la térmica
16.12.2019 — 20.04.2020
La vida al pie del Caminito del Rey T E S T I M O N I O F OTO G R Á F I C O D E M A N U E L V Á Z Q U E Z F E R N Á N D E Z ( 1 9 0 8 - 1 9 9 8 )
Javier Ramírez
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Tras un día de caza. Comida campestre cerca de El Chorro
Se diría que Manuel Vázquez fotografía lo que sabe, no lo que ve. Fotógrafo amateur, ha legado una colección de imágenes que tienen su razón de ser en el mundo de intereses y vivencias de la pequeña población situada junto a la hoy desaparecida Central Hidroeléctrica del Chorro, imperativo categórico del Caminito del Rey. La vinculación profesional de Manuel con esta central eléctrica data de 1915, cuando con siete años empieza a trabajar junto a su padre como aprendiz de mecánico. Desde su infancia debió transitar el camino de servicio que, para la conservación y mantenimiento del azud que alimentaba la central hidroeléctrica, recorría el Desfiladero de los Gaitanes, lo cruzaba a su término mediante el puente-acueducto situado a 75 metros de altura y seguía luego, adosado a la pared vertical del Gran Gaitán, hasta aproximarse a la línea del ferrocarril, desde donde iba descendiendo para llegar a la Acera de El Chorro, el poblado construido por la compañía hidroeléctrica para los trabajadores de la central y donde su familia tenía la vivienda. En su prematura edad laboral, Manuel debió conocer el periodo final de las obras
del pantano de El Chorro, ponderado entonces como el embalse de mayor capacidad hidráulica de España. Además, con trece años, participó de la conmoción que supuso en la aldea la visita de Alfonso xiii acompañado de numerosas autoridades y de un personaje bien conocido por su reiterada y activa presencia en el lugar como director del proyecto de construcción de la presa: el ingeniero Rafael Benjumea Burín, luego Conde de Guadalhorce; y con ellos, una nutrida nube de periodistas y fotógrafos de prensa venidos tanto de Málaga como de Madrid. Después de la visita del rey las cosas cambiaron. Al menos cambió el nombre de aquel camino, nominado hasta entonces como «Los Balconcillos» o «El Balconcillo», que pasó a llamarse Caminito del Rey. Quizás también produjera en los trabajadores asociados al pantano y a la central eléctrica un cierto sentimiento de orgullo al participar en una empresa de tan alto reconocimiento, y es también posible que en esa notable efeméride se encuentre el temprano interés de Manuel Vázquez por la fotografía. No conocemos a ciencia cierta el momento en que Manuel Vázquez se inicia en la
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Día festivo en el entorno de El Chorro
producción fotográfica. Sí cabe especular con la idea de que su entorno de trabajo es desde muy pronto lugar de interés, objeto de múltiples visitas y, en consecuencia, sujeto fotográfico. A título de ejemplo: la excursión que los marinos americanos realizan al pantano en abril de 1924. La prensa de la época1 relata con elocuente retórica las distintas singladuras que una escuadra de la armada de Estados Unidos realiza por distintos puertos españoles, y cómo a su llegada a Málaga es agasajada por las autoridades locales y cómo son invitados sus representantes oficiales a visitar el lugar donde «se encierran las bellezas más grandes de la ingeniería española».2 La excursión comprende el recorrido por las aguas del pantano en lanchas gasolineras y barcazas, paseo por el Caminito del Rey y almuerzo en el paraje. Queda constancia gráfica de que algunos de aquellos marinos se acompañaban de cámaras fotográficas, no así del tipo de máquina; posiblemente alguna que cumpliera con las demandas de eficacia y rapidez de las que hacían gala las marcas americanas. Aquel mismo año, en España, Kodak desarrollaba una amplísima campaña publicitaria en prensa diaria y, sobre todo, en revistas ilustradas en la que prometía «perpetuar la escena alegre o emocionante, las caras de las mujeres hermosas, la luz, la vida y cuanto constituye motivo de dicha y placer». Añadiendo que «El manejo del Kodak se aprende en pocos minutos y las 1 Los
diarios El Sol (Madrid), La Unión Mercantil (Málaga) y las revistas ilustradas Nuevo Mundo o La Unión Ilustrada, entre otras. 2 El día de Ayer, La Unión Mercantil, 17 de abril 1924.
