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En la tinta de…
La venganza de la Madre Tierra
Por. María de la Luz Carrillo Romero
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La explotación de los recursos naturales en nuestro planeta es hoy según voces expertas irreversible. Esperar a que todo vuelva como antes es una falacia. Nada va a ser igual, la especie humana se acerca a un deterioro contante. Mientras, la Naturaleza con veleidosa sonrisa observa la devastación de la raza humana Olvidamos que nuestro paso por la Tierra ha sido producto de una combinación de átomos y elementos químicos, estamos como un organismo más. Somos semejantes en la composición química a varios organismos constituidos por una combinación de substancias tales: el carbono, fósforo, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, entre otros más elementos.
También formamos parte de los seis reinos 1 de organismos vivos, sin embargo, la ruptura con estos reinos afecta nuestra calidad de vida como por ejemplo la actual pandemia del SARS-CoV-2. Si recordamos, nuestro origen como especie ha pasado por procesos evolutivos complicados hasta llegar a ser entes complejos con una gran curiosidad de conocer y transformar el entorno. Esta actividad nos ha traído beneficios, pero también, efectos negativos a los ecosistemas. Cabe señalar el uso indiscriminado de fertilizantes nitrogenados, los cuales enriquecen el suelo para volver a sembrar, sin embargo, no se puede utilizar por segunda vez, cuando esto sucede, la tierra no absorbe adecuadamente esta substancia y el nitrógeno sobrante contamina las aguas subterráneas generando efectos tóxicos. Esta situación pone en riesgo el cultivo de especies nativas como el maíz, lo cual es una permanente lucha contra las empresas trasnacionales que imponen a los países en desarrollo el uso en sus campos de estos fertilizantes transgénicos2. México es una nación que está en pie de lucha por salvar los maíces criollos como parte del patrimonio alimentario. Por lo tanto, el aprendizaje orientado en proteger los recursos naturales debe virar hacia los métodos y prácticas tradicionales de algunos de los pueblos indígenas. El uso y la explotación sustentable es parte de la sabiduría ancestral que hoy es fundamental para paliar la debacle ambiental.
La importancia del cultivo del maíz y otras plantas comestibles requería de los dones divinos, entonces los cuatro elementos de la Naturaleza: agua, viento, aire y tierra formaban parte de los mitos fundadores encarnados en dioses considerados esenciales en la cosmovisión mesoamericana. En este sentido, eran venerados los dioses del agua, se representaban por medio de impactantes rostros, con grandes ojos o anteojeras en forma circular como la imagen del dios Tláloc, tenía dos serpientes entrelazadas cuyos cuerpos forman la nariz retorcida y los ojos asemejando el movimiento de las nubes. También, el dios Chaac de los mayas se personificaba con grandes ojos y una boca desdentada donde se vertía el agua. En la zona de la mixteca: A Dzahui, se le reconocía por los anillos en los ojos y el labio superior con aspecto de bigote que simbolizaba el movimiento del viento. Observamos que son variadas y significativas las figuras de las divinidades de la lluvia en toda la cultura mesoamericana. Los espacios sagrados de aquellas se hallaban en los cerros altépetl, cuevas, manantiales, ríos, cenotes. Ahí, su fuerza otorgaba beneficios a las comunidades por medio de los rituales y sacrificios ofrecidos. Invocar a los dadores de agua era fundamental en todos los pueblos. Era esencial para el cultivo y la subsistencia de todos los seres vivos, incluidos los seres humanos porque la interacción entre estos se pensaba era armónica y cordial.
Todas las fuerzas de la Naturaleza: las nubes, los rayos la tormenta estaban asociados a los atributos divinos. Tenían una connotación poética al ser invocados y celebrados con cantos, danzas y rituales específicos.
1 Clasificación de los reinos según el investigador Michael Ruggiero en 2015 y son: el animal. De las plantas, hongos, protozoarios, cromistas, arqueas y las bacterias.
2 Suplemento de La Jornada: El Maíz, pp. 24-25, 06/23/2014