Tradición del tejido de cestas en venezuela

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Lelia Delgado Huellas de lo Sagrado Esteticapueblosoriginariosvenenzuela.blogspot.com Caracas Octubre 2014


“Ahora voy a tejer el tejido de la vida� Canto kogi


En medio de la fronda y hojarasca que, en sí, ya es un vasto tejido de juncos, cortezas, lianas, bejucos y raíces, ajenos a los órdenes del mundo, incluso a la araña que se descuelga parsimoniosa de su red, al hongo, al liquen que descompone la corteza vegetal, al gusano que devora lentamente los primeros retoños, un grupo de hombres y mujeres, bajo el cobijo tibio de sus techos de palma tejen cestos que consideran oficios exclusivos de su sexo y su cultura. Lentamente en una concentración meditativa, mientras que la lluvia se cuela torrencial por entre las hojas de los árboles, formando una trama de finos hilos que van a desaguar en los grandes ríos, lugares en donde se gestaron las hazañas que concluyeron con la creación de la vida y la cultura.


Fue en un tiempo mĂ­tico en el que los seres primordiales enseĂąaron a los primeros hombres y mujeres a tejer los mapires, manares y sebucanes, que como inmensas boas oprimen la pulpa de la yuca amarga, hasta hacer manar de su piel ĂĄspera el liquido venenoso que guarda este alimento sagrado y hacerlo comestible


Tejer las fibras duras es una habilidad y al mismo tiempo una forma de identidad, pues cada pueblo posee signos propios, cuyo sentido y sabiduría se aprenden viendo tejer a los mayores cuya sabiduría es un poder que vive y crece con el tiempo y la experiencia. Tejer no siempre es un oficio profano, es trabar los cabos del pensamiento en una tupida urdimbre de símbolos, es repetir la acción creadora de los dioses, es traspasar las grietas del mundo para franquear los caminos ordinarios del sueño y la imaginación.




La cestería es la mas antigua de las artes no líticas. Antropólogos, arqueólogos y especialistas en artes textiles coinciden en que la cestería fue en el pasado una práctica universal. Ésta precedió a la alfarería, pues las cestas fueron usadas como moldes en la fabricación de ollas de barro destinadas a la cocción de alimentos. Con el descubrimiento de nuevas soluciones técnicas, la alfarería se fue independizando de los moldes de cesta. Sin embargo conservó por mucho tiempo los patrones “decorativos” que imitaban las marcas de tramas y urdimbres que caracterizaron el proceso inicial


Las afirmaciones sobre los orígenes de la cestería son difíciles de sustentar por las dificultades que presenta su conservación. La humedad ha sido el elemento más perjudicial. Por tal razón, las evidencias arqueológicas de su existencia sólo se encuentran en lugares sumamente áridos. Aunque las cestas desaparezcan, su huella se mantiene fresca en el barro de los suelos y en los restos de la alfarería más antigua.



Es posible que el primer paso en el desarrollo de la cestería fuera la fabricación de una “red” hecha de bejucos dentro de la cual se colocó una calabaza u otro recipiente natural. A esa primera “cesta de carga” que pendía del hombro o de la espalda le siguió el uso de una red mas tupida, entre la cual ya no era necesario colocar otro recipiente. Con este nuevo invento, de logró reducir el peso de la carga. La idea del primer cesto de carga, pudo haberse inspirado en la observación del comportamiento animal. La confección de nidos y otros refugios “tejidos”, pudo haber sido un importante punto de referencia en los orígenes de la cestería. A esto se unió la necesidad de protegerse del sol, de viento o de la lluvia.



La idea del primer “cesto de carga”, pudo haberse inspirado en la confección de los nidos y otros refugios “tejidos” a lo que se unió la necesidad de protegerse del sol, del viento y la lluvia. Para este propósito parece lógico pensar que cortaran hojas de palma y las colocaran unas encima de otras. Eventualmente estas se pudieron plegar o entrecruzar sobre un soporte hasta construir un refugio seguro y estable.