operaciones se hacen todas a plena luz» y que «hay Kodaks para todos los gustos desde 59 pesetas en adelante». Ya el modelo más barato resultaba inasequible para la mayoría de la población española: el salario de un trabajador cualificado oscilaba entre las tres y tres pesetas y media por día trabajado (una peseta menos en el caso de las trabajadoras). No obstante, a finales de los años veinte, Manuel Vázquez ya disponía de cámara propia y, probablemente, empezara a interesarse por el revelado de sus propios negativos, formato 6x9 cm, en blanco y negro. Con la llegada de la República, las cosas vuelven a cambiar. Al menos de inmediato, el Caminito dejó su apellido real para volver a llamarse «Balconcillo». Más tarde, a finales de enero de 1932, la visita al pantano del ministro de Fomento, Indalecio Prieto, no tuvo el carácter alegórico-industrial que solía rodear la presencia de autoridades en El Chorro. Por el contrario, puso de manifiesto una dura crítica a la iniciativa del ingeniero Benjumea, tachándola de oportunista y onerosa para el Estado, ya que con fondos públicos se había financiado a la oligarquía malagueña bajo el pretexto de satisfacer la demanda de una más teórica que real comunidad de regantes. Según el criterio del ministro de Fomento, la finalidad del embalse era en aquellas fechas el abastecimiento de las dos centrales hidroeléctricas (Gaitanejo y El Chorro), quedando todavía pendiente la realización de las obras de canalización de aguas para el regadío de las tierras de labor de la comarca del Guadalhorce. El informe de Indalecio Prieto al Consejo de Ministros seña-
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laba, entre otros extremos, que «la impresión que se obtiene en la visita al pantano es que el regadío no ha sido el motivo, sino el pretexto de su construcción».3 No obstante, el pantano de El Chorro seguía siendo entonces un ineludible punto de interés no ya de la provincia de Málaga sino del mapa hidráulico español.4 Tres meses más tarde de la visita del ministro, alumnos de la Escuela de Veterinaria de Córdoba se interesan por las obras e infraestructuras hidráulicas de Andalucía eligiendo como puntos de referencia los dos embalses de mayor importancia del territorio andaluz: el pantano de El Chorro y el de Gaudalmellato. De aquella experiencia queda una película documental5 que «muestra imágenes de la visita a la central eléctrica y del paseo, un tanto peligroso, que hace la expedición por el Balconcillo de El Chorro lo que les permitía tomar unas vistas panorámicas extraordinarias». A estas visitas se unen otras muchas a lo largo de los años veinte y treinta del pasado siglo. Las motivan los intereses más diversos: la confrontación política, el análisis sobre el terreno de aplicaciones técnicas de vanguardia, el estudio del sorprendente paraje natural y su riqueza paisajística, o el despertar de un incipiente turismo que mueve a un público de alto nivel económico. Nada de eso queda reflejado en las fotografías de Manuel Vázquez realizadas en ese periodo. El discurso oficial tiene relatores propios: reporteros gráficos que cubren puntualmente cada aconte3 Otro
informe del Sr. Prieto sobre obras hidráulicas. ABC, 3 de febrero 1932. Soledad (1998): El agua redentora. Revista de los Ministerio de Fomento y Medio Ambiente, 466. 5 En línea – Archivo Histórico Agroalimentario. Grandes obras para la gestión del agua. Archivo audiovisual. 4 Búrdalo,
cimiento. Las imágenes de nuestro fotógrafo amateur, un considerable número de placas en formato medio, se atienen al relato de la vida cotidiana en el poblamiento de El Chorro, en el eje del Desfiladero de los Gaitanes y las centrales eléctricas ubicadas en sus extremos. Del conjunto de documentos que conforman su archivo, referidos a los años veinte y treinta del pasado siglo, mostramos aquí una serie fotográfica que protagonizan los operarios en los trabajos de mantenimiento de las instalaciones del canal que alimenta el salto hidroeléctrico de El Chorro: ampliación, en 1930, del puente-acueducto que construyera en 1905 el ingeniero José Eugenio Ribera, y distintas reparaciones del azud a lo largo del Caminito. A estas imágenes se suman varias instantáneas de grupos diversos: jóvenes mostrando el resultado de una jornada de pesca en la inmediaciones del Gaitanejo; vecinos del poblado con la imagen de fondo de la central eléctrica; guiso campestre —solo hombres— en el entorno de El Chorro; excursión en barcaza —chicas y chicos— por las aguas del pantano, o la instantánea de una pausa en la jornada de asueto para tomar un refresco a las puertas de la vivienda familiar. En suma, el retrato de un lugar en una determinada época. De los personajes que habitan esas imágenes cabe decir que reflejan el ambiente de un espacio que no se identifica con el mundo rural; por el contrario, fotógrafo y fotografiados parecen transmitir la idea de que forman parte de un colectivo que contribuye al avance tecnológico del momento. Cada cual, en la dimensión del papel que le corresponde, contribuye a que la corriente eléctrica llegue a Málaga y a las poblaciones cercanas
en cantidad suficiente para que deje de ser un lujo al alcance de muy pocos. La Guerra Civil tampoco tiene reflejo en el archivo fotográfico de Manuel Vázquez; aunque algunas fuentes recogen6 que Manuel, jefe de servicios mecánicos de la Compañía Hidroeléctrica del Chorro, junto a Pedro Sánchez, jefe de los servicios eléctricos, tuvieron un papel relevante durante el conflicto bélico ya que «el bando republicano dictó órdenes de destruir o inutilizar las centrales del Gaitanejo y El Chorro» y que «ambos jefes de servicios minimizaron los efectos de estas órdenes desmontando algunas piezas que dejaron sin servicio las centrales solo hasta la toma de Málaga capital por los nacionales, cuando volvieron a ponerse en marcha sin daños mayores». De los años cuarenta y cincuenta seleccionamos un bloque de imágenes que siguen el mismo hilo argumental: retratos de grupo que, a modo de censo fotográfico, muestran a buen número de los habitantes de El Chorro. En paralelo, otras imágenes encuadran determinados aspectos de la vida laboral, incluyendo aquí una deriva puntual a la cercana línea del ferrocarril cuando se sustituye el viejo puente de hierro del Gran Gaitán, instalado entre 1862 y 1865, por el que existe en la actualidad. Mayor peso específico tienen en este bloque las vistas panorámicas, producidas probablemente con la intención de anotar las modificaciones del paisaje tanto por los efectos meteorológicos —la imagen insólita de la central hidroeléctrica cubierta de blanco por 6 Bastuel
Cardiel, Isabel, y Jenny Pérez Marrero (2009): Ayer y hoy del Desfiladero de los Gaitanes y el Caminito del Rey. Plan de Dinamización Turística Entorno de los Embalses Guadalhorce-Guadalteba, Diputación de Málaga.
