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Ilustración 3 María Magdalena en la escena de la crucifixión. Monasterio de Santes Creus. Aiguamúrcia (España). © José Luis Giménez Rodríguez.
Adicionalmente el artista replicó esta misma técnica en la zona del vientre para marcar, en una forma clara e inconfundible, el signo de una mujer en estado de gravidez. El mensaje que se quiere transmitir es claro: al momento de la crucifixión María Magdalena estaba embarazada. La imagen es elocuente y no precisa de mayores comentarios salvo, quizás, que también se la ha representado con la aureola de los santos. Por último, en una vidriera, de finales del siglo XIX –o comienzos del XX–, en la iglesia escocesa de Kilmore (Dervaig, Isla de Mull) se retrata a Jesús y María Magdalena, en la misma escena, cogidos de la mano, y a María en estado
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de embarazo, con una faja alrededor de su bajo abdomen. En teoría se trataría de José y de María, los padres de Jesús; no obstante, en esta escena la figura masculina tiene halo (pero no es un halo corriente, es un halo con una cruz), y la figura femenina no. Es decir, en el caso que se tratara de María y José, sería María la que llevaría el halo. Sin embargo, en este caso la connotación del halo y de la cruz en el halo, pretenden abiertamente señalar que la figura masculina es Jesús; por lo que resulta fácil inferir que su compañera, con quien aparece cogido de la mano, no puede ser otra que María Magdalena. Al pie de la vidriera hay una frase en inglés que reza: María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada1. ¿Nuevamente, y en lugares tan dispares, la iconografía trata de transmitirnos un mensaje que la Iglesia trataría de ocultar? Y todavía hay más, según las leyendas locales, cerca de Dervaig, en la isla de Iona, habría nacido el hijo de Jesús y María Magdalena2. Allí mismo la Santa Novia habría entonado canciones de amor llamando a su perdido Novio3. Giacomo da Varazze (Jacobo o Santiago de la Vorágine), arzobispo de Génova y monje italiano de la orden de los dominicos, en su libro la Leyenda Ilustración 4 Vidriera de Kilmore
«Mary hath chosen that good part which shall not be taken away from her». Esta frase es la misma que encontramos en Lc 10, 42. El autor de la vidriera establece un vínculo entre María Magdalena y María de Betania, con lo que ratificaría lo que ya hemos dicho con respecto a que una y otra son la misma mujer. 1
OLSEN, Oddvar, PICKNETT, Lynn. Trad. Mario Lamberti. Secreto del Temple. Madrid: Editorial EDAF, 2007. P. 93 2
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Ídem.
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Dorada, también conocida como Vidas de los Santos1 e Historia Lombardica, señala: El sobrenombre de María "Magdalena" viene de Magdalo, el nombre de una de sus propiedades ancestrales. Ella era de buena cuna, descendiente de estirpe real. El nombre de su padre era Siro, su madre se llamaba Eucaria. Con su hermano Lázaro y su hermana Marta, era dueña de Magdalo, una ciudad amurallada a dos millas de Genesaret, junto a Betania, no lejos de Jerusalén, y una parte considerable de la misma Jerusalén. [...] Después de la ascensión de Cristo, sin embargo, todos ellos vendieron sus posesiones y pusieron las ganancias a los pies de los apóstoles. 2
