1 minute read

Tardes de jueves

En este soliloquio que me abraza, una soledad tibia me acontece, es una mariposa de las que no he sabido en otras tierras. Llegué somnolienta y ávida de cosas nuevas, qué contradicción, en una tarde fría. Frente a un quiosco con notas y silencios, altiva una parroquia presenciaba infancias, amores, anhelos pasados. Sólo observo.

Es el frío una serpiente que repta por mi cuerpo. Sigo aquí, nutriendo mis recuerdos con películas que no son mías. Un vendedor de semillas atento se me acerca, es un niño. Los elotes y guasanas se deleitan en los exigentes paladares. La fuente danzarina está dormida. Las abuelas tejedoras hilvanan sus historias en las tardes de jueves. Mientras campanadas desfilan por la calle al ritmo de las prisas. Son las ocho, ellas me susurran.

Advertisement

El Santo Patrono los protege, su infinita misericordia se apiada de mí, que sigo contando mis pasos en las estrechas calles de la pródiga ciudad alteña. Adopté a este pueblo, o me adoptaron, en mis matemáticas da el mismo resultado. Mientras, degusto en silencio el fervor humano del otro lado de la acera.

María Rocío Rentería Palafox Ciudad Guzmán, Zapotlán el Grande

This article is from: