Chamanes y caciques de venezuela. Lelia Delgado

Page 1

LELIA DELGADO

CHAMANES Y CACIQUES DE VENEZUELA


Libro divulgativo sin fines de lucro

Textos: Lelia Delgado Antonio Reyes, Agust铆n Mart铆n Quevedo , Carlos Alarico G贸mez,, Pedro Sim贸n la Torre Fotos: Lelia Delgado http://esteticapueblosoriginariosvenezuela.blogspot. com/ Lelia_delgado@hotmail.com

Caracas Abril 2014


LA VOZ ANTIGUA DE LA GUERRA

La voz antigua de la guerra, nos habla de sucesivas rebeliones, de sus líderes históricos, pero también de la leyenda, del mito y otras formas populares de reconstruir un pasado de fuego y hierro, homenaje a las gestas de hombres y mujeres de estas tierras, en su mayoría anónimos que ofrendaron su vida, honra y bienes para defender, tierras y culturas que eran su legítima heredad


Sus nombres han quedado fijados a lo largo y ancho de nuestro territorio, en los lugares donde ejercieron hegemonía. Naiguatá no es un pico; es la voluntad de un pueblo en rebeldía, Guaicaipuro, Terepaima y Paramaconi, son el arrojo en batallas memorables; Tamanaco es la rebelión de un jefe que pierde su vida en las fauces de un perro entrenado para matar; Chacao nos recuerda la generosidad y la entrega del chamán, Maraguey es la hazaña temeraria


LA GUERRA ENTRE LOS CARIBES A diferencia de los españoles, cuya milicia estaba organizada para la conquista y la guerra de exterminio, para los caribes, la guerra era una forma peculiar de convivencia con otros grupos humanos, que no significaba necesariamente, la captación de una fuerza de trabajo para ser sometida a la esclavitud. Tampoco implicaba la apropiación de recursos naturales, o la imposición de un sistema político de dominación social o cultural sobre los conquistados .


La capacidad bélica caribe permitió emprender una guerra de resistencia que duró casi veinte años, sin embargo su debilidad no radicó en el armamento, se debió en su propia concepción de la guerra, pues entre cada batalla, se ganase o se perdiese, había largos períodos de calma, durante los cuales regresaban a sus pueblos, a vivir en paz hasta la próxima contienda. De esta manera los españoles fueron eliminando a muchos jefes guerreros asegurando el éxito frente a la formación militar de los caribes, quienes aunque numerosos, bien armados y valientes, eran carentes de una concepción global de la guerra como estrategia política.



ARAMAIPURO Cacique de los mariches, formó parte de la coalición caribe que enfrentó a Losada. Bajo su mando actuaron Chacao y Baruta. Según Oviedo y Baños, Aramaipuro contaba con un ejército integrado por tres mil flecheros. Su estrategia de guerra contra el invasor fue tan bien planificada que Diego de Losada sólo se enteró del peligro cuando ya la mayor parte de los pueblos se habían reunido en las cercanías de Maracapana. Infortunadamente Aramaipuro y sus hombres esperaron a Guaicaipuro quien no llegar e integrarse al encuentro de Maracapana. Aramaipuro tomó la decisión de retirarse, sólo quedaron allí, Tiuna y sus bravos quienes pelearon y murieron en el enfrentamiento.


Posteriormente Aramaipuro se enfrentó a Sir Walter Raleigh, quien en 1595 asaltó Cumaná, confrontación en la que el cacique perdió la vida. La hija de Aramaipuro, Urimare, fue destinada como trofeo de guerra para Raleigh. Capturada como esclava, logra escapar alcanzando a nado la costa, en la huida hiere mortalmente a un soldado español. Llega a las tierras de Guaicamacuto, quien la acoge como a una hija. Cuenta la leyenda que Urimare, consiguió que el pueblo de Guaicamacuto le obedeciera, convirtiéndose en la primera mujer en gobernar en este territorio


