Los agentes de la CIA comenzaron a llegar en agosto de 1966, después de un acuerdo entre el gobierno del presidente Joaquín Balaguer y la Agencia para El Desarrollo Internacional (AID), a través de la Oficina de Seguridad Pública (OPS), para educar a los oficiales de la Policía Nacional en contrainsurgencia, comunicaciones y manejo de disturbios.
La CIA proporcionó dinero y hombres para la inteligencia policial y la supervisión de las "investigaciones antisubversivas" que realizaba el FBI para la creación de una élite en los mandos policiales.
Aprobó la creación de una academia de policía, la construcción de un archivo y una biblioteca especializada en comunismo y contrainsurgencia; la importación de armas de fuego, vehículos modernos y nuevas tecnologías, para especializar a los agentes policiales.