POMPORERÁS Y PALMALITÓYAS o EL INCREíBLE COMBATE entre LA POESíA TRADICIONAL y L A POESíA EXPERIMENT

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POMPORERÁS Y PALMALITÓYAS O

EL INCREÍBLE COMBATE ENTRE

LA POESÍA TRADICIONAL y

LA POESÍA EXPERIMENTAL.

por

Roberto Mezquita y

Jon Andoni Goikoetxea


POMPORERÁS Y PALMALITÓYAS Publicado por: L.U.P.I. (La Única Puerta a la Izquierda) PRIMERA EDICIÓN OCTUBRE 2016

De los textos: Jon Andoni Goikoetxea Recopilador de textos tradicionales: Roberto Mezquita De la introducción y corrección de textos: Estrella Ortiz Fotografía: Juanje Sanz Diseño: Rodrigo Córdoba Derechos exclusivos de esta edición: Asoc. Cultural La Única Puerta a la Izquierda Colección: Experimental / 08 Patrocinado: Diputación Foral de Bizkaia, Ayuntamientos de: Barakaldo, Sestao, Portugalete, Basauri y Gernika-Lumo ISBN: 978-84-945148-4-5 DEPOSITO LEGAL: BI-1235-2016 Impresión y encuadernación: Reprográficas Malpe, S.A.

Apdo. Correos 64. 48910 Sestao, Bizkaia. España info@launicapuertaalaizquierda.es http://launicapuertaalaizquierda.blogspot.com.es

COLECCIÓN EXPERIMENTAL 08


S POMPORERÁS Y PALMALITÓ


A modo de

Exordio

por Estrella Ortiz

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Pasen y vean, señoras y señores, pasen y lean este libro estimulante y provocador lleno de cantinelas, galimatías y patrañas. No todos los días cae a las manos un libro que grita. Porque, aunque ustedes no lo oigan, este libro está vociferando. Por ello, les invito a que se acerquen a él con las orejas, no hay otra manera, créanme. Este libro hay que leerlo de pie y con la boca y las orejas bien abiertas. Porque los temas que aquí se encuentran están hechos para sonar. Los textos tradicionales de esta interesante antología recogidos por Roberto Mezquita fueron en su origen, con toda seguridad, discursos orales; pero en el libro, ay, no les ha quedado más remedio que ser eso, textos, pues pasar al papel cualquier tema verbal es dejarlo así de tieso, ya que escribirlo es congelarlo sin remedio. Estos textos invitan a decirse en voz alta, pues en el fondo de su corazón quisieran volver a ser discursos, palabras al aire, peroratas alucinadas. Pero para ello requieren de su complicidad, estimado lector o lectora. En el érase una vez de los orígenes, toda poesía nacía para ser dicha, porque no había más soporte para las palabras que la memoria y el viento. La tecnología de la 1 Esta palabreja tan curiosa es una de las acepciones que tiene la palabra prólogo. Según la RAE, exordio quiere decir principio, introducción, preámbulo de una obra literaria, especialmente la primera parte del discurso oratorio, cuyo objetivo es atraer la atención y preparar el ánimo de los oyentes.

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escritura vino mucho después, un invento relativamente reciente de hace 2500 años y que hasta solo hace unos quinientos estaba en manos (nunca mejor dicho) de unos pocos. Pues bien, lo cierto es que cuando se implantó la escritura como técnica del recuerdo, los asuntos de la poética cambiaron considerablemente. Los poetas, gracias al artificio de las letras, pudieron irse por las ramas y dedicarse a buscar sentimientos y pensamientos sin parar, aquejados de un individualismo superlativo, quedándose a veces en los conceptos y pasando por alto el hecho de que las palabras, además de sentido, son sonido. Sin atender a la evidencia de que los primeros afanes comunicativos llegan acompañados del disfrute sonoro, de que el lenguaje humano solo existe gracias al cuerpo. ¿El cuerpo, dónde está el cuerpo en mi poesía? Parece que dicen la mayoría de los y las poetas actuales. Lo cierto es que si no hubiéramos sido durante miles de años experimentados habladores, la escritura no habría tenido lugar. Podemos leer porque hablamos, y cada vez que alguien lee o escribe se produce en su interior un imprescindible “escucharse”. Cuenta san Agustín la sorpresa mayúscula que experimentó al ver a san Ambrosio en su celda diciendo para sí lo que iba leyendo, completamente en silencio. Hasta entonces, él solo había conocido la lectura “sonada”, dicha en voz alta. Esto nos da una idea de lo reciente que es el hábito de leer en silencio. ¡Volvamos, pues, a tener voz! Deje que las palabras airosas de este libro, y ansiosas por ser leídas, ejerzan un poderoso y benéfico efecto de desmemoria sobre usted, estimada persona que lee; y es que de vez en cuando conviene desandar el camino cotidiano

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del lenguaje, ese ejercicio rutinario de comunicación en el que se utilizan de manera automática muchos patrones, y que con el tiempo devienen tan rígidos que terminan siendo ellos, los patrones lingüísticos, quienes nos construyen a nosotros y nos dicen cómo tenemos que pensar. Y ahí estamos, las más de las veces atascados en la inconsciencia de los estereotipos, cuando de pronto, como es el caso, llegan los juegos de palabras tradicionales y los poetas reversistas a tambalear nuestros esquemas. A desconcertarnos y divertirnos, a hacernos ver lo ridículos que somos cuando nos ponemos a pensar y lo patético que resulta manejar un lenguaje sin alma. Estoy convencida de que las pobres palabras manoseadas vienen a beber a la fuente del disparate para recuperar de nuevo el brillo y el sentido perdidos, para recuperar su alma. Este libro está lleno de dislates que fluyen desde el pasado a la fresca actualidad. Y cuando decimos pasado hay que remontarse a un tiempo oral en el que lo que se decía entre todos era en verdad un bagaje común. Y nadie se preocupaba de autorías, pues lo importante no era saber qué era de quién, sino poder recordarlo, porque lo prioritario era perdurar como cultura, como comunidad, y no como individuo. Estas retahílas anónimas, absurdas, cómicas, que Mezquita ha recogido para nuestro deleite, son callejeras, camperas, están renegridas por el humo de la chimenea, sudorosas por haber participado en muchos juegos, por haber ocupado las plazas y las calles sin contemplaciones, traídas y llevadas por el viento a cualquier hora. Actuales, porque lo oral solo transcurre en el presente. Y es aquí, en mitad de los temas, en mitad del discurso, cuando

