La crítica como un mapa hacia la comprensión del cine colombiano actual

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LA CRÍTICA COMO UN MAPA HACIA LA COMPRENSIÓN DEL CINE COLOMBIANO ACTUAL

Se dice que todas las personas tienen algo de crítico de cine, y es que este es un arte tan inherente a la condición humana que es imposible verlo sin habitar su universo, sin ser el juez que decide si lo que acaba de ver es bueno o malo; pero hacer crítica no es sentenciar algo basado únicamente en lo que eso suscita en uno mismo, aunque sea un componente importante para su construcción. Apreciar una películano es un ejercicio tan simple como lo quiere proponer la dinámica industrial de ir a cine; en realidad, observar y disfrutar en detalle de una película es un proceso en el que se deben considerar una cantidad enorme de variables que entre más se piensan, más profundas muestran ser. Cuando las personas van a ver una película – así estén forzadas por naturaleza a tener una opinión sobre ella – la mayoría no está pensando en todos los componentes de orden estético y técnico que hay en lo que están viendo; gran parte de los espectadores realizan un ejercicio de apreciación desde la candidez de lo que parece ser una simple actividad de entretenimiento, pero dentro de su psiquis, de manera inconsciente, existen unas motivaciones que hacen que haya un nivel de relación con el contenido que están viendo, contenido que a su vez está permeado por la perspectiva de quien lo realizó y el contexto en donde se hizo; es por esto, que si todas las personas tienen algo de críticos de cine, es en su nivel más primitivo, ya que el camino que ha labrado la realización de la crítica ha sido largo y ha llevado a un nivel de introspección mucho mayor al que tiene el decir me gusta o no me gusta. Con el paso del tiempo, la crítica cinematográfica ha evolucionado para ser mucho más que eso, hasta llegar a un punto en el que no es una simple descripción de una película, sino que es una interpretación y una obra artística en sí misma.


A MODO DE CONTEXTUALIZACIÓN “La crítica no consiste en decir lo bueno o lo malo. Sino en descubrir lo encubierto” Gonzalo Restrepo Sánchez

La crítica a través del tiempo Tanto la crítica como el cine fueron adquiriendo profundidad y relevancia a medida que se fueron explorando sus posibilidades. Desde la llegada del cine, los medios de comunicación y la opinión pública en general mostraron un gran interés en él, creando piezas periodísticas y pequeñas notas informativas que daban cuenta de lo que se estaba llevando a cabo entre los primeros realizadores. Cuando el cine fue ampliando sus horizontes y diversificando sus narrativas, los medios fueron adaptando nuevos formatos en los que pasaron de la simple descripción a la interpretación y la argumentación; así lo explica el docente y crítico de cine Oswaldo Osorio, quien enumera cuatro tendencias que fueron hitos en el desarrollo de la crítica: La primera tendencia es la crítica clásica que sucede en la década de los 20;en ella, quienes escribían se dedicaban a hacer descripciones de lo que se veía en la pantalla y a nombrar aspectos de la producción que terminaban desviándose del contenido de la película. Aunque esta etapa es válida por ser un primer acercamiento, es un intento que no tiene una profundidad reflexiva que haga de la crítica algo más trascendente. Aun así, el público mostró gran interés por estos artículos y la crítica siguió desarrollándose hasta llegar a una segunda etapa, ubicada entre las décadas de los 30 y 40; a las críticas realizadas entonces, Osorio las denomina críticas explicativas; en ellas ya hay una búsqueda de significados implícitos, se empiezan a analizar en algunos elementos otros mensajes que quizás no sean tan obvios para el espectador. En los años 50 se empieza a reconocer una nueva tendencia que hasta ahora sigue teniendo mucha vigencia y suele permear mucho la posición de un crítico frente a una producción;la política de autor es una forma de reseñar que entra en juego cuando los críticos de cine empiezan a notar características reincidentes en varias producciones de un