la nevada de febrero de 1954—, como por la acción del hombre, la serie que da cuenta del recrecimiento del pantano en 1948. La selección que hacemos del abundante material fotográfico del periodo que comprende los años sesenta y setenta del pasado siglo mantiene el mismo discurso expositivo, si bien aborda dos grandes temas sobre los que Manuel Vázquez produjo una serie de reportajes de extraordinario interés documental: de una parte, las inundaciones producidas por el Guadalhorce en Gaitanejo y El Chorro; de otra, la desaparición de la primitiva estación eléctrica, sumergida por las aguas del embalsamiento de la presa de La Encantada. Este repertorio de la vida cotidiana a lo largo de cinco décadas en un lugar tan significado como El Chorro encierra otra cualidad: el haber sido realizado por un fotógrafo capaz de elaborar un discurso propio. Será el tiempo el que decida si el interés de su trabajo se circunscribe al ámbito de relaciones personales en el que se hizo o lo trasciende, como es el caso, para levantar acta de esa historia que no se suele contar pero que se hace imprescindible a la hora de entender el presente. Al recorrer estas imágenes tenemos la clara impresión de que Manuel Vázquez siente la necesidad de construir un relato nativo, no la vista rápida captada por el viajero ocasional, con la que él no se puede identificar, sino la del conocedor del territorio y de lo que allí ocurre. Algunas de sus fotos nos recuerdan, salvada toda posible relación de equiparación profesional, a Lewis Wickes Hine: se da una extraña coincidencia en la horquilla temporal en la que ambos coinciden en la realización de reportajes de operarios de la construcción
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Jornada de pesca en Gaitán
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que trabajan suspendidos en el aire, sorprende también la rara relación de semejanza entre la fotografía titulada Mecánico en la bomba de vapor del fotógrafo neoyorquino con esa otra de tan parecido motivo que aquí incluimos, y, sobre todo, porque ambos expresan la idea de convertir en protagonistas el esfuerzo humano, la infancia, las tareas habituales, los momentos de descanso… En suma, el ser y la razón de estar en un lugar. Será Charo Vázquez, la única hija de Manuel, quien reciba este legado fotográfico: una colección de negativos en distintos formatos y cuyo contenido preciso está por descifrar. Ella sabe que han circulado copias en papel obtenidas a partir de esos negativos, que algunas de esas imágenes fueron publicadas sin citar al autor, y que ahora, tras el éxito internacional del Caminito del Rey, vuelven a ser difundidas
con escasa calidad —copias de copias— y sin tener en cuenta ni al autor ni el contexto en el que fueron producidas. A partir de estos antecedentes, se propone una tarea ardua y compleja: conocer, foto a foto el contenido de los negativos que guarda y custodia. Emprende el trabajo de digitalizar, como ella cuenta en estas páginas, todo el material. Con la ayuda de su amigo Adolfo Vergara, que positiva y restaura las digitalizaciones, recupera la mirada de su padre sobre la vida en el poblado de El Chorro y, a partir de ahí, surge una nueva propuesta: reivindicar su memoria como autor de esas imágenes que ayudan a pergeñar la historia visual de un lugar en el que hoy fija la mirada un público internacional, al tiempo que reivindica la autoría de esas fotos difundidas y mal atribuidas. Desde Photo-Espacio de La Térmica queremos contribuir a este propósito.