En el rompecabezas de razones inexplicables con el que la historia sorprende a los arqueólogos, está la existencia de embarcaciones hechas en Egipto a principios del siglo V a.C., con técnicas de cestería, que presentan grandes similitudes con las usadas por los Incas, las cuales siguen siendo ampliamente utilizadas por indígenas de Bolivia y Perú, constituyendo una de las soluciones más satisfactorias de transporte acuático. Botes similares, aunque con algunas variaciones resultantes del uso de materias primas, juncos y fibras locales, han sido usados en Europa, India y África







La cestería en Venezuela hunde sus raíces en una memoria antigua, hecho que confirma con toda certeza la investigación arqueológica. Es frecuente la aparición de fragmentos de alfarería en los que han quedado sus finas marcas. Encontradas en regiones como en el bajo Orinoco (Sanoja , 1979), Llanos Occidentales (Zucchi, 1975), Cumarebo, ( creuxent,1982), Cueva del Lago de Maracaibo ( Sanoja 1969), Valle de Quibor (Molina y Monsalve, 1983) entre otras.



Aunque no existe un texto especifico de investigación sobre cestería arqueológica que aporte fechas confiables, podríamos decir que este oficio fue común entre las sociedades antiguas de nuestro país. Como se ve en las impresiones de cestería encontradas en tiestos arqueológicos del Bajo Orinoco, reseñadas por Sanoja. Según el autor: “ las técnicas de cestería de los barrancoides son similares a las de los indígenas actuales de Guayana y la Amazonia venezolana” ( 1979, p81)


La claridad de las impresiones ha permitido identificar algunas tĂŠcnicas como el tejido cruzado en diagonal y el tejido en forma de damero, ampliamente usadas en la actualidad



Sería difícil hacer un listado de los usos que se han dado a la cestería entre las comunidades indígenas de Venezuela. Algunos son muy específicos y están relacionados con el procesamiento de alimentos; otros conforman un rico repertorio de enseres, utensilios, objetos decorativos o de intercambio comercial.



Hay quienes consideran que la cestería ha caído en desuso, y que el tiempo en el que las cestas maravillaban por su utilidad y perfecto diseño ha pasado. Desde este punto de vista, la cestería parece apenas consistir en el tejido y plegado simple de fibras elementales para construir un objeto o recipiente. Sin embargo, basta con observar cómo, a pesar de la producción masiva de objetos industriales, es difícil encontrar una casa en la que no haya una cesta cumpliendo funciones utilitarias o decorativas. Además, cuando se observa con detenimiento este oficio, es imposible dejar de experimentar un sentimiento de admiración por objetos, salidos de manos indígenas o campesinas, capaces de producir un genuino placer estético.



En lo relacionado con el procesamiento de los alimentos están las cestas destinadas a recoger, cargar, guardar, secar, moler, mezclar, cocinar y servir. Para la caza y pesca se fabrican trampas, jaulas y carcaxes. En los climas calientes se hacen paredes, techos, pisos y puertas. Con las mismas técnicas se “amuebla” totalmente una casa, incluyendo cortinas, toldos, alfombras, camas y cunas. Para el vestuario se fabrican sandalias, sombreros, cinturones, carteras y vestidos, todos tejidos con fibras vegetales. Así mismo la cestería ha jugado un papel muy importante en la ejecución de objetos ceremoniales.



El extenso relato de cronistas y viajeros describen la inmensa variedad de usos, técnicas y materias, dando cuenta de la abundancia de especies vegetales las cuales, sometidas a un sencillo proceso de corte, separación de partes útiles, secado y tinte, eran utilizadas en la fabricación de cestas. Este oficio incluía unos conocimientos profundos de la vida de las palmas, bejucos, raíces, corozos, cogollos, cortezas y lianas utilizados en la obtención de fibras. Una vida compartida con la naturaleza requería de la destreza manual necesaria para retorcer, entrecruzar, enrollar, tejer, coser, plegar y amarrar cientos, miles de tramas y urdimbres; además, estaba la necesaria paciencia y concentración para llevar a cabo los más hermosos y complejos patrones gráficos, que alegraban los sentidos.


Como es obvio suponer, la cestería indígena actual se ha ido desarrollando en el largo proceso de nuestra historia cultural, alcanzando gran variedad de técnicas y diseños que perduran y evolucionan hacia formas que se han adaptado a las nuevas necesidades. Entre ellas, quizás la más apremiante, ha sido la creación de una cestería consecuente con las necesidades del intercambio comercial




De acuerdo con cada cultura, las técnicas de tejido se adecuan directamente al tipo y características del material con que se cuenta. Algunos grupos tienden a preferir ciertos procedimientos sobre otros, lo cual agrega un sentido de pertenencia étnica a cada objeto; tal es el caso de las cestas de chiquichique tejido en espiral, característica de los arahuacos del Río Negro, o las de bejuco mamure trenzado de los Ye’kuana y Yanomami, tan diferentes entre sí a pesar de usar similares técnicas y materias.