mismo realizador, creando una especie de sello propio que lo distingue y lo hace sobresalir entre los demás realizadores; basados en los elementos que definen el quehacer cinematográfico de cierto director, los críticos evalúan la obra a través de los estándares que él mismo ha fijado por medio de sus demás producciones. La política de autor es una tendencia que es importante porque se acerca a una búsqueda de sentido más singular y por lo tanto más profunda, pero también podría resultar muy peligrosa, como explica el mismo Osorio, ya que puede hacer que el crítico tienda demasiado a hacer culto a la personalidad de algún realizador, afectando el juicio que tenga sobre una producción individual al mirarla bajo la subjetividad de un gusto adquirido por el conjunto de producciones realizadas con anterioridad por el mismo director. La última clasificación de la crítica cinematográfica que propone Osorio es la sintomática; un nuevo nivel de interpretación en el que el origen y contexto de la producción y sus realizadores tienen un impacto en los mensajes que emiten; estos mensajes en muchos casos están reprimidos, ya que son fruto de características y formas de ser subconscientes del realizador. Llegar a este nivel de profundidad reflexiva no solo ha implicado un largo camino teórico y apreciativo, sino que puede llevar muy fácilmente a la especulación, uno de los riesgos más grandes para el crítico y es a causa de esta que una reseña puede perder todo su poder persuasivo, que en últimas, es para muchos autores el fin máximo de la crítica. Si un crítico se deja llevar demasiado por el carácter sintomático de una producción, puede caer en errores de interpretación, más aun cuando habla de producciones que son ajenas a su propio contexto; es entonces cuando el escritor debe tomar mano de las herramientas que tiene a su disposición para hacer un reseña inteligente e incitadora, pero que también sea justa y bien argumentada.

Formadores de la crítica y los críticos El desarrollo de la crítica tuvo un momento determinante y este fue cuando distintas áreas del saber empezaron a ver e interpretar el cine desde sus perspectivas. Entre las disciplinas que más aportaron a la concepción del cine como una forma de arte que necesita ir más allá de la descripción están la antropología, la semiología, el feminismo, el marxismo, el estructuralismo y el psicoanálisis; esta diversidad de formas de ver el cine dio


una nueva luz a la crítica, haciéndola un ejercicio de reflexión multidisciplinario que tiene la oportunidad de ver desde diferentes ópticas infinidad de significados que vienen de un mismo lenguaje. En definitiva, si bien esto complica mucho más la idea de ver cine, lo hace una dinámica mucho más fascinante y enriquecedora, pues como bien escribirían para la NationalBoard of Reviews of MotionPictures “cuando los componentes de una película son analizados y apreciados, ésta constituye una experiencia más satisfactoria”(Como se juzga una película, 1991). En la actualidad, esa misma perspectiva multidisciplinaria supone una interesante oferta de críticos para el país; así lo considera el investigador y crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, cuando habla de las nuevas voces de la crítica colombiana que tienen origen en otras áreas como la literatura o la misma realización de cine. Tanto ahora como cuando empezaron las diferentes ciencias e ideologías a permear la interpretación del cine, la academia ha jugado un papel vital; es por esto que no se debe omitir su rol como institución facilitadora de la conexión entre estas disciplinas y el análisis cinematográfico. Incluso ahora, que el cine hace parte activa de los programas académicos de numerosas facultades y universidades, Zuluaga destaca la labor que se realiza por parte de los investigadores que hacen sus análisis desde la academia al decir:

Los profesores sí están construyendo reflexiones que van más allá de las películas, están apuntándole a investigaciones y trayendo teoría de otros lugares y creo que ahí está ocurriendo algo que inevitablemente va a terminar beneficiando a la crítica si hay unos niveles de comunicación entre estos dos estamentos.

Es en función del fortalecimiento de la realización cinematográfica que se desarrollan gran parte de estas investigaciones y de la crítica misma, más aun en Colombia, en donde el progreso de uno es directamente proporcional al del otro; pero el esfuerzo por una crítica y un cine de calidad no solo viene de la academia, ya que si bien esta ha ayudado en gran parte a crear cierta profundidad reflexiva en la crítica, sus aspectos formales y estilísticos están basados en los del periodismo. Fue precisamente en los medios de comunicación en donde la crítica encontró su primera plataforma de expresión y, a pesar de haber tenido que migrar de ellos para poder desarrollarse de manera más profunda, son sus formatos los que marcan la pauta a la hora