ARICHUNA Arichuna perteneció al pueblo de los jirahara, cuyo radio de acción fue la región de lo que hoy es Lara y Yaracuy. Se formó bajo el mando del cacique Queipa. Fue el primer cacique que tuvo que ver con la Inquisición, debido a su amistad con Juan Fernández, conquistador de origen morisco-portugués, quien fue acusado de herejía y condenado a muerte por el Tribunal Inquisidor. Arichuna, que había aceptado la paz, y que se dedicaba al comercio de especias con los españoles, no pudo creer que aquel hombre, de buenos sentimientos, pudiera ser un hereje y trató de interceder en su favor. El Gobernador Juan de Leiva no quiso tomar cartas en el asunto y Arichuna decidió salvar la vida a su amigo. Atacó la prisión en donde se encontraba recluido en Valencia y logró liberar a Juan Fernández. Este hecho ocurrió a finales de 1556 .



BARUTA A este aguerrido cacique, hijo de Guaicaipuro y de Urquia, le toco vivir una tortuosa época de guerreras, aflicciones y fracasos. Durante la primera parte de su mandato, y a consecuencia de la muerte de Guaicaipuro, vio desmoronarse la resistencia al invasor. Baruta heredó el mando de los pueblos teques y caracas, éste recibió de manos de su madre el penacho de plumas rojas que había llevado su padre, además de la exhortación vehemente de su madre de proseguir la lucha a muerte contra los invasores de sus tierras. Aunque el cacique Baruta atacó a los españoles con sus propias fuerzas, debió establecer pactos y alianzas con otros pueblos rebeldes, para alcanzar algunas victorias. Sin embargo, el regidor del Cabildo de Santiago de León de Caracas, Garci-González de Silva, formulo falsas promesas, concedió prebendas consiguiendo que algunos de estos pueblos acatasen el vasallaje a España y abandonaran las armas.



Baruta prosiguió su lucha, sin haber contado con que el gobernador español, no solo había concentrado sus tropas, sino que las disponía a preparar una astuta estratagema, cayo en una emboscada cuidadosamente planificada y fue hecho prisionero. Garci-González de Silva no lo llevó al patíbulo, sino que trató de persuadirlo de la necesidad de que su pueblo abandonara las armas y se sometiera a la tutela de la Corona de España. Baruta deliberó con los jefes bajo su mando, llegando al convencimiento de que era menester firmar una digna y decorosa paz, en vista que se habían quedado prácticamente solos.


CATIA De temperamento tan ardiente y belicoso, por las malas, como consecuente, ponderado, por las buenas, este cacique y chamán, ejerció su mando en el territorio comprendido entre las montañas aledañas a la actual ciudad de Caracas y el litoral central. Además de haber sabido granjearse la amistad de numerosos pueblos que conformaban la confederación caribe, Catia aliado con Guaicaipuro, Mamacuri, Guaicamacuto, Naiguatá, Chacao, Baruta y Prepocunate, consiguió con la necesaria fuerza guerrera para luchar contra el ejercito invasor. La mayor de sus hazañas fue lograda contra el capitán español Garci-González de Silva en El Valle de los Guayabos. Luego de la muerte de Guaicaipuro, Catia permaneciendo aún en rebeldía sin mayor éxito, quebrada la resistencia, entristecidos, desmoralizados, los que no murieron en cruentos combates , no quisieron continuar la lucha.



Debilitada la resistencia, sus acciones se dedicaron a la defensa del territorio, a tal efecto, nombró heredero al joven Tiuna, en quien confió el mando de la mayoría de sus tierras. Catia combatió hasta el último instante de su vida, murió en Los Teques, en 1568, durante un encarnizado enfrentamiento con las tropas de Diego de Losada.


CARUAO El enclave de Caruao se hallaba rodeado por territorios que ocupaban caciques bravos como fueron Maiquetía, Paisana y Paramacay, entre otros. Caruao fue llamado también Guaicamacuare, cacique de las costas de los caracas, poseía un especial don para tratar el agua.


Legendaria también fue su condición de chamán, capaz de invocar a dioses y espíritus para originar la lluvia, detener a su antojo la corriente de las aguas, evaporarlas, ocultarlas bajo tierra, desviar el curso de ríos y riachuelos, controlar desbordamientos, sentar causes y drenajes en situaciones de inundación. Así como para elaborar pociones que purificaban o envenenaban acuíferos de cualquier genero, y una larga listas de operaciones hídricas que lo hicieron merecedor del calificativo de “Señor del Agua” que, según algunos autores, se corresponde con traducción de su nombre: Caruao.



