1 Una perspectiva histórica y teórica Han sido innumerables las reflexiones, escritos y controversias sobre cuestiones tan complejas como los nacionalismos y las naciones a lo largo de la historia contemporánea y no se pretende en esta obra un análisis exhaustivo de todas las corrientes de interpretación que han ido apareciendo en torno a esas materias. Se aspira, eso sí, a ofrecer una panorámica general de las más relevantes para luego abordar con más atención cuál ha sido la evolución del marxismo en general respecto a las mismas. 1.1 Los nacionalismos, ¿fenómeno moderno? Sí, pero... Formulaciones como «carácter nacional», «genio nacional» o «espíritu del pueblo» tienen sus primeros teóricos a partir del siglo XVIII en pensadores como Montesquieu, Rousseau, Lord Shaftesbury o Herder. Más concretamente, si nos referimos al origen del vocablo «nacionalismo», se suele convenir en que es al conservador Augustin de Barruel a quien se atribuye la paternidad del mismo cuando lo emplea en 1798 para identificarlo con «derrocar gobiernos legítimos cuyo derecho a ejercer la autoridad se basaba en la voluntad divina o en derechos heredados»1. El nacionalismo es percibido, por tanto, desde finales del siglo XVIII como una nueva fuente de legitimación de la autoridad basada en la existencia de un sentimiento compartido de nación, frente a las que hasta entonces se remitían a la religión o a la tradición. La impugnación de estas últimas y el ascenso de esa nueva idea tienen sus antecedentes en un contexto histórico determinado: el de la crisis de los Estados absolutistas, iniciada en Inglaterra y Holanda, y, sobre todo, la nueva era abierta por la Revolución Norteamericana (1776) y la Revolución Francesa (1789), el proceso desigual de independencia criolla en las colonias latinoamericanas2 y la 1 José Álvarez Junco, Mater dolorosa, Taurus, Madrid, 2001, p. 379. 2 Merece mención aparte la original revolución antiesclavista triunfante en 1804 en Haití, junto con la de 1810 en México, por ir más allá de las revo-
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