Una piel de signos

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Lelia Delgado

Hacia una estĂŠtica del cuerpo entre los pueblos originarios de Venezuela

Una Piel de Signos:


Texto : Lelia Delgado Fotos: Lelia Delgado Grabados: Theodoro de Bry Dibujos: Dorila Echeto Ipuana Jesús Mujica Blog. Huellas de lo Sagrado Esteticapueblosoriginariosdevenezuela.blogspot.com Lelia_delgado@hotmail.com

“Doncellas de lozana hermosura Allí sirvieron con gran limpieza, Que no se les mancha vestidura Que causase desdén a su belleza: Por ser las ropas de su compostura Aquellas que les dio naturaleza” Juan de Castellanos.


Cr贸nicas de la desnudez


La conciencia de la desnudez no es igual en todos los pueblos, ni en todas las épocas, las crónicas registran el asombro con el que los europeos observaron la belleza y desnudez de las muchachas indígenas. Sus notas e informes hablan a la Europa puritana del Siglo XV y XVI, del erotismo y la libre sexualidad de las mujeres americanas, como leemos en este fragmento de una carta, fechada en 1503, que Américo Vespucci dirige a su amigo, Lorenzo de Medici.


..“Las mujeres, como he dicho, aunque andan desnudas y son libidinosas no tienen nada en sus cuerpos, hermosos y limpios, ni tampoco son tan groseras como alguno quizá podría suponer, porque aunque son carnosas, falta a la par de ello la fealdad, la cual en la mayor parte está disimulada por la buena estatura. Una cosa nos ha parecido milagrosa, que entre ellas ninguna tuviera los pechos caídos; y las que hubieran parido por la forma del vientre y la estrechura no se diferencian en nada de las vírgenes; en las otras partes del cuerpo parecían lo mismo, las cuales por honestidad no menciono”. ( En Rodríguez Monegal, Emir. Noticias Secretas y Públicas de América. Tusquets. Barcelona. 1984)



El padre Las casas observa, refiriéndose a las formas originarias de un “paraíso terrenal” americano: “ ... Andaban todos desnudos, como sus madres los habían parido, con tanto descuido y simplicidad, todas sus cosas vergonzosas de fuera, que parecía no haberse perdido o haberse restituido el estado de la inocencia, en que un poquito de tiempo, que se dice no haber pasado de seis horas, vivió nuestro padre Adán."



La iconografía de hombres y mujeres indígenas desnudos, nacida en el ámbito europeo, recurre a modelos idealizados. Se representan posturas corporales, actitudes y proporciones similares a los de la estatuaria clásica de occidente, como vemos en Teodoro de Bry, o en Cesare Vecellio, quienes representan a America como una mujer, mas exactamente como una amazona, cuya imagen semeja la descripción de fray Gaspar de Carvajal en su relato sobre el descubrimiento del río de las Amazonas.


En Venezuela esto se reproduce, junto con la ideología del “nuevo ideal nacional”, en la obra de Colina y Centeno Vallenilla.



“Estas mujeres son muy altas y blancas y tienen el cabello muy largo y entrenzado y revuelto a la cabeza : son muy membrudas, andaban desnudas en cueros y tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios, y en verdad que hubo muchas de éstas que metieron un palmo de flecha por uno de los bergantines y otras menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín."


Orellana interroga a un indio sobre el origen de estas mujeres: "... el indio dijo que eran unas mujeres que residían la tierra adentro cuatro o cinco jornadas de la costa del río, y que por este señor ya dicho, habían venido a guardar la costa de nosotros. El capitán le tornó a preguntar que si estas mujeres eran casadas y tenían marido, el indio dijo que no"."Y el capitán le preguntó que si estas mujeres parían: él dijo que sí.Y el capitán dijo que cómo, no siendo casadas ni residiendo hombres entre ellas, se empreñaban, el indio respondió que estas mujeres participaban con hombres a ciertos tiempos y que cuando les viene aquella gana, y el capitán no pudo entender si venían a su voluntad o por guerra, y que están con ellas cierto tiempo y después se van. Las que quedan preñadas, si paren hijo, dicen que lo matan o lo envían a sus padres, y si es hembra que la crían con muy gran regocijo, y dicen que todas estas mujeres tienen una por señora principal a quien obedecen, que se llama Caroní ”