CONOPOIMA Hombre de confianza de Guaicaipuro. Se cree que fue de origen caribe, aunque procedente de tierras lejanas del Valle de los Caracas. Llegó a las proximidades de Los Teques y se radicó en El Peñón. Peleó en muchas guerras al lado de Guaicaipuro, en particular la de Las Adjuntas. En 1572 se enfrento a Garci González da Silva, en el sitio de Los Carrizales, en cuya contienda le fue amputada una mano. Posteriormente fue emboscado, junto con su mujer, en el río Macarao, la cual resultó herida. Dice la leyenda que Conopaima la colocó en una curiara y decidido a hundirse con ella, un soldado español acabó con la vida de los dos.



CARAPA Guerrero avezado, perteneciente al pueblo de los tarma. Además de ser un hombre de conocimiento, Carapa había luchado denodadamente contra los conquistadores en defensa de su territorio, a tal efecto, se unió al cacique Macarao. Luego de haber sufrido severa derrota en la batalla de aquel nombre, Carapa se retiro a sus tierras y se dedico a organizar su pueblo. La tradición oral cuenta que el cacique Carapa poseía grandes dotes musicales.


CAYAURIMA Cacique de los cumanagoto, logró reunir numerosos pueblos para resistir al invasor. En 1520, enfrentó a los españoles asentados en Nueva Andalucía, hoy Cumaná. En una de esas batallas dio muerte al gobernador, capitán Diego Fernández de Zerpa, primer mandatario español en esa región. Cayaurima se caracterizó por su cojera, producto de una herida de lanza recibida en combate, finalmente cayó muerto en una celada tendida por los españoles .



CHACAO Cacique de origen caribe, conocedor de las normas y de las tradiciones de su pueblo, defendió su territorio con tesón. Se alió a Guaicaipuro y participó en la Confederación Caribe que durante años mantuvo el control sobre todo el valle de los Caracas y la región montañosa de los indios teques. En 1567, Chacao se enfrentó a Juan de Gámez, oficial de Diego de Losada, quien lo tomo prisionero. En 1568 renovó su alianza con Guaicaipuro e intentó rescatar dos niños indígenas esclavizados y devolverlos a su familia entrando a un campamento español, contienda en la que resultó herido y falleció por desangramiento.



CHICURAMAY - CUAICURIÁN Chicuramay fue uno de los veintitrés caciques condenados a muerte después del asesinato de Guaicaipuro. El alcalde de Caracas los hizo prisioneros, los juzgó sin pruebas y los condenó a muerte. Chicuramay era un cacique muy joven, valiente y amado por su gente, lo que motivó que uno de sus guerreros, el bravo Cuaicurián, se presentara a los jueces, Pedro Ponce de León y Martín Fernández de Antequera, argumentando que el verdadero cacique Chicuramay era él. Sorprendidos los funcionarios procedieron a interrogarlo y quedaron convencidos. Cuando Chicuramay salió en libertad, no imaginó nunca la dolorosa razón que la causaba. Cuaicurián fue torturado, al igual que los otros 22 caciques y al despuntar el alba, salvajemente asesinado. Era el año 1569, Chicuramay tembló de ira al saber toda la verdad y buscó venganza. Averiguó que el asesino había sido un hombre de apellido Portolés, que trabajaba como asistente de Fernández de Antequera y le quitó la vida.



GUAICAMACUARE Guaicamacuare fue un hombre de conocimiento y cacique muy respetado por sus dotes adivinatorias y saberes medicinales. Vicia apartado en una cueva en la que disponía de gran cantidad de recipientes cerámicos en los que guardaba los más variados objetos de poder: grasa de cacao, hierbas de todas clases, cortezas de árbol, picos de ave, retazos de piel, uñas, garras y entrañas de animales diversos. Este lugar era visitado por caciques, jefes, indígenas de la más variada condición, e incluso colonos atraídos por su fama de sanador y agorero.