Los pueblos arahuacos del RĂ­o Negro, como los warekena, baniwa y wakuĂŠnaĂ­, fabrican con la palma de chiquichique (Leopoldina piassaba Walace) cestas planas y hondas.



Los yanomami, al igual que los yekuana, tejen cestas con bejuco mamure, aunque con una calidad estĂŠtica distinta




La cesteria llamada “Panare Moderno” introduce nuevos elementos simbólicos en los patrones del tejido de sarga, aplicados fundamentalmente a la confección de guapas



En el “Warao Modernoâ€? se desarrollan nuevos elementos formales y decorativos con el uso de la fibra de moriche, creando una cesterĂ­a particular dentro de lo no tradicional.




Los warao tejen bjetos cuyos cabos tejidos forman dibujos de acuerdo con la direcci贸n de los elementos de trama y urdimbre. Los dibujos virtuales surgen por la diferencia sutil de color que se produce al tejer tiras lustrosas de la cara externa del tirite, con las r煤sticas y amarillentas de la cara interna de la fibra


Entre los Ye’kuana cabe señalar la excelencia del tejido de la “wuwa” comercial, hecha por las mujeres a partir de una cesta tradicional de carga, a la que han incorporado elementos decorativos de carácter simbólico.





Los colores del pasado, hechos con sustancias naturales, han visto la aparición de nuevos tintes y pinturas industriales. Esto es evidente en la cestería de los E’ñepa, quienes además de los colores tradicionales rojo y negro, han introducido otros industriales, como el verde, el morado y el azul. Junto a ellos, coexisten todavía cestas decoradas con diseños en los que no interviene el color.



La wapa nos adentra en un territorio sagrado, de mito, magia y chamanismo, que renueva las visiones de un mundo originario en el que hombres, plantas y animales se comunicaban sin frenos ni barreras. Lo que se evidencia particularmente en la wapa o waja “pintada”, cesta plana y circular hecha para contener alimentos secos, principalmente casabe, la cual ha alcanzado una gran excelencia técnica, estética y simbólica


En guapas y petacas se representan rayos, nubes, soles, estrellas cielos, ríos, lagos, montañas, plantas, animales, personas, ideas conectadas con la vida o con la muerte, particularmente relacionadas con los héroes culturales y personajes de los relatos míticos. Sin embargo, no en todos los casos el signo se corresponde literalmente con el significado. El signo puede ser caprichosamente modificado, abreviado o reducido a un simple trazo, a una forma geométrica.




Sus diseños ponen de manifiesto, además de las habilidades del tejedor, una iconografía que guarda profundas vinculaciones con la cosmogonía, estos diseños participan de una realidad espiritual que supera lo puramente decorativo o formal. Tejidas por los hombres con las finas fibras de tirite a manera de sarga, forman un tejido plano que se prensa y remata entre dos aros. Su ejecución constituye una prueba de masculinidad, madurez y carácter. El joven yekuana se considerará listo para el matrimonio cuando haya adquirido la capacidad de fabricar este tipo de cestas, que es un importante regalo que hará a su esposa a lo largo de la vida, por lo tanto, los signos que la conforman son sometidos a una larga consideración. La composición de los elementos va de acuerdo con la forma peculiar que tienen de organizar el espacio simbólico, el cual privilegia el centro, tal como sucede en la distribución de la casa comunal o hettë




El sĂ­mbolo de los monos o Warishidi, representa a los primeros seres que tejieron wapas “pintadasâ€?, ellos son los responsables de haber introducido la noche en el mundo yekuana y se relacionan con todo lo que es oscuro y negativo



Acceder al simbolismo indígena precisa de una paciente investigación que permita, además de señalar los signos típicos de cada grupo, conocer su cultura a profundidad su ambiente natural, la mitología y el contexto social en el que el arte cestero se desarrolla.