Al desnudo de la inocencia, a la falta de rubor por encontrarse sin ropas, le siguió el desnudo de la vergüenza, cuya diferencia siempre se encuentra en el ojo del que observa, dice Gumilla: “Estaban desnudos como los de las demás naciones de aquel país, pero más indecentes, si acaso en lo sumo cabe más...” (Gumilla, José. El Orinoco Ilustrado. Biblioteca Popular de cultura colombiana Bogotá. 1944


“Otra costumbre tienen tan atroz y fuera de toda credulidad humana: siendo sus mujeres lujuriosas, hacen hinchar los miembros de sus maridos de tal manera gruesa que parecen deformes y brutales, y esto con cierto artificio suyo y la mordedura de ciertos animales venenosos; por esta causa muchos de ellos lo pierden y quedan eunucos. No tienen paños de lana ni de lino, ni aun de bombasí, porque nada de ello necesitan. (En Rodríguez Monegal, Emir. Noticias Secretas y Públicas de América. Tusquets. Barcelona. 1984)



Todas las miradas que censuraban el hecho de vivir una vida libre, sin “decoro” y sin “recato”, se dirigieron pronto a instaurar la “moral” y en consecuencia la “racionalidad”, de la que supuestamente carecían los indígenas de estos territorios. Esta visión, catalogó sus costumbres, como propias de animales, para ellos estaban desnudos, aun cuando usaran guayuco, visto por Gumilla como: “...un pedazo de cáscara de palo amarrada a una cabuya”, de allí la promulgación de leyes que impusieron el uso del vestido, expresadas en las Reales Ordenanzas de Mérida, entre 1619 y 1620. Misioneros y funcionarios coloniales, formaron parte de un “proceso civilizatorio”, que a fuerza de imposiciones morales y de sanciones legales, señalaron la obligatoriedad del uso del vestido a la usanza europea, activando por distintas vías, mecanismos de sometimiento a una nueva “moralidad”. De esta manera, la vestimenta originaria, la pintura, el tatuaje y todo aquello que daba orgullo y valor a los linajes, a fuerza de prohibiciones se fue desdibujando del tejido social


Hacia una estĂŠtica de las deformaciones


El rastro de la vida de las mujeres originarias de Venezuela, tejido en más 15 mil años de nuestra historia cultural, se fue perdiendo con el tiempo, apenas ha quedado el testimonio de sus espacios domésticos en fogones y fragmentos de ollas esparcidos en los rincones de la memoria arqueológica, en donde quedaron sembrados como documentos de una historia no escrita.


Las figurinas femeninas aparecen en toda la geografía venezolana se trata de imágenes de bulto redondo, hechas en arcilla algunas representan generosas “diosas madres”, desnudas, de pie o en cuclillas que es posición de parto


Mapa de las figurinas antiguas de Venezuela


Así, vemos aparecer mujeres con ojos en forma de “grano de café” y cabezas adornadas con peinados elaborados, hechos a partir de la aplicación de filetes de arcilla, a manera de trenzas. Mujeres de orejas horadadas para introducir adornos y pendientes. Mujeres con cuerpos tatuados o pintados. Mujeres de cuerpos grávidos en la cuenca del Lago de Valencia. Mujeres de ojos “llorantes” en el cementerio de Quibor, portando los ornamentos propios de su rango; narigueras, orejeras, collares, amuletos y finos abalorios. Mujeres con cabezas y pies deformados, con glúteos artificialmente abultados por el uso de ahorcas para retener la circulación y propiciar el crecimiento de la masa celulítica; signos de fertilidad y poder simbólico.



Las figurinas encontradas en distintas regiones de Venezuela representan mujeres de rostros inexpresivos, decorados con líneas de puntos incisos o líneas de colores formando diseños geométricos. Presentan ojos en forma de “grano de café” en la Cuenca del Lago de Valencia o mujeres de “ojos llorantes” en el Cementerio de Quibor. Peinados elaborados, hechos a partir de la aplicación de filetes de arcilla a manera de trenzas.


