Hiroshima & Nagasaki: cultura de paz Toñi Guerrero
Hiroshima & Nagasaki: cultura de paz Toñi Guerrero
La Térmica 02.10-08.12 2020
Introducción La explosión nuclear aniquiló vidas, esperanzas y sueños… pero, esas mismas vidas, esperanzas y sueños resurgieron, con más fuerza, de entre las cenizas. Sin odio. Sin rencor. Ahora son las ciudades más pacifistas del planeta.
Niñas Genbaku Las dos hermanas se fijan en el Memorial de la Paz de Hiroshima (cúpula Genbaku o Genbaku Dōmu), el emblema de la ciudad. El edificio era el más moderno de Hiroshima cuando cayó la bomba. Permanece como símbolo de la barbarie. Se encuentra en la entrada norte del Parque de la Paz.
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Hiroshima & Nagasaki. Cultura de paz Este es el proyecto creativo que Toñi Guerrero y yo impulsamos hace un año. Queríamos transmitir a través de charlas en colegios en riesgo de exclusión social de Málaga y en una exposición fotográfica en La Térmica, la memoria del impacto de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, la noticia más importante del siglo XX, según una encuesta entre los lectores de The New York Times. Mediante encuentros con supervivientes (hibakushas) y con jóvenes habitantes de estas ciudades/ símbolos de la paz en todo el mundo y de respeto a los derechos humanos, Guerrero ha fotografiado a miembros de diferentes generaciones que muestran el cambio de mentalidad de los japoneses. Hiroshima & Nagasaki: cultura de paz
Sus fotografías ofrecen perspectivas diferentes de Hiroshima y Nagasaki. Rostros con memoria, colores, grullas, oraciones, explosión de emociones. Recuerdos, íntima epifanía de sentimientos. Es alegría, capacidad de superación; instantes de vida. Hiroshima y Nagasaki mantienen un claro y activo compromiso de educación para la paz y contra la proliferación de las armas nucleares. El pueblo japonés cuenta con una manera muy distinta de vivir el trauma del conflicto: supera las adversidades en una clara simbiosis con la armonía interior, frente a la civilización occidental, más centrada en las manifestaciones exteriores. Esta iniciativa está alineada con el punto 16 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, denominado «Paz, justicia e instituciones sólidas», también conocidos como objetivos mundiales. Es una llamada universal a la adopción de medidas para erradicar la pobreza, trabajar para la sostenibilidad, y contra el cambio climático, proteger al planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad, dos activos a proteger para el presente y el futuro de la civilización. El proyecto combina en imágenes y texto la tristeza y el drama de los acontecimientos de 1945, con la capacidad de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki de afrontar esta situación con alegría
Toñi Guerrero
y optimismo. Como decía Rilke y, a menudo, citaba Manuel Alcántara:
«¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo». Requiem, 1908
Contexto Este 2020 es un año muy importante para Japón. En agosto se cumplió el 75 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima (día 6: 8.15 horas) y sobre Nagasaki (día 9: 11.02 horas). El país estrenó el 1 de mayo de 2019 una nueva era llamada Reiwa («hermosa armonía»). También se ha coronado al nuevo emperador (Naruhito), que sustituye a su padre, Akihito, hijo del emperador Hirohito, quien rigió el país durante la Segunda Guerra Mundial hasta su fallecimiento en enero de 1989. Era el momento de organizar la exposición, que recoge este catálogo, con las vivencias de estos hibakushas y también de mostrar cómo estas dos ciudades se han transformado en elemento aglutinador de paz, convivencia y futuro. La autora Toñi Guerrero Barrionuevo (www.toniguerrero.com). Malagueña de 1971, es la autora del trabajo fotográfico «Hiroshima & Nagasaki: Cultura de paz». Especializada en fotografía social, retratos y fotoperiodismo, Guerrero ha 8—9
