Introducción
Un siglo de violencia Escribir sobre la violencia en el siglo XX podría convertirse fácilmente en un gabinete de los horrores o una espantosa y monótona sucesión de guerras y masacres, desde Verdún hasta Bagdad, desde el genocidio armenio hasta el ruandés, pasando por Auschwitz y el gulag. Muchos estudiosos ya han llevado a cabo este ejercicio de pesimismo antropológico al ilustrar las profundas raíces del mal en los seres humanos. Mi planteamiento es otro: intentaré detectar y describir algunos rasgos significativos de la violencia del siglo pasado partiendo de una de sus matrices, a saber, los cataclismos europeos del periodo que va de 1914 a 1945, con algunas referencias a sus secuelas en las décadas posteriores. Entre 1914 y 1945, Europa vivió una segunda Guerra de los Treinta Años. Esos años de violencia fueron el reflejo de una crisis europea global: una crisis política, causada por el colapso del antiguo orden liberal y la irrupción de las masas en la esfera pública, que duró hasta el advenimiento del fascismo; una crisis económica, causada por el fin del liberalismo económico y la introducción en todos los países de distintas formas de intervención del Estado en la economía; y, finalmente, una crisis cultural, que puso en tela de juicio la idea hasta entonces dominante de progreso. En esa época, nuevos paradigmas científicos se mezclaron con cosmovisiones conservadoras heredadas de la tradición de la «contrailustración», creando formas híbridas y hasta entonces desconocidas de modernidad reaccionaria. A partir de 1914, la modernidad reveló su faz más destructiva y espantosa: la de la guerra total. Un continente que todavía era en gran parte rural descubrió las leyes de un mundo mecanizado, una temporalidad completamente desconectada de los ritmos de la naturaleza y el sometimiento de los cuerpos al arrollador monstruo impersonal de los ejércitos de masas. De repente, el concepto de modernidad dejó de identificarse con el progreso material y pasó a asociarse con la guerra industrial lidiada por ejércitos gigantescos organizados a modo de fábricas fordistas y formados por soldados convertidos en «trabajadores
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