Orejas oradadas para introducir adornos y pendientes. Era frecuente agujerear el cartílago nasal para desde allí hacer pender narigueras de diferentes materiales, formas y tamaños. Estas prácticas han permanecido hasta hoy, entre algunas comunidades indígenas, quienes también se horadan mejillas, labios, pómulos y barbilla


Mujeres con cuerpos tatuados o pintados, con una sutil combinaci贸n de signos, redondos sensuales, que sirven de fondo a l铆neas que se entrelazan en una repetici贸n interminable de elementos gr谩ficos.


Adornos propios del rango; narigueras, orejeras, collares, amuletos y abalorios





Cabezas y pies deformados, glúteos artificialmente abultados por el uso de ahorcas para retener la circulación y propiciar la masa celulítica como signo de fertilidad. El uso de las ligaduras para retener la circulación y producir un engrosamiento de piernas y brazos es una práctica que ha permanecido en el tiempo entre algunas comunidades del sur de Venezuela como los E´ñepa, Deáruwa y Yekuana, utilizando a tal efecto, cordones de cabello humano alrededor de los tobillos y bajo las pantorrillas con el mismo propósito de engrosar por retención sanguínea los glúteos y las piernas.



La pintura corporal tuvo una importancia similar a la que los occidentales daban al vestido, ya que era una práctica cotidiana y su ausencia ocasionaba un rubor similar al de la desnudez. La pintura fue ampliamente usada, lo que se confirma arqueológicamente, tanto en la decoración de las figurinas, como en las “pintaderas” y sellos de arcilla, utilizados para pintar la piel. Es posible que también se utilizaran además de los dedos impregnados de materia colorante, pequeños palitos a manera de pincel, y agujas puntiagudas de madera o hueso, como los que se utilizan todavía en algunas comunidades indígenas del sur de Venezuela


La variedad de materias primas colorantes usadas en la pintura corporal fue extensa, entre otras se usó la resina de copaiba ( Copaifera officinalis) la cual, de acuerdo con Raleigh, “servía como base para aglutinar el polvo de oro”. Se usó el caruto (Genipa americana) para dar un color negro azulado, así como, el aceite de moriche ( Mauritia flexuosa), la jagua (Jessenia Policarpa), el aceite de seje ( Bambusia latifolia), la mora ( Madura tictorea) , la resina de caraña (Protium carana), el onoto ( Bixa orellana), la Chica ( Arrabidea chica), y por supuesto el caolín, el hollín y el carbón


La pintura corporal también fue utilizada como protección o talismán, no siendo exclusiva de jefes civiles o religiosos, pues se trataba de una práctica del común que acompañó la vida diaria, propiciando fertilidad a la tierra, abundancia en las cosechas, buena fortuna en la recolección, caza y pesca, al tiempo que acompañó ceremonias festivas, ritos de iniciación, uniones matrimoniales, guerras, nacimientos, duelo, muerte y enterramiento.


Las pintaderas


La aparición de “pintaderas” y sellos planos o cilíndricos, que se hacían girar sobre un eje de madera o hueso para multiplicar grecas de motivos geométricos o figurativos, han permitido inferir la importancia de estas prácticas en el pasado. 1985),








El lenguaje de los adornos corporales


Los adornos corporales nos “hablan” de los modos de vida y del intercambio simbólico dentro del tejido social de los pueblos originarios. Fueron de uso frecuente pendientes, collares y pulseras de sartas usadas brazos y piernas De las cuentas de collar se han conservado, las realizadas en arcilla, concha, piedra y hueso de diferentes formas y tamaños: las hay tubulares, cuadrangulares, rectangulares, piramidales, campaniformes, discoidales, anulares.etc. La técnica cuidadosa, puso a prueba el poder abrasivo de la arena y el agua, a lo que se unió el uso de finos y aguzados percutores y punzones que hicieron posible la transformación de materias sumamente frágiles, en cuentas y pequeños dijes usados con fines mágicos.