de realizar reseñas sobre las producciones actuales. Cuando los críticos de cine se encontraron frente al mismo público con el que se enfrentaban los periodistas, escribieron sus críticas con un lenguaje familiar para su público, de modo que fuera comprensible para las personas que la leían; más adelante al encontrar nuevos espacios como las revistas especializadas y los blogs, las reseñas se hicieron más versátiles y se adaptaron al lenguaje que la plataforma y el público de esta demandaran, como también suele hacerse en el periodismo especializado. Otro elemento importante que comparten el periodismo y la crítica es que muchos de sus principios rectores son los mismos; Oswaldo Osorio menciona tres: el primero es la autonomía, que desdeña cualquier tipo de interés ajeno al de expresarse libremente y no en favor de cualquier estándar o pago. El segundo es la igualdad, el hecho de estar al nivel de los lectores y proponer una reflexión que sea comprensible y consecuente con su contexto. El tercer principio es la independencia, por medio de la cual, la crítica no es un dictamen que se deba seguir a ojos cerrados, sino que es una forma de expresión que busca entender sin necesidad de atar a su forma de ver las cosas. Es precisamente en esta última característica en donde se ven los más grandes debates de la crítica, es la relación voluble entre realizadores y críticos de cine, el asumir que el crítico es un juez que descalifica y condena, lo que ha desprestigiado la crítica, desperdiciando su potencial como mediadora entre la calidad y la realización, además de su capacidad de ser el mapa que revele los caminos intricados y fascinantes que representa el cine como obra de arte.


EL UNIVERSO QUE REVELA LA CRÍTICA “Toda la realidad es cine, porque en el cine se organiza la vida” Jean-LucGodard

El cine es un espejo de la realidad misma, de nuestras acciones y nuestros deseos, de lo que vivimos y lo que imaginamos. El cine es quizás el tipo de arte más complejo, aquel que tiene elementos de todas las artes; es precisamente por esto que se acerca más a nuestro mundo. A través de cada componente que hace parte de una película, se refleja una dimensión del ser humano, “cuando uno habla de cine está hablando de la vida, de la condición humana” (Osorio, 2015). La mayoría de los espectadores se toman el ejercicio de ir a cine como un entretenimiento, las películas se han convertido en un instrumento para evadir la realidad y a pesar de que la realización de un producto audiovisual sea uno de los ejercicios técnica y estéticamente más complejos, el cine ha perdido su estatus de arte al estar directamente relacionado con el ocio. Antes de ser un instrumento de la industria audiovisual - cuya lógica está enfocada hacia la producción de películas a cambio de la adquisición de dinero - el cine era una forma de expresión, una voz de protesta o un registro de la vida misma; el apoderamiento de la salas de exhibición por parte de la industria ha relegado estos tipos de película a pequeños cineclubes o a teatros especializados, aunque es en ellos en los que generalmente el cine reclama su valor como arte y como representación de la humanidad. Ciertamente las empresas exhibidoras a nivel nacional representan un monopolio que tiene determinadas expectativas sobre las producciones que ponen en circulación, después de todo, es un negocio y tiene que ser rentable; pero proponer tipos de cine alternativo puede ser una buena apuesta a largo plazo, no solo para la taquilla, sino para el público, el cual representa el potencial no solo de consumidor, sino de realizador, realizadores que a futuro y teniendo unas buenas bases, puede crear un cine innovador y consecuente con los recursos que están disponibles; de modo que a medida que avance la industria nacional, sus técnicas pueden diversificarse y presentar contenidos de todos los tipos. El rol del crítico de cine en todo este panorama es simple y a la vez complicado, él es el encargado de ser la voz de esas producciones que han sido ignoradas o banalizadas por la


cartelera; la crítica de cine debe ser un ejercicio no solo de apreciación, sino de invitación a reconocer en las películas un universo que es arte en el sentido en que se pensó para interpelar a sus espectadores. La evocación es quizás una de las virtudes más manoseadas del cine; es fácil emocionarse con los mejores efectos visuales y de sonido en salas con los últimos avances tecnológicos, lo