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publicado sus trabajos fotográficos en El Confidencial. Toñi Guerrero ha logrado en estas fotografías adentrarse en el alma japonesa. Su kokoro (corazón) es muy nipón. Toñi es una persona paciente que busca siempre la mejor instantánea y dedica el tiempo que sea necesario. Es respetuosa y atenta con el fotografiado. Nunca se entromete. Desde adolescente siente pasión por la fotografía. Le gustan los detalles y su talento como fotógrafa se demuestra en este conjunto de imágenes. Toñi Guerrero habla sobre diferentes aspectos de la exposición: Cultura de paz Nuestros actos deben crear un mundo más pacífico, un mundo en el que el respeto sea un valor tenido en cuenta, algo apreciado. No ha de ser algo que se quede reflejado en apariencia, palabras que suenan muy bien o una idea en un papel; sino que ha de ser algo llevado a la práctica por cada uno de nosotros, haciendo introspección sobre lo que podemos dar y hasta dónde podemos llegar para hacer del lugar que pisamos un mundo mejor. Creo que es un camino de aprendizaje continuo, que merece la pena andar. La cultura de paz es para mí moverse por la vida sabiendo que vivimos en un mundo en el que el otro está muy cerca de ti, tanto que formamos parte de Toñi Guerrero
un todo. Lo que le haces al otro, bueno o malo, te lo haces a ti. Y si quieres vivir en armonía y con el corazón lleno nunca puede ser a costa del dolor de otra persona. Pacifismo He sentido que Hiroshima y Nagasaki son pacifistas, ciudades donde hay un dolor antiguo. Se ve en las personas mayores, quienes estuvieron cerca de aquellos acontecimientos. Y no tanto en las personas más jóvenes que viven un poco más distanciadas de la historia, salvo aquellos que tienen sensibilidad por el tema o están muy conectados a sus mayores. He intentado transmitir el dolor que he sentido, tanto por los que desaparecieron, como por los que, estando vivos aquí, han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de la destrucción. He pretendido mostrar cómo es un país que ha perdonado, que ha aprendido el valor de la paz, que recuerda a sus muertos, que no quiere armas nucleares. Que, en definitiva, festeja todo lo que representa el pacifismo. El hombre dejado llevar por emociones negativas puede ser muy destructivo. Ese camino no lleva a ningún lugar. Yo siento que el único sendero de convivencia posible es el que hace que todos vivamos en paz. Puede parecer este un mensaje naíf, sin embargo, estoy convencida 10 — 11
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de que es la vía, y que este camino de paz hay que vivirlo día a día y generarlo nosotros en nuestro espacio cercano. Hiroshima y Nagasaki Antes de visitar por primera vez Japón, no sabía mucho de Hiroshima y Nagasaki. Sentía que eran algo muy lejano a mí, a nuestro tiempo y lugar geográfico. Siempre que se mencionaban estas dos ciudades recordaba la imagen de la seta de humo y radiación que cada 6 y 9 de agosto, cuando se recordaba el acontecimiento, nos mostraba el Telediario. Sabía que los habitantes de esas dos ciudades habían sido esfumados, que habían vivido posteriormente un calvario de dolencias, que tenían secuelas, que la radiación de las bombas había traído mucha tristeza y desolación. Sin embargo, en mi mente la imagen que siempre aparecía al mencionar a Hiroshima y Nagasaki era la de la seta, un icono impersonal, sin humanos. Todos los años igual. En junio de 2012, cuando viajé por primera vez a Hiroshima, quedé muy impresionada por la visita al museo de la bomba. Pienso que todos deberíamos visitar al menos una vez en la vida esta ciudad. No entendí cómo las personas pudimos llegar a tal nivel de autodestrucción. Después de la visita al museo me resultaba