GUACAMAYO Guacamayo chamán y cacique de los tacarigua solía apartarse de su poblado para preparar conjuros que luego pronunciaba ante su pueblo; asimismo, era dueño de considerables conocimientos botánicos y medicinales, elaboraba pócimas y ungüentos a los que se atribuían poderes curativos. Como cacique, actuaba con diligencia y habilidad en la solución de problemas de la vida domestica de su pueblo. Guacamayo fue asediado por Alonso Díaz de Moreno, quien tras haber penetrado en los territorios del cacique Queipa, fundó la ciudad de Valencia. Ante tal invasión su espíritu guerrero fue herido negándose a seguir las órdenes del gobernador Juan de Villegas que lo conminaba a ayudar a los colonos y convivir con ellos.



Durante la batalla, Guacamayo solía lucir una vistosa y multicolor corona de plumas obtenida del grupo de papagayos amaestrados que lo seguían por doquier. Pereció como un valiente en el campo de batalla atravesado por una lanza enemiga. La leyenda relata que luego de la muerte de Guacamayo, sobre su cadáver se posaron dóciles sus papagayos y lo acompañaron por un tiempo, únicamente levantaron el vuelo cuando la soldadesca disparó sus arcabuces contra ellos


GUAICAIPURO Nacido en Suruapo en lo que hoy conocemos como San José de los Altos hacia 1550. Guerrero de confianza del cacique Catuche, asumió su liderazgo a los 20 años de edad. En 1560 el Gobernador Pablo Collado nombró a Juan Rodríguez Suárez Teniente General de la Provincia de Caracas y le ordenó pacificar la región principalmente a Guaicaipuro. A tal efecto, Rodríguez se alió con el mestizo Francisco Fajardo, para ir a la confrontación con el cacique en Los Teques, donde se dieron las batallas de San Pedro y La Quebrada. Fajardo intentó fundar un caserío en lo que hoy es Catia. Sin embargo ante un ataque ordenado por Guiacaipuro y ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío fue arrasado. El año siguiente, en 1561, Juan Rodríguez Suarez refundó el caserío con el nombre de Villa de San Francisco, el cual corrió con la misma suerte del anterior.



En Enero de 1562, Guaicaipuro y Terepaima enfrentaron y dieron muerte al Capitan Luis de Naeváez. Guaicaipuro convocó una alianza estratégica con todos los caciques de la región, a la que se unieron al pacto los jefes Baruta, Chacao, Naiguatá, Guaicamacuto, Paramaconi, Aramaipuro, Yarúa, Chicuramay y Terepaima. Durante años esta alianza se mantuvo triunfadora, pero Guaicaipuro perdió la oportunidad del encuentro en Maracapana, en 1568, batalla clave en la que participaron todos los pueblos aliados. Derrotados por el ejercito conquistador en forma contundente, la coalición se disolvió y los jefes regresan a sus tierras. Guaicaipuro se refugió en Suruapo. Ese mismo año Guaicaipuro atacó a Diego de Losada, éste ordenó al Alcalde Francisco Infante acabar con el cacique, a tal efecto, Iriarte con 80 soldados se abrió paso hasta Suruapo y al amparo de la noche, luego de haber prendido fuego a la vivienda del bravo cacique, fue acribillado por los arcabuces y luego calcinado por las llamas. Sucumbió con la valentía y el honor que, hasta aquel día del año 1569 y a lo largo de toda su vida, habían constituido sus virtudes más emblemáticas.



GUAICAMACUTO Para el año 1589, un grupo de guerreros de la etnia caribe, comandado por Guaicamacuto, dominaba la zona costera del litoral, desde oriente hasta La Guaira, recién fundada por Diego de Osorio. Su asentamiento constituía un grupo de churuatas llamado Macuto, lugar en el que se reunieron Catia, Guaicaipuro, Terepaima, Paramacay y Tiuna, a fin de planificar la defensa de su territorio. Dice la leyenda que Guaicamacuto defendió este territorio, no sólo de los invasores españoles sino también de los ataque de piratas y corsarios que atacaban La Guaira, ante la debilidad del fundador Diego de Osorio, con el grito de guerra caribe “ Anákariná rote” : sólo nosotros somos hombres.