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Jon Andoni Goikoetxea aparece, crea y recrea, y lo pone todo patas arriba, como si el lenguaje se acabara de inventar, o fuera todavía un prelenguaje, que es como le gusta llamarlo a él. En ese diálogo delirante que se entabla entre el pasado y el presente aprendemos muchas cosas sobre el juego, la ruptura, la búsqueda, el placer, la broma, la crítica, la libertad. A mi juicio, cada una de las dos partes de esta obra invita a la creatividad del avispado lector a su manera. (Crear implica acción, o lo que es lo mismo, hacer en vez de padecer.) La parte recopilatoria de Mezquita despertará la memoria de los temas que pertenecen a nuestra historia, a nuestra familia, a nuestro lugar. Es normal que el recuerdo particular no se ajuste al tema escrito, una coincidencia total suele ser raro, pues de cada poema existen un sinfín de versiones, ninguna es mejor que la otra. Si acaso, nos puede ser útil cotejar la nuestra con la versión escrita, por si no la recordábamos completa. Y con los poemas de Goiko, siguiendo su original estela, podremos recrear por nuestra cuenta y riesgo los temas tradicionales, y hacerlo por supuesto sin pelos en la lengua, ni lagunas en el cerebro. Hagan la prueba, el placer por “contestar” patrañas tal vez se convierta en vicio… ¿A que sería estupendo hacerse con unas particulares Pomporerás y Palmalitoyas? Ahí queda el envite, lectoras y lectores, ojalá hagan su hor dago particular y se pongan a recordar y escribir al pronto, sin esperar a terminar el libro. Las palabras de estos temas explotan en la página, aunque parezca que no dicen nada. No dicen, solo en base a la lógica que estamos acostumbrados a requerir del lenguaje. Cuando somos pequeños nuestro

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entorno se encarga de inculcarnos lo que se puede hacer con los vocablos y lo que no. Cuál es el lugar de los artículos, el tiempo de los verbos, los géneros de los sustantivos, el orden de las frases… y todo lo demás. Pero, a pesar de esta terca enseñanza, una puerta siempre queda entornada: tras ella está el lenguaje porque que sí, el feliz balbuceo, la asociación de ideas, la sonoridad fonética, el sentido como agente distorsionador, la repetición como ensalmo, las palabras como despertadores a otros mundos, como hallazgo. La vida loca en estado puro. Son los juegos que sacan de quicio los cimientos mismos del lenguaje, que nos recuerdan que queda mucho por decir, por gritar, susurrar, mascullar, murmurar, vociferar, canturrear, sisear, farfullar. Que nos recuerdan que somos seres libres y que además tenemos un cuerpo. Hay sorpresa, dolor, alegría salvaje, insurrecta, en los primeros gritos que soltamos nada más nacer. Las palabras son cuerpo, señoras y señores, sonoridad, cadencia. Son ritmo y por tanto son tiempo. Las palabras de viva voz laten en un tiempo de rabioso presente; y además ocupan el espacio gracias a nuestro cuerpo, al ministerio de los rapsodas y cuentistas que somos cada cual. Ahí vamos, al runrún de las palabras, como seres tejidos de tiempo; y la poesía nos coloca en el umbral, en el filo de la existencia sin soltarnos. Es por eso por lo que, a medida que nos hacemos mayores, la poesía, como prenda crecedera que es, se va ajustando a nuestro cuerpo. Con la infancia gustamos de las rimas, los juegos asociados a la piel; con la adolescencia sabemos del cuerpo creciendo desbocado, de la explosión del corazón; con la adultez

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tal vez se empiece a mirar el mundo ¡por fin!, y ver en él filosofía… no importa cuál sea la inclinación particular, en toda edad a cada cual le estará esperando siempre el grito poético. Su grito. Se dice que poner el nombre a las cosas es una manera de poseerlas. Pero en los juegos verbales muchas palabras no tienen “propietario”, no conocen un diccionario ni en pintura, no significan nada, carecen de referencias a las que agarrarse. Entonces, ¿dónde se esconden todas esas cosas que no existen? La chibiritaina, el pimpiringallo, los curumeles… todas ellas se encuentran jugando al despiste en el limbo del lenguaje, dispuestas a alegrarnos la vida. Como mínimo. No obstante, dice un proverbio de la mitología vasca que izena duenak izana du, lo que tiene nombre existe, y pensar esto me gusta más todavía. Otro mundo es posible y comienza también con el lenguaje. Bien, dejemos tanta poesía, vayamos a lo práctico y terminemos este exordio a nuestro gusto, exhortando, tal y como lo habíamos empezado. Decir en voz alta abre los sentidos a eso que no puede darnos la escritura, a saber: presencia y acción. Que sumado y coloreado con todas las cualidades del sonido: volumen, tono, intensidad, velocidad, entonación, sentido, dan a luz una criatura oral auténtica que no tiene ni punto de comparación con las letras estampadas sobre el blanco de la página. ¿Ha quedado claro que este libro se va a disfrutar mucho diciéndolo en voz alta? Espero que a estas alturas ya nadie dude de la necesidad de recuperar eso que nos pertenece llamado voz. Para ello convoque a una