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muy difícil creer que hubiera países que aún conservaran armas nucleares. ¿Para qué? Es el miedo al poder del otro, al sometimiento, lo que hace que sigan en pie estas armas. Recuerdo que en aquel primer viaje de 2012 fotografié una bola del mundo a la salida del museo de la bomba. En esta enorme esfera se veían las cabezas nucleares que aún tienen varios países. Y entristecí. No podía entender cómo después de la destrucción y el dolor que provocó la guerra y el lanzamiento de las bombas sobre la población nipona aún hubiera en el mundo alguien capaz de volver a hacer lo mismo a otro ser humano. Cuando salí del museo de la bomba deseaba comunicar, expresar a quienes no han estado allí cuánto dolor había percibido; deseaba transmitir el mismo sentimiento de cercanía con las víctimas y sus familiares y compartir su pesar. Deseaba, de alguna forma, poder acariciarles el alma contando su historia. Esta exposición es nuestro granito de arena para ello. Siete años después del primer viaje he visto un museo de la bomba que cuida que las imágenes no sean tan impactantes y duras. Quizás porque cada vez nos mostramos más sensibles y se tiene especial cuidado de no herir al espectador. Esta experiencia de 2019 ha sido muy bonita porque venía a fotografiar la ciudad con un objetivo, 12 — 13
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no solo como turista como cuando en 2012 me acerqué aquí por primera vez, y me he sentido muy parte de ella. He percibido mucho el cariño y el respeto de los distintos hibakushas con los que hemos hablado. Se sentían muy agradecidos de que hubiéramos viajado desde tan lejos para ser transmisores de su historia y su legado.
Mano de la estatua de la Paz en Nagasaki Asoma el dedo del monumento en recuerdo de las víctimas. Una luz.
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El testimonio de los hibakuhas Me impactó mucho la historia de Mori-san. En la tarde del 6 de agosto, tras la explosión atómica, se encontró con una niña que tenía el cuerpo en carne viva. Le pidió agua y ella siguió su camino. Esa imagen le ha marcado su vida. Se siente culpable de no haberla ayudado. El retrato de Mori-san abre esta muestra de fotografías y representa el optimismo de la superación. Es una mujer culta que vivió una experiencia traumática y la ha superado. Desde el salón de su casa se divisa la base militar del que antaño fue su enemigo. Transmite una vitalidad y una alegría enorme. Es una persona detallista, coqueta, inteligente. Representa un pasado triste y un presente alegre. Su figura es atractiva por la relación simbólica que tiene con el sentido de la exposición. He vivido las historias que los hibakushas han contado en primera persona, como la fotografía de Hiroshima & Nagasaki: cultura de paz
Emiko Okada, que está en blanco y negro. Otra de mis imágenes favoritas es la de la señora que tiene la cara llena de manchas y echa a volar la grulla que es tan simbólica en este país. Hay una chica, enferma de cáncer, que tiene tras de sí unas imágenes de muchachos con deformidades. Mira a la cámara con agrado, simpatía pero también percibo un cierto atisbo de rabia. Creo que es una fotografía poderosa. Me quedo, sobre todo, con la historia que hay detrás de cada una de estas imágenes. He sentido muy cerca el ambiente de la Segunda Guerra Mundial. Durante el tiempo que estuvimos en casa de Mori-san y ella nos contaba su experiencia, me transportó a otra época. Se había abierto una puerta a otro momento de la historia. Fue muy emocionante. No ha sido fácil. Las condiciones atmosféricas no acompañaron en este tipo de trabajo fotográfico; los días que tuvimos y los tiempos ajustados para la cobertura son factores que limitan. Pero ha merecido mucho la pena. Soy muy feliz por haber podido recoger una muestra de lo que lleva implícita la cultura de paz de estas dos ciudades y poder transmitirlo.
