ISSN: 2215 440X
,L FATAL 11 L´FATAL la Fatalísima No. 11
Revista de Arte Contemporáneo Año3 No.11 Julio Agosto Setiembre 2017
C O S TA R I C A
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Alessandro Valerio “Atajos del Río Tibás” 2017 (Arriba). Regina José Galindo, Documenta Kassel 2017.
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Sumario
Undécima Edición
Frente de Batalla
Los editores / Página 5
UpFront
Galería Nacional / Página 10
Regina José Galindo
Documenta Kassel 2017 / Página 20
Comunidades: Memorias Fotográficas (In Macula) / Página 24 Adrián Flores Sancho
“Ampliación del Campo de Batalla” / Página 34
“Oricidio”
Perfomances en Granada / Página 41
Meditaciones desde “Banana Chapel”
Muestra Potasio, Moisés Barrios en el MADC / Página 42
“Vicisitud del Habitáculo”
Proyecto El Tanque” / Página 58
“Atajos del Río Tibás”
de Alessandro Valerio / Página 64
“Textiles en Mácula”
de Berta Alegría / Página 70
“Etnografías”
de Daniel Vieira en Fabula Urbis / Página 44
“Hogar NO territorio”
de José Rosales en Alianza Francesa / Página 76
“hogar NO territorio”
de Jorge Zamorán en Galería Nacional / Página 83
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Consejo Editor Quirval Otelo E´mundo Chevón Comentarios en esta edición por Quirval Otelo. Fotos en esta edición de Adriana Artavia, Emilia Villegas, LFQ y artistas citados. En la portada Atajos del Río Tibás y Regina José Galindo en la Documenta de Kassel.
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Los editores: Frente de batalla
Al pasar revista a las temáticas de lo exhibido en estos meses en museos y/o galerías, como es el proyecto “UpFront” de foto-reporteros de guerra expuesta en la Galería Nacional, motiva a reunir enfoques similares que detonan en nuestra conciencia crítica, problemáticas que eclipsan la vida social y repercuten en otras regiones del mundo, como los conflictos en Siria, Oriente Medio, e incluso las situaciones que tensan la península coreana que nos mantienen en vilo, pues cualquier remezón en el plano político repercute en todos los demás. Sin duda se avista hacia el terreno del arte político, al observar además las problemáticas de los rechazados, los desplazados, los migrantes, y, por qué no considerarlo, de nosotros mismos los artistas quienes nos comportamos como perennes migrantes en las geografías de internet y las redes buscando argumentos 5
para remozar los lenguajes y discursos, y para mantenernos dudando de los malabares de los políticos untados de corrupción, tal y como lo predijo a mediados del siglo pasado la escritora rusa-norteamericana Ayn Rand. En este trazo publicamos un comentario sobre la mencionada exposición “UpFront”, impactados por la crudeza de la realidad a la que se enfrentan los fotógrafos en su obligación de informar en medios impresos y/o televisivos sobre los conflictos bélicos. Damos “un toque” a este enfoque apreciando la participación de la guatemalteca Regina José Galindo en la recién pasada Documenta de Kassel, con el performance cuando ella se detiene frente al visor de un arma de grueso calibre, y por cuyo orificio la perciben los espectadores. En coincidencia, en una noche de reunión de artistas en el seno de Mácula, Managua, revivieron memorias de los tiempos de insurgencia nicaragüense de finales de los años setentas cuando derrocaron al dictador Somoza, imágenes crudas que abren heridas no cerradas del todo en los recuerdos de aquella historia y la memoria patria. No dejamos de sentir las repercusiones de una experiencia expositiva y performática de Adrián Flores Sancho titulada “Ampliación del campo de batalla”, que tuvo epicentro en la Sala 4 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), desplazándose hacia otros ángulos del entramado capitalino para inventariar la experiencia crítica. En otra perspectiva publicamos el comentario acerca de la muestra “Potasio, las consecuencias de la abundancia” del maestro guatemalteco Moisés Barrios, que se exhibe hasta el próximo noviembre en todas las salas del MADC. 6
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Colectado en los muros de FB, posteado por Mácula Managua.
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Siempre en el mismo entorno de la antigua FANAL, el proyecto El Tanque ofreció “El espacio que nunca existió”, de Verónica Alfaro Rodríguez, Roger Muñoz Rivas y Miguel Solórzano Quirós, del 15 de junio al 13 de setiembre 2017. En otro ángulo del arte exhibido en estos meses incluimos el comentario de la muestra “Objetos Internos” del escultor José Rosales en Galería Joven Creación de la Alianza Francesa en San José, expuesta del 17 de agosto al 9 de setiembre 2017. A propósito del espacio Mácula, también se realizó en sus salas una exposición de los textiles de Berta Alegría, y de la cual llegaron repercusiones por medio de los muros de las redes, que reseñamos por el aprecio que tenemos hacia su forma de arte. No dejamos de focalizar un proyecto de arte en el paisaje, investigación y producción del joven artista Alessandro Valerio, quien intervino un recodo del río Tibás, al norte de las provincias de San José y Heredia, para meditar acerca de las materias puestas por la misma naturaleza, y que permitieron abrir nuestras miradas a un arte experimental propio del sitio, encontrado en el entorno que también antepone sus enigmas y acertijos y que Valerio combinó con su propia poesía. Damos ojeadas a algunos otros eventos que registramos pues son enfoques que nos interesan, como la experiencia denominada “Oricidio”, de artistas nicaragüenses realizado en junio del presente año en el Palacio de la Cultura de Granada, Nicaragua.
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Y para dar un salto mucho mayor, reseñamos la muestra de Etnografías de Daniel Vieira, curada por Rolando Castellón en librería-galería Fábula Urbis de la ciudad de Lisboa, Portugal. Y no nos agotamos de ojear aquel mapa de Sur América de cabeza, del uruguayo Torres García, cuando hoy esa precognición parece real cuando el mundo está más que nunca de cabeza.
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“UpFront”
Una cortina de tela negra para cubrir el acceso a la planta baja de la Galería Nacional, antepone el signo de que ahí se exhibe algo inesperado, que se sale de lo común, y así es, al entrar en la penumbra de pasillos y salas se aprecia un conjunto de cajas de luz suspendidas de lo alto, sin utilizar las paredes, para darle un carácter de instalación electro-digital, de alta tecnología, lo cual enciende la alerta máxima delante del frente de batalla (UpFront), y se advierte de inmediato en uno mismo como espectador, quizás el espasmo, cuando no se puede contener una lágrima e inflama el vientre al contemplar en fotografías la realidad de la refriega, la marcha, la manifestación, la evocación de una insurgencia desesperada, la defensa de un ideal, huellas de una guerra incomprensible pero que para horror de todos pervive en el afuera, en las vías de la ciudad y sus barrios marginales, en nuestra imaginación evocadora y la memoria de la humanidad. 10
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Sergio Caro. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de España.
Esta muestra de fotografía titulada “UpFront” es organizada por el Centro Cultural de España en San José y la Agencia de Cooperación Española, curada por Ramiro Villapadierna, reúne el trabajo de un importante número de foto-reporteros españoles y latinoamericanos, que van tras las huellas de la guerra, o donde aún está activa, o de las personas desplazadas, rechazadas o migrantes, pero quienes solo llevan consigo sus gestos de dolor andando hacia esos territorios de refugio. Repaso por lo visto Me impresionó una de las imágenes en este caso capturada por Sergio Caro de Colombia, donde un cura se dispone a ofrecer la liturgia en un panorama rocoso de alta montaña, y tres soldados que asisten al rito no dejan de vigilar con suma atención a las distintas direcciones 11
del campo de batalla, pues jamás se sabrá de dónde vendrá la estocada o si se pisa el mismo vector del proyectil. En otra, Rodrigo Abd puso en foco una escena tremenda al interno de un taller automotriz, se vela a un difunto mientras otro mira la televisión…, y la vida continúa como si nada ocurriera. En la imagen de Álvaro Ibarra Zavala, una mujer soldado fotografía a un pequeño quien a su vez le apunta a ella con el revolver de juguete: -lo que tu me haces, yo te hago. Y es que estamos tan sumidos en esas escenas de violencia y terror exportadas por el cine, la tv, los juegos electrónicos, las mismas noticias tampoco dan tregua, que los niños cuando salen de casa van disparando a quien se ponga en frente con la pistola gesticulada con su mano y deditos. Preocupante, sí, pero es una realidad que no podemos tapar con uno de nuestros dedos.