De la Vorágine sigue indicando que, efectivamente, la princesa María Magdalena –que habría llevado una vida laxa en algún momento– habría sido introducida, junto con otras personas, en un barco sin remos a fin de que se perdieran en el mar. Esta misma embarcación lograría arribar a Marsella donde María Magdalena cristianizaría más tarde3. Ahora bien, aun cuando es cierto que este arzobispo recoge ciertos relatos que en ciertos casos resultan un poco inverosímiles, sirve para ilustrar que, desde el mismo seno de la iglesia, esta situación no era en absoluto desconocida y que, en todo caso, viene a reforzar la historia que nos relatan las leyendas. Y este es un aspecto bastante interesante del que, quizás, no se ha percibido el trasfondo pues, el hecho que existan muchas leyendas con respecto a la descendencia de Jesús y María Magdalena, independiente de que haya divergencia con respecto al lugar de Muerte de María Magdalena (es evidente que muchos lugares querrían tener el privilegio de tener su suelo como el depositario de sus hazañas), el sitio a donde huyó esta –o donde huyeron ambos– o el nombre o género de sus hijos –inclusive el número– no Es curioso que el libro sea también conocido como Vidas de los Santos y que en él se incluya a María Magdalena, lo que en efecto demuestra que lo que el Vaticano hizo en 1969, quitándole el rótulo de penitente a María Magdalena no significa que le reconozcan nada, pues simplemente le están devolviendo las migajas de algo que legítimamente le corresponde. Eso, lo único que demuestra esel error de la “iglesia” y su falta de competencia para interpretar el texto bíblico. 1
VORAGINE, Jacobus de. The golden legend: Readings on the Saints. New Jersey: Princeton University Press, 2012. P. 375. 2
Es posible que este arzobispo supiera más; sin embargo, es evidente que no todo lo plasmaría de forma fidedigna en su libro por temor a su institución y a la censura –si no al hecho de ser tildado de hereje–. Así, el hecho de que no mencione a María como esposa de Jesús es perfectamente entendible. Sus relatos extraordinarios, por otro lado, indican que no siempre deben tomarse al pie de la letra. 3
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hecha por piso la historia, sino que la refuerza. Es decir, el punto común en todas es que hubo una huida y que hubo descendencia. Todas hablan de lo mismo. Y, en nuestro concepto, esto es más poderoso, tiene mayor fuerza que la única historia de la iglesia católica, que se nos presenta como cierta porque fue la que logró imponerse y difundirse a fuerza de amenazas, homicidios y hogueras. Es decir, son muchas las historias que nos hablan de la descendencia de Jesús y María Magdalena y sólo una la que niega su matrimonio. Usualmente se piensa que la correcta es la última, pero esto es sólo porque fue la que una institución impuso a sangre y fuego. Y, evidentemente, esta última, no es coherente con el entorno sociocultural en el que se desenvolvió Jesús. En nuestro concepto, si somos imparciales, la balanza debería inclinarse hacia la historia que nos cuentan las tradiciones reputadas de leyendas. 6.8.
LOS EVANGELIOS
6.8.1.
Los Evangelios Gnósticos
Hasta este punto hemos visto diversos elementos que aportan a la tesis de la descendencia de Jesús apoyándonos en la iconografía, en las tradiciones orales y en las diferentes historias que se han entretejido en torno a ella, conjuntamente con las circunstancias históricas, sociales y culturales en las que vivió Jesús, todas ellas que hablan, que insinúan, que sugieren la misma noción: Jesús tuvo descendencia. Sin embargo, estos no son los únicos elementos que aportan indicios acerca de la eventual descendencia de Jesús, sino que es posible encontrar también en los mismos escritos primigenios del cristianismo elementos que ayudan a consolidar esta noción. En el Evangelio Gnóstico de Tomás encontramos lo siguiente: E. G. To 104: Le dicen: ¡Ven, oremos y ayunemos hoy! Jesús ha dicho: ¿Pues cuál es la transgresión que he cometido yo, y en qué he sido vencido? Pero cuando salga el novio de la alcoba nupcial, ¡entonces que ayunen y oren!