Fotografías de Manuel Vázquez
Charo Vázquez
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Charo Vázquez. El Chorro, 1966
En la actualidad vivimos en la era digital, captamos con nuestras cámaras y teléfonos móviles cualquier momento y acontecimiento, por nimio que sea, de nuestras vidas. Los niños y niñas que nacen hoy en día están siendo fotografiados por sus progenitores desde su nacimiento, e incluso desde antes de nacer, con ecografías 3D y 4D donde se les puede ver el rostro y la evolución de su gestación. Pero yo he tenido la gran suerte de, aún sin contar con los soportes técnicos que hay en el presente, poseer un gran número de imágenes como recuerdo de mi infancia y adolescencia. El recuerdo más nítido que me viene a la mente se remonta a la década de los sesenta. Ocurrió en una despedida familiar. Mi padre, con su cámara, objeto hasta entonces desconocido para mí, inmortalizó a toda la familia quedando esa imagen grabada permanentemente en mi retina. Desde entonces, la fotografía ha estado siempre presente en mi casa y en mi vida. Recuerdo siempre a mi padre con su cámara Reflex 35; una Yashica de color negro,
con la que captaba cualquier acontecimiento que surgía, no solo familiar, sino también de trabajo, social e incluso de ocio, tanto en El Chorro como en sus alrededores. Aquellos parajes tan bellos y hermosos, escondidos en un rinconcito de la provincia de Málaga, solo conocidos por los privilegiados que allí habitaban fueron fotografiados por su objetivo en infinidad de ocasiones. Entre sus muchas fotografías y negativos he encontrado anotaciones hechas de su puño y letra pidiendo copias a los laboratorios existentes en aquellos tiempos en Málaga como por ejemplo Foto Blanco, Montiel, Gómez, Entrambasaguas e incluso Foto Lerma y Martín de Álora. Esas copias las repartía, no solo a los familiares y amigos o a aquellas personas que eran objeto de la fotografía, sino también a la empresa donde prestaba sus servicios como empleado, en un principio Compañía Hidro eléctrica del Chorro y, más tarde, Compañía Sevillana de Electricidad, mostrando el día a día de los trabajadores en la fábrica y el afán de estos en las reparaciones y contratiempos,
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Charo Vázquez. El Chorro, 1966
adversidades climatológicas que surgían y todos aquellos acontecimientos importantes e irrepetibles que acontecían y que de alguna manera iban dejando su huella marcando la historia de El Chorro. Ese gesto de generosidad que tuvo en compartir su pasión, y que me trasmitió con su ejemplo es el mismo que yo intento trasmitir a los demás. Ha tenido que pasar el tiempo para encontrarnos en el momento actual, para que ese maravilloso lugar se haya hecho mundialmente conocido y famoso. Esa aldea, tan olvidada no hace tanto tiempo y hoy día tan requerida y conocida por muchos se merece un reconocimiento y homenaje. Fueron muchos los hombres y mujeres que con su esfuerzo y trabajo dejaron su huella en lo que hoy nos deslumbra. Mi padre, con su visión fotográfica y su cámara siempre colgada al hombro, fue grabando la vida cotidiana de la población en torno al Caminito del Rey: trabajos en la fábrica, restauración, mantenimiento, incidencias meteorológicas —riadas, nevadas—, festejos de la zona, belleza del paisaje, salidas de ocio al campo o reuniones familiares por el simple hecho de inmortalizar en imágenes unos momentos del discurrir de la vida en esta pequeña población. Nos ha dejado un pequeño legado familiar repleto de sentimientos y emociones lo cual, tanto a mi hijo como a mí, nos produce una gran alegría saber que con sus instantáneas podemos contribuir a que otros conozcan lo que hicieron nuestros mayores. He puesto todo mi esfuerzo y empeño en exponer todos estos recuerdos y vivencias por diferentes motivos. Uno por darle a conocer a mi hijo todo ese legado familiar que dejó su abuelo y otro por rendirle homenaje a mi padre, Manuel Vázquez Fernández. Me he encontrado ante un material en parte conocido por mí y otro extenso y to-
talmente desconocido, por tratarse de otra época en la que ni siquiera yo había nacido. En un principio lo que había de quedarse como un recuerdo familiar, animada por mi hijo, terminó convirtiéndose en este proyecto. Él mismo se ofreció a ayudarme, a pesar de que en los últimos momentos de este trabajo no ha podido estar presente por motivos profesionales. El proceso de clasificar y ordenar esta colección de imágenes que tan cuidadosamente mimó y cuidó mi padre me ha supuesto una tarea larga y laboriosa. Sentía la obligación de tratarlas con el mismo cariño que él las conservó. Tenía ante mí varias cajas con una gran cantidad de negativos: unos sueltos, otros agrupados en pequeños montoncitos envueltos en papel, otros más en sus carterillas con anotaciones de copias y muchas fotos sueltas e incluso pegadas en un pequeño álbum. Desconocía el criterio que había seguido mi padre para esa catalogación. Comencé a escanear negativos y hacer mi propio inventario. Ignoraba lo que me iba a encontrar. Fue muy emocionante ir desgranando poco a poco lo que aquellas cajas habían tenido atesoradas durante tantos años. Me encontré con personas con las que, debido a la diferencia de edad, no había coincidido en el tiempo pero a las que pudimos dotar de identidad debido a su parecido físico con sus descendientes y al recuerdo de otras personas mayores que siempre tuvieron guardados en su memoria. Observando estas imágenes me sorprendió ver la actitud y actividad de los hombres al realizar unos trabajos con riesgo para sus vidas por la falta de seguridad. Igualmente me impresionó la transformación del paisaje, a consecuencia, no solo de la climatología, sino también por la mano de obra de las personas y por último constatar cómo las imágenes
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captadas a través de una cámara son capaces de contar la historia de un pueblo. No tengo palabras para describir los sentimientos y emociones que despertaron en mí el bloque de imágenes que pertenecían a mi infancia, junto a mis familiares. Era como volver otra vez a vivir los momentos de mi niñez. Poco a poco iban aflorando recuerdos de la vida en El Chorro, una vida tranquila y relajada donde no había mucho que hacer, ni sitios a donde ir, solo con observar su entorno, corretear, pasear, ver la majestuosidad de su paisaje y disfrutar de la compañía de sus habitantes que éramos como una gran familia. Nos sentíamos inmensamente felices. La población se concentraba en dos núcleos diferenciados: uno se encontraba en la parte baja del valle, junto al río Guadalhorce y la Central Hidroeléctrica del Chorro, muy cerquita de la casa-chalet1 del ingeniero D. Rafael Benjumea Burín, I Conde de Guadalhorce. Dicha casa, con fachada de caliza rosa y molduras blancas, rodeada de bellos jardines y escalinatas con numerosas macetas sembradas de coloridos geranios, hacía que el lugar se viera aún más bello si cabe. Se elevaba bajo el puente de ferrocarril conocido como La Josefona, a poca distancia se encontraban la iglesia y el convento. El otro núcleo se hallaba en la parte alta del valle donde estaba situada la estación de tren,2 el cuartel, la fábrica de carburo, la de cemento y la de harina; siendo esta zona la más habitada. No puedo dejar en el olvido las diferentes casas aisladas de estos dos núcleos que igualmente formaban parte del entorno, situadas en zonas denominadas: Arroyo Hierros, Las Casillas, Romerales, Angosturas y algunas viviendas y cortijos junto al río, 1
Francisco Benjumea Heredia, III Conde de Guadalhorce [1988]: De Manuel Agustín Heredia a Rafael Benjumea, I Conde de Guadalhorce. 1786 a 1952, manuscrito inédito. Bastuel Cardiel, Isabel y Jenny Pérez Marrero (2009): El camino del rey. Un camino con historia. Diputación de Málaga. 2 Bastuel Cardiel, Isabel y Jenny Pérez Marrero (2009): Ayer y hoy del Desfiladero de los Gaitanes y el Caminito del Rey. Diputación de Málaga.