Álvaro Ibarra Zavala. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de España. 12
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Impresionante el francotirador captado por J M López, cuántos de esos rostros engatillan el ojo ante el visor del arma, como asegurando: -donde se pone el ojo, se pone la bala. Luis de Vega en su caso avistó a un migrante negro quien a los cuatro vientos lava su cuerpo, bajo el sol tórrido de esos territorios donde la horizontal es demasiado larga, y la vertical, signo de interioridad, no existe. Y así como estas y otras imágenes, percibimos la destrucción de ciudades sirias, el Cercano Oriente es blanco de bombarderos, blanco de desidias por el pulso político y donde no hay cabida a un hálito de esperanza. Andrés Martin por su parte asiste a una refriega y fotografía a hombres tensando el arco para disparar un proyectil, con una prototipología de arma “hechiza”, casi casera, y nos permite observar en esa imagen la inventiva de la gente ante el llamado a estar en el frente de batalla. Pep Bonet
Luis de Vega. Inmigración. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de España. 13
Pep Bonet. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de EspaĂąa.
Rodrigo Abd. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de EspaĂąa.
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Rodrigo Abd. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de España.
Andrés Martín. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de España.
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capta a una persona joven sentada en medio de lo que parece un basurero, o donde acaba de ocurrir un desastre que les cayó del “cielo”, lamentándose de su situación, aislado, en silencio, repasando quizás las acciones bélicas que ha visto suceder mientras siente hambre en su estómago y en su rostro se dibujan los gestos de la tragedia.
JM López. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de España.
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Siria. Muestra UpFront. Foto corteseia del Centro Cultural de España.
Estas y otras son las percepciones tenidas en el recorrido de la muestra, muy bien montada y articulada para hacernos llegar al escalofrío, a intentar situarnos en el laberinto existencial pues de otra manera nos perdemos, y emergemos solidarios, si, con el semejante como principal actor de la guerra, y del mismo fotógrafo que arriesga para sumirse en su propio laberinto al captar esas imágenes y tratarlas, prepararlas, para detonar en nuestra imaginación de visitantes del museo. 17
Regina José Galindo en Documenta Kassel 2017
María José Galindo. “Todos estamos muriendo”. Performance 2000. Seminario Temas Centrales organizado por Teorética en el Centro Costarticese de la Cultura y la Ciencia, antigua Penitenciaría Central de San José. Foto cortesía de la artista.
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Motivado por el enfoque de esta edición de L’ FATAL on line, en el cual interesa observar algunos ejes temáticos y sus repercusiones tratadas por el arte, como la violencia tan arraigada en nuestras sociedades, las migraciones que se abren paso por toda la geografía del istmo, pero también la guerra por el trasiego de drogas, la corrupción y tantas otras percepciones de la realidad, es que intenté acercarme para conocer algo más de la artista guatemalteca Regina José Galindo, quien desde sus inicios se apropió de esos territorios de las expresiones artísticas contemporáneas. Desde los inicios de su carrera, a mediados de la década de los años noventa del siglo pasado, se dedica a cultivar el arte del performance, explorando los detonantes provocados por las injusticias sociales y éticas, relacionadas con las discriminaciones raciales, de género, y los abusos implicados en las desiguales relaciones de poder que influencian a la sociedad actual. En el año 2005 fue merecedora del “León de Oro”, otorgado por la 51 Bienal de Venecia, en la categoría de artista joven. Conocí a esta artista en aquellos liminares de su exitosa carrera, cuando realizaba sus primeras intervenciones en ciudad de Guatemala, en la segunda parte de la década de los noventas, pero fue en el seno de “Temas Centrales” 2000, seminario organizado ese año por Virginia Pérez Rattón y Teorética, en el Centro Nacional de la Cultura y la
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Ciencia de San José, cuando comprendí la naturaleza de sus cuestionamientos y reflexiones, observadas en la actualidad como un arte de implicaciones políticas. En una de las torretas de las murallas -de lo que en un pasado ya algo borroso de la capital fuera la Penitenciaría Central-, desnuda, lacerada, con una mascarilla de oxígeno adosada al rostro, se abandonó en el interior de ese redil para decirnos: “Todos estamos muriendo”. A partir de ese evento desplegó un abanico de propuestas en las cuales pisa muy de cerca diversos bordes de la violencia, el maltrato a la mujer, la trata de personas, las implicancias del trasiego de droga, las adversidades sufridas por los migrantes centroamericanos, y en todos esos bordes del arte corre el simbolismo de la sangre, en un horizonte que redibuja la última instancia: la muerte. Tremendas percepciones las de Regina José, y en todas ellas vislumbra un trama para captar la atención de los espectadores, motivándolos a meditar, a tener consciencia de esos males y se interrogue qué hace el arte para paliarlos. En estos últimos años, al hablar de Honduras, El Salvador y Guatemala, se les refiere como el “triángulo de la violencia”, e incluso, recién se realizó en la ciudad de Miami un evento político de envergadura, que reunió a estos tres gobiernos centroamericanos con el de Estados Unidos, intentando afinar estrategias para combatir esas lacras que ubican a estos países del istmo, sumando a México, entre los más violentos del mundo. 20
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Los ejes de dominación de ayer y de siempre se trasladan a otras latitudes, se sirve de otros lenguajes y focalizaciones, el perfil del enemigo se vuelve difuso aunque a pesar de todo siempre es el mismo. Eh ahí el conflicto que marca y pervive en la estructura social y que tanto interesa a los artistas al engatillar el visor de su mirada crítica y poner los asuntos sobre el tapete. En una entrevista que le practicó la “DW” de Alemania, a propósito de su notable participación en la “Documenta” de Kassel 2017, Galindo responde: “Nosotros exportamos vida, exportamos seres humanos que están buscando un destino distinto porque nuestros países han sido destruidos por guerras en las que se usaron armas que provenían del primer mundo. De lo que no se habla es de lo que ellos exportan a nuestros países. Nosotros exportamos vida, ellos exportan muerte”. (http://www.dw.com/es/artista-guatemalteca-en-la-documenta-nosotros-exportamos-vida-ellos-exportan-muerte/a-39375951?maca=spa-Facebook-dw )
En ese performance en Kassel, Galindo se coloca en el interior de una sala, y el espectador afuera solo la puede observar a través de la mira de un arma de grueso calibre, para hacernos reflexionar sobre las armas y el poder que está dado a quien tiene acceso al gatillo, a quien dispara, y quién está en la mira. Para el artista y curador Rolando Castellón, quien visitó la “Documenta” este pasado verano, la propuesta de Galindo fue la más consistente de toda la bienal.
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En otros performances se involucra con las tragedias que someten al migrante en su paso por las fronteras. El tema de las migraciones es una “papa caliente” que se pasan en las manos los políticos, pero sin que acierten a dar soluciones, pues las carencias humanas, la falta de empleo y oportunidades no encuentran solución, por eso siempre habrá quien intente cruzar fronteras. Acerca de los migrantes o refugiados, decía el sociólogo polaco Sygmund Bauman: “están en medio de un fuego cruzado. Para ser más exactos, en un callejón sin salida”. Desde ese posicionamiento crítico hacia la política internacional, y apreciando fotografías de sus performances, yo me pregunto intentando dilucidar el carácter de su abordaje: ¿Qué caracterizan esa búsqueda de un sol que caliente mejor, de una tierra prometida cuyos gigantes custodios impiden o incomodan el paso? En mi posición de comentarista de arte me pregunto ¿qué pensamientos pueden activar las prácticas creativas para motivar una mirada que palie tantos males que hoy se ciernen sobre la niñez y la juventud centroamericana? Las respuestas a estas interrogantes hay que buscarlas en sus propuestas. Apreciar en retrospectiva una larga lista de participaciones en bienales, y propuestas personales. ¿No somos también los artistas eternos migrantes en busca de una territorialidad que dé contenido a nuestras necesidades expresivas, pero que una vez conquistada di-
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cho espacio de actuación, nos devuelve una nueva estocada? Hoy en día, todos somos migrantes o refugiados que transitamos en las autopistas de la virtualidad en busca de un lugar que se vuelve no-lugar en la visión crítica del antropólogo francés Marc Augé. Su reciente acción “Sangre de cerdo”, 2017, en particular me evoca los abominables happenings del austriaco Hermann Nitsch, tratando los lenguajes execrables. Me pregunto ¿qué intenta implicar con ese gesto de dejar bañar su cuerpo con sangre animal, el cual además es alimento de nuestros cuerpos en tanto comemos sus carnes? La crónica situación política en el istmo no da tregua, cuando todo parecía restaurarse en países como Guatemala, una gota de agua de donde nadie esperaba se derrama, subvierte y enciende la atención del mundo y sobre todo de los artistas contemporáneos quienes conociendo su cultura, territorios, preocupaciones sociales marcan un nuevo trazo para encender sus comentarios y prácticas creativas.
