textos en la ciudad julia scrive-loyer
1
Es distinto. Como si a la ciudad le faltaran piezas. Es extraño mirar por la ventana y saber que tal o tal persona no está por ahí viviendo en ese mismo espacio, en ese mismo laberinto de texturas lavadas y antiguas. No me lo voy a topar en alguna plaza al mediodía, buscando otra cosa y encontrándolo sin querer. No puedo dormir en aquella casa de dos pisos ni ver aquellos árboles acariciando las mismas ventanas.
2
En el tranvía aparece la yo de hace cuatro años, la que aprendió que a la gente a la que uno quiere no se la mira de frente pero en los reflejos de los cristales. Como nos miramos nosotros en esos mismos cristales para intentar entender cómo nos miran a nosotros, así miramos como se mira al que miramos, para entender cómo cree él que lo miran. Mirar mirar te estoy mirando. Sabes que te miro aunque te mire el cristal, sabes.
Pero he aprendido tanto a mirar fuera del cristal. A mirar dentro afuera del cristal, a abrazar dentro afuera del cristal. Es tan fácil ahora. La yo de hace cuatro años se baja tres paradas antes que yo. Aparece a veces cuando la luz se posa sobre alguna nota, aleteando todavía, diciéndome que se va pronto pero quedándose, todavía, todavía quedándose, y entonces te miro fuera del cristal y tú que estás tan ahí, tan al lado mío, te quiero te quiero.
3 Y entonces había vuelto. Había vuelto mientras el decía que no era algo tan pesado. Y yo la había visto irse por la mañana, pero volvió. Cuando la vi ya estaba sentada ahí con él. Se toman de la mano de vez en cuando, esas cosas que hacen los enamorados. Yo sí me estaba yendo, en serio, pero eso ya estaba claro, no era esa cosa de “ahora me ves, ahora no me ves”. Esos juegos tontos que nos hacen a los niños. Y al pasar en el carro, me volteé, como si pudiera seguir viéndolos, como si por suerte no los taparan hileras de árboles y edificios. Como si estuvieran sentados en todos los bancos de todas las calles, de todas las ciudades.
4
Hoy no hay nada muy nuevo que contar. Me desperté a las cinco de la mañana porque sonaba como si se estuviese acabando el mundo. Las ventanas de la casa no se cierran bien y había mucho viento y las ventanas se habían abierto todas y las puertas se abrían y se cerraban y yo intentaba entender lo que pasaba y hacer algo, todavía como soñando, y sabiendo que era inútil porque las ventanas se iban a seguir abriendo, iba y las cerraba una a una, repitiéndome siempre que lo que quería era dormir y que por qué estaba cerrando las ventanas. Se volvieron a abrir todas cuando me acosté. Está anocheciendo y a esta hora los edificios alrededor de el de nosotras se ven hermosos. El de nosotras también seguro, pero no lo puedo ver. Tengo mucha sed.
JULIA SCRIVE-LOYER
fotos tomadas entre 2013 y 2017 TEXTOS ESCRITOS ENTRE EL 2010 Y 2015