Aquí, si nuestra deducción es correcta, el novio debe ser entendido como Jesús. Es decir, Jesús es el novio que sale de la alcoba nupcial sin cometer transgresión alguna, es decir sin fornicar, sin comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, sin deseo ni apetito animal alguno. Él oficiaría en la alcoba nupcial con su amada esposa-sacerdotisa. En este punto la unión se presenta como algo sagrado. Estar en ella no es pecaminoso, no estar en ella
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sí parece ser pecaminoso, causa por la que los discípulos deberían ayunar y orar. Y así parece ilustrarlo el Evangelio Gnóstico de Felipe cuando expresa: E. G. Fe 71: Mientras Eva estaba [dentro de Adán] no existía la muerte, mas cuando se separó [de él] sobrevino la muerte. Cuando ésta retorne y él la acepte, dejará de existir la muerte.
Cuando el hombre y la mujer se unen sexualmente son una sola persona, una sola carne, un solo ser. Cuando el hombre y la mujer se unen sexualmente sin comer del fruto prohibido acometen un acto de dioses, efectúan la desnudez paradisíaca, y se aproximan al reino edénico. Tener un hombre, en el caso de la mujer, es un derecho legítimo; y tener una mujer, en el caso del hombre, es un derecho legítimo. Y así lo deja entrever el apóstol Pablo cuando señala: 1 Cor 9, 5: ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?
De acuerdo a este versículo es claro que los hermanos de Jesús viajan siempre acompañados por sus esposas, al igual que los apóstoles. Pero, si esto hacen ellos ¿a quién lo aprendieron? Si fuera verdad, si seriamente Jesús les hubiera indicado que el celibato era la vía más próxima para entrar al reino de los cielos muy posiblemente ellos, sus más próximos seguidores, habrían seguido sus indicaciones, su ejemplo y, eventualmente, habrían abandonado a sus esposas. Sin embargo –y no es sorpresa alguna–, lo que hacen es diametralmente opuesto. ¿A quién lo aprendieron? ¿Sería del novio que sale de la alcoba nupcial? E. G. Fe 60: El misterio del matrimonio [es] grande, pues [sin él] el mundo no existiría. […] Reparad en la unión [sin mancha], pues tiene [un gran] poder. Su imagen radica en la polución [corporal]1. E. G. Fe 122: [Nadie podrá] saber nunca cuál es [el día en que el hombre] y la mujer copulan –fuera de ellos mismos–, ya que las nupcias de (este) mundo son un misterio para aquellos que han tomado mujer. Y si el matrimonio de la polución permanece oculto, ¿cuánto más constituirá el matrimonio impoluto un verdadero misterio? Éste no es carnal, sino puro; no pertenece a la pasión, sino a la voluntad; no pertenece a las tinieblas o a la noche, sino al día y a la luz2. 1
SANTOS OTERO, Aurelio de. Los Evangelios Apócrifos. Op. cit.
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SANTOS OTERO, Aurelio de. Los Evangelios Apócrifos. Op. cit.
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¡Cuánto nos recuerda esto a la desnudez paradisíaca y a la desnudez pecaminosa del Edén! Pero ¿cuál es ese misterio del matrimonio? ¿Cuál es el matrimonio de la polución? ¿Cuál es el matrimonio impoluto –de la no polución–?1 El misterio es que permite a un ser común y corriente alcanzar el grado de Hombre (sólo en este punto puede advenir el Hijo del Hombre). E. G. Fe 127: Si uno se hace hijo de la cámara nupcial, recibirá la luz. Si uno no la recibe mientras se encuentra en estos parajes, tampoco la recibirá en el otro lugar2.
Y hay todavía más. En el libro de Tobías encontramos lo siguiente: Tob 8, 4: Al mismo tiempo Tobías exhortó a la doncella, y le dijo: Levántate, Sara, y hagamos oración a Dios hoy y mañana y después de mañana: porque estas tres noches las pasaremos unidos con Dios, y pasada la tercera noche haremos vida matrimonial. 5: Pues nosotros somos hijos de santos, y no podemos juntarnos a la manera de los gentiles, que no conocen a Dios.