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(In mácula) memorias foto/gráficas
Imágenes de grafitis capturadas en el muro de Facebook de Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula en julio 2017.
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Plomo en los muros Los muros en las ciudades, pueblos y barriadas, más que bloques de concreto y argamasa –“que son materia dura”-, son páginas de un libro con escrituras actuales que soportan las miradas y guardan las vicisitudes de lo acaecido en esos territorios de los acontecimientos populares, sociales y culturales; graban lo que un día vieron pasar, como la algarabía de las mascaradas folclóricas con todo y triquitraques y gritería, o la fervorosa procesión de la fe por el patrono del lugar; pero también vieron derramar sangre de un pueblo, plomo que penetró esa piel sensible del recuerdo, tanto como la memoria de una comunidad afanosa por perseguir con ansias lo que llevan en el corazón. Ese aspecto que subrayo de “materia dura”, tiene que ver con las teorías sociológicas del siglo pasado que dice que nosotros somos responsable de darle forma a dicha “materia dura”, pero a la vez ésta nos hace a nosotros, precisamente como aquel grabado de Escher cuando una mano se dibuja a sí misma. En esos muros quedó además pintado el fuego del reclamo, la marca del fervor político, del grafiti o el mural que eleva los sueños de los artistas locales, o donde hoy hacemos lecturas cruzadas, entre la dirección del proyectil del pasado, y la del ojo que mira hacia esos registros para reinterpretarlos a la sazón del tiempo y el espacio, y que se recuerden para coexistir con nuestra forma de identidad e idiosincrasia.
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Imágenes de grafitis capturadas en el muro d eFacebook de Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula en julio 2017. 26
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Imágenes de grafitis capturadas en el muro d eFacebook de Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula en julio 2017.
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Imágenes de grafitis capturadas en el muro de Facebook de Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula en julio 2017.
En la actualidad esas historias se escriben y publican en otros y nuevos muros, no son de concreto, o de piedra, o de hierro, pero siguen siendo “duros”, como los de Instagram, Twitter y Facebook, precisamente en este último encontré estos registros posteados por nuestro apreciado colega Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula, sin olvidar el recuerdo de aquella oquedad en la muralla, que en tanto pared, continua comunicando estas memorias.
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Imágenes de guerra capturadas en el muro de Facebook de Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula en julio 2017.
Un conversatorio en Mácula El espacio Mácula, en la ciudad de Managua, recién ofreció una conversación para recordar, que fue motivada pasando fotografías en el muro, entre otros eran fotos de Pablo Baret, Susan Meiselas, Celeste González, Bareta Aráuz, quienes captaron en esas imágenes importantes testimonios de las luchas de aquella nación hermana, son registros de tiempos de insurgencia que llevaron a la liberación de Nicaragua delante de la tiranía de un oscuro pasado.
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Imágenes de guerra capturadas en el muro de Facebook de Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula en julio 2017.
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Imágenes de guerra capturadas en el muro de Facebook de Raúl Quintanilla Armijo, de Mácula en julio 2017. 32
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En las fotografías se observa a algunos combatientes sandinistas, muchos con una arma, revolver o rifle metidos en la brecha que no fueron cuarteles, ni tanques ni aviones artillados, sino las mismas calles o callejones, o con granada en mano gritando la consigna “Sandino Vive”, defendiendo su posición con una piedra: con lo que representa esta materia no solo para el arte actual y en especial para los pueblos originarios de Mesoamérica prehispánica, como también en los simbolismos de las grandes luchas, como la historia bíblica del joven David, quien, derrotó al gigante Goliat tan solo con una onda y un puñado de piedras. En esa presentación de imágenes y la conversación evocaron las paredes de León, Ocotal, Estelí, Rivas, Masaya, Monimbó, San Juan de Oriente, o tantas otras comunidades nicaragüenses que experimentaron aquel paso de los años setentas del siglo anterior, y que hoy podemos valorar gracias al registro de la imagen, que de alguna manera nos sigue encendiendo o empoderando, ya no solo por el contenido político sino por su riqueza como arte que fortalece el muro de la historia y la estética iconográfica de estos tiempos, donde los principales actores fueron hombres y mujeres, sencillos labriegos, y que ahora motivan nuestra obligación de comunicar y abastecer de nuevos bríos al arte.
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Adrián Flores Sancho “Ampliación del campo de batalla”
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Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho. 35
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho.
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho. 36
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Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho.
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho. 37
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho.
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho. 38
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Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho.
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho. 39
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho.
Fotografías compartidas por Adrián Flores Sancho.
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“Oricidio”
En esos repasos que hacemos al muro de la comunicación de Facebook, encontramos una nota posteada por la artista del performance, la nicaragüense Illimani de los Andes, me permito compartirla a continuación un extracto: El sábado 24 de junio en el Palacio de la Cultura “Joaquín Pasos” (Contiguo al Hotel Alhambra en la ciudad de Granada Nicaragua), se efectuó un Performance, con el tema del arte contemporáneo y el indigenismo. La actividad fue organizada por Tierra Transmedia, una plataforma de proyectos de narrativa audiovisual que busca promover las historias centroamericanas. Las artistas que participaron en “Oricidio” fueron: Xochitl Guevara, Lásara Musácea, Anna Handick, Tepeyac Espinoza e Illimani de los Andes, con curaduría de Lila Gómez. El evento incluyó una conferencia a cargo del historiador nicaragüense Elías Guevara, quien compartió con los asitentes a la muestra otra perspectiva sobre el sistema creado a partir de “ciertos héroes indígenas”. Agradecemos a Illimani por mantenernos informados de la actividad cultural nicaragüense. 41
Meditaciones desde “Banana Chapel” de Moisés Barrios
El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) exhibe “Potasio. Las Consecuencias de la Abundancia” del guatemalteco Moisés Barrios, 17 agosto / 3 noviembre 2017, salas 1, 2, 3, 4 y Pila de la Melaza, curada por Adriana Collado y Daniel Soto. Acercamientos a Potasio Comento una vez más la premisa: en mi caso personal andar una muestra es un ejercicio del pensamiento crítico, de nutrir el intelecto, en tanto al caminar se piensa, colecta, procesa, relaciona, se aprende a discernir, luego vendrá un lapso de meditación necesario para asimilar lo visto, colectado, relacionado y, por supuesto, sumarlo a los conocimientos. Sin ese lapso de introspección, vana sería la visita al museo. Al subir la escalinata a la Sala 4 encontré una singular intervención del sitio: “Banana Chapel”, instalación con un par de bancas en una de las cuales me senté a solas, para deleitarme con aquella enigmática luminosidad de la “capilla”. Los planos de las paredes y el cielo raso suspendido, en tanto diedros, suscitaban un sentido minimalista de reducción de las emociones para sumirse en la contemplación activa del vacío. Después de ojear el brochure de la muestra, me percaté que era una reinterpretación de la “Rothko Chapel” 1971, construida en Houston para celebrar a las religiones del mundo y sitio multiuso, pero a la vez para decantar el sentido de espacialidad que caracteriza a la pintura de aquel maestro ruso-norteamericano. 42
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Moisés Barrios. “Banana Chapel”. Instalación-intervención. 2017.
