Texto para la discusión. Comunicación

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Texto para la discusión Cultura y comunicación Licenciatura en educación física, recreación y deporte. CENDA Texto trabajado durante el proceso de formación de la Especialización en Comunicación educativa de la Corporación Universitaria Minuto de Dios 2015

LA COMUNICACIÓN COMO PRÁCTICA: Por Amparo Cadavid Bringe Bogotá, 2014 Presentación Con frecuencia como profesora de pregrado y postgrado, debato con mis estudiantes de comunicación la posibilidad real de definir “la Comunicación” de una única manera, en una especie de fórmula. Los currículos de comunicación incluyen, bajo cualquier denominación cursos de historia de la comunicación, de teorías, escuelas y otros contenidos que pretenden presentar y profundizar, precisamente, una comprensión de este “campo”. Se hace porque es básico, quien se forma en comunicación debe tener muy claro cuál es el terreno de su conocimiento y experticia. Sin embargo, todavía hoy se sigue debatiendo, no solamente a partir de las diferentes corrientes (positivismo, funcionalista, escuela de Frankfurt, escuela estructuralista crítica, comunicación-cultura, estudios sobre vida cotidiana, post estudios sobre vida cotidiana), sino – y sobre todo – a partir de las prácticas, lo que entendemos por comunicación, como una de sombrilla que cubra una cantidad significativa de experiencias sociales y culturales. Todas ellas que pasan por un común denominador. Con el ánimo de orientar a mis estudiantes de post grado que no están tan familiarizados con los estudios teóricos sobre comunicación, y a quienes se les pide que en un corto tiempo estén en capacidad de aplicar estos conceptos para interpretar, analizar y construir procesos académicos, he escrito los siguientes párrafos. Lo que buscan es caracterizar un aspecto del campo de la comunicación, que es su existencia en la práctica social cotidiana de construir y mantener los lazos que unen la sociedad y que llamamos tejido social. Son planteamientos dirigidos a orientarlos sobre los ejercicios de observación e identificación de prácticas comunicativas en la vida cotidiana, de manera que puedan “ver” su presencia e importancia en su actuar profesional diario. La comunicación como práctica en la vida cotidiana La perspectiva desde la cual he enfocado este escrito se inscribe en lo que podría llamarse el campo de la “comunicación social”, el cual como marco


conceptual y como metodología de trabajo permite abordar a la comunicación como práctica y como experiencia vital en la vida cotidiana. El primer elemento de este enfoque consiste en concebir la comunicación como un campo de existencia, actuación y construcción de los sujetos dentro de una sociedad, a diferencia de otros enfoques que la conciben como una estrategia o un instrumento que sirve para lograr objetivos y resultados específicos. Si la comunicación es un campo donde existen y actúan los sujetos, lo que hay que mirar en ella es cómo se constituyen, se relacionan y para qué lo hacen esos sujetos. En esta perspectiva, los sujetos sociales son concebidos como interlocutores cuyas actuaciones e interacciones construyen permanentemente el tejido social y los procesos que esa sociedad necesita para reproducirse y avanzar hacia el futuro. El status de interlocutor tiene dos caras: de una parte, es un sujeto constituido en sí mismo con identidad, arraigo cultural, derechos, responsabilidades e intereses propios; y de otra, está en capacidad de establecer contacto e intercambiar con los demás, porque también comparte con ellos identidades e intereses colectivos. Por lo tanto, la comunicación es un campo en permanente transformación, cuyos protagonistas se caracterizan por mantener un contacto y un intercambio significativo, productivo y transformador. Es a través de ella que se construyen las relaciones sociales, que luego ascienden a lo que se llama tejido social. Esto es posible porque entre ellos existen elementos que se lo permiten: lenguajes para entenderse, temas comunes que los convocan, oportunidades y condiciones para el intercambio, pero sobre todo, un contexto cultural colectivo que les aporta una común manera de entenderse y que se concreta – entre otros – en formas de contarse y de estar juntos. En la comunicación se conforma esta subjetividad, lo cual es un paso fundamental para identificar y reconocer la existencia de otros sujetos. Esto también puede aplicarse de manera colectiva, por ejemplo a las organizaciones quienes también se constituyen como sujetos sociales colectivos e interlocutores con identidad e intereses propios quienes a la vez, interactúan con otros para construir esa sociedad de la cual hacen parte, porque tienen identidades e intereses que comparten. La comunicación teje la sociedad En la medida en que es el reconocimiento, contacto, e intercambio simbólico con el otro como se establecen las relaciones sociales, y todo esto es lo que hace la comunicación, es en ella y a través de ella que se teje la sociedad. Sin embargo, esto, si bien tiene un origen adscrito a la naturaleza colectiva del hombre, no sucede siempre de manera armónica y fluida. Los intereses individuales y las inmensas diferencias que existen, aun dentro de la misma cultura (generacional, de género, de actividad económica, ideología, tendencia religiosa, deseos de ostentar el poder, etc.) llevan a que el reconocimiento, el contacto e intercambio entre los hombres y sus