con sus pequeños o grandes huertos e incluso las casas-cuevas donde habitaban algunas familias. Recuerdo que para adquirir los alimentos de primera necesidad existía en la parte baja, junto a la fábrica un economato en el que los empleados y obreros podían hacer sus compras y varias pequeñas tiendas familiares en la parte de la estación. Los alimentos frescos eran vendidos de forma ambulante: José, conocido como el Lápiz, llegaba desde Bermejo-Caracuel, pequeña barriada del municipio de Álora, en un principio con su carromato y posteriormente en un viejo camioncillo. Tras hacer sonar varias veces el claxon, pregonaba sus frutas y verduras. Igualmente ocurría con el pescado, según cuentan los mayores de la zona, eran varias personas las que se acercaban a El Chorro para venderlo de manera itinerante; recuerdan a Juan el Manteca, Antonio el Pescadero y en los últimos tiempos a Diego el Chicharra que hacía su presencia desde Álora, primero en moto y después en furgoneta. La carne se vendía en la tienda de Anita la Lucera que tenía un pequeño colmado. El pan venía desde Ardales, traído por Antonio el Casillero, aunque algunos lugareños también elaboraban su propio pan que también vendían a los vecinos. La leche y el queso fresco eran abastecidos por las diferentes personas del lugar que se dedicaban al pastoreo. Para estos menesteres, los lugares de pasto más transitados eran los alrededores de la zona, por aquello de que la cabra tira al monte: Mesa de Villaverde, Almorchón y Cuevas, Cerro del Parrón, Los Romerales, Haza del Río, El Hoyo, Sabucón y Pedreras. Los cabreros más representativos de la zona fueron: Antonio el de Teresa, Diego el Cruzao, Rafael el Pedrero y Diego el del Vereón, aunque hay que decir que no todos coincidieron en el mismo tiempo. Señalar que el Pedrero solo vendía queso de cabra y algunos, a día de hoy, aún son capaces de recordar con nitidez el excelente sabor de aquel queso de antaño considerándolo el mejor de la zona.
El pueblo de referencia para todos los habitantes de El Chorro siempre fue Álora. Acudíamos para hacer compras más sofisticadas, para médicos especialistas, para continuar los estudios e incluso para divertirnos; nos desplazábamos en tren, en coche o en el autobús Rivero que hacía dos trayectos al día, a las siete de la mañana y a las tres de la tarde. En algunas ocasiones, por urgencias médicas, Cervantes, el chófer de la empresa hidroeléctrica, se ofrecía para hacer el trayecto. La asistencia médica básica de los habitantes la cubría el médico D. Francisco Pérez que, desde Álora, se desplazaba dos veces a la semana a pasar consulta. Además la aldea contaba con un practicante, Juanito Morilla, empleado de Hidroeléctrica del Chorro que se encargaba de realizar las primeras curas y auxilios a los trabajadores y obreros por pequeños accidentes. Ni que decir tiene que todos los residentes acudían a él para alguna que otra cura y para que les pusiera cualquier inyección recetada por el médico. En lo referente a la educación existía una escuela de primaria,3 situada junto a la iglesia, estaba a cargo de tres hermanas de la congregación religiosa de las Hijas de la Caridad que fueron muy queridas por toda la vecindad, a la cual acudían niños y niñas del entorno de cortijos y de todas las casas dispersas de la zona. En la capilla, bajo la advocación de la Virgen Milagrosa se oficiaba todos los domingos misa a cargo de los diferentes curas que pasaron a lo largo del tiempo por el poblado entre los que se recuerdan a D. Felix Loetona y en los últimos tiempos a D. Antonio García. Los locales de ocio solo existían en la zona de la estación: El Quiosco (bar regentado siempre por la misma familia), que ha pasado de generación en generación situado junto a la fábrica de harina, hoy en día rehabilitada 3 Francisco
Benjumea Heredia, III Conde de Guadalhorce [1984]: Historia de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, manuscrito inédito. Francisco Benjumea Heredia, III Conde de Guadalhorce [1988]: De Manuel Agustín Heredia a Rafael Benjumea, I Conde de Guadalhorce. 1786 a 1952, manuscrito inédito.