¿Cuál es ese matrimonio santo –de la no polución–? El libro del Levítico puede ayudarnos a encontrar la respuesta. Lv 15, 2: Cualquier varón, cuando tuviere flujo de semen, será inmundo. Lv 15, 16: Cuando el hombre tuviere emisión de semen, lavará en agua todo su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. Lv 15, 18: Cuando un hombre yaciere con una mujer y tuviere emisión de semen, ambos se lavarán con agua, y serán inmundos hasta la noche.
¿Qué pasaría si ese hombre yace con la mujer sin tener emisión de semen? La respuesta sólo puede ser una: ya no sería inmundo. En ese punto habría participado del misterio del matrimonio, de la unión impoluta, como hijo de santos. Y esto es algo simplemente coherente; no creemos que el trabajo, que Polución se refiere de forma inequívoca a la expulsión de la Energía Creadora Sexual, de la simiente. En otras palabras, polución se refiere invariablemente a eyaculación (que implica orgasmo, mismo que se puede dar tanto en el hombre como en la mujer) y a expulsión, adrede o no, del semen. 1
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SANTOS OTERO, Aurelio de. Los Evangelios Apócrifos. Op. cit.
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la unión santa sea entregarse a los apetitos animales y fornicarios, pues eso hasta los cerdos lo hacen. Bien distinto es unirse con amor verdadero, sin extraer del organismo la energía de donde emana la vida. Por otra parte, consideramos que las relaciones sexuales en el matrimonio son algo absolutamente normal, bien sea dentro del matrimonio en polución como en el matrimonio impoluto –de la no polución–, y esto no es algo novísimo. Sin embargo, el hecho de practicar magia sexual, sin el derrame de la Energía Sexual (matrimonio impoluto), no impide que un solo espermatozoide pueda escaparse para engendrar un hijo, no de voluntad del hombre sino de la Espíritu Santa (Espíritu Santo, por la corrupción posterior en su traducción). Ahora resultará un poco más comprensible y hasta, conjuntamente con el Evangelio Gnóstico de Felipe exclamemos ¡Grande es el misterio del matrimonio! Ahora resultará un poco más comprensible el hecho de que Jesús, aun teniendo más hermanos, es engendrado por el Espíritu Santo (lo uno no desvirtúa lo otro). Si Jesús hubiera tenido algún hijo es posible que hubiera sido mediante este método. Pero ¿hay algún escrito donde se insinúe siguiera? En los cuatro evangelios aparece la figura elusiva y velada de Barrabás (Mt 27, 17-21; 27, 26; Mc 15, 7-15; Lc 23, 17-18; Jn 18, 39-40), llamado Jesús Barrabás de acuerdo a un antiguo manuscrito del Evangelio de Mateo. Barrabás podría significar bar Rabbi o bar Abba, entre otros. Es decir, Jesús hijo del rabí, o Jesús hijo del padre. En este caso, la fórmula para la pregunta de Pilato sería: ¿A quién queréis que os suelte: a Jesús hijo del rabí, o a Jesús, llamado el Cristo? La cuestión es, cuando menos, intrigante y, aunque en forma velada, nos indica que Jesús habría tenido al menos un hijo –si bien consideramos que allí se encierra un simbolismo superior (lo que no significa que no exista evidencia de un tipo más específico)–. En el evangelio Gnóstico de Felipe hallamos: E. G. Fe 120: Hay un Hijo del hombre y hay un hijo del Hijo del hombre. El Señor es el Hijo del hombre, y el hijo del Hijo del hombre es aquel que fue hecho por el Hijo del hombre. El Hijo del hombre recibió de Dios la facultad de crear, él tiene (también) la de engendrar 1.
Extraños pasajes que nos hablan de la capacidad de engendrar a un hijo; capacidad que proviene de Jesús. No cabe duda que se refiere en forma explícita a la facultad del Hijo del hombre (Jesús) para engendrar un hijo del Espíritu Santo, mediante el sistema del Kriya-Shakti. Ese es el hijo del Hijo 1
SANTOS OTERO, Aurelio de. Los Evangelios Apócrifos. Op. cit.
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