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La Tierra que encogió

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El encargo

El encargo

Para conocer el significado del titular de esta entradilla hay que leer el artículo completo. Un artículo, o una crónica, por usar una palabra que enlaza con el nombre de nuestro periódico pero también con el sentido y sentir de estas líneas, que encargamos a Cristina García, una de las cuatro componentes del proyecto de FabLab LeanOnMe: a saber, Marta García, Laia de la Asunción y Carla Malureanu. Estas cuatro chicas, que se autodenominan las LeanOnMeGirls, viajaron hace pocoa Barcelona. ¡Descubramos por qué!

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Un día al salir de clase Carla, Laia, Marta y yo, Cristina, recibimos el siguiente mensaje: Hola chicas, preparad las maletas, nos vamos a Barcelona .

Todo empezó con la propuesta de José Manuel, nuestro mentor, en nombre de la organización FabLab M de participar en el proyecto Lean on Me, una solución que consta de dos partes. La primera, una app que detecta el deterioro cognitivo del paciente y ayuda con la detección temprana del Alzheimer, una enfermedad sin cura y cuyo pronóstico depende de un tratamiento temprano. La segunda, un asistente virtual que actúa como un cuidador las 24h

del día. Nuestra aventura comienza el 4

de mayo cuando nos subimos al AVE con destino a Barcelona. Una

vez allí comimos y tras un paseo por la avenida Diagonal volvimos al hotel.

Entonces nos llevaron al

CaixaForum donde nos

entregaron unas mochilas y camisetas. Entramos al auditorio

e impacientes esperamos a que empezara la gala de bienvenida. Durante la gala nos dieron la enhorabuena, pero también nos recordaron que no todo estaba hecho, además, dos ponentes nos hablaron del emprendimiento.

Al día siguiente nos levantamos pronto (muy a nuestro pesar), desayunamos y nos fuimos a la Universidad Pompeu Fabra donde recibimos una charla sobre qué es el emprendimiento social y trabajamos en nuestro plan de negocio. Después de comer nos llevaron al Pier 01, un lugar dedicado a la innovación donde

se encuentran empresas que están empezando.

Esa noche no cenamos en el hotel, sino que nos llevaron al Pueblo Español. Allí cenamos, bailamos y conocimos a gente nueva.

El día 6 trabajamos en nuestra presentación final. Terminamos de escribir el pitch y, aunque hubo problemillas técnicos con la presentación, todo salió adelante gracias a mucho trabajo y a la ayuda de nuestra mentora Mamen. A pesar de que esa tarde predominó el estrés, una vez

entregado todo ya pudimos respirar y nos subimos a la azotea del hotel a cenar.

El día importante había llegado. El día 7 era el día de las

presentaciones, el decisivo. Esa mañana nos dirigimos a la universidad donde presentamos nuestro proyecto al jurado e hicimos una entrevista con ellos.

Finalmente comimos y llegaron las despedidas. Esos días habían sido un gran premio porque habíamos podido crecer a nivel personal y profesional, habíamos conocido a mucha gente y habíamos aprendido muchísimo.

En mi opinión estas experiencias ayudan a crecer, como dijo Quino ¿...y quién sabe si al volver del viaje es la Tierra la que ha encogido o nosotros los que hemos crecido? .

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