MARAGUEY En 1520 un avaricioso y execrable aventurero homónimo de Alonso de Ojeda, había realizado varias incursiones al oriente de Venezuela , destinadas a la captura de esclavos indígenas, para detener estas acciones el cacique cumanagoto Maraguey dio inicio a una persecución de este personaje a través de buena parte de su territorio, hasta las proximidades del convento de Santa Fe, en donde Maraguey lo atacó y dio muerte a todos sus hombres. Maraguey, creyendo que los frailes habían dado cobijo al desalmado Ojeda, ordenó sin contemplaciones la ejecución de todos ellos.



MANAURE Manaure cacique de los caquetíos, dominó la región que ocupó la zona costera de Falcón. Dicen las crónicas que, luego de haber concertado la paz con Juan de Ampíes, se presentó ante éste imponentemente ataviado con sus mejores galas y plumajes, conducido en una especie de silla, a manera de hamaca que en andas, sostenían varios porteadores, a quienes le seguían numerosos indígenas cargando valiosos presentes y una notable cantidad de oro. Con esto el jefe de los caquetío deseaba hacerle patente su agradecimiento, por haber liberado de a unos familiares suyos, llevados a Santo Domingo como esclavos.



Este acuerdo de paz entre Manaure y Ampíes, implicó una estrecha cooperación para explotar los productos de la tierra que muy pronto comenzó a proporcionar fruto. “ Alianza” que fue interrumpida hacia finales de 1528, cuando Ambrosio Alfinger, fue nombrado al servicio de Carlos V. De inmediato, acompañado por sus 400 hombres y 80 caballos traídos de España, Alfinger se dedicó a la búsqueda de oro y otros materiales preciosos. Manaure fue apresado por reclamar la apropiación ilegal de unas canoas. Después de liberado, se refugio con sus familiares en un poblado cercano a Coro. Hacia 1532, ante la situación insostenible que se produjo entre invasores e indígenas y la violación de todos los acuerdos de paz, Manaure se dirigió con su gente hacia tierra adentro. De el cacique surgió el linaje de los Martínez Manaure que hasta el siglo XVIII reclamaron ante el Rey el cacicazgo de Santa Ana de Coro, Moruy, Mitare, Cumarebo, Zazárida, Río del Tocuyo, Capatárida y Borojó



MARA Se conoce muy poco sobre la historia del cacique Mara, es posible que hubiera ejercido su cacicazgo en la fértil zona situada entre la orilla oeste del lago Maracaibo, la Sierra de Perijá, y del río Magdalena, aunque se desconoce su lugar de asentamiento habitual. Se cree asimismo, que era de origen caribe y que atesorara las dotes guerreras necesarias para emprender la lucha contra el invasor. Mara sostuvo constantes combates contra los invasores, murió peleando contra el avance de Ambrosio Alfinger.



NAIGUATÁ Cacique caribe de la región costera central, que comprendía desde las márgenes del río Anare, hasta Puerto Cruz. Entre los mitos que forman parte de la historia local, se cuenta de su afición por las gaviotas, ave tutelar cuyo vuelo contemplaba absorto, y de las cuales recibía enseñanzas que luego utilizaba en su práctica chamánica. La leyenda cuenta que en 1567 un pelotón de soldados españoles, al mando del capitán Juan Rodríguez Suárez, siguiendo la cuenca del río Anare, pasó por los territorios de Naiguatá quien lo invitó a entrar al poblado, al tiempo que una tupida banda de gaviotas oscureció el cielo, al ver esto un soldado español, abatió las aves con su arcabuz. Naiguatá puso en retirada a Rodríguez Suárez y en la noche asaltó el enclave castellano, sacando al infractor. Un pequeño grupo de gaviotas revoloteó al ajusticiado, lo que Naiguatá interpretó como una petición de perdón, de tal manera liberó al preso y lo condujo vivo hasta su campamento .