Cuando visito una exhibición de arte en un museo o galería, reverberan los recuerdos de situaciones y lugares que de alguna manera me acrecientan y conectan con lo observado en esos momentos y lugares; cargan valor a la memoria del museo y si no ocurriese, que no experimente dicho trance, es porque no saqué nada de la visita y es cuando digo que perdí el tiempo. De pronto me vi sentado -no en un templo “bahai” para todas las religiones y creencias, ni en la capilla de “Rohko” en Houston, sino en la del Rosario en Vence (Costa Azul o “riviera” francesa, enclavada en los Alpes Marítimos), apreciando precisamente los murales pintados por Henry Matisse en 1951, tres años antes de su deceso, los pintó durante una larga convalecencia en aquel convento, donde aquellos trazos imprimieron carácter al arte de sus últimos años apreciados por su íntima reducción al mínimo. 43
Pinturas con textos Al tiempo que fluía la remembranza y al estar en la “Banana Chapel”, martillaba en mí las escrituras pintadas en los cuadros expuestos en la sala 3 del MADC, y en particular “Ausencia de Contenido”, 2000. Este maestro guatemalteco acostumbra a inscribir escrituras en sus pinturas, como si los textos y los cuadros, fueran muros comunicativos (recuérdese el valor del muro desde la Prehistoria, la arquitectura de los Imperios Agrarios, la Antigüedad, hasta nuestros días y la explosión comunicativa en redes sociales), acto del cual se deduce el innato talento de Moisés al saber trazar letras, como un ingenioso diseñador de fuentes tipográficas. De igual manera nos evoca la tendencia en los liminares del siglo XX, cuando artistas como Toulouse Lautrec, entre otros postimpresionistas y expresionistas, sus cuadros asimilaban composiciones de carteles de eventos de la vida cultural y social de “la ciudad de las luces”, París. Y, ni se diga de los futuristas italianos, los dadaístas, los constructivistas rusos, entre otras manifestaciones donde la letra juega con el discurso y estética del vocablo, pero sobre todo con el contenido.
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Moisés Barrios. “Ausencia de Contenidos”. Óleo sobre tela. 2000. 110 x 150, 5 cms. Colección Virginia Pérez-Ratton.
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Cuando lo entrevisté hace un par de años para mi blog de la revista española Experimenta Magazine, al respecto Barrios comentó: A los 40 años me propuse dejar la publicidad y dedicarme al arte. Pero vivir del grabado era francamente difícil, así que me dispuse a pintar y después de tantos intentos descubrí que tenía la experiencia de la ilustración publicitaria, le vi posibilidades, me sentí seguro como pintor, no tenía que demostrar tener buen gusto con el color, ni tenía que convencer a la tradición académica con la técnica, sino lo más importante era comunicar; el estar involucrado con la investigación histórica al finalizar el conflicto armado en Guatemala, y tomar como tema la influencia del colonialismo de las plantaciones bananeras, abordar cómo aquella compañía nos manipuló política, económica y socialmente por medio siglo…, resulta que lo conceptual y la técnica del póster publicitario funcionó muy bien para hacer comentarios satíricos sobre acontecimientos históricos. (https://www.experimenta.es/blog/luis-fernando-quiros/ moises-barrios-bananopolis-4849/ )
Moisés Barrios. “Bananópolis”. Óleo sobre tela. 2015. 45
Moisés Barrios. “Potasio. Las Consecuencias de la Abundancia”. Instalación Sala 1 del MADC. 2017. 46
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Pero lo que machacaba la memoria durante esa andanza por las salas del museo, no era la destreza de Barrios para pintar escrituras, sino “el contenido” o “ausencia de éste”, lo cual desestabiliza a obras de arte no solo contemporáneas sino de otras manifestaciones, las cuales se caen solas de los pedestales donde fueran encaramadas tan de manera ficticia o poco sustentadas, y en tanto no dicen absolutamente nada o no poseen otros atributos para estar donde están. ¡Éh aquí la clave del discurso crítico de este maestro! Pero en aquel forcejeo entre lo que me motivaba a estar sentado en la “capilla”, evocando lo que instiga a asimilar las fortalezas de “Potasio”, e indagar qué caló en mi aparato perceptor y emocional, o qué tan nutritivo resultó ver tanta fruta colgada, pintada, dibujada, instalada, desmaterializada como aquella piel envolvente que fue el principal recurso plástico en “Bananópolis” 2015 -una anterior muestra de este autor que de paso estuvo expuesta en Equilátero, Escazú. Carga de memorias Las percepciones, tanto como las asociaciones que hace la memoria de los eventos y vivencias, una vez más me ubicaron en Vence o en cualquier lugar donde exista otro templo de la fe, pues después de una homilía, uno se sienta unos minutos en absoluto silencio para asimilar los nutrientes espirituales de la liturgia de la Palabra. De manera que eso mismo hacía yo, al estar sentado solo, en el vacío de esa estancia en la sala 4 del museo, planeada para contemplar –no la santa palabra-, sino instigado por la frase del cuadro en mención, y otra que leí en el texto curatorial de Collado y Soto, citando al filósofo alemán del siglo anterior Ludwig Feuerbach: Si quieren mejorar al pueblo, en lugar de discursos sobre el pecado denle mejor comida. El hombre es lo que come. Sin abandonar la “Banana Chapel” esa mañana, volví a dar una y otra vez repaso a lo visto, a los racimos de bananos enyesados atorados entre las cuerdas, donde colgaban machetes bananeros y también sillas pintadas de blanco, que lo que tienen de interesante dichos 47
objetos instalados es arrojar sombras sobre las paredes vacías de la sala, sombras que a su vez son signos detonantes de un imaginario y que nos recuerdan las adversidades vividas sobre todo en la primera mitad el siglo pasado con la producción bananera establecida en la región caribeña del país, que diera el título de “bananas republics” a nuestro istmo centroamericano, sombras de sus métodos de explotación de los recursos naturales, y de las políticas de contratación de trabajadores que motivaron la gran huelga bananera de 1934, así como las relaciones de poder que aquella compañía norteamericana ejercía delante de los gobiernos, retratado por la narrativa de Carlos Luis Fallas “Calufa” “Mamita Yunay”, obra literaria expuesta entre otros documentos afines en la sala 2 del museo. Respecto a ese rumbo tomado por Barrios en su pintura a mediados de la década de los años noventas, para la muestra “Mesótica II: Centroamérica re-generación”, en 1996, en dicho espacio de meditación recordé a la crítico de arte y curadora guatemalteca Rosina Cazali, quien apreció en el texto del catálogo de la exposición de arte centroamericano itinerante por varias ciudades de Europa: En los elementos que recoge la obra de Moisés Barrios se establecen dos afirmaciones: estar frente a un condenado por las imágenes y ante un artista que las condena al juego de la ironía. Nos ha tenido acostumbrados a eso. Su obra, desarrollada dentro del realismo, que casi podríamos llamar antropológico, responde a diferentes preocupaciones: el descifrar aquellas actitudes que tienen que ver con el eterno interés que despierta en el “otro” nuestro exotismo hasta un monólogo con nuestra historia, la cual se registra en la iconografía popular local y su traslape en las imágenes massmedia. (Cazali, 1996. Había una vez Centroamérica, catálogo de Mesótica II).
