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Cuando la visita no se va
Ser anfitrión puede ser algo muy satisfactorio para una persona, pero también puede llegar a convertirse en un estrés adicional, dependiendo de la persona que recibe (y de la visita).
Si están muy a gusto en tu casa, quizá su estancia se alargue porque la verdad no se quieren ir. Los primeros días son agradables, sobre todo cuando están las fiestas decembrinas y uno espera que entren y salgan familiares y amigos.
Pero después de unos días, aun que ya haya pasado los días festivos, hay visita que se queda y el anfitrión comienza a sentir una carga y estrés, en especial cuando todos los de la casa ya quieren volver a su rutina.
¿Qué hacemos en estos casos?
Aquí en La Revista Binacional te damos unos consejos para que de manera educada, pero firme, tu visita entienda que es hora de irse.
1. Comienza con frases empáticas como: “Qué rápido se fueron los días. Ya te vas mañana” o “Ya volveremos mañana a la rutina. Avísame si necesitas ayuda con empacar tus maletas” (así la visita se acuerda de que ya es hora de irse).
2. Algo que funciona de maravilla es tener un horario con las actividades por día, como, por ejemplo: DÍA 1: Convivio de bienvenida, DÍA 2: Desayuno familiar, Paseo por la ciudad, Cena (abierto a opiniones). DÍA 3: Comida de despedida y un cafecito rumbo al aeropuerto.
3. Sin ser mal educado, y si la visita ya se excedió en el tiempo de su estancia, no olvides como anfitrión hacer tus cosas (aún si eso significa dejarlos solos). Tu vida no puede detenerse por la visita.
4. Tu comodidad no te hace un mal anfitrión. Llega un momento en el que la atención a la visita se debe de acabar, es muy cansado atender las 24 horas a alguien, por más confianza que le tengas, por más pariente que sea.
No debe ser un estrés la visita, al contrario. La convivencia puede ser una herramienta increíble para crecer las relaciones familiares o de amistad. Pero que también tu visita sepa que es eso, VISITA. Y tú recuerda que eres ANFITIRIÓN, pero por los días previamente establecidos.