y convertida en un maravilloso complejo turístico rural llamado La Garganta; el bar de la familia Barcelo, hoy desaparecido, donde en verano Rodero, proyectaba películas una vez a la semana haciendo las delicias de pequeños y mayores, y La Cantina, junto al edificio de la estación de Renfe, que en la actualidad sigue funcionando. Como anécdota resaltar el recuerdo que guardan los mayores y el orgullo que sienten de que El Chorro sirviera de escenario para ser llevado a la gran pantalla4 debido a la belleza del paisaje. En 1958 se rodó en las cambutas, bajo el puente acueducto de Ribera, algunas de las secuencias de Les Bijoutiers du Clair du Luna, con Brigitte Bardot como protagonista. Un año después en 1959 se rodó Cuando hierve la sangre, protagonizada por Frank Sinatra, Steve McQueen y Gina Lollobrigida. En 1960 Scent of Mistery reestrenada en 1961 como Holiday in Spain con Peter Lorre y Denholm Elliot. En 1965 aterrizó un helicóptero en la explanada de la estación descendiendo de él Frank Sinatra que protagonizó en el desfiladero de los Gaitanes algunas escenas de la película El coronel Von Ryan junto a Trevor Howard y una jovencísima Raffaella Carrá. Todo esto provocó un gran revuelo en la vida tranquila de estos parajes y aún se recuerda con cariño y satisfacción como muchos paisanos de la zona quedaron inmortalizados en el celuloide para la eternidad. La climatología fuerte y extrema de cada estación también marcaba la vida en El Chorro. Los inviernos eran grises, fríos, húmedos y lluviosos con fuertes descargas eléctricas y cuyo estruendo se ampliaba por la estrechez del desfiladero. El sol se escondía muy pronto 4 Bastuel
Cardiel, Isabel y Jenny Pérez Marrero (2009): Ayer y hoy del Desfiladero de los Gaitanes y el Caminito del Rey. Diputación de Málaga. Bastuel Cardiel, Isabel y Jenny Pérez Marrero (2009): El camino del rey. Un camino con historia. Diputación de Málaga. Griñán, Francisco: «El camino de las estrellas». Diario Sur, lunes, 19 marzo 2015.
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tras la montaña de La Mesa y desde las tres de la tarde todo era cubierto por un manto de sombra y oscuridad, obligando a la gente a recogerse en sus casas. Pero todo cambiaba al llegar la primavera, remanso de luz y sol y con la explosión exuberante de todo tipo de flores que coincidía con el revolotear de las aves migratorias que hacían sus nidos bajo nuestros tejados. El Chorro empezaba a recibir visitantes coincidiendo con los lugareños en ese ir y venir que se mezclaban por los sitios más transitados. ¡Cómo olvidar aquellas meriendas en la Ermita Villaverde junto a mis primas Encarni y Virginia o las subidas para visitar su interior con mis primas Puri y Paqui, esas comidas campestres en Las Angosturas, en el cortijo Rodrigo…, mi primera bicicleta paseando por la explanada de la iglesia conocida como El Tenis, esos paseos al desfiladero de los Gaitanes simplemente para gritarle al viento y escuchar su respuesta en un eco como si fuera una canción de cuna! Después llegaba el verano y con él un sofocante calor seco. Para paliar las altas temperaturas estivales lo mejor era disfrutar de la propia naturaleza. Diariamente acudíamos al río para nadar, sumergirnos y jugar con sus aguas. Nuestros sitios preferidos eran: las cambutas, a los pies del desfiladero de los Gaitanes, a poca distancia, río abajo, el charquillo el puente, un remanso de agua donde era todo un espectáculo ver caer aquella cascada desde el depósito por la ladera de la Majá de la Cebolleta, o los albercones, grandes albercas situadas junto a la vía del tren. Recuerdo también la fuente del Tajillo, al pie de la montaña La Mesa, donde acudíamos con cántaros y botijos para llenarlos de su rica y fresquísima agua potable. Ese conjunto de casitas blancas construidas para los trabajadores de la fábrica de electricidad, ubicadas junto al río y carretera llamadas Aceras, que en verano se llenaban de color gracias a la diversa flora y el olor de los san pedros y jaz-
mines que florecían, hoy en día sepultados por las aguas del embalse de La Encantada. Pero afortunadamente nos quedan estas fotografías como recuerdo para retroceder al pasado. Cada vez que salía a la luz una imagen me sentía inmensamente agradecida de tener en soporte físico algo que me transportaba a muchos momentos vividos con la nostalgia de recordar la felicidad de una niña. Mi curiosidad por saber qué me iba a encontrar en la siguiente imagen hacía que pasara horas y horas escaneando sin que me diera cuenta del tiempo transcurrido, cuestión ésta que no me importaba ya que con este proyecto he aprendido mucho. Mi desconocimiento del material me hizo establecer una categoría que iba cambiando según iban surgiendo fotos, con lo cual agrupaba, reagrupaba y volvía a reagrupar. Lo mío ha sido, en un principio, aprendizaje basado en ensayo-error; pero muy satisfecha y orgullosa del trabajo realizado. Posteriormente he seguido las directrices y consejos de Mercedes Jiménez Bolívar que, como excelente especialista en la materia y gran profesional, me ha ofrecido orientaciones de incalculable valor sobre cómo organizar un archivo fotográfico. Para el tratamiento fotográfico digital he contado con la inestimable ayuda y colaboración de mi buen amigo Adolfo Vergara Vílchez, persona amante de la fotografía, que ha tratado cada imagen con el mismo cuidado y mimo que en su día lo hiciera mi padre. Ya estaban los negativos escaneados y parte de ellos retocados, ahora solo faltaba encontrar la persona idónea que me pudiera ayudar a que se hiciera posible el sueño de un fotógrafo aficionado y la ilusión de su hija. Tuve la gran suerte de ponerme en contacto con el fotohistoriador Javier Ramírez González y la citada Mercedes Jiménez Bolívar, ambos grandes defensores de la recuperación de la fotografía histórica, que reconocieron el valor de la muestra de mi padre y apostaron por su difusión convirtiéndose en los promotores de la organización de esta exposición.