Entre los adornos corporales de uso frecuente que reporta la arqueología están los pendientes, collares y pulseras de sartas para brazos y piernas De las cuentas de collar se han conservado, las realizadas en arcilla, concha, piedra y hueso de diferentes formas y tamaños: las hay tubulares, cuadrangulares, rectangulares, piramidales, campaniformes, discoidales, anulares.etc. La técnica cuidadosa, puso a prueba el poder abrasivo de la arena y el agua, a lo que se unió el uso de finos y aguzados percutores y punzones que hicieron posible la transformación de materias sumamente frágiles, en miles de cuentas y pequeños dijes. Por su parte, Humboldt señaló, la importancia mágica que tenían algunos minerales, los cuales eran atados al cuello para prevenir fiebres y mordeduras de serpiente.








Una piel de signos


La avalancha “civilizatoria”, que impuso el pudor, la vergüenza, el miedo, la culpa y el pecado, no logró reducir a todos los pueblos originarios de Venezuela, a los usos y costumbres de occidente. Muchos de los que lograron sobrevivir la esclavitud y el genocidio, mantuvieron viva una vida estética que incluye, una serie de modificaciones del cuerpo, en las que se interviene piel, músculos, pelo, vello corporal, tabique nasal, labios, dientes, orejas o glúteos



Los yanomami denominan “onimou”, a la acción de pintarse, esta se caracteriza por un amplio repertorio de diseños, compuestos por: rayas verticales, horizontales, oblicuas, entrecruzadas o en amplia ondulación y zigzagueo; círculos, puntos y manchas que imitan la piel del jaguar, se trazan con un palito afilado o simplemente con los dedos, siendo frecuente la unción del rostro en negro, a manera de una máscara en señal de guerra o duelo. (Cocco, Luis. Iyeweiteri: quince años entre los yanomamo, Escuela Técnica Popular Don Bosco, Caracas, 1972)












Los adornos corporales expresan la particular sensibilidad estética de hombres y mujeres, cuyos cuerpos desnudos arreglan con cuidado, principalmente en ocasiones festivas o ceremoniales, pueden ser los hoko-siki, de los yanomami, hechos con cogollos de palmeras, flores o manojos de hojas perfumadas, que se complementan con la perforación del tabique nasal en el que colocan un palito muy fino y recto llamado hiyo-kami. Otros palitos más cortos son clavados en las comisuras de los labios o bajo el labio inferior. Es frecuente la perforación de los lóbulos de las orejas, para introducir las purirama, de uso típicamente masculino, que consiste en un cilindro vegetal fabricado con caña verada de cierto grosor, en cuyo extremo frontal se colocan plumas, flores, hojas, etc.





Con el mismo propósito que los sellos y pintaderas de los pueblos antiguos, todavía los e´ñepa, wotjüja y yekuana, los confeccionan en madera. Pueden ser redondos, generalmente de uso femenino, pero también los hay cuadrados o rectangulares, hechos con maderas blandas como el jobo (Spondias lutea), utilizando un cuchillo doméstico para su talla.







Los signos, cuyas claves mágicas conforman las palabras del canto chamánico, se expresan en los diseños, denominados por los wotjüja como el “camino de las cuentas”, que cada hombre y cada mujer lleva dentro de su propio cuerpo. Sus geometrías invocan elementos que no recurren a la naturaleza, como si se tratara de una tabla de referencias, pues para los wotjüja, la estética corporal no es un artificio arbitrario o un capricho sin alcances. Todo signo está sometido al infalible conocimiento del ruw’a o chamán, encargado de asignar “las cuentas”, que encierran a las mujeres en su destino de fertilidad y, someten a los hombres a los designios promisorios de la caza y a los poderes del canto chamánico. (Overin Joanna y Kaplan, M.R. Los Wothuha (Piaroa), en Los Aborígenes de Venezuela Vol. III. Fundación La Salle. Caracas, 1988)





Entre las mujeres wayĂşu, se practica pintura facial o pai-pai. El colorante se obtiene principalmente con la corteza quemada y luego pulverizada del cujĂ­ del cual sacan un polvo que finamente tamizado, esparcen en el rostro sobre una base de sebo de oveja, el cual aplican previamente para fijarlo a la piel. Esta es utilizada por hombres y mujeres en situaciones que marcan cambios en la vida, puede ser la primera menstruaciĂłn o la cura de un enfermo.