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cuadrilla de amigos y amigas igual de locos que usted –no más, por favor– para leérselo en voz alta. No se arrepentirán. Ahora bien, si lo que quiere es jugar en solitario, busque un lugar alejado de las orejas cotillas, en el que se siente y se sienta totalmente a gusto, y dé rienda suelta a la lectura majadera de viva voz. Un lugar que esté a resguardo de sanagustines, si es que queremos evitar que nos pongan de chiflados para arriba. Aunque puestos al caso, siempre le podremos decir al metijón o metijona de turno algo parecido a “cállese usté soagustín, tin, tin, zarramacatín, y déjeme hablar a mí”. Y quedarnos tan a gusto. De modo que conviene buscar el lugar confortable y comenzar la lectura de estas Pomporerás y Palmalitoyas cuanto antes. Paladear con la imaginación el resonar interior que tienen las palabras según se van leyendo. O leerlas en voz alta. En todo caso, hacer la real gana y disfrutar, eso sí, disfrutar. Okana, finales de agosto, 2016

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por Roberto Mezquita

INTRODUCCIÓN Y NOTAS 1) HABÍA UNA VEZ Les voy situando. La época, los primeros años de la década de los noventa, en medio de la enésima crisis económica. El escenario, determinados bares de la llamada “Anteiglesia” de Barakaldo que podríamos definir como alternativos. Como bien imaginan, el menú sonoro de dichos locales, solía debatirse indefectiblemente entre guitarras sangrantes, baterías atronadoras y letras incendiarias, aulladas a la velocidad de la luz. Y aún así y de manera inaudita, sucedió un día, que desde los bafles de aquellos garitos, pudo escucharse un torrente de poemas desnudos, enhebrados con sorprendentes vocablos como: ..Kutilí, kutilí, kutilí/Pingú, pingú, pingú... !Akuila borbotón!/!Akuila borbotón!/ !Tres y dos cinco!.. !Katapaltú!!Katapaltú! !Brón!!Brón!!Brón!!Brón!... Púlpito. Korneta. Bisturí. Calcetín. Pitilín. Kuá, kuí... Holotutú, Holututú. Holututú. Kua...o Alguacil, perejil, candil... Es el caso además, que dichos poemas fueron recibidos con júbilo y agrado entre la concurrencia de aquellos garitos, en la que abundaban chupas de cuero claveteadas y pelos enhiestos. Para explicar el fenómeno, sólo se me ocurre de pronto

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recurrir a la simplicidad (considerada en el mejor de los sentidos), la gracia, la cercanía y la invitación al juego que se desprendía de aquellos artefactos sonoros, debidos al caletre de Jon Andoni Goikoetxea (Goiko para los amigos), artista que se define en parte (y sólo en parte y al modo heterónimo de Fernando Pessoa) como poeta reversista. Él mismo, en el prólogo de uno de sus libros, El subsconciente a flote. Palabras automáticas, (según cuenta la leyenda manufacturado en una editorial clandestina en los primeros tiempos de la Transición) define el reversismo como la poesía del prelenguaje. Y abundando en el concepto, subraya que “Antes de inventar los idiomas que hoy hablamos y que para mí significan separación, entre las gentes, teníamos un único idioma universal. Con la poesía reversista trato de recuperar ese idioma universal, aunque a veces ese intento de vuelta, se quede en algo ininteligible”.

2) DEVANANDO LA MADEJA Como suele decirse en los cuentos folk, “más rápido que el caballo más rápido galopa el tiempo”; así que unos cuantos años más tarde, encuentran al que esto suscribe, ya lejos de la “margen izquierda”, afincado en pagos madrileños y afanado en el noble oficio de contar historias. Cuenta que te cuenta y buscando qué contar, fui descubriendo diversos géneros de tradición oral ya fueran narrativos o no. Ante mí aparecieron de pronto un jugoso y deslumbrante ramillete de retahílas, cantinelas, jitanjáforas, coplas y coplillas, galimatías, patrañas, mojigangas, disparates,trabalenguas, romancillos,conjuros, pastiches,

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burlas, ensalmos... que fueron capturando mi entera fascinación. Cierto día, vine a reflexionar que esas formas lúdicas (a menudo relacionadas con los juegos infantiles) que retorcían y exprimían el lenguaje; que le daban vueltas y más vueltas y ponían del revés palabras y conceptos, tenían “un algo que ver” con esa poesía reversista que había escuchado en Goiko. Y seguramente y por extensión, también lo tendrían con otras poesías de vanguardia. La primera y paradójica conclusión era que los modos tradicionales y los experimentales se tocaban y podían ir de la mano. Ya dicen que “no hay nada nuevo bajo el sol”, así que lee que te lee, conoce que te conoce; fui encontrando que ciertos autores más o menos contemporáneos y más o menos vanguardistas, no sólo expresaban su fascinación por determinados géneros de la poesía oral, sino que habían escrito algunos poemas tomando como referencia el acervo popular.

