evitan plantear. ¿Debe priorizarse el restablecimiento de la rentabilidad empresarial o, por el contrario, debemos garantizar el empleo para todo aquel que quiera trabajar? Hemos visto después de treinta años de gestión neoliberal cómo de lo primero no necesariamente se deriva lo segundo. ¿Debemos centrar nuestra política económica en reabsorber los déficit presupuestarios o en defender los gastos sociales? Comprobamos hoy día cómo la apuesta de los gobiernos europeos por recortar el gasto social no reduce el déficit en la magnitud esperada, dada la correspondiente reducción de la actividad económica asociada a los recortes así como las continuas ayudas a las entidades financieras. ¿Deben los países europeos coordinarse o, por el contrario, deben apostar por salidas unilaterales a la crisis actual? Una verdadera coordinación entre países, basada en criterios democráticos y de solidaridad internacional, parece fuera del alcance. Una salida unilateral de la crisis, similar a la que siguieron los países durante la década de 1930, liquidaría de facto el proyecto europeo. En definitiva, y tal y como recuerda el autor, estos dilemas evidencian que asistimos a un periodo de regulación caótica, en la que «el capitalismo quiere volver a su funcionamiento anterior a la crisis, pero es imposible». Nacho Álvarez y Manuel Garí

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