La pintura facial








Dibujos de Jesús Mujica


Dibujos de Dorila Echeto Ipuana




Dorila Echeto Ipuana, chamana y alfarera wayúu, nos cuenta como la imagen del caracol se asocia a su condición de caminante que avanza, a pesar de los tropiezos de la vida, el signo de la caparazón de la tortuga los dota de sabiduría y paciencia, las formas de los cerros y su larga permanencia, les aporta una voluntad férrea en cada cosa emprendida, las alas de los pájaros les confieren los poderes del vuelo nocturno, pues es en el sueño, en donde se les presentan los abuelos, dándoles consejos sabios sobre el uso de las plantas medicinales. El signo de la cola del perro, les procura suerte, ya que el perro siempre consigue algo para comer, una presita, un huesito... Sobre el signo de la montaña aparecen pequeños puntos que representan las huellas de los parientes que han pasado, las patas del ciempiés hablan sobre los años de la vida, algunos se quedan en el camino y no alcanzan ni una patica -dice Dorila- otros completan las cien. Los hombres se pintan con las señas del tigre para demostrar su coraje, tres palos significan cardones, estrellas y rayos. (Com. personal)




Aunque son generalmente lampiños, el vello corporal, incluyendo cejas y barbas, son afeitados o depilados con la resina caliente de la caraña (Protium carana). Hasta hace algunos años, y cada vez menos, los yekuana cortaban su espesa cabellera de igual manera en ambos sexos. Las cejas, pestañas, axilas, vello púbico y barba eran afeitados con una suerte de “tijeras” afiladas hechas con un tallo de bambú. Carvajal, observó la existencia de “tijeras” hechas con los dientes de algunos peces, que eran utilizadas para cortar el cabello. (Carvajal, Jacinto de. Relación del Descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco. Mediterráneo. Caracas. 1956)


También se confeccionaban peines hechos con filamentos de caña y otras fibras duras, bellamente unidos con una trama tejida con hilos de algodón teñido, o se usaba la jigua (Cariocar sp), cuya semilla erizada hacia las veces de peine. El actual corte de los yanomami, presenta una tonsura que puede cubrir buena parte del cráneo, dejando apenas una estrecha franja de cabellos a manera de corona, para lo cual utilizan una” navaja ” o “tijera” de bambú llamada sunamaakasi, siendo frecuente el uso de aceites o resinas olorosas utilizadas para perfumar el pelo y el cuerpo.

Las materias tintóreas



Poseen una extensa variedad de materias colorantes, entre otras la resina de copaiba (Copaifera officinalis) la cual, de acuerdo con Raleigh: “servía como base para aglutinar el polvo de oro”, el caruto (Genipa americana) para dar un color negro azulado, el aceite de moriche ( Mauritia flexuosa), la jagua (Jessenia Policarpa), el aceite de seje ( Bambusia latifolia), la mora ( Madura tictorea) , la resina de caraña (Protium carana), el onoto ( Bixa orellana), la chica ( Arrabidea chica), y por supuesto el caolín, el hollín y el carbón. Muchas de las cuales fueron objeto de una amplia corriente comercial. Negocio que se extendió por todo el Orinoco, siendo los misioneros, parte de las redes de comercialización del onoto y la chica ya preparados, alcanzando, esta última, un valor de “cuatro pesetas la torta”. Colorantes que los misioneros usaron como forma de pago al trabajo indígena. (Humboldt, Alejandro de. Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Monte Ávila Editores. Caracas






El uso de las ligaduras para retener la circulación y producir un engrosamiento de piernas y brazos ha sido una práctica común entre algunas comunidades al sur de Venezuela, utilizando a tal efecto, cordones de cabello humano alrededor de los tobillos o bajo las pantorrillas, con el propósito de engrosar, por retención sanguínea, los glúteos y las piernas. Otro elemento de la cosmética indígena practicada entre los Baré y otros grupos aledaños al Río Negro, fue la de limar los dientes hasta hacerlos puntiagudos imitando así, la dentadura afilada de las pirañas.