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Intertextualidad Sin salirme de mi percepción de lo visto, anudado en mis registros visuales y sus referencias contextuales, recordé al recién desaparecido Joaquín Rodríguez del Paso con su tratamiento de esta temática en su pintura; precisé su muestra “Súper Moderno” acá mismo en el MADC, él marcaba estos mismos territorios temáticos. En una entrevista que publiqué en mi blog de Experimenta, Joaquín aclaraba el panorama: La región siempre ha estado inmersa en ese carácter de conflictos políticos. Primero, al ser conquistados por españoles, germinó una amplia dominación sobre los pueblos vernáculos, que ellos llamaron “indígenas”, término que de alguna manera tensa esos polos hegemónicos. Luego vinieron los conflictos con los filibusteros quienes intentaron apropiarse de los territorios al Sur del Río Grande, y eventualmente anexarse inclusive Centroamérica. Como sabemos se inmiscuyeron en la política de Nicaragua y conocemos la historia de William Walker de intentar apropiarse también de Costa Rica, intentos reprimidos en la hacienda de Santa Rosa y finalmente derrotados en Rivas, lo que se conoce como la Campaña Nacional de 1856. Por otro lado esa confrontación revela el rol del multimillonario Cornelius Vanderbilt, dueño de los grandes ferrocarriles en Estados Unidos y otras empresas dedicadas al transporte marítimo, quién adversa a Walker, y decide poner en aviso al presidente don Juanito Mora de la amenaza y penetración filibustera. (Rodríguez del Paso, 2015, entrevista de LFQ). Pareciera inverosímil que la penetración hegemónica al país y la región que intentaron los filibusteros, finalmente vino motivada por las “nociones” de desarrollo del comercio como fue el proyecto ferroviario que inicialmente empujó Minor Keith, pero al estar tan bien conectado con el transporte marítimo y ferroviario norteamericano, 49
lo extendió a la explotación bananera, para diversificar sus negocios, pero derribando las selvas caribeñas sin contemplación alguna, lo hizo ante las raquíticas leyes del país que desprotegían esos templos de nuestra ecología. Se suma a este panorama, la reflexión tenida por Oscar Figueroa en su participación en la Bienarte 2013 –expuesta en esa ocasión en el Museo Calderón Guardia, allá en barrio Escalante-, además de “Durmientes”, Sala Poligráfica, Teorética (2014) (https://www.experimenta. es/blog/luis-fernando-quiros/durmientes-de-oscar-figueroa-4174/ ), y más reciente aún la expuesta en la Sala 3 de este mismo museo, que nos conmovió con aquellos pesados maderos o durmientes de la línea del ferrocarril grabados con frases de una revista norteamericana de la época y tema ferroviario. Ahí no concluye la posición de observador desde la mirilla histórica, para la X Bienal de Arte Centroamericano 2016, Figueroa envolvió en plástico de embalar banano a la antigua sede de la United Fruit Company, allá en la ciudad de Limón, precisamente epicentro de aquellas tensiones sociales de inicios del siglo XX. Me parece útil citar en esta perspectiva bananera, al crítico español Aimar Arriola, quien publicó ecos de estas resonancias en el blog CONCRETA, con el título “Ojos táctiles, ojos blandos, tercer ojo: una mirada compuesta a la X Bienal Centroamericana”, que entre otros aspectos comentó: Óscar Figueroa cubría la fachada del edificio de la United con los plásticos azules bañados en plaguicida que en la actualidad se utilizan para cubrir los racimos de banano que Costa Rica exporta al mundo. (http://www.editorialconcreta.org/ojos-tactiles- o j o s - b l a n dos-tercer-ojo ) Volviendo a mi estadía en la “Banana Chapel” de Moisés Barrios y que tanto motivó mi pensamiento y cuestionó mis saberes teóricos, medité que el referente conceptual está en la manera cómo los artistas abordan sus discursos, siempre con nuevos lenguajes y visiones en50
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marcadas desde el Arte Conceptual. Comento estos aspectos pues el gran tema del maestro chapín desde el año 1996 –como ya expresé-, y que apreciamos ya en Mesótica II es un enjambre de repercusiones que son tratados en pintura, literatura, cine, narrativa, historia política, sociológica y del arte, entre otros argumentos que requieren de un estudio a profundidad, relacionando las superficies de cada estratificación, para ver qué se transparenta entre ellas en el ejercicio crítico. “Ruinas del progreso” Desde la misma postura de aquella mañana de agosto que disfruté de la muestra Potasio, me sumí en otra evocación de lo apenas percibido, este caso con la pintura “Ruinas del progreso”, en la cual pintó el muelle donde un personaje observa a lo lejos un navío, que, por coincidencia, me conectó a la estrofa de una breve canción con que Calufa pone en los labios de unos de los personajes en su novela: Conozco un mar terrible y tenebroso donde los barcos del placer no llegan. (Fallas 1998. P177).
Moisés Barrios. “Ruinas del Progreso I”. Óleo sobre lienzo. 2007. Colección de Virginia Pérez-Ratton.
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Hay tanto silencio en aquel cuadro, el océano que nos separa y nos une, un hombre que al mirar al barco, ve irse o venir lo anhelado. La frase de la canción “los barcos del placer no llegan”, me motivan hacia mi paisaje interior y a recordar -precisa y nuevamente-, los cuadros de “Hotel América” de Rodríguez del Paso. Entre estos referentes y lo acabado de percibir yo me preguntaba ¿Qué nos quiso decir el pintor a inicios de los dos mil, con esos puertos abandonados? ¿De qué lamentarse a estas alturas de la segunda década del siglo XXI? ¿Qué sucedió con el lujo y glamour de aquellos hoteles de cuya vida social no queda ni la sombra? ¿Cuál es significado al hablar de las ruinas del progreso?, quizás dejando de lado la situación de la Guerra Fría, o encendiendo de nuevo los discursos en torno al muro, pero en este caso no me refiero al de la comunicación ni al de Berlín sino el de Trump. Coexisten los signos de la nostalgia, de un mar Pacífico y “pacífico”, pero donde hierven discursos que me parece podrían ser aún retomados para que sigan calando en la conciencia, que en mi caso personal, me mantenían eclipsado quizás como acompañando al individuo de aquella pintura. Pero también resuena el eco de aquella canción de
Moisés Barrios. “Potasio. Las Consecuencias de la Abundancia”. Instalación Sala 3. MADC. 2017. 52
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Calufa “un mar terrible y tenebroso”, en tanto representa el abismo, el mundo como el actual con sus distintas tramas de poder en el ajedrez político y de lo cual dependen siempre las tenciones de crecimiento económico, cultural, social, de países como los centroamericanos separados por mares de indiferencias de las nociones centrales. Con los ojos puestos en la abundancia Volví la mirada para repasar la pintura “Los Mosquitos”, 1999, uno de aquellos ejercicios de exploración de la posibilidades del tema y que lo ubica como Arte Político cuando forcejea con lo bélico y el armamento que solo poseen los portentos en esa desequilibrada armonía del eterno poder. El óleo “Bananópolis”, y la instalación de sala 3, con tantos indicios de la búsqueda de Barrios para abordar ese navío que transporta la fruta centroamericana, quizás a Europa o a los Estados Unidos, en esas aguas de la indiferencia. Son un trance abundante de la producción del maestro, no es solo la riqueza vitamínica de la fruta y que referencia la frase del filósofo, “somos lo que comemos”. También Rudolf Arhein decía que “solo vemos lo que sabemos”, de
Moisés Barrios. Instalación Sala 3. MADC. 2017. 53
Moisés Barrios. “14 Estudios. Serie Banana Shadow” Acrílico sobre papel. 2018.