Charo Vázquez y su madre. El Chorro, 1966
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo es el fruto de un esfuerzo colectivo en el cual directa e indirectamente han participado distintas personas opinando, corrigiendo, dándome ánimos y acompañándome en los momentos de crisis y en los momentos de felicidad. Por ello quiero expresar mi más sincero agradecimiento. En primer lugar a mi hijo Constantino Navarro Vázquez por sus ánimos y estar siempre a mi lado en esta andadura. A mi familia, a mi tía Josefa Rodríguez, viuda de Ángel Vázquez, a mi primo y primas Diego Morilla Vázquez, Virginia Vázquez Rodríguez, Encarni Vázquez Rodríguez, Pepi Vázquez Suárez, Paqui Reina García y Puri Reina García; a todos los vecinos de El Chorro entre los que debo citar especialmente a Puri Bravo, Paco Lima, Fernando Cañamero, Pepito Reina, Purita Pro, Diego Carmona, Luis Hidalgo. A todos decirles que con su buena memoria han conseguido aflorar y ordenar buenos recuerdos vividos en tiempos pasados. A mis amigos y amigas que aun sin estar en el día a día siempre estuvieron a mi lado siguiendo el proceso. A Mercedes Jiménez Bolívar y a Adolfo Vergara Vílchez por su excelente y concienzudo trabajo, su apoyo y la alta calidad que han conseguido de las imágenes expuestas.
Al fotohistoriador Javier Ramírez González por su magnífico trabajo como comisario de la exposición y por la acertada selección de las fotos que hablan por sí solas. Javier, no podré agradecerte bastante tu aportación y empuje para que este sueño se haya hecho realidad. A la Diputación Provincial de Málaga y sus profesionales, a La Térmica y a PhotoEspacio Málaga por acoger este proyecto en sus instalaciones y permitir que sea visitado por muchas personas que siguen teniendo memoria viva de la vida de El Chorro. Mis disculpas por anticipado a todas aquellas personas que se hayan podido sentir olvidadas por no haber sido nombradas en este texto, cualquier descuido de este tipo habrá sido debido a un error de memoria, nunca intencionado. Para finalizar, mi más profundo agradecimiento a todas las personas que habéis hecho posible, de una u otra manera, que esta recopilación salga a la luz. A todos mi mayor reconocimiento y aprecio. Las palabras nunca serán suficientes para haceros llegar lo que vuestra ayuda ha significado para mí. Gracias a El Chorro, gracias a mi padre. ¡Va por ti, papá!
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Valle de El Chorro. En primer término, Manuel Vázquez; al fondo, central hidroeléctrica. Años sesenta
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Embalse de La Encantada. Inundaciรณn parcial del valle de El Chorro tras la construcciรณn del embalse. 1978
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Valle de El Chorro. Al fondo, sierras de Almorchรณn y Huma
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Acera de El Chorro. Retrato de vecinos. AĂąos veinte
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Operarios de la Central HidroelĂŠctrica del Chorro. AĂąos treinta
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La hora del baile. Entre el gramรณfono y el pantano
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DĂa festivo en el entorno de El Chorro
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Pantano de El Chorro. Operarios en la cรกmara de compuertas
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Tras un dĂa de caza. Comida campestre cerca de El Chorro
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Jornada de domingo, hora del refresco en la cantina del pantano de El Chorro
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Jornada de pesca en Gaitanejo
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Paseo en gasolinera por las aguas del pantano
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Pantano de El Chorro. 1948
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Pantano de El Chorro. Obras de recrecimiento de la presa. 1948
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Rafael Benjumea BurĂn, conde de Guadalhorce, en primer tĂŠrmino, visita las instalaciones del pantano de El Chorro
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Trabajos de mantenimiento de las instalaciones de la central elĂŠctrica
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Maquinaria de la Central HidroelĂŠctrica del Chorro
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Central HidroelĂŠctrica nevada. Febrero, 1954
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Vista del puente-acueducto del Caminito del Rey desde la falla. En primer término, vía del ferrocarril. 1964
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Valle de El Chorro. Al fondo, desfiladero de los Gaitanes. 1963
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Valle de El Chorro. En el tercio derecho de la imagen central hidroeléctrica de El Chorro; arriba, depósito de almacenamiento de agua; abajo, fábrica de electricidad y entre ambos elementos canales de conducción de agua para impulsar las turbinas. 1962
Ermita de Villaverde. En el lateral derecho, viviendas cuevas en la ladera de la montaña
Voladura en una ladera de la sierra de Almorchón, cantera usada en la remodelación de la línea de ferrocarril Málaga-Córdoba. Al fondo el Desfiladero de los Gaitanes: Puente-acueducto y tramo del Caminito del Rey próximo al puente del ferrocarril de la Josefona. 1962
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Central ElĂŠctrica del Chorro. ReparaciĂłn de una turbina
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Desfiladero de los Gaitanes, azud de derivaciรณn del canal de El Chorro tras una avenida del Guadalhorce. Marzo de 1968