Patrón geométrico de la cestería tradicional Yekuana, representa a awidi, la serpiente coral, diseño óptico basado en una estética que desarrolla una ilusión de movimiento



Variaci贸n de patr贸n cin茅tico que representa a awidi, la serpiente coral. Yekuana


Patrón geométrico, representa a woroto sakedi, diseño de la “mascara de la muerte”, que alude a Odosha, opuesto semejante de Wanadi, el Creador, espíritu maligno y Señor de la Muerte. Yekuana


Variación de patrón tradicional que representa a woroto sakedi, diseño genérico de la “mascara de la muerte”. Yekuana


• Variación de patrón geométrico, representa a mado fedi, “la cara del jaguar”. Yekuana




Patrón zoomorfo de la cestería tradicional, representa a kwekwe, la mujer sapo, se le identifica como Wanadi iñamojidi, “la que fue mujer de Wanadi”. Esta apareció primero como un diseño en su petaca chamánica, luego el Creador la soñó y transformó en su mujer, más tarde, Wanadi convertido en pájaro carpintero, voló hacia lo alto con su mujer en el pico. Yekuana





Los temas centrales aluden a deidades como Wanadi, que asume la forma plumaria del lomo del pĂĄjaro carpintero real, representado con una V. Esta forma del ave, considerada como el doble de Wanadi, al unirse por el vĂŠrtice forma una gran cruz. Mawadi, opuesto semejante de Wanadi, es un espĂ­ritu maligno que toma la forma de la anaconda, que emerge hacia la tierra atraĂ­da por el olor de la sangre de hombres y mujeres yekuana, a quienes raptan.




En el mundo indígena, sólo los Wayuu siguen practicando este oficio, en el que utilizan una paja conocida como “mawisa”, que tejen con las técnicas de sarga y que permite la creación de complejos patrones geométricos de carácter simbólico, como rombos, triángulos, cuadrados, secuencias de líneas y otros signos. El tejido de sarga produce un efecto de alto y bajo relieve, de acuerdo con la dirección y longitud de las fibras, y la combinación del negro de la paja teñida y el color natural.







Entre los indĂ­genas de Venezuela, la variedad de cestas utilitarias es inmensa. Por mencionar sĂłlo unas pocas tenemos esteras, sopladores, cedazos o manares, guapas, catumares, nasas, petacas, sebucanes, mapires y guaturas. Aunque sus formas se relacionan con el uso, no podemos decir que lo utilitario contradiga sus cualidades estĂŠticas.


Abanico o soplador Implemento tejido en tĂŠcnica de sarga utilizado para avivar el fuego. Se usa tambiĂŠn para voltear las tortas de casabe cuando se estĂĄn cocinando en el budare.


Corona vertical emplumada Tocado festivo formado por una armaz贸n de palma tejida que sostiene un penacho de plumas erectas.




Estera o petate Alfombra de palma tejida usada para descansar, realizar labores artesanales o como elemento divisorio en el interior de las casas



Wapa Cesto de diĂĄmetro variable y poca profundidad. Se usa para colocar harina de yuca o alimentos secos. Por su alto valor estĂŠtico y decorativo se fabrica con fines comerciales.


Catumare Cesta de carga cuya forma oblonga se adapta para ser colocada sobre la espalda a manera de morral. Estos cestos poseen tiras de bejuco que ci単en la frente del portador.


Cedazo o manare Cesta utilizada para colar o cernir harina de yuca amarga. Aunque su forma suele ser redonda, los hay tambiĂŠn cuadrados. Algunos pueden estar colocados sobre una base fija de madera hecha con varios palos cortos colocados en forma vertical



Guatura Cesta de carga de forma cilĂ­ndrica usada para transportar yuca o recolectar leĂąa. En la parte superior presenta unas asas a las que se ata una banda de majagua.



Mapire Cesto cilĂ­ndrico de tejido hexagonal, base convexa y boca circular. Especialmente diseĂąado para empacar, almacenar o transportar alimentos


Petaca Cesta en forma de caja. Se compone de dos partes similares; la de mayor tamaĂąo cubre a la menor. Se utiliza para guardar objetos shamĂĄnicos.


Petaca yopera Cesta tejida en forma de damero que se utiliza para guardar los instrumentos de preparaci贸n y consumo del yopo.


SebucĂĄn Prensa tejida a la manera de cesto que se usa para extraer el yare, lĂ­quido venenoso de la yuca amarga.



Nasa Trampa de pesca tejida a manera de cesto alargado. Se fabrica con fibras diversas, especialmente con bejuco mamure.