manera que si solo vemos bananos... Hay abundancia de saberes al respecto del cultivo, y sobre todo su consumo en la población, les recuerdo que en el país no sólo comemos la fruta madura, amarilla y pecosa como la pinta Barrios, también la injerimos verde, ferrosa y resinosa, como si fuera verdura, en las sopas, en picadillo, o con el caldo de frijol que de paso es el principal nutriente para los niños al levantarlos de los raquíticos estados anémicos. Recorriendo la muestra ahora con la mirada interior recordé “14 estudios. Serie Banana Shadows” 2016, trazados con acrílico negro sobre documentos guatemaltecos de un libro de esos que se enlista en los olvidos, pero que los artistas actuales sacan a flote dando un mejor provecho al ser recuperados para el arte, como lo hace este pintor y gráfico quien en los años setentas y ochentas del siglo anterior vivió en el país, siendo uno de los pioneros de la gráfica y quien exploraba en aquellos tiempos la tendencia de la Nueva Figuración, que, como 54
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Moisés Barrios. Instalación de la Sala II del MADC. Foto de Adriana Artavia cortesía del MADC. 55
afirmó la extinta crítico de arte argentino-colombiana Marta Traba, en aquellos años se empujaba desde América Latina. Evoqué las acuarelas expuestas en la sala 2, cuando Moisés elaboró percepciones del filme de Wody Allen, “Bananas”, piezas dispuestas en una larga fila de imágenes que me recordaron las cintas fílmicas de antaño, la vieja tecnología del cine pues ahora todo es digital, cuya calidad de imágenes me recordaba mi propia infancia (anos cincuentas y sesentas) cuando al pueblo llegaba el camión de “La Mejoral” y proyectaba en algún muro del barrio películas “Western”, otro gran tema dentro de su amplísima producción creativa de Barrios. Me detuve a apreciar aquellas imágenes proyectadas en el pavimento de la sala, además de las vivencias de la “mamita que da y que quita”, lo cual es comentado en el texto curatorial, como pronunciado por él mismo. Sillas, machetes y cuerdas Entre la penumbra del subespacio anterior a la zona de luz de la “capilla”, en el cual pasaba revista a muchas vidas: a la del pintor, a las nuestras en años en que él vivió acá y rememoro a Chalo Morales (hijo), a Fernando Carballo, Hugo Díaz y a su hermano César recién fallecido que también residió en San José, entre otros de sus amigos de entonces, recordé las vidas de los trabajadores bananeros, a los políticos de antaño y que han tematizado los más jóvenes en el arte costarricense como Oscar Figueroa, Javier Calvo, entre otros, de pronto me quedé atorado entre las cuerdas colgantes de la Sala 1, por esa razón consulté a Daniel Soto quien como curador me explicó el papel de la silla en el contexto de lo instalado: Moisés entiende la silla como un trono, es un diseño simple y rústico, como nuestro contexto, sin adornos ni lujos, pero cada gobernante puede tomar posesión del poder y ejercer su mandato desde allí, ¿pero qué con eso?, al igual que un machete puede cortar un racimo de banano para ser exportado, o puede ser un arma de defensa o ataque, la silla tam56
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bién puede quitarse y ponerse, como se puede quitar y poner a quien se siente en ella, así como sucedieron los golpes de estado y los cambios de poder relacionados con el gobierno de los Estados Unidos, la CIA y la UFCO. La silla es solamente una representación del poder, de las dictaduras y de los mandatos oficialistas. Me seguía dando vueltas en la cabeza ese significado y en ese preciso contexto de la instalación de la Sala 1 del MADC. Recordé una vez más las palabras del gran Matisse cuando decía que una pintura también podría ser “un buen asiento”. ¡Quizás!…, me cuestioné en esos instantes agregando a la meditación, en tanto un asiento motiva a descansar, y con nuevos bríos contemplaremos mejor al arte, se repasarán las vicisitudes del día a día en el taller, o de la visita a una muestra al decantar el proceso creativo de la actualidad. Pero el problema de este símbolo –la silla- es que durante la investigación y encuadres de la técnica y abordajes del contenido para cargar a la instalación, uno se siente seducido a descansar y puede que en dicho lapso nos quedemos dormidos y atorados entre las cuerdas, será al despertar que nos percatemos cómo los demás nos aventajan. Confieso que, conociendo a Moisés Barrios desde hace ya unos cuarenta años, no sucederá, por tanta abundancia y constancia de productor en la complejidad de las prácticas artísticas contemporáneas.
Moisés Barrios. “Potasio. Las Consecuencias de la Abundancia”. Instalación Sala 1 del MADC. 2017. 57
Vicisitud del habitáculo
“El espacio que nunca existió”, propuesta expositiva de Verónica Alfaro Rodríguez, Roger Muñoz Rivas y Miguel Solórzano Quirós, en El Tanque del MADC del 15 de junio al 13 de setiembre 2017, curada por Adriana Collado. Escenografía o no de la narrativa costarricense de mediados del siglo pasado –tal y como comenta la curadora al referirse a “La Ruta de su Evasión” (1948), una novela de Yolanda Oreamuno referenciada por estos tres artistas-, quienes idearon esos constructos interiores hechos en madera y otros productos actuales quizás (des)articulados según las exigencias y códigos operativos para la construcción civil, pero que son una realidad para muchas familias de las áreas periféricas metropolitanas al intentar solucionar sus problemas para tener, no hablo de vivienda sino un “habitáculo” o lo que puede ser sinónimo de “nido”, levantado por lo general en precario, y que con el paso del tiempo mutan a partir de la energía existencial puesta por -en tanto “moradores”-, quienes quitan o ponen según las posibilidades de sus “economías”, lo cual es tendencia de la construcción suburbana: crecer de manera informal, como crecen también las carencias de servicios básicos, levantando paredes por doquier, por donde no corre el 58
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El Espacio que nunca existió”, de Verónica Alfaro Rodríguez, Roger Muñóz Rivas y Miguel Solórzano Quirós, en El Tanque. MADC.
aire o la sofocación es un signo que pesa como el acero del tanque, ante la aplastante e inhumana carencia de vivienda; sin hablar de las amenazas de aquellos terrenos inestables, o ante las crecidas de los caños durante los inviernos en una ciudad tan informal como sus soluciones. 59
“El espacio que nunca existió” Los usuarios de esta realidad no conocen el vocablo edificar, pues el verbo implica un sistema legal para tener una casa de habitación, ellos simplemente levantan a como les de el bolsillo y la posibilidad de protegerse ante la intemperie. Y repito “economías”, pues para tener esa solución muchos se someten a las economías usureras, de los prestamistas, así como a otras maneras de solventar los recursos prestados, pero cuya amortización no deja de ser aplastante así como la realidad cuando al habitarlos, esas mamparas se resquebrajan y caen; de eso nos informan todos los días los medios de comunicación. La adopción o no de dicho modelo de autoconstrucción, en ese caso ideado por estos jóvenes artistas para ilustrar lo circundante en las barriadas periféricas, y estimular la reflexión sobre las cuarterías de algunas zonas de la capital u otras periferias del casco valle-central, parte de un dibujo incierto, que en el imaginario simbólico adoptado por el grupo y dentro del otrora contenedor de líquidos que hoy, su goteo asimila la creatividad la cual fluye en “el laboratorio de las ideas”, tal y como prometió ser ese espacio de intención crítica dentro de las expectativas del programa expositivo del Museo. Construir y/o destruir Actitud que asimila la vida de todos y a la medida de todos, atiza el instinto de vivenciar un cotidiano que se parece a un depósito de materiales y las formas de tratarlos, y de lo cual sin distinción de nivel o calidad nos servimos al habitar. Son una suerte de vectores sociales portadores de sus propias contingencias y que nos afectan irremedia-
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El Espacio que nunca existió”, de Verónica Alfaro Rodríguez, Roger Muñóz Rivas y Miguel Solórzano Quirós, en El Tanque. MADC.
blemente, como aquel decir de los sociólogos de mediados del siglo pasado, de que lo actuado, tanto como lo hecho, evidencian nuestra grandilocuente capacidad de visionar y edificar, o su contrario, la mediocridad, lo cual es portador de nuestra impronta: modela nuestras conductas sociales.
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Será esa necesidad interior de hacer crecer el cascarón donde anidamos la existencia, pero que llegados a cierta condición entre las cuatro paredes de la sociedad, el cascarón nos apertrecha, pero no nos deja respirar, nos impide ser; es un constructo similar a un “transformer”, abre noventa o ciento ochenta grados, se desdobla y proyecta hacia las distintas direcciones cósmicas, creando un “percorso” (in)habitable pues nos lleva a ninguna parte, o la única meta es detenerse delante del verdugo quien traiciona nuestras aspiraciones de habitantes actuales, hiriéndonos, vendiéndonos una y otra vez al mejor postor. En el Tanque Los proyectos intrincan con la idea de estar en proceso, y forcejear con un doble reto: uno para el o los artistas como en el caso que nos ocupa, tanto como para los espectadores, quienes debemos hacer una lectura más allá de lo que se anuncia y se cuelga en FB, o lo que publica la curadora en el el texto pegado al muro. A mi, en particular, el desafío de visitar estas muestras me sume en la evocación de las laberínticas paredes de esas instalaciones de lo que fuera la antigua FANAL, hoy el MADC; me transportan a una estación sitiada en la memoria, con el rumor quizás del vapor, las tuberías olientes alcohol etílico o como los trazos ferroviarios de una sociedad en expansión como aquella experimentada por la industrialización anterior a estas centurias. Será que penetramos al interior de una pesadilla donde avistamos un territorio “que no fue”, como la narrativa que hala hacia el gran útero de la sociedad, con tantas contradicciones o vicisitudes que nos devuelven al habitáculo donde mora el monstruo: el Judas Iscariote o la pantalla de la televisión. 62
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El Espacio que nunca existió”, de Verónica Alfaro Rodríguez, Roger Muñóz Rivas y Miguel Solórzano Quirós, en El Tanque. MADC.
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“Atajos del Río Tibás” de Alessandro Valerio
Intervención al paisaje: “Atajos”. Propuesta titulada “Atajos del río Tibás” del joven artista Alessandro Valerio, realizado en el mes de julio 2017.