PARIATA El cacique Pariata residía en la localidad de Los Guayabos, hoy Catia la Mar. Fue un guerrero de temperamento fuerte, de constitución poderosa y de rebeldía genuina, deseoso de liberarse de quienes invadieron su tierra y sojuzgaron su gente. Pariata, estimando que sus fuerzas no podían competir con el sofisticado armamento español, utilizaba tácticas de emboscaba en escaramuzas bien planeadas, esperando que el enemigo atravesase por gargantadas desprotegidas de algún río, para salir intempestivamente, sorprenderlo y aniquilarlo.



El Pelayo, un bergantín de notable tonelaje había fondeado en la costa. Enterado Pariata armó una flotilla nocturna de curiaras, se dirigió a la nave con el mayor sigilo, y por la banda de sotavento, para evitar que los escasos vigías a bordo pudiesen escuchar el chapoteo de los remos, la tomó por asalto, eliminó la tripulación y le prendió fuego. La nave ardió por los cuatro costados, explotó su santabárbara y se hundió en pique. Pariata regresó de inmediato a su poblado, exigió silencio a sus guerreros sin que los españoles nunca conocieron la autoría del incendio.



PAISANA Los dominios del jefe guerrero Paisana se situaban entre las cordilleras de Chuspa y Naiguatá. En 1555 Paisana entró en contacto con Francisco Fajardo, hijo de madre guaiquerí y padre español, quien en busca de minas de oro, le solicitó paso libre hacia el valle de Caracas, al que entró en compañía de sus hermanos Alonso y Juan Carreño.. En 1557, luego de una primera retirada, Fajardo regresó acompañado por su madre, la cacica Isabel y cien indígenas guaiqueries al valle de Caracas, esta vez con la autorización del gobernador Gutiérrez de La Peña. Paisana opuesto al asentamiento de Fajardo, atacó y envenenó las aguas del poblado de San Francisco, hoy Caracas, dando muerte a de la Cacica Isabel.



TEREPAIMA Terepaima, cacique de los meregotos, fue un guerrero tenaz, ágil y preciso en la batalla. Sus dominios alcanzaban el río Tuy, San Pedro, Mariches, buena parte de Miranda, Aragua, Carabobo, Cojedes y parte de Lara. Terepaima, sabiendo que el español Rodríguez Suárez lo tenía sentenciado a muerte, reunió un grupo de guerreros paracotos y en un feroz ataque extinguió la vida de Rodríguez Suárez. El triunfo de Terepaima sobre el español que mató a Yoraco, lo llevó a asumir un fuerte liderazgo en la defensa de su pueblo.



YARE Los dominios de Yare, cacique de cumanagotos, quiriquires, charagotos y araucos, abarcaban la mayor parte de los actuales Estados Anzoátegui y Miranda así como algún sector de Monagas. Su acción más conocida está relacionada con el cacique Tamanaco, cuya muerte producida por “emperramiento” se propuso reivindicar. Yare realizó pesquisas, averiguó que el dueño de la bestia era un oficial llamado Mendoza. Estableció un meticuloso plan de captura, tanto del amo, como del perro, los condujo hasta su poblado y degolló sin miramiento alguno, desolló al perro y remitió las dos cabezas a los familiares de Tamanaco.



YORACO Nacido en el valle de Tácata , su nombre significa zorro por sus cualidades de sagacidad, astucia e inteligencia. Participó en numerosas escaramuzas contra los ejércitos invasores. Se destacó por su fuerza, arrojo, espíritu de lucha y destreza en enfrentamientos de todo género. Juan Rodríguez Suárez, conocido como el “caballero de la capa roja”, lo emboscó, cierto día del año de 1561, con doscientos hombres experimentados y un escuadrón de caballería, dando inicio a una cruenta batalla.



Luego de varios días de ataques y repliegues se produjo un enfrentamiento abierto entre Yoraco y Rodríguez Suárez. Una pelea a muerte que conllevaría la rendición del bando perdedor. Los dos combatientes se atacaron con la bravura, sin que ninguno de los dos pudiera imponerse a su contrario, de modo que, agotados, sin resuello, sin otra posibilidad que la de retirarse y dar por concluido el combate, detuvieron la pelea, y marcharon en paz a cada uno de sus respectivos campamentos. Poco tiempo después, los dos guerreros volvieron a enfrentarse en el campo de batalla donde perdió la vida el indómito Yoraco.