difícil es generar empatía con los personajes más

cercanos, y los lugares más comunes; pero esta es una discusión que tiene variables y matices, es vital reconocer que la riqueza de recursos que emplea el cine es un arma de doble filo a la hora de apreciarlo. El objetivo detrás de estas líneas no es satanizar las producciones con mayor acceso a la taquilla, pero tampoco sobra demandar un poco de equidad en la cartelera, por el bien de la diversidad estética y la formación de públicos. La crítica de cine es entonces una oportunidad de hacer visibles esos filmes que la distribución y la exhibición no quisieron fomentar, como argumentaría Hugo Chaparro al hablar de la crítica en la historia, “la crítica fue un oficio justiciero, que desconfiaba del éxito, ensalzaba al débil y atacaba al poderoso” (El crítico como director, pág. 78). De alguna forma, la misión del crítico es la de mirar más allá de lo obvio y de lo completamente visible, descubrir esos tesoros escondidos entre las cantidades enormes de producción y de publicidad para contar a sus lectores que hay una parte del cine que no es solo ocio, sino que es arte y profundidad, “una crítica verdaderamente crítica tendría prioritariamente, que tener una especial sensibilidad para distinguir entre la avalancha imparable de producciones, aquellas obras que todavía mantengan despierta la curiosidad por adentrarse en sin condiciones en los laberintos de la razón”(Ramírez, 2004); como lo diría el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga al hablar de sus motivaciones personales: “más que el cine de grandes temas, me interesa más el cine de grandes asuntos, el cine que se interesa de sí mismo, auto-reflexivo y capaz de proponer avances en términos de lenguaje” (El rol del crítico de cine , 2015). Precisamente en el lenguaje está reflejado ese mundo que desborda el cine y que busca revelar el crítico; pero no es lo mismo hablar del lenguaje cinematográfico que del lenguaje escrito, cuando se escribe algo la idea resulta bastante explícita, independientemente de las posibles interpretaciones que se puedan derivar del contexto del receptor de dicho mensaje, pero cuando un mensaje está conformado por varios lenguajes diferentes en una misma plataforma, la comprensión se hace más complicada, pero el mensaje a su vez se vuelve


más profundo y más inmediato (al menos en su emisión). En el caso del cine, su hibridez y su constante exploración de recursos hacen que se codifiquen mensajes desde diferentes áreas que pueden tanto acentuar el mensaje como contrastarlo, es una especie de ironía que suele tener que ver más con la estética que con la narración; por ejemplo, en muchas películas se hacen ciertos énfasis en determinados componentes, puede ser el sonido, la fotografía, la ambientación e incluso, la misma iluminación y coloración; cada uno de estos aspectos está emitiendo mensajes independientes que pueden o no hacer parte del mensaje total que por lo general está dictado por la narrativa del producto; detrás de cada una de las decisiones técnicas y estéticas que aportan a la creación de determinadas connotaciones, el director y su equipo están dando una nueva dimensión a su creación, un aspecto que tiende a pasar desapercibido, pero que va generando códigos que se hacen reincidentes y se vuelven canónicos.

El canon y los elementos que lo trascienden

Así como la historia de la crítica da ciertas tendencias, la historia del cine también ha sido marcada por temporadas en las cuales, la producción se ha inclinado hacia ciertos perfiles estéticos y técnicos, inclusive, se ha llegado a un punto en que varias de esas tendencias conviven en un mismo espacio y tiempo, lo cual lleva a la diversidad de contenidos, pero también a la monopolización de algunos de ellos en los espacios de distribución; a dichos perfiles estéticos y técnicos que se repiten en forma de moda se les consideran como cánones, construcciones de cierto contexto que marcan la pauta para el comportamiento de ciertos fenómenos, en este caso, el cine. El canon es un tema espinoso en el arte, especialmente cuando el último busca ser transgresor y original mientras el primero insiste en catalogarlo y agruparlo con otras representaciones similares. Criticar en base a los cánones es caminar sobre una cuerda floja, a un lado del abismo está lo que el escritor Héctor Sierra advierte: “una obra no puede considerarse mala porque no se parece a las demás”; el no querer ver más allá del canon, sesga la unicidad de las obras y la peculiaridad de sus realizadores. En el otro lado al que puede caer el crítico está el no querer o saber apreciar ciertos elementos valiosos de algunas obras por estar sujetas al canon y por esto considerarlas tendenciosas y estereotipadas.