3) ALGUNOS BOTONES DE MUESTRA Sin ir mas lejos escuchen a Rafael Alberti cuando afirma que: “El surrealismo se encontraba precisamente en lo popular, en una serie de maravillosas retahílas, coplas, rimas extrañas, en las que sobre todo yo, ensayé apoyarme para correr la aventura, de lo que para mi era hasta entonces desconocido”. O a Antonio Rodríguez Almodóvar al sostener que: “el surrealismo no lo inventó André Bretón, sino las niñas jugando en los atardeceres de la aldea”. Por su parte, Gabriel Celaya, no sólo recogió algunas antiguas retahílas en euskera, que debía haber escu*16


chado en su infancia; sino que además su interés por el género le llevó a escribir un volumen titulado “La voz de los niños” (editado por Laia en 1981) en el que subrayaba que: “... estas cantinelas infantiles, a pesar de su incoherencia, o quizás por su misma incoherencia, ejercen a veces una especie de hechizo que tiene algo de poético. Es innegable que los niños poseen un sentido de esa magia verbal que, al margen de toda significación lógica, yace en las entrañas del lenguaje, y que la poesía pura reclama...Ciertamente, esto no es aún poesía pero es una de sus raíces vivas y ningún poeta auténtico ha sido insensible a su seducción” El propio Miguel de Unamuno al encontrarse de pronto frente a estas palabras aparentemente sin sentido: “Pachulili, pachulila, titamini...” apostillaba: “¿Sin sentido?...¿No empezó así el lenguaje? ¿No fue la palabra primero y su sentido después?... He recogido de boca de mi nietito Miguel, entre otros, dos preciosos sones: oplapistos y cutibatunga, y todavía les estoy buscando sentido”. Carolina Corbacho, en su artículo El ludismo en la poesía de R. Alberti, establece una serie de consideraciones que vuelven a relacionar el juego y el arte. Lo lúdico, comenta, se hace sin fines prácticos,de manera desinteresada; con objetivos únicos de belleza y placer gratuito. Y añade además “que juego y arte acaban relacionándose fácilmente como una expresión libre y creadora del ser humano”; concluyendo que: “la poesía surgiría en realidad como un juego sagrado ligado al culto, a la danza y a la música”. En el mismo artículo nos ofrece un par de ejemplos “lúdicos”. El primero corresponde a Lope de Vega:

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Piraguamonte piragua piragua jevizaziragua. Bío bío, que mi tambo lo tengo en el río. Y el otro, a cargo de G. Cabrera Infante, extraída de Tres tristes tigres (Editorial Cátedra): Alicia en el mar de villas, Alicia en el País de Más Brilla, Alicia en el Cine Maravillas, Avaricia en el País de las Malavillas, Malavidas, Mavaricia, Marivia, Malicia, Milicia Milhizia Milhinda Milindia Milinda Malanda Malasia Malesia Maleza Maldicia Malisa Alisia Alivia Aluvia Alluvia Alevilla. En el artículo Retahílas de echar a suerte, de Claudia de Santos e Ignacio Sanz, publicado en 1985 en el número 57 de la Revista de Folklore, que dirige Joaquín Díaz, aunque los autores concluyen que: “En nuestra tradición literaria son contados los poetas que han logrado enlazar sus quiebros y destellos luminosos con el mundo infantil. Huidobro, Lorca, Alberti y Nicolás Guillén son algunos de ellos”, nos dejan precisamente un par de enlaces. El primero es del mencionado Alberti: “La cola era verde. Lola lo estaba mirando desde una ola verde. Lola era una ola. La cola que lo miraba se puso amapola. y la cola iba de Lola a la ola, de la ola a Lola,

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amapola y verde, verde y amapola.” Y este otro de Guillén: Tamba, tamba, tamba, tamba tamba del negro que tumba, tumba del negro, caramba, caramba, que el negro tumba: ¡Yamba, yambó, yabambé! Para rematar el asunto, regresemos al ubicuo en estas lides Rafael Alberti, al que por cierto y según palabras de Carolina Corbacho, “la asimilación de voces lúdicas le llega desde la poesía popular de los cancioneros (fundamentalmente de la tradición oral infantil) y por otro desde la experimentación de la literatura de vanguardia”. Vamos a comprobar sobre el terreno esta última aseveración al considerar su poema “El Bosco” (incluido en A la pintura, a cargo de Alianza Editorial en 2004) y tomando el siguiente fragmento: “... Virojo, pirojo, diablo, trampantojo. El diablo liebre, tiebre, notiebre, sepilipitiebre y su comitiva chiva, estiva, sipilipitriva, cala, 19*


empala, desala, traspala y apuñala con su lavativa...” Cualquiera que conozca mínimamente la poesía oral, reconocerá de inmediato que este párrafo está inspirado en una retahila que comienza diciendo: “ Madre notiebre sipilitiebre...” Al igual que en los siguientes versos del mismo poema “... El diablo hocicudo ojipelambrudo cornicapricudo perniculimbrudo y rabudo, zorrea, pajarea, mosquiconejea, humea y peditrompetea por un embudo...” se adivina el eco de los trabalenguas populares.

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4) ENTRANDO EN HARINA Dicho lo dicho y escrito lo escrito, permítanme unas últimas líneas para acabar de perfilar estos “Pomporerás y Palmalitóyas”, que contienen un doble fin. El primero, ofrecer una recopilación ilustrativa de algunos géneros de la poesía oral, que a su modo resultan transgresores y rupturistas dentro de la lógica del lenguaje. Y de esta manera, conociendo la naturaleza de las publicaciones de LUPI, permitir además que cada cual pueda rastrear ecos y similitudes en la comparación con determinadas escuelas y modos considerados vanguardistas y experimentales. La mencionada recopilación contiene por un lado un buen número de ejemplos extraídos de algunos volúmenes considerados clásicos dentro del género (y que serán por supuesto enumerados en la bibliografía); pero en ella también me he afanado en aportar unas cuantas piezas poco conocidas y/o insólitas, extraídas sobre todo de canciones populares. Espero que estas posibles “ buenas nuevas” puedan ser disfrutadas y celebradas por quien se acerque a estas páginas. Igualmente, he procurado ofrecer, siempre que me ha sido posible, variaciones de un mismo poema; cuya apariencia es evidentemente muy similar y que por tanto podría resultar ocioso. Mi intención con ello es mostrar la riqueza y variedad que significa la transmisión oral, de tal manera que una misma retahíla o disparate pueden ser formulados de modo diferente en pueblos vecinos e incluso en dos barrios de un mismo municipio. Con todo y con ello, necesitábamos algo más, que pudiera convertir en peculiar y diferente a este “Pomporerás y Palmalitóyas”. He aquí nuestro segundo objetivo: presentar a Goiko y 21*