organizaciones, no sean siempre conducentes a la construcción y fortalecimiento de los lazos sociales. Por lo contrario, los intereses particulares y la falta de ver – en forma colectiva – los intereses superiores que corresponden al todo de la sociedad, no se reconozcan ni prioricen, es lo que lleva a que esos lazos se debiliten, deterioren y rompan, o simplemente, no se hayan dado. Lo que hace la mirada de la comunicación es identificar esas condiciones de deterioro, y crear lazos de restauración del flujo comunicativo. De esta manera, ese intercambio simbólico que construye lazos entre las personas y entre estas y sus organizaciones están compuesto por flujos que conllevan un sentido y un propósito particular. Hay comunicación cuando los sujetos en el acto se reconocen como interlocutores, y esto significa que se aceptan mutuamente como legítimos y equivalentes para ese intercambio. Y a su vez, entra en ella en una oleada de expresión-atención de cada uno, para tratar un asunto de interés común, en la perspectiva de sacar de él algo nuevo que construye su entorno individual o colectivo. La palabra es el elemento sine qua non, pero la palabra entendida y colocada en el marco del reconocimiento del otro para un intercambio y no para una imposición. Sin embargo las relaciones sociales no siempre están colocadas en esa perspectiva del entendimiento y la construcción de proyectos de interés colectivo. Con más frecuencia, es la arena de confrontaciones y pugnas por el poder. Un poder que va desde la dominación en la vida privada (el marido sobre la esposa, los padres sobre los hijos, el más grande sobre el más chico) a la dominación en la vida pública (ganar el poder económico, la hegemonía política, religiosa, cultural y social). La lucha en esos contextos no se hace dentro de lo que llenamos la comunicación social, sino más bien un intercambio simbólico para la dominación y la imposición. Las dimensiones de la comunicación La comunicación posee dimensiones que permiten la construcción del tejido social y la superación de las fracturas y vacíos en este. Aquí menciono algunos:  La palabra que construye  Las expresiones ligadas a lenguajes no verbales (facial, corporal)  Los debates que requieren argumentaciones firmes  Las formas de expresión: discursiva, plástica, sonora, representativa, literaria, cinematográfica, etc.  Las formas de encuentros interpersonales: asambleas, foros, colectivos, marchas, eventos, etc. Para cada una de ellas hay repertorios de formas y canales (narrativas y medios) que permiten, viabilizan, aportan y hacen posible que se genere la interacción y el tejido. También deben observarse las funciones que cumple este intercambio de sentido: informar, divulgar (dar a conocer), interpelar (ejercer el derecho de aclarar), arengar y agitar (convencer a otros), encontrarse (compartir), hacer visible, generar diálogos, etc.


La comunicación como vínculo En las relaciones sociales esos vínculos tienen diferentes matices, como dicho arriba, no todos ellos comunicativos, sino muchos de ellos de imposición. Los vínculos comunicativos se identifican porque en su esencia construyen y afianzan el tejido social: reconocimiento, afecto, solidaridad, enseñanza/aprendizaje, debate y argumentación. Hay otros vínculos que imponen un poder y una dominación y se diferencias porque en ellos no hay reconocimiento del otro como un igual legítimo para el intercambio simbólico sino un ánimo de establecer un poder y una dominación sobre el otro: la confrontación, imposición, agresión, desconocimiento. Negación, tergiversación, etc. El comunicador debe saber identificar estas maneras de construir relaciones sociales y aquellos lugares donde se requiere una acción comunicativa.


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