Una forma de ver el canon es la que propone Oswaldo Osorio, en la cual este no es una tendencia de la cual alejarse o acercarse, sino una especie de unidad de medida cualitativa, en la que se cataloga un producto y se evalúa su calidad en la medida en la que sea consecuente con su canon, que como clasificación que es tiene ciertos lineamientos y objetivos que debe cumplir la película para hacer parte de él. Para Osorio, juzgar una película desde su canon es una regla de oro al momento de hacer crítica de cine, “no esperar de una película algo para lo que no fue pensada” para evitar la especulación y medir con vara justa el valor de la producción frente a lo que quiere expresar y como lo expresa. El hecho de que el canon de alguna forma este creando tradición no lo hace estático, al contrario, es un ejercicio que va mutando hasta convertirse en una tendencia totalmente renovada y diferente, viéndolo desde una perspectiva más inclinada hacia lo comercial que hacia lo artístico, “el signo cinematográfico se desgasta con su uso, por consiguiente, cada película tiene que construir su universo de signos que le sean propios, sin apoyarse en convenciones” (Martínez, 1897), aunque la innovación también sea un componente valioso del cine como arte en general. A pesar de que el crítico muchas veces está determinado a atender o a alejarse del canon, él mismo hace parte del ciclo que lo hace posible; “en buena medida la crítica es la gran rectora del canon, sobre todo de cines pequeños como el colombiano” argumenta el crítico de cine, Pedro Adrián Zuluaga; en Colombia la cinematografía pareciera estar atravesando una eterna pubertad, está en un proceso de reconocimiento propio y de su entorno, pero a los demás no les es permitido reconocerla a ella, ya sea por problemas de distribución o cuestiones de rentabilidad, debido a esta circunstancia, no es el público el que determina el canon a través de la recepción, sino los críticos los que dan visibilidad a través de lo que ellos logren captar en espacios dedicados a la muestra de cine nacional.

Lo irreal como un mundo real “El ensueño no puede eliminarse porque el ensueño es la vida” Tomás Carrasquilla


Vale la pena agregar a las reflexiones sobre el universo que representa el cine, aquella parte que no parece tan universal ni tan inherente al ser humano; todo acto de creación fantástica o surreal, suele alejarse de lo que las personas admiten como realidad, ya sea en el cine o en la cotidianidad misma, pero en este ensayo se quiere proponer la fantasía no solo como realidad, sino como ese elemento de la misma que hace el cine tan ajeno y a la vez propio de la condición humana. Tomás Carrasquilla, uno de los primeros críticos de cine del país escribiría sobre aquella paradoja que parece definir la increíble atracción que genera el cine entre las personas: “Acaso sea esto mismo lo que más nos embelesa. Estamos hartos de vivir en la realidad, de ser realidad nosotros mismos, y apetecemos por eso la mentira, la ficción inverosímil que se parezca más al ensueño que a esto real y efectivo en que nos agitamos o yacemos […] Una mentira; un mito, puede tener tanta filosofía y trascendencia como el hecho histórico más significante” […] Si esas visiones instantáneas y mentirosas nos fascinan es porque en ellas nos vemos, tal vez sin darnos cuenta de su enseñanza, la imagen fidelísima de nuestras propias existencias”

Para Oswaldo Osorio, docente e historiador, existen dos dimensiones de conocimiento que se expresan en el cine: la sociológica y la psicológica, cada película tiene dentro de sí un poco o mucho de cada una de ellas, y es por medio de ellas que se expresa la condición del individuo, tanto desde lo tangible y externo, como desde lo intangible e interior; es por esto, que los productos del racionamiento y la imaginación también resultan en realidades que permean y condicionan al ser; otra dimensión más que se refleja en el quehacer cinematográfico y que es desvelada por el crítico, en su misión de encontrar sentido tanto en las narrativas más lejanas a la lógica como en las técnicas más propensas a parecer fruto del azar.

A MODO DE CONCLUSIÓN


La crítica como arte

Habiendo atravesado el camino que ya ha atravesado históricamente la crítica, se vale decir que ella es también un arte, como bien lo diría Mayra Pastrana:

Si la obra de la cual parte la crítica se cualifica por la hondura y densidad conceptual con que fue elaborada, como por su personalidad expresiva, no es imposible que con esas mismas características, la crítica llegue también a ser de por sí, un hecho artístico.

La consideración de la crítica como una obra parasitaria, resulta lógica, pero dicho razonamiento no le quita el valor que tiene, ya que desde su propia plataforma y con su propio lenguaje está expresando y dando sentido a una visión más del mundo, está persuadiendo al lector, lo incita a que reconozca lo que ella reconoció en otra obra, y es por el modo en que ella cuenta a su manera lo que el cine contó a la suya, como la crítica, su estructura y su narración se hacen arte también, un arte analítico, pero motivado por la pasión y la apreciación de una realidad contada a través de los ojos de la cinematografía; es por esto que la crítica también tiene principios, “una crítica supeditada o vulnerable a correcciones, encargos, temores, gustos o preferencias y manipulaciones carece de seriedad, es deshonesta, irresponsable y no merece siquiera ser tenida en cuenta”(Sierra, 1993) y es por esto que ella misma tiene su lenguaje y sus códigos propios.