Este hecho causó consternación e indignación entre los españoles, quienes de inmediato se propusieron capturar a Yare por todos los medios. De nada sirvieron, las medidas adoptadas, el bravo cacique pareciera que se lo hubiese tragado la tierra. Tiempo después volvió a irrumpir en el escenario de la lucha armada contra el invasor, causándole cuantiosos estragos. El carácter indómito de su corazón caribe, lo llevó a encontrar la muerte durante una refriega, abatido por un disparo de arcabuz.


TAMANACO


Tamanaco fue condenado a morir en la horca, luego su cabeza sería exhibida para que sirviera de escarmiento a los rebeldes. Garci González, que había sido elegido Regidor del Cabildo de Caracas en 1573, estuvo en desacuerdo con la medida, ya que admiraba el valor, el temple y la dignidad demostrada por el guerrero. En el medio de estas consideraciones intervino un capitán de apellido Mendoza, que era propietario de un perro y sugirió que le dieran a Tamanaco la oportunidad de escoger entre la muerte en la horca o la posibilidad de salvar su vida si vencía al perro, Tamanaco acepto. Tamanaco fue desatado y colocado en la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar) Mendoza, soltó el perro, Tamanaco recibió varias mordeduras que le causaron la muerte.



TAPIARACAY La crónica refiere la ambición y avaricia de los conquistadores que desde puertos peninsulares, a bordo de bajeles de todo género, partían hacia el nuevo continente en pos de El Dorado. Tal es el caso del conquistador Torres Aldana quien se enfrentó con un indígena de contextura parecida a la suya que lucía un vistoso penacho multicolor. Se trataba del cacique Tapiaracay., cacique de las inmediaciones del río Cuyiní. Los dos hombres echaron mano de sus respectivas armas y entraron en lucha abierta, el español consiguió desarmar al cacique y cuando se disponía a atravesarlo con su espada, un ave de grandes proporciones y soberbio plumaje, lo atacó, enterrándole las garras en el cuello y propinándole picotazos en uno de los hombros, hecho que lo obligó a soltar a Tapiaracay quien desapareció en la espesura de la selva. .



TIUNA Cacique de la región de Curucutí, se enfrentó a Diego de Losada en 1568. Una parte de la concentración indígena reunida en Maracapana decide, ante la ausencia del Guacaipuro, dispersarse y la otra avanzar hacia la recién fundada ciudad de Santiago de León de Caracas a enfrentar a Losada, quien logra ponerlos en retirada luego de un sangriento combate. Tiuna quedó solo en el campo de batalla desafiando a Losada prácticamente desarmado. Losada delegó en Francisco Maldonado la contienda, pero éste fue herido por un lanzazo de Tiuna en socorro del herido intervinieron Juan Gallegos, Gaspar Pinto y Juan de San Juan; Tiuna logró herir a Gallegos y San Juan y fue muerto de un flechazo disparado a traición.



YARACUY Hijo del cacique Chilúa y nieto del indómito Yare, Yaracuy dominó una amplia zona del centro conocida como Guadabacoa. Yaracuy que había conseguido reunir un ejército poderoso disponiendo tácticamente a sus hombres en lugares idóneos para el combate, atacó bravamente a los españoles, arrasó sus defensas y los obligó a replegarse, todo esto tuvo lugar en la denominada batalla de Cuyucutúa. Aunque el gobernador Diego García de Paredes sufrió cuantiosas pérdidas humanas y materiales, reajustó sus fuerzas, esperó pacientemente a que los contingentes de cada uno de los pueblos aliados de Yaracuy se reintegrasen a los respectivos lugares de origen y cuando Yaracuy se encontraba en su poblado, disponiendo únicamente de sus propios guerreros, lo atacó por sorpresa y lo asesinó. Dice la leyenda que en aquel instante, a las afueras de un poblado indígena se dejó escuchar el rugido desesperado de un jaguar que había perdido a su amo



YAVIRE - PARAMAIBOA – PARIAGUÁN Yavire fue uno de los grandes caciques caribes de la región guayanesa. Se le atribuye la unificación de los pueblos que moraban en la región del Caroní y extendió su influencia hacia el norte, en lo que hoy son los estados Sucre, Monagas y Anzoátegui. En una de sus más cruentas batallas contra el invasor, Yavire muere bajo el fuego español en un sitio conocido hoy como Caicara de Maturín. Varios de sus guerreros lucharon bajo sus órdenes, los legendarios Paramaiboa y Pariaguán, que si bien se enfrentaron por el mando a la muerte de su jefe, muy pronto unieron fuerzas nuevamente para combatir al enemigo.