La piel de signos se inscribe en la misma fuente de las “técnicas” que tienen por materia prima el cuerpo; la pintura facial, la cosmética de las deformaciones, las escarificaciones y los tatuajes, prácticas que producen una “transmutación” del “yo”, en el “otro”, y es que la piel es una geografía en la que cada cultura deja marcadas sus señales. Precisamente es sobre el cuerpo modificado, en el que la piel física, se transforma en piel simbólica.


Las deidades femeninas


Las Mujeres Ulitzán

"En la selva templada, entre las demarcaciones de cascadas espumantes que bajan de la Sierra Parima, se eleva la montaña rocosa Ulitzan. Allí, en medio del silencio apenas turbado por la algarabía chillona de los monos y el grito de las guacamayas, apareció hace muchas lunas, la maloca de las mujeres sin hombre; las mujeres Ulitzan. Estas recias hembras hacían todos los oficios de la caza; sabían trenzar el arco para derribar a los báquiros o emboscar a las dantas, manejaban perfectamente las enormes cerbatanas que sorprendían a los pájaros con sus flechas envenenadas de curare. Hacían con bejucos las trampas para recoger a los peces que bajaban en ruidoso tropel por las corrientes acuáticas en las inmediaciones de la selva húmeda. Desbrozaban y banqueaban los cerros para hundir las estacas de yuca que, al final de la jornada se convertirán en humeantes tortas de casabe; en fin, estas mujeres ejercían todos los oficios propios de los hombres, solitarias vivían como morichales perdidos en la llanura...”



Pulowi - Wayuu Deidad femenina wayuu, seductora de hombres a quienes rapta en de las profundidades de la tierra o del agua. Es dueña de plantas y animales, tiene la cualidad de transformare en serpiente de muchas cabezas. El mito dice: -“Ella olía bien como Pulowi, arrastro al cazador hasta su habitación. El hombre copulo con ella, una luna y más, Pulowi lo dejo partir. Cuando luego a su casa, no tenía nada que decirle a su esposa, solo le regalo unas joyas y partió de nuevo. Pulowi lo devoro por segunda vez y no regresó nunca más..”



Am谩luya- Arawaco Madre de todos los dioses del pante贸n arawako


Orechu -Arawaco Due帽a de las aguas y creadora de la magia. Encarg贸 la creaci贸n de la primera maraca chamanica hecha con calabaza y guijarros marinos. Dio nombre a la planta de tabaco


Puméyawa- Arawaco Diosa principal del panteón arawaco, protectora de la fertilidad, dueña de los perfumes y creadora de los amuletos


Amaru - Kurripaco Primera mujer de la creación y compañera del Dios Iñapirrikuli


KumajĂĄiku-Warekena EspĂ­ritu femenino de las plantas


Okoima- Akawaio Madre de las aguas


Urkï – E´ñepa Diosa de la cacería


Amana – Kariña Espíritu femenino protectora de los peses


Aromadapuén – Pemón Madre de Makunaima


Pelenesamo- Pem贸n Due帽a del fuego, de cuyo vientre salieron las piedras de pedernal


Kamaliua- Pem贸n Deidad con cuya m铆tica cabellera se construy贸 la escalera que lleva a los chamanes a las regiones superiores del cosmos.


Motü- Pemón Dueña de la arcilla para hacer alfarería


Pelenesamo- Pem贸n Due帽a del fuego, de cuyo vientre salieron las piedras de pedernal


Tuekar贸n- Pem贸n Esp铆ritu acu谩tico encargada de cuidar los lugares donde habita, castigando a quienes los profanan


Kuma ( Pumé) De acuerdo con la cosmogonía pumé, todos los accidentes de la naturaleza provienen de Kuma, la gran madre que se creó así misma Al principio no había sol, hasta que Kuma, lo parió a partir de un sueño. Cuando todo el universo estaba sido creado, las gentes se olvidaron de la Gran Madre, en venganza , Kuma, desató el gran diluvio. Bue son las estrellas, antepasados de Kuma que se comunica con ellas a través de los vientos. Do es el sol que se ve desde la tierra, pues las estaciones del cosmos tienen sus soles propios.



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