a modo de provocación, esta recopilación de artefactos de tradición oral, para poner en marcha su maquinaria poética reversista y comprobar de primera mano estas posibles conexiones entre la poesía experimental y la que procede de los repertorios orales. A tal efecto, he considerado limitar la oferta a los tres géneros que a mi juicio podían presentar más similitudes con sus maneras de escribir y actuar: retahílas, trabalenguas y patrañas. Y cuando he dicho provocación, la palabra debe ser entendida en su sentido más amplio, pues durante el proceso y desarrollo del proyecto, he alcanzado a columbrar que tal vez Goiko no se sienta tan fascinado por este material de origen popular como yo presuponía; de tal manera que muchas de sus respuestas han podido nacer en algún caso, de cierta enemistad y confrontación frente a las propuestas recibidas. Bienvenido en cualquier caso el engranaje que haya puesto en marcha su creatividad, sea cual sea. El resultado lo podrán ir comprobando a lo largo de la obra. Confío en que puedan gustarles tanto los pomporerás como los palmalitóyas.

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ADVERTENCIAS A LECTORAS Y LECTORES Dicho queda que el presente libro está conformado por tres bloques principales: 1) retahílas y/o cantinelas 2) trabalenguas y/o galimatías y 3) mentiras y/o disparates. En cada uno de ellos, he recogido una serie de muestras, provenientes todas de la tradición oral: ciento catorce piezas en total. Luego he procedido a agruparlas libremente según mi modesto entender y bajo un título inventado por mí. Algunas de estas agrupaciones resultarán muy lógicas, pues se trata de evidentes variaciones desde un tronco común. En otros casos, dicha asociación resultará menos coherente, pues he utilizado diversos criterios, la mayoría absolutamente libres y caprichosos. Tal era mi galardón como coordinador de este proyecto literario. Las mencionadas expresiones, provenientes de la oralidad van siempre situadas en las páginas de la izquierda, a modo de provocación. Frente a ellas, aparecen las respuestas provocadas, que Goiko ha ido escribiendo para cada una de las piezas originales; buscando así que la comparación y el contraste pudieran resultar de lo más ilustrativo y sugerente.

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RETAHÍLAS Y CANTINELAS Si socorridamente acudimos al diccionario, encontraremos que se define “retahíla” como: serie de muchas cosas que están, suceden y se mencionan por su nombre. Y en cuanto a “cantinela”, la considera como la repetición molesta e inoportuna de algo; mientras que introduce otro término casi idéntico, “cantilena”, que sería en realidad una composición poética breve hecha para ser cantada. Cabe decir que en el territorio relacionado con la poesía oral estos tres términos pueden darse por sinónimos y así sirven a nuestros fines. Si acudimos a uno de los nombres fundamentales en el estudio y difusión de nuestra tradición oral, la recordada Ana Pelegrín, en su volumen La flor de la maravilla (Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 1996) encontramos algunas aclaraciones: “Existe un heterógeneo material de dichos y cantarcillos de niños, recogidos en la tradición antigua y moderna llamados igualmente retahílas o fórmulas de juego...si bien en las colecciones actuales, el término retahíla aflora para denominar juegos y funciones diversas: en las palabras del aprendizaje corporal del niño pequeño, en las “suertes” precedentes al juego de las palabras mágicas, en las letras sin ton ni son, en lo que se dice al saltar a horcajadas sobre otros, al saltar la comba, para pellizcar manos, para las letras acumulativas...” Retahíla resulta pues una palabra maestra y comodín a la vez para estos territorios de poesía oral en los que pretendemos movernos. Para rematar el concepto conviene añadir que el decir poético de las retahílas como ha quedado en evidencia, está grandemente conectado con las actividades lúdicas de la infancia y acompañado *26


por tanto de gestos, acciones y desplazamientos en el espacio, como bien indica Pelegrín. La retahíla pues, que en la mayoría de las ocasiones precede o escolta al juego infantil; viene a significar en realidad un doble recreo, que implicaría además al relacionado con la palabra y con el lenguaje. Como ven, juego es una palabra imprescindible para sobrevolar estos territorios, en la medida que resulta una expresión cultural del ser humano, al que por cierto, en más de una ocasión se ha definido como “homo ludens” Las retahílas están formadas a menudo por palabras sin sentido, absurdas, que rondan el disparate y que convocan a la magia y al esoterismo. Sus elementos, aglutinados por el ritmo y la sonoridad, no constituyen normalmente un discurso lógico, pudiendo oscilar su contenido entre la burla y el ensalmo. Podría decirse además que las retahílas han estado (y tal vez siguen estando) en permanente proceso de cambio y reconstrucción. En ocasiones los niños y niñas las alargan o acortan según la prisa por comenzar el juego al que preceden o dependiendo del número de jugadores. De igual manera, cuando olvidan la “retahíla madre” o la encuentran demasiado breve, la rehacen sobre la marcha; pudiendo a menudo combinar estrofas de diferentes retahílas. Ayudados de nuevo por Claudia de Santos e Ignacio Sanz, podemos seguir abundando en algunas características de las retahílas: “... Su contenido, muchas veces, escapa de lo que podría llamarse un discurso lógico para perderse en balbuceos fantásticos, ligados entre sí, solamente por el ritmo...En este sentido son un alarde de creación sin ningún tipo de lastre en las que hay una buena porción de disparates y también de misterio, apareciendo con frecuencia silabas incoherentes de carácter onoma27*


topéyico...Lo que permite que cualquier niño pueda interpretarlas es precisamente el ritmo, desde una musiquilla fácilmente asimilable para cantarlas o recitarlas” Claudia e Ignacio acaban por ofrecernos algunos detalles sorprendentes como que: “...no cabe hablar aquí, como es habitual en el folklore, de una raíz ancestral que se pierde en el origen de los tiempos... puesto que se pueden encontrar retahílas de creación reciente, teniendo en cuenta la alusión a aspectos actuales como el avión, la coca-cola...” Para rematar con la conclusión de las conclusiones: “...Lo que parece claro, desde luego, es que en ninguna de estas creaciones ha intervenido ninguna persona mayor” Con todo lo apuntado como aperitivo, ahí les dejo ahora el menú del día: una retahíla de retahílas.