Paramaiboa, fiel a las enseñanzas de su jefe, trató de hacer alianzas con otros pueblos para enfrentar a los invasores. Su adversario Gonzalo de Ocampo, actuando con extrema crueldad quiso dar un escarmiento definitivo a los caribes, para lo cual apresó y ahorcó a varios renombrados caciques; y a otros los envió como esclavos a Santo Domingo. Paramaiboa en el norte de oriente y Pariaguán en el sur, continuaron fíeles a Yavire, uniendo fuerzas en la batalla en Guanta, donde fueron derrotados. Paramiaiboa ataca de nuevo a Ocampo, obligándolo a retirarse hacia Nueva Andalucía (Cumaná). El cacique en venganza, somete a juicio militar a veinte soldados y cinco oficiales españoles, los condena a muerte y no los ejecuta gracias a la intervención de Fray Bartolomé de Las Casas


Luego de la batalla, Pariaguán se dedicó a consolidar su triunfo, reunificando el antiguo dominio de Yavire. Ocampo decidió entonces unir todas sus tropas y atrapó a Pariaguán en el sitio de Los Cardones (Monagas). Su lugarteniente Castellanos atacó por un lado y Ocampo en persona lo hizo por el otro. Pariaguán fue derrotado y con los pocos sobrevivientes desapareció en las selvas de Guayana.


Paramaiboa se enfrentó a Alonso de Vera y Aragón, al quien también derrotó. Ocampo, cambió de estrategia, apresaba a los indios y luego los liberaba, entregándoles regalos. Al enterarse, Paramaiboa dio la orden de regresar los regalos y de advertir al invasor que debía abandonar sus predios. Ocampo colgó a los emisarios y esto dio inicio a una nueva guerra. Acorraló entonces a Paramaiboa y Pariaguán en el sitio denominado La Zapoara, hoy El Chaparro (Anzoátegui). Batalla en la que venció Pariaguán y dieron muerte el cacique Paramaiboa.



ANA SOTO Durante medio siglo y a partir de 1618, los indígenas del occidente de Venezuela mantuvieron férrea resistencia contra los invasores europeos. De acuerdo con las crónicas, más de dos mil indígenas, entre ellos Ana Soto y Pedro Monje, atemorizaban a los colonos españoles, dificultando el abastecimiento de comida y recursos bélicos, lo que causó su huida hacia zonas más seguras. Tras la muerte de Ana Soto en 1668, la rebelión y hostilidades indígenas continuaron en tierra larense incluso hasta principios del siglo XX. Defendían los ideales de libertad y la cultura que les legaron sus antepasados, y veneraban la memoria de la indómita jefa guerrera. Contraria a la verdad, la historia tradicional ha querido hacer creer que la mujer americana, además de complaciente sexualmente con los invasores europeos, adoptó una conducta de abierta traición a sus hermanos indígenas. Sin embargo, Ana Soto pertenece a la estirpe valerosa de Guaicaipuro, junto con otras heroínas y héroes de la resistencia indígena. La indomable jefa, mujer de intrépida bravura, forma parte de esa legión de heroísmo americano de la que muy poco se conoce



BIBLIOGRAFÍA •

La Torre Berbeci, Pedro Simon. Caciques: Caracas.1997

Gómez,Carlos Alarico. Los Caciques de Venezuela. Caracas: Panapo 1996

Quevedo, Martín, Agustín. Visión Panegírica de los Caciques de Venezuela. Caracas: Círculo de Escritores de Venezuela. 2000

Reyes, Antonio. Caciques Aborígenes de Venezuela. Caracas: Bloque De Armas 19851986. 2 v


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.