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Desfiladero de los Gaitanes. Reparaciones en las instalaciones del azud de derivaciรณn del canal de El Chorro tras la avenida del Guadalhorce de marzo de 1968
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Desbordamiento del embalse de Gaitanejo tras las fuerte lluvias que se producen en la comarca los dĂas 3 y 4 octubre de 1969
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Central hidroelĂŠctrica de El Chorro. 4 octubre 1969
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Valle de El Chorro. Obras del embalse de La Encantada. En primer término, a la izquierda, estructuras de la nueva central hidroeléctrica en construcción. 1974
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Construcciรณn del embalse de La Encantada. 1974
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Restos del edificio de la central hidroelĂŠctrica. La zona inferior izquierda que aparece abancalada corresponde a la parcela conocida por Aceras de El Chorro, lugar donde se ubicaban viviendas de empleados de la HidroelĂŠctrica del Chorro. 1978
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Valle de El Chorro antes de su inundaciĂłn parcial tras la construcciĂłn del embalse de La Encantada. Han desaparecido las casas de Aceras de El Chorro y gran parte de las instalaciones de la primitiva central elĂŠctrica. 1978
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Valle de El Chorro inundado tras la construcciรณn de la presa de La Encantada. 1978
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RĂo Guadalhorce a la altura de la central elĂŠctrica. 4 octubre de 1969
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Embalse de La Encantada e instalaciones en superficie de la nueva central hidroelĂŠctrica. 1978
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Mejoras de la línea de ferrocarril. Sustitución de viaducto en el tramo de línea que corre paralelo al Desfiladero de los Gaitanes
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En la estacioĚ n de El Chorro
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Mantenimiento de los canales de conducciĂłn de agua de la Central HidroelĂŠctrica de El Chorro
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Obras en el depĂłsito de abastecimiento de la Central HidroelĂŠctrica de El Chorro. Hacia 1930
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Mejoras de la línea de ferrocarril. Sustitución de viaducto en el tramo de línea que corre paralelo al Desfiladero de los Gaitanes
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Accidente de ferrocarril en el tramo de lĂnea que corre paralelo al Desfiladero de los Gaitanes. A la izquierda, Caminito del Rey. AĂąos treinta
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Obras de ampliaciรณn del puente-acueducto. 1930
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Obras de ampliaciรณn del puente-acueducto. 1930
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Desfiladero de los Gaitanes. Azud de derivaciรณn del canal de El Chorro. 1962
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Desfiladero de los Gaitanes. Azud de derivaciĂłn del canal de El Chorro que alimentaba el salto de la Central HidroelĂŠctrica del Chorro
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Valle de El Chorro. Vendedor ambulante. Al fondo, central hidroelĂŠctrica. 1962
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Confederaciรณn Hidrogrรกfica del Sur, presa del pantano del Conde de Guadalhorce. Cartel informativo de la capacidad del embalse
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Valle de El Chorro. Puente sobre el Guadalhorce en la crecida del rĂo de octubre de 1969
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Valle de El Chorro. Construcciรณn de la presa del embalse de La Encantada. 1974
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Valle de El Chorro parcialmente inundado tras la construcciĂłn de la presa del embalse de La Encantada. En el tercio lateral izquierdo, salto de agua del depĂłsito de la central elĂŠctrica conocido popularmente como Chorrera, a su izquierda fachada de una casa cueva. 1978
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Valle de El Chorro parcialmente inundado por el embalse de La Encantada. Al fondo, puente del ferrocarril de la Josefona. En el tercio inferior de la imagen, emergiendo de las aguas, restos de la cubierta de la primitiva central elĂŠctrica. 1978
DIPUTACIÓN DE MÁLAGA presidente
J. Francisco Salado Escaño diputado delegado de cultura y educación
Víctor Manuel González García director del centro cultural la térmica
Salomón Castiel Abecasis
La Térmica Diputación de Málaga Av. de los Guindos, 48. 29004 Málaga t. 952 069 100 | f. 952 239 780 www.latermicamalaga.com
CATÁLOGO
EXPOSICIÓN
edita
organiza
Centro Cultural La Térmica Diputación de Málaga
Centro Cultural La Térmica Diputación de Málaga
textos
director del centro cultural la térmica
Javier Ramírez Charo Vázquez
Salomón Castiel Abecasis asistencia técnica
Manuel Vázquez Fernández
Centro Cultural La Térmica Diputación de Málaga
tratamiento fotográfico digital
comisariado
Adolfo Vergara
Javier Ramírez Charo Vázquez
fotografías
tratamiento documental
Mercedes Jiménez Bolívar diseño
Trópico de Cáncer revisión de textos
Violeta Sánchez Esteban imprime
Imagraf
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El catálogo la vida al pie del caminito del rey testimonio fotográfico de manuel vázquez fernández (1908-1998)
se terminó de imprimir en Málaga, en los talleres Imagraf el 8 de noviembre de 2019
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