El productor de cultura en estos tiempos actuales, se caracteriza por ser un constante “buscador”, quien lee en profundidad penetrando a las distintas estratificaciones de lo investigado u observado, y lo ratifica al indagar las múltiples relaciones de la naturaleza o -su paisaje-, con el medio social y cultural en el cual está inmerso: pone en lupa los límites, los cuestiona y se asombra del potencial descubierto, en tanto ahí anuda las respuestas a sus interrogantes y focalizaciones; por esa razón las “zonas de confort” –las cuales jamás estarán en los límites-, en nada le interesan. Quienes sí se ubican en esos ámbitos de la comodidad no arriesgan, tampoco investigan, no se sirven del innato talento predictivo del artista, pues temen a los terrenos movedizos, como los que nos antepone el arte actual. Desde esta perspectiva el artista es un portador de cultura, un transgresor que desafía las convenciones, chaman o el bufón, aprecian Brigs y Peats en Las Siete Leyes del Caos (1999): ese productor de cultura subvierte el sistema, rompe la estructura del poder y alumbra nuevas ideas. 64
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Alessandro Valerio. Atajos del río Tibás. Instalación e intervención en sitio. 2017. Fotos cortesía del artista.
Estas apreciaciones teóricas condujeron a Alessandro Valerio a observar los bordes “entre lo real dado natura naturas” y “lo real modificado natura naturata”, tal y como él lo escribe en una motivación con la cual invita a visitar el performance producido en el entorno. Es en ese binomio donde se ubica la reciente intervención al río Tibás, investigación y propuesta artística ubicada en el propio paisaje. A partir de este o juego de vocablos Valerio activó el entorno circundante al río, para no utilizar el término “apropió”, pues el natural es un dominio que pertenece a la colectividad aunque en ese lapso temporal de su apropiación fue todo suyo. Pensó en un conjunto de intervenciones en el espacio y como dije en el paisaje, donde explorar los soportes, los materiales y como el mismo aprecia son “co-actores” de su propuesta en tanto en su singular visión del arte actual él trabaja con piedras, bejucos, trepaderas, epífitas, hormigas, lluvia, agentes climáticos, flores, árboles, nubes, firmamento, filera monta65
Alessandro Valerio. Atajos del río Tibás. Instalación e intervención en sitio. 2017. Fotos cortesía del artista.
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Alessandro Valerio. Atajos del río Tibás. Instalación e intervención en sitio. 2017. Fotos cortesía del artista.
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ñosa e incluso los transeúntes en el sitio que buscando quizás solaz, se posesionaron en esos sitios para la comunión con los frutos de la Tierra capaz de activarnos y devolvernos lo que el trabajo, el estudio, o la vida urbana cotidiana nos arrebata. La intervención la entiendo -comenta el joven artista-, como una acción concreta que consiste en recolectar, colocar, superponer, pintar, sustraer o construir. De esa manera modifico la gramática visual del río y sus atajos –tema central de su propuesta-, con el fin de comunicar y exponer la relación de la natura/cultura en el paisaje y su significado en la vida de todos los humanos. Agrega el joven Valerio que algunas veces esta relación será explorada a manera de contraste mientras en otras se mimetizará entre los materiales usados. De ahí que lo observamos a él intervenir una piedra esgrafiando signos de su lenguaje visual o gráfico, o consumien-
Alessandro Valerio. Atajos del río Tibás. Instalación e intervención en sitio. 2017. Fotos cortesía del artista.
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do en esa materia dura pequeñas piedritas o semillas encontradas en el mismo cauce del río, rodearlas de flores silvestres para evidenciar la metáfora: coronar a la musa o el espíritu del sitio (genius loci) el cual habita entre los árboles, ramajes y raíces, entre las piedras y que escucha el tintineo gotear de las aguas en las cascadas, el silbido del ave o la matraca de las maderas al crujir al ser sacudidas por el viento. Lo suyo es una intervención al paisaje “Land Art” que posee un tiempo, luego todo volverá a la tierra, al humus, a las leyendas y mitos propios del lugar y que relata aquel geniecillo que todo lo conoce, pues en el carácter efímero del arte solo permanece en las fotografías, en la documentación, videos, u otros registros de la memoria y escucha de las voces del lugar, del atajo, pero sobre todo en la imagen suya de artista, interior, experiencia captada dentro de la retina, el iris y la mácula de la visión que son solo suyas, tanto que hoy son útiles a determinar nuestra identidad personal.
Alessandro Valerio. Atajos del río Tibás. Instalación e intervención en sitio. 2017. Fotos cortesía del artista.
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Berta Alegría: Textiles en Mácula
El arte del “cuikil” es una metáfora del textil, en tanto conforma una abstracción obtenida al juntar trozos de telas de distintas formas, colores, texturas, sobrantes quizás de la industria textil, y que al juntarlos con las manos de quien sabe de costura, compone una poesía, objeto portador de identidad de quien lo realiza como práctica creativa o simplemente para que esos trozos de materia no vayan a parar a la basura. Berta Alegría se dedicó al textil y al tejido, en estos últimos expresa la apariencia de los textiles producidos en la gran cultura Inca, por su cromática terrosa y técnica de trenzar el hilo. Recién fueron expuestos estos textiles en el espacio Mácula de la ciudad de Managua, lugar de donde ella era originaria, pero que también vivió y trabajó en San José, Costa Rica, y en San Francisco, California, donde fue muy apreciado su arte.
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Berta Alegría. Textiles expuestos en el espacio de Mácula, wn Managua, Nicaragua. 2017. Fotos cortesía de Raúl Quintanilla.
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Berta Alegría. Textiles expuestos en el espacio de Mácula, wn Managua, Nicaragua. 2017. Fotos cortesía de Raúl Quintanilla.
Berta Alegría. Textiles expuestos en el espacio de Mácula, wn Managua, Nicaragua. 2017. Fotos cortesía de Raúl Quintanilla.
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Berta Alegría. Textiles expuestos en el espacio de Mácula, wn Managua, Nicaragua. 2017. Fotos cortesía de Raúl Quintanilla.
Comenta su hijo el artista y curador de arte contemporáneo Rolando Castelló Alegría, y coeditor de esta revista, que su madre se ocupaba también de la alta costura, que tiempos atrás, cuando él crecía y estudiaba en esta capital San José, ella cosía para tiendas muy distinguidas y que con las ganancias de esa digna producción él la dedicó para crear la “Fundación Berta Alegría”, la cual apoya a artistas emergentes para crecer en sus investigaciones y práctica del arte actual. De manera que nos complace mostrar en estas páginas algo de lo exhibido en Managua, como lo ha hecho también en algunos espacios nacionales, en tanto tienen mucho que enseñar, y para quienes queremos aprender de esa técnica y creatividad de quien fuera Berta Alegría. 73
Fabula Urbis: “Etnografías de Daniel Vieira
La librería – galería Fabula Urbis presenta la exposición de Daniel Vieira titulada “Etnografias”, con la curaduría de Rolando Castellón, entre el 2 de mayo y 24 de junio del presente año, A través de dibujos y pinturas, Daniel Vieira mantiene un diario, documentación gráfica que mantendrá viva -hoy o en el futuro-, la esencia del comportamiento humano en su territorialidad natural, ambiente para sus vivencias o modos de vida, apreciadas por el curador de esta exposición retrospectiva. “Daniel Vieira es un artista importante quien se mantiene a la vanguardia del arte moderno, documentado de forma coherente a lo largo de mas de 50 años, para mantener vivos esos registros de su obra gráfica, aspectos del desarrollo humano en el medio rural, o pequeñas ciudades o en las grandes urbes”, recalca el curador Castellón. 74
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Daniel Vieira. “Etnografías”. Mixta sobre papel. 2017. Foto cortesía del artista.
Vieira mantiene contacto con las nuevas técnicas: grabado, collages, fotocopias y fotografía digital, además de escultura, pintura y diseño tradicional. La exposición integra trabajos en grafito sobre papel y pinturas sobre tela; todo en tono monocromático, con dominio del blanco, gris y negro. Esporádicamente, aparece alguna pincelada de color en la superficie de la tela, texturas que evocan el paso del tiempo y la intemporalidad del arte.