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VUELAN MOSCAS Y GALLINAS I) Una mosca en un cristal hizo tris, tras. El cristal se rompió y la mosca se salvó.

II) Era una mosca muy cristiana, na; era católica, apostólica y romana na; y cuando daban las doce en punto, to, subía arriba y se comía a los difuntos, tos.

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I) Y el lagarto se asombró de la fragilidad del cristal y de la coraza del corazón de la mosca. Ásom, ásom, ásom, bró, bró, bró.

II) ! Vaya mosca más hermosa y guapa que se lava la cara con la fe cristiana !. Parecía que no tenía tos, pero no tenía tosferina, Tós, tós, tós, Tós, tós, tós, Tós, tós, tós, Tós, tón, tós, Tós, tós, tostón.

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MENTIRAS, DISPARATES Y PATRAÑAS Algunas de las palabras que se asocian por derecho a este llamado género menor de la lírica oral son del tenor de: subversión, creatividad, descabale, libertinaje, infinitud, despropósito, descaro, desvergüenza, exceso, diversión, caos, desproporción, dislate... De pronto nos encontramos en un predio en el que todo es posible y donde no existe ningún límite ni cortapisa, ni criterio alguno de corrección política (ahí tenemos a Juan Llorente plantando cipreses en el culo de la reina o a dos ratones consagrando a un obispo o a los renacuajos tocar las castañuelas mientras cantan las ranas y bailan los sapos) En este lugar del “todo es posible”, la imaginación puede desbordarse a voluntad en el divertido empeño de contar mentiras (tal como dice la popular canción), imaginar lo imposible y ponerlo todo patas arriba. Entre los Cuentos infantiles y del hogar, recopilados por los hermanos Grimm, encontramos algunos ejemplos, nombrados como despropósitos: “...Había dos grajos que segaban un prado, y vi dos mosquitos construyendo un puente, dos palomas desgarrando un lobo, dos niños que parían dos cabritas, y dos ranas que trillaban el grano...Vi a dos ratones consagrar a un obispo...”; lo cual vendría a indicar que era un género querido y conocido por las clases más populares. La apreciada Ana Pelegrín, en La flor de la maravilla, escribe un maravilloso capítulo de nombre El mundo al revés, de lectura deliciosa e imprescindible para cualquier amante del género e incluso para cualquier creador que quiera ampliar sus miras. “El mundo al revés en la poesía oral comienza prepa*122


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rando la escucha de los espectadores...pues el tiempo y el espacio deben abrirse hacia lo sorprendente:“Ahora que vamos despacio”; “Ahora que estamos sentados” o “Ahora que estamos solos”... A menudo los disparates son enunciados por un narrador en primera persona que encabeza sus relatos con fórmulas de este pelo: “En la vida he visto yo”; “Yo he visto” o “¿Quién dirá que ha visto/ lo que he visto yo?” Un narrador que disfruta grandemente inventando un nuevo y trastocado imaginario, como bien describe Pelegrín: “El niño goza en la inversión del orden, jugando a los contrarios; en la retahíla encuentra los cauces de su expresión fantástica y acumula, enumera, encadena las acciones y figuras fantaseadas. Mira liebres por los mares, correr peces por los campos, vieja a tierras lejanas...trueca las funciones, los criados realizan extraños trabajo, las cabras se vuelven piadosas, las mozas tiran al matorral...” Ella misma nos describe la logística del disparate que tendría los siguientes criterios básicos: “decir algo en desacuerdo con la razón y la lógica, enumerar imposibles, asociar los elementos opuestos y jugar con las palabras” Este territorio de mentiras, patrañas y disparates podría tener muchos nombres: Jauja, Nuncajamás, El País de las Maravillas, Babia, Sildavia, Ávalon, Fantasía, Albanta, Icaria, Arcadia, Isla Utopía, Shambhala, Tir na nog... y/o si por caso nos ponemos castizos “El País donde el dinero crece en los árboles y los perros se atan con longaniza”. Pueden elegir el suyo o añadir algún otro mientras desgranan este ramillete de “poemas al revés”.

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PIPIRIPINGOS Y RESPINGOS I) Mañana domingo se casa Peringo con un pajarito de Santo Domingo. —¿Quién es la madrina? —Doña Catalina. —¿Quién es el padrino? —Don Juan Barrigón, que toca la flauta con su cola de ratón. II) Hoy es domingo de pipiripingo cogí mi caballo y me fui a pasear, me encontré a tres ladrones comiendo tres pichones, les pedí una tajada y no me quisieron dar, cogí mi espada y los hice bailar. III) Hoy es domingo de pipiripingo, se casa Juanillo con un pajarillo. ¿Quién es la madrina? ¡Doña Cotofina! ¿Quién es el padrino? ¡Don Diego Banderas que corta los culos con siete tijeras!

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I) Hoy es domingo y se casa Peringo con un pájaro pinto. Alíto períto ¿Dónde está gomíto? En el alero fulero que no ve la gente. Korsíto korsíto no busque el corsé que es diferente. Bálatusitá, bálatusitá, bálatusitá, que allí tu camisa está y sita.

II) Ya ha llegado el lunes y todo se ha olvidado, menos que al caballo lo encontraron en el baño. Y kolipitín kolipitáo este mundo se ha acabao. Y músa, músa, músa, musaraña, observa a las arañas como tejen sin guadaña. III) Don Diego Banderas que corta los culos con siete tijeras, se ha quedado sin tres de las siete, pero advierte: ¡en molusco convertiré a quien se quede con esas tres! Y además, aunque sea molusco le cortaré el culo. Patónsa, patónsa, patonsitó de la cabeza al culo, y sin ver al besugo.

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FUENTES Salvo error u omisión las retahílas, trabalenguas y disparates han sido extraídos en un alto porcentaje de los siguientes libros: De Santos, Claudia y Sanz, Ignacio: Agapito Pito Pito. Madrid. Ediciones De La Torre. 1988. Pelegrín, Ana: La flor de la maravilla. Madrid. Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 1996. Cada cual que atienda a su juego. Madrid. Editorial Cincel. 1984. Rodríguez Almodóvar, Antonio: Del hueso de una aceituna. Barcelona. Editorial Octaedro. 2009. Rubio, Antonio. Siete llaves de cuento. Sevilla. Kalandraka. 2008. Sanz, Ignacio. El lector engatusado. Guadalajara. 2009. Y de los siguientes artículos: Calleja, Severino: Las jitanjánforas, juegos poéticos infantiles. Revista Zurgai. Cillán Cillán, Francisco: Retahílas de echar a suerte en la tradición oral, en Revista de Folklore, 287. Valladolid, 2004. De Santos, Claudia y Sanz, Ignacio: Retahílas de echar a suerte, en Revista de Folklore, 57. Valladolid, 1985. Pero también de algunos discos interpretados por Joaquín Díaz, Mayalde, Eliseo Parra, Son del Cordel, Soltxu y Miriam... E igualmente de algún blog, como el que en torno a sus días de infancia en las sorianas tierras de La Alcarama escribe Abel Hernández y que responde al nombre de “El canto del cuco”. Y cómo no (lo confieso) en unos cuantos documentos “indocumentados” conseguidos “al tresbolillo” en esas redes enmarañadas. *148


experimentallatnemirepxe

BIBLIOGRAFÍA 1) Libros

BRAVO VILLASANTE, Carmen: Antología de la Literatura Infantil Española, vol. III. Madrid. Doncel, 1973.Valladolid. Miñón, 1988. Adivina, adivinanza. Madrid. Interduc Schroedel, 1978. Al corro de la patata... Madrid. Escuela Española, 1984. China, china, capuchina. Valladolid. Miñón, 1981. Una, dola, tela, catola. El libro del folklore infantil. Valladolid. Miñón, 1977. CELAYA, Gabriel: La voz de los niños. Barcelona. Laia, 1981. CHEVALIER, M.: Folklore y literatura. Barcelona. Crítica, 1978. GARCÍA LORCA, F.: «Las nanas infantiles», en Obras Completas, vol. I. Madrid. Aguilar, 19.ª ed., 1974, pp. 1043 a 1061. LARREA, Arcadio de: A la rueda, rueda. Canciones de las niñas. Tetuán. Cremades, 1955. MEDINA, Arturo: Pinto Maraña. Juegos populares infantiles. Valladolid. Miñón, 2 vols, 1987. PELEGRÍN, Ana: Poesía española para niños. Madrid. Taurus, 1982. Cada cual que atienda su juego. De tradición oral y literatura. Madrid. Cincel, 1984. La flor de la maravilla. Juegos, recreos, retahílas. Salamanca. Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1996. Repertorio de antiguos juegos infantiles. Madrid. CSIC, 1998. 2) Estudios, artículos y ensayos CALLEJA, S.: «Acerca de la poesía para niños», en Apuntes de Educación, julio-septiembre. Madrid. Anaya, 1983. CARO BAROJA, J.: «Del viejo folklore castellano ».(Páginas sueltas). Palencia. Ámbito, 1984. Ensayos sobre la cultura popular española. Madrid. Dorbe, 1971. La estación de amor. (Fiestas populares de mayo a San Juan). Madrid. Taurus, 1979. 149*


CERRILLO, Pedro C.: «Del Cancionero Popular al Cancionero Infantil». En CERRILLO y GARCIA PADRINO, (Coordinadores): Poesía infantil. Teoría, crítica e investigación. Cuenca. Universidad de Castilla la Mancha, 1991, pp. 27 a 36. «Lírica popular de tradición infantil», en Revista de Folklore, 52. Valladolid, 1985. «El adulto en las nanas infantiles españolas», en Retama. (Colaboraciones Interdisciplinares), 4, Cuenca, 1987. Y en Revista de Folklore, 77. Valladolid, 1987. «La práctica del Cancionero Infantil en la Escuela», en Boletín de la Asociación de Amigos del IBBY, Madrid, 1/1987. «Literatura y folclore en los juegos mímicos infantiles» en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XLII. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1987, pp. 97 a 108. «Las canciones religiosas infantiles», en Revista de Folklore, 91. Valladolid, 1988. Juvenil (CLIJ), 14. Barcelona, febrero de 1990, pp. 14 a 19. «Motivos y formas de las ‘burlas’ infantiles». En Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, LII, C. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1997, pp. 155 a 168. CONTRERAS SANZ, F.: «Expresiones de burla y broma de Segovia», en Revista de Folklore, 89, Valladolid, 1988. DÍAZ VIANA, Luis: «La niñez olvidada: poesía infantil de ahora», en Letragorda, 3. Murcia, 1989, pp. 61 a 64. GARCÍA MATEOS, R.: «Notas acerca de la literatura de tradición oral. (Repertorio infantil)», en Revista de Folklore, 94. Valladolid, 1988. GONZÁLEZ GIL, Dolores: «Las raíces europeas del folclore infantil». En CERRILLO y GARCÍA PADRINO, (Coordinadores): Literatura infantil de tradición popular, ob. cit., pp. 23 a 44. «Desarrollo integral del niño y poética de tradición oral». En CERRILLO y GARCÍA PADRINO, (Coords.): Literatura infantil de tradición oral, ob. cit., pp. 111 a 113. LARREA, A. de: El folklore y la escuela. Madrid. CSIC, 1958. MEDINA, Arturo: «El niño y el fenómeno poético». En CERRILLO y GARCÍA PADRINO: Poesía Infantil..., ob. cit., pp. 9 a 25.