El cine necesita la crítica “La crítica es necesaria y fuerte o blanda, constructiva o destructiva, objetiva o subjetiva es generadora, enriquecedora, atormentante y creadora. No se puede negar” Germán Ossa

Aunque parezca un artículo accesorio, que muchos realizadores desdeñan, la crítica debe estar presente en el desarrollo del cine nacional, pero más necesaria que la crítica misma, es la comprensión y el compromiso con lo que ella propone, sin que los directores lo tomen


como un dictamen, sin que los críticos lo tomen como un adoctrinamiento; para que se haga una crítica realmente constructiva “es necesario pues, […] dada la implacabilidad de la maquinaria, una crítica razonante y ajena, que con la pluma o la lengua suelta, diga la verdad y la diga más por amor a la verdad que por amor al cine”(Ramírez, 2004). “Una crítica ideal no es precisamente aquella que abomina de una obra o un film, sino también la que sabe descubrir y resaltar las victorias estéticas de sus autores, claro está, sin caer en la generosidad y la misericordia” diría Héctor Sierra; las malinterpretaciones y los estereotipos ya han alejado demasiado a realizadores de críticos, quienes al fin y al cabo solo están buscando el mismo fin común: formar una cinematografía de calidad. En un país como Colombia, bajo las circunstancias de promoción y desarrollo del cine que tiene actualmente, la crítica se hace vital para formar públicos, para abrir nuevos espacios de exhibición y para que se abran las posibilidades en los ya existentes; ante un cine neonato, la crítica tiene la responsabilidad de señalar aquellos productos que inspiren a los realizadores futuros a hacer un cine no solo interesante narrativamente hablando, sino competente e impecable en su técnica, así lo planteó en su momento Orlando Sierra al escribir “se trata (con el incipiente cine nacional), no tanto de horrorizarse con la participación o ausencia de ciertos elementos, como de valorar a cada momento las modificaciones positivas o negativas que se producen a raíz de nuevas circunstancias” (citado en Zuluaga, 2009). Desde la crítica y el análisis de los contenidos cinematográficos, es entonces vital reconocer y dar a conocer el arte que se está creando y se puede crear, después de todo, lo que hacen los críticos es trabajar en función y en homenaje del buen cine, en una incansable búsqueda de su fortalecimiento y su identidad, para que siga haciendo universos paralelos que nos vinculen y nos alejen a la vez de la realidad que nosotros mismos construimos y enriquecemos.


REFERENCIAS

Chaparro, H. (s.f.). El crítico como director. Kinetoscopio, 78-84. El Tiempo. (s.f.). eltiempo.com. Obtenido de http://m.eltiempo.com/buscador/MAM1518396/1 Estrada, R. G. (2007). Legado de una Amistad. Medellín: Centro Colombo Americano. Martínez, H. (1897). La historia del cine colombiano.Bogotá. National Board of Reviews of Motion Pictures. (1991). Como se juzga una película. Kinetoscopio. Osorio, O. (12 de Septiembre de 2015). Seminario de Crítica Cinematográfica - Primera Sesión. (C. C. Medellín, Entrevistador) Medellín. Ossa, G. (1999). Reflexiones críticas. En G. Ossa, Nido de cóndores: críticos de cine en Pereira. Memorias del IV encuentro (pág. 135). Pereira: Papiro. Pastrana, M. (1999). Los jueces enjuiciados. En G. Ossa, Nido de cóndores: críticos de cine en pereira. memorias del IV encuentro (pág. 135). Pereira: Papiro. Ramírez, J. G. (2004). Apuntes para escribir pensando el cine. En G. Ossa, La crítica del cine en Colombia: memorias de dos encuentros (pág. 160). Manizales: Hoyos Editores. Sierra, H. (1993). Sobre crítica cinematográfica y crítica del arte. Kinetoscopio, 84 - 88. Zuluaga, P. (2009). Cine colombiano: cánones y discursos dominantes. Bogotá: Idartes. Zuluaga, P. (6 de Octubre de 2015). El rol del crítico de cine . (L. Rivera, Entrevistador)


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