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“Objetos Internos” de José Rosales
José Rosales. “Objetos Internos”. Esculturas. 2017. Foto Emilia Villegas
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Cuando visité la muestra “Objetos Internos” de José Rosales en Galería Joven Creación de la Alianza Francesa en San José, expuesta del 17 de agosto al 9 de setiembre 2017, advertí de inmediato una seguidilla de estimulaciones perceptivas: el paladar me hacía la boca agua, las sinestesias excitaban colores que inyectaban las pupilas hasta lo profundo de la mácula y me hacían sentir no se si calor o frío. Sensorialidad Apreciar estas esculturas de Rosales revivieron remembranzas de la infancia, en tanto que esos objetos escultóricos cremosos parecían helados de fresa, caramelo, menta, chocolate o arándanos; eran como esponjosos masmelos y –tanto que le comenté al joven escultor en un mensaje que nos cruzamos por messenger-, estimularon mi golosidad, creí quizás asistía a una muestra de “arte gastronómico”. Multiplicó la sensorialidad en el ámbito de la sala, como volver a evocar aromas y sonoridades ya borradas por el tiempo en mi memoria, pero se develizaron como nuevas percepciones, precisamente, las perseguidas por el artista. Él, José, contencioso, me explicó que no podía injerirlas pues eran jabón. Fenómeno emocional Precisamente recordé al neuro-científico Daniel Goleman cuando hablando de Freud afirmaba que gran parte de nuestra vida emocional es inconsciente, los sentimientos que se agitan en nuestra interioridad, afirma, no siempre atraviesan el umbral de entrada a la conciencia. Entonces, en esta fase conductual de la creatividad, el artista se convierte de un provocador, con sus objetos modelados en jabón, así como otros configurados en blanca tela o gamuzas con abundantes pompas de algodón, para que al caminar en la sala tracemos una cartografía de
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José Rosales. “Objetos Internos”. Esculturas. 2017. Foto Emilia Villegas
José Rosales. “Objetos Internos”. Esculturas. 2017. Foto Emilia Villegas
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José Rosales. “Objetos Internos”. Esculturas. 2017. Foto Emilia Villegas
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nuestra propia psique, y salgamos de ahí dándole vuelta a lo observado pero sobre todo aprendidos de los procesos tan particulares de hacer arte en la actualidad, un arte que atañe a la experiencia emocional, al empoderamiento y a la vivencia que toca el corazón. O, como la escritora italiana Susanna Tamaro tituló una de sus célebres novelas: “Ve donde te lleve tu corazón”. Volviendo a Goleman cuando dice que Quienes tienen una sintonía natural con el lenguaje de su corazón –el lenguaje de la emoción-, están seguros de ser más expertos en la articulación de sus mensajes. (Goleman. La Inteligencia Emocional. 2000. p.76)
José Rosales. “Objetos Internos”. Esculturas. 2017. Foto Emilia Villegas
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La paradoja Sin embargo, ahí se exhibe algo más que “cremosas figuritas” provocadoras de nuestra emocionalidad, entre aquellas esculturitas dispuestas sobre una alfombra de tierra –de la materia origen-, y las “zoomorphas” algodonosas que yacen en la tabla lisa y fría del piso de la galería, y aquel retrato colgante en la parte superior, se perciben las contingencias de la vida actual, territorialidad de tantas incertidumbres. No son solo memorias estéticas, esas piezas muestran gestos y emociones quizás de miedo, de ansiedad, tal vez acrecientan el recuerdo de una agresión, de un dolor sufrido durante la niñez en muchos estratos de una sociedad como la que vivenciamos entre tantas tensiones y tramas de desasosiego.
José Rosales. “Objetos Internos”. Esculturas. 2017. Foto Emilia Villegas
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Y eso provoca escozor, herida sin suturar, pues son también las vivencias de estos tiempos de crisis de valores, carencias de “humanidad”, de sentido de cercanía abolida por las poses y el mundillo de las apariencias. Esas esculturas de criaturas miran como estupefactas la realidad, o presencian el terror del vivir hoy, así que en tanto materiales para una “experiencia estética envolvente” –tal y como comenta el joven Rosales en el texto de la entrada a la exposición-, suscitan reflexión, punzan para que asumamos nuestro rol de espectadores (in)conscientes, quienes en esas tersas superficies de la rosa, no dejemos de ver y de sentir sus espinas.
José Rosales. “Objetos Internos”. Esculturas. 2017. Foto Emilia Villegas
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L´FATAL la Fatalísima No. 11
“hogar No territorio” de Jorge Zamorán
Jorge Zamorán. Esquemas migratorios. 2017. Foto cortesía del artista.
El artista propone reflexionar sobre el signo de lo que representa para los humanos tener una casa en el sentido físico, tangible, material, y un hogar en lo afectivo e intangible, refuerza la noción de propiedad o de ser de un lugar, pertenencia que a su vez modela nuestras conductas e identidad. La casa-hogar es una noción de refugio existencial, representa la brecha donde combatir las tribulaciones de la vida, ante las desesperanzas del mundo y sobre todo, para quien lo pervive en su condición de migrante. 83
Dentro de ese marco conceptual Jorge Zamorán exhibe un múltiple de dibujos realizados en un continuum de tiempo: veinticuatro días, con la idea de ponderar el hogar y sus vivencias cotidianas: “Casa/hogar (Estrategias gráficas) 2017. También expone en conjunto con Gabriel Gutiérrez el “Estudio sobre la ruta y ejercicio del poder en un espacio doméstico”, 2017, video/ en el cual se exhiben los roles al ejercer la voluntad propia de pertenencia o la del poder cuando nos constriñen otras voluntades aún en el espacio de lo propio. Esos son moldes que creamos al habitar pero que al mismo tiempo nos modelan a nosotros mismos.
Jorge Zamorán. “Casa/hogar (Estrategias gráficas) 2017. Foto cortesía del artista.
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L´FATAL la Fatalísima No. 11
Jorge Zamorán. “Cédula de Identidad”, 2017. Instalación. Foto cortesía del artista.
Con su propuesta “Cédula de Identidad”, 2017, una instalación en la cual exhibe la cédula de identidad de su país de origen, y la cédula de residencia que le otorgó el gobierno de Costa Rica, en un acto de cuestionamiento de esos signos de identidad él los fragmenta y con sus residuos recompone un mapa del istmo centroamericano, el cual, al estar dispuesto sobre una superficie de acrílico transparente, proyecta la sombra del mapa sobre la pared de la sala. Ante la pregunta del artista acerca la identidad, se desprende la realidad de lo que somos y lo que no: no somos una tarjeta de plástico con los símbolos de los gobiernos impresos que portamos para no olvidar el nombre de cada uno, lugar y fecha de nacimiento; somos lo hecho, las acciones em85
prendidas en esa tránsito buscando donde no ser rechazados ni sujetos del anonimato, en cambio intentamos encontrar un sol que, como se dice en el argot popular, nos caliente mejor. El emperador romano Adriano en sus célebres memorias reescritas por Yourcenar decía que somos del lugar donde por primera vez ponemos una mirada de sabiduría, por ello él afirmaba que su patria eran los libros. Pues sí, somos de donde aprendemos, por eso todos nos llamamos migrantes, caminantes en perenne tránsito, pues aprendemos continuamente en el transcurso, en la reflexión que entablamos al andar por lo expuesto en una muestra, en la caminata por la ciudad, o durante un viaje cuando nos topamos otros ojos que rehúyen o se ahuyentan ante el pathos de reconocernos en el otro, o de percatarnos que somos los mismos, que tenemos sueños, amores, añoranzas o tantas otras necesidades comunes y humanas. No somos de un solo lugar, somos de muchos. Nuestra patria es el sitio a donde me llevan las redes en las búsquedas que alimenten los lenguajes, esa actividad tan actual del universo digital, nos da muchas nacionalidades sin ser de todas pues en lo más profundo de cada quien amamos un lugar en particular. Estas ideas expuestas por Jorge Zamorán observan un arte de carácter político, de la política del hogar cuando nuestros roles demarcan y posicionan lo que es nuestro, y se nos abre un signo de esperanza.
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“Estudio sobre la ruta y ejercicio del poder en un espacio doméstico”. Video. 2017
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MAYINCA ArquitécTica Salas del Centro de Patrimonio Nacional 2 al 30 de Octubre 2017. San José Costa Rica
88 Luis Fernando Quirós. “Pirámide de la Vaca Blanca”. Fotografía digital intervenida. 2017.