No es preciso hacer un gran inventario referencial de cronistas y viajeros, para a afirmar que en Venezuela se desarrolló un extenso conocimiento del mundo vegetal. La exploración de cada una de sus partes; hojas, tallos, cortezas, raíces, frutas, semillas y resinas. Nada ni siquiera lo que se esconde bajo la tierra, permanece oculto al conocimiento botánico indígena. Además están las materias colorantes, en su mayoría de origen vegetal, hasta la reciente adopción de tintes industriales. Sin embargo , muy poca importancia se ha dado al estudio de estas materias, algunas apenas se han identificado y sus denominaciones siguen siendo materia de futuras investigaciones etnobotánicas. Por lo pronto, entre las más comunes contamos con las siguientes:


BAMBÚ (Bambusa vulgaris) Planta gramínea cuyos tallos leñosos se utilizan en la fabricación de instrumentos musicales, cestería y armas de cacería

BEJUCO Nombre que se da a diversas especies de plantas leguminosas. Con sus tallos flexibles y resistentes se fabrican cestas, cuerdas y muebles.


CUMARE (Astrocaryum tucuma) Fibra que se utiliza principalmente en Anzoátegui y Guayana como materia prima para la fabricación de cuerdas, redes y chinchorros.

CURAGUA (Brocchinia sp.) Planta fibrosa y resistente que existe en la región del Orinoco, donde se emplea para la fabricación de cuerdas. Actualmente se cultiva en Aguasay, Edo. Monagas, donde proporciona la materia prima para el tejido de chinchorros, correas, carteas, muñecas y bolsos. También se conoce como curaguete.


• CHIQUICHIQUE • (Leopoldina piassaba W) • Palma de la cual se obtiene una fibra de gran resistencia usada en la confección de cuerdas, cepillos y escobas.

CAÑA AMARGA (Gynerium sagittatum) Gramínea silvestre muy dura. Sus tallos se usan como materia prima en muchos trabajos artesanales. Se la llama también caña brava.


DISPOPO (Agave cocui) Fibra de origen vegetal extraída de la planta del cocuy, con la cual se tejen chinchorros principalmente en Falcón y Lara. En nuestro país, ha sido sustituida por el sisal. También se conoce como cocuiza.

MAJAGUA (Anazagorea acuminata) Planta de la cual se extra una fibra que se utiliza en la confección de cuerdas, cintas y asas.


MARIMA (Antiaris sacciadora) Fibra que se extrae de la corteza de un árbol. Sus capas suaves semejan una tela con la que se confeccionan vestidos, cordeles y cinchos.

MORICHE (Maurita flexuosa Linn) Planta que crece al sureste de Venezuela –estados Amazonas, Bolívar, Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro–, de cuyas hojas se extrae una fibra fuerte y duradera que proporciona la materia prima para confeccionar chinchorros de moriche, implementos de pesca y muchos otros objetos de la cultura material.


CUCURITO (Maximiliana regia Mart) Palma de frutos comestibles. Sus semillas se utilizan en la fabricación de collares y amuletos. De sus hojas se extrae una fibra textil.

GUARUMA Fibra textil proveniente de una musácea salvaje, llamada también poa-poa


MACANILLA (Bactris gasipaes) Palma de cuyo tronco se extrae la materia prima para construir viviendas y fabricar arcos.

MAJAGUA (Hibiscus tiliaceus) Planta de la que se obtiene una fibra utilizada en la fabricaci贸n de cordeles, cintas y asas.


MAMURE (Heteropsis spruceana fam. Araceae). Planta trepadora similar al bejuco, de uso com煤n en la confecci贸n de cestas, nasas, cordones y todo tipo de amarres. Se la usa para unir las vigas del techo vegetal de las viviendas.

TIRITE (Ischosiphon aruma) Hierba perenne de la cual se extrae una fibra usada en la fabricaci贸n de guapas, manares, sebucanes, petacas y muchas otras cestas.


CANA AMRGA (Gynerium sagittatum) Gramínea silvestre muy dura. Sus tallos se usan como materia prima en muchos trabajos artesanales. Se la llama también caña brava o verada



En Venezuela, la cestería es una de las pocas tecnologías que ha sobrevivido. Sus formas y usos tradicionales, que escapan a la memoria misma, se han conservado en el medio rural constituyendo un importante oficio artesanal destinado, principalmente a las faenas de subsistencia. Al es el caso de las cestas conocidas con el nombre de “maras”, las cuales se producen en algunos sitios del estado Táchira, Margarita, Cerezal en la costa de Cariaco, y muchos otros pequeños poblados de la Costa Oriental.