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Bombas atómicas No podemos olvidar la explosión nuclear, porque si olvidamos corremos el riesgo de olvidar el error, aunque sea de otra forma y con otros medios, cometeríamos la misma equivocación. Al igual que el Genbaku Domu (Monumento de la Paz de Hiroshima) está presente para recordarnos lo que pasó, hay que recordar lo que hicieron las bombas atómicas, que representan el deseo de aniquilamiento y destrucción del contrario en su máxima expresión, y así, recordándolo siempre, pienso que no volverá a suceder. El alma japonesa Me gusta mucho de Japón su educación, sus formas y su simpatía con el visitante; hasta tal punto que cada vez que vuelvo de un viaje a Japón siento una pequeña impresión por el contraste cuando vuelvo a Europa. Me siento cómoda en aquel país y creo que podemos aprender de ellos. Los españoles somos un gran pueblo, capaces de hacer grandes cosas: somos creativos y ocurrentes, aunque me gustaría que estuviéramos más unidos, al menos en lo relevante; que respetáramos más las opiniones ajenas, aunque sean contrarias y que seamos capaces de valorar y apreciar la creación y el conocimiento. Tenemos un gran camino por recorrer en autocrítica, mirar nuestro propio 16 — 17
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camino, más que el de la persona de al lado. Sé que puede no ser simpático decir, esto, pero estoy convencida de que añadiendo esto seremos un país realmente grande. Viaje fotográfico Me gusta la fotografía que cuenta algo, la que transmite, la que no te deja indiferente. Empecé fotografiando elementos de la naturaleza y allí podía jugar de forma sencilla con los tiempos, manejarlos a mi antojo y dejarme llevar. Cada vez fui sintiéndome más cómoda con el retrato y las distintas situaciones que muestran las personas. Creo que ofrecemos una gran riqueza de matices. Tengo predilección por varios fotógrafos. Me hubiera gustado conocer a Robert Capa y a Gerda Tardó y agradecerles todas sus fotografías y su valor al proporcionarnos las imágenes de nuestra guerra civil. A Cartier-Bresson por traernos el momento decisivo. Me atrae el trabajo antropológico de Cristina García Rodero, me gusta la forma de comunicar de Chema Madoz y tengo otros fotógrafos españoles entre mis favoritos.
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Si tuviera que elegir alguna frase favorita de mi relato fotográfico sería esta de Lisette Model:
«Soy una amante apasionada de la instantánea, porque es, entre todos, el tipo de fotografía que más se acerca a la verdad…».
He aprendido mucho en este viaje fotográfico. El camino que he emprendido aquí no ha hecho más que empezar. La vida es un continuo aprendizaje y Hiroshima y Nagasaki forman parte ya de mi corazón. Respaldo institucional El proyecto, con clara vocación intercultural, cuenta con el respaldo institucional en cada una de las actividades de la Obra Social «la Caixa», la Asociación de la Prensa de Málaga y la Fundación Manuel Alcántara.
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Mori-san ¡Bienvenidos a #HiroshimaNagasakiPaz! Mori-san es encantadora, dulce, intelectual, fuerte y valiente, muy valiente. Tiene 93 años. La Segunda Guerra Mundial acabó cuando tenía 19 años. Recuerda con nitidez. No olvida lo que ocurrió. Su charla es inteligente. No para de hablar de la niña que le pidió agua en la tarde del 6 de agosto. No la ayudó. Ha sido el tormento de su vida. «¿Por qué no le di agua?», se lamenta.
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Ceremonia de la paz el 6 de agosto en Hiroshima El programa de la ceremonia del 6 de agosto incluye oraciones, cánticos… y silencio. Y se reparten margaritas de colores diferentes. Flores y guantes entre el recuerdo.
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Una luz azul y blanca Hiromi Sumida, de 32 años, trajo un portarretrato con su abuela a nuestra cita. Quería llevarlo cerca del árbol preferido de su obachan («abuela»), lugar al que no había acudido desde que esta murió. Llevaba puestos unos preciosos pendientes con grullas de color celeste y naranja. Ha escrito y diseñado un libro que recuerda a su obachan, de la que ha recogido esta vivencia en el momento de la explosión al mirar la ventana. «De repente, llegaron rayos cegadores de una luz azul y blanca».
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Tristeza y respeto A pesar de todos los años transcurridos, se respira tristeza en la ceremonia de Hiroshima. Historias que solo ellos conocen. Respeto.