*150


«Juegos infantiles escénicos de corte tradicional». En CERRILLO y GARCÍA PADRINO, (Coords.): Literatura infantil de tradición popular, ob. cit., pp. 55 a 68. PALACIOS, C.: «La magia de los juegos infantiles», en El País. Madrid, 1983. PELEGRÍN, Ana: «De poesía tradicional para los más pequeños», en Boletín Acción Educativa, 7-8. Madrid, 1980. «Folklore y literatura», en Cuadernos de Pedagogía, 101. Barcelona, 1983. Poesía de tradición oral para los más pequeños», en Cuadernos de Pedagogía, 89. Barcelona, 1982. Poesía infantil», en Boletín de Acción Educativa, 2-3. Madrid, 1979. «Sobre poesía infantil», en Boletín de Acción Educativa, 13. Madrid, 1982. «Poética y temas de la tradición oral. (El Romancero Infantil)». En CERRILLO, Pedro C. y GARCÍA PADRINO, Jaime (Coordinadores): Poesía Infantil. Teoría, crítica investigación, cit., pp. 37 a 49. PROPP, Wladimir: Edipo a la luz del folklore. Madrid. Fundamentos, 2.ª ed., 1982. SANTOS, C. de e I. SANZ: «Retahílas de echar a suertes», en Revista de Folklore, 57. Valladolid, 1985. Palabras dichosas. Quince canciones de juegos de manos, en Revista de Folklore, 401. Valladolid, 2015. THOMPSON, Stith: El cuento folklórico. Caracas. Editorial de la Biblioteca, 1972. VÉLEZ, A.L.: «Literatura de tradición oral y antropológica», en Revista de Folklore, 66. Valladolid, 1986.

151*


POMPORERÁS Y PALMALITÓYAS índice EXORDIO

6

Por Estrella Ortiz

INTRODUCCIÓN Y NOTAS

1) HABÍA UNA VEZ 2) DEVANANDO LA MADEJA 3)ALGUNOS BOTONES DE MUESTRA 4)ENTRANDO EN HARINA

14 14 15 16 21

ADVERTENCIAS A LECTORAS Y LECTORES

25

Por Roberto Mezquita

RETAHÍLAS Y CANTINELAS

VUELAN MOSCAS Y GALLINAS PINTOS y PICOS; GORGORITOS Y MARAÑAS BANDOLEROS Y LABRADORES PIPIRIGAÑAS, PIN PINEJAS Y PECIGAÑAS UN,DON...;UNA, DOLA...; UN, DAN...; BIN, BON... Y OTRAS DE GATOS Y CAFÉS UNILLAS, DOSINAS Y ETCETERINAS BALLESTAS SAPOS Y GALLOS; GANSOS y CIGÜEÑAS ¿QUE HORA ES? JUAN DEL PUERTO, EL SACRISTÁN TERESA LA MARQUESA Y SUS MONAGUILLOS SIN NARANJITAS PÁBILA MÁBILA TIÑAS Y TINES ALGUNOS VERSOS SUELTOS A HORCAJADAS EUSKAL LELOAK/RETAHÍLAS VASCAS

26 30 36 42 46 54 60 64 68 72 78 82 86 88 90 92 94 98 100


S POMPORERÁS Y PALMALITÓ TRABALENGUAS Y GALIMATÍAS

VIEJAS VIRUEJAS Y BODIJAS MADRES NOTABRES Y LIEBRES BURIBLES BASILISA CATA CATA CATALINA MARIA CHUCENA MARÍA CUCHÍBRICA CABRAS ÉTICAS, RATONES PELUDOS Y GALLINAS PITRINCAS DÍRIGA, DÁRIGA PARRA Y GUERRA EL JUNCAL DE JUNQUEIRA CIELOS COMPLEJOS

MENTIRAS, PATRAÑAS Y DISPARATES

102 104 106 110 110 112 112 114 118 118 120 120

PIPIRIPINGOS Y RESPINGOS EL BONETERO DE LA TRAPERÍA COGÍA COLES ¡LO QUE HAY QUE VER! EN LA MINA DE SAN ANSELMO UNA COMIDA ALGO COPIOSA EL PRESTE JUAN DE LAS INDIAS (I) EL PRESTE JUAN DE LAS INDIAS (II) LA MAZURCA DE MAURICIO (I) LA MAZURCA DE MAURICIO (II)

122 124 128 130 132 136 138 140 140 144 146

FUENTES

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BIBLIOGRAFÍA

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Quedaron enhebradas las últimas palabras de este volumen, justamente el 11 de Septiembre del año 2016; día que acarrea variados recuerdos y conmemoraciones; y año en el que hemos estado totalmente desgobernados, con la duda de si ello será mejor que tener gobierno y ser mal gobernados. La parte tradicional de la obra nos sugiere mirar a los santorales y seleccionar por un lado a Paciente y a Esperanza. La sección reversista se queda sin duda con Dídimo, Diodoro, Pafnucio y Proto. Loadas sean las palabras que vienen desde nuestros ancestros y las que legaremos a nuestros descendientes.


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