Hechas con finas tiras extraídas de la “caña brava” (Gynerium sagittatum) o del “carrizo”, que es el nombre colectivo con el que los campesinos designan distintas especies de gramíneas, estas cestas siguen siendo de gran utilidad y definitivo uso cotidiano. La destreza adquirida en el tejido incluye pies y manos, que se incorporan en el incesante ritmo de las cañas chocando entre sí. Con la técnica del tejido de mimbre se fabrican, en casi todo el país, los más bellos cestos, canastos y petacas utilizados principalmente para cargar, almacenar o recolectar café, cacao, maíz, caraotas, o colocar frutas.



En las regiones andinas, para limpiar los granos de su cáscara y de otras impurezas, campesinos lanzan semillas al viento, sobre rústicos manares tejidos en sarga con la corteza del “carruzo”, proceso que llaman “arneo”.

En los aledaños de Bocono vemos mujeres de todas las edades, bajo el fresco cobijo de algún árbol o sentadas a la entrada de sus casas, tejiendo una fibra que conocen como “cola de mula". Con ella forman haces que se unen entre sí, hasta levantar el cuerpo esbelto de los cestos que el tiempo va trocando, desde el verdor original de los cerros, hasta los tonos dorados de la paja seca.



Cestos hechos con fibra de “cola de mula�


En el mismo mundo campesino se produce todo tipo de cestos y recipientes de carácter decorativo, y aunque se fabrican con las técnicas tradicionales, la variedad de sus formas y diseños han ido cambiando a la luz de nuevos modelos. Tal es el caso de los cestos de Luis Ojeda, artesano monaguense, cuya escala, sino acabado y formas sofisticadas se han ido adecuando a las nuevas necesidades y formas estéticas contemporáneas.



Un género textil que se ha venido recuperando, es la fabricación de sombreros de cogollo de palma, que fuera distintivo de nuestros llaneros criollos. Éstos solían tejerse en casi todas las regiones del país, principalmente en Táchira, Mérida, Trujillo, Lara, Margarita, Miranda, Falcón y en los Llanos, los cuales fueron sustituidos por sombreros industriales de lana y fieltro, como el refinado “pelo ‘e guama”. Los artesanos que se ocupan de este oficio utilizan materias primas locales, principalmente diversas variedades de palmas y algunas gramíneas de las que extraen la paja necesaria para la fabricación de sencillos sombreros de uso diario


Una de las maneras más frecuentes de hacer estos sombreros y las llamadas “pavas” de mujer, es tejiendo largas crinejas de palma de dátil, que luego cosen a mano o máquina, iniciando su forma desde el centro de la copa hasta el remate del ala.




El reconocimiento de la vida estética de los pueblos originarios no se puede hacer al margen de su función colectiva, pues a diferencia del arte occidental, sus prácticas no son una empresa autónoma o individual, sus motivos y diseños mal llamados “decorativos”, más allá de la discusión que plantean los problemas técnicos de su ejecución, la naturaleza de sus materias primas o de la descripción de sus formas, cumplen funciones conectadas con todas las formas de su organización social, sean estas ceremoniales, funerarias, festivas, ecológicas, mágicoreligiosas, políticas o económicas. El presente libro tiene un carácter divulgativo. Su principal objetivo, es introducir a lectores no especializados en el frondoso e imaginativo bosque de signos, símbolos e imágenes de la cestería originaria, entendiendo los signos como conceptos de entidad doble, los cuales, por un lado atienden a la forma y por el otro al contenido, elementos estos que están íntimamente unidos.


Los artesanos trazan conexiones raigales con la tierra, el paisaje, las materias que ofrece la naturaleza, la familia, y particularmente con las creencias ancestrales. Esta comunicación es intensa, se expresa y define en objetos que adoptan la forma peculiar del espíritu colectivo propio de cada lugar, de cada sitio, de cada territorio, pues como hemos visto, en las realizaciones de materiales de estos hacedores, generalmente “gente pobre”, pareciera aplicarse una regla según la cual, a menor uso de tecnologías complejas, mayor riqueza espiritual.


Los productos artesanales son obra del empeño y voluntad de muchos hombres y mujeres que los han hecho persistir; constituyen una forma de resistencia cultural y una estrategia de sobrevivencia, sin que se haya puesto mayor empeño en forjar un destino mediante la reformulación de esta herencia común. Herencia que sigue viva conectando el pasado y el presente, pues, como hemos señalado, su indudable raigambre hunde raíces en un segmento muy largo de nuestra historia cultural.


Lelia Delgado Libro de carรกcter divulgativo sin fines comerciales Huellas de lo Sagrado Esteticapueblosoriginariosvenenzuela.blogspot.com Caracas Octubre 2014


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