Bastones de incienso El delicado incienso japonés propicio para la meditación se enciende con estas manos de mujer. Antídoto contra el olvido. No más Hiroshimas.
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Rezando en el cenotafio Hay una llama y al fondo la cúpula de la bomba atómica.
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Llevando grullas Un hombre porta una bolsa con grullas hacia el lugar donde se celebra la ceremonia de la paz. Es una imagen habitual en esos días de agosto.
Velas Alrededor del Genbaku Dome de Hiroshima se colocan velas con dibujos y mensajes de paz. Reflejan el deseo de no más guerras.
Pareja rezando Rezan en silencio delante del cenotafio de la paz. Inclinan la cabeza y las flores amarillas son testigos del recuerdo. Recogimiento.
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La señora del bastón Señora apoyada en un bastón mientras atiende la ceremonia de Hiroshima.
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Sasaki Sakuko Sasaki Sakuko tiene 63 años y pertenece a la segunda generación de hibakushas. Relata las vivencias de familiares. Cuando su marido murió por cáncer él se preguntó: «¿Por qué tuvo que haber una bomba?».
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Hideko Nakano muestra un dibujo de los supervivientes Hideko Nakano tenía apenas tres años cuando el holocausto llegó a Hiroshima. Su padre era agricultor. Vivía con su abuela a tres kilómetros del hipocentro de la explosión atómica. Como muchos niños, participaba en el derribo de casas. Creaban cortafuegos porque los edificios eran de madera y siempre se quemaban tras el lanzamiento de bombas. Cuando cayó la bomba atómica muchos murieron porque estaban haciendo este trabajo. Siempre había avisos de alerta aérea y tenían que salir corriendo, sin ni siquiera tiempo para ponerse el pijama. En la foto muestra imágenes de los cuerpos sangrantes de los supervivientes tras la explosión.
No More Hiroshimas Visitaba una exposición de la bomba atómica y de sus atrocidades. Reivindica con su camiseta la necesidad de eliminar las armas nucleares de este planeta. Ojalá lo consigamos entre todos.
Maki Junji Maki Junji tenía 14 años cuando los estadounidenses lanzaron la bomba. «Había mucha gente herida, muchos muertos y los que todavía no habían fallecido, se estaban muriendo. De pronto, empezó a llover. No me estaba mojando, pero sabía que estaba lloviendo. Era la lluvia negra».
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Compartiendo experiencias La Asociación de hibakushas reúne en su salón a supervivientes de la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki. Comparten el relato de sus experiencias con los más jóvenes. Es 5 de agosto de 2019, un día antes de la ceremonia.
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La chica del sombrero La chica oculta su calvicie con un elegante sombrero. Acaba de relatar su experiencia en la Asociación de Hibakushas de Hiroshima. Detrás de ella, hay dos reproducciones de afectados con deformaciones a causa de la bomba atómica.
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Atsuko Hidaka y Sadako Suemasa y la bandera de Japón Son supervivientes de la bomba atómica. Tienen una historia de superación. «Siempre he sentido el miedo a la guerra. Seguiré contando mi historia hasta que me muera», afirma Sadako. Hideaki Nobushige Hideaki enseña un plano del área de Hiroshima afectada por la onda expansiva de la bomba atómica. Ha pasado varias enfermedades. Ahora se encuentra bien. Lleva dos anillos en su mano derecha, en recuerdo de su mujer fallecida.
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Katsuko Sueda y Fumie Ikemoto Fumie Ikemoto tiene 62 años. Es de la segunda generación de hibakushas. Enseña una fotografía de su madre antes de entrar en la residencia, rodeada de sus nietos.
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Palomas Suelta de palomas entre la silueta del edificio del Museo de la Bomba Atómica de Hiroshima.
Flores frente Genbaku La figura de la cúpula Genbaku aparece tras las flores que honran la memoria de los supervivientes.
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Emiko Okada Emiko Okada, como muchos japoneses, aparenta menos edad de la real. Justo al acabar la sesión fotográfica se tapó los ojos con sus manos. Emiko ha sufrido mucho, pero deja que asome un rayo de luz. Se puso muy contenta cuando le explicamos el aspecto de cultura de paz de este proyecto.
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Protesta Manifestantes contra la proliferación de bombas nucleares. Por la amistad entre los pueblos asiáticos. Un mensaje de unidad.
Grulla de la paz La grulla es un ave venerada en Japón. Esta señora caminaba cerca del cenotafio de la paz cuando vi que movía una de las grullas. Con generosidad y amabilidad, dos rasgos de los japoneses, me la regaló.
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Grullas en el suelo Las grullas están en todas partes. Dice la leyenda nipona que los dioses cumplirán tu deseo si haces mil grullas (tsurus en japonés).
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Señoras cantoras Son muy habituales los cánticos de paz. Aquí un coro de mujeres de Hiroshima el día 6 de agosto.
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Mayu Ishihara, paz Málaga también está presente en Hiroshima. Mayu Ishihara tiene 26 años y es la relatora de una hibakusha. Cuando le contamos nuestro proyecto, se prestó a ayudarnos y a unirnos a través del papel y esta imagen. Porque, aunque estemos a kilómetros de distancia, el dolor de lo que ellos sufrieron también es nuestro dolor, así como la esperanza y el deseo de que un mundo en armonía y paz también llegue hasta aquí, hasta Málaga.
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Reto superado Estaba en el lugar donde se conmemora la paz. Empecé a fotografiarle cuando la simbólica grulla, era un proyecto. Un papel azul. Poco a poco, con la agilidad que le dan sus largos dedos y la experiencia, el ave tomó forma y me la presentó como objetivo conseguido, como alegre reto superado.
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La chica del paraguas Retrataba instantes con una clásica cámara Nikon F3 escenas de gente orando a los muertos de la bomba atómica. La fotografié y ella a mí también. Vimos el resultado de las fotos. Nos reímos con complicidad.
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Contando la historia de Sadako Una sonrisa. Y paz. Estas dos chicas, dispuestas y muy alegres, acababan de representar la historia de la niña Sadako junto a un grupo de compañeros cerca del monumento a la paz de los niños en Hiroshima. Sadako era una niña deportista que murió de leucemia por la bomba atómica.
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Paz para el mundo El parque de la paz de Hiroshima está lleno de mensajes escritos en idiomas de todo el mundo. Esta preciosa niña se quedó mirando fijamente mi cámara Nikon. We love you Hiroshima. Paz para el mundo.
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Niñas Genbaku Las dos hermanas se fijan en el Memorial de la Paz de Hiroshima (cúpula Genbaku o Genbaku Dōmu), el emblema de la ciudad. El edificio era el más moderno de Hiroshima cuando cayó la bomba. Permanece como símbolo de la barbarie. Se encuentra en la entrada norte del Parque de la Paz.
Farolillos en el río Motayasu Imagen del río Motayasu el 6 de agosto de 2019.
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La amenaza nuclear Asoma el dedo del monumento en recuerdo de las víctimas de Nagasaki.
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Serenidad Un rezo íntimo en medio de la multitud. Nagasaki llora.
Grupo de empleados con grullas Ofrenda realizada por un grupo de compañeras de trabajo. El Guernica de los niños El Guernica de los niños es un conjunto de lienzos a tamaño de la pintura original. Los niños plasman su visión de la paz.
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Las chicas mayores del coro Estas tres señoras que me transmitieron su amistad y complicidad en la cámara están a punto de salir a cantar oraciones de paz en la ceremonia de Nagasaki. Era 9 de agosto y el asfixiante calor también era un actor de esta escena.
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Estatua de la paz de Nagasaki La estatua de la paz, diseñada por Kitamura Seibo en 1955, es de bronce y pesa 10 toneladas. La mano derecha en alto simboliza la amenaza de las armas nucleares. El brazo izquierdo extendido expresa la paz mundial.
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Renuncia a la guerra El artículo 9 de la Constitución japonesa deja muy claro que Japón no puede tener ejército. El Gobierno nipón quiere cambiar esta parte de su Carta Magna, redactada por las Fuerzas de Ocupación de Estados Unidos. Hay una fuerte oposición de gran parte de la sociedad.
Estatua de la madre y el niño Monumento conmemorativo del 50 aniversario con el fin de fortalecer el área donde cayó la bomba atómica como una zona de oración y de paz mundial. En el siglo XXI el futuro de Japón se expresa en la figura de un hijo que duerme en el cálido pecho de su madre. Las 11:02 fue la hora del lanzamiento de la bomba atómica sobre Nagasaki. Esta chica observa la imagen del dolor.
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Takako Gokan Takako Gokan tiene 86 años. Cuando cayó la bomba atómica, estaba en sexto de Primaria en un colegio de Hiroshima. Sus padres y hermanos murieron. Fue la única de toda su clase que sobrevivió a la explosión. Enseña una imagen icónica del célebre fotógrafo Sumiteru Taniguchi de las quemaduras de un niño tras la bomba de Nagasaki.
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Yasujiro Tanaka y víctima Tanaka enseña la fotografía del horror de un cadáver, de tantos como perecieron. Observa con pesar mientras sujeta con delicadeza y respeto la imagen. Tiene 77 años y solo lleva 14 confesando que es hibakusha. Su madre y su hermana murieron por enfermedades del riñón. Él sufre dificultades de audición en el oído derecho, una de las secuelas que ha tenido de la bomba atómica.
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La señora y su recuerdo Oración y memoria. Rezo en la ceremonia de Nagasaki: 9 de agosto Los seres queridos jamás se olvidan.
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Paseando entre grullas de origami Las grullas de origami se depositan en diferentes lugares de Nagasaki, en los días previos a la ceremonia de la paz.
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Zona Cero en Nagasaki Imagen del hipocentro de Nagasaki.
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Mori-san se despide Mori-san y Apolo, su precioso perrito (que no se ve en la foto, pero estaba por ahí con sus permanentes jugueteos), se despiden de esta exposición. ¡Muchas gracias por venir! Arigato!
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Ya sabéis: #HiroshimaNagasakiPaz.
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Diputación de Málaga Presidente J. Francisco Salado Escaño Diputado Delegado de Cultura y Educación Víctor Manuel González García Director del Centro Cultural La Térmica Salomón Castiel Abecasis
La Térmica Diputación de Málaga Av. de los Guindos, 48. 29004 Málaga t. 952 069 100 | f. 952 239 780 www.latermicamalaga.com
Catálogo
Exposición
Edita Centro Cultural La Térmica Diputación de Málaga
Organiza Centro Cultural La Térmica Diputación de Málaga
Fotografías Toñi Guerrero Barrionuevo
Director del Centro Cultural La Térmica Salomón Castiel Abecasis
Textos Agustín Rivera Hernández Toñi Guerrero Barrionuevo
Asistencia técnica Centro Cultural La Térmica Diputación de Málaga
Diseño Jacobo Gómez Navarro Trópico de Cáncer
Comisariado Agustín Rivera Hernández
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Diseño Jacobo Gómez Navarro Trópico de Cáncer
Agradecimientos Obra Social «la Caixa» La Térmica Clínicas Rincón Dental Asociación de la Prensa de Málaga Fundación Manuel Alcántara Casa Asia Olga Grymierski Gonzalo Robledo Diana Ríos Carlos Chevalier Rony Vargas Masae Shimoda
Zengo Inuzuka Kumi Matsushima Miyoko Tamura Silvia Lidia González Nacho Ramírez Sánchez Juan Romera Fadón Samuel Ruiz González Santiago Molina Ruiz Jorge Pedrosa García Andrei Stefan Balog www.andreistefanbalog.com
El catálogo Hiroshima & Nagasaki: cultura de paz se terminó de imprimir en Málaga, en los talleres Imagraf el 21 de septiembre de 2020